\"Métodos y praxis de la noviolencia\" de Mario López-Martínez, en Beatriz Molina y Fco. Muñoz (eds) Manual de paz y conflictos, Granada, UGR ed., 2004.

July 13, 2017 | Autor: M. López-Martínez | Categoría: Peace and Conflict Studies, Violence, Nonviolence, Social Conflict
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Descripción

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Métodos y praxis de la Noviolencia Mario López Martínez 1. Gandhismo; 1.1. Satya; 1.2. Ahimsa; 1.3. Sarvodaya; 1.4. Swaraj; 1.5. Swadeshi; 1.6. Satyagraha; 2. La fuerza de la verdad; 2.1. La abstención de la violencia; 2.2. La disposición al sacrificio; 2.3. El respeto por la verdad; 2.4. Un empeño constructivo; 2.5. La gradualidad de los medios; 3. Indagar la verdad en todo conflicto; 4. La acción política noviolenta; 4.1. Gobernar, obedecer y consentir; 4.2. Procedimientos e instrumentos; 5. La defensa popular noviolenta; 6. El futuro de la noviolencia.

Métodos y praxis de la Noviolencia

13 En el capítulo anterior vimos los principios y los argumentos de la noviolencia como una filosofía para alcanzar mundos más justos y pacíficos, veamos ahora cuáles han sido los métodos propuestos para llevarla a la práctica. [V. XII. Principios y argumentos de la noviolencia]

1. Gandhismo Gandhi es uno de los personajes más interesantes de nuestra historia reciente. Demasiado mitificado y adorado como para parecer real. Elevado a los altares por el nacionalismo indio y vilipendiado por el pakistaní. Demasiado molesto para los británicos y contemplado como muy antiguo por los falsos postmodernos. Más de cincuenta años de vida pública y política dan para mucho. Dejó escritos casi cien volúmenes entre cartas y pequeños escritos. Nunca pretendió ser coherente aunque nadie lo pondría en duda, ni tampoco ser sistemático en su pensamiento. Khadi El movimiento del algodón indígena, que se apoyaba en la negativa a llevar telas de algodón indias llegadas de fábricas inglesas y vendidas a precio de oro, se extendió progresivamente a todos los objetos de artesanía; los almacenes de khadi vendían todo aquello que, de manera general, se inscribía en la tradición nacional, el swadeshi. Y Gandhi practicó y popularizó con su charkha (rueca), el arte de la paciencia, la reflexión y la autosuficiencia.

Su política se fundamenta en seis principios: satya, ahimsa, sarvodaya, satyagraha, swaraj y swadeshi. Todas ellas palabras del sánscrito que tienen un gran valor semántico y simbólico.

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1.1. Satya significa verdad. Esta tiene dos acepciones para Gandhi: una epistemológica, es decir, aquello que consideramos que es cierto en un determinado momento pero podría dejar de serlo si, por ejemplo, estuviéramos en un error, este mismo sentido valdría para los juicios éticos; y, otra de tipo ontológica, satya deriva de sat que significaría: ser, esencia, absoluto, real; por tanto, Satya sería lo más parecido a la Verdad, lo Absoluto, el Amor, la Luz, la Guía, etc., es decir, se identificaría con Dios. La Verdad es Dios para Gandhi (y no al revés). Dios sería –desde su concepción panteísta– la suma total de todo lo que vive. Así, satyagraha (neologismo creado por el propio Gandhi) indicaría el camino, el método, la búsqueda o la fuerza que nos conduce a un fin: satya en su doble acepción. Pero más adelante analizaremos este punto. [V. XIII.2. La fuerza de la verdad]

1.2. Otro concepto clave es ahimsa, un principio ético contemplado en religiones como el jainismo, el hinduismo o el budismo. Literalmente significaría no-violencia en un sentido amplio. Estaríamos hablando de una de las virtudes morales más exaltadas que es interpretada como una incapacidad, abstención –o total ausencia– del deseo de dañar, odiar, hacer el mal, o matar a cualquier ser viviente. Algunos autores incluso piensan que debería traducirse por el término ‘inocencia’ o ‘pureza’ porque ambas reflejarían la verdadera profundidad transformadora y expresiva de mente y corazón que significa ahimsa. Para Gandhi, sólo ahimsa es el medio más eficaz en la búsqueda de la verdad, no sólo epistemológica: cualquier búsqueda debe ser una acción cordial que proceda libremente y sin violencia, por ejemplo, mediante el diálogo; asimismo ha de basarse en la posibilidad de errar en esa búsqueda y, en consecuencia, darnos la oportunidad de rectificar y, esto sólo es posible si no hemos causado un daño irreparable. Además, desde la concepción ontológica, sólo con ahimsa se puede realizar la Verdad, así un acto de himsa es un acto que rompe la unidad de lo viviente, por contra, un acto de ahimsa permite restaurar esa unidad que ha sido violentada. Siendo ese respeto a toda vida lo que permite elevar e identificar la conciencia de Verdad como conciencia de Unidad. 1.3. Sarvodaya equivaldría al término el «bienestar de todos». Por este principio se pueden entender diversas cosas: de una parte, la exigencia de que las instituciones trabajen por el bienestar de aquellos, en primer lugar, que están en peores condiciones y que tales instituciones representativas de una sociedad deban ser estructuradas para que puedan cumplir esta función primor334

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dial; y, de otra, implica una alta exigencia de igualdad, justicia y solidaridad dentro de una sociedad, organizándose ésta de modo que se garantice a cada uno de sus miembros los recursos materiales necesarios para llevar una vida simple y sana, así como una máxima e igual posibilidad de realizarse completamente como personas. Para Gandhi, tales exigencias sólo podrían ser satisfechas adecuadamente en un sistema de socialismo noviolento y de control democrático de todos aquellos recursos o bienes que son imprescindibles para que las personas no pasen escasez. [V. I.4. Paz como bienestar personal y social] 1.4. Swaraj: implicaría varios significados amplios, tales como: (derecho y acción de la) autodeterminación, autogobierno, independencia política, así como la capacidad –a un nivel individual y grupal– de ser autónomos, auto-controlados y auto-disciplinados. Esto implicaría, claro está, la independencia de la India frente al colonialismo británico, pero también abarcaría desde la concepción de una ciudadanía responsable hasta unas formas de organización política más complejas (como el estado), todo ello matizado por la doctrina de la noviolencia y por los procedimientos democrático-socialistas. Para Gandhi las leyes debían existir si este era el consenso general y si éstas eran aceptadas, si bien siempre debía haber márgenes para la expresión del swaraj a través de la desobediencia civil responsable y justificada. Asimismo, el estado podría existir como organización política pero en sus manifestaciones más persuasivas y sociales y no como puro monopolio de la coerción violenta, por tanto, rechazo claro de la «razón de estado». Swaraj tenía sentido si fomentaba una sociedad sarvodaya (del bienestar de todos) y si, con ello, se favorecía el propio espíritu de swadeshi. 1.5. Swadeshi (literalmente «perteneciente al propio país») es autosuficiencia, o sea, depender para las necesidades básicas de la vida de las materias primas, de los métodos y de los modos de hacer locales o nacionales. Es un principio de autonomía en lo material basado en la defensa de la localidad y de la vecindad. Swadeshi tiene implicaciones no sólo económicas sino culturales y sociales: valorizar lo propio sin menospreciar lo ajeno. Defender la propia lengua y costumbres (siempre que no impliquen himsa), valorar lo pequeño, lo cercano, lo cotidiano, lo sostenible, etc. Swadeshi envuelve una gran crítica del mundo del maquinismo, el alto consumo, la obsolescencia, etc. Implica no multiplicar los consumos y deseos artificialmente, mucho menos si resultan costosos o hay detrás sufrimientos innecesarios; y, contiene valorar lo que 335

