Malasia, el Estrecho de Malaca y el TPP en la estrategia del Pivot Asiático Facundo Escobar1
Estados Unidos está protagonizando hoy una descomunal maniobra estratégica en un mundo que parece estar buscando un equilibrio que no altere drásticamente el orden establecido, por el tiempo que fuera posible. Estamos ante una etapa difícil de comprender, o más bien, de aprehender, de captar, entender y explicar. Por diversas razones. Por opacidades, por procesos novedosos, por obstáculos ideológicos o falta de matrices teóricas. Quizás se trate de eso, de la búsqueda de un equilibrio (transitorio necesariamente), un balance que se impone tanto a importantes sectores de estrategas, generales y gobernantes, como a grupos de poder económico, luego de un también evidente fracaso de la Guerra de Eurasia, desde la Primera Guerra del Golfo hasta nuestros días, con el estruendoso fracaso en Siria, que continúa como conflicto ambiguo y abierto. Quizás se trate también, de un intento de EEUU por reconstituir hegemonía, lo cual incluye poder económico, militar y el llamado soft power.2
1 Cátedra Relaciones Internacionales y Comunicaciones (II), Facultad de Periodismo y Comunicación
Social UNLP; Centro Internacional de Información Estratégica y Prospectiva, UNLP; PIA Noticias.
[email protected] 2 Término acuñado por Joseph Nye, asesor político, neoliberal, profesor de la Universidad de Harvard, ex presidente del Consejo Nacional de Inteligencia, Secretario Adjunto de Defensa para Asuntos de Seguridad Internacional en la Administración Clinton, candidato a Secretario de Estado en 2004, y autor de múltiples artículos y libros sobre política internacional. Según su definición, como tercer poder, además del poder económico y del poder militar, “soft power” son los recursos e instrumentos
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Parte de eso, dentro de lo visible, está el establecimiento de un mega tratado de libre comercio con Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam, el Acuerdo Estratégico Trans Pacífico de Asociación Económica o Trans-‐Pacific Strategic Economic Partnership, mas conocido como TPP por sus siglas en inglés.
Obama busca que el lanzamiento del TPP sea un logro de su administración, para sumarlo por ejemplo, al acuerdo nuclear con Irán o al diálogo con Cuba. Luego de algunos traspiés, Obama, luego de que fuera frenado por la Cámara Baja del Capitolio, mayormente demócratas, logró que el Senado de su país, con su mayoría republicana, apruebe el denominado “fast track” o ley que le confiere mayores poderes para negociar el tratado comercial. Vale decir, contando con el fast track a su favor, el Congreso sólo podrá aprobar o rechazar los acuerdos comerciales negociados por el presidente, sin derecho a enmendarlos. Se trata de un gran avance para el TPP y Barack Obama. Desde el año 1979 quince acuerdos comerciales han sido aprobados en EEUU gracias a este tipo de procedimiento. En la discusión hacia la aprobación del TPP, los legisladores que se oponen esgrimieron un argumento, un condicionante incluido explícitamente en los papeles del trato: ningún país que forme parte del TPP puede estar incluido en las listas negras por violación de derechos humanos elaboradas por los EEUU, puntualmente en este caso, respecto al trafico humano. Y Malasia, uno de los cuatro países asiáticos que formarían parte de ese acuerdo, es parte de una de las tantas listas negras confeccionadas por el Departamento de Estado, ubicándose en el escalón 3, uno por debajo de lo permitido. que un país o estado disponen para afectar a terceros, cooptar para establecer agenda, persuadir, incidir en las acciones e interses de otros actores, y generar una atracción positiva en función de obtener los resultados buscados. Se emplean medios culturales e ideológicos, y medios diplomáticos o de política internacional, principalmente.
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Se estima que Malasia posee 2 millones de trabajadores ilegales migrantes, en general refugiados o población reclutada con promesa de una mejor vida, la mayoría de los cuales trabaja en Malasia en condiciones de esclavitud o trabajo forzado, en compañías que van desde productos electrónicos, pasando por el cultivo de palma para aceite, servicio doméstico hasta prostitución. Así, ya han comenzado los cabildeos y pujas de intereses para resolver la cuestión. En breve se publicará un nuevo informe, donde se espera que Malasia, sin haber hecho nada para cambiar su postura respecto a esta problemática, salga de esa posición, y ascienda un escalón para poder acceder al TPP. El informe sería manipulado. Ninguna novedad. Más si tenemos en cuenta que en mayo pasado, en un momento sensible para el avance del TPP, en Malasia fueron encontradas 139 tumbas clandestinas cerca de la frontera con Tailandia, donde fueron enterrados migrantes provenientes de Birmania, de origen Rohingya, en campamentos aparentemente usados por contrabandistas de humanos. Llamamos la atención sobre esto por dos razones, desde ya, cabe aclarar, no por creer en estas listas negras confeccionadas por los EEUU, donde en general figuran países que se oponen o enfrentan políticas de EEUU, de las cuales formó parte por ejemplo Cuba, hasta hace pocos días. Sino más bien porque como este caso lo indica, exponen la arbitrariedad de los propios autores de esas listas, quienes en verdad no están interesados en resolver las problemáticas que originarían esos listados (mas bien, son verdaderos sistemas de evasión de la problemática), como en este caso de Malasia, donde la cuestión Rohingya, minoría musulmana de Birmania, masacrados y reprimidos en ese país, que protagonizan un flujo migratorio trágico y masivo, más conocidos recientemente por ser quienes poblaban un barco de migrantes navegando a la deriva en el mar de