MARTINEZ & VASQUEZ-DAVILA (1993) La ceiba en la religión y medicina popular cubana

August 6, 2017 | Autor: M. Vásquez Dávila | Categoría: Ethnobotany, Ethnoecology, Anthropology of Religion
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Martínez Betancourt, J.I. y M.A. Vásquez-Dávila. 1993. La ceiba en la religión y la medicina popular cubana. En: Dahlgren, B. (Comp.): III Coloquio de historia de la religión en Mesoamérica y áreas afines. UNAM, Instituto de Investigaciones Antropológicas. México. p. 319-328. ISBN 968-36-3127-4

LA CEIBA EN LA RELIGIÓN Y LA MEDICINA POPULAR CUBANA Julio I. Martínez Betancourt* Marco Antonio Vásquez-Dávila** INTRODUCCIÓN África Iggi arabá es un árbol africano venerado por los pueblos del continente negro. Es un árbol de grandes dimensiones, aislado en la estepa, que hace pensar en la presencia de la divinidad. Su gran figura domina el paisaje; es la última que deja de ser iluminada por la tarde y la primera que recibe la luz de la mañana; lejana y omnipresente, se localiza en el centro de la perspectiva y es factible atribuirle la función de unir la tierra con lo alto, ser el vehículo a través del cual se comunican los dioses o ser, simplemente, la morada de alguna deidad. América Según los autores de la Flora de Cuba, “la ceiba era venerada por los indios cubanos” (León y Alain 1953), aunque no especifican la fuente de la que obtuvieron el dato. Es probable que fuera así, tal como ocurrió en otras culturas del trópico americano. Al llegar los españoles a la isla, en 1492, se encontraron con una población numerosa de caribes, siboneyes y arawaks asentados en terrenos en los que los conucos tradicionales pronto dejaron paso a las haciendas y plantaciones de caña y tabaco. Treinta años después, a causa de epidemias, guerras y trabajos forzados, la población indígena estaba prácticamente extinta. Hacía algún tiempo que los españoles habían traído, además de otra manera de vivir, gente del continente africano a las plantaciones.

*Jardín Botánico Nacional de Cuba. **Centro de Ecodesarrollo, Oaxaca; Instituto Tecnológico Agropecuario de Oaxaca. 319

Martínez Betancourt, J.I. y M.A. Vásquez-Dávila. 1993. La ceiba en la religión y la medicina popular cubana. En: Dahlgren, B. (Comp.): III Coloquio de historia de la religión en Mesoamérica y áreas afines. UNAM, Instituto de Investigaciones Antropológicas. México. p. 319-328. ISBN 968-36-3127-4

África en América Así, comienzan a llegar a Cuba, mediante la trata de negros, grandes cargamentos de esclavos procedentes de diferentes regiones y naciones africanas. Al establecerse en Cuba se agruparon primero en cofradías y luego en cabildos, ambas asociaciones religiosas de ayuda mutua; en la segunda, los individuos estaban obligados a pertenecer a una etnia o nación africana, instando de esta forma a una endoculturacion.1 Con el paso del tiempo, las diversas culturas europeas y los pueblos africanos, principalmente los lucumí, los congos y los carabalí, dieron origen al patrimonio cultural cubano, sobre todo al campo de la religión popular, donde el corpulento iggi arabá encontró terrenos fértiles para continuar hospedando deidades africanas en América, y se reconoció bajo el nombre caribe “ceiba”. Este trabajo tiene como objetivo el análisis del papel que desempeña la ceiba en la religión popular y en la medicina tradicional de Cuba. Para ello, se ha estructurado de la siguiente manera: se describen las características botánicas de la planta y su distribución geográfica; se mencionan la metodología empleada en la colecta de datos de campo y los resultados siguientes: a] la ceiba en las religiones afrocubanas; b] en la religión popular católica, y c] su relación con la “medicina verde”. LA BOTÁNICA DE LA CEIBA Uno de los árboles más representativos de la flora cubana es la ceiba, Ceiba pentandra (L.) Gaernt, de la familia Bombacaceae; típica de las selvas semicaducifolias, en los suelos más o menos profundos, y abundante a todo lo largo y ancho de la isla, es posible hallar actualmente en los pueblos y ciudades algunos ejemplares. El nombre en español y el nombre genérico de esta planta se derivan de una antigua palabra caribe que significa “bote”. Por ser una planta pantropical se la puede encontrar a lo largo de las Antillas; se ha introducido en Bermudas y en las Bahamas; se la cultiva en el sur de Florida y en California; está ampliamente distribuida desde México hasta Ecuador, Brasil y las Guyanas. También crece en los trópicos del Viejo Mundo (Little et al. 1977). Es un árbol de grandes proporciones –puede alcanzar hasta 50 m de altura-, con la copa extendida horizontalmente y deprimida; el tronco mide 2 m o más de diámetro y es de color verde grisáceo; al igual que las ramas, de ________________ 1Endoculturacion:

término que significa, según Haggard, citado por Herskovits (1952: 10), el proceso individual de acrecentar la propia cultura.

