Maquiavelo y el arbitraje doble ciego (especulación inédita)

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Descripción

Nicolás Maquiavelo y el arbitraje 'doble ciego'
(especulación inédita)
Federico Traversa

Sabido es que El Príncipe significó para Maquiavelo un rotundo fracaso. Como suele ocurrir a los académicos, el bueno de Nicolás escribió su obra apremiado por su situación personal e intentando congraciarse con el gran Lorenzo de Medici. Le dedicó su obra a este papanatas, y con seguridad esta zalamera actitud resultó en que no pudiera decir allí todo lo que pensaba. A pesar de estos denodados esfuerzos por resultar 'políticamente correcto', la leyenda nos cuenta que cuando el tal Lorenzo recibió el manuscrito de El Príncipe como regalo no le prestó ninguna atención, de inmediato dedicó todo su interés a unos galgos que algún otro le había enviado con la intención de alcahuetearlo, y la obra de Nicolás se fue a juntar polvo en algún rincón —si Lorenzo no la mandó a la estufa o la usaron para prender el fuego en algún asadito de perdiz cazada con ballesta—.

Maquiavelo al menos consiguió el más notable éxito póstumo, aunque no sabemos con total certeza si esto ha representado alguna satisfacción para el florentino hasta el momento. En cualquier caso tuvo alguna suerte, porque si le hubiera tocado vivir en nuestros días para conseguir un éxito semejante habría necesitado traducir su tratado al inglés y así publicarlo en la Cambridge University Press. En caso de conseguirlo —un hipotético muy dudoso desde mi punto de vista— el resultado sería con seguridad un puñado de cuartillas sosas que no merecerían ninguna atención, porque el inglés estará muy bien para ajustarse al marcado y apretado ritmo del rock 'n roll, pero en ningún caso sirve para decir nada verdaderamente divertido.

El caso es a Nicolás tampoco le habría cabido mejor suerte con los journals arbitrados, muy por el contrario. ¿Qué confianza merece el montón desordenado de anecdótica y antojadiza evidencia empírica aportada por el autor, además del notorio uso de la clasificación de regímenes de gobierno de Cicerón, a quién no cita como es debido? Un resultado negativo de este talante en cualquier journal sería previsible, a pesar de que en El Príncipe se encuentran todos los secretos referidos a la publicación exitosa de un artículo mediante el sistema doble ciego, asunto al que quiero dedicar brevemente las próximas líneas.

Para Maquiavelo el ser humano es una porquería, y esto no es ninguna novedad. Egoísta, voluble, alcahuete en las buenas, traidor en las malas, en fin, como dijimos: una porquería. Claro está que a pesar de esta ponzoñosa esencia, el ser humano suele ser además bastante cobarde —y no es que esto sea una virtud—. Pero el caso es que esta cobardía lleva a que algunos seres humanos , es decir la humanidad entera y toda, no consiga en general ser completamente mala. Esto es: algunos seres humanos son una mierda, otros en cambio sólo lo son a medias, porque las más de las veces los aborda un remordimiento o temor ante la perspectiva de ser malos del todo (anótese este supuesto de vital importancia para el arbitraje doble ciego).

Una segunda característica del mundo en que vivimos es su incertidumbre o contingencia, algo que Maquiavelo llamaba 'fortuna'. Digamos que uno no sabe lo que viene, aunque la teoría de la probabilidad puede aportarle alguna pista. En este caso por ejemplo, si se juntan los dos supuestos anteriormente detallados uno puede anticipar cuál será el resultado de su arbitraje doble ciego, labor a la que me dedicaré a continuación detallando tres situaciones hipotéticas.

Supongamos que usted es gil a cuadros, no lo conoce ni el loro y ha escrito un artículo promedio que salva los escollos que pueda interponer el editor de una revista también promedio, que está necesitado de publicar artículos. En este caso, su artículo será arbitrado y como resultado Ud. recibirá alguno de los siguientes tres juicios con los correspondientes niveles de probabilidad asociados.

