Memoria, olvido y la apertura de fosas comunes de la guerra civil en 1978-1981 y 2000-2006

July 24, 2017 | Autor: Marije Hristova | Categoría: Spanish Civil War, Mass Graves, Transición española, Spanish Civil War Mass Graves
Share Embed


Descripción

MEMORIA, OLVIDO Y LA APERTURA DE LAS FOSAS COMUNES DE LA GUERRA CIVIL EN 1978 – 1981 Y 2000 - 2006

Marije Hristova-Dijkstra Laren 2007

Memoria, olvido y la apertura de las fosas comunes de la guerra civil en 1978 – 1981 y 2000 - 2006 Tesina Historia Contemporánea Universidad de Groninga Versión revisada febrero de 2007

Coordinador: dr. A. De Baets, Universidad de Groninga Segundo lector: dr. J. Aróstegui, Universidad Complutense de Madrid

Marije Hristova-Dijkstra Amersfoortsestraatweg 111, gebouw B 1251 AV Laren (NH) [email protected] / [email protected] 06 24 404 831

ÍNDICE 1.

Introducción

6

2.

Marco teórico

8

2.1 2.2 2.3

8 12 14

3.

4.

5.

6.

Concepciones acerca la memoria Cuestión generacional Metodología y fuentes

Antecedentes históricos

19

3.1 3.2 3.3 3.4 3.5 3.6

19 20 23 27 28 29

Antecedentes de la guerra civil Represión durante la guerra civil: el origen de las fosas comunes Represión durante el franquismo La transición: ‘amnistía y amnesia’ Reciente ciclo de exhumaciones: se rompe el ‘pacto del olvido’ Las cifras

Exhumaciones de la transición

31

4.1 4.2 4.3 4.4 4.5

32 34 41 42 44

Actores principales Objetivos y discurso Compromiso político Interés y atención de actores externos Conclusión parcial

Exhumaciones recientes

46

5.1 5.2 5.3 5.4 5.5

47 50 59 65 67

Actores principales Objetivos y discurso Compromiso político Interés y atención de actores externos Conclusión parcial

Comparación entre ambos movimientos

70

6.1 6.2 6.3 6.4 6.5

70 71 73 74 74

Actores principales Objetivos y discurso Compromiso político Interés y atención de actores externos Conclusiones

1

7.

El ‘pacto del olvido’

78

7.1 7.2 7.3 7.4

79 81 91 93

Memoria de la guerra civil en la prensa de la transición Conmemoraciones en El País durante la democracia Sondeos en El País durante la democracia Conclusiones parciales

8.

Hacia una cesura en cuanto al trato de la memoria de la guerra civil

95

9.

Conclusión final

100

10.

Anexos

104

10.1 10.2 10.3 10.4

11.

Cronología de fechas básicas en el debate acerca la memoria histórica Fechas de nacimiento de los principales actores involucrados en el movimiento de la memoria histórica Texto íntegro de la Ley 46/1977, de 15 de octubre, de amnistía Texto íntegro del proyecto de Ley de Memoria Histórica

104 106 108 111

Bibliografía

119

11.1 11.2

119 124

Fuentes Literatura

2

3

Pensar la barbarie, lo que se oculta a las narrativas de la historia pero que sin embargo está ahí, interviniendo violentamente desde fuera, es el proyecto al que se dirige el intelectual empeñado en desestabilizar las prácticas de consenso y así revisar críticamente la construcción cultural de la historia. Si la democracia española se abre con un olvido, es este olvido el que un proyecto intelectual crítico deberá tomar como objeto. Cristina Moreiras Menor (2002)

“Nuestra guerra” – había dicho Hemingway -. Todos decís lo mismo. Como fuese lo único, lo más importante al menos, que podéis compartir. El pan vuestro de cada día... Jorge Semprún, Veinte años y un día (2003)

4

5

1. INTRODUCCIÓN En España, el año 2006 se ha venido a denominar oficialmente el año de la memoria histórica, a petición de varias organizaciones que se esfuerzan por la rehabilitación de las víctimas de la guerra civil. Aunque este año no dio lugar a una ley de punto final para esta cuestión, con el nombre atribuido sí se reconoce la necesidad de una nueva política de la memoria. Este año, se conmemora el 70º aniversario del comienzo de la guerra civil y el 75º aniversario del comienzo de la II República, cuando justo se conmemoraron los 30 años de la muerte de Franco en noviembre del 2005. Sin embargo, el 27º aniversario de la Constitución española en 2005 solamente sirvió para aguzar el espíritu de los diferentes bandos en la discusión sobre la reforma del estatuto catalán, el 30º aniversario de la muerte de Franco solamente retoca el presente debate acerca ‘el pacto del olvido’ en vez de reparar esa injusticia flagrante y con la presentación de la Ley de Memoria Histórica para los 70 años de la guerra civil se agravó el debate acerca los derechos de las víctimas. Parece que, con el año de la memoria histórica, estamos muy lejos del espíritu de la transición que empezó el 1975, denominado por la iglesia como el año de la reconciliación. Con las presentes incomodidades aparecen dos términos, ambos ‘de moda’ en el campo de batalla de la escritura histórica. El primero es la conmemoración histórica y el segundo es la memoria histórica. Aquí, entendemos la memoria como la facultad psíquica con la que se recuerda, mientras que la conmemoración sirve para guardar el recuerdo de cierto suceso1. Obviamente, los términos se contradicen. No se puede guardar un recuerdo, cuando el recuerdo aún se está elaborando, y, una parte de España claramente está viviendo el primer ejercicio de recordar, que empezó, tal como escribe el historiador Javier Rodrigo en El País del 27 de noviembre de 2005: ‘El inicio del más reciente ciclo de exhumaciones de fosas comunes en España puso a la sociedad frente a un grave problema. Cadáveres y familiares, fosas y desaparecidos conformaban un mapa del terror del cual no se había sido consciente hasta que esos cráneos agujereados y esos huesos rescatados de la tierra salieron a la luz. Todo lo demás vino después (...)’2. Lo que vino después ha sido evidentemente la tarea de recordar los acontecimientos que dibujaron ese mapa del terror. Javier Rodrigo escribe muy acertado ‘el inicio del más reciente ciclo de exhumaciones’, destacando indirectamente que hubo ciclos de exhumaciones anteriores cuales no llevaron consigo dicha concienciación histórica de la sociedad. Hubo ya muchas exhumaciones en el último periodo de la dictadura, y, durante los primeros años posteriores al régimen la búsqueda se trata de un verdadero movimiento social. No obstante, no tuvo entonces la repercusión como la que tiene ahora. Nuevas revisiones históricas apuntan a menudo al ‘pacto del olvido’ que se hizo durante la transición española para explicar la falta de concienciación histórica sobre el periodo de la guerra civil y del franquismo. En España aún no se ha hecho la cuenta final de la historia reciente, pero se ha manifestado el cambio. No es que anteriormente no se haya investigado sobre aquel pasado traumático en el terreno académico; no es que no se hayan analizado los daños irreparables de esa guerra; pero ha llegado el momento en que esos conocimientos están llegando a la sociedad y en el que se intentan reparar esos 1 2

María Moliner, Diccionario de uso del español, versión 2.0, segunda versión (CD-Rom). Javier Rodrigo, ‘Omnipresentes o invisibles’, El País, 27 de noviembre de 2005, 13-14.

6

daños lo máximo posible. Hasta ahora, el cambio en la concienciación ha conllevado abundantes estudios y relatos sobre la represión durante la guerra civil y la inmediata posguerra. No obstante, pocas investigaciones se han centrado en esos años de olvido y el porqué de la apertura, aún así no hay artículo que no cite el ‘pacto del olvido’ o el ‘pacto de silencio’. La memoria y el olvido son temas difícilmente abarcables. No solamente porque son procesos psíquicos que ni siquiera los más destacados neurólogos y psicólogos acaban de entender en su totalidad, sino también porque son procesos particularmente personales de los cuales la historia deja pocas huellas. La infatigable búsqueda de los restos de familiares asesinados hace más de sesenta años, es una de esas pocas huellas. Es un movimiento impulsado por la memoria personal viva de un familiar desaparecido durante la guerra civil o la posguerra. En parte, este movimiento rompió finalmente con ese silencio, olvido, aparcamiento del tema o cómo se le quiere llamar, aunque aparentemente no fue la única causa, ya que las anteriores exhumaciones no habían tenido tal repercusión. Justamente esto, seduce la mente del historiador. Dos movimientos muy parecidos con resultados diferentes. ¿Cuáles son las semejanzas y las diferencias entre ambos movimientos? ¿Por qué el primer ciclo de exhumaciones no conllevó a una concienciación nacional?

En el presente trabajo no se busca una justificación de o un ataque a la necesidad de recordar, sino que se persigue un entendimiento más profundo de la reclamación por la memoria histórica. Esta demanda, como indiqué arriba, empezó a tener repercusión social con la creación de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). Pero, como la labor iniciada por la ARMH no es nueva y tiene sus antecedentes en el último periodo democrático, se quiere tomar a ambos movimientos como objeto de estudio, para trazar los fundamentos de la demanda, y entender mejor los motivos del enorme interés actual. Al tomar los mismos movimientos sociales como punto de referencia, quiero matizar las teorías existentes acerca el porqué de la fuerte petición por la memoria histórica como por ejemplo la idea del relevo generacional. Con la comparación de los dos ‘momentos de memoria’ tras la apertura de fosas comunes, quiero rastrear las diferencias en el discurso interno y externo en cuanto a este tema. Sin embargo, si se quiere analizar el recuerdo de la memoria de la guerra civil en la España democrática, uno no solamente se puede detener ante los momentos de memoria, sino que también hace falta una noción de lo que ocurrió en los momentos de silencio y qué significa el llamado ‘pacto del olvido’. Así, después de analizar los dos diferentes ciclos de exhumaciones, se presentará un breve estudio del periodo entero, utilizando los medios de comunicación como fuente principal para decir algo sobre el discurso oficial que se mantuvo durante el periodo 1975-2006. De este modo, se quiere enmarcar las conclusiones acerca los ciclos de exhumaciones en un cuadro cronológico con las cesuras más importantes a considerar.

7

2. MARCO TEÓRICO

2.1 Concepciones acerca la memoria Al estudiar de los ciclos de exhumaciones de las fosas comunes de la guerra civil y del franquismo, de los cuales el último se ha venido a llamar ‘por la recuperación de la memoria histórica’, es imposible no detenernos ante el paraje complejo de los términos que se utilizan cuando se habla del recuerdo de aquel pasado. Los diferentes términos, ‘memoria histórica’, ‘memoria colectiva’, ‘memoria social’, ‘memoria personal’, tienen en común la palabra ‘memoria’, la facultad psíquica con la que se recuerda3. Es otra cosa que la escritura de la historia que se entiende como una reconstrucción del pasado que no recordamos por haberlo vivido, sino que la conocemos tras las huellas que nos ha dejado en documentos etc. Según Santos Juliá ‘a diferencia de la historia, la memoria no está construida sobre el conocimiento o la búsqueda de la verdad’4. Julio Aróstegui, por su parte, identifica la memoria como una matriz de la historia, en la que la memoria presenta el recuerdo del pasado, y la historia presenta una imagen del pasado.5 La historia, pues, es una narrativa que se reconstruye objetivamente a través de las fuentes, mientras que la memoria es una narrativa que se recuenta y recuerda de generación en generación, basada en una experiencia del tiempo vivido. Puede ser la experiencia del abuelo, narrado a las generaciones más jóvenes, pero el origen siempre se encuentra en una experiencia personal interpretada por esta misma persona y recontada tras las generaciones. Así, la memoria personal del abuelo, puede empezar a formar parte de la memoria social de la familia o quizá del pueblo, tras compartirla con este grupo de personas.6 El término de ‘memoria histórica’ es más complejo, ya que combina la idea de memoria con la de historia. Hay muchos estudiosos que utilizan los términos de memoria colectiva y memoria histórica sin diferenciación y para ellos significa exactamente lo mismo. No obstante, el autor tal vez más citado en cuanto a estos términos, Maurice Halbwachs, sí hace una distinción clara entre la memoria histórica y la memoria colectiva. Este sociólogo francés distingue una memoria individual que solamente se puede entender dentro del marco social donde es construida. Esto evoca la idea de un pasado múltiple, ya que la memoria puede depender de diferentes grupos sociales (y sus memorias colectivas). La memoria colectiva trata el pasado que aún vive en la conciencia humana y es compartida por un grupo social. La memoria histórica, por otra parte, nace según Halbwachs cuando la memoria colectiva y la tradición terminan, y representa así el pasado perdido en un relato único. Por lo tanto, el término ‘memoria histórica’ es un poco confuso, ya que en realidad no se trata de ninguna memoria, sino de la recuperación de acontecimientos del pasado. La historia se presenta

3

María Moliner, Diccionario de uso del español, versión 2.0, segunda versión (CD-Rom). El País, 2 de Julio de 2006. 5 Julio Aróstegui, ‘Traumas colectivos y memorias generacionales: el caso de la guerra civil’ en: Julio Aróstegui y François Godicheau (eds.), Guerra Civil. Mito y memoria (Madrid 2006) 57-92, aquí 62. 6 Para un análisis valioso de lo que son las diferencias entre la historia y la memoria le remito a Paul Ricoeur, La lectura del tiempo pasado, memoria y olvido (Madrid 1998) 41-48. Aquí se señala como ‘la historia crítica no sólo tiene que luchar contra los prejuicios de la memoria colectiva, sino contra los de la memoria oficial, que asume el papel social de “memoria enseñada”. Lo que está en juego en este punto es la identidad reivindicada por las colectividades o las comunidades, la identidad que trata de justificar la historia oficial.’ (47-48) 4

8

como memoria universal de la humanidad; algo que en realidad no existe, ya que la memoria colectiva es representada por un grupo limitado en el tiempo y el espacio.7 Para Halbwachs, los términos ‘memoria colectiva’ y ‘memoria social’ son intercambiables. No es el objetivo aquí añadir un granito de arena a la discusión acerca dichos términos, sino establecer un marco teórico útil para el presente estudio, pues, como afirma Julio Aróstegui, ‘la trampa para el análisis puede residir en no precisar bien de qué memoria se habla’8. Como primer paso tendremos que definir, cuál es el objeto de la memoria en este estudio y cómo el objeto de memoria se presenta tras sus agentes. Pues, no solamente estamos ante un problema de términos en cuanto a la memoria, también hay que percibir la intensidad de dicha memoria y su presencia en el tiempo actual. El objeto primordial de la memoria para los que se ocupan de desenterrar físicamente a los muertos de la guerra civil, son los acontecimientos que precedieron la muerte de aquellas personas enterradas en fosas comunes. Pero, claro está, que las mismas víctimas de aquellos acontecimientos ya no nos lo pueden contar. Como escribe el historiador Pablo Sánchez León: ‘Memoria que es nuestra memoria, no la suya, la cual sólo podemos intuir después de intentar reconstruir, a partir de la escasa evidencia, quién pensamos que eran esas personas, parientes o desconocidos, que aparecen en las fosas’9. La palabra ‘reconstruir’ ya señala la mayor complejidad del tema: el olvido. Aquellos acontecimientos fueron sometidos bajo la negación y el olvido del franquismo, y, después, como muchos reclaman, bajo la amnesia de la democracia. Pero, no se trata de una amnesia o un olvido completo, ya que ahora, los testigos y los familiares, sí pueden recordar aquellos sucesos. No es que se olvidaron, sino que se silenciaron. Hugo Vezzetti afirma que el problema del olvido no se sitúa en el nivel de una amnesia completa, sino en el de una amnesia “a medias”: un olvido que supone que algo del pasado emerge en el presente, aunque sea como un vacío, como un sustituto o un símbolo.10 Por encima de este silencio, sí se construyó un relato oficial acerca aquella tragedia. Durante el franquismo fue la omnipresencia del reconocimiento del dolor y la pérdida de los vencedores junto a la negación total del dolor de los vencidos. Tras la transición, se empezó a escribir un nuevo relato, pero se evitó hablar específicamente de los acontecimientos más dramáticos. Ahora, el objeto de memoria son precisamente las historias personales traumáticas de la guerra civil (y del primer franquismo) que se han silenciado durante años. Con la exhumación de las víctimas directas, se trata en primer lugar de reconstruir la historia y con ello la dignidad de aquél muerto. Los actores son un grupo formado por los familiares de los vencidos de la guerra civil. En el presente trabajo hablaré de dos momentos en que este recuerdo, este objeto de memoria, se saca del silencio: durante los años de la transición y a partir del 2000. En términos estrictos de Halbwachs, pues no se trata de memoria histórica, sino de una forma de memoria colectiva, recobrada después de un largo periodo de silencio. No obstante es discutible, y 7

Maurice Halbwachs, Los marcos socials de la memoria (Barcelona 2004). Julio Aróstegui, ‘Traumas colectivos y memorias generacionales’, 69. 9 Pablo Sánchez León, ‘Estigma y memoria de los jóvenes de la transición’, en: E. Silva y otros, La memoria de los olvidados. Un debate sobre el silencio de la represión franquista (Valladolid 2004) 163-179, aquí 165. 10 Hugo Vezzetti, ‘Variaciones sobre la memoria social’, Revista de crítica cultural 17 (noviembre 1998) 8-13, citado en Cristina Moreiras, Cultura herida. La literatura y cine en la España democrática (Madrid 2002) 121. 8

9

habría que definir más precisamente si la memoria social acerca estos hechos realmente había terminado o no. Pues, el problema teórico de esta memoria colectiva no está en lo traumático (hay muchos estudios que precisan la necesidad de la memoria como forma de duelo en estos casos), ni tampoco en su parcialidad (el hecho de que solamente considera la memoria de una parte de los españoles es más bien un problema político) sino en su temporalidad. La intercalación de silencio supuso de algún modo la negación de la identidad de los familiares y del muerto. Identidad que actualmente se quiere ‘recuperar’. Ahora bien, aunque definiera con más precisión qué concepto se aplica mejor en este caso, aún no nos sirve de asidero para entender la complejidad. Varios autores señalan el importante vínculo entre identidad y memoria. Vemos la importancia de la memoria histórica en la construcción de la identidad nacional, pero también la de la memoria familiar para la identidad personal; piénsese por ejemplo en el gran interés por el estudio genealógico. El uso de la memoria en estos casos se debe a la fragilidad de la identidad, tanto personal como colectiva, ya que se necesita una reafirmación de la misma11. Si movemos el foco de memoria a identidad, también encontramos en el primer plano la persona que quiere recordar y no el objeto de la memoria.12 Para este estudio se quiere comparar dos momentos de memoria, y con ello, dos grupos distintos (divididos por el tiempo) que buscan el mismo objeto de memoria. En este caso, pues, la identidad ofrece un foco muy útil, que nos permite, en vez de meternos en una eterna discusión de conceptos que se solapan y se explican de diferentes maneras, entender el motor esencial de esa memoria: el que recuerda. Wulf Kansteiner, al identificar los problemas acerca los estudios de la memoria, también concluye que para futuros estudios sería más útil focalizar en las comunicaciones entre los que hacen la memoria, los que utilizan la memoria y sus representaciones. Según él, este triángulo hermenéutico implica un diálogo abierto entre el objeto, el hacedor y el consumidor en la construcción de significado.13 Considerando principalmente el hacedor de la memoria, en el caso de las fosas comunes tratamos con diferentes grupos generacionales, que se dividen en los que vivieron el tiempo del objeto de la memoria de forma directa, los que conocieron aquel tiempo tras las narraciones contadas o silenciadas de sus familiares y los que conocieron los sucesos de dicho periodo principalmente tras los libros de historia. Al no existir un marco colectivo para la memoria de dicho objeto, cada uno de los hacedores, elabora su propio discurso como marco de una nueva identidad. Interesante para este punto es la tesis de Susan Crane, que entiende que la suma de las memorias individuales construye los elementos de la memoria colectiva y el trabajo del historiador no es el trabajo de memorar, sino el trabajo de testigo de la memoria individual a través de textos, entrevistas, testimonios voluntarios o no

11

Paul Ricoeur, La lectura del tiempo pasado, memoria y olvido (Madrid 1998) 31. Con la palabra ‘memoria’ nos referimos muchas veces al objeto de la memoria y así el término crea diferentes confusiones. Primero la confusión entre lo que se recuerda y el que recuerda y segundo entre memoria e historia. Un buen ejemplo de esa confusión en la abundancia de publicaciones tituladas ‘Memoria de la guerra civil’ o ‘Memoria de los maquis’, queriendo ser una historia de aquel tiempo o de aquel grupo. 13 Wulf Kansteiner, ‘Finding meaning in memory: a methodological critique of collective memory studies’, History and Theory 41 (marzo 2002), 179 – 197, aquí, 196-197. 12

10

voluntarios.14 De esta manera el historiador junto con cualquier individuo que expresa memorias personales, representa la conciencia histórica. Ahora bien, para muchos hacedores de la memoria acerca los acontecimientos de la guerra civil, no se trata de un acto de memoria pura, ya que esa memoria se silenció y no pasó de generación en generación, sino que es un acto de rehacer la memoria tras hablar con los testigos, los diferentes familiares para intentar reconstruir el relato de la memoria. No obstante, el objetivo del hacedor de la memoria es diferente al objetivo del historiador. Mientras que el último sale en busca de la verdad histórica, el primero busca un relato que pueda llenar el vacío personal actual y reconstruir su identidad. El estudio del objeto de la memoria se puede hacer de dos maneras y con diferentes objetivos. Lo que ahora se ve en España es un verdadero ‘boom’ de publicaciones que toman como objeto de estudio la guerra civil. No obstante, pretenden estudiarla, no tras el análisis histórico académico, sino a través del relato personal del drama, sin necesidad de buscar explicaciones, causas u otros conceptos que pretenden entender su totalidad. No se trata en este caso de la historia de la guerra civil, sino de la memoria de la guerra civil. Estas publicaciones encuentran oposición por parte del gremio de los historiadores que se ven atacados tras la acusación de no haber querido tratar aquella parte de la historia. Una respuesta más interesante a este desafío por parte de los historiadores sería un estudio ‘memoriográfico’. Es decir, que en vez de discutir cuál es la versión verdadera del pasado, sería interesante analizar y contrastar el contenido que se da al objeto de memoria, tal como se hace en el análisis historiográfico. Esto ayudaría a especificar cómo se entiende aquel pasado en perspectiva del presente y por qué. Paloma Aguilar, que entiende la memoria histórica como aquella parte del pasado con posibilidad de influir en el presente y que se activa con la asociación de ideas, propone aquí que no importa la realidad de las analogías del presente con el pasado, sino que lo que importa es que la gente tiene la sensación de que sí la haya.15 Del mismo modo, sería interesante estudiar cuál es la memoria colectiva del pasado, independientemente de si esa visión es coherente con los hechos o no. Para entender el hacedor de la memoria, es importante entender su marco referencial actual que le hace salir en busca de aquella ‘memoria perdida’. Para esto quiero tomar como punto de partida, la teoría generacional de Schumann y Scott, utilizado también por Paloma Aguilar al analizar la presencia del recuerdo de la guerra civil durante la transición, y, así poder enlazar el presente trabajo con este trabajo pionero en cuanto a la memoria de la guerra civil durante la democracia. Para estudiar el consumidor de aquella memoria recobrada, me detendré a un análisis sistemático de prensa en relación con diferentes fechas conmemorativas. Hablando de un silencio o de un vacío mnemónico, queda la pregunta por cómo funciona la construcción de un marco mnemónico social o colectivo. El silencio durante el franquismo se entiende tras la simple represión de los que pretendían memorar e identificarse públicamente con la memoria de los vencidos. El silencio de después de la transición es más difícil de entender y aquí la pregunta es muy próxima al objetivo de la comparación de los dos ciclos de exhumaciones. ¿Por qué el primero 14

Susan Crane, ‘Writing the individual back into collective memory’, American Historical Review, 102, V, 1997, 1372-1385. 15 Paloma Aguilar, Memoria y olvido de la guerra civil española (Madrid 1996) 31-42.

11

no consigue terminar de una vez por todas con el silencio y el segundo sí parece hacerlo? Quisiera precisar esta cuestión después de haber analizado y comparado a ambos movimientos. Lo que queda claro es que para una construcción exitosa de una memoria colectiva, aunque se trate de un proceso bottom-up que parte de la memoria personal (como suscribe Susan Crane), se necesita cierto momento en el que esas memorias personales empiezan a reflejarse en los periódicos, monumentos y conmemoraciones, o sea, necesitan ser acogidas por diferentes medios de comunicación, para que esa memoria (en términos de Kansteiner) pueda ser consumida tras sus representaciones.

2.2 Cuestión generacional Cuando hablamos de diferentes grupos de edades, recorrimos muchas veces a la idea de ‘generación’. En la historia de España hablamos por ejemplo de la generación del 98, la del 27 y la del 68. ¿Pero qué es una generación? Hay dos importantes conceptos a considerar al hablar de generaciones. Primero, los valores externos que constituyen dicha generación y segundo, el vínculo entre las diferentes generaciones. Por que, la memoria generacional se forma con el paso del tiempo y se caracteriza por estar sometida a constante revisión y discusión en el presente. Además, las diferentes generaciones pueden ser contemporáneas. Pero, para este estudio es más importante abarcar el grupo de personas que forma una generación u otra, ya que a menudo se utiliza el concepto generacional sin definir de qué grupo hablamos, y porqué ese grupo forma una generación. Aguilar traza para su estudio los más importantes conceptos acerca el estudio de las generaciones. Es importante partir de la idea de Kurt Mannheim que entiende una generación, no como un factor biológico o mental, sino como un factor social, que se forma por vivencias comunes. Paulino Garagorri añade a esto que ‘una generación es, por tanto, el grupo de hombres para quienes el presente, el pasado, el porvenir, en cuanto horizontes de su vida, tienen análogos alcances’16. Pero, ¿cómo se distinguen las diferentes cohortes? Para distinguir y evaluar el pensamiento de una generación, utilizaré la tesis mantenida por Howard Schumann y Jacqueline Scott.17 Estos sociólogos estadounidenses estudiaron las marcas que dejan los mismos acontecimientos históricos en las distintas generaciones del país. De este estudio resulta primero que las personas apuntaron como acontecimiento vivido más importante, los acontecimientos que habían vivido durante su adolescencia, que aproximadamente va de los 15 hasta los 25 años.18 Schumann y Scott señalan esta edad como la constituyente de una generación. Es el periodo crítico en el que uno empieza a conocer y opinar sobre el entorno socio-político. Destaca, ‘the importance of the political and social events 16

Paulino Garagorri, Introducción a Ortega (Madrid 1970) 164-166, citado en Paloma Aguilar, Memoria y olvido de la guerra civil española (Madrid 1996) 29. 17 Howard Schumann y Jacqueline Scott, ‘Generations and collective memories’, American sociological review, (junio 1989) 54, 3, 359-381. 18 Shumann y Scott (1989) hablan de ‘their teens or early 20s’ (377), periodo que yo entiendo aquí como el periodo que perdura aproximadamente desde los 15 hasta los 25. En el análisis Shumann y Scott se diferencia a los grupos de edad primero en grupos de 5 años y más adelante en grupos de 10. El periodo crítico, no obstante, por un lado se ve influido por las destrezas personales y por otro por las circunstancias sociales y así funciona tal como el periodo crítico definido por los lingüistas para la adquisición de lengua. No se pueden fijar límites firmes, tal como señalan los resultados presentados por Suman y Scott tras el análisis de la memoria persistente de diferentes eventos históricos.

12

that people encounter for shaping their later views of the political and social world, so that subsequent events seldom seem as significant as those encountered earlier’19. Las cohortes también se especifican según el entorno social, así, por ejemplo, las mujeres se unen por la experiencia importante de la lucha por los derechos para mujeres, una referencia que no comparten con los hombres de la misma edad. Aparte, los que mencionan un acontecimiento no vivido señalan la tendencia de contrastarlo con eventos de su propia adolescencia. El ejemplo más significativo es el de la generación del Vietnam que apunta a la II Guerra Mundial como una ‘guerra buena’ o una ‘guerra victoriosa’. En cambio, la misma generación que vivió la II Guerra Mundial focaliza más en los recuerdos personales, como la falta de comida.20 Pues, del estudio también se puede extraer información sobre el sentido de la memoria colectiva. Primero, cuando grandes partes de la sociedad recuerden el mismo evento, esto se puede entender como una memoria colectiva, sin embargo, el concepto resulta bastante superficial cuando se examinan los recuerdos con más atención: predominan los recuerdos personales y particulares. Por otra parte, cuando gran parte de la generación del Vietnam recuerda dicha guerra como un fracaso, también es una forma de memoria colectiva, y también lo es cuando dicha generación recuerda (aunque indirectamente) a la II Guerra Mundial, como una ‘guerra buena’. Es importante ver, cómo la memoria de un evento no vivido es influida por el cuadro referencial de las experiencias del propio tiempo vivido. Aquí es interesante también considerar el ‘efecto de periodo’ señalado por JacquesRené Rabier, a parte del efecto generacional.21 Con este término, indica que toda la sociedad puede ser influida por el mismo acontecimiento, no importa la edad. Así, aunque el recuerdo de un suceso de la adolescencia puede ser el más importante en el pensamiento político de una persona, acontecimientos posteriores no dejan de tener influencia, en un segundo plano, para orientar a una sociedad. No obstante, la referencia política para entender los acontecimientos posteriores será distinta para cada cohorte generacional. Así, veremos como la guerra de los Balcanes para una generación evidencia de la funcionalidad de la transición española (que ahorró la experiencia de una nueva guerra civil), mientras que para otra generación señala la importancia de una condena internacional de los verdugos y la exhumación de las fosas comunes para rehabilitar a las víctimas. Concluyendo, lo que es lo más importante a considerar tras el estudio de Schumann y Scott es entender ‘what events mean to individuals and social groups, since subjective meaning is a crucial element in the translation of experience into future action’22. Paloma Aguilar sume a este tipo de análisis generacional, el concepto de ‘efectos retardados’ de Robert Jervis23. ‘Este retraso en la 19

H. Schumann y J. Scott, ‘Generations and collective memories’, 378. El estudio también señala la importante influencia de la educación sobre la memoria histórica en mencionar los eventos más importantes del último siglo. Por otra parte, se señala como obstáculo en este tipo de análisis, los eventos mayores como la II Guerra Mundial. Es un evento tan impresionante, que para todas las generaciones que vivieron aquélla época sería el evento de más trascendencia, borrando las experiencias anteriores vividas durante la adolescencia. 21 Jacques-René Rabier, Le sentiment de fierté nationale: effet de l’âge et/ou des événements? (Brussel 1982), citado en Antoon de Baets, De figuranten van de geschiedenis. Hoe het verleden van andere culturen wordt verbeeld en in herinnering gebracht (Berchem/Hilversum 1994) 166-167. 22 H. Schumann y J. Scott, ‘Generations and collective memories’, 379. 23 Robert Jervis, Perception and misperception in international politics (Princeton 1976). 20

13

aplicación de las lecciones de la historia se debe a que los aprendizajes que más profunda huella dejan en una generación joven tardan un plazo de unos veinte años en relevarse. Este es el tiempo aproximado que a este grupo más afectado por unos hechos concretos le cuesta acceder al poder, debido al insoslayable relevo generacional.’24 También Julio Aróstegui suscribe la importancia de la memoria generacional para analizar la situación actual en España. Para él, las memorias generacionales también se basan en hechos recordados como experiencia directa.25 Pero, las memorias sucesivas están ligadas, según él, a la sucesión del poder, sus fluctuaciones y los usos que el poder pretende hacer de la memoria histórica. Así, los cambios que se producen en los contenidos fundamentales de la memoria histórica no podrían ligarse a los cambios generacionales. Sin embargo, Paloma Aguilar, con la teoría de Robert Jervis, subraya la relevación del pensamiento político de una generación tras su acceso al poder. Pues, aunque la memoria histórica dependa más directamente del poder, indirectamente también depende de los cambios generacionales que influyen a su vez en la sucesión de poder. La tesis de Schumann y Scott define sobre todo qué constituye una generación, y, poco dice sobre el vínculo entre las generaciones. Uno de los vínculos es la contemporaneidad de las generaciones y con ello el ‘efecto de periodo’, definido por Jacques-René Rabier, ya que los eventos compartidos por diferentes generaciones forman la base del debate entre las diferentes cohortes. Para Julio Aróstegui, el vínculo entre las diferentes generaciones es la memoria, y, también Schumann y Scott señalan la importancia de la memoria histórica, tras por ejemplo la enseñanza, para reconocer ciertos eventos como importantes. A parte de la memoria tras la escritura y la enseñanza de la historia, se traspasa la memoria contada de generación a generación. Harald Welzer analizó minuciosamente las conversaciones intergeneracionales en familias alemanas. Destaca que al recordar y recontar la historia común, lo que más importa es la confirmación de la identidad social de la familia. También señala la influencia del tiempo compartido en la memoria trasmitida. Los nietos desarrollaron una imagen bien distinta del abuelo que los hijos, porque el abuelo cuenta la historia de manera diferente a la luz de los hechos del tiempo actual.26 En España también se señala la especial transmisión de abuelos a nietos, tras la situación familiar en el que los abuelos pasan mucho tiempo con los nietos y los dos padres salen de casa para trabajar.

2.3 Metodología y fuentes Tras el marco teórico ofrecido por Kansteiner, he demarcado el estudio por ese triángulo de objeto, hacedor y consumidor de la memoria. El objeto, los muertos de la guerra civil y sus historias, se tomará como punto de partida. Hoy ya mucho se ha escrito sobre el drama personal de la guerra civil, pero no solamente quiero dejar constancia del origen de aquellas fosas, objeto de la memoria, sino también de lo que pasó con aquellas fosas después. La injusticia sobre aquella gente no terminó con 24

Paloma Aguilar, Memoria y olvido de la guerra civil española (Madrid 1996) 53. Julio Aróstegui, ‘Traumas colectivos y memorias generacionales’, 77. 26 Harald Welzer, ‘Krieg der Generationen – zur Tradierung von NS-Vergangenheit und Krieg in Deutschen Familien’ en: Waltraud ‘Wara’ Wende, Koch, Lars (ed.), Krieg und Gedächtnis. Ein Ausnahmezustand im Spannungsfeld kultureller Sinnkonstruktionen (Würzburg 2005) 58-75. 25

14

su muerte, sino que duró hasta que recibieron entierro digno. Este castigo post-mortem forma parte del recuerdo que ahora se recupera. Para el análisis de los ciclos de exhumaciones, se focaliza sobre todo en las comunicaciones entre los que hacen la memoria, los que utilizan la memoria y sus representaciones. Los que hacen la memoria son los actores principales en los actos de exhumación, mientras que los que utilizan esa memoria, son los actores externos, como la prensa, la política etcétera. Los actores principales no solamente se analizan tras su condición generacional, sino también a través del discurso emitido. Para un análisis de los actores externos, es decir, los consumidores de la memoria, son interesantes sobre todo los medios de comunicación y la manera en que reflejan la memoria que se evoca tras las exhumaciones de fosas comunes. El objetivo de la comparación de ambos ciclos de exhumación es ‘individualizador’. Se buscan las diferencias para señalar los rasgos únicos del más reciente ciclo de exhumaciones, y así, poder explicar su enorme repercusión. Uno de los peligros al comparar dos movimientos diacrónicos, es el de desatender el aspecto contextual y con ello la temporalidad. Sin embargo, para este estudio no solamente interesan las dos unidades establecidas, sino también el vacío entremedio. Por eso es interesante, después de haber analizado y comparado a los dos momentos en cuestión, insertar otra vez el aspecto lineal de tiempo. En los capítulos 7 y 8 se intentará precisar una cesura en cuanto al silencio y el recuerdo de la guerra civil durante la época democrática a través de la prensa. Los dos ciclos de exhumaciones son evidentemente momentos de recuerdo, pero, al haberlos extrapolado de su contexto para favorecer la comparación, es difícil trazar la causalidad entre las exhumaciones y la necesidad de recordar. Pues, a través de la presencia del recuerdo en la prensa, se quiere precisar si los ciclos se aprovechan de un debate acerca la memoria ya abierto, o, al contrario, si son el principal impulsor de la reclamación de la memoria. Con estos capítulos también se quiere precisar el proceso de la construcción de una memoria colectiva exitosa.

Las fuentes del estudio componen un paraje muy diverso: documentos oficiales, entrevistas, periódicos, foros interactivos, documentales televisivos y encuestas. Primero, es importante señalar la diferencia entre el limitado volumen de material encontrado sobre el primer periodo de exhumaciones y el sin fin de artículos, libros, entrevistas y demás publicaciones acerca el reciente ciclo de exhumaciones. La comparación de ambos ciclos tiene como objetivo trazar las diferencias entre ambos ciclos y esta diferencia cuantitativa de fuentes ya es un dato importante. Aún así, queda el peligro de una comparación desigual. A esta luz, se ha optado contrastar ambos movimientos para señalar sobre todo los rasgos únicos del último. Así, la función y el propósito del análisis del primer ciclo de exhumaciones no es el de ofrecer un análisis profundo de lo que fue el movimiento de exhumaciones de la transición. Quiero presentar los diferentes rasgos de aquel movimiento para tener un punto de referencia para señalar los rasgos más importantes para el éxito inmenso del reciente ‘movimiento por la recuperación de la memora histórica’. También se quiere señalar la transformación del discurso que conlleva la labor de exhumar y las transformaciones en la memoria de aquellos sucesos.

15

El capítulo introductor, en el que se precisa el objeto de la memoria, se basa en tres grupos de fuentes. Utilizo algunos estudios históricos, para fundamentar el relato sobre la realidad histórica de la guerra civil y el franquismo. Pero, para también darme cuenta de ese otro relato de la guerra que ahora conoce tanta difusión, introduzco cada periodo con el seguimiento de una historia personal, basada sobre todo en entrevistas con diferentes familiares de una maestra fusilada durante la guerra civil. La página de Internet del Boletín Oficial del Estado, ofrece un buen instrumento para trazar las órdenes oficiales acerca los desaparecidos, las exhumaciones y el otorgamiento de pensiones. En la base de datos ‘gazeta’ se puede consultar la colección histórica del 1845 al 1967 en formato pdf.27 Las diferentes órdenes no solamente señalan lo que se hizo o se dejó de hacer en aquellos años, sino que también son una buena muestra del discurso emitido por el régimen franquista. Para la época democrática, una fuente interesante es el Informe general de la Comisión Interministerial para el estudio de la situación de las víctimas de la guerra civil y del franquismo presentado en julio del 2006 por la Comisión Interministerial28, que recorre las diferentes normas adoptadas acerca los desaparecidos, sus familiares y las fosas comunes durante la época democrática. Las fuentes para el análisis del primer ciclo de exhumaciones, forman una colección bastante limitada. Muy valiosos son los tomos de Gregorio Herrero Balsa y Antonio Hernández García.29 Los dos se comprometieron con el ciclo de exhumaciones que tuvo lugar en La Rioja y relataron, a raíz de aquellos sucesos, la represión sufrida durante la guerra civil pueblo por pueblo, dando constancia de los lugares físicos de muchas fosas comunes. Abunda en estas publicaciones el material gráfico de los actos de exhumación e inhumación. Además, en una parte introductoria recopilan artículos de prensa de la época y algunos discursos escritos y expresados con motivo de los actos de inhumación. Como actores directos de aquél ciclo de exhumaciones, también interesa el discurso de los mismos autores. Un testimonio aún más directo de aquellos sucesos es el documental de los hermanos Cecilia y José Juan Bartolomé, Después de.... No se os puede dejar solos. El documental es un testimonio vivo de las diferentes fuerzas sociales existentes durante la transición. Da constancia desde las conmemoraciones - ya no oficiales - de la extrema derecha, hasta las diferentes huelgas a causa del paro y las protestas feministas a favor del aborto. El documental también recoge un capítulo titulado ‘La recuperación del pasado prohibido’, para el que se entrevista a varios familiares en ‘La Barranca’, una fosa común en La Rioja. Para darle un marco a las fuentes mencionadas arriba, fue muy importante la entrevista con María Rosario Gutiérrez (Charo). Charo, natural de Alfaro, participó en el ciclo de exhumaciones en La Rioja tras la exhumación de los restos de su tío. Su voluntad a hablar de aquellos sucesos y la disposición de su colección de material gráfico, permitieron llenar las lagunas de las fuentes impresas. Aún así, la totalidad de fuentes ayuda a formar una impresión más precisa de lo que fue aquel ciclo de exhumaciones, pero no permite un análisis profundo. Se complementó el análisis de dicho periodo 27

http://www.boe.es/g/es/bases_datos/gazeta.php ‘Informe general de la Comisión Interministerial para el estudio de la situación de las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo’, 28 de julio de 2006, publicado en la dirección en la red oficial del Ministerio de la Presidencia: www.mpr.es/Documentos/memoria.htm. 29 Gregorio Herrero Balsa y Antonio Hernández García, La represión en Soria durante la Guerra Civil, Soria, 1982 (2 tomos) y Antonio Hernández García, La represión en La Rioja durante la Guerra Civil, Logroño, 1984 (3 tomos). 28

16

con algunos datos del minucioso análisis de la transición en cuanto a la memoria de la guerra civil de Paloma Aguilar. Mientras que el obstáculo para el estudio del primer ciclo de exhumaciones es la limitación, para el segundo nos enfrentamos al problema de la abundancia. Sobre todo en la prensa y en la red, uno puede encontrar un sin fin de artículos, entrevistas con familiares y con participantes en las exhumaciones. Me limitaré para el análisis de los actores principales, en la Asociación de la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), como pionera y el Foro por la Memoria, como segunda organización más grande en cuanto a la exhumación de fosas comunes. Ambas organizaciones se divulgan sobre todo a través de la red y sus páginas web dan mucha información. Muy interesantes son aquí los foros, donde los interesados pueden intercambiar ideas. Otra fuente útil es la publicación de Montse Armengou y Ricard Belis, Las fosas del silencio30, basada en el material para un documental igual titulado. Los dos periodistas recopilan aquí muchísimos testimonios de familiares que a partir del 2000 han empezado a buscar a sus desaparecidos. Los informes oficiales de la Comisión Interministerial forman una base para señalar el compromiso político. También los informes oficiales de la Unión Europea, del grupo Nizkor y de Amnistía Internacional abarcan el paraje del compromiso político. Para todo el análisis, pero en especial para el capítulo 7, he utilizado las publicaciones de El País, desde su fundación en 1976 hasta hoy. El País es el periódico no deportivo más leído en España, definido ideológicamente como socialdemócrata. Me he limitado a analizar solamente comunicados de dicho periódico por dos razones. Primero, era necesario limitar los datos, y, al no ser este un análisis de la representación de la memoria de la guerra civil en los diferentes medios de comunicación, no he querido perderme en analizar el apoyo de los medios de comunicación más pequeños o alternativos, aunque a veces sí me refiero al periódico más radicalmente opuesto a El País, ABC, para dar constancia de la línea mantenida por los estratos más conservadores. Segundo, al presentar solamente artículos de un periódico, se mantiene una sola línea que favorece la comparación. Para el capítulo 7 he analizo la posición oficial de El País acerca el trato del pasado represivo, tras el estudio de las editoriales de una selección de fechas. Trataré el método aplicado con más atención a modo de introducción al capítulo en cuestión, para mantener la unidad entre método y análisis. Como he señalado arriba, he tomado gran parte del planteamiento del trabajo de Paloma Aguilar en Memoria y olvido de la guerra civil española como punto de partida para el presente estudio. La opción de alinearme de tal forma a este estudio ha sido tanto pragmática como funcional. Pragmática porque su análisis de la memoria y el olvido de la guerra civil durante la transición, ofrece un buen marco para entender las escasas fuentes sobre el primer ciclo de exhumaciones. Funcional, porque, al tomar su estudio como marco para el análisis del primer ciclo de exhumaciones y el tiempo de la transición, el seguimiento de la misma línea facilita la comparación. Además, el estudio de Aguilar es el primer estudio que traza tan detalladamente la presencia del recuerdo de la guerra civil en los 30

Montse Armengou y Ricard Belis, Las fosas del silencio. ¿Hay un Holocausto español? (Barcelona 2004).

17

tiempos de democracia y lo sigue siendo. Por otra parte, el estudio presentado aquí difiere del estudio de Aguilar en ser un estudio comparativo, mientras que Aguilar presenta un estudio cronológico desde el primer franquismo hasta la transición. También difiere el foco: Aguilar analiza el discurso oficial acerca el recuerdo de la guerra civil, mientras que aquí, tras el análisis de los movimientos que quieren exhumar las fosas comunes, se trata del discurso alternativo que surge desde abajo, oponiéndose de algún modo al discurso oficial. Así se intenta añadir algo a lo que se ha hecho hasta ahora, porque tal como afirma Julio Aróstegui, ‘no basta con analizar el discurso de las elites y el de los medios de la comunicación’31. Con el análisis del discurso de los principales actores de los ciclos de exhumaciones y con ello la conversación entre el objeto, el hacedor y el consumidor se quiere profundizar el conocimiento acerca la reclamación de la ‘recuperación de la memoria histórica’ y la sustitución del discurso acerca la memoria de la guerra civil.

31

Julio Aróstegui, ‘Traumas colectivos y memorias generacionales’, 92.

18

3 ANTECEDENTES HISTÓRICOS Al adentrarnos en los movimientos que después de 1975 se ocuparon con la tarea de buscar y exhumar las fosas comunes de la guerra civil española, nos enfrentamos a un variado paraje de antecedentes. Los antecedentes de los fusilados; las razones que durante tantos años retuvieron a los familiares para buscar a sus muertos; los antecedentes del ‘pacto del olvido’ formado durante la transición, y, la escritura histórica sobre la guerra civil y el franquismo hasta ahora. Pese a esta complejidad, en el foco de un análisis histórico de los movimientos en busca de las fosas comunes, hay una sola palabra que abarca todo el paraje de antecedentes: el miedo. A modo de introducción doy una breve recapitulación desde los acontecimientos durante la guerra civil hasta hoy, en la que precisamente quiero matizar el trasfondo histórico de esa raíz común, el miedo. De este modo, a parte de resumir claramente los antecedentes de la situación política y social actual, quisiera abrir una focalización sobre éstas que dé paso a un acercamiento a la psicología detrás del olvido y la búsqueda de las fosas comunes. Estamos ante el análisis de un movimiento formado por un conjunto de motivos altamente personales, cuyo objetivo a su vez también se despliega por parte en el campo individual. Para no perder de vista este aspecto biográfico y privado, trataré de ilustrar las diferentes partes de esta presentación de los antecedentes, con un caso particular: el del fusilamiento y la desaparición de la maestra Isabel Esteban Nieto y la búsqueda de sus restos mortales promovida por su nieta.

3.1 Antecedentes de la guerra civil Las raíces del trauma basado en los acontecimientos durante la guerra civil española y el franquismo, se relatan y se entienden más fácilmente a través de la cesura cronológica de la guerra civil española (1936-1939), el régimen franquista (1939-1975), la transición a la democracia (1975-1979/82)32 y el periodo democrático que dura hasta hoy. Claramente el trauma origina en la guerra civil: el tiempo de los fusilamientos y la excavación de las fosas comunes. Pero, para llegar a una imagen completa, hace falta arrimar las causas del estallido de esta guerra sangrante. Con la guerra civil, en España fecundó la idea de la existencia de ‘dos Españas’. Es una terminología generada por el campo nacionalista, vencedor de la guerra civil, y a propósito aplicada a posteriori a la situación anterior a aquella guerra. Sin embargo, cuando el 18 de julio de 1936 varios grupos de militares intentaron tomar el poder en diferentes ciudades de España, la situación tuvo poco que ver con la de una España que se enfrenta a la otra, como se quiere señalar con la tan citada metáfora de Caín y Abel. La situación del 36, era una situación de antítesis múltiples: la de una sociedad urbana, industrializada y moderna versus la sociedad campesina tradicional, una sociedad secular versus religiosa, liberalismo versus autoritarismo, pero también la antítesis geográfica de 32

La datación del final oficial de la transición sigue siendo tema de debate. Se podría entender el 1978 como final de la transición, por el voto a favor de la Constitución. Por otra parte, también se mantiene el 1979, porque es el año en el que la Constitución entró en vigor. Además, en ese mismo año se celebraron las primeras elecciones democráticas tras la constitución: las nacionales y después las municipales. También se aprobaron los estatutos autonómicos vasco y catalán. También se mantiene el 1982 como final definitivo tras el ascenso al poder del PSOE. A parte, el año anterior se comprobó la fuerza de la nueva democracia tras el golpe de estado fracasado.

