“Marfiles hispanofilipinos: protagonistas en el intercambio cultural de la Nao de China”. En La Nao de China, 1565-1815. Navegación, comercio e intercambios culturales. Sevilla. Universidad de Sevilla, 2013. págs. 147-187. ISBN: 978-84-472-1537-9.

August 25, 2017 | Autor: Ana Ruiz Gutiérrez | Categoría: Ivory Carving
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Descripción

MARFILES HISPANO-FILIPINOS: PROTAGONISTAS EN EL INTERCAMBIO CULTURAL DE LA NAO DE CHINA Ana Ruiz Gutiérrez Universidad de Granada1

El tráfico artístico de la Nao de China El estudio del arte filipino está íntimamente ligado al establecimiento de la ruta transpacífica de la Nao de China que, desde el año 1565 y hasta 1815 transportó en las bodegas de sus embarcaciones delicadas piezas procedentes de Asia con destino a los puertos novohispanos y españoles, invirtiéndose la procedencia de los productos manufacturados que se cargaban en su regreso a Cavite. La situación estratégica de Filipinas en este entramado comercial repercutió en el enriquecimiento cultural no sólo del archipiélago, sino de todos los territorios implicados, estableciéndose una red de contactos artísticos que dio como fruto la creación de obras de arte intrínsecamente ligadas a este itinerario transpacífico. De modo que, en los listados de mercaderías de los libros de sobordo, destacan las piezas de origen asiático, fundamentalmente porcelanas y sedas chinas2; porcelanas y lacas japonesas3; y tejidos naturales, como la fibra de abacá, objetos de oro y esculturas de Filipinas4, teniendo un papel primordial la 1. Con la colaboración del Vicerrectorado de Política Científica e Investigación de la Universidad de Granada. 2. ZHIYAN Y WEN, 1984; FENG, 1998, pp. 98-102. 3. OKAMOTO, 1972; NAGASHIMA, 2009, pp. 107-118. 4. CASAL et al., 1981.

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eboraria con respecto a las tallas en madera, piezas estas últimas más comunes durante la etapa prehispánica5. Rápidamente, el auge de estas mercancías en el ámbito americano hizo que la Corona española comenzara, desde fechas muy tempranas, las restricciones de estos mercados debido a la competencia que ejercían, sobre todo en relación a la industria de la seda en Andalucía. Esto hizo que en 1587 se prohibiese el comercio de telas chinas entre América del Sur y Filipinas, con la excepcionalidad de Perú, al que se le volvió a permitir importar desde Nueva España, con licencia especial del virrey, los productos asiáticos excedentes en México, pero fue reiterada la prohibición del tráfico directo con Oriente y extendida a Panamá y Guatemala en 1593 y 15956. A pesar del veto que existía a la salida de mercancías procedentes de Filipinas del virreinato novohispano, éstas lo hacían hacia Perú en gran cantidad a finales del siglo XVI. En los años siguientes, este comercio fraudulento siguió en aumento y en 1612 el virrey del Perú, marqués de Montesclaros, propuso autorizar solamente un navío al año para que navegase entre Perú y Nueva España, y que en el mismo, de regreso, se autorizase a registrar ropas de China y España, pero cobrando elevados derechos fiscales a la salida de Acapulco y a la llegada al Callao, propiciando de este modo la preferencia de negocio con Tierra Firme y no con Nueva España. En ejecución de las prohibiciones anteriormente citadas, se embargaron algunos barcos y quedó al descubierto una operación mercantil organizada por el poderoso grupo de comerciantes peruleros, pero en México algunos grupos burocráticos decidieron resistirse a la prohibición y concedieron dudosas licencias que 5. RUIZ GUTIÉRREZ, 2012c, pp. 120-135. 6. “Prohibición de ir navíos de Perú a China. Traslado de una Real Cédula, por la que se prohíben que vayan navíos desde el Perú y tierra firme a la China, y a las islas Filipinas y que traigan productos de aquellas tierras, 11 de enero de 1593”, Archivo General de Indias (AGI en adelante), Patronato, 25, f. 56r.

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mantuvieron el tráfico de mercancías chinas con el Callao, vía Acapulco. Este es el caso de don Baltasar Rodríguez, quién, desafiando dichas prohibiciones, insistió en esta ruta comercial, de manera que en 1591 se le concedió licencia para que el navío Santiago pudiera cargar y llevar mercaderías de China y Filipinas a las provincias del Perú, autorizado por el virrey Villamanrique, aunque el navío fue decomisado a su llegada al Callao7. Este flujo de objetos orientales y el incipiente gusto por lo asiático en el virreinato de la Nueva España hizo que surgieran una serie de obras novohispanas influenciadas directamente por los productos anteriormente citados procedentes de Asia8. Nos referimos a mobiliario como armarios, papeleras, sillas, escritorios y biombos, uno de los objetos más demandados por la burguesía novohispana9, con piezas singulares elaboradas con la técnica del enconchado, inspiradas en la asimilación de obras de arte namban japonés10, o las múltiples referencias que encontramos en la cerámica poblana en relación a la porcelana china azul y blanca de la dinastía Ming (1368-1644)11, o en las lacas michoacana, chiapaneca y guerrerense, derivadas de la plasmación de técnicas y motivos chinescos12. En el inventario de las mercaderías que debía transportar la fragata Sagrada Familia desde Filipinas a Nueva España en 1719, 7. RUIZ GUTIÉRREZ, 2012b, pp. 13-28. 8. ROMERO DE TERREROS, 1982; CURIEL, 2009, pp. 19-36; RUIZ GUTIÉRREZ, 2010, pp. 333-344. 9. Sobre publicaciones de mobiliario y biombos novohispanos AGUILERA GARCÍA, 1985; MARTÍNEZ DEL RÍO DE REDO, 1994; CURIEL 1999, pp. 9-32; SANABRAIS, 2009, pp. 69-105; BAENA ZAPATERO, 2012, pp. 31-62. 10. En referencia a los enconchados, GARCÍA SÁIZ, 1980; DUVOJNE, 1984; RIVERO LAKE, 2005; OCAÑA RUIZ, 2009, pp. 129-150. 11. Para el estudio de las piezas de porcelana china en Nueva España y su influencia en las artes decorativas novohispanas, CORTINA, 1989, pp. 44-55; KUWAYAMA, 1997; AGUIRRE ANAYA, 1997; CONNORS MCQUADE, 2007; BONTA DE LA PEZUELA, 2008. 12. Consultar los siguientes estudios específicos de la laca mexicana, CASTELLÓ DE YTURBIDE, 1972, pp. 33-81; PÉREZ CARRILLO, 1987, pp. 51-78; THIELE, 1989; PÉREZ CARRILLO y RODRÍGUEZ DE TEMBLEQUE, 1997, pp. 31-51.