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tenemos y hacerlo que sea social, compartido y solidario. En un nivel local la mejor expresión sería el ashram gandhiano que era una comunidad autosuficiente donde existían la libertad religiosa, el equilibrio espiritual, la igualdad social y una cierta autarquía económica. 1.6. Satyagraha se podría traducir como la «búsqueda», la «fuerza» o la «persistencia» de/en la verdad. Se trata de un neologismo, creado por Gandhi, para calificar la estrategia activa y constructiva de la lucha noviolenta a la que dedicó muchísimos años de su vida en desarrollarla y perfeccionarla. Con este nuevo concepto se oponía a que se entendiera la noviolencia como una simple forma de resistencia pasiva, tal como gustaba a los británicos designar a lo que hacían los gandhianos. [V. Fig. 39] Dediquémosle, por su importancia, un apartado. BIENESTAR DE TODOS (SARVODAYA) AUTOSUFICIENCIA (SWADESHI)

NOVIOLENCIA (AHIMSA) AUTOGOBIERNO AUTODETERMINACI N (SWARAJ)

2.1. La abstención de la violencia

FUERZA DE LA VERDAD (SATYAGRAHA)

VERDAD (SATYA)

GANDHISMO

Fig. 39. Principios del gandhismo

2. La fuerza de la verdad Para distinguir satyagraha de otras formas noviolentas, Gandhi hablaba de tres tipos de noviolencia en su relación con la acción. La noviolencia del cobarde que viene a ser la pasividad, el miedo vencible o la huida ante la violencia, renunciando a luchar contra el servilismo y la abyección. La noviolencia del débil que era la de aquellos que recurren a métodos de lucha no armada, no sobre la 336

base de ciertas convicciones éticas que excluyeran las forma de lucha violenta, armada y cruenta, sino más bien porque –por las circunstancias que fuesen– no cuentan con los medios o los recursos requeridos para llevar a cabo una lucha de tal naturaleza; asimismo, por tal concepto se entiende todo un conjunto de métodos e instrumentos de lucha no armada que pueden ser escogidos por cualquier individuo o grupo en virtud de cualquier fin. Finalmente, la noviolencia del fuerte o satyagraha es, en cambio, toda una filosofía de transformación y de manejo de los conflictos que se fundamenta en valores y argumentos ético-políticos que irían más allá del simple rechazo de la violencia armada. [V. XII.2.2. Búsqueda de la verdad] ¿En qué consiste la modalidad de lucha satyagraha? Salvando las distancias históricas, contextuales y conflictuales que llevó a cabo Gandhi y sus seguidores, tanto en Sudáfrica como en la India, se podría trazar un mapa aproximativo o unos principios generales que caracterizarían a esa modalidad que se reflejarían en cinco condiciones que no tienen ningún orden expreso de prioridad y que no significa que han de cumplirse de manera absoluta, sino como una línea de trabajo, muy seria, a poner en práctica:

Es un método de lucha política en la cual el que la usa se abstiene totalmente del uso de la violencia hasta su grado máximo, esto significa la adopción de técnicas que no comportan amenaza o acciones que lesionen a las personas o a sus intereses vitales (derecho a la vida, a la integridad física y psicológica, a no ser mutilado o matado física o psicológicamente). Ello comporta la elección de métodos de lucha deliberadamente elegidos que buscan minimizar, al máximo posible, cualquier tipo de sufrimiento sobre el adversario. Lo que es justo lo contrario de los métodos de lucha armada donde se hace especial hincapié en: actos de fuerza bruta, de aniquilamiento, de máxima destrucción, de sufrimiento, etc., sólo limitada si existen algunas reglas en el combate y si éstas son convenientemente respetadas. [V. VI.4.2. Regulaciones pacíficas; VIII.2.2. La autorregulación de la ira] 2.2. La disposición al sacrificio

La noviolencia como otras formas de lucha, requiere de la realización de ciertos niveles de compromiso, coraje y, a veces, sacrificio. Ninguna cosa por 337

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la que verdaderamente valga la pena luchar en este mundo se suele conseguir de una manera fácil, cómoda y sencilla. Ahora bien, se pueden conseguir las cosas sacrificándose uno mismo o sacrificando también a los demás. [V. VII.5.5. Autorregulación] En un lenguaje militar sería algo así como: «morir matando», algo completamente inaceptable dentro de una lógica de lucha satyagraha. Gandhi solía señalar la siguiente paradoja para que quien la escuchase pensase, muy seriamente, el valor de toda lucha: Conozco algunas cosas por las que vale la pena morir pero no conozco ninguna por la que valga la pena matar. Se le ha criticado a la noviolencia el hecho de que sus partidarios hayan de soportar, estoicamente, el sufrimiento y la opresión de sus adversarios sin que puedan hacer nada para evitarlo. Incluso se han utilizado palabras de Jesucristo para simbolizar esa actitud: «al que te abofetee en la mejilla derecha preséntale también la otra». Creo que no es exactamente así, ni así lo quiso ver Gandhi, por las siguientes razones: a) Lo primero es que la noviolencia no significa aceptar pasivamente la opresión y, en consecuencia, a una violencia hay que responder adecuadamente con las «armas noviolentas» de las que dispone el satyagrahi. b) En segundo lugar, toda lucha comporta niveles de tensión y sufrimiento y hasta de muerte, y hay muchos ejemplos al respecto entre las luchas campesinas, nacionales, guerrilleras, etc., si podemos establecer comparaciones: la lucha noviolenta suele comportar menos muertes que las luchas armadas contra el Estado, opresores, etc., lo que no quiere decir que elimine completamente la posibilidad de la muerte, de hecho ninguna lucha lo puede garantizar, la idea de la lucha satyagraha es intentar bloquear la violencia del adversario y hacerle que, si la utiliza, le acabe perjudicando a sí mismo. c) En tercer lugar, la disposición a sufrir –que no debiera significar querer o buscar ser inmolado o caer alegremente en el martirologio, o hacerse el héroe– es una forma de testimonio de la seriedad con que se lucha por una causa noble y justa, y no pudiendo demostrar la propia firmeza mediante el uso de las armas en un mundo que sí quiere entender este lenguaje, el grupo de satyagrahi lo demuestra disponiéndose a sufrir por tal causa. d) Finalmente, la disposición a soportar la violencia del otro, aunque no con pasividad, hay que volver a insistir sobre ello, tiene raíces de naturaleza moral, ya lo dice Platón, en boca de Sócrates, llegando a concluir 338

