María Josefina Cabrera_La formación del carácter y la vocación: discursos médico-educacionales en torno a la “normalidad” y “anormalidad” en la escuela (1920-1940)

June 30, 2017 | Autor: S. La Locura | Categoría: Educación, Escuela, Normalidad Y Anormalidad, Educar el caracter
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Descripción

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La formación del carácter y la vocación: discursos médico-educacionales en torno a la “normalidad” y “anormalidad” en la escuela (1920-1940)

Nuevo Mundo Mundos Nuevos Nouveaux mondes mondes nouveaux - Novo Mundo Mundos Novos - New world New worlds Colloques | 2015 La Locura. Historia, prácticas e instituciones. Siglos XIX­XX – Coord. Silvana Vetö y María José Correa

MARÍA JOSEFINA CABRERA GÓMEZ

La formación del carácter y la vocación: discursos médico­ educacionales en torno a la “normalidad” y “anormalidad” en la escuela (1920­1940) The formation of character and vocation: medical and educational discourse about “normality” and “abnormality” at school (1920­1940) [18/09/2015]

Résumés Español English Durante las décadas del treinta y cuarenta, la lucha por la expansión del sistema educacional y la renovación pedagógica coinciden con discursos higienistas y eugenésicos que confluyen en la escuela. Un nuevo modelo de ciudadano emerge desde una renovada conceptualización de la infancia y de la juventud. En este proceso, diversas disciplinas se apropian de ideas sobre la formación de individuos útiles para la sociedad. En sus discursos, y también en proyectos y políticas, es posible desprender qué se entiende por “normal” y “anormal”. Esta distinción es clave para comprender las transformaciones del periodo, pues médicos y docentes entre otros profesionales estaban convencidos de la relevancia de la enseñanza de hábitos y conocimientos http://nuevomundo.revues.org/68299

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sobre higiene, como también de que la educación física colaboraría a la formación de ciudadanos, por ejemplo. Estas políticas se complementaron con otras ligadas a ideas eugenésicas, que a su vez se sumaron a la enseñanza de educación cívica en las escuelas. El ideal democrático y ciudadano de estas décadas se vinculó al fortalecimiento del nacionalismo generando una sinergia muy propia de la época en estudio. The struggle for the expansion of the educational system and the renovation of teaching coincide with the hygienist and eugenics discourse which revolved around the school. A new model of the citizen emerges from a new conceptualization of childhood and youth. In this process, different disciplines appropriate the ideas about the formation of useful individuals for society. In their discourses as well as their projects and policies of the period it can be understood what is meant by “normal” and “abnormal” in the school system. This distinction is key to be able to understand the transformations of the period. Physicians and teachers were convinced of the relevancy of teaching habits and knowledge about hygiene, as well as the role that physical education would have for the formation of citizens. Democracy and citizens were beginning to acquire a social dimension, which surpassed the solely political. Also the ideal of democracy and of the citizen during these decades were put at the service of the ideas about the nation. Which as a result, represented together with the civic rituals, a very characteristic synergy of the period in study

Entrées d’index Keywords : education, school, normality, character, vocation Palabras claves : educación, escuela, normalidad, carácter, vocación

Texte intégral

Introducción 1

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Como toda noción de larga data, la vocación ha sido entendida y valorada de diversas formas en el devenir histórico. De igual modo, cuando nos referimos al carácter, existen distintas maneras de comprender este concepto. A su vez, resulta evidente que las implicancias en torno a esta conceptualización son significativas para la formación de los individuos en una sociedad. En este artículo, propongo explorar la relevancia de estos conceptos en relación a los discursos, que he llamado médico – educacionales, vinculándonos a determinadas nociones sobre lo que se entendió por normal y anormal en la escuela principalmente. Si bien este análisis se centra en un período histórico acotado, consideramos que esta discusión permite también reflexionar sobre el presente fomentando un diálogo interdisciplinario. Para desarrollar esta problemática, haremos referencia específica al debate disciplinar pues la psicología, la economía, la sociología y la pedagogía entre otras ciencias se apropiaron de discursos que tenían como finalidad última que el individuo escogiera su profesión, y que ésta fuera la indicada para ese sujeto. Con ello, se sostenía, se lograba un beneficio para la persona y la sociedad. Como veremos, este interés por el desarrollo educacional y profesional emana de un mundo democrático y laboralmente diverso, vinculado estrechamente a las consecuencias de la Revolución Industrial y a los avances de la técnica. Solo a partir de este contexto se entiende la incorporación del término “capital humano”, utilizado en el ámbito laboral, en las escuelas y universidades, y por ende, de los gobiernos. Paralelamente, la búsqueda por el bienestar social comienza a hacerse cada vez más nítida y urgente. Esta convicción provino de un momento particularmente desafiante