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tenemos numerosas referencias de piezas que atestiguan la presencia de estos objetos. En él aparecen desde telas de China o de Bengala a quimonos japoneses, además de objetos curiosos como los que doña Lucía Clara de Viscarra, vecina de Manila, mandó en medio cajón: “un niño dormido de pasta con su catresito, trese abanicos de talco, dos tibores de loza de Japón, y un lamina grande de Macán”13. Un tráfico de objetos de estas características exigía un control férreo en su transporte y, si bien se conoce cuáles eran las principales mercaderías de los galeones, reseñaremos brevemente cómo se gestionaba el embarque de las mismas. El sistema de carga de estas piezas estuvo en un principio en manos de los vecinos de Manila, que adquirían las mercancías chinas que llegaban a la desembocadura del río Pásig y tramitaban su traslado en el galeón transpacífico para que fueran entregadas a sus agentes en Acapulco. El servicio de la nao era gratuito y tan sólo se pagaban los impuestos, pero los comerciantes chinos aprovecharon la gran demanda que había de sus productos para subir los precios y así establecer una competencia entre los propios españoles. Estas circunstancias aparecen descritas en el memorial de Juan Quijano, procurador general de Manila, insistiendo en la necesidad de que un intermediario, como representante del gobierno, fuera el que mediase en dichos asuntos comerciales14. Precisamente con el propósito de evitar estos abusos, las autoridades establecieron un sistema de “pancadas” mediante el cual un oficial real se encargaba de comprar todas las mercancías 13. “Inventario de los embarques del galeón nombrado la Sagrada Familia que ha hecho viaje de las Islas Filipinas a la Nueva España, 22 de agosto de 1719”, Archivo General de la Nación de México (AGN en adelante), Filipinas, tomo 2, exp. 1, ff. 102v-103r. 14. “Memorial de Juan Quijano, procurador general de Manila, suplicando se despache cédula para que no se consienta que los dueños de los navíos que van a contratar a la China vendan las mercaderías que traen a sangleyes o extranjeros, sino a los vecinos de Manila, y que estos no compren sino por los precios que ajustaren las personas nombradas por el gobernador y la ciudad, 4 de mayo de 1682”, AGI, Filipinas, 28, n. 138, ff. 1206r-1207v.

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a los chinos, para luego distribuirlas entre los comerciantes que tuvieran derecho a un espacio en la nao. A la vez, como el cupo era limitado, se estableció el procedimiento de“boletas”, que permitía dividir el área de almacenamiento en “fardos”, con un volumen de ocupación individual de 2.5 pies de largo por 2.0 de ancho y 10 pulgadas de alto15. Así, para cada fardo se elaboraba una boleta, quedando claro que este sistema estaba diseñado para el comercio de telas, por eso, quienes deseaban enviar a la Nueva España tibores de porcelana u otros enseres de gran tamaño, tenían que hacerse con más espacio. Eso era posible gracias a que muchos vecinos no estaban interesados en el tráfico mercantil, por lo que vendían sus boletas a los comerciantes, logrando estos últimos un espacio en las bodegas proporcional al número de boletas que hubieran conseguido. Podemos comprobar, por ejemplo, como en el siglo XVIII, en el libro de sobordo de la fragata San José, que llegaba desde Filipinas al puerto de Acapulco, Pedro Garrido embarcó cuatro cajones, seis tibores y doce piezas16. En teoría, cada nave no podía llevar más de cuatro mil fardos, aunque por lo general cargaban por lo menos el doble, e incluso algunos como el San José, que naufragó finalmente, transportaba doce mil17. Antes de ser almacenados en el galeón, los envoltorios eran marcados con las abreviaturas o iniciales del remitente y, a su vez, cada comerciante hacía una lista de lo que enviaba, especificando las características, calidad, cantidad, peso y valor de los bienes, quedándose con copia de lo remitido el capitán del galeón y el contramaestre. Estas referencias documentales, junto con los libros de sobordo y los bienes de difuntos e intestados, han sido las que nos han permitido el estudio de piezas específicas desde su embarque en Filipinas hasta su destino final, constituyendo la gran mayoría 15. BERNAL, 1965, p. 78. 16. “Libro de sobordo de la carga que conduce la fragata San Joseph para el puerto de Acapulco, 1779”, AGN, Filipinas, 14, exp. 6, f. 78r. 17. BERNAL, 1965, p. 79.

