Memoria de un pasado reciente: las fábricas de azúcar de Málaga

June 19, 2017 | Autor: F. Rodríguez Marín | Categoría: Industrial Heritage, Caña De Azucar, Patrimonio Industrial, AZUCAR
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Descripción

MEMORIA DE UN PASADO RECIENTE: MÁLAGA (ESPAÑA)

LAS FÁBRICAS DE AZÚCAR DE

Francisco José Rodríguez Marín Universidad de Málaga (España) [email protected] [email protected]

non fará mengua el Andaluzia ni Sicilia aquí, ni en las cañas de azúcar, según unas poquitas que se pusieron han prendido Cristóbal Colón, 14941 El azúcar de caña en este país ya es historia. En el año 2007 cerró el último de los ingenios activos, el de Salobreña (Granada). Pero tras este telón de cierre se esconde una dilatada historia de varios siglos y de una enorme trascendencia, hasta el punto que la población de algunas localidades dependió, de forma directa o indirecta, de la actividad económica generada por los marjales que teñían el paisaje de un casi permanente verdor inusual en el sur peninsular. En 1936 llegaron a contabilizarse 36 ingenios azucareros entre las costas malagueñas y granadinas, de los que se han conservado escasísimos edificios, pocas maquinarias, otras tantas chimeneas y algún proyecto de musealización, parcialmente ejecutado. En la provincia de Málaga los ingenios y sus inmediatas plantaciones de caña se concentraron, predominantemente, en la costa oriental (la Axarquía)2, sobre los que ya se han publicado algunos trabajos3. Quedaba pendiente profundizar en el conocimiento de las seis fábricas azucareras que hubo en la ciudad de Málaga, de las que tan solo un edificio fabril permanece en pié. De los otros cinco perdurará la memoria a través de éste y otros estudios. Un viaje de ida y vuelta: la caña de azúcar en España Originaria de Nueva Guinea, la caña de azúcar inició su expansión durante la prehistoria hasta India y China, siendo citada por los soldados de Alejandro Magno y, 1

VV.AA., Obras hidráulicas en América colonial, CEHOPU, Madrid, 1993, pág. 246

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Agradezco a D. Manuel Martínez Molina haber puesto a nuestra disposición su interesantes fotografías inéditas de la zafra

3

Vid. GUZMÁN VALDIVIA, A.; SANTIAGO RAMOS, A. y BONILLA ESTÉVANEZ, I., “La caña de azúcar, un referente cultural en la Axarquía”, Ballix nº. 2, Ayuntamiento de VélezMálaga, 2005, pp. 67-71; y RODRÍGUEZ MARÍN, F.J., “Patrimonio industrial azucarero en la Axarquía: entre el olvido y la puesta en valor”, Isla de Arriarán nº. 28, Málaga, 2006, pp. 736. Este último artículo puede consultarse a través de internet en la plataforma DIALNET (http://dialnet.unirioja.es/)

posteriormente por Estrabón en el s. I a.C. Los árabes continuaron su difusión desde el s. VII y se documenta su cultivo en la península ibérica en el año 9614. Durante le Edad Media llegó hasta el litoral levantino, de donde desapareció pronto, permaneciendo en Málaga y Granada, donde las condiciones climáticas y geomorfológicas eran propicias para un cultivo subtropical que generalmente se extiende entre los paralelos 30º y que en esta latitud (36º) se aclimató por la presencia de cadenas montañosas paralelas a la costa que aíslan de los fríos vientos del Norte y la suavización climática propiciada por la cercanía del mar, que garantiza la ausencia de heladas. No obstante, el grave inconveniente de la inexistencia de lluvias durante el periodo caluroso, el de crecimiento de la planta, se subsanó mediante irrigación, lo que impuso un nuevo condicionante en la cercanía a cursos de agua permanentes. Desde la península la caña se desplazó a las islas Canarias y a Madeira. Cristóbal Colón las llevó consigo en su segundo viaje (1494) y comprobó que el clima sudamericano era mucho más propicio que el peninsular. Se construyeron entonces cajas especialmente diseñadas para que las cañas llegasen vivas hasta América. La mayor productividad de la caña americana supuso un serio revés para el azúcar peninsular, que resultaba más caro. No obstante, la producción de azúcar se mantuvo durante la Edad Moderna en trapiches de tracción sangre o ingenios hidráulicos que funcionaban como factorías de carácter casi artesanal y con muy escaso rendimiento. En 1844 tan solo se mantenían en funcionamiento seis trapiches5. Aunque los mecanismos de molienda experimentaron mejoras y evolucionaron hacia una mayor eficiencia6, el paso de la producción preindustrial a la industrial llegó de la mano de un personaje de importancia esencial, Ramón de la Sagra. Natural de La Coruña (1798,+1871), desarrolló una versátil actividad como diputado a Cortes y diplomático, aunque destacó como naturalista, y comisionado por el gobierno liberal español pasó largas temporadas en Cuba, París y Bélgica, lo que lo hizo conocedor de cuantos adelantos técnicos e industriales se gestaban en estos países, a la vez que se embebía de ideas filantrópicas y sociales. En 1844 impulsó la creación de la Sociedad Azucarera “El Porvenir”. Antes de concretar las inversiones realizó un viaje desde Málaga hasta Motril (Granada), y a Marbella (Málaga), cuya experiencia vertió en un breve pero substancioso opúsculo: Informe sobre el cultivo de la caña y la fabricación del azúcar en las costas de

