Matilla histórico y el devenir de sus aguas

July 8, 2017 | Autor: C. Iuris Regionis | Categoría: Water Law, Derecho Indígena, Derecho de Aguas
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MATILLA HISTORICO Y EL DEVENIR DE SUS AGUAS Waldemar Delucchi Alvarez Profesor de la Universidad Arturo Prat

MATILLA. Los requerimientos ambientales cada vez se hacen mas apremiantes y urgentes y por ello se contradicen con las actividades económicas que impactan severamente los sistemas ecológicos. En las últimas décadas la problemática ambiental se ha enfatizado desde que se hizo evidente su relación con el tema del desarrollo. Ello ha sido causa de la transformación que ha sufrido el sistema ambiental que es el abandono de antiguas y reducciones visiones biologistas. Desde la Conferencia de Estocolmo del año 1972, se le asocio definitivamente con el problema del desarrollo. En la nueva Cumbre Ecológica de Río de Janeiro del año 1992, se agregó a la pers­pectiva natural el enfoque social, lo que era altamente necesario para los efectos de la pro­tección de los derechos humanos en referencia al Pacto Social de los Derechos Económicos y Políticos. Por amable invitación de la Fratemidad Ecológica Universitaria, me corresponde expo­ner sobre el fenómeno ambiental hidrico en la localidad de Matilla, distante a 127 kilómetros de Iquique, en lo que significa una gestación e impacto local que tienen más cercanía con las actividades individuales. De acuerdo expone el Dr. Don Víctor Guerrero Cossio, «como los intereses sociales y económicos no son homogéneos, persistiendo conflictos de clase más allá de consensos puntuales, se observa una confrontación entre ellos que se manifiesta en todos los planos del orden social y que se disfraza con acuerdos formales que en su mayoría corresponden a temas promovidos por los sectores política y económicamente dominantes’. En este preciso caso, aquellos que dicen relación con el sector minero. Se hace necesario realizar una reflexión filósofico histórica a fin de poder comparar la visión andina del trabajo de los aymaras tradicionales y actuales con el pensamiento occiden­tal presente en el pueblo de Matilla.

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Para el español conquistador, el trabajo es un modo de ser y vincularse al medio; para el aymara es «criar la vida». La construcción del templo y de la torre de Matilla en el año 1718, cuya antigüedad sólo la discute la Torre de Chiu Chiu, marcó, no sólo un asentamiento humano fundado para la etemidad; también el nacimiento de una nueva humanidad y de una nueva cultura, mestiza, nortina y colonial. El arquitecto iquiqueño, Patricio Advis Vitaglich, expresa:»Este «Señor Torre»porque así, mallku, lo llamaban respetuosamente los aymaras-ha sobrevivido ya dos iglesias-T» Allá, perecidas por los terremotos, y ahora lo acompaña con dignidad su tercera esposa, la actual iglesia de San Antonio», que es el patrono de los matillanos a quien ungen año tras año con gran fiesta y chaya a la tierra. El autor con su pluma mágica nos hace revivir aquella comunidad naciente, aislada, que incluía pasado y futuro, medio natural y humano. Se hace sentir el incesante trabajo de criollos e indios, negros y mestizos, latiendo en la chacra y en la viña, en socavones, galerías de agua y construcciones». Vemos la vida, pura y dura, que corre alrededor del campanario, símbolo y expresión de aquel universo local perdido en la inmensidad del desierto’. “Matilla a comienzos del siglo XVIII es, gestación y nacimiento de una nueva humanidad, es el aconte­cer urbanizador que ocurre, como la primavera con sus solazos y tempestades, entre golpes y violencias, oraciones y conjuros, represión y celebración”. Con la pareja Torre Templo la nueva comunidad jerarquizada de peninsulares, mesti­zos, negros e indios con toda su gema de negros y mulatos, alcanzó, dirigida por los mismos criollos, calidad y categoría de -Pueblo de Dios”. Así nació Matilla como pueblo iglesia, con el culto santo festivo alrededor de la Torre que la santificaba. Para el andino, el trabajo es fin en sí, es plenitud existencial, celebración de la vida y comunión con la divinidad. La Pachamama La tierra no está maldita por el pecado del hom­bre, no es un concepto reacio al hombre. Todo lo contrario, ella es para el hombre fuente de vida y de toda bendición. El trabajo es su culto a la tierra y la chacra es su templo, La mitología andina, describe el cielo andino (visión del más allá) como una existencia con tra­bajo en las chacras, sin pestes, ni daños climáticos, tranquilo y armonioso, es decir, parece que piensan en el paraíso ecológico. La ética del trabajo que mueve al andino a una vida tanto o más laboriosa está centra­da, no en la angustia del juicio divino, sino en su responsabilidad de hijo de la Tierra. El trabajo no remedia sus pecados, pero la flojera y el incumplimiento laboral son sancionados, porque el flojo que desatiende su chacra, su ganado o su casa, esta «comiendo la came de su madre». La casa, el ganado y la chacra desatendida, están tristes y agonizan. Es una falta de respeto a la Pachamama, que se los ha confiado en

