Madres terribles y madres heroínas en Río de las Congojas de Libertad Demitrópulos

Share Embed


Descripción

Madres terribles y madres heroínas en Río de las Congojas de Libertad
Demitrópulos



Florencia de Graaff



Perteneciente al género denominado nueva novela histórica, Río de las
Congojas de la novelista argentina Libertad Demitrópulos realiza "una
comparación no sólo del presente con el pasado, de un "después" con el
"antes", sino del presente, "lo que surge" con "lo que aún persiste" (Pons,
1996). Lo que persiste en 1981 –año de publicación de la obra- es el horror
de la Dictadura de 1976 autodenominada Proceso de Reorganización Nacional
por un lado y, por otro la valentía y la lucha de un grupo de mujeres a
quienes le habían matado y desaparecido a sus hijos, las Madres de Plaza de
Mayo.

En un artículo publicado en la Revista Travessia Nora Domínguez dice
que Río de las Congojas construyó:

"mujeres apartadas de las leyes de reproducción social, practicantes
de sexualidades desviadas, mujeres en pugna con los modelos de mujer
que proclamaba el discurso familiarista de la dictadura y, en
consonancia, con aquellas mujeres que se le opusieron: Las Madres de
Plaza de Mayo. Esta última relación es muy clara en Río de las
Congojas a través de su epígrafe. Esta novela anula el nombre del
padre y duplica la función materna: Isabel Descalzo ofrece la
maternidad de su cuerpo, tiene hijos, cuida la casa y, María
Muratore, cuyo nombre, su historia y su cuerpo muerto enterrado, por
fin, en esa casa, es la que permite construir la memoria familiar"
(1994).

El epígrafe elegido por Demitrópulos pertenece a Yiannus Ritsos, uno
de los poetas-activistas más renombrados de la izquierda griega. Ganador
del Premio Lenin de la Paz, Ritsos impregnó su obra de política y mitología
griega superando la prohibición, la quema pública de sus poemas y el
cautiverio en uno de los campos de concentración de Papardópulos en Gyaros.


En el presente trabajo intentaré mostrar que, contrario a lo que dice
Domínguez, Demitrópulos no duplica sino que la triplica la función materna.
De la mano de los recursos que le brinda el género nueva novela histórica,
Demitrópulos llena a su novela de símbolos que aluden a la maternidad y
convierte a Isabel Descalzo, María Muratore y a Blas de Acuña en las tres
madres principales de la historia.

Propongo un análisis feminista de la obra en el sentido expuesto por
Elisa Calabrese:

"se elige el texto de una autora mujer y se lee en él con el apoyo
de un repertorio de autoridades críticas, un conjunto de motivos
donde se ponen en escena situaciones que exhiben o denuncian la
condición opresiva sufrida por las mujeres en un cierto contexto, de
las cuales la escritura sería la puesta en escena" (2003).

Río de las Congojas denuncia la opresión a la que fue sometida la
mujer en el período colonial y la que padecía en 1981 de un modo novedoso:
a través de las peripecias que padecen Isabel Descalzo, María Muratore, Ana
Rodríguez y demás personajes femeninos y a través de la historia de otro
personaje que se encuentra en la periferia de la sociedad: Blas de Acuña,
el mestizo.

Al analizar Río de las Congojas, Calabrese encuentra clara no sólo la
alusión a los desparecidos por la dictadura militar sino "a las tumbas
anónimas como marca interpretable para el lector del momento" (2004) ya que
la historia desarrollada por Demitrópulos ubica a los acontecimientos a los
largo de cien años desde la fundación de Santa Fe la Vieja o Cayastá en
1573 hasta que los pobladores la abandonan por un sitio más propicio, la
incipiente ciudad de Buenos Aires. Calabrese advierte que

"los muertos quedan solos, y eso explica uno de los obsesivos motivos
que articulan el discurso del narrador-personaje Blas de Acuña, cuya
decisión es quedarse solo a la vera del río, es custodiar la tumba de
quien él llama "mi muertecita". (2004)

Blas de Acuña uno de los personajes más enigmáticos de la novela de
Libertad Demitrópulos ya que, como mostraré en el presente trabajo, es
hombre pero a la vez es el encargado de personificar y resignificar el
papel de la madre en la historia. Este es el quiebre que realiza
Demitrópulos en su novela: presenta al arquetipo de madre heroína cuidadora
de la memoria de los muertos y al de madre terrible bajo la figura de un
hombre; de este modo, Blas de Acuña será el tercer personaje femenino a
estudiar en la obra.

