MADRID. Origen etimológico fijado por Enrique Cabrejas

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MADRID

Crédito imagen: Wikipedia

Origen etimológico fijado por Enrique Cabrejas RPI: B-3851-14 DOI: 10.13140/RG.2.1.3553.9921

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Apreciados Srs; Me es grado poner en su conocimiento y a través de este comunicado que el nombre de MADRID quiere decir: “PRO VIA”. Es una voz carpetana y para que se entienda mejor nosotros diríamos: “POR CAMINO”. Literalmente significa “POR HACER”. Lo cierto es que la ciudad en su cuestión nominativa pudiéramos advertirla en una inusitada coherencia. En un exacto sentido etimológico y vertiente semántica inalterada a lo largo de los tiempos. Lo explicaré, exhaustivamente, y eso es lo que abordaremos en este estudio. Para ello haremos una regresión a su razón nominativa desde el primer origen: Los orígenes de la ciudad se remontan a tiempos de los carpetanos y fueron ellos quienes la fundaron. Aunque distintos pobladores de la ciudad dieran otras sendas denominaciones, se trata de exónimos, es decir nombres que fueron traducidos a sus respectivos idiomas. Sin embargo, los pueblos de España tienen memoria y con ella se confirma que, sorpresivamente, Madrid siempre fue Madrid y nunca dejó de serlo. Naturalmente no se trataba de una vía, trazado, camino, paso, través cualquiera, sino el “hacer trayecto” más corto y transitable. Se trataba de un acrónimo ibérico que significa “POR HACER (TRAZADO)”. Es decir, un rural canal de comunicación recto y llano que facilita el paso entre las poblaciones. Por supuesto, esto tuvo estrecha relación con el pastoreo, la búsqueda de mejores pastos que desembocaba en el tránsito por recurrentes vías de trashumancia. Estos milenarios trazados fueron más tarde las populares “cañadas” recorridas desde antiguo, si bien posteriormente por su importancia tomaron el nombre de “reales” y fueron reguladas por un edicto de Alfonso X el Sabio en 1273. Alguna incluso, cuando se ha respetado el paso original, atraviesa la ciudad por calles asfaltadas, como es el caso de la calle de Atocha, en pleno centro de Madrid. Primer vocablo del Acrónimo: (MA-) significa “Pro”. Segundo vocablo del Acrónimo (-DRID) significa “Vía”. 1 2

Ja dqíd

MA DRID

Pro, por Vía, hacer, camino, dirección, trazado, raíz, etc.

MADRID significaría de un modo claro “dirigirse por el camino que ya está trazado”. Cuando nuestros antepasados se referían a MADRID conocían perfectamente qué se decían, en cambio, si me permiten la reflexión, nosotros que nos tuvimos por saberlo todo ignorábamos aquello que hoy hablamos desde tan eterno. ¿No les parece sin igual?

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ANALISIS ETIMOLÓGICO DEL NOMBRE DE MADRID PRIMER LEXEMA DEL ACRÓNIMO: Nuestros carpetanos escribían Ja para decir “MA” (madre). Para decir (padre) lo escribían de este otro modo: b “PA”. Lo hacen con una simple línea vertical, es la expresión de una distancia entre dos puntos, igual que hacían los minoicos cretenses. Luego se construirá un nuevo sintagma anexado a πα (pa), y que es el modo actual de significar “padre”. Encontramos su símbolo en Lineal B y se escribe: ╪ “pa·te”. En griego helenístico adoptará el modo de πα·τήρ “pa·ter”. Por otro lado, veamos que significa este morfema de μα “ma”, porque tiene distintas acepciones y numerosos sinónimos, pero la definición que más se ajusta a nuestro propósito es: “Pro” o “Por”. SEGUNDO LEXEMA DEL ACRÓNIMO: El segundo acrónimo es dqíd para decir “DRID”, justo la partícula que compromete a la lengua española a reconocerse a sí misma como particular, única y heredera legítima del legado de nuestros antepasados iberos y celtíberos. Pues, fueron ellos quienes trajeron este término a nuestra península, a nutrir al castellano, el idioma español, y viene de una raíz proto-indo-europea, es decir pre-griega y que se trata de: ΔΡΑ “dra”; la sabemos cognada del sanscrito (drā·ti) y que significa “ejecutar”, pero en el mejor de los sentidos de “HACER”. Así pues, Δρᾶ “dra” es un verbo y que pueden verlo fácil en griego ático, épico, dorio y eolio conjugado y lo que significa, infinitivamente, es HACER o CREAR. Concluyendo, al decir /MA·DRI+D/ lo que pronunciamos es una antiquísima frase y no un nombre como se tiene por más cierto. Se trata de un arcaico acrónimo que en origen se trataría de “ir a través del camino trazado.” A la locución MADRID le añadieron una partícula enclítica y que es una +D final porque los fonemas con una D son junto con otras, tales como las desinencias castellanas en -Az, -Ez, -Iz -Oz -Uz el deje o acento carpetano (cario); ya que ellos, al igual que nosotros, lo escribían tal como lo pronunciaban. CONCLUSIONES: el nombre de Madrid es una expresión milenaria, ibérica, que se prueba de uso antes de que otras lenguas nacieran siquiera. Es como lo hacían y decían nuestros antepasados, los iberos y los celtíberos. Como hemos continuado haciendo nosotros y las generaciones de todos los tiempos en nuestro país, y en todos aquellos lugares en los que se hable la sobresaliente y, a la vez, como demuestro, tan ignota lengua española. Les diré más, nuestra lengua se complicó en su estructura profunda, pues una oración está constituida por dos unidades funcionales principales: el sujeto y el predicado. Pues bien, en la frase Madrid lo tienen todo, pero ¿sabrían distinguirlos? Para nosotros es más difícil, ya que “pro” o “por” ha derivado hacia una subalterna preposición cuando en su origen fue el sujeto del cual se afirma, niega, pregunta, exclama, duda, ordena, etc. Obsérvenlo, “Ma” es nominal y “Drid” es verbal. ¿Conocen una oración más perfecta?

