\"Memoria y poema extenso\". Congreso \"La Voz dormida\" en la Universidad de Varsovia

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Descripción







Memoria y moderno poema extenso: autoexégesis, trauma generacional y despersonalización

Comité organizador, comité científico, estimados congresistas:
En primer lugar, quiero agradecer al Instituto de Estudios Ibéricos e Iberoamericanos de la Universidad de Varsovia su invitación al congreso y la oportunidad que me brindan de ofrecerles mi comunicación "Memoria y moderno poema extenso", con subtítulo "autoexégesis, trauma generacional y despersonalización".
En referencia al eje vertebrador de este congreso, querría iniciar mi ponencia advirtiendo de que no será mi principal propósito hablar sobre el tema central del evento: la construcción de identidades genéricas o sexuales a través del discurso literario. Sí haré lo propio, no obstante, acerca de la búsqueda de la identidad individual o colectiva a través de la memoria y acerca del tratamiento del concepto de trauma como una vivencia generacional que, a través de la memoria y la amenaza del olvido, estructura el pensamiento y la forma mentis de algunas y algunos poetas españoles de la posguerra. Pero, sobre todo, orientaré mi foco de atención hacia una configuración escritural de exploración del yo: el moderno poema extenso.
Hace unos años escribí un artículo sobre el poema extenso contemporáneo para la revista Forma, se titulaba "Hacia una caracterización del poema extenso moderno". Les remito a él para conocer más aspectos sobre el tema de mi ponencia. Aquí me limitaré a retomar algunas de las ideas allí publicadas: acometía la espinosa labor de definir este género como un discurso poético de cierta extensión, fragmentario (pero con integridad narrativa), multigenérico, híbrido –aunque de esencia lírica, lo descriptivo, narrativo, dialógico y lírico se congregan–, musical, polifónico (por la multiplicidad de voces a las que se da presencia), autobiográfico, y germinado desde la pulsión inicial de una memoria que inicia un viaje errático del pasado al presente a fin de realizar un balance de vida.
Previamente, me gustaría poner sobre la mesa –como quien dispersa las fichas antes de empezar un juego– que, desde los primeros poemas largos de la modernidad, el poema extenso estuvo asociado a la poética del acontecer autobiográfico y a la autoexégesis del poeta y de su práctica literaria; en el caso del texto fundacional del género, The Prelude (1799, en su primera versión) de W. Wordsworth, el yo lírico enunciador nos narra y canta –a partir de un "ahora"– su formación poética desde la infancia hasta la plenitud de su madurez. Pero, como ocurre en la mayoría de estos poemas, no se trata de una autobiografía strictu sensu (aunque existan referencias a su experiencia personal), porque las verdaderas protagonistas de la composición ―al menos, esa es mi percepción― son la misma memoria y la propia imaginación analógica del poeta que se va gestando a través del mismo texto. Este paradigma de poema extenso vinculado a la memoria no es, como veremos, el único que vamos encontrar.
No hay, en efecto, un modelo único en esta modalidad lírica. El objetivo de mi artículo y de esta comunicación es ofrecer una propuesta esquemática de clasificación de tipologías distintas de poema extenso, basándome –eso sí– en los criterios del binomio memoria/poema extenso y en su esfera de búsqueda de identidad. Según esto, podríamos considerar la existencia de tres paradigmas de poemas extensos modernos. Hablaré en primer lugar de los que voy a denominar "poemas de autoexégesis". Estoy hablando de poemas donde el sujeto lírico en primera persona traza un recorrido que simula un viaje de la memoria por su formación literaria y una errancia auto-reflexiva a través de experiencias vitales que él retrotrae bidireccionalmente para rendir cuentas de lo vivido. Vamos a aspectos más concretos. El poema "Espacio" (1941-1942-1954) de Juan Ramón Jiménez tiene como pulsión hacer que el ayer-allí se haga un ahora-aquí para recuperar del olvido lo vivido: lo muerto está vivo en ella y lo ausente, presente. "Espacio" es, como The Prelude, una "autobiografía lírica", una fuga lírica de confesión o autoanálisis que refiere el largo camino del poeta exiliado desde su Moguer natal hasta La Florida y Puerto Rico. Setenta y tres años de vida consciente, creativa y trascendente se resumen en unas cuantas páginas: su Moguer cernido de azul, el paraíso perdido de su infancia, su vida en Madrid, su boda en Nueva York, el repudio hacia él de los jóvenes poetas del grupo del 27, los acontecimientos históricos, Madrid y España en Guerra, el exilio junto a Zenobia con un pasaporte de delegado cultural de la Embajada Española en Washington, el asombro ante el paisaje de La Florida, su salida reciente del sanatorio tras una seria enfermedad, la sensación de extrañeza en un medio y un idioma ajenos y, en definitiva, el trauma del exilio. Todo Juan Ramón está en las líneas de este poema en prosa donde hay una presencia abismal y simultánea de realidad y memoria. De esta manera –como si de una declaración de principios se tratase– se inicia el fragmento primero de esta aventura espiritual de reconstrucción de su propio mundo a través de la memoria:

"Los dioses no tuvieron más sustancia que la que tengo yo." Yo tengo, como ellos, la sustancia de todo lo vivido y de todo lo por vivir. No soy presente sólo, sino fuga raudal de cabo a fin. Y lo que veo, a un lado y otro, en esta fuga (rosas, restos de alas, sombra y luz) es sólo mío, recuerdo y ansia míos, presentimiento, olvido. ¿Quién sabe más que yo, quién, qué hombre o qué dios puede, ha podido, podrá decirme a mí qué es mi vida, qué no es?

El autor nos está diciendo lo siguiente: eso que lees lo viví, lo vi, lo supe, lo escuché o lo olí; y te lo hago sentir a través de la "memoria sensitiva". Otros versos del poema dicen:
No, ese perro que ladra al sol caído, no ladra en el Monsúrio de Moguer, ni cerca de Carmona de Sevilla, ni en la calle Torrijos de Madrid; ladra en Miami, Coral Gables. La Florida, y yo lo estoy oyendo allí, allí, no aquí, no aquí, allí, allí.

Interesante –en el sentido que hemos referido de poema extenso como balance de vida del autor al final del camino– es también la propuesta que Octavio Paz nos hace en Pasado en claro (1974), poema autobiográfico en 605 versos que –como reza su título– se nos presenta como una elegía por el tiempo perdido, especialmente por el paraíso perdido de la infancia; pero es también un viaje bidireccional en espiral desde el ahora hacia los recuerdos y hacia la misma muerte. Como en el poema de Juan Ramón, el autor logra cristalizar solo aquellos recuerdos que le permiten dar forma y construir su conciencia presente; obviando, por otra parte, esos otros "espejeos" y borrones sin trascendencia en el "ahora" del yo que redacta. Hagamos aquí nuestro pequeño homenaje a Paz –por la celebración del centenario de su nacimiento– leyendo algunos versos de Pasado en claro:

Oídos con el alma,
pasos mentales más que sombras,
sombras del pensamiento más que pasos,
por el camino de ecos
que la memoria inventa y borra:
sin caminar caminan
sobre este ahora, puente
tendido entre una letra y otra.
[…] Ni allá ni aquí: por esa linde
de duda, transitada
sólo por espejeos y vislumbres,
donde el lenguaje se desdice,
voy al encuentro de mí mismo.

Ya en nuestro siglo, El libro, tras la duna (2002) de Andrés Sánchez Robayna, honesto deudor de los textos de Wordsworth y Jiménez, es un poema-libro en 77 fragmentos cuya arquitectura íntima se organiza también en torno a un eje autobiográfico que va desde la niñez hasta el presente de la escritura, ese "ahora" con el que se inaugura el poema. Aquí encontramos una maravillosa muestra de ello:

AHORA
En la mañana oscura del desceñido octubre,
en que, umbroso y en calma, yace el mar
entregado a la pura equiescencia del cielo,
al deslizarse de las nubes blancas
que un gris ya casi mineral golpea
[…] sólo ahora,
el comienzo
comienza.

