M. Urteaga & R. Izquierdo, 2016: Enterramientos musulmanes en la necrópolis cristiana del siglo X de Santa Eulalia, en Remelluri, Labastida (Álava), Boletín Arkeolan, 18, 143-158

May 22, 2017 | Autor: Mertxe Urteaga | Categoría: Islamic Archaeology, Medieval History, Medieval Archaeology, Basque History
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Descripción

ERDI AROKO BURDIN ARKEOLOGIA.

ESTUDIOS DEDICADOS A ZEPADIAK. LEGAZPI (Gipuzkoa) BARRUTIKO JAIME RODRÍGUEZ SALÍS ARQUEOLOGIA DEL HIERRO MEDIEVAL. Textos reunidos por Mertxe Urteaga

LOS ESCORIALES DEL DISTRITO DE LEGAZPI (Gipuzkoa).

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Boletín

PERIFERIAS

Arkeolan

2016

SUMARIO 1

Hitzaurrea / Prólogo

5

Jaime Rodríguez Salís: arqueólogo, promotor y activista cultural. MERTXE URTEAGA.

17

La Dama de Remelluri (Rioja Alavesa). ARMANDO LLANOS ORTIZ DE LANDALUZE.

25

Sepultura intra urbem en el mundo romano. JAVIER ARCE.

33

La Fortune et la foudre.Recherches sur les lieux de culte de Pompéi WILLIAM VAN ANDRINGA Y TUIJA LIND.

43

Sobre algunas “denominaciones de origen”en la cultura romana: las lanas y los vinos más apreciados. C. ALFARO GINER.

61

El proceso de vinificación en la villa romana de Arellano Mª ANGELES MEZQUIRIZ Y MERCEDES UNZU.

71

El vino en Pompeya a través de los hallazgos de la insula VII, 4 (Casa de Ariadna, Via degli Augustali, Templo de la Fortuna). ALBERT RIBERA I LACOMBA.

99

Las excavaciones de Santa Elena (1971-1972) y Jaime Rodríguez Salís IGNACIO BARANDIARÁN MAESTU.

111

Un Evergeta muy especial. MANUEL MARTÍN-BUENO.

117

El Museo Romano Oiasso de Irún: construyendo memoria y difundiendo cultura clásica desde la periferia. MARÍA JOSÉ NOAIN MAURA.

143

Enterramientos musulmanes en la necrópolis cristiana del siglo X de Santa Eulalia, en Remelluri, Labastida (Álava). MERTXE URTEAGA Y RICARDO IZQUIERDO.

159

Irún en la geografía política y diocesana de los siglos X a XII según las fuentes diplomáticas. AITZIBER LEKUONA ILUNDAIN.

173

Memoria de la Frontera en el Reino de León. PASCUAL MARTÍNEZ SOPENA.

191

Nuevos testimonios de la muralla medieval de Hondarribia (Gipuzkoa). PÍA ALKAIN SORONDO.

205

Notas sobre el cultivo de la vid y producción de vino en Navarra. El agraz-verjus, un producto de vinificación. CARMEN JUSUÉ SIMONENA.

217

A las puertas del invierno de 1521. ANA GALDÓS MONFORT.

239

Análisis dendrocronológico de la cubierta de la Iglesia de San Pedro de Bergara JOSUÉ SUSPERREGI.

251

Pipas de arcilla halladas en el convento de Santa Teresa (Donostia / San Sebastián) ITSASO LÓPEZ RIBES.

281

Tabula Gratulatoria

pp: 143-158

Boletin Arkeolan, 18, 2016.

Enterramientos musulmanes en la necrópolis cristiana del siglo X de Santa Eulalia, en Remelluri, Labastida (Álava). Mertxe Urteaga. Fundación Arkeolan

Ricardo Izquierdo. Universidad de Castilla-La Mancha

Resumen: En la necrópolis de santa Eulalia, del siglo X, situada en la finca de Remelluri (Labastida,

Álava), ocupando una posición estratigráfica posterior a la de las tumbas antropomorfas excavadas en la roca se observa la presencia de 13 vaciados de forma rectangular, más estrechos y más profundos que las tumbas antropomorfas, pero de longitudes similares. Están orientados con dirección NE-SW, rompiendo e incluso cruzando en algunos casos las fosas de las tumbas antropomorfas. En este trabajo se plantea que se trata de tumbas correspondientes a enterramientos realizados siguiendo el rito islámico, ofreciéndose varios escenarios a la hora de interpretar el fenómeno. Palabras clave: necrópolis cristiana; enterramientos islámicos, presuras, Rioja alavesa, Edad Media Laburpena: Remelluriko finkan (Labastida, Araba) dagoen X. mendeko santa Eulalia nekropolian

antzeman dira errektangulo formako 13 hustuketa. Hauek, bere kokapen estratigrafikoa kontutan izan da, harkaitzean zulatutako hilobi antropomorfoak baino geroagokoak, dira, baita ere estuagoak eta sakonagoak; luzeraren aldetik haien antzekoak dira, baina Ipar-ekialde eta Hego-mendebalderantz bideratuta daude, eta kasu batzuetan hautsi eta gurutzatu ere egiten dituzte hilobi antropomorfoak. Lan honetan irizten da islamiar erritoari jarraituz egindako ehorzketak direla, eta zenbait testuinguru eskaintzen dira gertaera azaltzeko. Hitz nagusiak: kristau nekropolia, islamiar ehorzketak, presurak, Arabako Errioxa, Erdi Aroa Abstract:At the Santa Eulalia necropolis, from the 10th century A.D., located at the Remelluri farm