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en términos de crisis económica y de cuestión social. Por tanto, en orden de comprender las interrelaciones y analizar distintas miradas en torno a la formación vocacional en el sistema escolar de nuestro país, daremos cuenta en primer lugar de las definiciones conceptuales y disciplinares; para luego analizar el discurso; y algunas políticas y prácticas que se llevaron a cabo en Chile durante esta época.

Hacia un concepto de vocación: La ciencia y el Estado 5

Etimológicamente, la palabra vocación alude al llamado, específicamente a la acción de llamar que asociada a la divinidad cobra un significado potente, pues aun hoy en día la vocación religiosa es inmediatamente comprendida como un llamado de Dios.1 Más tarde, este “llamado” o inclinación natural de un sujeto puede referirse a una profesión u oficio cualquiera. Por otra parte, el ser humano siempre ha requerido de vivienda, abrigo y alimento por mencionar las necesidades más esenciales, que deben ser proveídas por los miembros de familias y comunidades. Este simple hecho determinó que niños y jóvenes trabajasen para generar ingresos. Las necesidades básicas permanecen hasta el día de hoy ciertamente, sin embargo durante el siglo XX se complejizaron enormemente las relaciones familiares y laborales. Por esta razón, la vocación fue un concepto en constante transformación. Desde la mirada disciplinar, estos cambios implicaron un interesante debate. Dado que nuestro foco se encuentra en el área educacional y en el sistema escolar, cabe precisar que en Chile: “En el orden pedagógico […] ha dominado en nuestro ambiente el significado de que los autores anglosajones han dado a este vocablo y a los que del se derivan, y se habla así de la vocación para seguir determinadas profesiones, en el sentido de aptitudes o condiciones para un especial manera de obrar, facilidad de hacer o de desempeñarse. En esta acepción que parece la más generalizada entre los educadores de nuestro época, el vocablo vocación involucra infinidad de problemas psicológicos, educacionales, técnicos y sociales, todos los cuales tienen una sola finalidad educativa; colocar a cada hombre en el lugar que le corresponde….”2

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La Revista  de  educación, perteneciente al Ministerio del ramo, era el principal órgano, sino el único por algunos períodos, que difusión de ideas de educadores y otros especialistas afines, por tanto es importante tener en cuenta como se recepcionan estas ideas foráneas en este medio. En este caso, es significativo pues los términos más “modernos” y difundidos, como se destaca en este fragmento, sobre la vocación y la orientación, provenían de Estados Unidos. De hecho, este país es considerado como la “cuna” de la orientación profesional, aunque en Europa también existió un desarrollo de esta área; y no solo en la industrializada Inglaterra sino también en Francia, Suiza y Alemania por mencionar los más destacados. Evidentemente, este auge no es casual, pues coincide con modelos referentes en materias educacionales y con altos índices de crecimiento económico. El interés por fomentar que la elección “profesional” involucre la vocación del individuo, esta última entendida por lo general como la suma de gustos y aptitudes, implicó una complejidad mayor, pues como se menciona también en esta publicación, requirió de un enfoque multidisciplinar, además de la consideración del mercado laboral en plena expansión y diversificación.

