Meta-modelo ECO2: Apuntes sobre prevención y reducción de riesgos y daños asociados al consumo de sustancias psicoactivas

Share Embed


Descripción

Meta-modelo ECO2: Apuntes sobre prevención y reducción de riesgos y daños asociados al consumo de sustancias psicoactivas

JUAN MACHÍN RAMÍREZ ANAYELLI MENDOZA

1

Meta-modelo ECO2: Apuntes sobre prevención y reducción de riesgos y daños asociados al consumo de sustancias psicoactivas Primera edición, diciembre de 2015 © Anayelli Mendoza © Juan Machín Ramírez © Centro Cáritas de Formación para la Atención de las Farmacodependencias y Situaciones Críticas Asociadas Ilustración de portada Pilar Hinojosa Impreso y hecho en México Printed and made in Mexico Printed and made in Mexico

Este libro se realizó con el generoso patrocinio de

Y con el apoyo histórico de

Empero, la Fundación Gonzalo Río Arronte, el Ministerio Federal y Caritas Alemana no necesariamente comparten los puntos de vista expresados por la autora y el autor del presente texto.

2

PRESENTACIÓN

El presente libro pretende ser un apoyo para los equipos de promotores que trabajan o quieren trabajar en la prevención y en la reducción de riesgos y daños relacionados con el uso de sustancias psicoactivas, en base al meta-modelo ECO2. Este texto ha sido posible por el generoso patrocinio de la Fundación Gonzalo Río Arronte y no habría sido posible sin el histórico y generoso apoyo que el gobierno alemán y la fundación Deutscher Caritasverband han dado a este Centro y a las redes que se han articulado en torno

al

ECO2,

a

quienes

expresamos

nuestro

agradecimiento.

México, D.F. a 8 de junio de 2015, en el 14 aniversario de la constitución legal del Centro de formación

JUAN MACHÍN Director de Cafac 3

4

¿De qué hablamos cuando hablamos de drogas? JUAN MACHÍN Para la Organización Mundial de la Salud, droga es una sustancia que, introducida en un organismo vivo, puede modificar una o más funciones de éste, especialmente del sistema nervioso central. “Droga es un término de uso variado: en Medicina toda sustancia con potencial para prevenir o curar una enfermedad o aumentar la salud física o mental y en Farmacología como toda sustancia química que modifica los procesos fisiológicos y bioquímicos de los tejidos o los organismos. De ahí que una droga sea una sustancia que está o pueda estar incluida en la Farmacopea… En el lenguaje coloquial, el término suele referirse concretamente a las sustancias psicoactivas y, a menudo, de forma aún más concreta, a las drogas ilegales. Las teorías profesionales intentan normalmente demostrar que la cafeína, el tabaco, el alcohol y otras sustancias utilizadas a menudo con fines no médicos son también drogas en el sentido de que se toman, el menos en parte, por sus efectos psicoactivos. 5

Tal vez sea mejor usar palabras más descriptivas y genéricas: sustancia psicotrópica (del griego psyche, "mente" y tropein, "tornar") o psicoactivas, en el sentido que son agentes químicos que actúan sobre el sistema nervioso central, produciendo cambios temporales en la percepción,

estado

de

ánimo,

conciencia

y

comportamiento... 'Psicoactivo' no implica necesariamente que produzca dependencia” (BABOR ET AL, 1994). Así, cuando se introduce en nuestro cuerpo (por vía oral, nasal, cutánea, intravenosa, etc.) alcohol, café, chocolate, marihuana, aspirina, barbitúricos, tabaco, mate, heroína, LSD, peyote, metadona, y un larguísimo etcétera, se están consumiendo, lo sepamos o no, drogas, fármacos o sustancias psicoactivas. Es más, el cuerpo humano produce sus propios fármacos: estimulantes como la adrenalina y noradrenalina, depresores como la serotonina y el ácido gamma–amino–butírico, opiáceos como las endorfinas, etcétera. Recienmente se ha encontrado que el cerebro incluso produce sustancias

6

similares a las que contiene la marihuana o cannabis, por lo que se les llama endocanabinoides. Oriol Romaní, uno de los autores más importantes en el tema, define las drogas como “sustancias químicas, que se incorporan al organismo humano, con capacidad de modificar varias funciones de éste (percepción, conducta, motricidad, etcétera), pero cuyos efectos, consecuencias y funciones están condicionados, sobre todo, por las definiciones sociales, económicas y culturales que generan los conjuntos sociales que las utilizan”. Esta definición es muy relevante porque remarca la necesidad de superar una visión unidimensional, que reduce la interacción drogas-personas a un aspecto meramente bioquímico o fisiológico, olvidando que las personas somos seres sociales y complejos. En griego se usaba la palabra fármaco (del griego  que significa lo mismo remedio o medicina,

que veneno, brebaje mágico o encantamiento. Galeno definió a los fármacos como aquellas substancias que vencían al cuerpo (suscitando efectos orgánicos, 7

anímicos o ambos, desproporcionados a la cantidad ingerida) en lugar de ser vencidas por él (es decir, ser simplemente asimiladas como alimento). Hipócrates, el padre de la Medicina, diferenciaba fármaco de alimento por la capacidad del primero de modificar el “estado presente” y del segundo de mantenerlo. Ambos pueden tener efectos positivos o negativos: sólo la cantidad y calidad de ambos es la que distingue su acción como remedio o veneno, que produzcan dolores, enfermedades y muerte o, por el contrario, nutrición, crecimiento y salud. De esta manera, ya desde tiempo de la Grecia clásica se sabe de la ambivalencia y ambigüedad de las transformaciones inducidas por las substancias. Por otra parte, uno de los estudiosos más influyentes sobre la historia de las drogas, Antonio Escohotado, hace notar que hay una gran semejanza, que no puede ser casual, entre  y que es la palabra con que se designaba a los jóvenes que, con la letanía ‘sed nuestras heces’ o ‘pagad nuestras culpas’, eran arrojados desde peñascos como chivos expiatorios 8

con la finalidad de purificar a una comunidad afligida por una enfermedad o cualquier tipo de calamidad colectiva producida por un miasma. Ante esto Escohotado afirma “eso nos parece ahora una crueldad tan monstruosa como inútil”, sin embargo, al estudiar la historia vemos que lamentablemente el sacrificio de ciertos grupos de personas donde se proyecta el “mal” ha sido muy difundido como mecanismo de control ideológico y social: por ejemplo, la Inquisición contra las denominadas brujas, los nazis contra los judíos y otros grupos, el macartismo contra los comunistas, en muchos países del llamado “primer mundo” contra los migrantes pobres, etcétera. Incluso lo encontramos hoy en día en algunas modalidades de organización comunitaria modernas contra sus jóvenes (MACHÍN, 2000). De esta forma vemos que la construcción de chivos expiatorios y la expiación comunitaria no ha perdido su vigencia y tal arraigo se puede explicar como una herencia cultural del cristianismo y otras culturas, donde los sacrificios sirven para “lavar” culpas, 9

“purificar” la comunidad, pero sobre todo para ejercer el poder, un biopoder como diría Foucault, o más específicamente un necropoder. Incluso muchas de las intervenciones relacionadas con las drogas parecen reproducir esta mecánica de etiquetar y querer eliminar simbólica o realmente a las y los jóvenes usuarios de drogas. Hasta donde sabemos, todas las culturas, sin excepción, han utilizado fármacos con el propósito de modificar los estados de conciencia: estimular, sedar, producir alucinaciones, paliar el dolor, experimentar placer, y, sin duda, su historia es tan antigua y universal como la de los seres humanos. Sin embargo, debido a la fuerza y variedad de efectos que producen, podemos entender que las diferentes culturas comprendieron muy pronto la necesidad de construir mecanismos sociales de regulación. Así, las diferentes culturas desarrollaron, por ejemplo, reglas, rituales, pautas y muy diversos dispositivos comunitarios de regulación del uso de fármacos, lo que hoy llamamos “prevención”, 10

“reducción de riesgos y daños” o “cura” de su uso cuando es problemático, pero también de gestión de los efectos buscados y deseados: placer, tranquilidad, anestesia, energía, iluminación, etcétera. Así, por ejemplo, se puede mencionar cómo el consumo del pulque (bebida fermentada obtenida del maguey) entre los mexicas (nombre que derivaría de Metl–Citli, “hombreliebre criado en aquella penca de maguey”) era estricta y exactamente controlado por todo un entramado cultural de sentidos, prácticas, normas, mitos, etcétera. El consumo de pulque encajaba en una cosmovisión religiosa: tenía un origen divino y se asociaba a muy diversos dioses, por ejemplo: Mayáhuel, diosa del pulque joven; Huitzilopochtli, dios que acompaña el origen del pueblo mexica; Tezcatlipoca, dios de lo indescifrable, ambivalente, contradictorio, la alegría engañosa; Centzontotochtli, los cuatrocientos conejos, los numerosos hijos de Mayáhuel y que representaban las múltiples formas de la embriaguez. Alrededor de su consumo se integraba todo un sistema de prescripciones 11

y creencias que regulaban tanto el comportamiento diario como el relacionado a situaciones extraordinarias (si bien lo extraordinario es parte de la vida cotidiana): festividades de la cosecha, inicio o fin de la “guerra florida”, etcétera. Así, a partir de la distribución temporal codificada por el tonalpohualli (calendario que, sumergiéndose en un tiempo arquetípico en ciclos de 260 días, preveía las influencias diarias) se definían diversas fiestas en que era perfectamente lícito beber pulque

y,

conforme

al

xiuhpohualli

(calendario

estructurado en ciclos de 52 años de 365 días, que preveía el destino individual y guiaba su conducta pública), los nacidos en la fecha ome totchli (dos conejo) ineluctablemente estarían inclinados a beber pulque sin remedio: en este día, la fuerza de los cuatrocientos conejos, los incontables dioses del pulque, penetraba a las personas de forma tal que fatídicamente la embriaguez los poseería como destino. Al orden relacionado a la distribución temporal, hay que agregar el ordenamiento del espacio social derivado de la 12

división en diferentes grupos por género, edad, rol social: ancianos, guerreros, productores de pulque, sacerdotes, etcétera. Para cada grupo existían normas y pautas claras y precisas que determinaban la cantidad y frecuencia con que podían beber, etcétera. Así, por ejemplo, a las personas mayores de cincuenta y dos años es

estaba

permitido

permanecer

en

un

estado

ininterrumpido de ebriedad. Y, todavía en nuestros días, en Tepoztlán, Morelos, los alcohólicos consuetudinarios (llamados iguanitas) no sólo son tolerados sino que se les considera un altar viviente de las deidades antiguas. Lo mismo que hemos dicho del pulque se puede decir, mutatis mutandis, de una gran cantidad de otros fármacos particulares,

empleados, como

según

sus

alucinógenos,

propiedades euforizantes,

embriagantes, estimulantes, somníferos, inductores de trance, deliriógenos: por ejemplo, los teonanácatl (“Carne del Dios”, hongos Psilocybe mexicana), el peyote (cactácea Lophophora williamsii), el “Manto de la Virgen” u ololiuhqui (trepadora Turbina corymbosa), la “Hoja de la 13

pastora” o pipiltzintzintli (Salvia divinorum), el botón del siniquiche, la semilla del tlápatl y el toloache o tolohuaxíhuitl (“yerba del diablo”, diversas especies de Daturas), vinculados muchos de ellos a Xochipilli, príncipe de las flores, dios del amor, los juegos, la belleza, la danza, la poesía, el maíz, el placer, las artes y las canciones, es decir, la divinidad asociada a muchas de las cosas más importantes de la vida, esposo de Mayáhuel y que hasta hace poco estaba en los billetes de cien pesos, paradójicamente durante la guerra a las drogas del presidente Calderón.

14

Como muchas de estas sustancias psicoactivas son la base de rituales chamánicos (ELIADE, 2001), a los fármacos también se les ha denominado entéogenos, es decir, que engendran a Dios en el interior, incluso, existen estudios antropológicos que les atribuyen un papel protagónico en el desarrollo del homo sapiens. Pero, también podríamos llamarles, encaósgenos, productores de un Caos interior, con todas las significaciones que las culturas antiguas le atribuían: fuente de confusión o claridad, energía o paz, acceso a formas distintas de conocimiento, cielo al mismo tiempo que infierno, medio de purificación y contaminación, orden y desorden, dador de vida y muerte. Todavía, hoy en día, el uso de fármacos es parte integral de muchos rituales en México y otros países como la eucaristía cristiana, la peregrinación de los huicholes a Wirikuta, las curaciones mazatecas, el movimiento rastafari, los rituales amazónicos con ayahuasca, etcétera. Pero no todas las culturas han desarrollado estrategias y dispositivos comunitarios de autocontrol y 15

regulación social para el uso de las sustancias, basados en la tolerancia, respeto y aceptación. Para ciertos grupos, fármaco, droga o cualquiera de sus sinónimos no son conceptos que hay que definir con precisión, sino que han devenido consignas, en las llamadas Retóricas de las Drogas por Jacques Derrida, cuya función social es la de identificar al enemigo para convocar a una lucha contra el “flagelo, plaga, calamidad, peste, catástrofe” que nos amenaza a todas las personas, en especial a las y los jóvenes, adolescentes, niñas y niños. Esta forma de mirar el uso de los fármacos se ha ido construyendo en nuestro país desde la Conquista y la Colonia, y se vincula necesariamente a complejos procesos, violentos en gran medida, especialmente a la interacción no lineal (de confrontación, de resistencia activa o pasiva, abierta o disfrazada, de negociación y transformación, etcétera) entre la pluralidad de sistemas culturales heterogéneos presentes en el mismo territorio: culturas indias (azteca, zapoteca, etcétera), europeas (principalmente hispánicas, fruto a su vez de diversas influencias como las romana, 16

ibérica, morisca, judía), afros, etcétera. Interacción que asumió diferentes dinámicas, por ejemplo: sustitución, donde elementos de las culturas indias fueron desplazados

completamente

por

sus

homólogos

españoles, como cuando la Corona Española prohibió en 1537 la venta de “ponzoñas, hierbas u otras cosas venenosas” y comenzó a introducir la obligación de venta de medicamentos por medio de receta; explante de elementos que siguieron evolucionando bajo las culturas dominantes: como el caso del pulque, que pervive hasta nuestros días y cuya tecnología siguió evolucionando y cuyo consumo ha creado toda una cultura a su alrededor (ROCATO, 2015), pero sin el entramado simbólico que lo contenía; fragmentación de elementos de las culturas indias que fueron recreados fuera de su contexto original y desligados de su propósito y sentido originarios: como ha sido el uso del peyote y los hongos alucinógenos fuera de su trama simbólico-ritual; sincretismo, donde algunos elementos se revistieron de otros nombres pero mantuvieron su 17

identidad profunda: por ejemplo, las letanías de María Sabina (ESTRADA, 1977) y las peregrinaciones (GIMÉNEZ, 1978). De esta manera, el uso de fármacos estuvo estrechamente ligado, por un lado, a mecanismos de control político-económico (reglamentos para instalar boticas o farmacias, establecimiento de gravámenes, reglamentación sobre la preparación y expendio de medicamentos, etcétera) y, por el otro, a mecanismos de control político-ideológico (normas contra el uso de hierbas calificadas como “diabólicas” (por ejemplo, en 1575 la Iglesia Católica prohíbe fumar en cualquier lugar de adoración en las colonias españolas), proceso de alcoholización

en

la

colonia

(MENÉNDEZ,

1990),

proscripción de rituales “idolátricos”, etcétera). Sin embargo, en el México independiente, no fue sino hasta la publicación del Código Sanitario de 1926 (que abrogaba el de 1902, y éste el primero de 1891) en que se empieza a hacer mención (y, en consecuencia, controlar oficialmente en mayor o menor medida) de la marihuana, la morfina, la heroína, el opio, la cocaína y 18

derivados de éstas como “drogas enervantes”, la mayoría

consideradas

anteriormente

sólo

como

medicamentos. Pérez Montfort (1999) encuentra como causa de este cambio la decisión del Presidente Obregón para congraciarse con el gobierno estadunidense11 y para poner fin a rumores sobre su adicción a la morfina, atribuidos a una táctica de presión diplomática de Estados Unidos. El Presidente Calles, su sucesor, creó una policía sanitaria “para impedir legalmente el comercio ilícito de drogas”. Con el tiempo se fue volviendo más y más rígida la legislación sanitaria, respondiendo a las presiones de nuestro vecino del norte: así, el Código Sanitario de 1934 aumentó la lista de sustancias prohibidas de siete a once, y, para 1997, la Ley general de Salud contemplaba ya más de 200. En consecuencia,

por

ejemplo,

a

la

Iglesia

Nativa

Americana de Iztazoquitlán se le niega el registro como asociación religiosa por que emplea en sus ritos peyote,

Cuya política de intolerancia empezaba a imponerse, por ejemplo, en las Conferencias Internacionales de 1911 (cuyo fruto fue el Convenio Internacional del Opio de la Haya de 1912), 1913 y 1914. 1

19

hongos alucinógenos, ayahuasca y coca (MANSFERRER, 2003). Aunado a esto, el afán persecutorio y punitivo fue ganando terreno y así, en 1937, el Juez Jorge Salazar llegó a proponer que los culpables de “delitos contra la salud” fueran relegados a perpetuidad en islas desiertas y, a los declarados incurables, se les aplicara la “esterilización de sus órganos genitales” (PÉREZ M ONTFORT , 1999). Afortunadamente, también ha habido algunas voces que se manifiestan en sentido contrario, basadas en la investigación científica sin condicionamientos moralistas o ideológicos, como el caso del Dr. Leopoldo Salazar Viniegras, director de Toxicomanías del Departamento de Salubridad y el Hospital de Toxicómanos anexo al manicomio de la Castañeda. El Dr. Salazar preparó un largo estudio científico sobre la marihuana para la Academia Nacional de Medicina en 1938, con el título “El mito de la marihuana”, donde concluía que: “Frente a nuestro real y formidable problema de alcoholismo, la cuestión de la marihuana no merece la 20

importancia de problema social ni humano… La instrucción, la cultura, la orientación de nuestro pueblo, permitirá que el calumniado y hermoso arbusto no sea en lo futuro más que lo que debe ser: una rica fuente de abastecimiento de fibras textiles.” Salazar propuso que el gobierno distribuyera las sustancias psicoactivas entre las personas dependientes que las necesitaran. Así, en febrero de 1940 se publicó el nuevo Reglamento Federal de Toxicomanía, con el cual el Estado pretendía crear un monopolio para la venta de fármacos prohibidos, que serían distribuidos a su costo a las personas adictas, evitando el narcotráfico y reconociéndoles como personas con un problema de salud. Esta medida duró solamente unos meses porque el gobierno de Estados Unidos presionó al de México para derogarla. Así la respuesta ante el uso de sustancias psicoactivas en nuestro país, a partir del siglo pasado, como hemos visto ha estado condicionada e impulsada en gran medida como parte de un proceso más amplio 21

que se ha ido imponiendo a nivel mundial: la tendencia a satanizar a algunas de las sustancias psicoactivas que arbitrariamente se definen como las más peligrosas y, por lo tanto, les da un estatuto de ilegales. De esta manera, el hecho de que el uso del cannabis o la hoja de coca, por ejemplo, sean consideradas como uno de los problemas más graves de nuestra época es producto de la construcción de una representación social y de elaboración política. En muchos sentidos, en nuestro país podemos considerar, entre otros, a la deserción escolar o al desempleo juvenil como problemas mucho más graves (tanto en número como en consecuencias para nuestros países) que, sin embargo, no tienen la misma atención en los medios, ni son considerados tan preocupante por los políticos. Incluso el uso del tabaco o del alcohol plantean problemas más graves que el consumo de marihuana o cocaína, según las mismas autoridades reconocen en sus documentos oficiales (por ejemplo, el número de muertes atribuibles directamente a cada sustancia). 22

En un proceso sinérgico con la satanización de ciertas sustancias psicoactivas, desde principios de siglo se va creando una figura estigmatizada de los consumidores, calificados como vagos, rateros, viciosos. Estos procesos se han edificado sobre bases racistas y clasistas, como es especialmente claro en la política prohibicionista estadounidense: así, por ejemplo, la ordenanza de 1875 en San Francisco, primera ley estadounidense antidroga, prohibía fumar opio por el temor a que chinos engañaran a mujeres blancas en los “fumaderos” y las llevaran a la perdición. Similarmente, se prohibió la cocaína por el temor a que las mujeres blancas fueran violadas por los “Negro Cocaine Friends” o a los “Cocainized Niggers”, y la marihuana como

medida

represiva

contra

los

inmigrantes

mexicanos (y para defender los negocios de William Randolph Hearst y la compañía Dupont, amenazados por las ventajas de los usos industriales del cáñamo). En México, por ejemplo, el Dr. J. Rodríguez apela al “hecho demostrado” de la “degeneración de la raza” por el uso 23

de sustancias como la marihuana o el opio, en un discurso en el Congreso Constituyente de 1917 (PÉREZ MONTFORT, 1999). En base a la construcción del "gran problema de las drogas", se emprende una política de guerra a las drogas, supuestamente enfocada en el ideal (ilusión delirante de omnipotencia) de “un mundo libre de drogas” (en realidad libre solamente de ciertas drogas, declaradas arbitrariamente como las “malas”, pues la cafeína, la nicotina y el alcohol son profusamente difundidas, llegando la cafeína a ser la droga más consumida en el mundo y con pocos controles a pesar de que puede presentar problemas muy serios, en especial

el

abuso

de

las

bebidas

llamadas

“energetizantes”), en la lógica de la reducción de la oferta: a partir de la definición, clasificación y regulación legal (mediante Convenios, Convenciones, Protocolos y Declaraciones2 ) de las drogas y todas las actividades con

Por ejemplo, cf. Naciones Unidas. “Convención única de 1961 sobre estupefacientes enmendada por el Protocolo de 1972 de modificación de la Convención única de 1961 sobre estupefacientes”. Ediciones de las 2

24

ellas relacionadas (producción, distribución, consumo, etcétera), divide a las drogas en lícitas e ilícitas (según criterios tautológicos, de control social e intereses económicos (ESCOHOTADO, 1999. pp. 887-907)), se pretende terminar con las denominadas ilegales, a través del combate (mediante un complejo sistema legal, policial, penal, militar, etcétera) tanto a la producción de ciertas sustancias psicoactivas o de sus precursores (por ejemplo, mediante la erradicación de cultivos de marihuana, coca, amapola, etcétera) como a su tráfico y distribución (por ejemplo, mediante la detención o

Naciones Unidas. Nueva York, E.U.A. 1977. Naciones Unidas. “Convenio sobre sustancias sicotrópicas”. Naciones Unidas. Nueva York, E.U.A. 1971. Naciones Unidas. “Convención de las Naciones Unidas contra el tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias sicotrópicas”. Naciones Unidas. Nueva York, E.U.A. 1988. Naciones Unidas. “Declaración Política. Principios rectores de la reducción de la demanda de drogas y medidas de fomento de la cooperación internacional en la lucha contra el problema mundial de las drogas”. Naciones Unidas. Nueva York, E.U.A. 1998. Para una relación completa y con una descripción sintética de los principales eventos e instrumentos de cooperación internacional en el campo del control de las drogas cf. United Nations Internacional Drug Control Programme. “The United Nations and drug abuse control”. United Nations Publication. 1992. pp. 63-75. ESCOHOTADO, 1999, pp. 699-705, 755-758.