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de ellas donaciones particulares de personalidades relevantes en el archipiélago que quisieron corresponder a su localidad de origen con dádivas extraordinarias. Así, los legados que se enviaban desde el archipiélago podían corresponder a donaciones de tipo devocional, como son las fundaciones de aniversarios y capellanías, destinadas estas últimas a la celebración de misas por el alma de parientes difuntos, sufragadas con sus rentas para el mantenimiento; también las que responden a un criterio social, cuyo objetivo es potenciar los bienes familiares y el apoyo a los habitantes de sus lugares de origen, tal y como sucede en las fundaciones para la dotación de estudiantes, doncellas, maestros de escuela, hospitales, etcétera, y, finalmente, algunas mandas conjugaban todos los tipos antes mencionados, dependiendo de la importancia del donante, aunque también existía un cuarto tipo de legado donde se enviaba una obra de arte excepcional por su valor estético y generalmente de carácter religioso. La formulación de estas donaciones es muy parecida a la de los indianos que estuvieron en América, y del mismo modo enviaban grandes cantidades de dinero y obras de arte hacia España. Gracias a ello podemos afirmar que el modo de transporte de dichas mercancías era similar al que se efectuaba desde América, siguiendo un riguroso proceso que se recogió en las Leyes de Indias, concretamente en el título catorce, que trata de los bienes de difuntos en las Indias, y su administración y cuenta en la Casa de la Contratación de Sevilla18. En ellas se especifica cómo normalmente se designaba a un albacea, si no se tenían familiares cercanos en el momento del fallecimiento, que estaba obligado a hacer el inventario de todos sus bienes de forma detallada, y, una vez registrados, se procedía a la tasación. En el transcurso del transporte de sus pertenencias hasta su destino se realizaban los 18. Recopilación de Leyes de los Reynos de las Indias mandadas imprimir, y publicar por la majestad católica de rey Don Carlos II nuestro señor. Tomo V. Reproducción facsímil de la edición de Julián de Paredes de 1681, Madrid, Ediciones de Cultura Hispánica, 1973, p. 205.

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trámites correspondientes para encontrar a los herederos y, si éstos no aparecían o no se certificaba con claridad su consanguinidad, la herencia se declaraba vacante y pasaba a formar parte de la Hacienda Pública. Algunas de las donaciones que hemos podido documentar en España se explican por la devoción del donante, que permitió la fundación de capellanías o simplemente el envío de obras de arte a sus lugares de nacimiento como agradecimiento por los éxitos cosechados en su aventura y enaltecimiento personal. En relación al establecimiento de una capellanía, destacamos la figura de Manuel Silvestre del Camino, natural de la población de Castañares de Rioja, el cual, para expiar sus pecados y consolidar el prestigio de su linaje, realizó en el siglo XVIII una donación con la intención de dotar una capilla nueva que mandó construir anexa a la iglesia del siglo XVI de su localidad natal19. Actualmente esta capilla cuenta con un pequeño retablo de un solo cuerpo, presidido por un lienzo de la imagen titular, la Virgen de Guadalupe, firmado por Miguel Cabrera. Pero lo más destacable de los ornamentos de esta capilla para nuestro estudio es la disposición en el banco del retablo de cuatro hornacinas que debieron ser ocupadas por cuatro de las seis esculturas hispano-filipinas que mandó el indiano, y que en la actualidad se conservan en el museo diocesano de Calahorra20. Por el tamaño de las oquedades, hemos deducido que originalmente se pudieron situar las siguientes imágenes, todas de 41 cm de alto: San Juan Bautista, San Miguel, Fernando III el Santo, y San José y el Niño Jesús, 19. MACÍAS Y SÁNCHEZ, 2009-2010, pp. 85-108. 20. “[…] para el aderezo y dececia de dha Capilla, como son una lampara de plata de peso y valor de zien Doblones de oro, una cruz y quatro candeleros tambien de plata, un recado de decir misa de la misma especie sobredorado, a saber caliza, patena, vinageras, platillo, y campanilla, y las palabras de la consagración, y seis efigies de santos de marfil, que a mas del lienzo que tambien havia imbiado de nra. Señora de Guadalupe con sus quatro apariciones de pintura mui fina […]”, Archivo Parroquial de Castañares de Rioja. Escritura de fundación de 1760. Papeles sueltos, doc. n.º 17. Libro de Fábrica de 17461801, f. 85r. Recogido en SÁNCHEZ TRUJILLANO, 1998, p. 58.

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éstas últimas unidas en un solo grupo en una de las hornacinas. A ellas se sumaría una Virgen del Rosario que no entraría dentro del conjunto del banco, ya que variaba de las anteriores en el tamaño, según nos informa el testamento21. En cuanto al envío de piezas remitimos a la donación que hizo don Francisco de Samaniego y Tuesta en el siglo XVIII de un crucificado expirante de marfil y una custodia de filigrana a su villa natal, Caicedo de Yuso, en Álava, conjunto relevante que nos permite documentar otras piezas similares que existen en nuestro país gracias al establecimiento de la fecha de donación de este legado, además de ilustrarnos acerca del itinerario recorrido por las mismas desde su elaboración hasta la llegada a su destino final22. Origen y evolución de la eboraria hispano-filipina El inicio de la ruta del Galeón de Manila supuso no sólo un acicate para la economía y el desarrollo cultural de las islas, sino una excelente vía para el proceso de evangelización del territorio que realizaron distintas órdenes religiosas, y que previamente habían misionado en el virreinato de la Nueva España, propiciando con su asentamiento en Filipinas la edificación de parroquias a las que había de dotar de los bienes muebles litúrgicos apropiados para las celebraciones religiosas al otro lado del Pacífico. Los artesanos chinos fueron especialmente los encargados de facilitar estas piezas a los religiosos. Así, en la relación que hace Hernando Riquel, escribano del gobierno de Filipinas, menciona las mercancías que los primeros navíos chinos traían ya bajo gobierno español, adaptadas al gusto de estos misioneros: “De una año á esta parte que está el Campo en esta Isla de Luzon y ciudad de Manica […] vinieron 3 navíos de la China que truxeron Mercadurias della […] lo que traian eran menudencias de la China, aunque en 21. RUIZ GUTIÉRREZ, 2009, pp. 76-87. 22. RUIZ GUTIÉRREZ, 2007a, pp. 159-167.

