Manzanilla 1983 La redistribución como proceso de centralización de la producción y circulación de bienes

July 13, 2017 | Autor: L. Manzanilla Naim | Categoría: Mesopotamian Archaeology, Archaeological Theory, Redistribution
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Descripción

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Ia redistribuci6n como proceso de centralizaci6n de Ia producci6n y circulaci6n de bienes anal isis de dos casos lntroducci6n A rafz de un articulo ya famoso de Karl Polanyi (1976), originalmente escrito en 1957, fenomenos que anteriormente eran clasificados genericamente bajo el rubro de "intercambio" comienzan a ser analizados mas a fondo. Las caracterlsticas que distinguen cada una de las tres formas de integracion economica que analiza Polanyi son las siguientes: 1. Reciprocidad. Esta forma presupone movimientos de bienes y/o servicios de manera bilateral o circular, entre puntoscorrelativos de agrupaciones simetricas, que bien pueden ser grupos emparentados. 2. Redistribucion. Consiste de un movimiento de bienes hacia un centro que almacena estos y posteriormente los distribuye. Depende de Ia presencia de un cierto grado de centralizacion y de Ia existencia de puntos perifericos. Puede integrar desde unidades de caracter transitorio hasta el mismo Estado. 3. Comercio. Se trata de un metodo bilateral y relativamente paclfico de conseguir productos de mercados. Generalmente es una actividad externa al grupo. A las tres formas de que habla Polanyi quisieramos afiadir una cuarta, que tambien implica un movimiento de bienes y servicios, y que entrara brevemente en Ia discusion de los casos que abordaremos. 4. Tributo. Se trata de un flujo unilateral y obligatorio de bienes y servicios hacia uno o varios puntos de una jerarqufa de centros. Polanyi subrayo que sus tres formas de integra-

cion no representan "etapas de desarrollo", ya que no implican ordenes de sucesion en el tiempo. Pueden coexistir, pero referidas a distintas clases de bienes. Por ejemplo, contamos con varios casos etnograficos de coexistencia de relaciones recfprocas y redistributivas. Neale (1971 :233) sefiala que, entre los islefios trobriandeses, el rey es el centro de redistribucion de un gran numero de relaciones reclprocas con los hermanos de sus esposas. Un caso mas complejo, tambien analizado por Neale (Ibid.: 223-27) es el de los Oudh del siglo XVIII, en Ia India precolonial. En esta sociedad, Ia unidad pol ftica y social basica es Ia aldea independiente, formada por familias de agricultores economicamente suficientes. Cada aldea tiene una cabeza (el jefe) y una serie de especialistas no-productores de alimentos (herreros, carpinteros, sacerdotes, alfareros, etc.), alimentados con una parte del grano de los agricultores a cambio de sus servicios. El sistema de los Oudh es recfproco en cuanto a servicios y redistributive en cuanto a Ia produccion agricola. Despues de Ia cosecha, cada aldeano par· ticipa en Ia division del montlculo de grano, dejando de lado aquella producci6n destinada al raja que estaba a Ia cabeza de un sistema de alianzas entre aldeas independientes. La division del grano al nivel de Ia aldea era el cimiento de Ia au tori dad pol 1tica. Las distintas escalas a las que se presentaba Ia redistribucion iban desde el nivel familiar, pasando por el aldeano, hasta el provincial o el del raja. En rei nos gran des, exist fan jerarqu las de centros redistributivos en que cada uno guardaba una porcion y mandaba el resto al nivel superior. En sistemas de tipo tributario observamos fre-

6 BOLETIN DE ANTROPOLOGIA AMERICANA • 7 cuentemente el tipo de fen6meno que acabamos de describir. Sin embargo, Ia diferencia estriba en Ia coercion del acto de tributo y en su frecuente caracter externo (comunidades conquistadas). Otro caso de sistema redistributivo es el de los Gouro, un ejemplo de "sociedad de linaje" africana estudiado por Meillassoux (1974:188-89). Los "mayores" Gouro centralizan por ejemplo los productos de vivero (como el arroz), o aquellos de Ia caza y Ia recoleccion, mismos que son almacenados en graneros de Ia comunidad, bajo su control. Mediante comidas colectivas, dichos productos son redistribuidos a los miembros de Ia comunidad, a algunos parientes de aldeas vecinas y, ocasionalmente, a gente de paso. Una fracci6n pequeiia es vendida o intercambiada. Por lo tanto Ia circulaci6n de bienes organicos de vivero, a traves de Ia redistribuci6n (ya que hay otros mecanismos de circulaci6n presentes, como el de Ia transferencia matrimonial), noes de Indole ceremonial, ni de ostentacion, sino cotidiano. A diferencia de estos, los productos artesanales (con una vida media mas grande) estan relacionados a los mecanismos de adquisici6n de prestigio social, lo cual implica fen6menos de acumulaci6n y de enriquecimiento. Un caso un tanto distinto es el de los Sonjo, tambien en Africa. Gray (1974:236·37) ha observado que el consejo hereditario de mayores, en las aldeas Sonjo, obtiene cabras, miel o grano de Ia gente, a cambio de derechos sobre el agua de riego. Sin embargo, lo que se reune es destinado al ritual o a Ia redistribucion. Podr(amos resumir, entonces, los dos tipos de redistribucion que, a nuestro juicio, se destacan de estas consideraciones: una mas o menos circular o cerrada, en Ia que aquellos que otorgan parte de su produccion a Ia institucion centralizadora reciben eventualmente una porcion de esta o de otro tipo, y otra de tipo asimetrico, en Ia que Ia institucion centralizadora canaliza el excedente almacenado a otros sectores sociales (artesanos especialistas, cons· tructores, bur6cratas, intercambio a larga distancia, etc.). Del primer tipo, ademas de los Gouro tendrfamos quiza a las comunidades del pedodo Uruk en Mesopotamia, en las que el templo centraliza y almacena Ia produccion que sera redistribuida en forma de raciones. En los ejemplos que analizaremos, veremos el caso del Estado Inca, en el que reciprocidad y redistribucion se articulan a un nivel mucho mas complejo, interdigitadas con sistemas de trabajo obligatorio. Polanyi serialaba en 1957 que en los grandes "sistemas de almacenamiento" de Egipto, Sumeria y Peru " ...eran el templo y el palacio los que dis·

JULIO 1983 tribu(an en gran medida las tierras, y lomismoocurrfa con el trabajo ... " (Polanyi 1976:301 ). Quiza este investigador fue demasiado lejos al atribuir al templo y al palacio prerrogativas que pertenecen claramente a los 6rganos de decision de Ia comunidad (o al nomo). No discutiremos, porel momento, este punto. Solo ariadiremos que Polanyi no des· cartaba, por ello, Ia existencia de reciprocidad en este tipo de sociedad, ya que segun el esta forma modelaba en gran medida Ia organizacion del inter· cambio externo, en forma de regalos. Podrlamos decir que reciprocidad y comercio tienen en comun el ser flujos bilaterales, aunque difieren en que el primero se presenta normalmente al interior de relaciones de parentesco, y el segundo, general mente entre comunidades distintas. Por otro lado, redistribuci6n y tributo comparten el hecho de requerir instituciones centralizadoras, pero difieren en que el tributo general mente implica sujecion o conquista, y es de caracter obligatorio. Nuestro punto central de interes sera precisamente el analisis de como surgen los sistemas de redistribucion asimetrica, ya que es este ~I fen6meno que subyace al surgimiento de instituciones socio-pol lticas complejas.

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subticas

LA REDISTRIBUCION COMO PROCESO DE CENTRALIZACION ... 7 El interes por analizar Ia circulacion y distribucion de bienes y servicios no es gratuito. Por un lado, hemos observado una polarizaci6n de posiciones con respecto al analisis del tejido social de las comunidades antiguas. Quienes dan mayor enfasis a Ia esfera de Ia producci6n no se preocupan por analizar, con suficiente profundidad, Ia circulaci6n de bienes y los tipos de consumo que se hace de estos. Aquellos que, por su parte, se interesan por el intercambio dejan de lado el estudio de las comunidades o grupos productores. AI nivel del registro arqueol6gico, son muy escasos los contextos relatives a Ia producci6n propiamente dicha, como serlan los talleres de artesanos o los mismos campos de cultivo. General mente contames con distintos tipos de desechos de materias e instrumentos que ya pasaron por las esferas de Ia circulaci6n y del uso/consumo. Sin embargo, es precisamente de Ia comparaci6n entre las unidades y lugares (contextos precisos, sectores, sitios, areas) de producci6n y los de consumo que el arque61ogo puede iniciar su indagaci6n sobre el acceso diferencial a los distintos recursos y sobre Ia organizaci6n social de Ia sociedad de su interes. La relaci6n entre este ambito y Ia instancia pol ltica sera materia de discusiones posteriores. Las preguntas pertinentes a este tipo de anal isis son las siguientes: que IImites tienen las unidades relevantes y cual es su naturaleza en rerminos econ6micos, socio-pol lticos y ecol6gicos, como Morris (1978:317) senala. que tipo de bienes y servicios se mueven entre dichas unidades: materias primas y lugares de procedencia. sitios de producci6n y transformaci6n. tipos de objetos elaborados en elias y funciones que cumplen (contextos de uso/ consumo). que tanto coinciden los sitios de producci6n con los de uso/consumo.