En la novela de Demitrópulos los personajes femeninos -María, Isabel
y Blas- "crean un espacio donde desafían la autoridad de diferentes
maneras, ya sea actuando de forma poco convencional o construyendo escenas
donde el lenguaje actúa como una (otra) forma de subversión" (Favoretto,
2009). Es por ello que contrario a lo que sostiene Nora Dominguez, en Río
de las Congojas la maternidad y feminidad no es doble sino triple porque
Demitrópulos utilizará al mestizo Blas de Acuña como vehículo para
afianzar, a la manera de la Nueva Novela Histórica, a la mujer-madre en un
período histórico netamente masculino: el período colonial.

¿Pero por qué Blas de Acuña –un hombre- es el instrumento utilizado
por la autora para denunciar la opresión vivida por la mujer? ¿Por qué un
hombre personifica a la madre que busca perpetrar la memoria de sus muertos
y a la madre terrible, tanto en la Argentina más primitiva como en la de
1981? Porque el género de la novela histórica "no sólo es una manera de
(re)escribir" (Pons, 1996) sino que

"debe permitir reexperimentar las tendencias sociales y las fuerzas
históricas envueltas en dichos eventos históricos… pero dichas
fuerzas históricas y tendencias sociales deben ser representadas en
el destino y la vida de un héroe "mediocre" y pasivo… En su tipicidad
y pasividad este héroe de la novela histórica actuaría, como señala
Foley, más como catalizador que como agente de cambio" (Pons, 1996).

En Río de las Congojas el héroe mediocre y pasivo que funciona como
catalizador es Blas de Acuña. Es necesario el elemento catalizador esté
formado por una mujer y por un mestizo ya que las tendencias sociales y
fuerzas del evento histórico "período colonial" así lo exigen. De este modo
"la distancia temporal que debe tener el pasado representado y, la relación
de éste con el presente desde el que se escribe" (Pons, 1996) será un
elemento esencial para que este desdoblamiento del género funcione.

En la nueva novela histórica de fines del siglo XX coexisten diversos
puntos de vista: el "desdoblamiento de identidades y los juegos
especulares; el uso de la parodia, la ironía y lo burlesco; la
yuxtaposición y el entrecruzamientos de líneas temporales; y el uso de una
variedad de formas narrativas y estrategias autorreflexivas" (Pons, 1996).
Es por ello que Demitrópulos utilizará a dos mujeres y a un hombre para
reescribir el rol de las madres en la historia argentina.

Joseph Campbell ha categorizado al héroe como quien recorre un camino
por momentos ascendente y por momentos descendente, con distintas etapas
muy delimitadas (1972). Ahora bien, Paula Salmoiraghi acertadamente
advierte que el de la heroína no es un camino

"porque la heroína no se va a ningún lado sino que, en vez de avanzar
en línea recta, amplía su universo en círculos concéntricos (¿o
elipsis desfasadas?), va abarcando cada vez más terreno, extendiendo
vegetalmente sus brazos para conocer, tocar, modificar, vivir zonas
más amplias del mundo, de los otros y de sí misma. La heroína es
siempre fiel a lo que ha elegido como su lugar: no deja la casa, la
familia, los amigos, no deja la poesía ni la aventura ni el mundo:
los integra, los "desparrama" unos en otros, los reconcilia, los
entrelaza, los entreteje, festeja la festiva unión de todo en vez de
las dicotomías" (2012).

Sería sencillo identificar a Isabel Descalzo con esta descripción ya
que será ella quien se rehúse a abandonar su casa y a su familia y será
ella quien no intente vencer a María Muratore sino que logre integrarla a
su casa, a su mundo y a su sistema de creencias e identidad. Pero no sólo
Isabel Descalzo es heroína en el sentido explicado, Blas de Acuña será
quien nos introduzca en el universo femenino y maternal por ser el portavoz
de "la maternidad y la memoria y con ella la facultad de narrar, de crear
historias como depósitos de tradiciones y recuerdos que mantienen viva la
identidad" (Salmoiragui, 2012).

Blas de Acuña es la heroína colectiva de la novela, él es el agente
que utiliza "como "armas" o "elementos mágicos", la alegría, el poder del
canto y el de sanación que requieren paciencia y ternura" (Salmoiraghi,
2012). Blas de Acuña es quien elige quedarse, honrar y cuidar a los muertos
y es quien cuida y cura con paciencia y ternura a María Muratore. Es más,
Blas de Acuña se identifica como un mestizo que no sólo tiene alborotada la
sangre sino que está obligado a avanzar no sobre caminos sino sobre
temporalidades (Demitrópulos, 2009).

