Manuel Durán_Histéricas, sensuales y neurasténicas – Las enfermedades nerviosas y las pasiones violentas en el imaginario médico femenino

June 30, 2017 | Autor: S. La Locura | Categoría: Género, Historia de la Medicina, Histeria, Higienismo
Share Embed


Descripción

10/1/2016

Histéricas, sensuales y neurasténicas – Las enfermedades nerviosas y las pasiones violentas en el imaginario médico femenino

Nuevo Mundo Mundos Nuevos Nouveaux mondes mondes nouveaux - Novo Mundo Mundos Novos - New world New worlds Colloques | 2015 La Locura. Historia, prácticas e instituciones. Siglos XIX­XX – Coord. Silvana Vetö y María José Correa

MANUEL DURÁN SANDOVAL

Histéricas, sensuales y neurasténicas – Las enfermedades nerviosas y las pasiones violentas en el imaginario médico femenino Histéricas, sensuales and neurasténicas – Nerves disorders and violent passions in the medical discourse on women [18/09/2015]

Résumés Español English La histeria desde la perspectiva de género se ha instalado en la mentalidad colectiva, como “sujeto patológico” evidenciando un discurso naturalizado desde los márgenes de la medicalización, constituyendo un modelo de género, moral, psíquico y biológico. En este trabajo analizaremos casos publicados en la Revista Médica de Chile entre 1873 y 1893 como el caso de Sebastián León y los de la clínica del doctor Augusto Orrego Luco, junto a un análisis de los informes de Carmen Marín conocida popularmente como “la endemoniada de Santiago. Para acceder a una perspectiva global abordaremos el texto del médico argentino José Ingenieros “Los accidentes histéricos” (1904), con el objeto de determinar el proceso de http://nuevomundo.revues.org/68307

1/19

10/1/2016

Histéricas, sensuales y neurasténicas – Las enfermedades nerviosas y las pasiones violentas en el imaginario médico femenino

constitución de un imaginario patológico femenino a finales del siglo XIX. Finalmente propondremos un acercamiento a la constitución identitaria femenina en el ámbito de los discursos raciales y nacionales. "Collective mentality" has placed hysteria from a gender perspective as a "pathological subject", showing a naturalize discourse -built from the margins of medicalization-, which has constitute gender, moral, psychological and biological models. In this paper, we analyze several cases published at the Revista  Médica  de  Chile  between 1873 and 1893, such as the case of Sebastian Leon and those of the clinic of Dr. Orrego Luco. We also analyze the famous case of Carmen Marín known as "la  endemoniada  de  Santiago”. To access to a more comprehensive analysis we consider the text of the cutting board Argentine physician José Ingenieros “Hysterical Accidents” in order to determine the process of constitution of a female imaginary disease in the late nineteenth century. Finally we propose an approach to female identity formation in the field of racial and national discourses.

Entrées d’index Keywords : hysteria, history of medicine, social hygiene, gender, devilish Palabras claves : histeria, historia de la medicina, higienismo, género, endemoniadas

Texte intégral

Introducción 1

2

La ciencia se ha constituido discursivamente como agente masculinizante, asociado al poder y la racionalidad. Algunas estudiosas como Evelyn Fox Keller1 han evidenciado este vínculo, considerando a lo excluido como lo femenino, no solo mujeres, sino también lo indígena, lo mágico, lo irracional y la perversión. En este contexto el “hombre de ciencia” y el “médico” se constituyeron en agentes de saberpoder, en oposición a “comadronas”, curanderos, “médicas” y “meicas”, asociados a la superstición y lo popular2. Por su parte, en este paradigma, la mujer solo tuvo una participación como objeto de estudio, inserta en una prolífica literatura médica en torno al cuerpo femenino, en la que no faltaron alusiones estéticas y valóricas desde el deseo masculino. En consecuencia el concepto de histeria se instituyó como imaginario de la femineidad corrupta o patologizada, desde la trasgresión del deseo hasta la locura, en un amplio espectro poco definido3.Y aunque existen diagnósticos de casos masculinos estos se encuentran ligados al ámbito de la feminidad, ya sea por edad (niños o ancianos), por constitución fisiológica (de temperamentos nerviosos y constitución débil), o bien por el traspaso de las normas de género. En este artículo pretendemos establecer el trayecto que asumió el discurso médico sobre la patologización femenina desde su relación con lo místico y sensual, hasta la conformación de las escuelas de enfermedades nerviosas y mentales, constituyendo un modelo identitario biologisista femenino, propenso a la histeria y las enfermedades nerviosas.

Del concepto clásico de la histeria a los saberes médicos de mediados del http://nuevomundo.revues.org/68307

2/19

10/1/2016

Histéricas, sensuales y neurasténicas – Las enfermedades nerviosas y las pasiones violentas en el imaginario médico femenino

siglo XIX 3

4

5

6

7

8

Según da cuenta el escenario médico durante la segunda mitad del siglo XIX se distinguían tres períodos de conocimientos sobre la histeria; el místico/uterino, el nervioso y el interpretativo. El primero evidenciaba una fusión entre lo biológico y el mundo espiritual, donde el cuerpo se correspondía con una serie de manifestaciones invisibles y mágicas dentro del imaginario natural. En el segundo período, inaugurado aproximadamente hacia 1850, la histeria fue considerada una patología dentro del ámbito de las enfermedades nerviosas, persistiendo aún antiguas teorías como el “magnetismo”, en el contexto de fenómenos bizarros que antaño concernían a la acción de espíritus y demonios. En el tercer período, situado entre 1880 y 1910, se asumieron las teorías psicológicas y fisiológicas. Los primeros antecedentes sobre la histeria provienen del texto de platónico de Timeo, asociando la enfermedad a una serie de manifestaciones producidas por el supuesto desplazamiento de la matriz en el cuerpo femenino con el deseo de procrear, cuando no lo conseguía desataba su furia e insatisfacción. Areteo de Capadocia formuló la teoría uterina retomada desde el siglo XVI por médicos como Francisco Augusto Chomel (1789), señalando como centro de estas manifestaciones a las gónadas sexuales femeninas: “de estos hechos preliminares es posible concluir, que el centro radical, o sea el foco de la irritabilidad en que se irradia el histerismo, no puede ser otro que los mismos ovarios”4. Galeno, Recio y Fernet por su parte, atribuyeron la causa de los fenómenos histéricos “á la putrefacción ó depósito del esperma y de la sangre en la matriz,”5, atribuyendo un rol determinante a la simiente masculina en el equilibro de la fisiológica femenina, ya sea en su ausencia o exceso6. Bajo este imaginario los fenómenos histéricos derivados de la sexualidad y la represión del deseo fueron adjudicados al imaginario femenino, estas ideas sobrevivieron hasta mediados del siglo XIX patologizando a aquellas mujeres consideradas viriles, demasiado “activas” en lo sexual o reprimidas. El médico chileno Manuel Antonio Carmona señalaba a este respecto: “El histérico es mas frecuente en las mujeres sanguíneas nerviosas (temperamento reconocido por el doctor García y todos los que la hemos visto), de constitución viril: en que tales histéricas cuyo útero es como la hidra-monstruo, como el único natural demonio que irradia sobre todo el sistema y mui particularmente sobre el cerebro sus quiméricas y vivísimas simpatías; que tales histéricas, principalmente cuando están contenidas o apasionadas…”7. La histeria, por tanto, no solo afectaría a la mujer en su estado fisiológico, sino también en lo moral, vinculando lo sensual con lo místico8: “Entonces la histeria combina, en patológico contubernio, toda la gama extrema de la sensualidad mórbida –  dando así valor á la teoría genital  – con las más inverosímiles manifestaciones religiosas del misticismo satanista”9. Estos exabruptos eran acompañados generalmente de manifestaciones sensuales y arrebatos religiosos que se alternaban en performativas escenificaciones. Estos conceptos develan una tensión entre elementos residuales del discurso clásico sobre la histeria junto a otros emergentes, generando un conocimiento complejo que se adecúa a los "casos" y a los "sujetos". En este contexto se insertan los acontecimientos sobre Carmen Marín, hecho acaecidos a mediados de 1857, cuando la posesa se encontraba recluida en el hospicio de San Borja. Tanto impacto tuvo que los periódicos daban cuenta del alboroto ocasionado para observar el fenómeno. Además se originaron una serie de debates entre el sector religioso y el científico-

http://nuevomundo.revues.org/68307

3/19

10/1/2016

9

10

11

12

Histéricas, sensuales y neurasténicas – Las enfermedades nerviosas y las pasiones violentas en el imaginario médico femenino

