Medios de comunicación y visibilidad femenina. La reconstrucción del proceso de las rederas gallegas a través de la prensa

September 23, 2017 | Autor: P. Martínez García | Categoría: Feminismo, Prensa, Medios de Comunicación, Violencia Simbólica, Visibilidad Femenina, Rederas
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Descripción

Título Medios de comunicación y visibilidad femenina

Subtítulo La reconstrucción del proceso de las rederas gallegas a través de la prensa

Resumen La influencia de los medios de comunicación como constructores de la realidad social los convierte en una herramienta de delimitación de lo que es o no relevante en nuestro entorno. En este sentido, estos organismos son decisivos a la hora de visibilizar o invisibilizar la acción reivindicativa de los distintos actores sociales, también atendiendo a los sistemas de dominio y opresión que se reproducen en la sociedad. Teniendo en cuenta estas premisas y, centrándose particularmente, en la discriminación en función del género, la presente investigación analiza la reconstrucción del proceso de las rederas gallegas a través del estudio de las informaciones de la Voz de Galicia, tomando como referencia el análisis crítico del discurso pero con una perspectiva feminista. Estas trabajadoras del mar son protagonistas de un empoderamiento individual y colectivo a medida que se dignifica y profesionaliza su oficio mediante una política impulsada por la Xunta en el año 2002. A partir de aquí, se cuestiona si la prensa gallega ha reflejado la creciente visibilidad de este sector feminizado favoreciendo la presencia de las rederas en el imaginario social y han ayudado en su adquisición de poder como colectivo. O si,

por el contrario, han reforzado su objetivación, negándoles la posibilidad de erigirse como sujetos autónomos e independientes, primando la actuación de otros actores y reforzando la minusvaloración que han sufrido las mujeres tradicionalmente en el entorno pesquero.

Autores Patricia Martínez García (Universidad del País Vasco – Euskal Herriko Unibertsitatea: Departamento de Ciencias Políticas y de la Administración – Parte Hartuz: Eje Feminismos y Modelos de Democracia. Becaria predoctoral del Programa de Formación del Gobierno vasco).

Palabras clave Empoderamiento, medios de comunicación, rederas, visibilidad

Comunicación

1. Introducción La dominación y la opresión de los diferentes grupos sociales constituyen las lógicas sistémicas que predominan en los modelos de democracia representativa actual, donde el poder se concentra en unas pocas manos. Los derechos sociales y de ciudadanía se convierten, así, en privilegios de varones blancos, ricos y sin discapacidades, tal y como denuncia la teoría feminista. Y, entre estos tratos preferenciales, se encuentra de forma destacada el acceso a la

comunicación. Los medios se revelan así como parte de un conglomerado que sustenta patrones discriminatorios y que disfraza de neutralidad y objetividad el reforzamiento de la injusticia social. De esta manera, los colectivos que no encajan en esa supuesta normatividad se ven excluidos de los espacios de poder político y social, donde se encuentran los organismos mediáticos. Entre estos grupos marginados se ubican indudablemente las mujeres, que se han visto relegadas tradicionalmente de un ejercicio de ciudadanía pleno. En este sentido, los medios plasman la opacidad y el menosprecio con las que el patriarcado las trata, pero también refuerzan este sistema opresor en la medida que promulgan la violencia simbólica ofrecida por el androcentrismo. De manera que “la invisibilidad de las mujeres y su tratamiento periodístico y publicitario desequilibrado hace que nos encontremos ante un problema de justicia social” (Martínez-Lirola, 2010, p. 171), ya que “el lenguaje expresa y forma parte de la estructura patriarcal de nuestra sociedad” (Pateman, 1995: 116). Los media refuerzan así el carácter del género como una categoría híbrida que actúa de sustento a una estructura económica

que genera “modos de explotación, marginación

económica y privación, específicas de género”, al mismo tiempo que codifica patrones de dominación androcentristas que privilegian “los rasgos asociados a la masculinidad, mientras devalúa todo aquello codificado como femenino” (Fraser, 2011, p. 299). Con todo ello, se produce “la construcción de las mujeres y las niñas como otras subordinadas y deficientes que no pueden participar como pares en la vida social” (Fraser, 2011, p. 299). O, en palabras de Alicia Miyares (2003, p. 208), se crea un espacio público donde las mujeres viven “su condición de ciudadanas de modo defectivo”. Y esta definición inconclusa e incompleta como sujeto político se plasma en una inexistencia personal y social, de forma que la invisibilidad. “afecta a todas sus facetas y áreas de vida individual y colectiva. Por tanto, la posición de las mujeres con respecto al poder es en la periferia, como seres de no poder” (Martínez-Lirola, 2010: 170).

