METODOLOGÍA Y PRÁCTICA DEL REGISTRO EN CUEVAS: UN CASO DEL ESTADO DE GUERRERO

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METODOLOGÍA Y PRÁCTICA DEL REGISTRO EN CUEVAS: UN CASO DEL ESTADO DE
GUERRERO




Oswaldo Camarillo Sánchez






Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de Investigaciones
Antropológicas, Universidad Nacional Autónoma de México, Distrito Federal
([email protected]).
Tehuacalco, Guerrero

El sitio arqueológico Tehuacalco fue registrado a finales de los años
noventa, pero el trabajo de campo inició hasta el año de 2005. El centro de
la ocupación está definido por un complejo arquitectónico compuesto por al
menos 11 estructuras en un espacio de 15 hectáreas (López, 2011:16). Éstas
incluyen un juego de pelota, pirámides truncas e infraestructura hidráulica
(Figura 1).

Figura 1. Arquitectura de la zona arqueológica Tehuacalco.

Está ubicado cerca del kilómetro 57 de la carretera federal México-
Acapulco, frente al poblado Carrizal de la Vía, donde hay una desviación
que permite llegar a la zona arqueológica (Figura 2).

Figura 2. Ubicación de Tehucalco.

Durante las labores de la primera temporada de campo algunos trabajadores
locales mencionaron la existencia de cuevas en la ladera occidental del
Cerro la Compuerta, aproximadamente a un kilómetro y medio de distancia en
dirección al Oriente del sitio. Así es como en 2006 se efectuó la primera y
accidentada visita a un abrigo que obtuvo el nombre de El Resbalón. Sin
embargo fue hasta el 2007 cuando finalmente se programó la exploración
sistemática de los abrigos rocosos de dicho cerro, pues en la primera
visita se recuperaron materiales culturales prehispánicos. Por medio del
análisis tipológico de la cerámica del sitio, se plantea la ocupación a
partir del Epiclásico (650 al 950 d. C.) hasta finales de la época
prehispánica (1521 d. C.), (Pérez y Arana, 2007), pero era necesario
comparar con los materiales de los abrigos para plantear relaciones.


El Resbalón, Objetivo y Metodología
La posibilidad de recuperar materiales arqueológicos en cuevas o abrigos
cercanos al sitio, abrió nuevas expectativas con respecto a la comprensión
del desarrollo histórico de la región. Así, debido a la particularidad de
los contextos, fue necesario definir el objetivo y la metodología de la
exploración.
Como objetivo principal se estableció identificar, registrar y muestrear
los abrigos y cuevas con evidencia de actividades culturales para, por
medio de un análisis comparativo, inquirir sobre la relación entre el sitio
monumental y las cavidades.
Ya que uno de los factores determinantes en la exploración de cuevas es la
espeleogénesis, la identificación del origen, transformación y condiciones
de las cavidades indicarían el procedimiento adecuado a seguir.
El Cerro la Compuerta se conformó por un afloramiento de rocas ígneas
intrusivas, principalmente graníticas, en una región de gran actividad
sísmica que transforma constantemente el relieve. Pero no sólo la actividad
tectónica afecta los contextos espeleológicos, también los procesos de
intemperismo físico y químico los afectan y deben considerarse durante la
planeación y el registro. La particularidad del área consiste en que pese a
tratarse de cuevas producto del desprendimiento y la fragmentación,
presentan constante actividad hídrica, lo que contribuye a su
transformación e inaccesibilidad en época de lluvias.
En Guerrero la época de lluvias va de mayo a mediados de noviembre, puesto
que la zona ecológica en la que se encuentra Tehuacalco es la Tropical
subhúmeda, la vegetación predominante es la selva baja caducifolia y
mediana subcaducifolia:

la precipitación pluvial se concentra en una breve temporada seguida
de una temporada de sequía que dura entre cinco y ocho meses, en donde
la mayoría de las especies vegetales pierden sus hojas. Mientras que
en la selva mediana subcaducifolia las lluvias se dan en una breve
temporada (entre mayo y noviembre), seguidas de cinco a siete meses de
secas, precipitándose anualmente de 800 a 1000 mm de lluvia, la
temperatura promedio va de 20ºC a 29ºC (Am, Aw y Cw); la selva mediana
puede darse en una amplia gama de condiciones del suelo, resiste la
inundación estacional y se desarrolla a una altura entre los 0 y los
1500 msnm; en ella habitan árboles tanto caducifolios como
perennifolios, por lo cual en época de secas pierden las hojas entre
el 50% y el 70% de los árboles, y debido a los micro hábitats que se
forman en las áreas en donde habitan las especies siempre verdes la
humedad en la selva media subcaducifolia se mantiene relativamente
alta (López, 2011:38).