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joven presenta numerosos aguijones y cuando adulto es un tanto liso; las hojas son palmeadas, alternas, compuestas, caducas, foliolos 5-7; las flores tienen pétalos blancos o rosados, de 3-3.5 cm; florece de marzo a abril; el fruto es una cápsula coriácea, de 8-12 cm de largo, que contiene numerosas semillas cubiertas por una fibra lanosa (Bisse 1988). METODOLOGÍA En el trabajo de campo se visitaron diferentes ciudades y zonas rurales de Cuba. La información se ha obtenido a través de la comunicación personal con campesinos, creyentes católicos y de religiones afrocubanas, mediante entrevistas practicadas sobre los nombres con los que conocen a la ceiba, usos, significado, creencias e importancia; por medio de pláticas con yerberos, sacerdotes parroquiales, iyalochas (“santeros”), antropólogos e historiadores; a través de la visita a monumentos nacionales como El Templete y la Plaza de la Fraternidad Americana, y por la consulta de literatura especializada, todo ello de gran valor para el análisis de la información y la redacción del presente trabajo. RESULTADOS La ceiba desempeña un papel muy importante en la cultura popular cubana, no solamente como árbol sagrado en las religiones afrocubanas y católica, sino como planta medicinal, referencial toponímico y monumento nacional. Por ello, es un elemento frecuente en la tradición oral de este país caribeño. La ceiba en las religiones afrocubanas Los congos. Los congos, procedentes de la familia cultural de los bantúes, originaron la religión afrocubana conocida como regla de Mayombe o Palo Monte; según sus propias palabras “… la ceiba es el altar de los ganguleros (paleros)”. Esto nos permite empezar a conocer las funciones de la ceiba; en este caso, como altar, constituye un “microcosmos efectivo” (Eliade 1972: 246248), la imagen del universo reflejada en este árbol. Los congos llaman a la ceiba Madre nganga, Musina nsambia, y, como cuenta un palero de Sagua, bajo ella “…montamos, construimos y animamos las ngangas y prendas para que se fortalezcan con su poder y sombra, recojan su energía y aprendan sus misterios…”. Las ngangas son recipientes con diferentes sustancias minerales, vegetales y animales, que simbolizan la fuerza 321

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de la naturaleza concentrada en un objeto. En este caso, la ceiba actúa como un donador de fuerza cósmica o mística. Una tercera función atribuida por los congos a esta planta es la de arquetipo de la vegetación y del trabajo de un palero: “… la hoja de la ceiba indica las siete formas diferentes en que se puede trabajar la ceiba: en las raíces que penetran las profundidades de la tierra se entierran las uembas (trabajos); en el tronco se hacen los amarres; las hojas son usadas para despojos; la corteza para santiguar y para baños; la tierra que la circunda está llena de poder y la sombra atrae y fortalece las ngangas u otros objetos como resguardos y amuletos. Al pie de la ceiba se trabaja para bien y para mal, salva y mata en 24 horas…”. De tal manera que se cae en cuenta de que, para los congos, la ceiba es un árbol sagrado que posee las cualidades positivas y negativas de una deidad.

Los yoruba. La práctica de la religión lucumí o yoruba es conocida popularmente como regla de Ocha o santería. Para sus practicantes, la ceiba también es un árbol sagrado; la conocen como iggi arabá (árbol ceiba) o iggi olorum (árbol de dios), y es precisamente en la ceiba donde vive Iroko, uno de los orichas (deidades del panteón yoruba). Algunos iyalochas (santeros) afirman que en Cuba no hay iggi arabá, árbol africano que alcanza grandes proporciones, venerado por los pueblos de ese continente 2; sin embargo, “... a pesar de que la ceiba no es Iroko legítimo...” se le considera como tal. Iroko es un oricha o santo que “...es el dueño de la ceiba y vive en la copa...”; según otras personas “...vive en su tronco...”, aunque a la ceiba acuden otros orichas como Aggayú, Odúa, Changó y Obatalá. En todas las ceremonias de la regla de Ocha se invoca a la ceiba con ancori (cantos) y suyeres (rezos). Uno de los cantos en los cuales se invoca a Iroko dice: Oko ko Iroko mayesa Ebi ama sise arabba Ebi ama sise Ogguedde Oko ko Iroko mayesa. Layé layé lagguaó Iroko mayankió Elufele lagguaó Iroko makarelé.