Y en esta situación se encontraban los colectivos feminizados del sector pesquero. En concreto, las rederas gallegas que se situaban en un estado de marginalidad absoluta hasta que iniciaron su andadura con la Xunta de Galicia para organizar y formar el sector, dignificando su oficio. Pero, ¿han favorecido los medios de comunicación la construcción de las mujeres como sujeto colectivo en la pesca gallega? Estos organismos se han convertido en un recurso fundamental para la difusión efectiva de las demandas de los movimientos y colectivos sociales, así como para visibilizar su acción reivindicativa. Es decir, controlan parte de la construcción de la realidad, lo que se refleja, por ejemplo, en la selección de lo que es o no noticiable y en su capacidad para priorizar una serie de colectivos sociales y sus diferentes acciones frente a otros. Como recuerda Gamson (1992, p. 24), aunque lo publicado por los medios de comunicación es solo una parte del discurso público “is a good reflection of the whole”. Por lo que es interesante conocer lo que dicen en torno a una temática particular para calibrar las opiniones generales, ya que los media no son agentes neutrales (McAdam, McCarthy y Zald, 1999). De manera que “control of media and of symbolic production therefore becomes both an essential premise”” (Della Porta y Diani, 1999, 40). En este sentido, la presente investigación tiene como objetivo la reconstrucción del proceso protagonizado por las rederas gallegas a través de la recopilación de las informaciones publicadas por la Voz de Galicia a este respecto desde el año 2001, cuando se dan los primeros pasos en el acercamiento del equipo técnico autonómico al colectivo. Una recopilación de datos que viene motivada por la búsqueda de conocimiento respecto al tratamiento dado a este grupo de mujeres que luchan por dignificar su oficio y que, mediante la organización y la formación, han adquirido fuerza para contraponerse a la invisibilidad y equilibrar las desigualdades, caminando hacia su empoderamiento (Martínez, 2012).

2. Metodología: Análisis Crítico del Discurso con perspectiva feminista Para constatar los objetivos anteriormente mencionados, se ha procedido a la recopilación de las informaciones de la Voz de Galicia1 relacionadas con las rederas gallegas, desde el 1 de enero de 2001 hasta el 15 de noviembre de 2013, con el fin de abarcar un periodo que incluya el inicio del proceso de política pública y el momento actual. La búsqueda se ha iniciado a través de su hemeroteca web; a continuación, se ha procedido a una segunda selección descartando aquellas noticias con escaso interés para el estudio o que pudieran trastocar las conclusiones obtenidas, dejando únicamente aquellas en las que estas mujeres son centrales y aparecen estas mujeres como colectivo. Con todo ello, el universo de la investigación se ha limitado a 210 unidades repartidas en trece años, que se han clasificado siguiendo cuatro criterios considerados relevantes para denotar el tratamiento dado. -

Cobertura informativa, entendida como la extensión geográfica que abarca. o General: Galicia, Deportes, Sociedad, Dinero, España, Mundo, Opinión y Cultura o Local. Se refiere a las páginas diferenciadas por territorios y que atienden a criterios de proximidad (A Coruña, A Mariña, Arousa, Barbanza, Carballo, Deza, Ferrol, Lemos, Lugo, Ourense, Pontevedra, Santiago y Vigo).

-

Posición en la acción, referida al rol que juega en el desarrollo de la misma. o Sujeto protagonista. Los hechos recaen sobre ellas mismas como impulsoras principales de la información, en un comportamiento más activo o pasivo.

1

Se ha elegido este periódico porque su cobertura abarca todo el territorio gallego y constituye la referencia fundamental por ser el más leído en el mismo ( (más del 50% de lectores según el último EGM, ocupando el quinto puesto en el Estado).

o Sujeto coprotagonista. Comparte la actividad con otros actores: institucionales; colectivos del sector pesquero o de mujeres; partidos, sindicatos o asociaciones. o Objeto. Sobre ellas recae la acción de agentes institucionales; colectivos; partidos, sindicatos, asociaciones; o también la actividad parlamentaria. -

Temática. Relacionada con cuestiones relativas al motivo de la acción. o Trabajo. Temas relacionados con la profesionalización (organización, formación, regulación) y dignificación de su oficio (mejoras, iniciativas, medidas). o Igualdad. Se refiere a cuestiones de reconocimiento, visibilidad social y equiparación de derechos. o Desarrollo comunitario. Se han dividido en aquellas acciones de perfil bajo, cuando se refiere a la celebración de ferias, muestras o fiestas patronales; y aquellas de perfil alto en relación a proyectos comunitarios.