19

centro versus periferia. Veremos que justamente la existencia de estas antítesis culturales múltiples, dio origen a un comienzo de la guerra caótico y extremadamente violento. La II República (1931–1939) tuvo una historia insegura desde su proclamación y estuvo ante la difícil tarea de organizar a una sociedad inestable. Con la pérdida de la última colonia Cuba en 1898, los militares se vieron frustrados en su idea de España como un gran imperio colonial, e, incompetentes monarcas de las primeras décadas del siglo XX, como Alfonso XIII, no habían logrado dar nuevo contenido político al ex imperio. Los rápidos cambios modernizadores promovidos por la II República generaron cada vez más descontento y llevaron a un grupo de militares a organizar un golpe de estado, una opción lógica, visto la abundante presencia de pronunciamientos militares anteriores. Sin embargo, con su fracaso en Barcelona y Madrid desencadenó una lucha de tres años. Fue una guerra en la cual los días de la República estuvieron contados desde el principio por la pérdida del apoyo de las fuerzas armadas y por las luchas interiores. Aún así, el gobierno legítimo resistió tanto tiempo debida a la rápida movilización de la sociedad entera, promovida por anhelo popular de proteger los avances sociales y económicos de la II República. No obstante, el régimen legítimo había perdido el control sobre el ejército y tuvo que detener una lucha interior entre los diferentes grupos izquierdistas y le faltó respaldo internacional por el pacto de No Intervención. Al contrario, los militares sublevados recibieron ayuda de los ejércitos alemán y italiano, tecnológicamente avanzados. Así, los protagonistas del periodo que sucedió, llegaron a ser los militares encabezados por el general Francisco Franco y la iglesia católica. Lo que empezó como un pronunciamiento militar empezaba a reunir las texturas ideológicas del fascismo italiano y alemán. Bajo el lema de un ‘glorioso alzamiento nacional’ para salvar a la España verdadera, los múltiples grupos que se diferenciaban en 1936, se iban recogiendo en dos bandos: la España buena, nacional y católica, salvadora de la patria, versus la España degenerada, comunista y masona. El general Francisco Franco supo efectuar un régimen dictatorial sobre las bases de un pueblo traumatizado por el miedo. El miedo de ser considerado traidor de la patria. Porque la frontera entre ‘bueno’ y ‘malo’ era sobre todo ambigua. Al considerar la situación antes del 36, pocos reunían todas las prerrequisitos de ser un buen patriota: algunos tal vez eran buenos católicos, pero habían votado al partido nacional vasco, otros eran católicos y habían apoyado a la falange pero alguien de su familia se había afiliado a la C.N.T. y el hermano falangista no le había traicionado.

3.2 Represión durante la guerra civil: el origen de las fosas comunes ***** 33

Isabel Esteban Nieto tenía 44 años al estallar la guerra civil. En aquel tiempo llevaba dos años ejerciendo de maestra en la escuela de niñas del pueblo palentino Brañosera, donde también vivía. Su marido tenía una panadería y con él tenía siete hijos. Le sacaron del pueblo a finales de agosto del 36, para deportarla al penal de Palencia con otra gente del pueblo. 33

El caso que presento aquí es una versión abreviada de la investigación presentada en el artículo inédito: Marije J. Hristova-Dijkstra, La “caza de brujas” de la guerra civil española. Análisis de la primera depuración del magisterio en Palencia a partir del relato de los maestros de Brañosera (Universidad de Valladolid y Universidad de Groninga 2004).

20

‘... el día anterior estando en la calle bajó el camión de los falangistas, que así llamábamos, y en él bajaban a mi tía Isabel, maestra de Brañosera, y a la mujer y al suegro del alcalde Adrián Fernández, los cuales y varios más, el camión lleno, no regresaron jamás. Mi tía Isabel era una mujer muy católica. Domingos y fiestas iba con sus discípulos a misa, y además una bella persona que hacía todo el bien que podía a todo el mundo sin excepción. [...]’34 El hijo de Isabel, Eliseo, recuerda estar en casa mirando por la ventana y oír gritar a los que la llevaron que quitasen a los niños de la ventana, porque si no les pegaban un tiro. Es una escena frecuentemente recordada por quienes vivieron la guerra civil y que Claude Couffon describe como algo tan característico que incluso da pie a hablar de método: el método del “paseo”: ‘Y es la escena atroz: la madre que se pega al hijo e implora a los torturadores, quienes la rechazan a culatazos; los hijos y la mujer que lloran sobre el pecho en que apuntan los fusiles. El hombre, vestido a la ligera, es empujado, brutalmente precipitado en la escalera. Un motor ronca, el vehículo parte. Detrás de las persianas cerradas de la casa, vecinos y vecinas espían y piensan que mañana les puede tocar el turno...’35 Después de la detención, Isabel seguramente estuvo unos días en la cárcel de Palencia. Después, su suerte cayó en manos de uno de los muchos grupos de falangistas que sacaban gente de la cárcel para saciar su sed por la violencia, la muerte y tal vez sus impulsos sexuales. La llevaron en una camioneta a Quintana del Puente, un pueblo que justo queda entre Palencia y Burgos. Allí la fusilaron junto con otras cuatro personas, detrás de la finca Ramírez, entonces propiedad de un falangista vallisoletano. Se oyeron los tiros desde el pueblo. Después de haberlos fusilado, obligaron a Casimiro López, natural de Quintana del Puente, a enterrar a los fusilados, por haber pertenecido a la Casa del Pueblo. La depuración del magisterio fue organizada desde el inicio de la guerra civil. Primero dependía de los rectores de las universidades, informados sobre los alcaldes de las diferentes localidades. Más tarde se instaló una comisión depuradora. En parte, aquella comisión se ocupó de dar aire de legalidad a posteriori a los ya depurados y fusilados al principio de la guerra. Así, el 4 de enero de 1937, el nuevo alcalde de Brañosera, Manuel García, hizo constar lo siguiente:

‘Que se destacó por su actividad favorable a las doctrinas marxistas orientando su enseñanza en este sentido y francamente laico, hasta el extremo de obligar a los niños a cantar la Internacional en la Escuela y paseos escolares.’36 Claro está que dichos informes distan mucho de la objetividad.

*****

He señalado arriba las antítesis culturales múltiples que originan en la extrema violencia durante (sobre todo) el comienzo de la guerra civil. La represión en el bando nacional consistía en la depuración sistemática de gente de algún modo representaba los cambios modernizadores de la II República. No solamente se depuraba los representantes de ésta, ni a los que se habían beneficiado, sino que también mataron a miles de trabajadores afiliados a sindicatos y a gente que de algún modo simbolizaba el cambio cultural: maestros, intelectuales, trabajadores autodidactos y mujeres 34

Ramón Ruiz Revilla, Un niño de la guerra (Palencia 2002) 17-18. Nótese que el autor del libro nos da aquí otro nombre del alcalde de Brañosera: Adrián Fernández, mientras que en los documentos de la época consta el nombre de Clemente Adán. 35 Ian Gibson, Granada, 1936. El asesinato de García Lorca ( Madrid 1980, 5ª edición) 108. 36 A.G.A., Leg. 32 Exp. 12869-70, folio 13.

21

‘modernas’.37 También hubo represión en el campo republicano. Aquí se concentraba en una agresión ante los representantes del antiguo régimen desigual: latifundistas y sobre todo el clérigo. Sin embargo, la última se caracterizaba como una violencia espontánea, siempre denunciada por las autoridades republicanas. Apenas empezada la guerra, el 29 de julio de 1936, Franco declaró frente a un periodista norteamericano que fusilaría a media España si aquél era el precio de pacificarla.38 Esto señala la planificación de los fusilamientos desde arriba y desde el comienzo de la guerra. Tal como vemos en el caso de Isabel Esteban, los falangistas eran los más aficionados a fusilar, pero también el ejército ‘regular’ fusilaba como “trabajo de nueve a cuatro”. El terror por parte del bando nacional se puede dividir en dos periodos. El terror caliente que tuvo lugar hasta la primavera del 37. En esta época el comandante o jefe local podía matar a cualquiera y por consiguiente los muertos no fueron registrados. Después fue sustituido por el terror legal o el terror frío39 cuando se pasó a juicios sumarísimos para dar apariencia de legalidad y queda registro del muerto. Así se elaboró el proceso de depuración de la maestra de Brañosera, en el que vemos cómo los informantes elaboran un discurso cada vez más exagerado e impregnado por la ideología nacional-catolicista. Son abundantes los ejemplos de la feroz represión durante la guerra civil, escenas inhumanas y altamente traumáticas que dieron lugar a un paisaje actual lleno de huesos. Los huesos son las huellas físicas de aquel trauma. El miedo y el silencio son las huellas psíquicas. Montse Armengou y Ricard Belis se preguntan si existe el holocausto español. A modo de respuesta, destacados historiadores como por ejemplo Paul Preston, no tienen ningún reparo en aplicar a España el concepto de holocausto en el sentido en que lo definió el jurista polaco Rafael Lemkin durante el juicio de Nuremberg: criminalidad o exterminio sistemático contra un grupo de personas por motivos de raza, religiosos o políticos.40 Cabe notar que la definición de Lemkin, posteriormente fue ajustada por las Naciones Unidas. En esta nueva versión, se quitaron entre otras las ‘agrupaciones políticas’ mencionadas por Lemkin, que justamente es la categoría que se define en el caso español.41 ‘Detrás de las persianas cerradas de la casa, vecinos y vecinas espían y piensan que mañana les puede tocar el turno...’ 42. Es lo que Francisco Espinosa llama ‘la cuota del azar’: hoy puede tocarte a ti o no tocarte. Espinosa cita el ejemplo de un pueblo de Huelva, donde un día matan a todos los detenidos que se llaman Manuel, simplemente por el gusto de crear terror. Esta estrategia crea una situación de miedo en la que nadie se siente libre y abundan las venganzas personales o bien las

37

Helen Graham, The spanish civil war. A very short introduction (Oxford 2005) 29. Jay Allen entrevista al general Franco, ‘Salveré España del marxismo, cueste lo que cueste’, London News Chronicle, 19/07/1936 y Chicago Daily Tribune, 30/08/1936, citado en Armengou, Montse y Ricard Belis, Las fosas del silencio. ¿Hay un Holocausto español? (Barcelona 2004) 80. 39 Este último término lo introduce Julián Casanova (M. Armengou, Las fosas del silencio, 124). 40 M. Armengou, Las fosas del silencio, 23. 41 Esto no quita, sin embargo, que muchas de las atrocidades de la guerra civil sí pueden ser calificadas como ‘crímenes de guerra’, basándose en los pasajes sobre conflictos internos del tercer convenio de la Cuarta Convención de Ginebra de 1949 o en el Segundo Protocolo adicional a los Convenios de Ginebra de 1977, relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados sin carácter internacional o bien en el estatuto del Tribunal Penal Internacional. 42 Entrevista con F. Espinosa, noviembre 2002, ATVC. Citado en: M. Armengou, Las fosas del silencio, 85-86. 38

22

denunciaciones contra el ‘otro’, solamente para salvarse a uno mismo. Esta situación perduró durante muchísimos años.

La exhumación de cuerpos se regula ya desde principios de la contienda, en ambos bandos. En la Gazeta de Madrid, el Ministerio de Trabajo, Sanidad y Previsión republicano publica el 19 de agosto de 1936 una orden por la cual ‘quedan prohibidas las exhumaciones de cadáveres que no lleven inhumados un año, por lo menos’43. Con otras palabras, se prohíbe la exhumación de víctimas de la guerra. En noviembre del 1936 con el decreto 67 sobre la desaparición de personas, firmado el 10 de noviembre de 1936 por los nacionales44, se permitía que el cónyuge y los parientes de la persona desaparecida solicitasen su inscripción en los juzgados. Aún así, era difícil y peligroso inscribir los familiares fusilados. Difícil porque se necesitaba dos testigos y peligroso porque podría esperarte la misma suerte al ser familiar de un ‘rojo’. ‘Los familiares, amigos, etc., no se atreven muchas veces a ir a identificar a sus deudos por miedo a que la represión se extendiese a ellos también. Sin cadáver, no había inscripción posible; y sin autorización del juez correspondiente, no podía procederse a la exhumación del cadáver que demostrase su muerte cuya inscripción pudiera pretenderse.’45

3.3 Represión durante el franquismo ***** Ricardo Rodríguez Esteban tenía 10 años cuando los falangistas vinieron a por su madre y era el segundo hijo de la familia. La familia siguió la vida como podía, aunque se les quitó todo lo que tenían. La casa donde vivían pertenecía al que tomaba el cargo de maestro y por lo tanto tuvieron que abandonarla. Aproximadamente dos semanas después de la detención, murió la hermana menor, Josefa, tan solo con trece meses de edad, por falta de nutrición. Cuando en 1942 Ricardo tuvo que cumplir el servicio militar y fue mandado al departamento de aviación en Quintana del Puente, se enteró de que su madre hallaba sepultada en ese mismo pueblo y consiguió que le hiciesen del Certificado de Defunción, según el cual su madre murió a causa de ‘arma de fuego con motivo de los actos de oposición al Glorioso Movimiento Nacional’46. Con el Acta de Defunción, el padre pudo recibir una indemnización que justo daba para comprarse una casa en Brañosera. No obstante, la gente del pueblo les hacía la vida imposible hasta tal punto, que se vieron forzados a mudarse a Bilbao, para trabajar en la industria pescadera y entrar en el anonimato de la ciudad grande. Allí, los cinco hermanos juntaron sus fuerzas para conseguir el dinero para que Pilar, la única hermana, pudiese estudiar el magisterio y seguir las huellas de su madre difunta. Pero en casa no se volvió a hablar de la madre, ni tampoco se hizo en las familias que los hijos empezaron a formar al pasar los años. Solamente un único retrato llenaba el silencio.47

*****

43

Ministerio de trabajo, sanidad y previsión: ordenes, Gazeta de Madrid, 232, 19 de agosto de 1936, 1346. Decreto 67 ‘sobre la desaparición de personas’, Boletín Oficial del Estado, 27, 11 de noviembre de 1936, 154. 45 Alberto Reig Tapia, Ideología e historia: sobre la represión franquista y la guerra civil. Madrid: Akal, 1986, 100-101. 46 Libro de defunciones de Quintana del Puente, tomo 11, sección 3ª. Folio 178. 47 Entrevista con Eliseo Rodríguez Esteban, natural de Brañosera, hijo de Isabel Esteban Nieto. Entrevistado en su domicilio en Aguilar de Campoo el 26 de octubre de 2003 a las 14 horas. 44

23

Según testimonios, con los años después de la guerra civil, lo que ahora llamamos la época de la posguerra, vino lo peor. Para los vencidos, tal como vemos en el caso de la familia Rodríguez de Brañosera, la posguerra fue una constante sucesión de pérdidas: pérdida de la vida, de la tierra, de la libertad, de la familia, de las ideas, del pasado biográfico, del futuro y hasta de la propia identidad. En el país entero se iniciaba una transformación moral a una velocidad increíble. Los vencidos se veían obligados a vivir dos vidas. Una pública, en la que no se mencionaban viejas relaciones con otros republicanos, se aplaudía al Caudillo y todo lo que representaba el nuevo régimen, y por otro lado, una vida privada recluida casi solamente en los recuerdos. Seguía la represión: cualquier sospecha podía conllevar a largas interrogaciones, torturas y en muchos casos al fusilamiento. Según Franco la paz era una constante preparación para la guerra contra el enemigo del exterior y del interior. O como lo expresa Paul Preston: ‘Lo que se vio en abril de 1939 no fueron unos comienzos de la paz o de reconciliación; más bien se anunció la institucionalización de la venganza a gran escala contra la izquierda derrotada. Por varias razones, Franco se empeñaba más que nadie en mantener abierta la herida de la guerra.’48

Mientras Franco fue forzosamente presentado como salvador de la patria y los caídos por esa patria fueron reconocidos en las lápidas en las paredes de las iglesias, ‘los vencidos no pudieron expresar el miedo y el odio ante ese nuevo régimen, en tanto que tenía que ser interiorizado’49. El psiquiatra Enrique González expone cómo a partir de las ideas de psiquiatras racistas como Vallejo Nájera y López Ibor50, se esperaba, gracias a la limpieza ideológica en todo el país, una gran reducción de ingresos en los manicomios. No obstante, en realidad el número de pacientes psiquiátricos creció rápidamente en los primeros años de la posguerra. Se trataba de problemas de alcoholismo, morfinómana o de simple inadaptación en tiempos de paz. Y, los más desconcertantes eran los problemas de amnesia acerca ciertos acontecimientos de la guerra y el fenómeno conocido como ‘déjà vécu’, que ocurre como parte de un trastorno de memoria.51 Hubo además muchísimos suicidios. ‘La gente se suicidaba por sus graves insuficiencias económicas, por eludir situaciones políticas comprometidas, por miedo a ser torturadas etc. También hubo quién se suicidó por dignidad’.52 Esta situación patológica social es el residuo de las abundantes represiones, encarcelamientos y humillaciones sufridos por los vencidos: muchos aprisionados, recluidos en campos de concentración, pero también madres, esposas e hijos de los desaparecidos o encarcelados. Para todos había la misma consigna: callar y olvidar.

48

Paul Preston, La política de la venganza. El fascismo y el militarismo en la España del siglo XX (Madrid 2004) (Título original: The politics of revenge (1995)), 120. 49 Enrique González Duro, El miedo en la posguerra. Franco y la España derrotada: la política del exterminio (Madrid 2003) 47. 50 Estos psiquiatras elaboraron una ideología pseudo-científica para justificar la limpieza ideológica en España. Comprendía de señalar la anormalidad mental de las afines a la II República. 51 Enrique González Duro, El miedo en la posguerra. Franco y la España derrotada: la política del exterminio (Madrid 2003) 49-86. 52 Ibidem, 212.

24

Durante este tiempo, el régimen escenificaba el desentierro de los cuerpos de algunas fosas comunes y las imágenes se exhibían en todos los cines de España, en el Noticiario Documental (NODO) de obligada visión. Así, utilizaron cadáveres de republicanos como muertos nacionales, para señalar el “terror rojo”. ‘El rédito de las víctimas del ‘terror rojo’ se explotará hasta bien entrados los años 50, cuando muchos de aquellos cuerpos son trasladados al Valle de los Caídos.’53 Al mismo tiempo, el régimen emprendió un proyecto ambicioso, llamado la Causa General, que trataba de documentar el ‘terror rojo’ en todos los pueblos de España, aprovechando el ‘error’ de la violencia anticlerical. Los informantes iban de pueblo a pueblo, a coleccionar los datos sobre los saqueos, torturas, fusilamientos y otras atrocidades para justificar el levantamiento militar. Sin embargo, el proyecto se paralizó, al ver que abundaban los pueblos donde nunca hubo dicho ‘terror rojo’ y en otros sobresalían los nombres de republicanos fusilados y desaparecidos. Durante toda la época franquista, Franco usó una memoria histórica distorsionada como arma principal de su arsenal de propaganda. La política del franquismo iba dirigida a la separación de la sociedad en bueno y malo, tan común de las dictaduras nacionalistas. Para definirse a sí mismo, necesitaban la constante existencia del otro, el malo, en este caso sobre todo clasificado como ‘rojo’. La difícil y ambigua definición del ‘rojo’ mantuvo la sociedad entera en temor continuo. A partir del 1939 el Boletín Oficial del Estado regula tras varias órdenes la exhumación de cadáveres de víctimas de la ‘horda marxista’. Así, la Ley de Jefatura del Estado del 16 de mayo de 1939 insta en dispensar o reducir las exacciones para las exhumaciones.

‘El costo de los traslados de cadáveres (...) es tan elevado en su totalidad que, si en las circunstancias normales puede justificarse por su carácter de pompa, sin mengua del sentimiento afectivo que le imponga, no puede tener tal consideración en los momentos presentes ya que, en la generalidad de los casos, obedece a la verdadera necesidad de rendir el postrero homenaje de respeto a los restos queridos de personas asesinadas en circunstancias trágicas o muertas en el frente y cuyo enterramiento se ha verificado muchas veces en lugares inadecuados.’54

Por una orden del 4 de abril de 1940 se regula el respeto a los lugares donde yacen enterradas las víctimas de ‘la revolución marxista’. También en la disposición de esta orden, el régimen aboga por el respeto que merecen sus víctimas. ‘El homenaje debido a nuestros mártires exige que, hasta tanto pueda ser recogidos dichos restos en el Panteón de los Caídos, se adopten con carácter provisional medidas que aseguren el respeto a los expresados lugares, convirtiéndolos en tierra sagrada, bajo el cuidado de los Ayuntamientos.’55

53

M. Armengou y R. Belis, Las fosas del silencio, 115-116. Jefatura del Estado, ‘Ley de 16 de mayo de 1939 facultando a los Ayuntamientos para dispensar o reducir las exacciones municipales que gravan las inhumaciones, exhumaciones y traslados de cadáveres de víctimas de la barbarie roja o muerte en el frente’, Boletín Oficial del Estado, 137, 17 de mayo de 1939, 2687-2688. 55 Ministerio de la Gobernación, ‘Orden de 4 de abril de 1940 disponiendo que por los Ayuntamientos se adopten medidas que garanticen el respeto a los lugares donde yacen enterradas las víctimas de la revolución marxista’, Boletín Oficial del Estado, 96, 5 de abril de 1940, 2320. 54

25

Además, con la Causa General, hubo cientos de descripciones de cadáveres, reproducidas en los periódicos nacionales a diario. A partir del 1940, ABC empezó a tener una sección fija llamada ‘Los caídos’.56 No obstante, es interesante señalar cómo el régimen franquista cambió la denominación de aquella guerra originaria durante los 40 años de dictadura. Mientras que al principio se difunde una visión heroica de la guerra y se habla de una ‘cruzada’ y de ‘guerra de liberación’, se acaba denominándola solamente ‘guerra de España’. Aquí, el año 1964 jugó un rol predominante. Este año se celebraron los “25 años de Paz”, con lo que Franco cambió de estrategia para legitimar el régimen. El referente ya no es la guerra civil, sino que se enfoca sobre los 25 años de paz, garantizados por Franco. Con ello también observamos que el discurso se vuelve más sobre la fecha del 1 de abril 1939 (el final de la guerra) que sobre la fecha del 18 de julio de 1936. Con ello, ‘La mejora económica de los años 60 (...) permitió que muchos ciudadanos depositaron en él su confianza debido a lo que ellos entendían que había sido una gestión eficaz. Es verdad que buena parte de la sociedad se transforma y reclama mayores libertades pero también es cierto que en otros sectores de la población se valora muy positivamente el orden, la paz y el desarrollo económico, como prioridades absolutas de la gestión política.’57

Con esta visión más bien vergonzante de los acontecimientos durante la guerra civil, se pasa a un consenso sobre las lecciones que cabe extraer de los hechos del 1936-1939. Se discierne un arrepentimiento global que se traduce a la idea generalizada del nunca más: pase lo que pase, nunca más los españoles deberían enfrentarse en una guerra fratricida. Franco inculca que los españoles necesitan un régimen autoritario para garantizar esa paz.

Oficialmente no hubo reconocimiento de las víctimas del bando vencido. Aún así, Francisco Espinosa Maestra, a base de un testimonio, tiene noticia de la exhumación de algunas personas de izquierdas, ya durante la posguerra. ‘Cuando [los cadáveres] se encontraban en fosas situadas en el interior de los cementerios las exhumaciones se hicieron con la complicidad de los enterradores e incluso de algunos funcionarios, que hacían la vista gorda y permitían que con motivos de obras de cualquier tipo, algunas familias se encargasen de sus muertos y les diesen enterramiento digno.’58 A veces se ocupaban las propias autoridades sanitarias. Por motivo de salud pública trasladaban los cuerpos de fosas abiertas a los cementerios. En las fincas, los dueños y a veces la Guardia Civil, controlaban no arar en ciertas zonas hasta pasados unos años.

56

Cabe notar que ‘gran parte de lo que se está dando en la prensa franquista con tanto detalle [sic.: las descripciones de cadáveres] no son sino las relaciones que las autoridades judiciales republicanas elaboraron en su momento de los cadáveres hallados entre julio y noviembre en Madrid (1936). (Francisco Espinosa Maestra, ‘La memoria de la represión y la lucha por su reconocimiento (En torno a la creación de la Comisión Ministerial)’, Hispania Nova.Revista de historia contemporánea, 2006, 6, s.n.. Consultado en http://hispanianova.rediris.es.) Esto quiere decir que durante la Guerra Civil, la República siguió el procedimiento habitual en caso de hallazgo de cadáveres. 57 Paloma Aguilar, Memoria y olvido de la guerra civil española (Madrid 1996) 188. 58 Francisco Espinosa Maestra, ‘La memoria de la represión y la lucha por su reconocimiento (En torno a la creación de la Comisión Ministerial), Hispania Nova.Revista de historia contemporánea, 2006, 6, s/p. Consultado en http://hispanianova.rediris.es

26

También hay constancia de muchas exhumaciones ilegales de fosas de víctimas republicanas a finales de la dictadura. Alberto Reig Tapia expone un caso legal en 1971 en Berlanga de Duero, donde los familiares lograron permiso para exhumar los restos y cumplir los trámites para su registro de defunción.59 También Gregorio Herrero Balsa, en su libro sobre la represión en Soria, anota algunos casos de exhumaciones a los principios de los años setenta. Así, en el 1970 en El Burgo de Osma exhumaron una fosa de 10 personas y otra de 16 personas en el 1971.60

3.4 La transición: ‘amnistía y amnesia’ ***** Ricardo Rodríguez ya no quiere hablar sobre aquellos acontecimientos. No volvió a Brañosera, ni siquiera después de jubilarse. Es demasiado tarde para él. Pensar que nunca vengó la muerte de su madre, le avergüenza y al mismo tiempo se le altera el ánimo. Pero ya es tarde, según él, si algo se hubiera querido hacer, hubiera tenido que ser justo después de la muerte de Franco, con Felipe González. Qué provecho le sacará él ahora de remover el pasado, él ya se morirá sin vengar la muerte de su madre...61

***** En 1983, uno de cada cuatro españoles tiene algún pariente que murió en la guerra; uno de cada diez tiene algún pariente que tuvo que marchar al exilio en 1939; dos de cada tres tienen algún pariente que participó en la lucha. Por otra parte existe un alto nivel de ignorancia: el 35% eran incapaces de indicar de qué lado habían luchado las Brigadas Internacionales; el 41% no estaba seguro de qué bando había defendido la Legión Cóndor alemana.62 Después de la muerte de Franco, la renuncia a la venganza, junto al miedo a una nueva guerra civil, vino a predominar la totalidad del espectro político. Según Paloma Aguilar, ‘la memoria del conflicto y el miedo a su repetición’ llegaron a ser ‘una carta poderosa

que todos guardaban

discretamente en su manga y que exhibían en el momento que consideraban oportuno. En muchas ocasiones esta memoria fue aireada con el fin de llegar a acuerdos y consolidar la política del consenso.’63 Pero con este deseo de pasar página, no se estableció ningún tipo de política de memoria. Se siguió estudiando la guerra civil, pero sin sacar conclusiones tajantes, evitando la posible apertura de ‘viejas heridas’. Con la Ley de Amnistía del 197764, quedaron impunes no solamente los enjuiciados por el franquismo, sino también los mismos líderes franquistas. Lo que, según Paloma Aguilar, indudablemente logró transmitir con éxito el franquismo fue ‘el miedo a los desórdenes callejeros. La desconfianza en nuestra propia capacidad para afrontar problemas de forma civilizada, e

59

Alberto Reig Tapia, Ideología e historia: sobre la represión franquista y la guerra civil (Madrid 1986) 105. Gregorio Herrero Balsa y Antonio Hernández García, La represión en Soria durante la Guerra Civil (Soria 1982) 98 y 103-106. 61 Entrevista con Ricardo Rodríguez Esteban en la puerta de su casa, La Revilla (Santander) el 4 de diciembre de 2003. 62 Paul Preston, La política de la venganza, 126. 63 Paloma Aguilar, Memoria y olvido de la guerra civil española (Madrid 1996) 317-318. 64 Véase el texto íntegro de la Ley de Amnistía en el anexo 10.3. 60

27

incluso el temor a las consecuencias del ejercicio de nuestra propia libertad’65. Ahora, nuevos estudiosos denuncian esta ignorancia y la confusión entre amnistía y amnesia. Por otra parte, sí se diseñaron una serie de políticas, tanto reales como simbólicas, que supondrían la rehabilitación del vencido. Aún así, no llegó a ser una rehabilitación completa. La amnistía política y las pensiones nunca pueden compensar el largo periodo de represión, además, muchos ya se habían muerto en el camino a la democracia. Según Aguilar, aparte de estas razones, también es verdad que se tardó en aplicar políticas de recompensación real, por miedo a aflorar viejas rindas.66 Los exactos datos de todo lo que se hizo para las víctimas de la guerra civil y del franquismo se pueden encontrar en el informe general elaborado por la Comisión Interministerial, instalada en el 2004.67 El estudio concluye que ‘las iniciativas parlamentarias que se han ido adoptando a lo largo de estos años responden también a la evolución lógica del tiempo. Desde las iniciativas que con carácter urgente se pusieron en marcha a finales de los años setenta del siglo pasado, para devolver la libertad a los que la habían perdido, hasta las últimas, tomadas en consideración en los albores del siglo XXI y orientadas a la ampliación y extensión de derechos, muchas han sido las decisiones que se han adoptado, desde el reconocimiento de derechos, concesión de pensiones e indemnizaciones, hasta la devolución del patrimonio a organizaciones políticas y sindicales.’68

No obstante, la Comisión reconoce que algunas cuestiones han quedado pendientes. En el caso de la transición, Aguilar señala que ‘el tiempo transcurrido desde la etapa más violenta y represiva del régimen, así como la práctica inexistencia del fenómeno de los “desaparecidos” contribuye a explicar (...) la falta de atención explícita presentada al pasado’69. Aquí cabe observar que la magnitud del movimiento acerca las exhumaciones durante la transición pone en duda la última suposición. Este ciclo de exhumaciones, que precisaré más adelante, abarcaba toda La Rioja, Navarra y Aragón. Además hay constancia de desenterramientos en Ciudad Real, Alcázar de San Juan, Cervera de Río Alhama, Málaga, Cádiz y Badajoz. El ciclo parece haberse detenido con las inquietudes a partir del golpe de estado de Tejero, el 23 de febrero de 1981.

3.5 Reciente ciclo de exhumaciones: se rompe el ‘pacto del silencio’ ***** Isabel Ascensión Rodríguez del Río, hija de Eliseo Rodríguez Esteban, sobrina de Ricardo, heredó el nombre de su difunta abuela de la que nadie quería hablar. Había en su casa un retrato de su abuela, pero al preguntar sobre ella, solamente le contaban que la mataron durante la guerra, nada más. Según ella, su padre, por haberle faltado el amor materno, jamás le ha podido mostrar su cariño. Hasta ahora, nunca le ha dicho que la quiere.70 Así,

65

Paloma Aguilar, Memoria y olvido de la guerra civil española, 263. Ibidem, 262. 67 ‘Informe general de la Comisión Interministerial para el estudio de la situación de las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo’, 28 de julio de 2006, publicado en la dirección en la red oficial del Ministerio de la Presidencia: www.mpr.es/Documentos/memoria.htm. 68 ‘Informe general de la Comisión Interministerial...’, 86. 69 Paloma Aguilar, Memoria y olvido de la guerra civil española, 256. 70 Entrevista con Isabel Ascensión Rodríguez en Hans-Günter Kellner, ‘30.000 Stumme Spuren’, radio WDR (Alemania), 2003. 66

28

heredó la amargura, el duelo y sobre todo el silencio que envolvieron a la desaparición y a la muerte de su abuela. Pero ella resistió a someterse bajo ese silencio y se empeñó en saber más de su abuela, y, a pesar de la oposición del resto de la familia, no cesó en trazar diminutos detalles acerca de su carácter y su desaparición. Se dirigió a todas las instancias y archivos posibles para obtener algún documento que notificase el paradero de su abuela, sin resultado alguno. Finalmente se enteró de la existencia del certificado de defunción en Quintana del Puente, pero al dirigirse al Juzgado de Paz de la localidad recibió la siguiente respuesta:

‘[...] pero después de más de 40 años que sucedieron los lamentables hechos, que ya no existen personas que los puedan constatar y que nada más se sabe que en aquel Monte, hoy finca totalmente roturada para siembra, sin otro señalamiento, poco se puede hacer para localizar los restos cuando fueron montones de cadáveres los que enterraron indiscriminadamente en todo aquel paraje.’71 Isabel Ascensión llevaba ya más de diez años buscando, cuando escuchó por el radio la historia de Emilio Silva, fundador y presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). En 2003 pudo rellenar el informe sobre la desaparición forzada o involuntaria de una persona, para mandarlo junto a otros muchos a Ginebra, al Grupo de Trabajo sobre Desapariciones de las Naciones Unidas. Con ayuda de los expertos voluntarios de la ARMH se efectuaron varias búsquedas físicas en el monte Ramírez de Quintana del Puente. También pudo encontrar más información acerca la detención y el proceso de depuración de Isabel Esteban Nieto. A parte, los trabajos y las ayudas han conllevado a un mayor entendimiento con su propio padre, que poco a poco ha vuelto a hablar de su madre. A pesar de que hasta el día de hoy no se le ha podido dar sepultura digna a Isabel Esteban Nieto, sí se le ha devuelto su recuerdo a la nieta.

***** La Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) se constituyó en el 2000. A partir de entonces el tema de las exhumaciones ganó muchísimo interés por las autoridades, organizaciones no gubernamentales y la prensa nacional e internacional. El movimiento por la recuperación de la memoria y la reparación moral y judicial de las víctimas de la guerra civil y del franquismo cuenta con el apoyo de la comunidad internacional que condena fuertemente cualquier violación de los derechos humanos. Ahora, en el 2006, con la propuesta de Ley de Memoria Histórica y la condena oficial del régimen franquista por el Consejo de Europa, la rotura de aquel ‘pacto del olvido’ ya no tiene vuelta atrás. Veamos el análisis de esta agrupación social con más detalle en el capítulo cinco.

3.6 Las cifras El número de muertos de la guerra civil es un tema muy debatido. El primero que hizo un estudio serio acerca el número de muertos fue el militar franquista Ramón Salas Larrazábal, en su libro Pérdidas de la guerra.72 Larrazábal cifra en 57.808 los muertos por los franquistas mientras que los republicanos mataron a 72.337. Su estudio dista mucho de una estimación objetiva ya que solamente se basa en los registros civiles, a través del Instituto Nacional de Estadística de la década de los años 71 72

Juzgado de Paz de Quintana del Puente, carta del 5 de febrero de 1991, OK5748683. Ramón Salas Larrazábal, Pérdidas de la Guerra (Barcelona 1977).

29

cuarenta. El error de Salas Larrazábal se agravó por ser asumidas sus cifras por Hugh Thomas y Stanley Payne. En el libro Víctimas de la guerra civil coordinado por Santos Juliá, Francisco Moreno presenta diferentes cuadros con estimaciones recientes a partir de estudios locales en un apéndice. ‘Si en 25 provincias totales y 7 parciales conocemos ya el cómputo fiable de 90.194 fusilados por el franquismo, es lógica la proyección de al menos 50.000 víctimas más para casi la mitad de España restante, lo que nos sitúa en unos 140.000 republicanos que el franquismo se llevó por delante desde la aventura de 1936 hasta 1950. Hay que pensar unos 100.000 fusilados durante la guerra y unos 40.000 en la posguerra.’73

A estos hay que sumar unos 50.000 muertos en la retaguardia republicana. Un ejemplo claro de la eterna discusión en cuanto a las cifras se encuentra en la nueva enciclopedia digital Wikipedia, donde se presentan las cifras basadas en el estudio de Francisco Moreno bajo la advertencia de que ‘existan desacuerdos sobre la neutralidad en el punto de vista de la versión actual de este artículo’, los cuales se pueden seguir en la página de discusión correspondiente.74 Entre las estimaciones contrarias se encuentran las del historiador neofranquista Ricardo de la Cierva, que calcula que la represión republicana pasa de las 100.000 víctimas y la represión nacional en ningún caso pasa de las cien mil personas.75 Una página web interesante en cuanto al tema de los muertos es la de la Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores (SBHAC) en la que se presenta un balance aproximativo de la represión durante la guerra civil. Aquí se suma en cuadros muy específicos citando a numerosas fuentes publicadas, el número de muertos en diferentes ciudades y provincias. Para los asesinatos durante y después de la guerra civil se estiman unos 120.000 ejecutados por el régimen franquista y unos 44.000 ejecutados por los republicanos,76 una cifra que se acerca mucho a los números calculados por Moreno. Cabe notar que en todas estas estimaciones se habla del número total de muertos a causa de la represión, y, no se incluyen por lo tanto, los muertos en combate, los civiles muertos en los bombardeos, ni los que murieron por hambre y enfermedades. Si contáramos también a los últimos, la cifra se elevaría al medio millón, según los datos de la SBHAC. De los muertos republicanos, Helen Graham, estima unos 30.000 desaparecidos.77 También en la proposición no de ley presentada por la ARMH a todos los partidos políticos españoles en septiembre del 2002, se subraya la existencia de más de 30.000 cuerpos no identificados que permanecen en fosas comunes.78 En la página de la SBHAC se creen más de 35.000 cuerpos hallados en fosas comunes. 73

Francisco Moreno, ‘La represión en la posguerra’ en Santos Juliá (ed.), Víctimas de la guerra civil (Madrid 1999) 275-413, aquí 411-413. 74 ‘Víctimas de la guerra civil española’ en Wikipedia (http://es.wikipedia.org/wiki/V%C3%ADctimas_de_la_Guerra_Civil_Espa%C3%B1ola), consultado el 9 de febrero de 2007. 75 Entrevista a Ricardo de la Cierva, noviembre de 2002, ATVC, recogido en Montse Armengou y Ricard Belis, Las fosas del silencio, 112. 76 ‘Balance aproximativo de la represión durante la guerra civil española’, http://www.sbhac.net/Republica/Victimas/Repre.htm, consultado el 9 de febrero de 2007. 77 Helen Graham, The Spanish Civil War. A very short introduction (Oxford 2005) 141. 78 Emilio Silva y Santiago Macías, Las fosas de Franco. Los republicanos que el dictador dejó en las cunetas (Madrid 2003) 357.

30

4 EXHUMACIONES DE LA TRANSICIÓN (1978-1981) Es difícil abarcar el ciclo de exhumaciones que tuvo lugar durante los años de la transición, tanto geográficamente como en cuánto al tiempo. Como he señalado anteriormente, hay constancia de un movimiento intensivo en La Rioja, Navarra y Aragón. Alberto Reig Tapia apunta Ciudad Real, Alcázar de San Juan, Cervera de Río Alhama, Anguís, Vertabillo de Cerrato, Málaga, Cádiz y Badajoz.79 Se recuperaron muchísimos restos. Por falta de datos no podría dar una estimación, pero la relación de exhumaciones en Soria y en La Rioja da una buena indicación de la magnitud. No obstante, quedó mucho por hacer. Basándome sobre todo en los testimonios y publicaciones acerca las exhumaciones en La Rioja, tomo como fechas centrales los años 1978 a 1981, ya que la gran mayoría de las exhumaciones se efectuaron en estos años. 80 Antonio Hernández García, que escribió un extenso libro sobre aquellos años, suscribe el año 1978 como punto inicial en el caso de La Rioja.81 Alberto Reig Tapia también señala dicha fecha como el comienzo de los desenterramientos de fosas comunes, ya que a esta altura había ya muchas instancias en las que por medio de testigos, se acreditaban fecha y lugar en que el desaparecido fue fusilado.82 Sin embargo, cabe notar que hubo algunos casos de exhumaciones legales aún durante el franquismo, en el 1970 y el 1971, aunque excepcionales y escasas. Mantengo el 1981 como punto final del movimiento, coincidiendo con el último intento de golpe de estado contra la democracia, el 23 de febrero. La fecha fue señalada por María Rosario Gutierrez García, “Charo”, sobrina de José, fusilado durante la guerra civil en Alfaro (La Rioja). Ella afirma a ciencia cierta que ese movimiento se paralizó con Tejero. ‘Claro, hubo el golpe de estado, vieron a Franco otra vez, y sí, fue paralizarse la cosa. Esa fue la segunda vez que el fascismo ganó la guerra, fue Tejero... El miedo volvió poderoso de todos los españoles. Fue terrible lo de Tejero. Huyeron los socialistas, huyeron. (...) Vi a los políticos españoles subir a Francia esa noche. O sea, el miedo que nos legó el fascismo es tremendo en España, es tremendo, tremendo. Tremendo, tremendo.’83

Además, en todas las referencias y análisis de fosas comunes anotadas pueblo por pueblo en los volúmenes de Antonio Hernández García, que describe la represión en toda la Rioja, escasean las exhumaciones después del verano del 1981. Parece pues, que aún después del 23-F se efectuaron exhumaciones en el verano del mismo año, pero que el movimiento perdió ya pronto la adhesión de nuevos interesados en reclamar los restos de sus seres queridos. De modo que se terminaron las investigaciones y exhumaciones que ya se habían investigado, pero no se iniciaron nuevas búsquedas. No quisiera hacer caso omiso a todas las exhumaciones que se hayan llevado a cabo en toda la privacidad, fuera de la cesura indicada arriba. Alberto Reig Tapia escribe en 1986:

79

Alberto Reig Tapia, Ideología e historia, 104. Véase Gregorio Herrero Balsa y Antonio Hernández García, La represión en Soria durante la Guerra Civil (Soria 1982) y Antonio Hernández García, La represión en La Rioja durante la Guerra Civil (Logroño 1984). 81 Antonio Hernández García, La represión en La Rioja durante la Guerra Civil, (Logroño 1984) volumen 1, 11. 82 Alberto Reig Tapia, Ideología e historia, 104. 83 Entrevista con María Rosario Gutierrez García (57 años), entrevistada por la autora en su domicilio en Valladolid, el 6 de julio de 2004. Grabada en formato digital. 80

31

‘40 años después de ese tipo de sucesos y, una vez desaparecido el régimen franquista, cuando las “otras” viudas de guerra han empezado a tener la posibilidad de cobrar pensiones de viudedad, se han producido exhumaciones e inscripciones que todavía duran.’84

Con esto quiero subrayar que, aunque hable en este capítulo de un verdadero ciclo delimitado por los años 1978 y 1981, no es verdad que no haya habido exhumaciones fuera de estas fechas. Desafortunadamente, es imposible analizar los trabajos acerca las fosas comunes antes del 1978 y entre el 1981 y el 2000, ya que casi no han dejado constancia. El hecho de que se hayan desenterrado con tanta privacidad, sin embargo, sí dice algo sobre el reconocimiento que se le dio a nivel comunitario: ninguno.

4.1 Actores principales Charo ve en el ciclo de exhumaciones en el que buscaron también a su tío, un claro protagonismo de ciertos estratos de la iglesia. ‘Empezaron a venir curas “rojos”, que se metían con los obreros, que hablaban con los obreros, que de hecho, ellos trabajaban en fábricas y fueron una parte muy activa y entonces fue la iglesia la que hizo un movimiento aperturista. (...) La iglesia preparó terreno de cultivo.’85 La implicación de los curas de esa zona también queda reflejada en una ‘homilía por los asesinados en la Guerra Civil de 1936’86, expresado por Don Vicente, párroco de Andosilla. El párroco dirigió las palabras en el funeral a petición de los familiares, porque habían sido ‘muchas las horas, los viajes, las desgracias y las penas que hemos compartido juntos hasta conseguir lo que era nuestro más ferviente deseo, rescatar los restos de nuestros seres queridos’. En la misma homilía expone la implicación de la iglesia en el movimiento. Tras la Asamblea Conjunta de Sacerdotes y Obispos de la iglesia española en 1971 se pidió oficialmente perdón por no haber sido verdaderos ministros de reconciliación durante la guerra civil, y, ‘Desde entonces, en Navarra, un grupo numeroso de sacerdotes y seglares cristianos sentimos el deber de reparar aquella postura equivocada. Y cuando los familiares de los fusilados habéis querido recuperar sus restos – en cuanto las autoridades civiles lo han autorizado – hemos podido ayudaros con toda el alma, como cumpliendo un deber de reparación, de justicia y de amor.’87

Según Emilio Silva ‘fue en las elecciones municipales de 1979 cuando comezó a producirse el cambio. La llegada a los gobiernos municipales de los partidos de izquierda escenificó para muchas familias una verdadera transformación en el proceso político y en algunos lugares comenzaron a llevarse a cabo exhumaciones.’88 Charo también supone un papel oculto del Partido Socialista, que tímidamente pretendió cumplir con su deber de rehabilitar a las personas que habían defendido un gobierno elegido democráticamente. ‘Por que aquí había un alcalde socialista y fueron los que... Los 84

Alberto Reig Tapia, Ideología e historia, 101. La cursiva es mía. Entrevista con María Rosario Gutierrez García (57 años), entrevistada por la autora en su domicilio en Valladolid, el 6 de julio de 2004. Grabada en formato digital. 86 ‘Homilía por los asesinados en la Guerra Civil de 1936’, en: Antonio Hernández García, La represión en La Rioja durante la Guerra Civil (Logroño 1984) volumen 1, 20-23. 87 Ibidem, 22. 88 Emilio Silva y Santiago Macías, Las fosas de Franco. Los republicanos que el dictador dejó en las cunetas (Madrid 2003) 122. 85

32

socialistas fueron de alguna manera los que, en mi opinión ¿eh?, los que apoyaban este movimiento, o, lo alentaban, a lo mejor de escondidos, pero lo alentaban.’89 Desgraciadamente, tenemos pocas fuentes que señalan la implicación de los alcaldes socialistas. Aparte del testimonio de Charo, El País relata en junio de 1980 la historia de los acontecimientos de Torremegía.90 En 1979 Benito Benítez fue el primer alcalde de izquierdas después de 43 años. Tras la petición de los familiares de los vecinos fusilados en el 1936 de trasladar los restos humanos de la fosa común al cementerio (‘Era la cuarta vez que los familiares lo intentaban, alcalde tras alcalde, desde hacía años.’), Benítez acuerda pagar la mano de obra con fondos del empleo comunitario y colocar una lápida en el centro del cementerio. Es significativo señalar que Benítez, alcalde del Partido del Trabajo de España, fue acusado por un concejal de la Unión de Centro Democrático de malversación del caudal público. Se desprende de este artículo la benevolencia del alcalde socialista y la resistencia del concejal de UCD. No obstante, se trata de un caso único y nada dice de la implicación de los alcaldes socialistas como unidad en el ciclo de exhumaciones. Según Charo se trataba de un movimiento tremendo en el que todos colaboraban. ‘Porque allí donde había un enterramiento, iban todos, iban miles de personas, puedes imaginarte las fotos que no sólo eran del pueblo, mira la multitud que había, fíjate, eran de todos los pueblos e iban de un pueblo a otro, ellos todos unidos. Se unieron los de Aragón, Navarra y Rioja, o sea, los más cercanos, iban pueblo por pueblo, se iban uniendo todos.’91

Ilustración 1: Funeral en Alfaro, 1980. Colección privada de Charo Gutiérrez. 89

Entrevista con María Rosario Gutiérrez García (57 años), entrevistada por la autora en su domicilio en Valladolid, el 6 de julio de 2004. Grabada en formato digital. 90 José María Baviano, ‘El juicio contra el alcalde de Torremegía o el recuerdo de los fusilamientos de 1936’, El País, 22 de junio de 1980, 19. 91 Entrevista con María Rosario Gutierrez García (57 años), entrevistada por la autora en su domicilio en Valladolid, el 6 de julio de 2004. Grabada en formato digital.