liberal consignados en la Revista Católica en los números del 15 y 22 de agosto de 1857, enfrentándose contra columnistas liberales del periódico “Ferrocarril”10. El punto en discusión era justamente si se trataban estas manifestaciones de fenómenos naturales como la histeria o de un caso real de posesión11. En este contexto se publicaron en agosto de 1857 tres artículos en los que se defendía acérrimamente la posibilidad de posesión en el caso de la Marín. En los artículos el autor sostiene su posición en la autoridad de escritores europeos como el alemán M. Gorres autor de una obra titulada La mística divina, natural y diabólica traducida por el francés M. Carlos Saint Fois12. Se intentaba integrar al ámbito místico una serie de manifestaciones no solo espirituales, sino también naturales y físicas: “Yo sé mui bien que, hai costumbre de atribuir o a una imajinacion exaltada, o a una enfermedad, esta clase de fenómenos; i aun se ha encontrado un nombre para designarlo. Que estos estados vayan acompañados ordinariamente de una cierta exaltación del espíritu i de una disposición enfermiza del cuerpo, esto se concibe, i no podría ser de otro modo. Todo estado sobrenatural ¿no consiste, en efecto, precisamente en una elevación, o, si se quiere, en una exaltación e la naturaleza? ¿I cómo los poderes del alma i del cuerpo podrían guardar el equilibrio que mantiene en harmonia, cuando son como arrebatados por un poder estraño i superior? (…) No negamos la enfermedad; pero afirmamos que es una enfermedad sobre natural en su orijen i su principio, en las formas bajo las cuales se produce, en su curso, sus efectos i sus crisis”13. El autor vinculaba las ideas religiosas a las nuevas premisas científicas circundantes como el “magnetismo”: “si el nombre de estado místico os repugna, decid que es efecto del magnetismo, nosotros consentiremos en ello; i esta palabra la adoptaremos de buena gana, siempre que se comprenda bien que es otro jénero que el que se produce ordinariamente; i que el magnetizador en este caso es Dios mismo, si se habla de un estado místico sobre natural, o el demonio en el caso de la posesión diabólica, o la naturaleza en el caso de la májia natural”14. En este contexto de nuevos saberes la Iglesia a veces se opuso al sector científico liberal y en otras intentó insertarse dentro de este discurso, quizás con ese objetivo el presbítero José Raymundo Zisternas solicitó a varios facultativos que observasen los fenómenos, permitiendo hacer algunas observaciones acotadas, mientras el realizaba un pre-exorcismo. En este escenario se originaron fricciones entre los antiguos agentes del poder, representados por la Iglesia, y las nuevas élites de conocimiento del sector médico cientificista. El informe del médico Manuel Antonio Carmona evidencia estas tensiones: “…se apoderó el señor presbítero Zisternas de la enferma, dando a entender bien a las claras, de principio a fin, que su intención principal era patentizar y persuadir, en fuerza del éxito de sus asombrosas experiencias como exorcista, que Carmen Marín no padecía enfermedad natural, sino que estaba poseída del Demonio. No expresó esta creencia con franqueza afirmativa; pero la significó demasiado en todas sus acciones”15. Carmona denunciaba lo que a su criterio eran manipulaciones ejercidas por el presbítero en su calidad de exorcista: “esta fé perfecta que constituye la potencia eficiente del exorcista, lo relaciona e identifica con la exorcizada, ni mas ni menos como el magnetizador con la magnetizada”16. Carmona explica el fenómeno del endemoniamiento mediante la teoría del “magnetismo animal”; en ésta ciertos sujetos seríamos susceptibles a agentes dominantes. Por su parte el clérigo defiende su autoridad argumentando la subordinación que expresaba la posea a lo sagrado y los consagrados. Señala que la Marín solo a él le obedecía, debido a que estaba autorizado por el arzobispo para conducir el ritual17. En este relato podemos apreciar como lo femenino es simplemente un signo

http://nuevomundo.revues.org/68307

4/19

10/1/2016

13

14

15

16

17

Histéricas, sensuales y neurasténicas – Las enfermedades nerviosas y las pasiones violentas en el imaginario médico femenino

intermedio entre dos agencias masculinas, evidenciando su vulnerabilidad. En este proceso también se enfrentó lo popular con lo profesionalizado, ya que según se señala en los informes, la Marín había sido tratada con diversos procedimientos alternativos y populares: sanadores, “brujos o adivinos” y “yerbateras”18, siendo deslegitimado por los médicos tratantes. Este conflicto no es menor, ya que evidencia el proceso de profesionalización y consolidación del paradigma médico científico, excluyendo otros discursos del área de la salud19. Existía además un tercer grupo en el ámbito de la salud bastante respetado socialmente y con conocimientos de la medicina y de la topografía médica, estos eran los médicos homeópatas. Justamente uno de los profesionales que habían sido solicitado para observar a la Marín, el doctor Benito García Fernández era un homeópata, mucho más receptivo a los fenómenos místicos. García, sostenido en las apreciaciones del médico italiano y legista Pablo Zacchias (1584 -1659), “admitia que los melancolicos atraían espíritu maligno, y que después de las ceremonias religiosas, debían curárseles con remedios naturales”20. El doctor Manuel Antonio Carmona, por su parte, desestimaba la tesis de la posesión, adjudicando dichas manifestaciones al estado de represiones sexual y sensibilidad de la paciente21. Las posesas eran un tipo de mujer marginal relacionadas con lo mágico y espiritual también conocidas en Chile como “espirituadas”. Pertenecían usualmente a las clases populares y eran mujeres vulnerables y abandonadas. Este es el caso de Carmen Marín una muchacha pobre, abusada sexual y emocionalmente, con una escasa educación adquirida como interna de las monjas francesas, tiempo en que iniciaron sus manifestaciones: “Carmen Marín mendiga aquejada de extraños sucesos y asilada en el hospicio de San Borja. Temperamento sanguíneo-nervioso, varonil, soltera. Abusada sexualmente o mediante golpes que le propinó su hermano y un abuso relatado por ella de parte de un supuesto amante del cual no se dan más descripciones que ser el hijo de una mujer que la asiló en Valparaíso, este joven según relata la Marín no tendría “intenciones lejitimas” por lo que ella se resistía a sus requerimientos amorosos, ante esto y aprovechando uno de sus ataques fue encerrada en una habitación junto al joven”22. En la descripción clínica el médico Manuel Antonio Carmona la define como varonil y de temperamento sanguíneo-nervioso, características que podrían desajustar su vida emocional y sexual. Según Carmona las “Fijaciones amorosas” de Carmen Marín afloraban en sus ataques calmándose con la lectura del evangelio de “Juan” (el mismo nombre de su amante), debido a la insatisfacción de sus desvaríos amorosos: “de la misma manera la melancolía del amor; las desconfianzas e incertidumbres sobre la posesión de un objeto amado, las sorpresas alegres o tristes, la aflicción, irradiando sus simpatías rápidamente a los órganos del placer, y conmoviéndolos con mas o menos intención su "afectibilidad", pueden concurrir en los ataques de la Marín”23. Carmen Marín evidenciaba los signos de la histeria mística/sensual, de hecho fue en el sagrario de la capilla cuando iniciaron los fenómenos. En su relato señala que al escuchar los ladridos de un perro y la conversación de unos ebrios a extramuros de la capilla, sintió un zumbido en el oído izquierdo, lo que el médico Carmona define como “clavo histérico”, consecuencia del carácter imaginativo de la Marín: “este hecho por si solo ya está probando la influencia misteriosa de la imajinacion, y cuan funesta le ha sido a esta infeliz joven la candorosa creencia en el Diablo”24. Cabe señalar que la imaginación, unida a la simulación son elementos claves del temperamento nervioso-sanguíneo produciendo manifestaciones nerviosas, movimientos involuntarios, visiones y ninfomanía o fuego eróticos. En su propio relato en tercera persona señala: “Carmen vive agradecida de maría, porque está

http://nuevomundo.revues.org/68307

5/19

10/1/2016

Histéricas, sensuales y neurasténicas – Las enfermedades nerviosas y las pasiones violentas en el imaginario médico femenino

recibiendo de ella muchos favores; pero aunque no quiere Carmen ofender a María, (…) se ha de enredar con Juan, y mas tarde con el hijo, por que Carmen no guarda lealtad a nadie… El otro día cuando estaba sentada junto a la mesa, le señalo pascual a Carmen un peso, ofreciéndoselo con disimulo, sin que lo notase nadie, y Carmen no lo tomó, aunque le gusta la plata, porque María estaba allí y podía descubrirla”25. Este relato concede indicios acerca de la autoimagen concebida por estas mujeres, asumiendo las culpas que les imponía el modelo de feminidad.

