Marihuana y cocaína: acerca de América Latina, sus prioridades y amenazas

July 25, 2017 | Autor: M. Lasa | Categoría: Cocaine, Drug Trafficking, América Latina, Drogas
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4/24/2015

Marihuana y cocaína: acerca de América Latina, sus prioridades y amenazas | Asuntos del Sur

23 noviembre, 2012 | Comentarios desactivados

Marihuana y cocaína: acerca de América Latina, sus prioridades y amenazas Por María de los Ángeles Lasa* La marihuana es una droga psicoactiva. Discutir la despenalización de su consumo no soslaya el hecho de que se trata de una sustancia química que, al consumirse, ocasiona cambios específicos en las funciones del sistema nervioso central. A pesar de ello, hay numerosas razones que nos llevan a pensar que despenalizar su consumo y legalizar su cultivo, podrían ser políticas de seguridad acertadas para disminuir los efectos nocivos del crimen organizado en Latinoamérica. En las últimas semanas, y tras la reciente legalización del consumo de marihuana para uso recreativo en los estados de Washington y Colorado (Estados Unidos), el debate ha recobrado su importancia. Persisten, sin embargo, conceptos confusos sobre las drogas ilícitas en sí y la peligrosidad que éstas representan para nuestra región. Conviene recordar, en primer lugar, que es una conducta irresponsable, desde el punto de vista del rol del analista o del diseñador de políticas públicas, hablar de la lucha contra las drogas ilícitas en términos genéricos. Hay cuatro grandes complejos de sustancias psicoactivas ilícitas, y no todas golpean con la misma virulencia a las diferentes regiones del mundo. El complejo del opio-heroína tiene su epicentro en Asia y como grandes protagonistas a Afganistán, Tailandia y China. Holanda, por su parte, es el núcleo indiscutido del complejo de las drogas sintéticas–el único de origen no natural–, y el complejo del cannabis-marihuana (que incluye la producción de derivados como el hachís y el quife), cuenta con grandes productores dispersos en Asia, América Latina, África y Europa. Pero sólo uno representa para Sudamérica (y América Latina en términos extendidos) una amenaza a su seguridad regional: el complejo de la cocacocaína. Según el World Drug Report 2011 de la United Nations Office on Drugs and Crime (UNODC), el 100% de la coca y la cocaína producidas a nivel global tienen su origen en Sudamérica. Si bien es cierto que hay evidencia de cultivos de adormideras o plantas del opio en Colombia, conviene recordar que las mismas comenzaron a ser cultivadas por las mismas organizaciones que se dedican al cultivo, la manufacturación, la distribución y la venta de cocaína. En otras palabras, el complejo que les dio origen no es el del opio-heroína, sino el de la coca-cocaína. La marihuana está también ampliamente disponible en nuestra región, pero es evidente que las organizaciones ilegales vinculadas a su comercialización no han sido tan desestabilizantes como aquellas vinculadas al complejo de la coca-cocaína. Pero más importante aún es este hecho: ni la producción de cannabis ni la de adormideras han implicado, como lo ha hecho la producción de cocaína, la intervención en Sudamérica de actores extra-regionales como los Estados Unidos y su War on Drugs y, en menor medida, la Unión Europea y sus políticas de control de flujos de oferta y demanda de cocaína. Estados y organizaciones internacionales, por igual, se enfrentan a un hecho innegable: la escasez de recursos para combatir al crimen organizado. Esto debería obligarlos a priorizar la lucha contra un flagelo, el más virulento. Ciertamente, la principal amenaza en términos de criminalidad para América Latina y sus ciudadanos, no es la del complejo del cannabis-marihuana. Tampoco lo es la hoja verde de coca que ha sido usada para prácticas tradicionales y religiosas, y masticada por la población andina durante siglos para combatir el hambre, superar la fatiga y vencer el mal de altura. La principal amenaza que hoy enfrenta América Latina es la de un complejo ilegal que no sólo produce cocaína sino también grupos criminales, víctimas de violencia, campesinos empobrecidos, gobiernos debilitados, militares y policías corruptos, ecosistemas destruidos y consumidores de drogas de descarte. Ya hemos referido que en términos de amenaza a la seguridad nacional y regional, la cocaína y la marihuana no son comparables. En términos de salud pública, por otra parte, los efectos nocivos del polvo blanco no se comparan con los de la planta verde. Si bien ambos son drogas psicoactivas, la relación dependencia/daño físico es considerablemente mayor en el caso de la cocaína que en el de la marihuana, la cual se encuentra incluso por debajo de drogas legales como el data:text/html;charset=utf-8,%3Cp%20class%3D%22post-meta%22%20style%3D%22border%3A%200px%3B%20outline%3A%200px%3B%20font-size%3A…

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Marihuana y cocaína: acerca de América Latina, sus prioridades y amenazas | Asuntos del Sur

alcohol y el tabaco (hablando, obviamente, en términos de peligrosa adicción). En la reciente Cumbre Iberoamericana que tuvo lugar en Cádiz, el Presidente mexicano Felipe Calderón sentenció: “En nuestros países, un campesino que siembra media hectárea es perseguido y encarcelado (…) En Estados Unidos, ahora, simple y sencillamente, se producirá la marihuana a niveles industriales”. Su preocupación se vio reflejada en la Declaración Final de la Cumbre; sin embargo, basta una lectura detenida del texto para advertir que la misma fue recogida en escasas líneas y en términos genéricos y confusos. América Latina debe establecer sus prioridades y actuar en consecuencia. La lucha contra el complejo del cannabismarihuana no puede –ni debe– ser una prioridad. Y salvo en el caso de México (país que se beneficiaría enormemente con la legalización de un complejo que hoy financia, al menos, a tres de los nueve grandes cárteles que están controlando el país), el complejo de la coca-cocaína debería ocupar el primer puesto en términos de asuntos urgentes a reformular y combatir en América del Sur. Ahora mismo, al momento de poner punto final a este breve artículo, avionetas de grupos criminales, cargadas con pasta base de cocaína, aterrizarán en pistas ilegales de Argentina; cientos de capsuleros bolivianos intentarán burlar los controles de seguridad de aeropuertos estadounidenses o europeos; adolescentes de alguna gran favela brasilera se iniciarán en el consumo de drogas de descarte; los cultivos de hoja de coca de algún campesino peruano serán incinerados o fumigados; y un nuevo cargamento de cocaína de máxima pureza partirá rumbo a Estados Unidos, camuflada en un container de merluza, desde algún puerto colombiano. Mientras tanto, y relativamente al margen de las facetas más virulentas del complejo de la hoja verde y el polvo blanco, Estados Unidos y países miembros de la Unión Europea seguirán instando a América Latina a adoptar recetas que –la historia de décadas recientes lo demuestran sobradamente–, no funcionan. *María es Becaria del Doctorado en Ciencias Sociales con mención en Criminalidad y Economía de la Ilegalidad en la School of Advanced Studies de la Università degli Studi di Camerino (Italia). Su tesis de doctorado versa sobre el complejo de la coca-cocaína como amenaza a la seguridad nacional de Argentina durante la década 2001-2010. Twitter: @Condolasa

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