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que cometer injusticia es peor que recibirla (por el daño que causa: dolor y sufrimiento). El Dalai Lama lo expresa de otra manera cuando habla del sufrimiento: «es una condición que compartimos con los demás, que une a todas las criaturas vivas», sólo cuando sentimos dolor o sufrimiento somos conscientes de lo que es no soportarlo y del padecimiento que han tenido los demás y, ahora, nosotros. Y tiene raíces de naturaleza empírica por cuanto puede bloquear y cercar el poder del adversario, sus apoyos sociales y sus recursos violentos, cualquier poder parece estar legitimado a usar la fuerza frente a la fuerza, pero ¿qué poder puede usar la violencia, cuanto quiera y como quiera, frente a quienes no le responden con la misma moneda? 2.3. El respeto por la verdad

Esta condición se traba no sólo con las otras condiciones de la lucha satyagraha sino también con razones de orden moral, empírico y táctico, así como con la filosofía general de la noviolencia como un proyecto constructivo de convivencia. Respetar la verdad en un conflicto comporta el máximo respeto por la objetividad y la imparcialidad en cada fase de la lucha. Esto significa, también, que no se luche por objetivos que no son compatibles con la idea de poder y de bienestar de todos, así como que no contradigan los valores éticos y principios de la noviolencia, intentando no operar de manera furtiva y engañosa, que se esté abierto no sólo a persuadir al adversario sino a ser persuadido por éste cuando las argumentaciones y razones de éste son tan poderosas y convincentes que nos puedan hacer cambiar nuestras posiciones iniciales. 2.4. Un empeño constructivo

Esto significa una actitud y una actividad constructiva para realizar en la mayor medida de lo posible, aquí y ahora, el tipo o modelo de sociedad que mejor puede representar lo que significa la filosofía de vida de la noviolencia, su concepción ético-política, revolucionaria, de cambio y transformación social. Este programa se exige, a sí mismo, no prescindir del grupo adversario, sino contar con él para realizarlo con su colaboración, asumiendo que existen contradicciones y antagonismos pero que éstos se deberían poder minimizar o disminuir si se indagan vías y fórmulas que encuentren intereses comunes o fines genéricos que permitan un mínimo de comunicación entre los miembros 339

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de los grupos en conflicto que es una condición necesaria e inexcusable para tornar eficaz la técnica de lucha satyagraha. Se trata de un esfuerzo continuo por transformar las contradicciones y los conflictos antagónicos en no antagónicos, los cuales pueden llegar a ser resolubles sin el uso de la violencia y, en tal sentido, transformar la lucha en constructiva y sin violencia. 2.5. La gradualidad de los medios

Esta condición exige que no se recurra a las formas más radicales de la lucha noviolenta sin haber primero destacado un programa constructivo sobre el que intentar converger los esfuerzos y sin haber usado primeramente todas las diversas técnicas de persuasión existentes. Implica, también, no excluir el compromiso entendido como un intento de llegar a una solución, honorable y aceptable, al conflicto para todas las partes, subrayándose que el compromiso es posible en lo que respecta a los objetivos no esenciales pero que no es posible en aquellos que son esenciales. Usar de manera gradual los instrumentos de la lucha noviolenta quiere decir, en el terreno más práctico, comenzar por los métodos más livianos y sutiles (protesta y persuasión), para seguir escalándolos hacia otros más evidentes y vigorosos (no cooperación y no colaboración) y terminar con los más contundentes (desobediencia civil e intervención masiva noviolenta). En tal sentido las tipologías estudiadas por diversos autores ayudan a comprender, en el terreno práctico, qué quiere decir esto. [V. III.4. Las mujeres como agentes de Paz]

3. Indagar la verdad en todo conflicto La transformación de los conflictos adquiere una especial dimensión de la mano de la noviolencia, es decir, de sus métodos y concepciones de las relaciones entre actores en un conflicto. Conviene recordar en qué consiste usar la noviolencia en un conflicto [V. VI. Qué son los conflictos]: Significa, ante todo, comunicación que se expresa de muy diversas maneras, por supuesto, mediante el diálogo, la escucha activa, la llamada de atención, la presión para hacernos visibles ante el otro, la negociación, el acuerdo, etc., parte de este contacto implica la aceptación de cierto sufrimiento propio para transformar el comportamiento y, si es posible, la conciencia del otro. Mantener el contacto puede permitir evitar entrar en otras escaladas peligrosas 340

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que deshumanicen o embrutezcan una relación. No se debe despreciar, en absoluto, la mediación de terceros que pueden ayudar a que ese contacto se mantenga vivo y sea fructífero [V. VII. Regulación y prevención de conflictos] ¿Por qué molestarnos en comprender a los otros si los queremos derrotar? Entender la verdad de los otros es parte de la tarea de la noviolencia, según su filosofía ahí se encuentra el problema y, a la par, la solución (o mejor las soluciones). Entender no implica adaptarse sin más al otro, sino ser capaces de hacer una radiografía, un mapa psico-político de cómo piensa el otro, en consecuencia, no significa en aceptar o acomodarse a lo que piensa pero sí a que piensa distinto y a estar abierto a sus posibles razones. Como se sabe, por muchos conflictos, las claves de una disputa no están en una verdad objetiva, en un dato fáctico o concreto, sino en lo que pasa por las mentes de las partes involucradas. [V. VIII. Regulación de conflictos y sentimientos]