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calidad de préstemo y para criárselos. A la vez, es una falta de respeto a sus padres y abuelos que le dejaron chacra y ganado en herencia, se lo recordarán en sueños y si no cambia la conducta será sancionado. El andino no mide su trabajo por horarios ni imposiciones patronales, sino por el ritmo de las estaciones y del tiempo meteorológico que le invitan; por las precisas labores del campo, de las fases» lunares, del ganado y los cultivos que le piden: por las tradiciones y las costumbres que hay que cumplir, por el respeto a sus padres que les dejaron las tareas y responsabilidades tempranamente, por la comunidad, los huacas y la sallqa que los está mirando e invitando. La finalidad del trabajo es el sustento diario del diario vivir para la familia y el consumo festivo comunitario. Trabajando la chacra, criando su ganado, el andino “se deja criar a si mismo por la vida”. Trabajando con aguas, canales y riegos es consciente de manejar “la sangre de la Madre Tierra” Construyedo con agua, tierra y piedra, le pide licencia para trastrocar su san­gre, came, y hueso «Haciendo una casa o pirca, un corral o una torre, se guía por la «prefe­rencia de la piedra” que pasa por sus manos, sabiendo a que cada piedra es diferente” para que descanse a su gusto. El problema que afronta Matilla dice relación entre otros, con la evacuación de dese­chos líquidos; provenientes de la actividad urbana y minera que son componentes dañinos del medio y están constituidos por contenidos bacterianos, parásitos, virus; constituyentes orgánicos disueltos y en suspensión, altas concentraciones de fósforo y nitrógeno; y final­mente materias flotantes orgánicas e inorgánicas, superficiales o en suspensión. La crisis del sistema hídrico, se origina por el consumo directo e indiscriminado de bienes naturales de flujo o de inventario, considerado muchas veces insumos agotables de procesos industriales. Una de las principales limitaciones está en las reservas del sistema hídrico, dado que todos los estudios realizados indican que el agua, en cuanto a sus actuales fuentes, es recur­so en condiciones de agotamiento, lo que se ve agravado por la autorización indiscriminada y la falta de estudios para autorizar la perforación de pozos, ramales, corte de napas, etc. Todo el sistema mínero y agrícola en cuanto a su factibilidad económica y técnica actual depende de un intensivo use del frágil sistema hídrico provincial y comunal. El Dr, Víctor Guerrero a la letra dice «La activación de diversos proyectos mineros arriesga las posibilidades de abastecimiento de agua potable, como ya ha

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afectado los re­querimientos de agua con que otrora contaban algunos grupos humanos de origen indígena. Ese fue el caso de Pica y Matilla y otros poblados autóctonos, quienes incluso vieron decaer su actividad econónica y social ante la disminución drástica del recurso agua de que fueron objeto. La línea de previsión de las autoridades regionales aluden a las reservas de la poten­cial utilización de reservas localizadas en el altiplano, específicamente la existente en Lagu­na del Huasco, al interior de Pica. Allí se encontrarían importantes volúmenes susceptibles de abastecer tanto las necesidades urbanas, rurales, industriales y residenciales de la pro­vincia de Iquique, todo ello en atención que tal depósito tiene suficiente recarga. Pese a lo anterior en el sentido de existir recarga suficiente, persiste el riesgo que utilización intensiva ocasione una cadena de efectos negativos que terminen por producir una catástrofe ecológica en las zonas de Pica y Matilla, sólo comparable a lo sucedido en el Valle de Quisma cuando se usufructuó del sistema hídrico de la Quebrada de Chintaguay en beneficio de la ciudad de Iquique, provocando un asfixiante problema hídrico comunal. El ascenso de cada pozo correspondió aproximadmente a 40 o 50 litros por segundo, en pozos cada año de mayor profundidad y ramales subterráneos. Pudiera ser que en la zona exista potencialidad hídrica técnicamente suficiente para abastecer las distintas actividades humanas, pero que su posibilidad concreta no esté asegu­rada para todos por su alto costo económico. No debemos olvidar que el riego por canales en cada hectárea se realizaba por inun­dación lo que provoca una alta pérdida del sector hídrico en cuanto a evaporación y riego de malezas no productivas nacientes en la distancia de árbol a árbol que se pretendia regar. Esta alta concentración de malezas redundaba en una mayor cantidad de trabajo a objeto de desmalezar, lo que traía por lógica consecuencia la quemazón de esos productos alterando el sistema ecológico en cuanto al humo producido y el abandono del lugar del control natural biológico. Por otra parte, existe el problema hídrico en atención a los árboles que tienen que ser constantemente lavados del polvo del desierto para permitir a los frutales una mejor asi­milación clorofilica mediante el proceso de la fotosíntesis. La quemazón de hojas como solución al problema de degradación trae como conse­cuencia como dije arteriomente el problema del humo con sus partículas flotantes, y la pérdi­da constante de un producto de la mejor calidad de abono que sería la tierra de hojas. El riego por goteo inventado por los israelitas apareja un alto costo, toda vez que cada bombilla que se dirige al árbol tiene un costo aproximado de 5 dólares y