(Labastida, Alava), it is noted the presence of 13 cuts. They occupe a later stratigraphic position than the anthropomorphous tombs excavated in the rock. They have a rectangular shape, narrower and deeper than the anthropomorphous tombs, but with similar length. They are oriented form northeast to southwest, breaking and even crossing in some cases the graves of the anthropomorphous tombs. In this work it is stated that they are graves corresponding to burials made following the Islamic rite, and some scenes are offered to interpretate the phenomenon. Key words: Christian necropolis, Islamic burials, “presuras”, Rioja Alavesa, Middel Ages..

En 1971, Jaime Rodríguez Salís que había comprado unos años antes la Granja Nuestra Señora de Remelluri, una antigua encomienda del monasterio jerónimo del Toloño situada al pie de las estribaciones de la sierra de Canta-

bria en término de Labastida (Álava), sospechó de la existencia de un yacimiento arqueológico en los terrenos de su nueva propiedad. Entre los topónimos que se describían como referencias en las escrituras de la finca apare-

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cía uno muy llamativo: “Las sepulturas”. El lugar que correspondía a ese nombre se situaba además en un altozano prácticamente inculto y con abundante vegetación, tenía un manantial de buen caudal a sus pies, y la pequeña parcela de viñedo allí plantada contaba con ejemplares de poco porte y escasamente desarrollados. En cuanto se le presentó la ocasión, aprovechó para hacer una pequeña indagación y a poco más de 20 cm bajo tierra encontró las tumbas reflejadas en el topónimo. De la excavación arqueológica se encargó Armando Llanos y el equipo del Instituto Alavés de Arqueología en el verano de 1971.

LOCALIZACIÓN

La necrópolis se sitúa en el municipio alavés de Labastida, junto a la vía de acceso a la bodega La Granja Nuestra Señora de Remelluri que parte del cruce de la carretera LabastidaRivas de Tereso. Ocupa una pequeña elevación colocada cerca del límite municipal de Labastida con Rivas que a su vez marca la divisoria entre las CCAA del País Vasco y La Rioja. En términos geográficos destaca su posición entre las estribaciones de la Sierra de Cantabria y el cauce del Ebro. Las coordenadas son las siguientes: ETRS 89. Zona 30N. X. 518.541 Y. 4.716.335 Z. 585

LAS INTERVENCIONES ARQUEOLÓGICAS.

Figura 1. Mapa de localización de la necrópolis.

Los trabajos de 1971. En la intervención dirigida por A. Llanos se localizaron 56 tumbas de diferentes tamaños excavadas en la roca arenisca del subsuelo con forma antropomorfa, trapezoidal, y con cabecera angulosa, la mayor parte de las veces cuadrangular. Presentaban orientación E-W, colocándose la cabecera hacia occidente. Los cadáveres se depositaron en posición “de cubito supino”, con los brazos paralelos al cuerpo o cruzados sobre el pecho o vientre. No iban acompañados de ajuares. La cubierta se realizó en bloques de la misma arenisca sin labrar o con un ligero desbaste (Llanos, 1973: 653). Para la cronología Llanos utilizó el criterio tipológico, relacionándolas con las “olerdolanas orientales” de la clasificación de A. del Castillo, datándolas en el siglo X (Llanos, 1973: 655).

Los trabajos de 1979-1980. Con posterioridad a la campaña dirigida por A. Llanos se realizaron otras dos campañas a

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ENTERRAMIENTOS MUSULMANES EN LA NECRÓPOLIS CRISTIANA DEL SIGLO X DE SANTA EULALIA, EN REMELLURI, LABASTIDA, (ALAVA)

cargo de E. García Retes, también del Instituto de Arqueología Alavés. Las excavaciones ampliaron la zona de estudio hacia el Norte, doblando el número de enterramientos excavados. Los restos antropológicos recuperados en estas campañas fueron estudiados por A. Rodríguez Hernandorena (1981) y por F. Etxeberria; este último se encargó de la identificación de las patologías óseas (Etxeberria, 1984).