BUSQUEDAD DE LA VERDAD

GRADUALIDAD DE LOS MEDIOS

ABSTENCI N DE LA VIOLENCIA

DISPOSICI N AL SACRIFICIO

RESPETO POR LA VERDAD

EMPE O CONSTRUCTIVO

Fig. 40. Búsqueda de la verdad

Esto requiere del noviolento dejar muy claro que nunca usará la violencia física contra el otro, que sus métodos estarán de acuerdo con lo que significa la noviolencia: concienciación, protesta, resistencia, persuasión, desobediencia, etc. Ser conscientes y sostener la diferencia entre la ruin acción y las malas artes de la contraparte y ésta misma, es decir, distinguir entre la naturaleza perversa de una acción o de una relación y los actores de la misma, a los cuales se les debe respeto. Y, finalmente, actuar de tal manera que se generen, durante y tras el conflicto, situaciones de confianza, entendimiento y respeto, 341

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la noviolencia debe servir para generar en la contraparte acciones y, hasta si es posible, sentimientos positivos y no odio y violencia. [V. VIII. Regulación de conflictos y sentimientos] Para que esto sea así, la lucha además de rebajar al máximo de lo posible cualquier grado de sufrimiento o daño entre los actores, ha de buscar sostenerse en un programa constructivo que elimine las injusticias y permita aumentar el grado de convivencia y satisfacción entre todas las partes. Ambas, para ganar en una nueva relación, tendrán que perder parte de sus aspiraciones y, especialmente, tendrán que aprender a construir cosas en común con la finalidad de compartirlas. Por tanto, también, parte de esa tarea constructiva consiste en ser un proceso de concienciación recíproco. Toda lucha es búsqueda e indagación, tanto de los límites, como de las potenciales propias y ajenas, conocernos y aceptarnos formaría parte de una labor constructiva, evitando todo conocimiento de unos y otros basado en estereotipos e imágenes falsas o incompletas. [V. Fig. 40].

4. La acción política noviolenta La noviolencia significa renunciar al uso de la violencia pero no renunciar al uso de la política. Antes al contrario pretende retomar la política como parte insoslayable de las relaciones humanas, siendo consciente de que hay que reorientar la política para descontaminarla de torcidos usos y de fines egoístas. Las técnicas de la noviolencia son usadas habitualmente, tanto en la vida cotidiana –habría que decir que en muchas ocasiones de manera poco consciente–, como en muchos conflictos políticos y sociales. Mucho más de lo que una simple observación nos pudiera ofrecer. [V. VII. Regulación y prevención de conflictos; VIII. Regulación de conflictos y sentimientos; XIV. Poder, política y noviolencia] De una parte la noviolencia admite, de buen grado, las formas democráticas de discusión y persuasión, así como el método deliberativo y la toma de decisiones mediante consenso. Se busca, por tanto, extender al máximo tales principios para ensancharlos de manera práctica y cotidiana. Lo que no quiere decir que democracia y noviolencia sean exactamente lo mismo. De otra parte, la noviolencia ha hecho suyos y ha sistematizado muchos métodos habitualmente desarrollados, históricamente hablando, durante las luchas sociales de emancipación y resistencia, tales como: la huelga, el boicot, 342

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las manifestaciones de protesta, etc. Pero más allá de ello, la noviolencia ha desplegado otros métodos, procurando darles sentido ético-político, me refiero a la no-colaboración, a la desobediencia civil y, entre otras, a la acción directa noviolenta. Todas ellas no son sólo un conjunto de técnicas sino que implican formas de lucha radicales, en el sentido de que empeñan convicciones personales, una cierta capacidad de sacrificio y esfuerzo, una resistencia moral de calado, etc., en definitiva, oponerse a las injusticias procurando hacerlo de manera eficaz y ética en cuanto se hace de manera honesta, leal y radical. 4.1. Gobernar, obedecer y consentir

La acción política noviolenta se fundamenta, especialmente, en un conocimiento profundo de lo que significa el Poder, de los tipos que hay, de sus fuentes, de su naturaleza y características, de por qué y cómo obedece la gente, etc. Una de las cuestiones centrales es cómo de desarrolla el binomio o la ecuación sin incógnita explicita entre Gobernar-Obedecer. [V. XIV. Poder, política y noviolencia] La obediencia política viene a depender, por tanto, del poder de un gobernante como consecuencia de la combinación del miedo a las sanciones y del libre consenso; siendo este último proveniente de una más o menos racional aceptación de las normas y de los modelos de vida de la propia sociedad y de una más o menos racional consideración de méritos de los gobiernos. Siendo la obediencia una derivación de la combinación entre «coerción» y «consenso». Así, por sí solas, las sanciones no pueden conducir a la obediencia. Aunque es cierto que los individuos se ven constreñidos por fuerzas sociales y políticas que le inducen a obedecer y que, en último caso, el estado y sus fuerzas pueden intervenir para obligarlo, es decir, que se pueden combinar presiones, controles y represiones. Sin embargo, el ejercicio de un poder político exige una interacción social, y no es posible mantener de una forma constante la obediencia mediante esos mecanismos, bien sea por represión o por consenso. Porque la ley de Ordeno-Obedeces se rompe en muchas ocasiones, al menos por dos razones que en seguida veremos: a) La obediencia es esencialmente voluntaria: la voluntad y el juicio del que obedece no son siempre constantes, sino cambiantes, están abiertas a nuevas influencias, sucesos y fuerzas, esta es una de las razones por las que hay siempre que pensar que la obediencia de los ciudadanos es 343

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esencialmente un acto volitivo: cada aceptación es, por así decirlo, deliberada. Y aunque puede haber un complejo sistema de coerciones (amenazas) y violencias para obligar al individuo a que obedezca, cabe distinguir entre el que consiente y se somete al orden político y social, y el que es obligado mediante la amenaza o la fuerza a obedecer. El segundo será en potencia un rebelde permanente, infatigable para desobedecer a la primera de cambio, porque una constricción física que guarda sólo el cuerpo (encarcelamiento) no obtiene la obediencia. Puede ocurrir que muchos individuos con esta actitud requieran de un gran número de cárceles, de policías y de carceleros, para mantener la punición sobre los desobedientes, pero a la larga es cosa imposible de mantener por mucho tiempo. Y, aunque, las sanciones mismas pueden producir la obediencia y el miedo, aún así se puede dar la decisión de desobedecer, esto lo sabe el que gobierna y el gobernado, con lo que las cosas siempre están abiertas. La mayor parte de los autores, por tanto, piensan que la gente suele obedecer por razones que no tienen que ver con las sanciones, sino más bien porque quieren obedecer, es decir, que su obediencia es entonces voluntaria. Por tanto, el poder de un gobernante depende de la disponibilidad de múltiples fuentes y no sólo de la represión y las sanciones. Por tanto, si el obedecer es un acto voluntario, y el gobernante no siempre tiene que utilizar la violencia, es porque cada gobierno se basa sobre el (un cierto) consenso. Un consenso que no significa la aprobación de todas las medidas gubernamentales, ni de todo el sistema, y que en muchos casos ese consenso es el precio menor (el mal menor) frente a otras posibles situaciones menos deseables si se desobedece. b) El consenso puede ser retirado: las razones que permiten obedecer pueden variar y verse reforzadas o debilitadas a lo largo del tiempo, por fuerzas externas u otras causas. La disponibilidad de someterse a una determinada política o a todo un sistema puede ser alterada al difundirse una nueva ideología. De todo ello se deduce que el consenso ciudadano no es constante. El cambio de conducta de los súbditos puede echar por tierra todo el consenso en el que se fundamente un sistema. Evidentemente las razones han de ser de peso para que esto ocurra, pero no es imposible. Gandhi que utilizó muy certeramente la desobediencia y que la estudió para su uso sobre los ingleses señaló que eran necesarios varios pasos: 344

