Matías Heer. Una honda penetración en el presente

May 22, 2017 | Autor: Victoria Cóccaro | Categoría: Poesía argentina, Literatura Argentina Siglo XXI, Poesía Argentina Contemporánea
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Descripción

Matías Heer: Una honda penetración en el presente

Yo³ (Paraná, Gigante, 2014) es el nuevo libro de Matías Heer de un poema
largo que recorre muchas formas de escritura. Si bien el poema es complejo,
grave, y mantiene una rigurosa atención sensible, no pierde la frescura y
liviandad necesarias como para seducir a cualquier lector. Tal vez por eso
me atrevo a estas palabras.

En Yo³ Heer muestra un nivel de registro budista que atiende a lo que pasa
en cada respiración, esa es su unidad de medida y de tiempo, por eso en la
escritura crea una temporalidad que es la de su propia respiración y la que
sucede en quien lee/respira el poema: "Que la mente esté con tu
respiración", nos recuerda tenazmente. A partir del registro sensible con
atención a detalles y marcas en la materia (sombra, peso, colores, polvo,
calor, humedad), Heer abre series de devaneos mentales como un movimiento
ágil entre las cosas. El aire que circula y roza al mundo es una forma de
entrar en contacto con él, y esto llevado al cuerpo es, nuevamente, la
respiración. Es decir, el estado de flotación se debe, en parte, a que Yo³
es un texto aéreo que tiene como estructura primordial la respiración; y
por otra a que el aire delata una forma de habitar tanto el espacio como el
cuerpo. El aire toma la fisonomía de lo que toca, el lenguaje es tomado por
la respiración y allí se expresa el juego de las relaciones entre las
cosas. Podríamos decir que en las formas que el lenguaje adopta en cada uso
que de él hace Matías Heer.

el viento

funde el interior de la casa al pueblo, al monte, al río y se lo
lleva.

Si el texto crea una respiración, Heer propone una escritura ética, porque
es una escritura que produce actos en el instante que ocurre (escritura,
lectura, respiración, por ejemplo) y que, entonces, crea una dimensión que
vuelve legible el comportamiento. En ese instante existe una comunión con
los elementos del mundo porque esos elementos son los mismos que componen
el cuerpo y por ende la mente, las ideas y la poesía. En un ensayo que se
titula Razones, poetas, publicado por > , Heer expone a la poesía
como un epifenómeno del lenguaje humano: "es una herramienta capaz de usos
significativos", es decir, "la poesía es un uso del lenguaje y si somos
conscientes de esos usos podemos producir actos". Tanto en su ensayo como
en Yo³, Matías Heer demuestra así la necesidad entre poesía, pensamiento,
vida, acto y conocimiento en las circunstancias del momento presente que es
el que vivimos. De este modo, llega a una idea que no es para despreciar:
la poesía en tanto ética puede conducir a hallar un nuevo uso de lo humano
en el presente.

En Yo³ se escribe para comprender los actos de los cuerpos en un espacio
("para encontrar razones válidas para elegir y realizar ciertas acciones"),
pero que siempre ocurren antes sobre el lenguaje como juego, donde este
muestra sobre su cuerpo aquellas elecciones, nunca es herramienta de
interpretación o comunicación ni se asemeja a las cosas como una copia. En
Heer el lenguaje se expresa siempre a sí mismo, y en ese uso o juego está
la desarticulación y rearticulación, el acento poético de esta escritura.
Respirar, nombrar, habitar: "dónde voy, estoy", dice un verso de Heer.

Cierro

los ojos ordeno

con el aire la materia del cuerpo,

hago de mi fundamento

la columna;

