Maquillaje, ¿embellecimiento real, o simple camuflaje?: Percepciones sobre la belleza entendida por mujeres de la comunidad de Chablekal, Yucatán. Elizondo de la Fuente Irma

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Descripción

Maquillaje,
¿embellecimiento real, o simple camuflaje?
Percepciones sobre la belleza entendida por mujeres de la comunidad
de Chablekal, Yucatán.

Irma Elizondo de la Fuente

Abstract
Durante décadas, el maquillaje ha sido visto como el medio para alcanzar el rostro perfecto. Partiendo de este precepto, la investigación expone una serie de entrevistas realizadas a un grupo de cuatro estudiantes de maquillaje de la comunidad de Chablekal Yucatán. En ellas, las mujeres hablan acerca de sus percepciones sobre el maquillaje y la belleza desde un punto de vista personal que eventualmente se ve reflejado en lo social.
Palabras clave: maquillaje, belleza, auto-concepto, felicidad, perfección, imperfecciones, tristeza, inseguridad.
Abstract
For decades, make-up has been seen as the means to achieve the perfect face. Based on this reality, this investigation shows a series of interviews made to a group of four make-up students of the community of Chablekal, Yucatan. In them, these women speak about their perceptions of make-up and beauty from a personal point of view that will eventually turn into a social one as well.
Key words: make-up, beauty, self-concept, happiness, perfection, imperfections, sadness, insecurity.
Comprendiendo el contexto
Aunque comencé a estudiar maquillaje profesional hasta el 2012, este arte me ha fascinado desde que tengo uso de razón. Al estar maquillado, puedes ser quien tú quieras; desde una supermodelo de pasarela, hasta el monstruo de tus peores pesadillas. Esta pasión por el maquillaje fue lo que finalmente me llevó a estudiarlo y, eventualmente, a enseñarlo también.
Desde 2013 he impartido diversos cursos en el norte y sur del país. El último de ellos, aún vigente, es quizá el más interesante y enriquecedor que he dado hasta ahora.
La idea surgió de manera muy espontánea, mientras conversaba con la directora del centro de apoyo social Baktún. Ella me comentaba que un grupo de mujeres de la comunidad de Chablekal, Yucatán, estaban buscando maneras de aportar a los ingresos familiares. Yo ya había ido en dos ocasiones anteriores a dar cursos "express" de auto-maquillaje al lugar y había obtenido muy buenos resultados, así que, como por inspiración divina, le sugerí la idea de capacitarlas como maquillistas profesionales con la idea de que en un futuro pudieran ejercer la profesión por cuenta propia. Inmediatamente les planteamos la posibilidad. ¡Los resultados fueron mucho mejores de lo que esperábamos! Ese día, con cuatro estudiantes, una maestra y una directora, se fundó "Kiich Pam cole´" cuyo significado es mujer bonita en maya.
Lo que empezó como un simple curso, terminó por ser una profunda introspección acerca del uso del maquillaje, el concepto de belleza y la definición personal del auto-concepto; elementos que sirvieron como objeto de estudio para esta investigación.