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1. Un cambio psicológico: de la sumisión pasiva al respeto de sí mismos y del coraje (porque libertad o esclavitud son estados mentales) 2. Un cambio de conciencia: la toma de conciencia de parte de los súbditos de que el sistema se fundamenta en el consenso (y no en los fusiles amenazantes, sino en la colaboración voluntaria) 3. Ser firmes en la desobediencia: la importancia de la construcción de una firme voluntad de retirar la colaboración y la obediencia (porque ningún gobierno puede dejar de existir por un solo momento sin la colaboración, voluntaria o forzada de la gente, pero si todos retiran su colaboración de improviso, entonces, el gobierno se paraliza). La acción política noviolenta se fundamenta, en consecuencia, no sólo en lo dicho anteriormente en cuanto a la obediencia y el consentimiento sino en un manejo adecuado de la cantidad de recursos simbólicos, culturales, materiales y humanos que tienen los «amigos» de la noviolencia para realizar sus reivindicaciones, sus acciones, sus políticas y sus capacidades para orientar cambios sociales. [V. Fig. 41]. 4.2. Procedimientos e instrumentos

Numerosos autores han clasificado, de diversas maneras, las acciones y métodos de la acción política noviolenta, las cuales no sólo hay que considerarlas de manera individual sino combinadas en un permanente forcejeo entre el activista noviolento y su adversario. Una excelente combinación de ello fueron las luchas de Gandhi, Luther King, Nelson Mandela, Vaclav Havel, los verdes, los feminismos, etc., lo que no garantiza un cien por cien de éxito, poniendo en solfa el propio concepto de éxito que nunca podría ser entendido como victoria de uno sobre otro. Siguiendo a Gene Sharp se pueden estudiar y analizar un importante número de procedimientos e instrumentos de naturaleza no militar o no armada. Él se refiere a 198, los cuales clasifica en tres grandes grupos que irían desde la «Persuasión y la Protesta», pasando por los «Métodos de no-cooperación y nocolaboración social, económica y política», y finalizando por los «Métodos de intervención noviolenta». Veamos a continuación algunos de los componentes y características de cada uno de estos tres grupos de demostraciones: 345

NOVIOLENCIA

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EXPERIENCIAS NOVIOLENTAS Nivel

Luchas de base o micro a lo macro

Lucha de liberaci n

Resistencia y disuasi n civil

Temas

Derechos Humanos Indigenismo Mafia y criminalidad organizada Microcriminalidad Analfabetismo cultural y social Defensa del medioambiente Antiglobalizaci n

Pensamiento alternativo

India (Gandhi y Ghaffar Khan) SudÆfrica 89 en Europa CND M. Luther King, Jr. Teolog as de la Liberaci n

Contra el nazi-fascismo y

Noruega, Dinamarca, Suecia, Holanda, Ruhr 23 El Salvador (1944), Filipinas (1986)

fuerzas de ocupaci n Contra dictaduras

Reconciliaci n Mediaci n Diplomacia popular Ayuda humanitaria

Brigradas Internacionales de Paz y Cuerpos de Paz noviolentos Movimiento Internacional de Reconciliaci n Comunidad de San Egidio Beati (Construtori di Pace) Ong s

Ecologismo

Ecolog a profunda, Schumacher Society, Permacultura

Teor a pol tica

The Nonviolence Web y Center for Global Nonviolence

Ciencia, tecnolog a y sociedad (CTS) Investigaci n para la Paz

Pugwash

Fig. 41. Experiencias noviolentas

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Amnist a Internacional Movimiento ind gena de Ecuador y Guatemala Lucha Antimafia y Programas de Trabajo social en Sicilia (Danilo Dolci) Pedagog a de los oprimidos Greenpeace y Movimiento Chipko Foro Social Mundial

Anti-colonialismo Contra el apartheid Anti-estalinismo Anti-nuclearismo Racial Teolog a y derechos humanos

Interposici n e intervenci n

Intervenci n e interposici n

Casos hist ricos

International Peace Research Asociation

a) Persuasión y Protesta: Se trata de acciones muy simbólicas que expresen el desacuerdo, el rechazo o, por el contrario, el apoyo a ciertos asuntos específicos. Pueden buscar influir –directamente o indirectamente– sobre el adversario, sobre terceros, etc. Se trata, de un primer nivel de intervención bajo y gradual, que permita persuadir o hacer cambiar de actitud al adversario. Entre sus tipos están las declaraciones formales (discursos, cartas, peticiones), las formas de comunicación a grandes audiencias (diarios y revistas, folletos, uso de mass media), las acciones públicas simbólicas (plegarias, destrucción de bienes propios, cambio del nombre de calles, desnudarse), las procesiones (peregrinaciones, entierros teatralizados), el abandono o retirada (el silencio, la renuncia a los honores, volver la espalda), etc. Como se puede ver, en la vida cotidiana, tanto en el ámbito doméstico como en el político, tanto en sistemas democráticos, como dictatoriales, se usa de una manera bastante habitual este tipo de acciones, sin entrar en la consideración de si las mueve o si sus fines están compuestos de juicios y decisiones ético-morales. b) Métodos de no-cooperación y no-colaboración social, económica y política: Corresponden a más de la mitad de las posibles acciones e implica formas que podríamos caracterizar –de manera genérica– como de resistencia, boicot o negativa. Se trata de un segundo nivel de intervención que implica un mayor forcejeo y esfuerzo, tanto en las acciones, como en las omisiones. Sharp habla de la no-colaboración social y se refiere a la suspensión de actividades de tipo social (deportivas, culturales, etc.), a las huelgas estudiantiles, a formas de desobediencia social (dejar de realizar aquello que, aunque no es disposición dentro del derecho positivo, forma parte de las normas sociales), a quedarse en casa, a desaparecer colectiva o individualmente, etc. También se refiere a métodos de no-colaboración económica, siendo éstos de un número mayor porque implica boicots o rechazo a producir, consumir o distribuir ciertos productos, cosa que puede venir desde las amas de casa, los consumidores en general, los trabajadores, los productores, los proveedores, los comerciantes, los distribuidores, etc.; es, también, la posibilidad de practicar la austeridad en general en el consumo, como la capacidad de retirar depósitos bancarios, rechazar el pago de tasas o contribuciones, rechazar el dinero del opositor o adversario (por ejemplo del gobierno). Es la realización de muchos tipos de huelga o paros de muy diversa naturaleza y funcionalidad: paros de protesta, en 347