Oddeddei, en Palmira, con 41 años de ocha (iniciado) nos dice:”... todo el que pide algún favor a la ceiba debe agradecerlo y cumplir lo prometido; de lo ________________ 2Esta

observación nos hace suponer que, al llegar los esclavos a Cuba, sustituyen al baobab, Adansonia digitata L. (Bombacaceae), por otro árbol de la misma familia: la ceiba, Ceiba pentandra (L.) Gaertn., de porte muy semejante.

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contrario la ceiba castiga…”. Por esta razón es frecuente ver, junto al tronco o entre las raíces de esta planta, ofrendas como dulce, comida, tabaco, monedas u otros objetos. Addé Osum, iyalocha de Ciudad de La Habana, con 21 años de santo, nos informa: "…a la ceiba se le da de comer animales de cuatro patas como un torete o animales de pluma como gallo, pato y guanajo (guajolote) de color blanco...". Esto no es raro, ya que Iroko se sincretizó con la Purísima Concepción; sus colores son el rojo y el blanco unidos; los animales que se le ofrecía eran el torete, el guanajo y el pollo blanco. En la propia capital, con 42 años de ocha, el finado Ewgin bi dijo: “Obatalá [oricha creador de las especies y dueño de las cabezas] cura a los enfermos y a los locos en la ceiba, y la lana de la ceiba, que es de color blanco, es el verdadero algodón para cubrir la piedra de Obatala...".

Para la conciencia religiosa yoruba es claro que el árbol de la ceiba no es el cuerpo de las deidades mencionadas, sino la morada de estas entidades, que pueden entrar y salir a su antojo. En este caso, para los yorubas, la ceiba, además de ser un “lugar sagrado” -imagen del microcosmos- es concebida como “habitación de la divinidad” (cfr. Eliade 1972: 248). La ceiba es morada de orichas tan importantes como Changó (deidad del fuego, los truenos, la guerra, los tambores) y Obatalá (oricha del cielo y de la tierra), y parte de su fruto (la fibra que cubre las semillas) es la ofrenda para “el dueño de las cabezas”, el propio Obatalá. La ceiba, según los yorubas, puede dar riquezas y curar enfermedades, pero también puede castigar; se la propicia con cantos, rezos, sacrificios de animales y comida. Por estas características, la ceiba puede ser considerada como uno de los prototipos de los “árboles sagrados” (Eliade 1972: 244-246) de las religiones afrocubanas; otros son la palma real y la higuera, con características morfológicas muy diferentes y complementarias a las de la ceiba. Los carabalí. Para los carabalí, conocidos como abakuás o ñáñigos, la ceiba recibe el nombre de ukano bekonsi. Los indisime (neófitos) son conducidos a la ceiba “...para prepararlos y purificados para el ritual y ceremonia de iniciación que comienza y termina junto a la ceiba...". La presencia de la ceiba en una ceremonia de iniciación remite a la idea de la existencia de lazos místicos entre este árbol y los hombres (más adelante se verán otros casos en los que se manifiesta la existencia de estos lazos místicos para la religión católica popular cubana). Los abakuás ofrecen a la ceiba chivos y “...la saludamos así: Asere ukano entomiñán bekonsi sanga abakuá”, dice un ñáñigo de Matanzas. En este caso, la ceiba no es adorada por sí misma, sino por lo que manifiesta o revela, según el testimonio de un abakuá: “...representa la omnipotencia de Abasí (deidad de los 323