El carácter femenino nervioso como trasgresión al modelo de género 18

19

20

21

22

Entre 1850 y 1890 aproximadamente se clasificó la histeria como una enfermedad nerviosa26, dividida en tres categorías: uterina, cerebral y del corazón. Esta última se debe, según señala Carmona, a las irradiaciones uterinas relacionadas con las fibras musculares: “Si se remontan a las fibras musculares del corazón, la escena es mas patética. Ya pues, las escitan convulsivamente y, y las obligan a sacudimientos y palpitaciones que estremecen todos los sistemas; ya la contraen por intérvalos mas o menos iguales, ocasionando las intermitencias y ritmos irregulares que se entran en todo el tramo arterioso; ya las espamodizan en todos sentidos”27. Estas manifestaciones eran más comúnes en mujeres con temperamento “nervioso” o melancólico, detonante de la histeria. El médico argentino Arturo Baldastro sostenía que las mujeres nerviosas: “…son aquellas que, dotadas de una sensibilidad exagerada, no tiene una razón suficiente para dirigir su voluntad. Según que en ellas predomine el cerebro, el centro genital ó el centro espinal (nervios motores ó sensitivos), pueden s agrupadas en tres clases principales: la cerebral, la genital o sensual y las neurópata, que comprende dos variedades; la motriz y la sensitiva (…) Las nerviosas se distinguen por una falta de equilibrio en la sensibilidad como en la voluntad; cuyas manifestaciones son siempre exageradas y a menudo falseadas”28. El temperamento determinaba desordenes psíquicos y fisiológicos no necesariamente acordes con la educación moral o social del individuo. El médico chileno Augusto Orrego Luco afirmaba que las condiciones “sensibles” de cada paciente eran esenciales en el desarrollo de ciertas alucinaciones: “La acción de la causa depende principalmente en este de la viveza con que siente el individuo sobre quien obra i así miéntras las veamos permanecer estériles con los unos las vemos permanecer estériles con los unos las vemos también desplegar una actividad violenta con los otros”29. Así se aprecia en un caso expuesto por un estudiante de medicina en 1867 titulado “Un caso de histerismo en su máximun de manifestación”30. La paciente era una muchacha de 15 años del sector de Melipilla, “de familia honorable”, (lo que descartaría el entorno como detonante de las manifestaciones), diagnosticada con “trastornos en el sistema nervioso”. Los síntomas era numerosos y “sin regla ninguna”: contracciones espasmódicas del esófago y de los bronquios, asfixia, gritos y llantos, con una aparente pérdida del control de los sentidos, considerando “no están dirigidos por la voluntad”, y manifestaciones de tipo erotomaniaco. A continuación expondremos los tipos de ataques clasificados por el médico, en los que se evidencian algunas características de independencia y sensualidad no acordes al modelo de femineidad tradicional. Primera forma convulsiones eróticas: el informe recalca lo imprevisto de los

http://nuevomundo.revues.org/68307

6/19

10/1/2016

23

24

25

26

27

Histéricas, sensuales y neurasténicas – Las enfermedades nerviosas y las pasiones violentas en el imaginario médico femenino

ataques, cayendo la paciente al suelo con “una fisonomía distinta” y movimientos cargados de erotismo31; increpa en sus defectos físicos y morales a quienes están alrededor (este ámbito la joven se apropia de un espacios de autoridad que bajo el discurso patriarcal no le pertenece). El ataque termina con contorsiones en el suelo rodando y en un estado de analgesia general. Segunda forma la huida: la paciente escapaba sin motivo, comienza a vagar lejos de su hogar siendo encontrada a veces hasta a un kilometro de distancia. En una ocasión fue hallada en el camino que va a Valparaíso, compartiendo con unos carreteros y proponiéndoles que la llevaran al Puerto. Su apariencia era descuidada, se encontraba mojada por haberse caído a una acequia al momento de ingresar a una huerta a robar fruta. Al retornar al hogar volvió a la normalidad sin recordar nada. En este tipo de manifestaciones la joven experimenta un anhelo por la independencia que es cooptado por la familia, recluyéndola en el hogar. Los espacios públicos se presentan como peligrosos donde transitan sujetos sospechosos (los carretoneros), además se tiende a una infantilización señalando que la joven no se percata de su estado. Tercera forma cataléptica: la joven experimentaba espasmos de laringe sobrevenidos después de un estado cataléptico, el cuerpo permanecía en estado horizontal totalmente rígida e insensible32. Al terminar el ataque la paciente solo sentía cansancio. Cuarta forma ataques violentos: en el transcurso de las crisis la paciente se desgarraba la ropa, sin poder ser contenida. Arrojaba una saliva espesa y sanguinolenta. Sugestión e imitación de la histeria: las jóvenes que presenciaban estas escenas experimentaban síntomas nerviosos replicando el fenómeno de la paciente. Se recomendaba que solo mujeres de edad avanzada pudieran asistir a la enferma. Considerando la sugestionabilidad de la histeria como parte del desarrollo de la enfermedad. Este caso evidencia mucha de las manifestaciones y estrategias que utilizaron las mujeres para apropiarse de sus cuerpos y de su entorno, siendo concebidas como trasgresiones al modelo de género y patologizadas por los nuevos saberes científicos, constituyendo un tipo de “feminidad abyecta” vinculada al desborde y la enfermedad. El que se desvincule las trasgresiones patológicas del entorno, la formación moral y la conciencia del paciente da claras señales de la concepción de un tipo patológico vulnerable en la figura de la “nerviosa”. En el siguiente caso estudiaremos una variante de la histeria esta vez en un muchacho de doce años, en el que se observa también una trasgresión al modelo de género tradicional.

La histeria masculina desde lo mágico y la feminidad 28

Como se ha señalado la mayoría de los casos de histeria diagnosticados pertenecían a mujeres, sin embargo existen algunos antecedentes masculinos relacionados con el ámbito de la feminidad. En 1873 se publicó en la Revista Médica de Chile el caso de un niño de doce años llamado Sebastián León33, de una zona rural de Cauquenes, de temperamento nervioso y constitución débil, (lo que le acerca a los modelos de feminidad tradicional). Según señala el informe del médico Alejandro Zúñiga sus síntomas no se aplican a ninguna enfermedad conocida, aunque por separado pudiera asociarse a algunos tipos de neurosis. Lo curioso de este caso es

http://nuevomundo.revues.org/68307

7/19

10/1/2016

29

30

31

32

33

34

35

Histéricas, sensuales y neurasténicas – Las enfermedades nerviosas y las pasiones violentas en el imaginario médico femenino

que se encuentra relacionado con el de Carmen Marín en algunos fenómenos como la adivinación, incluso en uno de sus trances el muchacho concede datos de la vida actual de la Marín, (16 años después de transcurridos los sucesos). Sin embargo a diferencia de ella en ningún momento se le diagnóstica como fenómeno “no natural”, manteniéndose siempre una perspectiva científica. El tratamiento establecido inicialmente respondió a criterios tradicionales, con sangrados y pociones pectorales para la tos. Para el dolor del corazón y el estado de angustia se le recetó una infusión de valeriana con éter sulfúrico y licor. Sin embargo con el desarrollo de la enfermedad se experimentaron nuevos tratamientos en base a metalterapia, asumiendo las hipótesis del “magnetismo” para explicar el origen de los fenómenos de adivinación. Este extraño fenómeno iba acompañado de una serie de manifestaciones performativas como: Sensibilidad eléctrica en la piel: síntoma relatado por el niño como el que le causaba más incomodidad ya que agudizaba el dolor del corazón; Convulsiones automáticas: con la lengua, los brazos y el abdomen en forma de “bolo histérico”, y contorsiones de todo el cuerpo; Sensaciones visuales y de adivinación: el muchacho podía fijar su vista directa hacia el sol sin sufrir daños. Visualizar objetos y leer libros con los ojos cerrados (sin saber leer aún). Y adivinar la presencia de personas cercanas a él y que lo fueran a tocar, cosa que le producía malestar. El informe médico señalaba a este respecto: “… se le representaba en su imajinacion una especie de apariencia de los objetos i hechos a la manera de lo que le sucede a cualquier persona durante un ensueño, i que de este modo era como podía contestar a las preguntas que se le dirijan (…) Parece que a primera vista el niño poseyera el don de la adivinación...”34. El médico relaciona este fenómeno con la teoría del magnetismo, definido como un flujo orgánico contenido en los seres vivos, fluido magnético, animal ó astral, con la propiedad de comunicar sus nuevas  propiedades al organismo humano. O de un agente dominante a otro recesivo. De esta forma podría transmitir o recepcionar imágenes mediante el flujo magnético. La misma teoría fue aducida por el médico Manuel Carmona veinte años antes para el caso de Carmen Marín, explicando el dominio supuestamente paranormal que ejercía el exorcista. Según señala el historiador Claudio Gutiérrez, el médico Manuel Antonio Carmona relaciona el magnetismo con la “existencia de regiones más allá de la conciencia del hombre”35, anticipándose a los estudios del subconsciente de Pierre Janet y de Freud. Comunicación mediante el dedo: Uno de los fenómenos que más llamó la atención del facultativo fue un hábito del muchacho al no permitir que se le dirigiera la palabra si previamente no se le tomaba del dedo índice: “es tanto lo habituado que está este niño a que le hablen por el dedo, que en cuanto conoce que una persona le quiere decir algo, en el acto le pasa una de sus manos”. El médico lo relaciona con un fenómeno electro magnético, ya que según le señala el niño: “siente una especie de adormecimiento u hormigueo en todo el brazo acompañado de una fina crepitación; sensación semejante a la que experimenta una persona cuando toca el conductor de una máquina electromagnética que funciona con poca fuerza”. Este fenómeno podría ser una estrategia del niño por asumir el control de la situación, ya que concede la palabra a quien elige mediante su dedo, negando esa posibilidad a quienes no acaten su proceder. Finalmente se puede apreciar el control del médico sobre el muchacho dándole a conocer una serie de nombres para ajustarlos a un relato determinado: “Cuando se le pregunta alguna cosa, teniendo que entrar en su contestación algunos nombres propios que él no conoce, es necesario ayudarlo diciéndole varios nombres entre los cuales vayan comprendidos aquellos que se le preguntan, porque cuando trabaja