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tiempo relámpago, de bajo rendimiento, a paso lento, de producir de manera exagerada, de ser escrupulosamente reglamentistas en la elaboración del trabajo. O el uso de una forma de huelga general que implica no sólo no trabajar sino dedicarse a la meditación, la reflexión y la plegaria. Así como el bloqueo económico, esto es, asediar y cercar ciertos productos o a ciertas firmas. Finalmente, se refiere a los métodos de no-colaboración política que implican, entre otras cosas, el rechazo de la autoridad: desde el retiro de la fidelidad o de la obligación política a una clara actuación de resistencia. En varios niveles, desde el boicot de los órganos legislativos, de las elecciones y referéndums, a ministerios, agencias y organismos gubernativos, instituciones educativas y culturales, fuerzas del orden, etc.; hasta alternativas ciudadanas a la obediencia: formas de sumisión o de conformidad fingida, lenta o renuente, no obediencia en ausencia de las autoridades o de la vigilancia directa, desobediencia simulada o furtiva, no-cooperación con las formas de conscripción, con sistemas de deportación o de detención de opositores. Formas múltiples de ganar tiempo, evasivas, obstruccionismo, etc. c) Métodos de intervención noviolenta: Se trata de un nivel de participación concentrado, profundo y sistemático, que desarrolla de manera muy coordinada grados de actuación y diseños estratégicos en una lucha planteada a un nivel de escalada. En estos métodos se comprenden varias áreas de intervención que van desde lo individual a lo masivo, desde lo más concreto y simple a lo más complejo. Uno de esos métodos es la abstinencia política de comer alimentos, entre esa privación habría que distinguir: el ayuno de presión moral (aquel que se hace con la intención de ejercer una cierta influencia moral en los otros para conseguir un objetivo), la huelga de hambre (el rechazo a comer con la finalidad de forzar al adversario a tomar ciertas decisiones pero sin intentar conmoverle o cambiarle, sino ejerciendo cierto grado de coerción sobre él), y el ayuno satyagrahi o gandhiano que buscaba la «conversión» de corazón del adversario. Una especial atención merece la desobediencia civil, por así decirlo la estrella que mejor se identifica con los métodos de intervención noviolenta, pero un arma «extremadamente peligrosa» a juicio de Gandhi. La desobediencia civil es el incumplimiento público de una ley u orden de la autoridad, que se hace por motivos ético-políticos, de manera no348

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violenta y en donde se acepta el castigo de la ley penal como parte de esas motivaciones. La desobediencia civil, es civil por cuanto es realizada por la ciudadanía en el ejercicio de sus derechos y como interpretación y extensión de los mismos; es una actuación que resulta antitética con una acción militar (métodos armados), y también, con una petición incivil o incivilizada, algo que se asemeje a una locura, un delirio o una manía. Tampoco es una desobediencia revolucionaria en el sentido de querer que traiga un orden completamente nuevo sobre las ruinas y la destrucción del antiguo, ni es puro derecho de resistencia, ni desobediencia criminal (meros actos de delincuencia social, robo, etc.), ni una mera desobediencia moral puramente egoísta e individual sino ético-política. Asimismo, esa desobediencia puede serlo –y lo es muy acusadamente– frente a las tiranías y los sistemas dictatoriales y totalitarios, pero podría haber y existen resquicios para usarla en las democracias. Podría manifestarse de una manera activa (cuando hacemos algo prohibido por las leyes, cuando me monto en un tren racista y me subo en un vagón prohibido para mi etnia) o pasiva (cuando no hago algo ordenado por una ley, por ejemplo no acudir a la oficina de reclutamiento cuando soy llamado). Debiera de ser ejecutada la desobediencia civil contra un ley de manera directa, esto es, en contra de esa ley que consideramos que es injusta o inmoral, aunque excepcionalmente podríamos ejercerla de manera indirecta (cortar una calle para protestar contra una ley segregacionista). Finalmente, no todas las formas de desobediencia civil tienen que caer en la ilegalidad, aunque es cierto que existen pocos casos de que así sea (cuando el boicot a los autobuses de Montgomery, por parte de los seguidores de Luther King, ninguna ley prohibía ir andando, en bicicleta o coche propio al trabajo, pero difícilmente se aceptaba en una sociedad segregacionista que los negros pasearan tranquilamente por los barrios de los blancos para ir a ese trabajo). Como puede verse son muchos aspectos y muy enriquecedores de cómo interpretar conceptualmente la desobediencia civil. Para terminar este apartado hay que señalar el método de intervención noviolenta que se podría denominar el Jiu-jitsu político que vendría a significar varias cosas. La primera tiene que ver con el Aikido, como se sabe una técnica marcial, aunque es mucho más que esto y algo más complejo, que para lo que nosotros queremos expresar aquí se traduci349

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ría o consistiría en aprovecharse de la mayor fuerza y potencia del contrario en beneficio propio. Aprovechar los fallos, los deslices. Provocar errores en el adversario que le obliguen a recomponer, enmendar o rectificar sus acciones o sus políticas. Es transformar el poder social que todo poder tiene para que funcione en beneficio de los noviolentos. Pero jiu-jitsu político, también, significa dentro de una campaña noviolenta el máximo grado de intervención política. Ello comporta los más altos grados de desafío, la creación de instituciones sociales, judiciales, administrativas, políticas, de medios de comunicación, culturales, etc., alternativos. Implica organizar la vida económica, social y política en paralelo al gobierno, al poder o al grupo que se pretende convertir. Es crear organizaciones e instituciones de «doble soberanía» y un gobierno paralelo. El «jiu-jitsu» abre un nuevo escenario que tiene una difícil marcha atrás pero que es posible y, en ocasiones, recomendable poder rectificar. La ventaja a la hora de rectificar, como la ventaja de todas estas formas de acción política es bien evidente: Hacer política sin matar. Finalmente, al menos para la concepción satyagraha de toda lucha, ésta no tiene sentido en sí misma si no busca a la par del forcejeo, de la intervención, de la lucha, del «jiu-jitsu», etc., el trabajo, aquí y ahora, por un programa constructivo.