25

asesinato3 de los traficantes, y, sospechosamente en mucho menor grado, enfrentando el lavado de dinero). Lo que se busca, se dice, es erradicar o prevenir el consumo: la abstinencia como premisa y finalidad. A pesar de que, en relación al uso y abuso de sustancias, las mismas autoridades reconocen en sus documentos técnicos

oficiales

(las

encuestas

nacionales

de

adicciones, los programas contra el alcohol, el tabaco y otras drogas, etcétera) que nuestro país no alcanza las proporciones de consumo de otros países y que el uso, abuso y dependencias de drogas ilegales no son conductas comunes. Además, en todos los países se ha demostrado que, entre quienes han probado alguna vez cualquier tipo de droga, sólo un número reducido continúa consumiéndola y también que hay una proporción de usuarios que las consume de manera

Aunque en lugar de asesinar dicen “abatir”, eufemismo que inútilmente las autoridades han querido convencer a la opinión pública no significa matar en el caso de las ejecuciones extrajudiciales en Tlatlaya, en junio de 2014. 3

26

completamente funcional, sin presentar problemas que requieran atención en servicios de salud. En el proceso de institucionalizar “el problema” (importado de los Estados Unidos y definido así cuando no se tenían datos en nuestro país y que, cuando se tuvieron, no se tomaron en cuenta) y produciéndolo en realidad, como una perversa profecía que se autocumple, se crean en los setentas tanto los Centro de Integración Juvenil como el Centro Mexicano de Estudios

en

Posteriormente,

Farmacodependencia las

funciones

del

(CEMEF). CEMEF

son

absorbidas por el Instituto Mexicano de Psiquiatría (IMP) fundado en 1979. En 1986 es creado el Consejo Nacional contra las Adicciones (CONADIC) que pretende articular las acciones aisladas de numerosas instituciones en los programas de salud pública contra el alcoholismo, el tabaquismo y la farmacodependencia. Paralelamente al enfoque de salud pública se ha implementado un modelo de represión a cargo inicialmente de la Procuraduría General de la República 27

(PGR)

que,

por

las

presiones

estadounidenses,

paulatinamente se ha ido militarizando, hasta llegar a una verdadera guerra contra las drogas en el sexenio de Calderón.

Contra

toda

evidencia,

la

primera

justificación de Calderón para declarar la “guerra contra el narco” fue que nuestro país ya no era sólo un país de tránsito sino que se había convertido en un país consumidor de drogas, había que salvarnos, en especial a niños y jóvenes del demonio, de ahí su consigna y la necesidad de una guerra: “Que la droga no llegue a tus hijos”. En realidad, esta justificación es injustificable: según las estadísticas de la propia Secretaría de Salud y Consejo Nacional contra las Adicciones (2009) el consumo de drogas en México seguía siendo mínimo en relación con la población, con tasas de prevalencia e incidencia muy bajas si se compara a nivel regional o mundial. Ha habido un aumento, es cierto, (en adultos, más que en niños ni adolescentes), pero ha sido pequeño, y a partir de una base insignificante.

28

Sin embargo, a pesar de invertir miles de millones de dólares en su guerra contra las drogas (aunque después, ante las críticas negó que hubiera hablado de guerra y sacó un desplegado a dos páginas en los diarios hablando de “lucha por la seguridad pública”), la realidad

socioeconómica

de

nuestros

países,

caracterizada por la pobreza y la pobreza extrema de amplios sectores, así como la existencia real de múltiples narcoestados,

que

sustentan

la

economía

ilegal

relacionada con los fármacos, hace que esta estrategia sea prácticamente inoperante (a esto hay que añadir la corrupción muy generalizada y los oscuros intereses que se tejen en Estados Unidos en torno al consumo, el tráfico de armas, el lavado de dinero, las operaciones secretas

de

financiamiento

de

contras,

afganos,

guerrillas del Triángulo dorado, la intromisión en los asuntos internos de otros países, etcétera, (Escohotado, 1999)). Así, la política actual de guerra a las drogas ha tenido como resultado, principalmente:

29

1) La formación y mantenimiento de múltiples formas de crimen organizado, de un Estado criminal, una cultura que promueve y exalta al crimen, etcétera, y una espiral de violencia que va en aumento, tanto por el número de muertos (que ha crecido de manera prácticamente constante cada año en los últimos nueve, sumando mucho más de ciento setenta mil personas asesinadas, más de veinte y siete mil desaparecidas y ciento sesenta mil desplazadas), como por la naturaleza de los homicidios, hasta llegar a actos de verdadero terrorismo. 2) La consolidación de una representación de impotencia de la comunidad civil ante esta “tragedia”, llevando a la desesperación en muchas comunidades que han terminado por formar

sus

propios

grupos

armados

de

autodefensa o a tomar la justicia por mano propia (ejecutando linchamientos, por ejemplo) con todos los problemas que eso significa. 3) Múltiples violaciones a los derechos humanos y un uso político del combate al tráfico de drogas. 4) Una mayor marginación y exclusión de las personas farmacodependientes y un incremento en

las

formas

de

marginación

social

(particularmente acentuadas con la aparición del 30

SIDA),

dificultando

paradójicamente

que

quienes realmente necesitan ayuda no puedan o no quieran hacerlo debido al estigma que se les atribuye (especialmente grave con las mujeres). 5) La difusión, paradójicamente, de muchas formas de consumo de sustancias en todos los niveles de la población. Muy lógico si pensamos en la violencia e inseguridad que se vive a nivel nacional, así como por la presión al consumismo en paralelo a la falta de perspectivas económicas, educativas, de salud, culturales, etcétera (hace años, los jóvenes punk decían “No hay futuro”, nuestras y nuestros jóvenes ahora dicen: “No habrá futuro”). Un grupo de investigadores ha sistematizado (ROLLES ET AL,

2012) los costos que la sociedad mundial está

teniendo que pagar en la política de guerra a las drogas: •

Desperdicio de miles de millones de dólares y daño a las economías nacionales.4.



Daño al desarrollo internacional y a la seguridad, alimentando conflictos.

Para darse una idea de los enormes costos económicos que implica, mencionamos un informe de 2010 que descubrió que sólo los Estados Unidos gastaron aproximadamente 49 mil millones de dólares en 2008 para la prohibición de drogas (MIRON, 2010) y a nivel mundial anual el gasto es de más de 100 mil millones de dólares (KRIER & FIELDING, 2011). 44

31



Amenaza a la salud pública, esparciendo enfermedades y causando muertes.



Debilitando y dañando derechos humanos.



Promoviendo estigma y discriminación.



Creando crimen y enriqueciendo criminales.



Causando deforestación y contaminación.

Incluso, la propia Organización de Naciones Unidas para la Droga y el Delito reconoce en uno de sus reportes anuales (UNODC, 2008) que el enfoque de guerra a las drogas tiene un rango de consecuencias no deseadas negativas

(daños

colaterales

le

ha

llamado

eufemísticamente el gobierno), incluyendo la creación de un vasto mercado criminal, el desplazamiento del mercado de drogas ilegales a nuevas áreas, la distracción de fondos para resolver problemas más graves de salud (y

de

otras

áreas

prioritarias

como

educación,

investigación, por mencionar algunas), la estigmatización de las y los usuarios, etcétera. En Colombia y en México, que han sido los países más golpeados por la violencia asociada a las drogas y las políticas de drogas (Plan Colombia e Iniciativa Mérida, incluidos), se escuchan más y más voces críticas 32

(paradójica o cínicamente, incluso del mismo presidente Calderón en su último discurso ante la ONU), de expresidentes (Zedillo y Fox en México, Gaviria en Colombia), presidentes (el depuesto Otto Molina de Guatemala, Mujica de Uruguay y Santos de Colombia), legisladores, jueces, académicos (especialmente el Dr. Astorga, desde hace años y reciente pero con mucha fuerza el CIDE), OSC, iniciativas culturales, personas usuarias, familiares de las personas asesinadas y desaparecidas (muchas de ellas articuladas en el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad), empresarios, Comisiones de Derechos Humanos, etcétera. Incluso Gil Kerlikowske, zar antidrogas en la administración Obama, llegó a declarar el 11 de mayo de 2010: “desde que el presidente Richard Nixon declaró a las drogas como el enemigo público número uno [de la nación], hemos estado hablando de la guerra contra las drogas,

y

la

verdad

no

creo

que

el

pueblo

estadounidense haya visto un gran nivel de éxito… Seguir llamándola ‘guerra’ nos limita en recursos. 33

Tenemos que ver este como un problema de seguridad, pero también de salud.”5

La Comisión Global de

Políticas sobre Drogas, presidida por el ex secretario de la ONU, Kofi Annan,6 concluyó que "Cincuenta años después de que empezara la Convención Única de Estupefacientes de la ONU, en 1961, y cuarenta desde que el presidente Richard Nxon lanzara por parte del gobierno de Estados Unidos la guerra global contra las drogas, es urgente que haya reformas fundamentales en las políticas globales y nacionales de control. Empecemos tratando la drogadicción como un tema de salud, reduciendo la demanda de las drogas a través de probadas

iniciativas

educativas

y,

en

vez

de

criminalizar, regular por la vía legal el cannabis". En

5

HTTP://WWW.ELUNIVERSAL.COM.MX/NACION/177665.HTML

En 1998, el Lindesmith Center hizo llegar a Kofi Annan una carta firmada por 600 personalidades (8 premios Nobel, entre otros) donde en resumen se planteaba que "La guerra contra las drogas está causando más daños y sufrimientos que el mismo abuso de drogas" (Romaní, 1999: 199) y ese mismo año el Consejo Europeo de ONG de drogas y desarrollo (ENCOD) promovió un manifiesto en los mismos términos (Romaní, 1999: 200-201). Es decir, que las iniciativas serias pro-reforma de la política de guerra a las drogas no son recientes. ¡Es impresionante la inercia y resistencia de las instituciones responsables! 6

34

cierta manera, este texto resume las tres grandes estrategias necesarias de un cambio de paradigma en la política de drogas de los últimos cien años: un desplazamiento de enfoque de "guerra a las drogas" a la atención de los problemas asociados a las drogas (como temas

de

salud

y

educación,

principalmente),

despenalizar y descriminalizar el consumo, y regular la producción

y

comercialización

de

las

drogas,

comenzando por la mariguana. Como consecuencia de la presión creciente a revisar y replantear la política de guerra para las drogas en la región, la Organización de Estados Americanos (OEA) ha formulado una nueva Estrategia Hemisférica sobre Drogas que “... va de la mano con un giro reciente en la política anunciada por los Estados Unidos. La promesa del Presidente Barack Obama de destinar más recursos para la prevención y el tratamiento de la drogadicción va de forma paralela a la perspectiva que existe en el Hemisferio, la cual considera el consumo y la dependencia de drogas como problemas de salud 35

pública y no únicamente como actos criminales. Le damos la bienvenida a este giro de política, basado en la evidencia, el cual se apoya en principios de salud pública, seguridad, y el respeto por los derechos humanos”, y considera que “Ha llegado el momento para nuevas ideas, diálogo y para una acción más proactiva que nunca”. (INSULZA, 2010). Esperemos que sea verdad y no mera retórica,7 como ha sucedido en tantas ocasiones. Analizando esta nueva Estrategia se detectan ciertas ventanas de oportunidad para empujar a la adopción de principios fundamentales, que debieron estar desde un inicio en las políticas de drogas y que, sin embargo, con el discurso belicista se dejaron de lado:

Un ejemplo de un cambio de política sólo en las palabras pero no en el fondo (la misma gata pero revolcada) son los “Principios de Política de Drogas Moderna” de la Casa Blanca” https://www.whitehouse.gov/ondcp/policy-and-research/principles-ofmodern-drug-policy. 7

36

(Artículo 1) El pleno respeto al Derecho Internacional y a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, observando los principios de soberanía e integridad territorial de los Estados, la no intervención en los asuntos

internos de los

Estados, las

libertades

fundamentales y la dignidad inherente a las personas y de igualdad de derechos y respeto mutuo entre Estados. (Artículo 2) Al enfrentar el problema mundial de las drogas, debe hacerse especial énfasis en su impacto sobre la pobreza y la marginalización, e impulsar la implementación de políticas y acciones que favorezcan la

inclusión

social

y

la

reducción

de

esas

vulnerabilidades. No llegan tan lejos como la Comisión Global, pero empieza a desplazar el énfasis hacia un enfoque más social. Así, vemos cómo en los últimos años se ha multiplicado la discusión de más alto nivel y casi la mitad de los estados de Estados Unidos permiten el uso de marihuana con fines medicinales o está 37

despenalizado, y en noviembre de 2012, los estados de Colorado y Washington aprobaron la legalización de la marihuana para uso recreativo, lo propio hizo Alaska en febrero de 2015. El 10 de diciembre de 2013, Uruguay aprobó una ley que regula el mercado de la marihuana, la

producción

(controlada

por

el

Estado),

la

comercialización, la tenencia y los usos recreativos, medicinales e industriales, convirtiéndose en el primer país del mundo en abandonar el modelo prohibicionista en relación al cannabis. En nuestro país el debate está abierto (sobre todo por las resoluciones judiciales favorables en los casos de SMART y la niña Grace que padece el síndrome de Lenox-Gastaut y le recetan una medicina con cannabidiol) y es probable que haya cambios en el mediano plazo. En el siguiente capítulo analizaremos algunos de los principales abordajes para atender el tema de las drogas.

38

Principales abordajes al tema de drogas JUAN MACHÍN A continuación veremos los principales enfoques, presupuestos teóricos y metodológicos de los modelos de atención en prevención de las farmacodependencias en nuestro país. Al hablar de modelos nos referimos a esquemas que sirven para ordenar, en forma sintética y abstracta, elementos de la realidad.8 Estos esquemas tienen, junto a sus principios y métodos explícitos y declarados, un sustrato epistémico e ideológico que la mayoría de las veces no es explícito. Los programas de prevención no necesariamente se pueden ubicar claramente en uno u otro, a menudo se mezclan, o no poseen todos y cada uno de los elementos que caracterizan cierto modelo. Sin embargo, la utilidad de su uso es permitirnos no perder de vista el bosque por la gran cantidad y diversidad de

A la manera de los tipos ideales cf. WEBER, Max. “Sobre la teoría de las ciencias sociales”. Península. Barcelona, España. 1971. pp. 60-65 8

39

árboles, entender las lógicas y estructuras que están más allá de las especificidades. Los supuestos básicos que sustentan a los principales modelos de prevención de las farmacodependencias se orientan en gran medida según:

a) La concepción que se tiene de la droga: substancia

mágica,

contaminante,

médium

sociocultural, algo equiparable a un virus, peste, etcétera. b) La concepción que se tiene del consumo sustancias

psicoactivas:

enfermedad,

vicio,

adicción, problema de salud pública, problema social, argumento político, construcción sociocultural,

actividad

recreativa,

autocuidado,

etcétera. c) La concepción que se tiene de la persona que consume

sustancias

psicoactivas:

vicioso,

criminal, enfermo, ser humano que sufre, persona que gestiona su placer, etcétera. d) La concepción que se tiene de la misión: reprimir, castigar, excluir, curar, rehabilitar, reintegrar, acompañar, escuchar, orientar, etcétera. e) La concepción que se tiene del nivel en el que se tiene que actuar: persona, grupo, familia, red(es) 40

social(es), comunidad, municipio, estado, país, mundo entero. Tradicionalmente, se habla de cuatro modelos de prevención de las farmacodependencias9 que retoman diferentes supuestos básicos: •

Modelo médico–sanitario



Modelo ético–jurídico



Modelo psico–social



Modelo socio–cultural

Modelo médico–sanitario El modelo médico-sanitario, desde el concepto naturalizado de enfermedad, considera a los fármacos como si fueran "gérmenes" o "virus" (agentes patológicos) que infectan el cuerpo (agente huésped). Así, la prevención se entiende como una defensa ante la amenaza externa que significa la droga, a semejanza de la prevención que

GARCÍA, Roberto. "Estrategias de Prevención: Niveles y Modelos" en García, Jesús et al. "Elementos básicos para promotores juveniles sobre prevención de adicciones". Instituto Mexicano de la Juventud. México, D.F. 2000 9

41

suministra

la

vacunación

en

las

enfermedades

infectocontagiosas. El énfasis está puesto en que los “preventores”

conozcan

la

bioquímica

y

la

neurofisiología de las sustancias (se privilegia la exhaustiva descripción de los efectos de cada sustancia en el organismo), las consecuencias para la salud (detallada enumeración de los trastornos asociados con su consumo, haciendo énfasis en aquellos de carácter crónico, irreversible, incapacitante y letal) y, desde la perspectiva epidemiológica, las distribuciones del consumo, el perfil de los usuarios, las repercusiones en morbilidad y mortalidad. Gran parte de la acción preventiva para padres y madres consiste en brindarles información sobre los síntomas que delaten la “infección”. La consecuencia lógica de estas premisas es el diseño de campañas (el término militar no es casual) de propaganda (el uso de este término tampoco es casual) adversa, basada principalmente en información (a menudo exagerada y sin sustento) sobre los efectos dañinos, información que se esperaba produjera temor 42

en los posibles usuarios, generalmente jóvenes y adolescentes (tampoco por casualidad considerados como los principales blancos de la “enfermedad” y el “contagio”). De esta manera, podemos decir que este modelo se basa por completo en la disuasión, es decir, en la seducción del terror. El temor es considerado el instrumento más eficaz: se advierte a los posibles consumidores de la amenaza que sobre su propia vida representa la sustancia. “La droga o la vida”, “vivir sin drogas es vivir”, “di no las drogas, di sí a la vida” son lemas paradigmáticos en este sentido. No es casualidad que este modelo surgiera en los años sesenta, es decir, en el contexto de la guerra de Vietnam y los movimientos juveniles pacifistas. Así, por ejemplo, Nixon en pleno apogeo de la guerra de Vietnam declara que “el abuso de drogas es el enemigo público número uno de América”.10 En el México de esos años, a menudo se habla del “germen del

10

Citados por ESCOHOTADO, Op. Cit. p. 880.