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Por otro lado estcin los contextos de almacenamiento que discutiremos al hablar de redistribuci6n. En relaci6n a Ia reciprocidad (cuando se trata de bienes), podr(amos esperar una distribuci6n reativamente homogenea de las diferentes 6rdenes de objetos, al interior del grupo de parentesco. Esto leva impllcito que existan individuos o familias dedicados a Ia producci6n de bienes distintos, que despues se regalaran a los demas miembros de Ia .midad. Los contextos de producci6n estan localizados, y los de uso/consumo; generalizados al interior

de Ia unidad de parentesco. La condici6n para que esto se cumpla es que los productos esten elaborados con materias primas que provengan de una sola fuente. En el caso de Ia obsidiana en sitios del Formative temprano del Valle de Oaxaca se ha observado que, ya que cada unidad domestica se procura su propia obsidiana con "socios" o contactos en areas cercanas a diferentes yacimientos, existe una gran variaci6n de tipos y proporciones de esta materia, procedente de diversas fuentes, para las distintas unidades domesticas (Pires-Ferreira y Flennery 1976 :290). La redistribuci6n tiene otro patron. En primer Iugar, existe una instituci6n que centraliza productos y los reune en uno o varios almacenes bajo su control. General mente los almacenes dependen del tern plo y/o del palacio, y pueden estar integrados arquitect6nicamente a ellos. Existen casos mas simples, como los ejemplos de almacenamiento comunal que parecen haber existido en ciertas aldeas tempranas de Mesopotamia (como Tell Hassuna o Umm Dabaghiyah, por ejemplo), en las que grandes construcciones de almacenamiento, en forma de hileras de cublculos, estcin ubicadas en el centro del sitio. Se presume que reun Ian un excedente despues redistribuido o canalizado hacia todos los miembros de Ia aldea. Se ha observado tam bien que cada casa de Ia aldea tiene su granero domestico. La diferencia entre redistribuci6n simetrica y asimetrica, a nivel de contextos arqueol6gicos, podr(a estribar en que en Ia primera podrlamos confundir el auto-consumo con Ia redistribuci6n, si no hiciesemos caso a los almacenes comunales o centrales, es decir, el tipo de bienes procedentes de los contextos de producci6n coincide con el de los de uso/consumo, a primera vista. Naturalmente, a traves de Ia redistribuci6n, se podrla tener una mayor variedad de bienes a cambio del tipo que uno canaliza al centro. Por otra parte, en Ia redistribuci6n asimetrica, ciertos bienes procedentes de contextos de producci6n especlficos se encuentran en contextos de uso/consumo de otra Indole, y posiblemente alejados geograficamente. Las preguntas que debemos hacer ante un caso de redistribuci6n son: que tipo de bienes esta implicados en el sistema, quien los produce, quien centraliza y almacena, quien los redistribuye y bajo cuales mecanismos, y, finalmente, quien los consume. Generalmente, para averiguar que tipo de bienes entran en Ia redistribuci6n, basta analizar el contenido de los almacenes comunales y centrales. Para el caso de Mesopotamia, generalmente se trata de grano (trigo y cebada), aunque no exclusivamente, como veremos mas tarde. En el ejemplo del Peru

8 BOLETIN DE ANTROPOLOGIA AMERICANA • 7 tambien sc trata de alimentos, en aquellos asentamientos provinciales organizados por el Estado, y de bicnes de prestigio y lujo, en Ia capital. Los modos de redistribuci6n pueden tomar Ia forma de comidas o ceremonias comunales (como Ia redistribucion de chicha y comida por parte del Estado Inca), o de sistemas de racionam iento deal imentos (en las ciudades-estado sumerias). En el primer caso, se requieren grandes espacios donde estas tienen Iugar, y en c! segundo, vasijas con medidas estindard, asociadas a los lugares de almacenamiento dentro de las construcciones religiosas o civicas. El problema mas grave es quien consume los ' bienes redistributivos, es decir, a que sectores de Ia ·poblacion llega. La estrategia para atacar este punto tendrla que ser Ia comparacion de contextos de producci6n y de uso/consumo, ademas de ver Ia distribucion espacial de las actividades especializadas que se benefician de Ia redistribucion. Es interesante destacar que el intercambio reciproco y el redistributivo frecuentemente estan acompanados por ceremonias y ritual, durante las cuales se distribuyen los bienes (Morris op. cit.: 319). Es por esta raz6n que, es logico suponer una relaci6n flsica entre los contextos de almacenamiento y reparticion, y los santuarios y templos. En relaci6n al comercio, si bien es diflcil hallar sitios formales de mercado, aun en centros urbanos, como Morris ha observado, el mecanismo que nos acercarla a Ia comprension de este fen6meno podria ser el siguiente: determinar Ia procedencia de los bicnes al6ctonos ("A"), hallados en un de· terminado sitio, en asociaci6n probable con otros productos locales ("B"); buscar en Ia region de donde vienen los "A" que tipo de productos "B" proceden de nuestro sitio original. Ya que el comercio es un movimiento bilateral relativamente pacifico, esperamos hallar contextos de uso/consumo muy alejados de los de extracci6n y quiza producci6n, ademas de esperar fenomenos de correspondencia cruzada, por lo menos entre dos regiones. Por ultimo, el tributo, siendo mono-direccional, no tendrla contraparte en el flujo. Su caracter coercitivo podrla estar consignado por Ia presencia de arquitectura militar del grupo dominador en el dominado y/o construcciones que aseguren Ia canalizaci6n eficiente de bienes. Los contextos de produccion y los de uso/consumo no solo estin muy alejados geograficamente sino que los bienes generalmente circulan en esferas restringidas. Pasemos ahora a analizar los dos casos que hemos elegido para abordar el problema de Ia redistribucion y su pertinencia en el estudio de Ia for-

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mac ion de sistemas socio-polfticos complejos: las ciudades-estado sumerias de Mesopotamia y el Estado Inca. Esta discusion sera relevante para introducir una posibilidad de anal isis de un tercer caso: el sistema de Teotihuacan. I. Mesopotamia (IV y Ill milenios a.C.

Fue Childe (1968; 1964:29-31, 1973;48) quien deline6 Ia secuencia basica de premisas, a saber: que, con Ia "revolucion urbana", el cultivo de riego permitio Ia extracci6n de un excedente social grande por parte del templo o del rey, y que, despues de almacenar este, era canalizado tanto a Ia manutencion de un cierto numero de especiafistas residentes, liberados de Ia produccion de alimentos, como al intercambio de materias primas de caracter aloctono. Asl, Ia poblaci6n urbana diferla en funci6n y composicion de las unidades anteriores en que, a pesar de que Ia mayorla sigue siendo campesina (cultivando las tierras adyacentes a Ia ciudad), se presentaban otras clases dedi cad as a las artesan (as, al transporte, al intercambio, al gobierno y al cuito, mantenidos por los campesinos de Ia ciudad y de las aldeas vecinas. Esta posicion fue defendida tam bien por Ribeiro {1976:58), Armillas (1968:218) y Adams (1960: 275). Armillas utiliza este esquema para caracterizar al horizonte denominado "Civilizacion", en que las clases gobernantes asumen Ia centralizacion y Ia redistribucion de los excedentes aportados por los productores primarios como diezmo. De estas ideas surge el modelo que Frank Hole (1974) utiliza para Mesopotamia. Segun dicho arque61ogo, en el momento en que se torna sedentario, el hombre sacrifica Ia variedad dietetica y Ia movilidad (caracter(stica de Ia etapa de caza-recoleccion) en aras de una seguridad en Ia produccion. En el proceso anterior esta implfcito el desarrollo de patrones de explotacion de espectro restringido, por lo cual el hombre seve obligado a intercambiar sus productos por aquellos que no se obtienen localmente, y el resultado sera Ia perdida de Ia auto· suficiencia. Hole anade que, el hecho de que el Cercano Oriente esti caracterizado por una distribucion desigual de recursos, a escala macro-regional, animo un principio de especializacion ocupacional entre distintos tipos de productores de alimentos. De este proceso se hace necesaria una organizacion de control de Ia produccion y Ia redistribucion {esta ultima, en manos de "centros redistributivos, de

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de mecanismos de redistribucion, ademas de apartar una porcion destinada a Ia alimentation de diversos tipos de rebanos) como a Ia obtencion de materias primas, especialmente a traves del intercambio a larga distancia. 1) Au men to en Ia eficiencia productiva. Se ha dicho que, durante Ia era "Formativa", se establecio plenamente el complejo de subsistencia caracterlstico de Mesopotamia: el cultivo del trigo, cebada y leguminosas con baston plantador y azada; Ia pesca, Ia caza y Ia recoleccion: Ia crfa de cabras y ovejas (ademas del cerdo y el ganado bovino). Desde el perlodo Ubaid (era " Fioreciente", segun Adams), investigadores como el mismo Adams (1955: 10) advierten Ia existencia de un nuevo patron que consiste de un balance entre los binomios, a saber: el cultivo de cereales y Ia crla de animales domesticos, por un lado, y Ia horticultura de verduras y frutas y Ia pesca en arroyos y canales, por el otro. Se ha sefialado tam bien que este equilibrio solo fue posible por Ia existencia de riego que, ademas, permitio el sustento de una poblaci6n creciente (Childe 1968). En el perlodo jemdet Nasr, el arado hace su aparicion en Ia escritura pictografica mas temp ran a, y se ha pensado que su introducci6n estuvo ligada al desarrollo de los sistemas de riego. Pronto Ia operacion de arar se convirti6 en una actividad centralizada, bajo Ia direcci6n de oticiales,

10 BOLETIN DE ANTROPOLOGIA AMERICANA • 7 segun los textos de Shuruppak (Dinastico Temprano Ill) (Adams/oc. eft.). En relacion al cambio de cultivo de azada a cultivo de arado, Chi Ide (1971) llego a pensar que fue consecuencia de una transformacion en Ia division del trabajo por sexo, es decir, que el primero estuvo en manos de las mujeres (as I como Ia alfarerfa a mano) y que el segundo paso a ser una actividad masculina (como lo fue Ia produccion ceramica al torno). Por otro lado, Athens (1977:375) ha indicado que, en ambientes aridos y tempi ados, podemos hallar fluctuaciones severas en Ia produccion agricola, relacionadas en ocasiones con el caracter cambiante de las variables meteorologicas. En estas condiciones es 16gico esperar elementos de intensificaci6n (control de pestes, fertilizantes, preparaci6n del terreno, riego, etc.) para mantener una fuente energetica estable. En aras de Ia eficiencia en el trabajo, estas practicas originan una mayor especializacion en los diversos tipos de tareas agrlcolas. Athens {lbid.:365-66) agrega que el elemento crftico para lograr una buena cosecha es estar a tiempo en cada uno de los pasos del proceso, es decir, superar las dificultades de tener todas las acti· vidades (preparaci6n del terreno, plantaci6n, mantenimiento y cosecha) casi al mismo tiempo. Para Ia Mesopotamia del Dinastico Temprano, los textos administrativos citan grupos de personas y sectares dedicados a actividades especiales de subsistencia. Se ha hablado de una especializaci6n a nivel de cada proceso completo de obtencion de alimentos. Otras fuentes de informacion mas tardlas, en especial Ia serie de tabletas que ha sido denominada "el almanaque del agricultor", hablan de personas que, de Ia cosecha en adelante, realizan determinada tarea: segar, atar los cereales, arreglar los atados, aventar el grano, etc. (Kramer 1967:1 08). Sin embargo, Frankfort (1951 :70) postula una idea contraria, es decir, que los agricultores no constitufan una clase separada del res to de Ia poblacion, ya que cada ciudadano (sacerdote, artesano, etc.) era un agricultor practico que trabajaba para mantener a su familia y dependientes. En tiempos de Ia plantacion y Ia cosecha, todos los individuos disponibles eran empleados en el trabajo agricola. Tam bien Adams y Nissen (1972:31) han mencionado que Ia evidencia de los textos de Lagash, Shuruppak, y centros similares muestra que una gran parte de Ia poblaci6n urbana tambien participaba en Ia agricultura y en otras actividades de subsistencia. De ser cierta esta idea, modificarla muchos postulados sobre Ia division del trabajo desde Ia "revolucion urbana" en adelante, pero estarla de