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OLALLA MERCADÉ, L., “La caña de azúcar. Un viaje, una historia, un recuerdo”, Péndulo nº. 19, Málaga, 2008, pág. 85 5

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PAREJO BARRANCO, A., Málaga y los Larios, Arguval, Málaga, 1990, pág. 75

A los molinos de dos mazos horizontales se les añadió un tercer mazo, pasaron luego a disposición vertical, a forrarse con chapa de hierro, hasta fabricarse íntegramente en este material. Vid. GONZÁLEZ TASCÓN, I., Fábricas hidráulicas españolas, CEHOPU, Madrid, 1992, pp. 261-263

Andalucía (1845), que aporta una valiosísima información sobre las condiciones del sector productivo azucarero en ese momento. Las conclusiones le llevaron a fijar la primera fábrica tecnológicamente avanzada en Torre del Mar (Málaga) en 1846. Un año antes, por desavenencias, había abandonado la empresa Azucarera Peninsular -que él mismo había impulsado y de la que había sido accionista mayoritario-, que a su vez había instalado una fábrica en Almuñécar (Granada). Como la Azucarera Peninsular tenía la exclusiva (monopolio) de las máquinas de Cail y Derosne en España, de la Sagra hubo de recurrir a los conos de Lambert del constructor belga Mazeline. Diversas adversidades –entre ellas el naufragio del buque que traía la maquinaria-, provocaron el fracaso económico de la empresa, que en 1847 fue vendida a Juan Nepomuceno Enríquez, y éste a su vez a Larios Hermanos y Cía., que la convirtió en la fábrica azucarera más próspera de Andalucía7. El fracaso económico de su empresa no cuestiona el papel esencial que Ramón de la Sagra desempeñó en el sector industrial azucarero peninsular, donde introdujo los avanzados procedimientos industriales basados en el uso de la máquina de vapor y la cocción al vacío8 como las aportaciones más destacables, adelantos que hicieron posible el salto desde los anticuados trapiches preindustriales a modernos ingenios industriales que sustentaron una industria enormemente próspera durante más de medio siglo. De la Sagra trajo hasta España la modernización procedente de Europa y Cuba, a donde cinco siglos antes había llegado la caña como un cultivo experimental. La década de los años sesenta del siglo XIX puede considerarse como la de mayor prosperidad y expansión. En este momento eran dos las variedades de caña más comúnmente empleadas: la doradilla o algarrobeña (conocida desde antiguo) y la americana, importada, aunque se comenzaba a extender una tercera variedad más productiva, la violácea (sacharum violácea), introducida por el general Concha en algunos puntos de la vega de Málaga y, sobre todo, en el municipio de San Pedro de Alcántara. Dadas las expectativas económicas de esta resurgente industria, se publicaban en revistas locales artículos con recomendaciones acerca del cultivo de caña, recomendando suelos limosos próximos a ríos, el riego –al menos-, cada 17

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CAMBRÓN INFANTE, A., “Introducción y estudio introductorio” a: DE LA SAGRA, R., Informe sobre el cultivo de la caña y la fabricación de azúcar en las costas de Andalucia (1845), edición facsímil Asukaria Mediterránea, Granada, 1999, pp. 15-41. Véase también: CASADO, M., “De la industria… (III)”, Boletín de la Sociedad Económica de Amigos del País nº. 18, Imprenta El Correo de Andalucía, Málaga 30 de junio de 1862

8

Por ser un procedimiento ya conocido y con escasas variantes regionales, omitimos su descripción pormenorizada. Una descripción coetánea de la época de la introducción, puede verse en CASADO, M., “De la industria… (III)”, op. cit.

días o la preparación de la tierra con abonos como el negro animal, el abono de policía o el guano9. Ya en estos años se advertía un cierto antagonismo entre los intereses de los agricultores y los fabricantes: una vez alcanzada la caña su madurez (apreciable por su color dorado), al fabricante le interesa que se encuentre lo más seca posible, pues con la evaporación se pierde agua –no azúcares-, y se ahorran costos en la evaporación. Al agricultor, por el contrario, le interesa que pese más, por lo que en ocasiones adelantaba unos días la corta o, incluso, daba un riego a los marjales unos días antes de la zafra10. Esta pugna de intereses contrapuestos ha constituido una constante en la historia de la industria, hasta que el precio acabó siendo fijado por la administración11. La prosperidad generada por la industria azucarera trataba de protegerse por todos los medios, incluido la exigencia de una fiscalidad favorable frente al azúcar antillano, como puede apreciarse en esta solicitud del Ayuntamiento de Málaga de 1876: A propuesta del teniente de alcalde D. Vicente de la Vega, y apoyado por el Sr. Regidor Juan N. Blasco, se acuerda dirigir una exposición a las Cortes, suplicando que no se reduzcan los derechos fijados a los azúcares procedentes de la isla de Puerto Rico, por lo que tal medida perjudicaba a las fábricas peninsulares de dicho artículo, industria digna de mucha protección en las condiciones actuales en que se encuentra12. Lamentablemente, la reforma arancelaria tuvo lugar finalmente durante la década de los años ochenta constituyendo una dificultad más, aunque las inversiones en este sector industrial se mantuvieron, especialmente por parte de la familia Larios,

9

El negro animal son los huesos carbonizados empleados como filtros en los ingenios y desechados impregnados de materias azucaradas. Era muy escaso y solo se empleaba en las plantaciones próximas a los ingenios. Abono de policía= detritus de caballerías. Vid. CASADO, M., “De la Industria Azucarera en la provincia de Málaga I”, Boletín de la Sociedad Económica de Amigos del País nº. 16, Imprenta El Correo de Andalucía, Málaga, 30 de abril de 1862, pp. 76-79 10

CASADO, M., “De la Industria Azucarera en la provincia de Málaga II”, Boletín de la Sociedad Económica de Amigos del País nº. 17, Imprenta El Correo de Andalucía, Málaga, 31 de mayo de 1862, pp. 96-97 11

Por ejemplo: en 1981 era de 50 ptas./kgr. (aprox. 0´3 €). En los dos últimos años durante los que hubo zafra en Málaga la disputa sobrevino acerca de quién había de asumir el costo del transporte hasta Salobreña, donde se ubicaba el último ingenio activo.