5. La defensa popular noviolenta Este tipo de defensa formaría parte de una construcción teórico-práctica alternativa a los modelos de defensa armada. Y partiría del planteamiento doctrinal de que es posible pensar y organizar la seguridad y la defensa de un territorio, de un país, de una sociedad, etc., sobre la base de prescindir del uso de las armas y de los instrumentos de guerra para realizarla. Esto significa dejar de pensar la defensa sólo en términos militares para darle una dimensión más integral y compleja. Históricamente han existido muchos modelos de defensa de los que sólo voy a mencionar algunos de los más conocidos: la defensa militar clásica que es protagonizada por un ejército de base nacional que se bate, frente al enemigo, sobre el propio terreno que ha de defender y que usa armas convencionales de 350

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guerra, cuya paradoja es tener que destruir parte de su país para poder expulsar o vencer al ejército atacante, o incluso tener que sacrificar a buena parte de su población civil; además, este modelo que es, por lo general, individualista requiere la utilización de una gran cantidad de recursos económicos y energéticos. La defensa nuclear que se fundamenta en la tenencia de armas nucleares o de destrucción masiva, las cuales no están hechas tanto para ser usadas sino para disuadir al adversario de que ataque. Un inconveniente suele ser que hay que mantener, por tanto, ambos modelos en vigor: la defensa militar clásica y la defensa nuclear, por cuanto si somos atacados convencionalmente la respuesta debería ser convencional pero, si se es atacado nuclearmente la respuesta ha de ser de igual naturaleza. Los riesgos, la incertidumbre y la inseguridad que crea tener armamento nuclear es parte de su paradoja no disimulable [V. XI. Ciencia, tecnología y militarismo] También podríamos hacer mención a la defensa popular total, cuyo más caracterizado ejemplo fue la ex-Yugoslavia, donde el pueblo estaba armado todo el tiempo y tenía la obligación de defender la soberanía del territorio frente a un ataque enemigo externo. El problema de este modelo surgió cuando el enemigo fue interior, entonces se pudo comprobar cómo la capacidad destructiva de una guerra civil se convertía, para un corto período de tiempo, en un hecho altamente destructivo para la propia población civil puesto que tenía fácil acceso al uso de las armas. Vistos estos ejemplos, la defensa popular noviolenta entraría dentro de la esfera de las defensas defensivas pero renunciando al uso de las armas clásicas. La defensa popular noviolenta es, históricamente, muy antigua. Forma parte de la historia de la resistencia de los pueblos a ser dominados u oprimidos; pero es, también, una lectura muy crítica del valor y el sentido de la guerra, especialmente de la guerra moderna por su capacidad tecnológica y destructiva. Se alimenta doctrinalmente del pacifismo no tanto visto éste como una persistente orientación o negación de las armas, los ejércitos y las guerras, sino más bien como un empeño positivo por la justicia, revelando que existen alternativas a la resolución y gestión de conflictos políticos y sociales que no tengan que ser dirimidos a través de la guerra. Se ha de pensar que por muy descabellado que pueda parecer una defensa «sin armas» está interconectada y no es insoslayable de un conjunto de alternativas que supongan reforzar, acentuar e incrementar las decisiones racionales sobre la base del ahorro económico (piénsese que, hoy por hoy, se gasta en 351

NOVIOLENCIA

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el mundo más de 800 mil millones de dólares en armamento y defensa), de un cambio en la construcción de la imagen del enemigo (apostando por la cooperación y la interdependencia), de un reforzamiento del papel de los organismos de la comunidad internacional (tanto los de tipo preventivo como los jurídicos-sancionadores), del incremento y la eficacia de instituciones que permitan prevenir y transformar los conflictos sobre una base racional de justicia horizontal y de agendas políticas coherentes con la seguridad humana. [V. XI. Ciencia, tecnología y militarismo; Fig.42] Sobre esta amplia base de confianza y sobre el despliegue de culturas de paz, los estados-nación pueden desarrollar formas de defensa popular noviolenta pero es un proceso mutuo y que se retroalimenta. Tales decisiones implican una formación cultural integral en tal sentido y no sobre la base de un patriotismo militarizado y violento; y, la preparación técnica de la población que, al igual que son necesarias las academias militares y los adiestramientos para que existan los ejércitos, así también lo son para la defensa popular noviolenta que ha de tener medios, financiación, formación, etc., porque es absurdo pedir la

Modelo de Defensa

xito

Consecuencias del fracaso de la disuasi n

Ofensivo (Nuclear)

Ningœn ataque

Guerra nuclear

Destrucci n en masa y peligro de aniquilamiento

Defensivo

Ningœn ataque

Guerra convencional

Destrucciones, odios, venganzas, posible escalaci n de la guerra, rearme

Defensa noviolenta

Ningœn ataque

Aplicaci n efectiva de la estrategia de defensa

Derrota y vida bajo un duro rØgimen dictatorial o Øxito de la defensa y restauraci n de la independencia

No defensa

Ningœn ataque Ninguna estrategia PØrdida de la libertad, sin perspectivas concretas de liberaci n

Fig. 42. Modelos de defensa

352

Fracaso

eficacia de un sistema o de un modelo sobre la base de que demuestre si la tiene sin invertir en él. Si tan sólo se invirtiera en formas de Defensa popular noviolenta, en el mundo, la mitad de la cantidad que se gasta en el sustento de las armas, evidentemente no habría tanto negocio para los fabricantes de armas pero el mundo ganaría en otros beneficios. Finalmente, se da una extensión del concepto de defensa popular noviolenta a otras esferas: especialmente aquellas que requieren la intervención en un mundo cada vez más interdependiente son la diplomacia popular noviolenta y las fuerzas o cuerpos de paz con formación noviolenta. No son sólo expresiones prácticas de cómo es posible hacer las cosas de otra manera, sino también reflejos de cómo están emergiendo nuevos paradigmas teórico-prácticos en un mundo en el que la violencia –a mi juicio– ha demostrado ya suficientes limitaciones. Y ya que hablamos de estas formas extensivas podemos decir que esta ‘diplomacia popular’ puede realizar trabajos de interposición no armada en un área, realiza labores de acompañamiento a personas o grupos amenazados, puede hacer seguimiento del respeto a los derechos humanos y realizar labores de denuncia de su violación, crea situaciones de acercamiento entre las partes en conflicto o genera condiciones para su diálogo, favorece las situaciones para el reagrupamiento de las familias de refugiados o desplazados, realiza labores de animación social dentro de la comunidad, extiende la ayuda humanitaria, trabaja en la reconstrucción psico-social del tejido dañado o roto de una comunidad, pone en marcha programas de democratización y sostenimiento de amplias formas de participación, refuerza la sociedad civil local, respalda programas de educación y fomento de la cultura para la paz y la reconciliación, e incluso puede realizar actividades o acciones directas noviolentas. Se podría decir que es, también la diplomacia del cuidado (construyo este término a partir de la denominada ética del cuidado). Tenemos muchos ejemplos de ello: Amnistía Internacional, Médicos Sin Fronteras, Pax Christi, Brigadas Internacionales de Paz, Beati i Costruttori di Pace y un largo etcétera. ¿Cómo sería sin ellos el mundo? ¿Y con sistemas de defensa «sin armas»? Si es una utopía ésta no está tan lejos. [V. VII.5.3. Diplomacia]