43

comunismo” que puede infectar a los jóvenes y hay una represión tanto a los jóvenes estudiantes como a los jipitecas (AGUSTÍN, 1990: 234-264). Las evaluaciones que se hicieron de las numerosas campañas que se realizaron siguiendo este modelo en Estados Unidos y en Europa occidental demostraron que contribuyeron a incrementar los índices de consumo en la población juvenil a la cual -se suponía- iban dirigidas. Algunas de las razones que se han aducido para este resultado contraproducente son las siguientes: a) La poca credibilidad en los mensajes debido al tono sensacionalista y muy a menudo falso de la información, así como al trato diferenciado dado a las sustancias legales respecto a las ilegales (implicando ante los jóvenes una muestra más de la hipocresía del mundo adulto) y el envío de dobles mensajes, contradictorios entre sí (como el affaire derivado del asesinato de Paco Stanley [TV Azteca]). b) Las diferentes respuestas que presentan los jóvenes y adolescentes ante el peligro y la 44

creencia generalizada que se les atribuye de sentirse inmortales e inmunes. c) La curiosidad y el deseo de experimentar que se despiertan en los jóvenes y adolescentes al hablarles

de

los

efectos

misteriosos

y

espectaculares que les dicen tienen los fármacos. A pesar de que este modelo muy pronto mostró sus deficiencias (al grado de que la UNESCO, por ejemplo, acuñó el lema: “el problema de las drogas crece al hablar de él”)11 sigue siendo la base de muchos de los esfuerzos que se realizan tanto a nivel gubernamental como paragubernamental o no gubernamental. Así, por ejemplo, la Fundación Azteca promueve la campaña “Vive sin drogas” (la cual afirma que “hasta la fecha es la campaña antidrogas más importante que se ha llevado a cabo en México”, sin importarle contravenir en sus spots televisivos la norma oficial mexicana NOM– 028)12 que tiene por objetivo: “educar a la sociedad mexicana, particularmente a los jóvenes, sobre los daños

Citada por GARCÍA LIÑÁN, Carmen. “Mariguana”. Serie “Qué son las drogas”. Árbol Editorial. México, D.F. 1990. p. 79. 12 FUNDACIÓN AZTECA. Folleto promocional, Fundación Azteca, s/f, p. 9 (el subrayado es nuestro) 11

45

físicos que se derivan del consumo de drogas y también cómo evitar caer en la tentación del consumo”; para lograr su propósito de reducir el consumo de drogas en México, “Vive sin drogas crea conciencia sobre los riesgos que representan las drogas con su campaña publicitaria masiva”.13 Por la simplicidad de este modelo y como las premisas de las que parte son funcionales al sistema social capitalista, cientificista, patriarcal (por ejemplo, el presupuesto del sujeto cartesiano que siempre realiza una “elección racional” sopesando riesgos/beneficios), este modelo no ha desaparecido y, en cambio, ha evolucionado. Como gran parte de las críticas a este modelo se centraron en el carácter sensacionalista y exagerado de la información, los defensores de este modelo proponen el empleo de información “objetiva y realista”, “fidedigna” en una palabra (si tal cosa puede existir independientemente del transmisor, el receptor, los canales de transmisión, la forma, el medio, los

13

Ídem (el subrayado es nuestro)

46

mensajes implícitos, etcétera).14 Otra vertiente de evolución de este modelo ha consistido en el cambio de las formas y mecanismos de transmisión de la información: así se ha ido pasando de programas de orientación no interactiva (presentaciones escolarizadas, con maestros como conductores–expositores, enfocados en el conocimiento individual,

altamente

estructurados

y

con

una

participación pasiva de los jóvenes), a programas interactivos (empleando técnicas grupales, con maestros como facilitadores y los jóvenes asumiendo diversos roles, enfocados en el proceso grupal y la experiencia grupal, estructuras limitadas, participación activa).15 Sin embargo, los programas que superan el paradigma “bancario”16 de la enseñanza puede ser más efectivos

Cf. SÁNCHEZ, Jesús. “Los medios de comunicación social ante el fenómeno de la drogodependencia” en “El fenómeno social de las drogodependencias”. Revista de estudios de juventud. No. 40. Centro de estudios, formación e información de Juventud –Instituto de la Juventud. España. Octubre 1997. pp. 72-76 15 Esquema tomado de TOBLER, Nancy. “Meta-Analysis of Adolescent Drug Prevention Programs: Results of the 1993 Meta-Analysis” en BUKOSKI, William (ed.). “Metanalysis of drug abuse prevention programs”. National Institute on Drug Abuse. Research Monograph series. No. 170. U.S.A. 1997 16 Freire, Paulo. Pedagogía del Oprimido. Siglo XXI. México. 14

47

para la adquisición de conocimientos, pero este conocimiento no es suficiente para prevenir el consumo de fármacos. Así, por ejemplo, las campañas contra el tabaquismo han demostrado la ineficacia de este tipo de enfoque: todos los consumidores pueden saber (tener la información “objetiva y realista”) los riesgos y efectos nocivos que tiene el tabaquismo (por ejemplo, que: “fumar durante el embarazo, aumenta el riesgo de parto prematuro y de bajo peso en el recién nacido”, “este producto es nocivo para la salud”, “fumar puede causar cáncer” “Este producto contiene NICOTINA. La nicotina es una sustancia altamente psicoadictiva”, “este producto puede contener AMONIACO. Sustancia tóxica que facilita la absorción de nicotina, manteniendo la adicción”, “Este producto puede contener PLOMO. Metal tóxico para el cerebro”, “Fumando te buscas una muerte lenta y dolorosa”, hasta las pictogramas actuales con fotos de bebés y ratones muertos, personas intubadas o con cáncer, etcétera, cuya inclusión es obligatoria desde septiembre de 2010) y, sin embargo, 48

muy pocos dejan de fumar y el número de nuevos consumidores no deja de aumentar. Incluso, hasta muy recientemente, las personas con mayor índice de tabaquismo se encontraban entre los médicos, en especial,

aquellos

relacionados

con

oncología

y

enfermedades respiratorias.17 ¿Dónde queda el supuesto de la “elección racional”? En cambio, medidas como aumentar los impuestos de los cigarros o las bebidas alcohólicas que han demostrado ser muy efectivas para disminuir el consumo son sistemáticamente limitadas y bloqueadas por el cabildeo de las industrias tabacalera y del

alcohol,

con

la

complicidad

de

diferentes

legisladores.

Ponencia del Comisionado Nacional, Lic. Ernesto Enríquez Rubio, durante la reunión de Coordinación interinstitucional organizada por el Instituto Mexicano de la Juventud, Conadic y la Coalición de Organizaciones Juveniles para la Prevención de las Adicciones realizado en la Ciudad de México el 16 de agosto de 2000. 17

49

Modelo ético–jurídico El llamado modelo ético-jurídico está centrado en la definición, clasificación y regulación legal de las drogas y

todas

las

actividades

con

ellas

relacionadas:

producción, distribución, consumo, etcétera. Construye el “problema droga” desde una aparente defensa del orden social, definiendo a las drogas ilícitas como el agente causal de la trasgresión. Como las drogas son el agente activo, el consumidor no es culpable sino una víctima, un enfermo (cruzando el aspecto jurídico con el sanitario, en una combinación funcional legitimadora de ambos) que se debe canalizar para su tratamiento; los delincuentes, victimarios, son los que producen y trafican con las drogas. Pero, como la diferencia entre poseer una cantidad de droga para consumir o para traficar

es

muy

tenue,

la

frontera

entre

víctima/victimario es saltada frecuentemente por las fuerzas del orden (más adelante retomamos este problema). El bien jurídico tutelado es la salud de la colectividad, la salud pública: quien produce, trafica, 50

etcétera, comete delitos contra la salud, tipificados por el Código Penal Federal como “Delitos contra la salud” y son clasificados de la siguiente manera:

a) Según la conducta del agente: puede ser de acción o de omisión. Por acción, tenemos los delitos

de

producir,

transportar,

traficar,

suministrar o prescribir un narcótico sin la autorización debida. Por omisión, los delitos de permitir, autorizar o tolerar cualesquiera de las conductas señaladas por parte de un servidor público en el ejercicio de sus funciones. b) Según el resultado (si producen o no un resultado objetivo o material), el daño que causan (que causan un daño directo y efectivo al bien jurídico –de lesión- o que lo ponen en peligro –de peligro), su duración (instantáneos, permanentes,

continuados),

su

forma

de

persecución (de oficio o por querella). Los delitos contra la salud son formales, de peligro y se persiguen de oficio. Como mencionamos antes, se supone que la persona que consume no es delincuente pero el modelo ético jurídico (eje del prohibicionismo), propicia su criminalización y 51

se vuelve una perversa profecía que se auto-cumple. Un ejemplo paradigmático fue el cambio, a través de la llamada ley del narcomenudeo aprobada en 2009, que resolvía la indefinición de la ley anterior que dejaba a criterio de la autoridad las cantidades máximas de posesión de cada sustancia psicoactiva que pueden ser consideradas como dosis para inmediato consumo personal y, por lo tanto, no son punibles con penas de prisión, a través de una “Tabla de Orientación de Dosis Máximas y Consumo Personal”. Al rebasar esas cantidades máximas, la posesión es considerada como narcomenudeo y queda en el ámbito de competencia de los Estados. Cuando la posesión es 1000 veces más lo establecido en la tabla, se considera narcotráfico y queda en el ámbito de competencia federal. Sin embargo, las dosis máximas de consumo son absurdas y, en realidad se ha convertido en una forma disfrazada de penalizar el consumo personal: así, por ejemplo, mientras que en el mercado la cocaína se vende por gramo (la famosa “grapa”) la dosis máxima definida en la tabla es medio 52

gramo: una persona que compre la dosis mínima de cocaína disponible en el mercado puede ser detenida, acusada de ser narcomenudista. Carlos Zamudio, integrante de CUPIHD y formador en CAFAC realizó un estudio sobre esta ley (descargable en internet: http://idpc.net/es/publications/2011/03/mexico–y–su–ley– contra–el–narcomenudeo) y llega a las siguientes conclusiones y recomendaciones: “En su contenido, la ‘Ley contra el narcomenudeo’ limita la discrecionalidad de las autoridades para discernir entre consumidores y narcomenudistas, pero las disposiciones implican la posibilidad de que simples consumidores sean tratados como delincuentes, pues sugiere que quienes sean encontrados en posesión de cantidades mayores a las indicadas sean castigados con cárcel, incluso cuando dicha cantidad no sea para su comercialización. Por otra parte, la discrecionalidad se mantiene en cómo obligarán a recibir tratamiento a quienes sean sorprendidos con cantidades de drogas en el margen de lo establecido por las nuevas disposiciones. Esta situación puede derivar, por un lado, en un agravamiento de la saturación del sistema penitenciario nacional. De hecho, es en argumentos de este tipo donde algunos gobiernos locales sostienen su indisposición a homologar las 53

reformas. Por tanto, se recomienda que los gobiernos locales establezcan penas alternativas a la privación de la libertad. Una de las opciones que se sugieren son las penas educativas, ya que están previstas en la Constitución mexicana y no contravienen ninguna de las convenciones ni tratados suscritos. Asimismo, las penas que involucran el trabajo comunitario son una alternativa que suele tener buenos resultados ya que incorporan elementos de la justicia restaurativa. Por otro lado, las penas de cárcel por posesión de pequeñas cantidades de drogas pueden conducir a que policías corruptos las usen como argumento para amedrentar a los consumidores sorprendidos en posesión de cantidades dentro del límite establecido. Una recomendación importante sería entonces la incorporación de medidas que inhiban la extorsión de consumidores por parte de agentes estatales y, a la par, el sentimiento de exclusión de quienes son víctimas de ese abuso de poder. En ese sentido, correspondería a los organismos de derechos humanos habilitar opciones que hagan valer los derechos de los consumidores y que, por tanto, incidan en su inclusión en la sociedad. Por último, una recomendación ya repetida por múltiples voces sería invertir una mayor proporción de los recursos usados en programas de seguridad en programas de salud pública, pues mientras mayor sea la proporción de recursos invertida en la reducción de la demanda y 54

tratamiento de adicciones, menor será la necesidad de invertir en represión.” Como el modelo está centrado en los aspectos legales y

de control social, las actividades de prevención derivadas se enfocan, por ejemplo, en la represión del narcotráfico, la fiscalización de la producción y la distribución, la determinación de las penas por la producción, venta y consumo de drogas ilícitas, el establecimiento de convenios y acuerdos internacionales de lucha contra las drogas. A similitud del modelo médico-sanitario la prevención, (en sus dos vertientes de reducción de la oferta y de la demanda) se basa en campañas de propaganda adversa, basada en un primer momento en información sobre las consecuencias jurídicas de ciertas conductas, información que se espera produzca temor en los posibles usuarios/delincuentes: quien se meta con las drogas no pierde la vida (¡aunque en el contexto de guerra actual sí puede perderla!), pero sí la libertad, por la aplicación de castigos muy severos, la mayoría de las veces desproporcionados (PÉREZ, 2012) (en algunos casos, por ejemplo, un narcotraficante de 55

poca monta puede purgar una pena más larga que la de un homicida) y un abuso de la detención preventiva para los sospechosos de delitos de drogas (a menudo la detención puede prolongarse incluso durante años sin que su situación se resuelva; en México, hay un período hasta 80 días durante el cual el acusado puede ser detenido (arraigo) sin cargos formales), así como de aplicación muy desigual en términos de clase social, raza o sexo. Existen numerosas evidencias que el peso de esta legislación ha caído con mayor fuerza entre los sectores más vulnerables: personas de poca educación, pobres, desempleados o con trabajos informales, extranjeros, mujeres (se les dan condenas hasta 30% más largas que a un hombre por el mismo delito). El costo humano y económico,

así

como

las

repercusiones

del

encarcelamiento en sus propias vidas, sus familias, sus comunidades y en el país, ha sido enorme e inútil. Recomendamos especialmente el estudio de WOLA y TNI (METAAL, Youngers: 2010) para profundizar en este tema. Apoyados en el así denominado derecho penal 56

máximo, se espera que este sistema de represión tenga efectos intimidatorios; sin embargo, la realidad es que este modelo ha sido un fracaso histórico mundial, que actualmente está haciendo agua por todos lados, principalmente en nuestro continente: no ha logrado disminuir el consumo pero sí ha producido una sobresaturación de tribunales y cárceles por la criminalización de usuarios y pequeños traficantes, especialmente trágico en el caso de mujeres (sufrimiento de decenas de miles de personas encarceladas por pequeños delitos de drogas o por su simple posesión, sufrimiento de las familias, en especial, de las mujeres). El ejemplo paradigmático lo representa EU, que durante los primeros 70 años del siglo veinte, tuvo una tasa de encarcelamiento bastante estable, con aproximadamente 100 por cada 100,000 personas. Durante los 35 años siguientes se ha ido acelerando esa tasa, llegando a casi 500 por 100,000 en 2005, más de 700 por 100,000 en 2007 y, en 2009, 756 personas encarceladas por cada 100,000 habitantes (BEWLEY–TAYLOR 57

ET AL.

2009: 6), que es la

mayor tasa en el mundo. De esos, 53% del fuero federal y 19.5% del estatal son por delitos relacionados con drogas ilegales: casi 82% esos arrestos fueron por posesión, y poco más de 42% fueron por posesión de mariguana. Los arrestos por drogas se han triplicado en los últimos 25 años: de poco más de 580,000 en 1980 a más de 1, 800,000 en 2005 (MAUER & KING, 2007). El incremento más importante en el porcentaje de arrestos se concentra en los relacionados a la posesión de mariguana, la mayoría individuos no violentos. Además son claros sesgos raciales y sociales de la población encarcelada: entre 1985 y 1995, hubo un incremento de 200% en el número de encarcelamiento de mujeres, la mayoría por delitos no violentos y afroamericanas (BUSH–BASKETTE, 1999). Predominantemente las minorías están sobre representadas en los arrestos por venta de drogas: por ejemplo, en 2005, el 44.8% de los prisioneros eran negros, 20.2% hispanos y 28.5% blancos, cuando los negros representan sólo 12.85% de la población general, 58

los hispanos el 15.1% y los blancos el 79.96%. Los afroamericanos representan el 14% de los usuarios de mariguana en la población general pero el 30% de los arrestos (KING & MAUER, 2005). En México, la tasa también es alta (202 por cada 100,000) y más de la mitad son por delitos relacionados con drogas ilegales.18 De esta manera, podemos decir que este modelo también se basa por completo en la seducción del terror, en la llamada, por Escohotado, “Farmacracia” y el poder que el Estado se arroga para tutelar el “juicio y el estado de ánimo”, en la actitud paternalista que la Suprema Corte de Justicia recién criticó en un fallo histórico el 4 de noviembre de 2015 a favor de la Sociedad Mexicana de Autoconsumo Responsable y Tolerante (SMART). Cuando no funciona (que es siempre, porque se proponen objetivos por sí mismos utópicos, en el delirio de la

Fuente: Anexo Estadístico del Quinto Informe de Gobierno, p. 406 (http://quinto.informe.gob.mx/archivos/anexo_estadistico/pdf/est_x_ ent_estado_de_derecho.pdf, consulta 2 de agosto de 2012) 18

59

omnipotencia, como “acabar en todos los países con todas las dependencias y con todas las drogas”) se pasa, simplemente, de la seducción del terror al terror mismo: la represión policial-militar con todo el peso de la ley. Y del terror se pasa fácilmente al terrorismo: un caso paradigmático lo constituyeron Los Zetas, formados por los grupos de élite del Ejército Mexicano (Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales, Grupo Anfibio de Fuerzas Especiales y de la Brigada de Fusileros Paracaidistas), egresados de la nefasta ‘Escuela de las Américas’, donde les entrenaron como terroristas y en cuanto regresaron a territorio mexicano se incorporaron al crimen organizado, primero con la organización del Golfo, luego de manera independiente, escalando los niveles de violencia en el país (hecho que estableció como aún más insostenibles las declaraciones del presidente Calderón, quien que adujo como principal razón para meter al ejército a la guerra contra las drogas que era la única institución incorruptible). La violencia en México a raíz de eso ha alcanzado niveles 60

abominables, que no se pueden calificar de dementes porque como escribe Johann Hari (citando Philippe Bougois): “la prohibición… crea un sistema en el que la violencia más loca y sádica tiene una lógica funcional y sana. Porque es necesaria. Porque es recompensada”. Independientemente de las suspicacias que nos genera el hecho de que la infausta Escuela de las Américas sea quien haya entrenado a este grupo criminal.19 En México, prácticamente ninguna organización civil se fundamenta en este modelo, aunque las actividades de todas se encuentran reguladas por el marco jurídico que de él emana y para algunas sea perfectamente funcional (como la campaña mencionada de Fundación Azteca). Al contrario, diversos grupos y procesos nacionales de articulación en red se han planteado como uno de sus objetivos el incidir en la definición de nuevas políticas públicas en la materia, en un sentido completamente diferente del actual.

Otro factor para esa escalada de violencia es la liberación fáctica del tráfico de armas a nuestro país de parte de Estados Unidos, puesto en evidencia en la fallida operación Rápido y Furioso. 19

61

Podemos

fácilmente

comprender

que

este

modelo forma la otra pierna de la estrategia hegemónica de combate a las drogas, junto con el médico-sanitario, al que le da el marco jurídico-legal que lo sostiene y aquél le da la legitimidad que una apariencia de cientificidad le confiere (ahora muy fundamentada en el uso exacerbado de la imagenología médica). La estrategia dominante de los gobiernos está basada en estos modelos, no obstante las evidencias históricas de su ineficacia.20 Ante la sociedad esta estrategia mantiene cierta credibilidad porque también se expresa con un razonamiento bastante simple (simplista en realidad) y claro que, en síntesis, afirma que hay que hacer dos cosas para eliminar los daños de la droga: disuadir el consumo cuando existe droga y reprimirlo cuando se da. Así, a la mayoría de la gente le suena como una buena idea y desconoce que, en la práctica, saber los daños que

20

Cf. Por ejemplo, ESCOHOTADO. Op. Cit. pp. 1144-1146.

62

causan las drogas (fisiológicos, sociales, penales, etcétera) no tienen efectos de aliciente para interrumpir la experiencia misma o para no emprenderla. Esta hipótesis es el fruto de cuatro errores de percepción macroscópica cultural y científica.21 El primero, que ya analizamos en relación al modelo médico-sanitario, supone que la conducta humana es condicionada totalmente por la racionalidad de la cultura dominante. El

segundo

error

es

considerar

que

la

drogadicción está determinada exclusivamente por los factores bioquímicos de las sustancias y por la falta de las sanciones “suficientes” que obliguen a rechazarlas. Sabemos que el placer dado por las sustancias integra efectos bioquímicos, pero también elementos simbólicos y rituales que intervienen en procesos de construcción de identidad y pertenencia (independientemente del Basados en MERLO, Roberto. “La prevención como estrategia de desarrollo en las comunidades y reducción de los daños derivados del consumo de droga” en “Prevención, reducción del daño y cura de las farmacodependencias. Experiencias y reflexiones de un proyecto de investigación en la acción”. Cáritas Arquidiócesis de México, Hogar Integral de Juventud, Cejuv, Cultura Joven. México, D.F. 1999. pp. 58-59. 21

63

sentido positivo o negativo que se les pueda asignar). Así, el intento de “quitar placer” al consumo mediante la estigmatización y criminalización del consumidor, produce muy a menudo el efecto de reforzar la misma identidad, pertenencia y placer.22 Además, el miedo a ciertas consecuencias ciertamente funciona como un mecanismo de confirmación de que estamos en lo justo; por eso, quien nunca abusará de drogas le parecen oportunas y eficaces estas campañas, porque, entre otras cosas, ayudan a delimitar las diferencias entre el “sí normal” y el “sí” que se le atribuye a la desviación. Pero, como ya mencionamos, para el “sí” desviante tienen el efecto de confirmar su representación y reforzar su identidad, no cambiarla. De esta manera, estas campañas producen estigmatización, no prevención. El error está en el hecho de pensar que aplicar un estigma Presidenza del Consiglio dei Ministri. Labos "comunicazione e droga" vol. 1, 2 y 3 años 1985, 1986, Roma; BERGERET, Jean. "Chi é tossicomane". DEDALO, Bari, 1983; MARTIGNONI, Graziano. "A como Alice", ANTENNA Alice, BELLINZONA, 1986, 5) E. GIUS "condizione giovanile e droga" Prov. autinima di Trento, 1979; L. ZOJA "nascere non basta"; R. CORTINA, Milano, 1985, G. MARTIGNONi "seduzioni di normalitá Alice, BELLINZONA, 1990. 22

64

sea un procedimiento que puede funcionar de cualquier manera y sobre cualquier persona. Los defensores de esta política ponen el ejemplo de la aplicación en Europa del estigma social para los fumadores. Es cierto que la estigmatización ha producido una disminución del tabaquismo. Pero, en este caso, el estigma funciona en las personas para quienes tiene sentido la pertenencia a un mundo de “normalidad” pero, obviamente, no funciona cuando se trata de personas para quienes tiene sentido la pertenencia a un mundo “desviante”. Y la amenaza del mensaje de: “si aún quieres pertenecer al mundo de normalidad, deja la droga”, no tiene ningún sentido. El tercer error supone que los individuos son receptivos a los mensajes centrados en el riesgo de poder morir (explícitos en la estrategia de la seducción del terror). Gracias a diversas investigaciones, se sabe que la percepción que tiene el farmacodependiente de la muerte es vivida tanto como una experiencia pasada (y a menudo borrada), como una forma de encanto 65

(paradójicamente, desafiar la muerte es una de las maneras como las personas y las culturas celebran la vida). La amenaza de muerte, de esta forma, no logra ser disuasiva para las personas que intentan sentirse vivas.23 El cuarto error consiste en ignorar (porque no es congruente

con

sus

deseos

disuasivos)

que

la

farmacodependencia también es, como nos dice Merlo,24 “una construcción social, un mito, una de las formas posibles de la dependencia (elemento esencial para cada vida y cultura), un idioma simbólico e históricamente una necesidad social, un mercado, etcétera. Por esta razón es un fenómeno hipercomplejo, que como tal no puede ser ‘eliminado’, sino que puede ser cuando mucho, en parte, gobernado; fenómeno sobre el cual, simplificaciones, como las de las campañas o de las formas de disuasión de masa, no tienen efecto”.