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(A)rchivo (M)unicipal de.(M)álaga., Actas Capitulares vol. 274, fº. 166v., sesión 10 de Julio de 1876

que incluso crearon nuevas sociedades mercantiles para gestionar sus numerosas fábricas azucareras extendidas desde Sabinillas (Málaga) a Motril (Granada)13. A finales del siglo XIX una concatenación de heladas y la cada vez mayor competencia del azúcar de remolacha invirtieron el sentido del crecimiento positivo de las empresas azucareras, y los ingenios menos rentables comenzaron a ser cerrados. Aunque en la década de los años 20 del pasado siglo el sector se estabilizó, después continuó un lento declive que concluyó con el cierre de la última fábrica malagueña en 1994 y la última granadina en 2007. Hoy, la caña de azúcar se mantiene testimonialmente como exótica curiosidad por parte de algunos agricultores y como objeto de estudio de los botánicos en espera de mejores tiempos que probablemente nunca volverán. LAS FÁBRICAS DE AZÚCAR EN MÁLAGA La fábrica de azúcar de Heredia Aunque el moderno método industrial inventado por Derosne ya se aplicó en Torre del Mar en 1846, la primera fábrica azucarera de la ciudad de Málaga en utilizarlo fue la instalada por los Hijos del magnate de la siderurgia Manuel Agustín Heredia (Martín Heredia y Cia.) en 1860. Aprovecharon un edificio industrial abandonado sin concluir por una compañía gasista y se dedicó inicialmente al refino de azúcar empleando jugos importados desde Asia. Sin embargo, más adelante molturó y transformó caña de azúcar sin renunciar al refino de la importada14, con lo que incrementaba el rendimiento y el beneficio comercial de la fábrica al eliminar los tiempos muertos. La Guía de Málaga publicada por Benito Vila en 1861 la describe como plenamente operativa. El edificio –que aparece representado en el plano de Málaga de Pérez de Rozas (1863)-, era de planta rectangular y paralelo a la línea de costa de La Caleta, que es donde se ubicaba (actual Paseo de Réding), accediéndose al mismo por un gran arco neoárabe. Junta a la misma se hallaba la fundición de Juan Giró y en sus cercanías otras fábricas. En la planta inferior se emplazaba la máquina de vapor y el tanque donde se disolvía el producto, y en la superior los aparatos que, de acuerdo con las descripciones, podemos identificar como filtros de carbón animal, tacha, triple efecto y centrifugadora. Es decir, todos los elementos que integraban el método Derosne. Poco después se añadió a la fábrica un tren de molinos de 25 h.p. capaz de molturar 25 arrobas de caña en 24 horas15, lo que nos indica que los campos 13

GARCÍA MONTORO, C., “Málaga en los años finales del siglo XIX”, Péndulo nº. 10, Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Industriales, Málaga, 1998, pág. 89 14

CASADO, M., “De la industria azucarera en la provincia de Málaga (III)”, Boletín de la Sociedad Económica de Amigos del País de Málaga nº. 18, 30 de junio de 1862, pág. 116 15

VILA, B., Guía del viajero en Málaga, La Ilustración Española, Málaga, 1861 (edición facsímil de Diputación de Málaga y Academia de San Telmo, 1998), pp. 275-278.

malagueños habían incrementado este cultivo entonces tan rentable y en plena expansión, así como que el proceso de transformación se desarrollaba de forma íntegra. En 1863 la empresa azucarera contribuyó con 40.000 rsv. a la construcción de una fuente pública en el cercano barrio de La Malagueta a condición de que el derrame sobrante de la misma se condujese hasta la fábrica, corriendo de su costa los gastos originados16. Durante los últimos años de su actividad la fábrica pasó a propiedad de Martín Larios, quien exiliado en París tras la revolución de 1868 había contratado al ingeniero inglés Jaime Wallace Law (procedente de Falkland), quien llegó a Málaga en 1878 para ocuparse de todos los ingenios que los Larios poseían desde Cádiz hasta Motril17. Aunque La Malagueta contó con otros establecimientos industriales, el emplazamiento no era el más adecuado, pues los carros con la materia prima procedentes de la vega tenían que atravesar toda la ciudad para entregar su carga, lo que sin duda contribuyó a adoptar la decisión de su cierre y el traslado de la actividad productiva azucarera a las cercanías del río Guadalhorce. Azucarera de La Concepción (Zamarrilla) La azucarera de Zamarrilla comenzó inicialmente también como una fábrica de refino de azúcar, promovida por José Smith. Los trámites para su construcción se iniciaron en julio de 1862 con un proyecto constructivo del maestro de obras Rafael Moreno. El solar del que se disponía, en forma de trapecio irregular, colindante con la ermita de Zamarrilla y la fábrica de chocolates La Riojana18, presentaba fachada a la calle Mármoles nº. 107, Peso de la Harina y Aragón. El informe de alineaciones que emitió el arquitecto municipal José Trigueros planteó el remetimiento de uno de sus muros precisamente para no estorbar el paso hacia la mencionada ermita, a la vez que dictaminó que un muro preexistente cuyos huecos se hallaban macizados con mampostería no podría sustentar el edificio, recomendando su demolición. Dentro del solar se plantó un sobrio edificio de planta rectangular y tres plantas de altura, con 14 ejes de vanos escarzanos en su fachada principal y 6 en las laterales, emplazándose las puertas en los extremos de las fachadas. En el patio, alejada del edificio, se emplazaba la chimenea, circular sobre basamento octogonal. 16