Primeras alertas
El primer par de días del curso, las alumnas se limitaron a observar mientras yo les demostraba cómo aplicar el maquillaje correctamente. En el proceso, además de examinar mis movimientos y hacer preguntas ocasionales, ellas platicaban entre sí. Me llamó la atención la manera en la que se referían a ellas mismas. Si bien lo hacían con un tono burlón, no cesaban de mencionar lo mal que se veían la mayor parte del tiempo, puesto que no estaban maquilladas. Al ver el producto terminado, es decir, a la modelo lista, la elogiaban y recalcaban lo hermosa que lucía y lo diferente que se veía en comparación con los demás días en los que no usaba maquillaje.
Conforme avanzaba el curso, fui observando cómo ellas empezaban a mandarme fotos de sus primeros maquillajes. Para ser primerizas, les quedaban bastante bien. Claramente había detalles que afinar, pero me alegraba saber que habían captado la idea general. Durante todo este proceso de aprendizaje, frases como "Las mujeres sin maquillaje se ven tristes, no se ven llamativas.", "Pintadas se ven más felices." y "El maquillaje borra tus imperfecciones y te hace sentir bien." comenzaron a escucharse con más y más frecuencia. Fue entonces que me di cuenta que había algo más de fondo; que el maquillaje no era para ellas una simple profesión, sino tal vez más como una solución a sus problemas de auto-concepción.
En este punto del camino, no pude evitar preguntarme: ¿Qué significa realmente el maquillaje para ellas?, ¿Qué entienden por "belleza"?, ¿Tiene, para ellas, relación alguna el uso de maquillaje con el grado de belleza de la persona?, ¿Cómo figura la concepción de su "belleza externa" en la formación de su auto-concepto? Habiendo formulado estas preguntas, era hora de empezar a investigar.
Estrategia y redescubrimiento
El conocer a nuestros sujetos de investigación, incluso sólo parcialmente, resultó ser muy ventajoso. Al hacerles entrevistas semi-estructuradas, pude comprender un poco más lo que sucedía, no sólo dentro de ellas, sino también a su alrededor. Me di cuenta que todo lo que conocía o, mejor dicho, lo que creía conocer, era apenas una pequeñísima fracción de quienes eran estas mujeres en realidad.
Cada una de ellas va muchísimo más allá de ser una "mujer de 25 a 40 años habitante de la comunidad de Chablekal, Yucatán" como lo había delimitado al principio. Cada una de ellas es un reflejo de su pasado, la cara de su historia, el resultado de sus heridas y sus logros. Esta investigación apenas llega a echar un vistazo dentro de cada uno de los mundos de estas mujeres.
A pesar de pertenecer a la clase media-baja, ellas luchan día con día para que en sus hogares no falte comida, bebida y vestido, pero sobretodo, trabajan por que no les falte amor. Si son madres ejemplares o no, no sabría decirlo a ciencia cierta, aunque existe evidencia contundente que lo respalda. Las cuatro se dedican al manejo y administración del hogar. Una de ellas tiene bajo su protección también a su madre enferma. Todas casadas, tienen al menos dos hijos, a quienes dedican la mayor parte de su día. Además están involucradas en diferentes actividades como clases de zumba, clases de cocina y el curso de maquillaje, por mencionar algunas.
Por lo que vemos, son mujeres extremadamente ocupadas, quienes por alguna u otra razón no dedican el tiempo que debieran a ellas mismas. No obstante, esto no significa que no deseen hacerlo o que se sientan felices y conformes al privarse de él.
Descubriendo raíces
"Todas las mujeres somos bonitas, pero cuando nos arreglamos, nos vemos mejor." Como todo, esta investigación comenzó arrojando las respuestas que uno esperaría escuchar. Las cuatro señoras concordaron en que, si bien en todo ser femenino hay algo de belleza, aquellas que se maquillan son más hermosas.
Por alguna razón, ellas lograban asociar el uso maquillaje con el alcance de la felicidad. "Sin maquillaje nos vemos tristes, dejadas", "…nos sentimos un poco tímidas, inseguras, por todas las imperfecciones que tenemos." decía una de ellas, "con maquillaje se borran nuestras imperfecciones y eso nos hace sentirnos felices." Esta aparentemente simple afirmación va enraizada a una problemática mucho más profunda.
María Márquez Guerrero, en su trabajo "Análisis semiótico del concepto actual de belleza en la publicidad dirigida a la mujer" dice que:
"…la presentación negativa del cuerpo femenino en su estado natural se inscribe dentro de la fase inicial del relato definida por Propp como `estado de carencia´. Ese estado -que se caracteriza como la insuficiencia, la falta, la infelicidad- pone en movimiento el relato, pues el sujeto inicia una serie de acciones que lo conducen a su transformación. Esto es, la eliminación de la carencia."
En su investigación, Márquez Guerrero expone la manera en la que los medios de comunicación han desvirtuado el concepto de belleza para lograr que, en este caso las mujeres, compren los productos publicitados. Esto lo logran al hacer que aspectos naturales del cuerpo humano como el vello, las arrugas, asimetrías, celulitis, etc., sean vistas como imperfecciones, originando en las personas la creación de "una realidad inacabada, defectuosa y frágil" (Márquez Guerrero, 2006).
Por eso, cuando estas estudiantes de maquillaje afirman que las personas al natural "parecen estar deprimidas", en realidad se está creando una asociación entre lo que ven y cómo se sienten ellas mismas al estar en ese estado. Aunque también son conscientes de que hay personas que pudieran no usar maquillaje y aun así, de acuerdo con los estándares de belleza previamente mencionados, verse bien. "Yo a veces me veo y me comparo con otras personas. Ellas están bonitas." (Julia, 2015)
Sin embargo, cuando utilizan maquillaje, "hasta tú misma te halagas. Te sientes bien, porque sabes que te van a decir algo bueno." Al cubrir sus `imperfecciones´ con maquillaje, su seguridad aumenta, así como también lo hacen su optimismo y su alegría. Julia, quien había estado teniendo problemas maritales fuertes, comentó emocionada: "Ahora que me maquillo, mi esposo me felicita y me dice que me veo bien."
Denisse, madre de dos pequeñitos, comentó también: "A pesar de ser amas de casa, con hijos, merecemos sentirnos bien. Merecemos un ratito para nosotros, para arreglarnos." A esto, Lourdes agregó: "Son pequeños cambios en el físico que me hacen sentirme bien por dentro."
Aunado a este deseo de verse sentirse bien, de ser felices, estas mujeres ven en el maquillaje un escape, una solución a sus problemas, un nuevo comienzo. Patricia, quien tiene tres hijos y un matrimonio estable desde hace quince años, mencionó "Quiero que me cambien, que me maquillen. Necesito ese cambio en mi vida." Quizá sea por la construcción social que los medios han hecho a cerca del maquillaje y la belleza, o talvez sea más cuestión personal. Lo que es un hecho, es que todas estas mujeres ven al maquillaje como una especie de redentor, y no estoy muy segura de que éste en particular sea capaz de darles la salvación que desean.