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ñáñigos)". Para la experiencia religiosa abakuá, y la afrocubana en general, la ceiba representa un poder o condición divina, al tiempo que encarna el arquetipo de la vegetación. La ceiba, el antiguo iggi arabá, es un árbol cargado de fuerzas sagradas, escogido por la conciencia religiosa afrocubana por sus características morfológicas: a] El tronco es vertical, muy alto, ancho, gris, de apariencia pétrea, cubierto de espinas, resumen del binomio árbol-piedra, imagen perfecta del microcosmos o “lugar sagrado” que repite el paisaje cósmico. b] La mayor parte del año la copa es ancha, horizontalmente deprimida, frondosa, lo que le permite proporcionar una sombra fresca en los calurosos climas tropicales. Es, por lo tanto, un hábitat deseable para las divinidades como Aggayú, oricha dueño de las sabanas (extensos pastizales con pocos arbustos diseminados). c] Las hojas están divididas en 5 o 7 foliolos. El 5 y el 7 son números sagrados o mágicos: el 5 es el número de Ochún, oricha de los ríos, de los placeres y del amor; el 7 es el número de Yemaya, oricha del mar. d] Año con año, durante la temporada seca, la ceiba florece al tiempo que pierde sus hojas para recuperarlas cuando inician las lluvias de mayo. Para el pensamiento religioso este hecho de regeneración se expresa como un proceso continuo de “muertes” y “resurrecciones” innumerables. Con esto llegamos las intuiciones primeras de la sacralidad del iggi arabá en Cuba. La ceiba en la religión católica popular Con la llegada de la cultura europea a Cuba se implantó la religión católica y los practicantes le otorgaron modalidades propias. Se dice que bajo una gran ceiba se celebraron la primera misa y el primer cabildo en la villa de La Habana, en el siglo XVI. Este acontecimiento no aparece registrado en archivo alguno ni en los libros de cabildos; no obstante, se erigió junto a una ceiba una columna de tres caras con una Virgen del Pilar en lo más alto. En 1828 esta columna se restauró y se construyó El Templete, restaurado nuevamente en 1928. Este monumento está vinculado a una tradición popular, cuya figura central es la ceiba (la actual data de 1959): “…principalmente para las mujeres que no han logrado casarse; ellas deben venir el día de san Cristóbal (16 de noviembre) sin hablar desde sus casas, dar tres toques en el tronco de la ceiba y tres vueltas, ofreciéndole monedas por el hombro izquierdo. De ahí van a la catedral y dan tres golpes en la aldaba de la puerta y por último se dirigen ante la imagen de san Cristóbal que data del siglo XVI.” ¿Cómo se llegó a la síntesis “san Cristóbal casamentero”ceiba? No es necesario consultar a Orula, el oricha de la adivinación, para saber que “…el día más propicio para sembrar una ceiba es el 16 de noviembre”, día del oricha Aggayú, que se sincretiza con san Cristóbal en la religión yoruba, y 324

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que como ya se dijo antes comparte con Iroko su morada. Según la religión católica, san Cristóbal fue un soldado romano de gigantesca estatura; se le dio el nombre de Christophorus (portador de Cristo) por haber transportado al Niño Jesús en su hombro derecho a través de un río. De ahí la asociación de los dos gigantes: iggi arabá o ceiba y san Cristóbal. Para el campesinado católico cubano, la ceiba “...es una planta sagrada…” que “…está bendecida por Dios porque no le caen rayos...”. En el nivel de las creencias populares, existen varias ideas que sustentan la sacralidad de este árbol. Una de ellas es la relación que posee con la Virgen María: “…la ceiba es santa, es la Virgen María...". Una católica de 58 años en Santa Clara comentó que “…en una ocasión la Virgen María huía con el niño Jesús en brazos y se refugió en una ceiba; la ceiba se abrió y se cubrió de espinas para protegerla y así burlar a sus perseguidores…”. Ya en terreno cubano, la ceiba continuó su función como morada de la Virgen, pues se cuenta que “…una de las apariciones de la Virgen de la Caridad del Cobre (sincretizada con Ochún) fue en una ceiba…”. Pero la ceiba no solamente se ha relacionado con la madre de Dios, también “…es el árbol del Santísimo o del poder de Dios…", esto es, del Espíritu Santo. El sacerdote José Manuel Fernández del Valle, párroco de la Iglesia de Trinidad, comenta: “la ceiba representa a Dios para algunas personas, y cortarla es tronchar a Dios, es pecado. Es por ello, y otras cosas, una planta sagrada de gran respeto por la población blanca y negra de Cuba”. Por esto, un cubano católico “…desde pequeño escucha a los mayores hablar del respeto a esta planta…”, ya que “es una planta que está bendita…”. Varias son también las ideas que impiden cortarla, como por ejemplo: “...cortar una ceiba trae siempre aparejada una desgracia, nadie se atreve a cortarla…”. Se explica la existencia de lazos místicos entre el árbol de la ceiba y los hombres de la siguiente manera: “…siempre he oído decir que quien la corta se enferma y tiene problemas...”; un campesino del Escambray, de 65 años de edad, nos dice: “…a un hombre salvaje le dieron cinco pesos por tumbar una ceiba, le dio candela y poco tiempo después se le partieron los dos pies, lo que había ganado no le permitió cubrir los gastos del castigo…”. El análisis de este relato nos podría conducir a varias conclusiones respecto a la sacralidad de la ceiba para la religión popular católica: a) solamente un hombre salvaje (fuera de la cultura) puede cortar una ceiba, quitarle al universo un eje o pie (recuérdese la Virgen del Pilar) o atentar contra la morada de la Virgen María o del Espíritu Santo; b) el daño infligido a este árbol sagrado (quemar y cortar el pie de la ceiba) se refleja en los pies de aquel que lo realiza. En este caso, se constata que “lo sagrado es aquello que es peligroso por el daño que puede causar por vía sobrenatural” (López Austin 1990: 185) y que la religión católica popular en Cuba es fruto de una antigua visión antropocéntrica, que proyecta la 325