Los trabajos de 2002. En esta ocasión Jaime Rodríguez optó por preparar un parque arqueológico que pusiera en valor la necrópolis, añadiendo un proyecto paisajístico para el entorno y un plan de señalización y divulgación de los enterramientos. Con ese objeto, acompañado del equipo de Arkeolan y contando con la colaboración del arqueólogo F. Zumalabe, el propio Jaime dirigió un programa de limpieza y estudio de la zona meridional de la necrópolis que se saldó con el descubrimiento de decenas de nuevas tumbas que se dejaron sin excavar, y de los restos de la cimentación de la iglesia alrededor de la que se ordenó el cementerio. Los restos óseos de una pequeña tumba situada en el borde oriental del sector 3 sirvie-

ron para realizar una datación por 14C. La muestra fue analizada por el Angström Laboratory de la universidad de Uppsala en el año 2001. Lleva el nº Ua-17539, estimándose una edad BP de 985 +- 70. La datación calibrada a 1 Sigma (68.3) es la siguiente: 992-1070 0.530% 1080-1127 0.317% 1136-1158 0.153% La datación calibrada a 2 Sigma (95.4) es la siguiente: 898-921 0.035% 945-952 0.006% 955-1214 0.959%

LA NECRÓPOLIS REMELLURI.

DE SANTA

EULALIA

DE

Descripción La serie de tumbas se extiende por una superficie de unos 700 m2, reconociéndose 3 sectores (Figura 4). Uno de ellos, con 83 tumbas de las que 27 corresponden a enterramientos de perinatales y lactantes, ocupa la Figura 2. Vista general de la necrópolis en la actualidad. Sector 1.

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parte más alta del banco de arenisca en el que se excavó la necrópolis; en esa zona más alta, además, se observan dos hileras de 2 y 6 tumbas respectivamente (la más septentrional de esta serie se encuentra un tanto desplazada). La orientación más que E-W viene a ser NW-SE. Correspondería a la familia fundadora del asentamiento, colocándose los progenitores en la parte más alta, con una cubierta ajustada a los rebordes excavados en su alrededor. Las 6 tumbas de la hilera inmediata parecen corresponder a la siguiente generación (Figura 3).

orientación E-W. Es reseñable también la agrupación de tumbas de muy pequeñas dimensiones, con más de docena y media de ejemplares, en el borde oriental del sector. Otro sector se extiende hacia el Norte, separándose del anterior por un pasillo en el que están ausentes los enterramientos antropomorfos. Cuenta con 84 tumbas orientadas E-W y distribuidas en calles más o menos paralelas, sin que se observen conjuntos de tumbas de reducidas dimensiones como en el sector anterior. El tercer sector se ordena alrededor de los restos de la pequeña iglesia de santa Eulalia;

El resto de las tumbas de este sector se distribuye a los pies de este conjunto nuclear, observándose que conforme se alejan de la zona embrionaria, la cabecera va simplificándose hasta perder la forma trapezoidal, resultando una fosa excavada de tendencia oval con la parte más ancha a la altura de los hombros. Con la excepción del conjunto nuclear, el resto de los enterramientos adoptan la

se trata de un conjunto de 37 ejemplares de las que 22 corresponden a tumbas muy pequeñas; varias de ellas ocupan la zona correspondiente al vuelo del tejado del edificio lo que vendría a indicar el carácter de neonatos, prematuros o incluso inmaduros de los ocupantes de las tumbas ya que en algunos casos tan solo presentan 30 cm de longitud. En total se han reconocido 204 tumbas ex-

Figura 3. Las tumbas de los fundadores.

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cavadas con forma antropomorfa de las que unas 80 corresponderían a individuos perinatales y lactantes, unas 20 serían infantiles y el resto, unas 104, adultos.

La iglesia de santa Eulalia El hagiónimo corresponde al topónimo del lugar que ha guardado el nombre de la santa hasta la actualidad. Los restos del edificio se han conservado en estado muy precario, pudiéndose deducir sus dimensiones a partir de varios tramos de cimentación de los muros de cierre y de la posición de las tumbas que bordeaban el edificio por el exterior. Estaba construido con piedra del lugar, con una superficie en el espacio interior de unos 28 metros cuadrados y planta rectangular de 6,8 m de longitud y 4 de anchura; los muros tenían unos 90 cm de grosor. Ocupaba el borde meridional de la necrópolis, en el extremo del balcón marcado por el grueso estrato de arenisca que en varias terrazas desciende hasta la zona baja de los terrenos cultivados. En esa zona baja y, coincidiendo con el cambio de estratificación litológica, se encuentra un manantial con caudal importante durante todo el año.

El asentamiento. Los restos del asentamiento se han localizado como consecuencia de trabajos agrícolas en las parcelas de las inmediaciones; justamente limitando por el W con el banco de arenisca y los ejemplares de tumbas excavadas en la roca se han ido recuperando colecciones de cerámica de cierta entidad, lo que ha permitido identificar en ese sector la zona de hábitat. Coincide también que los vientos dominantes en la zona son los del Oeste y que esa es la asociación característica en la ordenación espacial entre zonas de ocupación doméstica y espacios funerarios (el hábitat se coloca de forma que no se vea expuesto a los aires procedentes de la zona

de enterramientos).