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poca cantidád, porque los Moros lo principal de que usan y para ellos traen son tinajas grandes y Loza muy basta, hierro y cobre y esto en cantidad, y para los principales traen algunas piezas de seda, y porcelanas finas, y esto no es de lo muy curioso. Trajeron tambien alguna Loza fina, la qual vendieron muy bien, y todo lo demas, porque á todos los que aquí estamos nos sobraron dineros, y á los Chinas faltó que vendér. Quedaron tan engolosinados desto, que han prometido de venir de aquí á 7 ó 8 Meses, y traér cosas muy preciosas, y en mucha cantidad y abundancia: trajeron muestras de muchos géneros de cosas, de las que hay en su tierra para entendér los precios en que las podrán vender; como es Azogue, Polvora, Pimienta, y canela muy fina, Clabo, Azucar, Hierro, Cobre, Estaño, Laton, Seda en Madexas, Sedas texidas, Harina fresca y Naranjas dulces, Arróz, Oro en polbo, Cera como la de España y Vefalgár y otras muchas cosas que no usan ni traen otras Naciones. Asimismo traxeron Imágenes de Crucifixos, Sillas muy curiosas á nuestra modo. La causa desta venida demás de la ordinaria que ellos tienen fue uno de los Chinas que ha estado entre nosotros tiempo de mas de una año, y vuelto á su tierra dio noticia desta Población, y que en ella se podran contratár todas las cosas que tubiesen, y para entenderlo asi hiceron el viaje, y llegaron con los Navios ya referidos”23.

De tal modo que, para satisfacer las necesidades de los religiosos, los artesanos chinos comenzaron a realizar piezas al gusto europeo inspiradas en modelos que llevaron los españoles, pero con reminiscencias orientales propias de los autores de las mismas. La cuna de estos artífices fue la provincia de Fujian, en la costa del mar de China, concretamente en la ciudad de Zhangzhou, ya que su cercanía a la isla de Luzón hace evidente los 23. Hernando Riquel, ”Relación muy cierta y verdadera de lo que agora nuevamente se ha sabido de las nuebas Islas del Poniente y descubrimiento que dicen de la China que escribe Hernando Riquel Escrivanos de la Governación dellas á un su Amigo en Mexico, la qual vino en los Navios que estaban juntos en el Fuerte de Capulco, y de la gran riqueza dellas y de los tractos y Mercaderías de los Chinas, y de la manera que sacan y benefician el Oro; y otra relación de las nuebas que han venido de Italia y Fortificación de Tunez, y de la Armada grande del Turco, y como ha tractado de reducirse la ciudad de Ginebra de la obediencia de la Madre Santa Iglesia y ultimamente la muerte del Chistianisimo Rey de Francia y de lo que pasa en París y en Flandes. Vá también el Epitafio que se halló aquí del Bienaventurado Rey fernando que ganó a Sevilla 1574”, Archivo del Museo Naval (AMN en adelante), colección Fernández de Navarrete, Nav. II, f. 247, documento 7.

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contactos previos a la hispanización del territorio, aspecto que ya se mencionaba en la célebre historia oficial de los Ming, donde se alude a la ubicación estratégica de esta ciudad con Luzón24. Sin embargo, los intercambios comerciales se incrementaron en el siglo XVI a raíz de la presencia española en el archipiélago, convirtiéndose Zhangzhou en productor referente de imágenes de marfil para el mercado español asentado en las Filipinas, extendiéndose este monopolio hasta el siglo XIX. Fueron, por tanto, las dinastías Ming (1368-1644) y Qing (1644-1912) las que presenciaron la aparición y desarrollo de esta actividad. Las primeras noticias de esta producción de imágenes en Fujian aparece en el prólogo de la obra de Gao Lian, aludiendo a la forma humana que le otorgan al marfil estos artesanos y la calidad de los mismos25. También en los diccionarios geográficos publicados en la ciudad de Zhangzhou, concretamente en el año 1628, se comenta que, a pesar de no encontrarse el marfil en esta zona, se utiliza el de exportación para realizar esculturas de gran belleza que parecen reales, así como otros objetos de marfil como vasos, palillos y hebillas de cinturón26. El establecimiento de estos artesanos en Luzón se debió a dos motivos fundamentales. En primer lugar, porque eran buenos negociantes y vieron en la presencia de los españoles una oportunidad de negocio, y en segundo lugar, porque era la única provincia en la que los mercaderes favorecidos por la alta burguesía eran libres de viajar al extranjero durante la dinastía Ming, principalmente a partir de 1570. Recordemos que la relevancia comercial de Fujian se extiende no solamente a los puertos de Zhangzhou, sino, además, a los de Quanzhou, Fuzhou y Xiamen (Amoy)27. Pronto se formó la colonia china de Manila, con los conocidos como sangleyes, que iniciaron la producción de estas piezas en 24. 25. 26. 27.

GILLMAN, 1984, p. 39. Ídem, p. 39. Ídem, p. 39. SCHOTTENHAMMER, 2010, p. 571.