abarco

las reencarnaciones

de pasto, del asfalto,

de los corredores,

que a cada paso rebotan un yo,

Pero si, como dije antes, la poesía es un acto en el presente, es necesario
atender que Yo³ arma un continuo temporal entre pasado, presente y futuro.
En el poema pareciera que el cambio es constante: la materia se mueve ("no
importa, donde voy / soy cuerpo / su naturaleza es cambiar") y es nombrada
a través de, por ejemplo, distintos modos y tiempos verbales (subjuntivos,
presente-pasado, pasado-futuro, presente-futuro subjuntivo) donde se ve la
propuesta de Heer de un objeto continuo pasado-presente-futuro, un continuo
temporal que también se expande hasta las posibilidades (expresadas en
subjuntivo, por lo general) de lo que podría pasar. Por eso, las palabras
no funcionan en el poema como algo que fija y cristaliza una identidad o
una esencia si no que más bien permite y propaga el movimiento de las cosas
("los colores / de las estaciones / maduran / al respirar y varían / un
nombre, no los hará sagrados"). La vida es movimiento y baile: antes que
las palabras, el baile.
https://www.youtube.com/watch?v=2AQqgdimNyw&feature=youtu.be
En relación a este cambio constante que se quiere capturar como cambio en
la escritura en dirección al actuar, a tener razones para actuar porque
nuestras acciones son nuestra identidad -siempre móvil, nunca esencialista,
nunca propia: lo propio del ser humano es estar habitado por lo impropio-,
pareciera que Heer nos dice a cada verso: no voy a quedarme acá mirando e
intentando describir para ustedes eso que en su eterno movimiento se puede
fastidiar con mi propia descripción, lo único que puedo hacer es ir a una
parte de la orilla y decir acá el río hace esto. Silencio, avanzar hasta
otra orilla y decir acá el río hace esto. Como en Yo³, el cambio será
mínimo, el río será el mismo pero diferente, el agua será un continuo pero
diferente; es decir, un presente que incluye las pequeñas variaciones que
lo conforman.
Estos estados transitorios aparecen en el poema, por ejemplo, a través de
los cambios de los contornos, por eso Heer atiende a las sombras: de la luz
ve las sombras. La sombra no es, por ende, un concepto privativo, la simple
ausencia de luz, algo como una no visión, sino el resultado de una mirada
activa, esa rigurosa atención sensible y budista que mencioné antes: "Que
haya sombras. / Que haya sombras para saber que hay cuerpos". Es decir, así
como existe un continuo pasado-presente-futuro en su utilización de los
tiempos y modos verbales, en la rigurosidad descriptiva de las sombras la
escritura nuevamente hace carne el continuo que Heer devela: una cosa es en
tanto la otra, en relación con la otra, lo que tenemos es un mutante
continuo entre todo lo que existe.

Pero tal vez lo que más captó mi atención de Yo³ es otra tensión continua
que se da entre el peso y el flujo. Como si entre estas dos fuerzas ("lo
que de abajo / asciende / ahora halla / lo que de arriba / desprende") se
unieran los lenguajes cuerpo-mente y son convertidos en un continuo
sincrónico. La mente flota, el cuerpo pisa, ambos juntos dan esa sensación
de flotación y gravedad, de vuelo estático que abre el poema. La escritura
de Heer siente el peso de las cosas, pero el peso no lo detiene, la carga
lo agiliza y en su levedad puede domar una mosca. (Como una mosca de largas
zancas sobre el río / su mente se mueve en el silencio). Y así, podemos ver
todo posible asiento de una mosca, Yo³ nos lleva hasta ahí desde el primer
momento.

Flores
revientan y derriten y reviven
o se fruncen;


de noche, algunas pestañean.


Las moscas posan sobre lo que perece.

Entonces, la escritura de Heer se sube tanto al movimiento de los cuerpos
como al de los insectos que los visitan. A partir de ahí, las moscas
diagraman con su vuelo el espacio del poema, errático, recursivo. Y en la
repetición del estribillo, mientras las moscas posan sobre lo que perece,
el poema ocurre a la par de ese continuo orgánico que se ve entre el pasado-
presente-futuro; la sombra-la luz; el peso-el flujo: El peso no es la
negación del movimiento sino que lo señala, lo continúa. ¿Cuál es el peso
de una mosca? ¿Cuál es el peso de las cosas sobre nosotros? ¿De nosotros
sobre la tierra? ¿Cómo es el encuentro con el viento irreverente de la
tarde?

El suelo no es mío
sólo lo que apoyo
en él;


y estoy apoyado en otro lado
sobre el techo
de un dodge milquinientos
hecho cuero.

Heer propone que el peso nos habla de los cuerpos, o más bien que los
cuerpos se expresan ahí, en el peso: "el cielo prensa / hierbas al suelo".
Desde otra cara del prisma Heer dialoga con esa prosa de Ponge que traduce
Borges:
"Más abajo que yo, siempre más abajo que yo está el agua. Siempre la
miro con los ojos bajos. Como el suelo, como una parte del suelo, como
una modificación del suelo. Es blanca y brillante, informe, fresca,
pasiva y obstinada en su único vicio: el peso; y dispone de medios
excepcionales para satisfacer ese vicio: contornea, atraviesa, corroe,
se infiltra".
Y con su escritura entiende la delicada contradicción del peso en lo que
fluye y busca un nombre para ese movimiento, a eso que es siempre lo mismo
pero diferente, como el río. A eso que renuncia a cada instante a toda
forma. Por eso en la atención al peso reaparece -y no como un contrario- el
flujo del agua o el viento que atraviesa la superficie de las cosas: "Sos
el medio por el que el aire / se extiende a todo lo demás".