http://nuevomundo.revues.org/68307

8/19

10/1/2016

36

37

38

Histéricas, sensuales y neurasténicas – Las enfermedades nerviosas y las pasiones violentas en el imaginario médico femenino

mucho en su imajinacion para encontrarlos, le da un acceso más o menos largo”36. Todas estas manifestaciones nos señalan el elaborado ritual establecido por el niño y el médico en una complicidad inconsciente, generando una dinámica de empoderamiento por parte del muchacho y la validación de un discurso científico por parte del facultativo. Zúñiga señala que el informe fue elaborado para dar testimonio de un caso relevante en la historia de la medicina y del propio discurso médico profesionalizado. Es por ello que resignifica antiguos fenómenos místicos como la adivinación y la posesión bajo un formato cientificista en la teoría del “magnetismo”. Esta teoría no era en ningún caso un pensamiento marginal, sino bastante difundido y reconocido tanto en círculos intelectuales como religiosos. Esto queda de manifiesto en un artículo publicado en la Revista Católica en 1857 respecto al caso de Carmen Marín, aludiendo al magnetismo como parte de una corriente naturalista reconocida por la Iglesia, incluso con matices místicos37. Sin embargo hacia 1857 aun el magnetismo no contaba con la verificación científica, así lo señala el médico Benito García Fernández: “El magnetismo, a pesar de los fenómenos portentosos que se refieren, no es todavía una ciencia i sus fenómenos están poco mas o ménos a la misma altura en que se hallaban los  de la electricidad, cuando apareció Franklin en  el siglo anterior. Falta todavia descubrir la lei a que están sujetos, pero no porque falte esta lei dejan ele ser ciertos un gran número de los que nos cuentan o nosotros hemos visto”38. Queda claro que en esta coyuntura histórico-social se resignifican discursos remanentes como la posesión y el magnetismo bajo nuevas formas emergentes de poder y autoridad, como las ideas sobre el subconsciente y su vinculación sobre fenómenos físicos. En el siguiente capítulo analizaremos la histeria bajo una perspectiva medicalizada, con el desarrollo de las clínicas de enfermedades mentales en Chile y Argentina.

La histeria concebida como enfermedad mental a finales del siglo XIX 39

Hacia 1890 aproximadamente en Chile y Argentina se asumieron los conceptos psico-fisiológicos de las neurosis, heredados de la Escuela de París en la Salpetriere (Pinel (1745-1826)39, Jean-Martin Charcot (1825-1893)) y la Escuela de Nancy, determinando que: “La histeria es una forma de desagregación mental caracterizada por la tendencia al desdoblamiento permanente y completo de la personalidad”40. Uno de los principales difusores de estas ideas en Argentina fue el médico José Ingenieros (1877-1925), presidente de la Sociedad Médica Argentina (1909) realizó un gran trabajo con enfermos nerviosos y mentales en el Hospital de San Roque. Siguiendo las premisas de la escuela de la Salpetriere precisa los estudios realizados respecto la histeria: “Charcot fue uno de los primeros en considerar la histeria como una psicosis bajo una “nueva concepción fisiopatológica de la enfermedad”. Esta definición "se generalizó rápidamente, hasta dominar casi por completo en el ambiente científico; (…) puesto que aparecía ó desaparecía bajo acciones psíquicas, fué lógico considerarla como una enfermedad psíquica41. Esta concepción sicológica de la histeria se vinculaba íntimamente con lo fisiológico, donde el sistema nervioso

http://nuevomundo.revues.org/68307

9/19

10/1/2016

40

41

42

43

44

45

46

Histéricas, sensuales y neurasténicas – Las enfermedades nerviosas y las pasiones violentas en el imaginario médico femenino

establecía un nexo con las manifestaciones cerebrales. Ingenieros define la actividad psíquica como la expresión funcional de los centros nerviosos, de esta forma las enfermedades mentales serían reflejo de las manifestaciones fisiológicas: “Luego su perturbación no puede ser independiente del trastorno funcional de esos centros. Si sus accidentes pueden producirse por medio de la sugestión ó la imaginación, ello no debe significar que los accidentes son autónomos de toda perturbación orgánica, en cuyo caso la histeria sería una opinión, una creencia, una «autosugestión» del enfermo”42. Bajo esta teoría se concibió el cuerpo femenino como un diagrama de centros nerviosos sensibles definidos como “estigmas histéricos”, que al ser expuestos a alguna presión, trauma directo o indirecto, físico o emocional se manifestaban una serie de fenómenos somáticos y mentales. Considerando que la neurosis permanente se manifestaba a partir de estos estigmas, que las pacientes no sospechaban que tenían y que solo el médico podía descubrir podemos apreciar el rol y autoridad médica ante el paciente, requiriendo un agente legitimado que lo explore en su constitución e identidad. Este pensamiento consideraba que la histeria, para producirse, necesitaba un terreno predispuesto sobre el que actuaban “los agentes provocadores”, estableciendo un determinismo biologisista sobre ciertas actitudes e identidades asociadas con desordenes y patologías. Otro elemento esencial en esta nueva teoría psicofisiológica de la Histeria era la sugestión como un elemento activo. Con los estudios de Charcot hacia la década de 1880 se vinculó la histeria definitivamente al fenómeno de la sugestión (Charcot, 1880, y Janet, 1911). A inicios del siglo XX, bajo el modelo psicológico freudiano, pasó a estudiarse como un desorden en los mecanismos de representación (1905). La sugestión formó parte no solo del desarrollo de la enfermedad, sino también de su cura, aplicada por un médico autorizado. Sin embargo no todos estuvieron de acuerdo en aplicar la hipnosis, considerándola un agravante de los síntomas de la enfermedad, el médico homeópata suizo Henry Duprat señalaba a este respecto: “¿Cómo podría ser un remedio la sugestión, si el desarrollo de la sugestibilidad es la consecuencia del estado mórbido? Para ser sugestible, es decir crédulo en exceso, apto para admitir el absurdo mismo, (…) se requiere una previa incapacidad de sistematizar sus pensamientos, de percibir las incoherencias, las contradicciones; es necesario no poder más gobernarse, carecer de voluntad propia, de yo independiente, de actividad psíquica normal”43. Las teorías de la sugestión tenían ya una data en el estudio de la histeria y el sonambulismo, considerando a la primera como una forma de sueño en el que se desarrollan los fenómenos psico-corporales. Entre estos podemos señalar: 1. El magnetismo  de  Mesme: concebido como un fenómeno ecléctico entre el histerismo y el sonambulismo, con rasgos de sugestibilidad, alucinaciones, anestesia y acciones terapéuticas. Esta teoría explicaba la sugestión de un agente dominante ante uno recesivo o sugestionable. 2. El hipnotismo ó braidismo:  hacia 1841 las ideas en torno al hipnotismo o también conocido como braidismo (en honor a James Braid-1795 – 1860), desplazaron las teorías del magnetismo o fluidismo magnético. Braid intentó demostrar que la fijación de un punto brillante actúa sobre el ojo físico y mental, produciendo un sueño especial llamado estado hipnótico, produciendo anestesia, alucinaciones, sugestiones y acción terapéutica. Esto genera una “influencia” en el sistema nervioso, mediante la influencia,  físico­psíquica  en  la  retina  fascinada y el pensamiento concentrado. 3. El sueño  sugestivo  ó  hipnótico  de  Liebault  (1866): Bajo esta concepción la

