Max S. Hering Torres & Nelson A. Rojas: Microhistorias de la Transgresión. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia et al. 2015

June 30, 2017 | Autor: M. Hering Torres | Categoría: Gender and Sexuality, Police, Microhistory, Colombian History, Crime, Transgression
Share Embed


Descripción

Colección CES Después de la masacre: emociones y política en el Cauca indio Myriam Jimeno, Daniel Varela y Ángela Castillo

Víctimas y trasegares: forjadores de ciudad en Colombia 2002-2005 Andrés Salcedo

Lecturas CES Más espeso que la sangre: la mentira del análisis estadístico según teorías biológicas de la raza Tukufu Zuberi

Trabajos de grado CES Los detectives salvajes y el problema del sujeto Diego Muñoz-Casallas

Otras publicaciones recientes Biblioteca médica neogranadina 1755-1833 (Volumen I y II) Estela Restrepo Zea, Ona Vileikis Pinilla y Andrés M. Escobar, Eds.

Coeditor

Nelson A. Rojas

Editor principal

Colección CES

Centro de Estudios Sociales Desde 1985 el Centro de Estudios Sociales (ces) de la Universidad Nacional de Colombia se dedica a impulsar el desarrollo de perspectivas inter y transdisciplinarias de reflexión e investigación en ciencias sociales. Las actividades de docencia, extensión e investigación que se desarrollan en el ces responden al reto de enfrentar la diversidad social de la nación desde diferentes ópticas que permitan afianzar el vínculo entre la academia y las entidades tomadoras de decisiones. Como resultado del trabajo de sus integrantes, el ces cuenta con una extensa producción bibliográfica reconocida nacional e internacionalmente.

Universidad Cooperativa de Colombia

Microhistorias de la transgresión

Se conforma ante la necesidad de propiciar la historia cultural en Colombia. El objetivo principal del grupo es abrir espacios para que tanto investigadores como estudiantes de pregrado y postgrado puedan explorar sus inquietudes investigativas y discutir propuestas y acercamientos teóricos. En sintonía con lo anterior, en medio de su diversidad de producción de conocimiento, se publicó Cuerpos Anómalos (2008) e Historia Cultural desde Colombia (2012), proyectos que hoy se ven redimensionados con la presente publicación, trabajo que se inserta en una de sus múltiples líneas, Diferencia, Cuerpo y Transgresiones, abanderada, entre otros y otras, por el profesor Max S. Hering Torres.

E

l objetivo del libro es dejar hablar a la transgresión desde su singularidad, no como algo ahistórico, invariable y homogéneo, sino como algo sujeto al tiempo, a su variabilidad cultural, como algo fragmentario y con múltiples perspectivas. Con el acercamiento microhistórico, se busca evidenciar y debatir las conexiones entre las estructuras y las posibilidades de agencia de los individuos. El objetivo de esta aproximación es partir de lo particular para rescatar redes de significación que posibiliten recuperar prácticas cotidianas, voces silenciadas, espacios de agencia y su tensión con las relaciones de poder.

Max S. Hering Torres

Grupo Prácticas Culturales, Imaginarios y Representaciones

Microhistorias de la transgresión Max S. Hering Torres

Editor principal

Nelson A. Rojas

Coeditor

La Decanatura Nacional de Derecho de la Universidad Cooperativa de Colombia, a través de diecisiete facultades distribuidas por el territorio colombiano, ha puesto en marcha varias estrategias para el crecimiento de la investigación social basada en problemas regionales. Con la gestación y dinamización de líneas de investigación que responden a esas problemáticas, y de la mano del componente de proyección institucional, se hace una apuesta por una mejor Colombia, abordando la realidad desde la óptica del investigador sociojurídico y conservando la sensibilidad sobre la necesidad humana. Así, la investigación y el ejercicio docente en la Facultad busca contribuir a la discusión académica amplia de su área, sin dejar de suscitar, desde modelos heterogéneos de conocimiento, un impacto en las comunidades locales.

Universidad del Rosario La Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario es un espacio de vida y desarrollo de conocimiento. Sus seis programas de pregrado, dos especializaciones y tres maestrías componen un entorno rico en actividades, abundante en profesores y estudiantes apasionados por el conocimiento, la cultura y la sociedad. La Escuela se ha convertido en un lugar estimulante y desafiante para los estudios superiores en el país, pues cuenta con seis grupos de investigación, sus correspondientes semilleros, dos centros especializados y varias cátedras. Las investigaciones se ven enriquecidas por una estrecha vinculación con movimientos sociales y amplios sectores de la sociedad civil. Esta puesta en común permite encontrar nuevas temáticas de desarrollo que tienen en cuenta la complejidad de los desafíos de nuestras sociedades.

Tabla de contenido Agradecimientos 7 Transgresión y microhistoria

9

Max S. Hering Torres, Nelson A. Rojas

Indios lujuriosos, negros ladrones y clérigo suicida durante la Colonia Polvo y cenizas

37 39

Bestialidad y orden social en Antioquia colonial Leidy Jazmín Torres Cendales

Lobos carniceros y parricidas

83

Esclavos en la Nueva Granada, 1750-1800 Natalia Guevara Jaramillo

Francisco Felipe del Campo y Rivas (1802)

117

Homicidio de sí mismo en Santafé de Bogotá Adriana María Alzate Echeverri

Desobediencia, infanticidio y galleras prohibidas en el siglo xix

159

De obediencias y excesos antirrepublicanos

161

Transgresiones de lo político en la primera mitad del siglo xix Franz D. Hensel Riveros

Amores criminales

197

Un caso de parricidio en Colombia Piedad del Valle Montoya 5

Policías y prohibición de gallos

231

Control y descontrol en Chapinero, 1892 Max S. Hering Torres

Crimen, locura y engaño en la primera mitad del siglo xx El delincuente epiléptico

273 275

El caso de Braulio Ramos o el hombre tigre Nelson Alberto Rojas

Del sacrilegio al heroísmo

319

Un engaño colectivo en Puente Nacional Mario Aguilera Peña

Pasión y conflicto armado en la segunda mitad del siglo xx

367

Crímenes de pasión en la prensa colombiana

369

Myriam Jimeno

Deserción e infiltración en la evolución reciente de las farc

415

Mario Aguilera Peña

Autores 449

6

Índice de nombres

455

Índice temático

469

Transgresión y microhistoria Max S. Hering Torres

Editor principal

Nelson A. Rojas

Coeditor

Las primeras cartas La transgresión parece ser algo habitual en la vida cotidiana: está presente cuando se alude tanto a las pequeñas infracciones de la gente del común como a los grandes escándalos de corrupción estatal, las atrocidades del conflicto armado y la violencia del crimen organizado. Estas son situaciones que se convierten, además, en las noticias y titulares que publican nuestros medios de comunicación. Algunos intelectuales latinoamericanos han llegado a asegurar que la brecha existente entre el ordenamiento jurídico y la realidad cotidiana creó una «cultura del incumplimiento de reglas»,1 cuyo origen suele remontarse a los tiempos coloniales. Para Gabriel García Márquez, en los colombianos coexisten «la justicia y la impunidad; somos fanáticos del legalismo, pero llevamos bien despierto en el alma un leguleyo de mano maestra para burlar las leyes sin violarlas o para violarlas sin castigo».2 Para explicar este fenómeno, se han señalado la inoperancia del sistema judicial colombiano y la impunidad, asociándolas a la debilidad estatal y, por supuesto, a las características de la sociedad

1

Octavio Paz, El laberinto de la soledad (Madrid: Fondo de Cultura Económica, 1992) 10-17; Mauricio García Villegas, Normas de papel. La cultura del incumplimiento de reglas (Bogotá: Siglo del Hombre Editores, 2009) 15-43; Roberto Da Matta, Carnavales, malandros y héroes. Hacia una sociología del dilema brasileño (México: Fondo de Cultura Económica, 2002) 185-253; Jorge G. Castañeda, Mañana o pasado. El misterio de los mexicanos (Nueva York: Aguilar, 2011) 15-78; Axel Capriles, La picardía del venezolano o el triunfo del Tío Conejo (Caracas: Taurus, 2008) 107-174.

2

Citado en García Villegas 20.