Consultar entre otros E. GIUS “Condizione giovanile e droga” Provincia Autonoma di Tranto, 1979; Luigi ZOJA “Nascere non basta” Raffaello CORTINA, Milano, 1985; G. MARTIGNONI “Seduzioni di normalitá” Alice, BELLINZONA, 1990 24 Cf. MERLO, Roberto. Op. Cit. 23

66

Modelo psico–social Ante las notorias deficiencias de los modelos anteriores, se han desarrollado modelos alternativos, con hipótesis menos simplistas, como el modelo psico-social (que veremos en este apartado) y el socio-cultural (que veremos en el siguiente apartado). El modelo psicosocial desplaza la atención hacia el interior y el ambiente próximo del individuo (la familia, el grupo de pares). Concibe a la farmacodependencia como un problema de personas que no cuentan con las capacidades individuales y sociales adecuadas. Así, el contexto inmediato del individuo puede actuar tanto como factor patogénico como agente de protección. Desde esta perspectiva, no se distingue entre tipos de drogas (según su estatus farmacológico o legal), puesto que lo importante es el tipo de relación que el individuo establece con la sustancia. Y, de esta forma, distingue entre uso (experimental, ocasional, controlado), abuso y

67

dependencia. 25 No se centra en la información sino en la formación de actitudes de autocuidado y comportamientos que lleven a un mejoramiento de las relaciones interpersonales (prevención inespecífica y primordial), es decir, en una educación, mediante programas alternativos de actividades, para la salud integral y el desarrollo humano y personal. La farmacodependencia se presenta como consecuencia de trastornos de la conducta, como una forma de satisfacer alguna necesidad del individuo o de resolver un conflicto. Este modelo busca promover patrones o estilos de vida “sanos” y valores de autocuidado que eviten el consumo de sustancias. Existen

dos

grandes

bases

empíricas

de

este

acercamiento: a) el análisis de los casos de las personas en tratamiento.

El trastorno por consumo de sustancias se incorpora en el DSM-5 (versión 5 (la más reciente) del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) para agrupar los trastornos por abuso de sustancias y la dependencia de sustancias. 25

68

b) el análisis, desde una perspectiva psicosocial de los factores de riesgo y/o protección, de los datos epidemiológicos. A. Del análisis de los casos de las personas en tratamiento,

en

las

reconstrucciones

anamnésicas, se han detectado organizaciones de personalidad que se manifiestan en edad precoz (trastornos de la infancia y de la adolescencia) 26: trastorno

de

déficit

de

atención

con

hiperactividad, disocial, negativista desafiante, de comportamiento perturbador, de ansiedad por separación, reactivo de la vinculación de la infancia, trastorno de personalidad por evitación y trastorno de personalidad por dependencia.27 Obviamente, estas conductas son como el elemento visible que sirven para significar un mundo interior de sufrimiento y de falsas soluciones. Según este modelo, actuar sobre estos trastornos nos permitiría prevenir posteriores conductas que lleven a una persona a una

Referidos por el DSMIV Referidos por MILANESE, Efrem. “Las farmacodependencias: prevención, reducción del daño, cura y rehabilitación psicosocial en una perspectiva de comunidad” en “Prevención, reducción del daño y cura de las farmacodependencias. Experiencias y reflexiones de un proyecto de investigación en la acción”. Cáritas Arquidiócesis de México, Hogar Integral de Juventud, Cejuv, Cultura Joven. México, D.F. 1999 26 27

69

situación de farmacodependencia. Aunque es importante hacer una advertencia: el hecho de que manifestaciones de estos trastornos se observen en la infancia o adolescencia no significa que ineluctablemente se desarrolle farmacodependencia con posterioridad. Pensar de esta manera, sería reducir procesos muy complejos a una lógica de causalidad lineal simplista y absolutamente inoperante. Es más se correría el riesgo, en muchos casos, de caer en el mecanismo

de

las

profecías

que

se

autocumplen.28 B. Del

análisis

de

las

investigaciones

epidemiológicas y psicosociales se pueden construir indicadores de riesgo (por ejemplo, el uso de drogas o alcohol entre padres y hermanos, facilidad para conseguir una droga, amigos usuarios, etcétera) y de protección para el consumo de drogas (por ejemplo, aseo y cuidado personal, hablar sobre la sexualidad con seres queridos, uso del condón, etcétera).

28 Cf. MERTON, Robert. “Social Theory

and Social Estructure”. Free Press. New York, U.S.A. 1965. BECKER, Howard. “Outsiders. Sociology of Deviation”. Free Press. New York, U.S.A. 1963

70

Creemos que la experiencia más importante de este modelo, desde el punto de las organizaciones civiles, es el programa denominado “Chimalli”,29 que en náhuatl significa escudo o protección, desarrollado desde 1991 por el Instituto de educación preventiva y atención de riesgos A.C. (INEPAR).30 Decimos que es la experiencia más importante por los siguientes aspectos: a) Es un programa sistematizado que integra la investigación,31 la participación comunitaria y la intervención

en

grupos.

Así

como

un

componente importante de evaluación. b) Su gran difusión y alcance, gracias a la adopción por parte de instancias gubernamentales como los Centros de Estudios del Bachillerato de la Cf. CASTRO, Ma. Elena. “Modelo de prevención de riesgo psicosocial en la adolescencia: Chimalli”. En “Unidos por una sociedad libre de drogas. Contribuciones de expertos en reducción de la demanda de drogas de México y Centroamérica”. Programa de las Naciones Unidas para la Fiscalización Internacional de Drogas. Oficina Regional para México y Centroamérica. México, D.F. 1998. pp. 3-17. CASTRO, Ma. Elena et al. “Modelo de prevención de riesgo psicosocial en la adolescencia, Chimalli”. Pax. México. 1997. CONADIC. “Herramientas para la acción preventiva. Guía de prevención del consumo de drogas”. CONADIC. México. Sin fecha. Pp. 53-57 30 Tomado del texto “Modelo preventivo de riesgos psicosociales en la adolescencia Chimalli”. INEPAR A.C. sin fecha. 31 CASTRO, Ma. Elena. “Investigación preventiva con el modelo Chimalli”. INEPAR. México. 1999 29

71

Secretaría de Educación Pública,32 el Consejo nacional contra las adicciones,33 el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (se está piloteando en municipios de Guerrero, Baja California y San Luis Potosí)34 y diversos gobiernos estatales (Zacatecas, Aguascalientes, Jalisco, San Luis Potosí, Querétaro, Guanajuato)35 y en el DF. Reportan alrededor de 3,000 personas entrenadas para aplicar el programa en escuelas y 200 para aplicarlo en comunidades abiertas.36 c) El énfasis puesto por sus creadores en la transferencia de tecnología social, lo que ha se ha traducido en la creación de gran cantidad de manuales, instrumentos37 y cursos.

CASTRO, Ma. Elena. “Modelo de prevención de riesgo psicosocial en la adolescencia: Chimalli”. p. 9 33 CASTRO, Ma. Elena & Llanes, Jorge. “Construye tu vida sin adicciones. Manual del facilitador. Población objetivo: preadolescentes y adolescentes tempranos”. Conadic. México. 1997 34 Modelo preventivo de riesgos psicosociales en la adolescencia Chimalli. INEPAR A.C. Sin fecha. 35 ídem 36 ídem 37 Por ejemplo, el Inventario Riesgo Protección para Adolescentes (IRPA), Escalas de actitud Chimalli, el Inventario de disposición al cambio de la comunidad (INDICE), el Cuestionario de Habilidades de Protección (CHP). Cf. MARGAIN, Mónica. “IRPA. Instrumento epidemiológico para medir conductas de riesgo-protección en poblaciones adolescentes”. INEPAR A.C. México, 1999 32

72

Los autores del modelo Chimalli, fueron investigadores de once estudios epidemiológicos realizados por sucesivas instancias gubernamentales38 con jóvenes escolarizados y no escolarizados, dos a nivel nacional en 1976 y 1986, y nueve en la ciudad de México y zona metropolitana.39 Con base a los datos obtenidos en los 13 años de estas investigaciones, identificaron los factores de riesgo y protectores en relación a la posibilidad de entrar a la subcultura de la droga.40 A partir de estos datos psicosociales, de la teoría de la Resiliencia41 y de la intervención grupal desarrollaron su modelo Chimalli El Centro Mexicano de Estudios de la Farmacodependencia, creado en 1972 cuyas funciones fueron absorbidas por el Instituto Mexicano de Psiquiatría (en 1979), el IMP y la Secretaría de Educación Pública. 39 CASTRO, Ma. Elena. “Modelo de prevención de riesgo psicosocial en la adolescencia: Chimalli”. p. 5 40 ídem. p. 6 41 La teoría de la resiliencia se desarrolla en los setentas para explicar cómo ciertas personas son capaces de enfrentar exitosamente la adversidad, a partir de la existencia de factores que actúan como protectores o de mecanismos de negociación. Cf. KOTLIARENCO, Ma. Angélica; Cáceres, Irma & Fontecilla, Marcelo. “Estado de Arte en Resiliencia”. Organización Panamericana de la Salud, Fundación W.K. Kellog, Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo, Centro de Estudios y Atención del Niño y la Mujer. 1997. Una crítica profunda a esta teoría es la circularidad tautológica en que a menudo caen sus líneas de razonamiento similares a las que se le hacen a la teoría darwiniana de la evolución. 38

73

que pone énfasis en los factores que protegen (de ahí el nombre de “escudo” en náhuatl) el desarrollo de niños y adolescentes. El modelo tiene por objetivo lograr actitudes y habilidades de protección que los capaciten para enfrentar con éxito el riesgo individual y ambiental a que están expuestos en su entorno. En relación a los modelos anteriores, el modelo psicosocial presenta diversos avances: a) Reconocimiento de que el fenómeno droga es más complejo que lo que suponen los modelos médico–sanitario y ético–jurídico: se resalta la importancia del contexto y se reconocen las diferencias entre individuos. b) Cambio de paradigma en relación al contenido (mensajes persuasivos proactivos, que muestran las ventajas de los estilos de vida “sanos”; en lugar de mensajes disuasivos negativos, que muestran las consecuencias de los estilos de vida “desviados”) y a los métodos (intervenciones sistemáticas,

consistentes,

constantes,

por

períodos de tiempo considerables; en lugar de campañas

masiva

espontáneos;

y

trabajo 74

eventos grupal

esporádicos, participativo,

interactivo, en vez de lecciones o conferencias, etcétera). c) Cambio de paradigma de la comunidad42 (se da el paso de considerarla como receptor pasivo de los

servicios,

la

información,

etcétera,

a

considerarla como sujeto activo con capacidad de planear, instrumentar, etcétera), principalmente mediante la implementación de procesos de transferencia de tecnología social y a la responsabilidad

y

toma

de

decisiones

compartidas. d) Parte de diagnósticos, realiza evaluaciones de sus intervenciones, investiga. Sin embargo, a pesar de estos avances, también es posible realizar una serie de críticas de fondo a este modelo. En primer lugar, podemos aceptar que este modelo tiene una visión más compleja que la de los anteriores, pero no lo suficiente. Así, por ejemplo, José Vila cuestiona al modelo psico–social porque olvida que en el occidente contemporáneo, el uso indebido y abuso de las drogas se asocia, en los jóvenes, a una

CASTRO, Ma. Elena. “Modelo de prevención de riesgo psicosocial en la adolescencia: Chimalli”. p. 4 42

75

manifestación de cultura, de comunicación identitaria, a una manifestación de renuncia y automarginación del sistema, a una filosofía del ocio sin finalidad y sin medida.43 Es decir, que se concentra demasiado en el contexto inmediato de los individuos y deja fuera todo el contexto amplio sociocultural de profundos cambios acelerados que implican hondas crisis de sentido. No se puede concebir, continúa Vila, que las farmacodependencias sean ajenas a fenómenos como el auge de la violencia o la xenofobia. Es decir, que este modelo sigue sin considerar que

la

farmacodependencia

es

el

fenómeno

hipercomplejo del que nos habla Merlo: construcción social, mito, idioma simbólico, una de las muchas formas posibles de la dependencia, una necesidad social, un mercado, etcétera. En segundo lugar, la farmacodependencia también es una catarsis o algo que mucho se acerca a ésta y que

VILA, José. “Prevención escolar en drogodependencias: la asignatura pendiente” en “El fenómeno social de las drogodependencias”. Revista de estudios de juventud. No. 40. Centro de Estudios, Formación e Información de Juventud–Instituto de la Juventud. España. Octubre 1997. pp. 43-45 43

76

se presenta como una buena solución a una disonancia biológica y/o cognitiva percibida como no resoluble,44 que la mueve y la hace persistir. Para quien ya ha experimentado como una “buena” solución el uso de sustancias el modelo psicosocial no le brinda ninguna razón para estimular el cambio. ¿Por qué paraíso tendría que renunciar a algo que le permite solucionar sus problemas? En tercer lugar, gran parte de este modelo proviene de la importación, no de los datos, pero sí de modelos de prevención de EUA.45 Obviamente, estos modelos no cuestionan un sistema social injusto y excluyente. Al contrario, parten del pensamiento funcionalista que busca adaptar o readaptar a los “desviados” a un sistema que funciona bien. Coherentes

Cf. FESTINGER, 1987 Ver, por ejemplo, el citado folleto de CONADIC, “Herramientas para la acción preventiva”, basado en folleto “Preventing Drug Use Among Children and Adolescents. A Research–Based Guide”. National Institute on Drug Abuse. U.S.A. 1997, la campaña antidroga de medios (Office of National Drug Control Policy. “The national youth anti-drug media campaign. Communication Strategy Statement”. U.S.A. 1997), etc. 44 45

77

con este pensamiento, la prevención se entiende como la aplicación de procesos lineales de intervención en las escuelas

y

las

comunidades.

Después

de

una

intervención la comunidad queda “protegida”, pero, como al pasar del tiempo se va debilitando esa protección,46 uno de sus problemas de investigación es el determinar cuántos ciclos de aplicación del modelo se necesitan para que una pequeña comunidad pueda declararse completamente “protegida”.47 La metáfora del escudo es ilustrativa: no se entiende que la farmacodependencia también es construida por la comunidad y deja de lado los procesos de exclusión y marginación que se le asocian. Pervive (si bien matizada en cierta manera) la concepción médico-sanitaria de la amenaza externa de la droga. No por casualidad el

“Al hacer una medición seis meses después de la intervención (de trece semanas) pudo comprobarse que en las respuestas a la escala, que la actitud ganada tendía a desparecer” cf. CASTRO, Ma. Elena. “Investigación preventiva con el modelo Chimalli”. INEPAR. México. 1999 p. 4 47 CASTRO, Ma. Elena. “Estado actual de la prevención en México”. Ponencia presentada en el grupo de trabajo en Prevención durante la Segunda Conferencia Binacional México–Estados Unidos sobre Reducción de la Demanda de Drogas en Tijuana, Baja California. 1999 p.4 46

78

modelo Chimalli (también llamado ecológico)48 se desarrolla

a

partir

de

las

investigaciones

epidemiológicas. La ecuación sanitarista agente (droga) + huésped (individuo) = farmacodependencia, es modificada sustituyendo el agente por el ambiente (factores protectores) + huésped (individuo) = estilo de vida sano. En cuarto lugar, hay que reconocer que no absolutiza

lo

protectores.49

que

se

considera

como

factores

Sin embargo, en la mayoría de los

razonamientos y los manuales pareciera que existe una determinación directa entre factores y conductas. Aunque se recomienda mucho la adaptación para su aplicación a contextos diferentes y se parte de la posibilidad de transferencia de la tecnología, se corre el riesgo de caer en meras “recetas” y la repetición acrítica de prácticas.

CASTRO, Ma. Elena & LLANES, Jorge. Op. Cit. pp. 13-18 CASTRO, Ma. Elena. “Modelo de prevención de riesgo psicosocial en la adolescencia: Chimalli. p. 14. CASTRO, Ma. Elena & LLANES, Jorge. Op. Cit. p. 17 48 49

79

En quinto lugar, el cambio de paradigma de la comunidad es más discursivo que real y corre el riesgo de ser una visión ideológica funcional al neoliberalismo y las recomendaciones de los organismos internacionales. En este sentido, olvida que la farmacodependencia también es una solución muy poderosa para las comunidades.50 Por último, la extensión de un modelo diseñado para comunidades cerradas como las escuelas a comunidades abiertas, es mucho más complejo. Si

bien

presenta

las

limitaciones

que

mencionamos, este modelo ha seguido evolucionando y mejorando.

Ver, por ejemplo, ALMADA, Teresa. “La construcción social de la farmacodependencia: drogas, representaciones sociales y juegos de poder en los barrios de Ciudad Juárez” en “Prevención, reducción del daño y cura de las farmacodependencias. Experiencias y reflexiones de un proyecto de investigación en la acción”. Cáritas Arquidiócesis de México, Hogar Integral de Juventud, Cejuv, Cultura Joven. México, D.F. 1999. pp. 81-93. ALMADA, Teresa & ARROYO, Manuel. “Los barrios de la frontera: drogas, representaciones sociales y juegos de poder” en Revista Jóvenes. Centro de Investigación y Estudios sobre Juventud. Cuarta época, año 1, núm. 4. México, D.F. abril-junio 1997. pp. 60-71 50

80

Modelo socio–cultural El modelo socio–cultural enfoca su atención en el contexto ampliado de los individuos, bajo la premisa de que

las

condiciones

socioeconómicas

(pobreza,

hacinamiento, migración, urbanización, industrialización, desempleo, etcétera) y socioculturales (crisis de sentido, malestar,

movimientos

culturales

e

identidades

juveniles) son las variables importantes que influyen en la aparición de las farmacodependencias, más que en categorías psicológicas. De esta manera, su estrategia de intervención se orienta hacia la Promoción y el Desarrollo Comunitario, es decir, la realización de actividades que mejoren la infraestructura de servicio públicos,

oportunidades

de

estudio

y

empleo,

participación comunitaria, cambio en las estructuras y relaciones sociales, etcétera. El mejoramiento general de las condiciones de vida y la justicia social son los elementos clave de la prevención. Existen diversas organizaciones que se orientan o se han orientado según este modelo. Entre las 81

organizaciones más importantes que han impulsado este tipo de modelo, se encuentra el Centro Juvenil Promoción Integral A.C. (más conocido como el Cejuv). Consideramos que es una experiencia importante por las siguientes razones, entre otras: a) Tiene una experiencia acumulada de más de 30 años y es una referencia nacional obligada en el tema de promoción juvenil en el ámbito de la sociedad civil nacional e internacional. b) Ha

realizado

una

labor

constante

de

sistematización y evaluación de su experiencia. c) Ha

dado

origen

a

procesos

en

varias

comunidades locales del D.F., algunos de ellos actualmente autogestivos en gran medida. d) Ha

acompañado

el surgimiento de

otras

organizaciones en diversas ciudades del país (Cejuver A.C. en Jalapa, Veracruz, Cultura Joven A.C. en Morelos, Casa A.C. en Ciudad Juárez), que a su vez se han vuelto referencias importantes en sus estados. e) Ha producido gran cantidad de material didáctico

y

formado

muchos

agentes

de

promoción juvenil comunitaria. f) Es,

además,

una

organización

que

ha

evolucionado hacia un enfoque de intervención 82

según un modelo más integral que veremos en una próxima sección. El Cejuv tiene como antecedente directo la experiencia de trabajo, a partir de 1982, del Pbro. Manuel Zubillaga con jóvenes, a través del Centro Educativo Juvenil de la Parroquia de la Asunción, en la colonia Merced Gómez, Mixcoac, de la ciudad de México. Esta experiencia, durante los años de 1984 a 1986, se llevó a cabo con la participación del Instituto Mexicano de Estudios Sociales A. C., dirigido por el Dr. Luis Leñero, y el apoyo financiero de la fundación alemana Misereor. La experiencia en esta etapa fue concebida y realizada como proyecto piloto con la finalidad de crear un centro juvenil de autogestión educativa, a través de una metodología de trabajo flexible de servicio comunitario e investigación participativa que fuera respuesta a los requerimientos que la realidad presentaba. De esta forma se logró dar alternativas a dos sectores de la población juvenil de la zona: los grupos parroquiales y las bandas juveniles. Durante la experiencia se generó un proceso educativo de personalización, de integración 83

comunitaria y de servicio comunitario, a partir de actividades tales como un Taller de Sociocultura Mexicana

que

consistía

en

una

investigación

participativa de la realidad de la colonia, reflexiones, conferencias, excursiones, talleres de expresión artística, encuentros, convivencias y un servicio de apoyo para becas. Con las bandas, se realizó una “semana del pandillero”, actividad en la que colaboró el P. Alejandro García

“Chinchachoma”

y

Joaquín

del

Bosque,

fundador de Hogar Integral de Juventud. Trabajo que favoreció la conciencia de sus valores como grupo y dio origen a iniciativas de trabajo como la Brigada Antidroga, cine clubes, campamentos de convivencia entre bandas, capacitación laboral, etcétera. La consolidación de esa primera etapa en el contexto de la Parroquia de la Asunción, tuvo diversos efectos. Se inició el proceso de constituir legalmente al Cejuv

como

Asociación

Civil

y

de

iniciar

la

conformación de un incipiente equipo de jóvenes 84

profesionistas para impulsar la operación del mismo. En esta etapa se abrió también un nuevo y significativo campo al Cejuv a partir de la primera sistematización de la experiencia piloto (“Manual para la formación de un Centro

Juvenil

metodologías

Parroquial”), (principalmente,

así

como

“El

de

Taller

las de

Sociocultura Mexicana”). Por otro lado, el trabajo inicial en la parroquia dio lugar a una acción de comunicación y participación con otras comunidades parroquiales del V decanato de la VI Vicaría arquidiocesana, cuya población juvenil enfrenta una problemática similar y tiene las mismas características en cuanto a formación del joven; las acciones se hicieron extensivas a otras comunidades parroquiales en colonias como Águilas, Cerro del Judío, Guerrero, Tepepan, San Felipe de Jesús y se continuó el trabajo en Merced Gómez. En