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LA ESCRITURA IBÉRICA Verán, muchos de quienes siguen mis investigaciones se preguntan por qué razón no hago mención a otros especialistas, ni siquiera para rechazar sus hipótesis o argumentar en contra. Pero ¿por qué debería hacerlo? En primer lugar, no soy quien para ponderar lo que no propongo. Y en segundo lugar, desarrollé una fecunda metodología científica a la cual denominé: La Teoría de los Acrónimos Ibéricos. Es clave para entender nuestro idioma, y su aplicación me permite explicar todo aquello que nadie hizo jamás; como se debiera, entiéndase. Porque si comprendes cómo funcionaba el antiguo idioma de nuestros antepasados conocerás el funcional y actual que usamos nosotros. Una gran parte de las denominaciones en nuestro país se dieron en la edad de bronce sino con anterioridad. Nuestra lengua es milenaria sin parecerlo. Dispongo de la mejor herramienta y lo he explicado, reiteradamente, y claro, lo seguiré haciendo, tanto como sea necesario; porque percibo que se sigue sin entender cómo se denominaron las palabras, los lugares y las cosas en nuestro país y no solo, antes de que nosotros lo poblásemos, únicamente es método para hallar su verdadero origen y así demostrarlo. El sábado 21 de abril de 2012, descifré la escritura ibérica tras transcribir el texto completo de “El bronce de Luzaga” y pude comprender que, aun parezca insólito, la escritura de los iberos y de los celtíberos es escritura helena construida con alfabetos epichorikos (de las otras regiones). Es decir, cada comunidad lingüística usaba caracteres propios de su territorio y por esa razón los lingüistas jamás pudieron encontrar coincidencias grafológicas en otro lugar que no fuera en ese territorio específico. Esa escritura helena es anterior al alfabeto griego Milesio o de Mileto, sí, pero no obstante se trataba de una misma lengua hablada. Y pude comprobar que para los celtíberos (íberos septentrionales) se trataba de una lengua pre griega, para ser más concreto en sus modos dialectales anteriores de frigio-lidio-dorio y procedente de Anatolia, pero lo más sorprendente se lo anuncio ahora: Nuestras palabras, las que usamos nosotros, pude comprobar que son las mismas que usaban ellos. Naturalmente no están completadas como las conocemos hoy, ni escritas con nuestros caracteres actuales. Otras se extraviaron en el tiempo y no son de uso corriente; no obstante, todavía podemos encontrar esas raíces en el griego antiguo, incluso muchas en el griego actual, lo cual no me digan que no es portentoso, ahora bien, nosotros las conocemos escritas con ortografía de patrón latino. ¡Sorprendente!