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Debido a la importancia que adquieren estas materias, es fundamental indagar en el rol estatal en dicha área. Para estos fines, es interesante constatar que en 1941 pueda leerse la siguiente afirmación en la mencionada Revista  de  educación “Es papel de la educación, en cuanto función del Estado, el de procurar encontrar la profesión para el individuo”3. Ahora cabe cuestionarse por el significado de esta aseveración: ¿Por qué se consideró que el Estado era el encargado de orientar a los sujetos para encontrar su profesión? En parte, la respuesta parece encontrarse en la asociación de la responsabilidad de las autoridades frente a la presión que ejerció el mundo del trabajo en niños y jóvenes; sin embargo hay otros factores que también explican la importancia que comenzó a atribuirse a la elección del oficio adecuado, acorde a la vocación y al mercado laboral. Por siglos, seguir el camino de los padres fue una opción suficiente y respetable, sin embargo, los cambios en materia socioeconómica transformaron completamente esta realidad. Si bien pocos economistas se preocuparon específicamente por el sistema educacional como factor para la riqueza durante este período; existió una preocupación por las causas del crecimiento económico debido a: “La crisis del capitalismo en los años treinta, más el nacimiento de la Unión Soviética y China como adversarios de los países capitalistas industrializados desde el punto de vista de millones de personas de los países en vías de desarrollo, hizo que se le otorgara una importancia a la creación de un modelo para impulsar el desarrollo dentro del capitalismo”4.

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En el caso chileno, sabemos que el nuevo modelo económico fue el denominado ISI, que buscó el desarrollo “hacia dentro”, es decir, industrializar el país para evitar la vulnerabilidad que demostró la economía a raíz de los efectos de la crisis económica de 1929. La relevancia de esta constatación para nuestros fines radica en que el interés por industrializar y democratizar influyó poderosamente en la temática de la orientación vocacional. De hecho, el propio Presidente de la República, Pedro Aguirre Cerda, señalaba que: “Es de interés para la comunidad y de interés social, (…) que cada hombre ocupe el lugar que le corresponde, y cada vez se adentra más en el espíritu de las democracias la convicción de que las diversas funciones sociales deben ser confiadas a los individuos de acuerdo con sus méritos y aptitudes, y no en virtud de sus privilegios”5.

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Es muy interesante el planteamiento de Aguirre Cerda, pues nos permite comprender la importancia de la relación entre el proceso de democratización y el desarrollo de aptitudes individuales. Teniendo en cuenta que: “… la orientación constituye un problema esencialmente humano y de contenido formativo o educativo, puesto que afecta al único ser el hombre que decide su propio proyecto de vida a través de una secuencia de opciones y de decisiones o de elecciones que, en forma de problemas vocacionales o epistemológicos, le van planteando la existencia diaria y la necesidad de interpretar adecuadamente las cuestiones fundamentales de la vida”6.

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Se observa que la posibilidad de elegir de los individuos es validada y estimulada incluso; pero a la vez que se comienza a reconocer que hay una serie de dificultades asociados a esta elección tales como: “… la deserción escolar, la explotación de la mano de obra infantil, los currículos escolares de tipo restrictivo, la economía en expansión, los avances tecnológicos y el constante ascenso de la marea de individualismo…”7

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Estas condiciones incluyen algunos aspectos que desencadenaron en el posicionamiento de la orientación vocacional como una necesidad, y por tanto que alcanzara estándares científicos acordes a la época. Las primeras constataciones problemáticas se sitúan en torno al propio individuo, de ahí que la psicología constituya una de las principales fuentes de generación de conocimiento sobre esta temática. Por ejemplo, se consideraba: “… muy frecuente el caso de que un individuo desconozca su propia vocación y tome por tal la simple admiración hacia un género de trabajo que lo hace desear dedicarse a él o la ambición de lucro, o por una inclinación superficial, fruto de lecturas u otras sugestiones…”8

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Por otra parte, ocurría también habitualmente que en una persona existiera un claro “divorcio” entre el gusto y la aptitud; y cuando esto ocurría había que: “examinar con sumo cuidado si el gusto es superficial o si tiene raíces tan profundas en la personalidad del sujeto que constituye una verdadera vocación y suplirá las aptitudes de que carece”9. En primera instancia, observamos un cuestionamiento entre estas tendencias que son calificadas como superficiales y la “verdadera” vocación; por otra parte constatamos una tensión importante entre las aptitudes y las inclinaciones del sujeto. Esta conflictiva es relevante de consignar pues se desarrollarán metodologías específicas para intentar medir tanto los gustos como las capacidades de los individuos; el propósito era entregar una respuesta científica a un problema que requería la “objetividad” de un tercero, o de un equipo, preparado para definir determinados criterios y cursos de acción. De esta manera, se consolida la figura del orientador, que se irá profesionalizando a la par de la disciplina naturalmente.

