Manuel Tufró - Tres momentos de la enunciación antipolítica

June 19, 2017 | Autor: Manuel Tufró | Categoría: Discourse Analysis, Análisis del Discurso, Discurso Politico, Antipolitics
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Descripción

EL BARRIO, EL MERCADO Y EL CUARTEL. TRES MOMENTOS DE LA ENUNCIACIÓN
ANTIPOLÍTICA.

.





Manuel Tufró


Doctorando en Ciencias Sociales
Facultad de Ciencias Sociales
Universidad de Buenos Aires


La cuestión más amplia que se trata aquí, el proyecto general en el
cual se inscribe este trabajo, es la búsqueda de elementos comunes en un
cierto número de discuros, así como un rastreo genealógico de los mismos.
Estos discursos circulan ampliamente en nuestra sociedad; por comodidad o
pereza podríamos simplemente llamarlos "discursos antipolíticos". Pero esta
etiqueta se presta a confusiones: no existen, en efecto, discursos
antipolíticos que no sean a su vez políticos. De lo que se trata más bien
es de describir un tipo de posicionamiento discursivo, un aparato de
enunciación que puede ser, y es, retomado por discursos muy diversos entre
sí. La operación básica de esta forma enunciativa consiste en proponer una
división discursiva del campo social en dos colectivos: por un lado, un
colectivo general que abarca a casi todos los miembros de la sociedad
(distintos apelativos han designado a este colectivo general, en los
últimos tiempos el más común ha sido "la gente"); por el otro, un colectivo
que resulta excluido de esa totalidad: "los políticos". Esta exclusión
funda la unidad del colectivo general. Este esquema ha sido reapropiado y
actualizado, en diferentes contextos, por discursos tanto de "izquierda"
como de "derecha", si es que esta distinción se puede seguir sosteniendo en
un campo de intercambios discursivos que incluye tanto a partidos políticos
como a medios masivos de comunicación y organizaciones sociales cuyos
discursos suelen presentar un grado de asistematicidad que impone
relativizar las clasificaciones dicotómicas.
Aclarada (¿o no?) la cuestión general, cabe dar un paso más para
delimitar el tema específico de este trabajo. Dentro de los discursos que
fundan identidades colectivas a través de la exclusión de los políticos,
existen algunos que condenan a la mencionada "clase política" pero no
reniegan de la actividad política. Es el caso, por ejemplo, de las primeras
organizaciones piqueteras (Auyero, 2001). Otros discursos, los que nos
interesarán aquí, provocan un desplazamiento que lleva de la condena a los
políticos hacia la condena a la política como actividad, en tanto que las
prácticas del propio colectivo son construidas como diferentes de la
actividad política, y por eso mismo legítimas, asociadas a un supuesto
"bien común". Desde el punto de vista enunciativo, esto requiere una serie
de malabarismos retóricos que tienen como objetivo la construcción de un
cierto espacio simbólico, que sería el espacio en el cual se ubica el
enunciador, desde el cual habla y del cual extrae su legitimidad. El
objetivo de este trabajo es describir y analizar, a través de un recorrido
esquemático, tres de esos espacios que, al ser construidos como "no
políticos" permiten al enunciador en cuestión presentar su discurso no como
la expresión de un interés particular sino más bien como la encarnación del
bien común.

El Barrio, o el borramiento del conflicto en la vida cotidiana
El reclamo por mayor seguridad ha sido, en los últimos años, uno de los
temas más moviizantes de la agenda social. Diferentes sectores de la
sociedad civil se han organizado para reclamar a las autoridades, pero
también para actuar sin esperar las respuestas de los representantes del
Estado. La mayor parte de las agrupaciones y asociaciones surgidas al calor
del reclamo por seguridad se definen a sí mismas, y describen su accionar,
como "no político". Y esto es posible, desde el punto de vista enunciativo,
porque los actores que en los últimos años han hecho del reclamo de
seguridad su bandera construyen su lugar de enunciación a partir de una
doble exclusión. El primer límite es el que divide al "buen vecino" del
"delincuente" (Daroqui, 2004). El segundo es aquel que diferencia entre
actividades políticas y no políticas. Trataremos de establecer de qué
manera un discurso que trata sobre un asunto eminentemente político como lo
es la seguridad puede presentarse como "apolítico".
Muchas de estas asociaciones trabajan sobre una figura territorial
específica: el barrio. Éste es construido a partir de una asociación con
una serie de valores, prácticas repetitivas y concepciones identitarias
esencialistas. Además, el barrio ocupa un lugar fundamental a la hora de
construir un relato sobre la nación:
"Nosotros, a través de la Asociación de Amigos de la
Avenida San Martín lo que tratamos es de recuperar lo que
en su momento hizo grande a este país, que fue el pequeño
lugar que es el barrio, buscar lo mejor que tenemos que es
el material humano...somos típico barrio, son barrios con
pertenencia propia, con arraigos, con cosas que lo mueven
todos los días a saludarse con el vecino, de tener eso, de
que sigan las mismas familias viviendo de tanta cantidad de
años, por tercera o cuarta o quinta generación en esta
zona, eso es lo principal. Cuando vos tenés una esencia
puesta en el lugar." (Presidente de la Asoc. Amigos de la
Av. San Martín[i])