Al comenzar el relato, Blas de Acuña se presenta como quien se queda a
acompañar a los muertos, como un mestizo y se identifica con "algunas
mujeres, debajo del pañuelo que ataron al barbijo, [que] van llorando por
tener, como yo, secretas razones para quedarse" (Demitópulos, 2009). Desde
el comienzo Blas será una madre –Madre de Plaza de Mayo, acaso- que,
enfundada en pañuelos, llora, cuida y se queda con sus muertos.

Blas de Acuña rehúye del heroísmo masculino del conquistador ya que se
niega a partir a Buenos Aires y se niega a participar en la Rebelión de los
Siete Jefes; Blas será heroína, será la heroína-madre narradora, el que
recuerda y permanece (Salmoiraghi, 2012) porque "así se teje el tejido de
la vida" (Demitrópulos, 2009). Es Blas quien cuida a María Muratore cuando
es herida de bala, es quien le salva la vida pero también es quien

"no puede fecundar su vientre y parece castrarla cuando le arranca
las balas incrustadas pero le mantiene la vida y la reclama como
mujer completa, no como "mediamujer" porque no pueda tener hijos o no
quiera quererlo. Blas es el que provee la madera para la
supervivencia… es también el que canta… es que reflexiona sobre la
relación entre mujeres y hombres" (Salmoiragui, 2012).

Es preciso realizar un paréntesis y advertir que es por demás
significativo que María Muratore sea la mujer luchadora, la que porte las
armas y al mismo tiempo la castrada y la media mujer. Blas, el hombre-
madre le ha quitado a María los hijos que pudo haber tenido al "curarla",
castrándola. Blas de Acuña es también madre en tanto:

"la madre es la seguridad del abierto, del calor, de la ternura y el
alimento; es también, por contrario el riesgo de opresión debido a la
estrechez del medio y al ahogo por una prolongación excesiva de la
función de nodriza y de guía: la genitrix devorando al futuro
genitor, la generosidad tornándose acaparadora y castradora"
(Chevalier, 1986)

Nuevamente la sombra de las Madres de Plaza de Mayo a quienes les han
arrebatado a los hijos quedando convertidas en "mediasmujeres" sobrevuela
el relato. Será Blas de Acuña quien reflexione y diga:

"entonces comprendí que el hombre cree que la mujer es un cántaro que
se llena, aunque no tenga sed, para las sequías. Malhecho llenarla.
Malhecho enjaularla. Malhecho todos los malhechos que se tienen
contra ella. Porque un día el llenado se encuentra perdido sin ella y
sólo entonces ve la nulidad de los malhechos" (Demitrópulos, 2009).

Como las Madres de Plaza de Mayo, María Muratore sigue luchando por la
libertad de ser, aún siendo mediamujer, aún siendo una castrada, aún
habiendo perdido a sus (posibles) hijos.

Volviendo a Blas de Acuña es preciso advertir que la identificación de
este personaje con las madres será constante; Blas rechaza la figura
paterna al referirse al español que lo ha engendrado denunciando "la
lujuria de esos viejos cochinos que nos semillaron en la mujer guaraní"
(Demitrópulos, 2009). Será Blas quien se presente como mestizo y músico y
quien caracterice a su madre como "moza alegre, en lo que recuerdo, de
cantar aún en la muerte" (Demitrópulos, 2009. Abrazando la maternidad, Blas
de Acuña recurrirá constantemente al flotar en el río donde cual vientre
materno "una vez ahí dentro, uno aprende a conocer la historia de sus
abuelos" (Demitrópulos. 2009).

El río es un "símbolo ambivalente por corresponder a la fuerza
creadora de la naturaleza y del tiempo. De un lado simboliza la fertilidad
y el progresivo riego de la tierra; del otro, el transcurso irreversible y,
en consecuencia, el abandono y el olvido" (Cirlot, 1992). Estos son los dos
polos entre los que oscila Blas de Acuña quien presenta una conexión
femenina con la naturaleza asociada a la fertilidad y a la agricultura y, a
la vez, se retira a flotar y a reflexionar en una balsa sobre el río ante
lo irreversible de la muerte, el rechazo y el olvido. Blas flotará en el
río "acostado sobre la canoa, vagando sobre el lomo del río, [allí] es
cuando uno puede escuchar, viniendo de lejos, el canto ronco de sus abuelas
que, parturientas todavía, ya se estaban bañando en sus aguas, junto al
hijo recién alumbrado" (Demitrópulos, 2009).