La formación del carácter: la “normalidad” y la “anormalidad” en la escuela 15

Durante este período, se plantea a su vez que las facultades mentales y el llamado “carácter” son esenciales para el futuro de los niños y jóvenes. En 1908, Clifford Beers fundaba en Estados Unidos, la sociedad de higiene mental; mientras los estudios sobre las diferencias individuales se masificaban vinculándose al movimiento eugenésico y especialmente al auge de los test y mediciones que marcan las primeras décadas del siglo XX. De hecho, se consideró por lo general que: “… las facultades mentales tienen marcada influencia sobre las aptitudes… la inteligencia, el grado de atención, la memoria visual, la memoria auditiva, por ejemplo, no tiene duda que son facultades que tienen gran influencia en los valores profesionales del individuo”10.

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Por este motivo, y tal como puntualiza Roeber en su estudio: “… el rápido auge de la administración de test que se produjo a partir de la terminación de la Primera Guerra Mundial y los estudios clásicos respecto a las diferencias individuales dieron nuevo impulso a la orientación tanto educativa como profesional. Durante las décadas de 1920 y 1930, algunas autoridades escolares consideraban que la enseñanza y la orientación eran actividades casi inseparables, y que por tanto no podían ser delegadas”11.

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En este ámbito, sabemos que los cambios introducidos por la Escuela Nueva, especialmente en Estados Unidos por la influencia de John Dewey, fueron muy transcendentes, sobre todo en el modo en que los maestros y psicólogos intentaron fortalecer las aptitudes. La libertad del sistema democrático y la diversificación laboral junto al cambio que se le asigna al niño en el proceso formativo crearon una atmosfera que favoreció la experimentación y el otorgamiento de mayor autonomía. En Chile, estas corrientes fueron ampliamente difundidas; en consonancia con las preocupaciones del período, distintos especialistas ligados al mundo de la educación formularon sus propuestas e ideas. Es el caso del educador Arturo Piga, quien en su ensayo Crisis  y  Reconstrucción  de  la  Segunda  Enseñanza  (1940) analiza en profundidad el sistema de educación secundaria con especial énfasis en sus contenidos y metodologías en relación a la formación de la persona. El autor detecta: “… un incremento cada vez mayor de la suma de conocimientos suministrados o volumen de cultura y, por otra, un empobrecimiento del aspecto vital, propiamente educativo, esto es, de aquel aspecto relacionado con la formación de un carácter decidido y enérgico”12.

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Como podemos desprender, el objetivo de formación del carácter resulta vital para Piga. Esta preocupación se vincula al debate sobre una serie de elementos que el liceo debía proporcionar, una de ellas era precisamente la inculcación de hábitos y valores que componen la personalidad, y otra, en directa relación la temática abordada, la orientación vocacional que permitiría a la persona desarrollarse según sus capacidades en una profesión u oficio. A su vez, se considera que la “edad del pavo” repercute en el trabajo del estudiante y del aprendiz”13, por tanto el proceso se complejiza; pues coincide con el hecho de que durante la pubertad muchos jóvenes debían elegir profesión, esto es, alrededor de los 14-15 años. Se estimaba entonces que una adecuada orientación pasaba por el estímulo, pero también por el cuidado y la medición de estas aptitudes. La parte fisiológica era esencial, pues muchas profesiones y oficios tenían ciertos requerimientos que implicaban fuerza física, agilidad y resistencia entre otros estándares. Por esta razón, el profesor, ayudado por el psicólogo, debe concentrar sus esfuerzos en: “… hacer un examen de las capacidades de sus alumnos con el fin de clasificar bien y poder proporcionarles una enseñanza adecuada a su nivel mental, evitando de esa manera los múltiples inconvenientes…”14

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De este modo, se plantea que las aptitudes requieren de especialistas tanto para medirlas como para desarrollarlas. Por otra parte, se estimaba de gran utilidad separar a los niños anormales de los normales: “… en esta selección es indispensable una cautela y cuidado extraordinarios, pues suele presentarse de tipo mixto… Además que el niño este por debajo del límite normal no indica que sea un débil o deficiente mental. Puede ocurrir que lo esté circunstancialmente por deficiencia de secreción interna o por crisis de crecimiento…”15

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Si bien se aceptaba que la normalidad era un concepto difícil de definir, se solían distinguir “tres grupos fundamentales de hombres, atendiendo a su capacidad mental: los normales, los subnormales y los supernormales”16. En estos planteamientos se advierte una duda esencial que sabemos preocupaba a los contemporáneos: el papel de la herencia en la educabilidad de los individuos: ¿qué tan modificables son los caracteres clasificados como hereditarios? En 1937, el destacado educador Moisés Mussa afirmaba que mientras existiese una buena salud,