1988, se

llevó a

cabo

una

segunda

sistematización de la experiencia compilada en el libro “Juventud y Barrio”, con un aporte teórico muy significativo del Dr. Leñero sobre el sentido del barrio 85

como unidad autogestiva de acción social. En este documento, el Cejuv define su objetivo en los siguientes términos: “Contribuir al desarrollo integral de los sectores más amplios de la población juvenil en México... a fin de que los jóvenes encuentren alternativas para su desarrollo

y

encauzamiento

personal,

asuman

organizadamente su derecho a la participación social y con responsabilidad histórica cooperen a forjar una sociedad mejor”.51 De esta manera queda claro que la perspectiva de abordaje del fenómeno farmacodependencia se inscribe en la necesidad de construir una sociedad alternativa. La conceptualización misma de juventud tiene este sentido socio–cultural y orientado al cambio de

las

estructuras

sociales: “En

las

sociedades

modernas... se crea culturalmente a la Juventud... La modernización en países como el nuestro se vuelve contradictoria. Más aún frustrante, ya que sus beneficios

ZUBILLAGA, Manuel (comp.). “Juventud y Barrio”. Cejuv. México, D.F. 1988. p. 44. 51

86

prometidos sólo lo son para unos cuantos y con altos costos en todos los sentidos...”,52 “Si estructuralmente la juventud como tiempo y oportunidades de promoción, está condicionada, la sociedad civil, desde sus barrios, es capaz de generar espacios que hacen posible la Juventud para los jóvenes mayoritarios, a los que se les ha expropiado ese su derecho”.53 Los jóvenes son, al mismo tiempo considerados agentes dinamizadores de los procesos de promoción comunitaria y destinatarios/ beneficiarios de esos mismos procesos. Se busca, a partir de estos microprocesos, llegar a incidir en el cambio de modelo de desarrollo del país, según una perspectiva más convivencial.54 Para el Cejuv, “la situación crítica en que viven los jóvenes tiene principalmente una causalidad histórica en los sistemas reductivos que ha implicado el modelo de desarrollo que ha seguido el país:

Op. cit. p. 5 Op. cit. p. 6 54 Illich, Iván. “La convivencialidad”. Joaquín Mortiz. México. 1974 52 53

87

industrialismo

(proletarización,

estandarización,

consumismo inútil de unos cuantos, con el desprecio al campo

por

desmedido

casi de

todos), las

urbanismo

ciudades,

(crecimiento

despersonalización,

anonimato creciente, abandono y explotación al campo, destrucción de redes de comunicación e interrelación), burocratismo (ruptura de redes primarias de relación humana, instancias al servicio de un sistema de poder y conveniencias grupales y personales), cientificismo (combate y destrucción de la sabiduría popular, pérdida de la explicación vital del hombre, del ser cotidiano, marginación social)... Todo lo anterior indica la necesidad urgente de buscar otro modelo de desarrollo, pero ¿sobre qué bases se puede revisar y replantear? Esto tiene que ver con la acción social. Acción que significa una solución parcial y que apunta a un modo de encauzar los procesos de las acciones colectivas para que éstas, por sí mismas generen su propio modelo de desarrollo, es decir, apuntalar a la sociedad civil en su fuerza de interrelación grupal propia y por ello actúa en 88

el barrio, porque él es el que hace orgánica a la ciudad e integra a los habitantes inter-familiarmente. Acción que busca rescatar la organicidad natural del vecindaje como fuerza autogestiva. El Cejuv asume la organización comunitaria como una de las posibilidades de expresión y fortalecimiento de la sociedad civil”.55 Para que se pueda dar esta acción se requieren de los siguientes condicionantes: • Investigación de las instancias de barrios susceptibles de unidad de acción, de las necesidades y los recursos de las comunidades. • Investigación en términos de una teoría de la prevención para la definición de una estrategia sobre el sistema social. • Formación de agentes de promoción social, a diferentes

niveles,

desde

el

de

trabajo

voluntario y semivoluntario, al de tipo profesional. pertenecer

Agentes a

la

que

pueden

comunidad

o

no

(promotores

internos o externos).

LANZAGORTA, Tere & MACHÍN, Juan (comps.) “Juventud y Barrio”. Documento base para la 2°. edición, corregida y aumentada. Cejuv. México. 1994 55

89

• Sensibilización y concientización en las redes vecinales. • Promover

en

el

mismo

seno

de

las

comunidades, comités promotores para el encauzamiento de acciones de activación directa: detección de necesidades, fomento de grupos, acciones para superar condiciones de pobreza extrema (cooperativas, asociaciones de ayuda mutua, etcétera), para crear espacios de juventud, etcétera. • Establecer

servicios

especializados

y

de

intercambio Como método de intervención, se propone partir del ciclo cultural del barrio (en función de alguna celebración importante de la comunidad), ya que permite relacionar el trabajo de grupos y el masivo. El ciclo busca despertar el interés de los jóvenes sobre los problemas de la comunidad y de ésta por sus jóvenes, mediante la dinamización de los grupos juveniles y vecinales proyectándolos hacia su comunidad y generando programas de promoción autogestiva, comunitaria y juvenil.

90

El ciclo se divide en una etapa previa de programación (donde se define un objetivo en relación a algún problema juvenil) y tres momentos consecutivos: El primero, de sensibilización del problema a las redes vecinales (grupos de amigos, grupos naturales, de vecinos o familias) y a los líderes de la comunidad. Se detectan simpatizantes y se les invita a participar en los siguientes momentos. En el segundo momento se realiza un trabajo de concientización vecinal y se participa en la celebración de la fiesta comunitaria, reforzando los elementos de concientización. En el último, se realiza una evaluación y se analiza la manera de organizar la puesta en marcha del objetivo, derivando hacia acciones promocionales de respuesta al problema detectado. También supone “disfrutar lo realizado” y un receso. Después de esta sistematización se vivió una etapa de intentos de hacer realidad la experiencia en otras comunidades. Hubo intentos que no se lograron 91

consolidar, esto debido a diversas causas. Por ello, se vio la necesidad de profundizar en los criterios a tener en cuenta para elegir una comunidad. También se empezó a trabajar la idea o necesidad de "diversos modelos de Centro Juvenil de Barrio" ya que un mismo modelo no funciona para diversas comunidades. Finalmente, el Cejuv junto con otras 2 organizaciones empezaron a desarrollar una investigación en la acción que les llevó a crear el meta-modelo ECO2.

92

Introducción al Meta-modelo ECO2 JUAN MACHÍN Una situación a atender El desarrollo del meta–modelo ECO2 respondió precisamente a las deficiencias que existían en el abordaje tradicional al fenómeno de las farmacodependencias, aunque su aplicación se ha extendido ampliamente a otros campos. Entre los principales rasgos de la situación dominante del tratamiento en México que motivaron a desarrollar una propuesta diferente se encontraban los siguientes (adaptados de MILANESE: 1999: 13-15): -

ineficacia

de

las

respuestas

estándar,

caracterizadas por la rigidez y cronicidad de los servicios y las organizaciones; frente a la extrema variabilidad del fenómeno, caracterizado por el ingreso en el mercado de nuevas drogas y de nuevas modalidades y estilos de vida que “definen” el uso y el abuso. -

en la mayoría de los casos, el tratamiento se refiere a personas que se encuentran en situaciones que

93

tienden a la cronicidad (es decir, por un periodo superior a 5 años). -

la mayoría de los farmacodependientes viven el mismo proceso de rehabilitación múltiples veces, hasta depender de él y de sus fracasos, volviéndose crónico

en

este

proceso

de

repetición

e

institucionalizando la situación de sufrimiento, y esto está ligado, en particular, a la ausencia de un proyecto que permita una conexión operativa entre las instituciones y los servicios que trabajan con ellos, contribuyendo en transformar una interrupción momentánea en un fracaso del proceso. -

existe un alto índice de fracasos (alrededor del 6570%) que, sin embargo, son negados por las instituciones.

-

la mayoría de los fracasos están ligados a tres tipos de

acontecimientos:

tratamiento

un

equivocado,

diagnóstico el

abandono

y/o o

interrupción del programa, el hecho que los farmacodependientes no expresan directamente su demanda de tratamiento sino que obedecen a una presión social/familiar. -

la alta incidencia de recaídas después de la conclusión del programa terapéutico con éxito (que indica un problema de planteamiento general 94

de la rehabilitación y de la cura, de su evaluación y de su conexión con la vida en la sociedad real). -

La ausencia o deficiencia de evaluación en las intervenciones.

-

la separación teórica, estratégica y metodológica entre la prevención primaria, el tratamiento y la reinserción social.

-

la sumisión teórica y metodológica de la prevención al tratamiento.

-

el contraste, desde el punto de vista del encuadre teórico, entre teorías (por ejemplo, el psicoanálisis) muy eficaces en el plano explicativo y muy ineficaces en el plano terapéutico, u otros acercamiento muy ineficaces en el plano de la comprensión del problema y de las personas y aparentemente muy eficaces en el plano de la reeducación momentánea.

-

la

exclusión

social

asociada

a

las

y

los

consumidores de sustancias psicoactivas, que quedaba fuera del abordaje clásico binario de prevención o tratamiento. -

el abordaje sobre-simplificador de una realidad hipercompleja.

95

Una respuesta basada en la investigación en la acción Una de las propuestas iniciales de abordaje diferente fue des-individualizar y des-patologizar el “síntoma”: reconocer que la población meta de la intervención no eran las personas aisladas y a quienes se les atribuye “el problema” y se les considera “enfermas” (o delincuentes, etcétera), y que comenzamos a denominar “pacientes designados” (en el sentido de que no es que sean sino que así se les designa). Así, pasamos a pensar en términos de redes sociales, comunidad y complejidad. Al plantear el tema de la intervención desde estos términos, se vio la necesidad de realizar un proceso de investigación en la acción para ver cómo trabajar sobre la recontextualización de las farmacodependencias, entre otros elementos de vida cotidiana de una comunidad, sin privilegiar un punto de entrada específico. Gracias a la conjunción en México de cuatro organizaciones de la sociedad civil (OSC)56 con Roberto

Estas organizaciones son: Hogar Integral de Juventud, Centro Juvenil de Promoción Integral, Cultura Joven y Cáritas Arquidiócesis de México 56

96

Merlo y Efrem Milanese (expertos italianos en temas de farmacodependencias y profundos conocedores de la realidad latinoamericana), se tuvo la oportunidad de elaborar un protocolo de investigación de acuerdo a este cambio de abordaje con énfasis en la comunidad. Este proyecto de investigación fue apoyado por Cáritas Alemana, el gobierno alemán y la Unión Europea de 1995 a 1998, con el objetivo inicial de desarrollar un modelo para la prevención, la reducción de daños, el tratamiento

de

farmacodependencias

tanto

en

comunidad terapéutica como en la comunidad local misma, así como para la formación de agentes para estas tareas. Uno de los principales resultados de la investigación fue la conformación de un metamodelo, es decir,

un

modelo

para

elaborar

modelos

de

intervención, que posteriormente se denominó ECO2, como un juego de palabras, a partir de algunos de sus elementos esenciales: Epistemología de la Complejidad (ECO), Ética y Comunitaria (ECO), por lo tanto, (ECO) 97

(ECO), algebraicamente: ECO2. La palabra ECO hace referencia también a la raíz griega que significa “Casa” y está en la etimología de Ecumenismo y Ecología, aludiendo a los procesos de inclusión social que promueve el modelo. “Epistemología de la complejidad”, más que a una teoría determinada y acabada, hace referencia a un metanivel (disciplina o reflexión de segundo orden) que nos brinda la posibilidad de enlazar aportes que diversas ciencias (antropología, sociología, psicología social, psicoanálisis, etcétera) hacen para entender la realidad humana (las personas, los grupos, las comunidades y fenómenos como las farmacodependencias, las situaciones de calle, etcétera). Cada disciplina constituye un sistema de modelos que privilegia una cierta mirada sobre la realidad, por lo que es necesario vincularlas entre sí de manera reticular y transdisciplinaria; más aún, es necesario hacer una crítica epistemológica de cada una y buscar su articulación en un metanivel, a

98

partir de los aportes que la filosofía y las ciencias de la complejidad han hecho. “Ética y Comunitaria”, por otro lado, apuntan a dos de las opciones de base en la intervención: el énfasis en la perspectiva comunitaria, que implica considerar el rol central de la Comunidad como espacio-tiempo (físico pero, sobre todo, relacional y simbólico) productor y reproductor de procesos de inclusión y exclusión, así como actor protagónico de la intervención, y en la perspectiva ética, que implica el respeto irrestricto a la dignidad de las personas y las comunidades, por lo tanto, la promoción de los derechos humanos, y la exigencia de buscar limitar

y contrarrestar los

fenómenos de exclusión y sufrimiento social, de manera profesional, es decir, que se satisfagan criterios de deontología, eficacia, eficiencia, calidad. Implica, así mismo, el reconocimiento y la reflexión, por parte de quienes

intervenimos,

de

nuestras

propias

motivaciones, limitaciones, errores y la necesidad de evaluación y supervisión constante. 99

Actualmente, ECO2 es aplicado por cientos de organizaciones de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú y Uruguay articuladas muchas de ellas en una gran red de redes denominada “Red Americana de Intervención en Situaciones de Sufrimiento Social” (RAISSS). Así mismo, se ha

experimentado de manera

autónoma

en

Bangladesh, Afganistán, India, Pakistán y Rusia. La

participación

organizaciones

y

de

cada

experiencias

una ha

de

estas

enriquecido

enormemente al modelo, utilizándose en una gran variedad de campos de la atención de las situaciones de sufrimiento social como son: personas privadas de libertad, adolescentes en conflicto con la ley penal, personas viviendo con SIDA o VIH+, indígenas migrantes, población callejera, exclusión social grave, violencia de género, etcétera. Así mismo, se han desarrollado políticas públicas en base al modelo en Brasil, Colombia, Costa Rica, México y Uruguay. 100

Meta–modelo ECO2 En esencia el metamodelo ECO2, a partir de un marco teórico y metodológico, consiste en desarrollar un proceso de formación en la relación y en la acción (que sintetizamos, con otro juego de palabras, como rel– acción) de un equipo de agentes sociales para que, en un contexto determinado, se lleve a cabo una investigación en la rel–acción, que permita construir un modelo de intervención sobre algún fenómeno de sufrimiento social específico, en base a un diagnóstico a profundidad y el diseño de una estrategia, así como para contar con elementos para ejecutarla y evaluarla.

Diagrama 1. Estrategia general del metamodelo ECO2

101

Una intervención, según el ECO2, busca, dentro de una comunidad local, desarrollar una estrategia orientada a los siguientes objetivos: a) Disminuir las situaciones de sufrimiento social b) Promover la seguridad y la salud de todas las personas. c) Contrarrestar los procesos de exclusión de la participación de la vida social. d) Aumentar la complejidad efectiva de los sistemas sociales. Los cuatro objetivos son sinérgicos y se encuentran articulados: sufrimiento social es un concepto referido a situaciones que son resultado de relaciones sociales que producen una afectación de la salud (en sentido amplio) y el bienestar de las personas, en general asociadas a procesos de exclusión. El metamodelo ECO2 plantea que el equipo de operadores

realice

una

serie

de

iniciativas

de

investigación en la rel–acción, que permitan producir una organización comunitaria que incluya los siguientes elementos (MILANESE: 2009: 82):

102

1.

diagnóstico de comunidad

2.

diagnóstico de personas

3.

red subjetiva comunitaria

4.

red operativa

5.

red de recursos comunitarios

Por diagnóstico (de comunidad y de personas) entendemos un sistema de información que nos sirva como modelo (de la comunidad y de las personas), es decir, un conjunto de información mínima indispensable que tenga una relación de analogía (de isomorfismo, si es posible) tal que muestre cuáles son las reglas de base que organizan el sistema para poder planear una estrategia de intervención. El modelo ECO2 contempla la organización de la información en el Sistema de Diagnóstico Estratégico (SiDiEs) para cada comunidad, (Milanese, Merlo & Laffay: 2001: 330-363) y el Sistema de Diagnóstico Terapéutico (SiDiTer) para las personas con las que se establece una relación de ayuda. El SiDiEs incluye, además del análisis de la red de líderes de una comunidad, elementos como una breve historia de la comunidad, el sistema de símbolos, ritos y mitos, representaciones sociales sobre ciertos temas, 103

análisis de los conflictos y los fracasos, datos sociológicos, entre otros. La red de los líderes de opinión es una de las formas en que la comunidad local se autoorganiza, principalmente a partir del sistema relacional entre ellos mismos, es decir, la red de los líderes es un modelo de la comunidad, un escenario donde se busca solucionar los conflictos de la comunidad (se pueden resolver de manera simbólica como en las fiestas o, más a menudo, “resolver” negándolos de múltiples formas: proyectándolas en chivos expiatorios, institucionalizándolos, etcétera (MACHÍN: 2000: 53-64)). Por eso el conocimiento detallado de la red de líderes es un elemento fundamental del proceso diagnóstico. La red sujetiva comunitaria es el conjunto de relaciones personales por medio de los cuales el equipo de operadores externos se inserta en la comunidad local, viviendo algunas experiencias típicas de la vida comunitaria. La

red

operativa

la

forman

los

agentes

(operadores externos, promotores de la comunidad y 104

operadores pares (es decir, usuarios de sustancias psicoactivas, trabajadores sexuales, etcétera)) que constituyen el equipo de trabajo. El metamodelo ECO2 propone que esta red trabaje en conformarse como una minoría activa (MOSCOVICI: 1999) y es la responsable de la investigación en la rel-acción y el desarrollo de la estrategia de intervención. Suponemos que esta red, por su formación y organización, está orientada hacia el cambio de la comunidad en el sentido del gradiente de mayor complejidad efectiva (GELL-MANN: 1998), incidiendo principalmente en la modificación de representaciones sociales (MOSCOVICI: 1993) y articulando una red de recursos comunitarios. Por medio de la investigación en la acción estamos en condiciones de evidenciar las situaciones definidas como problemáticas, así como, el capital social actual o potencial que la comunidad posee. Así, partiendo del hecho de que las redes sociales son las mediaciones a través de las cuales la comunidad local se organiza (red de líderes de opinión, redes de recursos comunitarios, redes subjetivas, etcétera), interviniendo 105

en ellas a través de la red subjetiva comunitaria y la red operativa, nosotros propiciamos la reorganización de la comunidad.

106

Propuestas de intervención en situaciones de uso de sustancias psicoactivas ANAYELLI MENDOZA

Actualmente el consumo de sustancias psicoactivas ocupa un lugar importante en el imaginario colectivo57 como uno de los principales “problemas” que amenazan a la población; es decir que más allá de tener un análisis epidemiológico del consumo de sustancias psicoactivas que nos permita sustentar si es así o no, lo que tenemos es una representación social58 del consumo de drogas como un hecho amenazante que ha ido en aumento y del cual debemos protegernos. Si preguntamos en algún contexto escolar o comunitario sobre las principales “problemáticas” del lugar, seguramente enunciarán el Considerando la definición de Edgar Morín de Imaginario Colectivo que responde a un conjunto de mitos, símbolos, formas, 58 Para Moscovici una Representación Social es un sistema de valores, ideas y prácticas con una función doble: en primer lugar, establecer un orden que posibilita a los individuos a orientarse a sí mismos y a controlar el mundo social en el que viven y en segundo lugar, facilitar la comunicación entre los miembros de una comunidad proveyéndoles de un código para nombrar y clasificar los diversos aspectos de su mundo y de su historia individual y grupal. 57

107

consumo de “drogas” entre las y los jóvenes como una temática prioritaria, se habla del consumo de sustancias y de quien las consume como si éstas tuvieran vida propia, y así es común escuchar frases como “cayó en las drogas”, “la droga mata”, “las drogas te atrapan”, “para que las drogas no lleguen a tus hijos” y, proponen entonces sentencias como “Vive tu vida sin adicciones” o “Vivir sin Drogas es Vivir”. Frecuentemente en el mismo imaginario social se asocia el consumo de drogas a la delincuencia, la violencia y las juventudes, obviamente ante esta representación respondemos de manera inmediata y defensiva con acciones irreflexivas y sin sustento científico que no resuelven las problemáticas sino que favorecen la exclusión, la estigmatización, la represión y el miedo, y, por lo tanto, contribuyen

a

construcción

de

situaciones

de

sufrimiento social en las comunidades. A menudo, estas respuestas paradójicamente causan más daños que las drogas mismas.