Situación A- Con una probabilidad de 50% el Editor le enviará el siguiente mensaje: "En vista de los juicios de los árbitros no podemos publicar el artículo, lo invitamos a que lo mande a algún otro lado si le da la nafta. Gracias por haber enviado sus escombros."

Cuando Ud. revisa los juicios encuentra que uno de los árbitros es un ser completamente execrable (en adelante HdP) en alguna de las variantes conque esta personalidad puede tomar forma. Podrá ser un petulante, un cínico o tal vez un oscuro pervertido que goza señalando errores reales o imaginarios en su argumento. Este maldito ponzoñoso lo ha calificado con una 'D', aunque puede que no se lo digan directamente.

El otro árbitro es un simpático cobarde (lo mejor a lo que podemos aspirar dada la naturaleza humana que nos describe Maquiavelo). Este otro señor (en adelante C) le señalará un buen número de errores, incluso hasta más severos que los que había destacado HdP en medio de su omnipotente y perezosa maldad. Claro que el señor C lo hará con buenos modales y humanidad, C no está dispuesto a ser completamente malo y le ha sugerido al Editor que su artículo podría ser publicado si Ud. es lo suficientemente terco y está dispuesto a satisfacer toda clase de pretensiones que se ha encargado de listar, algunas razonables, otras arbitrarias y antojadizas hasta el sadismo. Entonces, según C, si Ud. está dispuesto a bajar suficientemente el copete podrá publicar.

Claro que esto no alcanza, lamentablemente la combinación HdP + C no es suficiente, y entonces Ud. no puede publicar. Eso es justamente lo que el Editor le ha dicho, ¿entendió?

Situación B- Con una probabilidad de 25% Ud. recibirá el siguiente mensaje:

"En vista de los juicios de los árbitros no podemos publicar su artículo, no sé cómo se atrevió a mandarlo a esta revista y cómo yo no me di cuenta que Ud. es un chanta o un pobre gil. Vaya con esta basura para otro lado ¡puaj!"

La fortuna quiso que Ud. se topara con la combinación HdP + HdP. No se preocupe ni se torture. Eso sí, límpiese el escupitajo de la cara que le queda mal, y siga intentando.

Situación C- Con una probabilidad de 25% Ud. recibirá el siguiente mensaje:

"En vista de los juicios de los árbitros no podemos publicar el artículo en su actual forma, no obstante ello, si Ud. es un ser lo suficientemente sumiso y genuflexo como para hacernos caso, podrá publicarlo en nuestra revista accediendo a todos nuestros requerimientos de buen grado".

¡¡¡Sí!!! ¡¡¡Pero qué culo por Dios!!! Ud. se ha topado con la afortunada combinación C + C. No sea tan torpe como para ponerse terco y principista, simplemente delatará que no sabe donde mierda está parado. Haga caso, trabaje, trabaje, trabaje y trabaje. Al final publicará algo parecido a lo que era su artículo original.

Cómo puede apreciarse el resultado final es un asunto de fortuna. Claro que Ud. no lo cree ¿no?, Ud. se niega a aceptar que la Ciencia funcione así... Sin embargo, Maquiavelo le diría que si Ud. manda un artículo promedio a cuatro revistas, tiene grandes chances de toparse por azar con la combinación C+C, y por lo tanto estará en condiciones de publicar. No dirá Maquiavelo que el mérito y la calidad de lo que investigue no están asociados en nada con su éxito, pero tenga en cuenta que la fortuna pesa al menos un 50% en sus resultados, y por sobre todo advierta que la virtud maquiavélica del homo academicus no radica del todo en la calidad científica de lo que produce.

Es por esta razón que las revistas han colocado la razonable prohibición (respétela por favor, no sea ahora Ud. un HdP) de no enviar el mismo artículo simultáneamente a más de un journal. Si los juicios fueran certeros, absolutos y bien fundados, no tendría mucho sentido esta práctica. Si su artículo es verdaderamente una porquería hedionda, lo será igualmente en todos lados. Claro que el asunto no va por allí. Más que de la calidad, todo depende de con quien se topa Ud., por eso se ha diseñado este simpático sistema de doble ciego con la prohibición de envíos simultáneos, que premiará a la larga el esfuerzo del investigador más tozudo y convencido.