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el niño era “fácilmente educable”, sin embargo, en el mismo escrito aseveraba con convicción que: “No todos los niños pueden llegar a ser lo que los padres desean. El talento y la inteligencia no son producto de la educación; se heredan… El genio de hoy, dada toda clase de oportunidades para educarse será el genio del mañana; y el mediocre del presente a pesar de todas las excelencias de su educación, será siempre el mediocre del futuro”17. 22

Si bien parece un juicio bastante duro, Mussa y otros educadores sostuvieron premisas de este tipo a la vez que abogaban por la mejora de las condiciones de vida de los alumnos para mejorar sus posibilidades de aprendizaje. De hecho, sabemos que existieron divergencias dentro de este discurso eugenésico y específicamente en la pugna “nature-nurture”; por lo mismo en ocasiones se consideraba simplemente que: “… los caracteres ya sean físicos (la estatura, el peso, etc.) o psíquicos (rapidez de la percepción, atención, etc.) pueden ser considerados como aptitudes [y] en toda aptitud están mezclados de modo tan confuso el elemento innato y el adquirido…”18

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En este sentido, es interesante comprobar que finalmente para muchos pensadores de la época la clave es: “… hacer coincidir los caracteres individuales con las necesidades sociales… es aquí donde la sociedad puede sentirse satisfecha y el individuo experimentar la felicidad de haber descubierto su sitio en la vida, de rendir el máximo en favor de los demás”19.

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Esta reflexión resulta iluminadora para nuestros fines, pues permite introducir la problemática de la ciudadanía, la cual se vincula estrechamente con el ideal de persona que se buscaba formar. Dicha formación, como vimos, pretendía aunar las aspiraciones individuales con las sociales. De ahí que la orientación de una vocación a partir de un carácter revestía un problema económico y también moral. En palabras de Mussa: “Los malos ciudadanos, los inadaptados, los rebeldes, lo son muchas veces por falta de conocimiento que, de sí mismos, tienen ellos y los demás, por ausencia de una dirección de una dirección en el trabajo o por equivocación de profesión…El acierto reclamado no puede existir sin las oficinas de Orientación Profesional, donde un médico, un psicólogo, una visitadora social y un maestro-consejero colaboren en la tarea de descubrir sus aptitudes, su vocación, y por otra, el conocer el valor relativo de las profesiones, sus exigencias y lo que la colectividad y la organización social necesitan”20.

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Como vemos, se requiere de un equipo de profesionales que sea capaz de guiar al estudiante, pues no deben descuidarse los requerimientos sociales que implica el trabajo. Debe atenderse al individuo orientándolo y así evitar los peligros que derivarían de una desadaptación al medio producto de frustraciones asociadas al desconocimiento de su propia persona, tal como se describe en este interesante planteamiento.

Conclusiones: The right man for the right place? La profesión para el http://nuevomundo.revues.org/68299

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individuo, el individuo para la profesión 26

Tomando estos antecedentes, es interesante que analicemos la postura del Presidente Aguirre Cerda respecto al desarrollo en el ámbito laboral. Aguirre señala que un individuo, “… para tener éxito en una actividad requiere, entre otras cualidades, esa propia vocación, esa capacidad, esa posibilidad fisiológica y psicológica, aparte del correspondiente mercado profesional”21.

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Cabe puntualizar en el ámbito fisiológico y psicológico; pues como hemos venido sosteniendo, el discurso científico es clave para establecer el presente y las proyecciones de cada sujeto. Tal como señalaba Eleodoro Domínguez: “El problema de la educación pública debe ser abordado teniendo en cuenta, además de las condiciones generales del ambiente, todo lo que hoy sabemos del hombre y del niño, es decir, todo lo que la ciencia nos dice actualmente acerca de cómo debe vivir un ser humano…”22