9

Max S. Hering Torres, Nelson A. Rojas

colombiana.3 La anterior idea es sugerente, aunque limitada, si buscamos explicar la transgresión desde una perspectiva histórica. Así las cosas, la transgresión como problema de nuestro pasado posee múltiples caras, implica una amplitud temática y analítica difícil de manejar, y presenta toda clase de giros y saltos. Por ejemplo, la transgresión puede generar injusticia y suscitar sentimientos compartidos de indignación, rechazo y dolor (discriminación, abuso, masacre y genocidio). Esta también puede relacionarse con prácticas de agencia a la hora de cuestionar normas, que en medio de un sistema intentan volver inferior e invalidar socialmente al otro (cuestionamientos y resistencias en sociedades esclavistas o regímenes totalitarios). La transgresión puede generar controversia y dilema, porque está en constante negociación y movimiento; es redefinida de acuerdo con el tiempo, las transformaciones sociales y la creación de marcos legales: lo que hoy es una contravención, no lo era ayer; lo que en el pasado era justo, hoy es injusto (redefiniciones y cambios manifiestos en procesos como la Revolución Francesa, las independencias en Hispanoamérica, etc.). De hecho, la transgresión puede estar también relacionada con la oscuridad y lo oculto, porque los contraventores intentan relegar sus identidades a la invisibilidad o al olvido como estrategia para evadir la reprensión o el castigo. Por ello, las transgresiones solo son accesibles cuando se conservan registros (tradición oral, informes policiales, procesos judiciales, noticias de prensa, etc.); de lo contrario, suelen ser imperceptibles. Por último, podemos igualmente pensar la transgresión desde la norma, en la medida en que no siempre contradice lo reglamentario; es decir, esta puede desplegar su eficacia desde la norma, desde el sistema y la cultura misma: la transgresión adquiere el carácter, entonces, de lo “permitido” (una ley que desconoce los derechos fundamentales, un carnaval que –en medio de la tradición– cuestiona la autoridad). El libro que tiene el lector en sus manos refleja el esfuerzo de varios autores por historizar la transgresión, pero desde una perspectiva microhistórica. Transgresión y microhistoria implican, en esa medida, una correlación tanto temática como metodológica: es necesario, por un lado, pensar la transgresión a partir de lo micro para luego comprender hechos de mayor magnitud, y, por otro lado, reflexionar 3



10

García Villegas 20-30.

Transgresión y microhistoria

sobre lo polisémica y compleja que es la transgresión para entender la trascendencia que lo micro puede llegar a tener. En otras palabras, este libro atiende el llamado a analizar lo desviado que, por ser precisamente evidente, en muchos casos es ignorado.4 La recurrencia invisibiliza y la cotidianidad trivializa; en medio de ello, las transgresiones pueden ser consideradas como acciones que van a contracorriente de la norma, como traspaso del límite y fuga del control. La transgresión refiere una variedad de prácticas: traspasar, irrespetar, infringir, pecar, delinquir y resistir, pero implica, asimismo, crimen y abyección. Al definir la transgresión como práctica se hace alusión a las acciones de individuos que permiten la «producción, negociación, transacción y contestación de significados de redes y relaciones de poder mayores».5 Acerquémonos por un momento a la microhistoria para después retomar lo que apenas se esboza como incipiente punto de partida para la transgresión y sus correlatos.

Vías microhistóricas La propuesta de analizar la transgresión a partir de la microhistoria tiene como objetivo investigar la práctica, es decir, las acciones de los individuos como elemento clave de los procesos históricos. La microhistoria ha sido definida como una aproximación diferente a la escritura y a la investigación; es un ejercicio historiográfico que nació como reacción parcial a la historia serial y al estructuralismo, ambos hegemónicos en la década de 1970.6 Aunque no existe una escuela, 4

Este proyecto editorial es, de cierta manera, una “prolongación” del libro Cuerpos anómalos, pero en esta ocasión se parte de una perspectiva metodológica diferente. Max S. Hering Torres, ed., Cuerpos anómalos (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2008).

5

Citado según Dube (2001) en Max S. Hering Torres y Amada Carolina Pérez Benavides, “Apuntes introductorios para una historia cultural desde Colombia”, Historia cultural desde Colombia. Categorías y debates, eds. Max S. Hering Torres y Amada Carolina Pérez Benavides (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Pontificia Universidad Javeriana, Universidad de los Andes, 2012) 27.





6



Jacques Revel, “Microanálisis y construcción de lo social”, Un momento historiográfico: Trece ensayos de historia social (Buenos Aires: Ediciones Manantial, 2005). En la misma época, el historiador mexicano Luis González y González propuso el término ‘microhistoria’, con un énfasis en la historia local, véase: Luis González y González, Pueblo en vilo. Microhistoria de San José de Gracia (México: Fondo de Cultura Económica, 1984).

11

Max S. Hering Torres, Nelson A. Rojas

un manifiesto teórico o un «cuerpo de ortodoxia establecida»7 que permita una caracterización global, los historiadores han coincidido en algunos puntos con respecto a la microhistoria: se han referido a ella a través de una analogía con el mecanismo de funcionamiento de los lentes del microscopio, la posibilidad de la modificación de la escala de observación. También, han relacionado la microhistoria con un estudio detallado de las fuentes, con la atención prestada a los pequeños detalles –considerados como indicios, síntomas y evidencia de fenómenos más globales– y, por último, con una preocupación por las estrategias narrativas.8 Esto no implica que historiadores de otras corrientes no se preocupen por lo anterior, pero quizás la diferencia radique en la combinación de todo lo antes dicho con un propósito adicional: considerar la escala de observación como una entrada de indagación para evidenciar, mediante movimientos y desplazamientos de zoom, aquellos factores que han pasado desapercibidos. La intención es, sobre todo, complejizar las explicaciones históricas, al tener en cuenta la incertidumbre y la posibilidad, y realizar especial énfasis en los individuos y sus acciones, en muchos casos “atípicas”, sin desconectarlas de elementos macro. En este sentido, la microhistoria sugiere ser entendida como el acercamiento a la atipicidad pero que en su posible recurrencia también puede convertirse en normalidad y ser excesivamente anormal.9 Las críticas más recurrentes alrededor de la microhistoria suelen concentrarse en dos aspectos: en primer lugar, la representatividad de los fragmentos (lo “micro”); y en segundo lugar, la relación entre lo “macro” y lo “micro”. Según Jaques Revel, la primera crítica ha querido ser resuelta con el concepto de excepcional-normal propuesto por Edoardo Grendi. Con este se ha pretendido incluir documentos/casos singulares, en algunas ocasiones, ignorados, pero que son reveladores

7



Giovanni Levi, “Sobre microhistoria”, Formas de hacer historia, ed. Peter Burke (Madrid: Alianza editorial, 2009) 119.

8

Levi 120-136. Habría que añadir a estos principios el análisis de lo marginal. Carlo Ginzburg, Mitos, emblemas e indicios. Morfología e historia (Barcelona: Gedisa, 2008) 218-219.

9



12

Christopher R. Browning, Ordinary Men. Reserve Police Battalion 101 and the Final Solution in Poland (Nueva York: Harper Perennial, 1992) xix.

Transgresión y microhistoria

de fenómenos profundos.10 Por su parte, para Giovanni Levi –quien desarrolla un argumento de Carlo Ginzburg–, la microhistoria debe evitar sacrificar el conocimiento de los acontecimientos y trayectorias individuales en pro de la elaboración de narrativas generalizantes y, al mismo tiempo, debe ser sensible al análisis de hechos mínimos y casos individuales que puedan revelar fenómenos desde otras perspectivas, incluso generales.11 Bajo esta premisa, los análisis de caso pueden ser reveladores en dos sentidos: en el negativo, si es excepcional, atenta contra lo normal y lo habitual; en el positivo, aunque sea un caso límite, es posible rastrear factores culturales propios de la época.12 Por otro lado, para superar la segunda crítica, Carlos Aguirre recuerda que para algunos historiadores se debe restituir la complejidad de la relación entre lo micro y lo macro, reconociendo la irreductibilidad de una dimensión a la otra y el desafío de reconstruir las conexiones multifacéticas entre lo local y lo global.13 Por cierto, la sugerente invitación de Bruno Latour es desechar esta división gracias a la teoría actor-red (tar). Para el autor, es necesario evitar la distinción micro/macro, puesto que lo macro «ya no describe un sitio más ancho o más grande en el que lo micro quedaría inserto como una muñeca Matrioshka rusa, sino otro lugar igualmente local, igualmente micro, que está conectado con muchos otros […]»,14 a través de una red cuyo número de conexiones depende directamente del actor y la interacción.15 En lugar de establecer la escala antes de emprender la investigación, es la investigación la que debe evidenciar en qué escala se 10

Justo Serna y Anaclet Pons, Cómo se escribe la microhistoria. Ensayo sobre Carlo Ginzburg (Madrid: Ediciones Cátedra, 2000) 99.