No habrá pasado desapercibido al lector que estas especulaciones refieren a la suerte que correrá un investigador promedio, que es básicamente alguien anónimo. Si Ud. no lo es y ya es alguien (o al menos es alguien para el Editor del journal) su suerte tal vez sea otra. Si se le aplica el sistema doble ciego tendrá muchas más probabilidades de toparse con la combinación C + C. Ud. podrá pensar de sí mismo que es un culón o un notable investigador. Tal vez así sea, y sobre todo sígalo pensando si esta idea lo tranquiliza o lo satisface, esto le diría Maquiavelo y también cualquier sicólogo. En cualquier caso Ud. va por el buen camino, Maquiavelo le recomendará no ser un anónimo: esa es la más importante virtú del homo academicus exitoso. No investigue tanto e invierta más tiempo en tejer esas 'redes' que los académicos tanto gustamos en cultivar ¡claro está que en favor únicamente de la Ciencia, y nada más que de la Ciencia y la verdad!





Documento en construcción que refleja la opinión de Federico Traversa, humilde cultor de la oscura ciencia que dicen que el florentino acertó a fundar.
Tal vez dediquemos en otra ocasión algunas líneas a reflexiones teológicas en torno a este interesante asunto. Sabido es que el petulante de Nicolás decía que prefería ir al infierno si allí iban a estar los autores clásicos, describiendo al infierno como si fuera un boliche para tomar algunos copetines y jugar al rummy canasta (en todo caso esto sería más parecido a algún tipo de paraíso).
El lector podrá diferir en este punto y tendrá a su favor algunos ejemplos. Yo también puedo entretenerme con algún monólogo de Seinfield, pero no le llamo a eso verdadera diversión, amén de que uno lo escucha una vez y ya sabe lo que va a venir luego. En idioma español el arte del monólogo ('stand up' ahora, dada la estupidez imperante) ya fue sido practicado también con el mayor suceso por algunos grandes como Verdaguer —incomparablemente mejor que Seinfield—. Por otro lado, la consabida limitación del idioma inglés para el pensamiento complejo, ha llevado a que los máximos exponentes del humor en ese idioma sean tipos como Benny Hill, Mister Bean, Jim Carrey, Jerry Lewis o los Tres Chiflados, que no destacaron precisamente por sus diálogos.
Véase que digo seres humanos y no hombres para evitar elegantemente cualquier crítica que por razones de género bien merece nuestra machista lengua española.
Si se me permite si diré 'la humanidad', que no es machista.
Para ser sinceros, es bastante cierto que la incoherencia y la desprolijidad en lo que Ud. investiga y escribe pueden ir en contra de sus posibilidades de publicación. Sobre todo porque hasta aquel árbitro que calificamos como un simpático cobarde puede verse exasperado por su trabajo, si éste es un supremo disparate. Por tanto, la coherencia de su trabajo y el esfuerzo qué Ud. le dedique pueden ser condiciones necesarias, aunque no suficientes, para su eventual publicación. Si Ud. está convencido de su esfuerzo no decaiga, ¡siga intentando en busca de la combinación arbitral correcta!
La virtud asociada al éxito del homo academicus depende, como condición necesaria y por tanto antecedente, de saber cómo usar lo que se ha producido, independientemente de su calidad intrínseca. Maquiavelo diría que la 'calidad científica', es decir el grado real de validez y de pertinencia de un escrito científico, es una cualidad valorada por aquellos que hablan y creen en una Ciencia imaginaria, pero no suele ser lo más relevante en el mundo real. Estamos hablando de la Ciencia tal como es, de la veritá effettuale della cosa, y no de la Ciencia como debería ser (¡véase Kuhn y no Popper!).


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