-

Contexto. Se ha incluida esta categoría coyuntural cuando un número alto de informaciones coinciden con un evento o actividad relevante. Cabe destacar que el objetivo de la investigación no es la suma de datos, sino la

profundización en el tratamiento y en la posible violencia simbólica ejercida desde los medios. Por lo que estas clasificaciones de carácter cuantitativo sirven como complemento para reforzar las afirmaciones que se desprendan de un análisis crítico de contenido que, bajo una perspectiva feminista, revela que los media también reproducen los modos de dominación. Unos métodos que priman el estudio sobre cómo “el abuso de poder social, el dominio y la desigualdad son practicados, reproducidos, y ocasionalmente combatidos, por los textos y por el habla en el contexto social y político” (Van Dijk, 1999, p. 23). Siguiendo estas premisas, el estudio parte de una subjetividad ejercida con rigor, que entiende que la ciencia debe tener valores sociales y responsabilidad hacia el entorno.

A partir de las consideraciones metodológicas y teóricas mencionadas anteriormente se desprenden las hipótesis de la investigación. En primer lugar, las rederas gallegas han desempeñado una labor fundamental en la dignificación de su profesión, adquiriendo ciertas cuotas de empoderamiento a nivel individual y colectivo (Martínez, 2012). Sin embargo, se plantea si son representadas más como objeto de asistencia por parte de la administración que como colectivo cercano a esta adquisición de poder. Lo que se sustenta en la explicación de Gamson sobre la presentación de los trabajadores como seres pasivos y desafortunados ante la problemática industrial (1992, p. 66). Así, a pesar de un posible incremento de la visibilidad de las atadoras a lo largo de los años, se margina su papel de actor social a una recepción pasiva de las actuaciones públicas. Por otro lado, se plantea que este reconocimiento está vinculado a su progresiva organización y formación como colectivo. Y, por último, se entiende que las informaciones recogidas consolidan la distribución generizada de ciertos roles, naturalizando la vinculación de las mujeres al ámbito privado y reforzando la división del trabajo en función del género, actuando como una herramienta útil para sustentar el patriarcado.

3. Un proceso “real” de profesionalización y dignificación de un oficio A pesar de que las mujeres han jugado un papel fundamental en todas las áreas del sector pesquero se han invisibilizado todas sus aportaciones. Presentes en toda la cadena productiva, no han recibido reconocimiento social y han pasado desapercibidas para estadísticas, investigaciones y decisiones públicas. Y esto se agrava en el caso de las rederas, encargadas del montaje y la reparación de los aparejos de pesca. Hasta que se implicaron en el proceso de dignificación de sus oficios en el 2002, las aproximadamente 700 profesionales en situación regular estaban completamente ausentes del ámbito político, económico y social. El

principal problema señalado es el intrusismo, que se calcula en torno al 65% y a cuya eliminación se oponen los intereses económicos de armadores y efectos navales. De este modo, las condiciones que aceptan aquellas personas jubiladas que continúan trabajando y las mujeres que no cotizan denigran la situación del colectivo. Algo que se traduce en la rebaja de los precios y ampliación de las jornadas, comprometiendo el futuro del sector ante las malas perspectivas. Pero para transformar esta realidad, las rederas se involucraron en un proceso impulsado desde la Xunta de Galicia, pasando de una situación previa de invisibilidad absoluta, desorganización y atomización a un estadio de mentalidad colectiva, de autoestima recuperada, de interlocución política y de dinamización de sus comunidades. Cuando en 2002 las técnicas de la Consellería de Pesca e Asuntos Marítimos iniciaron su visita por todos los puertos de la costa gallega se encontraron con la actitud proactiva de las rederas. Y es que estas acudieron a los sucesivos encuentros que se fueron produciendo para discutir sobre las necesidades e intereses del colectivo. Si bien en un primer momento la visión era individualista y particularista, poco a poco, al compartir tiempos, espacios, ideas y preocupaciones se fue imponiendo una visión común en torno a una identidad y a una estrategia grupal. Un plan de trabajo que se concretó, fundamentalmente, en el impulso de la organización a través de asociaciones locales, en la creación de la federación y en un incremento de la formación. Estos encuentros, que se han estado celebrando regularmente hasta la actualidad, junto al trabajo de la Federación, han actuado como germen de una identidad colectiva. Proyectos llevados a cabo desde la Administración, como el Plan “Arlinga”, impulsado desde la Secretaría Xeral de Igualdade en 2008, se centraron en profundizar en la formación; en fomentar el cooperativismo y en visibilizar el oficio de las rederas. El resultado de todo ello ha sido la creación de trece asociaciones, de las que nueve actualmente integran la Federación, con 137 rederas miembras. También se creó una cooperativa, pero ante la incapacidad de competir con