11

Levi 138; Ginzburg 219.

12

Serna y Pons 98.

13

Carlos A. Aguirre Rojas, “De la ‘microhistoria local’ (mexicana) a la ‘microhistoria de escala’ (italiana)”, Ensayos sobre microhistoria, ed. Darío G. Barriera (México: Red Utopías Prohistoria, 2002) 130-134.

14

Bruno Latour, Reensamblar lo social. Una introducción a la teoría del actor-red (Buenos Aires: Manantial, 2008) 253.

15

Louis Pasteur es el ejemplo utilizado en: Bruno Latour, “Give Me a Laboratory and I will Raise the World”, trad. Marta I. González García, Science Observed: Perspectives on the Social Study of Science, eds. K. Knorr-Cetina y M. Mulkay (Londres: Sage, 1983) 141-170.

13

Max S. Hering Torres, Nelson A. Rojas

encuentran los actores, así como el número de conexiones y relaciones que pueden trazarse (red).16 En oposición al modelo del panóptico y del panorama que propende por “el todo visible”, Latour propone los oligópticos, entendidos como pequeños centros de cálculo o de operaciones desde los cuales no se puede ver mucho, pero que están fuertemente conectados. El autor llega, además, a la siguiente conclusión: «Desde los oligópticos es posible obtener visiones sólidas pero extremadamente restringidas del todo (conectado), mientras se mantengan las conexiones».17 La idea es rescatar el oligóptico como elemento restringido pero conectado, para hacerlo operativo, útil y adaptable en las investigaciones microhistóricas. No se trata en ningún momento de identificar la microhistoria con los estudios sociales de la ciencia; es simplemente la búsqueda de un diálogo en lo posible productivo. Lo anterior nos ayuda a ubicar el proceso histórico entre aquello que circula entre lo individual y lo grupal, entre el discurso y la acción, entre la estructura y la desviación. Así las cosas, la microhistoria se puede plantear como un intento de acercarse a una escala por definir –pero con seguridad dirigida a lo micro– para encontrar al sujeto y sus acciones. Con la lógica de un zoom, se intentan estudiar las prácticas en una red de significaciones, en la cual se dirimen las relaciones de poder. Se intenta analizar aquello que circula y se transforma con respecto a lo que se ha interpretado como grande y como pequeño, pero que puede ser entendido también como una potente y sugerente mezcla conectada. A su vez, se trata de encontrar la estructura en las miniaturas y lo minúsculo en la estructura, concebida no como una relación estática y determinada, sino más bien como una que se halla en proceso, en constante movimiento y en permanente negociación a la luz de los actos de las personas. La metáfora de los oligópticos es fructífera para el presente proyecto editorial, porque serán las microtransgresiones, a manera de oligóptico, las que se convertirán en la clave para adentrarse en el proceso histórico en busca de una red de conexiones. Volvamos, entonces, a referirnos a la transgresión para después retomar la discusión sobre su relación con la microhistoria. 16

Latour, Reensamblar lo social 263-265.

17

Latour, Reensamblar lo social 260-261.

14

Transgresión y microhistoria

Sigamos pensando la transgresión En lo que sigue, señalaremos algunas ideas generales sobre la transgresión para facilitarle al lector un acercamiento al tema; con ello, no pretendemos esbozar un marco teórico vinculante para los autores del presente libro, sino simplemente exponer algunas nociones introductorias y evidenciar que lo general no necesariamente es confirmado por los microcaminos. ¿Será así en todos los casos? El sociólogo peruano Gonzalo Portocarrero propone, por ejemplo, que el valorar una práctica como transgresora depende de la posición de enunciación de quien emite el juicio. Para ello, se vale de tres categorías: moralismo, contestación y cinismo. La posición moralista se caracteriza por un apego absoluto a las normas; en consecuencia, nada justifica una transgresión. Desde la perspectiva contestataria, el análisis de las circunstancias (p. ej. prudencia o necesidad) puede hacer aconsejable la violación de una norma. Por último, desde el punto de vista cínico, la ley no suscita ningún sentimiento de obligación, de manera que cualquier práctica que resulte en un beneficio personal se valora como positiva.18 Rescatemos, además de lo anterior, otros elementos que enriquecen el argumento sobre la transgresión, teniendo en cuenta tanto nuestras propias observaciones como las ideas de Julia Kristeva, Michel Foucault (inspirado parcialmente en George Bataille) y David Garland. Con la idea de legalidad se inscribe la lógica de lo prohibido en un límite, en una frontera entre lo correcto y lo incorrecto: en la norma. De esta manera, se zanja una separación de opuestos como fundamento del orden y de la organización social sujeta a la ley. El anverso de la norma está representado por la transgresión, el traspaso del límite; «la transgresión es un gesto que concierne al límite».19 En esta medida, es posible pensar la transgresión, sobre todo, desde las prácticas de los individuos, como un proceso que acaece en un entramado de orden social, en medio de una estructura de normas e 18

Gonzalo Portocarrero, Rostros criollos del mal. Cultura y transgresión en la sociedad peruana (Lima: Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú, Pontificia Universidad Católica del Perú, Universidad del Pacífico, iep, 2004) 103-140.

19

Michel Foucault, “Prefacio a la transgresión”, Obras esenciales (Madrid: Paidós, 2010) 148.

15

Max S. Hering Torres, Nelson A. Rojas

imaginarios sobre el bien: hablamos de la transgresión en acción, en medio de redes. Con base en lo anterior, la transgresión puede ser entendida como un elemento jurídico, pero es más, mucho más que eso. También, la transgresión puede ser pensada como un elemento social y cultural, en la medida en que se interpreta desde comunidades de valores, sensibilidades y formas de entender el mundo, aunque estas comunidades sean contradictorias y fragmentarias.20 Por ello, la transgresión puede ser un elemento profundamente simbólico, como diría Pierre Bourdieu, que se encuentra en una lucha por imponer sus significados.21 Por otra parte, aunque el sistema intente objetivar el límite, este no deja de ser, en muchos casos, el “límite de lo propio”, es decir, lo que marca y permite imaginar las fronteras de lo permitido para cada individuo o grupo. Esto, teniendo en cuenta que lo que para algunos significa alegría, para otros implica tristeza; lo que para unos representa horror y tragedia, para otros puede simbolizar liberación.22 Es importante resaltar que lo anterior nos ayuda a pensar la transgresión no solamente como la contravención de la norma sistémica y de convenciones colectivas, sino que nos permite problematizarla, además, con la idea del límite de lo propio.23 Si bien Bataille y Foucault proponen “matar” a Dios para hablar sobre la transgresión, es difícil eliminar un fuerte enunciador de moral, siempre que una noción del bien y del mal, compartida por algunos y rechazadas por otros (el límite de lo propio), ha impulsado la formulación y el respeto por códigos morales y normativos. Lo expuesto nos ayuda a pensar cómo la moral, lejos de ser una constante universal, es un elemento en pugna y la transgresión es precisamente reflejo de este proceso. 20

Para un argumento similar, pero relacionado con el castigo y el crimen, véase el estudio preliminar de Manuel A. Iturralde, “La sociología del castigo de David Garland: El control del crimen en las sociedades modernas”, en: David Garland, Crimen y castigo en la Modernidad Tardía (Bogotá: Siglo del Hombre y Universidad de los Andes, 2007) 21-122, 122; véase también David Garland, “Sociological Perspectives on Punishment”, Crime and Justice 14 (1991): 115-165.

21

Pierre Bourdieu, Poder, derecho y clases sociales (Bilbao: Desclée de Brouwer, 2000) 94, 98.

22

Julia Kristeva, Poderes de la perversión (Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 1989) 9-10, 115, 186.

23

Kristeva 115.