A.M.M., Act. Cap. vol. 260, fº. 156v-157, 13 de Julio 1863

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SESMERO, J., “Jaime Wallace”, Personajes de Málaga, Diario SUR, Málaga, 2000.

18

Esta fábrica, promovida por la firma López Hermanos, había sido creada en 1857 y era accionada por una máquina de vapor. Vid. GUZMÁN VALDIVIA, A.; SANTIAGO RAMOS, A. y BONILLA ESTÉVANEZ, I., Cien años de historia de las fábricas malagueñas (1830-1930), Acento Andaluz, Huelva, 2001, pág. 255

Con las observaciones mencionadas se concedió la licencia en agosto de 186219 iniciándose las obras, pues la fábrica se inauguró oficialmente el 6 de abril de 186320. Muy pronto la fábrica –ya denominada Ntra. Sra. de la Concepción-, pasó a manos de Vda. de Frutos, Portal y Cia., y en ella se transformaban la casi totalidad de las 700.000 arrobas de caña recolectadas por los Larios en el término municipal de San Pedro Alcántara, donde años después se instaló un nuevo ingenio. La compañía de Martín Larios se hallaba en la década de los años sesenta del siglo XIX en plena expansión de su negocio azucarero, comprando tierras y fábricas preexistentes a lo largo del litoral malagueño y parte del granadino21, y convirtiéndose en líderes indiscutibles dentro del sector azucarero. A partir de este momento se sucedieron con rapidez inusitada una serie de movimientos empresariales. Portal había firmado unos pagarés a la Hacienda Pública en concepto de derechos de aduanas por la importación de coloniales, a los que no pudo hacer frente, ocasionando la quiebra de su empresa. La fábrica se vendió en subasta pública siendo adquirida por Tomás Heredia Livermoore, quien a su vez la cedió a Manuel Domingo Larios, marqués de Larios, mediante escritura otorgada ante el notario Miguel Cano de la Casa el 18 de septiembre de 187822. De las 376.217´05 ptas. se destinaron 308.000 ptas. a la Hacienda Pública en concepto de los pagarés. Igualmente se subastaron efectos acumulados en los almacenes de la fábrica por valor de 76.163 ptas. Casi simultáneamente (verano de 1878) se había constituido la Compañía Azucarera Malagueña (C.A.M.), sociedad anónima integrada por Enrique Crooke, Ricardo Larios, Eduardo Strachan, José Jiménez Astorga, Eduardo Palanca, Simón Castel y otros destacados miembros de la sociedad malagueña, quienes se repartían las 5.631 acciones que representaban el capital de la compañía. Manuel Domingo Larios vendió la fábrica a la Compañía Azucarera Malagueña en 1880, que continuó con la explotación de la fábrica.

19

A.M.M., legajo 1264 (IV), expediente 86. Vid. RODRÍGUEZ MARÍN, F.J., “Málaga 18501920. La arquitectura industrial como exponente de una actividad económica”, Actas del III Congreso de Historia de Andalucía (2001), Córdoba, 2003, pág. 236

20

DIÁZ ESCOVAR, N. y DÍAZ SERRANO, J.Mª., Efemérides de Málaga y su provincia, Imprenta La Unión Mercantil, Málaga, 1915, pág. 598

21

PAREJO BARRANCO, A., op. cit., pág. 77. Con el tiempo los herederos de Martín Larios constituyeron dos sociedades diferentes para atender sus negocios azucareros: “Sociedad Industrial y Agrícola del Guadiaro” (1887, para la zona occidental) y “Azucarera Larios” (1890, para la zona oriental). Ibid, pág. 90

22

(A)rchivo (H)istórico (P)rovincial de (M)álaga., Protocolos, leg. 5210. Las escrituras correspondientes a esta fecha han resultado afectadas por el agua y resulta imposible su lectura