los bajos precios tuvieron que abandonarla. Hay un antes y un después en lo que respecta a la visibilidad del sector, ya que se han hecho un hueco en los medios de comunicación, han sido reconocidas por la sociedad y son tomadas en cuenta por la administración. Resultados más objetivos han sido el reconocimiento profesional de su oficio mediante la cualificación (unas doscientas mujeres han conseguido el certificado de profesionalidad en su primera convocatoria y unas sesenta en la segunda celebrada este año), así como de muchas de sus enfermedades profesionales. En los distintos parlamentos se habla de sus propuestas, como la del sello homologado para identificar las redes legales o el problema del intrusismo; participaron en la elaboración del Libro Verde la Pesca; el sector pesquero las llama para opinar, acudiendo a reuniones en Bruselas para debatir sobre la Reforma de la Política Pesquera Común; se han incorporado a proyectos tan novedosos como el de Eco-Redes (I y II), para el cuidado del medioambiente. Han establecido conexiones con rederas de Asturias, Cantabria y País Vasco en un esfuerzo común para mejorar su situación. Están participando en planes de diversificación de su oficio; forman parte de Artesanía de Galicia y un largo etcétera. Sus comentarios, vivencias y trabajos aparecen continuamente en los medios de comunicación y están impulsando su visibilidad en las redes sociales (Martínez, 2012). De esta manera, las rederas han desarrollado un proceso de empoderamiento en los términos que se han citado anteriormente, abarcando tanto aspectos políticos y sociales como culturales e individuales. El punto de atención se ubica, entonces, en observar cómo ha sido plasmado este largo recorrido por la prensa gallega.

4. La reconstrucción mediática de un proceso de empoderamiento Tabla 1: Presencia de las rederas en La Voz de Galicia Años

Nº noticias

Cobertura General Local 1 0 (-1)

S.P 1

Tratamiento S. CP O. 2 8

2001

11

2002 2003

14 13

6 3

8 (-2) 10

5 2

6 7

3 4

2004 2005

9 16

2 2

7 (-1) 4 (-4)

4 7

3 3

2 6

2006

19

3

16 (-5)

9

6

4

2007

13

3

10 (-6)

6

1

6

2008

33

4

29 (-9)

9

3

21

2009

18

3

15

3

3

12

2010

24

4

20 (-7)

11

3

10

2011 2012

12 13

0 4

12 (-1) 9 (-1)

2 5

4 5

6 3

2013

15

1

14 (-1)

3

4

8

210

36

174 (-38)

67

50

93

Total

Prioridad temática Trabajo: Regulación y dignificación (7) Prestige (8) Encuentro (8). Trabajo: Profesionalización y dignificación. Trabajo (6): Dignificación. Trabajo (8): Dignificación. Igualdad (8) Trabajo (11): Dignificación. Igualdad (10) Profesionalización (7) y dignificación (7) Plan Arlinga (14): profesionalización, dignificación e igualdad Desarrollo comunitario de bajo perfil (9) Trabajo: Profesionalización (10). Intrusismo (13). Desarrollo comunitario (7) Desarrollo comunitario de perfil alto (8) Desarrollo comunitario de perfil alto (8). Trabajo: Profesionalización (6)