16

Transgresión y microhistoria

Al estudiar la transgresión en un eje diacrónico y en un eje cultural variable, su sentido se hace más volátil: lo que antes era considerado como moral y justo, hoy se devela como amoral e injusto; lo que hoy se estima aceptable y civilizado, en el futuro quizás nos parecerá inhumano.24 A su vez, lo que en una cultura sorprende, en otra es parte de la cotidianidad; lo que en una comunidad es indebido, en otras es inocuo. Así las cosas, la transgresión no solo depende de la subjetividad, también acaece en un tejido histórico y cultural altamente conectado y cambiante. En la norma se proyectan deseos, valores y finalidades. Por ello, construir o imponer normas (jurídicas, culturales, estéticas) suele ir de la mano con la protección de intereses sociales o grupales,25 así como con la intención de proteger privilegios y monopolios de poder. Por ello, la transgresión es, en muchos casos, un intento de desequilibrar o desmontar las relaciones de poder, aunque esto implica en varias ocasiones reemplazarlas por nuevas. Finalmente, la transgresión es el quebranto del tabú; en otras palabras, las transgresiones empujan constantemente los límites en una especie de espiral, abren la posibilidad de nombrar y conocer en términos analíticos lo que está más allá de lo permitido.26 Esto rectifica la transgresión como una categoría analítica, y nos permite generar conocimiento y reflexionar sobre nuestras complejas formas de convivencia. Cerramos estas reflexiones con una frase de Manuel Iturralde, quien elaboró la presentación de algunos trabajos de Garland, y que está en sintonía con lo dicho: El crimen y el castigo revelan qué tipo de sociedad es; cómo está constituida en sus esferas política, económica y cultural; en qué cree; a qué le teme; qué valores y sueños abraza, qué la une y qué la separa. En fin, el crimen y el castigo son espejos que reflejan los rasgos básicos de una sociedad, y por lo tanto deben ser objeto central de estudio […].27

24

Kristeva 56.

25

Michel Foucault, Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión (Buenos Aires: Siglo xxi, 2002) 108.

26

Foucault, “Prefacio a la transgresión” 148-149.

27

Iturralde 22.

17

Max S. Hering Torres, Nelson A. Rojas

Si tenemos presente la anterior problematización, esta nos lleva a considerar un complejo y amplio espectro de posibilidades interpretativas sobre las transgresiones en acción. Su relación con la microhistoria es clave, porque esta «forma de hacer historia»28 se acerca a los individuos y a sus acciones, a la documentación particular y a los personajes al margen de la sociedad.29 Con ello, se entabla una intersección tanto temática como metodológica entre transgresión y microhistoria. Para Carlo Ginzburg, la potencialidad de las investigaciones que estudian lo anormal, lo erróneo y lo marginal se encuentra en lo siguiente: [n]inguna norma es capaz de predecir el entero abanico de sus posibles elementos transgresores o de sus transgresiones; mientras que, en cambio, esos elementos transgresores o transgresiones, y las anomalías, siempre implican a la norma, y por lo tanto nos obligan a tomarla necesariamente en cuenta.30

En Colombia los estudios microhistóricos han sido escasos. Existen unos pocos trabajos, indudablemente,31 pero es claro que en este contexto han primado otras formas de hacer historia: algunas de escala reducida y con énfasis en la cotidianidad,32 en la vida 28

Según la expresión de Peter Burke en Formas de hacer historia, Alianza ensayo, 2ª. ed. (Madrid: Alianza Editorial, 2009) 13-38.

29

Carlo Ginzburg, John Tedeschi y Anne C. Tedeschi, “Microhistory: Two or Three Things That I Know About It”, Critical Inquiry 20.1 (1993): 21-22.

30

Carlo Ginzburg, “Semejanzas de familia y árboles de familia: dos metáforas cognoscitivas”, Contrahistorias. La otra mirada de Clío 7 (2007): 36.

31

Patricia Enciso, Del desierto a la hoguera: la vida de Joseph Ximénez, un ermitaño acusado de hereje por la Inquisición de Cartagena de Indias (Bogotá: Editorial Ariel, 1995); María Paula Ronderos Gaitán, “Juan de Vargas o del oficio de barbero, hacia una microhistoria de los oficios en el Nuevo Reino de Granada del siglo xvii”, Historia y Sociedad 18 (2010): 149-162; Iván Espinoza, El sueño del ahorcado. Una experiencia subjetiva de la pena de muerte a finales de la colonia (Nóvita, siglo xviii) (Bogotá: Ediciones Uniandes, 2008). En términos metodológicos, véase: María Eugenia Chaves, “La pregunta y el indicio. A propósito del trabajo sobre fuentes judiciales y casos particulares en la investigación histórica de sectores subalternos”, Las fuentes en las reflexiones del pasado: usos y contextos en la investigación histórica en Colombia, ed. Óscar Almario García (Medellín: Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, 2014) 143-158.

32

Catalina Reyes Cárdenas, Aspectos de la vida social y cotidiana de Medellín: 1890-1930 (Bogotá: Colcultura, 1996); Pablo Rodríguez, En busca de lo Cotidiano: sexo, honor, fiesta y sociedad S. xvii-xix (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2002); Pablo Rodríguez, Cultura

18

Transgresión y microhistoria

privada33 y en la historia local o regional.34 Existen también otros estudios históricos, de escalas más grandes, que han privilegiado lo social, lo económico y lo político. Incluso, aunque en trabajos recientes sobre historia cultural ciertos planteamientos se inspiren en la microhistoria,35 su lugar en la historiografía colombiana no es claro, sino más bien opaco y difuso. Una prueba adicional de ello es, incluso, el presente libro, porque varios de sus colaboradores, inclusive sus editores, no han estado necesariamente relacionados inmediatamente con una tradición historiográfica apegada a la microhistoria. En tal sentido, esta publicación posee también un carácter experimental. En todo caso, a nivel latinoamericano, son varias las reflexiones que se han generado en torno a la microhistoria, en algunos casos con un evidente diálogo con la historiografía europea y norteamericana. Esto ha enriquecido, indudablemente, el panorama metodológico y empírico de esta última.36 Material y vida cotidiana en la Independencia de Colombia (Bogotá: Fundación Bicentenario de la Independencia, 2010). 33

Jaime Borja Gómez y Pablo Rodríguez Jimenez, eds., Historia de la vida privada en Colombia, 2 vols. (Bogotá: Taurus, 2011).

34

Jaime Jaramillo Uribe, ed., Historia de Pereira (Pereira: Club Rotario de Pereira, 1963); Bernardo Tovar, Historia general del Huila, 5 vols. (Neiva: Instituto Huilense de Historia, 1996); Bernardo Tovar, Historia comprehensiva de Neiva, 5 vols. (Neiva: Alcaldía de Neiva, 2012). Véanse también los trabajos que se publican en Historelo, revista de historia regional y local, editada por Renzo Ramírez y creada en 2009. Otras revistas que hicieron énfasis en la importancia de lo regional-local, seguramente en reacción a las historias nacionales, fueron, por un lado, Historia y Espacio, fundada en 1979; Historia del  Caribe, creada en 1993 y El Anuario de Historia Regional y de las Fronteras que data de 1995.

35

Max S. Hering Torres y Amada Carolina Pérez Benavides, eds., Historia cultural desde Colombia. Categorías y debates (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Pontificia Universidad Javeriana, Universidad de los Andes, 2012). Véanse específicamente dos capítulos, uno presentado por Max S. Hering Torres, Leidy Jazmín Torres y Jessica Pérez (51-86), y el segundo, por María Victoria Uribe (11-136).

36

María Eugenia Chaves, Honor y libertad: discursos y recursos en la estrategia de libertad de una mujer esclava (Guayaquil a fines del período colonial) (Göteborg: Departamento de Historia e Inst. Iberoamericano de la Universidad de Gotemburgo, 2001); Darío G. Barriera, ed., Ensayos sobre microhistoria (México: Red Utopías Prohistoria, 2002); Beatriz Bragnoni, ed., Microanálisis: Ensayos de historiografía argentina (Buenos Aires: Prometeo, 2004); Eduardo Miguez, “Microhistoria, redes sociales e historia de las migraciones: ideas sugestivas y fuentes parcas”, Inmigración y redes sociales en la Argentina moderna, eds. María Bjerg y Hernán Otero (Tandil: Cemla-IEHS, 1995); Ronen Man, “La microhistoria como referente teórico-metodológico. Un recorrido por sus vertientes y debates conceptuales”, Historia Actual Online 30 (2013); Eduardo Hourcade, Luz y contraluz de una historia antropológica (Buenos Aires: Biblos, 1995); Carlos A. Aguirre Rojas, Contribución a la historia de la microhistoria italiana (Rosario: Prohistoria, 2003).