Andaman, rogando por comida, luego de que su ingreso a Tailandia les sea prohibido, están absolutamente abandonados por las potencias mundiales y organismos internacionales. Esas listas de altísima difusión a escala global, reproducidas sistemáticamente por los grandes medios de comunicación interconectados –y por lo tanto de gran influencia-‐, no son más que instrumentos políticos para presionar, desacreditar o desgastar según sea el caso. Entonces, si suponemos que la inclusión de distintos países en esas listas negras es arbitrario, ese ingresar o borrar nombres, además de un balance de poder, determinado y vigente, debería estar indicándonos otra cosa y llevar a preguntarnos qué expresan semejantes alteraciones como el caso de Malasia. Y es que justamente Malasia hoy no es poca cosa en términos de la dinámica geoestratégica, y en particular, para la consolidación de los “intereses nacionales de EEUU” en esa región del mundo, en función del juego de potencialidades futuras, en
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esa estrategia denominada Pivot Asiático o Pivot hacia la región Asia-‐Pacífico, hoy en pleno desarrollo, y que parece tener a China como adversario fundamental. El Ejército de los EEUU tienen en la región Asia-‐Pacífico, uno de sus principales músculos militares, con establecimientos de distinto tipo, alcanzando a 350.000 las tropas desplegadas en distintos países de la región. Indicador que debería ser sugerente respecto de la importancia de la región para los EEUU. Ajustar, reforzar las relaciones con Malasia, que sería el punto al que se llevarían las relaciones si el TTP se acordara -‐dado el aumento de la injerencia internacional en general, y estadounidense en particular en el país-‐ implicaría para EEUU, un avance o consolidación del control sobre el denominado Estrecho de Malaca, una de las vías marítimas más importantes en el circuito comercial global, comparable al Canal de Panamá. El Estrecho de Malaca, de menos de 3 km de ancho, se ubica entre la costa occidental de la península malaya y la isla indonesa de Sumatra, uniendo el Océano Índico con el Océano Pacífico. Es clave en el sistema de comercio global. Aproximadamente el 60% del comercio internacional pasa por allí. Es la vía marítima principal para la conexión de las economías de India, China, Japón y Corea. Cada año, más de 94.000 barcos atraviesan el estrecho, transportando un cuarto del total de las mercancías comerciadas, un cuarto del total del petróleo transportado por mar, principalmente desde el Golfo Pérsico hacia otros mercados asiáticos. Durante 2014, pasó por Malaca el 85% del petróleo importado por China de acuerdo a las estimaciones del propio Departamento de Defensa de los EEUU. Se dedican muchísimos recursos y tiempo para discutir si en verdad China se convertirá en un nuevo hegemón, si podrá o si busca ser un polo en un juego futuro de doble poder. Tal como se preguntaron en un seminario de especialistas en la materia realizado recientemente en Washington, organizado por el Center for a New American Security (CNAS), si las relaciones China-‐EEUU en la región están dadas por la cooperación, o la creciente competencia o el conflicto armado; o el crecimiento de la incidencia de China en la región oriental de Asia es un hecho consumado, si se trata de una resultante de la propia política norteamericana, o si no existe algo semejante. Sean cuales fueren los resultados que arrojen esos informes, es innegable que China viene expandiendo sus capacidades político-‐militares y económicas globales, logrando injerencia en Asia, Europa oriental, África. China y varios países de la región mantienen disputas marítimas en torno a reclamos en el Mar de China Meridional, o Mar de China. Allí, Beijín ha construido hasta la actualidad 1,5 millas cuadradas de islas artificiales sobre arrecifes, donde emplazarán aparentemente bases militares. Al día de hoy, se han construido ya dos
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pistas aéreas sobre las islas. Esto ha venido catalizando la disputa territorial con sus vecinos, quienes también alegan derechos sobre los arrecifes e islas: Taiwán, Malasia, Vietnam y Filipinas todos tienen bases militares en islas del Mar de China. EEUU, desde sus múltiples capacidades en la zona, monitorea y se entromete en este conflicto de manera directa.
Entre otros de los aspectos visibles, irrefutables, difundidos por la propia estatal Agencia de Noticias Xinhua y por el propio Partido Comunista de China en el gobierno, destaca también la llamada Ruta de la Seda, una mega red multidimensional (comercial, financiera, cultural) en conformación, que unirá tres continentes, para lo cual se están desplegando múltiples instrumentos políticos y económico financieros para alcanzar el objetivo en breve. Una de sus dimensiones es la Ruta de la Seda Marítima, que comienza en el Mar de China, conectando con el Océano Índico, justamente, a través del Estrecho de Malaca, para luego ingresar a Europa vía el Mar Rojo. Un TPP sin Malasia sería menos importante en términos estratégicos para EEUU, y la estrategia del Pivot Asiático, sin Malasia a su merced, estaría dando una señal de debilitamiento ante Beijing. La consolidación del control militar y político sobre Malasia por parte de EEUU, mediante la presencia directa, y mediante la aplicación del TPP, ayudaría en gran medida a robustecer el domino sobre el Estrecho de Malaca por parte de la potencia norteamericana, importante para la competencia o disputa de poder con China. Allí entonces radica en parte la importancia de Malasia. No en su mercado ya de por si super abierto al libre comercio. Tampoco en la mejora de la defensa de los derechos humanos, que quedarán como los Rohingya, naufragando, o perdidos en la muerte.
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