Fuente: Elaboración propia

4.1. Reparando en las sombras... Atendiendo a los datos cuantitativos, podemos observar como las rederas no son un colectivo prioritario de la Voz de Galicia, con escasas apariciones a lo largo de los años. Importancia que también se ve reflejada en una escasa cobertura general, en torno a un 17% del

total de noticias, frente a una ubicación localista en la mayor parte de los casos. Este hecho denota un interés por las cuestiones relacionadas con las rederas por proximidad en el litoral gallego, pero también conlleva relegarlas a un plano más secundario. Idea que se refuerza si tenemos en cuenta que se ha considerado que más del 18% de estas noticias no tienen justificada su publicación en las páginas diferenciadas por ediciones. Así, en la mayoría de las que se refieren a la federación e incluso en entrevistas a sus directivas se prima la localización frente a otros eventos relacionados con otros colectivos del sector pesquero o cuestiones impulsadas desde la administración. Esta posición subsidiaria se acentúa con la falta de reconocimiento del oficio observado en otras informaciones. El 15 de octubre de 2002 se le otorga la misma importancia a un curso de rederas que a uno de aeróbic, equiparándolo a una actividad de tiempo libre. Y ocurre en otras ocasiones como el 30 de abril de 2005: “Burela anima a ir a un curso de rederas y a un taller de flores”. Debido a que no existe todavía una certificación profesional oficial se equiparan todas las actividades que tienen como objetivo la formación, aunque de todas maneras sería complicado imaginarse un tratamiento similar con un curso de albañilería. Este lugar marginal en el diario también se observa en un evento coyuntural de gran envergadura de la prensa gallega: el desastre del Prestige (al que se dedica un 57% de las noticias del año 2002). Aunque fueron un colectivo afectado por el chapapote apenas ocupan espacio (en una noticia se les dedican dos líneas como subsector dependiente frente a seis de un hombre dedicado al pulpo -21 de noviembre de 2002-). Por otro lado, durante esos días fueron abundantes los escritos de gratitud hacia las personas de las comunidades costeras. Así, se sucedían columnas de opinión: “Gracias a los marineros, mariscadoras, rederas... que se han lanzado en chalana a capturar chapapote con las manos enfundadas en livianos guantes de goma” (María Xosé Porteiro: “La guerra de Gila” -7 de diciembre de 2002-; o “Y sigue

conmoviéndonos la actitud valerosa y denodada de los mariñeiros, redeiras y demás habitantes de nuestras costas” (Carlos G. Reigosa: Homenaje -16 de diciembre de 2002-). Sin embargo, este reconocimiento es contrariado por otras noticias relacionadas con la elaboración de redes para proteger la costa: “Marineros y mariscadores preparan mallas para mantener a salvo siete rías” -10 de noviembre de 2002- masculinizando el sujeto. Sólo en una ocasión son nombradas las rederas, refiriéndose al gran aparejo de mil metros que fabricaron en Mugardos, omitiendo su presencia de las noticias. Además, respecto al discurso referente a esta trabajadoras se las suprime de toda interpretación valerosa que sí aparece en las noticias relacionadas con los varones (que mantiene a salvo, luchan, etc.). De todas maneras, se podría decir que el Prestige supuso un cambio en su enfoque mediático, relacionado con el hecho de que se implicaron en su proceso de profesionalización. Es a partir de este momento cuando comienzan a aparecer las rederas entendidas como colectivo, lo que se refleja en el contenido de las informaciones. Por ejemplo, en las entrevistas realizadas los dos primeros años de análisis no existe ningún calado ideológico o reivindicativo, apareciendo más como curiosidades individualizadas. En la medida que avanzan en la organización, la calidad de las mismas muestran un cambio notorio. El 23 de febrero de 2005, la primera presidenta, Mª Jesús Agraso Calo, denuncia que su oficio se había entendido como una actividad complemento de las economías familiares, pero que están intentando mejorar su calidad de vida y equiparar sus derechos a los de otros trabajadores: “Queremos vivir de nuestra actividad y con los sueldos acordes a nuestra valía y trabajo, como cualquier otra persona”. El discurso de la directiva se va reforzando con el paso del tiempo, insistiendo en la igualdad y en la marginación por el hecho de ser mujeres y no responder a los intereses del gran capital. Como muestra el diálogo con Evangelina Martínez, presidenta posterior de la Federación - 8 de abril de 2008- , donde establece un vínculo expreso entre malas condiciones y discriminación de género.