http://nuevomundo.revues.org/68307

10/19

10/1/2016

47

48

49

Histéricas, sensuales y neurasténicas – Las enfermedades nerviosas y las pasiones violentas en el imaginario médico femenino

fijación en un punto brillante no fue considerado necesario, dado que este proceso respondía a una influencia puramente psíquica y no físico-psíquica, la sola idea del sueño, presentada al sujeto mediante la sugestión verbal, bastaría para producirlo44. Según las teorías de Braid la sugestión sería un fenómeno que todos experimentamos en mayor o menor grado, ocupando algunos el rol activo y otro el rol receptivo, el dilema sería qué rol debe ocupar cada quien:  “Ser sugestible ó ser autoritario, he aquí el dilema que se plantea para cada individuo; en la vida estamos constantemente sometidos á un proceso recíproco de sugestión; los unos son de preferencia sugestionadores y los otros generalmente sugestionados”45. Por otra parte este fenómeno entrañaba un fuerte dilema moral, ya que  se establece una relación de autoridad sobre un sujeto vulnerable: “El sugestionado, además de ser un tanto autómata, sufre una acción especial emanada de otro individuo: ora se la llama miedo, ora amor, fascinación, respeto, intimidación, seducción, etc.”46. La sugestión podría ser trasmitida con un pequeño signo que el paciente perciba: “La palabra es la expresión más frecuente de esa influencia; la orden dada en voz alta es su mejor ejemplo. Pero basta que el pensamiento sea comprendido, ó solamente adivinado, para producir la sugestión.47 En Chile la hipnosis como tratamiento para enfermedades nerviosas y mentales fue desarrollada por médicos como el doctor Augusto Orrego Luco (1849-1933) en la Clínica de Enfermedades Nerviosas  y Mentales de la Universidad de Chile. Experimentando con innovadores tratamientos terapéuticos como la “electroterapia” y la “metalterapia”. Entre los estos casos más relevantes expuestos en la Revista Médica Chilena, destaca uno publicado en 1894 sobre locura histérica de una mujer llamada Zoraida B. de 22 años. Con antecedentes hereditarios: un padre muerto por sífilis y una tía fallecida por cardiopatía, (lo que generó en ella el delirio de muerte por la misma afección). Le costaba hablar y sufría dolores de cabeza en el hemisferio derecho y punzadas en todo el cuerpo, insomnios, palpitaciones cardiacas e hiperestesia en todo el lado izquierdo, lo que acreditaba la configuración del cuadro histérico. Durante sus períodos menstruales sufría de delirios obsesivos con la idea de la muerte, dejando de comer y cambiarse de ropa, pues pensaba que si lo hacía la enterrarían viva. Bajo este mismo pensamiento se negaba a tratamiento médico, ya que se figuraba ser incurable. Inicialmente se intentó un tratamiento con electricidad a lo que la enferma se negó pensando que con ello se la inducía a una muerte más rápida. Finalmente se decidió hipnotizarla frente al espejo de Luys no sin resistencia por su parte, por lo que el doctor Orrego debió ordenarle imperiosamente que accediera al tratamiento. Aunque en la primera sesión no logró dormirse debido a sus temores, el hipnotista pudo inculcar en ella la idea que debía obedecer todas sus indicaciones, lo que facilitaría una hipnotización completa: “Después de ordenarle imperiosamente el doctor Orrego que mirara el espejo, consistió en sentarse, pero haciendo la declaración de que todo cuanto hicieran por ella sería inútil. En la primera sesión de hipnotismo no se durmió completamente, pero se convenció de que tenía que obedecer lo que ordenábamos”48. El tratamiento se extendió por dos meses durante los cuales desaparecieron los estigmas histéricos. En este relato me interesa reflexionar sobre los signos de poder y autoridad expuestos en la escenificación y desarrollo de la hipnosis clínica. El médico se instituye como figura de poder, capaz de controlar las voluntades del paciente. Es relevante analizar la lucha que se establece entre la paciente y el médico por el control del cuerpo; en primer ámbito la enferma no se entrega a un control externo, pero el médico haciendo uso de su posición, logra implantar en ella la idea de autoridad. Bajo esta perspectiva encontramos similitudes entre dos agentes

http://nuevomundo.revues.org/68307

11/19

10/1/2016

Histéricas, sensuales y neurasténicas – Las enfermedades nerviosas y las pasiones violentas en el imaginario médico femenino

dominantes figurados en el médico hipnotista y el exorcista, ambos se empoderan desde un discurso de legitimidad, ya sea el clínico científico o el mágico-religioso. Ambos acceden bajo un ritual performativo al control del cuerpo y la voluntad de la exorcizada o paciente. Y en ambos casos el elemento dominado lucha por mantener el control49, en una dinámica dialéctica de reconocimiento guiado entre el sujeto y un “otro”.

La identidad femenina desde la constitución física y del carácter 50

51

52

53

54

55

Los discursos médicos en torno a la configuración física y mental de la mujer establecieron una configuración fisiológica propensa al desarrollo de las enfermedades nerviosas. Este discurso fue matizado con elementos raciales y de clase, vinculando lo biológico al rol social de la mujer. Según este discurso la mujer debía evitar los oficios que le sometieran a fuertes impresiones, negando para ella los roles principales en la sociedad en los ámbitos públicos. Incluso mujeres como la escritora peruana Clorinda Matto de Turner (1852-1909) definía el rol social y biológico de la mujer americana en los ámbitos domésticos y emocionales: “La mujer ha nacido para madre y debe ser toda ternura y sentimientos, porque el código que la rige es el corazón. Por esto pido para el varón el bullicio de la política, donde todos se engañan unos a otros (…) y para la mujer el altar de la familia, donde ella atiza el fuego sagrado”50. Estas ideas se sumaron a una línea de pensamiento higienista que vinculaba una supuesta “naturaleza femenina” con elementos ambientales51. De esta forma se constituyó en Argentina a fines del siglo XIX un discurso en torno a la identidad femenina territorial. A este respecto el médico argentino Arturo Baldastro señala: “Efectivamente, la mujer argentina debe ser como una resultante de todas esas razas, debe heredar sus peculiaridades etnológicas, (…) produciendo un tipo particular por la fusión de las razas aborígenes con las del viejo mundo y dándoles y un sello especial producido por el clima y las condiciones sociales y biológicas…”52. Baldastro adjudicaba a la mujer un rol fundamental en un programa eugenésico nacional: “Sé que la ciencia prueba de una manera incontestable que la degeneración, como el perfeccionamiento de las razas, se inicia siempre por el sexo femenino; es que por su organización, la mujer en todos los climas y en todas las razas, por estar más sujeta á las influencias externas, ofrece más plasticidad á las transformaciones biológicas”53. Este determinismo biológico podría ofrecer ventajas pero también entrañaba ciertas debilidades como el desarrollo de las enfermedades nerviosas, neurastenia e histeria, lo que la conduciría a la pérdida del “equilibrio y de voluntad; “cuyas manifestaciones son siempre exageradas y a menudo falseadas, (…) la nerviosa vibra a todas las sensaciones y á todos los sentimientos; de aquí su inestabilidad, de allí también la mentira, que es en ella especialmente instintiva”54. A la predisposición del género se suma la raza argentina como agente de exaltación del sistema nervioso: “No son solo las mujeres argentinas de la clase elevada, las que se caracterizan por estos rasgos dominantes, somos también los argentinos todos (…) De aquí resulta que nuestro sistema nervioso predomine, sobre todo en la clase individual que ya por naturaleza lo tiene mas desarrollado”55. El temperamento nervioso fue considerado propicio para afecciones comunes como la hipocondría, la melancolía y la histeria56. El engaño y la inestabilidad la incapacitarían, según este discurso, del ejercicio de

http://nuevomundo.revues.org/68307

12/19

10/1/2016

56

57

58

59

60

Histéricas, sensuales y neurasténicas – Las enfermedades nerviosas y las pasiones violentas en el imaginario médico femenino