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DESDE OTRA DISTINTA RAÍZ Y lo que voy a transmitirles a continuación es fácil de comprender, pero nunca se conoció. Prepárense para un impacto de shock, aunque cuando puedan discernirlo convenientemente se abrirá ante ustedes una vasta planicie de certezas que nunca jamás se borrará por mucho que pase el tiempo. Pues, voy a realizar la pregunta retórica ¿de dónde proviene el nombre MADRE? Y la respuesta que he de proporcionarles es que el nombre singular femenino en español de MADRE se trata de un inesperado acrónimo. Justamente la sintaxis común de los iberos y los celtiberos. Y es la semántica, la que puede dilucidar y explicar todo esto en su punto diacrónico y, sustentado en la parte de la gramática que estudia la función de las palabras, la sintaxis. Miren, en conexión con todo esto, el término MADRE no deriva del latín MATER, como se ha dado por cierto. La traducción de nuestra palabra al latín, indudable, será MATER, pero nuestro nombre no proviene de la misma raíz que bebió el latín. Así pues, averigüemos la procedencia del término, y esta vez hagámoslo desde su origen legítimo y en su etimología. En primer lugar, fíjense, por favor, que MADRE se compone de dos morfemas, fonemas, lexemas, en una oración. ¿No lo han advertido? Me hago cargo que cueste identificarlos, es muy natural, porque existe un desconocimiento sobre la sintaxis de nuestros antepasados ibéricos, solo que cuando uno comprende la filosofía del lenguaje que emplearon, se da cuenta de lo perfectiva que era su lengua, cuando, paradójicamente, se la tiene por los rayotes de unos pueblos primitivos. Permitan que pormenorice de que se trata de dos lexemas ibéricos distintos e independientes: “MA” y “DRE”. Lo cierto es que, será igual en latín y griego, para su raíz en cuanto al primer acrónimo, es decir “MA”. Sin embargo, y aquí llega lo asombroso y sustancial del asunto, en absoluto lo será para el segundo, es decir “DRE” y que obvio se evidencia distinto. ¡MA! Miren, dejémonos de teorías por un instante y vayamos a lo práctico, y esto nos muestra que cuando nuestros bebés exclaman la palabra: ¡MA MA! repiten un fonema pro dos veces: ¡MA! ¡MA! y eso es igual para muchos y distintos pueblos e idiomas. La diferencia estriba en concreto en la segunda parte, y que es la más formal para expresar este concepto: El segundo acrónimo y que en nuestro caso será: “DRE”, porque tanto el griego y el latín beben de un lexema en común pero, curiosamente, no se trata del mismo que el nuestro. Así pues, como dije, mientras en griego y latín usan la raíz “TER” para completar el término de “MA”, sorprendentemente, nosotros empleamos otra raíz pre griega: “DRE”. Vean que el ibérico y que es anterior al griego y, lógicamente también al latín, lo hace bebiendo de otra fuente léxica distinta. ΔΡΑ “DRA” En esa edad tan temprana no existían aun las minúsculas, tampoco el carácter ω y en letras capitales la Ω. Luego, con el uso del griego ya más avanzado se añadiría la “O” Ωμέγα “Omega” y que se vocaliza “U” [ɔ ː], para dar un nuevo verbo de “Hacer” o “Crear” y que es δράω, es decir “lograr”, “conseguir”. Curiosamente, el inglés lo heredó en su palabra “draw” que es dibujar y ¿qué es sino “hacer” o “crear” trazos o trazar