La iniciativa empresarial resultó tan desastrosa desde el punto de vista económico que la sociedad acordó disolverse tras la liquidación de sus bienes. El más importante era el propio edificio fabril, que se ofreció en subasta pública extrajudicial por el tipo de 629.211´35 ptas, que era su valor en el balance comercial de la compañía a 31 de diciembre del año anterior, pero no hubo ninguna puja. Se solicitó entonces la participación como peritos de los arquitectos Gerónimo Cuervo González y Manuel Ribera Valentín, que tasaron los pabellones, almacenes y chimenea, así como el ingeniero José Almarán y Valderrama que tasó todos los artefactos: “taller de moliendas de cañas, cocina, defecación, filtración, evaporaciones, concentración, turbinas, taller de calderas, almacenes de azúcar, taller del negro, patios, taller de reparación, destilería y accesorios”, por un total de en 302.677 ptas23. A la segunda subasta –que tuvo lugar el 12 de noviembre de 1887-, concurrió como único postor un apoderado de la compañía Hijos de Martín Larios al que se le adjudicó en la cantidad de 302.677 ptas., cantidad de la que había que descontar un censo que gravaba el edificio y otras cargas. Los liquidadores de la C.A.M. adoptaron otras decisiones, como las de rescindir un contrato de arriendo de tierras en la vega con el conde de Fernán Núñez o declarar la suspensión de pagos, y en la asamblea de accionistas celebrada el 19 de noviembre de 1887 se aprobaron todas las acciones y se disolvió la compañía24. Aunque el apoyo de Larios había sido fundamental para que el proyecto de viabilidad de la fábrica saliese adelante en su etapa inicial ante la dificultad planteada por la existencia de los pagarés a Hacienda, tras la quiebra de la C.A.M. un grupo de accionistas se quejó de que en estas operaciones habían perdido el hermoso edificio de la fábrica –al que calificaban de hermosísimo-, y otros activos que Vda. de Portal había aportado con la fábrica (3 molinos harineros, fincas urbanas y acciones…). En consecuencia reclamaban de Enrique Crooke (uno de los liquidadores de la compañía) que recogiese las acciones apelando a su posición económica. Las amargas quejas iniciales 8recogidas en un escrito mecanografiado) fueron suavizadas en el informe impreso que se divulgó para conseguir este mismo fin, aunque apelando a la liberalidad y generosidad de la familia Larios y omitiendo las sospechas y quejas de la primera redacción25. La nueva etapa de actividad de esta fábrica continuó, pues, bajo la dirección de la firma Hijos de Martín Larios. Aunque en el edificio tan solo se acometieron desde entonces obras menores (limpieza de atarjeas en 1897 o apertura de un paso de carruajes en 192926), bajo la administración Larios la fábrica de Zamarrilla fue la 23

A.H.P.M., Protocolos, Miguel Cano de la Casa leg. 5535, fº. 6139

24

A.H.P.M., Protocolos, Miguel Cano de la Casa leg. 5535, fº. 6311-6334

25

(A)rchivo (D)íaz (E)scovar, caja 98 nº.2-1

26

A.M.M. leg. 1391 exp. 73, y La Unión Mercantil, 7 de junio de 1929. Agradezco este último dato a D. Eduardo Fabre Escamilla.

más moderna y rentable de la capital, dando ocupación a comienzos del siglo XX a unos 300 trabajadores27. No obstante, la azarosa vida de la fábrica de la Concepción aún experimentaría un nuevo traspaso de propiedad. En 1903 se había constituido en Madrid la Sociedad General Azucarera, ante la necesidad de agrupar y regularizar el excesivo número de fábricas azucareras (de caña y remolacha) existente en España y que se hacían la competencia entre sí, y que –entre otras-, se hizo con la propiedad de esta fábrica. Desde 190228 figura como fábrica remolachera y hasta su cierre en 1933. La venta de su maquinaria no tuvo lugar hasta 1934, que es cuando se envió a la fundición de Lipperheide y Guzmán, de Bilbao29. Esta circunstancia debió resultar decisiva para que se optase por rentabilizar el solar. En 1935 el arquitecto Eduardo Esteve proyecto la apertura de dos nuevas calles sobre el mismo y se parceló el suelo resultante para su venta en 193730. Azucarera San Guillermo Tratando de aprovechar el periodo de máxima rentabilidad de las fábricas azucareras la de San Guillermo fue creada en 1870 por Eduardo Huelin y Reissig y su hermano Guillermo en terrenos de su propiedad en las playas de San Andrés. Los terrenos de Huelin quedaban delimitados entre el Camino del Río y el mar al Sur, tierras de Maldonado por el Este y de Francisco Mitjana por el Norte. En el sector colindante con la propiedad de Maldonado levantó Huelin su fábrica de azúcar. La empresa inició su actividad con un capital social de 500.000 ptas. luego ampliado a un millón, y la actividad declarada, además de todo lo relacionado con la elaboración de azúcar, se hallaba el arrendamiento y subarrendamiento de parcelas a los agricultores y cosecheros de caña31. En el amplio solar restante promovió Eduardo Huelin el barrio obrero que aún hoy lleva su nombre y que destacó en su momento por el enorme avance social que

27

GUZMÁN VALDIVIA, A.; SANTIAGO RAMOS, A. y BONILLA ESTÉVANEZ, I., Cien años… op. cit., pág. 220 28

La industria azucarera en España, Azucarera Ebro Agrícolas, Madrid, pág. 29

29

A.H.P.M, Industria, leg. 10.453. Agradezco a su directora, Dª. Esther Cruces, esta y otras referencias documentales