19

Max S. Hering Torres, Nelson A. Rojas

En cuanto a las transgresiones –tal como las hemos planteado hasta aquí–, la historiografía colombiana es bastante desigual y dispersa; sería imposible presentar un panorama de los estudios realizados al respecto dada la amplitud y las consideraciones que hemos hecho sobre el concepto de transgresión. Aun así, encontramos estudios sobre diversas prácticas transgresoras, desde la época colonial hasta el presente.37 El panorama historiográfico nacional sobre la temática se deja complementar a nivel latinoamericano con un creciente número de trabajos que se han publicado sobre la transgresión y que hacen hincapié en la historia del crimen.38 En conclusión, en Colombia la microhistoria es marginal. Aunque en la historiografía colombiana existen múltiples trabajos sobre transgresión, prácticamente no se han realizado estudios –según nuestros limitados conocimientos– que discutan la transgresión a partir de un enfoque microhistórico. Es esta la veta que queremos seguir y por eso aprovechamos lo que ya hemos señalado para ofrecer a los lectores un acercamiento fragmentario a la historia de Colombia desde la transgresión; es decir, desde un oligóptico tanto 37

Sin querer hacer un inventario exhaustivo de trabajos, señalamos solo algunos ejemplos: Diana Luz Ceballos, Hechicería, brujería e inquisición en el Nuevo Reino de Granada. Un duelo de imaginarios (Bogotá: Editorial Universidad Nacional, 1994); Mabel Paola López Jerez, Las conyugicidas en la Nueva Granada. Trasgresión de un viejo ideal de mujer (1780-1830) (Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2012); Mario Aguilera Peña, Insurgencia urbana en Bogotá: motín, conspiración y guerra civil 1893-1895 (Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura, 1996); María Victoria Uribe, Matar, rematar y recontramatar: las masacres de la violencia en el Tolima 1948-1964 (Bogotá: Centro de Investigación y Educación Popular, cinep, 1978); Centro Nacional de Memoria Histórica, El Salado. Esa guerra no era nuestra (Bogotá: Taurus, 2009); Centro Nacional de Memoria Histórica, La Rochela. Memorias de un crimen contra la justicia (Bogotá: Taurus, 2010); Centro Nacional de Memoria Histórica, Mujeres y guerra. Víctimas y resistentes en el Caribe colombiano (Bogotá: Taurus, 2011). De manera reciente el Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura publicó dos números dedicados al Dossier “Justicia, derecho y penalidad en Colombia”, véase: vol. 39.2 (2012) y 40.1 (2013).

38

Ricardo D. Salvatore, Carlos Aguirre y Gilbert M. Joseph, Crime and Punishment in Latin America. Law and Society Since Late Colonial Times (Durham and London: Duke University Press, 2001); Claudia Agostoni y Elisa Speckman Guerra, De normas y transgresiones. Enfermedad y crimen en América Latina (1850-1950) (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2005); Lila Caimari, La ley de los profanos. Delito, justicia y cultura en Buenos Aires (1870-1940) (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2007); Pablo Piccato, City of Suspects. Crime in Mexico City, 1900-1931 (Durham and London: Duke University Press, 2001); Maria Silvia Di Liscia y Ernesto Bohoslavsky, Instituciones y formas de control social en América Latina, 1840-1940. Una revisión (Buenos Aires: Prometeo, 2005) y Paula María Sedran Caropresi “Prácticas de transgresión en la policía en un período de institución conflictiva. Santa Fe (Argentina) 1864-1881”, Revista de Historia Regional y Local 6.12 (2014): 305-332.

20

Transgresión y microhistoria

temático como metodológico. La importancia de este trabajo está por verse, pero tal vez radique en su forma de aproximarse al pasado y de discutir un tema que pareciera anestesiar a la sociedad colombiana.39 Nuestro aporte debe ser entendido como una simple invitación a microhistorizar la transgresión, por su pertinencia ética y política, en un país que sumido en tanta transgresión pareciera ya no verla.

Contenido El presente volumen nació como iniciativa del editor principal, con el propósito de pensar los fenómenos de transgresión. Para ello, durante su año sabático (2013/II–2014/II), organizó un Coloquio sobre Microhistoria y Transgresión, con el apoyo y entusiasmo del estudiante de maestría Nelson A. Rojas. A este encuentro asistieron varios estudiantes que, bajo la dirección del profesor, venían desarrollando en sus tesis de pregrado, maestría o doctorado estudios evidentemente relacionados con el tema.40 Algunos de los aportes de ese coloquio se convirtieron en capítulos del libro, elaborados por cada uno de ellos. Sin embargo, ya desde el año 2013, era claro que para poder ampliar y enriquecer el proyecto editorial se debía establecer un diálogo con otros colegas que venían investigando sobre la transgresión. En medio de la diversidad temática, los textos reunidos en el presente volumen han sido distribuidos atendiendo a un sencillo criterio: la división temporal. Así, se evitó agrupar los artículos por problemáticas, ya que cada uno significa un aporte y despliega un enfoque individual sobre la transgresión; se evitó agrupar, y se prefirió, en cambio, dejar que cada singularidad del estudio hablara por 39

La idea de “anestesiar la sociedad” la retomo de las palabras pronunciados por Medófilo Medina en la presentación de su libro El rompecabezas de la paz (Medellín: La Carreta Editores, 2014).

40

Slenka Botello, Cuerpos deformes en la sociedad neogranadina del siglo xvii. El pesebre quiteño del Museo Colonial; Leidy Jazmín Torres Cendales, Quebrantando fronteras: Bestialidad y transgresión sexual de la Colonia a la República de Colombia (1615-1832); Pietro Pisano, Blancos, no blancos, casi blancos. Discursos sobre el cuerpo, el color y la belleza en Colombia e Italia a mediados del siglo xx; Luz Alexandra Garzón, La locura femenina en Colombia, 1880-1940 Nelson A. Rojas, El saber y la práctica de la pericia médica judicial en Colombia. La construcción de un orden social, 1850-1946.

21

Max S. Hering Torres, Nelson A. Rojas

sí sola. Como lo notarán los lectores, en cada capítulo se dialoga con mayor o menor intensidad con la microhistoria; el equilibrio entre transgresión y microhistoria no es absoluto, varía según el autor y el tema. Esto hace que el proyecto editorial sea un producto colectivo, en el cual cada autor desarrolla una perspectiva subjetiva a la hora de ponderar cuáles elementos del microanálisis son de provecho para estudiar los escenarios de la transgresión. A continuación una cata de ello.

Indios lujuriosos, negros ladrones y clérigo suicida durante la Colonia

La primera contribución es de la historiadora y estudiante de maestría Leidy Torres (Universidad Nacional de Colombia, Bogotá), autora del capítulo “Polvo y cenizas: bestialidad y orden social en Antioquia Colonial”. El texto muestra la manera en que la bestialidad –las relaciones sexuales entre un ser humano y un animal– fue catalogada por la escolástica medieval como un crimen contra la naturaleza y la modalidad más aberrante de lujuria. Siguiendo estos preceptos, la Monarquía Española equiparó esta afrenta a la lesa majestad, y la penalizó, como tal, con la confiscación de los bienes del acusado y con la muerte en la hoguera, tanto de la persona como de la bestia. En América, raras veces se hizo efectiva una condena tan contundente, pero en la Nueva Granada de 1615 un indio fue convertido en cenizas y polvo por tener “acceso carnal” con una ternera. A partir de esta pena atípica, Torres elucida en su microanálisis los posibles significados de la bestialidad durante el siglo xvii neogranadino, así como las prácticas judiciales y punitivas a las que fue sometido el perpetrador, y las posibles relaciones entre esta sexualidad desviada y otros imaginarios sobre la falta de moralidad –atados a la condición “racial” y de estatus social–. En el capítulo de la antropóloga, historiadora y estudiante de doctorado Natalia Guevara (Universidad Nacional Autónoma de México), titulado “Lobos carniceros y parricidas: esclavos en la Nueva Granada, 1750-1800”, se analizan diversos juicios criminales por hurto y homicidio adelantados contra hombres y mujeres esclavizados. La autora deja en claro que no estudiará rebeliones masivas, más bien, siguiendo la propuesta de Scott, se concentrará en las 22