¿Redentor o profeta?
Ese sentimiento que Julia mostró, tan sólo un poco de ese intenso deseo por ser bella. Ella sabe que al utilizar maquillaje, las personas la elogiarán, le dirán que luce fantástica. Sin embargo, muy dentro de ella, Julia quisiera no necesitar del maquillaje para recibir esos elogios. Se maquilla porque está buscando ese reconocimiento que es esencial para la formación sana de su auto-concepto, pero no logra terminar de entender por qué tiene que hacerlo.
A esto, según Márquez Guerrero, se le conoce como el efecto dominó. Se refiere a que las expectativas sociales crean un sentimiento de angustia en la persona, este conforma poco a poco su manera de pensar, influyendo en sus actitudes. Todo esto termina, generalmente, dando por sentado que el no cumplir con dichos estándares de belleza es vergonzoso y que ha de ser ocultado con productos. A la larga, el efecto dominó puede generar estigmas emocionales dificilísimos de remover.
Entonces, ¿realmente el maquillaje las hace tan felices como dicen? ¿Será que al maquillarse consigan saciar todos esos deseos de reconocimiento, aceptación, cariño y felicidad que anhelan y necesitan satisfacer? ¿Pueden realmente un montón de productos generar el impacto que aparentemente logran, para hacer a las mujeres felices? ¿O será talvez que todo eso que los medios nos prometen no es tan cierto? ¿Que deseos tan profundos no son capaces de ser tapados con un montón de cremas y polvos?
Soy maquillista, sí. Creo en el poder del maquillaje y no me cabe la menor duda de que puede transformar a las personas de maneras inimaginables. Sin embargo, tal vez no es que el maquillaje sea la respuesta a todos esos déficits emocionales que tenemos las mujeres. Tal vez es sólo un compañero en el camino. Tal vez no es ese redentor que todos los medios dicen, sino simplemente un profeta que viene a ayudarnos a encontrar el camino; no de la perfección, sino de la felicidad.
Siempre había pensado que mi labor como maquillista era resaltar las facciones hermosas de las personas y esconder las no tan hermosas. Pero, al dialogar con estas cuatro mujeres, al reflexionar sobre sus respuestas y las diferentes percepciones que tienen a cerca del maquillaje, de la belleza, de la felicidad y de todas estas en conjunto, me he dado cuenta de que no hay imperfecciones que esconder, porque realmente todas las facciones de las personas son hermosas; dignas de ser miradas y admiradas. Nadie, ni un medio de comunicación, ni una marca (por más famosa que sea) ni un experto en maquillaje, tiene el derecho de decidir cuáles rasgos son "aceptables" y cuáles no.
Seguiré maquillando porque es lo que me gusta hacer. Pero ahora con el afán de ayudar a las mujeres a descubrirse a sí mismas, a encontrar su belleza interior y verla reflejada en su exterior. Creo que al hacer eso, se pueden satisfacer todas esas necesidades que el maquillaje sólo logra camuflajear; o al menos la mayoría. Y como estas cuatro grandes mujeres siguen siendo mis alumnas, supongo que habré de empezar por ahí, para que ellas también se den cuenta de lo hermosas que son, con y sin maquillaje. A ellas es a quienes tengo que agradecer por esta investigación y por este descubrimiento, pues a pesar de ser mis alumnas, ha sido mis maestras en esta gran lección de vida.
Referencias
Márquez, M. (2005). Predominio del uso interaccional de la lengua en la publicidad dirigida a la mujer. Actas del Congreso Internacional de Análisis del discurso oral. Homenaje al profesor José Jesús de Bustos Tovar, Almería. Madrid: Arco/Libros (en prensa).
Márquez, M. y Jáuregui, I. (2006). La imagen de la mujer en los medios de comunicación: textos periodísticos y publicitarios. Espéculo. Revista de estudios literarios de la Facultad de Ciencias de la Información. Universidad Complutense de Madrid, 33.
Greimas, A. J. y Cortés, J. (1982). Semiótica: diccionario razonado de la teoría del lenguaje, Madrid, Gredos.
Ferraz Martínez, A. (1996). El lenguaje de la publicidad, Madrid: Arco/Libros.





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