JULIO 1983 acuerdo con las premisas generales de Krader (1977: 64) en relacion a Ia primera etapa del "modo de produccion asiatica": el hecho de que los centros urbanos mantuvieron una continuidad con las aldeas, tanto por el hecho de no existir una separaci6n tajante entre producci6n rural y urbana, como por el hecho de que Ia produccion hortfcola estaba destinada al consumo en los centros de poblacion yen los sectores rurales. En relacion a Ia crla de animales, se ha djcho que, durante Ia era "Fioreciente", en Ia llanura sur, los rebaiios de cabras y ovejas eran alimentados con pastos de cienegas o con rastrojo durante los meses secos. Debido al hecho de que el ganado bovina requiere pastizales de mejor calidad y en mayor cantidad que los disponibles en Sumer, Adams (1966:48) ha pensado que quiza desde muy temprano los rebaiios fuesen objeto de centralizaci6n. Una de las razones serla Ia creciente importancia de Ia industria textil de Ia lana. En los sellas cil (ndricos del perlodo jamdet Nasr aparecen representaciones de los rebaiios del templo, y las fuentes escritas de perlodos posteriores (por ejemplo, los textos de Shuruppak) seiialan que las grandes manadas, sobre todo de animales de tiro (en un caso se citan 9660 asnos), pertenecfan al palacio y al templo. Por otra parte, Adams (1960b:30) destaca que el papel clave que jugaba el tempo en relaci6n al control de las manadas, a finales de los per(odos prehist6ricos y a principios del "Protoliterario", puede ser observado en Ia importancia de los pastares en las jerarqufas administrativas tempranas y en Ia presencia de los rebaiios en el simbolismo y ritual de esos tiempos. La comunidad Bau de Lagash, que constaba de 1 200 personas, inclu Ia 100 pasto res. En relaci6n a Ia pesca, tambien entre los integrantes de Ia comunidad Bau de Lagash encontramos a 108 pescadores que entregaban ofrendas de peces de tal magnitud que eran usadas para alimentar a gran parte de Ia fuerza de trabajo de Ia comunidad del templo. Se ha supuesto que este patron ya estaba presente en Eridu desde Ubaid Tard lo. Adams (1966 :50) seiiala tam bien que exist fa un intercambio ritualizado en que pastores y pescadores obten (an productos lacteos, textiles y pescado. Por otra parte, el hecho de que el pescado entrase en un circuito de redistribucion lo hacfa accesible a sectores mas amplios de Ia poblaci6n. 2) Concentracion y almacenamiento del excedente por parte de las instituciones centrales. Si bien, para el "modo de produccion• asiatica", se habla de Ia intervencion econ6mica de una autoridad estatal que explota y dirige a las comunidades

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aldeanas, nose debe perder de vista Ia autarqula de a producci6n y del consumo dentro del marco de Ia aldea (Chesneaux 1965:1 0-11 ). Sin embargo, los autores de quienes nos ocuparnos en este capitulo han puesto especial enfasis en e1 hecho de que una de las caracterlsticas de Mesopotamia es que, incluso desde Ia era "Formativa", se producfa regularmente un excedente social {Childe 1973 :45), y una parte de Ia producci6n de ali"lentos estaba dirigida a Ia clase gobernante (Ste,ard 1972:192). Para el Dinastico Temprano, si o"en no hay cam bios en los patrones basicos de subs stencia, Adams (1955:13) observa una mayor rac•onalidad en los metodos de abastecimiento y pro:;.Jcci6n, bajo el control del templo y del palacio. Childe propon(a que, cuando el excedente soc al aumenta considerablemente, se requiere de Ia -eorganizaci6n de Ia sociedad. Sin embargo, a juic o de Adams (1966 :46) no se puede hablar de excedente social" sin relacionar este al complejo 1stitucional que hizo posible su existencia, su :oncentraci6n y su uso como instrumento de ex:ansi6n de Ia sociedad. Agrega que Ia acumulaci6n :e los excedentes fue facilitada por nuevos elemen~ en Ia tecnolog(a del transporte, que no estaban

conectados con Ia agricultura (veh(culos de rueda y ani males de carga) . Por otra parte, Adams piensa que Ia complejidad y Ia diversidad de Ia base de subsistencia fueron responsables del desarrollo de las instituciones de Ia redistribuci6n y del intercambio, mismos que requirieron del surgimiento de alguna forma de autoridad central. Ya desde el perlodo Ubaid, el templo fungla como deposito de los excedentes del grano, leche o pescado. Con Ia aparici6n del poder del palacio, tambien el sistema centrado en el rey tuvo estas prerrogativas. Childe (1973) hace una distinci6n entre varios tipos de almacenes. En cada ciudad sumeria estaban presentes uno o mas templos estatales, y junto a ellos, talleres y almacenes. Sin embargo, como una dependencia del templo principal y del palacio, exist(a un gran granero donde se acumulaba el excedente para mantener a los no-productores. Por lo tanto, debemos considerar que, desde que se present6 por primera vez una diferencia entre ciudad y poblados circundantes, fue en el asentamiento mas grande e importante donde estaban ubicados los centros de almacenamiento y redistribuci6n. 3) Redistribuci6n. Frecuentemente se ha hecho referenda al fen6meno de Ia redistribuci6n como caracter(stico de los cacicazgos y estados tempranos. Service (1975:207) concibe al primero como una organizaci6n de tipo teocratico, en Ia cual el templo, ademas de servir de escenario para las actividades de culto, es un foco de almacenamiento y un centro redistributivo. Este tipo de organizaci6n comenzar(a durante el per(odo Ubaid. Para el per(odo Uruk, los administradores del templo con· centran los alimentos, almacenan y redistribuyen manufacturas y r.naterias primas, y ademas estan encargados del intercambio con grupos extranjeros. Para el Dinastico Temprano, Ia instituci6n de Ia redistribuci6n parece transformarse, cuando el poder. se desplaza hacia esferas pol (ticas de caracter secular, es decir, el palacio se constituye en una esfera alternativa de redistribuci6n. Segun Service, las circunstancias que favorecen Ia redistribuci6n son aquellas que crean un numero de especializaciones debidas a Ia variedad de nichos ecol6gicos locales y a una division del trabajo basada en esfuerzos de colaboraci6n. Este ser(a el escenario de las "teocracias". Sin embargo, al crecer Ia sociedad, se hace patente el surgimiento de una aristocracia con rangos ordenados jerarquicamente y es en este momento que el sistema de redistribuci6n sufre una primera transformaci6n al adquirir

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nuevas funciones, como el intercambio o Ia articulacion con Ia guerra con el extranjero. Por otra parte, Fried (1974:30-31) ha seiialado que el paso de socicdades igualitarias a jerarquizadas esta marcado por el dominio de Ia economla redistributiva sobre una red de grupos emparentados. Cuando son varios los asentamientos relacionados a traves de estos lazos, Ia red distributiva tiene cl efecto de diversificar Ia subsistencia y aportar medidas de seguridad contra factores adversos. As I, las personas encargadas de esta labor gozan de una posicion social respaldada por una autoridad familiar y sagrada, desprovista de poder politico. Webster (197 5 :465) com parte esta posicion, aunque cambiando los terminos. AI hablar sobre las circunstancias en que Ia guerra facilito el desarrollo de instituciones estatales, seiiala que Ia variabi lidad en los recursos basicos (tierra y agua) provoca una estratificacion economica incipiente y el desarrollo de patrones de redistribucion economica, tan fundamentales en las sociedades jerarquizadas. Por otra parte, en el momento de transito del cacicazgo al Estado, al conquistar territorios marginales, ingresan a Ia "riqueza" bienes productivos, por lo que es necesario redimensionar esta. Ya que el jefe deriva su acceso limitado a Ia "fuerza" de sus actividades de redistribucion, mismas que refuerzan continuamente su autoridad y apoyo politico, se ve obligado a redistribuir las tierras entre sus parientes (exagerando as{ los procesos de estratificacion social) y entre los caciques locales. En este momento comienza tambien otra transformacion dentro del fenomeno de Ia redistribuci6n. En Mesopotamia, durante el per(odo "Protoliterario" (Uruk tardio y Jemdet Nasr), el recinto sagrado de Eanna en Uruk-Warka proporcionaba una racion diaria de cerveza y pan a 50 individuos. Otros textos registraran raciones de cebada y pescado. Por lo tanto, los patrones redistributivos, administrados central mente, que vemos, por ejemplo, en el archivo de Ia comunidad Bau de Lagash de siglos posteriores, ya estaban establecidos. Mas tarde, dichos patrones fueron adoptados para propositos administrativos del palacio o de las "haciendas" privadas (Adams 1966:128). Su permanencia estuvo asegurada por Ia complementaci6n de recursos alimenticios de diverso origen y por Ia especializaci6n ocupacional que engendraron. · Desde Uruk tardio, hallamos numerosos ejemplos de cuencos troncoc6nicos (cuencos con borde biselado, cuencos con desgrasante de paja a mano o al torno, tazas c6nicas) de dimensiones relativamente constantes, elaborados en masa, utilizados como medios de racionamiento de alimentos soli-

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dos, que aparecen en ocasiones en los almacenes o en las inmediaciones de los templos. Uno de los ejemplos mas claros es el del templo de Arslantepe, Turqu(a Oriental, de principios del tercer milenio a. C. (Espinosa y Manzanilla, en prensa), en el que existen ventanas que comunican al santuario con los almacenes yen estos se hallaron los cuencos profu· samente. El hecho interesante es que este tipo de vasijas se encuentra ampliamente distribuido, ya que contamos con ejemplos a todo lo largo de Mesopotamia, en el Khuzistan, en Siria y en Turqula Oriental. Por lo tanto, queda abierto el problema de los mecanismos por los cuales se implant6 el mismo patron en todas estas regiones. Para tiempos hist6ricos, durante el Dinastico Temprano, contamos con tabletas que enlistas raciones de alimentos y otros artlculos. Frankfort se· iiala que las raciones que partlan de los almacenes del templo estaban destinadas a los ciudadanos que prestaban trabajo comunal, a los sacerdotes y fu ncionarios y a los artesanos. Por otra parte, una porcion del grano era guardada para servir como semilla para las cosechas futuras; otra porci6n de cebada estaba destinada a Ia alimentaci6n de ovejas, ganado bovino y asnos; otra mas era canalizada a Ia cervecerla, Ia panaderfa y Ia cocina del templo. Por ultimo, una parte era intercambiada por elementos a16ctonos. Sin embargo, los almacenes del templo albergaban algo mas que cebada. Frankfort cita los siguientes artlculos para casos como el de Khafajah: grano, sem ilias de ajonjol f, cebollas y otros vegetales, datiles, cerveza, vino, pescado seco o salado, grasa, lana, pieles, grandes cantidades de juncos, madera, asfalto, marmol, diorita y herramientas (1951 :67). En relaci6n al Dinastico Temprano, existe una controversia sobre el grado al que el templo controlaba Ia economfa. Segun Hole (1974:274), el templo era responsable de Ia direcci6n de Ia producci6n y de Ia redistribuci6n, pero sus representantes carecfan de influencia polftica. El control politico estaba en manos de figuras como el en, el fugal, o el ensi. La importancia de Ia redistribuci6n puede verse incluso en las razones por las que se rechaza ideo16gicamente a los grupos nomadas. Era de aceptaci6n general que Ia ciudad consti tufa Ia unica organizaci6n comunal viable y una de sus caracterfsticas primordiales era el sistema de almacenamiento de productos agrlcolas, que formaba Ia base del sistema. Por lo tanto, los invasores n6madas y los habitantes de Ia Cordi llera de los Zagros eran despreciables pues carecfan de las cualidades de Ia gente "civilizada", especialmente en lo referente al cui-