Transgresión y microhistoria

formas cotidianas de resistencia. Así, estudia diferentes casos “desde abajo” para elaborar varias capas narrativas entre la historiografía y sus pruebas de estudio. Guevara no solo plantea cómo la transgresión apunta a la resistencia, a la economía propia y a una economía moral, sino que también señala cómo la norma sirvió para ejercer relaciones de poder sobre los esclavizados, de manera que representó un campo de batalla en el cual se cuestionaron y disputaron tales relaciones. A pesar de la asimetría del poder en un sistema esclavista, mediante la transgresión los esclavos lograron el uso estratégico de herramientas jurídicas adaptándolas a sus propios intereses. La transgresión, incluso más allá de ser un acto de resistencia contra la esclavitud, fue en todo caso un elemento que también permitió a los esclavos consolidar una identidad, o como mínimo conservar las redes de parentesco y de familia. Al final de esta sección, la historiadora Adriana María Alzate Echeverri (Universidad del Rosario) nos presenta el caso de un suicida, el sacerdote jesuita Francisco del Campo. Ella considera esta práctica como «un indicio, como un hecho aparentemente marginal» para leer aspectos de la sociedad colonial tardía. A partir de una transgresión –quitarse la vida–, la investigadora conecta este acto con el marco jurídico, teológico, médico y moral de la época, para entender sus implicaciones en medio de toda una red simbólica. Se trata de la captación de un momento suicida, donde el tiempo pareciera detenerse por instantes. Lo llamativo del caso es que indiscutiblemente el suicidio era un irrespeto a la voluntad divina, en tanto que representaba la transgresión del orden sagrado anclado en el binomio vida-muerte. Sin embargo, existía la opción de excusar al suicida si el caso era reconocido como locura; solo así se podía revertir el acto de transgresión (el suicidio). No queremos adelantar el desenlace, pero argumentar locura representaba la posibilidad de hacer del suicidio no un acto de transgresión sino de desesperación. Este caso evidencia que, desde las acciones, el vaivén entre transgresión y respeto a la ley estaba profundamente anclado en elementos sociales, circunstanciales y políticos que confluyeron, dejémoslo abierto, en la negación o aceptación de la invención de la locura. Las tres autoras se acercan y dirigen la lupa sobre casos excepcionales, enmarcados en la recurrencia de la transgresión: la 23

Max S. Hering Torres, Nelson A. Rojas

contravención sexual de un indio, hurtos y parricidios de esclavos y el suicidio de un sacerdote. En las tres situaciones, inscritas en su red histórica, se relaciona el límite de la muerte: el primero muere por buscar una fuente de placer indebida; el segundo, por pretender una fuente de alimentación a costa de la propiedad y la vida; el último, por negarse la posibilidad de vivir. La transgresión es la necesidad desbocada y la negación del control moral, de la inversión del disciplinamiento normativo e, incluso, de sí mismo. Desde la lógica colonial, todos sufrieron el castigo del cuerpo y del alma, menos los fugitivos y –simbólicamente– el sacerdote, cuya honra pudo ser restaurada. Sin embargo, para estos sujetos las transgresiones en acción fueron parte de su realización identitaria, con su límite de lo propio, como crítica al sistema y apartándose aparentemente de una colectividad.

Desobediencia, infanticidio y galleras prohibidas en el siglo xix

El segundo aparte versa sobre el siglo xix y está conformado nuevamente por tres capítulos: el trabajo de Franz Hensel (Universidad del Rosario) sobre obediencias y excesos antirrepublicanos; el estudio de Piedad del Valle (Corporación Universitaria Americana; antes Universidad Cooperativa de Colombia, Medellín41), quien analiza un caso de infanticidio; y, por último, el trabajo de Max S. Hering Torres sobre la prohibición de las galleras en Bogotá. Hensel describe la desobediencia republicana a partir del comportamiento de un reo y sus gritos, entendiéndolo como un hecho atípico y singular. No se trataba necesariamente de una resistencia organizada; más bien, constituye un caso particular que ayuda a iluminar los límites de una sociedad que intentaba estructurar sus leyes después de la Independencia. Es claro que en los inicios de la República existía la necesidad de organizar y legitimar en términos normativos el nuevo aparato estatal. En este caso, las consignas del reo cuestionaban el nuevo orden y señalaban la precariedad de las 41

Se hace esta aclaración porque la autora desarrolló su investigación durante su filiación institucional en la Universidad Cooperativa, pero actualmente se desempeña como profesora en la Corporación Universitaria Americana.

24

Transgresión y microhistoria

leyes en su fase fundacional. Esto le permite a Hensel ampliar una red de significaciones para insertar los gritos del preso en medio de la cultura política, que reconstruye a partir de la prensa y los discursos políticos. El orden y la norma se convirtieron, así, en elementos edificantes de la República a principios del siglo xix, pero las críticas al sistema evidenciaban su precariedad, fragilidad y la incertidumbre de una nación. Del Valle reconstruye una causa criminal por infanticidio de finales del siglo xix en Antioquia, departamento de Colombia. Un juicio en el que se privilegian tres aspectos del control social, entendido este como posible contracara de la transgresión. El primer aspecto es la relación de los funcionarios judiciales con las reglas del enjuiciamiento criminal a través de la prueba; el segundo, la importancia creciente de la medicina legal, y el tercero, un acercamiento a las prácticas “morales” de este momento histórico. En medio de esta batalla por la justicia, se encuentra una mujer transgresora, tal vez una prostituta, acusada del crimen de infanticidio, un delito codificado como parricidio en la legislación vigente de la época (Código Penal, 1872). Lo interesante de este caso es que, en plena época de la Regeneración, los principios cristianos no parecen imponerse uno a uno en la aplicación de la justicia criminal; existen lo que la autora denomina “morales concurrentes”. Con respecto a la historiografía sobre la época, que resalta de forma reiterativa los elementos religioso-políticos, la autora insiste en la burocracia y el formalismo jurídico como medios de control del delito; de hecho, rescata el derecho como elemento de castigo de los transgresores, en apariencia sin elementos religiosos. Sin embargo, estos argumentos podrían verse desde otro punto de vista. Si, en este proceso criminal, no fue evidente ni necesaria la referencia a principios religiosos, ¿no es el derecho un mecanismo que enmascara de forma hábil los prejuicios y los valores sociales que se desean imponer a la sociedad? Centrado en la misma época, esta vez no desde el crimen sino desde la regulación y el control de las prácticas cotidianas, Max S. Hering Torres (Universidad Nacional de Colombia, Bogotá) cierra el apartado sobre el siglo xix con un estudio sobre la prohibición de las corridas de gallos en Bogotá en el año 1892. Gracias a un indicio, un lapsus y unos silencios, el autor se adentra en el barrio Chapinero y 25

Max S. Hering Torres, Nelson A. Rojas

reconstruye las tensiones entre la población y la Policía. De repente, se prohibían las corridas de gallos –costumbre otrora ampliamente aceptada– en medio de la fiesta de San Pedro. Este trabajo representa un esfuerzo por rescatar varias voces históricas. Así, para acercarse a la escena histórica, un caso concreto es relatado desde la perspectiva de la Policía, así como desde la de los afectados, e incluso desde imágenes conjeturales. Con todo, se evidencia el rol decisivo de la sangre –como realidad y metáfora de la muerte– para comprender, desde otra perspectiva, lo que comúnmente se ha entendido como modernidad y biopolítica. Llama la atención que los tres capítulos partan de un grito: un preso descontrolado que cuestiona el orden republicano desde la cárcel; los posibles llantos de un recién nacido a quien su madre le negó la vida; y unas consignas que critican el rol controlador de la Policía cuando pretende impedir una corrida de gallos. La transgresión como clave de análisis permite, en el primer caso, reconstruir la desobediencia como un elemento que puede dar luces sobre la precariedad del orden político y su endeble legitimidad; en el segundo, entender el ordenamiento formal del derecho penal como un escudo ante la transgresión y solo así, de la mano con un imaginario de justicia, propulsar y legitimar el castigo. Por último, la transgresión nos invita a estudiarla en sus diferentes capas narrativas: desde abajo, desde arriba, desde la víctima y el victimario, sin olvidar las diferencias sociales, las intenciones encriptadas y lo metafórico detrás de todo ello.