33

Al definir los estratos políticamente activos en la sociedad de la transición española, muchos estudiosos recurren a una explicación generacional. Tal como señalé en la introducción, Paloma Aguilar analizó detalladamente a los actores principales de la transición dentro del marco generacional.92 De allí destaca que casi todos los representantes pertenecen a la llamada ‘generación del príncipe’93 y nacieron durante la guerra civil o justo después. Esta generación vivió la adolescencia, los años que resultan tan importantes en cuanto a la construcción del ideario político94, durante los años 60. Fueron justamente los años en los que se celebraron los “25 años de paz” y el discurso legitimador del franquismo se volvía sobre la paz y la reconciliación y, con ello, la importancia de que los españoles nunca más se enfrentasen en una contienda fratricida. Franco partía de la idea de que los españoles no se podían organizar sin calentar los ánimos y le necesitaban a él para garantizar la paz. Aguilar señala que durante la transición este nunca más efectivamente fue el principal acicate de la generación del príncipe, a la que pertenecían los líderes políticos de entonces. Fueron principalmente conducidos por el miedo a una nueva guerra civil.95 Esa ‘generación del príncipe’ es una generación bastante homogénea en cuanto al ideario político, ya que, por una parte, los hijos de los vencedores dejaron de creer el relato mitificado que habían recibido tras la escuela y se rebelaron contra sus padres, y, por otra parte, los hijos de los vencidos, impregnados por el mismo relato mitificado, percibieron a su vez un código semántico distinto en el entorno familiar. Obviamente, no solo la representación política a nivel nacional pertenecía en su gran mayoría a esta generación, si no también los dirigentes locales, los concejales y alcaldes. Los curas ‘rojos’ son un grupo de fuerza social, que típicamente también es formado por una generación crecida después de la guerra civil. Los familiares que durante la transición salían en busca del paradero de los fusilados de la guerra, eran sus esposas, sus hermanas, sus hijos, gente de la primera y de la segunda generación. Una de los familiares que pidió la exhumación de la fosa en Torremegía, recuperó a los restos mortales de sus dos hermanos, su marido y un cuñado. En el caso de la recuperación de los restos del tío de Charo en Alfaro, participaron activamente los hermanos y los primos de Charo, o sea, la segunda generación. Veremos más adelante cómo la idea del nunca más que protagonizó el proceso de la transición, también se repite en el discurso de los impulsores del ciclo de exhumaciones.

4.2 Objetivos y discurso Curas rojos ‘La homilía por los asesinados en la Guerra Civil de 1936’ también es una fuente valiosa para conocer con precisión los objetivos de los curas involucrados en las exhumaciones. Lo dice muy claro:

92

Paloma Aguilar, Memoria y olvido, 218-337. Juan Carlos de Borbón, ‘el príncipe’, nació en 1938. Durante la Transición su figura, y la de otros líderes políticos de su generación, daban una imagen tranquilizadora ya que no habían tenido responsabilidades durante la II República, ni tampoco durante la guerra civil y ni siquiera la habían vivido con uso de razón. 94 Howard Schumann y Jacqueline Scott, ‘Generations and collective memories’, American sociological review, 54, 1989, 3, 359-381, aquí 377. 95 Cabe señalar que en 1977 la gran mayoría de Alianza Popular aún pertenecía a una generación anterior, que había vivido su pronta adolescencia durante la guerra civil. 93

34

‘En primer lugar, quiero decir a los cuatro vientos que la celebración de hoy no tiene otro objetivo que hacer justicia a nuestros muertos. No pretendemos otra cosa, ni vosotros ni yo, que tributar a estos seres queridos y darles en justicia lo que a ningún difunto se le niega: un funeral, una misa pública, y una honrosa y digna sepultura en un cementerio, y no en un rincón olvidado del mismo, como si hubieran sido el desecho de la sociedad.’96

En la homilía el párroco varias veces aboga por la fraternidad, el perdón y la paz y se vuelve contra el odio y el rencor. Aún así, nombra los responsables de los muertos: ‘los que componían la Junta de Guerra, los que ordenaron a los que había que matar, los encubridores y los que se callaron. Y son responsables (...) las Autoridades Eclesiásticas, algunos de nuestros curas y obispos.’ A ser representante de los últimos, el párroco pide perdón en nombre de la iglesia. A parte de reclamar las injusticias acerca el paradero de aquellos fusilados durante la guerra, Don Vicente también reivindica otras injusticias: los trabajos, bienes e inmuebles robados y que aún no han sido remunerados ni devueltos; la dignidad de las mujeres rapadas y paseadas por el pueblo; el reconocimiento de las viudas y la asignación de pensiones.97 La prédica termina recordando que es necesario desarrollar la democracia y con ello descubrir la nuevas actitudes de la iglesia, iniciada por el ‘Papa Bueno Juan XXIII’. A parte de querer restaurar la cara de la iglesia española, es muy llamativa la atención que se le da a la necesidad de perdonar y no buscar revanchas. La insistencia sobre esta necesidad subraya el miedo existente a la posibilidad de un nuevo ‘enfrentamiento’ de los dos bandos.

Gregorio Herrero Balsa y Antonio Hernández García Gregorio Herrero Balsa fue alguien muy implicado en el ciclo de exhumaciones en Soria. En 1982 publica dos tomos en los cuales quiere ‘sistematizar la verdad histórica de la represión en Soria’98. En el primer tomo, además, recoge los tres reportajes sobre la guerra civil en Soria, publicadas en Soria Semanal en septiembre de 1979. Tras minuciosas descripciones de la represión en Soria, pueblo por pueblo, dando los nombres y apodos tanto de las víctimas como de los verdugos, los autores no sólo relatan ‘la verdad histórica’, sino también dan constancia del paradero de los fusilados. En el caso de que la fosa ya se haya exhumado, se exponen las fotos de las exhumaciones y las inhumaciones. De las demás fosas, se da una descripción detallada del lugar99, incorporando mapas detalladas de la zona y fotos de los parajes. En las consideraciones finales de la introducción en el primer tomo, Herrero Balsa señala de nuevo claramente el objetivo de este libro: ‘“Buscar la verdad y decirla”, ha dicho nuestro Rey recientemente en un lúcido discurso referido a problemas y situaciones de interés nacional. Es esto lo 96 ‘Homilía por los asesinados en la Guerra Civil de 1936’, en: Antonio Hernández García, La represión en La Rioja durante la Guerra Civil (Logroño 1984) volumen 1, 20-23, aquí 20. 97 ‘Homilía por los asesinados en la Guerra Civil de 1936’, en: Antonio Hernández García, La represión en La Rioja durante la Guerra Civil (Logroño 1984) volumen 1, 20-23, aquí 22. 98 Gregorio Herrero Balsa y Antonio Hernández García, La represión en Soria durante la Guerra Civil ( Soria 1982) tomo 1, introducción, s.n. 99 Para dar un ejemplo, el pie de una foto del paraje “Fuente el churrito”: ‘sita en el km. 191 de la carretera de Soria a Almazán. Se encuentra a unos quince metros de la izquierda de la calzada, dirección Almazán. Bajo cantos redondeados – en primer plano- descansan los restos del maestro de Neguillas y dos personas más.’ Gregorio Herrero Balsa y Antonio Hernández García, La represión en Soria, tomo 1, 184.

35

que nos proponemos.’100 Con ello, subraya que para él es importante no olvidar los hechos de la guerra civil, con la meta de que no vuelva a pasar. Tanto como el párroco de Andosilla, teme la posibilidad de una nueva guerra civil:

‘Está ahí, vivo y despierto el talante agresivo, violento, intransigente de muchos, muchos españoles. Existen fuerzas disolventes de variado signo, actos terroristas, secuestros, agresiones, asesinatos, deseos de provocar un golpe de fuerza, que puede o no triunfar y que podría conducir a una reacción contraria, desencadenando otra vez de inmediato o a corto plazo una nueva guerra civil. Desengañémonos. Por mucho que nos duela. Por inconcebible que parezca, existen grupos de personas a quienes no les repugna la posibilidad de una nueva contienda fratricida, procurando, eso sí, no desempeñar el papel de víctimas. Existen muchos verdugos potenciales en esta nuestra atormentada y sufrida España.’101

Con esta cita, hay que tener en mente que el libro se publicó en 1982 y que por lo tanto, sus temores recientemente se habían desvelado como reales. Termina la introducción subrayando de nuevo la necesidad del nunca más. Para esto cree que es necesario que las nuevas generaciones conozcan los sucesos que horrorizan tanto. Con ello, solamente abogan por una reconciliación a base de asumir el pasado y recordar todo, y muy especialmente los errores. ‘Es más fácil perdonar los errores siempre que se reconozcan, que admitir o tolerar una mentira que trate de ocultarlos o minimizarlos, y que solo sirve para confundir.’102 Los autores tienen claro que ‘un pueblo que no conoce su historia, está condenado a repetirla’. Así, la insistencia sobre el tema, también resalta en el discurso de estos autores. Tras los artículos publicados por Herrero Balsa en Soria Semanal y especialmente tras las réplicas de Jesús Martínez Trillo, Jefe Provincial de la Falange Española de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (FE de las JONS), se concreta la sensibilidad ante el relato de Herrero Balsa. Al primer artículo, Martínez Trillo contesta con el fin de corregir algunas de las afirmaciones históricas.103 La contestación al tercer artículo, sin embargo, señala el fuerte reparo ante el objetivo de conocer la historia. Martínez Trillo defiende con la equiparación de la represión en zona nacional con la represión en zona ‘roja’. Encima, recurre al argumento de una condición históricamente irreal, del ¿qué hubiera pasado si...?. ‘Si en Soria, en vez de triunfar el Alzamiento, vencen los contrarios, ten la completa seguridad de que nuestro destino, el de los falangistas que por aquellas fechas estábamos encarcelados, hubiera sido vernos frente a frente con un pelotón de fusilamiento, sin que ni siquiera hubiese como justificación el motivo de “saldar viejas cuentas”.’104

Al final de la réplica, pone en duda la objetividad de los posibles informantes de Herrero Balsa. ‘Me parece que lo prudente hubiera sido silenciarlo, ya que está claro que tus informantes se han dejado llevar por la pasión o el resentimiento y esto es malo.’105 En la ‘contestación al señor Trillo’,

100

Gregorio Herrero Balsa y Antonio Hernández García, La represión en Soria, tomo 1, 33. La cursiva es mía. Ibidem, 36. 102 Ibidem, 37. 103 Jesús Martínez Trillo, ‘Precisando fechas y nombres’, Soria Semanal, 135, 27 de octubre de 1979, recogido por Gregorio Herrero Balsa en: La represión en Soria, tomo 1, 26-27. 104 Jesús Martínez Trillo, ‘Réplica falangista’, Soria Semanal, 137, 10 de noviembre de 1979, recogido por Gregorio Herrero Balsa en: La represión en Soria, tomo 1, 27-30. 105 Ibidem. 101

36

Gregorio Herrero Balsa sostiene que es necesario conocer la historia, escrito sin pasión y sin ira. Señala a la atención del señor Trillo el hecho de que en sus reportajes insiste repetidas veces en sus deseos de paz y que recalca la necesidad de conocer la historia para que ‘nos juramentemos todos a fin de que no se repita’106. Interesante es que en esta última contestación al señor Trillo, podemos leer también el discurso de Herrero Balsa acerca las exhumaciones. Porque, aunque el principal objetivo es que no se repita tal tragedia, Herrero Balsa también cree que ‘todos los que murieron al borde de las carreteras merecen el respeto y el recuerdo emocionado de todos. (...) Hasta hace muy poco tiempo, sus familiares no podían intentar siquiera darles sepultura, ni hacer gestiones para averiguar dónde yacían y ello supone una injusticia histórica que debe ser reparada.’107 Queda muy claro el objetivo de relatar la verdadera historia y con ello también reparar las injusticias. Herrero Balsa subraya la urgencia de reescribir la historia, ahora que muchos testigos ya han fallecido. Otra dificultad para hacer esta labor es el miedo, que, ‘todavía constituye una obsesión que pesa como una losa, inconmovible en muchos espíritus’108. Pues, la posición tomada por los escritores es muy coherente con la posición oficial donde predominaba el nunca más. También se suscribe este foco sobre el pasado en la terminología empleada por los autores, así, se subraya de forma tajante, que no considera a nadie ‘enemigo’, sino ‘adversario’109; el último un término que típicamente se empezaba a emplear durante la transición. ‘La retórica de las élites políticas de la transición expresa el deseo, prácticamente unánime, de romper esta especie de hechizo que empujaba a los españoles a dirimir las diferencias de forma violenta. Por eso hizo fortuna esa frase que decía que el “adversario” debía reemplazar al “enemigo”, porque con el adversario político se podía dialogar y negociar, mientras que si se seguía percibiendo al oponente como a un enemigo, se reproduciría la guerra civil.’110 No obstante, según los autores de estos tomos, la manera de consolidar el nunca más, no es la estrategia de borrón y cuenta nueva, sino la de conocer y asumir los horrores del pasado y reparar las injusticias consiguientes.

Familiares Según Charo, se trataba de un movimiento muy humilde de querer rehabilitar la memoria. ‘Por sentimientos..., porque ellos siempre pensaban que tenían a sus muertos como perros en los campos.’111 A parte de esto, no había exigencias de reconocimiento o ayudas políticas.

‘Yo creo que en esa época había tanto miedo y tantísima ignorancia, porque fíjate que la gente no pudo ir a la escuela. Casi todos eran analfabetos, esa gente era muy fácil de, muy 106

Gregorio Herrero Balsa, ‘Contestación al señor Trillo’, Soria Semanal, 139, 26 de noviembre de 1979, recogido por Gregorio Herrero Balsa en: La represión en Soria, tomo 1, 30-32. 107 Ibidem. 108 Gregorio Herrero Balsa y Antonio Hernández García, La represión en Soria, tomo 1, 33. 109 Gregorio Herrero Balsa, ‘Contestación al señor Trillo’, Soria Semanal, 139, 26 de noviembre de 1979, recogido por Gregorio Herrero Balsa en: La represión en Soria, tomo 1, 30-32. 110 Paloma Aguilar, Memoria y olvido, 287. 111 Entrevista con María Rosario Gutierrez García (57 años), entrevistada por la autora en su domicilio en Valladolid, el 6 de julio de 2004. Grabada en formato digital.

37

vulnerables, era muy fácil de influir. Yo creo que no se pretendió nada de esta pobre gente que dignificar a sus muertos, no había más pretensiones que eso, porque... políticamente, no, no. Creo que era personal. Personal, sí. El poder decir, “tuve un hermano y lo mataron o tuve un hijo... mataron a mi padre”. El poder, de alguna forma, decirlo, porque es que no se podía ni decir.’112

Resalta además, que en el caso de su propia familia, tras el estudio de los restos mortales resultó valioso saber algo más sobre la forma de morir de su tío. Ahora supieron que había sido martirizado antes de ser fusilado. También hubo gente, sobre todo de ideología comunista, que no quiso enterrar a sus muertos por la iglesia, ya que esa misma institución había sido cómplice. Así que, según ella, no toda la gente quiso unirse a este movimiento porque vieron que era la iglesia la que estaba mediatizando las cosas. El documental Después de...: no se os puede dejar solos (1982)113 deja también constancia de la recuperación de cadáveres recuperados de fosas comunes de la guerra civil. En el capítulo llamado ‘La recuperación de un pasado prohibido’, los familiares entrevistados subrayan que ‘hoy no queremos ni odio ni venganza pero sí dejar testimonio para que estas locuras no se repitan en 1979’114. La hija de un fusilado aclara que ella siempre había sabido lo que le hicieron a su padre, pero que también le educaron en un sistema que no quiere revancha. No obstante, sí quiere que se sepa que los que están enterrados allí, no eran perros. En el monolito que acaban de poner, los opositores pintaron una sarta de insultos. Uno de los familiares refleja: ‘son ellos los que no quieren olvidar’. Entre la gente que hay ese día en el cementerio, hay muchos que son efectivamente ‘hijos de fusilados’ y pertenecen a la llamada ‘segunda generación’. Se estremecen ante la idea de que esto podría bien ser una realidad a escala nacional. En el abundante material gráfico acerca las exhumaciones e inhumaciones de aquellos años, destaca el uso de la bandera republicana en los actos de conmemoración. Es una connotación hacia el régimen legítimo que los fusilados habían defendido, pero tal vez también una señal de reivindicación de los valores de aquella democracia. También destaca la necesidad de rehabilitar la memoria de los fusilados. Una pancarta grande exhibida en la reinhumación en Calahorra dice: ‘En memoria a los que murieron vilmente asesinados por el fascismo al defender la libertad, la paz y la justicia’.115 En las lápidas, aunque religiosas, queda constancia de que aquellos muertos habían caído por la libertad y la democracia.

112

Ibidem. Cecilia y José Juan Bartolomé, Después de.... Primera parte: No se os puede dejar solos, 1982. 114 Ibidem. 115 Antonio Hernández García, La represión en La Rioja durante la Guerra Civil (Logroño 1984) tomo 2, 90. 113

38

Ilustración 2: Pintadas en el monolito de “La Barranca”. No se pueden leer bien lo que dicen las pintadas, aún así, evidencia la violación del monolito. Fotograma Después de...

Ilustración 3: Monolito en “La Barranca” con bandera republicana en el fondo. Fotograma Después de...

39

Ilustración 4: Lápida del cementerio de Almazán donde reposan definitivamente los restos de nueve fusilados en los “Llanos de Chavaler” y Portelrubio, y que fueron exhumados de los lugares de ejecución el 14 de junio de 1981. (Gregorio Herrero Balsa y Antonio Hernández García, La represión en Soria, tomo 1, 176)

Ilustración 5: Pancarta exhibida el 18 de mayo de 1980, en la reinhumación de los restos de los ejecutados. La foto está tomada en la Calle Grande, de Calahorra (Antonio Hernández García, La represión en La Rioja durante la Guerra Civil, tomo 2, 90)

40

4.3 Compromiso político El compromiso político con las exhumaciones efectuadas en estos años de la transición fue prácticamente nulo a nivel nacional. Es importante señalar que, aunque se trata de un movimiento muy extendido, fue soportado desde abajo, desde las distintas localidades. Son los vecinos de los pueblos que, si hay suerte con el alcalde, por fin salen a la búsqueda de sus seres queridos. Hemos visto como en el caso de Torremegía, el alcalde acuerda pagar la mano de obra para las exhumaciones. También en el caso de Alfaro, el alcalde socialista estaba involucrado. Pero, se trata de un apoyo en nombre de la persona en cuestión, y no en nombre del partido o del estado. Así también la ayuda de los curas depende de la persona. Lo que sí se regula a partir del 1975 son los certificados de defunción y con ello el reconocimiento de la muerte de los fusilados, que hasta el momento habían constado como desaparecidos. Lamentablemente, esta regulación parece encontrar oposición a nivel local, lo cual dificulta el procedimiento para los familiares. Un familiar consta ante la cámara de los hermanos Bartolomé que, ‘esto [sic.: la existencia de las fosas comunes] es una evidencia, pero si tienes que ir a por un papel, como tengo que recurrir yo al juzgado de Logroño para sacar papeles de las viudas, y todavía me dicen que aquí en La Rioja no se ha fusilado a nadie, que si los he visto yo fusilar.’116 El Informe General de la Comisión Interministerial recoge lo que se hizo en cuanto a las prestaciones a consecuencia de fallecimiento o desaparición, en el artículo 4.3.1.2. ‘Se encuentran reguladas, básicamente, en la Ley 5/1979, de 18 de septiembre, sobre reconocimiento de pensiones, asistencia médico-farmacéutica y asistencia social a favor de las viudas, hijos y demás familiares de los españoles fallecidos como consecuencia o con ocasión de la pasada Guerra Civil. La aplicación de esta Ley conllevó que se otorgasen 110.000 pensiones a los familiares de los fallecidos o declarados fallecidos o desaparecidos durante la Guerra civil o con posterioridad, siempre que se hubiese podido establecer una relación de causalidad personal y directa entre ambos sucesos.’117

Evidentemente, el problema para obtener la pensión estaba en establecer la causalidad entre el fallecimiento o la desaparición y la guerra civil, si las autoridades locales lo seguían negando. Aparte del testimonio en el documental, encontramos algún dato escaso sobre esta problemática en las cartas al director en El País de estos años. El 29 de mayo de 1979, Martine Navarro comenta los intentos de la viuda de un gobernador republicano fusilado para rehabilitar a su marido y cobrar por fin la pensión que le correspondía. Sin embargo, el Ministerio de Hacienda le contestó que no había ninguna huella de este gobernador. Como réplica, la viuda mandó fotocopias del nombramiento de su marido y en 1979 ya llevaba más de un año esperando una segunda respuesta.118 En una carta al director del 1980 se felicita al Gobierno por facilitar pensiones a las viudas y familiares de los fallecidos durante la guerra civil, pero se lamenta el número de expedientes que están parados o apartados. ‘Sencillamente están pendientes de recibir el certificado de defunción, requisito imprescindible para su aprobación. Certificado difícil de obtener en algunos pueblos (sobre todo de la provincia de Badajoz), ya que los 116

Cecilia y José Juan Bartolomé, Después de.... Primera parte: No se os puede dejar solos, 1982. Informe general de la Comisión Interministerial para el estudio de la situación de las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo, 28 de julio de 2006, 43; publicado en la dirección en la red oficial del Ministerio de la Presidencia: www.mpr.es/Documentos/memoria.htm. 118 Martine Navarro-Lavín, ‘Un gobernador del 36’, El País. Cartas al director, 29 de mayo de 1979, 11. 117

41

jueces no quieren darlos, alegando que no consta defunción en el registro.’119 La Comisión Interministerial calcula el otorgamiento de 110.000 pensiones por fallecimiento o desaparición entre 1977 y 2005, de un importe total de 3.345 millones de euros. La cifra del total de muertos durante la guerra civil se estima alrededor del medio millón, de aquí unos 140.000 fueron fusilados por los franquistas. Si estas últimas cifras son ciertas, quiere decir que ya solamente existe una pequeña discrepancia entre el número de pensiones concebidas y el número de personas fallecidas. Desdichadamente, el informe no precisa cuándo estas 110.000 pensiones fueron otorgadas, así que no puede contrastar la dificultad en obtener dichas pensiones en los años 1979 y 1980, de los que hablamos arriba. También cabe señalar que ‘en esta cifra se engloban también las pensiones a los familiares de los fallecidos con motivo de acontecimientos bélicos anteriores a 1936 (fundamentalmente los sucesos revolucionarios de Asturias de 1934) que se vieron interrumpidas con motivo de la Guerra’120.

4.4 Interés y atención de actores externos En cuanto al interés por los medios de comunicación, ya he mencionado las publicaciones y la polémica en Soria Semanal, dirigido por Antonio Hernández García, publicadas en el otoño de 1979. Otro periódico local en Soria, Hogar y Pueblo de Soria, relató los acontecimientos a partir de las exhumaciones e inhumaciones en San Pedro en día 30 de junio de 1979. Se trata de un artículo emotivo que da muestras de compasión a los familiares de las víctimas. ‘Es la mejor forma de honrar a vuestros y nuestros muertos.’121 Por lo que es la prensa nacional, solamente tengo constancia de las cartas al director, mencionadas arriba y el artículo que relata los sucesos acerca los traslados de restos mortales en Torremegía.122 La revista nacional Interviú, también dedicó un informe a la práctica de las exhumaciones.123 En cuanto a las publicaciones de Gregorio Herrero Balsa y Antonio Hernández García cabe notar que se editaron a cargo de los autores; la única opción cuando no hay ninguna editorial que se quiere hacer cargo. La tirada fue pequeña y la difusión sobre todo local. La biblioteca Soriana comenta en cuanto a la publicación que revolucionó a la sociedad durante algunos años y que en algunos círculos se acusó a los autores de abrir heridas.124 Ahora, los diferentes tomos son muy difíciles de consultar y solamente se encuentran en algunos fondos de bibliotecas especializadas,

119

Lázaro Movilla, ‘Muertos sin certificados’, El País. Cartas al director, 28 de agosto de 1980, 7. Informe general de la Comisión Interministerial para el estudio de la situación de las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo, 28 de julio de 2006, 43; publicado en la dirección en la red oficial del Ministerio de la Presidencia: www.mpr.es/Documentos/memoria.htm. 121 ‘Ya están en el camposanto seis sampedranos fusilados en el año 1936’, Hogar y Pueblo de Soria, 4 de julio de 1979, portada, recogido por Gregorio Herrero Balsa en: La represión en Soria, tomo 1, 51. 122 Martine Navarro-Lavín, ‘Un gobernador del 36’, El País. Cartas al director, 29 de mayo de 1979, 11; Lázaro Movilla, ‘Muertos sin certificados’, El País. Cartas al director, 28 de agosto de 1980, 7; José María Baviano, ‘El juicio contra el alcalde de Torremegía o el recuerdo de los fusilamientos de 1936’, El País, 22 de junio de 1980, 19. 123 Interviú, 131, noviembre 1978. Desgraciadamente no he podido conseguir este documento para completar mis datos; el informe se cita en Alberto Reig Tapia, Ideología e historia, 104. 124 Celia Duañez, comentario acerca ‘La represión en Soria durante la Guerra Civil’, Biblioteca Soriana, www.soria-goig.com, consultado el 21 de julio de 2006. 120

42

como la Biblioteca Soriana en Soria o la Biblioteca de Castilla y León en Valladolid, o bien en colecciones privadas. El documental Después de... de Cecilia y José Juan Bartolomé rodado y montado entre la primavera de 1979 y febrero de 1981, se exhibió durante los primeros dos años solamente en el extranjero y como película “no española”, por haber sido denunciada como “constitutivo de delito” por su contenido. En 1983, tras las elecciones generales del 82 en las que gana por primera vez el PSOE, el documental también salió en España.125 En la introducción, José Juan Bartolomé describe su trabajo como una labor de contrainformación. ‘Es decir, dar a través de la imagen, a través del cine, una serie de materiales, una serie de documentos, que no aparecían en la prensa, que no aparecían en los medios de comunicación. (...) Nosotros siempre nos hemos autotitulado como un grupo de contrainformación, pero creo que nosotros éramos los informadores y los contrainformadores eran ellos.’126

En la presentación del capítulo sobre las fosas comunes de la guerra civil, cabe destacar cómo se contrapone con el capítulo siguiente, en el que se filma una conmemoración franquista para los muertos de Paracuellos. Así, los autores enfatizan de forma muy radical en la incidencia de las dos Españas durante la transición. Dicha posición se opone fuertemente al ideario político-social consensuado en el que se aboga por la reconciliación. Podemos concluir que el interés por los medios de comunicación se limitó casi solamente a la prensa local y los medios de comunicación alternativos. Al contrario, los grandes medios, salvo excepción, mantuvieron el silencio. Este ‘desinterés’ por el tema, se puede explicar por el consenso que hubo en la sociedad, de no tratar la parte dolorosa de la guerra civil, por miedo a abrir viejas heridas. Tras el estudio de Paloma Aguilar, en el que analiza la evocación de la guerra civil en el ABC y El País entre 1975 y 1978, destaca ‘la práctica ausencia de las historias más dramáticas y conflictivas sobre la guerra, especialmente aquellas relacionadas con los crímenes de la retaguardia y la represión posterior, lo cual encaja con la voluntad de asepsia’127. Sobre todo subraya la tendencia amnésica de la derecha, ya que la presencia del recuerdo de la guerra aparece mucho más en los editoriales de El País que en los de ABC.128 Aunque El País también trata de silenciar la parte más dura del recuerdo de la contienda, sí se rebela en dos ocasiones contra el olvido de la misma, ‘a diferencia de la actitud amnésica de ABC’129. El politicólogo Vicenç Navarro explica aquella amnesia con el gran dominio de la derecha durante la transición en los aparatos de Estado y en los medios de información y persuasión, que forzaron tal amnesia en la cultura mediática y política del país.130 Las fosas comunes exactamente reivindican aquella verdad más brutal de la guerra y, visto lo anterior, no sorprende que los grandes medios de comunicación no quisieran tratar el tema. 125

‘Reeditan en DVD ‘Después de…’, una mirada documental e irónica de la España de la Transición’, www.lukor.com/cine/noticias/0410/18192135.htm, consultado el 4 de febrero de 2005. 126 Cecilia y José Juan Bartolomé, Después de.... Primera parte: No se os puede dejar solos, 1982. 127 Paloma Aguilar, Memoria y olvido de la guerra civil española, 310. 128 Ibidem, 292. 129 Ibidem, 293. 130 Vicenç Navarro, ponencia en las Jornadas Nacionales de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, celebradas en la Universidad de Valladolid el 21 y 22 de marzo de 2003.

43

4.5 Conclusión parcial Pese a la poca información que tenemos acerca el ciclo de exhumaciones que se delimita por los años 1978 y 1981, he podido esbozar las principales características de ese movimiento. Se trata de un movimiento inspirado por actores locales, como vecinos y familiares de desaparecidos, los curas ‘rojos’ que venían a manifestar una nueva iglesia y los alcaldes y otros representantes políticos locales de índole izquierdista. Aunque el movimiento se inspira y se vuelve sobre lo local, sí se trata de un movimiento que se extendió por gran parte de España. Además fueron actos extensísimos. Los funerales y actos conmemorativos atraían a miles de personas, no solamente a los familiares directos, sino a gente comprometida de toda la zona. Como dice Charo, iba la gente de pueblo en pueblo. Mucha gente pertenecía a la generación de los hijos de los fusilados. Al analizar los objetivos y el discurso de esta generación, destaca la insistencia sobre el tema del nunca más. El perdón y la paz son los valores más resaltados, sin embargo, y contrariamente a lo políticamente correcto: se requería conocer la verdad histórica para poder perdonar y para poder reconciliarse. Se percibía la posibilidad de una nueva guerra civil como algo muy real y con eso, el discurso en cuanto a la rehabilitación de la memoria de los fusilados, no cesa en recordar la necesidad a la paz y la democracia. Contrarias a este no-revanchismo son las referencias precisas a los verdugos, con nombre y apodo. Aún así, para los familiares el objetivo único era la rehabilitación de sus muertos y el reconocimiento de su pérdida. Aunque para algunos no se hacía justicia a los fusilados enterrándolos por la iglesia, muchos sí lo hicieron. De lo que se trataba era ofrecerles una sepultura digna y un lugar en el campo santo, ahora que se podía. El movimiento casi no tuvo repercusión a nivel nacional. Esto, sin duda, se debe al pacto latente entre las élites políticas y los medios de la comunicación que concordaron no tratar ciertos temas del pasado.131 Según Cristina Moreiras, ‘esto no quiere decir sin embargo que desaparezca el recuerdo de la experiencia personal de la etapa precedente sino que, más complejo aún, desaparece un colectivo memorizador capaz de darle discurso representativo en el imaginario social’.132 Y es exactamente lo que vemos en el caso de este ciclo de exhumaciones: hay una experiencia personal capaz de expresarse a nivel local, sin embargo, no sale de este nivel y no llega a formar un discurso social más amplio, ya que los representantes del colectivo no hacen eco de lo que se está haciendo. Cuando con el golpe del 23-F los temores a una nueva contienda se hacen muy realistas, el ciclo de exhumaciones también pierde el colectivo memorizador local. Hay constancia de exhumaciones en el verano del 81, seguramente resultando de búsquedas iniciadas ya antes del febrero, pero después se paraliza. Según Julio Aróstegui, ‘las capas ilustradas de la población, especialmente las que se alineaban en la oposición al régimen, no creían, en general, en la posibilidad de una vuelta atrás. De ahí, la paralizante sorpresa ante los hechos desencadenados después, el 23 de 131

Aunque en este estudio se defiende la tesis de una existencia de un pacto del olvido, por lo menos en el imaginario social, dicho término se ve sometido bajo diferentes críticas. Al final del capítulo cinco me detendré más ante dicha discusión. 132 Cristina Moreiras Menor, Cultura herida, 75, reflejando la opinión de Gregorio Morán, El precio de la transición (Barcelona 1991) 76.

44

febrero de 1981’133. El análisis del discurso acerca este ciclo de exhumaciones, pone en claro que sí se temía dicha posibilidad, pero, asimismo, el 23-F sigue teniendo un impacto enorme y es de creer que ante el espectro de una nueva guerra civil, los curas, los alcaldes socialistas y muchos familiares prefirieron no calentar los ánimos tras protagonizar la rehabilitación de los fusilados de la guerra civil.

133

Julio Aróstegui, ‘Traumas colectivos y memorias generacionales: el caso de la guerra civil’ en: Julio Aróstegui y François Godicheau (eds.), Guerra Civil. Mito y memoria (Madrid 2006) 57-92, aquí 83.

45

5 EXHUMACIONES RECIENTES 25 años después de aquel ciclo de exhumaciones de fosas comunes en, entre otras, La Rioja, llegó por fin el reconocimiento oficial acerca estos acontecimientos. El parlamento de La Rioja manifiesta en la ‘Declaración institucional del parlamento de La Rioja de solidaridad con las víctimas y los familiares de la Guerra Civil en La Rioja’ (2006) que ‘levantará el velo del silencio oficial que encubría los asesinatos y graves violaciones de derechos humanos cometidos durante la guerra civil en tierra riojana.’134 Así quiere reparar simbólicamente el buen nombre y la dignidad de aquellas personas, quiere expresar la solidaridad con los familiares y, a la vez, invitan a todos los ayuntamientos riojanos que expresen el mismo reconocimiento y la solidaridad. Sin embargo, este reconocimiento posiblemente nunca hubiera sido expresado sin las presiones sociales que acompañan el ciclo de exhumaciones más reciente, iniciado hace aproximadamente seis años. El 21 de octubre de 2000, Emilio Silva empieza las excavaciones en el lugar donde dicen hallarse sepultados los restos de su abuelo fusilado durante la guerra civil. Silva es periodista y se encontró las señas de aquel lugar al entrevistar a los ancianos en el pueblo de su familia paterna con el fin de hacer un reportaje sobre la vida durante la guerra y la posguerra. Isaías Lafuente escribe en la introducción del libro de Emilio Silva y Santiago Macías, Las fosas del silencio, que ‘pudo haberse quedado Emilio satisfecho con la exhumación del cuerpo de su abuelo, con la reparación de la deuda que la historia tenía con su abuela Modesta, que nunca pudo dar digna sepultura al cuerpo de su marido asesinado. Pero entendió muy pronto que aquel día no se había encontrado con su historia, sino con la historia (...).’135 En el mismo año 2000, Silva decide, junto a Santiago Macías que ya hacía años que trabajaba en la recopilación de testimonios sobre aquellos tiempos de represión, crear la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) con el propósito de ayudar a otra gente en la búsqueda de los restos mortales de sus seres queridos. La segunda exhumación tuvo lugar casi un año más tarde: el 8 de septiembre de 2001. Los trabajos de la ARMH despiertan el interés de los medios de comunicación nacionales e internacionales. Las peticiones de ayuda en la búsqueda de familiares desaparecidos son incesables y pronto se constituye una amplia escala de asociaciones hermanas bajo el mismo nombre, que se ocupan de la misma labor en determinadas provincias y comarcas. También se constituyen otras asociaciones que se ocupan de la búsqueda de fosas comunes. El Foro por la Memoria es la segunda organización más importante en este campo a escala nacional. Esta organización se creó a finales del año 2002, impulsada por el Partido Comunista Español (PCE). También conoce múltiples sucursales por toda España. Las asociaciones tienen una repercusión importante a través del Internet; allí los familiares pueden encontrar indicaciones en cómo emprender la investigación acerca el paradero de sus familiares desaparecidos, pero también se pueden poner en contacto con otros, tras los foros e

134

‘Declaración institucional del parlamento de La Rioja de solidaridad con las víctimas y los familiares de la guerra civil en La Rioja’, Logroño, 11 de mayo de 2006. Consultado en www.haro.org/pdf/2006/pleno(27-0606).pdf, el 2 de julio de 2006. 135 Emilio Silva y Santiago Macías, Las fosas de Franco. Los republicanos que el dictador dejó en las cunetas (Madrid 2003) 14.

46

intercambiar información. A parte de la web, se organizan sesiones informativas en las diferentes localidades, tertulias y jornadas de conferencias. Para analizar el movimiento acerca la búsqueda de fosas comunes de la guerra civil, me centraré en los dos movimientos más grandes, la ARMH y el Foro por la Memoria, aunque teniendo en mente que la ARMH ha sido la pionera en este trabajo. A la vez, intentaré resaltar los puntos divergentes más importantes entre ambas asociaciones.

5.1 Actores principales Los principales actores del reciente movimiento por la recuperación de los restos físicos de las víctimas de la guerra civil y de la posguerra, son las diversas asociaciones que trabajan a base voluntaria para ayudar a localizar y exhumar dichas fosas comunes. No son profesionales de la historia, sino gente aficionada a la historia o implicada por cuestiones personales. Así, Emilio Silva se interesó por la situación a través de una experiencia personal, mientras que Santiago Macías ahonda la historia oculta del antifranquismo en España desde puro interés intelectual y social. Sin embargo, a la hora de investigar y exhumar fosas comunes, también se implican profesionales del pasado, como arqueólogos, archiveros e historiadores. Predominan los que descienden de familias de ideología republicana. Al referirnos a los actores del reciente movimiento por la recuperación, se les clasifica a menudo bajo el lema de ‘generación de los nietos de la guerra civil’. Evidentemente, muchos son nietos de los enterrados en fosas comunes que ahora salen en su búsqueda y Emilio Silva, claro está, es el ejemplo más llamativo. Se trata de una teoría muy probable que se ha difundido rápidamente a través de los medios de comunicación. Consiste de la siguiente idea muy bien resumida por el historiador Javier Rodrigo: ‘el empuje de una generación de “nietos de la guerra” que ni han experimentado el franquismo ni participó en los debates y consensos que desembocaron en la democracia actual’136. Ahora bien, las referencias a dicha generación son generalmente superficiales e imprecisas. Considerando la correlación entre la “generación del príncipe” y las decisiones durante el proceso de la transición hacia la democracia, señalada por Paloma Aguilar137, es interesante detenernos también aquí ante este concepto generacional como explicación y definición del contemporáneo movimiento por la recuperación de la memoria. ¿Cuándo nacieron estos llamados ‘nietos’? ¿Cuál es la relación que tienen con los acontecimientos de la guerra civil? Por que, aunque tal vez no tengan lazos directos con el franquismo, la contienda originaria de aquél régimen sí parece despertar un interés especial. Margarita González publicó recientemente un artículo titulado ‘Apuntes para un método de análisis mnemónico intergeneracional sobre la Guerra Civil’138. Ella propone una cesura generacional 136

Javier Rodrigo, ‘Omnipresentes o invisibles’, El País, 27-11-2005, 13-14. Paloma Aguilar, Memoria y olvido de la Guerra Civil española (Madrid 1996). 138 Magdalena González, ‘Apuntes para un método de análisis mnemónico intergeneracional sobre la Guerra Civil’, Hispania Nova.Revista de historia contemporánea, 2006, 6, s.n.. Consultado en http://hispanianova.rediris.es. Citando este documento, siempre indicaré el número de página, contando todas las páginas que la revista ofrece en el formato pdf el artículo. 137

47

en cuanto a la guerra civil, basándose en testimonios con habitantes de Conil de la Frontera y datos del último padrón municipal del pueblo. Distingue la generación de los abuelos nacidos entre 1910 y 1935, la generación de los padres nacidos entre 1936 y 1959 y una tercera generación de los nietos, nacidos entre 1960 y 1975. Esta tercera generación se ve educada fuera del rastro de la dictadura y la lucha antifranquista: empezó a vivir la juventud en el momento de modernización iniciada en el 82. A la vez se caracteriza por una postura más crítica hacia el franquismo.139 Sin embargo, si comparamos esta cesura con las ideas de Schumann y Scott (1989), se sostiene difícilmente. Recordemos que según Schumann y Scott, la importante influencia de un suceso común vivido durante la llamada ‘adolescencia’, el periodo que ocupa de los 16 a los 25 años, determina el ideario político-social de una generación.140 ¡Los nacidos en 1960 cumplieron los 18 años en 1978, mientras que los nacidos en 1975 los cumplieron en 1993! Pues, se trata de una cesura demasiada amplia. Considerando el enorme cambio en el pensamiento político desde la transición hasta los años de la ya consolidada democracia, hace difícil hablar de una generación homogénea. A parte de la longitud de los años constituyentes de la generación de los ‘nietos’, son cuestionables las fechas de las cesuras. La primera se sitúa en el 1936, la segunda en el 1960 y la tercera en el 1975. La primera y la última son los dos momentos de mayor inflexión en cuanto a la historia española del siglo XX, mientras que la segunda se podría comprender como el momento de inflexión dentro del discurso de la propia dictadura; momento consolidado ideológicamente con la celebración de los 25 Años de Paz en 1964141. Son exactamente esos momentos de mayor impacto, considerados más tarde como recuerdo más importante de una generación. En vez de componer los límites entre una generación y otra, estas fechas deberían ser las fechas centrales de un periodo generacional. Así, todos los miembros vivirían dicho suceso en la adolescencia, más pronta o más tarde, lo cual les uniría en su experiencia política más joven. Así, el grupo al que más le ha impregnado la muerte de Franco, tendría entonces entre 15 y 25 años y habrá nacido entre el 1950 y el 1960. Para establecer una base más fiable para concluir y debatir la influencia generacional sobre el movimiento por la recuperación de la memoria, he establecido un cuestionario enviado por correo electrónico a todas las asociaciones sucursales de la ARMH y el Foro por la Memoria, a través del cual he recogido datos precisos sobre las fechas de nacimiento de los miembros de las juntas

139

M. González, ‘Apuntes para un método de análisis mnemónico intergeneracional’, 13-16. El hecho de esta aparente postura más crítica hacia el franquismo, está basado en el estudio de J.F.Valencia y D. Páez, titulado ‘Generación, polémica pública, clima social y recuerdo de hechos políticos’, publicado en Psicología política, 1999, 18, en cuanto a memorias de generaciones. 140 Cabe señalar que, para el estudio de J.F.Valencia y D. Páez (1999), citado por González (2006), en cuanto a memorias de generaciones, los estudiosos no han preguntado por el recuerdo de un acontecimiento importante, sino que han preguntado cuáles eran los acontecimientos más importantes en la historia del siglo XX español. Los resultados, pues no son válidos en cuanto a la influencia de ciertos sucesos en la actitud política de una actuación en términos de Schuman y Scott, sino que señalan simplemente el conocimiento y la lectura de la historia nacional en España. 141 Como he señalado en el capítulo anterior, con los 25 Años de paz el régimen franquista cambió su legitimación con la cruzada y la liberación de España por la de garantizar la paz y el progreso.

48

directivas de las 22 organizaciones142 indicadas en la tabla en el apéndice. La media de los resultados recibidos de ocho asociaciones sobre 20 miembros en total, es el 1962. La mayor nació en 1947, mientras que el menor nació en 1973. Si descontamos el año 1947, ya que baja mucho la media y es una fecha excepcional, la media es el 1963 y la mayoría de los casos se centra entre los años 1958 y 1968.143 Esta gente tenía solamente entre 7 y 17 años al morir Franco. En una encuesta de El País, con motivo del décimo aniversario de la muerte de Franco en 1985, se presenta el recuerdo de la muerte de Franco a través de grupos de edad. Aquí, de los nacidos entre 1961 y 1967, el 46 por ciento (porcentaje mucho mayor al grupo nacido entre 1951-1960) afirma recordar que la muerte de Franco le resultó indiferente y que no sintió nada especial. Este grupo solapa perfectamente con la cohorte de ‘la generación de los nietos’, tal como acabo de definir, y estos datos subrayan pues, que la muerte de Franco no le causó una impresión destacable, ya que seguramente eran demasiado pequeños para entender el alcance de la noticia.144 Otro suceso de mucha influencia en el proceso de la transición a la democracia, de gran impacto social, es el 23-F. En 1981, el grupo indicado arriba nacido entre 1958 y 1968, tenía entre 13 y 23 años, con una edad media de 18. Fue el último acontecimiento que resucitó con muchísima fuerza los fantasmas de la guerra civil. Juan Pablo Fusi y Jordi Palafox comentan a este aspecto: ‘Parecía, por tanto, que la historia se repetía, que el Ejército, amparándose en la larga tradición de intervensionismo militar del país, volvía a apelar a la teoría que lo concebía como la salvaguardia de la unidad nacional y actuaba, una vez más, como instrumento de cambio y, en este caso (como en 1936), de una nueva contrarrevolución española.’145

Como señalé en el capítulo anterior, esta fecha tuvo una repercusión tan grande, que con ella volvió el miedo ante un gobierno represivo, con lo cuál se cerró el anterior ciclo de exhumaciones por temor a posibles represalias posteriores. Aunque los menores del grupo generacional indicado fueron tal vez un poco pequeños para entender las implicaciones políticas del acontecimiento, sí tuvieron bastante edad para sentir la magnitud de la repercusión y el miedo que lo acompañaba. Schuman y Scott señalan tras el recuerdo del asesinato de John Kennedy que con ciertos eventos se puede esperar un límite de edad más bajo. En el caso del asesinato de Kennedy subrayan como motivo el hecho de que la televisión trajo el impacto del asesinato directamente a los hogares estadounidenses. Otra razón se encuentra en la idealización del presidente que se experiencia antes que la concienciación política. El pico se encuentra en este caso en la edad de 15 años, pero aún así, personas que tuvieron entre 8 y 12 también apuntan relativamente frecuente a dicho suceso cómo más importante.146 Pues, por analogía con estos datos, no resulta sorprendente encontrarnos ante un límite de edad más bajo en relación con el 23-F que fue grabado por un operador de televisión, aportando a

142

Originalmente se ha mandado a 27 organizaciones, sin embargo, 5 de las direcciones de correo electrónico ya no corresponden. 143 Véase el anexo 1. 144 ‘El franquismo ya tiene pocos seguidores’, El País, extra, 20 de noviembre de 1985, 24. 145 Juan Pablo Fusi y Jordi Palafox, España: 1808-1996. El desafío de la modernidad ( Madrid 1998, 4a edición), 381, citado en C. Moreiras, Cultura herida, 62. (La cursiva es mía.) 146 Howard Schumann y Jacqueline Scott, ‘Generations and collective memories’, 366-367.

49

los hogares españoles un documento audiovisual directo del drama. A parte, el hecho de que fue un ataque feroz al nuevo sistema tan idealizado, también puede haber influido los datos. El sondeo en El País, para el recuerdo del 23-F, 10 años después, señala el impacto del acontecimiento, tras el 37 por ciento de la población que afirma tener aún un recuerdo muy vivo del intento de golpe militar y un 33 por ciento que atribuye al golpe ‘el miedo’, como primer sentimiento que se le viene a la cabeza.147 A parte, la encuesta señala que son los más jóvenes, nacidos entre 1968 y 1973, quienes con mayor frecuencia temen que pueda repetirse un golpe militar.148 Aunque este grupo no solapa con el grupo definido como ‘generación de los nietos’, este dato sí es muy importante para señalar la trascendencia del miedo tras el 23-F a las generaciones más jóvenes. En el anexo 10.2 también he recogido las fechas de nacimiento de los principales líderes políticos y de algunos historiadores y novelistas que hicieron una atribución importante para el tema de la memoria de la guerra civil. Cabe señalar que esas fechas de nacimiento coinciden en gran parte con las fechas señaladas arriba y se centran, un poco antes, en el año de nacimiento 1960. En el capítulo anterior hemos visto que en cuanto a la generación de los hijos, se habla de la ‘generación del príncipe’; aquí, si miramos las fechas de nacimiento de los hijos de Juan Carlos I destaca la coincidencia con la generación de los nietos. Visto lo anterior, mantengo un periodo más breve para determinar la generación de los ‘nietos’, que se centra alrededor del 1963 como fecha de nacimiento. Con ello, podemos decir que la generación no está del todo desligada del franquismo y la etapa constituyente de la democracia, sino que, al contrario, es la última generación que tiene una memoria de la transición basada en el propio ‘tiempo vivido’. Efectivamente no vivieron la guerra civil, pero sí vivieron, con edad de capacidad de razón, aquélla noche del 23 de febrero que con tanta fuerza devolvió los fantasmas del pasado en la actualidad del momento. Veremos más adelante, cómo esta vivencia tiene influencia en el discurso que mantiene esta generación acerca la recuperación de la memoria.

5.2 Objetivos y discurso Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica El principal objetivo de la ARMH es resolver el problema con los desaparecidos del franquismo. Para ello organizan campos de trabajo para localizar y exhumar los restos de los fusilados durante la guerra civil y la posguerra. Además se ha propuesto hacer una base de datos de testimonios de supervivientes grabados con cámaras de vídeo. Según el presidente y fundador de la asociación, Emilio Silva, lo más sangrante es el miedo a hablar que sigue existiendo en la sociedad española, originando en la guerra civil, pero persistiendo tras el proceso de la transición: ‘(...) abrir la fosa tiene una función terapéutica bastante importante. (...) Esta gente tiene miedo todavía. Nadie les ha enseñado a dejar de tenerlo. La transición que se hizo en este país, en ese sentido, fue un abandono. (...) Las víctimas y sus familiares han visto cómo el falangista que disparó a veinte de su pueblo sigue en su banquito tomando el sol, y no sólo no lo han juzgado, sino que ni tan sólo nadie le ha dicho nada. (...) Pero a la vez tiene una función terapéutica, porque llegan los vecinos, los amigos, le dan el pésame, ven el muerto: 147 148

‘Los jóvenes prefieren recordar el 23-F para que no se repita’, El País, 23 de febrero de 1991, 22. ‘Para el 71% de los españoles la democracia está consolidad’, El País, 23 de febrero de 1991, 23.