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:Jado de los muertos y a Ia voluntad de someterse a un gobierno organizado (Oppenheim 1968:112). :. El Estado Inca Hacia 1 500 d.C., en el Tawantinsuyu coexist fan -en Intima articulacion- dos sistemas de producci6n, de circulacion de bienes y de acceso a Ia tierra, "'lismos que Murra (1975 :26) ha definido como el de los grupos etnicos locales (y sus ayllu) y el del Estado. Analicemos brevemente cada uno. A) El sistema de los grupos etnicos locales. Cad a grupo etnico, fuese pequeno 0 grande, trataba de controlar y abarcar Ia mayor cantidad de pisos eco16gicos, mediante colonias permanentes, lo que determino " ... un patron de asentamiento y de control vertical cuya distribucion fue probablemente pan-andina" (lbdi.:50). Segun Murra esto ser(a reflejo de una tendencia hacia Ia auto-suficiencia en una region con marcadas diferencias ecol6gicas. Las fuentes escritas mencionan relaciones de reciprocidad, mas que de comercio, como el mecanismo de intercambio que liga economicamente a las diversas colonias (Morris 1978 :317-18). En el "control vertical" estan implicadas actividades como el cultivo tanto de plantas tradicionales (tuberculos) como estatales (mafz), el pastoreo, a extraccion de sal y madera, Ia recoleccion de ""1ol.uscos marinas, etc. En varios casos, como en las salinas y los bosques, "etnias" diversas explotan ambientes contiguos, sin establecer relaciones en· :resl. Las unidades sociales pueden ser pequenas (un .,ucleo serrano de poblacion y colonias a 3 o 4 dfas ::e distancia, en Ia puna o en los valles intermonta· .,os) o grandes, como el reino aymara de los lupaqa cuyas colonias estan a 10 o 15 dfas de distancia ~'l Ia costa y en Ia montana). Es necesario recalcar que no existe flujo de bie-es entre las etnias mismas, hecho que explica Ia i:.Jsencia de menciones de comercio o mercaderes e"llas fuentes del siglo XVI. A nivel arqueologico, Morris propone que Ia dis· :r'bucion de restos de fauna y flora en los sitios re=ejarfan las distintas zonas a las que tienen acceso ~ ocupantes de estos. Por ejemplo, el hecho de ·aJar papa, lana y elementos altiplanicos en una ::D'llunidad de Ia costa serfa una base para pensar e- el modelo del control vertical de que habla Mu-~ Sin embargo, no serla suficiente. ~orris agrega que Ia ceramica podr(a ser Ia clave -1.r,} Ia identificaci6n de unidades socio-pol lticas -;"lificativas en los Andes. Si el modelo del archi-

pielago vertical es correcto, este ,podrla estar sugerido por una distribucion de estilos ceramicos que revelen un patron de interdigitacion diferente del que uno podrfa predecir del intercambio comercial (Morrs 1978:318). Uno esperarfa que en todos los sitios del "archipielago vertical" pertenecientes a Ia misma etnia se presentasen conjuntos mas 0 menos similares de productos diversificados, ademas de ciertos rasgos que los distinguiesen de otras etnias. La base que sustenta Ia reciprocidad al interior del ayllu esta dada, segun Alberti y Mayer (1974: 15), porIa posesion en comun de Ia tierra, explotada en forma comunal en los pastizales yen las zonas de p·roduccion especializada, yen forma familiar, en las de cultivo de subsistencia. Entre parientes cercanos, Ia recipro'cidad en las relaciones de produccion y distribucion es generalizada. "Las prestaciones que se intercambian son contabilizadas para ser devueltas en Ia misma forma y cantidad". (lbid.:16). Murra ha sugerido que este patron puede ser preincaico, y constituye una caracterlstica basica de Ia economla andina. B) El sistema estatal. AI berti y Mayer (op. cit.: 15) senalan lo siguiente: "Asi, mientras que los miembros de las comunidades rurales (o ayllu), unidos por v(nculos de parentesco, entran en relaciones de produccion, el Estado Incase vincula con ellos por medio de Ia reciprocidad asimetrica y Ia redistribucion. El Inca, como centro de convergencia y de 'emergencia de toda actividad en el mundo andino, recibe de sus subditos prestaciones de trabajo en las tierras directamente controladas por el; les retribuye asegurando Ia paz del imperio, redistribuyendo productos en casos de necesidad, cumpliendo funciones religiosas, etc." SeguQ Murra (op. cit.), en los Andes serranos, el mafz era un cultivo estatal, dirigido a Ia produccion de chicha con fines ceremoniales y de hospitalidad. El Estado Inca puso mucho esfuerzo para asegurar Ia propagacion y cosecha de malz en Ia sierra, fenomeno que puede ser ?alpado en los grandes sistemas de riego, eran las regiones mas productivas en malz. Antes del advenimiento del Tawantinsuyu, el reino lupaqa del altiplano hab(a instalado colonias en los valles de Ia costa para controlar el suministro de malz (Ibid.: 55). Murra ha insistido tambien en que el almacenamiento y redistribuci6n de cereales son preocupaciones estatales en cualquier parte del mundo, pero que en el Tawantinsuyu existen muchos factores

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que los convierten en una necesidad primordial. Por ejemplo, podemos citar Ia falta de grandes mercados, Ia vasta jerarqu Ia burocratica y eclesiastica, Ia mano de obra para trabajos publicos, ademas del ejercito. Segu n algunos cronistas, los almacenes estatales tam bien constitu (an reservas para hacer frente a heladas y sequlas (Murraop. cit.:39). La mayor parte de lo almacenado se canalizaba donde Ia autoridad crela conveniente. En Huanuco Pampa, donde se realizaron investigaciones etnohist6ricas y arqueo16gicas conjuntas, se hallaron 497 almacenes, particularmente de alimentos, cuya construcci6n y administraci6n parecen haber sido controladas por el Estado (Morris op. cit. :321 ). Estos almacenes eran usados para mantener a Ia poblaci6n que vivla en Ia ciudad. No hablan evidencias de bienes de lujo, mismos que podrlan haber pertenecido a otro circuito de intercambia que desembocaba en Cuzco, como Morris sugiere. En este misrno sitio tambien se excav6 un conjunto de 40 talleres y 10 construcciones relacionadas, rodeados por un muro. Estaba destinado a Ia producci6n de tejidos y de chicha (bebida ritual de malz fermentado). La producci6n textil era un elemento clave de relaciones redprocas entre el Inca (el Estado) y Ia gente de las comunidades. Por otra parte, Morris (foe. cit.) ha observado que en Hua-

nuco Pampa Ia producci6n cen1mica esta altamente estandarizada y parece haber sido producida para el Estado. Las dos grandes plazas cerca del sector publico de este asentamiento parecen haber estado implicadas en Ia redistribuci6n de chicha. Las excavaciones en las construcciones que bordean estos espacios indican que una de las plazas era usada para Ia preparaci6n de alimentos y chicha en grandes cantidades, ya que se encontraron toneladas de ollas de ceramica. La otra parece haber sido empleada para servir los alimentos. Am bas cubren una extension de 2.5 hectareas. Las aldeas que circundan Ia capital provincial de Huanuco Pampa abastecieron a esta de bienes y de fuerza de trabajo. La ceramica estatal se halla concentrada solamente en aquellas aldeas, como Ia de lchu (residencia de un cacique Chupaychu), en Ia que exist Ia una relaci6n pol lticamente importante con el cacicazgo local (Morris foe. cit.). Craig Morris ha llegado a Ia conclusion de que Ia base para el extraordinario crecimiento del Tawantinsuyu yace en que muchos aspectos de Ia economla estaban enraizados en Ia organizaci6n soc pol ltica, aun cuando Ia estructura de Ia au tori dad se torn6 crecientemente secular, militarista y tralizada (op. cit.: 324). Las ciudades administrativas de las provincias, enlazadas por una extensa

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sin mercados . La circulaci6n principal fue mas bien de mano .: obra que de bienes, tanto a nivel del "control ertical" de diferentes nichos por parte de una mis~a comunidad, como del trabajo obligatorio y ro...norio (mit'a) que cada comunidad mandaba al Estado Inca. Con Ia desaparici6n del Estado incaico, desapa·ecen tam bien Ia redistribuci6n estatal y Ia comple~entaci6n vertical de Ia econom (a an dina. La reci::•ocidad es substituida porIa explotacion colonial, el surgimiento de Ia monetarizacion del tributo '1icia Ia desestructuraci6n de Ia sociedad andina Alberti y Mayerop. cit.:19).

Formativo mesoamericano. El tipo de organizacion que esta vinculado con este sistema es el del "clan c6nico", en que los diversos linajes estdemos dividir segun el siguiente esquema: A) Zonas con gran diversidad ecol6gica (como Altiplano Mexicano o Ia region de los Andes). Las alternativas de explotaci6n de recursos ser an las siguientes: ~

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1. Modelo de "simbiosis econ6mica". Este mo::elo, propuesto originalmente por William Sanders '968:100), implica que una region con recursos ::·versificados es explotada por una serie de cornu~ dades especializadas a nivel productivo, y que es:.in en estrecha interdependencia socio-econ6mica. Se presupone, pues, el surgimiento de un centro de :•stribuci6n al que acudiran los productores de las =•stintas aldeas para obtener aquellos bienes que -o producen directamente. Si bien este modelo fue propuesto para Ia Cuen:a de Mexico, durante el Formativo, otros arque6ogos como Kent Flannery lo han aplicado a regio-es como el valle de Oaxaca durante el Formativo edio, en que el sitio de San jose Mogote fungla :omo captador de Ia produccion diversificada de as aldeas circundantes, ademas de proporcionar - 'la serie de artesan las especializadas al sistema. De esta situacion inicial se pueden desarrollar :'OS alternativas, segun Flannery y Coe (1972:274): a) Un sistema de redistribucion circular, en el -.Je un centro acumulativo local capta bienes diersificados, que posteriormente seran redistribui::os a las aldeas de Ia red. Flannery y Coe conside,C fl esta alternativa pertinente a Ia informacion del