Es en este entorno con fauna como iguana, venado cola blanca, tejón,
liebre, mapache, jabalí, armadillo, tortuga, víbora de cascabel, coralillo,
jicamilla, alacrán, tarántula, avispas, abejas, chicharras, comején,
mosquito Aedes aegypti (transmisor del dengue), chinche besucona
(transmisora del mal de Chagas), águila, zopilote, lechuza, loro,
murciélagos frugívoros y hematófagos, entre otros; se ubican los contextos
espeleológicos-arqueológicos (Figuras 3, 4 y 5).

Figura 3. Vista del Cerro la Compuerta desde la carretera federal Mexico-
Acapulco.

Figura 4. Insectos y arácnidos del sitio (al centro chinche besucona).


Figura 5. Murciélago frugívoro.

El procedimiento de prospección sigue el contorno del Cerro de la
Compuerta, desde la parte más baja y cercana al sitio, continuando hacia
arriba. Primero se identifica el acceso o accesos, se explora al interior y
en caso de identificar vestigios arqueológicos comienza el registro (Figura
6).

Figura 6. Vista del Cerro la Compuerta desde la zona arqueológica
Tehuacalco.

El registro de las cuevas se efectúa a tres niveles consecutivos. Primero a
nivel macro, por medio de un Sistema de Posicionamiento Global (GPS por sus
siglas en inglés), que nos permite ubicar geográficamente un punto, sin
embargo, debido a las condiciones del relieve y a la vegetación éste punto
no es siempre registrado en el acceso, pero sí lo más cercano para
relacionarlo con el siguiente nivel de registro, que consiste en la
simplificación de la cueva por medio de dibujos en planta y cortes, además
de fotografía del acceso o accesos, panorámica de los materiales y detalle
con escala y orientación. El propósito de los dibujos es resaltar la
ubicación, orientación y distribución de los materiales arqueológicos al
interior de la cueva pues, debido a las condiciones de iluminación y
equipo, por medio de la fotografía es difícil conseguir buenas tomas
(Figuras 7, 8 y 9).

Figura 7. Planta de cueva A-31.

Figura 8. Corte de cueva A-31.

Figura 9. Detalle de cueva A-7.

El procedimiento de registro usa como origen el punto fijado con el GPS, a
partir de ahí se tiende un hilo nivelado hacia el acceso y al interior de
la cueva, lo que servirá de referencia para medir horizontales y verticales
con un distanciómetro, además de marcar la dirección con respecto al norte
(tomada con brújula). En el interior se tenderán cuantos hilos sean
necesarios para el croquis, poniendo cuidado al registrar los cambios de
dirección y de inclinación pues los componentes minerales pueden afectar la
brújula (es preferible usar un transportador de 360º).
De esta forma los hilos funcionan como un eje desde el que se proyectan
líneas perpendiculares a intervalos constantes -elegidos a conveniencia-
(con el distanciómetro), al conocer el lugar del que se proyectan éstas
(distancia al origen) y las medidas a los puntos horizontales (paredes) y
verticales (techo y suelo), podemos efectuar los dibujos en planta y en
corte (Figura 10) sin necesidad de trazar retículas y permitiendo ubicar
espacialmente cualquier rasgo.

Figura 10. Registro en tres dimensiones de cueva A-34.

Se recuperan materiales diagnósticos: con respecto a la cerámica se
colectan piezas completas, bordes, bases, soportes, agarraderas y cuerpos
decorados; de lítica, hueso, concha y madera –debido a la constante
alteración del área- todos los elementos observados. Únicamente se recogen
materiales de la superficie después del registro minucioso, para contar con
la información espacial en caso de posterior excavación.
El equipo se conformó por dos personas locales: el dueño de una huerta de
mangos cercana a las cuevas (Mardonio Rivera) y un exmilitar, experto
cazador nocturno (Moisés Marino); ambos conocedores del área y dispuestos a
la exploración. Además, alternados en dos temporadas, tres estudiantes de
la Escuela Nacional de Antropología e Historia con experiencia en
montañismo: Lizete Mercado, Judith Ruiz y Salomón Nava (Figura 11).

Figura 11. Equipo: de izquierda a derecha Mardonio, Lizete, Salomón, Moisés
y Judith.

Los materiales básicos fueron GPS, cinta métrica, flexómetro,
distanciómetro, brújula tipo Brunton, nivel de hilo, plomada, linternas
frontales, mascarillas y guantes. Como la prospección en cuevas no estaba
planeada dentro de un proyecto enfocado a la reconstrucción del sitio
monumental, el Proyecto Arqueológico Tehuacalco (PAT) no contempló
herramientas ni materiales especializados para la exploración
espeleológica, no obstante, las condiciones de la época de secas y la
pericia de los guías, permitieron que durante dos temporadas de un mes
(diciembre 2007 y mayo-junio de 2008) se registraran y muestrearan 55
cuevas con materiales arqueológicos.
Cabe resaltar que las condiciones de seguridad fueron mínimas, pero
suficientes, no se exploraron cuevas con presencia de guano, se evitaron la
escalada y el descenso en época de lluvias, el primer acercamiento a cada
cueva se efectuó con mascarillas y guantes y se recorrió en equipos de por
lo menos dos personas.