Años después -7 de febrero de 2010-, esta misma redera critica de nuevo el machismo sufrido: “Algunhas tiveron que quitarse do seguro. Dixéronlles que deixaran o traballo e que vivirán do marido. Así é como nos miran ás mulleres”. O en la recogida de información de un coloquio sobre los problemas del oficio-10 de marzo de 2010- se achaca el hecho de no estar reconocido a su percepción por parte de la administración y la sociedad como “unha axuda do salario que se precisaba na casa”. Y es una denuncia que no escapa a la realidad y que forma parte también de la propia consideración social sobre la relación de las mujeres con el trabajo: “Precisamente porque el salario siempre ha sido visto como salario familiar, los ingresos de la mujer siempre han tenido carácter de suplementario respecto del salario del marido” (Pateman, 1995, p. 193). Una muestra es la presentación de María Jesús Agraso Calo en una entrevista del 10 de enero de 2009 que, tras describirla como una luchadora, inquieta y trabajadora, resaltando su vínculo con el mar a través de ser esposa, madre e hija de marineros, añade: “Es la que lleva el peso de la casa, como toda mujer de navegante ... Su hogar y sus familias son sus prioridades. Eso sí, también ayuda a la economía familiar como cualquier ama de casa. Es redera”. Es decir, además de subestimar su nexo con el mar por su propia profesión, la falta de consideración del oficio es obvia. Existen más ejemplos, como el reportaje del 18 de diciembre de 2001 “Costureras del mar” donde se manifiesta que la confección y reparación de redes “Era una actividad que daba vida a los muelles cuando los maridos, los padres o los hijos de estas mujeres luchaban en el mar por traer el pan a casa”, donde se incluyen también citas de las propias protagonistas narrando su experiencia “mientras ellos se ganaban la vida”. El vínculo con la concepción del salario familiar y sus connotaciones parece claro. Un nexo que encuentra justificación en el contrato sexual reconstruido por Carole Pateman (1995, p. 193), a través del que se presupone que “las mujeres son esposas y se

supone que las esposas dependen económicamente de sus esposos, obteniendo de ellos los medios de subsistencia a cambio de servicios domésticos. Por lo tanto, los salarios han sido sexualmente diferenciados. Las trabajadoras reciben menor paga que los varones –y de ese modo el incentivo para que las mujeres sean esposas se mantiene”. Otras feministas denuncian también esta construcción social realizada en base a la adscripción de las mujeres al ámbito privado y a la división del trabajo en función del género, de modo que la aparición de éstas en la esfera de producción cuenta con un carácter marginal “de asomo, que se plasma en la sobreexplotación, o en la asignación de puestos de trabajo definidos por la provisionalidad, al estar “como de paso”, la excepcionalidad o por la extrapolación de los roles domésticos en la vida social” (Amorós, 1985, p. 250). Lo que queda plasmado también en la insistencia por el diario de incluir en cada testimonio una referencia a que el trabajo de redera es ideal para combinar con los cuidados domésticos y familiares. También hay intencionalidad en otros aspectos, como cuando se masculiniza el sujeto: “Los rederos de A Mariña constituirán una asociación” -6 de junio de 2003-, cuando el colectivo femenino es mayoritario y quien finalmente crea la asociación (como pone de manifiesto otra noticia días después). Ocurre lo mismo cuando se silencian los testimonios de las protagonistas a favor de la voz de hombres que no son centrales en la acción, como ya se manifestó con las noticias del Prestige en la elaboración de redes de protección o durante la celebración del I Encontro de Redeiras de Galicia (7 de abril de 2003) donde todas las opiniones recogidas eran de miembros de la cofradía. O cuando la recepción de ayudas denota cierto carácter peyorativo, más referido a un interés oculto en la asistencia y en el aprovechamiento que en el disfrute de un derecho (como en las referencias a la recepción de 500 euros por asistir a cursos de formación). En otro orden de cosas, también ayuda a reforzar el patriarcado la ausencia de explicaciones de carácter estructural, si bien se deben recordar las limitaciones del periodismo

en base a espacios y rutinas. Normalmente, la situación que viven estas trabajadoras son recogidas de forma meramente descriptiva, salvo en contadas ocasiones, como el ladillo del reportaje del 17 de abril de 2003 donde se cita expresamente “discriminación por sexo”. Es curioso también que en dos entrevistas realizadas el 12 y el 21 de abril de 2007 a dos rederas se les pregunta si no es un poco machista que las rederas sean siempre mujeres, aludiendo al número pero no a las condiciones laborales. La superficialidad y banalidad son así recurrentes en muchas de las informaciones. 4.2. ... Pero descubriendo las luces... También se pueden ofrecer aspectos positivos en el análisis, como la visibilización de la conversión en colectivo de unas trabajadoras que iniciaron el proceso desorganizadas y aisladas. Poco a poco se van observando referencias a las distintas asociaciones o a la Federación cuando participan en ferias o en otros eventos que les otorgan publicidad –de hecho, fue definido como estrategia en los encuentros-. Y se presentan como un actor con iniciativas y demandas unificadas. Existen abundantes ejemplos de la presentación de vías para diversificar el oficio –dirigir productos al deporte y construcción; artesanía, ...-; reivindicación de mejoras unificación de precios, cualificación profesional; figura de aprendiza,...-; exigencia de igualdad y equiparación de derechos. Es decir, frente a la imagen victimizada y marginal que se puede ver en algunas noticias se confronta otra de actrices con capacidad de acción y decisión. Entre otras: “O Peirao respalda a las mujeres” -1 de junio de 2005-; “Las redeiras reivindican el reconocimiento de su profesión” -29 de agosto de 2007-; “Cincuenta rederas ocupan la Inspección de Trabajo de Vigo para reclamar medidas contra los furtivos” -22 de febrero de 2008-; “Rederas de la zona buscan alternativas al trabajo en la pesca” -12 de septiembre de 2012-; “Rederas de Burela divulgan su oficio entre escolares y turistas” -21 de noviembre de