2. Modelo de "control vertical" de pisos altitudinales. Ya hemos expuesto las caracterlsticas de este modelo, propuesto por Murra para analizar Ia econom(a andina tradicional, dominada por relaciones rec(procas. Esta segunda alternativa marcarla una tendencia hacia Ia auto-suficiencia economica, mientras que del primer modelo se desprenden procesos de especializacion productiva y, por ende, de complementacion. B) Zonas de recursos limitados y relativamente homogeneos {como Ia llanura sur de Mesopotamia y las Tierras Bajas Mayas). Para estos casos tendr(amos el desarrollo de Ia redistribucion asimetrica que permite a instituciones como el templo, especialmente en Ia Mesopotamia proto-hist6rica, concentrar Ia produccion excedentaria de grano para mantener a sus especialistas y para asegurar el abastecimiento de materias primas al6ctonas, algunas basicas para Ia produccion, por medio de emisarios que entran en redes de intercambio a larga distancia con grupos mas cercanos a los yacimientos (que, en el caso del Cercano Oriente, se encuentran en Iran, Anatolia, Siria y Palestina). Estas materias pueden canalizarse a Ia produccion de instr!Jmentos de trabajo, as( como de armas y bienes de prestigio. Las herramientas pueden ingresar al circuito de Ia redistribuci6n, como hemos indicado para el caso del templo de Khafajah, mientras que los ultimos podr(an circular en esferas restringidas. Flannery y Coe (op. clt.:279) han aplicado este modelo a las Tierras Bajas Mayas. El malz producido por los agricultores es canalizado al centro regional, no para Ia redistribuci6n de linajes de productores de alimentos en otras areas, sino a linajes

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implicados en proporcional servicios: canteros, lapidarios, bur6cratas, artesanos, etc. Recordemos el caso de los Oudh, en Ia India. Podemos suponer tambien que los proructos inexistentes en el area fuesen obtenidos por emisarios de Ia elite que muy pronto pudieron convertirse en comerciantes. De cada una de estas condiciones iniciales podrian derivarse las siguientes Ifneas de transform acion: A1. El modelo de simbiosis economica del Centro de Mexico paso de una etapa de escala local, al desarrollo de Ia centralizacion a escala regional (incluyendo toda Ia Cuenca de Mexico). Podemos pensar que Teotihuacan pudo originarse como un gran centro redistribuidor de Ia produccion de Ia cuenca. Aprovechando su funcion de centro religioso, Ia teocracia podrfa haber concentrado Ia produccion excedentaria y canalizarla a los diversos especialistas, en un sistema de redistribucion asimetrica. Sin embargo, a nivel macro-regional, no es remota Ia posibilidad de que sitios como Kaminaljuyu fuesen colonias teotihuacanas "al estilo andino", dedicadas a Ia concentracion de bienes inexistentes en Ia Cuenca de Mexico. El modelo hidraulico propuesto originalmente por Sanders para explicar el surgimiento de Teotihuacan, a travcs de Ia intensificacion de Ia produccion por medio del riego, con el fin de alimentar a una poblacion enorme, podria ser contrastado contra Ia posibilidad de que Teotihuacan fungiese como centralizador de Ia produccion diversificada de Ia Cuenca de Mexico. La expansion en Ia escala de control de recursos permitiria una afluencia de bienes mas variada y extensa. Debido a Ia inexistencia de indicadores de coercion y uso de Ia fuerza, en las zonas de producci6n, descartamos Ia proposicion de algunos investigadores en el sentido de que Teotihuacan ya era un estado tributario. AI desintegrarse el patron de centralizaci6n del Clasico del altiplano, prolifera, por un lado, el desarrollo del sistema de mercado, ademas de que se inicia el patron tributario, reemplazando al sistema de redistribucion, y por el otro, se inicia el comercio a larga distancia de los pochteca, en substituci6n al patron teotihuacano de colonizacion. El hecho de que estos desarrollos esten centrados en el palacio, y ya no en el templo, noes una mera casualidad. A2. El modelo de "control vertical" de las comunidades andinas hubiese derivado en unidades socio-pol (ticas regionales, a no ser porIa superposicion del sistema redistributivo estatal incaico, y su control sistematico de Ia fuerza de trabajo (siguien-

JULIO 1983 do patrones ya existentes al interior de las comunidades). El curaca (cacique local) fungio como vfncu· lo entre el Estado y los ayllu. Para epocas preincaicas consideramos que Tia· huanaco pudo iniciar Ia expansion del control verti· cal hasta zonas cos teras, no solo para obtener recursos marinos, sino para expander las areas de cultivo de mafz. Siendo el caso inca un caso de "estado secundario", es a traves del estudio de casos como Tiahuanaco que podr(amos vislumbrar el origen de este sistema. Por desgracia, las investigaciones referentes a esta epoca nose han abordado con estas perspectivas. B. En relacion a Mesopotamia, podemos iniciar Ia secuencia en los sistemas de redistribucion circular del norte de Mesopotamia, durante tiempos neo1fticos, quiza control ados por el consejo de ancianos, como en el caso de los Gouro. Sin embargo, con Ia expansion de los asentamientos a Ia llanura sur se inician los sistemas de redistribuci6n asimetrica controlados por el templo. Si bien los organos de decision de Ia comunidad1 como el consejo de ancianos y Ia asamblea de ciudadanos, estan presentes a nivel local, el templo funge como una institucion que coordina Ia labor de especialistas de diversas In doles, que solo pueden deber su existencia a Ia redistribucion. La autoridad polltica y el control economico estan separados. A fines del tercer milenio a.C. surge otro polo de poder, fundamentalmente politico en sus inicios, centrado en el palacio. Pronto, esta institucion capta un circuito propio de centralizaci6n y almaccnamiento de bienes (que no revierte a Ia comunidad), y a Ia larga, centraliza las esferas de decision polftica, elimina Ia participacion de Ia asamblea para Ia elecci6n de los cargos mas importantes, y restringe el poder a una familia que pronto adquiri6 prerrogativas divinas. Ademas los botines de guerra y Ia apropiacion de sectores marginates dan un nuevo contenido a Ia riqueza. Templo y palacio coexisten y compiten por bienes y tierras. Estos fenomenos internos quiza restaron fuerza a Ia posibilidad de expansion de las ciudades-estado, a pesar de que el surgimiento de Ia tecnologia del bronce y de Ia rueda ya habian permeado hasta las esferas pol fticas. Es solo hasta Ia invasion acadia que contamos con un ejemplo de Estado territoria, multi-etnico, basado en Ia enajenacion sistematica y coercitiva del excedente de las provincias. De un modelo de simbiosis economica y de especializacion inter-comunal bien pueden surgir asentamientos urbanos tan grandes, como Teotihuacan, al expander Ia escala del modelo original, y conver-

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se en capitales. Por otro lado, de un modelo rela· o a areas de recursos relativamente homogeneos emergen varias entidades semejantes entre sf (ciu· dades-estado sumerias, centros mayas) que, a nivel ~lltico, son independientes, y a lo sumo llegan a constituir confederaciones de caracter temporal. Es en Ia redistribuci6n asimetrica que encontra· r:nos el embrion de todos estos desarrollos, a pesar de que, dependiendo de los recursos disponibles y organizacion economica que hace frente a su apro· p1acion, podemos tener lfneas un tanto divergentes. BIB LIOGRAFIA Adams, Robert McC. 1955 "Developmental Stages in Ancient Mesopo· tamia"; reprinted from Steward, julian H. (ed.): Irrigation Civilizations. A Comparati· ve Study; Pan American Union; Washington, pp. 6-18. 1960 "Early Civilizations, Subsistence and Envi· ronment"; en Kraeling. Carl H. and Robert M. Adams (eds.): City lnvencible. A Sym· posium on Urbanization and Cultural De· velopment in the Ancient Near East; The University of Chicago Press; Chicago, pp. 269·295. 1960b " Factors influencing the rise of Civilization in the alluvium: illustrated by Mesopotamia"; En Kraeling op. cit: pp. 24-34. I-I dams, Robert McC. and Hans j. Nissen 972 The Uruk Countryside. The Natural Sett· ing of Urban Societies; The University of Chicago Press; Chicago. Alberti, Giorgio y Enrique Mayer (compiladores) 974 Reciprocidad e lntercamblo en los Andes Peruanos; (Peru Problema num. 12); lnsti· tuto de Estudios Peruanos; Lima. ~illas, Pedro 968 "Urban Revolution: the Concept of Civil i· zation", reprinted from the International Encyclopedia of the Social Sciences; The MacMillan Company and the Free Press; pp. 218·21. 'lens, J. Stephen !'"~7 "1 0. Theory Building and the Study of Evo· lutionary Process in Complex Society"; en Binford, Lewis R. (ed.): For Theory BuildIng in Archaeology; (Studies in Archeology); Academic Press; New York, pp. 353-384.

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11/zotion. The 1; W. W. Nor-

ex Societies: A Trial Forof Early CiviChonge, Uniana, pp. 178f the State: A 4nt/quity vol. for American 464-470. Production In 1; (Anthropolseum of Anlichigan; Ann

los enunciados generales de Ia llamada "hipotesis demografica" para explicar el origen del Estado proceden del antropologo Robert Carneiro (1970). Este proceso tiene como trasfondo dos condiciones: una poblacion en constante aumento, y Ia e"istencia de terrenos aptos para el cultivo y de zonas de concentracion de recursos (de caza, pesca, recoleccion), circunscritos a sectores bien definidos de una region. A un determinado punto de: crecimiento demografico, dichos sectores de ,teres para Ia subsistencia son motivo de conflict 1s constantes. La competencia por ellos origina ue algunos grupos conquisten a otros, estableciendose una relacion de tipo tributario entre vencedor y vencido. Por medio de estos mecanismos aumentarla progresivamente el tamai\o de as unidades pollticas, asl como su grado de compie. dad y de centralizacion. Por lo tanto, el p·oceso se resume en un recorrido por Ia siguienn. secuencia de niveles de organizacion: Ia aldea, cacicazgo, el reino y el imperio. Los dos ultios quedarlan incorporados dentro de Ia definiciOn de Estado que propone Carneiro, a saber: cna unidad pol ltica autonoma, que incluye a nr as comunidades dentro de su territorio, y que tle:-e un gobierno centralizado con poder para recabar impuestos, reclutar hombres para el trabajo o Ia guerra, y decretar y hacer cumplir eyes. Un refinamiento de este modelo ha sido presentado por David Webster (1975), quien anade, tro de las condiciones iniciales, que Ia poblan en aumento a que hemos aludido debe estar segmentada en una serie de "sociedades jerarqui1:45' , organizadas por jefes con funciones redisibutivas, atributivas, rituales y militares, como

respuesta a las tensiones originadas por Ia limitacion de recursos. Sin embargo, dichas sociedades no deben ser consideradas, en general, como etapas evolutivas en el camino inevitable al Estado temprano. Segun Webster, el concepto de "circunscripcion am bien tal" que em plea Carneiro es inapropiado para el analisis de varias areas (Mesopotamia, Mesoamerica, el norte de China) donde se desarrollan estados arcaicos, ya que, en torno a las zonas de potencial agricola y demografico alto, existen zonas marginales que representan una posibilidad de eleccion en momentos de tension. Por otra parte, existen casos de ambientes circunscritos (en regiones de Ia Polinesia, por ejemplo) en que no se generaron organizaciones estatales (prestando atencion a Ia definicion de dichos investigadores). Cuando Ia alternativa de fision y ocupacion de sectores marginales ya no es viable, se pueden elegir los siguientes caminos: aceptar niveles de vida cada vez mas bajos (que, a los ojos de Webster, no es una buena eleccion), instituir controles demograficos internos efectivos (generalmente indeseable), adoptar tecnicas agrlcolas mas intensivas (solucion a largo plazo) o aquirir recursos productivos basicos adicionales por medio de Ia guerra, medida inmediata para algunas areas. Sin embargo, Ia expansion del nucleo original tendda exito al pretender penetrar en las zonas marginates. Mas alia de este punto, las constantes tensiones y conflictos provocarfarn exitos militares temporales y ocasionales, y no Ia conquista de un cacicazgo por otro, como pretende Carneiro (Ibid. 467). Las zonas marginales incorporadas at territorio del cacicazgo quedarfan fuera de Ia jurisdicci6n de los grupos de parentesco. Por to tanto, se rl)!'!"~r-