50

todo el ritual de la muerte que normalmente vivimos en un funeral y que no se pudo hacer en su momento’149

Las asociaciones responden al miedo existente con el ataque al llamado ‘pacto del olvido’ y señalan que la situación actual lamentable en el que pervive el miedo, es fruto directo de la manera en cómo se hizo la transición y sobre todo de las cosas que no se hicieron. Al poner en duda las raíces democráticas de la presente democracia, las asociaciones toman como referente ideológico, el recuerdo de la II República. En sus logos, emblemas y símbolos abundan los colores de la tricolor: rojo, amarillo y morado.

Ilustración 6: Colores de la tricolor en el Ilustración 7: Colores de la tricolor en logo del Foro por la Memoria, el logo de la ARMH-Catalunya, http://www.nodo50.org/foroporlamemoria/, http://www.memoriacatalunya.org/, consultado el 9 de diciembre de 2006 consultado el 9 de diciembre de 2006

Ilustración 8: La ARMH hace alusión a a la tricolor, añadiendo el color azul. http://www.memoriahistorica.org, .consultado el 9 de diciembre de 2006.

Aparte, Paloma Aguilar también señala como ‘curiosamente, las banderas republicanas cada vez son más abundantes en las manifestaciones convocadas por partidos de izquierda’150. La ARMH considera la presente cuestión pendiente de las fosas comunes un problema de alcance nacional y por ello ha recurrido al grupo de trabajo sobre la desaparición forzosa y permanente, con el objetivo de que el gobierno español aplicase la resolución 33/147 de la ONU sobre Desaparición Forzada y Permanente, para que se buscara judicialmente a esos desaparecidos y se los identificara. Aunque la ONU decidió que no se puede aplicar esta resolución al caso español, ya que solamente se aplica a desapariciones posteriores a la constitución del órgano en 1945, sí aconsejaron el gobierno español estudiar por lo menos cuatro casos. Desde entonces la ARMH, junto a otras organizaciones, ha hecho diferentes peticiones de toma de responsabilidad sobre la situación por parte de los oficiales. Las peticiones varían de la retirada de símbolos del franquismo, la financiación de las exhumaciones y condenas oficiales del franquismo por parte de órganos oficiales, como el gobierno español, la iglesia católica y el parlamento europeo.151

149

Montse Armengou y Ricard Belis, Las fosas del silencio, 204. Paloma Aguilar Fernández, ‘Presencia y ausencia de la guerra civil y del franquismo en la democracia española. Reflexiones en torno a la articulación y ruptura del “pacto de silencio”’ en: Julio Aróstegui y François Godicheau (eds.), Guerra Civil. Mito y memoria (Madrid 2006) 245-293, aquí 288, nota de pie 70. 151 Carta a los socios de la ARMH en www.geocities.com/priaranza36/cartasocios.html, consultado el 22 de febrero de 2003. 150

51

Para citar algunos ejemplos, en 2002 se autoriza, a petición de la ARMH, las pruebas de ADN para identificar cadáveres de fosas de la guerra civil con cargo al Estado.152 Ese mismo año pide a los partidos representados en el parlamento nacional que, a través de una proposición no de ley, promuevan la creación de una Comisión de la Verdad153 y con ella la apertura y la digitalización de los archivos que guardan documentos sobre dicho periodo. También se exige que el estado asuma el coste de las investigaciones y de las exhumaciones.154 No solamente se reclama ayuda económica o jurídica, sino también el reconocimiento simbólico. Ante la visita de Juan Pablo II a España en mayo del 2003, la ARMH exige que la iglesia pida perdón por su colaboración con la dictadura franquista y que se retiren las placas que enumeran los “caídos por Dios y por España”.155 Con la reciente visita de Benedicto XVI en julio de 2006, vuelve la polémica, cuando la ARMH envía una carta a todos los obispos reclamándoles que aprovechen la visita para retirar dichas placas y pedir perdón. En marzo de 2006 también enviaron escritos a las representaciones diplomáticas de Alemania e Italia, solicitando un gesto de perdón ante su colaboración con Franco en la Guerra Civil con numerosos ataques y bombardeos.156

Foro por la Memoria El Foro por la Memoria también se concentra principalmente en los trabajos de exhumación de fosas comunes. Sin embargo, desde su constitución en 2002, ha ligado esta tarea al interés más amplio de divulgar la ‘otra historia’ de los sucesos durante la guerra civil. Tal como explica en su carta de presentación: ‘Mediante la localización, señalización y excavación de fosas comunes para devolver los restos mortales de los caídos a las familias que así lo deseen, la ayuda y el reconocimiento a expresos, represaliados, exiliados, excombatientes, exguerrilleros y a sus familiares, así como la organización de actos de divulgación y homenajes a todos los que sufrieron como consecuencia del alzamiento fascista del 18 de julio de 1936, nos proponemos recuperar esta memoria con el objetivo de llegar a la verdad de lo ocurrido y que nuestra sociedad pueda mirar al futuro sin complejos y sin más mentiras.’157

Mientras la ARMH no se alinea directamente a una agrupación política, el Foro por la Memoria es impulsado por el PCE y al definir sus propósitos trasluce también una orientación política más

152

Marifé Moreno, ‘La juez autoriza pruebas de ADN para identificar cadáveres de fosas de la Guerra Civil’, El País, 26 de octubre de 2002. 153 ‘La ARMH pide crear una comisión para devolver la dignidad a las víctimas de la guerra civil’, León Estrella, 3 de septiembre de 2002, http://www.leonestrella.com/020903/articulos/actualidad_5.htm, consultado el 4 de marzo de 2003. 154 Luis Izquierdo, ‘Familias de víctimas del franquismo piden ayuda económica al Gobierno’, La Vanguardia, 23 de noviembre de 2002. 155 Carlos Cué, ‘Familias de desaparecidos piden que la Iglesia retire las leyendas franquistas’, El País, 8 de abril de 2003, 35. 156 Carlos Cué, ‘Una asociación pide que Alemania e Italia se excusen por ayudar a Franco’, El País digital, 10 de marzo de 2006, consultado el 12 de marzo de 2006. Veremos más acerca la respuesta política y social ante las diferentes peticiones en los apartados 5.3 y 5.4. Hasta el momento, no se ha expresado el perdón pedido a la iglesia, y a las representaciones de Alemania e Italia. 157 Presentación del Foro por la Memoria, firmado por el Presidente de la Organización, José María Pedreño Gómez en noviembre de 2002, consultado en http://www.nodo50.org/foroporlamemoria/presentacion.htm el 8 de agosto de 2006.

52

definida. Así subraya en su carta de presentación la importancia de hacer justicia, frente ‘al renacimiento del fascismo, como sustanciación de las políticas imperialistas de los gobiernos de EEUU y Europa’158.

‘Apoyar a la ARMH es enterrar la memoria’ El texto de la mano del presidente del Foro por la Memoria José María Pedreño, con el título ‘Apoyar a la ARMH es enterrar la memoria’, publicado el 23 de enero de 2004 en la página web del Foro, desencadenó una fuerte discusión entre varios miembros e interesados, sobre el discurso inherente a los objetivos aparentemente parecidos. El debate entero forma una fuente interesante para poder indagar más sobre el discurso que sujeta la labor de buscar los desaparecidos de la guerra civil. El texto citado arriba denuncia el trabajo realizado por la ARMH considerando sobre todo la falta de ideología. Según Pedreño, la ARMH ‘no pretende, entre sus objetivos, rescatar la Memoria Histórica de la lucha y la represión antifranquista, sino los cuerpos de los familiares para darles un ‘entierro digno’. Su labor no va más allá y trabajan sin ninguna clase de referente ideológico.159 Con ello denuncia el tratamiento privado a lo que fueron, según él, asesinatos políticos. ‘Es más, incluso, faltando el respeto a sus ideas han enterrado anarquistas y socialistas de los años treinta con curas y bajo una cruz, sin que en su lápida se diga absolutamente nada respecto a su militancia.’ Según el Foro ‘hay que respetar a los muertos en todos los sentidos, independientemente de lo que opine la familia. Se trata de compaginar el respeto a las ideas de los muertos con el respeto a la tradición funeraria de las familias.’ Para el Foro están en juego muchísimas más cosas que los restos de un familiar, ‘está en juego nuestra dignidad como pueblo, el fortalecimiento de nuestra democracia, la lucha contra la impunidad, la defensa de los Derechos Humanos y el rescate de nuestra memoria colectiva.’ Con ello, denuncia la forma precipitada de realizar las excavaciones, la falta de denunciar los muertos en el juzgado y la falta de un foco multidisciplinar. En resumen, según este texto, la ARMH, tras su éxito mediático, ‘representa la Memoria Histórica acometida desde el punto de vista del ‘pensamiento único neoliberal’160. A mi saber no hubo una respuesta oficial desde la sede nacional de la ARMH, pero sí hubo comentarios de miembros de distintas agrupaciones regionales de la ARMH. Esther Trasorras subraya desde su autoridad como presidenta de la ARMH-Galicia, que ‘el mérito de la ARMH es haber sido capaz de aglutinar a gente de muy diversa procedencia ideológica, pero víctimas todas de la barbarie que ha supuesto la represión salvaje que se ha vivido en este país’161. Han sabido cubrir el vacío que existía al respecto de la dignificación de las víctimas. Francisco Pérez Alex, miembro de la ARMH de Andalucía, apunta que nadie puede impedir que los restos se entreguen a sus familias directas. 158

Presentación del Foro por la Memoria, firmado por el Presidente de la Organización, José María Pedreño Gómez en noviembre de 2002, consultado en http://www.nodo50.org/foroporlamemoria/presentacion.htm el 8 de agosto de 2006. 159 José María Pedreño, ‘Apoyar a la ARMH es enterrar la memoria’, http://www.pce.es/foroporlamemoria/documentos/jmpedreno.23012004.htm, consultado el 6 de febrero de 2004. 160 Ibidem. 161 Esther Trasorras Teixeiro, ‘Atacan a la ARMH desde el Foro por la Memoria’, 6 de febrero de 2004, http://boards2.melodysoft.com/app?ID=ARMH&msg=6590. consultado el 6 de febrero de 2004.

53

‘Algunas, como se vio en el documental [sic: ‘Las fosas del olvido’] los entierran con cura incluido, han perdido toda visión política, otras no, como en el Bosque, en Cádiz, donde los familiares solicitan banderas rojinegras.’162 El 18 de octubre de 2003, el entierro de los trece cuerpos recuperados de la primera fosa exhumada por la ARMH da una imagen representativa de las normas mantenidas por la ARMH. ‘Sobre los nichos una leyenda: “A la memoria de todos aquellos que lucharon y dieron sus vidas por la democracia y la libertad”. El párroco, Manuel Nogaledo, celebró en Villalibre un acto religioso sin connotaciones políticas. “Habéis cumplido con el deber de enterrarlos. Éste es el lugar que se merecen, como todos los hijos de Dios”, dijo a los familiares. (...) Antes de depositar los restos de Silva en Pereje, se celebró un multitudinario acto de despedida en Villafranca del Bierzo. Se optó por no enarbolar banderas para evitar la politización del encuentro.’163

En las respuestas por representantes de la ARMH se aboga por un enfoque despolitizado recordando la responsabilidad de los partidos políticos, incluidos los de izquierda, ante el llamado proyecto por el olvido tras firmar un ‘pacto de silencio’. Uno de los socios de la ARMH explícitamente le recuerda a Pedreño el hecho de que el PCE votó a favor de la Ley de Amnistía y por lo tanto se le califica de cómplice del franquismo.164 Resalta en la crítica de Pedreño el fuerte tinte ideológico, suscrito en muchas de los comentarios de apoyo que tuvo el comunicado. Claro está que el texto dista mucho de una visión objetiva hacia el pasado y desde el punto de vista histórico se tendrían que hacer varias observaciones. La más importante sería recordar la arbitrariedad de la primera represión, que en muchas localidades fueron meras revanchas personales. Así, no a todo cuerpo recuperado de esa represión se le puede poner automáticamente el lema de ‘asesinato político’, entendido como asesinato por ideología política. En la posición de la ARMH destaca el distanciamiento de todos los partidos políticos. Frecuenta en ellas la referencia al voto a favor de la Ley de Amnistía del 1977, por lo cual consideran también los partidos de izquierda responsables del silencio y la falta de dignidad para las víctimas de la Guerra Civil y el primer franquismo. No obstante, también la ARMH se deja alinear a la izquierda del paraje político, visto que esos partidos resultan más benévolos a hacer eco de las diferentes peticiones de la asociación. La falta de unanimidad en las peticiones de las diferentes asociaciones, también se señala en el Informe General elaborado por la Comisión Interministerial en el 2006. ‘Algunas solicitan la localización de los enterramientos, la exhumación de los restos, su identificación y su entrega a los familiares que los reclamen. Otro número importante de asociaciones se inclina por el reconocimiento

162

Francisco Pérez Alex, ‘Sobre: “Apoyar la ARMH es enterrar la memoria”, 5 de febrero de 2004, http://boards2.melodysoft.com/app?ID=ARMH&msg=1143, consultado el 6 de febrero de 2004. 163 Marifé Moreno, ‘Enterrados en León los restos de 13 fusilados de la Guerra Civil’, El País, 19 de octubre de 2003, 30. 164 Paco Muelas, ‘La major respuesta (navegando por la red)’, 28 de enero de 2004, http://boards3.melodysoft.com/app?ID=ARMH&msg=1102&DOC=21, consultado el 6 de febrero de 2004.

54

oficial de los enterramientos, su demarcación y separación, la instalación de placas que sirvan para su correcta identificación y, en su caso, la erección de monumentos conmemorativos.’165

Ética Muy interesante en el debate es la divergencia y discrepancia en el pensamiento ético que implica la apertura de fosas comunes. Antoon de Baets, historiador especializado en temas acerca la ética de los historiadores, resalta con mucho detalle la complejidad del tema en ‘A declaration of the responsibilities of present generations toward past generations’166, y ofrece con ello un cuadro valioso para estipular y encuadrar posibles discrepancias con más precisión. De Baets distingue tres grupos de responsabilidades. Primero, aquellas relacionadas con el cuerpo y la propiedad: la integridad del cuerpo, la responsabilidad de honorar al difunto en los ritos funerarios, la responsabilidad de dar sepultura digna y de respetar su voluntad acerca el cuerpo y los bienes. Segundo las responsabilidades relacionadas con la personalidad: la de identificar el cuerpo y de guardar nombre, fecha de nacimiento y muerte y nacionalidad, la de proteger su reputación y privacidad frente al interés público, tanto en imágenes como en la formulación de hechos sobre los muertos. Tercero apunta la responsabilidad general de identificar y respetar la herencia del difunto. A consecuencia, las generaciones presentes tienen dos derechos: la de conmemorar los muertos y la de saber la verdad acerca el abuso de derechos humanos.167 En el debate presentado arriba, encontramos dos conceptos conflictivos importantes a considerar. En primer lugar, el individuo frente a la sociedad. ¿Quiénes representan la generación presente con sus derechos y responsabilidades frente al muerto? La ARMH identifica esos derechos y responsabilidades en los familiares del asesinado, mientras que el Foro por la Memoria, considera que corresponden a la sociedad española y en especial a los del la misma índole ideológica. Aquí, De Baets considera que los primeros guardianes son los familiares y después los amigos, líderes religiosos y agrupaciones sociales al que pertenecía. A un nivel más organizado, distingue las comisiones de la verdad, grupos civiles que organizan conmemoraciones y gobiernos.168 El segundo concepto debatido es el del derecho a conmemorar (ciertas facetas del pasado del muerto) frente al deber de conmemorar. De Baets considera el concepto de la obligación a conmemorar insostenible: a parte de la imposibilidad de conmemorar todos los muertos, hay el riesgo del abuso político.169 A la vez, sí aboga por la obligación por parte del gremio de los historiadores de ocupar con sus investigaciones todo el pasado y la obligación de los estados en una situación pos conflictiva de elaborar una política de memoria equilibrada. Por otra parte, De Baets enumera diferentes ejemplos de posibles daños de las obligaciones y derechos mencionados arriba. Una de 165

Informe general de la Comisión Interministerial para el estudio de la situación de las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo, 28 de julio de 2006, 82; publicado en la dirección en la red oficial del Ministerio de la Presidencia: www.mpr.es/Documentos/memoria.htm. 166 Antoon de Baets, ‘A declaration of the responsibilities of present generations toward past generations’, History and Theory, 43, 2004, 130-164. 167 Antoon de Baets, ‘A declaration of the responsibilities’, 143. 168 Ibidem, 139-140. 169 Ibidem, 151.

55

ellas considera la imposición de ritos funerarios religiosamente o culturalmente ajenos al difunto o sus familiares. Lo cual, en perspectiva del Foro por la Memoria, se podría aplicar a lo que ocurre cuando se le da un funeral religioso a un viejo militante comunista. A su vez, considerar como ‘militantes izquierdistas’ a todos los fusilados durante la represión franquistas, sería un abuso político. Es difícil llegar a una conclusión inequívoca a partir de consideraciones expuestas, pero sí es interesante observar el dilema ético que conlleva la exhumación de aquellos cuerpos y la dificultad en definir cuál sería la voluntad del difunto acerca los ritos funerarios, la sepultura y con ello la memoria. La clave de esta discusión hay que buscarla en primer lugar en la voluntad de los familiares, ya que son ellos los que salen en busca de sus familiares perdidos y son los primeros guardianes de la dignidad del difunto.

Familiares Montse Armengou y Ricard Belis recopilan múltiples testimonios de gente en busca de sus familiares desaparecidos en el documental Les fosses del silenci (2003) y el libro, igual titulado: Las fosas del silencio. ¿Hay un Holocausto español? (2004). En ellas destaca claramente el primordial objetivo de dar sepultura digna a sus seres queridos. Sin embargo, con ello quieren que también se rescate su nombre de las mentiras. Así lo dicen Aurora, Matilde y Antonia Navas que decidieron rehabilitar a su madre: ‘Queremos recuperar sus restos para darles cristiana sepultura; porque ella era muy católica. Queremos que se hable de ella sin miedo; que su nombre se limpie; que se sepa que fue una mujer honesta’.170 También José Antonio Landera, sobrino nieto de un fusilado, tiene un objetivo más allá de la recuperación de los restos de su tío abuelo. ‘Si empezamos a desenterrar cadáveres (...) y sólo sacamos huesos, lo estaremos haciendo mal: esa persona desaparecerá otra vez. (...) Mi objetivo no sólo era recuperar los restos, saber dónde estaba, sino intentar recuperar la memoria de este hombre y que la gente de mi edad, que no hemos conocido la historia porque nadie nos la ha contado, podamos saber qué pasó’.171 En las entrevistas con gente de la primera generación, los testigos directos de los crímenes de la guerra civil, destaca el miedo para hablar de lo que ocurrió. Los entrevistados muchas veces quieren quedar anónimos y viven en un mundo imaginario en el que sigue habiendo dos Españas. Los testigos cierran las persianas antes de hablar y hablan en voz baja. Montse Armengou y Ricard Belis señalan este miedo tras varias entrevistas. ‘El miedo, el maldito miedo que, a pesar de que en un primer momento existiera un impulso para confesar; para desembuchar aquellos recuerdos tanto tiempo callados, luego volvía a imponer el silencio ante unas amenazas que Rosario concretó muy bien: “A mí ya me da lo mismo, porque ya soy muy mayor; pero están los que dejo atrás.”.’172

Cualquiera que haya recogido testimonios sobre la guerra civil, tendrá algún ejemplo claro del miedo que sigue existiendo en la sociedad española. En una entrevista propia, una señora de 82 años me 170

M. Armengou y R. Belis, Las fosas del silencio, 68. Ibidem, 219-220. 172 Ibidem, 170. 171

56

confesó lo siguiente, después de haber relatado los sucesos acerca la detención y el fusilamiento de los maestros del pueblo. ‘¿Y esto no será cosa que lo hable yo? ¿No será mal que lo hable yo? Pues una prima de mi madre me decía que mi abuelo le habían traído al ayuntamiento y allí lo mataron. Y allí está, pero yo no le buscaría, porque no me atrevería. No, quizá porque tenemos tanto miedo de entonces. Tengo miedo a los curas, a los frailes, a los maestros, a los médicos, a todos. Porque entonces decían, entonces estábamos aterrorizados todos, eh... Pero ahora, no sé como está, si se atreve hacerlo. Yo no sé libertad, pero igual hay que te vienen por detrás y te pegan un tiro. ¿Esto ya lo sabes, eh? Hombre, hombre, yo no me atrevo nada eh. ¿Pero tu crees que han cambiado las cosas?’173

Aunque las asociaciones quieren distanciarse de cualquier revanchismo, algunos familiares sí desean algún reconocimiento por parte de los autores de los crímenes. Dolors, hija de un fusilado, dice que le ‘gustaría saber quiénes son los autores de todo esto. Y, si están muertos, que lo sepan sus hijos. No para hacerlos ningún daño (...).’174 Sin embargo, se nota en la transcripción de las entrevistas recogidas en el libro de Armengou y Belis, cómo en general los supervivientes y familiares se abstienen a dar nombres de los asesinos, por miedo, pero también por no hacer daño a nadie, ya que los hijos aún viven. Generalmente son los periodistas que resaltan las señas de los asesinos o instan en conocerlos tras la entrevista.175 Como dije anteriormente destaca el objetivo de la sepultura digna: ‘Que yo no pueda llevarle un ramo de flores a mi madre por Todos los Santos, porque no tengo lugar concreto. Eso es muy grave, porque todo el mundo puede hacerlo y nosotros no.’176 Pero delante de todo va la necesidad de romper el miedo a hablar, sólo con ello se puede llegar a localizar la fosa y a conocer la verdad acerca el paradero de los desaparecidos. Si volvemos a las obligaciones y derechos formulados por De Baets, vemos que los familiares en primer lugar quieren restaurar la dignidad del cuerpo y en segundo lugar la dignidad acerca la personalidad. Pero a la vez, la búsqueda de los restos mortales de sus seres queridos va impulsado por el derecho propio de guardar luto. Esa es la función terapéutica de la que habla Silva y conlleva la siguiente tensión entre responsabilidad y derecho: una forma satisfactoria de guardar luto para el deudo, sería conforme su propio credo religioso o ideológico, que no tiene por qué corresponder con el del difunto. Aún así, ese derecho a luto, en términos de De Baets, es una consecuencia de las obligaciones hacia el muerto y por lo tanto se encuentra en un plano secundario. El problema que encontramos, De Baets no lo deja inadvertido, sin embargo, tampoco ofrece solución. ‘Typically, groups representing the dead have at least three problems when fixing protective strategies, thereby possibly undermining their guardianship. The first of these is the problem of which guardians have the authority to represent the dead. This is particularly important when conflicts arise between the rights of the living and their responsibilities to the dead. Second, all guardians risk misinterpreting the wishes of the dead. Even when the dead themselves leave clearly formulated wishes, vexing problems of interpretation may arise each time the posthumous circumstances for carrying out the wishes are different from, or

173

Testimonio de María (nombre ficticio), natural de Brañosera de 82 años de edad. La entrevista tuvo lugar en su domicilio en Brañosera el 30 de octubre de 2003 a las 16 horas en la que estaban presentes María y la autora. Grabado en cinta. 174 M. Armengou y R. Belis, Las fosas del silencio, 160. 175 Por ejemplo: M. Armengou y R. Belis, Las fosas del silencio, 175-176. 176 M. Armengou y R. Belis, Las fosas del silencio, 148.

57

unforeseen at, the time at which they were formulated. This may lead to a third risk: abuse of the memory of the dead.’177

La problemática destacada arriba se deja ilustrar claramente con la polémica acerca la apertura de la fosa común en el barranco de Víznar y la exhumación de los restos mortales de Federico García Lorca. Se trata de una fosa donde, a parte de los restos mortales de Lorca, se encuentran también los de otros tres fusilados, dos de ellos buscados por los familiares para darles sepultura digna. Sin embargo, los familiares de Lorca consideran que ‘las circunstancias de la muerte son conocidas, que su exhumación ‘no va a aportar nada a la verdad histórica’ y que ‘desvirtuar el lugar’ con la exhumación ‘puede abrir una puerta al olvido definitivo’178, y por tanto no quieren consentir en la exhumación. Ante la posición de los familiares de Lorca, hay muchos grupos de presión social que reclaman que los restos mortales son parte de la memoria histórica de todo el pueblo español. Andrés Soria Olmedo, catedrático de Literatura Española, hace una reflexión valiosa para cerrar el debate: ‘La iniciativa de exhumar los cadáveres de algunos de los fusilados junto a Federico García Lorca en el barranco de Víznar por parte de sus familiares es perfectamente legítima; no lo parece tanto forzar, como de paso, la del poeta (...) y mucho menos sugerir siquiera que la oposición de los familiares directos de Federico García Lorca a que se exhumen sus restos implica menospreciar la memoria de su asesinato. Ante todo conviene precisar de qué memoria se habla cuando se acude a la “memoria histórica”, si de memoria pública o de memoria privada. Según Ian Gibson, “Lorca pertenece a la humanidad, no a su familia”. Dando por buena esta afirmación, la paradoja es que esa pertenencia universal se percibe mejor en la actual situación de anonimato que cuando sea recobrado por los suyos, puesto que en ese momento, después de satisfacer la curiosidad de los historiadores, dejará en cierto modo de pertenecer a la memoria pública para integrarse a la memoria privada. (...) Esta vez se abre paso el derecho de los particulares que quieren desenterrar e identificar a sus familiares, esto es, el derecho de la memoria privada. A mi juicio, es una opción que debilita la potencia de la memoria civil, pues para lograr la equivalencia completa entre los dos modos de memoria la exhumación e identificación debería extenderse a todos y cada uno de los restos, lo cual no va a ocurrir.’179

Soria Olmedo aboga por transformar el paraje de Víznar en un ‘lugar de memoria’ en términos de Pierre Nora: un lugar de memoria colectiva, pública y civil.

Aunque aparentemente hay una discrepancia entre los objetivos de los familiares por un lado, y los de algunas agrupaciones que se consideran herederos ideológicos por otro lado, no hay que olvidar la importancia del marco público en la posibilidad de duelo para los parientes. Tal como advierte Helen Graham en History Today180: la importancia de la conmemoración pública es exactamente el hecho de que permite, o libera, el proceso de olvido personal. Una vez que haya reconocimiento público, puede existir olvido privado. Aquí, el reconocimiento a nivel público además ayuda a deshacerse del miedo a hablar, inherente a la falta de una política de memoria. Montse Armengou y Ricard Belis ven una diferencia clara entre lo que es el duelo personal y el duelo colectivo. La localización y exhumación

177

Antoon de Baets, ‘A declaration of the responsibilities’, 140. Carlos Cué, ‘La familia de Lorca dice que “exhumar los cadáveres puede abrir la puerta al olvido definitivo”’, El País, 12 de septiembre de 2003. 179 Andrés Soria Olmedo, ‘Lorca en Víznar: memoria pública, memoria privada’, El País, 17 de septiembre de 2004, 14. 180 Helen Graham, ‘Coming to terms wit the past: Spain’s memory wars’ en: History Today, mayo 2004, 29-31. 178

58

de los restos corresponde al duelo personal, mientras que el trabajo más allá, como por ejemplo la constitución de comisiones de la verdad e incluso algunas ideas de someter a juicio a alguno de los criminales del franquismo corresponden al duelo colectivo.181

Derechos humanos Tanto el discurso de ambas organizaciones que se ocupan de exhumar fosas comunes, como el de los familiares que salen por fin en busca de los suyos, se ve respaldado por los derechos humanos universales, formulados por la ONU. Antoon de Baets, escribió su ‘Declaration of the resposibilities of present generations toward past generations’, argumentado a partir de que la idea central de los derechos humanos es que los humanos (vivos) tienen dignidad y por lo tanto merecen respeto. En tiempos más recientes, se ha empezado a hablar de genocidio en Bosnia, en África y en América Latina. Baltasar Garzón, juez español, es uno de los importantes defensores de las víctimas de la represión en América Latina. Con la ‘Declaración sobre la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas’ aprobada por la Asamblea General el 18 de diciembre de 1992, los familiares tienen un respaldo internacionalmente reconocido. No es de extrañar, que el discurso del movimiento, al defender su lucha contra el olvido, alude muchas veces a los derechos humanos en general. Los derechos humanos no solo dan lugar a reparar la dignidad de los desaparecidos, sino también a la de otros grupos que sufrieron repercusiones durante el periodo 1936-1975. Con ello, estaría mal no resumir el conjunto de asuntos que se reclaman reparar y reconocer tras el movimiento por la recuperación de la memoria en su totalidad. Ángeles Egido León sintetiza el espectro de la represión franquista en cuatro capítulos: el de los muertes, el de los procesados, el de los colectivos marginados y el del exilio.182 De estos capítulos, se ha avanzado más en cuanto a la reparación de los exiliados. En junio de 2006 también se reconoció una indemnización para los homosexuales. En cuanto a las demás cuestiones: la retirada de símbolos franquistas, el qué hacer con el Valle de los Caídos, la gestión de archivos y la búsqueda de fosas, se ha dado un gran paso adelante con la Ley de Memoria Histórica, presentada a finales de julio de 2006. Veremos las concesiones por el gobierno con más detalle en el apartado siguiente sobre el compromiso político.

5.3 Compromiso político Bajo la presión social de las diferentes organizaciones y las críticas hacia la falta de reconocimiento de las víctimas y los represaliados de la guerra civil y el franquismo, el 20 de noviembre de 2002, durante la legislatura del Partido Popular con mayoría absoluta, el Congreso de Diputados condenó el golpe de estado de 1936 e instó a los ayuntamientos que colaborasen en la búsqueda de desaparecidos. Tras el acuerdo, también se suscribe un reconocimiento moral de las víctimas de la guerra y cuantos 181

Montse Armengou y Ricard Belis, Las fosas del silencio, 249. Ángeles Egido León, ‘La historia y la gestión de la memoria. Apuntes para un balance’, Hispania Nova. Revista de historia contemporánea, 2006, 6, s.n. Consultado en http://hispanianova.rediris.es. Citando este documento, siempre indicaré el número de página, contando todas las páginas que la revista ofrece en el formato pdf el artículo. 182

59

padecieron la represión de la dictadura franquista. No obstante, al año siguiente, cuando todos los grupos parlamentarios del Congreso, salvo el PP, promueven un homenaje a las víctimas del franquismo dentro de los actos por los 25 años de la Constitución, el PP se niega a participar por considerarlo un debate cerrado tras el acuerdo del 20-N 2002. Luis de Grandes, portavoz del PP, considera el acto ‘un “revival de naftalina”’. ‘Están empeñados en hacer un homenaje a no se sabe quién.’183 La iglesia católica en España, sin ser un actor político en el sentido estricto, sí juega un rol importante en la toma de decisiones políticas. La Conferencia Episcopal defiende la línea de la equiparación de los dos bandos. El 24 de noviembre de 2006, esta posición ha quedado sellada con la presentación de la nueva instrucción pastoral sobre “la situación actual de España”. En España, según ellos, ‘se reabren las viejas heridas y enfrentamientos de la guerra civil por utilizar la “memoria histórica con mentalidad selectiva”’184. La dificultosa relación del PP y de la iglesia con la temática, hace que, a pesar de la condena y la prometida ayuda en la búsqueda de desaparecidos, se siga rechazando muchas peticiones de ayuda y homenajes. En 2004, con la instalación del PSOE en el gobierno, se crea un Comisión Interministerial para preparar una proposición no de ley de reconocimiento a las víctimas del franquismo. Con esta ley no solamente se busca un reconocimiento moral, sino también una sistematización de derechos reconocidos. El 17 de diciembre de 2005 se publica en el Boletín Oficial del Estado una orden por la que se establecen las bases reguladoras para la concesión de subvenciones destinadas a actividades relacionadas con las víctimas de la guerra civil y del franquismo.185 Los proyectos subvencionables son entre otras la investigación, exhumación e identificación de las personas desaparecidas durante la guerra civil o durante la represión política posterior. También se quiere subvencionar la recopilación de testimonios orales, la instalación de placas conmemorativas, la organización de cursos y seminarios y la reparación moral de personas. Al no ser mi objetivo detenerme aquí ante la detallada labor de describir todos los casos de reconocimiento político ante las víctimas de la guerra civil tras la demanda social impulsada por, en primer lugar, la ARMH, le remito al estudio exhaustivo de la comisión interministerial.186 A partir de los estudios de la comisión, se presentó un proyecto de Ley de Memoria Histórica. Considero interesante detenernos más ante la presentación de aquel proyecto, para poder ver con más detalle el debate entre las peticiones sociales y el compromiso político.

183

C.E.Cué, ‘El PP tacha de “revival de naftalina”el homenaje a las víctimas de Franco’, El País, 26 de noviembre de 2003, 21. 184 Editorial, ‘Instrucción pastoral’, El País, 27 de noviembre de 2006, 4. 185 Ministro de la Presidencia, comunicado 20834, ORDEN PRE/3945/2005, de 16 de diciembre de 2005, BOE, 301, 17 de diciembre de 2005, 41391-41394. 186 Para un estudio exhaustivo le remito al Informe general de la Comisión Interministerial para el estudio de la situación de las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo, 28 de julio de 2006, publicado en la dirección de la red oficial del Ministerio de la Presidencia: www.mpr.es/Documentos/memoria.htm. Considero también interesante el artículo de Ángeles Egido León, ‘La historia y la gestión de la memoria. Apuntes para un balance’, Hispania Nova.Revista de historia contemporánea, 2006, 6, s/p. Consultado en http://hispanianova.rediris.es.

60

Propuesta de Ley de Memoria Histórica Después de que se condenara del 18 de julio de 1936 el 20-N del 2002, se hicieron cada vez más actos de condena del periodo dictatorial y de reconocimiento y apoyo a las víctimas a nivel local, regional y estatal. El paso más grande sin embargo ha sido la reciente presentación del proyecto de Ley de Memoria Histórica el 28 de julio de 2006, investigada y redactada por la comisión interministerial constituida el 10 de septiembre del 2004187 para estudiar la situación de las víctimas de la guerra civil y el franquismo. La comisión tuvo citas con todas las asociaciones y organizaciones representativas de las víctimas del franquismo y de la guerra civil. Sin duda el proceso es un gran paso en el reconocimiento de la situación denunciada por diferentes agrupaciones sociales, sin embargo, tanto el trabajo de la comisión interministerial como la reciente Ley de Memoria Histórica tuvieron muchos reproches. El debate se abrió tras la afirmación de la vicepresidente María Teresa Fernández de la Vega, que había que acoger en esta medida a ‘ambos bandos’. Un año tras la constitución de la comisión, las diferentes organizaciones se ven impacientadas tras el freno de la prometida Ley de Memoria Histórica. El retraso originó sobre todo en el debate acerca la retirada de la estatua ecuestre de Franco en marzo del 2005. Por dicha retirada, a propósito de una reforma en la calle, Mariano Rajoy acusó al PSOE de romper el espíritu de la transición y de remover el pasado. La cuestión de la estatua también volvió a abrir el debate sobre el destino de otros lugares simbólicos del franquismo, como por ejemplo el Valle de los Caídos. ‘El Ejecutivo se encuentra frente a un gran problema. Los enfrentamientos que provocó la retirada de la estatua de Franco en Madrid (...) le han convencido de que debe tratar el asunto con mucha delicadeza. De hecho, el Ejecutivo ya ha anunciado a sus socios prioritarios, ERC [sic.: Ezquerra Republicana de Catalunya] e Izquierda Verde, que va para largo y que quiere medir muy bien los tiempos. (...) El Ejecutivo busca un objetivo complejo: “No despertar rencillas en ningún bando, ni convertir este asunto en un arma arrojadiza”. Pero para lograr eso, el Ejecutivo cree que sólo hay una manera: revisar toda la historia, no sólo la represión franquista; también las ejecuciones sumarísimas, por ejemplo, que se realizaron en zona republicana.’188

No obstante, ERC e ICV pidieron que el proyecto se concluyera antes del 30 aniversario de la muerte de Franco y pidieron que el Gobierno rectificase la intención de recoger en el proyecto la memoria de los dos bandos.189 La ley no se presentó con el 30 aniversario del 20-N. El 17 de julio de 2006 El País anuncia que el Gobierno ultima por fin el informe y que quiere presentar la Ley de Memoria Histórica en el Consejo de Ministros antes de agosto, así que llegó también el 70 aniversario del golpe de estado del 18 de julio de 1936 sin Ley de Memoria Histórica.190 El texto íntegro de Ley, cautelosamente llamada 187

‘Real Decreto por el que se crea la Comisión Interministerial para el estudio de la situación de las víctimas de la guerra civil y del franquismo’, 16360 REAL DECRETO 1891/2004 de 10 de septiembre, BOE, 227, 20 de septiembre de 2004, 31523-31524. 188 Carlos Cué, ‘El gobierno retrasa sus medidas’, El País, 12 de septiembre de 2005. 189 ‘El debate sobre la Ley de Memoria Histórica’, El País, recogido en http://www.memoriahistorica.org/modules.php?name=News&file=article&sid=213, consultado el 20 de septiembre de 2005. 190 Carlos Cué, ‘El Gobierno suaviza su ley más delicada, la de Memoria Histórica, para aplacar al PP’, El País, 17 de julio de 2006, 22.

61

Proyecto de ley por el que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil o la dictadura191, se desarrolla en 26 artículos, cuatro disposiciones adicionales y dos disposiciones finales. Aunque regula muchas de las peticiones de las víctimas y de las diferentes organizaciones, el proyecto cuenta con mucha oposición. En los artículos 2 y 7 se establece una rehabilitación general de todas las víctimas de la guerra civil y el franquismo y se establece el mecanismo para quienes busquen una recuperación individual de su familiar. Sin embargo, no anula los juicios sumarísimos del franquismo. La ley establecerá una comisión interministerial que estudiará los casos de rehabilitación y un ‘consejo integrado por cinco personalidades de reconocido prestigio en el ámbito de las ciencias sociales, elegidas por mayoría de tres quintos del Congreso de los Diputados’192. Aquí el problema se encuentra con el PP, que ha anunciado su oposición a esta ley. Sus diputados podrían bloquear la elección de los cinco notables. Se facilita la búsqueda de fosas comunes, sin embargo, no se promoverá la apertura. Se recomienda quitar los símbolos franquistas, pero no se obliga. Para las asociaciones, pero también para catedráticos de derecho e historia la ley ha quedado “insuficiente”. La ARMH aboga en su página web por una Ley de Memoria Histórica más justa y el Foro por la Memoria dirigió una carta feroz a la vicepresidenta primera.193 El 16 de noviembre de 2006 Amnistía Internacional publicó un informe sobre la Ley de Memoria Histórica, con el que avisa que ‘la ley olvida el derecho internacional, no menciona el derecho a la justicia, la verdad depende del Estado y la reparación es escasa’194. A Amnistía le preocupan más los “mecanismos de impunidad” incluidos en el proyecto, dirigidos en encubrir la identidad de los autores de violaciones de derechos humanos. Además pide regular la exhumación de fosas tras una fiscalía especializada y un Protocolo de exhumaciones, de acuerdo con las normas de Naciones Unidas y el llamado ‘Protocolo de Minnesota’. También insta en la adhesión y la cooperación del Estado español en grupos de trabajo y convenios internacionales acerca las desapariciones forzadas.195 A su vez, el 18 de noviembre, entidades y asociaciones de toda España presentaron un manifiesto a favor de la retirada del proyecto de ley en el primer encuentro nacional de representantes de entidades de la memoria histórica, celebrado en el Museo de Historia de 191

Véase el texto íntegro en la dirección en la red oficial del Ministerio de la Presidencia: www.mpr.es/Documentos/memoria.htm 192 Proyecto de ley por el que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil o la dictadura, www.mpr.es/Documentos/memoria.htm, artículo 5. Véase el texto íntegro en el anexo 10.4. 193 Véase: ‘Por una Ley de Memoria Histórica más justa’, www.memoriahistórica.org, consultado el 25 de octubre de 2006; ‘Catedráticos de derecho e historia creen que la ley es “insuficiente”’, El País, 29 de septiembre de 2006; Luis García Bravo, ‘Memoria histórica. Una ley de punto final’, http://www.foroporlamemoria.org/modules.php?name=News&file=article&sid=198, 2 de agosto de 2006, consultado el 25 de noviembre de 2006. 194 ‘¿Hacia una “Ley de punto final’?, http://www.es.amnesty.org/noticias/noticias/articulo/hacia-una-ley-depunto-final/, consultado el 17 de noviembre de 2006. 195 Sección española de Amnistía Internacional, ‘Víctimas de la Guerra Civil y el franquismo: no hay derecho. Preocupaciones sobre el proyecto de ley de “derechos de las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo”’, http://www.es.amnesty.org/noticias/noticias/articulo/hacia-una-ley-de-punto-final/, noviembre 2006, pp.35-38, consultado el 17 de noviembre de 2006

62

Barcelona.196 En este manifiesto apoyan entre otras el informe de Amnistía y el informe del grupo Nizkor, titulado ‘entre la cobardía moral y la ilegalidad’197. Este último informe también se opone a la falta de un marco jurídico, la equiparación de víctimas de ambos bandos y la falta de condena del régimen franquista y los crímenes cometidos. El 20 de noviembre de 2006 terminó el plazo de enmiendas al proyecto de Ley sobre la Memoria. El 25 de noviembre Paula de Heras escribe en el periódico digital La Verdad, que ‘el Gobierno postergará el debate de la ley de la Memoria Histórica por temor a desatar «conflictos indeseados» entre partidos. (..) Ahora el Ejecutivo (...) habla del 14 de diciembre, pero todo apunta a que también se dejará pasar esa ocasión. Fuentes del grupo socialista encargadas de la negociación defienden que lo “conveniente” es dejar el asunto para el próximo período de sesiones, vista la falta de consenso.’198

Vemos como la política se encuentra entre dos fuegos. El gobierno, sea de izquierdas, sea de derechas, no puede quedarse quieto ante la fuerte petición social para la regulación de los capítulos pendientes en cuanto a las víctimas de la represión franquista. Sin embargo, se ve imposibilitada en su tarea, por una parte por las ideas de su propia base (en el caso del PP) o bien por la oposición (en el caso del PSOE), que no deja de recordarle el llamado espíritu de la transición. Además es interesante ver como la defensa de las agrupaciones sociales se sujeta en la referencia al marco internacional jurídico acerca los derechos humanos, tal como he señalado en el capítulo anterior.

¿Memoria Histórica como estrategia de oposición? Paloma Aguilar expone un análisis de la presencia y la ausencia de la guerra civil y del franquismo en la democracia española, enfocado sobre todo en la política.199 En este artículo se pregunta cuál fue el alcance real del pacto de silencio de la transición, las razones en que se basó y sus muy distintas implicaciones según se tratara de la guerra civil o de la dictadura. Por un lado demuestra cómo ese “pacto de silencio” fue respaldado por gran parte de la sociedad y que es falso que nunca se haya atendido a las víctimas del bando vencido.200 Pero lo que es interesante comentar aquí, es su tesis acerca el momento de la rotura del “pacto de silencio”. Hasta aquí he mantenido la posición inicial de que el rechazo del pacto fue impulsado por el movimiento social, que empezó a alcanzar una resonancia importante con las iniciativas de Emilio Silva. Aguilar, no obstante, mantiene en su

196

El manifiesto se puede leer entre otras en la revista digital Tiempo de Historia, http://www.tiempodehistoria.com/modules.php?name=News&file=article&sid=520. 197 Equipo Nizkor, ‘Entre la cobardía moral y la ilegalidad’, http://www.derechos.org/nizkor/espana/doc/ilegal.html, 1 de septiembre de 2006, consultado el 25 de noviembre de 2006. 198 Paula de las Heras, ‘La ley de Memoria Histórica vuelve a ser postergada por temor a la crispación’, LaVerdad.es, 25 de noviembre de 2006. 199 Paloma Aguilar Fernández, ‘Presencia y ausencia de la guerra civil y del franquismo en la democracia española. Reflexiones en torno a la articulación y ruptura del “pacto de silencio” en: Julio Aróstegui y François Godicheau (eds.), Guerra Civil. Mito y memoria (Madrid 2006) 245-293. 200 También el informe general de la Comisión Interministerial demostró que es falso que nunca se atendió a las víctimas.

63

análisis que la rotura del pacto de la transición depende en primer lugar de un cambio estratégico de elites parlamentarias201. Arriba ya he señalado la tensión entre los intereses de los dos partidos parlamentarios más grandes, el PSOE y el PP, y, a pesar de que mantengo una posición más prudente ante la tesis de Aguilar, sí creo importante considerar aquí este foco contrario que nos ayudará a entender las dificultades del PSOE a impulsar una propuesta de ley satisfactoria para todos los grupos implicados. Para este estudio, Aguilar analiza en todas las iniciativas parlamentarias desde 1977 hasta el 2000 la frecuencia de la mención de las palabras “Guerra Civil”, “Franquismo”, “República”, “Exilio” y “Guerrilleros”. De estos lemas sobresale “Franquismo”, con una fuerte subida en la frecuencia desde 1996. Al estudiar con más detalle palabras relacionadas, como “franquista” y “Francisco Franco”, se ve que 57% de ellas se centran en la VII Legislatura, en la que el PP gobierna con mayoría absoluta. Además refleja que desde 1986 disparan por primera vez iniciativas con el adjetivo “franquista”; un lema significativo ya que nombra de forma directa a los que apoyaron el franquismo.202 En el ámbito político hubo el acuerdo tácito de no utilizar el recuerdo ni de la guerra civil ni del franquismo, como arma político. El acuerdo de silencio en torno a la guerra civil estaba basada en un equilibrio fundamental, dado que ambos bando habían sido culpables de barbaridades durante la guerra y ambas partes perdían si se rompía. No obstante, el pacto referido al franquismo nunca obtuvo esa armonía.203 Ahora bien, tras el punto de vista de Aguilar, cuando en el 93 el PSOE temió por primera vez perder las elecciones, ya no tenía nada a perder; dicho partido emprendió una campaña desesperada contra el PP tras la instrumentalización del pasado, que le permitía alinear el PP, viejo Alianza Popular (AP), con la dictadura. Luego, tras el ascenso al poder del PP en 1996 y sobre todo con la mayoría absoluta en 2000, el resto de los partidos utiliza el pasado a fondo para tratar de combatir al PP mediante su asociación con la dictadura.204 Esta campaña ha tenido su repercusión en la sociedad donde empezaron a existir iniciativas similares. Si volvemos al debate acerca la propuesta de ley de Memoria Histórica, parece que la estrategia apuntada por Aguilar ha tenido un efecto ‘boomerang’ para el mismo PSOE. Aguilar afirma que ‘las iniciativas de la ARMH han tenido gran resonancia e incluso los partidos políticos se han hecho eco de muchas de ellas’205. Pero las iniciativas por las agrupaciones sociales han ido más allá de la rehabilitación de diversos grupos de víctimas del franquismo. Con la apertura de fosas comunes se ha empezado a tocar esa parte del pasado donde ambos bandos habían cometido atrocidades y ambos partidos tienen algo que perder. El PP utiliza esta posibilidad al máximo, imposibilitando la formulación de una ley que repara solamente a las víctimas de un bando. Tal como señala Francisco Espinosa Maestre, 201

A parte del cambio estratégico de las élites políticas, Aguilar también suscribe la influencia del desarrollo en el derecho penal internacional y el relevo generacional. 202 Paloma Aguilar, ‘Presencia y ausencia...’, 273-275. 203 Ibidem, 281-282. 204 Ibidem, 286. 205 Ibidem, 272.

64

‘resulta evidente que el único objetivo de quienes ahora exigen un trato de igualdad para ambos bandos es complicarlo todo e incluso impedir que las víctimas y los familiares del bando perdedor sean objeto de reparación alguna. (...) Se trata de una táctica encaminada a zanjar el asunto y que, dado el peso mediático de la derecha y el empuje de la marea revisionista, está dando resultados.’206

Claro está que el número de víctimas es mucho más elevado en el bando republicano, sin embargo, esto no parece debilitar el argumento de los populares. Por otra parte, aunque el PSOE hubiera impulsado la rotura del “pacto del olvido”, no se ganó la medalla. Es decir, en la perspectiva de las diferentes iniciativas sociales para ‘recuperar la memoria histórica’, todos los partidos políticos involucrados en el proceso de la transición son responsables del silencio y de la falta de reconocimiento de las víctimas. Como hemos visto a través del debate entre el Foro por la Memoria y la ARMH (en el apartado 5.2), la ARMH subraya que todos los partidos políticos, también el PSOE y el PCE son responsables y así, el mérito de la ARMH es el hecho de agrupar y representar a un grupo grande, de diferente índole política, pero todos ignorados a nivel estatal y judicial.