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veinticinco centavos, además de tener que construir todo sistema nuevo de cañerías lo que hace bastante impro­bable que el pequeño agricultor pueda sustentar. Los estudios han demostrado que la recarga de renovación de reservas subterráneas no supera los 500 litros por segundo y la descarga es de 1.000 litros por segundo en forma permanente, lo que implica agotamiento virtual de los recursos aprovechables para consu­mos exclusivamente potables para los próximos treinta o cuarenta años. La minera de Cerro Colorado disminuye a diario los bofedales que son recursos ancestrales de consumo humano y sustentador de los animales auquénidos de la zona, ade­más rompe el sistema de los cultivos tradicionales. La minera de Quebrada Blanca usará durante 20 años, los acuíferos de Michinca, Caposa y Alconcha, ocasionando grave efecto por sobre explotación del recurso hídrico y también altamente contaminante del espacio aledaño a sus procesos. No hace muchos años pudimos comprobar un daño ecológico autorizado con irreve­rente respeto por el Servicio Agrícola Ganadero de la región. Ello en relación a las pestes simultáneas de la mosca del mediterráneo o mosca de la fruta, el pulgón y la palomilla blanca que asfixió los árboles. Todas estas pestes importadas de Perú y Bolivia vía las cajas bananeras en que importábamos su fruta y cuyas larvas venían incubadas en ellas. La primera solución planteada siginificaba el lavado a presión de los frutales de Matilla y Pica; luego los pesticidas aplicados en forma directa por motobombas y ante la persistencia de las pestes se recurrió al sistema de pintar la corteza de los árboles con metaxisto, alta­mente contaminante y venenoso para el posible producto producido. No obstante lo anterior comenzó a realizarse en Matilla y Pica un promedio de cuatro fumigaciones aéreas diarias sin tomar ninguna medida de protección a los lugareños. Esta Fumigación aérea se extendió también a Iquique, donde en horas laborables comenzaron las fumigaciones, tomándose como única prevención el aviso de las horas de fumigación para encarpar los vehículos en atención al alto nivel de corrosidad de los productos ocupados. De la población nadie se preocupó, pero si se hizo sentir en una concurrrencia masiva hospitala­ria de los menores que habían inhalado tales productos venenosos. Las plagas referidas se mantuvieron durante diez años, provocando grave daño a la economía de los pueblos de Pica y Matilla que no podían vender sus productos fuera de la región, salvo que pasaran por las cámaras de fumigación que instaló el SAG, cobrando Un valor específico por metro cúbico, lo que elevó los costo indirectos a la producción provocan­do además la escasez de los productos agrícolas.