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Cabe preguntarnos entonces por aquellas condiciones del ambiente y especialmente por ese “todo” de saberes. ¿En qué consistía este importante conocimiento científico que era capaz de decirnos como debe vivir un ser humano? ¿Cómo debe escogerse la profesión que otorgue felicidad y que sea compatible con el mundo laboral? Para Mussa y para Aguirre, la vocación sería un requisito imprescindible para el trabajo, de igual forma que el mercado laboral debe considerarse para el desarrollo de esta y la elección profesional. Como bien sintetiza Faúndez en su artículo, el asunto es aparentemente bidireccional, a saber: “El individuo para la profesión. La profesión para el individuo”23. Durante estas décadas, se sostuvo la idea de que se requería: “una proporcional y adecuada distribución de los individuos en las empresas, en las carreras liberales y en los empleos y oficios”24. Este equilibrio fue, y es en la actualidad, difícil de alcanzar. La complejidad de las sociedades y de los individuos es tan vasta que el ajuste encierra una enorme dificultad. En gran medida, esta complejidad responde a que: “El problema de escoger una escuela o elegir una profesión está relacionado, casi siempre, a cuestiones tales como recursos económicos, personalidad, salud, familia y condición social…”25

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En estas palabras, Amanda Labarca resume algunas de las variables en juego a la hora de que los jóvenes escojan un futuro laboral en una sociedad democrática. Tal como mencionamos con anterioridad, una de las premisas fue que para educar al adolescente se debía tomar en cuenta su carácter e inclinaciones. La escuela tenía entre sus fines que el joven pudiese: “… adquirir conocimientos acerca de la naturaleza y del hombre; orientar su vida de acuerdo con ideales superiores; encauzar y sublimar sus impulsos y emociones, de modo que enaltezcan su vida; ocupar sus horas de solaz en entretenimiento que mejore su salud física, acrecienten su poder de apreciación estética, estimulen su bienestar y renueven sus fuerzas para el trabajo; iniciarse en un oficio…; continuar por sí mismo su educación y perfeccionamiento; sentir los deberes de la nacionalidad…”26

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Como vemos, la dimensión laboral se torna imprescindible, pues la nacionalidad, los valores y la preocupación por la salud, confluyen permitiendo que el individuo se desarrolle en su trabajo. En el fondo, el fortalecimiento de esta área se torna esencial, pues la moral y la cultura solo se podrían desenvolver en un ciudadano activo. En 1941, el Presidente de la República Pedro Aguirre Cerda, destacaba la importancia de que: “… cada nación como el individuo conozca su propia vocación, se especialice y contribuya con su inteligencia y especial habilidad a la perfección humana armónica y conjunta, que es en lo que en buena parte contribuiría a formar un concierto internacional más moral, elevado y pacífico”27.

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Las palabras de Pedro Aguirre Cerda sintetizan bien los ideales en torno a la vocación y sitúan el problema en el contexto de la época. La Primera y la Segunda Guerra Mundial trajeron aparejadas una serie de cuestionamientos, entre estos la estabilidad de las relaciones internacionales y la especialización tanto de las naciones como de los individuos. En este sentido, es interesante la metáfora o analogía que establece el Presidente entre un país y sus ciudadanos, pues justamente se apunta a la importancia del desarrollo de habilidades. En este ámbito, pudimos observar que la formación de los estudiantes en el sistema escolar supuso un desafío pues se empezó a establecer un consenso con respecto a que dichas habilidades eran distintas en cada sujeto, y por tanto requerían de una enseñanza acorde. Dado que el objetivo macro fue armonizar los intereses y aptitudes de la persona con la economía de una nación, la situación se complejizaba, pues los “normales” debían producir con esfuerzo para el bienestar colectivo. De ahí que se intentara “normalizar” a los “anormales”; cuando esta fórmula no fue posible, el discurso científico y pedagógico comienza a generar nuevos conocimientos en torno a la “anormalidad”. Tal como hemos explorado, el desenvolvimiento del individuo se convierte en una necesidad social.