Es preciso destacar que el río como símbolo se ha considerado ligado
al significado de lo materno en lo que hace al "sentimiento de nostalgia
del espíritu por la materia o la sumisión del mismo a una ley informulada
pero implacable (el destino). Jung indica… que la "madre terrible" es la
réplica complementaria de la Pietá, es decir, no sólo la muerte, sino el
aspecto cruel de la naturaleza, su indiferencia con el dolor humano".
(Cirlot, 1992). Blas de Acuña también cumplirá con este prototipo de "madre
terrible" en su relación con Isabel Descalzo. Blas es desmedidamente cruel
e indiferente a la situación de Isabel al punto de dañar en la femineidad
de Isabel lo que intenta preservar en la femineidad de María.

Es notable que, si bien Blas finalmente será quien engendre hijos con
Isabel, jamás llegará a ser padre. En distintos momentos de la novela –la
iniciación sexual de María, por ejemplo- Demitrópulos relata con cierto
grado de detalle el acto sexual. Es llamativo que en la novela no existe
referencia al acto sexual entre Isabel y Blas y que sobre el mismo
sobrevuela un halo de desprecio y abuso.

En Río de las Congojas las figuras femeninas

"transgreden el imaginario paradigma de época en lo que se refiere a
los roles asignados de madre protectora y esposa fiel. Consolidan
fuertes individualidades capaces de abandonar todo, hasta sus hijos,
por ir en busca de un amante deseado o de arriesgar la vida para
vengar un ultraje padecido" (Mónaco, 2002).

Blas de Acuña es una de estas figuras femeninas que transgreden, que opera
como madre de María ya que a ella es a quien cuida y preserva en la
memoria, a quien reprocha, a quien castra y a quien deja huir para cometer
sus propios errores.

Es significativo que Blas de Acuña sea un narrador que es penetrado
por los testimonios de las mujeres con las que se relaciona. Blas dice
encontrarse atraído y querer a María Muratore pero en su discurso no existe
la descripción erótica del cuerpo de María, Blas no salta a la vista como
un amante que desea a una mujer, ni siquiera como un amante despechado. No
puede tener a María, no la puede fecundar, la castra y sólo podrá tener
algún tipo de vínculo con ella cuando la encuentre travestida en la piel de
Fernán Gómez. Frente a esta María-hombre Blas experimentará un cúmulo de
sensaciones que no ha experimentado antes ya que si bien no es él el
encargado de narrarlas, se nos cuenta que la presencia de Fernán le generó
"estupor. Rareza" (Demitrópulos, 2009), que sintió rabia cuando Fernán se
aparta en medio de la batalla a cuidar a un herido porque "estaban ahí,
aislados del fragor, reconfortándose" (Demitrópulos, 2009) y que Fernán
para Blas "era la incertidumbre. Él era" (ídem).

Incluso al desnudar el torso de Fernán tras recibir un disparo mortal
Blas encontrará los senos de María y volverá a describirlos como cuando
curó a María, de forma absolutamente asexuada y deserotizante. Blas de
Acuña es una heroína-madre porque también es un castrado en el sentido
explicado por Roland Barthes: "la afasia sobre el nombre de castrado posee
un doble valor cuya duplicidad es insoluble: en el plano simbólico, hay
tabú; en el operatorio, hay postergación de la revelación: la verdad es
suspendida a la vez por la censura y por la maquinación" (2004).

Hacia el final de la novela, la verdad quedará suspendida. Isabel
Descalzo, ya anciana e inmóvil, está postrada en el camastro de la casa
donde vivió junto a sus hijos, nietos, Blas y María muerta. Blas entra y
sale de la casa sin prestarle atención, sin reparar en su presencia. Blas
es la madre terrible para con Isabel y la madre que cuida para con María.
Isabel anuncia la crecida del río, la inundación de su casa y se horroriza
porque, con el agua, llegan las alimañas.

Capítulos más adelante en la historia Blas relató el destino funesto
que acarrean las alimañas y refirió que de todos los horrores de los que ha
sido testigo en su vida nada le ha dolido tanto como "esos viejos enfermos
y abandonados en sus camastros, que se despertaban ante la acechanza de las
ratas" (Demitrópulos, 2009); sin embargo, nada hará por Isabel cuando se
encuentre en la misma situación.

Simbólicamente a las ratas "se le superpone el significado fálico,
pero en su aspecto peligroso y repugnante" (Cirlot, 1992). Es por demás
significativo que Blas defienda de las ratas a un viejo desconocido pero
que deje que el falo repugnante sea la perdición de la madre que ha logrado
desplazarlo: Isabel.

