Madres de alquiler en España - el Consejo Ministro aprueba una medida con objetivos problemas éticos y sociales

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Descripción

Madres de alquiler en España

El pasado 12 de diciembre el Consejo de Ministros aprobó que los niños nacidos de madres de alquiler pudieran ser inscritos en el Registro Civil. Esto abre la puerta para que parejas o personas individuales, que han recurrido a una madre de alquiler fuera de España, en alguno de los países en los que esta práctica está legalizada, puedan inscribir a los niños en el Registro Civil y así legalizar su paternidad. Es esta una noticia con dos vertientes distintas que conviene analizar por separado. La primera es la que atañe al hecho de la maternidad subrogada (madres de alquiler) y la segunda la que afecta al hijo. Empecemos por la segunda, por la que afecta al hijo. Indudablemente una vez gestado y nacido el niño, con independencia del medio utilizado para producirlo, cualquier decisión jurídica que sobre él se adopte debe tender a buscar su propio bien. En este sentido, no cabe duda que permitir inscribir a ese niño nacido de una madre de alquiler, en el Registro Civil es un bien para él, pues le va a permitir incorporarse a una familia y consecuentemente disfrutar de los beneficios que ello implica. Por lo tanto, desde este punto de vista, nos parece que la decisión del Consejo de Ministros que estamos comentando debe ser bienvenida. En cuanto a la primera, la maternidad subrogada, los problemas éticos y sociales que plantea son mucho más complejos. En primer lugar voy a referirme a lo que considero éticamente más insostenible, que es la cosificación de la mujer, que dona su cuerpo para sea utilizado para una finalidad distinta a su propio bien. A nuestro juicio, tal práctica conlleva que a la madre de alquiler se le esté tratando como una mercancía, como algo que se puede comprar y vender, como una cosa, es decir, se la está cosificando. Algo incompatible con la dignidad de las mujeres y sus propios derechos. En segundo lugar, un hecho si cabe, desde un punto de vista social tan grave como el anterior, es la injusticia social que la maternidad subrogada plantea.

De todos es sabido que en aquellos países en los que está legalizada la maternidad subrogada, es ésta una práctica económicamente muy costosa. En Estados Unidos, el precio básico para conseguir uno de estos embarazos, es de unos 50.000 dólares y a partir de ahí puede ir aumentando en función de que el paquete que se ofrece incluya otras prestaciones, por ejemplo donación de óvulos o esperma, que se exijan unas especiales características físicas de la madre de alquiler, etc. Ello, claramente condiciona que acceder a la maternidad subrogada para conseguir un niño solo puede estar al alcance de personas de elevado nivel económico. Por otro lado, es obvio que las mujeres que prestan su cuerpo para gestar un niño ajeno a ellas lo hacen por razones económicas. Es decir, en gran parte de los casos la maternidad subrogada la disfrutan ricos que explotan a mujeres pobres. Una injusticia social insostenible. En tercer lugar, hay que tener en consideración el objetivo trauma psíquico que se puede ocasionar a la madre que alquila su cuerpo. Hay datos suficientes para constatar que, aunque en un principio, la mujer que alquila su vientre está dispuesta a donar el niño tras el parto, durante el trascurso del embarazo se establece una estrecha relación entre ella y el niño gestado, por lo que la final no es infrecuente que desista de su intención de donar el recién nacido. Precisamente, el pasado día 13, en este mismo periódico, se publicó el caso de una madre de alquiler que tras gestar el niño se arrepintió de lo que había hecho y no quiso donar a su hijo recién nacido. Este cambio de opinión de las madre de alquiler crea un problema social y ético difícilmente solucionable, pues, por un lado, daña económica y psicológicamente a las personas que han contratado a la madre de alquiler, pues sufren una gran frustración al no conseguir el tan deseado hijo, pero también se infringe un daño a la mujer que alquila su útero, si se consigue arrebatarle el niño que ha gestado. Es decir, es esta una práctica, la maternidad subrogada, con aspectos éticos muy negativos desde cualquier punto de vista que se considere, tanto para los padres biológicos, como para la mujer que alquila su útero, y para el niño gestado. Es por ello, que la decisión del Consejo de Ministros, que va a permitir que los niños nacidos de madres subrogadas puedan ser inscritos en el Registro Civil nos parece acertada, si únicamente se considera el bien del niño, pero por otro lado creemos que fomenta una práctica con graves problemas éticos, como es la maternidad subrogada. Justo Aznar Director del Instituto de Ciencias de la Vida Universidad Católica de Valencia

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