108

Es por esto, que ante esta representación social del consumo de sustancias psicoactivas y las respuestas que se han dado, que se necesita repensar el enfoque y buscar formas más innovadoras y complejas de intervención que vayan dirigidas a incidir en la modificación de la representación del consumo y no sólo a la eliminación o desaparición de las “drogas” (objetivo de por sí iluso e imposible de conseguir). Se ha comprobado que son las condiciones de exclusión, estigmatización, pobreza, baja calidad de vida, desamor y sufrimiento social (KORMAN & DÍAZ, 1996) las que contribuyen a que una persona establezca una relación problemática con algún tipo de droga y no la droga como tal (ver el experimento llamado ‘Rat park’ de Bruce Alexander y su equipo, por ejemplo). Por ejemplo; un joven puede probar el alcohol en el contexto escolar, pero si cuenta con una buena autoestima, existe comunicación en su familia y una buena aceptación social, la probabilidad de que tenga un problema con el consumo de drogas es menor y si así 109

fuere cuenta con una red de apoyo que podría movilizarse para ayudarle, si por el contrario centramos nuestra atención sólo en la eliminación de la sustancia con acciones como “operación mochila”, criminalización del consumo, saturar de información sobre el daño que las drogas hacen y centrar nuestras acciones sólo en atacar la oferta, estaremos en un proceso interminable y con bajos resultados o peor aun haciendo mucho daño a las y los jóvenes a quienes se supone queremos ayudar. Como parte de las acciones encaminadas a la prevención del uso de sustancias psicoactivas desde el Modelo ECO2, retomamos el uso de las brigadas59 comunitarias y/o escolares, para dar sentido a una serie de elementos que organizan una acción social en contextos comunitarios, responden generalmente a una demanda de ayuda que hace una o más personas de la

Para el diseño de las brigadas se tomó como referencia la propuesta metodológica de las Brigadas Comunitarias implementadas por el Centro Juvenil Promoción Integral A.C., para impulsar acciones con promotores comunitarios en diversas temáticas como; Brigada por los derechos de la banda, Brigada por los derechos de la niñez y la Brigada Anti-droga, entre otras. 59

110

comunidad y surgen a partir de la necesidad de acercar elementos teóricos, metodológicos y prácticos que nos permitan partir de los recursos humanos, materiales y operativos

propios,

para

impulsar

acciones

de

prevención en sus contextos, considerando los sistemas de relaciones como el lugar en donde se construyen las situaciones de sufrimiento y/o de bienestar social. Partimos de que una comunidad, incluso escolar, tiene en sus manos los recursos necesarios para producir sufrimiento y/o bienestar para todos sus integrantes. La brigada sugiere una serie de fases a modo de guía para la realización de acciones en temáticas consideradas de interés para la comunidad, aunque se enfocan en una temática específica, por ejemplo la prevención del uso de sustancias psicoactivas, las acciones están enfocadas en contribuir al incremento de las capacidades de prevención y gestión de la seguridad de toda la comunidad, no sólo de la población consumidora.

111

La brigada incorpora tres elementos básicos para favorecer procesos de prevención y reducción de los riesgos y daños en las comunidades: Provención, es decir, dotar y fortalecer las habilidades y capacidades de las y los actores y grupos. Promoción, o sea, formación de promotores comunitarios que impulsen y garanticen acciones en beneficio de sus comunidades. Protección, es decir, la realización de acciones comunitarias y la generación de mecanismos de atención a situaciones o personas en riesgo.

Incrementar las capacidades y habilidades de las personas La provención,60 es un término que surge asociado a la resolución no violenta de conflictos, para referirse a una fase previa a éstos, se basa en la posibilidad de que las personas y grupos cuenten con más herramientas y habilidades para afrontar las situaciones conflictivas, para lograrlo se busca fortalecer a nivel personal y

Término utilizado por J. Burton para referirse al proceso de proveer a las personas y grupos de habilidades y capacidades para enfrentar un conflicto. 60

112

grupal el conocimiento de sí mismos, el aprecio, la comunicación y la confianza como bases para favorecer la cooperación y resolución de conflictos. Para nosotros la provención también implica un trabajo de red a través del cual buscamos dinamizar las relaciones, resignificar vínculos, hacer eficiente la comunicación, la escucha, la confianza y la empatía, para la contención y el apoyo de las personas que conforman la red, pasar de colocar el “problema” en una persona o actor a una visión en la que toda la red está involucrada en la búsqueda de alternativas y soluciones que den respuesta desde la inclusión y la cooperación.

Formación de Promotores Comunitarios El término Promoción, tiene su origen del latín promotĭo y se refiere a la acción y efecto de promover, que significa iniciar o impulsar un proceso o una cosa, tomar la iniciativa para realizar algo. Como parte de las acciones de promoción, la conformación de un equipo de promotores se basa en la importancia que tiene 113

formar y potencializar pequeñas minorías,61 que puedan retomar e impulsar los procesos de prevención y atención de las situaciones de uso de sustancias psicoactivas en su comunidad. La formación de promotores/as comunitarias para impulsar una brigada de prevención del uso de sustancias psicoactivas contempla dos grandes bloques: 1) Construcción

de

un

equipo

de

promotores (Minoría Activa). 2) Enfoque sobre el fenómeno del uso de sustancias psicoactivas. El primer bloque está encaminado a la sensibilización del equipo promotor desde el enfoque de una minoría que buscará incidir o perturbar en la representación social del consumo de sustancias psicoactivas de la comunidad o un contexto más amplio. Este equipo es el punto de partida para la dinamización de la red

Nos referimos al concepto de minoría activa propuesto por Moscovici, en el cual plantea la posibilidad de que una minoría puede influir en la mayoría, es decir, cambiar sus opiniones en la medida en que su estilo de comportamiento sea consistente, autónomo, rígido y manifieste equidad y esfuerzo, independientemente de su poder o status relativos. 61

114

comunitaria, ya que funcionarán como multiplicadores con sus redes cercanas a ellos, de ahí la importancia de brindarles herramientas que favorezcan el trabajo cooperativo y la comprensión del fenómeno del consumo de sustancias psicoactivas. El

segundo

bloque,

considera

brindar

herramientas a las y los promotores para el desarrollo de acciones preventivas del consumo de sustancias psicoactivas en sus contextos, busca sensibilizar a los actores para construir un marco, lenguaje y objetivos comunes acerca de la temática.

Acciones de integración, contención y dinamización comunitaria Un aspecto importante del proceso de prevención, es el de la protección, el cual se asocia constantemente a una serie de elementos externos de los que echamos mano al momento de exponernos a una situación de riesgo, por ejemplo; usar casco al andar en motocicleta, usar protectores solares al exponernos al sol, etcétera. 115

A diferencia de la provención, que tiene como función potencializar y/o desarrollar las capacidades que un sujeto o que un grupo tiene, para incrementar su capacidad de enfrentarse a situaciones de riesgo, la protección se construye de elementos que están en el entorno y que nos servirán en una situación adversa. Desde luego los elementos y las formas de favorecer la protección pueden ser muy distintas y diversas y/o más o menos efectivas según sea el caso y el contexto en el cual se desarrollan. En el caso de los contextos comunitarios y escolares, apostamos por el desarrollo de actividades de integración y estrategias de protección basadas en la construcción y dinamización de las redes comunitarias, así como en la construcción y operación de protocolos de atención a casos de manera eficaz. El impulso y dinamización de las redes son el primer elemento de protección, al favorecer la integración, contención y el apoyo entre los actores, posteriormente la escucha y la construcción de protocolos de atención a casos, permitirán a los actores, 116

tener mayor claridad ante la detección de situaciones de riesgo y los procedimientos a seguir.

Sugerencias para el diseño de acciones de prevención y reducción de daños y riesgos en la comunidad • Las acciones de la Brigada de prevención de consumo de sustancias, deben identificar los problemas y representaciones sociales específicas de cada comunidad, para actuar sobre ellos, tomando en cuenta que la prevención es local, es decir, que debe estar adaptada a las necesidades y recursos de cada una de las comunidades en las cuales se pretende incidir, ya que en muchas ocasiones se piensa en programas generales que se apliquen por igual en distintos contextos, cuando existen realidades y poblaciones muy distintas. • Evitar reforzar las actitudes de rechazo social a las personas consumidoras de drogas, estas posturas responden más a una lógica política que a una reflexión real de su impacto social, justo estas acciones tan radicales plasmadas en frases como – “Di no a las drogas” “Una manzana podrida,

pudre

a

las

demás”,

etcétera,

contribuyen a la estigmatización de las personas 117

que ya tienen un consumo problemático. Otro elemento importante para reflexionar es el hecho comprobado del efecto que tiene en las y los adolescentes “lo prohibido”, cuando le damos este énfasis al consumo de Droga, lo volvemos algo más atractivo para algunos grupos de la población. Esto no significa considerar que se debe actuar de manera contraria, simplemente se trata

de

no

favorecer

los

procesos

de

estigmatización y rechazo ante las personas que ya consumen. • Fortalecer los factores protectores y debilitar los factores de riesgo. Se define riesgo como un evento o acción asociado a las probabilidades de daño, es decir que buscamos debilitar la posibilidad de un daño. La vulnerabilidad también está ligada a estos conceptos, ya que se considera que una persona está en esta condición cuando se encuentra más expuesta al daño. En este sentido es importante considerar estos factores en distintos niveles; individual, familiar comunitario e institucional. Sin duda elementos como el incremento de la resiliencia y los factores de protección, son indispensables en toda acción preventiva.

118

• Reconocer que el tabaco, el alcohol y los inhalables son sustancias psicoactivas, drogas, así sean legales, debido a que en muchas ocasiones, se hacen separaciones que parten principalmente del desconocimiento, señalando sólo a las drogas ilegales o utilizando frases como el “alcohol y las drogas”, como si se tratara de dos cosas distintas. De hecho, los problemas de salud más importantes en realidad se deben precisamente al tabaco, el alcohol y los inhalables. • No se puede dejar de lado en el momento de planeación de las acciones de prevención y reducción de los riesgos y daños, el ámbito jurídico,

las

drogas

considerando

también

legales aspectos

e

ilegales, sobre

los

derechos de las y los consumidores, como las cantidades

máximas

de

portación,

los

procedimientos legales en caso de detención, etcétera, recordando que nuestras acciones preventivas van dirigidas a todos los actores del contexto. • Y por último, identificar la población a la que van dirigidas nuestras acciones; población general, usuarios de sustancias psicoactivas, jóvenes en situación de riesgo, niños y niñas, etcétera. Para 119

este punto se pueden retomar los niveles de prevención (universal, selectiva e indicada); lo que nos permitirá diseñar acciones más dirigidas, controladas, con un mejor impacto y sobre todo, evitar la realización de acciones erróneas, que lejos de beneficiar causen daño. Nosotros proponemos que existan acciones que vayan dirigidas a toda la población y que estén enfocadas en favorecer la integración, la convivencia y encuentro de todos los actores, centrarnos en crear posibilidades y no en defendernos de amenazas. Otro grupo de acciones pueden ir dirigidas a grupos en riesgo, en donde podemos incorporar además de lo anterior, información o acciones relevantes o focalizadas y por último considerar

acciones

dirigidas

a

grupos

que

se

encuentran en un nivel de riesgo alto o consumo problemático, en el cual además de las acciones anteriores se implementan mecanismos que contribuyan a contar con una atención especializada (canalización), disminuir

los

riesgos

asociados

al

consumo

(estigmatización, exclusión, enfermedades asociadas, etcétera). 120

• Compartir la propuesta de acciones con la comunidad, con fechas y horarios tentativos, además de los materiales y espacios necesarios para llevarlo a cabo, de esta manera se busca contar con el apoyo y validez de la comunidad. • Invitar a todos los actores a involucrarse en alguna

de

las

iniciativas,

si

no

como

promotores/as, se pueden incorporar en la logística, la difusión, etcétera, buscando que se sientan parte de la iniciativa. • Tomar en cuenta los tiempos y espacios que se requerirán durante la iniciativa; si alguna de las actividades propuestas afectará la tarea de una u más personas de la comunidad, es importante informar con tiempo y si es el caso, estar dispuestos a negociar opciones, una iniciativa que se basa en acciones que afecten de una u otra manera a otros actores de la comunidad tiene pocas posibilidades de ser exitosa. En conclusión, es importante reflexionar sobre la conceptualización de la prevención del consumo de drogas, tomando en consideración que estas no son buenas, ni malas, simplemente están presentes en nuestra vida cotidiana. El problema existe cuando la relación que se establece con éstas afecta la vida de la 121

persona y de quienes se encuentran a su alrededor, como en el caso de beber hasta embriagarse y manejar en ese estado. Cuando se presenta un fenómeno como el de las farmacodependencias, es porque hubo un contexto

que

lo

propició,

busquemos

entonces

dinamizar esos contextos para que incrementen sus capacidades de producir bienestar, centremos la mayor parte de nuestras acciones, en crear posibilidades para las personas y los grupos y no sólo en defendernos de las amenazas.

122

¿Qué política de drogas es coherente con el ECO2? JUAN MACHÍN

La política actual de guerra a las drogas ha tenido muchas consecuencias negativas y generado una representación social alarmista y sobre-simplificada del consumo, reduciendo, por ejemplo, las drogas a las drogas ilegales y equiparando sustancias tan distintas como la cannabis o la hoja de coca con la cocaína o la heroína. En base a esta política se han diseñado gran cantidad de programas "preventivos" que buscan disuadir el consumo en base al temor e incluso el terror, pero que han resultado un fracaso e, incluso, han provocado paradójicamente un aumento en el número de personas que consumen, además, de extensos procesos

de

estigmatización,

exclusión

social

y

criminalización. A continuación haremos una breve reflexión sobre algunos principios que deben formar parte integral de una política de atención al consumo de 123

sustancias psicoactivas y que deben considerar a la preservación de la vida y la salud como un derecho primordial, instrumentando una estrategia nacional, cuyo objetivo general debería ser la búsqueda de mejores

niveles

de

“buen

vivir/buen

convivir”

(TORTOSA, 2009) de las personas. No sólo mediante la reducción de la carga de la enfermedad atribuible al consumo de drogas, sino, en primer lugar, con un cambio fundamental de paradigma y enfoque, a través de la promoción del autocuidado y la gestión de los riesgos y daños asociados al consumo de sustancias psicoactivas, especialmente el alcohol y el tabaco, pero también favorecer la inclusión social y la reducción de vulnerabilidades. Como hemos visto antes, en realidad, los verdaderos problemas serios relacionados con el uso de sustancias psicoactivas tienen que ver con algunas de las drogas catalogadas como legales: tabaco, alcohol e inhalables. Sin embargo, a pesar de que estadísticamente el fenómeno del consumo de drogas ilegales es poco 124

relevante (versus el problema del abuso de las drogas legales) en el discurso oficial a menudo éste se presenta como “el” problema de la juventud mexicana. ¿Cómo se puede entender esto? Por la imposición de la lógica de un discurso puritano disfrazado de cientificidad (médico-sanitario, epidemiológico) y legalidad que ha construido potentes representaciones sociales (incluso los mismos jóvenes participan de éstas: por ejemplo, en su rechazo mayoritario a consumir drogas y en su oposición a que no sea delito consumirlas (Pérez Islas, 2002)) simplificadoras de la realidad, que no son sino una máscara del control social, una consecuencia de la mirada persecutoria y represiva dominante impulsada, cuando no impuesta, por E.U.A. como verdadera “cruzada contra las drogas”, en lo que se ha calificado acertadamente como localismo globalizado (UPRIMNY, 2002), en su autodenominado papel de policía del mundo, para criminalizar y perseguir productores, traficantes y drogadictos. Como mencionamos antes, esta política ha sido ineficaz y contraproducente, 125

generando un mayor daño asociado al control del consumo de drogas que el producido por el consumo mismo. La

persistencia

de

estos

modelos

que

(ESCOHOTADO. 1999: 1045) ha denominado el mal permanente y el permanente progreso: “desde su germen hasta su actual florecimiento en organismos internacionales,

interrregionales

y

regionales,

la

doctrina de esta institución presenta un aterrador panorama para cada presente y una inquebrantable adhesión a los métodos del ayer como únicas soluciones”) se explica, en gran medida porque, como han señalado diversos autores, la ‘guerra contra las drogas’ (como la “guerra al terrorismo”, a la que se le pretende asimilar) es una forma de legitimación ideológica tanto de Estados Unidos (AMBOS, 1998: 115133) hace de la defensa de sus intereses geopolíticos (muy claros en los resultados del Plan Colombia y la Iniciativa Mérida), así como de otros gobiernos nacionales, y porque ante el fracaso de esta estrategia, 126

paradójicamente se receta aplicar más de lo mismo, en la lógica lineal de que “más es mejor” y de que “aún no es suficiente” (sin preguntarse jamás cuánto es suficiente y, como no existe una medida que nos lo indique, podemos estar seguros que nunca será suficiente). Esta política es, además, cínica porque los Estados Unidos han empleado el narcotráfico cuando así les ha convenido (LABROUSSE, 1993; ESCOHOTADO, 1999), han lanzado una guerra contra los grandes traficantes de drogas en muchas partes del mundo pero no en su propio territorio; criminalizan, fumigan (con el glifosato, herbicida no selectivo de amplio espectro, que está prohibido en su propio territorio y que la OMS ha señalado

como

cancerígeno)

y

reprimen

a

los

campesinos pobres latinoamericanos y, en su propio país, persiguen y castigan a jóvenes pobres, en especial, negros y latinos, mientras olvidan a las grandes mafias de “cuello blanco” que se benefician del narcotráfico y el lavado de dinero (Yates, 1997) (paradigmático el caso de HSBC que por lavar miles de millones de dólares sólo 127

fue multado pero ningún funcionario fue a la cárcel); son el principal consumidor de droga del mundo y nos exportan su puritanismo fundamentalista. Olvidan que el comercio (legal o no) de drogas fue una piedra angular del Estado moderno y de los imperios coloniales europeos, que el consumismo (incluyendo el de drogas) y sus efectos externos son manifestaciones del giro radical del capitalismo maduro con su creciente interés por el placer y la gratificación emocional, el aumento de malestar y crisis de sentido que le acompañan, etcétera. Por todo lo escrito anteriormente, es importante contemplar también una dimensión política de la prevención y reducción de riesgos y daños, porque, como hemos visto, a menudo y en más de un sentido la política actual de drogas causa más daños a nuestras comunidades y las poblaciones juveniles e infantiles que las drogas mismas. Una política más racional de atención del consumo problemático de drogas tendría que basarse en los siguientes principios: 128

1) El consumo de sustancias psicoactivas es un fenómeno

hipercomplejo

que

no

va

a

desaparecer. Por lo tanto, se debe abordar desde una epistemología de la complejidad (no reducible sólo a un marco de salud y/o de criminalidad) y aprender a convivir con él, por lo tanto, es imprescindible que se incorpore una perspectiva de reducción de riesgos y daños. 2) Las políticas, los programas y las acciones se deben desarrollar a partir de modelos basados en evidencias,

científicamente

socio-culturalmente

fundamentados,

apropiados,

que

sean

procesuales y evaluables, y en diálogo abierto y constructivo con la sociedad civil, en especial con los grupos involucrados (personas usuarias, jóvenes, mujeres, etcétera). Es importante que incluyan perspectivas de género, generacionales, de derechos humanos, etcétera. 3) Las políticas, los programas y las acciones se deben someter a un sistema de evaluación estructurada, autónoma e independiente, en base a criterios de calidad pragmáticos, simples y evidentes. Las políticas y programas más efectivos deben ser aplicados o continuados (por ejemplo, en el caso del alcohol y tabaco, aquellos que se orientan al control de la producción, 129

distribución y venta del alcohol, así como al control de precios e impuestos (SÁNCHEZ, 2012: 15-17) o la aplicación del alcoholímetro). Es importante conocer y evitar las acciones que han demostrado su ineficacia (por ejemplo, las conferencias para grandes audiencias, clases sobre los daños que producen las sustancias psicoactivas [con información desproporcionada, falsa y alarmista], testimoniales de ex-usuarios, carteles con mensajes del tipo: "Di no a las drogas", o que producen estigma sobre las personas que consumen, programas del tipo DARE (Drug Abuse Resistance Education) que pretenden generar capacidades de resistencia a la presión de pares y "Just say no" a las drogas (CLAYTON ET AL, 1996: 307-318). 4) Todas las actividades derivadas de las políticas y programas de prevención, reducción de riesgos y daños, tratamiento y reinserción, deben apegarse plenamente a los tratados y las convenciones internacionales de derechos humanos.62 Las personas pueden ser conscientes de los riesgos y

Muy importante en este punto es la carta abierta que le dirigió Dainius Pūras relator especial sobre el Derecho de toda persona a disfrutar el más alto estándar de salud física y mental, al responsable de ONUDD,Yury Fedotov, en el contexto de la preparación de la sesión especial de la asamblea general de la ONU (UNGASS) para abril de 2016 62

130

daños asociados al consumo de sustancias psicoactivas, pero los pueden asumir por las expectativas de beneficios determinados y porque

existen

diversos

aspectos

de

funcionalidad y utilidad para quienes consumen. Consumir

o

no,

por

lo

tanto,

está

fundamentalmente relacionado con el ámbito ético y de discrecionalidad y responsabilidad de las personas, como lo reafirma la reciente sentencia de la Suprema Corte de Justicia ante el amparo interpuesto por la asociación SMART para el auto-cultivo de cannabis. 5) Las políticas deben orientarse a mejorar y promover: -

La salud pública: desarrollar programas efectivos de prevención, reducción de daños, tratamiento y todas las formas de atención. Los efectos en el ámbito de salud no sólo abarcan posibles enfermedades, sino

accidentes,

violencia,

exclusión,

etcétera. -

El desarrollo sustentable: reducción de la pobreza, disminución de la desigualdad, mejora de la educación, el trabajo, la seguridad social, etcétera.

131

-

La seguridad humana: promover la cohesión social, la participación y la ciudadanía. Abandonar la lógica bélica, policial, judicial que no promueve en realidad la seguridad, sino la ilusión de seguridad. Buscar el fomento de la inclusión social de grupos marginalizados y excluidos, en lugar de centrarse en medidas punitivas, discriminatorias o estigmatizantes con respecto a ellos.

-

La equidad de género: hay que reconocer la importancia del machismo como una de las principales causas de consumo problemático entre los jóvenes, (violencia contra sí mismos y contra las mujeres; patrones de consumo de alto riesgo en el consumo (principalmente el alcohol), etcétera).

6) Las políticas deben integrar y equilibrar los esfuerzos de regulación y control de la oferta, reducción

de

la

demanda

(prevención,

tratamiento, reinserción social) y reducción de riesgos y daños del consumo de las sustancias psicoactivas; también, en términos financieros. Así mismo, la prevención debe estar orientada a todos los consumos, no sólo los relacionados a las 132

sustancias psicoactivas ilegales. El abordaje para cada tipo de sustancia debe ser específico y diferenciado, y se debe dar énfasis a los verdaderos problemas asociados al consumo de sustancias psicoactivas, es decir, enfocarse más en algunas a las que ahora son definidas como legales y que se asocian a más daños de salud (tabaco, alcohol e inhalables). Así mismo, se debe reconocer que existen contextos de acción en los que la premisa puede ser el respeto a la decisión libre de consumir sustancias psicoactivas, reconociendo su responsabilidad, competencia y capacidad. 7) Las políticas públicas y, con más razón, los programas y las acciones no se pueden homogeneizar,

se

deben

respetar

las

particularidades. No todos los consumos son iguales, ni todas las sustancias psicoactivas son iguales.