6. El futuro de la noviolencia Si llegamos a la conclusión de que vivimos en un mundo violento, creo que la noviolencia tiene mucho futuro. Puede parecer una paradoja pero no es 353

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así. Considero que si el mundo va a seguir siendo violento, al menos en materia de trabajo y ocupación, no les va a faltar tarea a los «amigos» de la noviolencia, a todos aquellos que están convencidos del deber de prevenir, reducir y abolir las numerosas formas en las que se expresa la violencia. [V. II.9. La construcción de futuros pacíficos; XVI. Agendas de la Paz] Una segunda hipótesis podría venir del juicio de que quizá el mundo no sea tan violento como pensamos o interpretamos y, entonces, podríamos señalar que no habrá tanto trabajo y actividad en tal sentido. Eso querría decir, también, que la noviolencia ha avanzado muy significativamente: entendida ésta como sociedad noviolenta, esto es, como una sociedad que sabe prevenir, reducir e, incluso, abolir la violencia para resolver sus conflictos, y si es así, el trabajo consistirá en mantener viva esa sociedad y esos valores. Ello no significaría una sociedad con una total y completa ausencia de violencia pero sí un esfuerzo consciente por reducir, hasta el máximo, los niveles directos e indirectos de violencia. Eso no es poco, es muchísimo y se hace siempre desde la educación, la socialización y la civilización. Ello implica, sobre todo, alfabetizar en transformación noviolenta de conflictos para actuar en los niveles preventivos y no en los terapéuticos. Otro aspecto destacado tiene que ver con la relación entre medios–fines. Un mundo que aspire a ser menos violento no puede soslayar esta relación, sino que ha de conocerla de manera más intensa y profunda, hallando en ese análisis la explicación de muchas de las cosas que pasan o que nos pasan. Para un futuro distinto habría que dejar de distinguir entre violencia «buena» (justa) y violencia «mala» (injusta), y reparar más en las consecuencias a las que puede conducir su uso. [V. XVII. Futuro, Seguridad y Paz] Así, con todo, la lista se podría alargar bastante, lo que nos llevaría a concluir que la sociedad noviolenta –aunque no deja de construirse día a día, interiorizando la cultura de la paz y de los derechos humanos, valorando cada vez más el papel importantísimo de las mujeres en ello y en su experiencia y patrimonio de comprensión y de dirigirse en la vida– dista aún mucho de lo que podría ser un nivel satisfactorio y grato de sociedad noviolenta. Luego no parece que estemos tan cerca de conseguirlo y, en consecuencia, queda mucho trabajo por hacer. [V. XV. Cultura de Paz y Educación] En un nivel más profundo nos podemos enfrentar –con las «armas» de la noviolencia– al proceso de enajenación y alienación del mundo en el que vivimos. No sólo construyendo lógicas distintas, sino dando o buscando sentido a lo que hacemos y, sobre todo, dando luz a nuestra vida. En un 354

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mundo tecnologizado, aún confiado en el progreso material, lleno de múltiples atractivos que pasan a gran velocidad, actuar en claves de noviolencia nos devuelve al interior de nosotros mismos: la paz interior no es la meta sino el camino. Bibliografía recomendada AMEGLIO PATELLA, Pietro (2002) Gandhi y la desobediencia civil. México hoy. México D.F., y ARIAS, Gonzalo (1995) El ejército incruento del mañana. Materiales para un debate sobre un nuevo modelo de defensa. Madrid. BOSERUP, Anders y MACK, Andrew (2001) Guerra sin armas. La noviolencia en la defensa nacional. Madrid. GARCÍA COTARELO, Ramón (1987) Resistencia y desobediencia civil. Madrid. GOODWIN, Barbara (1997) El uso de las ideas políticas. Barcelona. LA BOËTIE, Etienne de (1986) Discurso de la servidumbre voluntaria o el Contra uno. Madrid. (libro original de 1576). LÓPEZ MARTÍNEZ, Mario (2000) «La sociedad civil por la paz», en MUÑOZ, Francisco A. y LÓPEZ MARTÍNEZ, Mario (eds.) Historia de la Paz. Tiempos, espacios y actores. Granada, pp. 291-357. LÓPEZ MARTÍNEZ, Mario (2001) «La noviolencia como alternativa política», en MUÑOZ, Francisco A. (ed.) La Paz Imperfecta. Granada, pp. 181-251. MULLER, Jean-Marie (1983) Estrategia de la acción no-violenta. Barcelona. MULLER, Jean-Marie (1995) Gandhi. La sabiduría de la no-violencia. Bilbao. RANDLE, Michael (1998) Resistencia civil. La ciudadanía ante las arbitrariedades de los gobiernos. Barcelona. SHARP, Gene (1973) The Politics of Nonviolent Action. Boston. SINGER, Peter (1985) Democracia y desobediencia. Barcelona. WOODCOCK, George (1995) Gandhi. Barcelona. VV.AA. (1982) ¿Defensa armada o defensa popular no-violenta?. Barcelona.

Direcciones de interés www.gandhiinstitute.org/ (Instituto M.K. Gandhi situado en Memphis, USA) www.gandhiserve.org/ www.stanford.edu/group/King/ (Luther King en la Universidad de Stanford) 355

NOVIOLENCIA

www.thekingcenter.com/ (Centro King de Atlanta, Georgia, USA) www.transcend.org/ (Transcend Peace University sobre transformación noviolenta de conflictos) www.cnpds.it/old/ (Centro de Defensa Social en Roma)

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Poder, Política y Noviolencia Mario López Martínez

1. Las fuentes del poder; 2. Existen poderes «alternativos»; 3. Los argumentos del pacifismo; 3.1. No a la guerra; 3.2. Desarme; 3.3. Antimilitarismo; 3.4. El pacifismo, constructor de Paz; 3.5. El poder integrador; 4. Democracia y noviolencia; 5. El poder pacifista.

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