El testimonio pertenece al presidente de la Asociación de Amigos de la
Avenida San Martín. Se trata de una organización de vecinos y
comerciantes de la zona de Paternal reunidos en un principio en torno a
la preocupación por la inseguridad, en el año 2002. Luego su actividad se
diversificó, y hoy buscan asemejarse, según sus propias palabras, a una
"sociedad de fomento" (tema sobre el que volveremos). En el discurso de
los miembros de esta agrupación, el barrio pasa a ser un lugar desde el
cual es posible extraer legitimiadad, por dos razones fundamentales: 1)
Porque se trata de un espacio que, a diferencia de la política, no está
cruzado por antagonismos, y 2) Porque los valores intrínsecos a la vida
barrial funcionarían como una suerte de antídoto contra los vicios de la
política. Entonces, hablar desde el barrio no sólo implica enunciar una
palabra verdadera, no interesada, sino que también es una oportunidad de
empezar a construir otras formas de participación, porque el barrio está
más allá (o más acá) de las antinomias políticas:
"En nuestra asociación tenés peronistas, radicales, de
izquierda, de derecha, pero nos juntamos con el mismo
objetivo que es tratar de cambiar esto, unirnos hacia ese
bien... La Asociación es una Sociedad de Fomento, ¿está?,
compuesta por diferentes individuos. Esos individuos tienen
raza, credo, religión, no se... pensamiento político...
tienen todo. Pero todos tienen que ver con el mismo barrio.
Cuando vos luchás en el barrio vos no podés formar sectas"
(Integrante de la Asoc. De Amigos de la Av. San Martín).
Algunos de los integrantes de esta asociación reconocen que la actividad
que llevan adelante es, efectivamente, política:
"(Política es) Lo que estamos haciendo ahora. Siempre se
metió en la cabeza de la sociedad que la política es mala.
No, la política no es mala. Sin política no se puede hacer
nada. Lo que es malo es que uno deje espacio para que otros
ocupen" (op. cit.)
Pero este reconocimiento puede darse únicamente luego de haber redefinido
el sentido del término "política", introduciendo ciertas modificaciones y
distinciones conceptuales:
"Volver a recuperar la política que es esto. Pero no a
través del partido político. A través de la sociedad. La
política tiene que ver con el espíritu y las ganas de todo
esto, de que queremos buscar algo siempre mejor. Esa es la
política. Es el disertar... es lo que nos pasa en nuestra
asociación, te estoy diciendo que hay peronistas,
radicales, y vos venís a una reunión nuestra y no vas a
encontrar gritos, no vas a encontrar nada, porque no
hablamos de política partidaria. El significado de cada uno
de nosotros, cuando está en la reunión, en la comisión, no
se habla de los peronistas o lo radicales, hablamos del
barrio, es el bien común que tenemos entre todos. Eso era
lo que me inculcaron mis abuelos a mí, que era la Sociedad
de Fomento". (Presidente de la Asoc. Amigos de la Av. San
Martín).
Resulta muy interesante pensar la posibilidad de la emergencia de nuevos /
viejos sentidos en relación al término "política", sentidos que pueden
acompañar, legitimar y dar racionalidad a formas originales de movilización
y participación. Es decir, no se pone aquí en duda el carácter altamente
positivo de muchas de las actividades de estas agrupaciones vecinales. Sin
embargo, no se pueden dejar de señalar ciertos riesgos que entraña la
construcción de una "política no política", política "de la sociedad" y no
"de los políticos". La política de los políticos es gritos, desunión,
interés particular. La política de la sociedad es unirse por el bien común.
Este segundo tipo de política, que aparece en este discurso como el único
que puede salvar a nuestra sociedad, hoy en día sólo podría encontrarse en
el barrio. (REEMPLAZAR CASTEL POR ESPOSITO: inmunizar por seguridad) Ese
modelo de acción social es el que ha dado origen, en contextos de
migraciones masivas y conflicto intercultural, a asociaciones de proximidad
que se alejan del modelo del partido político. Un ejemplo es la mafia, otro
es la Sociedad de Fomento. Percibido como una forma de organización cuya
dinámica excluye el conflicto y favorece la cooperación, la Sociedad de
Fomento es postulada como una alternativa política válida:
"Mirá, yo te voy a decir cómo es. En la Asociación tenés
peronistas, tenés radicales, tenés de todo, izquierda,
derecha... Pero nosotros cuando estamos en la asociación no
hacemos política partidaria. Hacemos política social. Eso
es la Sociedad de Fomento. La Sociedad de Fomento es cuando
se juntan los vecinos hacia un mismo fin, que es buscar el
bienestar en común. Cuando vos hacés política partidaria
estás bajando un concepto de ideología (sic), y dentro de
una sociedad está bien que haya varias ideologías, porque
es parte de la sociedad. Pero vos no tenés que trabajar
ideológicamente hacia cambiar la acción social. La Sociedad
de Fomento es eso: buscar gente de diferentes ideologías
para buscar el bien en común. La única forma para poder
cambiarlo es que, sin partido político, simplemente desde
la vocación de servicio de cada uno, nos juntemos buscando
un cambio en esta sociedad que tenemos hoy" (Presidente de
la Asoc. Amigos de la Av. San Martín)
La idea de llevar el modelo de la Sociedad de Fomento a nivel de la esfera
pública, de la política general, forma parte de una trama discursiva que
pareciera afirmar que el conflicto es un fenómeno contingente de la vida
social y, por lo tanto, eliminable. No es extraño que circulen este tipo de
construcciones en los discursos del sentido común, ya que también son
moneda corriente en discursos políticos y mediáticos de la más diversa
índole. Cada vez que se reclama, desde diversos lugares, que nuestro país
necesita un "Pacto de la Moncloa" o algo por el estilo, se está haciendo un
llamado a la unidad que supone el carácter espurio y artificial de los
intereses sectoriales de los diversos grupos sociales. La lucha hegemónica
requiere esta mentira, prometer el fin de las antinomias y el antagonismo.
Cuando el espacio de lo cotidano es construido y percibido como una zona
"naturalmente" libre de conflictos, se transforma en un lugar de
legitimación muy potente para discursos que buscan borrar el antagonismo.
Aquellos actores que hacen de lo cotidiano su espacio simbólico de
posicionamiento enunciativo y de legitimación están muy interesados en
negar el potencial carácter conflictivo de la vida cotidiana. El conflicto,
en forma de robo, secuestro o piquete, es aquello que viene a afectar la
cotidianeidad. La idea de "cotidianeidad" como espacio autónomo, separado
de las tensiones sociales (el ámbito de lo "privado") es una intuición que
posee mucha fuerza en el sentido común, y se ha transformado en un recurso
retórico central en las construcciones mediáticas sobre el delito y la
inseguridad. Pero tampoco el analista escapa siempre a la trampa de lo
cotidiano. Los etnometodólogos, por ejemplo, fundan su objeto de estudio a
partir de una diferenciación entre la "interacción ordinaria y cotidiana",
considerada el medio de interacción predominante en el mundo, y la
"interacción institucionalizada", en la cual, reconocen, la gama de
acciones posibles para el actor se encuentra limitada por la imposición de
marcos de participación discriminatorios (Heritage, 1988). Esta distinción
retoma, sin problematización alguna, la construcción que el propio sentido
común hace de la cotidianeidad. Reguillo (1998), siguiendo a la
etnometodología, propone pensar a la vida cotidiana como un espacio
construido a partir de la certeza del carácter repetitivo y natural de
ciertas prácticas. Pero la autora también indica que este espacio es
central a la hora de analizar tanto la reproducción como la innovación
social. Necesariamente, entonces, lo cotidiano será un espacio que también
está cruzado por discursos y prácticas institucionales, relaciones
microfísicas de antagonismo que pueden o no ser producidas o articuladas
por estrategias más globales. Tanto la reproducción como la innovación
social no pueden ser pensadas por fuera de relaciones de poder. Horowicz:
Barrio como último bastión de la resistencia peronista, barrio como lugar
de movilización en la dictadura. En momentos de represión se politiza??
El valor de autenticidad que se asigna a lo barrial al entrar en
colisión con represetaciones de la política como mentira, pasa a ser
produccion de enunciados verdaderos.
"El barrio aparece como un símbolo en contextos donde se intentan
destacar determinados valores considerados positivos, como las relaciones
primarias, la tradicionalidad, la autenticidad, (...), la solidaridad(...)"
(Gravano, 2003 : 11).