30

A.M.M., leg. 5602

31

PAREJO BARRANCO, A., op. cit., pp. 82-84

supuso permitir a los trabajadores acceder a viviendas unifamiliares dotadas de patio frente a las generalizadas corralas o casas de vecindad32. La fábrica de Huelin se benefició de la bonanza de aquellos años de alta rentabilidad, pero la crisis de la caña de finales de siglo hizo mella y en 189933 cerró la fábrica y vendió la mayor parte de las viviendas del barrio a los Larios. Azucarera de Martín Heredia e hijos en Ctra. de Cádiz Al igual que en el caso anterior, la familia Heredia trató de aprovechar el periodo dorado de la caña de azúcar promoviendo esta fábrica que inició su actividad en 1876 (probablemente sustituyendo a la de La Malagueta) y cesó a comienzos del siglo XX34. Como ocurrió con la fábrica de La Malagueta, ésta también acabó perteneciendo a la familia Larios, lo que explica que alguna postal fotográfica que la representa la identifique como perteneciente a esta familia, a la que podría calificarse como “sacarocracia” si no fuese porque el ámbito de sus inversiones se hallaba mucho más diversificado. En su etapa de propiedad de los Larios, el ya mencionado ingeniero Jaime Wallace Law se ocupó de los aspectos técnicos de la fábrica fijando su vivienda en la segunda planta del edificio de oficinas de la fábrica35. A finales del siglo XIX la fábrica se dedicaba únicamente a la transformación de remolacha, materia prima que le llegaría fácilmente dado su emplazamiento cercano a la vega de Málaga situada al Oeste del río Guadalhorce, junto a cuya ribera se situaba36. Fábrica Ntra. Sra. de la Victoria (El Tarajal) Las experiencias previas indicaban claramente que el periodo de alta rentabilidad de la caña de azúcar ya había concluido y que había que admitir la incuestionable competencia del azúcar de remolacha. Con estas premisas asistimos a una nueva iniciativa empresarial surgida en 1930 con el nombre de Azucarera Malagueña El Tarajal S.A.

32

RODRÍGUEZ MARÍN, F.J., “Urbanismo obrero y burgués: los barrios de Huelin y el Limonar”, Jábega nº. 66, Diputación Provincial, Málaga, 1989, pp. 46-49 33

GUZMÁN VALDIVIA, A.; SANTIAGO RAMOS, A. y BONILLA ESTÉVANEZ, I., Cien años…, op. cit., pág. 221 34

Ibid., pág. 222

35

SESMERO, J., op. cit., pág. 250

36

HEREDIA GARCÍA, G. y LORENTE FERNÁNDEZ, V., Las fábricas y la ciudad (Málaga, 1834-1930), Arguval, Málaga, 2003, pp. 163-166

Esta sociedad –con sede social en Alameda nº. 32)37 se constituyó el 13 de junio de 1930 ante la notaría de Francisco Díaz Trevilla con un capital social de 5 millones de pesetas, distribuidos en acciones de diversas cuantías y características, tanto al portador como nominativas. Una parte de ellas quedó reservada para los agricultores propietarios de tierras, que se comprometían a entregar en la fábrica anualmente 10.000 kgs. de remolacha o caña de las variedades admitidas por la empresa. Esta obligación concluía al duodécimo año, cesando al mismo tiempo el derecho a percibir el dividendo del 3% estipulado en la escritura. La sociedad declaraba entre sus fines la construcción de una o varias fábricas para la elaboración de azúcar de caña o remolacha y sus derivados, así como toda clase de operaciones mercantiles, agrícolas e industriales. En el momento de su constitución la presidía Manuel Romero Raggio y era secretario Agustín Cabeza de Vaca y Ruiz-Soldado, marqués de Crópani38. La iniciativa empresarial se concretó en la construcción de una sola fábrica en la vega de Málaga, al Oeste de la población, y a no excesiva distancia del río Guadalhorce, que como comprobamos, constituyó un elemento determinante, tanto para la propia actividad industrial como para el riego de las plantaciones de caña. El edificio se construyó a lo largo de 1931, como indica la fecha pintada en el fuste de su chimenea junto a las siglas A.M.E.T. (Azucarera Malagueña El Tarajal). Una placa situada en su base con la inscripción F. Hof, Frankfurt, parece referirse al lugar de procedencia de los bloques de hormigón refractarios39 con los que se construyó. La fábrica –la única que se ha conservado de todas cuantas existieron-, acabó singularizando este paraje y dando nombre al núcleo poblacional surgido en torno a la misma. El crecimiento urbano ha dotado de nombre y número a la arteria que discurre junto al mismo: Avda. de Ortega y Gasset nº. 469. Asimismo, constituye un hito arquitectónico por las dimensiones y nobleza del edificio, realizado íntegramente en ladrillo visto. El inmueble, situado en el centro de una parcela de notables dimensiones, adopta una planta en forma de “H” irregular integrada por varias naves, adelantándose respecto a la alineación de su fachada principal el volumen del zaguán de acceso, que estuvo decorado con azulejos figurativos de tonalidad azul de corte regionalista.

37

Memoria Comercial del año 1933, Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Málaga, 1936 38

Estatutos de la Sociedad Anónima “Azucarera Malagueña El Tarajal”, Tipografía La Moderna, Málaga, 1930. 39

SOBRINO, J., “Portfolio fotográfico”, en VV.AA., Patrimonio Industrial de Andalucía. Portfolio fotográfico, Consejería de Obras Públicas y Transportes, Junta de Andalucía, Sevilla, 2006, pág. 182