5.4 Interés y atención de actores externos Las iniciativas de la ARMH y otras agrupaciones similares, no sólo han tenido eco en la política nacional. Viendo la cantidad de, entre otras, exposiciones y publicaciones periodísticas, literarias y cinematográficas, se puede hablar de un verdadero ‘boom’ de memoria histórica. La mayoría de las publicaciones, tanto literarias como históricas, se basa en testimonios directos de las víctimas. Jesús Ruiz ofrece una buena introducción a la magnitud del ‘boom’ en el artículo ‘Las víctimas del franquismo toman ahora la palabra y cuentan su derrota en varios libros’, publicado en El País.207 Para el 30 aniversario de la muerte de Franco, Babelia dedica cinco páginas al tema ‘Libros para después de una dictadura’.208 Pero, según Paloma Aguilar, la cuantiosa producción cultural solamente se explica desde un generalizado interés por la contienda. Además, es incuestionable que muy poca gente ha sido partidaria de remover el pasado más allá de cierto punto, sobre todo en pequeñas localidades.209 Aunque se hayan adoptado medidas políticas, nunca ha habido demandas masivas de reparación a las víctimas de la dictadura. Por otra parte, las diferentes iniciativas sí tienen bastante fuerza social como para efectuar importantes cambios a escala estatal, como hemos señalado en el apartado anterior. En el ámbito periodístico, el movimiento despertó el interés de muchísimos medios de comunicación nacionales e internacionales. A escala nacional, encontramos una fuerte dicotomía. La prensa cercana al pensamiento político del PSOE se manifiesta partidaria de las peticiones acerca la memoria histórica. Carlos Cué, periodista de El País, se ha convertido en la voz de las asociaciones y de las víctimas con sus muchos artículos a los trabajos de la ARMH y otras asociaciones, a los actos 206

Francisco Espinosa Maestre, ‘La memoria de la represión y la lucha por su reconocimiento (En torno a la creación de la Comisión Ministerial), Hispania Nova.Revista de historia contemporánea, 2006, 6, s.n. Consultado en http://hispanianova.rediris.es. 207 Jesús Ruiz Mantilla, ‘Las víctimas del franquismo toman ahora la palabra y cuentan su derrota en varios libros’, El País, 3 de mayo de 2003, 37. 208 El País, 12 de noviembre de 2005, suplemento ‘Babelia’, 2-6 209 Paloma Aguilar, ‘Presencia y ausencia...’, 260-262.

65

de homenaje y las decisiones parlamentarias acerca la memoria histórica. Por otro lado, la prensa más cercana al PP se pronuncia muy crítica ante el movimiento y sobre todo mantiene la línea en la que se aboga por una equiparación de los dos bandos. Para reflejar el enorme interés de la prensa internacional, en mi caso, resulta lógico dar una indicación de las publicaciones en Holanda. Los corresponsales Steven Adolf (NRC Handelsblad) y Cees Zoon (De Volkskrant) publican con frecuencia constante artículos de fondo acerca los logros del movimiento por la memoria histórica.210 Fuera de eso, no solo los periódicos holandeses nacionales, sino también algunos periódicos locales muestran interés por el tema.211 Además de la repercusión en la prensa impresa, también la hubo por parte de la televisión y la radio holandesas. Así, en 2003, el programa nacional de noticias de fondo, Twee vandaag, emite un documental212 de quince minutos en el que se explica rigurosamente los antecedentes del impulso por la memoria histórica y se entrevista, entre otros, a Emilio Silva. El 17 de octubre de 2004, la radio nacional dedica media hora de debate a la memoria histórica en España, invitando a varios especialistas en el programa ‘Onvoltooid Verleden Tijd’ (trad.: “pasado inacabado”). En julio de 2006, el mismo programa dedica una emisión al 70 aniversario del comienzo de la guerra civil.213 Internacionalmente se entienden las peticiones de los familiares como algo lógico y indudablemente necesario. A escala internacional, no sólo se puede señalar un rebote periodístico, sino también político. En el verano de 2006, la Unión Europea ha respaldado la petición a la Comisión y al Consejo Europeos que condenen el franquismo y acuerden medidas de ayuda a sus víctimas. Los promotores de la iniciativa fueron los europarlamentarios del PSOE Luis Yáñez, Carlos Carnero y Miguel Ángel Martínez; el de Iniciativa per Catalunya-Verds, Raúl Romeva; el de ERC, Bernat Joan; el de IU, Willy Meyer; el de Convergència i Unió, Ignasi Guardans; y el del PNV, Josu Ortuondo. Entre todos obtuvieron las firmas de 199 diputados de los Veinticinco Estados miembros. La recomendación adoptada en su versión provisional subraya que la violación de los derechos humanos nunca debe ser una cuestión de un país singular y por lo tanto concierne tanto a la comunidad internacional como a los españoles.214 Con la condena oficial, la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa insta al

210

No tengo una selección exhaustiva, no obstante, la siguiente recopilación ofrece una buena muestra del constante interés por el tema en los periódicos mencionados desde 2002: ‘Gedenk de doden, al is het erg laat’, NRC Handelsblad, 1 de noviembre de 2002, 5; ‘In vrede sterven’, De Volkskrant, 25 de febrero de 2003, 9; ‘Madrid weet van geen massagraf’, De Volkskrant, 3 de septiembre de 2003, 5; ‘Spanje graaft doden Franco op’, NRC Handelsblad, 10 de septiembre de 2004, portada; ‘Opgraven doden Franco niet eenvoudig’, NRC Handelsblad, 11 de septiembre de 2004, 4; ‘Spanje gaat slachtoffers Franco in ere herstellen’, De Volkskrant, 11 de septiembre de 2004, 5; ‘Spaanse rechter Garzón wil onderzoek Franco-periode’, NRC Handelsblad, 28 de febrero de 2005, 4; Steven Adolf, ‘Kunst om het Spaanse geheugen op te frissen’, NRC Handelsblad, 9 de diciembre 2005. 211 Por ejemplo: ‘Spanje graaft schoorvoetend zijn verleden op’, Dagblad van het Noorden, 5 de agosto de 2003, 4; ‘Spanje gaat slachtoffers Franco in ere herstellen’, Leeuwarder Courant, 11 de septiembre de 2004. 212 Fiona Zonneveld, documental para 2Vandaag, emitido el 1 de mayo de 2003, duración: 13 minutos. 213 ‘Spanje en de verwerking van de Spaanse burgeroorlog’, Radio 1, OVT, 17 de octubre de 2004, duración: 22 minutos; ‘Spaanse burgeroorlog (1936-1939) 70 jaar’, Radio 1, OVT, 2 de julio de 2006, duración: 21 minutos. Estas emisiones también se pueden escuchar a través de la página http://geschiedenis.vpro.nl/dossiers/28994660/, consultado el 26 de noviembre de 2006. 214 Consejo de Europa, Asamblea Parlamentaria, ‘Need for internacional condemnation of the Franco regime’, recomendación 1736 (2006), párrafo 5. Consultado en

66

gobierno español a investigar a fondo las violaciones de los derechos humanos durante el franquismo, remitir el informe al Consejo de Europa, facilitar los documentos acerca el periodo de los archivos civiles y militares para investigadores, instalar una exposición permanente en la basílica del Valle de los Caídos, dejando en claro los orígenes del mausoleo y estimular la erección de otros monumentos para conmemorar las víctimas de Franco.215 Es la primera vez que se condena de forma oficial al régimen franquista, ya que la condena del 20-N 2002 del Congreso de Diputados español, solamente se refirió explícitamente al golpe de estado del 1936 y no al régimen dictatorial. Ya he hecho constancia de la implicación de organizaciones no gubernamentales como el Equipo Nizkor, que se ocupa principalmente de los derechos humanos en América Latina y Amnistía Internacional. Antes de la protesta ante la propuesta de Ley de Memoria Histórica, Amnistía Internacional el 18 de julio de 2005 ya había remitido un informe al Estado español.216 Nizkor también ya había publicado un informe con motivo del 14 de abril de 2004 en el que expone dieciocho puntos de acción. Entre ellos, la reconstrucción de listas de víctimas, la regularización de los archivos y la elaboración de una ley de exhumaciones e identificación de víctimas.217 El actor externo primordial en el caso de España sería tal vez el juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón. Desde el primer momento, las organizaciones implicadas en la recuperación de la memoria han criticado a Garzón ‘por pretender juzgar al ex dictador chileno Augustino Pinochet o a cuatro decenas de presuntos represores argentinos y no implicarse ni siquiera para que se permita el acceso a los archivos que guardan celosamente los militares españoles en los que constan los expedientes de algunos de los desaparecidos’218. El 26 de febrero de 2005, en una entrevista con la agencia de prensa Reuters, Garzón aboga tras varias peticiones, por la creación de una comisión de la verdad en España, siguiendo el modelo de Sudáfrica219. La creación de una comisión de la verdad en España, que se centrara en el esclarecimiento de los hechos, no sería incompatible con la Ley de Amnistía del 1977220, ya que no busca responsabilidades penales. No obstante, después de este reconocimiento importante, ya no se oyó más. La propuesta de Ley de Memoria Histórica no refleja las indicaciones del juez.

5.5 Conclusión parcial A partir del 2000 en España empezó el ciclo de exhumaciones de fosas comunes que dura hasta hoy. He señalado que los primordiales actores de dichas exhumaciones, organizadas a través de http://assembly.coe.int/Main.asp?link=/Documents/AdoptedText/ta06/EREC1736.htm#P19_111#P19_111, el 26 de noviembre de 2006. 215 Ibidem, párrafo 8.2. 216 Sección española de Amnistía Internacional, España: poner fin al silencio y a la injusticia. La deuda pendiente con las víctimas de la guerra civil española y del régimen franquista, 18 de julio de 2005, en: www.es.amnesty.org/uploads/tx_useraitypdb/victimas_franquismo_05.pdf 217 Equipo Nizkor, ‘La cuestión de la impunidad en España y los crímenes franquistas’, 14 de abril de 2004, en: http://www.derechos.org/nizkor/espana/doc/impuesp.html. Consultado el 26 de noviembre de 2006. 218 ‘Pedirán a Garzón que investigue los desaparecidos del franquismo’, http://www.derechos.org/niskor/espana/doc/uriel.html, 31 de julio de 2003. 219 ‘Garzón pide “comisión de la verdad” para los delitos del franquismo’, www.20minutos.es, 26 de febrero de 2005. 220 Véase el texto íntegro de la Ley de Amnistía en el anexo 10.3.

67

asociaciones sociales de trabajo voluntario, es gente que pertenece a una generación de nietos de víctimas de la guerra civil. Al contrario de la línea generalmente adoptada, mantengo que esta generación, al haber vivido en su adolescencia el golpe de estado de Tejero, el 23 de febrero de 1981, es de hecho la última generación con un lazo personal con el franquismo y no, como se afirma en muchas ocasiones, la primera generación sin ligamiento con la dictadura. Aquel golpe fue el último acontecimiento con el que la represión y la falta de libertades vividas durante la guerra civil volvieron a presentarse como posibilidad real para el tiempo actual. La generación adolescente entonces pudo sentir de forma directa qué significaba el miedo y vio ante sus propios ojos cómo la sociedad, que poco a poco hizo sus pasos para abrirse y celebrar su libertad, volvió a cerrarse. Mantengo para esta generación un límite de como máximo 10 años, con fecha central del 1963, o sea del 1958 al 1968. Así, esta gente tendría entre los 13 y los 23 años cuando el 23-F. Al analizar los objetivos y el discurso de esta generación, destaca la intención de romper con el llamado ‘pacto de silencio’, para contar por fin la historia verdadera y pedir justicia. Con el pacto de silencio apuntan a la Ley de Amnistía del 1977, con el que en principio se liberaron todos los presos políticos del franquismo, pero a consecuencia también se quedó impune el régimen franquista. Los responsables del ‘pacto de silencio’ son para ellos todos los representantes políticos de aquel periodo. El ‘pacto de silencio’ hizo entre otras, que la sociedad siguió viviendo con miedo de hablar de las atrocidades sufridas durante la dictadura, ya que no se emprendió ninguna política de memoria. El objetivo de romper el ‘pacto de silencio’ y el miedo, se manifiesta tanto a nivel individual como a nivel colectivo. La ARMH propone ante la exhumación de fosas comunes sobre todo un trato individual, mientras que el Foro por la Memoria le atribuye a cada caso una repercusión a nivel colectivo: cada cuerpo recuperado es una prueba del daño que se hizo a una agrupación cuya ideología y cultura se echaron al olvido. Se desliza con ello un conflicto en cuanto a la ética acerca la apertura de las fosas comunes. ¿Cuál es el objetivo primordial? Aunque la ARMH en primer lugar responde a la voluntad de los familiares, también quiere reparar la memoria colectiva tras sus peticiones que, en su totalidad, quieren remediar lo que queda del franquismo, y, lo que ya no se puede deshacer, se necesita condenar públicamente. El apoyo legal lo encuentran en la descripción y el reconocimiento internacional de los derechos humanos y el hecho de que, a base de los derechos humanos, también se denuncian casos similares en otros países. Por esta misma razón tuvieron mucha más resonancia las asociaciones que se ocupan de la apertura de fosas comunes, que no las asociaciones que reclaman los derechos de viudas o de excombatientes. Con la prueba física de los restos mortales, el caso de violación de los derechos humanos se evidencia. Además se trata una parte de la historia realmente desconocida, que se presenta de manera innegable. Realmente no se sabe donde están las fosas y quiénes se encuentran enterrados allí hasta que no se exhumen y se identifiquen los restos. Es una historia que no se deja rebatir por historias revisionistas. Al contrario, evidenciar que las pensiones de viudas de excombatientes republicanos son ínfimas es mucho más difícil. El compromiso político viene sobre todo de los políticos de izquierda, aunque se condenó por primera vez oficialmente al golpe de estado del 18 de julio de 1936 con la mayoría absoluta del PP.

68

No obstante, el PP no es proclive a romper el llamado ‘espíritu de la transición’. El PSOE vino a dar grandes pasos con la instalación de una Comisión Interministerial, que oyó a más de cuarenta agrupaciones por la recuperación de la memoria. Sin embargo, la propuesta de Ley de Memoria Histórica, fruto del trabajo de aquella comisión, cuenta con mucha discrepancia. Desde la oposición se le acusa de romper el espíritu de la transición, mientras que para las agrupaciones de presión social la propuesta no responde a la necesidad de las víctimas. Mientras que las exhumaciones conciernen directamente el periodo histórico de la guerra civil y la primera posguerra, y totalmente conforme, el ‘boom’ de publicaciones también se interesa por conocer mejor aquel periodo, el debate público y político se orienta casi solamente sobre el proceso de la transición. Es importante darse cuenta de la analogía entre, por un lado, el periodo originario del pensamiento político de la generación constituyente de las agrupaciones sociales involucradas, es decir su adolescencia y con ello los últimos años de la transición, y, por otro lado, el periodo histórico sobre el que se desarrolla el debate. Parece que la generación que vio con sus propios ojos cerrarse aquella transición a la democracia con un golpe de estado, reclama hacer una nueva transición, ahora que ellos mismos tienen el mando. Tal como la generación del príncipe reaccionó ante haber vivido el horror de la posguerra con un nunca más, la generación de nietos reacciona ahora ante los acuerdos de la transición con un nunca más y hacen todo lo posible para reparar lo que se perdió en aquel proceso. Si es verdad que fue en realidad una estrategia de oposición por parte del PSOE, el de romper con el tácito pacto de no instrumentalizar el pasado, no quita la importancia de la gran resonancia social y política a partir de la apertura de las fosas comunes. Su reclamación hace que una estrategia de oposición para equiparar al partido adversario con el periodo franquista, se convirtió en un debate que investiga y cuestiona los orígenes del sistema democrático en su totalidad. Se ha venido a señalar que una democracia madura tiene que poder aplicar todos los derechos y convenios internacionales a los que se ha ido ingresando. La resonancia en la política y la prensa internacional lo han dejado claro: aquí no hay quien cuestiona la legitimidad de las peticiones por parte de agrupaciones como la ARMH.

69

6. COMPARACIÓN ENTRE AMBOS CICLOS DE EXHUMACIONES Los diferentes estudiosos que se ocupan del tema de la memoria histórica en España, señalan un amplio paraje de causas para explicar el alcance social y político del último ciclo de exhumaciones. Entre ellas son muy mencionadas el cambio generacional (aunque sin definición precisa), el marco jurídico internacional de derechos humanos y el aspecto chocante del mapa del terror que aparece físicamente tras la apertura de las fosas comunes. A su vez, Paloma Aguilar pone estos aspectos en un segundo plano, para dar un papel primordial a la estrategia de oposición de los socialistas en la rotura del ‘pacto del olvido’, emprendida a partir del 1993. En el presente trabajo, al haber tomado los mismos ciclos de exhumación como objeto de estudio, quiero precisar y contrastar las diferentes facetas del debate sobre los orígenes de la demanda por una nueva política de la memoria. Al comparar ambos movimientos, podemos precisar en qué destaca el último ciclo de exhumaciones.

6.1 Actores principales Los familiares que piden la sepultura digna para sus muertos, son los actores que dan legitimidad y derecho de existencia a los movimientos por la exhumación. En ambos ciclos de exhumaciones, los familiares se ven representados por organizaciones sociales, no gubernamentales. Durante la transición, una ‘nueva’ iglesia daba voz a los grupos sociales marginados. Esto lo vemos en el caso de las exhumaciones, pero aparte, la iglesia nueva también apoyaba otras demandas sociales, como la regulación del aborto y de los contraceptivos. Hoy, son los propios familiares que se han organizado en asociaciones, que a su vez, han buscado el apoyo de profesionales como arqueólogos e historiadores. En ambos casos, vemos un apoyo latente de los partidos de izquierda. No obstante, este apoyo hoy es más manifiesto. Actualmente, el PCE se manifiesta más claramente a nivel de las asociaciones; en la representación en las cortes, son todos los grupos parlamentarios de izquierda, los que hoy resaltan la necesidad de la recuperación de la memoria histórica. La organización de los ciclos de exhumaciones difiere en la extensión espacial y la colaboración social. Durante la transición se trataba de un movimiento local con una repercusión muy extendida. Además, sin haberse organizado estatalmente, fue un movimiento un tanto espontáneo, ya que hubo diferentes concentraciones de exhumaciones: La Rioja, Navarra y Aragón, pero por ejemplo también en Extremadura. Contrariamente, ahora se trata de un sistema de arriba a abajo: después de haberse creado una asociación estatal, se empezaron a crear diferentes asociaciones hermanas regionales. Este sistema de bottom-up o top-down también tiene su influencia en el apoyo social factible. Mientras que los actos de inhumación durante la transición fueron actos multitudinarios, ahora las exhumaciones y las inhumaciones son actos muy privados. Por otra parte, sí asiste mucha gente a los actos de homenajes, como el concierto homenaje que se celebró en Rivas-Vaciamadrid el 25 de julio de 2004. La diferencia temporal entre ambos movimientos explica que evidentemente estamos ante dos generaciones sucesivas de familiares que reclaman los restos mortales de sus muertos. En el caso de la transición, el discurso general de esta generación protagoniza también el ciclo de exhumaciones.

70

Paloma Aguilar pone en claro la influencia del nunca más en el pensamiento político de esta generación nacida en los años posteriores a la guerra civil y cómo este pensamiento protagoniza los procesos de la transición. Por mi parte, he señalado, cómo este nunca más también es el discurso primordial en el caso del ciclo de exhumaciones de la transición, a pesar de que fue un movimiento que no alineaba directamente con el colectivo social-político mayoritario. La generación que ahora proclama ‘la recuperación de la memoria’, se denomina la ‘generación de los nietos’. Siguiendo la misma teoría generacional que Paloma Aguilar utilizó para el análisis de la generación del príncipe, señalo que para esta nueva generación la misma transición y con ello el acontecimiento más dramático de aquellos días: el 23 de febrero es el referente más importante. No hay estudios que han tomado como objeto principal el discurso político de esta generación y no podemos pues, señalar con claridad cómo el presente ciclo de exhumaciones es representativo del imaginario político-social de los ‘nietos’; a pesar de ello, al analizar el ciclo de exhumaciones protagonizado por ellos y contrastarlo, sí se puede señalar en qué puntos se diferencia del anterior ciclo de exhumaciones y con ello podemos señalar las características únicas del presente ciclo de exhumaciones.

6.2 Objetivos y discurso Viendo los dos ciclos, hay muchas semejanzas en cuanto a los objetivos y el discurso. Prevalecen los motivos éticos acerca la sepultura digna. En el capítulo 5.2, he detallado el marco teórico que ofrece Antoon de Baets, para señalar los diferentes componentes éticos y con ello los desacuerdos que actualmente existen en este ámbito. Para todos los que quieren recuperar los restos mortales de los fusilados, tanto durante la transición como ahora, queda clarísimo la responsabilidad acerca el cuerpo: la integridad del cuerpo, la responsabilidad de honorar al difunto en los ritos funerarios y dar sepultura digna; y también las responsabilidades acerca la persona: la dignificación y la restauración de la memoria. Uno de los desacuerdos señalados en el debate reciente, es la identificación de y el respeto a la voluntad de los muertos. Así, se discute, entre otras, cuál es la mejor manera de enterrarlos y con ello se cuestionan las sepulturas religiosas y el valor de la voluntad de algunos familiares. Esta discusión también se desvela durante el ciclo de exhumaciones de la transición. Charo señala que hubo gente, los comunistas, que no se quisieron amparar en el movimiento impulsado por la iglesia, ya que la iglesia había sido uno de los cómplices de aquellos crímenes. Durante la transición el debate no pudo desembocarse en una gran polémica, al tratarse de un movimiento tan personal y local. Aún así, sí cuestiona la forma adecuada de dignificar a esos muertos que lucharon por los valores de la II República y pone en duda quiénes son los guardianes con la autoridad de representar a los muertos. Con el reciente ciclo de exhumaciones, se añade al debate ético un argumento nuevo: la tensión entre el deber y el derecho a conmemorar. Este nuevo aspecto no sorprende si consideramos el contexto histórico de ambos movimientos. Mientras que durante la transición simplemente se conmemoraba, ahora que por fin se podía y con ello se celebraba de algún modo, la devolución del derecho a la memoria; las asociaciones de ahora deploran la falta de una política de la memoria, según

71

ellos, causante del silencio durante la democracia, y, con ello reclaman que no basta el derecho a conmemorar. Para las asociaciones, el deber de los representantes políticos es por lo menos crear un espacio colectivo memorizador, tras reconocimientos públicos, monumentos y la abolición de las referencias que memorizan la dictadura. A parte de las observaciones éticas acerca las exhumaciones, en el discurso de la transición es muy llamativa la insistencia sobre la necesidad de perdonar para que nunca volviera a pasar algo semejante. Este nunca más se desprende tanto del discurso del párroco de Andosilla, de los autores Herrero Balsa y Hernández García, como de lo que sabemos de los familiares directos y, a la vez, coincide con el discurso oficial de la transición. Aún así, el nunca más de los familiares difería algo del ideario oficial, ya que con ello, pedían conocer la verdad histórica, con el fin de poder reconciliarse de verdad. El acuerdo tácito, en cambio, era el de no tratar las partes más dolorosas y sangrantes de la guerra civil. Actualmente, el argumento del nunca más y la reconciliación tras el reconocimiento de los hechos, se mantiene también en el discurso de los ‘nietos’ y las asociaciones, y, incluso el nunca más sigue, físicamente, encabezando la página web de la ARMH.

Ilustración 9: Encabezamiento de www.memoriahistórica.org, página en la red de la ARMH.

No obstante, ya no se busca solamente la verdad histórica a nivel personal. A través de las asociaciones, se reclama el reconocimiento de los hechos por el gobierno, se denuncia la representación ‘franquista’ de aquella parte de la historia en el aspecto urbano, como en los nombres de las calles, las estatuas y las lápidas conmemorativas en las iglesias, y, se pide el perdón oficial por parte de los cómplices de aquel drama. Sigue en pie el no-revanchismo, aún así, se pide una Comisión de la Verdad que tiene que hacer constancia de los crímenes de guerra. Tal como lo expresa un testimonio: ‘Me gustaría saber quienes son los autores de todo esto. Y, si están muertos, que lo sepan sus hijos. No para hacerles ningún daño... .’221 Aunque durante la transición no se pedía tal reconocimiento oficial, en el capítulo de los verdugos, también se les indicaba con nombre y apodo, tanto en el artículo de Herrero Balsa en Soria Semanal como en el artículo sobre Torremegía en El País. Es interesante señalar que los objetivos y el discurso acerca las exhumaciones son muy parecidos en ambos periodos. En vez de hablar de diferencias, constatamos que en el discurso actual se ha añadido un aspecto nuevo a los motivos y el discurso ya existentes durante la transición. Es decir, la denuncia extendida del ‘pacto del olvido’. Esta distinción se debe a la diferencia temporal entre los dos movimientos. La amargura de los familiares hoy en día no es solamente la de no

221

Montse Armengou y Ricard Belis, Las fosas del silencio, 160.

72

conocer el paradero de sus seres queridos, sino también el de vivir en una sociedad, aparentemente libre, que no ha reconocido aún a esta injusticia. Los nuevos actores críticos ‘consideran que la transición ha sido injustamente mitificada y, conectando ambos fenómenos, atribuyen las deficiencias que dicen constatar en la democracia actual a lo que se hizo o, mas bien, a lo que se dejó de hacer, en dicho periodo de cambio político’222. Con el nuevo nunca más también se reclama un nunca más acerca el miedo y el olvido, persistentes en la sociedad y se resalta la importancia de la conmemoración pública, posibilitando una colectivo memorizador. Tras el pacto del olvido es necesaria una estrategia ‘top-down’, ya que el ‘bottom-up’ de la transición se quedó paralizado. Destaca la frecuencia de los colores de la bandera republicana en ambos ciclos de exhumaciones. Por un lado es lógico, ya que se trata de la recuperación de la memoria de los que murieron en defensa de los valores de aquel proyecto de estado. No obstante, el uso de la bandera republicana contrasta violentamente con el acuerdo de la transición de proteger la Corona a toda costa, y así, por ejemplo, con la legalización del PCE en 1977, el Comité Ejecutivo tuvo que aceptar la bandera roja y gualda y se comprometió a evitar en sus mítines la exhibición de la enseña republicana.

6.3 Compromiso político No es difícil trazar los enormes contrastes en cuanto al compromiso político. El único compromiso político que hubo durante la transición, fue el reconocimiento tras la Ley 5/1979 en el que se otorgaban pensiones a familiares de los fusilados o desaparecidos de la guerra civil, que lamentablemente siguió teniendo muchos obstáculos a nivel local. La implicación de los alcaldes izquierdistas se hacía en nombre de la persona propia. Tras el acuerdo de no instrumentalizar la guerra, no hubo colectivo memorizador. Ahora, no solamente hay reconocimiento por los diferentes partidos de la izquierda y, aunque con reservas, del Partido Popular, sino también de la comunidad internacional tras la ONU, la Unión Europea y las diferentes organizaciones no gubernamentales que protegen los derechos humanos. A pesar del reconocimiento de la cuestión por la política, sigue existiendo un descontento por diferentes partes. Con la reciente propuesta de Ley de Memoria Histórica, las agrupaciones por la recuperación de la memoria histórica han visto que el PSOE no refleja sus reclamaciones. Persiste pues la general idea de que no se quiere romper el ‘pacto del olvido’. La oposición a un amplio reconocimiento de los fusilados viene de los estratos conservadores de la sociedad. Su discurso no ha cambiado desde la transición. Se mantiene la línea en la que se pide la equiparación de los dos bandos, ya que durante la guerra civil en ambos bandos se cometieron atrocidades. Cabe señalar que uno de los importantes inspiradores de la oposición es el historiador situado en la órbita del neofranquismo Ricardo de la Cierva223 y su discípulo Pío Moa. No obstante,

222

Paloma Aguilar, ‘Presencia y ausencia’, 245. Director general de Cultura Popular en los últimos años del franquismo, ministro de Cultura con la Unión de Centro Democrático (UCD) y luego pasó al núcleo duro de la ejecutiva de la Alianza Popular (AP) de Manuel Fraga. ‘En 1989 obtuvo el premio Espejo de España de la editorial Planeta con 1939. Agonía y victoria, y se vio 223

73

también la oposición añadió un nuevo argumento a esta línea ya estipulada: el de culpar a los que quieren ‘recuperar la memoria histórica’ de ‘romper el espíritu de la transición’ y con ello la base fundamental de la transición pacificadora. La iglesia desempeña un papel especial como actor en las exhumaciones. Mientras que la ‘nueva iglesia de los curas rojos’ fue uno de los impulsores del ciclo de exhumaciones de la transición, ahora la Conferencia Episcopal desacredita el movimiento por la memoria por reabrir viejas heridas y utilizar la memoria histórica con mentalidad selectiva.

6.4 Interés y atención de actores externos También en cuanto a los actores externos se dibuja un paraje muy distinto. Mientras que los acontecimientos durante la transición solamente tuvieron repercusión en los medios de información locales y alternativos, ahora se podría hablar de un verdadero ‘boom’ de memoria histórica. Además, actualmente, con la existencia de diversas organizaciones que salen en la defensa de los derechos humanos, el reciente ciclo de exhumaciones cuenta con un fuerte apoyo desde estos sectores, y, se ve respaldado por el marco judicial internacional que hace posible sentenciar los que violan los derechos humanos universales.

6.5 Conclusiones Dos movimientos de exhumaciones con resultados muy diferentes. ¿Cuáles son las semejanzas y las diferencias entre ambos movimientos? ¿Por qué el primer ciclo de exhumaciones no conllevó a una concienciación nacional? La respuesta a la última pregunta parece ahora obvia: hemos visto como las exhumaciones de la transición se veían prácticamente recluidas en lo local y tuvieran muy escasa repercusión en la prensa nacional. Por lo tanto, no hubo colectivo memorizador que recogía el discurso acerca la justicia histórica que se le debía a esta gente enterrada en fosas comunes. Es muy difícil organizar una presión social desde abajo, sin apoyo de los medios de comunicación. Pero, aún así, el movimiento consiguió un apoyo impresionante a escala local y el interés de algunos medios de comunicación, y, poco a poco pudiera haber llegado a formar una presión social más fuerte. Para mí, el motivo primordial del fracaso de este movimiento social, es el golpe de estado del 23-F. Los temores a un nuevo baño de sangre estaban muy presentes en el movimiento e influían en como se llevaba a cabo la rehabilitación de la memoria de los fusilados. No se reclamaba nada más que la paz y la concienciación de que nunca más se pudiesen repetir ‘estas locuras’. Cuando el temor a una nueva guerra civil se hizo real, el movimiento perdió toda su energía. Aparentemente, las cosas se hacían demasiado deprisa para algunas partes de la sociedad y cabía más prudencia. Si consideramos, no obstante, las características internas del ciclo de exhumaciones de la transición y las comparamos con las características internas del ciclo actual, vemos que el discurso no

envuelto en un escándalo cuando el entonces ministro de Justicia, Enrique Múgica, y el historiador Javier Tusell abandonaron el jurado del premio por considerar que la obra era una apología del autoritarismo y del bando franquista.’ (M. Armengou y R. Belis, Las fosas del silencio, 91.) De la Cierva es ahora uno de los grandes teóricos del “terror rojo”.

74

ha cambiado mucho. Especialmente, se denota un paraje muy similar al considerar las reclamaciones y los objetivos directamente relacionados con las fosas comunes. Muchas veces se sostiene que el presente ciclo de exhumaciones se hace posible, ya que la supuesta generación de los nietos, sin lazos directos con el régimen franquista, no se resiste a hablar y con ello puede romper el silencio. Pero, al analizar los movimientos, hemos visto que en 1978-1981, los familiares de la primera y de la segunda generación también reclamaban la verdad histórica con la exhumación de sus seres queridos y lo siguen haciendo; porque, aunque hoy hablamos de un movimiento predominado por el ideario de una generación especial, el de los nietos, no hay que olvidar que en él es muy importante la colaboración y el apoyo de la primera y la segunda generación. Durante la transición ellos ya tenían el valor de apuntar los verdugos y manifestar la importancia de conocer los hechos para las generaciones posteriores. Más aún, Gregorio Herrero Balsa y Antonio Hernández García relatan la represión en La Rioja con menos prudencia que la que se suele tener ahora a la hora de nombrar verdugos y criminales de la guerra. También manifestaban la memoria de la II República. Lo que sí es cierto es que sus reclamaciones no tuvieron resonancia en el colectivo. Aparte, la tercera generación de los nietos tampoco se diferencia de la generación de los hijos en la fuerte apuesta por el nunca más, que sigue siendo un principal acicate. Parece que no hubo un silencio total durante la transición, pero que sí la hubo después del 23-F, cuando el proceso transitorio ya se había dado por cerrado. Lo que diferencia el discurso de la actual generación del ideario de la anterior generación, es la mirada crítica hacia el modo en que se hizo la transición. Con ello no solamente se rompe el silencio, sino que se condena aquel silencio al que la nueva democracia se vio sometida. Como he señalado en el apartado 5.3, el PSOE fue el primero en romper de algún modo ese pacto del silencio, al instrumentalizar el pasado con el fin de combatir al PP en las elecciones del 1996. El reciente ciclo de exhumaciones se situó pues en un debate abierto acerca la memoria de aquel pasado traumático. No obstante, cuando el PSOE había vuelto su mirada sobre el franquismo, las asociaciones empezaron a cuestionar justamente las atrocidades de la guerra civil; esa historia más discutible en la que todo el mundo tenía algo que perder. Además, no solamente empezaron a pedir justicia ante las víctimas de la guerra civil, sino también pedían explicaciones sobre el ‘pacto del silencio’. Y con ello, las asociaciones actuales divergen del ideario político-social más extendido y aceptado. Paloma Aguilar señala que ‘el reciente relevo generacional ha dado protagonismo a una cohorte libre de traumas y sentimientos de culpa, que siente una gran curiosidad por saber cómo vivieron los españoles casi cuarenta años de dictadura. Pero, no hay que confundir el gran interés con deseo de hacer justicia. La gente está de acuerdo con la rehabilitación moral y económica de las víctimas de la guerra y de la dictadura, pero muy pocos lo estarían si se tratara de depurar responsabilidades.’224

Existe un orgullo enorme ante la transición225 y esto señala los límites de la contienda política. Estos límites se parecen haber alcanzado con la propuesta de Ley de Memoria Histórica. Mientras que los 224

Paloma Aguilar, ‘Presencia y ausencia’, 270-271. En el capítulo siguiente, señalaré el orgullo existente ante la transición con más detalle a través de un estudio de prensa.

225

75

grupos opositores creen que la propuesta es demasiada progresista, las asociaciones expresan su descontento en diferentes informes y manifiestos. La ley, básicamente, no va más allá de un reconocimiento moral de la situación, y no propone un plan de acción. Así, no quiere anular los juicios sumarísimos del franquismo, ni tomará la iniciativa en la búsqueda de fosas comunes. En conclusión, no quiere retocar lo que se acordó durante la transición. Asimismo, vemos un contraste parecido al observar el discurso de los opositores al movimiento por la memoria histórica. Tanto durante la transición como ahora se mantiene la línea en la que se quiere equiparar las atrocidades de la guerra. No obstante, en la actualidad se añade a este discurso el argumento de traicionar los pactos de la transición al volver a hablar de la guerra civil. El joven historiador Pablo Sánchez León, analiza la memoria de los jóvenes de la transición. Aquí destaca la existencia de ‘una historia encantada, convencional, de la transición y una nueva historia desencantada de la transición, en ciernes. La primera se apoya en la memoria optimista de una generación socializada en la lucha contra el franquismo; la segunda en la memoria pesimista de las expectativas no cumplidas por los protagonistas de la transición. (...) Ello es porque existe un divorcio cruzado entre historia y memoria: no hay forma de vincular la memoria adecuada a la parcela de la historia que se quiere contar.’226 Con ello también subraya que lo que en realidad se reclama a propósito de la guerra civil, es una historia más abierta de lo que sucedió en la transición. Según él, los jóvenes de la transición no conformaron una identidad generacional y ahora necesitan ‘empatizar con el pasado, con alguna parcela del pasado, con algún personaje del pasado, para poder imaginar su propio futuro y vivir así el presente con certidumbre y estabilidad’. Pues, se utiliza la memoria de los fusilados durante la guerra civil, para proponer una transición alternativa. ‘Desde la distancia, que hemos de reconocer, con un pasado desaparecido, es posible en cambio recuperar tal vez un diálogo con esos muertos. Somos nosotros los que lo necesitamos, no ellos. Y sólo lo necesitamos si estamos persuadidos de que, más allá de las cuestiones personales y familiares en juego, estamos convencidos de que en la memoria que de ellos hagamos nos estamos jugando nuestro propio futuro.’227

Pablo Sánchez, a parte de subrayar que el objetivo primordial de la gente que quiere recuperar la memoria histórica de la guerra civil es el de una nueva transición, también marca la fuerte conexión entre la memoria y la identidad del hacedor de la memoria.

La cuestión de las fosas comunes parece un tema difícil de asumir en el imaginario español. Es un tema altamente delicado porque, al hablar de víctimas, implícitamente, se habla también de verdugos y con ello se focaliza de nuevo en las ‘dos Españas’. Durante la transición, el movimiento que empujaba el ciclo de exhumaciones convergía en grandes partes con el ideario político-social del nunca más, pero divergía en sus peticiones para conocer las historias ocultas. Ahora, las peticiones de las asociaciones por las víctimas de la guerra civil también coinciden con la apertura del debate por el PSOE y la voluntad de rehabilitar, al menos moralmente, a las víctimas. No obstante, las asociaciones 226 Pablo Sánchez León, ‘Estigma y memoria de los jóvenes de la transición’, en: E. Silva y otros, La memoria de los olvidados. Un debate sobre el silencio de la represión franquista (Valladolid 2004) 163-179, aquí 165. 227 Pablo Sánchez León, ‘Estigma y memoria de los jóvenes de la transición’, 179.

76

van más allá de las intenciones del PSOE, criticando directamente a la transición y reclamando una posición activa del estado en todo lo que no se hizo hasta ahora. Pero, como he señalado, el PSOE se encuentra en un spagat político. La dignificación de los muertos y la rehabilitación moral de las víctimas son aceptables, pero la política y gran parte de la sociedad no acepta retocar el proceso de la transición, sobre todo si esto supone volver a hablar de víctimas y verdugos, con trascendencia en la política de la transición. Los problemas que supone la vuelta crítica sobre la transición, lo hemos podido observar en los procesos y debates acerca la reforma del estatuto autonómico catalán el año pasado. Pero, el interés mediático y el apoyo internacional tras organizaciones no gubernamentales por los derechos humanos, la ONU y la UE, hacen del reciente ciclo de exhumaciones un proceso imparable. Concluyendo, primero, por la delicadez del tema de las fosas, las peticiones de los ciclos de exhumaciones van más allá de lo que es el ideario político-social oficial. Segundo, con los dos ciclos de exhumaciones se pide en esencia lo mismo, pero durante la transición políticamente aún fue inaceptable hablar de las atrocidades de la guerra, mientras que ahora, con el apoyo del derecho penal internacional, se asume la importancia de tratar el tema. Tercero, lo inaceptable del reciente ciclo de exhumaciones es la crítica consecuente al proceso de la transición y la denuncia del ‘pacto del olvido’.

77

7. EL ‘PACTO DEL OLVIDO’ El término ‘pacto del olvido’ ha sido criticado tanto por los profesionales de la historia, como por diferentes dirigentes políticos. Recientemente, con los informes de la Comisión Interministerial se ha señalado como, evidentemente, se adoptaron varias medidas de reparación de las víctimas durante el periodo de la transición y la democracia. También varios historiadores señalan la abundante producción de libros acerca el franquismo y la guerra civil, publicados desde finales de los 70. Las recopilaciones de testimonios de la guerra por Ronald Fraser228, publicados en el 1979 son un ejemplo muy citado de también haberse ocupado de la historia oral. El historiador Santos Juliá escribe: ‘Un sistema universitario y unas revistas y periódicos capaces de reproducir en los años que van de 1976 a 1982, partiendo en muchos casos de cero y con unos archivos y unas bibliotecas que apenas comenzaban a desperezarse de una sueño de cuarenta años, la cantidad de papel dedicado al periodo comprendido bajo la denominación de Repúblicaguerra civil-franquismo, debía de ser buena prueba de que aquélla no era una sociedad sometida a ninguna especie de pacto de silencio, ni político, ni social, ni cultural ni de ningún otro ámbito. Lo que pasaba era que, más que recordar, aquella gente quería conocer.’229

Aún así, independientemente de si hubo o no hubo pacto de silencio, he demostrado cómo de hecho persiste el miedo de hablar de aquellos acontecimientos y que con ello hay efectivamente una sensación de que hubo tal pacto. Esto es exactamente lo que subraya Aguilar al hablar de la memoria de la guerra civil durante la transición. En aquel momento, la sociedad española tuvo varias razones por temer la posibilidad de una nueva guerra civil. Al analizar ahora el contexto de los años 70 y lo comparamos con los años 30, vemos que no hubo tantas semejanzas. No obstante, para Aguilar, es importante desentrañar las percepciones sobre las mismas. ‘La importancia intrínseca de las percepciones radica en que, a pesar de que no siempre responden a la realidad del momento, sí que pueden llevar a la adopción de ciertas medidas que tendrían repercusiones sobre la misma.’230 Pues, ahora la percepción de los grupos sociales que reclaman la rehabilitación de las víctimas es la de que hubo un tácito pacto del olvido y que no se hizo lo bastante para elaborar una política de la memoria equilibrada, y, evidentemente, correspondiendo a dicha percepción, se están adoptando ciertas medidas. Por otra parte, aunque es cierto que bastante se ha publicado sobre la guerra civil y el franquismo, hay constancia de que los representantes políticos tuvieron que adaptar su discurso tras la transición, y, no hablar de ciertos dramas, para favorecer el consenso. Aguilar apunta en el estudio sobre aquel periodo que la tensión política más aguda de la transición ocurre en una discusión entre Manuel Fraga y Santiago Carrillo. Cuando la derecha insistía en recordar los sucesos de Paracuellos, el PCE contraatacaba amenazando con remover la historia de la represión nacionalista durante la

228

Ronald Fraser (trad. Jordi Beltran), Recuérdalo tú y recuérdalo a otros. Historia oral de la guerra civil española, I y II, (Barcelona 1979). 229 Santos Juliá, ‘Bajo el imperio de la memoria’, Revista de Occidente, Julio-agosto 2006, 302-303, 7-19, aquí 16. 230 Paloma Aguilar, Memoria y olvido, 213.

78

guerra y la posguerra.231 Es obvio, que ambos partidos tuvieron que adoptar una posición más moderada para conseguir el consenso. También el PSOE cambió su discurso. Un año antes de los pactos de la Moncloa232, Felipe González aún declaró que recogiera el legado histórico del PSOE por ‘respeto a la lucha, a la cantidad de esfuerzo, a la cantidad de años en cárcel y de exilio – y no es nuestro estilo sacarlo a la luz - , a la cantidad de muertos que han quedado en el camino’233. Se dijo que ‘no se pretende ahondar en la herida, exhibir listas de muertos, pero, esporádicamente, se hace, porque es la única forma de no decepcionar a quien lo espera sin preocupar demasiado a quien lo teme’234. Esto quedó desmentido tras los pactos y el nuevo programa electoral, en el que se acaba adhiriendo a ‘los valores de la paz y la moderación preferidos por una sociedad traumatizada por el recuerdo de la guerra’. También la poquísima resonancia política y mediática del primer ciclo de exhumaciones y hoy en día, el miedo persistente a hablar de la guerra civil por parte de la primera generación, señala la realidad de un mecanismo de olvido. Hasta la llegada de la ‘rotura del pacto por el olvido’ cualquier proposición para reivindicar los derechos de los perdedores de la guerra civil era inmediatamente tachada de revanchista por parte de la derecha y de inoportuna por parte de la izquierda. Según Paloma Aguilar, ‘una vez estabilizada la democracia, la izquierda se olvidó de recoger sus soslayadas inquietudes, en parte también porque no existía una demanda social fuerte y visible que presionara en esa dirección’235. En cuanto a la apertura del tema o la rotura del pacto del olvido, estamos ante una cuestión que se parece a la eterna pregunta del huevo y la gallina: el PSOE no rehabilitó a las víctimas por falta de demanda social y no hubo demanda social porque no hubo colectivo memorizador para acabar con el miedo persistente. Además, los estudiosos ofrecen hasta ahora diferentes causas de la rotura del pacto. En este capítulo matizaré esta cuestión de cesura y precisaré la fecha y el discurso acerca la rotura del silencio tras un análisis de las editoriales de El País. Las diferentes encuestas publicadas con motivo de los diferentes aniversarios darán una indicación del apoyo social de los valores democráticos y la rehabilitación de las víctimas de la guerra.