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territorio filipino. El término surge a partir de la expresión china shanglai,“los venidos a comerciar”, o bien del término sengli, que significa“comercio”en el dialecto minnanhua de Fujian. También pudiera derivar de la expresión china changlai, es decir, “los que vienen con frecuencia”28. Con el propósito de que todos ellos tuvieran un albergue definitivo y no anduvieran dispersos por la ciudad, el gobernador Gonzalo Ronquillo Peñalosa ordenó en 1581 la construcción de una alcaicería o parián29. Dicha jurisdicción o barrio se ubicó dentro de la ciudad, y en él quedaron concentradas las viviendas, talleres y comercios de los orientales, sometidos al control de un alcalde mayor de origen español. Fray Domingo de Salazar enumera las mercaderías que en él se comerciaban en su carta-relación de las cosas de la China y de los chinos del parián de Manila: “Hállanse en este Parián todos los oficiales de todos los oficios y artes mecánicas de una República, y de todos en mucha cantidad; y que hacen cosas muy más curiosas que en España, y algunas veçes tan varatas, ques vergüença decirlo […] los officios mecánicos de los Españoles an cessado todos, porque todos se visten y calçan con sangleyes, por ser muy buenos oficiales, al uso de España, y háçenlo todo muy barato; los plateros, aunque no saben esmaltar, porque en la China no usan esmalte, pero en lo demás, ansí de oro como de plata, haçen obras maravillosas, y son tan ábiles é ingeniosos, que en viendo alguna pieça hecha de oficial de España, la sacan muy al propio; y lo que más me admira es, que con no aber quando yo aquí llegué hombre dellos que supiese pintar cosa que algo fuese, se an perfiçionado tanto en este arte, que ansí en lo de pincel como en lo de bulto, an sacado maravillosas pieças, y algunos niños Jesús que yo he visto en marfil, me parece que no se puede haçer cosa más perfeta; y ansí lo afirman todos los que los an bisto. Bense proveyendo las iglesias de las ymágenes que éstos haçen, de que antes abía mucha falta, y según la abilidad que muestran al retratar las ymágines que bienen de España, entiendo que antes de mucho no nos harán falta las que se haçen en Flandes […]”30.

28. OLLÉ, 2002, p. 24. 29. RUIZ GUTIÉRREZ, 2012c, pp. 1615-1623. 30. RETANA, 1897, pp. 19-20.

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Por la carta del obispo Salazar conocemos la elaboración de tallas de marfil que realizaban los sangleyes, además de confirmar que los españoles en su asentamiento en el archipiélago trajeron modelos propios y europeos, siendo muchos los recursos con los que se comenzaron a ejecutar marfiles en Zhangzhou, imitando imágenes góticas que estaban circulando en ese momento por Europa31. Otro importante testimonio es el del padre jesuita Pedro Chirino, quien señalaba en 1604 que su compañero Antonio Sedeño, primer vice-provincial de la Compañía de Jesús en Filipinas, fomentó la intervención de los artistas chinos en la decoración de las iglesias filipinas: “[…] Buscó pintores chinos, y los tenía en casa, á fin de pintar imágenes, no solo para nuestras iglesias, sino para las otras de Manila y fuera: y animaba á los encomenderos y Curas proveyesen sus iglesias de ellas; facilitándoles con esta comodidad. Así adornó casi todas las iglesias de imágenes, que casi todas eran de la madre de Dios”32.

Una de las imágenes más antiguas elaboradas en marfil de la que se tiene noticia es la de Nuestra Señora del Rosario. En 1588 los dominicos se instalaron en su convento de Santo Domingo pero, dado lo pantanoso del terreno y los movimientos sísmicos, se derrumbó la capilla mayor a los dos años de su construcción, salvándose milagrosamente esta imagen. Después de este suceso, cuenta el cronista de la orden dominica fray Diego de Aduarte que: “el techo que la cubría quedó cortado en forma de ala como guardapolvo y sombra de nuestra Señora; suceso que causó tanta devoción al pueblo que habiendo el convento hecho después otra Imagen con el rostro de marfil, para aquel altar, cuando después se renovó la iglesia, pidieron muchos devotos que les pusiesen la imagen antigua [...]”33.

La nueva imagen se esculpió en 1593 por un artista chino bajo la dirección del capitán Hernando de los Ríos, y es la más antigua 31. GILLMAN, 1984, pp. 39-40. 32. CHIRINO, 1890, p. 47. 33. ADUARTE, 1640, p. 29.

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que se conoce en las islas. De nuevo Aduarte la describe en su obra diciendo:“Es esta Señora de cinco tercias de alto, rostro, manos y Niño de marfil, y de soberana hermosura [...]”34. El gobernador Luis Pérez das Mariñas se la regaló a la orden de los dominicos, que la guardan con especial aprecio y devoción, y la conocen popularmente con el nombre de “La Naval”, ya que por su intersección se lograron asombrosas victorias navales sobre los holandeses35. La realización de estas esculturas de marfil por parte de los sangleyes dotaba a estas singulares piezas de un particular aspecto orientalizante, normalmente traducido en los ojos achinados, de gruesos párpados superiores, narices achatadas en el extremo en dos gruesas aletas, pequeños pliegues en el cuello, los lóbulos de las orejas alargados y los pies más rechonchos, a la par que aparecen nubes voluptuosas y redondeadas en las peanas, una influencia que se aprecia sobre todo en las obras del siglo XVII. Esta anatomía tan característica deriva de las formas del arte budista de la India adoptadas por la tradición china, que podemos verificar en las múltiples versiones de la imagen de buda, que tienen un destacado ejemplo en el Buda de Mathura del Museo Guimet en París36. Esta estética oriental fue extendiéndose a los diversos tipos escultóricos como veremos más adelante, pero hay una clara intención de adaptar la iconografía budista a temas cristianos, siendo un ejemplo destacado la interpretación de Guanyin como la Virgen con el Niño. Esta diosa de la belleza y la compasión es interpretada de distinta forma en el ámbito asiático, denominándose Kwannon en Japón, Avalokiteshvara por los tibetanos y Guanyin o Kuan Yi en China, una abreviatura de Guanshiyin,“la que oye los lamentos del mundo”37. 34. Ibídem, p. 31. 35. Todos los años el pueblo filipino celebra este acontecimiento con una solemne procesión durante el mes de octubre y da gracias a la Virgen por este singular favor. 36. WILLETTS, 1958, p. 326. 37. BELTRAN, 1953, p. 28.