EL PRESOR DE REMELLURI. En opinión de Ciérbide (2000), en el topónimo Remelluri, se encuentra la voz visigotica *Rom *Ram-“stark” que significa robusto, fuerte, vigoroso, a la que probablemente en el bajo imperio se añadió el sufijo latino –ellus. En cuanto al segundo elemento del compuesto –uri, lo considera vasco sin ningún género de duda, resultando un Ramelluri (Errámelluri en La Rioja, junto a la antigua Livia de los Berones) o Remelluri, equivalente al castellano Villarramiel. La etimología de Remelluri nos pone por tanto ante la pista de un Ramellus que sería el personaje responsable de la presura que dio lugar a la aldea de ese nombre, siendo la versión en euskera del Villarramiel de Tierra de Campos.

LA RELACIÓN REMELLURI-SANTA EULALIA Lo que fue antigua encomienda de los Jerónimos del Toloño, la Granja Nuestra Señora de Remelluri, cuenta con otra ermita en sus terrenos bajo la advocación de santa Sabina; en sus inmediaciones se recuperó un esmalte de Limoges con la imagen de la santa, cuya cronología se ha fechado en la segunda mitad del siglo XIII1. Sin embargo en esta ermita no hay rastro de enterramientos por lo que se puede suponer que los restos de la iglesia de la necrópolis de tumbas excavadas, la que se ha considerado bajo la advocación de santa Eulalia, sería la más antigua del lugar y correspondería a la iniciativa de la presura de Ramellus.

EL CONJUNTO DE FOSAS RECTANGULARES. Observando el plano de conjunto de las tumbas excavadas (Figura 4), sorprende que 1

El informe fue realizado por la restauradora María de los Milagros Estrade Alda con motivo del descubrimiento de la placa metálica con el esmalte; lleva por título Tratamiento de conservación de una placa metálica de la colección de D. Jaime Rodríguez Salís.

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13 de ellas (las que están numeradas en el plano), lo que supone un 6% de todas las excavadas, no tienen la misma orientación de las demás; su orientación es NE-SW. Se encuentran repartidas por el área que ocupan los

en torno a los 30 cm, y profundidades de 35 cm, aunque hay también algún caso que llega a los 40 cm. Varias de ellas rompen, cruzan o alcanzan tangencialmente tumbas antropomorfas. Según informaciones transmitidas por

sectores 1 y 2 de la necrópolis, desde el borde septentrional hasta la misma posición de las sepulturas de los fundadores en la parte más alta. Sin embargo ninguna de ellas se localiza en el entorno del pequeño edificio de culto. Todas tienen forma de caja rectangular, con longitudes que oscilan entre los 70 y los 180 cm, anchuras más o menos estandarizadas

el director de las excavaciones, A. Llanos, todas ellas se encontraban vacías, sin restos humanos. Curiosamente, como puede observarse en la imagen cedida por A. Llanos (Figura 9), a pesar de que las tumbas antropomorfas fueron parcialmente destruidas por las fosas rectangulares, conservaron en la zona inalterada parte del esqueleto.

Figura 4. Plano de la necrópolis, indicándose los sectores y numerándose las tumbas islámicas.

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Descripción de las fosas rectangulares. Tumba 1. Es la más oriental del conjunto de zanjas orientadas NE-SW, situándose en las cercanías del borde del zócalo sobre el que se extiende la necrópolis. Tiene forma rectangular, con unas dimensiones de 70 x 30 cm, y una profundidad de 35 cm. Tumba 2. Situada a escasos 2 m de distancia de la anterior, hacia el W. Rompe en la zona meridional la cabecera de una tumba antropomorfa, y por la zona septentrional alcanza la cabecera de otra tumba antropomorfa más pequeña. Tiene forma rectangular con unas dimensiones de 162 x 30 cm, y una profundidad de 37 cm (Figura 5)

unas dimensiones de 160 x 30 cm y una profundidad de 40 cm (Figura 6). Tumba 5. Es la más meridional del conjunto, colocándose alineada con respecto a la tumba 3, a 7 metros hacia el Sur. Corta una tumba antropomorfa. Tiene forma rectangular con unas dimensiones de 105 x 30 cm y una profundidad de 35 cm (Figura 7). Tumba 6. Las tumbas 6, 8 y 11 se encuentran alineadas y ocupando el espacio intermedio entre el sector 1 y 2 de la necrópolis. Todas son de forma rectangular. La tumba 6 tiene unas dimensiones de 145 x 30 cm, pero no se puede saber la profundidad porque se encuentra colmatada de tierra. Tumba 7. Alineada con respecto a la 11, situándose en la parte meridional con respecto a ella. Tiene forma rectangular con unas dimensiones de 180 x 35 cm. No se puede saber la profundidad por encontrarse colmatada de tierra (Figura 8).