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Notes 1 Vocación: (Del lat. vocatĭo, ­ōnis, acción de llamar): Inspiración con que Dios llama a algún estado, especialmente al de religión. Otras acepciones pueden consultarse en el diccionario de la RAE. Nuestro interés radica en debatir el término en el período en estudi o, sin embargo es interesante que la libertad, esa cualidad inherente al ser humano entronque con el origen etimológico de la palabra. 2 “Editorial”, Revista de educación, 52, Junio 1949, p. 18 3 Faúndez, Julio “Orientación profesional”, Revista de educación, 4, Octubre 1941, p. 59 4 Carnoy, Martín Economía de la Educación, Barcelona: Editorial UOC, 2006, p. 26. 5 Aguirre Cerda, Pedro “Hay que substituir la “selección profesional” por la “orientación profesional””, Revista de Educación, n° 1, junio de 1941, p. 45 6 Roig, José, Fundamentos de la orientación escolar y profesional, Madrid: Anaya, 1982, p. 9 http://nuevomundo.revues.org/68299

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La formación del carácter y la vocación: discursos médico-educacionales en torno a la “normalidad” y “anormalidad” en la escuela (1920-1940)

7 Roeber, Edward C. El consejero escolar, Buenos Aires: Troquel,  1971. El original en inglés “The school counsoler”, Edward C. Roeber Center for Applied Research in Education, 1963, p. 10 8 Manríquez Ruiz, Carlos, Orientación  y  reeducación  profesionales, Santiago:  Talleres Gráficos del Diario La Tarde, Tesis (Lic. en Derecho) Universidad de Chile,  1939, p. 19, p. 46 9 Manríquez, Orientación y reeducación profesionales, p. 46. 10 Manrique de Lara, G. “Fisiología, psicología y orientación profesional”, Revista  de educación, 57, Diciembre 1934, p. 8 11 Roeber, El consejero escolar, p. 11 12 Piga, Arturo, Crisis y reconstrucción de la Segunda Enseñanza, Santiago: Ediciones Ercilla, 1940, p. 83. 13 Ruttman, J. “Elección y orientación profesional”, Revista de educación, 57, Diciembre 1934, p. 31. 14 Medina Carrillo, José Desiderio. Clasificación científica y orientación profesional del niño. Nociones de estadística psicológica y medidas, San Carlos: Impr. El Comercio, 1930, p. 1 15 Mussa, Moisés, “Las diferencias individuales”, Revista de educación, 88, Julio 1937, p. 6. 16 Mussa, “Las diferencias indiviuales”, p. 7. 17 Mussa, Moisés, “La actividad en los niños”, Revista de educación, 92, Noviembre 1937, s/n. El destacado es nuestro. 18 Mussa, “La actividad en los niños”, s/n. 19 Mussa, Moisés, “Orientación vocacional”, Revista de Educación, 6. Abril 1942, p. 40. 20 Mussa, “Las diferencias individuales”, p. 6. 21 Aguirre Cerda, Pedro, “Hay que sustituir…”, p. 59. 22 Domínguez, Eleodoro, El  Problema  de  Nuestra  Educación  Pública, Santiago,  Imp. W. Gnadt, 1935, p. 18. 23 Faúndez, Julio, “Orientación profesional”, p.  60. 24 Decreto creación del Departamento de Orientación Vocacional, Santiago, 8 de agosto de 1945. Archivo de la Administración (ARNAD), Volumen 9336, n° 6661. 25 Jones, Arthur J., Principios de orientación y asistencia personal al alumno, Buenos Aires: Universitaria de Buenos Aires, 1970 [Primera edición en inglés, 1930], p. 37. 26 Labarca, Amanda, “Educación del adolescente”, Revista  de  educación, 4. Octubre 1941, p. 12. 27 Discurso del Presidente en la Facultad de Comercio y Economía Industrial de la Universidad de Chile a raíz de su nombramiento como Primer Académico. Ver el citado discurso en Pedro Aguirre Cerda, “Hay que substituir la “selección profesional” por la “orientación profesional”, en Revista de educación, 1, Junio 1941, p. 59.

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María Josefina Cabrera Gómez, « La formación del carácter y la vocación: discursos médico­ educacionales en torno a la “normalidad” y “anormalidad” en la escuela (1920­1940) », Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En ligne], Colloques, mis en ligne le 18 septembre 2015, consulté le 10 janvier 2016. URL : http://nuevomundo.revues.org/68299 ; DOI : 10.4000/nuevomundo.68299

Auteur María Josefina Cabrera Gómez Doctora en Historia Pontificia Universidad Católica de Chile  Profesora Facultad de Educación Pontificia Universidad Católica de Chile (instructor adjunto).  [email protected] http://nuevomundo.revues.org/68299

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La formación del carácter y la vocación: discursos médico-educacionales en torno a la “normalidad” y “anormalidad” en la escuela (1920-1940)

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