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Precisamente va a ser la Guanyin china la que tomen de referente los sangleyes para la elaboración de esculturas marianas, aunque de su diversidad iconográfica eligen su representación de songzi, como símbolo de la fertilidad acompañada con su hijo, que se describe por primera vez en la Sutra del loto, aunque la referencia visual se ha conformado gracias a la imagen que aparece en la enciclopedia Ming San cai tu hui, de Wang Qi, mostrando a Guanyin sentada en un banco con el niño en su regazo38. En los marfiles de Zhangzhou que inspiraron a los hispano-filipinos, estas representaciones en ocasiones aparecen con el niño y en otras con diversos atributos, entre los que destacan un rollo, un cetro y el rosario. En relación a las influencias europeas en la eboraria hispanofilipina, definitivamente una de las claves de la asimilación de las iconografías occidentales en Filipinas es la llegada de esculturas desde Flandes en el siglo XVI, realizadas en los talleres de Malinas, de las cuales tenemos un ejemplo único, el Santo Niño de Cebú, transportado por Magallanes a esta isla y posteriormente encontrado por Miguel López de Legazpi39. Éste reúne los elementos característicos de las esculturas de estos talleres, de pequeño tamaño, con la frente despejada y ojos pequeños40. La iconografía cristiana se exportaba desde España a través de los misioneros y de los grabados europeos. Estos fueron generalmente flamencos aunque interpretaran obras italianas, pues Plantino, tipógrafo de esta nacionalidad, gozó de una gran aceptación entre los modelos a seguir por los escultores41. No obstante, no debemos olvidar la relevancia de la escuela andaluza en la eboraria hispano-filipina, centrada principalmente en Juan Martínez Montañés, cuyas obras llegaron a Nueva España y de 38. GILLMAN, 1984, p. 53. 39. FLORENDO, 2001. 40. La autenticidad de éstas estriba en la marca de la M en la madera antes de policromar, por lo que complica su autentificación. 41. MOLL, 1995, pp. 11-30.

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ahí a Filipinas, donde encontramos imágenes del Niños Jesús sorprendentemente parecidos a los de este escultor, siendo referente la imagen que se conserva en el Sagrario de la Catedral de Sevilla42. Marfiles hispano-filipinos en Andalucía La diversificación temática de la eboraria hispano-filipina está íntimamente relacionada con la iconografía cristiana, aunque influenciada dependiendo de su datación cronológica por la estética oriental o europea, como hemos comentado anteriormente. Gracias a los trabajos de Margarita Estella conocemos la mayoría de los ejemplares hispano-filipinos que se conservan en colecciones españolas, aunque en el caso de Andalucía podemos aportar nuevas piezas que enriquecen su patrimonio histórico-artístico43. En este sentido, el crucificado44 es una de las principales representaciones hispano-filipinas, ya que es el eje de la fe católica. La calidad en los crucificados estriba en la evolución cronológica, y así consideramos excepcionales los que se fechan en el siglo XVII, en cuanto a la calidad del marfil y el tamaño, aunque la ejecución es todavía un poco estática, únicamente atenuada por la curvatura del colmillo utilizado para su realización. Son esculturas con marcadas características orientales, como los ojos abultados y oblicuos, los lóbulos de la oreja demasiado alargados, los pómulos salientes, dando la sensación de caras planas, y la nariz de aletas carnosas. Presentan además un bigote lacio con puntas enérgicas y la barba rala y bífida, dejando libre la parte superior de la barbilla. También muestran un cuello cilíndrico con tres arrugas típicas en las representaciones budistas. A principios del siglo XVIII aún se mantienen los detalles de los anteriores, aunque poco a poco van evolucionando hacia rasgos más europeos, 42. HERNÁNDEZ DÍAZ, 1987; TORRE REVELLO, 1948. 43. ESTELLA MARCOS, 1984. 44. JOBE, 1967.

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influenciados por los tipos definidos por artistas como Murillo o Montañés, predominando los expirantes con la expresividad característica del periodo barroco en el que se realizan. En general se reducen las proporciones, los brazos se verticalizan y se muestra mayor interés por la anatomía, resaltando la musculatura de brazos y piernas. Se representan crucificados más sanguinolentos, añadiéndole más policromía a la pieza en el perizoma (o paño de pureza) y rostro. En el siglo XIX se estandarizan las piezas, se reducen de tamaño y se le añaden pelucas, ojos de cristal, pestañas postizas y en ocasiones perizomas de plata superpuestos. Muchos se representan en el momento de la expiración, con los brazos extendidos en horizontal sobre la cruz y cubiertos por un paño de pureza que se sujeta con un pliegue remetido en medio de la cintura o, en otros casos, se realiza una especie de delantal sujeto por dos moñas a los lados. Sus modelos pudieron ser los grabados flamencos de Martín de Vos45. En el territorio andaluz encontramos distribuidos por la amplia mayoría del mismo abundantes ejemplos de este tipo de crucificados que se extienden cronológicamente desde el siglo XVII al XIX. Los más destacados los podemos contemplar en Andalucía occidental, con un mayor número de ejemplares en Sevilla, como el del Hospital de los Venerables, singular ejemplar no sólo por su talla sino por la cruz que corresponde a las realizadas con el tronco natural recorrido con tallos vegetales46; a este mismo tipo corresponden también las cruces de los ejemplares del convento de San José de las Teresas. También podemos mencionar el de la iglesia de San Antonio Abad en Sevilla, propiedad de la hermandad del Silencio47, el de la capilla de Monserrat, de la 45. MAZA, 1977. 46. Este fue el soporte más común en la eboraria hispano-filipina, que, salvo las excepciones de las cruces con incrustaciones de arte namban, se estandarizó en los crucificados, aunque no se conservan la gran mayoría de estas cruces originales, que fueron sustituidas por otras más sencillas con el tiempo. 47. GÓMEZ PIÑOL et al., 1999, pp. 210-211.