2012-. Y también en fragmentos del contenido del texto: exaltación de la iniciativa del sello de calidad por parte de las rederas para “terminar con el intrusismo y hacer frente a la competencia de China” -8 de diciembre de 2012-; “Las protestas de las redeiras en Vigo consiguen un compromiso de la Inspección de Trabajo y de la Xunta” -22 de febrero de 2008-. Es decir, estas trabajadoras aparecen representadas como agentes activos, tanto en los casos de sujeto protagonista que se han mencionado como en la implicación en proyectos colaborativos y comunitarios, dinamizadores turísticos o de otro tipo. Y, con todo ello, se acaba transformando también el acercamiento a las atadoras como objeto de la acción de otros. Ya no es tanto una cosificación o una figura del paisaje, sino una pieza del desarrollo de políticas públicas con la que actúan los demás actores. Lo que se refleja en la aparición de una mayor capacidad de interlocución y una creciente inclusión en la agenda institucional. Desde los distintos parlamentos y los partidos comienzan a recogerse las reivindicaciones de las atadoras, lo que alcanza su momento de esplendor en 2008 con el Plan Arlinga –y el BNG en el bipartito-.. Pero hay otras muchas demandas recogidas: petición del coeficiente reductor, reconocimiento de enfermedades; creación de un sello homologado; inclusión en la Reforma Pesquera; y un largo etcétera en las que aparecen de la mano profesionales y personal político. También se pueden ver casos de otros usos del lenguaje. Verbos como crean, constituyen o impulsan aparecen en las informaciones; y palabras como lucha se convierten en recurrentes. Entre otros:“La Federación está dispuesta a defender su profesión de la condena a desaparecer”, bajo el titular “Rederas de Galicia emprenden una campaña contra el trabajo ilegal” -20 de febrero de 2010-; “La lucha está dirigida a que la Xunta nos reconozca y equipare salarialmente en función de nuestro trabajo. Que se sepa que no sólo los hombres trabajan en el mar” (Ángeles Mille, presidenta de la asociación O Fieital -29 de agosto de 2007-); o “Están dispuestas a llegar hasta el final para que su profesión recupere la dignidad” -7 de noviembre de

2007. En esta línea, los calificativos periodísticos se radicalizan: “esta luchadora por los derechos del gremio” -20 de octubre de 2008Así, a pesar de las sombras presentadas en la primera parte del análisis, también se pueden ver luces que atienden a un reconocimiento creciente de la profesión: “Su reivindicativo esfuerzo para que se reconozca su trabajo las ha llevado a la elaboración de redes en vivo que atrae la atención de los visitantes” -18 de agosto de 2007-. Otras veces coincide también con la celebración del Día Internacional de la Mujer, como la que recoge “Comparten tesón, espírito de loita e traballo”, en “Mulleres pioneras en Burela” -18 de marzo de 2011-. En la cobertura de eventos de reconocimiento se leen frases como “as redeiras son fundamentais no mundo do mar -15 de julio de 2011-; o “¿Qué serían los barcos sin sus rederas” -31 de julio de 2011-. Con todo ello, también se va reforzando una imagen más positiva del oficio, como fuente de recursos económicos y una vía de enfrentamiento a la crisis, entre otros problemas que afectan al sector pesquero. Se encuentran casos como: “Su empeño es hacer visible un trabajo del que quieren llegar a vivir, pero que se enfrenta a un alto nivel de intrusismo. A pesar de esto, tanto a nivel nacional como internacional se reconoce su profesionalidad” -11 de abril de 2012-; la información titulada “Las rederas de la Costa da Morte trabajan para buques galos y portugueses” -5 de enero de 2013-; o “Setenta mujeres quieren ser rederas profesionales en Camariñas” -15 de febrero de 2013-. Así, las alabanzas, el reconocimiento y el respeto hacia el colectivo de las rederas se han hecho un hueco en la prensa gallega tras el largo proceso que han protagonizado. Algo que se resume en fragmentos del poema que la propia Voz de Galicia recoge el 30 de abril de 2010, firmado por Eme Cartea y titulado “Redeiras ao sol de inverno”: “Enxeñeiras, pois, perspuntes e angazos de encaixe e relinga ... Dozura no rostro e lumbalxia nas costas ... Vocación sen profesión”. A lo que concluye: “O mar, preñado e feroz, é feminino ou non é”.