Los vanos –todos ellos rebajados-, disponen de monteras y se distribuyen con regularidad por los muros. Los frontis de las diferentes naves muestran elaborados remates consistentes en frontones triangulares con varias cornisas inscritas unas dentro de otras realizadas igualmente con ladrillos en arista. Las esquinas disponen de unos voluminosos remates con grandes mensulones y varios cuerpos superpuestos de carácter geométrico de filiación lejanamente modernista, pero que no alteran la impronta clasicista que emana el edificio. En el interior sorprende aún más la espacialidad de su nave principal, cuya percepción se amplifica por el hecho de hallarse vacía. Pese a la modestia de su cubierta –fibrocemento ondulado sobre cerchas metálicas-, el interior induce a pensar en los espacios catedralicios como un referente cercano. Sin conexión actual con el edificio se encuentra la alta chimenea –cercana a una desvencijada caldera-, y un gran depósito de agua realizado en hormigón armado en cuyo diseño no se han ahorrado concesiones a la estética, basando su estructura en hiladas superpuestas de arcos de medio punto en disposición circular que sustentan el tanque en su extremo superior. El edificio se encuentra totalmente vacío y desprovisto de las maquinarias que albergó –a excepción, ya comentada, de los restos de su caldera-, y se aprecian restos de otras edificaciones que se le adosaron o lo circundaron, caso del garaje. Junto a la báscula, una caseta fue realizada con los mismos materiales y diseño que el inmueble principal. Pese al esfuerzo desarrollado en la construcción del edificio y su funcionamiento, la actividad industrial original no se mantuvo más allá de la primera docena de años mencionados en los Estatutos de la Sociedad creada al efecto. Tras desmantelarse la industria azucarera acogió a partir de 1946 una fábrica de tapones de corchos, cuyos restos de materias primas y sencillas maquinarias aún pueden observarse en el interior. Aún hoy se conoce al edificio más fácilmente como “la corchera” que por su inicial actividad, que muchos desconocen. Hacia mediados de los años setenta del pasado siglo el edificio fue utilizado como almacén de trigo, y en la actualidad como corral o refugio para ovejas y caballos, un fin claramente indigno e inadecuado para un inmueble que en el Plan General de Ordenación Urbana de la ciudad, actualmente en proceso de aprobación definitiva, obtuvo protección arquitectónica II, que garantiza su conservación tanto en fachada como en estructura interna. Varios han sido los posibles usos que se han barajado para este edificio industrial, como los de museo del Transporte o de la Industria, sin que hasta el momento haya trascendido más que la voluntad política de rehabilitarlo para su reutilización. Azucarera Hispania (antigua Azucarera Ibérica o Colonia Ordóñez) La azucarera situada junto al río Guadalhorce, primero de los descendientes de Heredia, y posteriormente de los Larios, aportaría el solar para la última fábrica azucarera de Málaga capital, la fábrica Hispania, que es la última que mantuvo su actividad hasta hace unas décadas.

Los antecedentes se remontan a 1928, que es cuando la Sociedad General Azucarera (entonces denominada Compañía Azucarera Peninsular)40 realizaba los preparativos para el montaje de la nueva fábrica sobre las ruinas de la fábrica anterior. Estas tareas las realizaba el ingeniero Bartolomé Corominas. El inmueble fue realizado por la sociedad de construcciones aragonesa Ríos y Coms41. En 1930 aún se solicitaba permiso para la instalación de un motor de aceite pesado de 50 h.p. y un taller provisional de ajuste y forja, especificando el documento que se trataba de la “antigua fábrica de azúcar de la Colonia Ordóñez”42. Quien había sido ingeniero industrial de los Larios, Jaime Wallace Law, había tenido cuatro hijos. El primogénito, Jaime Wallace Laforgue, era también ingeniero de la S.G.A., desempeñando su función en las fábricas azucareras de Torrelavega (Cantabria) primero, y, posteriormente, en Vitoria. Fue el ingeniero Bartolomé Corominas el responsable del retorno de Wallace hijo a la ciudad de su infancia, donde dirigió la marcha de de la nueva fábrica Azucarera Hispania, que se constituyó el 12 de mayo de 1930 y comenzó a funcionar en la campaña de 1932. En 1933 se celebró una fiesta a la que asistieron todos los trabajadores y cuadros dirigentes con sus respectivas familias, que integraban una pequeña colonia habitacional –incluyendo escuela y capilla-, cercana a la fábrica43. Jaime Wallace Laforgue fue director de la fábrica Hispania hasta su fallecimiento en 1936. Su hermano Rafael Wallace –quien había estudiado comercio y también había sido llamado por Corominas-, fue su administrador hasta su jubilación en 197044. En 1942 la fábrica Hispania tenía una capacidad de molienda de 600 toneladas diarias de caña, y contaba para ello con un equipamiento técnico integrado por un tren de molinos Fives-Lille con 1 desfibrador, 2 cortaraíces, 3 cajas encaladoras, 7 cajas carbonatadoras, 1 aparato cuádruple efecto para el jugo de caña, 1 aparato quíntuple efecto para el jugo de remolacha, 5 tachas, 18 turbinas, 2 depósitos de jarabe, 2 de miel rica, 3 de miel pobre, 2 de melaza, 1 secadero de pulpa de 40

En 1932, año del inicio de la actividad de la fábrica, existían como dos sociedades diferentes la Sociedad Azucarera Ibérica y la Sociedad General Azucarera de España, pero curiosamente ambas tenían su sede en Alarcón, 7 de Madrid. Sus direcciones en Málaga eran Moreno Monroy, 5 para la primera y Padre Miguel Sánchez, 107, para la segunda. Vid. Memoria Comercial del año 1932, Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Málaga, 1934, pág. 273

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VÁZQUEZ, A., “Pisos construidos junto a plantaciones de caña”, diario La Opinión de Málaga, 7 de mayo de 20000, pág.7

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A.M.M., Act. Cap. vol. 329, fº. 74v., sesión 4 de octubre de 1930

43

Vida Gráfica, 20 de julio de 1933, pág. 20. La denomina “Azucarera Ibérica”, denominación que recibió inicialmente 44