El Mercado, o la crítica económica de la política

- AMBITO
Como podemos observar, el locutor llega a posicionarse como intérprete o
traductor del discurso de los especialistas y los organismos financieros,
lo cual nos informa también sobre el estatus que el discurso de estos
actores adquiere en el propio discurso de Ámbito Financiero, ya que, como
señala Maingueneau (1999b : 188) el acto mismo de interpretar un discurso
lo coloca en un lugar de mayor jerarquía en relación a los otros discursos.
Al construirse como intérprete, el locutor no sólo se coloca en el lugar
del "saber" y se diferencia de aquel otro grupo "ignorante", sino que se
presenta como ocupando un lugar destacado en el campo periodístico, más
cercano al del especialista que al del periodista raso.
En la edición del viernes 7 de diciembre la principal nota de tapa
lleva el título "El mecado ya está devaluando: 10 a 25%". Encontramos allí
el siguiente fragmento:

"El mercado actúa con la seriedad que no tiene el gobierno. Por caso,
operar entre $ 1,08 (compra) y $ 1,10 (venta) equivale a una
devaluación del 10% que es lo que tendría que devaluar el gobierno..."


Aquí la seriedad parece tener que ver con un cierto ajuste a la realidad,
con tomar conciencia de aquello que es presentado como inevitable y actuar
en consecuencia. La construcción de "el mercado" como un agente no es, ni
mucho menos, privativa de Ámbito Financiero (en ocasiones se lo puede
presentar en plural, como observa Sidicaro en el sintagma "el voto de los
mercados", cfr. Sidicado, 2001 : 73). Pero aquí este agente pasa a ocupar
el lugar vacante de un gobierno "poco serio"[1]. No sólo el mercado es
serio: también son presentadas como serias ciertas medidas:
Lo que observamos aquí (además de un registro de lenguaje casi oral,
por momentos muy confuso) es que para el locutor la política podría
volverse seria y aportar soluciones si adoptara el programa que él mismo
propone, y si deja de ser "especulativamente política". Esto puede
traducirse como "la política debería dejar de ser política", ya que el
esfuerzo que se necesita para la recuperación es un esfuerzo a-político o
más bien, para utiliza un neologismo acuñado por Ámbito Financiero, un
esfuerzo "impolítico":


"¿Pretendemos que haga un tremendo esfuerzo impolítico un gobierno
debilitado encabezado por un presidente sin imagen?" (Ámbito
Financiero, 6-12-2001, p. 2).


"¿Convocarían al que realmente sabe del tema, el radical Ricardo López
Murphy, impolítico para actuar pero acertado cuando quiso imponer
seriedad precisamente para evitar lo que hoy vivimos? No lo
convocarían." (op. cit.).


El eje "serio / poco serio" parecería poder aplicarse a cualquier
actor más allá del terreno en el que se desempeñe. Sin embargo, si la
condición para que la política sea seria es que se vuelva "impolítica",
parecería que todo el campo de la política quedaría del lado de lo "poco
serio", mientras que el locutor, junto a unos pocos políticos serios, los
analistas, los economistas y el mercado quedarían del lado de la seriedad.
Esta condena global de la política nos lleva directamente al tercer eje de
oposiciones que el locutor utiliza para construir su ethos y organizar su
clasificación del mundo.


c) POLITICO / NO POLITICO
Este tercer eje tiene que ver con una serie de rasgos negativos que
el locutor adjudica a las actividades que se relacionan con la militancia
política. Veremos que a estos rasgos negativos se oponen otros positivos
que son presentados como "no políticos". De hecho, como veremos, el solo
hecho de ser calificado como "no político" convierte a un suceso o actor en
un elemento positivo. A través de las operaciones que describimos a
continuación el locutor construye su carácter no político como parte
importante de su ethos.
Comenzaremos por analizar un artículo publicado en la tapa y en las
páginas 6 y 7 de la edición del miércoles 19 de diciembre. El tema de este
artículo es la propuesta del Partido Justicialista de traspasar las
universidades nacionales a la órbita de las provincias. Lo primero que
habría que observar es que podría llamar la atención la cantidad de espacio
dedicado a esta noticia, siendo que en el mismo artículo se reconoce que la
idea