cualquier oficio o profesión como la política, la medicina o la ciencia, donde se requiere de una mente racional y equilibrada. Esta hipótesis era compartida incluso para algunas mujeres médicos como la doctora Cecilia Grierson, que respaldaba la idea de la diferencia emocional y nerviosa entre hombres y mujeres, señalando que en estas últimas “sus nervios son más gruesos, su piel más llana, sus músculos mas fuertes; así sus sensaciones son más intensas, sus sentimientos más exaltados”57. Por su parte el médico Francisco Netri exponía la constitución fisiológica y nerviosa de la mujer en término de infantilismo: “Los huesos de la mujer son más redondos, más blandos, más delgados (con menor energía), los músculos son más sutiles, más débiles y todo su organismo está dirigido a la tarea natural de la concepción y el cuidado maternal. Por otra parte, su sensibilidad y fragilidad llevan a la conformación de un sistema nervioso impresionable, que hace que las mujeres sean toda la vida como niños grandes”58. Para la doctora Grierson esta característica le concedía una posición superior al hombre, ya que su emocionalidad la inclinaba a la asistencia de otros: “¿que inconveniencia hay en que la mujer, después de cumplir sus deberes domésticos, quiera aplicar sus elevados sentimientos no solamente á su casa, sino en bien de sus prójimos? Ninguna creo, por eso la veis fundando y administrando asilos, escuelas, hospitales, que no son sino hogares en mayor escala”59. La constitución biológica y emocional de la mujer no era concebida por los médicos higienistas y eugenésicos como un elemento acabado, sino más bien en constante formación, determinada por la raza, la herencia biológica, el clima, la geografía y los elementos culturales (hábitos higiénicos y morales, la educación, las costumbres, las modas, juegos, distracciones, lecturas y vestimenta). En este ámbito Baldastro señala que el degeneramiento racial y la disposición hacia las enfermedades nerviosas en la mujer se debían a sus hábitos sedentarios y la falta de ejercicio al aire libre, tornándose en un ser hermoso pero frágil60. La falta de ejercicio conducía a la obesidad a las jóvenes porteñas, principal causa de infertilidad y aborto. Finalmente las modas en el vestir, el uso del corsé y los tacones impedían un buen desarrollo reproductivo: “Las modas y nuestra civilización, exigen á la mujer un aire de delicadeza y de fragilidad al par que la belleza de las formas que ella sintetiza en oprimirse el talle hasta dificultar la respiración y la circulación, han disminuido tan poderosamente su fortaleza para sufrir las penas de la vida y resistir las enfermedades  … la mujer argentina y muy especialmente la porteña  … a pesar de venir al mundo bajo un clima suave, no alcanza, á causa de su hábitos, el desarrollo físico á que pudiera aspirar”61. Otro de los elementos censurados por Baldastro eran las costumbres burguesas de la mujer argentina como las lecturas impropias y los juegos de conquista, sobreexcitándolas: “Esta educación defectuosa y la temprana edad en que las niñas son presentadas en sociedad, dan por resultado un rápido desenvolvimiento del cerebro y el sistema nervioso, (…) al propio tiempo que una impresionabilidad exajerada, gran debilidad del sistema muscular y marcada predisposición á padecer enfermedades nerviosas y de los órganos genitales (…) Formada toda de nervios, la mujer reacciona más vivamente que el hombre, y paga á las afecciones mentales más grande tributo”62. El modelo propuesto por Baladastro propone una identidad de género con caracteres nacionalistas raciales, donde la mujer argentina estaría propensa, dada su constitución física y psicológica a ciertos vicios y enfermedades. Una rehabilitación de las costumbres y los hábitos podría potenciar las aptitudes que por raza han desarrollado63.

http://nuevomundo.revues.org/68307

13/19

10/1/2016 61

Histéricas, sensuales y neurasténicas – Las enfermedades nerviosas y las pasiones violentas en el imaginario médico femenino

La identidad de la mujer argentina se estableció en consecuencia desde la sospecha, siempre en peligro de desequilibrarse en su frágil estado nervioso. Estas fijaciones amorosas y estados erotomanicos alejaban a las mujeres del modelo tradicional impuesto. El médico argentino José Ingenieros señala a este respecto: “¿Quién no ha conocido, en su medio, alguno de esos ejemplos de mujeres nerviosas, bizarras, excéntricas, repentinamente obsesionadas por un amor inmenso é insensato hacia un hombre casi desconocido y que a menudo no merece su afecto? Lo aman, sin saber por qué”64.

Conclusiones 62

63

El discurso científico en torno a la histeria se conformó desde las agencias médicas profesionalizadas con un doble fin; por un lado reafirmar los modelos de género, patologizando la trasgresión; y por otro legitimar y re-significación los elementos residuales pastorales de constitución y dirección identitaria. En este proceso se constituyeron estereotipos de sujetos vulnerables en la figura de mujeres marginales y niños. Vinculados al ámbito de la feminidad, la superstición, la enfermedad, la inmadurez y la irracionalidad. El medio en tanto se constituyó en una figura de autoridad vinculado a agencias de saber, que disponían de: tratamientos de intervención o control de los sujetos vulnerables (apartarlas de su entorno dada su sugestionabilidad, impresionabilidad, manipulación); Instauración de una identidad femenina bajo aspectos biologisistas y ambientalistas; Re-significación de los discursos patológico en cuanto a la identidad femenina en un discurso pro familia y el rol de asistencia. Punto esencial en esta caracterización de la histeria fue la responsabilidad que le cavia a la paciente y el grado de conciencia en los actos de simulación. Esto se puede apreciar desde el inicio del proceso de medicalización a mediados del siglo XIX con el caso de Carmen Marín y el empeño de los médicos alópatas de configurar en la paciente no una víctima fuera de control, sino un sujeto con responsabilidades en las alteraciones al orden público65. En Argentina, según señala la historiadora María Silvia Di Liscia, la criminología positivista, fue la base bajo la cual se desarrolló el sistema jurídico argentino, “considerando a las transgresión femenina como consecuencia de una naturaleza psicobiológica”66 En última instancia, en el caso de Carmen Marín, los alópatas intentaron demostrar la responsabilidad que le cavia al exorcista como agente no legítimo de un sistema de control para el discurso médico. Se creía que mediante el fenómeno del magnetismo u otra técnica pseudocientífica el agente pastoral manipulaba a un sujeto vulnerable. Este último elemento fue retomado por los fisiólogos neurólogos de finales del siglo XIX en Chile y Argentina como Augusto Orrego Luco y José Ingenieros con la utilización de la hipnosis como tratamiento, haciendo uso de la sujestabilidad y vulnerabilidad de la paciente. De esta forma la propia enfermedad contenía según este criterio, la cura. Lo biológico encerraba en su código interno todas las vías de desarrollo y al mismo tiempo de perversión.

Bibliographie Anónimo, Un caso de histerismo en su máxima de manifestación Memoria (licenciado en medicina)-Universidad de Chile, 1867. Araya Espinoza, Alejandra.  De  Espirituales  A  Histéricas:  Las  Beatas  del  Siglo  XVIII  en  La http://nuevomundo.revues.org/68307

14/19

10/1/2016

Histéricas, sensuales y neurasténicas – Las enfermedades nerviosas y las pasiones violentas en el imaginario médico femenino