Barthes entiende al texto como ideal cuando en él las redes son
múltiples y juegan entre ellas; este tipo de textos

"no es una estructura de significados, es una galaxia de
significantes: no tiene comienzo; es reversible; se accede a él a
través de múltiples entradas sin que ninguna de ellas pueda ser
declarada con toda seguridad la principal; los códigos que moviliza
se perfilan hasta perderse en vida, son indecibles" (2004).

Los símbolos, escenas, relaciones y redes analizadas han mostrado que
la idea y concepto de madre en sus múltiples variantes se encuentra
presente en los personajes femeninos de Río de las Congojas y en Blas de
Acuña:

"la complejidad de estas relaciones y esta alternancia de puntos de
vista narrativos no entorpecen la fluencia de acontecimientos; ellas
se disponen de manera tal que la anécdota, el mythos en el sentido
clásico, cobra cuerpo paulatinamente y el lector comprende el sentido
total precisamente a través de esos entrecurzamientos, de ese
entretejido ricamente elaborado en base a oposiciones tensionales
resueltas en la construcción del mito y de la historia" (Palermo,
1982).

Tanto la madre que cuida como la madre terrible, la mediamujer, la
luchadora o la que permanece y crea mitos y relatos se encuentran presentes
en Río de las Congojas. Todas estas madres junto con las madres que tiene
en mente la autora al escribir la novela –las Madres de Plaza de Mayo-
llevan al lector a repensar a la mujer en el período colonial y en el
actual. Como víctima, como causante o como ejemplo, la idea de madre es
constante y evoluciona conforme transcurren los 100 años de historia y
conforme se entretejen los lazos entre los personajes. Todas las madres de
Río de las Congojas interactúan y persisten y, junto con ellas, se
reescribe la historia.

















BIBLIOGRAFÍA

Barthes, R. (2009) S/Z. Buenos Aires. Argentina. Siglo XXI Editores. 2da.
Ed. Pp.169, 15.

Calabrese, E. (1992) Ficción y crónica: Río de las congojas de Libertad
Demitrópulos. Revista del Centro de Letras Hispanoamericanas – Universidad
de Mar del Plata. Pp. 43-53.

Calabrese, E. (2009) Lugar común: Lecturas críticas de la literatura
argentina. Eudem. Mar del Plata. Argentina. 1ra. Ed. Pp. 122.

Campbell, J. (1972) El héroe de las mil caras. Psicoanálisis del mito.
Fondo de Cultura Económica. México. 1ra. Ed.

Chevalier, J. (1986) Diccionario de los Símbolos. Editorial Herder.
Barcelona. 1ra. Ed. Pp. 674.

Cirlot, J. E. (1992) Diccionario de símbolos. Editorial Labor SA.
Barcelona. 9na. Ed. Pp. 389, 291, 382.

Demitrópulos, L. (2009). Río de la Congojas. Ediciones del Dock. Buenos
Aires. 1ed. Pps. 31, 11, 76, 80, 14, 17, 117, 145, 146, 100. Se utilizará
esta edición para todas las referencias a la novela de análisis, el orden
de las páginas respeta el orden de las citas en el cuerpo del trabajo.

Dominguez, N. (1997) El relato de la madre. Revista Travessia. Revista de
literatura nro. 29/30. UFSC. Florianópolis. Agosto 1994/Julio 1997.
Páginas. 171.

Favoretto, M. (2009). Alegoría e ironía bajo censura en la Argentina del
Proceso. PhD thesis, School of Languages and Linguistics, Faculty of Arts,
The University of Melbourne. PP. 19

Mónaco, R. E. (2002) Río de la Congojas, de Libertad Demitrópulos:
cuestiones de textualidad y género. Publicado en Cuadernos para la
investigación de la Literatura Hispánica Nro. 27 Fundación Universitaria
Española y leído en el X Congreso Nacional de Literatura Argentina
realizado en Bahía Blanca Argentina en 1999.

Palermo, Z. (1982) Río de las Congojas de Libertad Demitrópulos. De la
Historia al Símbolo. Centro de Estudios Latinoamericanos. Buenos Aires.
1ra. Ed. Pp. 9

Pons, M. C. (1996) Memorias del Olvido. La novela histórica de fines del
siglo XX. Siglo XXI editores. México. 1996. 1ra ed. Pp. 37, 29, 49, 62, 106

Salmoiraghi, P. (2012) Cruce de espacios, identidades y tradiciones en Río
de las Congojas de Libertad Demitrópulos publicado en V Congreso
Internacional de Letras 2012. ISBAN 978-987-3617-54-6 Pp. 2542, 2543, 2545,
2546.
Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.