5. Conclusiones La reconstrucción del proceso de las rederas gallegas a través de la prensa ofrece la existencia de un marco bipolar que, por un lado, colabora con su empoderamiento al reforzar su identidad colectiva e incrementar el reconocimiento; mientras que, por otro, incide en el sostenimiento de un patrón discriminatorio hacia las mujeres. Lo que puede relacionarse con las vivencias sociales cuyo discurso insiste en la igualdad pero en el interior de un modelo androcéntrico y patriarcal, produciéndose contradicciones constantes entre prácticas y discurso. En esta línea, se observa que las rederas no ocupan un puesto privilegiado en la cobertura informativa, a pesar de haberse constatado una actividad permanente en los últimos años. Así, el número de noticias (con las excepciones de 2008 con el Plan Arlinga y de 2010 con un impulso reivindicador ante las expectativas frustradas) no sufre importantes variaciones- Y, del mismo modo, su posición en las ediciones locales las ubica en un lugar secundario respecto al interés, más motivado por cuestiones cercanas y comunitarias (¿primaría una ubicación distinta si se trata de la federación de empresarios o de cofradías?). Podría señalarse, incluso, que la representatividad de las atadoras se encuentra muy ligada a la actividad de los partidos y de la administración, así como su tratamiento discursivo (de mayor combatividad durante el bipartito y más desdibujadas durante los gobiernos del Partido Popular). Si bien han adquirido categoría propia como actor colectivo independiente con la asunción del rol de dinamizadoras de su entorno y fuente de proyectos comunitarios. Con todo ello, se debe contradecir la hipótesis que se planteaba sobre el incremento de las informaciones que denotan una mayor visibilidad pero limitándose a una recepción pasiva de las actuaciones públicas. Como se ha mencionado anteriormente no ha habido un crecimiento relevante de las apariciones cuantitativas pero, sin embargo, sí se ha detectado un cambio en el

tratamiento cualitativo. Aunque es cierto que se han constatado ejemplos de lo contrario, la conclusión general es que se ha producido una transformación en el enfoque de las rederas como sujeto protagonista o colaborador, pero también como receptor de políticas públicas más fundamentado en la interacción que en pasividad absoluta. Pero un análisis que pretende ser crítico no se puede olvidar de la violencia simbólica ejercida por el diario a través, entre otras cuestiones, de la naturalización del vínculo de las mujeres con el ámbito privado y del refuerzo de la división del trabajo en función del género, relegando el empleo femenino a mero complemento del salario familiar, siempre procedente del “cabeza” de familia. Con todo ello, el propio diario asume de forma inconsciente la marginación machista sufrida por las rederas, ya que “a pesar de ser una profesión con siglos de historia a sus espaldas, hablar en Galicia de las rederas sigue siendo, en muchos casos, sinónimo de precariedad laboral ,intrusismo, discriminación sexista“ y otros muchos males” -8 de abril de 2008-. Y, sin embargo, en muchos ejemplos se ha visto como se refuerza desde la prensa el mantenimiento de un orden social injusto. Y es que las lógicas de poder se imponen, por lo que un grupo de mujeres con escasos recursos económicos ven con dificultad su introducción en la agenda mediática y política y, cuando lo hacen, no siempre proyectada la imagen deseada. Sin embargo, las rederas han constado que la organización, la formación y la lucha colectiva son ejes importantes para el empoderamiento, lo que se traduce también en mayor acceso a la interlocución pública y a los canales de comunicación. A lo largo del proceso de dignificación de su oficio han logrado equilibrar, aunque sea un poco, la balanza de las desigualdades.

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