Nueva España Instituto de Historia Pontificia Universidad Católica de Chile HISTORIA n° 37, vol. I, enero-junio 2004, p. 5-32. Baldastro, Arturo. “La Mujer Argentina”, Revista de Hijiene Infantil, tomo III, Buenos Aires Argentina, 1894, p. 145-178. B.A.M. “Un caso de locura histérica. Clínica de enfermedades nerviosas y mentales del doctor Orrego Luco”. Revista Médica de Chile, agosto 1894, p. 444-446 Bohoslavsky, Ernesto. Territorio  y  Nacionalismo  en  Argentina,  1880­1980:  Del  Espacio  al Cuerpo  Nacional. Universidad Nacional de General Sarmiento, Argentina, 2006, (en línea) consultado en julio 2014 en http://halshs.archives-ouvertes.fr/halshs-00104225 Carmona, Manuel Antonio, Carmen  Marín  o  la  Endemoniada  de  Santiago.  Compilación  de todos los informes rendidos exprofeso al ilustrísimo señor Arzobispo de Santiago, relativos a la rara enfermedad que padece esta joven. Valparaíso, 1857, Imprenta del Mercurio. Charcot, J.M.: Leçons  sur  les  maladies  du  système  nerveux  faites  à  la  Salpetrière,  Adrien Delahaye et E. Lécrosnier Ed., Paris, 1880, T. I y II Correa G. María José «  Exceso Nervioso, Locura y Ciencia Médica en Chile Urbano (18401860) » Anales de Historia de la Medicina vol. 18 (2) noviembre 2008, p. 1-30 Di Liscia, María Silvia. Billorou, María José. “Locura y crimen en el discurso médico-jurídico. Argentina, Territorio Nacional de la Pampa, ca. 1900”,  Anuario  Estudios  Americanos.  Tomo LX, 2, 2003, p. 581-606 Durán, Manuel “Discursos e Imágenes sobre el Cuerpo Femenino en las Teorías Científicas e Higienistas siglos XIX y XX”, en Prácticas Culturales,  Discurso y  poder  en América Latina, ISBN: 978-956-19-0662-4, Germán Cossio, Rebeca Errazuriz, Felipe Lagos y Natalia López (editores). Santiago de Chile, 2010, p. 97-118. Fleury, Introductión á la Medecine de l'Esprit, Paris, 1898. Foucault, Michel, El  Nacimiento  de  la  Clínica.  Una  arqueología  de  la  mirada  médica.  Siglo XXI, Argentina, 2004. Foucault, Michel, Historia  de  la  sexualidad.  La  voluntad  del  saber.  Siglo XXI editores, Madrid, España, 1996. Fox Keller, Evelyn, Reflection on gender and science. Yale University, 1985. Gutiérrez, Claudio, Forjadores de la ciencia en Chile, Santiago de Chile, Ril Editores, 2008. Grierson, Cecilia. “Educación e influencia de la mujer”, Revista de Hijiene Infantil de Buenos Aires, tomo III, 1894, p. 14-30. Huxley, Aldous. Los demonios de Loudun. Barcelona. Planeta, 1972. Ingenieros, José. Los accidentes histéricos, Librería J. Méndez, Buenos Aires 1904. Ingenieros, José, Simulación  de  la  locura, (en línea) Biblioteca Virtual Universal, 2003. www.biblioteca.org.ar/libros/8815.pdf consultado en abril 2014. Janet, Pierre, L’état mental des hystériques, Félix Aleam, Paris, 1911. Matto de Turner Clorinda, Luz  entre  sombras.  Estudio  filosófico­moral  para  las  Madres  de Familia en el Perú Ilustrado, Nº 81, Lima enero de 1889. Netri, F. El histerismo en la criminalidad, ACC, 1902, año II. Orrego Luco, “Causas indirectas de la alucinación mental”, Revista Médica de Chile, Santiago diciembre de 1873, p. 441-450 y 490-493. Roa, Armando, Demonio y psiquiatría, Andrés Bello, Santiago de Chile, 1974. Un Observador, “Un fenómeno raro”, Revista Católica, Agosto 8, 1857, p. 2359-2362. Un Observador, “Posesión diabólica”, Revista  Católica, Santiago de Chile, 15 de agosto, n° 509, p. 2365-2367, y 22 de agosto, n° 510, 1857, p. 2376-2379. Villavicencio, Maritza “Participación de la Mujer en la Vida Pública: Las Ideas de la Época”, Del  Silencio  a  la  Palabra  Mujeres  Peruanas  S.  XIXXX. Compiladora Margarita Zegarra, Ediciones Flora Tristán, 1992. Zúñiga Alejandro, “Caso raro de neurosis general”, Revista  Médica  de  Chile, enero y febrero 1873, nº 7, año I, p. 849-860 y nº 9, año I, abril 1873, p. 377-386.

http://nuevomundo.revues.org/68307

15/19

10/1/2016

Histéricas, sensuales y neurasténicas – Las enfermedades nerviosas y las pasiones violentas en el imaginario médico femenino

Notes 1 Fox Keller, Evelyn, Reflection on gender and science. Yale University, 1985. 2 Incluso cuando se graduaron las primeras médicas en la Universidad de Chile se les conoció usualmente como “médicos” o en la feminización de su grado académico como “doctoras”, siendo el concepto masculino del título usado hasta la actualidad. 3 Correa, G. María José « Exceso Nervioso, Locura y Ciencia Médica en Chile Urbano (18401860) » Anales de Historia de la Medicina vol. 18 (2) noviembre 2008, p. 7 4 Carmona, Manuel Antonio, “Informe del Caso de Carmen Marín” en Carmen  Marín  o  la Endemoniada  de  Santiago.  Compilación  de  todos  los  informes  rendidos  exprofeso  al ilustrísimo  señor  Arzobispo  de  Santiago,  relativos  a  la  rara  enfermedad  que  padece  esta joven. Valparaíso, 1857, Imprenta del Mercurio, p. 208). 5 Ingenieros, José. Los accidentes histéricos, Librería J. Méndez, Buenos Aires 1904, p. 22) 6 Dado que la mujer en la teoría clásica era asumida como una extensión de lo masculino, cada manifestación fisiológica y simbólica del cuerpo masculino era replicada en el femenino, por lo que los órganos sexuales de la mujer fueron considerados como órganos masculinos invertidos, debido a un accidente prenatal y la baja temperatura en el vientre materno en el momento de la concepción. 7 Carmona, 1857, op. cit., p. 178-179. 8 El elemento genitalista y erotomaniáco será abandonado por los médicos de fines de siglo por las teorías nerviosas y conductuales, tal como lo exponía el médico Arturo Baldastro: “En el gran numero de histérica que he visto, en casi ninguna podía atribuirse á la falta de goces genitales; eran más bien un resultado de la vida triste y contemplativa de las casas religiosas, las afecciones morales deprimentes, los desengaños, los malos tratamientos, el hondo pesar causado por la vergüenza de una concepción ilegítima, los reveses de fortuna, los celos, etc”. p. 166. Baldastro, Arturo, “La Mujer Argentina”, Revista de Hijene Infantil, 1892, p. 166. 9 Carmona, 1857, Op., cit., p. 27. 10 Un Observador, “Posesión diabólica”, Revista Católica, Santiago de Chile, 15 de agosto, n ° 509 y 22 de agosto, n° 510, 1857. 11 Para comprender el caso de la Marín y cómo llegaron a involucrarse agentes como el clero y el cuerpo médico profesionalizado debemos considerar el escenario social, religioso y científico en el que se desarrollaron los eventos. Hacia la década de 1850 la Iglesia se encontraba empeñada en adquirir una legitimidad científica a la par de la espiritual, motivada por la irrupción de nuevas corriente naturalistas propagadas por científicos y médicos liberales que arribaron desde Europa a Chile entre la década de 1830 a 1850. Uno de estos científicos fue Rudolfo Philippi invitado por su hermano Bernardo en diciembre de 1851, huyendo de las repercusiones políticas de la revolución de 1948 en Prusia. A su llegada Liberales y Conservadores se enfrentaban bajo un álgido ambiente ideológico, su contratación contribuyó a exasperar los ánimos, protestando contra las nuevas contrataciones de profesores alemanes en el Instituto Nacional y la instauración de programas científicos en las escuelas, lo que finalmente acaeció el año 1853 cuando el gobierno de Manuel Montt optó por su inclusión. 12 Un Observador, “Fenómeno raro”, Revista Católica, 1857, n° 508, p. 2359. 13 Ibídem. 14 Un observador, 1857, Op., cit., p. 2362. 15 Carmona, 1857, Op., cit., p. 144. 16 Carmona, 1857, Op., cit., p. 148. En este punto tiene sentido el análisis de Michel Foucault refiriéndose a las “prácticas pastorales”, comprendidas como las técnicas para generar subjetividad inducida por un agente de poder, ya sea el confesor, el exorcista o el médico en la clínica. Foucault, Michel, Historia de la sexualidad. La voluntad del saber. Siglo XXI editores, Madrid, España, 1996. 17 Carmona, 1857, Op., cit., p. 151. 18 Carmona, 1857, Op., cit., p. 40. 19 El sector médico profesionalizado formuló un paradigma científico, constituyendo una “historia de la medicina” en base a “casos clínicos”. Estos relatos mantenían ciertos caracteres discursivos bien definidos: 1- La identificación del paciente por sus iniciales (anonimato solo en caso de no ser un criminal o enfermos famosos, o un personaje célebre). 2- Sus http://nuevomundo.revues.org/68307