7.1 Memoria de la guerra civil en la prensa de la transición Los dos grandes periódicos de la transición, y de ahora, son El País y ABC. La opinión promulgada por estos periódicos tiene gran repercusión sobre la opinión pública española, y por otra parte, también refleja en buena parte lo que es aceptable para gran parte de sus lectores. Con ello, sus 231

Paloma Aguilar, Memoria y olvido, 335-336. Los Pactos de la Moncloa fueron los acuerdos firmados en el Palacio de la Moncloa el 25 de octubre de 1977 entre el Gobierno de España de la legislatura constituyente, presidido por Adolfo Suárez, los principales partidos políticos con representación parlamentaria en el Congreso de los Diputados y las asociaciones empresariales y el sindicato Comisiones Obreras, con el objetivo de procurar la estabilización del proceso de transición al sistema democrático, así como adoptar una política económica que contuviera la enorme inflación que casi alcanzaba el 50%. 233 Felipe González et.al, Socialismo es libertad. Escuela de verano del PSOE 1976 (Madrid 1976) 27, citado en Paloma Aguilar, Memoria y olvido, 324. 234 Paloma Aguilar, Memoria y olvido, 325. 235 Paloma Aguilar, ‘Presencia y ausencia’, 257. 232

79

publicaciones son una buena fuente para conocer el ideario político-social. Paloma Aguilar estudió los editoriales de ambos periódicos en el periodo 1975-1978, para trazar la presencia de la guerra civil en su discurso. Para ello, seleccionó una serie de fechas, que en primer lugar son importantes para la evocación histórica de la guerra civil, y, en segundo lugar, son relevantes para el proceso de la transición. De aquellas fechas, se han estudiado las editoriales de la fecha elegida, de la víspera y del día siguiente. Las fechas elegidas son el 1 de abril (final de la guerra), 14 de abril (inicio de la II República), 18 de julio (inicio de la guerra), 1 de octubre (día del Caudillo, que remite a su asunción, en exclusiva, del mando militar y político en plena guerra) y 20 de noviembre (aniversario de las muertes de José Antonio Primo de Rivera, en la guerra, y del propio Franco).236 Lo que destaca de los resultados de este análisis es que la presencia del recuerdo de la guerra aparece mucho más en los editoriales de El País que en los de ABC. No obstante, El País también silencia en sus editoriales la parte más dura de la memoria, aunque sí hay referencias a ello en otras secciones, como por ejemplo las viñetas de Máximo. De las fechas, el 20 de noviembre evoca más fuertemente la memoria de la guerra civil, mientras que el 18 de julio queda totalmente ausente en los editoriales de ABC. Resulta que la rememoración de la guerra civil es más intensa con acontecimientos importantes de la transición que con fechas relevantes de la misma guerra civil. En el discurso de ambos periódicos prevalece el no revanchismo y el nunca más. Pero, el ABC encuentra la culpabilidad de la guerra civil en los desmanes de la II República y mantiene que la guerra y la dictadura ‘pacificadora’ fueron necesarios para establecer una verdadera democracia. Según El País la guerra civil constituye un episodio bárbaro e innecesario que debía ser recordada para no repetir la experiencia. Así, los dos periódicos difieren en el recuerdo de la II República, ya que el recuerdo de El País es más benévolo. Aún así, se critica también desde este periódico la exhibición de la bandera Republicana, que en aquellos momentos, ‘es el mejor regalo que se puede hacer a los fanáticos que desean apropiarse del símbolo rojo y gualda’237. En su totalidad, El País hace mucha más alusión a la guerra civil que ABC. Un 50,8 por ciento de los editoriales del primero habla de la guerra civil, mientras que del último, solamente un 33,3 por ciento habla de la contienda. Aunque no se puede generalizar más allá de los dos periódicos, y la selección de fechas siempre concierne a un criterio subjetivo, sí se puede extrapolar de este estudio la actitud de dichos periódicos y considerarla como la mayoritaria en la prensa de la transición. Lo que finalmente más destaca del estudio es ‘la práctica ausencia de las historias más dramáticas y conflictivas sobre la guerra, especialmente aquellas relacionadas con los crímenes de la retaguardia y la represión posterior, lo cual encaja con la voluntad de asepsia expresada durante la transición’; según Paloma Aguilar, ‘donde más salida se da a este anhelo de contar y escuchar historias de la guerra es en el cine y la literatura. La historiografía aún tardará un poco más en adentrarse en ciertas cuestiones especialmente escabrosas de la contienda.’238

236

Paloma Aguilar, Memoria y olvido, 287-310. El País, 15 de abril de 1977, citado en Paloma Aguilar, Memoria y olvido, 296. 238 Paloma Aguilar, Memoria y olvido, 310. 237

80

Marc Bessems estudió para su tesina titulada La visión de El País sobre la asimilación del pasado dictatorial en España (1976-1978)239 todos los editoriales de dicho periódico en el periodo de 4 de mayo de 1976 a 13 de diciembre de 1978, para analizar el discurso acerca el tratamiento del pasado. De este análisis destaca que en la visión de El País, la verdad siempre se ve subordinada al concepto de la reconciliación y la democratización. Interesante es la evolución en el discurso desentrañado por Bessems, presentado en tres cesuras. En el primer periodo, El País aboga por la reconciliación como única manera de asimilar el pasado represivo (‘Vergangenheitsbewältigung’). A partir del 9 de julio del 1976, se relaciona la reconciliación más explícitamente con la guerra civil y se acentúa sobre la necesidad de investigar y conocer aquel pasado para poder reconciliarse y con ello aboga por la amnistía. A partir del 23 de junio de 1977, se apunta a la democracia como encarnación de la reconciliación.240 Bessems habla de un proceso ‘bottom-up’ para la asimilación del pasado tras las publicaciones de El País, pero la perfecta consonancia del discurso con los acontecimientos políticos, pone en duda esta función. Considerando la cronología de la transición, cabe mencionar la nueva presidencia de Adolfo Suárez en julio de 1976 y con ello, al final del mes, la ley de amnistía que suponía la libertad de más de quinientos presos políticos. La segunda cesura, el mes de junio de 1977 coincide con las primeras elecciones democráticas después de 41 años, el 15 de junio.241 Pues, en vez de considerar la visión de El País como un proceso de ‘bottom-up’ en la asimilación del pasado, refleja más bien los logros en el proceso democratizador (‘top-down’). Cuando se empieza a hablar de una ley de amnistía, El País empieza a abogar por conocer la verdad y reconocer una amnistía amplia; cuando se celebran las primeras elecciones democráticas, El País reconoce en estos valores democráticos la verdadera reconciliación. Aún así, el análisis aporta datos interesantes sobre el discurso de El País acerca el pasado represivo. Concluyendo, tanto en el análisis temático por Paloma Aguilar como en el análisis cronológico por Marc Bessems, destaca la concordancia de la prensa con el ideario político-social de la época, concentrado en el nunca más, la reconciliación y la democracia.

7.2 Conmemoraciones en El País durante la democracia Metodología Para el presente trabajo es interesante seguir la línea de investigación de Aguilar y Bessems, para poder desentrañar cuándo cambió el discurso acerca el pasado represivo para romper con el ‘pacto del olvido’ y empezar a hablar de la necesidad de recuperar la memoria de aquel periodo. Para ello, he tomado una selección de datos, siguiendo a Aguilar, que evocan de manera directa el recuerdo de la guerra civil, del franquismo y de la transición, analizando también la fecha elegida, la víspera y el día siguiente. La selección comprende el 20 de noviembre de 1975, el 18 de julio de 1936 (fechas que

239

Marc P. Bessems, De visie van El País op de verwerking van het dictatoriaal verleden in Spanje (1976-1978) (Groningen 1998, tesina no publicada). 240 Marc Bessems, De visie van El País, 90. 241 Cabe mencionar que esta cesura se hizo a priori y podría haber influido así en la aparente coincidencia de los cambios de discurso en los editoriales.

81

abarcan el periodo represivo, desde el comienzo de la guerra civil hasta la muerte del dictador242), el 14 de abril como fecha que evoca el recuerdo de la experiencia democrática de la II República, el 6 de diciembre de 1978 (día de la Constitución y con ello celebración de la actual democracia) y el 23 de febrero de 1981, fecha más dramática y tal vez más emblemática de todo el proceso transitorio. Como el periodo de 1976 hasta ahora abarca un periodo muy largo, he optado por estudiar solamente aquellos años en los que la conmemoración de la fecha en cuestión considera un aniversario ‘redondo’, y suele ser celebrado con más atención. Así, por ejemplo para la fecha 18 de julio de 1936, he analizado los editoriales del 40 aniversario en 1976, el 45 aniversario en 1981, el 50 aniversario en 1985, etcétera. Con el estudio de conmemoraciones hay que tener en mente que con ellas no sólo se pretende fijar en la memoria colectiva los hechos supuestamente más significativos para la historia del país, sino que también intentan adjudicar un contenido específico a los mismos, así como imponer un aprendizaje concreto que habría de derivarse de su evocación. El análisis solamente concierne el periódico El País. Esta última opción es primeramente pragmática, ya que en Holanda no hay acceso a una colección completa de ABC para este periodo. Segundo, el objetivo del análisis es desentrañar una cesura para la rotura del ‘pacto del olvido’ y no interesa tanto, pues, la diferencia ideológica entre el discurso de ambos periódicos. Además, considerando que la propuesta por la rotura del silencio se ve apoyada por los estratos izquierdistas de la sociedad y El País se alinea más directamente a este ideario, se espera un reflejo más directo y ágil en dicho periódico.

Análisis La primera referencia para el 14 de abril se encuentra en el editorial del día 14 de abril de 1981, apenas dos meses después del golpe de estado. La editorial, titulada ‘50 años después’ abre con las siguientes palabras: ‘El cincuentenario de la proclamación de la II República se produce en unas circunstancias históricas tan singulares y en un ambiente político tan crispado y enrarecido que cualquier glosa del 14 de abril de 1931 debe tomar en cuenta el marco actual de su conmemoración.’243

El texto de la editorial se desarrolla a partir de la idea que el recuerdo del aquella República es incompatible con la actual monarquía. ‘La república con la que sueñan los enemigos de la Monarquía parlamentaria, que distribuyen equitativamente sus odios y sus injurias entre don Juan Carlos y las instituciones democráticas, sería la envoltura de una dictadura a la chilena y el remedo, casi 40 años después, de aquella república de Saló que el fascismo italiano eligió como tumba. (...) La

242

He optado por no estudiar la fecha del 1 de abril de 1939, el final oficial de la guerra. Aunque durante el franquismo se le dedicaba mucha atención a la celebración del 1 de abril como el comienzo de los años de paz y estabilidad (sobre todo como punto de referencia después de la celebración de los 25 años de paz en 1964), después de la muerte de Franco, esta fecha ya no se considera una cesura importante a conmemorar. Ahora se entiende el periodo entero, desde el 1936 hasta el 1975, como una unidad de pérdida de las libertades y de represión, del cuál se conmemora con más atención el comienzo y el final. Esto sobre todo cuenta para la gran parte de España que se vio sometida bajo la justicia de los nacionales desde comienzos de la guerra. Claro está, que el 1 de abril tiene más significado en las zonas como Cataluña, que no se controlaban hasta el final de la contienda. 243 Editorial, ‘50 años después’, El País, 14 de abril de 1981, 10.

82

conmemoración del 14 de abril no tiene por qué negar en nuestros días a la Monarquía parlamentaria.’244

El artículo termina comparando la situación del 23-F con las injusticias del 18 de julio y recuerda a la derecha que el 18 de julio empezó con José María Gil-Robles en cargo del Ministerio de Guerra y a la vez la izquierda debería recordar cómo los sucesos del 1934 influyeron en el abismo de la II República. 245 Después de la conmemoración del 50º aniversario el editorial de El País no vuelve a conmemorar la fecha con los aniversarios más llamativos, ni siquiera con el 75º aniversario celebrado este año, el año de la Memoria Histórica. En 2006 solamente la viñeta del humorista gráfico Forges nos recuerda qué podríamos hacer en Semana Santa... ‘recordar a los que durante la II República se desvivieron (o fueron desvividos) intentando una España democrática. Gracias. Muchas gracias. Infinitas gracias.’246.

Para la celebración de los aniversarios del 18 de julio, no encontramos una referencia explícita hasta el 50º aniversario en el 1986. En el 1976 Máximo dibuja para el aniversario un monolito con el texto: ‘dieciocho de julio de mil novecientos eterna y seis’247 y para el 45º aniversario en el 1981 se publica en el editorial un texto que refleja sobre los funcionarios que ponen a los presos privaciones innecesarias, en el cual se recuerda que la Constitución y las leyes sean respetados por todos los españoles, vistan como vistan, piensen como piensen. En la víspera del 45º aniversario, Máximo dibuja una pancarta que dice: ‘18 de julio. Día del odio fraterno.’248 Para el 50º aniversario, no obstante, en editorial se publica un largo texto con el título ‘Nunca más’. Como dice el título, el editorial nos recuerda una vez más la importancia de repetir a diario y ‘de que se lo repitamos a nuestros hijos, a los hijos de nuestros hijos: “Suceda lo que suceda, nunca más”’249. Con ello aboga por la superación de las dos Españas enfrentadas. ‘Todavía queda el miedo, saltan las amenazas; todavía se conspira, aunque sea en cuartos de estar. Y todavía, frente a la petrificación del poder, hay sectores que rompen mediante un libertarismo de rasgos patológicos en los que es posible reconocer al franquismo en forma de antifranquismo.’250

Pero, según el periódico, el anecdotario puede darse por clausurado y hacerlo objeto de libros históricos. Es obvio que el periódico sigue manteniendo el mismo discurso de la transición. Los 244

Ibidem. La Revolución de 1934 española fue un movimiento huelguístico y revolucionario que se produjo, entre los días 5 y 19 de octubre de 1934, durante el gobierno de centro-derecha de la II República contra el Gobierno legítimo de ésta. Este movimiento estuvo alentado desde amplios sectores e importantes dirigentes del PSOE y la Unión General de Trabajo (UGT), como Largo Caballero o Indalecio Prieto y de forma desigual por la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y el PCE. José María Gil-Robles fue nombrado Ministro de Guerra el 6 de mayo de 1935 por Lerroux. Así tuvo la ocasión de promocionar a una serie de militares que tendrían un gran protagonismo durante la posterior guerra civil, como fue el caso de los generales Francisco Franco, Manuel Goded y Emilio Mola. 246 Forges, El País, 14 y 15 de abril de 2006, 10. 247 Máximo, El País, 18 de julio de 1976, 8. (La cursiva es mía) 248 Máximo, El País, 17 de julio de 1981, 9. 249 Editorial, ‘Nunca más’, El País, 18 de julio de 1986, 10. 250 Ibidem. 245

83

valores democráticos y la reconciliación de todos los españoles es necesaria para que nunca más pasare algo como el 18 de julio. Después, en editorial no se vuelve a publicar nada hasta el 70º aniversario en el 2006, con un artículo titulado ‘70 años después’. Aquí anuncia que es hora de resolver la asimetría de la transición. ‘Si, en su momento, la amnesia pudo ser una opción de supervivencia, la memoria es ahora una cuestión de lealtad y de reconocimiento mutuo.’251 Asimismo, subraya que las víctimas del bando republicano ya tuvieron su reconocimiento, y que, en cambio, las víctimas del franquismo nunca tuvieron este reconocimiento. Aún así, y es muy llamativo, el periódico aboga también por el reconocimiento de las víctimas del bando republicano por parte de la democracia. ‘Y es de resolverla a partir del principio de reconciliación. Es decir, que las víctimas del franquismo reciban el reconocimiento que se les debe y que las víctimas de los republicanos no se queden sólo con el reconocimiento del franquismo, sino que lo tengan también por parte de la democracia.’252

Pues, si es verdad que El País recoge el ideario político-social mayoritario de las agrupaciones izquierdistas, es manifiesto cómo este ideario no concuerda con las reclamaciones por parte de las asociaciones por la recuperación de la memoria. Máximo escribe unas líneas un tanto irónicas y mordaces acerca el debate sobre la memoria histórica: el 17 de julio escribe en la portada de un libro ‘Dos autores y pico. Dos Españas o tres. Instituto Español de Memoria Amnésica’253. Cabe señalar el silencio acerca la conmemoración de los 60 años del 18 de julio en 1996, celebrado dos meses después de la instalación del nuevo gobierno formado por el PP.

Para el recuerdo de la fecha de la muerte del dictador hay muchas referencias en los editoriales, aún así, no se menciona el quinto aniversario en 1980, ni el 15º aniversario en 1990. En el editorial del 1985 se celebra la distancia que ya se ha ganado a la dictadura, aunque se reconoce que ‘será difícil que la historiografía sobre la guerra civil y la dictadura consiga la autonomía precisa para instalarse por encima de las luchas por el poder de nuestros días’254. Con otras palabras, se reconoce que la dictadura sigue siendo un peón importante del juego político. En el suplemento extra que se publica con motivo del aniversario, se recapitula sobre todo la historia diaria, la ropa que se llevaba, cómo se vivía, sin tocar los temas más dolorosos. Con el 20º aniversario en 1995 también se celebra la distancia temporal con aquella dictadura. ‘La perspectiva de los 20 años transcurridos ha mejorado la imagen que los españoles tienen de la transición de la dictadura a la democracia.’255 Pero, tras el sondeo que se publica en este periódico, se alinea directamente a los votantes del PP con el pensamiento franquista. ‘Los menores de 25 años, cuyo conocimiento del franquismo sólo puede ser indirecto, piensan, en proporción sensiblemente superior a la media, que ese régimen sigue influyendo 251

Editorial, ‘70 años después’, El País, 18 de julio de 2006, 12. Editorial, ‘70 años después’, El País, 18 de julio de 2006, 12. 253 Máximo, El País, 17 de julio de 2006, 15. 254 Editorial, ‘10 años después’, El País, 20 de noviembre de 1985, 10. 255 Editorial, ‘A 20 años del 20-N’, El País, 19 de noviembre de 1995, 12. 252

84

en la España actual. Es llamativo que las preferencias electorales apenas influyan en esa opinión. Por el contrario, la identificación con uno u otro partido es decisiva en la valoración retrospectiva del franquismo y, por ejemplo, tan sólo el 7% de los votantes del PP tienen una opinión negativa de dicho periodo.’256

Otro aspecto llamativo en la cita presentada arriba, es la sensación de los jóvenes de que ese régimen sigue teniendo influencia. Hemos visto en el análisis del reciente ciclo de exhumaciones que lo que domina su discurso es el ataque al ‘pacto del olvido’ y la idea de que la transición no formó ninguna ruptura con el régimen franquista, lo cual se subraya con el hecho de que son las generaciones más jóvenes, las que sienten que la dictadura pervive de alguna manera. Aún así, lo que predomina en este editorial es el sentimiento de orgullo ante la transición y la democracia. El discurso matiza un poco al conmemorar el 25º aniversario de la muerte del dictador en 2000. Ahora, se utiliza el aniversario para memorar algunos datos de la represión: ‘Decir que no fue Hitler (ni Stalin) no basta para borrar realidades como los 200.000 fusilados después de la guerra, los 45.000 exiliados, los 300.000 presos que había en las cárceles hace ahora 60 años; ni para olvidar las depuraciones de funcionarios y profesionales, la censura de la prensa, la negación de derechos civiles y libertades prolongada hasta el final de su régimen.’257

Aún así, subraya el éxito de la transición: ‘nos ha evitado tragedias como la de los Balcanes; ha establecido un marco que hace posible resolver crisis políticas mediante elecciones, sin que el cambio de Gobierno arrastre el del sistema. Nada de eso podía darse por supuesto hace 25 años’. A la luz del discurso del reciente ciclo de exhumaciones, cabe notar las reservas que se mantienen al recordar las atrocidades de la guerra civil, ya que explícitamente se mencionan los fusilados después de la guerra. Con ello, también destaca la defensa del modelo de transición. Para el 30º aniversario se mantiene exactamente el mismo discurso. Otra vez se pone en claro que la transición fue un éxito y que ahorró dramas como los de la antigua Yugoslavia. Tras un nuevo sondeo, otra vez recuerda que la valoración del franquismo sigue dividiendo a la derecha española, pero que ‘el porcentaje de los votantes del PP que tiene una opinión negativa de ese periodo (34%) es hoy muy superior al de hace diez años (7%)’258. Con este sondeo también subrayan que aunque una amplia mayoría constata que durante la dictadura, solamente hubo reconocimiento y reparación de las víctimas del bando vencedor, ‘un porcentaje aún mayor, de casi el 75%, defiende una actitud de reconocimiento y reparación por parte de la España actual hacia las víctimas de ambos bandos’259.

La víspera del 6 de diciembre de 1978, El País defiende el ‘sí’ ante el referéndum para aprobar la Constitución, ‘porque votamos a favor de los derechos de un pueblo centenario que mañana tiene una cita histórica con su libertad’260. El día 6, solamente vemos una alusión a este día tan importante a

256

Ibidem. Editorial, ‘25 años’, El País, 19 de noviembre de 2000, consultado en la hemeroteca de El País digital, el 28 de julio de 2006. 258 Editorial, ‘Altas esperanzas’, El País, 20 de noviembre de 2005, consultado en la hemeroteca de El País digital, el 24 de julio de 2006. 259 Ibidem. 260 Editorial, ‘Sí’, El País, 5 de diciembre de 1978, 10. 257

85

través de la viñeta de Máximo, donde vemos un calendario con el texto ‘Sí-D’261. Los cinco años de la Constitución no se conmemoran con especial atención, pero sí el décimo aniversario. Para esta ocasión El País pone énfasis en la importancia de la Constitución para la convivencia pacífica y democrática de los ciudadanos, aunque haya problemas de desengaño y de despolitización. A parte, visto los problemas en el País Vasco, recuerda que el 70% de los vascos votó a favor en 1978.262 El discurso para el 15º aniversario en 1993 es menos festivo. El País lamenta la penosa asistencia de los políticos en los actos conmemorativos del día anterior. Con ello, considera los 15 años un buen momento para pasar revista y hacer un calendario de reformas, que ahora sí podrían suscitar el consenso.263 Con la conmemoración de los 20 años de la Constitución, el editorial vuelve a apelar al principal problema de la España de entonces: el autonómico. Pero, esto no quita que los valores y principios de la Constitución, después de 20 años, ya son parte de la cultura. Este año, el 1998, Forges toma la celebración del día de la Constitución para recordar injusticias acerca la memoria histórica: en su viñeta de la víspera del 6-D, vemos dos chicos cambiando el letrero de la calle ‘del Generalísimo’ por ‘Avenida de la Constitución’, mientras uno de ellos se pregunta ‘¿Y si el alcalde se rebota?’, al que responde el otro – ‘Pues le decimos esto de “el que se pica, ajos come”; ¿Y si tampoco lo entiende?; Pues le matriculamos en la E.S.O.’264. El 25º aniversario de la Constitución coincide con los debates acerca la reforma de la Constitución. En el editorial El País se presenta favorable ante una revisión de la Constitución, pero siempre que se busque el consenso. Además menciona que son los ciudadanos que se muestran más abiertos acerca el tema que los políticos que los representan. El día siguiente, se presentan el El País los resultados de un nuevo sondeo, los cuales se comentan en el editorial. Ahora, igual que en los últimos aniversarios del 20-N, se compara el resultado de la transición española con los resultados menos positivos de otros países y se recuerda, en defensa de la constitución, que ‘cabe concluir que ese marco compartido de libertades nos ha librado de enfrentamientos trágicos. (..) Lo único que sobrevive del franquismo sea ETA; aunque ya sin la capacidad desestabilizadora de años atrás’265. Recordando la posibilidad de ‘enfrentamientos trágicos’ se hace alusión a la guerra civil.

La primera vez que se recuerda el aniversario del 23-F es en 1991, al cabo de 10 años de los sucesos. En el editorial se recuerda cómo ‘el fracaso de Tejero y de Milans, y de Armada y los demás, nos libró a los españoles de meses, años o décadas, pues eso no podrá saberse nunca, de miserias y sufrimientos’266. Pero también presenta tras una encuesta, que los jóvenes de 1991 prefieren recordar el 23-F para que no se repita. En 1996, al día siguiente del aniversario, El País se pone radicalmente 261

Máximo, El País, 6 de diciembre de 1978, 8. Editorial, ‘Constitución y democracia’, El País, 6 de diciembre de 1988, 10. 263 Editorial, ‘Impulso constitucional’, El País, 7 de diciembre de 1993, 12. 264 Forges, El País, 5 de diciembre de 1998, 12. (La Educación Secundaria Obligatoria o la E.S.O. es el sistema que rige enseñanza secundaria en España, abarcando en general de los 12 a los 16 años.) 265 Editorial, ‘Así éramos, así somos’, El País, 7 de diociembre de 1993, 12. 266 Editorial, ‘El efecto contrario’, El País, 23 de febrero de 1991, 10. 262

86

en contra del indulto que una asociación volvió a pedir para el Coronel Tejero, pero no se recuerda en especial el significado de la conmemoración de aquellos hechos. Los 20 años del 23-F en 2001 sí se celebran con mucha atención. Ese día, el Congreso oficialmente condena el golpe de estado de Tejero. Con ello, el editorial titulado ‘El 23-F pasa a la historia’, celebra el hecho de que la idea de golpe de estado desapareció ya hace tiempo del horizonte de lo posible. Aún así, se apunta la importancia de su recuerdo, para que las generaciones actuales no lo olviden. ‘Es la hora de los historiadores, porque este país, aunque haya hecho de amnesia una segunda piel, tiene derecho a saber.’267 Es muy significativo que El País subraya tan explícitamente la existencia de la amnesia y con ello indirectamente la existencia del ‘pacto del olvido’. La última conmemoración ha sido la del 25º aniversario del golpe de Tejero. El editorial recuerda la lejanía generacional de aquél acontecimiento y recuerda cómo, con ese golpe, se quiso suprimir el poder civil, dependiendo del voto del ciudadano, o sea la democracia.

Conclusiones Al pasar revista a las diferentes conmemoraciones, destacan varios temas en el discurso de El País. Primero, es mucha mayor la atención que este periódico le dedica a la conmemoración de fechas que se relacionan directamente con la transición, siendo el 20-N, el 6-D y el 23-F. El discurso expresado con motivo de estas celebraciones es, en términos generales, una celebración de los valores democráticos, que se ganaron gracias al proceso de la transición. Las celebraciones de las fechas que se relacionan más directamente con la guerra civil, el 18 de julio como comienzo de la guerra y el 14 de abril, día festivo de los valores republicanos que se perdieron con el 18-J, son muy poco conmemoradas oficialmente por el periódico tras su editorial. Sobre todo la dedicación al 14 de abril resalta por su tono casi negativo. Con el 50º aniversario, se recuerda uno de los acontecimientos más negros de esa experiencia, la revolución del 1934. También se subraya la incompatibilidad de aquella experiencia democrática con la actual Monarquía constitucional. Para el 75º aniversario, solamente Forges recuerda con un tono dulce la España democrática de la II República. Para la conmemoración del 18 de julio, solamente encontramos una alusión con el 50º aniversario en 1986 y después con el 70º aniversario, conmemorado el pasado verano. El discurso cambia mucho en esos veinte años. Mientras que en 1986 se considera el tema por clausurado y se aboga por la reconciliación de las ‘dos Españas’, en 2006 se reclama que es hora de resolver la asimetría de la transición. Aún así, en esa última editorial, se apunta que las víctimas republicanas merecen el reconocimiento que nunca tuvieron y que las víctimas franquistas también lo reciban de la democracia. Para el 60º aniversario, en cambio, no se encuentra ninguna alusión, a pesar de que esta fecha es muy señalada por los historiadores como punto de inflexión en el debate sobre la memoria. Mientras que el 50º aniversario se celebra con un lenguaje más cercano al de los 25 años de paz, la idea de la reconciliación y con ello el nunca más, en 2006 se presenta un discurso próximo a la necesidad de la rehabilitación moral de las víctimas. 267

Editorial, ‘El 23-F pasa a la historia’, El País, 23 de febrero de 2001, 10.

87

Al analizar las conmemoraciones que sí frecuentan más en los editoriales, podemos precisar el momento en qué cambió poco a poco ese discurso de la reconciliación. Con el 20º aniversario de la muerte de Franco en 1995, aún predomina el sentimiento de orgullo ante la transición y la democracia. Este discurso se mantiene en 2000, pero, se matiza mencionando explícitamente la cantidad de víctimas que tuvo aquel régimen y que no se tendrían que olvidar ni borrar. También en el 2005 se apunta en especial que el 75% de los españoles quiere el reconocimiento de ambos bandos por parte de la democracia, tal como se vuelve a mencionar con el 70º aniversario del 18 de julio en 2006. Podríamos considerar aquí el 2000 como punto de inflexión, por la mención explícita de las víctimas y el deber a conmemorar. Las conmemoraciones del día de la Constitución poco se relacionan con la memoria explícita de la guerra civil o del franquismo. Aún así, a partir del 2003 se empieza a hablar de una posible revisión de la misma Constitución, algo impensable a principios de la democracia. Ese año, el día siguiente a la celebración del 6-D, el editorial sale en la defensa de la Constitución, interpretándola como salvaguardia de las libertades y protectora de posibles enfrentamientos trágicos, o sea, la posibilidad a una segunda guerra civil. En las conmemoraciones del 23-F destaca la conmemoración de los 20 años en 2001, en la que se reconoce la amnesia existente y la necesidad a saber.

¿Qué podemos extrapolar de estas conmemoraciones? Primero, es importante señalar el velo de silencio que hay acerca la celebración de los valores de la II República y con ello sobre esa penúltima experiencia democrática que terminó en un baño de sangre. Esto concuerda con las conclusiones de Paloma Aguilar, que apunta el hecho de que las referencias para la democracia después del 1975 nacen de la experiencia del franquismo, y, desde el primer momento, se trató de evitar cualquier lazo con la II República. Es sobre todo muy significativo que ni siquiera se recuerda el 75º aniversario, número que normalmente apela a la imaginación para conmemoraciones intensas y que además coincide con el año que se declaró ‘Año de la Memoria Histórica’. El silencio acerca el recuerdo de la II República contrasta violentamente con las referencias a la II República por parte de las asociaciones que abogan por una amplia rehabilitación de las víctimas y la memoria de los crímenes de la guerra civil y del franquismo. Aquí también cabe mencionar la poca dedicación a las conmemoraciones del 18-J, que solamente se explicita con el 50º y con el 70º aniversario. Claro está que el último, considerando la presión de las agrupaciones sociales y con la elaboración de una Ley de Memoria Histórica, no se podía omitir. Asimismo, cabe mencionar que el número 70 no es en sí más llamativo que el número 60 cuando se trata de aniversarios, pero que el primero sí se celebró y el segundo no. Segundo, tras el énfasis en aquellas fechas relacionadas con la experiencia de la transición se lee un interés específico por celebrar la democracia y por defenderla. En el discurso de los años 80 y 90 se lee claramente que aquella remota dictadura con el paso de los años ya ha empezado ser objeto solamente de los libros de historia y que los valores democráticos ya son cultura. No obstante, el discurso de los últimos años se ve otra vez enfocado en la existencia de la posibilidad a una nueva guerra civil, ahora directamente relacionada con el ejemplo reciente de los Balcanes. La retórica se

88

parece a la de la transición, cuando se enfatizaba sobre esa posibilidad para reforzar la necesidad a la reconciliación. Ahora, se utiliza el mismo discurso que consiste en subrayar la posibilidad de una nueva guerra civil tras la muerte de Franco, para defender el modelo de la transición frente a las críticas que surgen de diferentes agrupaciones sociales. Así que dicho discurso sigue influyendo, a pesar de que, tal como ha señalado Aguilar, tras los estudios que comparan la situación de la transición directamente con la situación en los años 30, sabemos que el miedo a una nueva guerra civil no fue muy realista. Tercero, aparece una inflexión en cuanto al discurso a finales del 2000, cuando con motivo del 25º aniversario del 20-N, se pone énfasis en la memoria de las víctimas de aquel régimen. El cambio consta de la aceptación de una revisión de la Constitución en con ello reparar las desigualdades que perviven desde la transición. También se reconoce la existencia de una tendencia amnésica. Aún así, El País sigue abogando por la reconciliación, tras apuntar a la necesidad del reconocimiento de las víctimas de ambos bandos por parte de la democracia.

Precisión Las conmemoraciones no siempre coinciden, y así, se han analizado en su totalidad para dicho periodo, los años que terminan en 1 o 6, coincidiendo los aniversarios del 18-J, el 23-F y el 14 de abril, los años terminando en 3 y 8 para el día de la Constitución y los años en 0 y 5 para el 20-N, y, faltan todos los años que terminan en 2, 4, 7 y 9. Para abarcar esta laguna, analicé para las conmemoraciones que resultaron más significativas, es decir el 20-N, el 18-J y el 6-D, todos los años sucesivos desde el 1995 hasta el 2006, en cuanto a editoriales y cartas al director (que reflejan más directamente lo que ocupa la mente del lector). Elegí analizar la última década con más atención, porque se ha señalado un cambio en el discurso en este periodo y estudiando esta década con más atención podemos precisar dicha cesura. En la relación de los editoriales con motivo del día de la Constitución es llamativo, que algunos años también se celebran los aniversarios ‘no redondos’. Así, en 1999 se publica la editorial ‘21 años después’268 y en 2004 el editorial ‘26 años’269, ambos editoriales toman como tema principal la posible reforma de la Constitución. Para la conmemoración de la muerte del dictador, destaca el editorial del 20 de noviembre de 1997, el 27º aniversario. En ‘Franquismo redivivo’ se comenta la emisión de TVE titulada ‘Qué queda del franquismo’, con entre otros Ricardo de la Cierva y Gonzalo Fernández de la Mora, ambos viejos ideólogos de la dictadura. El periódico lamenta que el debate se convirtió en un ataque contra la democracia, entre otras porque se considera que el ‘felipismo’270 no era sino ‘un trasunto, una continuidad, un “estadio superior” del régimen franquista’271. Se insinúa que el programa se emite por aprobación del director de RTVE y ex diputado del PP, Fernando LópezAmor, a pesar de la solicitud del Consejo de Radiotelevisión de la desaparición de dicho programa por 268

Editorial, ‘21 años’, 7 de diciembre de 1999. Editorial, ‘26 años, 7 de diciembre de 2004, 10. 270 Con el término ‘felipismo’ se apunta a la línea política del PSOE bajo el liderazgo de Felipe González entre 1976 y 1997 (con una breve intercalación entre mayo y septiembre del 1979). 271 Editorial, ‘Franquismo redivivo’, El País, 20 de noviembre de 1997. 269

89

su manifiesta falta de imparcialidad y objetividad. En los otros aniversarios ‘no redondos’ no encontramos alusión alguna a la memoria de la guerra civil o del franquismo. Lo que sí destaca de este análisis del periodo 1995-2006 es la subida del interés del lector por la memoria. A partir del 2000 empiezan a abundar las cartas al director que reivindican la memoria de la guerra y de sus víctimas. Con motivo del 23º aniversario de la Constitución el 2001, Alonso Domínguez Escarda escribe la carta ‘Yo sí viví la guerra’272, lamentando el desconocimiento de aquellos sucesos y la cantidad de personas que no recuerdan o no quieren recordar aquella guerra. En 2002, para el 27º aniversario de la muerte de Franco, Enrique Ruiz Roldán, escribe ‘¿Amnésicos, asustadizos o desleales?’273, con el que se opone a la sepultura cristiana de los fusilados de la guerra civil. Con la celebración del 6-D en 2003, un lector se pregunta qué libertades hay que celebrar si en la actualidad un partido domina los cuatro poderes, como en los tiempos de Franco.274 Ese año, para el 20-N, se escribe una carta en la cual se plantea la falta de indemnizaciones para algunos presos políticos del franquismo.275 Para el 18-J se escribe ‘Afrenta para la democracia’276, para reclamar apoyo institucional para las exhumaciones de fosas comunes. Al año siguiente se publica para esta fecha una carta en memoria de los brigadistas277, mientras que en otra carta se pregunta ¿adónde vamos?, viendo ‘cómo el pasado está cada vez más cerca de repetirse’278. En 2005 se escriben tres cartas al director con motivo del 27º aniversario de la Constitución, de las cuales una alude directamente al franquismo.279 Ese mismo año, con motivo del 20-N, también se publican dos cartas, ‘30 años de libertad’ y ‘¿Olvidar o recordar?’.280 También para el 70º aniversario del 18-J abundan las cartas el director. A modo de conclusión, con el estudio más detallado para los años 1995 a 2006 podemos suscribir el anteriormente señalado 2000 como año de inflexión del discurso en El País. A partir de este año, el periódico empieza a reconocer oficialmente, tras el editorial, el recuerdo de las víctimas del franquismo. También a partir de este año empiezan a abundar cartas al director, reivindicando la memoria de las víctimas y reclamando la ruptura con el franquismo. Aún así, cabe resaltar que cuando el número de años conmemorativos no es muy llamativo, tampoco se conmemora el acontecimiento. Solamente se hace con motivo del 6-D, lo cual se entiende por la actualidad del tema de la revisión de la Constitución. Por otra parte, cabe señalar el comentario ante la conmemoración del 20-N en 1997 y el programa televisivo titulado ‘¿Qué queda del franquismo?’. Pues, podría entenderse como una respuesta feroz del PP ante la estrategia opositora del PSOE. 272

Alonso Domínguez Escarda, ‘Yo sí viví la guerra’, El País (cartas al director), 6 de diciembre de 2001, 15. Enrique Ruiz Roldán, ‘¿Amnésicos, asustadizos o desleales?’, El País (cartas al director), 20 de noviembre de 2002, 14. 274 Rafael Martín de Agar, ‘¿Qué celebramos?, El País (cartas al director), 6 de diciembre de 2003, 13. 275 Juan Antonio Mendieta, ‘Indemnizaciones a los presos del franquismo’, El País (cartas al director), 20 de noviembre de 2004, 15-16. 276 María Milagros Carrasco Caborivero, ‘Afrenta para la democracia’, El País (cartas al director), 18 de julio de 2004, 14. 277 Ana Pérez, ‘La memoria de los brigadistas’, El País (cartas al director), 5 de diciembre de 2004, 15-17. 278 Jorge Luis Rodríguez Godoy, ‘¿Adónde vamos?’, El País (cartas al director), 7 de diciembre de 2004, 11. 279 Rafael Martín de Agar, ‘Se les ve tan felices’, El País (cartas al director), 6 de diciembre de 2005, 13. 280 Javier Cayado Valdés, ‘30 años de libertad’, El País (cartas al director), 20 de noviembre de 2005, 15 y Pilar Cáceres, ‘¿Olvidar o recordar?’, El País (cartas al director), 21 de noviembre de 2005, 13. 273

90

7.3 Sondeos en El País durante la democracia Tras las diferentes conmemoraciones, El País ha publicado con frecuencia estable una serie de sondeos, para señalar el nivel de pensamiento democrático y la distancia hacia el franquismo en la sociedad española. Se han buscado las encuestas y sondeos presentados por El País entre el 1985 y el 2006, en relación con las conmemoraciones seleccionados para este análisis de prensa, para todos los años seguidos.281 Tras los resultados podemos saber algo más acerca la manera en que se trataba el pasado durante los años. Ya hemos visto la importancia de aquellas encuestas para los diferentes editoriales de El País, que se utilizan sobre todo para subrayar la distancia recobrada hacia el sistema y el pensamiento dictatorial y la subida de los valores democráticos en el pensamiento español. Paloma Aguilar señala tras los sondeos de la época de la transición, cómo durante la transición los valores del ‘orden’ y la ‘paz’, inculcados por el franquismo, seguían predominando la opinión pública, por encima de valores como ‘justicia’ y ‘democracia’. ‘En conclusión, aunque hacia 1978 ya predominaba claramente la evaluación crítica del franquismo, por cuestiones relacionadas con la falta de libertad, la represión y la desigualdad, dicha opinión era perfectamente compatible con una interpretación benévola basada, fundamentalmente, en lo que hemos venido denominando la legitimidad de ejercicio, reflejada de la paz, el desarrollo y el incremento generalizado del nivel de vida.’282

El éxito de los valores franquistas radicaba precisamente en la capacidad de asociar el recuerdo de la guerra civil con la democracia y con ello la desconfianza ante la capacidad del pueblo español de organizarse democráticamente. A partir de las encuestas del CIS, Aguilar destaca en su reciente estudio ‘Presencia y ausencia de la guerra civil y del franquismo’, que en 1987, una tercera parte de la sociedad española aún acordaba con la idea de que los españoles por ser individualistas y apasionados es difícil que la democracia funcione en España.283 También señala cómo, hasta el 2000, la mayoría de los españoles sigue apreciando el régimen dictatorial como un periodo de cosas buenas y cosas malas. No obstante, lo más llamativo es el gráfico que señala que si se comparan los años 1995 y 2000, en el último, menos gente acuerda con que se hayan olvidado los rencores de la guerra civil y más personas dicen notar la huella profunda del franquismo.284 Pues, sube la sensación de la presencia de la guerra civil y el franquismo. Con las encuestas presentadas por el Servicio de Estudios de El País ante el 10º aniversario de la muerte de Franco, se celebra que el franquismo ya tiene poco seguidores. Aún así, el 43 por ciento de la población se deja agrupar en tipologías favorables al franquismo, de los cuales el 11 por ciento ‘prefiere la censura franquista a la “falta de moral y de respeto de hoy día con la democracia”’, el 20 por ciento piensa que se ha ido demasiado aprisa y el 12 por ciento insiste en que con Franco, la

281

Se han encontrado y analizado las encuestas presentadas el 20 de noviembre de 1985, el 6 de diciembre de 1988, el 23 de febrero de 1991, el 19 de noviembre de 1995, el 19 de noviembre de 2000, el 6 de diciembre de 2003, el 20 de noviembre de 2005 y el 18 de julio de 2006. 282 Paloma Aguilar, Memoria y olvido, 353. 283 Paloma Aguilar, ‘Presencia y ausencia’, 265. 284 Ibidem, 267.

91

política estaba en manos de quienes la entendían.285 Concluir que el franquismo ya tiene pocos seguidores a partir de estos datos, trasluce una visión muy positiva por parte del periódico. Las encuestas a raíz de los 20 años de la muerte de Franco se señala que con el paso del tiempo, mayor se estima el proceso de la transición. Aún así, la valoración es más matizada. Los españoles están menos satisfechos con la forma en que la democracia funcionó hasta el momento. El 43 por ciento está poco o nada satisfecho, de los cuales la mayoría no lo está porque todavía no se respetan suficientemente muchos derechos y libertades individuales. El 56 por ciento de la población opina que la democracia española es más débil y vulnerable que el resto de los países de la Unión Europea.286 En 2003, con motivo del día de la Constitución se presentan datos muy positivos de valoración de la Constitución.287 En 2005, con el 30º aniversario del 20-N el franquismo es valorado sobre todo como un periodo negativo (frente al dato de Aguilar de que en 2000 la mayoría aún le atribuían cosas buenas y cosas malas). Aún así, en 2005, un quinto de la población cree que la dictadura sigue teniendo mucha influencia y un poco más de la mitad nota aún alguna influencia.288 La última encuesta, presentada a raíz del aniversario del 18-J en 2006 y el debate acerca la Ley de Memoria Histórica, señala la diferencia entre los diferentes grupos políticos y subraya la posición opositora del PP al tratar de nuevo los sucesos de la guerra civil y del franquismo. El dato más sorprendente es el veinte por ciento de los simpatizantes del PP que temen la repetición de un golpe de Estado similar al de 1936 (mucho mayor que los porcentajes entre los votantes de IU y el PSOE). Este miedo persistente explicaría sus reservas al hablar de las atrocidades de la guerra. Por otra parte, contrasta fuertemente en su afirmación de que el pasado es un capítulo cerrado gracias a la transición consolidada. En conclusión, más de la mitad de los entrevistados considera que sigue habiendo dos Españas enfrentadas, pero también el 65 por ciento está a favor de investigar todo lo relativo a la guerra civil (y un 45% de los simpatizantes del PP, a pesar de que dicho partido en el parlamento está rotundamente en contra).289 Si consideremos el temario de las encuestas presentadas por El País a partir del 1985, cabe señalar que durante los primeros años el cuestionario pone mucho énfasis en la comparación valorativa entre la dictadura y la democracia, lo cual se mantiene hasta el 1995. El cuestionario del 2000 introduce la valoración de la influencia persistente de aquella dictadura, aspecto que también se evalúa en el 2005. En 1985 y 1988 y 1991 se comparan tanto los grupos de edad, como las opiniones de los simpatizantes de los diferentes partidos. En 1995 se añade la evaluación temporal, comparando los datos de 1995 con los de 1985 o 1988. Llamativo del último sondeo de 2006 es que el análisis solamente se enfoca en la comparación de la opinión de los tres partidos más grandes, PSOE, PP y IU

285

‘Los españoles ante las pautas sociales franquistas’, El País, extra, 20 de noviembre de 1985, 26. ‘España, 20 años después’, El País, suplemento Domingo, 19 de noviembre de 1995, 3. 287 ‘La Constitución se asienta y gana arraigo’, El País, 6 de diciembre de 2003, 15. 288 ‘Treina años sin Franco’, El País, 20 de noviembre de 2005, 24-25. 289 ‘El 65% de los españoles quiere que se investigue la Guerra Civil y se rehabilite a las víctimas’, El País, 18 de julio de 2006, 23. 286

92

y no interesa ya la diferencia entre las diferentes cohortes generacionales, ni la evaluación del pensamiento con el paso de los años. Como último se puede decir algo sobre la frecuencia de la presentación de las encuestas. En relación con las conmemoraciones estudiadas para el presente análisis de prensa290 frecuentan los sondeos con motivo del 20 de noviembre y también destaca la evaluación de la Constitución tras la celebración del 6-D. Pero, lo que más se distingue es la frecuencia de los sondeos después del 2000, analizando la opinión pública en 2000 (20-N), 2003 (6-D, con motivo de la reforma de la Constitución), 2005 (20-N) y como último la conmemoración de los 70 años de la guerra civil en 2006, que también es la primera vez que se presenta un sondeo tras la conmemoración de una fecha relacionada con la guerra civil o el periodo anterior.

Con el paso del tiempo y sobre todo entre las generaciones más jóvenes empieza a predominar una relación más ambivalente con los resultados de la transición, y no porque prefieren un régimen autoritario, sino porque consideran la existente democracia inacabada. Con ello, tal como lo señala Aguilar, sube la sensación de la persistencia de la huella de la guerra civil y del franquismo. Este último dato se puede precisar con los sondeos presentados en El País con el 25º aniversario de la muerte de Franco. Aquí podemos leer, que sobre todo los grupos más jóvenes creen que el franquismo sigue teniendo influencia en la sociedad actual.291 Pero, con la subida de la sensación de la pervivencia de la guerra civil y del franquismo, una mayoría también cree que es necesario investigar dicho periodo. Los resultados de las diferentes encuestas subrayan lo anteriormente concluido a partir de la relación de editoriales ‘conmemorativos’ en El País. Destacamos el año 2000, y más precisamente los últimos meses del 2000, como punto de inflexión en el discurso. A partir de este momento la presencia de la dictadura y la guerra civil vuelve a percibirse en el discurso y se acepta la necesidad a algunas reformas de la Constitución tan celebrada. La frecuencia de los sondeos y el énfasis, también señala un aumento del interés por las huellas del franquismo en la sociedad actual.

7.4 Conclusiones parciales Tanto los editoriales, como las cartas al director y las encuestas hechas por El País, señalan como momento de inflexión en cuanto al tratamiento del pasado represivo, el año 2000. El enfoque de El País se alinea perfectamente con la línea mantenida por el PSOE. El énfasis en el recuerdo del 20 de noviembre, y no en fechas relacionadas con la guerra civil o la república, concuerda con la idea de la transición de no avivar el recuerdo de aquellos acontecimientos más dramáticos. Por otra parte, la atención sobre esta fecha también se puede entender tras la nueva estrategia opositora indicada por Aguilar, con la que se quiere relacionar al PP directamente con el franquismo. Asimismo, no se recuerda el aniversario del 18 de julio en relación con la ‘memoria histórica’ hasta el 70º aniversario, esforzados por el debate acerca la Ley de Memoria Histórica. En cambio, los 60 y los 65 años, que 290

Como se ha mencionado, se han estudiado las conmemoraciones del 14 de abril, el 18 de julio, el 20 de noviembre, el 6 de diciembre y el 23 de febrero. 291 ‘Mayor rechazo entre los jóvenes’, El País, suplemento Domingo, 19 de noviembre de 2000, 4.

93

también cabían en la apertura del discurso acerca la memoria histórica, no fueron celebrados. En el 2006, cuando sí se conmemoró dicho aniversario, las encuestas presentadas solamente se utilizaron para señalar la posición negativa del PP (frente a la posición benévola del PSOE y de IU) en cuanto a la necesidad de recuperar la memoria histórica. Aún así, durante todo el periodo analizado, El País, se pone oficialmente en la defensa de la Constitución, subrayando la necesidad en su momento y el éxito hasta el momento de hoy. Además, sigue poniendo la reconciliación en el primer plano, tras enfatizar la necesidad del reconocimiento de las víctimas de ambos bando por parte de la democracia. Las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), analizados por Aguilar, no solamente señalan el orgullo ante la transición, sino también su incremento. En el 1985 la transición es un motivo de orgullo para el 78 por ciento de los españoles. Este dato sube en el 2000 con un ocho por ciento. Contrariamente, las encuestas de El País señalan una pequeña disminución del orgullo ante la transición. Aún así, en el imaginario político-social una visión positiva de la transición es perfectamente compatible con una posible rehabilitación de las víctimas. El 65 por ciento de la población en la encuesta de El País en 2006 cree necesaria investigar más a fondo la guerra civil, lo cual promueve la posibilidad de una rehabilitación, ya que la sociedad quiere conocer mejor las facetas de la guerra civil y con ello el origen de las reclamaciones de las víctimas. Esto contrasta con las reclamaciones por las agrupaciones por la memoria histórica, que entienden la falta de reconocimiento de las víctimas como un fracaso de la transición. Ya hemos visto cómo durante la misma transición fue compatible una apreciación positiva de los valores de paz y orden, garantizados por el franquismo, con una visión crítica hacia la represión y la falta de libertades de aquel régimen, lo cual, a su vez contrastaba con las reclamaciones del ciclo de exhumaciones de la transición, que, al evocar la historia de víctimas y verdugos, socavaban la idea de paz y reconciliación. Asimismo, aunque la posición de El País se alinea con la estrategia política del PSOE, el tema de las víctimas y con ello la rotura del pacto tácito de no instrumentalizar el pasado, no se introduce hasta finales de 2000, año en que se constituyó la ARMH y con ello la demanda social por el reconocimiento de las atrocidades de la guerra civil, y no en el 1993, cuando el PSOE cambió su estrategia para combatir al PP.