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hermandad de Monserrat48, el de la iglesia de la Magdalena y el que se encuentra en la capilla de Nuestra Señora de los Ángeles, perteneciente a la hermandad de los Negritos49. En la provincia destacan los de Écija, en el colegio de la Merced y en la iglesia de Santa Cruz, y en Marchena el de la iglesia de San Andrés. En la provincia de Cádiz nos encontramos con los ejemplares de la iglesia de San Sebastián en Puerto Real50, el de la iglesia de Santa María en Medina Sidonia, también con una interesante cruz de tronco natural, así como el del convento de las Carmelitas Descalzas de Sanlúcar de Barrameda51. Finalmente, en Huelva hay también interesantes ejemplares en la catedral52 y en la iglesia de San Vicente Mártir en Villarrasa. Por lo que respecta a Andalucía oriental, Granada y Málaga reúnen los modelos más relevantes. En el caso de Granada pertenecen a la orden de los Hermanos de San Juan de Dios, localizados en la basílica de San Juan de Dios y en el Archivo-Museo Casa de los Pisa, donde destaca el ejemplar que preside la habitación del santo53. En Málaga se conservan dos magníficos crucificados en la catedral, uno corresponde a esta tipología y el otro pertenece al modelo de Cristos moribundos que son, si cabe, más valiosos que los anteriores por su tamaño y calidad de material. Es precisamente este modelo de los Cristos moribundos uno de los más recurrentes en la eboraria filipina. Habitualmente son de talla fina y delicada, con la cabeza inclinada reposando en el hombro y con elementos que varían dependiendo del ejemplar, ya que los hay con o sin corona de espinas, así como con distintas interpretaciones del perizoma. En Sevilla tenemos el del Palacio de Lebrija y el del Hospital del Pozo Santo, ambos excelentes 48. 49. 50. 51. 52. 53.

Ibídem, pp. 206-207. Ibídem, pp. 208-209. ALONSO DE LA SIERRA et al., 2005, pp. 50-51. Ibídem, p. 108. CARRASCO TERRIZA et al., 2006, p. 26. Para el estudio de los ejemplares de Granada, RUIZ GUTIÉRREZ, 2007b, pp. 291-304.

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piezas del siglo XVII, con un paralelismo claro con el que podemos contemplar en el museo de la Universidad de Santo Tomás en Manila54 y con el del monasterio de Loreto en Espartinas (Sevilla)55. Otros más pequeños y muy similares entre ellos son los que se ubican en el convento de San José de las Teresas, modelo similar al del colegio de las Mercedarias en Écija y al de la iglesia de San Bartolomé de Paterna del Campo (Huelva), todos ellos del siglo XVIII. En Cádiz, sobresale el del convento de Nuestra Señora del Carmen y Teresa, mientras que en Córdoba destaca el del convento de Santa Clara, en Belalcázar. Más escasos son los que muestran esta tipología en Andalucía oriental, donde únicamente tenemos el de la catedral de Jaén y el anteriormente mencionado de la catedral de Málaga56. En el ámbito de la cultura mariana, aparecen distintas advocaciones, siendo las más frecuentes la de la Virgen con el Niño y la Inmaculada. En las representaciones del siglo XVII se refleja la influencia del arte budista chino, a través del modelo de Guanyin, comentado anteriormente. Además hemos de añadir otros elementos claramente orientales que encontramos en las peanas, como las denominadas“nubes en desplazamiento”, formadas por una cinta retorcida y curvilínea inspirada en la forma del clásico dragón chino57. De igual forma, en relación al manto, hemos de hablar del controvertido recogido en la espalda que forma una especie de mariposa, que Regalado Trota denomina suksok, cuyo significado es “meter” en su traducción del tagalo, con lo cual le daría un origen filipino58, aunque otros autores difieren en este aspecto, como es el caso de Margarita Estella, que lo considera un elemento de la escultura burgalesa de los siglos XVI y XVII59, 54. 55. 56. 57. 58. 59.

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Cristo crucificado. Primera mitad del siglo XVII. Palacio de Lebrija, Sevilla.