El Resbalón y Tehuacalco

La mayoría de las cuevas recorridas en la ladera occidental del Cerro la
Compuerta tenían materiales prehispánicos al interior, sólo unas cuantas
presentaban materiales contemporáneos y únicamente en la zona epigea (cerca
de la entrada).
El tipo de objetos recuperados fueron hachas de piedra verde, cuchillo de
obsidiana, conchas marinas, huesos de animal, metates (fijos y portátiles),
metlapillis, vasijas de cerámica (cuencos, ollas, tapas, jarras, platos,
cajetes) y figurillas antropomorfas de barro. El análisis tipológico de la
cerámica (Danzac, 2009) indica que hubo ocupación constante desde el
Preclásico (800 a. C.) y en algún momento contemporánea al sitio. Aunque
hay objetos de uso doméstico también existen objetos cuya función no es
utilitaria, es decir, con implicaciones simbólicas aparentes (Figura 12).
Como se mencionó antes, pese a los limitados recursos para efectuar las
exploraciones se registraron 55 cuevas y se planteó la posibilidad de
excavar por lo menos una (a 12 metros de una estructura prehispánica); de
acuerdo al espacio recorrido es probable que no se haya alcanzado a
explorar la mitad de cuevas de la ladera, lo que se vuelve apremiante, pues
se verificó que la fragmentación de las rocas, el paso del agua, los
movimientos telúricos, la actividad de la fauna y el intemperismo, están
afectando constantemente los contextos arqueológicos. Por lo tanto es
probable que muchos de los contextos explorados hayan sufrido cambios
drásticos, casi todas las vasijas que se encontraron completas estaban a
profundidades entre siete y veinticinco metros, los accesos eran recovecos
entre las rocas y había muchos fragmentos de piedra alrededor. Se
conservaron por cuestión del azar y, debido a su naturaleza funcional
(contenedores), es probable que pertenecieran a un contexto doméstico y que
los accesos a ellas estuvieran más cerca. Aunque cientos de años han
conseguido que queden bajo varios metros de piedra se registraron varios
metates y morteros tallados en los accesos de las cuevas.


Figura 12. Algunos objetos de las cuevas: (a) metate en acceso; (b)
cántaro; (c) olla; (d) plato; (e) cajete trípode; (f) hacha de piedra; (g)
cajete con soporte zoomorfo; (h) figurillas antropomorfas de barro.

La gran cantidad de cerámica recuperada también podría indicar un largo
proceso de ocupación, en ocasiones fue necesario acercar una carretilla
para llevar los materiales al campamento o cargarlos de las cuevas al
sitio. Si bien parecía complicado, no se presentó incidente alguno, a
excepción de encuentros con jabalíes, arácnidos, lagartijas, víboras e
iguanas; en todos los casos la sorpresa, el susto y la curiosidad fueron
mutuos.
Finalmente, dentro de las posibilidades de interpretación, escuchamos que
eran ollas con oro dejadas por los revolucionarios, tentación del maligno
que abría una cueva repleta de riquezas la noche de San Juan, restos de las
vajillas de familias que se refugiaron durante la guerra cristera, pero
sólo fue posible confirmar la insistente idea del señor Mardonio Rivera
quien, conforme hallábamos fragmentos de vasijas, aseveraba la consumación
de matrimonios en las cuevas. Actualmente, en diversas comunidades de la
región, durante la celebración de una boda, se baila con ollas y cazuelas
para concluir rompiéndolas en el piso (Figura 13).

Figura 13. Don Mardonio bailando en una boda.

Agradecimientos. A la amistad y en memoria de Don Mardonio Rivera.

REFERENCIAS CITADAS
Arana Álvarez, Raúl M. y Miguel Pérez Negrete
2007 Proyecto de investigación y conservación del sitio arqueológico
de Tehuacalco. Informe parcial temporada 2006, Archivo técnico del
Instituto Nacional de Antropología e Historia, México.

López Sánchez, Pablo D.
2011 El centro ceremonial Tehuacalco. La conformación de espacios
rituales a partir de la modificación del relieve natural y el uso del
agua, Tesis para optar por el título de licenciado en Arqueología,
Escuela Nacional de Antropología e Historia, México.

Dansac Rivera, Yael C.
2009 "Informe del análisis cerámico de las cuevas", Archivo del
Proyecto
Arqueológico Tehuacalco, Guerrero, inédito.
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