SESMERO, J., op. cit., pp. 255-256

remolacha, 4 generadores de vapor Wabcok & Wilcox tipo Stirling y 2 máquinas de vapor Van Den Kerchare. El cok y la piedra caliza utilizadas eran de procedencia nacional. La fábrica se aprovisionaba de materia prima mediante vía férrea hasta un terminal propiedad de la fábrica, así como por carretera para las cañas y la remolacha procedente de los campos cercanos. La producción en los años cuarenta era de 1.423.944 de azúcar de caña, 599.610 de remolacha, 269.100 de pulpa (para el ganado) y 525.437 de melaza (para alcoholes). Las campañas oscilaban desde mayo-agosto a junio-septiembre, dependiendo de la climatología. Durante la campaña empleaban a 6 empleados técnicos, 30 administrativos, 632 obreros varones y 1 mujer, en total 669 trabajadores que se distribuían en 3 turnos de a 8 horas45 para mantener la fábrica activa de forma continua, pues el guarapo es un producto muy inestable que muy pronto entra en fermentación. En 1958 tuvo lugar un hecho curioso, cuando su entonces director, Andrés Télez Romero, había sido elegido concejal del Ayuntamiento malagueño y desempeñaba el cargo de primer teniente de alcalde, cargo al que renunció por resultar incompatible con la dirección de la fábrica46. Entre las mejoras y novedades adoptadas en el devenir histórico de la fábrica se encuentra la instalación en 1973 de un tercer cortaraíces Fives-Lille procedente de la fábrica de Zaragoza con el que hacer frente al hecho de que la remolacha procedente de Jerez procesada en la fábrica era más fibrosa y hacía disminuir el rendimiento de los dos cortaraíces entonces existentes47. En la década de los años ochenta se acometieron diversas mejoras técnicas, como la instalación de nuevos hornos para bagazo en 1980 (proyectados por el ing. Miguel Montalt), dos nuevos generadores de vapor en 1981 (instalado por la empresa Vento)48, el proyecto para disminuir el consumo de fuel en 1981, o el inicio de la producción de alcohol rectificado a partir de mosto de maíz fermentado a partir de 1982. Si la pulpa de remolacha como subproducto se destinaba a la alimentación de ganado, la actividad transformadora de la caña generaba bagazo en cantidad superior a las necesidades energéticas de la propia fábrica, por lo que también generó una industria paralela: en 1977 la fábrica Hispania dejó de pertenecer a la S.G.A. 49 y fue adquirida por FIBERSUR S.A., que se instaló en ella para desarrollar la actividad de desmedulación y empacado de la fibra de bagazo, y simultáneamente se llevó a cabo una ampliación de la planta de molinos, 45

A.H.P.M., Industria, leg. 10.453

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A.M.M., Act. Cap. Vol. 404, fº. 91, sesión 22 de septiembre de 1958

47

A.H.P.M., Industria, leg. 10.454

48

A.H.P.M., Industria, leg. 10.456

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La industria…, op. cit., pág. 30

proyectada por el ingeniero Rafael Escobar Ortiz. Poco después la empresa pasó a denominarse TABASA (Tableros Aglomerados de Bagazo S.A.) pero mantuvieron su actividad: el bagazo empacado lo enviaban a su planta de Burgos como materia prima en la elaboración de tableros de baja densidad. TABASA obtenía de Hispania el grueso de su materia prima (33.000 t.), y lo completaba con el adquirido de la fábrica de Larios (Torre del Mar) (15.000 t.) y la fábrica de Ntra. Sra. del Rosario de Salobreña (15.000 t.)50. Ciertamente, los últimos años de actividad de Hispania fueron de una actividad lánguida, más encaminada al suministro de alcoholes a la destilería de Ron Bacardí y a la elaboración de pequeñas cantidades de azúcar para consumo interno de los empleados, hasta su total cierre en el año 1994. El edificio fabril fue totalmente demolido hacia 1997 y de su interior tan solo se salvó una máquina de vapor Fives-Lille de 1925 que –por iniciativa del Colegio de Ingenieros Industriales-, fue restaurada bajo la dirección del ingeniero Giménez Yanguas e instalada en un parterre ajardinado de la Avda. de Andalucía de Málaga. Pese a los años transcurridos ningún acto incívico la ha deteriorado, aunque se echa en falta algún pequeño panel que informe de su origen y función, pues de alguna forma viene a materializar simbólicamente, el fin de la industria azucarera en Málaga. Motril (Granada), donde desde hace años funciona el centro de interpretación del azúcar denominado Casa de la Palma, o Torre del Mar (Málaga), donde parte del edificio fabril rehabilitado acogerá –entre otros usos turísticos-, máquinas y calderas restauradas, han testimoniado con estos proyectos museísticos su pasado azucarero e industrial, objetivo que en la ciudad de Málaga aún se halla pendiente.

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A.H.P.M., Industria, leg. 13.573

Epígrafes: Imagen 1: Ingenio de la Axarquía accionado por un locomóvil a vapor (Colección Manuel Martínez Molina) Imagen 2: Fábrica de azúcar de Heredia en el plano de Málaga de Pérez de Rozas (1863) Imagen 3: Fábrica azucarera El Tarajal, exterior Imagen 4: Fábrica azucarera El Tarajal, interior Imagen 5: Azucarera Hispania. Plano del tren de molinos Imagen 6: Máquina de vapor Fives Lille de la Azucarera Hispania como monumento público

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