"...es sólo una frase en el documento que elaboró un grupo de
economistas del PJ para que lo firmase Carlos Menem." (Ámbito
Financiero, 19-12-2001 p. 6)

Sin embargo, esto no resulta tan extraño si recordamos que el tema de
las universidades públicas (más bien, el tema de su arancelamiento) era uno
de los que integraba el "programa" propugnado por el locutor. Ya en el
fragmento del artículo que aparece en la tapa, el locutor toma partido a
favor del proyecto al calificar la idea como "audaz", para luego agregar
que el proyecto busca

"...modificar el eje de la politización universitaria, que ha
convertido a las casa de estudio en trincheras de la puja partidaria."
(Ámbito Financiero, op cit,. tapa)

así como también

"una revisión de la capacidad que tienen algunas universidades para
seguir existiendo, al menos con sus características actuales." (Ámbito
Financiero, op. cit. pag. 6)

Las universidades nacionales son presentadas como ineficientes, y su
carácter "político" es presentado como una de las causas de esta
ineficiencia:

"La realidad de las universidades como bastiones políticos ha ayudado
a deteriorarlas" (op. cit. pag.7)

El locutor se posiciona como "no-político", y hacia ese lugar parece
atraer y condensar varios atributos: eficiencia, postura modernizadora (las
universidades nacionales son presentadas como "resabios unitarios del siglo
XIX") y puesta en sintonía con los países más desarrollados (se invoca el
modelo de las universidades de los Estados Unidos, que pertenecen a los
estados y no al gobierno federal). Pasando al tema de los gastos, afirma:

"El peronismo tiene como bestia negra del sistema a la Universidad de
Buenos Aires, que se gasta en forma directa $ 305 millones al año..."
(op. cit.)

La fórmula oral y coloquial "se gasta" indica una valoración por
parte del locutor que coloca al presupuesto de la Universidad de Buenos
Aires en el orden de lo excesivo y casi absurdo. Finalmente, la política
debería ser reemplazada por otra cosa:

"Si la Nación soltase a las universidades de su estructura, el debate
se sinceraría y el sí o no al arancelamiento se convertiría en un
argumento de oportunidad administrativa" (op. cit.)

Administración se opone a política, y toma un valor positivo que
recuerda a aquel de la "seriedad del mercado" analizado más arriba. En todo
caso, el locutor propone (y por lo tanto supone, o quiere hacer suponer, la
existencia de) formas no políticas de asignación de los recursos.
Los otros rasgos que alimentan esta división entre "lo político" y
"lo no-político" los encontramos en aquellos artículos que tratan sobre las
movilizaciones populares y los "cacerolazos" ocurridos el 19 y 20 de
diciembre (que provocaron la renuncia de Fernando De la Rúa y todo su
gabinete) y también del que tuvo lugar el 28 de diciembre de 2001.
En la edición del día jueves 20 de diciembre encontramos los
siguientes fragmentos relativos a los sucesos de la noche anterior:

"...columnas de manifestantes – integradas inclusive por familias
completas, con chicos de corta edad – marchaban a engrosar la protesta
frente a la Casa de Gobierno. La gente obligaba a los militantes de
partidos políticos a bajar sus pancartas partidarias y sólo permitían
que se enarbolaran banderas argentinas" (Ámbito Financiero, 20-12-
2001, pag. 6).


"No eran militantes, no eran activistas. No había dirigentes. Eran
ahorristas preocupados, futuros jubilados angustiados porque el dinero
de las AFJP se transformó en bonos, amas de casa sobrepasadas porque
no saben si hoy podrán hacer las compras..." (op. cit.).


Aquí es observable ya el modelo básico que se repetirá en los artículos
siguientes. El locutor produce una separación entre los militantes, los
"politizados", y el resto, "la gente", presentados como aquellos que
realizan actividades normales (no políticas) y que tienen intereses justos,
casi todos vinculados a qué hacer con el dinero. La protesta de estos
últimos es legítima. El locutor se mantiene en una relación de exterioridad
con ambos grupos (no puede ser parte de "la gente" porque integra el grupo
de "los que más conocen").

"...la mayoría de las calles del microcentro se convirtieron en
peatonales por las que transitaron manifestantes, activistas, pero
sobre todo, ciudadanos enfurecidos." (Ámbito Financiero, 21-12-2001
pag.6).


Aquí es el primer fragmento el que adquiere una valoración negativa,
mientras que el segundo queda connotado de manera positiva. Del lado de "lo
político" quedan los manifestantes y activistas, que son excluidos del
colectivo "ciudadanos". La protesta de éstos últimos es válida, ya que
están "enfurecidos". Esta división es legitimada de la siguiente manera en
otro artículo en el cual se critica a la jueza Servini de Cubría por haber
intentado frenar la represión policial:


"Expertos en inteligencia sostenían que la jueza no había diferenciado
con claridad a los vecinos que protagonizaron el cacerolazo de la
noche anterior de los grupos organizados que llegaron durante el día
en camiones y ómnibus desde el Gran Buenos Aires." (Ámbito Financiero,
21-12-2001, pag. 25)

La invocación a expertos busca encontrar en fuentes no políticas
(que, por otro lado, tampoco son especificadas) una legitimación de la
división entre "la gente" (o sus sinónimos: "ciudadanos", "vecinos",
"familias", es decir, términos que, en una democracia, deberían agrupar a
todos los habitantes de una comunidad) y los grupos organizados,
"políticos", metonímicamente asociados con la violencia y el caos.

En este último fragmento encontramos también que el locutor le otorga una
dimensión geográfica a la división que realiza entre los grupos. Así,
mientras los "grupos organizados" provienen del Gran Buenos Aires,

"La manifestación espontánea de personas de clase media (...) Comenzó
con cacerolazos en los balcones de Belgrano, Palermo, Caballito,
Núñez, Villa Crespo, Almagro y Recoleta..." (Ámbito Financiero, 31-12-
2001, pag. 15).