Figura 5. Tumba islámica número 2.

Figura 6 Tumba islámica número 4.

Tumba 3. Ocupa más o menos la misma calle que la tumba 2, situándose unos 3 m hacia el Norte entre 2 tumbas antropomorfas, atravesando la cabecera de la situada al Sur y rompiendo parte del costado de la situada al Norte. Tiene forma rectangular con unas dimensiones de 180 x 30 cm y una profundidad de 35 cm. Tumba 4. Colocada en paralelo a la tumba número 2, dejando en medio una pequeña tumba antropomorfa. Se dispone en tangente con los pies de otra tumba antropomorfa situada en la parte meridional. Tiene forma rectangular con

Figura 7. Tumba islámica número 5.

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fas. Tiene unas dimensiones de 100 x 30 cm. Tampoco se puede saber la profundidad por encontrarse colmatada de tierra. Tumba 13. Es la más septentrional del conjunto y también de la necrópolis situándose en el borde Norte del sector 2. De forma rectangular tiene unas dimensiones de 80 x 30 cm. No se puede saber la profundidad porque también se encuentra colmatada de tierra.

Figura 8. Tumba islámica número 7.

CARACTERÍSTICAS Tumba 8. Tiene forma rectangular con unas dimensiones de 70 x 25 cm. Tampoco se puede saber la profundidad ya que también se encuentra colmatada de tierra. Tumba 9. Situada inmediatamente por debajo de la hilera de las 6 tumbas antropomorfas consideradas la primera línea de descendientes de los fundadores. Tiene una forma rectangular bien definida con unas dimensiones de 185 x 30 cm, y una profundidad de 50 cm. Tumba 10. Se sitúa en la zona nuclear de la necrópolis, junto a las sepulturas de los identificados como fundadores, siendo tangente por la zona meridional con la tumba más septentrional del conjunto de la hilera correspondiente a los que se han considerado parte de la siguiente generación. La cabecera de esta tumba se encuentra cortada por la tumba número 9 que repite la forma rectangular de la serie. Tiene unas dimensiones de 185 x 35 cm, y 35 cm de profundidad. Tumba 11. Junto con las tumbas 6 y 8 se localiza en el espacio intermedio entre el sector 1 y 2 de la necrópolis. De forma rectangular, tiene unas dimensiones de 70 x 30 cm. No se puede saber la profundidad porque se encuentra colmatada de tierra. Tumba 12. Se dispone en el sector 2 de la necrópolis, en un espacio libre entre tumbas antropomor-

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FORMALES DE LAS

TUMBAS

Se observa que las tumbas presentan una anchura estandarizada en 30 cm, a excepción de la tumba 10 que alcanza los 35 cm. Igual ocurre con la profundidad que coincide en todas las tumbas en los 35 cm, a excepción de la tumba número 9 que alcanza 50 cm. Las tumbas números 9 y 10 además ofrecen las mayores dimensiones en longitud, alcanzando los 185 cm, lo que nos situaría ante enterramientos masculinos y personas de talla destacada y también de gran corpulencia a juzgar por los 50 cm de profundidad con los que se construyó la número 9, y los 35 de anchura de la tumba número 10. A este indicador se suma la posición que ocupan en la necrópolis, justamente en la zona nuclear, compartiendo espacio con la familia fundadora. A diferencia de lo que se observa en las sepulturas de forma antropomorfa, no hay fosas con longitudes inferiores a los 70 cm, faltando la franja de edad en la que más abundaba la mortandad: los menores de 1 año. Esta circunstancia también ha sido detectada en la necrópolis islámica de Pamplona, proponiéndose (de Miguel, 2016: 177) que pudo haber sectores en los cementerios islámicos dedicados a los enterramientos de perinatales y lactantes. Por su tamaño, prácticamente la mitad, seis (1, 5, 8, 11, 12 y 13), corresponden a enterramientos infantiles/juveniles (entre 70/105 cm) y el resto a adultos de los cuales cuatro (3, 7,