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mientras que Roger Keverne afirma que esta forma ya se aprecia en las representaciones de Guanyin de la dinastía Ming60. Sea como fuere, se considera característico y definitorio de la eboraria hispano-filipina en sus ejemplares de Inmaculadas y Vírgenes con el Niño. Retomando las imágenes marianas, debemos señalar que estos ejemplares de finales del siglo XVII encuentran también inspiración en los modelos escultóricos de la historia del arte español, y es evidente la influencia de la escultura andaluza, especialmente la de Juan Martínez Montañés, en grupos de Vírgenes con el Niño, como la del retablo de la capilla del Reservado en el monasterio de San Isidoro del Campo, en Santiponce (Sevilla). Esto se aprecia fundamentalmente en el modo en el que la Virgen acaricia el pie del niño, al que arrulla con el brazo contrario. Como ejemplos destacables de esta influencia montañesina en Andalucía conocemos la Virgen con el Niño del Archivo-Museo Casa de los Pisa y la de la catedral de Sevilla61. Del siglo XVIII, encontramos una Virgen del Pilar en el convento de las capuchinas de Granada, extraordinaria por la profusión ornamental, con elementos florales en tonalidades ocres, sólo comparable a la Virgen de Caudiel, de Castellón, respecto a la policromía62. En el caso de la Inmaculada Concepción, tenemos escasos ejemplares en Andalucía. Podemos mencionar la talla de la iglesia de Nuestra Señora de la Estrella, en Valencina de la Concepción, un modesto ejemplar del siglo XVII más cercano a la escuela lusoindia. La representación del Niño Jesús tiene un carácter marcadamente devocional. Fue un tema recurrente en el barroco, que vio 60. KEVERNE, 1984, pp. 132-135. 61. A pesar de mantener las influencias orientales características de este momento en la eboraria hispano-filipina siguen este modelo de Santiponce, introduciendo la abundancia de policromía en el caso del ejemplar sevillano, más propio del siglo XVIII. 62. RUIZ GUTIÉRREZ, 2006, pp. 57-65.

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en la niñez desvalida del Salvador uno de los motivos de meditación, frecuente en la mentalidad contrarreformista. El Niño en pie como Salvador del Mundo quizá tuvo su origen en la devoción al Niño de Cebú, pero en su evolución posterior presenta una clara influencia del Niño del Sagrario montañesino, del que llega una copia a Ternate, en Filipinas, desde Acapulco en 166363. Una de las piezas referenciales de este modelo que encontramos en Andalucía es la que se encuentra en el Archivo-Museo Casa de los Pisa de Granada, ejemplar del siglo XVII con modelos similares en el resto de España. Su interpretación como Niño Jesús dormido o de cuna, desnudo o vestido, con los ojos abiertos o cerrados y generalmente sin pelo y rollizos, fue más común en el área portuguesa, aunque su influencia llegó a Filipinas. Como muestra señalamos el del monasterio de Carmelitas Descalzas de Vélez Málaga y el del Archivo-Museo Casa de los Pisa de Granada. 63. TORRES Y LANZAS / PASTELLS, 1925, pp. 277-284.

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Virgen del Pilar, s. XVIII. Convento de Capuchinas, Granada.

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Niño Jesús bendiciendo, s. XVII. Archivo-Museo San Juan de Dios, Casa de los Pisa, Granada.

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En relación a la representación de los santos, la diversidad es bastante amplia, aunque hay que destacar los numerosos ejemplares realizados en marfil de san Miguel al ser símbolo del triunfo de la Iglesia sobre la herejía. Junto a él destacan san Sebastián, san Juan Evangelista, con su tradicional iconografía tomada de modelos europeos con un vestido de pieles y un cordero a sus pies, y los santos vinculados a las distintas órdenes religiosas: san Francisco de Asís, santo Domingo de Guzmán o san Ignacio de Antioquia, sin obviar algunas representaciones femeninas como la santa Rosa de Lima o la Virgen de Guadalupe. En Sevilla se conserva un san Juan Bautista propiedad de la hermandad del Gran Poder, excepcional ejemplar del siglo XVII sólo comparable a algunos coetáneos en colecciones privadas mexicanas64. También destacan el san Juanito del convento de las Clarisas en Marchena o la santa Rosa de Lima de la iglesia 64. G ÓMEZ pp. 204-205.

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al., 1999,

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de Nuestra Señora de la Estrella en Valencina de la Concepción, comparable con las del ArchivoMuseo Casa de los Pisa en Granada. En Cádiz, podemos contemplar los curiosos ejemplares de los patronos de la ciudad, san Servando y san Germán en el museo catedralicio, piezas ya del siglo XIX, donde se combina la técnica de la talla en madera con la eboraria en las extremidades y el rostro. En Granada, destacamos el bello ejemplar de san Francisco de Asís custodiado en el convento de las capuchinas, en Jaén, el san José de San Miguel. Finales del siglo XVII. la catedral y, finalmente, en Má- Monasterio de Carmelitas Descalzas,. laga, el san Miguel del monasVélez-Málaga. Fotografía: Fondo terio de Carmelitas Descalzas Gráfico IAPH (Eduardo Nieto Cruz). de Vélez Málaga, singular pieza de finales del siglo XVII con paralelismos en España con el del convento de San Esteban de Salamanca y, al otro lado del Atlántico, con el del museo de la basílica de Guadalupe en la ciudad de México. No son comunes los conjuntos escultóricos, pero se encuentran salvedades en el caso de las representaciones del Calvario, la Sagrada Familia y algunos belenes. En el caso de Andalucía nos encontramos varias Sagradas Familias: una en la iglesia de San Ildefonso de Sevilla y otra en la parroquia de San Sebastián de Higuera de la Sierra, en Huelva65.

65. CARRASCO TERRIZA, 2006, p. 180.

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El estudio de la eboraria hispano-filipina en Andalucía nos aporta evidencias claras de la relevancia de este acervo artístico del patrimonio cultural andaluz que, siguiendo la estela de la Nao de China, singularizó nuestro territorio para siempre con la querencia por la perla de Oriente.

Sagrada Familia. Segunda mitad del siglo XVII. Iglesia de San Sebastián, Higuera de la Sierra, Huelva. Fotografía: Comisión Diocesana de Patrimonio, Huelva.

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