La protesta legítima, no política, está asociada a los habitantes de
los barrios de clase alta y media alta de la Capital Federal,
presumiblemente aquellos mismos que se interesan por el futuro de su dinero
(es decir, como veremos, uno de los destinatarios privilegiados construidos
por el locutor).
La operación metonímica que liga la actividad militante política con
el vandalismo se vuelve explícita en un fragmento de la tapa de la edición
del lunes 24 de diciembre:

"Es malo para la Argentina que entre la real noche de protesta
espontánea, el 19 de diciembre, sin saqueos (la del día siguiente fue
vandalismo puro con activistas sindicales y fuerzas de choque de la
izquierda)..."

El mismo modelo de oposición es utilizado para informar acerca del
segundo cacerolazo, ocurrido el viernes 28 de diciembre por la noche:

"Un cacerolazo iniciado espontáneamente por familias de clase media
terminó en hecho de inusitada violencia, mucho mayor que la de una
semana antes, motorizados por grupos de activistas que atacaron la
Casa Rosada y el Congreso, y lesionaron seriamente a varios agentes de
la Policía Federal" (Ámbito Financiero, 31-12-2001, pag. 15).


"Se trató, como en la noche del miércoles 19(...) de familias enteras
con sus chicos. No los unía una consigna común, sino el fastidio y la
ira contra los políticos." (op. cit.)


"Después, apenas se insinuó la intervención policial en Plaza de Mayo,
el público común se dispersó rápidamente, y los que quedaron fueron
grupos de jóvenes que iniciaron la violencia" (op. cit.)


Un nuevo elemento se suma al conjunto constituido por militantes-
actiivistas-izquierdas-violencia: los jóvenes. No son jóvenes de cualquier
tipo, sino de clase media baja. Sobre ellos el locutor levanta sospechas:

"Cuando fueron corridos de ahí (...) los jóvenes, con una gimnasia
militante que no se sabe de dónde sale ni quién la organiza..." (op.
cit. pag. 16).

El análisis que el locutor lleva a cabo en el siguiente fragmento
deja muy en claro cuál es la naturaleza de la oposición entre dos grupos
diferenciados, entre dos tipos de protesta, así como las características de
cada uno:

"...hay dos fenómenos distintivos en la jornada del viernes: en primer
lugar, la movilización espontánea de la clase media que se pronuncia
contra todos los políticos sin distinciones y expresa el voto 'bronca'
del 14 de octubre, acentuado por las restricciones financieras y la
mayor recesión económica. En segundo lugar, además de los activistas y
militantes de izquierda, parece haber un espíritu de furia en jóvenes
de clase baja y media baja, que deja la sensación de que en cualquier
momento puede estallar un episodio de violencia." (op. cit.)


La protesta legítima es aquella de "la gente", no politizada, motivada
por los únicos intereses que parecen ser válidos, ya que no están manchados
de "especulación política": los intereses financieros. Por otro lado, la
protesta espontánea y pacífica es la de la clase media, mientras que los
jóvenes que tienen un "espíritu de furia" son de clase media y media baja.
"La economía sigue a la política, y si la segunda es débil es
inevitable que la primera fracase." (21-12-2001, p. 25).


Aquí "la economía" está colocada en posición de tema, aparece como el
agente, sin embargo el verbo "sigue" supone una relación de subordinación
con la política. El resultado de esta operación en términos de efecto de
sentido tiene que ver con el hecho de deslindar las responsabilidades de la
economía. El locutor otorga al enunciado una modalidad alética de necesidad
a partir de la presencia del término inevitable que califica a la relación
entre la consecuencia (fracaso de la economía) y su causa (debilidad de la
política). Esta es una de las formas recurrente en que se plantea la
relación economía-política en Ámbito Financiero: diremos que, según este
modelo, la política afecta a la economía, que de este modo se transforma en
paciente, sufre el impacto, pero no tiene ninguna responsabilidad en la
crisis. Esta fórmula también puede expresarse a partir de la acción de
individuos que poseen la cualidad de ser "de la economía" o "de la
política". El título del artículo en el cual aparece el último fragmento
citado es "Un gobierno poblado de economistas". Lo que este artículo busca
explicar es la razón por la cual un gobierno como el de Fernando de la Rúa,
integrado mayormente por economistas, fracasa en el manejo de la economía
del país. La tesis que sostiene el locutor la encontramos sintetizada en el
siguiente pasaje:

"Uno a uno estos funcionarios fueron fracasando en sus ministerios, en
la mayoría de los casos por no tener apoyo político para los planes y
propuestas." (21-12-2001, p. 25).

El término "funcionarios" establece una relación catafórica con su co-
referente y antecedente, el "economistas" del título del artículo. Aquí el
modelo es el mismo: la consecuencia (fracaso de los funcionarios-
economistas) se explica por una causa (falta de apoyo político, nótese la
nominalización que oculta al agente, descargando la culpa no sobre ciertos
dirigentes sino sobre la política en general). Nos encontramos aquí ante el
procedimiento argumentativo que consiste en ocultar la causa de origen:
"Ocurre a veces que [un interlocutor] se defiende haciendo valer una causa
inmediata que sirve de protección a una causa más profunda, una causa de
origen" (Marafioti et al., 1997: 268). En efecto, cabría aquí la pregunta:
¿por qué los funcionarios-economistas no obtuvieron apoyo político? Pero
eso implicaría seguramente poner sobre la mesa de discusión la naturaleza
de los planes y propuestas de los economistas. Estos planes son los que
resultan salvados en esta estrategia argumentativa en la cual los mismos
desaparecen del debate.
Observemos que este modelo que plantea Ámbito Financiero en un
período que es denominado "de crisis" permite concentrar las culpas en el
único "agente" presente en el discurso. En Ámbito el locutor plantea el
carácter de no-agente de la economía, su capacidad de ser afectada por la
política. Como veremos más adelante, esta relación asimétrica entre
política y economía es considerada una de las causas de la crisis. Por lo
tanto, el locutor exige en su discurso una inversión de esta relación:

"...este cambio resuelto más con criterio político que económico por
el Parlamento será un chasco más..." (24-12-2001, p. 2).