94

8 HACIA UNA CESURA EN CUANTO AL TRATO DE LA MEMORIA DE LA GUERRA CIVIL Para delimitar las diferentes etapas en el trato de la memoria del pasado represivo en España, habrá que preguntarse primero, ¿qué significa exactamente ‘pacto del olvido’? En el capítulo ya he mencionado partes de la discusión acerca la existencia de tal pacto. Por mi parte, he señalado, que aunque tal vez no se puede hablar de un verdadero pacto, ya que durante los años sí se ha estudiado el periodo represivo y también se adoptaron ciertas medidas para rehabilitar a las víctimas, es importante la sensación extendida de la existencia del pacto. Paloma Aguilar habla de un pacto ‘latente’ de no tratar las partes más dolorosas del pasado represivo y en especial de la guerra civil. Se trata de un pacto político-social, que no tiene por qué mantenerse en el ámbito académico de la escritura histórica. Si hablamos de la rotura del pacto, pues tampoco se refiere al momento en que se empiezan a publicar libros de historia que estudian con más atención ese pasado, sino al momento en que socialmente o políticamente se vuelve a tocar el tema. La apertura social puede o no coincidir con la escritura histórica o con el debate político. En este caso, señalaré cómo la rotura social del pacto del olvido viene cuando las asociaciones que se ocupan de las fosas comunes de la guerra civil empiezan a aprovechar la apertura política acerca el tema y reclama la rehabilitación amplia de las víctimas de la guerra a partir del 2000. La producción histórica acerca las víctimas de la guerra ya empezó con anterioridad, pero a la vez conoce un fuerte impulso tras las reclamaciones sociales. El estudio de Paloma Aguilar de 1996292 que toma como objeto de estudio el recuerdo de la guerra civil durante la transición y el estudio Víctimas de la guerra civil293, coordinado por Santos Juliá, publicado en el 1999, son ambos publicaciones pioneras en cuanto a enfocar singularmente en la memoria (en el caso de Paloma Aguilar) o en las víctimas. Asimismo, Alberto Reig Tapia ya publicó su estudio Ideología e historia. Sobre la represión franquista y la guerra civil en 1986, y en 1979 ya se publicaron los tomos de Ronald Fraser, Recuérdalo tú y recuérdalo a otros. Historia oral de la guerra civil española294, el mismo año en que Ian Gibson publicó el libro en el que reconstruye minuciosamente los últimos días y el asesinato de Federico García Lorca295.296 A parte de los libros que relatan específicamente el horror de las víctimas, claro está que hay un sin fin de publicaciones, extendido por todo el periodo democrático, que estudian otras facetas de la guerra civil y del franquismo, muchos de ellos estudios empíricos locales. En toda la colección de publicaciones de la democracia, no son la guerra civil y la inmediata posguerra los periodos menos estudiados, sino la última etapa del franquismo, denominada como los años de desarrollo. Otro aspecto discutido a raíz del debate acerca la memoria histórica y el ‘pacto del olvido’ es el conocimiento lamentable de los jóvenes acerca el periodo franquista. No obstante, en las diferentes 292

Paloma Aguilar, Memoria y olvido de la Guerra Civil española (Madrid 1996). Santos Juliá (coord.) y otros, Víctimas de la guerra civil (Madrid 1999). 294 Ronald Fraser (trad. Jordi Beltran), Recuérdalo tú y recuérdalo a otros. Historia oral de la guerra civil española, I y II, (Barcelona 1979). 295 Ian Gibson, Granada, 1936. El asesinato de García Lorca (Madrid 1979, 5ª edición 1980). 296 Aunque Gibson y Fraser son historiadores ingleses, y nada tienen que ver con la existencia de un posible pacto del olvido, es importante aquí el hecho de que estos estudios también fueron traducidos y publicados en España y accesibles para el público español. 293

95

encuestas para evaluar la valoración del pasado franquista, son las generaciones más jóvenes las que mantienen una posición más crítica ante el régimen y la transición. Así se desvela, que cuando hablamos de un ‘pacto del silencio’, no se refiere al conocimiento de las importantes líneas de la historia reciente, sino que se quiere apuntar el velo de silencio y el miedo que persisten entre las víctimas y los testigos directos de aquellos horrores. Cuando se reclama romper el pacto de silencio, se reclama reconocer públicamente y socialmente el sufrimiento de esta gente. Por lo tanto, no se trata de una recuperación de la ‘memoria histórica’ en términos estrictos, sino de una apertura a relatar las historias personales para avivar la memoria colectiva. No es que no se sepa qué pasó, sino que se reclama un espacio memorizador colectivo que acoja también las historias personales dentro del marco histórico. Los diferentes estudiosos han estipulado diferentes momentos de cesura para responder a la pregunta cuándo se rompió definitivamente ese ‘pacto del olvido’. En el capítulo cinco, he detallado la tesis de Paloma Aguilar, en la que ubica un momento de inflexión en el 1993, cuando el PSOE empezó una campaña desesperada contra el PP tras la instrumentalización del pasado, temiendo por primera vez que pudiera perder las elecciones. Otra gente, entre ellos Julio Aróstegui, pone la cesura en el 1996, con el 60º aniversario de la guerra civil. Según Aróstegui, fue entonces cuando regresaron ciertos argumentos que se creían olvidados, ligados a la idea de dos Españas enfrentadas. Sin embargo, tras el estudio de prensa en cuanto a las conmemoraciones en los editoriales, no se encontró ninguna referencia especial para los 60 años del comienzo de la guerra civil. Si miramos el año anterior y la conmemoración del 20º aniversario de la muerte de Franco, sí destaca la afirmación en el editorial de El País de que ‘la identificación con uno u otro partido es decisiva en la valoración retrospectiva del franquismo y que, por ejemplo, tan sólo el 7% de los votantes del PP tienen una opinión negativa de dicho periodo’297, lo cual podría entenderse tras la nueva estrategia opositora del PSOE, como expone Aguilar. No obstante, aún no se atreve hacer ese tipo de ‘acusaciones’ con la conmemoración del 18-J, que con más fuerza evoca el recuerdo de la ‘guerra fratricida’, ni tampoco se hace referencia directa a los horrores de la guerra civil. Ángeles Egido León toma como punto de partida el 1999, cuando se celebraron los 60 años del final de la guerra.298 Para comprobar la importancia de esta fecha, he buscado las relaciones en El País, pero los editoriales no hacen especial referencia a la importancia de dicha fecha. A pesar de las diferentes fechas, sí podemos extraer de las cesuras indicadas que por lo menos tenemos que empezar a hablar de un cambio en cuanto al tratamiento del pasado a finales de los años 90, y, se podría combinar las diferentes tesis, asumiendo que las conmemoraciones de los 20 años del 20-N y el 60º aniversario del 18 de julio, fueron inspirados por el cambio en el mensaje manifestado por el PSOE a partir del 1993. La tesis de Aguilar, en la que enlaza el cambio del turno político con la apertura del debate también es muy importante a considerar, cuando miramos la época democrática en su totalidad. Es muy llamativo que el periodo en que gobernó el PSOE, que va de 1982 a 1996, coincide con la etapa 297

Editorial, ‘A 20 años del 20-N’, El País, 19 de noviembre de 1995, 12. Ángeles Egido León, ‘La historia y la gestión de la memoria. Apuntes para un balance’, Hispania Nova.Revista de historia contemporánea, 2006, 6, s.n. Consultado en http://hispanianova.rediris.es. 298

96

en que se consolidó el ‘pacto del silencio’. No obstante, también hay que considerar el efecto del nuevo mensaje del PSOE en la sociedad. Con la reelección del Partido Popular en 2000, ahora con mayoría absoluta, la estrategia opositora del PSOE no parece haber tenido mucha repercusión. Fue después, cuando el PP se hizo menos popular y la apertura en el debate acerca el pasado represivo fue aprovechado por agrupaciones sociales que ahora empiezan a reclamar una revisión del pasado y la rehabilitación y el reconocimiento de sus víctimas. El término ‘pacto del olvido’ refiere más directamente a un pacto que se explicitó entre dirigentes políticos, ya que el ‘pacto’ es la acción o el efecto de ‘pactar’, que a su vez es ‘decidir dos o más personas una cosa en la que están todos conformes que todas se comprometen a cumplir’299. Pero, en este estudio se ha señalado que el silencio por parte de la sociedad no se alinea sin costura con aquel pacto. Durante los años de la transición, mientras ya existía un pacto por no tratar las atrocidades de la guerra, sí hubo un fuerte movimiento social por conocer la verdad histórica y reparar las injusticias. Este movimiento no cesó hasta que con el 23-F se vio que las cosas iban demasiado aprisa para ciertos estratos de la sociedad y cabía más prudencia para evitar un nuevo enfrentamiento civil. Aguilar defiende la hipótesis de que los recuerdos se activan por asociación. Durante el proceso de la transición se activó la memoria de la guerra civil porque las instituciones democráticas recordaron al periodo fracasado de la guerra civil y se quería hacer todo para que no se volvieran a hacer los mismos errores. No obstante, es con el 23-F que la asociación de ideas se hace tan realista, que no solamente vuelve el recuerdo, sino también el miedo inculcado por la represión franquista. Es entonces cuando el pacto latente de las élites políticas, se asume también por la sociedad española en su totalidad. O sea, que hasta no se evidencia la necesidad de tal pacto, no fue aceptado por la sociedad entera. En este último caso, podríamos entender la palabra ‘pactar’ por su segundo significado, el de ‘contemporizar’: tratar de acomodarse al carácter o a la manera de actuar de una persona o de un gobierno, para evitar un choque o un conflicto.300 En cuanto a la rotura del pacto ocurre algo similar. Mientras que políticamente se habla de una rotura en el 1993, socialmente no se empieza a reclamar la necesidad de una nueva política de la memoria hasta finales del 2000, cuando la asociación de ideas es forzada por la evidencia del paraje de fosas comunes. La rotura política concierne la vuelta sobre los lazos del PP con el franquismo, pero con la rotura social se remueve la época de la guerra civil. Con ello, se pide una nueva política de la memoria y la mirada crítica se vuelve sobre la transición, aquél proceso que no reparó las deudas con la historia. Por otra parte también es cierto que con la mayoría absoluta del Partido Popular, la estrategia del PSOE de asociar a dicho partido con el franquismo se hace más efectivo, y llega a tener más apoyo social. La siguiente anécdota me llegó en el 2002 a través de varios correos electrónicos circulares: ‘Se dice que un día Franco resucitó y se encontró con el capellán del Valle de los Caídos. El capellán franquista, exclama confuso:

299 300

María Moliner, Diccionario de uso del español, versión 2.0, segunda versión (CD-Rom). Ibidem.

97

-¡Milagro! ¡Caudillo! Pero, ¿cómo es posible? -¡Déjate de monsergas¡ y dime, con esto de la democracia, ¿quién manda ahora? -No se preocupe, Su Excelencia, mandan los nuestros. -¿Ah, sí? -Sí, mire: de jefe de Estado, el Rey Juan Carlos I. - Ah! ¿Aquel chiquillo medio tonto que yo mismo eduqué y que incluso juró los principios del Glorioso Movimiento? Muy bien, muy bien. - De Presidente, Aznar... - ¡Muy buen periodista! Del ABC, ¿no? - ¡No, no! El nieto del periodista es quien manda. - ¡Ah! Bueno. Pero, ¿y de portavoz del Gobierno quién está? - Pío Cabanillas. - ¡Muy inteligente! ¡Sí señor! - No, su Excelencia, el hijo. - ¿El hijo dices? Y he oído por ahí arriba que los moros están dando problemas, ¿quién está al cargo? - Rodríguez Miranda. - ¡Hombre! ¡Torcuato! ¡Muy acertado para el cargo! - ¡No, no, no, su Excelencia! El hijo de Torcuato. - ¿Y en Cataluña, a quién tenemos controlando a los polacos? - García Valdecasas. - ¡Un falangista! ¡Bien pensado! - No, su Excelencia. Se trata de su nieta. - ¿Su nieta? ¿Y en las Vascongadas, a quién habéis puesto? - A Mayor Oreja. - ¡Hombre, mi fiel Marcelino! - No, su Excelencia, el sobrino. - ¿El sobrino? Y en Galicia, dime: ¿a quién tenemos en Galicia? - A Fraga. - ¿El nieto? - No... ¡Él mismo!’

El chiste anecdotario pone a los diferentes dirigentes en una línea con los dirigentes franquistas y evoca la idea de que la transición no supuso ninguna ruptura con el pasado. Claro está que se omite en esta asociación de ideas todo el periodo de gobernación del PSOE. Pues, si hablamos del ‘pacto del olvido’ en términos estrictamente políticas, podemos abarcar el periodo desde la Ley de Amnistía de 1977 hasta la rotura del pacto por el PSOE en 1993, tal como señala Paloma Aguilar. Sin embargo, si hablamos de las consecuencias de esa política de la memoria (o más bien la falta de una política de la memoria) es más preciso abarcar el periodo que va desde el 1981 hasta finales del 2000, cuando con la apertura de las fosas comunes, se empieza a reconocer y reparar el silencio que sigue existiendo en los hogares de los españoles. Las reclamaciones sociales han ido más allá de las intenciones políticas del PSOE, y señala que no solamente hay una diferencia temporal, sino también en cuanto al contenido. Mientras políticamente se acordó no utilizar el pasado como estrategia política, socialmente el pacto del olvido significó volver a la consigna de ‘callar y olvidar’ y se convirtió en un verdadero ‘clima’ de silencio. Esto quiere decir que para las víctimas, en el ámbito personal, realmente no hubo ruptura con el pasado. Lo último no fue un pacto político explícito e intencional, sino una consecuencia involuntaria del pacto político. Durante la transición coexistían el llamado pacto político y las demandas sociales por la rehabilitación de las víctimas. Es el golpe de estado que paralizó a la sociedad y entonces el pacto político parecía también tener una consigna social. Como ya dije anteriormente, sin el golpe del 23-F, hubiera sido posible llegar a un

98

reconocimiento social por las víctimas desde abajo. Hoy, se confunde el velo de silencio que hubo en la sociedad con el pacto político de no instrumentalizar el pasado. También se confunde la historia con la memoria. Es más, con la denuncia ante el silencio y el miedo a hablar existentes en la sociedad, se confunde la falta de una política por la memoria con la intencionalidad de no permitir la memoria. Con ello hasta vio la luz una teoría conspiradora que entiende el golpe de Tejero como un golpe organizado para fracasar y así legitimar para siempre el proceso de la transición y la soberanía del Rey, tras el miedo de la sociedad a un nuevo enfrentamiento civil. Es importante hacer esta diferenciación entre el pacto político y el silencio en el colectivo español. Con el presente ciclo de exhumaciones, generalmente se busca la causa (y la culpa) del silencio en el pacto del olvido, o sea, una acción política, en vez de buscar la causa en la falta de acción política ante el real alcance del impacto social del 23-F. Se dibuja una relación de causalidades compleja, porque, el pacto político se rompió tras la nueva estrategia opositora del PSOE en 1993, mientras que el ‘pacto social’ se rompió tras las peticiones de las asociaciones por la recuperación de la memoria histórica, inculpando al pacto político (aunque políticamente ya se había roto). Para ellos, el pacto político, dándolo un nuevo contenido, sigue existiendo mientras no se haya levantado el velo de silencio sobre la sociedad. En cuanto al origen de la demanda social no se puede, sin embargo, señalar un lazo originario directo con la rotura del pacto político por el PSOE. La nueva estrategia política del PSOE puede haber sido favorable para el interés mediático que tuvo el ciclo de exhumaciones, pero no lo impulsó. Además, como ya señalé anteriormente, el PSOE se había vuelto sobre el pasado dictatorial, mientras con la evidencia de las fosas comunes se recuerda la guerra civil y se evoca la experiencia democrática de la II República. Tercero, el movimiento social pide revisar ciertos acuerdos de la transición, culpando entre otros al PSOE por no haber tomado sus responsabilidades. Es también a partir del 2000 cuando en el ámbito político se empiezan a presentar las proposiciones no de ley que se refieren a las víctimas de la guerra, reclamando la necesidad de reparar el sufrimiento y pidiendo una condena unánime del franquismo.

99

9. CONCLUSIÓN FINAL En este estudio he tratado de analizar el peso de la demanda social en la apertura del debate acerca la memoria histórica de la guerra civil y con ello en la rotura del ‘pacto del olvido’. Se ha querido precisar los rasgos únicos de la demanda social actual, tomando el último ciclo de exhumaciones como estudio de caso y contrastándolo con el penúltimo ciclo de exhumaciones de la transición. Así se quiere conocer cuáles son las diferencias y las semejanzas entre los trabajos en cuanto a la búsqueda de las fosas comunes de la guerra civil española durante la transición y a partir del 2000. De todas las organizaciones y asociaciones para la recuperación de la memoria histórica, el movimiento por las fosas comunes se centra más explícitamente en las víctimas y con ello alude más directamente a los sucesos de la guerra civil. Tras la comparación se puede señalar una diferencia importante en cuanto al discurso de los principales actores de las diferentes épocas. Este discurso diferente refleja la diferencia en generación y con esto en el tiempo vivido. En el segundo capítulo señalé la utilidad del concepto de Kansteiner, que propone un análisis a partir del triángulo entre el objeto de la memoria, el hacedor de la memoria y el consumidor de la memoria y sus representaciones, dejando de lado la eterna discusión en cuanto a los términos complejos acerca la memoria social, colectiva o histórica. Con ello, suscribo que el más importante en este triángulo es el hacedor de la memoria, ya que la necesidad de (en este caso) recuperar esa memoria está directamente ligada a su identidad. Para poder definir mejor al grupo de los hacedores de la memoria, se ha utilizado la teoría generacional de Schumann y Scott. Esta teoría a la vez permite precisar la suposición de la importancia del relevo generacional en el surgimiento de la demanda social. En este estudio no interesa la realidad del pasado, sino la concepción que se tiene de él en la sociedad actual, la cual está directamente ligada con la experiencia política de la generación en su adolescencia. He señalado cómo en ambos periodos de exhumaciones, las reclamaciones sociales tras el encuentro físico con el pasado traumático se oponen al ideario político-social más generalizado. Con el tema de las fosas comunes se abre directamente la tensión entre víctima y verdugo y con ello recuerda a la antigua idea de las dos Españas. Esta idea se opone radicalmente al concepto de la reconciliación y del nunca más de la transición, que pervive hasta hoy. Estos últimos conceptos originan en el discurso emitido por el franquismo en el segundo periodo de la dictadura, después de la celebración de los 25 Años de paz, y, durante la transición se sellaron con la Ley de Amnistía de 1977. Aunque los movimientos que se ocupan de las exhumaciones de las fosas de la guerra civil también hacen del nunca más su bandera, para ellos esta idea es perfectamente compatible con una lectura detallada del pasado traumático. Durante la transición, cuando el nuevo equilibrio político aún era muy frágil, solamente el hablar de aquellas atrocidades más duras ya levantaba discusiones incómodas. No obstante, ahora, se acepta la rehabilitación moral de las víctimas tras el conocimiento público de los hechos, pero aún no se aceptan las implicaciones judiciales que esto supone. Con ello, sí se ha empezado a tocar, con reservas, el tema de la guerra civil, pero no se quiere tocar el modelo de la transición.

100

Los objetivos y el discurso acerca las exhumaciones no ha cambiado mucho en ambos periodos. En vez de señalar diferencias, es más importante señalar el aspecto nuevo que se ha añadido y se ha superpuesto al discurso de la transición. Aunque se siga hablando del nunca más, el principal acicate del reciente ciclo de exhumaciones ha venido a ser el de denunciar y romper con el ‘pacto del olvido’. Ideológicamente se quiere rescatar el recuerdo de la experiencia de la II República, esquivado con tanta prudencia durante la misma transición. Como afirma Pablo Sánchez, existe la idea de que en la memoria que de los muertos se haga, se está jugando el propio futuro. Con ello, en términos éticos, el foco se mueve de las responsabilidades de los vivos frente a los muertos hacia los derechos de los vivos y el (ab)uso de la memoria, que ya no es la de los muertos, sino la de las generaciones presentes. Y más que un derecho, el último ciclo de exhumaciones, lo ha venido a llamar un deber político. Sin embargo, la pretensión de armar sobre la transición, para muchos ‘sagrada’, una interpretación alternativa viene a chocar con el peso de los consensos de aquel proceso. Este nuevo aspecto en el discurso acerca la necesidad de desenterrar físicamente y simbólicamente a los muertos de la guerra civil, está estrechamente ligado con el origen del pensamiento de la generación protagonista. He señalado cómo, en vez de ser la primera generación desligada de la experiencia de la dictadura, es de hecho la última generación directamente ligada a esa experiencia en el tiempo vivido, ya que en su adolescencia se encontró ante la vuelta de los fantasmas del pasado con el último golpe de estado. Cuando esta generación se hizo políticamente consciente, lo primero que experimentó fue la limitación del proyecto democrático ante esos fantasmas. Una falta, que ahora se quiere reparar. Las reclamaciones que surgieron tras el reciente ciclo de exhumaciones van mucho más allá de la destacada apertura política tras la nueva estrategia opositora del PSOE. Con la nueva línea de oposición, el PSOE empezó a tocar el pasado alineando al PP con el pasado franquista, mientras que con la apertura de fosas comunes se ha empezado a tocar la historia traumática de la guerra civil. Asimismo, las demandas sociales reflejan la idea de que no hubo rotura con el pasado, inculpando la transición, y esto sí concuerda con el enlace entre el PP y el franquismo, que evoca la sensación de la falta de una rotura. En cuanto a la demanda social tras la apertura de fosas comunes podemos decir que se trata de una cuestión demasiada delicada para que pueda existir tal petición sin la existencia de una apertura política en dicha dirección. Con el ciclo de la transición he señalado cómo el movimiento empezó tras el reconocimiento de las pensiones de las viudas de ‘desaparecidos’ y cómo se cerró casi de inmediato con la vuelta del miedo a nuevas repercusiones con el golpe de estado de Tejero. También el reciente ciclo de exhumaciones empezó a formarse cuando políticamente ya se había retocado el tema. No olvidemos que el periodista Emilio Silva primeramente ya volvió a su pueblo natal para hacer un reportaje sobre la guerra civil, lo cual señala que ya hubo un cierto interés por el tema, antes de encontrarse con las fosas comunes. Aún así, el estudio de prensa señala que el enorme apoyo social acerca la necesidad de recuperar la memoria de aquel pasado, y en este caso no hablo de reparaciones judiciales, se ve empujado por las reclamaciones de la ARMH. Así, la apertura política y la demanda

101

social conocen una influencia recíproca. Aunque, en este caso, vemos que el segundo necesita el marco del primero. Cabe resaltar que las demandas por los movimientos por la recuperación de la memoria histórica no convergen con lo que es socialmente aceptado. Los actores de los movimientos, aparte de una rehabilitación moral, reclaman también la reparación judicial y con ello quieren revisar el proceso de la transición. No obstante, generalmente existe un orgullo muy grande ante el proceso de la transición y solamente se cree necesaria una reparación moral de las víctimas de ambos bandos por parte de la democracia. Se constata una fricción entre el triángulo mnemónico de Kansteiner. Mientras que el objeto de la memoria y el consumidor de la memoria se centran solamente en el recuerdo de los hechos de la guerra civil, el hacedor de la memoria quiere utilizar esa memoria para su propio proyecto de futuro. Visto esta diferencia en los motivos y las pretensiones entre el hacedor de la memoria y el consumidor de memoria, el rasgo único del presente ciclo de exhumaciones, no viene a explicar su enorme repercusión social. Tampoco basta explicar la situación actual en España solamente con la situación política interna. Por que, aunque se necesita un marco de apertura política acerca el tema de la guerra civil, el contenido de la demanda social no coincide con el de la apertura política. Queda entonces un solo punto que destaca en la comparación de ambos movimientos: el interés enorme por el reciente ciclo de exhumaciones de la prensa internacional y de los actores políticos internacionales, gubernamentales y no gubernamentales. También en el discurso de las asociaciones y de El País abunda la comparación del caso español con la política internacional. Aquí los estudiosos muchas veces señalan la coincidencia con la detención del general Pinochet en octubre del 1998 a petición del juez español Baltasar Garzón. El estudio de prensa ha señalado, sin embargo, que en el discurso acerca la ‘memoria histórica’ en España se aluda más a la situación en la antigua Yugoslavia. Unos utilizan el caso para defender el modelo de la transición, señalando que evitó un nuevo enfrentamiento civil. Otros utilizan el caso de Yugoslavia para respaldarse en la condena internacional de la guerra yugoslava y la instalación del tribunal penal internacional en La Haya. El contexto internacional en esta cuestión es un factor muy poco estudiado, que merece más atención. Si asumimos la tesis de Paloma Aguilar en la que subraya que la memoria histórica se activa por la asociación de ideas, sería interesante analizar el efecto de la guerra civil en Yugoslavia en la memoria colectiva de los españoles. Las escenas feroces de aquella guerra nos han llegado a todos a través de los medios de comunicación y es muy probable que haya activado la memoria de las atrocidades de la guerra civil española. La influencia de la guerra de los Balcanes, se entiende como el ‘efecto de periodo’, señalado en el capítulo segundo, y sobrepasa el efecto generacional. Julio Aróstegui escribe que está claro que la memoria de la reconciliación se ha sustituido por la nueva memoria de la restitución o de la reparación.301 Recordemos que el ideario político de la reconciliación y del nunca más origina en la celebración de ‘Los 25 años de paz’, la cual a su vez fue impulsada tras la necesidad de una nueva imagen para la colaboración internacional. Pues, si la 301

Julio Aróstegui, ‘Traumas colectivos y memorias generacionales’, 80.

102

memoria anterior fue impulsada tras el marco internacional, es necesario estudiar también con más atención la influencia del contexto internacional en la nueva memoria. En este estudio se ha señalado que no exactamente se trata de una sustitución del discurso del nunca más, sino que se mantiene el mismo discurso del ciclo de exhumaciones anterior, al que se ha añadido la reclamación por una historia alternativa de la transición. Paloma Aguilar termina las conclusiones de su estudio Memoria y olvido de la guerra civil española, subrayando que el recurso al silencio ‘favoreció que la transición española se convirtiera en el mito fundacional básico de la democracia y que su recuerdo llegara a constituir un recurso político de gran importancia’302. Pues, es lógico que la rotura de aquel silencio también supone una nueva lectura del mito fundacional. Con los 25 años de paz, el cambio del mito fundacional del franquismo supuso un nunca más ante aquel mito, o sea la guerra civil. Ahora, del mismo modo, se reclama un nunca más ante el ‘pacto del olvido’.

302

Paloma Aguilar, Memoria y olvido de la guerra civil española, 361.

103

10. ANEXOS 10.1 Cronología de fechas básicas en el debate acerca la memoria histórica 1931:

1 de abril

Proclamación de la II República

1934:

octubre

Huelga general en Asturias (Revolución de Octubre)

1936:

16 de febrero

El Frente Popular gana las elecciones

18 de julio

Golpe militar que desemboca en la guerra civil española

noviembre

Decreto 67 sobre la desaparición de personas que permite la inscripción de los desaparecidos en los juzgados

1937:

26 de abril

Bombardeo de Guernica

1939:

1 de abril

Final oficial de la guerra civil y la victoria de las tropas nacionales

1946:

Condena oficial del régimen franquista por las Naciones Unidas

1955:

14 de diciembre Admisión de España en las Naciones Unidas

1964:

1 de abril

1975:

20 de septiembre Últimas ejecuciones por el régimen franquista

1975:

20 de noviembre Muere el dictador general Francisco Franco, sucedido por Juan Carlos I

1976:

julio

Dimisión Arias Navarro, sucedido por Adolfo Suárez

1976:

octubre

Formación del partido ‘neofranquista’ Alianza Popular

1977:

junio

Primeras elecciones tras la dictadura, ganadas por la Unión de Centro Democrático (UCD) que forma la Legislatura Constituyente de 1977 - 1979

15 de octubre

Ley de Amnistía (Ley 46/1977)

25 de octubre

Pactos de la Moncloa

1978:

6 de diciembre

Constitución Española fue aprobada tras un referéndum

1979:

1 de marzo

Elecciones generales y locales Alianza Popular se presenta bajo el nombre de Coalición Democrática (CD) I legislatura de España - UCD (1979-1982)

Celebración de los ‘25 años de Paz’

18 de septiembre Ley 5/1979 sobre el reconocimiento de pensiones, asistencia médico farmacéutica y asistencia social a favor de las viudas, hijos y demás familiares de los españoles fallecidos a consecuencia o con ocasión de la pasada guerra civil

1981:

1982:

octubre

Estatutos de Autonomía Vasca y Catalana aprobados tras un referéndum

23 de febrero

Golpe de estado fracasado por los militares Antonio Tejero, Jaime Milans del Bosch y Alfonso Armada

25 de febrero

Leopoldo Calvo-Sotelo es nombrado ministro-presidente (después de la dimisión de Adolfo Suárez en enero)

28 de octubre

Elecciones generales. El PSOE gana diez millones de votos y la mayoría absoluta en el parlamento Coalición Democrática se presenta bajo el nombre Coalición Popular y se concierte tras las elecciones en el primer partido de oposición II Legislatura de España – PSOE (1982 – 1986)

104

1986:

1 de enero

España ingresa en la Comunidad Económica Europea (CEE)

22 de junio

Elecciones generales III Legislatura de España – PSOE (1986 – 1989)

enero

Tras una grave crisis de la vieja Alianza Popular, se produjo la refundación como partido único, constituyéndose el nuevo Partido Popular (PP)

29 de octubre

Elecciones generales IV Legislatura de España – PSOE ( 1989 – 1993)

1990:

abril

José María Aznar sucede a Manuel Fraga como líder del Partido Popular

1993:

6 de junio

Elecciones generales, el PSOE gana con 159 escaños contra 141 del PP V Legislatura de España – PSOE (1993 – 1996)

1996:

3 de marzo

El PP presidido por José María Aznar gana por primera vez las elecciones generales VI Legislatura de España – PP (1996 – 2000)

2000:

12 de marzo

El PP gana las elecciones generales por mayoría absoluta VII Legislatura de España – PP (2000 – 2004)

junio

José Luis Rodríguez Zapatero fue elegido como nuevo secretario general del PSOE

octubre

Creación de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH)

1989:

2002:

2003:

2004:

20 de noviembre Congreso de Diputados condena el golpe de estado de 1936 noviembre

Creación del Foro por la Memoria

agosto

Mariano Rajoy sucede a José María Aznar para ser candidato a la presidencia del gobierno y Secretario General del partido

18 de octubre

Entierro de los ‘13 de Priaranza’, la primera fosa exhumada por la ARMH

6 de diciembre

Homenaje a las víctimas del franquismo por los grupos parlamentarios del Congreso, salvo el PP

14 de marzo

Elecciones generales, ganadas por el PSOE VIII Legislatura de España – PSOE (2004 - )

10 de septiembre Creación de la Comisión Interministerial para el Estudio de la Situación de las Víctimas de la Guerra Civil 2005:

26 de febrero

Baltasar Garzón aboga por la creación de una Comisión de la Verdad en España

marzo

Se quita la estatua ecuestre de Francisco Franco en Madrid

2006:

17 de marzo

Recomendación 1736 de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa en la que se respalda la necesidad de condenar internacionalmente al franquismo y que se acuerdan medidas de ayuda a sus víctimas

2006:

28 de julio

El Consejo de Ministros aprueba la Ley de Memoria Histórica

105

10.2 Fechas de nacimiento de los principales actores involucrados en el movimiento de la Memoria Histórica

106

107

10.3 TEXTO ÍNTEGRO DE LA LEY 46/1977, DE 15 DE OCTUBRE, DE AMNISTÍA De conformidad con la ley aprobada por las Cortes, vengo a sancionar: Artículo Primero. I. Quedan amnistiados: a. b.

c.

Todos los actos de intencionalidad política, cualquiera que fuese su resultado, tipificados como delitos y faltas realizados con anterioridad al día 15 de diciembre de 1976. Todos los actos de la misma naturaleza realizados entre el 15 de diciembre de 1976 y el 15 de junio de 1977, cuando en la intencionalidad política se aprecie además un móvil de restablecimiento de las libertades públicas o de reivindicación de autonomías de los pueblos de España. Todos los actos de idéntica naturaleza e intencionalidad a los contemplados en el párrafo anterior realizados hasta el 6 de octubre de 1977, siempre que no hayan supuesto violencia grave contra la vida o la integridad de las personas.

II. A los meros efectos de subsunción en cada uno de los párrafos del apartado anterior, se entenderá por momento de realización del acto aquel en que se inició la actividad criminal. La amnistía también comprenderá los delitos y faltas conexos con los del apartado anterior. Artículo Segundo. En todo caso están comprendidos en la amnistía: a. b. c. d. e. f.

Los delitos de rebelión y sedición, así como los delitos y faltas cometidos con ocasión o motivo de ello, tipificados en el Código de Justicia Militar. La objeción de conciencia a la prestación del servicio militar, por motivos éticos o religiosos. Los delitos de denegación de auxilio a la justicia por la negativa a revelar hechos de naturaleza política, conocidos en el ejercicio profesional. Los actos de expresión de opinión, realizados a través de prensa, imprenta o cualquier otro medio de comunicación. Los delitos y faltas que pudieran haber cometido las autoridades, funcionarios y agentes del orden público, con motivo u ocasión de la investigación y persecución de los actos incluidos en esta Ley. Los delitos cometidos por los funcionarios y agentes del orden público contra el ejercicio de los derechos de las personas.

Artículo Tercero. Los beneficios de esta Ley se extienden a los quebrantamientos de condenas impuestas por delitos amnistiados, a los de extrañamiento acordados por conmutación de otras penas y al incumplimiento de condiciones establecidas en indultos particulares. Artículo Cuarto. Quedan también amnistiadas las faltas disciplinarias judiciales e infracciones administrativas o gubernativas realizadas con intencionalidad política, con la sola exclusión de la tributarias. Artículo Quinto. Están comprendidas en esta Ley las infracciones de naturaleza laboral y sindical consistentes en actos que supongan el ejercicio de derechos reconocidos a los trabajadores en normas y convenios internacionales vigentes en la actualidad. Artículo Sexto. La amnistía determinará en general la extinción de la responsabilidad criminal derivada de las penas impuestas o que se pudieran imponer con carácter principal o accesorio.

108

Respecto del personal militar al que se le hubiere impuesto, o pudiera imponérsele como consecuencia de causas pendientes, la pena accesoria de separación del servicio o pérdida de empleo, la amnistía determinará la extinción de las penas principales y el reconocimiento, en las condiciones mas beneficiosas, de los derechos pasivos que les correspondan en su situación. Artículo Séptimo. Los efectos y beneficios de la amnistía a que se refieren los cuatro primeros artículos serán en cada caso los siguientes: a.

b. c. d. e.

La reintegración en la plenitud de sus derechos activos y pasivos de los funcionarios civiles sancionados, así como la reincorporación de los mismos a sus respectivos cuerpos, si hubiesen sido separados. Los funcionarios repuestos no tendrán derecho al percibo de haberes por el tiempo en que no hubieren prestado servicios efectivos, pero se les reconocerá la antigüedad que les corresponda como si no hubiera habido interrupción en la prestación de los servicios. El reconocimiento a los herederos de las fallecidos del derecho a percibir las prestaciones debidas. La eliminación de los antecedentes penales y notas desfavorables en expedientes personales, aun cuando el sancionado hubiese fallecido. La percepción de haber pasivo que corresponda, en el caso de los militares profesionales, con arreglo al empleo que tuvieren en la fecha del acto amnistiado. La percepción del haber pasivo que corresponda a los miembros de las fuerzas de orden público, incluso los que hubiesen pertenecido a cuerpos extinguidos.

Artículo Octavo. La amnistía deja sin efecto las resoluciones judiciales y actos administrativos o gubernativos que hayan producido despidos, sanciones, limitaciones o suspensiones de los derechos activos o pasivos de los trabajadores por cuenta ajena, derivados de los hechos contemplados en los artículos primero y quinto de la presente Ley, restituyendo a los afectados todos los derechos que tendrían en el momento de aplicación de la misma de no haberse producido aquellas medidas, incluidas las cotizaciones de la seguridad social y mutualismo laboral que, como situación de asimiladas al alta, serán de cargo del Estado. Artículo Noveno. La aplicación de la amnistía, en cada caso, corresponderá con exclusividad a los jueces, Tribunales y autoridades judiciales correspondientes, quienes adoptarán, de acuerdo con las leyes procesales en vigor y con carácter de urgencia, las decisiones pertinentes en cumplimiento de esta Ley, cualquiera que sea el estado de tramitación del proceso y la jurisdicción de que se trate. La decisión se adoptará en el plazo máximo de tres meses, sin perjuicio de los ulteriores recursos, que no tendrán efectos suspensivos. La amnistía se aplicará de oficio o a instancia de parte con audiencia, en todo caso, del Ministerio fiscal. La acción para solicitarla será pública. Artículo Diez. La autoridad judicial competente ordenará la inmediata libertad de los beneficiados por la amnistía que se hallaren en prisión y dejará sin efecto las ordenes de busca y captura de los que estuviesen declarados en rebeldía. Artículo Once. No obstante lo dispuesto en el artículo noveno, la administración aplicará la amnistía de oficio en los procedimientos administrativos en tramitación y a instancia de parte, en cualquier caso. Artículo Doce. La presente Ley entrará en vigor el mismo día de su publicación en el Boletín Oficial del Estado.

109

Dada en Madrid a 15 de octubre de 1977. - Juan Carlos R. -

El Presidente de las Cortes, Antonio Hernández Gil.

110

10.4 TEXTO ÍNTEGRO DEL PROYECTO DE LEY DE MEMORIA HISTÓRICA PROYECTO DE LEY POR LA QUE SE RECONOCEN Y AMPLIAN DERECHOS Y SE ESTABLECEN MEDIDAS EN FAVOR DE QUIENES PADECIERON PERSECUCIÓN O VIOLENCIA DURANTE LA GUERRA CIVIL Y LA DICTADURA EXPOSICIÓN DE MOTIVOS El espíritu de reconciliación y concordia, y de respeto al pluralismo y a la defensa pacífica de todas las ideas, que guió la Transición, nos permitió dotarnos de una Constitución, la de 1978, que tradujo jurídicamente esa voluntad de reencuentro de los españoles articulando un Estado social y democrático de derecho con clara vocación integradora. El espíritu de la Transición da sentido, de este modo, al modelo constitucional de convivencia más fecundo que los españoles hayamos disfrutado nunca. Y es ese mismo espíritu el que explica también las diversas medidas y derechos que se han ido reconociendo, desde el origen mismo de todo el período democrático, en favor de las personas que, durante los decenios anteriores a la Constitución, sufrieron las consecuencias de nuestra devastadora guerra civil y del régimen dictatorial que la sucedió. Pese a ese esfuerzo legislativo, quedan aún iniciativas por adoptar para dar cumplida y definitiva respuesta a las demandas de esos ciudadanos, planteadas tanto en el ámbito parlamentario como por distintas asociaciones cívicas. Se trata de peticiones legítimas y justas, que nuestra democracia, apelando de nuevo a su espíritu fundacional de concordia, y en el marco de la Constitución, no puede dejar de atender. Es la hora, así, de que la democracia española, y las generaciones vivas que hoy disfrutan de ella, honren y recuperen para siempre a todos los que directamente padecieron las injusticias y agravios producidos, por unos u otros motivos políticos o ideológicos, en aquellos dolorosos períodos de nuestra historia. Desde luego, a quienes perdieron la vida. Con ellos, a sus familias. También a quienes perdieron su libertad, al padecer prisión, trabajos forzosos o internamientos en campos de concentración dentro o fuera de nuestras fronteras. También, en fin, a quienes perdieron la patria al ser empujados a un largo, desgarrador y, en tantos casos, irreversible, exilio. La presente Ley parte de la consideración de que los diversos aspectos relacionados con la memoria personal y familiar, especialmente cuando se han visto afectados por conflictos de carácter público, forman parte del estatuto jurídico de la ciudadanía democrática, y como tales son abordados en el texto. Se reconoce, en este sentido, un derecho individual a la memoria personal y familiar de cada ciudadano, que encuentra su primera manifestación en la Ley en el reconocimiento general que en la misma se proclama en su artículo 2. En efecto, en dicho precepto se hace una proclamación general del carácter injusto de todas las condenas, sanciones y expresiones de violencia personal producidas, por motivos inequívocamente políticos o ideológicos, durante la Guerra Civil, así como las que, por las mismas razones, tuvieron lugar en la Dictadura posterior. Esta declaración general, contenida en el artículo 2, se complementa con la previsión de un procedimiento específico para obtener una Declaración personal, de contenido rehabilitador y reparador, que se abre como un derecho a todos los perjudicados, y que podrán ejercer ellos mismos o sus familiares. Se ha considerado conveniente, dado su importante valor simbólico, atribuir la emisión de estas Declaraciones, que serán publicadas en el Boletín Oficial del Estado, a un Consejo de designación parlamentaria, creado ad hoc, e integrado por personalidades de reconocido prestigio cuya elección se vea respaldada, además, por una mayoría cualificada del Congreso de los Diputados (arts. 3 a 7). En los artículos 8 a 12 se establece el reconocimiento de diversas mejoras de derechos económicos ya recogidos en nuestro Ordenamiento. Y en la Disposición adicional segunda se prevé, en esta misma dirección, el derecho a una indemnización en favor de todas aquellas personas que perdieron la vida en defensa de la democracia, de la democracia que hoy todos disfrutamos, y que no habían recibido hasta ahora la compensación debida. A continuación, se recogen diversos preceptos (arts. 13 a 16) que, atendiendo también en este ámbito una muy legítima demanda de no pocos ciudadanos, que ignoran aún el paradero de sus familiares, prevén medidas e instrumentos para que las Administraciones públicas faciliten, a los interesados que lo soliciten, las tareas de localización, y, en su caso, identificación de los desaparecidos, como una última prueba de respeto hacia ellos. Y ello se hace tratando de atender, con sentido de la ponderación y del equilibrio, los diferentes derechos, intereses, y respetables opciones morales que resultan potencialmente concurrentes al respecto. Se establecen, asimismo, una serie de medidas (arts. 17 y 18) en relación con los símbolos y monumentos conmemorativos de la Guerra Civil o de la Dictadura que sean de titularidad estatal, sustentadas en el principio de evitar toda exaltación del conflicto entre españoles, y en el convencimiento de que los ciudadanos tienen derecho a que así sea, a que los símbolos públicos sean ocasión de encuentro y no de enfrentamiento, ofensa o agravio. El legislador considera de justicia hacer un doble reconocimiento singularizado. En primer lugar, a los voluntarios integrantes de las Brigadas internacionales, a los que se les permitirá acceder a la nacionalidad española sin necesidad de que renuncien a la que ostenten hasta este momento (art. 20); y, también, a las Asociaciones ciudadanas que se hayan significado en la defensa de la dignidad de las víctimas de la violencia política a que se refiere esta Ley, a las que podrá concederse la Gran Cruz del Mérito Civil de tipo colectivo como testimonio de este reconocimiento (art. 21).

111

Con el fin de facilitar la recopilación y el derecho de acceso a la información histórica sobre la Guerra Civil, la Ley refuerza el papel del actual Archivo General de la Guerra Civil Española, con sede en Salamanca, estableciendo que se le dé traslado de toda la documentación existente en otros centros estatales (arts. 22 a 25). En definitiva, la presente Ley quiere contribuir a cerrar heridas todavía abiertas en los españoles y a dar satisfacción a los ciudadanos que sufrieron, directamente o en la persona de sus familiares, las consecuencias de la tragedia de la Guerra Civil o de la represión de la Dictadura. Quiere contribuir a ello desde el pleno convencimiento de que, profundizando de este modo en el espíritu del reencuentro y de la concordia de la Transición, no son sólo esos ciudadanos los que resultan reconocidos y honrados sino también la Democracia española en su conjunto. Y quiere contribuir a ello, por último, con la convicción de que no es tarea de la ley, o de las normas jurídicas en general, fijarse el objetivo de implantar una determinada “memoria histórica”, de que no le corresponde al legislador construir o reconstruir una supuesta “memoria colectiva”. Pero sí es deber del legislador, y cometido de la ley, consagrar y proteger, con el máximo vigor normativo, el derecho a la memoria personal y familiar como expresión de plena ciudadanía democrática. Este es el compromiso al que el texto legal responde. Artículo 1. Objeto de la Ley. La presente Ley tiene por objeto reconocer y ampliar derechos en favor de quienes padecieron persecución o violencia, por razones políticas o ideológicas, durante la Guerra Civil y la Dictadura, promover su reparación moral y la recuperación de su memoria personal y familiar, y adoptar medidas complementarias destinadas a suprimir elementos de división entre los ciudadanos, todo ello con el fin de fomentar la cohesión y solidaridad entre las diversas generaciones de españoles en torno a los principios, valores y libertades constitucionales. Artículo 2. Reconocimiento general. 1. Como expresión del derecho de todos los ciudadanos a la reparación de su memoria personal y familiar, se reconoce y declara el carácter injusto de las condenas, sanciones y cualquier forma de violencia personal producidas, por razones políticas o ideológicas, durante la Guerra Civil, cualquiera que fuera el bando o la zona en la que se encontraran quienes las padecieron, así como las sufridas por las mismas causas durante la dictadura que, a su término, se prolongó hasta 1975. 2. Las razones políticas o ideológicas a que se refiere el apartado anterior incluyen la pertenencia o colaboración con partidos políticos, sindicatos, organizaciones religiosas o militares, minorías étnicas, sociedades secretas, logias masónicas y grupos de resistencia, así como el ejercicio de conductas vinculadas con opciones culturales, lingüísticas o de orientación sexual. Artículo 3. Declaración de reparación y reconocimiento personal. 1. Se reconoce el derecho a obtener una Declaración de reparación y reconocimiento personal a quienes durante la Guerra Civil y la Dictadura padecieron los efectos a que se refiere el artículo anterior. 2. Esta Declaración será de aplicación respecto de las penas y sanciones de carácter personal impuestas durante la Guerra Civil por Juzgados, Tribunales u órganos administrativos de cualquier naturaleza y respecto de todas las ejecuciones llevadas a cabo por cualquier organización o grupo durante el mismo período, siempre que, en uno y otro supuesto, se vinculen, directa o indirectamente, con motivaciones políticas o ideológicas, en los términos del artículo 2.2 de esta Ley. 3. También será de aplicación en relación con las ejecuciones, penas y sanciones de carácter personal que se hubiesen producido tras el fin de la Guerra Civil, cuando hubiesen tenido como objeto la represión o persecución de quienes defendieron la legalidad institucional anterior al 18 de julio de 1936, pretendieron el restablecimiento en España de un régimen democrático o intentaron vivir conforme a opciones amparadas por derechos y libertades hoy reconocidos por la Constitución. En todos los casos, será necesario que los comportamientos en su día enjuiciados o sancionados resulten conformes a los principios y valores constitucionales hoy vigentes. Artículo 4. Tramitación de la solicitud. 1. Tendrán derecho a solicitar la Declaración las personas afectadas y, en su defecto, su cónyuge o persona ligada por análoga relación de afectividad, sus ascendientes, sus descendientes y sus colaterales hasta el segundo grado. 2. Asimismo podrán solicitar la Declaración las instituciones públicas, previo acuerdo de su órgano colegiado de gobierno, respecto de quienes, careciendo de cónyuge o de los familiares mencionados en el apartado anterior, hubiesen desempeñado cargo o actividad relevante en las mismas. 3. Las personas o instituciones previstas en los apartados anteriores dirigirán su solicitud a la Comisión Interministerial a que se refiere la Disposición adicional primera de la presente Ley, en el plazo máximo de un año a partir de la entrada en vigor de esta Ley. 4. La solicitud se acompañará de la documentación que, sobre los hechos y sobre el proceso o procedimiento originario, obre en poder de los solicitantes, así como de todos los antecedentes que se consideren oportunos. 5. La Comisión podrá inadmitir la solicitud por no encontrarse el peticionario en alguno de los supuestos de los apartados 1 y 2 del presente artículo o por haberla formulado fuera de plazo.