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líneas? Pero ¿por qué razón la fuente DRA declina en español “a” “e” “i” “o” “u”? Dialectalmente es heleno de la época frigia y anterior al griego helenístico, así que originalmente y ya desde el inicio para nosotros siempre fue “DRA”, “DRE”, “DRI”, “DRO”, “DRU” porque era una lengua flexiva. Miren, con “DRA” lo hacemos en MA·DRA·ZO, con “DRE” en MA·DRE, con “DRI” en MA·DRI·LEÑO, con “DRO” en MA·DRO·ÑO y con “DRU” en MA·DRU·GAR; y todos ellos, contra pronóstico, derivan de la misma antiquísima raíz pre helena. Y se habrán fijado que a esa raíz hay añadidos otros nuevos sufijos. Sí, pero les haré otra confidencia. No son sufijos, aun mucho lo parezcan; son partículas llenas de significado, son auténticos lexemas. Sí, así es nuestra prodigiosa lengua, aglutinó más y más fracciones. Parece que no quisimos renunciar a nada con el paso de los tiempos. Veamos algo más en sus declinaciones “dra” “dre” “dri” “dro” “dru” y que en nuestro idioma son muy frecuentes. Resulta que la raíz que eligió el latín para definir “Mater” fue “-TER” y no obstante tanto “-TER” y “-DRA” son términos sinónimos, empero lo son de distintas raíces. Miren, por ejemplo las palabras “Matriz” o “Materia” provienen de la raíz pre griega “TER” pero por el contrario, “Madera” no lo hizo de ese modo, la proveerá la raíz pre helena Δρα “DRA”. Esos casos están fosilizados en nuestra lengua castellana, y de ellas, de las declinaciones “-DRE” “-DRI” y “-DRO” hacen referencia no solo al concepto de creación sino incluso el de LÍNEA, traduzcámoslo por CAMINO y veremos es exactamente lo mismo que expresa el posterior término griego DRO·MO, y observarán que si quisiéramos definir la palabra se trataría probablemente de una franja de tierra que sirve al transporte de dos puntos geográficos, es decir igual a una línea. Porque fíjense que a esa raíz de Δρο “DRO” cuando los griegos unieron otro nuevo morfema y que se trata de “MO”, de ahí obtuvieron palabras que son nuevas identificadas ya como sintagmas, es el caso de “palin·dromo” o “hipo·dromo” que nos muestra lo mismo que nos indica nuestra raíz “DRO”: Una pista, línea o camino. EL CASTELLANO Nuestra lengua ibérica es anterior a la griega, pero hoy la conocemos y desde tiempos escrita con otra ortografía, con letras romanas. Que la lengua española viene del latín es una ilusión óptica. Ya que lo que el ojo ve la mente lo cree. A todas luces parece latín, pero... créanme, no lo es. Es puro ilusionismo. La vemos escrita con letras latinas y entonces suponemos que fue razonada igualmente en latín, pero miren, fue pensada de otro modo. Fue construida en un idioma ibérico de origen anterior y muy heleno. Su lengua, la de nuestros antepasados, es concreta, coherente y lógica. Ellos, pronunciaban todo lo que escribían, igual que nosotros decimos que lo hacemos en la actualidad, y es que se trata de nuestra lengua. Y es que nosotros, que teníamos una escritura antigua y anterior a la lengua griega, con la llegada del latín ganamos una nueva ortografía, pero en cambio perdimos nuestras pretéritas funciones del lenguaje. Sí, perdimos la función emotiva por otra. Perdimos la función conativa por otra. Perdimos la función poética por otra. Perdimos la función fática por otra. También la función metalingüística se vio afectada y, lo que es peor, perdimos toda la función referencial y para siempre por otro idioma que desde entonces se pretendió ab initio. ¿No les parece de sumo interés recuperar el nuestro primigenio? Los ACRÓNIMOS IBÉRICOS son las primarias frases de uso por los autóctonos (de facto) en la península ibérica y por asombroso que parezca hoy constituyen los morfemas, fonemas y lexemas del léxico del actual idioma castellano por ende español.

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ACRÓNIMOS Y ALFABETOS ¿A que nos referimos con Acrónimos? En lingüística moderna un acrónimo, del griego ἄκρος, transliterado como akros “extremo” y ὄνομα trasliterado como “onoma” significa NOMBRE. Pueden ser siglas que se pronuncian como una palabra pero también son vocablos formados al unir parte de dos o varias palabras. Este tipo de acrónimos es el tipo común de uso de la sintaxis íbera y celtíbera. ¿Qué son los alfabetos epichorikos? Bien, será necesario esclarecer también de que se trata cuando hablamos de los alfabetos epichorikos: Son los distintos alfabetos y formas anteriores helenas a la adoptada finalmente en común y denominada Milesia o de Mileto para el idioma griego. En el caso de los caracteres ibéricos estos tienen sus orígenes en los alfabetos arcaicos locales procedentes de las islas y de la península de Asia Menor. Epichorikos vendría a significar “De las otras regiones”. CONCLUSIONES Para concluir queda aquí expuesto la cuestión nominativa del nombre de la ciudad tras un exhaustivo estudio de arqueología lingüística para emitir las conclusiones de un peritaje basado a mi modesto entender en sólidos argumentos semánticos y taxonómicos que sustentan de modo diáfano y cristalino que el nombre de MADRID quiere decir: “PRO VIA”. Es una voz carpetana y para que se entienda mejor nosotros diríamos: “POR CAMINO” o “HACER CAMINO” literalmente sería “POR EL TRAZADO”. La ciudad en su cuestión nominativa se advierte en una inusitada vertiente semántica inalterada a lo largo de los tiempos. Lo cual me complace anunciarles aquí para que conste y surta los efectos a que hubiere lugar, convenga y proceda. Afectuosos saludos; Enrique Cabrejas Iñesta Investigador de la Historia del Lenguaje En Barcelona, 8 de Junio de 2015

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Madrid. Origen etimológico fijado por Enrique Cabrejas. DOI: 10.13140/RG.2.1.3553.9921 ORCID: 0000-0002-5002-5850 1ª edición 2015 Theory the Iberian acronyms RPI: B-3851-14

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