"Esta solución, meramente política, no da idea de estabilidad, ni
siquiera de segura continuidad para inversiones o arriesgar consumos
con endeudamiento en cuotas." (24-12-2001, p.2).

Antes, como vimos, se afirmaba que "si la política es débil, fracasa
la economía". Ahora se exige dejar de lado el criterio político y adoptar
el económico, postulando una jerarquía entre ambos: primero hay que pensar
en la economía. El adverbio modalizador "meramente" presupone la
insuficiencia de la política. Tomando la oposición entre política y
economía como clave de lectura, en el segundo fragmento podemos observar
también qué significa "lo económico" para el locutor: estabilidad,
inversiones, consumo en cuotas.
La relación asimétrica entre política y economía se invierte cuando entra
en escena el tema del saber. Hay algunos que saben de economía y no de
política:

"...la cuidadosa ausencia de la muchachada de FIEL, no demasiado
permeable a las experiencias políticas..." (17-12-2001, p. 4).

Los integrantes de la consultora económica FIEL, vinculados a Ricardo
López Murphy, son presentados como "impermeables" a las experiencias
políticas. Sin embrago los economistas también tienen su saber específico:

"En el encuentro [de los integrantes de la Alianza] no estuvo
permitido hacer propuestas: sólo se trató de armar argumentos a favor
o en contra de Cavallo y, especialmente, para que los técnicos nutran
de letra a el ala política del grupo." (10-12-2001, p. 24).

"Técnicos" entabla una relación anafórica con "economistas", término
que aparece anteriormente en el artículo:

"[Terragno] convocó al encuentro, del que participaron políticos y
economistas del radicalismo y el Frepaso." (10-12-2001, p. 12).

Entre el agente "técnicos" y el paciente "ala política" se entabla
una relación que tiene que ver con el saber y el no saber. La expresión
"nutrir de letra" puede considerarse un subjetivema, ya que "nutrir" remite
a la acción de un agente sobre un paciente, y "dar letra" tiene que ver con
el hecho de brindar información a alguien que no la posee y que la repite
sin saber lo que significa. Es decir, aquí la relación asimétrica favorece
a los economistas, que poseen el saber. Ahora bien, ¿existe una jerarquía
entre estos dos tipos de saber, el político y el económico? Veamos el
siguiente fragmento:

"Si se decidieran a acercarse más al déficit cero ¿convocarían al que
realmente sabe del tema, el radical Ricardo López Murphy, impolítico
para actuar pero acertado cuando quiso imponer seriedad precisamente
para evitar lo que hoy vivimos?" (6-12-2001, p. 2).

La presencia del conector "pero" nos indica un efecto polifónico, un
enunciador distinto del locutor que afirma que López Murphy carece del
saber político para actuar. El locutor lo concede, pero a continuación
sostiene que ese actuar "impolítico" es acertado. El saber que él posee
(sobre el déficit cero) está del lado de la seriedad. Si ser impolítico es
ser serio, ser político es ser poco serio, y parece dibujarse una relación
causa-consecuencia entre "lo que hoy vivimos" y la causa: la poca seriedad,
aquello que quiso evitar López Murphy. Por lo tanto el saber económico es
el que se necesita para salir de la crisis.

La construcción de la política como espacio autónomo tiene que ver con
una serie de operaciones discursivas tendientes a definir a la política
como un lugar, demarcado y diferenciado. Dicha construcción se presenta de
diferentes formas, siendo la más común aquella que adjudica las
características de lo político a un sector de la sociedad, presentado en
general a partir del sintagma la clase política.
El ejemplo más claro de este tipo de construcción es el siguiente
titular, publicado en la tapa de la edición del día 10 de diciembre:


"Surgen soluciones desde la política".

La presencia del deíctico de espacio desde indica claramente la
construcción de la política (de toda ella, retomando la operación
metonímica descripta en el apartado anterior) como un lugar.
Por otro lado, lo político queda reducido a ser el carácter de las
motivaciones de los gobiernos de turno.
Las motivaciones políticas se vuelven especialmente nefastas cuando
"contagian" actividades que estarían fuera de su espacio. Hemos visto ya el
fragmento en el que un lector del diario postulaba que "la política" había
capturado al poder judicial. Veamos ahora estos dos pasajes:

"Lo curioso es que la propuesta del abogado [Ricardo Monner Sans] es
funcional políticamente a la aspiración de allegados al nuevo
presidente..." (27-12-2001, p. 12).


"El abogado [Salvucci] – cuyo planteo jurídico coincide con objetivos
políticos de Carlos Ruckauf y otros sectores del PJ –..." (31-12-2001,
p. 16).

En ambos casos se hace notar lo que está oculto: la relación entre lo
visible (planteos jurídicos) y aquello que está oculto: los intereses
políticos.

"Lo que está fallando es que los técnicos como Cavallo se inclinan a
una vocación política." (6-12-2001, p. 26).


Encontramos esta afirmación en la entrevista que un periodista de Ámbito
Financiero realiza al ex titular de la DGI. Ya sabemos que "técnicos"
remite a "economistas". Lo que se postula aquí es una causa de los
problemas: que los técnicos se vean "contaminados" por una vocación
política. Hemos visto que en el mismo artículo el entrevistado vinculaba la
política con la magia, lo poco serio, etc. Cuando los técnicos, que están
del lado de la seriedad, del hacer las cosas bien, se "contagian" de la
política, comienzan los problemas. A la inversa, cuando un técnico puro
reemplaza a un político, puede esperarse que las cosas comiencen a hacerse
seriamente:


"De modo que a diferencia de las últimas gestiones, ahora desembarca
en este clave organismo estatal [la ANSeS] un técnico sin
vinculaciones políticas de comité. Por lo que se espera que encare el
saneamiento de la estructura de la ANSeS y elimine los mecanismos
fraudulentos..." (7-12-2001, p. 8).
"O sea, acá los mismos políticos que fundieron el país gastando cada
peso que se recaudaba en los últimos años no tienen el menor escrúpulo
en hacernos creer que los que ganan plata o, peor (vuelta a la
xenofobia) los que giran dividendos al exterior son culpables del
fracaso estrepitoso de la convertibilidad." (4-12-2001, p. 18).