20 BOLETIN DE ANTROPOLOGIA AMERICANA • 7 tirfan en recursos monopolizados por los adminis· tradores del alto ran go y, de ah f, en fuente de prestigio, riqueza y poder. Es asf como Webster introduce una faceta nueva al modelo de Carneiro La guerra redimensiona el elemento riqueza, a disposici6n del jefe, ya que este elemento esta ahora representado por bienes productivos basicos (tierra o agua), cuyo abastecimiento es escaso. La siguiente etapa del proceso implica que Ia riqueza sea objeto de redistribuci6n restringida, beneficiando a parientes cercanos del jefe (exagcrando, por ende, las formas antes incipientes de estratificaci6n social) oaindividuos descontentos.Recordemos a este respecto las ideas de Marx (1974:69-70,72). En relaci6n a las comunidades de pastores indica lo siguiente: "Por eso es Ia guerra uno de los trabajos mas originarios de todas estas entidades comunita· rias naturales, tanto para Ia afirmaci6n de Ia propiedad como para Ia nueva adquisici6n de esta." Anade que " ... all I don de cada uno de los individuos puede poseer un cierto numero de acres de tierra, ya el mero aumento de Ia poblaci6n constituye un impedimento. Para superarlo se haec necesario Ia colonizaci6n y esta hace necesaria Ia guerra de conquista". Sin embargo, a juicio de Webster, Ia guerra fue una soluci6n poco efectiva a los problemas de limi· taci6n de recursos y de crecimiento demografico. La existencia de estructuras pol iticas efectivas permiti6 nuevas soluciones adaptativas, como Ia intensificaci6n agricola y Ia especializaci6n econ6mica, que fortalecieron las jerarqu ias existentes y proporcionaron nuevos pretextos para Ia persistencia de hostilidades. Resumiendo Ia posici6n de Webster (Ibid. .470), podemos senalar que, si bien dicho autor no propone a Ia guerra como causa "unica ", si Ia considera el estfmulo del surgimiento de instituciones incipientes de tipo estatal y el agente de preservaci6n de estas, hasta que adquieran otras funciones "con valor adaptativo" (por ejemplo, Ia administraci6n de Ia agricultura intensiva o el comercio), que aseguren su supervivencia. A este punto de Ia exposici6n conviene introducir una llamada de aclaraci6n que Webster (1976: 815,818-19) y otros investigadores han hecho sobre los conceptos de guerra y militarismo. El primer termino designa Ia existencia de conflictos organizados entre los grupos humanos de una region. El segundo, una clase particular de guerra: Ia expansionista, intrusiva, a gran escala, caracte-

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rfstica de los estados "bien desarrollados ". Pues bien, los "estados teocraticos tempranos", a pesar de ofrecer algunas evidencias de hostilidades (sobre todo, de incursiones), no eran expansionistas. La concentraci6n efectiva de fuerza flsica coercitiva estaba ausente, ademas del hecho de que las poblaciones eran general mente mas reducidas, mas concentradas y menos diferenciadas internamente que en las etapas tard ias. Aun cuando existiese inestabilidad provocada por Ia afluencia de aspirantes a las posiciones altas, los levantamientos no estuvieron dirigidos a eliminar las instituciones jerarquicas sino a mantenerlas. El fen6meno del militarismo ha sido considerado crucial para Ia "Era de los lmperios Multiestatales" de Steward (1972: 194-96), en que los monarcas emprenden conquistas a gran escala de territories vastos. Dicho autor vincula este factor con Ia urbanizaci6n clara de los a)entamientos. Sin embargo, antes de esta era esta aquella de los "Estados Florecientes Regionales", en que ex is ten ya organizaciones estatales multrcomunales, pero que parecen equivaler al modelo denominado "tcocratico ". Aun cuando Ia ciudad ya esta presente en esta ultima (en Ia forma de centros administrativos, productores, ceremoniales ode intercambio), tienc un caracter diverso a Ia ciudad amurallada de Ia era subsiguiente. Uno de los procesos a que dirigiremos nuestra atenci6n sera precisamente el establecimiento de los "estados teocraticos ", ya que, si hemos en tendido correctamen te, son precisamente estos los casos prfstinos, es decir, aquellos que se han dcsarrollado sui generis a partir de condiciones puramente locales, sin que, en su trasfondo hist6rico, pueda discernirse Ia intervenci6n de alguna entidad estatal (Fried 1974:38). Recordemos tambien que el factor guerra noes tan evidente en estos como en los estados denominados "militaristas ". Sigu iendo a Fried, mencionaremos que Ia "hip6tesis de Ia beligerancia" puede ser de relevancia (no por ello de explicaci6n) en Ia discusi6n de casos especiales de formaci6n de "estados secundarios ". Uno de los casos mas tempranos de estado primario, el de Mesopotamia, ha sido utilizado como ejemplo para ilustrar esta hip6tesis. Contamos con tres proposiciones principales, que son derivaciones del modelo de Carneiro La mas ortodoxa fue propuesta por Cuyler Young (1972). Dicho investrgador define a Mesopotamia como una unidad geografica "circunscrita" (no entendemos bien que criterios toma en cuenta para hacer este seiialamiento), en que Ia poblaci6n presenta, entre 6 000

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considerada comodamente como variable independiente, como pretenden Boserup (1965) y seguido· res. El crecimiento demografico sigue siendo el agente principal, pero se introduce un nuevo factor, considerado como crucial en el proceso de urbanizacion de Mesopotamia: en un momenta dado, se abandona el ramal oriental del Eufrates y Ia poblacion se mueve hacia occidente, cerca del nuevo lecho. Este desplazamiento aglutina aun mas a Ia poblacion, reduciendo Ia tierra disponible. De nuevo se plantea que Ia unica salida es Ia de intensificar el uso de Ia tierra, Ia red econ6mica y Ia organizacion social(?). Sin embargo, el sistema de grandes unidades de asentamiento ya no es eficiente, de ah f que los sitios mas gran des se des in· tegren en favor de un patron disperso de pequenas aldeas en el territorio. Esto permitida, de nuevo, un aumento demografico, y nuevos intentos de intensificacion a nivel del intercambio y de Ia especializacion artesanal. La competencia por bienes y tierra es tan intensa que Ia guerra se torna un fenomeno comun y mejor organizado. En Iugar de "migrar" o "intensificar" algun ele· mento del sistema, conviene ahora hacer frente a los conflictos de manera directa. Los centros de poblacion estcin ahora constituidos sobre Ia base del intercambio y de· Ia actividad militar, y debido a este hecho, no es conveniente afrontar estas nuevas alternativas con un patron de asen· tamiento disperso, por lo que Ia resultante obvia serla Ia aparici6n de ciudades. Por ultimo, Robert McC. Adams (1972: 62-63) comparte el esq_ueleto central de los modelos expuestos anteriormente, indicando que el proceso de Ia "revoluci6n urbana" en Ia Baja Mesopotamia probablemente fue disparado por un aumento masivo de Ia poblaci6n, debido a una redistribucion de esta, durante el periodo Uruk. La competencia sobre recursos se dirigi6 principalmente al agua de regad fo. Adams pro pone que los efectos de dichos eventos sean analizados, no solo a nivel intercomunal (con consecuencias como Ia presencia de constantes hostilidades bel icas, que desembocarlan en Ia aparicion de ciudades-estado amuralladas), sino tambien a nivel intracomunal (es decir, sus efectos en Ia estratificaci6n social, que provocar(an a Ia larga el surgimiento de superestructuras pollticas estatales). Adams (1966: 9-10) destaca que dichos fenomenos no fueron sincr6nicos, ya que, en primer Iugar, se formarfa una sociedad estratificada en clases (constituidas a partir de grados diferenciados de acceso a los medios de producci6n) y, por ende, surgiria el Estado como forma pol ftica. Mas

22 BOLETIN DE ANTROPOLOGIA AMERICANA • 7 tarde aparecerian los conglomerados verdadera· mente urbanos. Esta distincion, que pretende discriminar entre dos momentos distintos, esta claramente definida en el pensamiento de Adams (1955b: 8,1960:278, 280), al contraponer Ia era "Fioreciente" (periodos Ubaid tardio a jemdet Nasr), en que se fragua Ia "sociedad urbana" estratificada, con Ia cual coin· cide el surgimiento del Estado y el desarrollo de Ia "civilizacion", con Ia era "Dinastica" (periodo Dinastico Temprano), en que Ia organizacion polltica gira en torno al control de las fuerzas coercitivas seculares, y en Ia cual se manifiestan las primeras ciudades, en un clima de acciones militares reiteradas, y bajo el estlmulo de factores desequilibrantes como el nomadismo (1966:19). Service (1975:225) comparte esta distincion, y anade que los dos tipos de guerra que se presentan durante el Dincistico Temprano son: entre vecinos rivales en competencia (en Ia que una ciudad vence a otra y Ia hace su tributaria temporal), y entre sedentarios y nomadas por las frecuentes correrlas de estos ultimos (Ibid.: 215). Segun dicho autor, Ia guerra y los medios mili· tares pueden estar relacionados con nuevas formas de dominio pol ltico de algunas sociedades sobre otras, especialmente si hay algun grado de diferenciaci6n regional en los recursos y de especializacion tecnol6gica, conectadas a traves de mecanismos de intercambio y de redistribucion debidamente administrados. Sin embargo, el Estado, como institucion represiva basada en Ia fuerza secular, no es un equivalente de Ia civilizaci6n en sus desarrollos clcisicos y primarios (Ibid.: 307-8). Con esta misma tonica, Krader (1977:1b) destaca que, aunque ninguna teoda del Estado puede eliminar el factor de Ia fuerza coercitiva, el poder no es el punto inicial ni final de Ia teoda. Tanto el Estado como su poder son derivados de las relaciones entre Ia "sociedad civil" y Ia econom Ia. En todo caso, cabda el considerar a las hostilidades producto del uso de dicho poder como condiciones externas a Ia formacion y desarrollo del Estado. Antes de abordar el problema de los indicadores arqueol6gicos que entran en juego en Ia hipotesis que nos atane en este trabajo, recordemos brevemente que el concepto de "circunscripcion am· biental" no es aplicable, en general, al caso de Mesopotamia ni al de Mesoamerica. Si quisieramos ser mas especlficos y referirlo a una zona determi· nada tendrfamos que contar con suficientes datos para hacer una reconstrucci6n tentativa del ambiente para el momento que estemos analizando.