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9 y 10), al menos por su longitud (180/185 cm), podrían corresponder a individuos masculinos. De las restantes (2, 4 y 6) con unas medidas entre 145/162 cm, no podemos precisar si se trata de enterramientos femeninos. No deja de ser sorprendente que estas tumbas, situadas en un cementerio cristiano, tanto por sus características formales (anchura, profundidad, etc.) como por su orientación, presentan todos los elementos para ser consideradas como pertenecientes a un ritual funerario islámico. En opinión de Guillermo Roselló “al ser una comunidad [la sociedad andalusí] que entierra a sus muertos sin ajuar, como ocurre en el mundo cristiano, no hay posibilidad de distinguir diferencias importantes. Por otro lado, el rito coránico prescribe una deposición del cadáver sometida a una normativa rígida (orientación del cadáver, postura inclinada, rostro dirigido a la Meca) que ocasiona una uniformidad en los enterramientos de la que, difícilmente podremos obtener conclusión alguna. Tan solo dicha uniformidad facilita la identificación del enterramiento como musulmán, permitiendo así distinguir perfectamente lo islámico de lo cristiano” (Roselló, 1998: 168). La bibliografía sobre necrópolis musulmanas excavadas no es muy abundante (Torres y Acién, 1995) pero las descripciones de los enterramientos aparecidos en algunas que hemos seleccionado nos van a servir de elementos de referencia para comprobar el paralelismo que tienen con las exhumadas en Remelluri. Prácticamente en ninguna parte del Corán se hace referencia expresa a la manera en cómo debían ser enterrados los musulmanes, pero en al-Andalus, la ideología oficial que impusieron los omeyas, la doctrina jurídico-religiosa malikí, establecía que el cadáver tenía que ser enterrado en decúbito lateral derecho, es decir, de costado sobre el hombro derecho, con la cabeza inclinada mirando hacia La Meca (sureste) lo que significaba que la orientación de la tumba tenía que ser suroeste (ca-

beza)-noreste (pies), en ángulo recto hacia la qibla de la Meca. Tras la muerte del difunto se celebraba todo un ritual muy meticuloso hasta su conducción al cementerio (Chávet et alii, 2006). Normalmente el cuerpo no se colocaba estirado, sino que las extremidades inferiores se flexionaban ligeramente y los brazos se colocaban extendidos. También se señalaba que “las fosas no deberían ser más profundas que la cintura de un hombre y debían cavarse en la misma tierra, sin obra hecha de yeso, ni fábrica en que se use barro, habiéndose de cubrir con ladrillos o piedras” (Casal, 2003: 29). En esta disposición se recoge la idea de que el material con el que se construye una tumba debe ser perecedero, con lo cual estarían prohibidas las tumbas excavadas en la roca, como es el caso de estas de Remelluri. Sin embargo, Maribel Fierro reconoce que en otras necrópolis islámicas, como la de Vascos (Toledo) (Izquierdo, 1989) sí están talladas en la roca y la explicación que ella da es que venía condicionado por el terreno en el que la roca es muy superficial (Fierro, 2000: 178). Posiblemente por el mismo motivo también las tumbas de Marroquíes Bajos (Jaén) se encuentran talladas en la roca (Serrano y Castillo, 2000). Pero no es el caso de Remelluri donde hay abundante terreno en el que haber podido construir las tumbas en tierra. Por lo que respecta a la profundidad de las tumbas, según Maribel Fierro, en algunas tradiciones islámicas se consideraba que la parte superficial de la tierra era mejor que la más profunda, por lo que los ulemas malikíes eran partidarios de excavar las tumbas no muy profundas, aunque lo suficiente para que los animales carroñeros no pudiesen devorar el cadáver. Ella considera que la profundidad sería de unos 60 cm aunque las hay de 40 (Fierro, 2000:177). Como ejemplos, podemos señalar que en la necrópolis islámica de L’Almoina (Valencia) excavada por Josefa Pascual Pacheco, las tumbas tienen una profundidad de unos 60 cm (Pascual, 1989: 407). En la ne-

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crópolis musulmana del Cabezo de Aljezar (Ricote, Murcia), excavada por José Sánchez Pravia, Juana Gallego Gallardo y Francisca Bernal Pascual, la anchura media de la fosa es de 35 cm y la profundidad media de 45 cm. (Sánchez et alii, 1987:155). En el cementerio islámico de la calle Polo de Media (Murcia), excavado por Indalecio Pozo Martínez, “las inhumaciones más frecuentes en todos los niveles del recinto funerario se realizaban abriendo una sencilla y estrecha fosa, 30-40 cm de ancho y depositando horizontalmente al inhumado” (Pozo, 1989: 415). En cuanto a la orientación, NE-SW, se cumple, por ejemplo, en el cementerio islámico de San Nicolás (Murcia), excavado por Julio Navarro, en el que, como señala “todos los esqueletos aparecen dispuestos en decúbito lateral derecho, orientados los pies al NE, la cabeza al SW y el rostro hacia el SE (Navarro, 1987:10). En la necrópolis islámica de la Puerta de Toledo de Zaragoza, excavada por Pilar Galve Izquierdo, según ésta “la orientación presentaba invariablemente los pies hacia el noreste, la cabeza hacia el suroeste y el macizo facial mirando al sur. Las extremidades aparecen ligeramente flexionadas y las superiores inclinadas hacia el lado derecho o con las manos sobre la región púbica” (Galve, 1989: 385). En la de L’Almoina (Valencia) “las inhumaciones están realizadas N-E/S-W. La cabeza está siempre dirigida al este” (Pascual, 1989: 407). En la del Cabezo de Aljezar (Ricote, Murcia) “los cadáveres repiten una postura común: yacen decúbito lateral derecho orientados al SO-NE, con el rostro dirigido al SE, las manos recogidas en la región púbica, las piernas ligeramente flexionadas y los pies juntos” (Sánchez et alii, 1987:155). Y en el cementerio islámico de la calle Polo de Media (Murcia) “prácticamente todos los restos óseos están dispuestos en decúbito lateral derecho, orientados grosso modo E-O, el rostro hacia el SE y los dedos de los pies hacia SE-E” (Pozo, 1989: 415). Como puede comprobarse, estos 13 ente-