No

es

lo

mismo

un

consumo

experimental que otro habitual. Todas las sustancias entrañan algunos riesgos (incluso las más inocuas como el agua), pero hay unas que son más peligrosas que otras. Hay personas más vulnerables que otras y los riesgos y daños asociados dependen también de los contextos en que se producen. Esto también implica un desarrollo de políticas, programas y acciones 133

desde abajo hacia arriba o sea, en un proceso que vaya de la comunidad local, al municipio, el estado y el país. Implica, asimismo, el tomar verdaderamente en cuenta para el diseño e implementación de las políticas públicas, los programas y las acciones a todos los actores, especialmente,

a

las

y

los

jóvenes,

las

organizaciones juveniles, las instituciones civiles y gubernamentales, la academia, el sector privado, etcétera. Para esto, es importante crear espacios

de

interlocución,

por

ejemplo,

impulsando Consejos municipales, estatales y nacional con una verdadera representatividad. 8) Las

estrategias

de

atención

(prevención,

reducción de riesgos y daños, tratamiento, rehabilitación y reinserción) deben ser diseñadas y ejecutadas con la participación de todos los actores sociales posibles: líderes de opinión y organizaciones

comunitarias,

instituciones

locales, organizaciones de la sociedad civil (OSC), colectivos juveniles, agencias internacionales. En particular, el Estado debe considerar a las y los jóvenes en un doble papel: como destinatarios de la oferta de servicios definida por las políticas públicas (especialmente orientadas a enfrentar las diversas formas de exclusión social), y al 134

mismo tiempo como actores estratégicos de desarrollo (RODRÍGUEZ, 2002: 111), protagonistas en la definición y aplicación de las políticas públicas, los programas, los proyectos y las acciones, ya que constituyen, sin duda, recursos humanos calificados y dispuestos a impulsar decididamente la construcción de una sociedad más libre, justa y democrática. Reconocer que a pesar de que la juventud se encuentra en una posición privilegiada para aportar al desarrollo se da la paradoja de que aumenta la exclusión social entre los jóvenes (Pérez Islas, 2000; Cordera, 1996). Su aporte no se limita al aspecto económico, sino que su participación es esencial como una forma de inyectar flexibilidad en las instituciones, necesaria para la adaptación a los cambios acelerados de nuestros tiempos. 9) La respuesta institucional tiene que ser compleja, es

decir,

diferenciada

a

través

de

la

implementación de estrategias y dispositivos en múltiples dimensiones y escalas, y con diversos actores sociales (comunidad, escuelas, instituciones locales, OSC, colectivos juveniles, agencias internacionales). Es preciso que las instancias de gobierno (principalmente las municipales por ser las más cercanas a la realidad local) dinamicen 135

procesos

de

concertación

interinstitucional,

animación, articulación, así como el apoyo y financiamiento de proyectos de organizaciones civiles y juveniles. El papel de las organizaciones de la sociedad civil especializadas: pueden ser responsables del seguimiento y evaluación de las políticas, los programas y proyectos, así como proporcionar asesoramiento técnico. 10) Por otro lado, deben impulsarse estrategias de descriminalización, promoviendo que la policía no persiga ni extorsione a los consumidores, procurando eliminar la corrupción en los sectores policial y judicial. Reorientar los esfuerzos de la aplicación de la ley dirigiéndolos contra las grandes redes del tráfico de armas y drogas, antes que contra los eslabones más débiles de la cadena como los consumidores, pequeños agricultores, distribuidores menores, y las llamadas ‘mulas’. Incluso ir más allá y avanzar en la regulación adecuada de las sustancias perspectiva

psicoactivas, de

que

reducción

de

incluya

la

daños,

la

descriminalización y legalización controlada, entre otras (ROLLES, 2010; FORDHAM ET AL, 2010). En especial, estas alternativas retoman los ejemplos históricos de la ineficacia de las 136

políticas prohibicionistas, por ejemplo, los casos del opio en China, del mate en Paraguay, del tabaco en Asia Menor, el café (¡sí, el café, por absurdo que hoy nos parezca!) en diversos países, etcétera. (ESCOHOTADO, 1999: 1144-1146), pero en especial la ley Volstead (más conocida como la “ley Seca”) en Estados Unidos, que no logró erradicar el alcoholismo ni “cerrar las puertas del infierno” como había prometido el senador A. Volstead, (ESCOHOTADO, 1999: 648) pero que potenció el crimen organizado. Para desarrollar programas efectivos de prevención y reducción de riesgos y daños deben tomarse en cuenta los siguientes principios: a) Es preciso partir de diagnósticos a profundidad para entender las comunidades como sistemas relacionales y simbólicos; es importante conocer no sólo los aspectos epidemiológicos, sino los recursos, las redes sociales, los imaginarios sociales y las particularidades de cada contexto. Aquí la colaboración con OSC especializadas es clave. b) En base a los diagnósticos se deben diseñar dispositivos y estrategias (sistemas de acciones), dirigidas al contexto y no sólo a actores específicos. Estos dispositivos y estrategias 137

deben

incluir

modalidades

articuladas

y

sinérgicas de prevención universal, selectiva e indicada, así como reducción de riesgos y daños y de canalización-acompañamiento. Así mismo, es necesaria la continuidad de las estrategias y dispositivos (lamentablemente prevalecen las acciones

episódicas

y

las

intervenciones

extraordinarias que la mayoría de las veces son inútiles

y,

a

menudo,

causan

efectos

contraproducentes) y la integración de los proyectos de intervención que se ponen en marcha por los diversos actores sociales (para evitar,

por

ejemplo,

duplicidades

y

contraposiciones). Nuevamente, aquí es clave la colaboración con OSC especializadas. c) Las acciones deben estar orientadas a la intervención comunitaria, para la disminución de fenómenos relacionados con el consumo de sustancias (prevención de la interrupción de estudios, exclusión social grave, expulsión de la familia, enfermedades infecciosas, etcétera), a través

de

cambios

controlados

en

las

representaciones sociales, orientados siempre en el sentido de una mayor complejidad efectiva (GELL–MANN: 1998) y que permitan promover que las y los jóvenes se involucren en actividades 138

lúdicas, artísticas, deportivas, culturales, a favor del medio ambiente, los derechos humanos, la participación social y comunitaria, formación de promotores

juveniles

pares,

mediación

de

conflictos, la promoción de la participación y el protagonismo

juvenil,

apoyo

escolar,

orientación, etcétera. Y visibilizar siempre estas actividades para fortalecer representaciones sociales más positivas. La prevención no es sólo información, toda acción informativa debe estar acompañada de actividades que permitan a los actores

experimentar,

discutir,

discernir,

proponer y reflexionar sobre la información. Las acciones deberán ser formativas, interactivas y lideradas por jóvenes, secuenciales, progresivas, continuas, de mediano plazo, orientadas a desarrollar capacidades de conocimiento de sí y de su red social, de análisis crítico, de reformular las expectativas del uso de sustancias, de cuestionar los efectos reales y quitar o disminuir el glamur, ofrecer información sobre alternativas para obtener los mismos efectos psicoactivos (WEIL & ROSEN: 1999), favorecer la autonomía y el auto-cuidado, etcétera. d) El lugar de la intervención (ya sea con objetivos de

prevención,

reducción 139

de

daños

o

tratamiento) es sobre la trama simbólica de las relaciones, ya que allí se da el pasaje de las representaciones sociales a la construcción social de la exclusión. El cambio de las representaciones que

hacen

los

grupos

sociales

tiene

principalmente una función simbólica. El lugar en el que se da la mutación, la persistencia y los diversos niveles del eventual cambio es la comunidad de pertenencia que es un sistema complejo adaptativo (GELL–MANN: 1998), por lo tanto, irreducible. Los cambios suceden sólo con la condición de que se perciban como ventajosos para su persistencia y capacidad auto-reproductora. e) Formación a todo el personal policial, judicial, médico, educativo, etcétera, sobre la realidad juvenil:

es

formativas

fundamental orientadas

a

realizar la

acciones

sensibilización,

concientización y capacitación de todo el personal para que sean capaces de entender y comprender mejor en su complejidad las grandes condicionantes

sociales

de

las

juventudes

actuales, las diversas realidades, culturas y estilos juveniles, de asumir una actitud crítica ante posturas reduccionistas y de cuestionar sus prejuicios e ideas preconcebidas, sus propias representaciones sociales negativas sobre las y 140

los jóvenes, para evitar su estigmatización, etiquetamiento, marginación y exclusión, en especial de las y los usuarios, previniendo, de esta manera, las profecías que se autocumplen (KAPLAN:

1997:

23-31,

42-48;

ROSENTHAL,

JACOBSON: 1968), reflexionando sobre su propio rol ante la exclusión o la inclusión. Aquí las alianzas con organizaciones juveniles y/o que trabajan con jóvenes es muy importante, sobre todo las que realizan actividades promocionales y socioculturales. f) Establecer de manera conjunta entre gobiernos (en especial los municipales) y OSC dispositivos de atención a jóvenes consumidores, en la lógica de reducción de daños que permita: -

Abrir a las y los jóvenes consumidores canales seguros de comunicación.

-

Incorporarlo a las actividades posibles que favorezcan la convivencia con otros actores.

-

Determinar la necesidad o no de canalización a servicios especializados.

-

Dar seguimiento a las personas que hayan sido canalizadas.

-

Facilitar los procesos de re-inserción, si es el caso.

g) Para casos donde la persona manifieste su deseo de dejar de consumir se deben canalizar a espacios 141

terapéuticos científicamente fundamentados y socio–culturalmente apropiados. El servicio terapéutico necesita diferentes niveles de atención, interconectados entre sí y conectados a las medidas de prevención y reducción de daños. Se debe dar seguimiento y facilitar los procesos de reinserción. Para concluir, queremos reafirmar que es claro que cuando se critica la política de guerra a las drogas o prohibicionista, no se está afirmando que la disuasión es totalmente ineficaz y la persuasión al revés. O que deben desaparecer por completo los mecanismos de control social, o que la información sobre los fármacos sea innecesaria, o que el abuso de ciertas sustancias no tenga efectos

negativos,

etcétera.

Serían

otras

tantas

simplificaciones. Lo que se propone con estas críticas es que dejemos de lado la ingenuidad (o perversidad) y avancemos hacia una mayor comprensión de los fenómenos involucrados para el diseño de políticas, programas, proyectos y acciones más eficaces y efectivos, que disminuyan el sufrimiento social en lugar de aumentarlo. 142

Bibliografía y obras de referencia

—A.V.

1997.

“El

fenómeno

social

de

las

drogodependencias”. Revista de estudios de juventud. No. 40. España. Centro de estudios, formación e información de Juventud-Instituto de la Juventud. Octubre. —A.V.

1999. “Prevención, reducción del daño y cura de

las farmacodependencias. Experiencias y reflexiones de un proyecto de investigación en la acción”. México. Cáritas Arquidiócesis de México, Hogar Integral de Juventud, Cejuv, Cultura Joven. —AGUSTÍN,

José. 1996. “La contracultura en México”.

México. Grijalbo —ALMADA,

Teresa & ARROYO, Manuel. “Los barrios de

la frontera: drogas, representaciones sociales y juegos de poder” en Revista JOVENes. Centro de Investigación y Estudios sobre Juventud. Cuarta época, año 1, núm. 4. México, D.F. abril-junio 1997. pp. 60–71

143

—ALMADA,

Teresa. “La construcción social de la

farmacodependencia: drogas, representaciones sociales y juegos de poder en los Barrios de Ciudad Juárez” en Prevención, reducción del daño y cura de las farmacodependencias. Experiencias y reflexiones de un proyecto de investigación en la acción. Cáritas Arquidiócesis de México, Hogar Integral de Juventud, Cejuv, Cultura Joven. México, D.F. 1999. pp. 81-93. —AMBOS,

Kai. 1988. “Control de drogas. Política y

legislación en América Latina, EUA y Europa. Eficacia y alternativas”. Colombia. Ediciones jurídicas Gustavo Ibáñez —ARMENTA,

Amira; METAAL, Pien y JELSMA, Martin.

2012. “Un proceso en ciernes. Cambios en el debate sobre políticas de drogas en América Latina”. Países Bajos. Transnational Institute (TNI) —ASTORGA,

Luis. 1996. “El siglo de las drogas”. México.

Espasa Calpe.

144

—ASTORGA,

Luis. 2003. “Drogas sin fronteras. Los

expedientes de una guerra permanente”. México. Editorial Grijalbo. —ASTORGA,

Luis. 2007. “Seguridad, traficantes y

militares”. México. Tusquets editores. —BABOR,

Thomas; CAMPBELL, Robert; ROOM, Robin &

SAUNDERS, John. 1994. “Glosario de términos de alcohol y drogas”. Organización Mundial de la Salud. http://www.who.int/substance_abuse/terminology/lexi con_alcohol_drugs_spanish.pdf.

Editado

por

Organización Mundial de la Salud en 1994 bajo el título Lexicon of Alcohol and Drug Terms. Ministerio de Sanidad y de Consumo de España. —BECKER,

Howard. 1963. “Outsiders. Sociology of

Deviation”. U.S.A. Free Press. —BENÍTEZ,

Fernando. 1990. “Los indios de México”

Tomo II. “Los Huicholes”. México. ERA —BERGERET,

Jean. 1983. “Chi é tossicomane”. Italia.

Dedalo.

145

—Berridge,

Virginia. Minimización de los daños y salud

pública: una perspectiva histórica. Grup IGIA. Inédito. -

Bewley – Taylor, Dave & Jelsma, Martín. 2012.

“Los límites de la flexibilidad. Las convenciones de control

de

drogas

de

la

ONU”.

Países

Bajos.

Transnational Institute (TNI)-IDPC -

Bewley-Taylor, D., Hall am, C., Allen, R. 2009.

“The Incarceration of Drug Offenders: An Overview”. The

Beckley

Foundation.

Disponible

en

http://www.beckleyfoundation.org/pd f/BF_Report_16.pdf -

Bierhorst, John. 1984. “Mitos y leyendas de los

aztecas”. España. EDAF -

Boyer, Jean-François. 2001. “La guerra perdida

contra las drogas”. México. Grijalbo. -

Brounstein,

Paul

&

Zweig,

Janine.

1999.

“Understanding Substance Abuse Prevention. Towards the 21st Century: a primer on effective programs”. U.S.A. Departament of Health and Human Services.

146

-

Bukhart, Gregor. 2002. “Políticas europeas:

posibilidades y límites” en Vega, Amando. “Drogas. Qué políticas para qué prevención”. España. Gakoa. -

Bukoski, William (ed.). 1997. “Metanalysis of

drug abuse prevention programs”. U.SA. National Institute on Drug Abuse. Research Monograph series. No. 170. -

Burton, J. 1990. “Conflict: Resolution and

Prevention”. E.U.A. St. Martin’s Press. -

Cárdenas, Alejandra. 1997. “Hechicería, saber y

transgresión”. México. Ed. Particular. -

Castro, Ma. Elena et al. 1997. “Modelo de

prevención de riesgo psicosocial en la adolescencia, Chimalli”. México. -

Castro, Ma. Elena. 1998. “Modelo de prevención

de riesgo psicosocial en la adolescencia: Chimalli”. En “Unidos

por

una

sociedad

libre

de

drogas.

Contribuciones de expertos en reducción de la demanda de drogas de México y Centroamérica”. México. Programa de las Naciones Unidas para la Fiscalización 147

Internacional de Drogas. Oficina Regional para México y Centroamérica. -

CICAD-OEA.

Drogas.

Estrategia

CICAD-OEA,

Hemisférica

sobre

Washington,

2010

http://www.cicad.oas.org/Main/Template.asp?File=/ma in/aboutcicad/basicdocuments/strategy_2010_spa.asp -

Clayton, R., Catarello, A. & Johnston, B. 1996.

“The effectiveness of Drug Abuse Resistance Education (project DARE): 5-year follow-up results”. Preventive Medicine. 25: 307-318. -

CONADIC. 1999. “El consumo de drogas en

México: diagnóstico, tendencias y acciones”. México. -

CONADIC.

2000.

“Programa

contra

el

“Programa

contra

la

tabaquismo”. México. p. 28 -

CONADIC.

2000.

Farmacodependencia. Documento de trabajo”. México. -

CONADIC.

Herramientas

para

la

acción

preventiva. Guía de prevención del consumo de drogas. CONADIC. México. Sin fecha (basado en folleto Preventing Drug Use among Children and Adolescents. 148

A research-Based Guide. National Institute on Drug Abuse. U.S.A. 1997) -

Cook, Catherine (Ed.). Global State of Harm

Reduction 2010. 2010. “Key issues for broadening the response”.

United

Kingdom.

International

Harm

Reduction Association. -

Corcuera, Sonia. 1994. “Del amor al temor.

Borrachez, catequesis y control en la Nueva España (1555-1771)”. México. Fondo de Cultura Económica (FCE) -

Corcuera, Sonia. 1997. “El frayle, el indio y el

pulque”. México. FCE -

Cordera, Rafael et al. (coord.) 1996. “México

Joven. Políticas y propuestas para la discusión”. UNAM. México. -

Courtwright, David. 2002. “Las drogas y la

formación del mundo moderno. Breve historia de las sustancias adictivas”. España. Paidós

149

-

Csete, Joanne. 2010. “From the Mountaintops.

What the World can learn from the Drug Policy Change in Switzerland”. USA. OpenSociety. -

De la Cuesta, José; Blanco, Isidoro. 2002. “¿Es

posible la normalización de las drogas? Perspectiva jurídico-penal” en Vega, Amando. “Drogas. Qué políticas para qué prevención”. España. Gakoa. -

De Olmos, Fray Andrés. 1990. “Tratado de

hechicerías y sortilegios”. México. UNAM. -

De Sahagún, Fray Bernardino. 1999. “Historia

general de las cosas de la Nueva España”. México. Porrúa -

Dean, Alan. 1995. “Chaos and Intoxication.

Complexity and adaptation in the structure of human nature”. United Kingdom. Rourtledge. -

Del Bosque, Joaquín y Machín, Juan. 2000.

“Organizaciones de la sociedad civil con programas de prevención y tratamiento de farmacodependencias para jóvenes: análisis de experiencias y modelos” en Morales, Héctor. Memoria del Encuentro “ONG con Programas 150

de

Juventud.

Evaluación

de

Experiencias

de

Intervención Social”. Colección “Experiencias jóvenes, lecciones aprendidas”. Número 6. Instituto Mexicano de la Juventud. México. -

Del Olmo, Rosa. 2002. “La legislación en el

contexto de las intervenciones globales sobre drogas” en Vega, Amando. Drogas. “Qué políticas para qué prevención”. España. Gakoa. -

Derrida, Jacques. La farmacia de Platón, en La

Diseminación. Editorial Fundamentos. España. 2007. -

Derrida, Jacques. Retórica de las drogas: Revista

Colombiana de Psicología, Agosto 2010. Disponible en: http://www.revistas.unal.edu.co/index.php/psicologia/ article/view/15898. Fecha de acceso: 01 ago. 2015. pp- 3344. -

Domostawski, Artur. 2011. “Drug Policy in

Portugal. The benefits of Decriminalizing Drug Use”. Poland. Open Society. -

Douglas, Mary. 1973. “Pureza y Peligro”. España.

Siglo XXI 151

-

Eliade, Mircea. 2001. “El Chamanismo y las

técnicas arcaicas del éxtasis”. España. FCE -

Elías, Norbert. 1998 “La civilización de los padres

y otros ensayos”. Colombia. Norma. -

Escohotado, Antonio. 1997. “Historia elemental

de las drogas”. España. Anagrama. -

Escohotado, Antonio. 1999. “Historia general de

las drogas”. España. Espasa Calpe -

Estrada, Alvaro. 1977. “Vida de María Sabina: la

Sabia de los Hongos”. México. Siglo XXI -

Festinger, Leon. 1987. “Teoría della dissonanza

cognitiva”. Italia. Franco Angeli. -

Findley, Jean (comp.). 1999. “Best practices and

promising practices. Guide to building a successful prevention program”. U.S.A. Western Regional Center for the Application of Prevention Technologies. -

Foucault, Michel. 1976. “Historia de la locura en

la época clásica”. Dos tomos. México. FCE -

Foucault, Michel. 1985. “El nacimiento de la

clínica”. México. Siglo XXI. 152

-

Foucault, Michel. 1986. “Las palabras y las

cosas”. México. Siglo XXI. -

Foucault, Michel. 1990 a. “Historia de la

sexualidad”. Tres tomos. México. Siglo XXI. -

Foucault, Michel. 1990 b. “La vida de los hombres

infames”. España. La piqueta. -

Foucault, Michel. 1990 c. “Vigilar y castigar”.

México. Siglo XXI. -

Foucault, Michel. 1992. “Microfísica del poder”.

España. La piqueta. -

Foucault, Michel. 2001. “Los anormales”. México.

FCE -

Fournier, Guillaume. 2002. “Global drug policy.

A historical perspective”. France. The Senlis Council. -

Fundación de Ayuda contra la Drogadicción

(FAD). 2009. “La visión de la FAD. Problemas de drogas, aquí y ahora. Documento de enfoque”. España. FAD. http://www.fad.es/sala_lectura/VisionFAD_resumen.p df

153

-

García Liñán, Carmen. 1990. “Mariguana”. Serie

“Qué son las drogas”. Árbol Editorial. México. -

García, Jesús et al. 2000. "Elementos básicos para

promotores juveniles sobre prevención de adicciones". México. Instituto Mexicano de la Juventud. -

Gell-Mann, Murray. 1998. “El Quark y el Jaguar.

Aventuras en lo simple y lo complejo”. España. Tusquets -

Giménez, Gilberto. 1978. “Cultura popular y

Religión en el Anáhuac”. México. Centro de Estudios Ecuménicos -

Girard, René. 1983. “La violencia y lo sagrado”.