JULIO 1983 1. Los factores demograficos.· Son cuatro los parametros que tenemos que discutir: el calculo del numero de habitantes de un sitio o de una region, Ia densidad de Ia poblacion, el aumento demografico y Ia presion de Ia poblacion sobre los recursos. a. Calculos de poblacion.- En casi todos los reconocimientos de superficie practicados en areas como Mesopotamia, se ha intentado calcular el tamaiio de Ia poblacion, primero de los sitios, despues de Ia region. Los investigadores que siguen esta "metodologla" quedan muy conformes al evaluar el numero de habitantes a traves de Ia extension de los materiales de superficie de un determinado momento, en el primer caso, y del numero de sitios localizados en superficie, por periodo, en el segundo. Adams (1962b: 20-21) propone adem as medidas compensadoras para estos computos, senalando que las cifras de los sitios sean limitadas al ultimo periodo de ocupacion (el mas cercano a Ia superficie, y, por ende, el mejor representado). AI calcular aquellas de Indole regional, se sugiere emplear las dimensiones maximas de los sitios para todos los periodos, hecho que nivcla el efecto de los asentamientos enterrados bajo los sedimentos aluviales. Antes de proseguir con otros elementos utilizados para cuantificar Ia poblacion, senalamos, siguiendo a Oates (1972:301 ), que sin excavaci6n es imposible establecer los llmites del asentamiento, sobre todo cuando tiene arriba estratos de otras epocas. Recordemos todos los agentes que afectan Ia distribucion y densidad de los materiale) de superficie. Para los asentamientos urbanos, no sabemos que proporcion del area fue destinada a uso residencial, en contraposicion a sectores de basureros, corrales, huertos y jardines (Adams y Nissen 1972:30). Por otro Iado, a nivel regional, pesan sobre nosotros los problemas de los Indices diagn6sticos y, por ende, de Ia contemporaneidad entre los sitios. Adams y Nissen (foe. cit.) destacan que un mapa de asentamientos antiguos puede resumir varias etapas de un proceso historico en marcha. Por lo tanto, seda erroneo calcular Ia poblacion total de un conglomerado de poblados por Ia mera adicion de las poblaciones maximas de cada sitio. Ademas se ignorarfa Ia posibilidad de ocupacion dclica. Por esto consideramos que este camino noes adecuado para estimar

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LA HIPOTESIS DEMOGRAFICA Y EL ORIGEN DEL ESTADO 23 Ia poblaci6n, y los calculos que de el proceden no guardan una relacion palpable con Ia realidad. Otros parametres que han sido tom ados en cuenta para este fin son, entre otros: el numero de mariscos consumidos, metates usados o cuartos ocupados. Estas tecnicas presuponen, segun Cohen (1975:471), una relacion fija (a menudo, no especificada) entre Ia unidad del parametro y el numero de individuos, relacion que, en muchos casos, puede ser puesta en duda. El arqueologo no sabe si el indicador que esti considerando ha sido recuperado totalmente. Por otro lado, para los sitios excavados del Cercano Oriente, se ha tornado como Indice principal el numero de casas de adobe. Sin embargo, Oates (foe. cit.) hace una llamada de atencion en relacion a Ia vida media de este tipo de construcciones. Se considera que el promedio es de 20 alios, aunque puede llegar a un maximo de 40 alios. Actualmente se ha observado que, cuando Ia vivienda empieza a deteriorarse, se reemplaza por otra, en otro sector del asentamiento, por lo cual Ia aldea tiende a moverse alrededor del area total ocupada, pero en ningun momento se habita toda Ia superficie a un tiempo. b. Densidad de habitantes.- Childe (1973: 44) ha sefialado que este factor esti determinado por el abastecimiento de alimentos, a su vez limitado por Ia disponibilidad de recursos naturales, las tecnicas de explotacion del ambiente, y los medios tanto de transporte como de almacenamiento al alcance. Tam bien considera que el horizonte llamado "Civilizacion" tiene como caracterfstica una cierta densidad y un determinado tamafio de los asentamientos. Por otra parte, Adams {1955b:12) considera que, durante el periodo Ubaid, se acelero el ritmo de concentracion de Ia poblaci6n (y, por lo tanto, de densidad) debido al efecto de las tecnicas de regad fo en relacion al proceso de urbanizaci6n. El cl (max se present6 durante el periodo Jemdet Nasr en que, en Ia region de Uruk-Warka y de otros centros similares, Ia densidad alcanzo un maximo debido al proceso de abandono rural. Generalmente los calculos de densidad proceden de una evaluacion del numero de hectireas de tierra cultivada o poblada, o de territorio asignado a las unidades sociales que lo habitan. No existen medios de comprobaci6n de esta instancia. En otras oca-

siones se utilizan las cifras actuales de densidad y se aplican, sin miramientos, a Ia informacion del pasado. Adams y Nissen {Ibid.: 28:30) estan conscientes de los serios problemas a que se enfrentan al calcular Ia densidad a traves de datos de superficie. Sin embargo, prefieren arriesgarse en esta tarea ya que, a su parecer, solo asf se pueden aprehender fen6menos cruciales, como el tamafio de Ia poblaci6n urbana y Ia intensidad en el uso de Ia tierra. Nuestra opinion obviamente va en contra de este tipo de ideas. Siendo Ia densidad una medida que relaciona poblacion y superficie habitada o cultivada, y ya que ambos parametros practicamente estin en el aire, Ia medida de densidades una construcci6n ideal. c. Aumento demografico.- Se han propuesto diversos mecanismos que explican el crecimiento de Ia poblacion en distintos mementos del pasado de Mesopotamia. Por ejemplo, Childe (1973-43-45) menciona que, en tiempos neol fticos, el aumento demografico se puede palpar en Ia multiplicaci6n de los asentamientos. El fenomeno que esti acaeciendo es que, en el momento en que Ia poblacion au menta por encima dell (mite que puede ser mantenido por Ia tierra disponible, el excedente demografico funda un poblado nuevo. Adams (1955b :12) sefiala que, en Ia Alta Mesopotamia, el numero maximo de poblados se alcanza durante el periodo Ubaid. En tiempos posteriores, uno de los efectos de Ia "revolucion urbana" fue tam bien un aumento demografico dramatico en los grupos afectados por los cambios en Ia estructura econ6mica y en Ia organizacion social. En este caso, segun Childe, el fen6meno puede ser observado en el mayor numero de personas viviendo en las areas construidas. En relaci6n a este ultimo punto, Tosi (1978) considera que el incremento demografico es funcional al desarrollo de una economla excedentaria solo en territories altamente productivds, donde dicho aumento este vinculado a una "densificacion" de Ia poblacion, a Ia concentraci6n de los medios de produccion, a una especializaci6n funcional irreversible al interno de Ia comunidad, y a Ia existencia de intercambio regional. El efecto ulterior es observado en Ia estratificacion social. Otra explicacion del aumento demografi-

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co en relaci6n a Ia gestaci6n de form as sociales nuevas es aquella propuesta por Athens (1977: 366), quien estipula que en ambientes aridos o templados, en que es necesario llevar a cabo varias actividades agrlcolas al mismo tiempo, se procede a expander Ia fuerza de trabajo fami liar. Un incremento en el numero de individuos de una familia permitirfa un mayor abastecimiento de alimentos que, a Ia larga, producirfa cambios orientados hacia una intensificaci6n en los sistemas social y tecnol6gico. Otra posibilidad mas yace en un proceso de migraci6n de grupos (posiblemente de las montafias) a Ia llanura aluvial, en Ia conver· si6n de grupos de cazadores, pescadores, recolectores o pastores a Ia vida sedentaria, etcetera. (Adams 1972b. 741 ). En relaci6n al aumento masivo de asenta· mientos durante el periodo Uruk tard fo, Adams, en un momento temprano de su pensamiento (1955b), consideraba compro· bado este a traves del incremento en los

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JULIO 1983 sitios de este periodo que yacen sobre suelo virgen (implicando asf Ia colonizaciOn de nuevos territorios), as I como ampliaciones de los recintos sagrados; posteriormente (1962:62-63) sefiala que nose puede documentar satisfactoriamente su importancia para el momento que nos atafie ni su relaci6n con el urbanismo. En sfntesis, los indicadores que han sido tornados en cuenta para evaluar este para· metro son: una comparaci6n entre el numero total de sitios y las cifras de asentamiento nuevos, asignados a periodos sucesivos, Ia magnitud de los edificios publicos, el numero de tumbas en los cementerios. Del primero ya hemos hablado extensamente. En relaci6n al segundo, mientras no se tenga una idea precisa de Ia composici6n de los sistemas sociales que estamos estudiando, y de Ia relaci6n entre los asenta·