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rramientos de Remelluri parecen ajustarse perfectamente a todos los parámetros señalados en otros cementerios islámicos, tanto en lo referente a las características formales de las tumbas, al ancho de las mismas, a su profundidad y a su orientación. Lo que nos lleva a considerar, al menos como hipótesis, que nos encontramos ante las sepulturas de unos individuos que se enterraron conforme a un ritual funerario islámico y que, por consiguiente, eran musulmanes. Pero lo que no deja de ser sorprendente, es que se enterraron en un cementerio cristiano, incluso en algunos casos superpuestos a las tumbas anteriores, es decir, a las cristianas. Intentaremos buscar una explicación a este fenómeno, en especial sus causas y el origen de los individuos enterrados, siquiera sea con unos planteamientos hipotéticos, pues cualquier supuesto que se dé como seguro, en el estado actual de nuestros conocimientos, es prácticamente imposible poder demostrarlo. Estamos ante un tema todavía controvertido como es el de la presencia musulmana en estas tierras alavesas. En un principio, parece que fue efectiva, al menos en cuanto a la vinculación de las mismas con el estado cordobés al que pagaban tributos (Larrea, 2011: 23). Pero cuando las relaciones se rompieron a comienzos del siglo IX, las campañas de castigo se hicieron frecuentes (Lorenzo, Pastor, 2011: 66). Hasta ahora no se ha podido precisar –por vía arqueológica- si mientras duró la vinculación con al-Ándalus se produjeron conversiones al Islam por parte de la población alavesa, aunque sí parece que en el territorio se pudieron haber establecido algunos grupos de gentes procedentes del norte de África como parecen confirmar algunos enterramientos de la necrópolis de Aldaieta o el caso de los bereberes asentados en Pamplona en el siglo VIII, como han demostrado los enterramientos localizados en la Plaza del Castillo estudiados por María Paz de Miguel Ibáñez (de Miguel, 2013). De Miguel (2016) también ha puesto de manifiesto la presencia en esa necrópolis de

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enterramientos que presentan alteraciones intencionadas en determinadas piezas dentales, siguiendo prácticas comunes del continente africano, siendo este el caso de la tumba femenina número 194; llama la atención el resultado del estudio del ADN mitocondrial de esa persona, en la que la determinación genética indica claramente un origen local por vía materna (de Miguel, 2016: 278), demostrando la permeabilidad y mestizaje entre ambas poblaciones. Volviendo al territorio alavés, resulta relevante el registro del haplogrupo M1, haplotipo h17, en enterramientos de la necrópolis de Aldaieta a través del estudio de ADN mitocondrial llevado a cabo por Alzubide et alii (2006). Esta identificación se ha realizado en dos individuos (número de identificación 3 y 4 del conjunto analizado) y sus relaciones genéticas apuntan hacia poblaciones del NW de África. Se han localizado 5 individuos relacionados con este haplotipo distribuidos geográficamente de la siguiente manera: 2 en Ghardaia (Argelia), 1 en Argelia, 1 en el Sahara occidental, 1 en las Islas Canarias y 1 en el Medieterráneo oriental. Los autores del estudio frente a las dos teorías que tratan la influencia del NW de África en la península ibérica, rechazan que fuera producto de una relación directa con la población árabe llegada con la conquista en el 711 AD. Se decantan por una relación que tuvo lugar durante la Prehistoria, hace unos 10.000 años, al considerar que la cronología de la necrópolis de Aldaieta es anterior al siglo VIII y que, por lo tanto, no pudo haber habido relación con los individuos llegados con la ocupación islámica. Sin embargo, con posterioridad, se ha reconocido en la decoración de un anillo perteneciente al ajuar de una tumba de esta misma necrópolis de Aldaieta una inscripción en alfabeto cúfico (Larrea, 2011: 21). Tal identificación ha sido favorecida por el descubrimiento reciente en la necrópolis del Condestable en Pamplona de varios anillos con inscripciones de este tipo (Faro et alii, 2007-2008). Los anillos formaban