A lo largo de los 77 fragmentos que componen El libro, cristalizan los hitos vitales de la vida de Robayna, haciendo así avanzar un discurso poético que alterna la diégesis vital del poeta canario con momentos epifánicos de gran intensidad lírica. Ya señalé en mi artículo publicado en la revista Ínsula, "Recurrencias y composición fragmentaria en El libro, tras la duna de Andrés Sánchez Robayna", cómo el poema se desplegaba –como un libro– desde un "ahora" hacia el pasado y, de ahí, de nuevo al momento redaccional. La composición se inicia ilusoriamente a partir del correlato objetivo de una tarde de lluvia sobre el mar ("el comienzo surge a cada instante, – nos dice Robayna – / como la lluvia que esta tarde / vi caer sobre el mar",), que pone en funcionamiento el engranaje de la memoria para hacer balance de su vida e iniciar un discurso poético que será el relato de su proceso de formación y de una conciencia aparentemente conclusa.
Podríamos citar otros ejemplos ilustrativos de esta tipología autorreferencial de poema extenso, pero ya corresponde que me refiera a otra forma de poema largo que etiquetaré como "poemas de trauma generacional" (aspecto del que hablará más extensamente mi compañero Benjamin Inal). Como decíamos, otro paradigma de poemas de largo aliento lo representan composiciones, digamos "de integración en la memoria histórica" a través de lo cultural. En ellos, el yo lírico –verbalizando el horror– se revela como testimonio de la historia y cancerbero de su legado literario. Pongamos por caso otro poema extenso de Octavio Paz, Piedra de sol (1957). En el caso de «Piedra de sol» hay dos tipos fundamentales de memoria: por un lado, la memoria personal; y por otro, la misma memoria histórica. El tiempo del poeta y el tiempo de la historia. Entendiendo, claro está, que la experiencia del tiempo de la historia es también, en cierta manera, una experiencia de interiorización de esta. Como dijo Paz, «en realidad, es la biografía de una generación, marcada por ciertas ideas y ciertas realidades históricas, como la guerra civil de España». Otro poema extenso de esta misma tipología, Descripción de la mentira (1977), del asturiano Antonio Gamoneda, hará lo propio con el tema del exilio, narrando el retorno del poeta expatriado tras la Guerra Civil a una España que no reconoce ya. También en el antes citado El libro, tras la duna palpita esa memoria histórica al referirse en el fragmento LII al trauma generacional migratorio de la posguerra (así la define el poeta: "el hosco tiempo / que empezó con ricino, y las maletas / de cartón piedra, y los antidisturbios / y las supervivencias / y el hedor y la muerte bajo palio"); también se referirá al censurado movimiento estudiantil del 68 en La Sorbona en el fragmento XV; y, sobre todo, (poniendo en práctica un proceso memoralístico de universalización –aspecto del que hablará con más concreción Benjamin) a la Shoah o genocidio nazi de judíos (del que lógicamente Robayna no fue superviviente ni padeció -, descrito a lo largo de cuatro fragmentos claves en el poema. Leamos algunos versos en los que el poeta expresa su espanto ante el visionado del documental sobre las matanzas de Mauthausen, Nuit et brouillant (1955) de Resnais (Al respecto, Berta Estrada hablará en esta misma sesión de una poeta, Clara Schoenborn, descendiente de quien sí lo vivió de primera mano):
En el salón medio vacío vi, / mudo, sobrecogido por la angustia, / Nuit et brouillard, espanto y sobresalto, / montañas de cadáveres y huesos, / gélidas alambradas, altavoces, / restos del exterminio y el dolor / en campos devastados, barracones / tomados por el frío. Las imágenes / ardían en los ojos […]