112

6. La Comisión, de oficio o a instancia de parte, podrá recabar de las distintas Administraciones públicas y de los órganos judiciales, de acuerdo con la legislación vigente, los documentos o la información que resulten procedentes para resolver. A estos efectos, podrá suspender la tramitación durante un plazo no superior a seis meses. Una vez recibida la documentación o información, la Comisión la pondrá en conocimiento del solicitante para que, en el plazo de veinte días, manifieste lo que considere oportuno. 7. A la vista de la documentación e información aportada, la Comisión, en el plazo máximo de un año a contar desde la presentación de la solicitud, elevará su propuesta al Consejo previsto en el artículo siguiente. Artículo 5. Órgano de resolución. 1. Al objeto de resolver sobre las solicitudes de Declaración a que se refieren los artículos precedentes, se constituye un Consejo integrado por cinco personalidades de reconocido prestigio en el ámbito de las ciencias sociales, elegidas por mayoría de tres quintos del Congreso de los Diputados. 2. Sus miembros no estarán sujetos a mandato imperativo, ni recibirán instrucciones de ninguna autoridad. Desempeñarán sus funciones con autonomía y libertad de criterio, conforme a lo previsto en la presente Ley, y guardarán reserva sobre cuanto conozcan en el ejercicio de aquéllas. No podrán ejercer ningún otro cargo de representación o designación políticas. 3. Cesarán por alguna de las siguientes causas: a) Renuncia b) Finalización de sus funciones c) Fallecimiento o incapacitación sobrevenida d) Haber sido condenado mediante sentencia firme por delito doloso 4. Los miembros del Consejo elegirán de entre ellos a su Presidente. Será Secretario del Consejo, con voz pero sin voto, el que lo sea de la Comisión Interministerial a que se refiere la Disposición adicional primera de esta Ley. 5. El Ministerio de la Presidencia facilitará al Consejo los medios personales y materiales necesarios para su adecuado funcionamiento. Artículo 6. Funciones del Consejo. Corresponden al Consejo las siguientes funciones: a) Resolver, en el plazo máximo de seis meses, las propuestas elevadas por la Comisión Interministerial, emitiendo Declaración favorable o denegándola, en los términos previstos en el artículo siguiente. b) Reclamar de la Comisión Interministerial que complete la información necesaria para pronunciarse antes de emitir la Declaración, y con suspensión del plazo para emitirla. c) Elaborar un informe anual sobre su actividad, que remitirá al Congreso de los Diputados Artículo 7. Contenido de la Declaración. 1. Las Declaraciones de reparación y reconocimiento personal tendrán por único objeto la constatación de que las ejecuciones, condenas o sanciones sufridas son manifiestamente injustas por contrarias a los derechos y libertades que constituyen el fundamento del orden constitucional hoy vigente y son la base de la convivencia de la sociedad. 2. En ningún caso la Declaración a que se refiere este artículo constituirá título para el reconocimiento de responsabilidad patrimonial del Estado ni de cualquier Administración Pública, ni dará lugar a efecto, reparación o indemnización de índole económica o profesional. 3. La Declaración omitirá toda referencia a la identidad de cuantas personas hubiesen intervenido en los hechos o en las actuaciones jurídicas que dieron lugar a las sanciones o condenas. 4. La fórmula de reparación regulada en esta Ley será compatible con cualquier otra ya instada por el interesado y prevista en el ordenamiento jurídico. 5. Las Declaraciones de reparación y reconocimiento personal se publicarán en el Boletín Oficial del Estado para su general conocimiento. Artículo 8. Mejora de las prestaciones reconocidas por la Ley 5/1979, de 18 de septiembre, de reconocimiento de pensiones, asistencia medico-farmacéutica y asistencia social a favor de las viudas, hijos y demás familiares de los españoles fallecidos como consecuencia o con ocasión de la pasada Guerra Civil. 1. Con el fin de completar la acción protectora establecida por la Ley 5/1979, de 18 de septiembre, de reconocimiento de pensiones, asistencia medico-farmacéutica y asistencia social a favor de las viudas, hijos y demás familiares de los españoles fallecidos como consecuencia o con ocasión de la pasada Guerra Civil, se modifican las letras a) y c) del número 2 de su artículo primero, que quedan redactadas como sigue: “a) Por heridas, enfermedad o lesión accidental originadas como consecuencia de la guerra. c) Como consecuencia de actuaciones u opiniones políticas y sindicales, cuando pueda establecerse asimismo una relación de causalidad personal y directa entre la guerra civil y el fallecimiento.” 2. Las pensiones que se reconozcan al amparo de lo dispuesto en el apartado anterior tendrán efectos económicos desde el primer día del mes siguiente a la fecha de entrada en vigor de la presente Ley, siendo de

113

aplicación, en su caso, las normas que regulan la caducidad de efectos en el Régimen de Clases Pasivas del Estado. Artículo 9. Importe de determinadas pensiones de orfandad. 1. La cuantía de las pensiones de orfandad en favor de huérfanos no incapacitados mayores de veintiún años causadas por personal no funcionario al amparo de las Leyes 5/1979, de 18 de septiembre, y 35/1980, de 26 de junio, se establece en 132,86 euros mensuales. 2. A las pensiones de orfandad a que se refiere el presente artículo les será de aplicación el sistema de complementos económicos vigentes y experimentarán las revalorizaciones que establezcan las Leyes de Presupuestos Generales del Estado para cada año. 3. Lo dispuesto en los dos apartados anteriores tendrá efectividad económica desde el primer día del mes siguiente a la fecha de entrada en vigor de la presente Ley, sin perjuicio de las normas que sobre caducidad de efectos rigen en el Régimen de Clases Pasivas del Estado. Artículo 10. Modificación del ámbito de aplicación de las indemnizaciones a favor de quienes sufrieron prisión como consecuencia de los supuestos contemplados en la Ley 46/1977, de 15 de octubre, de amnistía. 1. Con el fin de incorporar supuestos en su día excluidos de la concesión de indemnizaciones por tiempos de estancia en prisión durante la Dictadura, se modifican los apartados uno y dos de la Disposición adicional decimoctava de la Ley 4/1990, de 29 de junio, de Presupuestos Generales del Estado para el año 1990, que quedan redactados como sigue: “Uno. Quienes acrediten haber sufrido privación de libertad en establecimientos penitenciarios o en Batallones Disciplinarios, en cualquiera de sus modalidades, durante tres o más años, como consecuencia de los supuestos contemplados en la Ley 46/1977, de 15 de octubre, y tuvieran cumplida la edad de sesenta años en 31 de diciembre de 1990, tendrán derecho a percibir por una sola vez una indemnización de acuerdo con la siguiente escala: Euros Tres o más años de prisión............................... 6.010,12 Por cada tres años completos adicionales........ 1.202,02 Dos. Si el causante del derecho a esta indemnización hubiese fallecido, y en 31 de diciembre de 1990 hubiera podido tener cumplidos sesenta años de edad tendrá derecho a la misma el cónyuge supérstite, que sea pensionista de viudedad por tal causa o que, aun no teniendo esta condición, acredite ser cónyuge viudo del causante.” 2. Se añade un apartado siete a la Disposición adicional decimoctava de la Ley 4/1990, de 29 de junio de Presupuestos del Estado con la siguiente redacción: “Siete. Quienes se consideren con derecho a los beneficios establecidos en los apartados uno y dos anteriores, ya sean los propios causantes o sus cónyuges supérstites o pensionistas de viudedad por tal causa, deberán solicitarlos expresamente ante la citada Dirección General de Costes de Personal y Pensiones Públicas.” Artículo 11. Tributación en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas de las indemnizaciones a favor de quienes sufrieron privación de libertad como consecuencia de los supuestos contemplados en la Ley 46/1977, de 15 de octubre, de Amnistía. Con efectos desde el 1 de enero de 2005, se añade una nueva letra u) al artículo 7 del texto refundido de la Ley del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, aprobado por el Real Decreto Legislativo 3/2004, de 5 de marzo, que quedará redactada de la siguiente manera: “u) Las indemnizaciones previstas en la legislación del Estado y de las Comunidades Autónomas para compensar la privación de libertad en establecimientos penitenciarios como consecuencia de los supuestos contemplados en la Ley 46/1977, de 15 de octubre, de Amnistía”. Artículo 12. Ayudas para compensar la carga tributaria de las indemnizaciones percibidas desde el 1 de enero de 1999 por privación de libertad como consecuencia de los supuestos contemplados en la Ley 46/1977, de 15 de octubre, de Amnistía. 1. Las personas que hubieran percibido desde el 1 de enero de 1999 hasta el 31 de diciembre de 2004 las indemnizaciones previstas en la legislación del Estado y de las Comunidades Autónomas para compensar la privación de libertad en establecimientos penitenciarios como consecuencia de los supuestos contemplados en la Ley 46/1977, de 15 de octubre, de Amnistía, podrán solicitar, en la forma y plazos que se determinen, el abono de una ayuda cuantificada en el 15 por ciento de las cantidades que, por tal concepto, hubieran consignado en la declaración del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas de cada uno de dichos períodos impositivos. 2. Si las personas a que se refiere el apartado 1 anterior hubieran fallecido, el derecho a la ayuda corresponderá a sus herederos, quienes podrán solicitarla. 3. Las ayudas percibidas en virtud de lo dispuesto en el presente artículo estarán exentas del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas.

114

4. Por Orden del Ministro de Economía y Hacienda se determinará el procedimiento, las condiciones para su obtención y el órgano competente para el reconocimiento y abono de esta ayuda. Artículo 13. Colaboración de las administraciones públicas con los particulares para la localización e identificación de víctimas. 1. Las Administraciones públicas, en el marco de sus competencias, facilitarán a los descendientes directos de las víctimas que así lo soliciten las actividades de indagación, localización e identificación de las personas desaparecidas violentamente durante la guerra civil o la represión política posterior y cuyo paradero se ignore. Lo previsto en el párrafo anterior podrá aplicarse respecto de las entidades que, constituidas antes de 1 de junio de 2004, incluyan el desarrollo de tales actividades entre sus fines. 2. Conforme a su normativa reguladora, podrán arbitrarse subvenciones para contribuir a sufragar los gastos derivados de las actividades contempladas en este artículo. Artículo 14. Mapas de localización. 1. Las Administraciones públicas competentes elaborarán y pondrán a disposición de los interesados a que se refiere el artículo 13, dentro de su respectivo ámbito territorial de actuación, mapas en que consten los terrenos en que se localicen los restos de las personas a las que se refiere el artículo anterior incluyendo la información complementaria disponible sobre los mismos. 2. El Gobierno determinará el procedimiento de elaboración de un mapa integrado que comprenda todo el territorio español, que será igualmente accesible para los interesados y al que se incorporarán los datos que, en los términos que se establezcan, deberán ser remitidos por las distintas Administraciones públicas competentes. 3. Las áreas incluidas en los mapas serán objeto de especial preservación por parte de sus titulares, en los términos que reglamentariamente se establezca. Artículo 15. Autorizaciones administrativas para actividades de localización e identificación. 1. Las Administraciones públicas competentes autorizarán las tareas de prospección encaminadas a la localización de restos de las víctimas referidas en el apartado 1 del artículo 13, de acuerdo con la normativa sobre patrimonio histórico. 2. Las Administraciones públicas, en el ejercicio de sus competencias, establecerán el procedimiento y las condiciones en que los descendientes directos de las víctimas referidas en el apartado 1 del artículo 13, o las entidades que actúen en su nombre, puedan recuperar los restos enterrados en las fosas correspondientes, para su identificación y eventual traslado a otro lugar. 3. En cualquier caso, la exhumación se someterá a autorización administrativa por parte de la autoridad competente, en la que deberá ponderarse especialmente la existencia de oposición por cualquiera de los descendientes directos de las personas cuyos restos deban ser trasladados. A tales efectos, y con carácter previo a la correspondiente resolución, la administración competente deberá dar adecuada publicidad a las solicitudes presentadas, comunicando en todo caso su existencia a la Administración General del Estado para su inclusión en el mapa referido en el apartado primero del artículo anterior. 4. Los restos que hayan sido objeto de traslado y no fuesen reclamados serán inhumados en el cementerio correspondiente al término municipal en que se encontraran, a cargo de los solicitantes de la exhumación. Artículo 16. Acceso a los terrenos afectados por trabajos de localización e identificación. 1. La realización de las actividades de localización y eventual identificación o traslado de los restos de las personas referidas en el apartado 1 del artículo 13 se constituye en fin de utilidad pública e interés social, a los efectos de permitir, en su caso y de acuerdo con los artículos 108 a 119 de la Ley de Expropiación Forzosa, la ocupación temporal de los terrenos donde deban realizarse. 2. Para las actividades determinadas en los apartados anteriores, las administraciones autorizarán, salvo causa justificada de interés público, la ocupación temporal de los terrenos de su titularidad por parte de los descendientes directos de las víctimas o de las organizaciones que asuman su realización. 3. En el caso de terrenos de titularidad privada, los descendientes, o las organizaciones legitimadas de acuerdo con el apartado anterior, deberán solicitar el consentimiento de los titulares de derechos afectados sobre los terrenos en que se hallen los restos. Si no se obtuviere dicho consentimiento, las Administraciones públicas podrán autorizar la ocupación temporal, siempre tras audiencia de los titulares de derechos afectados, con consideración de sus alegaciones, y fijando la correspondiente indemnización a cargo de los ocupantes. Artículo 17. Símbolos y monumentos públicos. Los órganos que tengan atribuida la titularidad o conservación de los monumentos, edificios y lugares de titularidad estatal, tomarán las medidas oportunas para la retirada de los escudos, insignias, placas y otras menciones conmemorativas de la Guerra Civil, existentes en los mismos, cuando exalten a uno sólo de los bandos enfrentados en ella o se identifiquen con el régimen instaurado en España a su término. Lo previsto en el párrafo anterior no será de aplicación cuando concurran razones artísticas, arquitectónicas u otras de interés general que lo hagan improcedente. En estos casos, podrá considerarse, de acuerdo con las circunstancias, la forma de dar testimonio de homenaje y recuerdo a todas las víctimas de la Guerra Civil.

115

Artículo 18. Valle de los Caídos. 1. El Valle de los Caídos se regirá estrictamente por las normas aplicables con carácter general a los lugares de culto y a los cementerios públicos. 2. En ningún lugar del recinto podrán llevarse a cabo actos de naturaleza política ni exaltadores de la Guerra Civil, de sus protagonistas, o del franquismo. 3. La Fundación gestora del Valle de los Caídos incluirá entre sus objetivos honrar la memoria de todas las personas fallecidas a consecuencia de la Guerra Civil de 1936-1939 y de la represión política que la siguió, con el objeto de profundizar en el conocimiento de ese período histórico y en la exaltación de la paz y de los valores democráticos. Artículo 19. Edificaciones y obras públicas realizadas mediante trabajos forzosos. Conforme a su normativa reguladora, las Administraciones públicas podrán prever subvenciones para la confección de censos de edificaciones y obras públicas realizadas por miembros de los Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores, así como por prisioneros en campos de concentración, Batallones de Trabajadores y prisioneros en Colonias Penitenciarias Militarizadas. Artículo 20. Concesión de la nacionalidad española a los voluntarios integrantes de las Brigadas Internacionales. 1. Con el fin de hacer efectivo el derecho que reconoció el Real Decreto 39/1996, de 19 de enero, a los voluntarios integrantes de las Brigadas Internacionales que participaron en la guerra civil de 1936 a 1939, no les será de aplicación la exigencia de renuncia a su anterior nacionalidad requerida en el artículo 23, letra b, del Código civil, en lo que se refiere a la adquisición por carta de naturaleza de la nacionalidad española. 2. Mediante Real Decreto aprobado por el Consejo de Ministros, se determinarán los requisitos y el procedimiento a seguir para la adquisición de la nacionalidad española por parte de las personas mencionadas en el apartado anterior. Artículo 21. Reconocimiento a las Asociaciones de víctimas. El Gobierno, mediante Real Decreto acordado en Consejo de Ministros, podrá conceder la Gran Cruz del Mérito Civil de tipo colectivo a las Asociaciones, Fundaciones y Organizaciones que se hayan destacado en la defensa de la dignidad de las víctimas de la violencia política a que se refiere esta Ley y en la contribución a la recuperación de la memoria histórica. Artículo 22. Creación del Centro Documental de la Memoria Histórica. 1. De conformidad con lo previsto en la Ley 21/2005, de 17 de noviembre, se constituye el Centro Documental de la Memoria Histórica, con sede en la ciudad de Salamanca. 2. Son funciones del Centro Documental de la Memoria Histórica: a) Mantener y desarrollar el Archivo General de la Guerra Civil Española, y proceder a la actualización de las técnicas para su uso y conservación. b) Recuperar, reunir, organizar y poner a disposición de los interesados, los fondos documentales y las fuentes secundarias que puedan resultar de interés para el estudio de la Guerra civil, la dictadura franquista, la resistencia guerrillera contra ella, el exilio, el internamiento de españoles en campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial y la transición. c) Fomentar la investigación histórica sobre la Guerra civil, el franquismo, el exilio y la transición, y contribuir a la difusión de sus resultados. d) Impulsar la difusión de los fondos del Centro, y facilitar la participación activa de los usuarios y de sus organizaciones representativas. 3. La estructura y funcionamiento del Centro Documental de la Memoria Histórica se establecerá mediante Real Decreto acordado en Consejo de Ministros. Artículo 23. Archivo General de la Guerra Civil Española. 1. Los documentos originales, o copias fidedignas de los mismos, referidos a la Guerra Civil de 1936-1939 y a la represión política subsiguiente sitos en Archivos, Museos o Bibliotecas de titularidad estatal, se integrarán en el Archivo General de la Guerra Civil Española, de titularidad estatal y con sede en la ciudad de Salamanca, creado por Real Decreto 426/1999, de 12 de marzo, en la forma y mediante el procedimiento que reglamentariamente se determinen. 2. Se arbitrarán los medios necesarios para que la Administración General del Estado proceda a la recopilación de los testimonios orales relevantes sobre la Guerra Civil española y la represión política subsiguiente y a su integración en el Archivo General de la Guerra Civil Española. Artículo 24. Adquisición y protección de documentos sobre la Guerra Civil y la Dictadura. 1. La Administración General del Estado aprobará, con carácter anual y con la dotación que en cada caso se establezca en los Presupuestos Generales del Estado, un programa de convenios para la adquisición de

116

documentos referidos a la Guerra Civil o a la represión política subsiguiente que obren en archivos públicos o privados, nacionales o extranjeros, ya sean en versión original o a través de cualquier instrumento que permita archivar, conocer o reproducir palabras, datos o cifras con fidelidad al original. Los mencionados fondos documentales se incorporarán al Archivo General de la Guerra Civil Española. 2. De conformidad con lo dispuesto en la Ley 16/1985, de 25 de junio, de Patrimonio Histórico Español, los documentos obrantes en archivos privados y públicos relativos a la Guerra Civil y la Dictadura se declaran, a todos los efectos, constitutivos del Patrimonio Documental y Bibliográfico. Artículo 25. Derecho de acceso a los fondos de los Archivos públicos y privados. 1. A los efectos de lo previsto en esta Ley, se garantizará a los interesados y a sus herederos el derecho de acceso a los fondos documentales depositados en los archivos públicos y la obtención de la copia que soliciten de los documentos que les conciernan. 2. Lo previsto en el apartado anterior será de aplicación, en sus propios términos, a los Archivos privados sostenidos, total o parcialmente, con fondos públicos. 3. El acceso a los documentos contenidos en los Archivos a que se refieren los apartados anteriores se regirá por lo previsto en el artículo 57 de la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español. Lo dispuesto en el apartado 3 del citado artículo 57 será de especial aplicación cuando los documentos identifiquen a los autores o a otras personas intervinientes en los hechos o en las actuaciones jurídicas sobre los mismos, en cuyo caso los responsables de los archivos públicos sustituirán la entrega de una copia de los mismos por un certificado sobre su contenido, con el fin de preservar la identidad de aquellos. Disposición adicional primera.- Comisión Interministerial para la atención a quienes padecieron las consecuencias de la Guerra Civil y de la Dictadura. 1. Se crea una Comisión Interministerial para la atención a quienes padecieron las consecuencias de la Guerra Civil y de la Dictadura, con la composición, organización y funciones que se determinen reglamentariamente. 2. La norma reglamentaria a que se refiere el apartado anterior dispondrá la disolución y el cese en sus funciones de la Comisión Interministerial para el estudio de la situación de las víctimas de la guerra civil y del franquismo, creada por Real Decreto 1891/2004, de 10 de septiembre. 3. Antes de comenzar sus trabajos, la Comisión Interministerial para la atención a quienes padecieron las consecuencias de la Guerra Civil y de la Dictadura dictará una resolución organizativa por la que se crearán las subcomisiones de apoyo que considere oportunas, integradas por personal al servicio de las Administraciones públicas. La existencia y composición de las mismas se reflejará en la correspondiente relación de puestos de trabajo del Ministerio de la Presidencia. Disposición adicional segunda.- Reconocimiento en favor de personas fallecidas en defensa de la democracia durante el período comprendido entre 1 de enero de 1968 y 6 de octubre de 1977. 1. En atención a las circunstancias excepcionales que concurrieron en su muerte, se reconoce el derecho a una indemnización, por una cuantía de 135.000 €, a los beneficiarios de quienes fallecieron durante el período comprendido entre el 1 de enero de 1968 y el 6 de octubre de 1977, en defensa y reivindicación de las libertades y derechos democráticos. 2. Serán beneficiarios de la indemnización a que se refiere el apartado primero de esta disposición los hijos y el cónyuge de la persona fallecida, si no estuviere separado legalmente ni en proceso de separación o nulidad matrimonial, o la persona que hubiere venido conviviendo con ella de forma permanente con análoga relación de afectividad a la del cónyuge durante, al menos, los dos años inmediatamente anteriores al momento del fallecimiento, salvo que hubieren tenido descendencia en común, en cuyo caso bastará la mera convivencia. Subsidiariamente, si no existieran los anteriores, serán beneficiarios, por orden sucesivo y excluyente, los padres, nietos, los hermanos de la persona fallecida y los hijos de la persona conviviente, cuando dependieren económicamente del fallecido. Cuando se produzca la concurrencia de diversas personas que pertenezcan a un grupo de los que tienen derecho a la indemnización, la cuantía total máxima se repartirá por partes iguales entre todos los que tengan derecho por la misma condición, excepto cuando concurran el cónyuge o persona con análoga relación afectiva y los hijos del fallecido, en cuyo caso la ayuda se distribuirá al 50 por ciento entre el cónyuge o la persona con análoga relación de afectividad y el conjunto de los hijos. 3. Procederá el abono de la indemnización siempre que por los mismos hechos no se haya recibido indemnización o compensación económica alguna o, habiéndose recibido, sea de cuantía inferior a la determinada en esta disposición. 4. El Gobierno, mediante Real Decreto, determinará las condiciones y el procedimiento para la concesión de la indemnización prevista en esta disposición. Corresponderá la tramitación de este procedimiento a la Comisión prevista en la Disposición adicional primera de esta Ley y al Consejo de Ministros su resolución definitiva. 5. Los beneficiarios de la indemnización establecida en esta disposición dispondrán del plazo de un año, a contar desde la entrada en vigor del Real Decreto a que se refiere el apartado anterior, para presentar su solicitud ante la Comisión en él mencionada.

117

Disposición adicional tercera.- Protección de datos. 1. La recogida, cesión y tratamiento de datos de carácter personal de las personas implicadas en los expedientes contemplados en la presente Ley sólo podrán realizarse en ficheros informáticos de titularidad pública y se regirá por lo dispuesto en la Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter Personal. 2. El acceso a los documentos obrantes en los archivos públicos referidos a víctimas de la Guerra Civil y de la Dictadura estará sometido a los plazos y condiciones establecidos en el artículo 37 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, y en el artículo 37 de la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español. Disposición adicional cuarta.- Adecuación del Archivo General de la Guerra Civil Española. Se autoriza al Gobierno a que lleve a cabo las acciones necesarias en orden a organizar y reestructurar el Archivo General de la Guerra Civil Española. Disposición final primera.- Aplicación supletoria. Será aplicable supletoriamente al procedimiento regulado en los artículos 3 a 7 de la presente Ley lo previsto en la Ley 30/1992, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común. Disposición final segunda.- Habilitación para el desarrollo. Se habilita al Gobierno y a sus miembros, en el ámbito de sus respectivas competencias, para dictar cuantas disposiciones sean necesarias para el desarrollo y aplicación de lo establecido en esta Ley. Disposición final tercera.- Entrada en vigor. La presente Ley entrará en vigor al día siguiente de su publicación en el Boletín Oficial del Estado.

118

11. BIBLIOGRAFÍA 11.1 Fuentes DOCUMENTOS OFICIALES Consejo de Europa • Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, ‘Need for internacional condemnation of the Franco regime: recomendación 1736’ (http://assembly.coe.int; 17 de marzo de 2006) • Idem, ‘Need for International Condemnation of the Franco Regime: Report’ (http://assembly.coe.int; 4 de noviembre de 2005; Doc. 10737) Gobierno español • Informes de la Comisión Interministerial acerca la Memoria Histórica, 28 de julio de 2006. Ministerio de la Presidencia: www.mpr.es/Documentos/memoria.htm •

Ministerio de trabajo, sanidad y previsión, ‘Orden prohibiendo las exhumaciones de cadáveres que no lleven inhumados un año por lo menos’, Gazeta de Madrid, núm. 232, 19 de agosto de 1936, 1346.



Boletín Oficial del Estado: -

-

-

-

-

-

-

-

-

-

Gobierno del Estado, ‘Decreto núm. 24, Fijando las normas para la concesión de pensiones a favor de las familias de los Jefes, Oficiales y Clases del Ejército desaparecidos’, Boletín Oficial del Estado, núm. 4, 17 de octubre de 1936, 14. Decreto 67 ‘sobre la desaparición de personas’, Boletín Oficial del Estado, núm. 27, 11 de noviembre de 1936, 154. Presidencia de la Junta Técnica del Estado, ‘Orden, dictando reglas para la aplicación del Decreto núm. 67 sobre inscripción de fallecidos o desaparecidos’, Boletín Oficial del Estado, núm. 29, 13 de noviembre de 1936, 176-177. Ministerio del Interior, ‘Decreto concediendo pensiones extraordinarias a los familiares de funcionarios de la Administración local muertos o desaparecidos’, Boletín Oficial del Estado, núm. 564, 8 de mayo de 1938, 7195-7196. Jefatura del Estado, ‘Ley de 16 de mayo de 1939 facultando a los Ayuntamientos para dispensar o reducir las exacciones municipales que gravan las inhumaciones, exhumaciones y traslados de cadáveres de víctimas de la barbarie roja o muerte en el frente’, Boletín Oficial del Estado, núm. 137, 17 de mayo de 1939, 2687-2688. Ministerio de Justicia, ‘Orden prorrogando el plazo para promover expedientes de inscripción de muertos o desaparecidos’, Boletín Oficial del Estado, núm. 152, 1 de junio de 1939, 2989. Ministerio de Justicia, ‘Orden referente al Decreto de 8 de noviembre de 1936 y Orden de la Presidencia de la Junta Técnica del 10 del mismo mes y año sobre muertos y desaparecidos a causa de la lucha contra el marxismo’, Boletín Oficial del Estado, núm. 222, 10 de agosto de 1939, 4252. Ministerio de Justicia, ‘Rectificación a la Orden de 26 de julio de 1939 referente al Decreto de 3 de noviembre de 1939 y Orden de la Presidencia de la Junta Técnica del 10 del mismo mes y año sobre muertos y desaparecidos causa de la lucha contra el marxismo.’, Boletín Oficial del Estado, núm. 275, 2 de octubre de 1939, 5519. Ministerio de Justicia,‘Orden prorrogando el plazo para promover expedientes de inscripción de fallecidos o desaparecidos.’ Boletín Oficial del Estado, núm. 12, 12 de enero de 1940, 264-265. Ministerio de la Gobernación, ‘Orden de 4 de abril de 1940 disponiendo que por los Ayuntamientos se adopten medidas que garanticen el respeto a los lugares donde yacen enterradas las víctimas de la revolución marxista’, Boletín Oficial del Estado, núm. 96, 5 de abril de 1940, 2320. Ministerio de la Gobernación, ‘Orden sobre exhumaciones e inhumaciones de cadáveres asesinados por los rojos’, Boletín Oficial del Estado, núm. 130, 9 de mayo de 1940, 8257. Ministerio de la Gobernación,‘Orden aclaratoria de la de 1 de mayo último sobre exhumaciones e inhumaciones de cadáveres de personas asesinadas durante el período rojo’, Boletín Oficial del Estado, núm. 207, 25 de septiembre de 1940, 5131.

119

-

-

-

-

-

-

-



Ministerio de Justicia,‘Orden por la que se prorrogan durante todo el año actual los plazos señalados para promover expedientes de inscripción de fallecidos o desaparecidos’, Boletín Oficial del Estado, núm. 262, 18 de septiembre de 1940, 6489. Ministerio de Justicia,‘Orden por la que se prorroga hasta el 30 de junio de 1941 el plazo para promover expediente de inscripción de fallecidos o desaparecidos con motivo de la lucha nacional contra el marxismo’, Boletín Oficial del Estado, núm. 123, 30 de diciembre de 1940, 8972. Ministerio de Justicia,‘Orden por la que se abre un nuevo plazo de seis meses para promover expedientes de inscripción de desaparecidos o fallecidos.’, Boletín Oficial del Estado, núm. 227, 15 de agosto de 1941, 6274-6275. Ministerio de Justicia, ‘Orden por la que se dispone que se pueden promover expedientes de inscripción de desaparecidos o fallecidos con arreglo al Decreto de 3 de noviembre de 1936 y Orden de la Presidencia de la Junta Técnica del Estado de 10 de los mismos mes y año hasta nueva disposición en contrario’, Boletín Oficial del Estado, núm. 123, 3 de mayo de 1942, 3124. Ministerio de la Presidencia, ‘Real Decreto 1891/2004, de 10 de septiembre, por el que se crea la Comisión Interministerial para el estudio de la situación de las víctimas de la guerra civil y del franquismo’, Boletín Oficial del Estado, núm. 227, 20 de septiembre de 2004, pp.31523-31524. Ministerio de la Presidencia, ‘Orden PRE/3945/2005, de 16 de diciembre de 2005, por la que se establecen las bases reguladoras para la concesión de subvenciones destinadas a actividades relacionadas con las víctimas de la guerra civil y del franquismo’, Boletín Oficial del Estado, núm. 301, 17 de diciembre de 2005, pp.41391-41394. Ministerio de la Presidencia, ‘Corrección de errores de la Orden PRE/3945/2005, de 16 de diciembre, por la que se establecen las bases reguladoras para la concesión de subvenciones destinadas a actividades relacionadas con las víctimas de la guerra civil y del franquismo’, Boletín Oficial del Estado, núm. 23, 27 de enero de 2006, p. 3515.

Declaración institucional del parlamento de La Rioja de solidaridad con las víctimas y los familiares de la guerra civil en La Rioja, Logroño, 11 de mayo de 2006

Organizaciones no gubernamentales por los derechos humanos •

Sección española de Amnistía Internacional -



España: poner fin al silencio y a la injusticia. La deuda pendiente con las víctimas de la guerra civil española y del régimen franquista, 18 de julio de 2005 Víctimas de la Guerra Civil y el franquismo: no hay derecho. Preocupaciones sobre el proyecto de ley de “derechos de las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo”, noviembre 2006

Equipo Nizkor -

La cuestión de la impunidad en España y los crímenes franquista, 14 de abril de 2004 Entre la cobardía moral y la ilegalidad, septiembre 2006

FUENTES PUBLICADAS Fosas comunes •

HERRERO BALSA, Gregorio y Antonio Hernández García, La represión en Soria durante la Guerra Civil (Soria 1982) 2 tomos



HERNÁNDEZ GARCÍA, Antonio, La represión en La Rioja durante la Guerra Civil (Logroño 1984) 3 tomos



SILVA, Emilio y Santiago Macías, Las fosas de Franco. Los republicanos que el dictador dejó en las cunetas (Madrid 2003)

120

Testimonios •

ARMENGOU, Montse y Ricard Belis, Las fosas del silencio. ¿Hay un Holocausto español? (Barcelona 2004)



FRASER, Ronald (trad. Jordi Beltran), Recuérdalo tú y recuérdalo a otros. Historia oral de la guerra civil española, I y II. (Barcelona 1979)



RUIZ REVILLA, Ramón, Un niño de la guerra (Palencia 2002)

Periódicos A. Prensa española Cartas al director en El País • • • • • •

José María Baviano, ‘El juicio contra el alcalde de Torremegía o el recuerdo de los fusilamientos de 1936’, El País, 22 de junio de 1980, 19. Martine Navarro-Lavín, ‘Un gobernador del 36’, El País. Cartas al director, 29 de mayo de 1979, 11. Lázaro Movilla, ‘Muertos sin certificados’, El País. Cartas al director, 28 de agosto de 1980, 7 17, 18 y 19 de julio de 1995 - 2006 19, 20 y 21 de noviembre de 1995 - 2005 5, 6 y 7 de diciembre de 1995 – 2005

Editoriales de El País • • • • • •

22, 23 y 24 de febrero de 1986, 1991, 1996, 2001 y 2006 13, 14 y 15 de abril de 1976, 1981, 1986, 1991, 1996, 2001 y 2006 17, 18 y 19 de julio de 1976, 1981, 1986, 1991 y 1995 - 2006 19, 20 y 21 de noviembre de 1980, 1985, 1990 y 1995 - 2005 5, 6 y 7 de diciembre de 1978, 1983, 1988, 1993 y 1995 – 2005 31 de marzo, 1 y 2 de abril de 1999

Sondeos en El País • • • • • • • •

El País, suplemento ‘Extra’, 20 de noviembre de 1985, 24-26 El País, suplemento ‘Extra’, 6 de diciembre de 1988, 2-4 El País, 23 de febrero de 1991, 22-23 El País, suplemento ‘Domingo’, 19 de noviembre de 1995, 2-5 El País, suplemento ‘Domingo’, 19 de noviembre de 2000, 4 El País, 6 de diciembre de 2003, 15 El País, 20 de noviembre de 2005, 24-26 El País, 18 de julio de 2006, 23

Otros artículos (orden cronológico) •

• • • • • •

‘La ARMH pide crear una comisión para devolver la dignidad a las víctimas de la guerra civil’, León Estrella, 3 de septiembre de 2002, http://www.leonestrella.com/020903/articulos/actualidad_5.htm, consultado el 4 de marzo de 2003 Marifé Moreno, ‘La juez autoriza pruebas de ADN para identificar cadáveres de fosas de la Guerra Civil’, El País, 26 de octubre de 2002 Luis Izquierdo, ‘Familias de víctimas del franquismo piden ayuda económica al Gobierno’, La Vanguardia, 23 de noviembre de 2002 Carlos Cué, ‘Familias de desaparecidos piden que la Iglesia retire las leyendas franquistas’, El País, 8 de abril de 2003, 35 Jesús Ruiz Mantilla, ‘Las víctimas del franquismo toman ahora la palabra y cuentan su derrota en varios libros’, El País, 3 de mayo de 2003, 37 ‘Pedirán a Garzón que investigue los desaparecidos del franquismo’, http://www.derechos.org/niskor/espana/doc/uriel.html, 31 de julio de 2003 Carlos Cué, ‘La familia de Lorca dice que “exhumar los cadáveres puede abrir la puerta al olvido definitivo”’, El País, 12 de septiembre de 2003

121

• • • •

• • • • • • •

Marifé Moreno, ‘Enterrados en León los restos de 13 fusilados de la Guerra Civil’, El País, 19 de octubre de 2003, 30 Andrés Soria Olmedo, ‘Lorca en Víznar: memoria pública, memoria privada’, El País, 17 de septiembre de 2004, 14 Carlos Cué, ‘El gobierno retrasa sus medidas’, El País, 12 de septiembre de 2005 ‘El debate sobre la Ley de Memoria Histórica’, El País, recogido en http://www.memoriahistorica.org/modules.php?name=News&file=article&sid=213, consultado el 20 de septiembre de 2005 ‘Garzón pide “comisión de la verdad” para los delitos del franquismo’, www.20minutos.es, 26 de febrero de 2005 El País, 12 de noviembre de 2005, suplemento ‘Babelia’, 2-6 Carlos Cué, ‘Una asociación pide que Alemania e Italia se excusen por ayudar a Franco’, El País digital, 10 de marzo de 2006, consultado el 12 de marzo de 2006 Carlos Cué, ‘El Gobierno suaviza su ley más delicada, la de Memoria Histórica, para aplacar al PP’, El País, 17 de julio de 2006, 22 ‘Catedráticos de derecho e historia creen que la ley es “insuficiente”’, El País, 29 de septiembre de 2006 Paula de las Heras, ‘La ley de Memoria Histórica vuelve a ser postergada por temor a la crispación’, LaVerdad.es, 25 de noviembre de 2006 Editorial, ‘Instrucción pastoral’, El País, 27 de noviembre de 2006, 4

B. Prensa holandesa • • • • • • • • • •

‘Gedenk de doden, al is het erg laat’, NRC Handelsblad, 1 de noviembre de 2002, 5 ‘In vrede sterven’, De Volkskrant, 25 de febrero de 2003, 9 ‘Spanje graaft schoorvoetend zijn verleden op’, Dagblad van het Noorden, 5 de agosto de 2003, 4 ‘Madrid weet van geen massagraf’, De Volkskrant, 3 de septiembre de 2003, 5 ‘Spanje graaft doden Franco op’, NRC Handelsblad, 10 de septiembre de 2004, portada ‘Opgraven doden Franco niet eenvoudig’, NRC Handelsblad, 11 de septiembre de 2004, 4 ‘Spanje gaat slachtoffers Franco in ere herstellen’, De Volkskrant, 11 de septiembre de 2004, 5 ‘Spanje gaat slachtoffers Franco in ere herstellen’, Leeuwarder Courant, 11 de septiembre de 2004.2005, 4 ‘Spaanse rechter Garzón wil onderzoek Franco-periode’, NRC Handelsblad, 28 de febrero de 2005, 4 Steven Adolf, ‘Kunst om het Spaanse geheugen op te frissen’, NRC Handelsblad, 9 de diciembre 2005

Material publicado en la red por la ARMH • • •

Carta a los socios de la ARMH en www.geocities.com/priaranza36/cartasocios.html, consultado el 22 de febrero de 2003 ‘Por una Ley de Memoria Histórica más justa’, www.memoriahistórica.org, consultado el 25 de octubre de 2006 Membresía, www.memoriahistorica.org, consultado el 9 de diciembre de 2006

Material publicado en la red por el Foro por la Memoria •

• •



Presentación del Foro por la Memoria, firmado por el Presidente de la Organización, José María Pedreño Gómez en noviembre de 2002, consultado en http://www.nodo50.org/foroporlamemoria/presentacion.htm el 8 de agosto de 2006 Junta Directiva del Foro por la Memoria, ‘Protocolo de excavaciones’ en http://www.pce.es/foroporlamemoria/, consultado el 27 de enero de 2004 José María Pedreño, ‘Apoyar a la ARMH es enterrar la memoria’, http://www.pce.es/foroporlamemoria/documentos/jmpedreno.23012004.htm, consultado el 6 de febrero de 2004 Luis García Bravo, ‘Memoria histórica. Una ley de punto final’, http://www.foroporlamemoria.org/modules.php?name=News&file=article&sid=198, 2 de agosto de 2006, consultado el 25 de noviembre de 2006

Foros en la red • •

http://www.memoriahistorica.org http://www.pce.es/foroporlamemoria/

122

• • •

Esther Trasorras Teixeiro, ‘Atacan a la ARMH desde el Foro por la Memoria’, 6 de febrero de 2004, http://boards2.melodysoft.com/app?ID=ARMH&msg=6590. consultado el 6 de febrero de 2004 Francisco Pérez Alex, ‘Sobre: “Apoyar la ARMH es enterrar la memoria”, 5 de febrero de 2004, http://boards2.melodysoft.com/app?ID=ARMH&msg=1143, consultado el 6 de febrero de 2004 Paco Muelas, ‘La major respuesta (navegando por la red)’, 28 de enero de 2004, http://boards3.melodysoft.com/app?ID=ARMH&msg=1102&DOC=21, consultado el 6 de febrero de 2004

MATERIAL AUDIOVISUAL Fotografías • •

Colección de fotos de María Rosario Gutierrez García Fotos de la exhumación en Meneses, 2002, por Julio del Olmo

Documentales • • •

Cecilia y José Juan Bartolomé, Después de.... Primera parte: No se os puede dejar solos, 1982. Fiona Zonneveld, documental para 2Vandaag, emitido el 1 de mayo de 2003, duración: 13 minutos. Montse Armengou y Ricard Belis, Les fosses del silenci, TV3

Radio • •

‘Spanje en de verwerking van de Spaanse burgeroorlog’, Radio 1, OVT, 17 de octubre de 2004, duración: 22 minutos ‘Spaanse burgeroorlog (1936-1939) 70 jaar’, Radio 1, OVT, 2 de julio de 2006, duración: 21 minutos.

ENTREVISTAS • •

Entrevista con María Rosario Gutierrez García (57 años), entrevistada por la autora en su domicilio en Valladolid, el 6 de julio de 2004. Grabada en formato digital. Testimonio de María (nombre ficticio), natural de Brañosera de 82 años de edad. La entrevista tuvo lugar en su domicilio en Brañosera el 30 de octubre de 2003 a las 16 horas en la que estaban presentes María y la autora. Grabado en cinta.

FUENTES UTILIZADAS PARA LA HISTORIA DE LA MAESTRA ISABEL ESTEBAN NIETO DE BRAÑERA • • • • • •

A.G.A., Leg. 32 Exp. 12869-70, folio 13 Libro de defunciones de Quintana del Puente, tomo 11, sección 3ª. Folio 178 Juzgado de Paz de Quintana del Puente, carta del 5 de febrero de 1991, OK5748683 Entrevista con Eliseo Rodríguez Esteban, natural de Brañosera, hijo de Isabel Esteban Nieto, entrevistado en su domicilio en Aguilar de Campoo el 26 de octubre de 2003 a las 14 horas Entrevista con Ricardo Rodríguez Esteban en la puerta de su casa, La Revilla (Santander) el 4 de diciembre de 2003 Entrevista con Isabel Ascensión Rodríguez en Hans-Günter Kellner, ‘30.000 Stumme Spuren’, radio WDR (Alemania), 2003

123

11.2 Literatura AGUILAR FERNÁNDEZ, Paloma, Memoria y olvido de la Guerra Civil española (Madrid 1996) AGUILAR FERNÁNDEZ, Paloma, ‘Presencia y ausencia de la guerra civil y del franquismo en la democracia española. Reflexiones en torno a la articulación y ruptura del “pacto de silencio”’ en: Julio Aróstegui y François Godicheau (eds.), Guerra Civil. Mito y memoria (Madrid 2006) 245-293 ARMENGOU, Montse y Ricard Belis, Las fosas del silencio. ¿Hay un Holocausto español? (Barcelona 2004) ARÓSTEGUI, Julio, ‘Traumas colectivos y memorias generacionales: el caso de la guerra civil’ en: Julio Aróstegui y François Godicheau (eds.), Guerra Civil. Mito y memoria (Madrid 2006) 57-92 BESSEMS, Marc P., De visie van El País op de verwerking van het dictatoriaal verleden in Spanje (1976-1978) (Groningen 1998, tesina no publicada) BOYD, Carolyn P., Historia patria. Politics, history, and national identity in Spain, 1875-1975 (New Jersey 1997) CASANOVA, Julián y otros, Morir, matar, sobrevivir. La violencia en la dictadura de Franco (Barcelona 2002) CRANE, Susan, ‘Writing the individual back into collective memory’, American Historical Review, 102, V, 1997, 1372-1385. DARDÉ MORALES, Carlos, La idea de España en la historiografía del siglo XX (Santander 1999) DE BAETS, Antoon, De figuranten van de geschiedenis. Hoe het verleden van andere culturen wordt verbeeld en in herinnering gebracht (Berchem/Hilversum 1994) DE BAETS, Antoon, ‘A declaration of the responsibilities of present generations toward past generations’, History and Theory, 43, 2004, 130-164. DRAAISMA, Douwe, Waarom het leven sneller gaat als je ouder wordt. De geheimen van het geheugen (Amsterdam 2001) EGIDO LEÓN, Ángeles, ‘La historia y la gestión de la memoria. Apuntes para un balance’, Hispania Nova.Revista de historia contemporánea, 2006, 6, s.n.. Consultado en http://hispanianova.rediris.es. ELORDI, Carlos (ed.), Los años difíciles. El testimonio de los protagonistas anónimos de la Guerra Civil y la Posguerra (Madrid 2002) ESPINOSA MAESTRA, Francisco, ‘La memoria de la represión y la lucha por su reconocimiento (En torno a la creación de la Comisión Ministerial), Hispania Nova.Revista de historia contemporánea, 2006, 6, s.p. Consultado en http://hispanianova.rediris.es. ETXEBERRÍA GABILONDO, Francisco, ‘Panorama organizativo sobre antropología y patología forense en España. Algunas propuestas para el estudio de fosas con restos humanos de la Guerra Civil española de 1936’ en http://www.memoriahistorica.org/, consultado el 15 de octubre de 2003 FENTRESS, James y Chris Wickham, Memoria social (Madrid 2003) FUSI, Juan Pablo y Jordi PALAFOX, España: 1808-1996. El desafío de la modernidad (Madrid 1998, 4a edición) GIBSON, Ian, Granada, 1936. El asesinato de García Lorca (Madrid 1979, 5ª edición 1980) GONZÁLEZ, Magdalena, ‘Apuntes para un método de análisis mnemónico intergeneracional sobre la Guerra Civil’, Hispania Nova.Revista de historia contemporánea, 2006, 6, s.n. Consultado en http://hispanianova.rediris.es. GONZÁLEZ DURO, Enrique, El miedo en la posguerra. Franco y la España derrotada: la política del

124

exterminio (Madrid 2003) GRAHAM, Helen y Jo Labanyi (eds.), Spanish cultural studies. An introduction. The struggle for modernity (New York 1995) GRAHAM, Helen, The Spanish civil war. A very short introduction (New York 2005) GRAHAM, Helen, ‘Coming to terms wit the past: Spain’s memory wars’ en: History Today, mayo 2004, 29-31 HALBWACHS, Maurice, Los marcos socials de la memoria (Barcelona 2004) HRISTOVA-DIJKSTA, Marije J., ‘La “caza de brujas” de la guerra civil española. Análisis de la primera depuración del magisterio en Palencia a partir del relato de los maestros de Brañosera’ (Universidad de Valladolid y Universidad de Groninga 2004, no publicado) JACKSON, Gabriel, La República Española y la Guerra Civil (Barcelona 1999, primera edición 1965) JULIÁ, Santos (coord) y otros, Víctimas de la guerra civil (Madrid1999) JULIÁ, Santos, Historias de las dos Españas (Madrid 2004) JULIÁ, Santos, ‘Bajo el imperio de la memoria’, Revista de Occidente, julio-agosto 2006, 302-303, 7-19 KANSTEINER, Wulf, ‘Finding meaning in memory: a methodological critique of collective memory studies’, History and Theory 41 (marzo 2002), 179 – 197 MARINAS, José Miguel y Cristina Santamarina, La historia oral: métodos y experiencias (Madrid 1993) MORADIELLOS, Enrique, 1936. Los mitos de la Guerra Civil (Barcelona 2004) MORÁN, Gregorio, El precio de la transición. Una interpretación diferente y radical del proceso que condujo a España de la dictadura a la democracia (Barcelona 1991) MOREIRAS MENOR, Cristina, Cultura herida. Literatura y cine en la España democrática (Madrid 2002) PEREZ GARZÓN, Juan Sinisio e.a., La gestión de la memoria. La historia de España al servicio del poder (Barcelona 2000) PRESTON, Paul, La guerra civil española (Barcelona 1987) PRESTON, Paul, Las tres Españas de 36 (Barcelona 1998) PRESTON, Paul, La política de la venganza. El fascismo y el militarismo en la España del siglo XX (Madrid 2004) (Título original: The politics of revenge, 1995) QUINTANA, Lluís, Més enllà de tot càstig. Reflexions sobre la transició democràtica (Barcelona 2004) REIG TAPIA, Alberto, Ideología e historia: sobre la represión franquista y la guerra civil (Madrid 1986) RESINA, Joan Ramon, Disremembering the dictatorship: The politics of memory in the spanish transition to democracy (Amsterdam 2000) RICOEUR, Paul (trad. Gabriel Aranzueque), La lectura del tiempo pasado, memoria y olvido (Madrid 1998) RODRIGO, Javier, ‘Omnipresentes o invisibles’, El País, 27-11-2005, 13-14 RUIZ TORRES, Pedro, ‘Les usages politiques de l’histoire en Espagne. Formes, limites et contradictions’ en: François Hartog y Jacques Revel, Les usages politiques du passé (Paris 2001) 129-156 SARTORIUS, Nicolás y Javier Alfaya, La memoria insumisa. Sobre la dictadura de Franco. (Madrid 1999) SCHUMAN, Howard y Jacqueline SCOTT (1989), ‘Generations and collective memories’, American

125

sociological review, 54, 3, 359-381 SEMPRÚN, Jorge, Veinte años y un día (Barcelona 2003) SILVA, Emilio y otros (coord.), La memoria de los olvidados. Un debate sobre el silencio de la represión franquista (Valladolid 2004) WELZER, Harald, ‘Krieg der Generationen – zur Tradierung von NS-Vergangenheit und Krieg in Deutschen Familien’ en: Waltraud ‘Wara’ Wende, Koch, Lars (ed.), Krieg und Gedächtnis. Ein Ausnahmezustand im Spannungsfeld kultureller Sinnkonstruktionen (Würzburg 2005) 58-75.

126

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.