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experiencia de lo próximo, de lo cotidiano, a esferas de la religión, dado que las deidades relacionadas con la ceiba están en contacto con los hombres. Su presencia es física, es real, aunque imperceptible. Están ahí, para bien o para mal. Cuando el hombre tiene que hacer uso de la madera del árbol, debe convencer al ser que se oculta en la ceiba de que la agresión es indispensable, que se la corta sin tener alternativa. Es necesario pedir perdón al árbol para derribarlo. Según los católicos cubanos “...no se debe cruzar ni pisar su sombra sin su permiso...”. Se puede pensar que este grupo de personas, a semejanza de los practicantes de las religiones afrocubanas, le atribuyen un alma a la ceiba. Conclusiones sobre ambas vertientes religiosas Como acabamos de ver, la diferencia entre la santería y la religión católica popular cubana es tenue, y con respecto a la ceiba ambas han intercambiado algunos elementos. En un nivel general, para los practicantes de estas religiones la deidad se comunica por medio de la imagen de la ceiba, funcionando como una columna universal o axis mundi, que une, a la vez que sostiene, el cielo con la tierra, y cuya base está hundida en el mundo de abajo. Como tal, la ceiba funciona como eje del mundo: es el pie o sostén de este mundo, como la Virgen del Pilar, es Obatalá como dueño de las cabezas. Columna cósmica de semejante índole tan solo puede situarse en el centro mismo del universo, ya que la totalidad del mundo habitable se extiende alrededor suyo (Eliade 1967: 38). Con base en los rituales, las creencias y los mitos expresados por los practicantes de las religiones afrocubanas, es posible identificar elementos del sistema religioso relacionados con la ceiba: a) este árbol sagrado constituye una ruptura en la homogeneidad del espacio; b) simboliza esta ruptura una puerta o abertura que posibilita el tránsito de una región a otra: del cielo a la tierra (santería, católicos) o de la tierra al mundo inferior (Palo Monte), y c) la comunicación con el cielo se expresa indistintamente mediante un cierto número de deidades intermediarias y en algunos casos (ñáñigos) con la misma deidad suprema. Aunque la asociación de la ceiba con diferentes deidades femeninas3 y su papel como ayuda en la obtención de pareja puede remitirnos a la idea del ________________ 3Las

vírgenes católicas y los orichas sincretizados: •La Virgen María •La Virgen de la Caridad del Cobre: (Ochún) •La Virgen del Pilar lroko = Purísima Concepción Obatalá = la Virgen de las Mercedes Aggayú = San Cristóbal Odúa = ? Changó = Santa Bárbara