España. Anagrama -

Girard, René. 1986. “El chivo expiatorio”.

España. Anagrama -

Gleick, James. 1987. “Chaos: making a New

Science”. Estados Unidos. Viking -

Global Commission on Drug Policy. 2011. “War

on Drugs. Report of the Global Commission on Drug Policy. Global Commission on Drug Policy”. Brazil. 154

(http://www.globalcommissionondrugs.org/, leído el 20 de julio de 2015. -

Gomezjara, Francisco et al. 1987. “Las bandas en

tiempos de crisis”. México. Ediciones Nueva Sociología -

Gruzinski, Serge. 1996. “La colonización de lo

imaginario”. México. Fondo de cultura económica. -

Guzmán, Diana. 2012. “Las cortes de Drogas. Los

alcances y retos de una alternativa a la prisión”. Reino Unido. IDCP. -

Hallam, Christopher; Werb, Dan; Lai, Gloria;

Nougier, Marie; Melis, Martina; Curtis, Matt. 2012. “Guía sobre políticas de drogas”. IDPC. Inglaterra. -

Hari, Johann. 2015. “Tras el grito”. España.

Paidós -

Harm Reduction International. 2012. “The Global

State of Harm Reduction 2012”. UK. Harm Reduction International. -

Hayles, Katherine. 1998 “La evolución del Caos”.

España. Gedisa

155

-

Herrera, Andrea y García, Prospero. 2005. “La

marihuana ¿tiene potencial terapéutico?” núm. 85, mayo-junio. ISSN 1405-6569. LiberAddictus -

Hipócrates, 1987. “De la medicina Antigua”.

México. UNAM. -

Hopenhayn, Martín. 1999. “La droga más allá de

la droga. Un signo de los tiempos juveniles”. JOVENes. Nueva época. Año 3. No. 8 México, D.F. enero-junio. pp. 166-175 -

Hughes, C.E., Stevens, A. 2010. “What can we

learn from the Portuguese decriminalization of illicit drugs?” British Journal of Criminology; 50: 999–1022 -

Husak, Douglas. 2001. “Drogas y derechos”.

México. FCE -

Illich, Iván. 1985. “La convivencialidad”. Joaquín

Mortiz. México. -

Insulza, José Miguel. 2010. “Un Enfoque Global

para Combatir las Drogas”. Washington. CICAD-OEA disponible

en

http://www.cicad.oas.org/Main/Template.asp?File=/ma 156

in/aboutcicad/basicdocuments/oas_sgon_drug_strategy_2010_spa.asp 1993.

International Network of Cities on Drug Policy. “Conference

Manual”.

USA.

International

Network of Cities on Drug Policy -

Junta nacional de drogas. 2011. “Estrategia

Nacional para el abordaje del problema DROGAS. 2011 – 2015”. Uruguay. JND -

Junta nacional de drogas. 2011. “Sobre ruidos y

nueces. Consumo de drogas legales e ilegales en la adolescencia”. Uruguay. 1993. -

Kaplan, Carina. 1997. “Buenos y Malos Alumnos.

Descripciones que predicen”. Argentina. Aique. -

Korman, Víctor & Díaz, Miguel. 1996. “Y antes

que la droga, ¿qué?”. España. Grup Igia -

Krier,

S.,

Fielding,

A.

2011.

“The

Fiscal

Significance of Drugs”. The Beckley Foundation, http://www.beckleyfoundation. fiscal-significance-of-drugs/

157

org/2011/08/09/the-

-

Labrousse, Alain. 1993. “La droga, el dinero y las

armas”. México. Siglo XXI -

Lara, María A. & Salgado, Nelly (comp.). 2002

“Cálmese, son sus nervios, tómese un tecito...”. México. Pax -

Levi, Giovanni & Schmitt, Jean-Claude. 1996.

“Historia de los jóvenes”. España. Santillana, Taurus. -

Machín, Juan & Velasco, Manuel. “Panorama de

la Reducción de daños asociados al consumo de drogas”. Liberaddictus, México, D.F. Enero de 2004. No. 77 -

Machín, Juan et al. 2002. “¿Minorías activas en la

aldea global? Una propuesta alternativa para la política internacional sobre drogas” en Schreck, Dorothea. “Farmacodependencia y Política de Drogas”. Colombia. Cáritas Internacional -

Machín, Juan. 1999. “Chamucos, chinelos y

calacas. Fiestas tradicionales y promoción juvenil”. México. Cultura Joven, Cáritas, Cejuv. Dirección General de Cultura Populares Morelos 158

-

Machín, Juan. 2000. “¡¡¡Páaaseeele al circo!!!” en

Merlo, Roberto & Milanese, Efrem (coord.). 2000. “Miradas en la ciudad. Métodos de intervención juvenil comunitaria”. México. Centro de Investigación y Estudios sobre Juventud del Instituto Mexicano de la Juventud. Colección JOVENes No. 8. -

Machín,

Juan.

2003.

“Jóvenes

y

Farmacodependencias. Una compleja encrucijada de miradas”. en Pérez; José Antonio; Valdéz, Mónica; Gauthier, Madeleine & Gravel, Pierre-Luc (coord.) “Nuevas miradas sobre los jóvenes. México-Quebec”. Colección Jóvenes Número 13. México. Centro de investigación y estudios de juventud del Instituto Mexicano de la Juventud. -

Machín, Juan. 2003. “La prevención en el Modelo

Eco2” en A.V. “Modelos Preventivos”. Liberaddictus, México. Octubre No. 75. pp. 55-56 -

Machín, Juan. 2003. “Modelo Eco2” en A.V.

“Modelos Preventivos”. Serie Planeación. México. CONADIC. 159

-

Machín, Juan. 2004. “Propuesta Heurística hacia

un modelo teórico de la Reducción de daños asociados al consumo de drogas”. Liberaddictus, México, D.F. Enero. No. 77 -

Machín, Juan. 2005. “Modelo Eco2” en A.V.

“Modelos Preventivos”. Serie Planeación. México. CONADIC. -

Machín, Juan. 2008. “La juventud ante un

ambiente de riesgos y contradicciones. Panorama latinoamericano

sobre

la

violencia

y

adicciones

juveniles”. Memoria del Seminario Prevención de las Conductas de Riesgo entre la Juventud Iberoamericana. Ciudad de México. XVIII Cumbre Iberoamericana. 15 y 16 de octubre de 2008. -

Machín, Juan. 2010. “Modelo ECO2: redes

sociales, complejidad y sufrimiento social”. REDESRevista hispana para el análisis de redes sociales. Vol. 18, #12, Junio. http://revista-redes.rediris.es -

Machín, Juan. 2010. “Nuevas propuestas de

política de drogas en la lógica de promoción de la salud” 160

en Peña, Florencia y León, Beatriz. “La medicina social en México V. Género, sexualidad, violencia y cultura”. México. Asociación Latinoamericana de Medicina Social, Región México, A.C, Ediciones Eón, Escuela Nacional de Antropología e Historia, Universidad Autónoma de Tamaulipas. pp. 129 – 139. -

Machín, Juan. 2011. “Redes sociales e incidencia

en políticas públicas. Estudio comparativo MéxicoColombia”. México. Centro Cáritas de Formación para la Atención de las Farmacodependencias y Situaciones Críticas Asociadas. -

Machín, Juan. 2012. “Política de drogas y

derechos humanos”. DFensor. Comisión de Derechos Humanos

del

DF.

Número

12.

Diciembre.

http://dfensor.cdhdf.org.mx/DFensor_12_2012.pdf -

Machín, Juan. 2013. “Teoría y praxis de un

metamodelo para la inclusión social comunitaria (ECO2)” en Kniffki, Johannes & Reutlinger, Christian (eds.). “Comunidad. Transnacionalidad. Trabajo social.

161

Una triangulación empírica América-Latina- Europa”. España. Editorial Popular. p. 96-123. -

Machín, Juan. 2014. “Prevención del consumo

problemático de drogas” en Díaz, Germán; Dupré, Hélène; García, Sergio, y Vanderschueren, Franz (eds). “Hacia una cultura de la prevención: guía para la intervención local” México. Centro de Seguridad Urbana y Prevención SC. CESUP: -

Machín, Juan; Merlo, Roberto & Milanese, Efrem.

2009. “Redes Sociales y Farmacodependencias. Aportes para la intervención”. México. CONADIC / Centro Cáritas de Formación para la Atención de las Farmacodependencias y Situaciones Críticas Asociadas. -

Machín, Juan; Velasco, Manuel; Silva, Elsy

Yaneth; Moreno, Alejandra. 2010. “ECO2 ¿Un modelo de incidencia en políticas públicas? Estudio de caso de la REMOISSS”. México. Centro Cáritas de Formación para la Atención de las Farmacodependencias y Situaciones Críticas Asociadas.

162

-

Mansferrer, Elio. 2003. “Los alucinógenos en las

culturas contemporáneas. Un patrimonio cultural”. en Arqueología Mexicana.Vol. X. Num. 59. Enero-febrero. pp. 50-55 -

McKenna, Terence. 1992. Food of the Gods: the

search of the original Tree of Knowledge. USA. Rider. -

Medina-Mora, María Elena. 2002. “La prevención

de las adicciones en jóvenes” en Nateras, Alfredo. “Jóvenes, culturas e identidades urbanas”. México. Universidad Autónoma Metropolitana, Porrúa. -

Menéndez, Eduardo. 1990. “Morir de alcohol”.

México. Alianza Editorial Mexicana- Conaculta -

Merlo, Roberto. “La prevención como estrategia

de desarrollo en las comunidades y reducción de los daños derivados del consumo de droga” en Prevención, reducción del daño y cura de las farmacodependencias. Experiencias

y

reflexiones

de

un

proyecto

de

investigación en la acción. Cáritas Arquidiócesis de México, Hogar Integral de Juventud, Cejuv, Cultura Joven. México, D.F. 1999. pp. 58-59 163

-

Metaal, Pien. 2009. “Indulto de mulas en

Ecuador, una propuesta sensate”. Serie reforma legislativa en materia de drogas No. 1. TNI, WOLA. http://www.tni.org/es/report/indulto-de-mulas-enecuador -

Metaal, Pien; Youngers, Coletta (ed.). 2010.

“Sistemas sobrecargados - Leyes de drogas y cárceles en América

Latina”.

TNI,

WOLA.

http://www.druglawreform.info/index.php?option=co m_flexicontent&view=items&id=920:sistemassobrecargados -

Milanese,

Efrem.

1999.

“Las

farmacodependencias: prevención, reducción del daño, cura y rehabilitación psicosocial en una perspectiva de comunidad” en “Prevención, reducción del daño y cura de las farmacodependencias. Experiencias y reflexiones de un proyecto de investigación en la acción”. Cáritas Arquidiócesis de México, Hogar Integral de Juventud, Cejuv, Cultura Joven. México, D.F.

164

-

Milanese, Efrem; Merlo, Roberto & Laffay,

Brigitte.

2001.

“Prevención

y

cura

de

la

farmacodependencia. Una propuesta comunitaria”. México. CAFAC-Plaza y Valdés. Drug

Miron, A. 201. “The Budgetary Implications of Prohibition”.

USA.

Harvard.

http://scholar.harvard.edu/ miron/jmiron/files/budget_2010_final_0.pdf -

Morin, Edgar. 1983. “El Paradigma olvidado”.

España. Kairós -

Morin,

Edgar.

1994.

“Introducción

al

pensamiento complejo”. España. Gedisa -

Morin, Edgar. 1995. “Sociología”. España. Tecnos

-

Moscovici, Serge et al. 1993. “Psicología social”.

Tomo II. España. Paidós -

Moscovici, Serge. 1999. “Psicología de las

Minorías Activas”. España.Morata. -

Naciones

Unidas.

1971.

“Convenio

sobre

sustancias sicotrópicas”. E.U.A. Ediciones de las Naciones Unidas. 165

-

Naciones Unidas. 1977. “Convención única de

1961 sobre estupefacientes enmendada por el Protocolo de 1972 de modificación de la Convención única de 1961 sobre estupefacientes”. E.U.A. Ediciones de las Naciones Unidas. -

Naciones Unidas. 1988. “Convención de las

Naciones

Unidas

estupefacientes

y

contra

el

sustancias

tráfico

ilícito

sicotrópicas”.

de

E.U.A

Naciones Unidas. -

Naciones Unidas. 1998. “Declaración Política.

Principios rectores de la reducción de la demanda de drogas y medidas de fomento de la cooperación internacional en la lucha contra el problema mundial de las drogas”. E.U.A. Ediciones de las Naciones Unidas. -

Naciones Unidas. Oficina contra la Droga y el

Delito. 2012. “Informe Mundial sobre las drogas 2012”. Resumen ejecutivo. Ediciones de las Naciones Unidas. http://www.unodc.org/documents/data-andanalysis/WDR2012/Executive_summary_spanish.pdf

166

y

Nateras, Alfredo. 2000. “De instituciones, drogas jóvenes”

en

Medina,

Gabriel

(comp.).

“Aproximaciones a la diversidad juvenil”.México. El Colegio de México -

Newcombe, R. 1992. “The Reduction of drug-

related harm: A conceptual framework for theory, practice and research.” En O’Hare, P.A. et al. (eds.). “The reduction of drug-related harm”. United Kingdom. Routledge. -

Nowlis, Helen. 1975. “La verdad sobre la droga”.

UNESCO. -

Office of National Drug Control Policy. 1997.

“The national youth anti-drug media campaign. Comunication Strategy Statement”. U.S.A. Office of National Drug Control Policy -

Oficina Federal de Sanidad. 2000. “La política de

drogas suiza”. Suiza. Oficina Federal de Sanidad -

Ortiz, Raúl; Ortiz, Luz; Magis, Carlos. 2009.

“Actividades de Reducción del Daño en Usuarios de Drogas. Informe Final 2008”. México. Centro Nacional 167

para la Prevención y el Control del VIH/SIDA. http://www.censida.salud.gob.mx/descargas/udi/inf_fi nalprdud2008.pdf -

Pabon, José M. 1975. “Diccionario manual

español-griego”. España. Bibliograf. -

Pérez Islas, José Antonio & Valdez, Mónica. 2002.

“Encuesta Nacional de Juventud 2000”. México. Centro de Investigación y Estudios sobre Juventud del Instituto Mexicano de la Juventud -

Pérez Islas, José Antonio (coord.). 2000. “Jóvenes

e instituciones en México. 1994-2000”. México. Instituto Mexicano de la Juventud -

Pérez Islas, José Antonio. 2000. “Visiones y

versiones. Los jóvenes y las políticas de juventud” en Medina,

Gabriel (comp.). “Aproximaciones

a la

diversidad juvenil”. México. El Colegio de México -

Pérez Montfort, Ricardo. 1999. “Yerba, goma y

polvo”. México. ERA-CONACULTA-INAH

168

-

Pérez, Catalina. 2012. “(Des)proporcionalidad y

delitos contra la salud en México”. Revista DFensor, No. 12. Pp. 55-59 -

Pietrostefani, Giorgio. 1998. “Il sistema droga”.

Italia. Jaca Book -

Plan Nacional Sobre Drogas de España. 2000.

“Actuar es posible. Medios de comunicación y drogodependencias”. España. Plan Nacional Sobre Drogas. -

Ponce de León, Esmeralda. 1997. “De jóvenes,

sociedad y drogas. De la reflexión crítica a una metodología de prevención significativa”. JOVENes. Cuarta época. Año 1. No. 3. enero-junio. México -

Prigogine, Ilya & Stengers, Isabelle. 1994. “La

nueva alianza. metamorfosis de la ciencia”. España. Alianza Editorial -

Ramos, Luciana; Pérez, Enrique, y Romero,

Martha. 1999. “La criminalización de la violencia juvenil. El caso del consumo de drogas”. JOVENes. Nueva época. Año 3. No. 8 México, D.F. enero-junio169

-

Red todos los derechos para todos (RTDT). 2011.

“De la descalificación de la crítica a la manipulación de las cifras: 10 Mitos para Justificar una Estrategia equivocada frente a la Violencia. Una crítica sustentada desde las organizaciones de la sociedad civil”. México. RTDT. -

Restrepo, Luis Carlos. 2001. “La fruta prohibida.

La droga como espejo de la cultura”. Colombia. Editorial Panamericana -

Rocato. 2015. “Poemas, pulques y pulcatas”.

México. Cascarón editorial. -

Rodríguez, Ernesto. 2002. “Actores estratégicos

para el desarrollo. Políticas de Juventud para el siglo XXI”. México. Centro de Investigación y Estudios sobre Juventud del Instituto Mexicano de la Juventud. Colección JOVENes No. 11 -

Rolles, Stephen. 2009. “After the War on Drugs:

Blueprint for Regulation”. United Kingdom. Transform. -

Rolles, Steve; Murkin, George; Powell, Martin;

Kushlick, Danny; Slater, Jane. 2012. “The Alternative 170

World Drug Report. Counting the Costs of the War on Drugs”. United Kingdom. Transform Drug Policy Foundation. -

Romaní, Oriol. 1999. “Las drogas. Sueños y

Razones”. España. Ariel. -

Romaní, Oriol. 2008. “Políticas de drogas:

prevención, participación y reducción del daño”. Salud colectiva

v.4

n.3

Lanús

sept./dic.

http://www.scielo.org.ar/scielo.php?pid=S185182652008000300004&script=sci_arttext -

Romero, Martha (coord.). 2004. “Mujeres en

prisión: una mirada a la salud mental”. México. Instituto Nacional de Psiquiatría, Instituto de Capacitación Penitenciaria del Gobierno del Distrito Federal. -

Romo, Nuria. 2001. “Mujeres y drogas de

diseño”. España. Tercera Prensa-Hirugarren Prentsa -

Rosenthal, Jacobson: 1968

-

Rosenthal, Robert; Jacobson, Leonore. 1968.

“Pygmalion in the classroom”. USA. Holt, Rinehart & Winston. 171

-

Rosmarin, Ari & Eastwood, Niamh. 2012. “Una

revolución silenciosa: políticas en práctica para la descriminalización de las drogas en todo el mundo”. Release. -

Ruiz de Alarcón, Hernando. 1988. “Tratado de

supersticiones y costumbres gentilicias que hoy viven entre los indios naturales desta Nueva España. México. SEP. -

Sánchez, Gabriela; Carreón, Rubén. 2007. “La

reducción de daños en la atención de las poblaciones vulnerables: usuarios de drogas inyectadas y VIH-SIDA en Sonora. El Colegio de Sonora. México. -

Sánchez, Lisa. 2012. La política de alcohol en

México. Colección Visión Joven. México. Espolea. -

Savater, Fernando. 1991. “Ética como amor

propio”. México. Conaculta-Mondadori. -

Schindler, Norbert. 1996. “Los guardianes del

desorden. Rituales de la cultura juvenil en los albores de la era moderna” en Levi, Giovanni & Schmitt, Jean-

172

Claude. 1996. “Historia de los jóvenes”. España. Santillana, Taurus. -

Scott, James. 2000. “Los dominados y el arte de la

resistencia”. México. Era -

Soriano, P. C. 2000. “Educar en y Para el

Conflicto”. España. Cátedra UNESCO sobre Paz y Derechos Humanos. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad Autónoma de Barcelona. -

Strang, John. El uso de drogas y la reducción de

daños: respuestas a un reto. España. Grup IGIA. inédito -

Szasz, Thomas. 1993. “Nuestro derecho a las

drogas. En defensa de un mercado libre”. España. Anagrama. -

United Nations Internacional Drug Control

Programme (UNIDCP). 1992. “The United Nations and drug abuse control”. United Nations Publication. World

United Nations Office on Drugs and Crime. Drug

Report

2008:

https://www.unodc.org/documents/wdr/WDR_2008/w dr08_execsum_spanish.pdf 173

-

Uprimny, Rodrigo. 2002. “El desfase entre los

que saben y los que hacen: reflexión sobre el marco jurídico y cultural de la política contra las drogas en Colombia”

en

Schrek,

Dorotea.

(coord.).

Farmacodependencia y Políticas de Drogas. Seminario de Expertos. Berlín, Alemania, Mayo 2001. Colombia. Kimpres- Cáritas Internacional. -

Van Gennep, Arnold. 1986. “Ritos de Paso”.

España. Taurus -

Vargas, Ricardo. 2002. “Cultivos ilícitos y

políticas antidrogas: hacia un cambio de paradigma” en Schrek, Dorotea. (coord.). Farmacodependencia y Políticas de Drogas. Seminario de Expertos. Berlín, Alemania, Mayo 2001. Colombia. Kimpres- Cáritas Internacional. -

Von Foerster, Heinz. 1991 “Las semillas de la

cibernética”. España. Gedisa -

Wasson, Gordon. 1983 “El hongo maravilloso.

Teonanácatl. Micolatría en Mesoamérica”. México. FCE

174

-

Weil, Andrew & Rosen, Winfred. 1999. “Del café

a la morfina”. España. Integral -

Wilson, Andrew. 2002. “Ilicit drug convention

reform and the United Nations Agencies”. United Kingdom. The Senlis Council. -

Yates, Donald. 1997. “Street vs “Mafia” gangs

pursuit: the social racism of contemporary criminal justice gang policy” en Free inquiry in creative sociology. Special Issue #2: Gangs, Violence and Drugs. Volume 25, Number 1, May. 1997. EUA. Universidad de Oklahoma -

Zamudio, Carlos. 2011. “Informe del IDPC:

México y su Ley contra el narcomenudeo”. IDPC. (http://www.drogasmexico.org/?nota=3887) -

Zubillaga, Manuel (comp.). 1988. “Juventud y

Barrio”. México. Cejuv. -

Zubillaga, Manuel. 1989. “Brigada Anti-droga”.

México. Cejuv.

175

Meta-modelo ECO2: apuntes para la prevención y la reducción de riesgos y daños asociados al consumo de sustancias psicoactivas

se terminó de imprimir en diciembre de 2015. Tiraje: mil ejemplares.

176

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.