16/19

10/1/2016

Histéricas, sensuales y neurasténicas – Las enfermedades nerviosas y las pasiones violentas en el imaginario médico femenino

características frenopáticas, procedencia racial y nacional, edad, sexo, estado civil y temperamento. 3- Historial clínico y social. 4- Exposición de saberes, médicos e históricos. 5Interrelación entre médico y paciente. El relato médico adquiere ribetes personales, como parte de la convivencia con el paciente. 20 Informe del Doctor Benito García en, Carmona, 1857, Op., cit., p. 117. 21 Ambos médicos mantuvieron fuertes altercados en los boletines de difusión médica durante los años de 1853, exponiendo sus puntos de vista y deslegitimando las áreas de conocimiento de su contrincante. (Carmona, 1857, pp. XVII-XVIII). La historiadora María José Correa señala que en este periodo el sector médico chileno asumió las tesis sobre causalidad ambientalista: “asociadas a alteraciones en procesos químicos, mecánicos o cerebrales en el entendimiento de las enfermedades”.Correa 2008, Op., cit., p. 13. 22 Carmona, 1857, Op., cit., p. 129. 23 Carmona, 1857, Op., cit., p. 213. 24 Carmona, 1857, Op., cit., p. 126. 25 Carmona, 1857, Op., cit., p. 129-130. 26 María José Correa data el proceso de formación del concepto de “enfermedad nerviosa” en Chile desde 1840 a 1860. Correa, 2008, art., cit. 27 Carmona, 1857, Op., cit., p. 199. 28 Baldastro, Arturo. “La Mujer Argentina”, Revista  de  Hijiene  Infantil, tomo III, Buenos Aires Argentina, 1894, p. 161. 29 Orrego Luco, Augusto, “Causas indirectas de la alucinación mental”,  Revista  Médica  de Chile, p. 442. 30 Anónimo Un caso de histerismo en su máxima de manifestación Memoria (licenciado en medicina)-Universidad de Chile, 1867, (manuscrito). 31 Este tipo de histeria se encuentra íntimamente relacionada con los casos de posesiones ya que en ambos pareciera la paciente o víctima no ser dueña de sí misma siendo invadida por un agente externo. 32 Según señala el doctor Lorenzo Sazie (1807-1865) en sus clases de enfermedades mentales en julio de 1882, la anestesia histérica, es una de las características base de la histeria, permitiendo diagnosticar con certeza dicha enfermedad siempre que este fenómeno se presente. Generalmente es de tipo sensitiva y sensorial y puede ser de cuerpo completo o hemianestesia. Puede ser producida externamente en base a metales que se inyectan ya sea en polvo o en oxido “metaloterapia”. 33 Zúñiga Alejandro, “Caso raro de neurosis jeneral”, Revista Médica de Chile, enero y febrero 1873, Nº 7, año I y nº 9 año I, abril 1873. 34 Zúñiga, 1873, Op., cit., p. 359. 35 Gutiérrez, Claudio, Forjadores de la ciencia en Chile, Santiago de Chile, Ril Editores, 2008, p. 64. 36 Zúñiga, 1873, Op., cit., p. 381. 37 Un Observador, “Un fenómeno raro”, Revista Católica, Agosto 8, 1857, p. 2362. 38 García, Benito, Informe 10 del caso de Carmen Marín, p.  33 en Relación  hecho  al  señor arzobispo por el presbitero don José Raimundo Zisternas sobre las observaciones verificadas en una joven que se dice espirituada, acompañada de los informes de varios facultativos que practicaron  ­sus  reconocimientos  profesionales,  espresando  en  ellos  el  juicio  que  han formado sobre semejante fenómeno. Santiago Imprenta del Conservador, 1857. 39 Profesor de patología médica en la Escuela de Medicina de París y médico jefe en la Salpêtrière en 1801 publico el “Traité  médico­philosophique  sur  l’aliénation  mentale,  ou  la manie” .Ver Correa, 2008, Op., cit., p. 7. 40 Ingenieros, 1904, Op., cit., p. 34. 41 Ingenieros, José, Simulación de la locura, Biblioteca Virtual Universal, 2003, p. 31-32. 42 Ingenieros, 1904, Op., cit., p. 41. 43 Duprat, citado por Ingenieros, 1904, Op., cit., p.75. 44 Ingenieros, 1904, Op., cit., p. 51. http://nuevomundo.revues.org/68307

17/19

10/1/2016

Histéricas, sensuales y neurasténicas – Las enfermedades nerviosas y las pasiones violentas en el imaginario médico femenino

45 Ingenieros, 1904, Op., cit., p.  54. 46 Ingenieros, 1904, Op., cit., p. 56. 47 Ingenieros, 1904, Op., cit., p. 54-55. 48 B.A.M. “Un caso de locura histérica. Clínica de enfermedades nerviosas y mentales del doctor Orrego Luco”. Revista Médica de Chile, agosto 1894, p. 446. 49 Recordemos el caso de Carmen Marín cuando se niega a asumir alguna autoridad que no sea la que le vincula con sus emociones más interna (el evangelio de “Juan”, relacionado con su amante del mismo nombre) o el caso de Sebastián León que no atendía a quienes no acataran el procedimiento establecido por él, mediante el uso de la palabra al tomarle el dedo. 50 Turner, 1889, p.  814; en Villavicencio, Maritza “Participación de la Mujer en la Vida Pública: Las Ideas de la Época”, Del  Silencio  a  la  Palabra  Mujeres  Peruanas  S.  XIXXX. Compiladora Margarita Zegarra, Ediciones Flora Tristán, 1992, p. 94. 51 Desde mediados del siglo XIX se desarrolló en Chile una “topografía médica” en autores como Tocornal J. quien publicó en 1849 Hijiene  pública.  Causas  principales  de  las enfermedades de Santiago, y en 1853 su Memoria sobre la variola (Santiago: Impr. de Julio Belin i Ca., 20 de junio de 1853. Citado por Murillo en Vacunación  obligatoria.  Discurso pronunciado en la Cámara de Diputados. En la sesión del 6 de julio de 1883. Imprenta de la República, de J. Núñez, p.18.). Otros autores que vincularon el estudio topográfica y climático del territorio a la proliferación de enfermedades epidemiológicas de impacto social fueron el doctor Adolfo Murillo. “La Mortalidad en Santiago de Chile”. Revista  Chilena  de  Hijiene. Imprenta Cervantes (sin año); y el doctor. Augusto Orrego Luco La cuestión social, Imprenta Barcelona, Santiago de Chile 1897. (Ver Correa, 2008, p. 14-15). En argentina el médico Justiniano Ledesma hacia la década de 1880 difundía las tesis ambientales como causante de enfermedades y degeneramiento racial en una disciplina denominada como “meteorología medica”. Ver Ledesma, 1886. Revista Médica de Chile. nº7. 52 Baldastro, 1894, Op., cit., p. 145-146. 53 Baldastro, 1894, Op., cit., p. 146. 54 Baldastro, 1894, Op., cit., p. 161. 55 Baldastro, Op., cit., p. 163. 56 Correa, 2008, Op., cit., p. 8. 57 Grierson, Cecilia. “Educación e influencia de la mujer”. Revista  de  Hijiene  Infantil  de Buenos Aires. Tomo III 1894, p. 24) 58 Netri, F. El histerismo en la criminalidad, ACC, 1902, año II., p. 145-146. 59 Grierson, 1894, Op., cit., p. 27. 60 Las observaciones que evidencian un deseo heterosexista en materias cientificista están presente constantemente cuando se trata de analizar el desarrollo del cuerpo femenino. 61 Baldastro, 1894, Op., cit., p. 151. 62 Baldastro, 1894, Op., cit., p. 160, 157. 63 En este punto es interesante considerar el análisis del historiador argentino Ernesto Boholavski en relación a la identidad nacional argentina fraguada durante la segunda mitad del siglo XIX. Señalando que al carecer de un discurso indentitario anclado en el pasado, las elites argentinas sostuvieron la tesis del territorialismo como agente clave de la identidad nacional. El territorio argentino se constituyó en el marco de desarrollo e identificación. Esta tesis unida al determinismo geográfico, constituyó una serie de discursos en torno a la “raza argentina” vinculada al territorio y determinada por los agentes ambientales. Bohoslavsky, Ernesto. Territorio  y  Nacionalismo  en  Argentina,  1880­1980:  Del  Espacio  al  Cuerpo Nacional. Universidad Nacional de General Sarmiento, Argentina, 2006. 64 Ingenieros, 1904, Op., cit., p. 25. 65 Correa, 2008, Op., cit., p. 5-7. 66 Di Liscia, María Silvia. Billorou, María José. Locura  y  crimen  en  el  discurso  médico­ jurídico.  Argentina,  Territorio  Nacional  de  la  Pampa,  ca.  1900,  Anuario estudios Americanos. Tomo LX, 2, 2003, p. 583.

http://nuevomundo.revues.org/68307

18/19

10/1/2016

Histéricas, sensuales y neurasténicas – Las enfermedades nerviosas y las pasiones violentas en el imaginario médico femenino

Pour citer cet article Référence électronique

Manuel Durán Sandoval, « Histéricas, sensuales y neurasténicas – Las enfermedades nerviosas y las pasiones violentas en el imaginario médico femenino », Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En ligne], Colloques, mis en ligne le 18 septembre 2015, consulté le 10 janvier 2016. URL : http://nuevomundo.revues.org/68307 ; DOI : 10.4000/nuevomundo.68307

Auteur Manuel Durán Sandoval Doctor en Estudios Americanos Universidad de Santiago de Chile.  Profesor en Diplomado Género y Educación, CEGECAL, Universidad de Chile.  [email protected]

Droits d’auteur © Tous droits réservés

http://nuevomundo.revues.org/68307

19/19

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.