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árbol como fuente de fertilidad cósmica, dejaremos aquí esta idea para confrontarla cuando hayamos estudiado a la higuera Ficus religiosa y su papel en la religión popular cubana. La ceiba como medicina En el terreno de la fitoterapéutica, uno de los usos que el hombre históricamente le ha dado a las plantas es sin duda el medicinal, gracias a las propiedades de las mismas, debido a sus principios activos y composición química, para curar determinadas dolencias y afecciones del organismo del hombre y de otros animales. La “medicina verde” ha tenido y tiene una gran aceptación popular y es ampliamente practicada por la población. Los conocimientos se transmiten de manera oral y se heredan de generación en generación. En La Habana y otras ciudades de Cuba existen yerberías, y los llamados yerberos ofrecen a los compradores sus consejos y experiencias sobre el uso de hierbas, raíces y cortezas. Según los resultados de esta investigación, la ceiba tiene los usos medicinales que a continuación se mencionan: 1] para combatir las enfermedades venéreas y del aparato urinario; 2] para aliviar afecciones renales y en casos de “piedra” (cálculos renales); 3] en cocimiento, contra la gonorrea, y 4] es depurativa y reconstituyente. Ya en 1864 Grosourdy señaló el uso medicinal de esta planta: “...la corteza de sus raíces [es empleada como] diurético y aperitivo, mientras que el tronco es algo emético4; se prepara con medio manojo de ella y una botella de agua, una decocción que se emplea contra el anasarco5 y el ascitis6 y surte efecto; se ha usado también contra las bubas7 con ventajas; las hojas sirven para preparar cocimientos emolientes8 muy buenos…” (Grosourdy 1864, I: 226). Roig (1988) señala que de la ceiba son empleadas: “…la corteza, las flores... en Camagüey usan las hojas de la ceiba para baños y en La Habana se usa en cocimientos...”. Sin embargo, no sólo males del cuerpo pueden ser curados con la ceiba. Para otro tipo de enfermedades, según los católicos, tal es el poder de esta entidad que “...a la sombra de la ceiba se curan enfermedades...”. Dado que existe una correspondencia entre el cuerpo humano y la ceiba, el curso de la vida del árbol afecta el devenir del hombre. Se vio antes que al cortar la ceiba también se hiere al responsable; es lógico pensar que al sanar una cicatriz de ________________ 4 Emético:

que hace vomitar. hidropesía del tejido celular. 6 Ascitis: hidropesía del vientre. 7 Bubas: tumores blandos en la región inguinal. 8 Emoliente: medicamento para ablandar. 5 Anasarco:

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la ceiba sane la de un humano. En efecto, el relato de un campesino de Viñales de 74 años, confirma esta aseveración, al indicar que la ceiba puede curar a los “niños con el ombligo quebrado... se le marca el piecito en el tronco de la ceiba con un cuchillo y a medida que seque la herida en el tronco, irá recogiéndose el ombligo sin necesidad de operar al niño...”. Es interesante ver las relaciones siguientes: pie del niño/tronco de la ceiba; ombligo “quebrado” (enfermo)/ceiba herida; ceiba cicatrizada/ombligo “recogido” (sano). De esta manera encontramos la correspondencia entre el centro del mundo y el centro del hombre. Pero, además, la ceiba puede usarse para proteger al niño contra el mal de ojo: “se coloca una astilla de ceiba colgando de un alfiler o atada de un cordel al cuello o a la muñeca”. En este caso, resultaría interesante preguntar a los campesinos cubanos cuáles son las propiedades de la madera de la ceiba que sirven para proteger al hombre del mal de ojo. Quizá con esta respuesta en mano podamos contestar la interrogante que se hizo canto en tierras mexicanas: ¿De dónde vendrá mi voz, de sentimiento obsidiana? ¿Será que todo empezó en tierras africanas? ¿Será que todo empezó en el fondo de mi alma?9 Bibliografía Bisse, J. 1988. Árboles de Cuba. Editorial Científico-Técnica. La Habana, Cuba. 384 p. Eliade, M. 1967. Lo sagrado y lo profano. Labor. Barcelona, España. 185 p. Eliade, M. 1972. Tratado de historia de las religiones. Era. México. 462 p. Grosourdy, R.D. 1864. El médico cubano criollo. París, Francia. Tomo I. 511 p. Herzkovits, M.J. 1952. El hombre y sus obras. Fondo de Cultura Económica. México. 782 p. León Hno. & Hno. Alain. 1953. Flora de Cuba III. Contr. Ocas. Mus. Nat. Colegio “De la Salle”. La Habana, Cuba. No. 13. 277 p. Little A. & al. 1977. Árboles comunes de Puerto Rico y las Islas Vírgenes. Universitaria. Puerto Rico. 730 p. López Austin, A. 1990. Los mitos del tlacuache. Caminos de la mitología mesoamericana. Alianza Mexicana. México. 542 p. Roig Mesa, J.T. 1988. Plantas medicinales, aromáticas y venenosas de Cuba. Científico-Técnica. La Habana, Cuba. 1125 p.

________________ 9 Canción

de Federico Álvarez del Toro, disco Mujeres, Tuxtla Gutiérrez.

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