La construcción negativa de los políticos queda definida a través de
varias operaciones simultáneas: primero, se define su actuación (gastaron
cada peso) con lo cual se los coloca como responsables de la crisis. Luego
se presenta un argumento que les pertenecería y se lo descalifica como una
mentira ("hacernos creer que..."). Se los asocia con la xenofobia, aunque
esta queda implicitamente definida de una manera muy particular: sería
xenofóbico aquel que se opusiera a que otros saquen el dinero del país
(dinero que es definido a través del subjetivema "dividendos", lo cual
acentúa su carácter de propiedad privada de aquel que lo produjo o lo
ganó).
"... estos políticos creen aún que ésas [las correcciones de fondo
propuestas por el diario] no son las soluciones. Están en la línea de
'repudiar la deuda externa'." (6-12-2001, p. 2).

El locutor pone en escena un enunciador que identifica con "los
políticos", y le hace realizar una afirmación que aparece como absurda,
ligada a ideas viejas ("creen aún"). De aquí se infiere la necesidad de
hacer que los políticos cambien de opinión, pero también la dificultad de
tal tarea. Las ideas de los políticos pueden recibir adjetivaciones aún
peores:

"... casi todos los políticos actuales, de cualquier partido,
privilegian sus intereses y sus cavernarias ideas de política
estatista y 'social' sobre la base del déficit como medio de
gobernar." (6-12-2001, p.2).

Vemos a los políticos nuevamente ligados a actitudes de mala fe
(privilegiar sus intereses) y también a la ignorancia y el atraso
("cavernarias"). Este atraso es también una suerte de incapacidad para
comprender las cosas tales como son, o tales como deberían ser.
"...se conocieron variantes contradictorias, propias del anarquismo en
que se mueve el pensamiento de los políticos en este momento." (12-12-
2001, tapa).

El agente aquí es "el pensamiento de los políticos", aunque en
posición de tema aparece "el anarquismo" (aquí funcionando como
nominalización) para enfatizar la asociación entre políticos y confusión
mental. El efecto de preconstruido de la nominalización permite realizar
una afirmación ("el pensamiento de los políticos se mueve en el
anarquismo") como si simplemente se estuviera recordando un dato de la
realidad ya conocido por todos.
Estamos ya claramente en el terreno de la descalificación, propia del
discurso polémico. Consideramos, con Reale y Vitale (1995), que el discurso
polémico tiene un carácter eminentemente dialógico, de clara finalidad
persuasiva y que sólo existe cuando se construye en el discurso un
adversario. Hemos visto en el apartado 5.1 que el discurso periodístico no
suele asumir esta forma, salvo a través de géneros muy específicos como el
editorial. Como veremos en el próximo capítulo, estas características
polémicas son, en cambio, características del discurso político.
Los últimos ejemplos que presentaremos nos muestran la construcción
de "los políticos" a través de su asociación con metáforas que remiten a
enfermedades o problemas físicos.

"¿Será, como sostienen algunos, que los políticos criollos a través de
las décadas reflejan la mezcla mayoritaria de sagre italiana y
española? Porque algún mal genético en el país tiene que haber para la
continuidad de desastres." (19-12-2001, p. 5).

La pregunta retórica es una figura de la aserción: enfatiza la
afirmación que se está haciendo (Reale y Vitale, 1995: 64), afirmación que
por otro lado es adjudicada a "algunos". El argumento racista relaciona
ahora a los políticos con un "mal genético" producto de la mezcla de dos
razas que aparecen implícitamente como inferiores. Observamos también que
la modalización deóntica del enunciado a partir de la forma "tiene que
haber" implica la necesariedad de una malformación genética. La
"continuidad de desastres" no puede ser explicada en términos sociales.

- NOCION DE MERCADO: LUGAR DE VERIDICCION. O DE PRODUCCION DE ENUNCIADOS
VERDADEROS.