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LA HIPOTESIS DEMOGRAFICA Y EL ORIGEN DEL ESTADO 25 mientos que pertenecen a un mismo sistema. no podremos determinar si el tamafio creciente de un edificio implica un aumento demogratico o Ia mayor participaci6n de otros sectores sociales (del centro en cuesti6n ode las aldeas circundantes) en las labores de Ia construccion. En cuanto a Ia cuantificacion del total de tumbas de un determinado periodo, en relacion a las de otro, debemos estar seguros: de que hemos analizado todo el cementerio, de que todos los entierros asignados a un periodo son contemporaneos y de que dicha necropolis es el unico sector donde se dispone de los muertos del asentamiento en cuestion (es decir, que no haya entierros bajo los pisos de las casas, en los patios o alrededor de los templos, y que los individuos de las aldeas vecinas no entierren a sus parientes en el centro mayor). d. Presion sobre los recursos.· En el modeto general se ha insistido en que el desequilibrio entre poblacion y recursos ocasion6 hostilidad entre los grupos de una region, al entrar en competencia. Aquellos que han aplicado esta hipotesis al caso de Mesopotamia creen reconocer este fenomeno a traves de Ia observacion de un supuesto aumento demografico en Uruk tard fo, el incremento en Ia densidad de los centros de jemdet Nasr, y Ia circunvalacion de las ciudades y villas mas importantes del Dinastico Temprano! I, considerando estos fenomenos como parte de una sola secuencia de eventos. Resulta asl que Ia presion sobre los recursos es una inferencia de segundo orden y no una relacion entre indicadores directos. Cohen (1975: 472-74) ha propuesto algunos elementos que podrfan dar luz sobre este tipo de fenomenos, referidos especialmente a grupos de cazadores-recolectores. En general, sefiala que un desequilibrio entre poblacion y recursos puede ser causado por una variedad de factores (entre ellos, variaciones climaticas), desvinculadas del crecimiento demografico per se. Algunos de los indicadores que propone giran en torno a cam bios en los patrones de subsistencia, implicando Ia explotacion de nuevos nichos y recursos de caracter marginal ode menor prestigio dentro de Ia dieta, lo cual, por el momento, no ha sido considerado para Mesopotoamia. Steward (1972b: 206) sugiere que los Ifmites en productividad fueron impuestos por el abastecimiento de agua, y cuando se alcanzaron estos, se desarrollaron presiones demo-

grificas dentro de cada estado, originando competencia por recursos y productos. Esto pretende explicar el crecimiento de imperios durante su "Era de las Conquistas Cfclicas". En primer Iugar, dudamos de Ia primera premisa, ya que no conocemos las condiciones imperantes en Ia llanura aluvial y deltaica de Mesopotamia durante los periodos en cuestion, ademas de que existieron otros factores que impusieron Ifmites drasticos a Ia productividad. Hablamos de Ia salinizaci6n de los sectores meridionales de Ia Baja Mesopotamia y su consecuente abandono. Por otra parte, consideramos de suma importancia traer a colaci6n una consideraci6n de Service (1975: 215,278), quien se pregunta si Ia escasez de recursos provocarla siempre competencia por estos. Teniendo en mente ciertos elementos de Ia organizacion de los cacicazgos, una alternativa viable serfa Ia planeacion redistributiva y Ia cooperacion a escala mayor (por ejemplo, a traves de Ia especializaci6n). Cita tam bien el caso de estados como el de Teotihuacan o el de Tiahuanaco en que, a su parecer, se producirfa una "simbiosis economica" a traves del intercambio planificado de los productos mas importantes. Estamos de acuerdo en tomar en cuenta esta alternativa, y podrfamos pensar que es una soluci6n factible para los cacicazgos complejos y los "estados teocraticos". Sin embargo, en el momento que aparecen figuras competitivas, tanto por el poder como por Ia riqueza y el territorio, como el rey y su palacio, Ia escasez de recursos, si se present6, incit6 seguramente a las conquistas y a las hostilidades. Por lo tanto, poddamos proponer que, ya que no sabemos si existi6 o no tal escasez de recursos (no conocemos siquiera Ia distribuci6n y extension de las franjas de tierra cultivable), dirijamos nuestra atencion a los problemas de integracion en los tipos de sociedad a que hemos hecho alusion, y tratemos de explicar el proceso de surgimiento de los diversos focos de poder. 2. El problema de Ia guerra.- Durante el estudio de algunos casos etnograticos de "sociedades de linaje" en Africa, ciertos antropologos han observado que los motivos de guerra son: el rapto de mujeres (que es considerado como un elemento de restauracion del equilibrio demografico o como un fen6meno de "reciprocidad negativa"), Ia adquisicion de cautivos (para aumentar el po-

26 BOLETIN DE ANTROPOLOGIA AMERICANA • 7 tencial de Ia fuerza de trabajo), actividades de pillaje y busqueda de botfn, o el restablecimiento del orden necesario para reanudar las relaciones de intercambio. Sin embargo, nunca Ia razon fue Ia conquista territorial ni el deseo de esclavizar toda una tribu. Segun Terray (1975: 85), uno de los elementos que hizo factible, por primera vez, el control centralizado de Ia fuerza militar en estos grupos, fue el aprovechamiento de recursos metalfferos, debido a que estos estan distribuidos en forma desigual, y los procesos de manufactura en que estan implicados son relativamente complejos. En relacion a estas ideas podemos diferenciar claramente los motivos arriba mencionados de aquellos que caracterizan del Dinastico Temprano II en adelante, y que culminan con el primer caso palpable de estado territorial en Mesopotamia: el imperio acadio, en que se aglutinan grupos etnicos diversos bajo una sola jurisdiccion pol ftica y economica, y que, segun McNeill, surge mediante una explotacion exitosa de las posiciones estrategicas entre civilizacion y barbarie (Service 1975:316). lnrnediatamente antes del periodo de dominacion acadia en Mesopotamia, podrfamos pensar en varias causas de hostilidades, algunas de las cuales ya fueron citadas. Por ejemplo, siguiendo a Adams (1973:361-62), podemos sefialar Ia creciente riqueza de los templos, que ofrecio un estfmulo mayor a las actividades militares. Los reyes compiten por el control para lograr Ia expansion de Ia riqueza y de Ia autoridad real a expensas del templo. Un fenomeno contemporaneo es Ia creciente heterogeneidad de Ia sociedad, que decrecerla Ia efectividad de las sanciones puramente religiosas en Ia administracion de los asuntos de Ia comunidad. Otra razon de conflictos es Ia adquisicion de cautivos de guerra. Las primeras menciones datan de tiempos acadios. Sin embargo, no podemos descartar que anteriormente se extrajese una porcion de Ia poblacion vencida, siempre extranjera en relacion a los sumerios, tanto de caracter civil como guerrera, con el fin de canalizarla tanto a palacios del rey y de sus oficiales, como al templo, para cumplir tareas de servicio o artesanales (las mujeres, en el tejido), pero nunca en Ia produccion de alimentos (Gelb 1972: 81, 85-86). Los grupos pertenecientes a Ia etnia sumeria no pod fan ser reducidos a tal condici6n. Otra causa mas fue el enfrentamiento continuo entre nomadas y sedentarios, especialmente en las zonas lim ftrofes con el desierto o Ia sierra. Una de las razones de encuentros armados podrfa ser, segun Rowton (1976:8-9), el negar a los nomadas

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los terrenos cubiertos de pastizales durante el verano, estacion en Ia que se vefan obligados a sacar a sus ovejas de las estepas aridas. Durante el II milenio a. C. se tienen evidencias del empleo de grupos de nomadas en el ejercito de Mari, a cambio del uso de los campos. Otra alternativa podrla ser Ia creciente desertizacion que obligo a que las tribus de los desiertos y montafias se moviesen hacia las zonas agrfcolas de las tierras bajas. Siguiendo Ia idea de Terray, podrfamos agregar que el advenimiento de Ia tecnologfa del bronce crco una demanda sobre armas e instrumentos mas resistentes, pero que depend fan de un abastecimiento de estafio, debido a lo esporadico de los yacimientos (dondequiera que estos se hallasen). lncluso podrfamos extender aun mas Ia causa de conflictos al entrometimiento de grupos extrafios en las redes de intercambio de materias primas inertes, tan escasas en Mesopotamia. Hablemos ahora de algunos de los indicadores elegidos para servir como prueba de algunos casos de confl icto. Podrfamos empezar mencionando una prueba tangible de Ia de?truccion de un asentamiento: los niveles de incendio y de saqueo. Otra serfa Ia existencia profusa de armas diferentes de los instrumentos de caza, es decir, las cabezas de maza y los proyectiles de honda, en los tiempos predinasticos, y las armas de metal en tiempos posteriores. No debemos olvidar las medidas defensivas de algunas aldeas y villas de Ia Alta Mesopotamia, asf como las murallas de defensa de las ciudades del sur. Por otro !ado, Adams (1955b) sefiala que, para el sur, las evidencias certeras de guerra se inician desde el "Protoliterario" (periodos Uruk tard (o y jemdet Nasr), y son patentes en Ia profusion de armas de cobre, las representaciones en los sellos (escenas de cautivos de guerra o del rey en el campo de batalla), amen del amurallamiento de templos y palacios. Durante el Dinastico Temprano, los indicadores pueden ser extrafdos de los textos, en los que se relatan conflictos entre las ciudades-estado por territorios fronterizos . Para dicho periodo, Childe (1968: 182) agrega Ia informacion de los carros de combate tirados por asnos que, cuando aparecen como ofrenda funeraria, podrfan simbolizar Ia encarnaci6n del Estado (en tanto que fuerza coercitiva) en una dinasta humano. Por otra parte, tambien Ia distribuci6n de los asentamientos de este periodo ha sido considerada como transformada en respuesta a presiones polftico-militares, sobre todo en relacion al abandono rural y a Ia concentracion de Ia poblaci6n en los centros mayores. Tambien se ha considerado que el hecho de que se reconozcan

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LA HIPOTESIS DEMOGRAFICA Y EL ORIGEN DEL ESTADO 27 esferas de influencia territorial claramente delimi:adas podrfa representar Ia concentraci6n crecien:; de poder economico y Ia posibilidad de rivalizar con centres vecinos. En este caso, las pugnas serfan ei resultado de Ia yuxtaposicion parcial de las "es,:cras de influencia" (Nissen 1972: 794-95) . Ya que tenemos distintos odenes de fenomenos, ~usas posibles e indicadores, deberfamos ser capa:es de deslindar claramente los ambitos de afectacion de cada uno. En primer Iugar, consideramos ~ue los procedimientos seguidos hasta el presente :>ara calcular los distintos parametres demograficos ~o permiten esta labor. En segundo Iugar, como Service (1975 :304) indica, evidencias de accion ...,ilitar o de violencia se encuentran esporadica:nente en cualquler nivel. Por lo tanto, no es facil ~tribuir a este elemento una funcion de disparador del proceso, ademas de que es practicamente im:>osible determinar Ia causa de los conflictos, basandose unicamente en indicadores arqueologicos. Webster (1975: 465-66) ha tratado de demos:rar que, cuando se presentan condiciones de ·nestabi lidad al interior de los cacicazgos, debido al :ontrol difuso de Ia fuerza coercitiva, y se toma Ia fa de Ia expansion territorial (con Ia consecuente ~·milacion de nuevos elementos, a los cuales es ; ;;fcil subordinar polftica y economicamente), lo :ue emerge es un cacicazgo mas grande y qu iza -,;is fragil, pero no un Estado. En relacion a Ia manufactura de armas, no ':-odemos decir si es o no un indicador confiable,

mientras esta produccion no sea evaluada en proporcion a los otros 6rdenes de manufactura. Por ultimo, el problema de Ia riqueza como estfmulo del militarismo creciente debe ser conside· rado con mas calma. Webster ha mencionado que en los cacicazgos Ia acumulacion de riqueza se vc restringida por las obligaciones de redistribuci6n del jefe hacia sus parientes. En el otro extreme vemos a los re.yes de tiempos muy posteriores emprendiendo campafias para adquirir botfn por medio del saqueo de los palacios y templos de otras ciudades, es decir, envueltos en un afan desmedido por aumentar su autoridad a traves de Ia riqueza. Entre estos dos mementos, hallamos a Ia institucion del templo con sus actividades de redistribucion y su posible control sobre el abastecimiento de materias primas al6ctonas inertes. lCuanto se puede hablar de acumulaci6n de riqueza en este memento? Bibliograffa

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