Crimen, locura y engaño en la primera mitad del siglo xx

La tercera sección está compuesta por dos capítulos que presentan situaciones en las que se transgreden tanto límites jurídicos como límites simbólicos durante la primera mitad del siglo xx. En primer lugar, el capítulo del historiador y estudiante de maestría Nelson A. Rojas (Universidad Nacional de Colombia, Bogotá) presenta el caso de Braulio Ramos, conocido también como el hombre tigre, quien fue juzgado por el asesinato de Lorenzo Avendaño, su cuñado, en 1908. La condena establecida para un homicidio agravado era la pena de muerte, aún vigente en Colombia. Para evitarla, el jurado solicitó al Dr. Carlos Putnam un examen pericial que esclareciera el estado 26

Transgresión y microhistoria

mental de Ramos al momento de cometer el acto, así como los motivos del crimen. El examen tuvo como resultado un diagnóstico de epilepsia. Así, por medio de las teorías y argumentos científicos sobre el nexo entre enfermedad y crimen, desplegados en el citado informe pericial, este trabajo busca rescatar las significaciones históricas de la epilepsia y la construcción de los epilépticos como individuos peligrosos para la sociedad colombiana de principios del siglo xx. En el capítulo del historiador Mario Aguilera (Universidad Nacional de Colombia, Bogotá) se analiza un caso de engaño colectivo a mediados del siglo xx. En marzo de 1948, dos exseminaristas, José Escobar Montoya y Óscar Robledo, fingieron ser sacerdotes y realizaron la más fervorosa Semana Santa que se recuerde haya tenido lugar en Puente Nacional (Santander) hasta ese momento. Luego de ser descubiertos y de pagar una condena por estafa en la colonia penal de Araracuara, los dos exseminaristas tomaron diferentes caminos: Robledo viajó a Argentina, donde logró ordenarse como sacerdote y ya anciano alcanzó el título de monseñor. Por su parte, Escobar siguió cometiendo delitos de estafa y protagonizó más de 15 fugas de inspecciones, juzgados y cárceles; si se suman sus condenas, alcanzó a purgar 17 años de prisión. El análisis de este suceso permite comprender, por una parte, las tensiones políticas regionales entre miembros del liberalismo y del conservatismo en Colombia; y, por otra, la construcción de un relato oral sobre una transgresión que, aunque no fue olvidada, si se perdonó a la luz de la memoria colectiva de los habitantes de Puente Nacional. En estos dos trabajos se abordan transgresiones cargadas de fuertes simbolismos: un hombre que por sus actos “sin razón” es equiparado a un “animal salvaje”, y los falsos sacerdotes que juegan con la fe y el simbolismo católico para lograr configurar un engaño colectivo. En los capítulos reunidos en esta sección, los autores buscan develar las significaciones construidas alrededor de los crímenes, la locura y el engaño colectivo religioso. También, logran mostrar las tensiones presentes en los marcos jurídicos, las estructuras sociales y los contextos específicos de la Colombia de la primera mitad del siglo xx, a la vez que ayudan a complejizar y enriquecer el análisis de las relaciones de poder y los mecanismos de control pensados y puestos en marcha. 27

Max S. Hering Torres, Nelson A. Rojas

Crímenes pasionales y conflicto armado en la segunda mitad del siglo xx

La antropóloga Myriam Jimeno (Universidad Nacional de Colombia, Bogotá) aborda el complejo tema de los crímenes pasionales a través del análisis de notas periodísticas, interpretadas por la autora como micro-ventanas. De la mano con Marshall Sahlins, Clifford Geertz y Hans Medick, Jimeno permite establecer un sugerente diálogo entre antropología, (micro) historia y emociones. La autora propone que la interpretación de estos crímenes se desplaza del sentimiento del honor hacia sentimientos más personales como los celos o la rabia; y de manera más reciente, se inscribe bajo un nuevo referente: el feminicidio o la violencia de género. Este desplazamiento indica cambios en el sentido simbólico de las relaciones amorosas entre hombre y mujer, tanto como modificaciones en la estructura de las relaciones de género y transformaciones en las concepciones jurídicas. Así, el crimen pasional puede ser interpretado a través de los esquemas culturales que le dan su sentido particular. Sin embargo, dicho significado no solo es heredado o usado en un contexto social específico, sino que también es recreado y transformado por sujetos sociales, en luchas que con frecuencia se dan en condiciones asimétricas. Para cerrar el presente volumen, el historiador Mario Aguilera nos presenta un análisis de las dinámicas de fusilamiento en las filas de la guerrilla de las farc por motivos de deserción e infiltración. El estudio se realiza a partir de los testimonios orales –entrevistas– de desmovilizados de este grupo insurgente. El autor argumenta que dichos fenómenos, unidos al acoso por parte del ejército, han llevado a que, en ocasiones, se registren oleadas de paranoia colectiva, lo que ha causado una serie de fusilamientos desde mediados de la década de los noventa hasta los últimos años. En el acercamiento a lo micro, pero desde una narrativa de lo macro, el autor se aproxima al interior de la organización guerrillera, para evidenciar la manera en que operan los principios, las regulaciones y los valores que moldean el orden de dichas estructuras armadas. Podemos decirlo de manera abierta, aunque se trata de una aproximación a la trastienda de la guerrilla colombiana, el capítulo es tal vez el que menos dialoga con la propuesta microhistórica. No obstante, el valor del material empírico utilizado nos permite acercarnos a la polisemia de la transgresión y 28

Transgresión y microhistoria

de ahí su importancia para el presente trabajo. La deserción y el fusilamiento traen a la luz el carácter complejo y ambivalente de lo que puede ser considerado como transgresión en el marco de un conflicto armado. Alrededor de estos fenómenos existen muchos interrogantes, ya sea por falta de información o por el interés en manipular, minimizar u ocultar las dimensiones reales de la deserción, la infiltración y los fusilamientos por parte de los bandos en confrontación. Las transgresiones analizadas en esta última sección nos acercan a las realidades y a los conflictos sociales que han marcado recientemente a la sociedad colombiana y que, en el momento en que se escriben estas líneas, aún son objeto de amplios debates públicos. Por un lado, tenemos los crímenes pasionales, cuyas víctimas casi siempre son mujeres y que ponen sobre la mesa los roles de género y las dinámicas de dominación. Por otro lado, encontramos las expresiones de violencia relacionadas con el conflicto armado interno: los señalamientos, las persecuciones, los fusilamientos y la ambivalencia que pueden llegar a tener el compromiso, el abandono, la traición y el castigo. Con todo, la apuesta es dejar hablar a la transgresión desde su singularidad, no como un hecho ahistórico, invariable y homogéneo, sino como un suceso sujeto al tiempo, a su variabilidad cultural, así como fragmentario y con múltiples perspectivas. Solo reflexionando sobre la multiplicidad de sentimientos e interpretaciones que evoca la transgresión en diferentes momentos y lugares, podemos aproximarnos a ella, no para justificarla, sino para intentar explicarla y entender sus múltiples trasfondos y caras. La portada de este libro nos invita a entender la transgresión también como un cortocircuito, una alegoría que, a su vez, nos debería sensibilizar para evitarlo, en aras de una siempre deseable y fluida convivencia en medio del respeto y la tolerancia.

Obras citadas Agostoni, Claudia y Elisa Speckman Guerra. De normas y transgresiones. Enfermedad y crimen en América Latina (1850-1950). México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2005. Aguilera Peña, Mario. Insurgencia urbana en Bogotá: motín, conspiración y guerra civil 1893-1895. Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura, 1996. 29

Max S. Hering Torres, Nelson A. Rojas

Aguirre Rojas, Carlos A. Contribución a la historia de la microhistoria italiana. Rosario: Prohistoria, 2003. Aguirre Rojas, Carlos A. “De la ‘microhistoria local’ (mexicana) a la ‘microhistoria de escala’ (italiana)”. Ensayos sobre microhistoria. Ed. Barriera, Darío G. México: Red Utopías Prohistoria, 2002. 99-145. Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura. 39.2 (2012) Dossier: Justicia, derecho y penalidad en Colombia. Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura. 40.1 (2013) Dossier: Justicia, derecho y penalidad en Colombia. Barriera, Darío G., ed. Ensayos sobre microhistoria. México: Red Utopías Prohistoria, 2002. Barriera, Darío G. “Las ‘babas’ de la microhistoria. Del mundo seguro al universo de lo posible”. Ensayos sobre microhistoria. Ed. Barriera, Darío G. México: Red Utopías Prohistoria, 2002. 39-60. Borja Gómez, Jaime, y Pablo Rodríguez Jimenez, eds. Historia de la vida privada en Colombia. 2 vols. Bogotá: Taurus, 2011. Bourdieu, Pierre. Poder, derecho y clases sociales. Bilbao: Desclée de Brouwer, 2000. Bragnoni, Beatriz, ed. Microanálisis: Ensayos de historiografía argentina. Buenos Aires: Prometeo, 2004. Browning Christopher R. Ordinary Men. Reserve Police Battalion 101 and the Final Solution in Poland. Nueva York: Harper Perennial, 1992. Burke, Peter. Formas de hacer historia. Alianza ensayo. 2ª. ed. Madrid: Alianza editorial, 2009. Caimari, Lila. La ley de los profanos. Delito, justicia y cultura en Buenos Aires (1870-1940). Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2007. 30