En las primeras páginas el poema muestra a este cuerpo sobre un Dodge 1500
a partir de donde avanzamos como moscas, rodeando cuerpos, sin llevar una
dirección consecuente; diez páginas después el cuerpo posado sobre el Dodge
se levanta y abre el eco de ese sonido metálico, resquebraja. Como el
Dodge, hay otros elementos que reaparecen en el universo del poema, lo
orbitan sin generar una narración. Yo³ nombra sin narrar pero eso no
significa que esté quieto, ya que se mueve pero no en la dirección del
relato. Es decir, que en el poema no haya una narración no significa que no
haya movimiento narrativo. La narración en este poema funciona por
fluctuación continua, por ensanchamiento: una narración que funciona por
expansión como una inundación y no por una flecha de causa-efecto atada a
una línea temporal. Así, el peso del par de zapatillas registrado en la
tercera página del poema:

Un par de zapatillas
húmedas
quedó en casa:
apenas presionan
la cerámica del piso

reaparece en la página 116, a través del mismo registro del peso sobre la
materia con el que Heer señala los movimientos, hundimientos, diálogos,
choques, roces o mera indiferencia entre la materia que parece también como
una forma de relación.

para imaginar

la distancia de lo que pisa

ahora

con lo que pisó

hace un mes

La apertura de Heer al presente, la delicada comprensión de los actos de
los cuerpos en un espacio a través de la escritura ocurre, como dije al
comienzo, sobre el lenguaje. Esto se traduce en una conciencia total sobre
el lenguaje y sus herramientas (una conciencia que también se hace en y con
el poema). La escritura le sirve para respirar y conocer lo que pasa, lo
que hace; con la poesía ocupa el lenguaje, lo rearticula y actúa.



Sé lo que va a pasar: "amanecerá".




Toco

el lomo del sol

que traduce la palma

apoyada en el plástico

reforzado con vidrio

de la ventana,




la trenza dorada de los nervios,

despierto:




detrás de la palma

no estoy, estoy

sólo en la palma.



De este modo, el poema funciona como una pregunta sobre el lenguaje por el
lenguaje mismo. Se trata de eso que se está haciendo en el poema en
relación a los hábitats de un cuerpo y las cosas con las que entra en
contacto. Y ¿qué pasa en ese contacto? ¿Todo lo visto tiene un nombre? En
el proceso de conocimiento, el ver y el nombrar se relacionan en el espacio
de escritura. Y luego, complejizando un grado más esa relación, aparece la
oralidad: "Aprendiste a pronunciar". La serie del conocer que aparece en la
escritura de Yo³ es: ver, nombrar, pronunciar. Y lo que el poema propone es
que si en cada momento somos dueños del lenguaje que usamos somos así
partícipes o hasta protagonistas del conocimiento de lo que nos rodea, nos
atraviesa y nos construye; se trata de estar interesados por las verdades y
hasta insertados en ellas sin que esa cercanía nos haga imposible actuar o
nombrarlas, porque cómo mentalmente ordenamos tiene que ver con la
identidad. En relación a esto, todo el problema alrededor de los nombres -y
hasta del nombre del poeta- que va tratando el poema reenvía también al
título: Yo ¿qué nombre tiene?

Lo que sabemos es que se mueve, baila, juega, usa, se une al movimiento
continuo de todas las cosas, por eso la estática de un nombre no sacraliza.
Esto responde a ese doble juego irreverente que hace al poema grave y
fresco a la vez, potenciando su movilidad. Lo que Heer se propone es no
develar una esencia última si no ir continuamente hasta al borde del
acantilado y arriesgarse (a) la vida. Llevar todo a un límite y ampliar el
terreno, pensar sensiblemente y adherir todos los modos del pensamiento
para habitar un presente donde las cosas y los cuerpos se marcan y se
continúan.



Para tener y leer Yo³ escribir a: [email protected] o fb: Editorial
Gigante
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