El Cuartel, o




CONCLUSIONES

A estos planteos en torno de la unidad de todos subyacen algunos
elementos autoritarios. Los significantes vacíos nos permiten sostener la
ilusión de que estamos hablando de lo mismo: todos queremos libertad, paz,
seguridad. Sin embargo, hoy en día cualquier proyecto político se juega en
su mayor parte en el cómo, en las formas y las medidas necesarias para
alcanzas ciertos objetivos que, en principio, serían compartidos por gran
parte de la población.
"Ideológicamente yo no puedo hablar cuando tengo una
reunión de comisión de peronismo o de radicalismo, porque
entraríamos en una antinomia que no construiríamos hacia el
barrio, hacia la sociedad de fomento que tenemos que
construir. La única forma de poder es mirar la necesidad.
Hay una biblioteca, peronistas, radicales, todos los que
estamos, vamos a luchar por la biblioteca. ¿Qué hace falta?
Rampas para discapacitados, vamos a luchar por eso.
Radicales y peronistas. La diferencia es la acción social.
No hay otra. Yo por lo menos... que alguien venga y me
demuestre que hay otra forma. Yo no la creo. Hoy pongo las
manos en el fuego, no creo que haya otra solución que la
acción social, de la cultura, de la salud, de la educación,
de todo eso que a veces parece un discurso, pero no hay
otra. Me parece que nadie puede venir a decir no a la
salud, no a la educación, no a nada. Y las herramientas
para poder llegar a eso no son muchas. No hay otra." ( op.
cit.)
La idea de que "hay una sola manera de hacer las cosas", por mejores
intenciones que abrigue, siempre resultará autoritaria. Se trata de una
concepción que, llevada al extremo, implicaría el fin de la esfera pública
y de la política tal como la conocíamos hasta hace algunos años. Se asemeja
más, efectivamente, a las exigencias de las técnicas de gobierno de tipo
administrativas que se han vuelto hegemónicas en los últimos tiempos, que
sólo pueden funcionar (y mal) en un contexto de ausencia de cualquier clase
de discusión.
la construcción enunciativa del propio lugar, del "nosotros", se lleva a
cabo a partir de la incorporación de elementos discursivos antipolíticos.
De esta manera el antagonismo entre clases o grupos sociales queda ocluido
y desplazado hacia un único gran conflicto que pone frente a frente, por un
lado, a los políticos (y sus intereses) y, por el otro, a la sociedad,
entendida como un todo homogéneo, construida a partir de colectivos como
"la gente" o "los vecinos". En este proceso, la condena no recae solamente
sobre ciertos sujetos (la "clase política") sino que termina por arrastrar
a la política como práctica, identificada con el conflicto y la desunión.
El establecimiento de una clara línea de demarcación entre "prácticas
políticas" y "prácticas no políticas" ("reclamos", "acción solidaria") es
un signo de esta necesidad de construir la propia legitimidad en base a una
caracterización de las propias prácticas como desinteresadas y tendientes
al bien común.
Este posicionamiento enunciativo particular necesita de un espacio en
el cual el enunciado pueda ubicarse, un espacio propio desde el cual emitir
y legitimar sus discursos. Este espacio es la vida cotidiana, el barrio.
Construido como un lugar homogéneo a través de operaciones retóricas y de
prácticas que buscan excluir lo extraño y lo sospechoso, se presenta como
una zona libre de conflictos y por lo tanto una base segura para trabajar
sobre el "bien común", la "solidaridad" u otros significantes vacíos que
carecen de definición operativa. Estas construcciones son retomadas por
los medios masivos, por ejemplo en coberturas en torno a las formas en que
el delito impacta sobre una cotidianeidad permanentemente amenazada. En
esta dinámica de retroalimentación entre discursos de los medios y
discursos del sentido común, la vida cotidiana emerge como un lugar de
legitimación a partir de una cierta experiencia, la de ser vecino, la de
ser "gente". Y esta experiencia es sinónimo de verdad. Michel Foucault
(1996) afirma que, en las sociedades occidentales, la verdad se forma en
ciertos lugares privilegiados. La ciencia es uno de ellos, las prácticas
judiciales son otras. Estos espacios definen tipos de subjetividad y formas
de saber. A manera de hipótesis, sería interesante analizar en qué medida,
a partir de la crisis de ciertas formas de hacer política, lo cotidiano
comienza a transformarse en un espacio de producción de enunciados
verdaderos: el vecino tiene razón porque habla desde el lugar de "vecino",
y no tiene ningún interés espurio. Será necesario también dar cuenta de la
utilización política que se hace de este lugar de verdad.














LA ENUNCIACIÓN ANTIPOLÍTICA EN TRES MOVIMIENTOS, O HABLAR DESDE NINGÚN
LADO.
1- DEL BARRIO. La "gente", organizaciones por la seguridad, familia.
Antipolítica inarticulada. Lugar de verdad (Foucault): vida cotidiana. –
Horowicz, P. 150: El Barrio, último bastión del peronismo del ´56 (y
primero de la reacción contra los militares en el ´83). No siempre
antipolítico.

1- LA CRITICA ECONOMICA DE LA POLÍTICA. Lo obvio: ámbito, partido de los
negocios. Antipolítica militante y sistemática, vaso comunicante
privilegiado durante los ´90 entre las teorías (neo)liberales y el
sentido común. Lugar de verdad: El mercado.
2- LA FÓRMULA PERÓN-VERÓN, O ¿DE DÓNDE VENIMOS? Matrices políticas de la
antipolítica: el vaciamiento observado por Verón en el primer Perón.
Lugar de verdad: El cuartel.
La antipolítica funciona porque ligar dos lugares semejantes:el más acá
(vida privada, cotidiana, mercado) y el más allá (decisionismo, estado de
excepción) de la política.
- Antipolítica: ¿ideología? ¿o estrategia enunciativa (con efectos
ideológicos)? Los actores que sostienen la antipolítica no lo hacen
siempre, aunque comparten algo: el encubrimiento del antagonismo. Pero,
¿eso no lo hace todo discurso político, a excepción de la izquierda en
oposición (cuando llega al poder también lo hace)? Estrategia enunciativa
que emerge con más fuerza en ciertas condiciones históricas de
estructuración del campo político: ¿cuáles? (describirlas desde Bourdieu o
Laclau).


- DELIMITAR QUIEN HABLA Y DE QUE AMBITOS EXTRAE SU DISCURSO. Foucault,
Arqueología...p. 82-90. Quién tiene derecho a hablar, qué jerarquías hay.
De qué ámbitos extrae su discurso (hospital, laboratorio...). Interés: cómo
ese ámbito es una construcción discursiva (además de ser una institución
existente), cómo se construye como un lugar de Verdad en tanto hay Unidad.








BIBLIOGRAFIA


Auyero, Javier (2001), La protesta. Retratos de la beligerancia popular en
la Argentina democrática, Buenos Aires, Libros del Rojas.




Daroqui, Alicia (2004): "Una lectura sobre la 'clase media militante de la
seguridad' ", en en revista electrónica Argumentos nº 4, octubre de 2004.
Disponible en:
http://www.iigg.fsoc.uba.ar/hemeroteca/Argumentos/n04/articulos/daroqui.pdf

Gravano, Ariel (2003): Antropología de lo barrial. Estudios sobre
producción simbólica de la vida urbana, Buenos Aires, Espacio editorial.


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[1] Y en esa fecha (7 de diciembre de 2001) aún estaba en el gobierno
Fernando De la Rúa, lo cual contradice la afirmación realizada algunos días
después acerca del carácter supuestamente "serio" de aquellos que habían
ocupado el poder ejecutivo antes de Adolfo Rodríguez Saá.

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[i] Las entrevistas con los integrantes de la Asociación de Amigos de la
Avenida San Martín fueron realizadas por el autor entre septiembre de 2005
y mayo de 2006.
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