Transgresión y microhistoria

Capriles, Axel. La picardía del venezolano o el triunfo del Tío Conejo. Caracas: Taurus, 2008. Castañeda, Jorge G. Mañana o pasado. El misterio de los mexicanos. Nueva York: Aguilar, 2011. Ceballos, Diana Luz. Hechicería, brujería e inquisición en el Nuevo Reino de Granada. Un duelo de imaginarios. Bogotá: Editorial Universidad Nacional, 1994. Centro Nacional de Memoria Histórica. El Salado. Esa guerra no era nuestra. Bogotá: Taurus, 2009. Centro Nacional de Memoria Histórica. La Rochela. Memorias de un crimen contra la justicia. Bogotá: Taurus, 2010. Centro Nacional de Memoria Histórica. Mujeres y guerra. Víctimas y resistentes en el Caribe colombiano. Bogotá: Taurus, 2011. Chaves, María Eugenia. Honor y libertad: discursos y recursos en la estrategia de libertad de una mujer esclava (Guayaquil a fines del período colonial). Göteborg: Departamento de Historia e Inst. Iberoamericano de la Universidad de Gotemburgo, 2001. Chaves, María Eugenia. “La pregunta y el indicio. A propósito del trabajo sobre fuentes judiciales y casos particulares en la investigación histórica de sectores subalternos”. Las fuentes en las reflexiones del pasado: usos y contextos en la investigación histórica en Colombia. Ed. Almario García, Óscar. Medellín: Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, 2014. 143-158. Da Matta, Roberto. Carnavales, malandros y héroes. Hacia una sociología del dilema brasileño. México: Fondo de Cultura Económica, 2002. Di Liscia, Maria Silvia y Ernesto Bohoslavsky. Instituciones y formas de control social en América Latina, 1840-1940. Una revisión. Buenos Aires: Prometeo, 2005. 31

Max S. Hering Torres, Nelson A. Rojas

Enciso, Patricia. Del desierto a la hoguera: la vida de Joseph Ximénez, un ermitaño acusado de hereje por la Inquisición de Cartagena de Indias. Bogotá: Editorial Ariel, 1995. Espinoza, Iván. El sueño del ahorcado. Una experiencia subjetiva de la pena de muerte a finales de la colonia (Nóvita, siglo xviii). Bogotá: Ediciones Uniandes, 2008. Foucault, Michel. “Prefacio a la transgresión”. Obras esenciales. Madrid: Paidós, 2010. 145-160. Foucault, Michel. Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión. Buenos Aires: Siglo xxi, 2002. García Villegas, Mauricio. Normas de papel. La cultura del incumplimiento de reglas. Bogotá: Siglo del Hombre Editores, 2009. Garland, David. Crimen y castigo en la Modernidad Tardía. Bogotá: Siglo del Hombre y Universidad de los Andes, 2007. Garland, David. “Sociological Perspectives on Punishment”. Crime and Justice 14 (1991): 115-165. Ginzburg, Carlo. Mitos, emblemas e indicios. Morfología e historia. Barcelona: Gedisa, 2008. Ginzburg, Carlo. “Semejanzas de familia y árboles de familia: dos metáforas cognoscitivas”. Contrahistorias. La otra mirada de Clío 7 (2007): 17-36. Ginzburg, Carlo, John Tedeschi y Anne C. Tedeschi. “Microhistory: Two or Three Things That I Know About It”. Critical Inquiry 20.1 (1993): 10-35 González y González, Luis. Pueblo en vilo. Microhistoria de San José de Gracia. México: Fondo de Cultura Económica, 1984. 32

Transgresión y microhistoria

Hering Torres, Max S., ed. Cuerpos anómalos. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2008. Hering Torres, Max S. y Amada Carolina Pérez Benavides, eds. Historia cultural desde Colombia. Categorías y debates. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Pontificia Universidad Javeriana, Universidad de los Andes, 2012. Hourcade, Eduardo. Luz y contraluz de una historia antropológica. Buenos Aires: Biblos, 1995. Iturralde, Manuel A. “La sociología del castigo de David Garland: El control del crimen en las sociedades modernas”. En David Garland. Crimen y castigo en la Modernidad Tardía. Bogotá: Siglo del Hombre y Universidad de los Andes, 2007. 21-122. Jaramillo Uribe, Jaime, ed. Historia de Pereira. Pereira: Club Rotario de Pereira, 1963. Kristeva, Julia. Poderes de la perversión. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 1989. Latour, Bruno. “Give Me a Laboratory and I will Raise the World”. Trad. González García, Marta I. Science Observed: Perspectives on the Social Study of Science. Eds. Knorr-Cetina, K. y M. Mulkay. Londres: Sage, 1983. 141-170. Latour, Bruno. Reensamblar lo social. Una introducción a la teoría del actorred. Buenos Aires: Manantial, 2008. López Jerez, Mabel Paola. Las conyugicidas en la Nueva Granada. Trasgresión de un viejo ideal de mujer (1780-1830). Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2012. Levi, Giovanni. “Sobre microhistoria”. Formas de hacer historia. Ed. Burke, Peter. Madrid: Alianza editorial, 2009. 119-143. 33

Max S. Hering Torres, Nelson A. Rojas

Man, Ronen. “La microhistoria como referente teórico-metodológico. Un recorrido por sus vertientes y debates conceptuales”. Historia Actual Online 30 (2013): 167-173. Medina, Medófilo. El rompecabezas de la paz. Medellín: La Carreta Editores, 2014. Miguez, Eduardo. “Microhistoria, redes sociales e historia de las migraciones: ideas sugestivas y fuentes parcas”. Inmigración y redes sociales en la Argentina moderna. Eds. Bjerg, María y Hernán Otero. Tandil: Cemla-iehs, 1995. 23-33. Paz, Octavio. El laberinto de la soledad. Madrid: Fondo de Cultura Económica, 1992. Piccato, Pablo. City of Suspects. Crime in Mexico City, 1900-1931. Durham and London: Duke University Press, 2001. Portocarrero, Gonzalo. Rostros criollos del mal. Cultura y transgresión en la sociedad peruana. Lima: Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú, Pontificia Universidad Católica del Perú, Universidad del Pacífico, iep, 2004. Revel, Jacques. “Microanálisis y construcción de lo social”. Un momento historiográfico: Trece ensayos de historia social. Buenos Aires: Ediciones Manantial, 2005. 41-62. Reyes Cárdenas, Catalina. Aspectos de la vida social y cotidiana de Medellín: 1890-1930. Bogotá: Colcultura, 1996. Rodríguez, Pablo. Cultura Material y vida cotidiana en la Independencia de Colombia. Bogotá: Fundación Bicentenario de la Independencia, 2010. Rodríguez, Pablo. En busca de lo Cotidiano: sexo, honor, fiesta y sociedad S. xvii-xix. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2002. 34

Transgresión y microhistoria

Ronderos Gaitán, María Paula. “Juan de Vargas o del oficio de barbero, hacia una microhistoria de los oficios en el Nuevo Reino de Granada del siglo xvii”. Historia y Sociedad 18 (2010): 149-162. Salvatore, Ricardo D., Carlos Aguirre y Gilbert M. Joseph. Crime and Punishment in Latin America. Law and Society Since Late Colonial Times. Durham and London: Duke University Press, 2001. Sedran Caropresi, Paula María. “Prácticas de transgresión en la policía en un período de institución conflictiva. Santa Fe (Argentina) 1864-1881”. Revista de Historia Regional y Local 6.12 (2014): 305-332. Serna, Justo y Anaclet, Pons. Cómo se escribe la microhistoria. Ensayo sobre Carlo Ginzburg. Madrid: Ediciones Cátedra, 2000. Tovar, Bernardo. Historia comprehensiva de Neiva. 5 vols. Neiva: Alcaldía de Neiva, 2012. Tovar, Bernardo. Historia general del Huila. 5 vols. Neiva: Instituto Huilense de Historia, 1996. Uribe, María Victoria. Matar, rematar y recontramatar: las masacres de la violencia en el Tolima 1948-1964. Bogotá: Centro de Investigación y Educación Popular, cinep, 1978.

35

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.