Y en tercer término, hablemos de otra categoría de poemas extensos vertebrados en torno a la memoria, que denominaremos "poemas pseudo-épicos" (digamos, de una épica interior) o de "despersonalización y dispersión en la memoria colectiva". Hablo de largos poemas orgánicos que proponen un ejercicio de despersonalización, de contradicción del discurso oficial, de descentralización y de fragmentación del sujeto poético tradicional (aspectos de los que, en otro sentido, hablará Grazina), donde el yo poeta se diluye en "otros-yo" y se hace resonancia de voces enmudecidas habitualmente en el canon literario. En este sentido, satisface señalar que en la poesía contemporánea el largo poema se ha convertido en un espacio para la emergencia de voces históricamente poco representadas o marginadas de la literatura canónica, que buscan –en la inclusividad y libertad formal que otorga el poema extenso– la expresión de una voz común y definitiva. Nos estamos refiriendo a poemas extensos donde se da protagonismo a mujeres, homosexuales y a minorías raciales o étnicas. El estudioso italiano Mario Domenichelli recientemente ha hecho consideraciones muy interesantes en su artículo "Impersonalidad: dos paradigmas del poema extenso lírico-épico". Allí identifica al autor de esta "pseudo-épica" como una especie de mockingbird (ave imitadora o sinsonte) que reproduce en su canto la voz múltiple de todos los pájaros haciendo resonar en su composición los poemas que no se han escrito a lo largo de la historia. En este sentido, señalemos que el texto fundacional de este tipo de poemas es Leaves of Grass, donde Walt Whitman convierte en texto poético la memoria del pueblo intentando rescatar aquellas voces de Norteamérica enmudecidas por el olvido o traumatizadas por la condena al silencio forzado. Otros ejemplos de autores despersonalizados en un poema extenso serían Aleksander Blok, quien en su poema Los doce (1918) nos narra los acontecimientos de la Rusia de 1917 desde una óptica poliédrica; Derek Walcott, que en Omeros da cuerpo a la identidad caribeña de quienes han sido ignorados en las epopeyas clásicas; Paterson de William Carlos Williams; o, por ultimo, La ragazza Carla (1957) de Elio Pagliarani, largo poema en prosa donde el autor adopta la voz de una muchacha de diecisiete años que trabaja en el barrio del Duomo milanés como mecanógrafa.
Añadamos, en este sentido, que aunque el poema extenso ha sido históricamente considerado un género excluyente para escritoras, porque hundía sus raíces en la larga tradición épica masculina (monológica y patriarcal), actualmente se da un fenómeno de emergencia de publicaciones femeninas de poemas extensos. Me consta que son pocos los referentes de autoras de poemas largos en los inicios de la modernidad poética a excepción de Poema del fin (1924) de la poeta rusa Marina Tsvetáieva (Sítiyava) y también, en otro sentido, Poema sin héroe, de otra rusa, Anna Ajmátova (Ajmátova). Sin embargo, como decíamos, en las últimas décadas han aflorado en España autoras que utilizan el espacio de libertad que les aporta la composición poética de largo aliento para inscribir en él su personalidad femenina. Se trata de textos entendidos muchas veces como una "mito-poiesis revisionista", en la que el poema extenso representa una re-visión de la historia, desde un punto de vista diferente al establecido canónicamente por la tradición literaria "masculina". Destaquemos algunos ejemplos como En busca de Cordelia (1975) de Clara Janés, donde la poeta-protagonista abarca en 640 versos un ejercicio de retrospección de la historia de la mujer para revelar la opresión femenina; Usted (1986) de Almudena Guzmán, que de-construye irónicamente el amor romántico y la imagen pasiva con la que es representada la mujer; o, por último, Un nombre para Laila (1991), poema donde Carmen Albert niega la naturaleza violenta y destructiva de la cultura masculina como propia.
Antes de terminar mi ponencia, querría recapitular con un par de ideas claves, subrayando que la esencia del moderno poema extenso se halla en la fragmentación, en lo híbrido de los géneros y, sobre todo, en ese binomio memoria/escritura. Y que este opera muchas veces como un ejercicio memorístico, donde la protagonista es la memoria misma que, en todas sus manifestaciones, intenta recuperar el tiempo y el espacio perdidos. Es pues su hilo conductor esa misma combinatoria de recuerdos y olvidos gracias a los cuales el hombre se reactualiza mediante el soporte material del poema extenso. De esa manera, la palabra creadora en movimiento traza un periplo circular hasta encontrar al fin la conciencia individual y suma (¿el alma quizá?). Decía Aristóteles que la memoria es el escribano del alma. Y hablando del alma (vieja palabra que, como dice Paz, no tiene sustituto), quisiera concluir compartiendo una reveladora declaración acerca de la esencia de la memoria del novelista Rodrigo Fresán en su libro Historia argentina. Dice así el autor argentino: "me pregunto adónde irá la memoria cuando morimos…, porque la memoria, como concepto teológico, me parece mucho más interesante y lleno de posibilidades que el alma. Después de todo, tal vez el alma sea la memoria". No creo mi intervención pueda dar respuesta a esta –digamos– aporía con base metafísica; pero espero, al menos, haber corroborado con mis palabras ALGO: que, en la ontogénesis del poema extenso moderno y en esa mencionada errancia de la memoria, anida una anhelante pulsión con respecto al alma: el deseo, el humano deseo de inventarla.

Dzieki / dianki
(Gracias)

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