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No fue de otra manera la solución, matillanos y piqueños aunaron sus fuerzas y decla­raron guerra al SAG, no permitiendo la intromisión de sus funcionarios en las chacras y con­curriendo al aeropuerto para impedir la fumigación aérea. Un año después de esta sabia decisión, nuevamente el control biológico natural apareció, en especial con la llegada de la margarita o más comúnmente llamada chinita, la cual se alimentaba precisamente de las larvas de las moscas mediterráneas, de los pulgones y de la palomilla blanca que producía una substancia gomosa que impedía la respiración de las hojas afectando la asimilación clorofilica y por ende el proceso de fotosíntesis. En consecuencia, la naturaleza defendida por nuestros ancestros y nuevos agricultores concurrieron a dar solución a un problema que resultaba insoluble a la técnica actual. Para los andinos, ni la fuerza de su suelo ni su orgullo podrán impedir que sus virtudes sean saciadas con sangre o límpida agua de caudales subterráneos. Las napas de la tierra de Matilla han sido horadadas en muchas oportunidades tras vestigios acueríficos, pero el resultado no ha sido el esperado. Pareciera que en Matilla las napas subterráneas se desviaron a otros lugares, no existiendo en la actualidad más de cinco pozos de diferentes profundidades pero con una captación de agua 30 a 50 litros por segundo. De esta forma toda la plataforma fruticola y potable de Matilla se sustenta del agua de la Quebrada de Chintaguay. Su vecina y sempitema rival Pica, tiene en suerte contar con las aguas termales de Concova, las surgentes de la cocha, y la entrega generosa de sus napas. Se precisa del agua que ocupan las mineras, o en su caso, reestudiar su entrega. Ac­tualmente» se permitió a la minera Doña Inés de Collahuasi la perforación de tres pozos a cien metros de profundidad con sus correspondientes ramales y unidos a la tecnología de succión están produciendo trescientos litros por segundo cada uno, y como dijimos anteriormente la capacidad de recarga no supera los mil litros por segundo, lo que trae como consecuencia lógica que tres pozos de una minera absorben toda la potencia de recarga, haciendo además disminuir en forma considerable los litros obtenidos en los pozos de las chacras particulares. Hasta el año 1927, tu vertientes de Chintaguay tuvieron un caudal de agua unifome, de aproximadamente 50 litros por segundo, con las cuales se regaba Matilla y el Valle de Quisma. Matilla, otrora se dedicaba preferencialmente al cultivo de las viñas, produciendo vino añejo o generoso surtiendo todas las iglesias del país. El Diario El Tarapacá de Iquique, de fecha 3 de Marzo de 1951, anunciaba la obtención en París de Medalla de Oro para el vino matillano. La mayor importancia y producción agrícola de Matilla, se debió que los agricultores eran propietarios consignatarios de los derechos de agua provenientes

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de vertientes natura­les. Es así que la acequia matriz de las aguas del Valle de Quisma pasaban por la localidad de Matilla. Para el aprovechamiento de las aguas el Valle de Quisma tenia a su haber tres días a la semana, de Lunes a Jueves, totalizando 72 horas de obtención de agua. A Matilla le correspondían 4 días a la semana, de Jueves a Lunes, totalizando 96 horas de aprovecha­miento. A su vez Matilla en vez de recibir 50 litros por segundo, con los riegos de los altillos de Quisma, recibía un diferencia] a su favor de 15 a 20 litros, por el sobrante del agua en las acequias denonminados escurrajas, las que eran repartidas por tumo. En el año 1911, la población de lquique crecía y en consecuencia exigía mayor aduc­ción de agua, que a la época era suministrada por la Ex Compañía Inglesa «The Tarapacá Water Worck». En el año 1924, se expropiaron a favor del Fisco los derechos de agua del Valle de Quisma sobre las vertientes de Chintaguay. Sin embargo, creció la necesidad de mayor aduc­ción de agua, por cuanto se cambiaron las cañerías de agua salada que se ocupaba en los baños y comenzaron a regarse las calles con agua dulce. Otro factor se debió al menor precio del agua en manos fiscales lo que provoco profusión de quintas que necesitaban agua para sus sembrados. El problema en consecuencia no es menor, debe obtener se mayor dedicación de las autoridades estatales en su estudio; con personas capacitadas en relación a nuestra zona desértica, ya que existe la experiencia de aplicación de destinación de aguas en Camiña, la que casi extinguió en forma definitiva los cultivos de choclos, ajo y papas como elementos de mayor producción. Subiendo al alto Isluga a 5.000 metros de altura también podemos com­probar el sequío de otrora bofedales en que bebían nuestros auquénidos. Debemos pensar como andinos, aymaraes, quienes al recibir una nueva semilla o va­riedad en su chacra “para ver si se da”piensa recibir una nueva nuera en su familia. «Si la recibimos con cariño se queda; si no, se va». Otras semillas no se acostumbran, porque tienen otro cariño. «Para el aymara su sistema de producción no es la combinación más productiva de factores», sino la mejor combinación de cariños» lo que se persigue en la chacra. Al respecto huelgan los ejemplos: plantación de olivares, fracaso total, plantación de chirimoyas y manzanas muestran un árbol elegante pero que no produce frutos. Uno de los objetivos de los rituales de producción del andino aymara, es precisamente; la corrección de los errores cometidos y la recuperación de la riqueza original en la relación del hombre con su medio natural y laboral o, en términos más andinos» para limpiar.., por el «pago» a la tierra», su relación con la chacra, el ayllu, las huacas y la sallqa.

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“En el sudor de tu frente”, criollos y aymaras forjaron juntos la comunidad colonial de Matilia, donde aún reposan en lagares las tinajas del 1766, bautizadas todas con los nombres de las santas criollas. Trabajando el hombre se instala en su medio natural y se llena de la vida de la Tierra brota bañada de manantiales. «La Torre de Matilla es el testamento espiritual de piedra viva que nos dejaron nues­tros abuelos: españoles de fierro inoxidable, aymaras de bronce vivo, africanos de oro puro».

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