parte del ajuar con el que fueron enterrados los individuos pertenecientes a la comunidad local de Pamplona que, por otra parte, como hemos indicado más arriba convivían con la población foránea llegada con la conquista musulmana. La identificación del anillo islámico de Aldaieta repercute directamente en la cronología de la necrópolis que se ampliaría de esta manera al siglo VIII, dejando abierta también en este escenario la posibilidad de una relación directa con las gentes de procedencia norteafricana. Otra referencia que podría tenerse en cuenta es el dirhman de origen iraní del siglo VIII recuperado en las excavaciones de la catedral de Vitoria, en un contexto doméstico de la segunda mitad del siglo X. Según Domenech (2013), debió mantenerse en circulación durante los más de dos siglos que transcurrieron entre su acuñación (716-717 J.C.) y el momento de su pérdida e incorporación al depósito arqueológico. Para esta autora la moneda circulaba por el simple hecho de ser de plata, independientemente de la autoridad o los elementos decorativos que presentaba; esta apreciación cuestionaría la relación directa con el ámbito musulmán en el período que estamos estudiando Efectivamente, los enterramientos de Remelluri serían de la misma época que el contexto estratigráfico en el que apareció el dirhman iraní del siglo VIII. Los análisis de C14 realizados en una de las tumbas cristianas – cuyos resultados están señalados más arribanos proporcionan una fecha inicial centrada en la segunda mitad del siglo X, lo cual nos lleva a considerar que los enterramientos islámicos tienen que ser o bien de ese momento o posteriores puesto que algunos están superpuestos e incluso cortando a las tumbas cristianas. La cercana necrópolis cristiana de Santa María de la Piscina, en San Vicente de la Sonsierra, de características muy similares a la de Remelluri, pero en la que no se señalan enterramientos islámicos, también se

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fecha en la segunda mitad del siglo X (Loyola et alii, 1990: 50). Pero ¿qué explicación se puede dar a la existencia de estos 13 enterramientos islámicos en un cementerio cristiano en la segunda mitad del siglo X y además en este territorio alavés, cuando ya no formaba parte de al-Andalus? La respuesta es muy complicada pero, de cara a dar una explicación, aunque hipotética, evidentemente, tal vez se podría buscar una conexión con la presencia –aunque esporádica- de musulmanes en estas tierras en aquellas fechas con motivo de las campañas militares que los califas cordobeses lanzaron, especialmente hacia territorio navarro donde se había constituido un reino. Las tropas, en algunas ocasiones, pasaban por territorio alavés, el cual sufría el daño que éstas ocasionaban. Especial repercusión pudieron haber tenido las campañas que Almanzor, en los años 991 y 992, lanzó contra el país de los vascones (Castellanos, 2003:105-109). En un principio, se podría considerar que estos enterramientos pudiesen corresponder a soldados de las tropas musulmanes que hubiesen muerto durante alguna de las campañas. En las prescripciones religiosas funerarias estaba establecido el modo en el que serían enterrados los muertos en combate (Chávet et alii, 2006:158). Sin embargo, la existencia de tumbas infantiles islámicas en Remelluri nos obliga a desechar esa posibilidad. Lo que parece evidente es que nos encontramos ante un grupo o grupos familiares compuesto de mujeres, hombres e hijos. Otro problema es saber si tienen alguna conexión con la población cristiana –es decir, si pertenecían al mismo grupo social- y, en ese supuesto, por qué se convirtieron al Islam. El hecho de que se entierren en el mismo cementerio parece indicarnos que alguna vinculación tendrían que tener. La comprobación más evidente vendría por la vía de unos resultados de análisis antropológicos que se hubiesen podido realizar entre todos los enterrados –tanto cristianos como musulma-

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nes- para comprobar si sus rasgos y características antropológicas eran similares o no. Sin embargo, algún detalle en la disposición de algunos de los enterramientos nos podría estar indicando una posible vinculación entre los dos grupos. Por una parte es el caso de las dos tumbas (9 y 10), ambas posiblemente de varones dado su tamaño, que se localizan muy próximas a las que se pueden identificar como de los fundadores. ¿Nos está esto indicando que había alguna relación de parentesco con ellos y por eso eligieron ese lugar –destacado, además- para enterrarse, aunque entonces fuesen musulmanes? El hecho de que sean hombres, ¿supone que nos encontramos ante dos cabezas de familia y serían, por tanto, dos las familias que componen el conjunto de los 13 enterramientos? Por otra, también es curioso que, de todos ellos, 8 (61,5%) se localizan en el sector central de la necrópolis, que es el que aparentemente estaría más vinculado al de la familia del fundador. Además, por su tamaño, la mayoría parece corresponder a adultos. ¿Se trata también de una ubicación intencionada? Sorprendentemente, corresponden asimismo a las tumbas que se superponen o cortan a las anteriores –curiosamente sin destrozar los esqueletos de éstas, es decir, respetándolos- lo cual nos lleva a considerar si también lo hicieron premeditadamente buscando un vínculo de origen entre la tumba más antigua cristiana y el nuevo enterramiento musulmán (Figura 9). Si estos supuestos fuesen ciertos, podríamos tener la evidencia de la conexión familiar de los dos grupos, pero hoy por hoy, como ya hemos indicado, este punto es imposible de demostrar. Aunque se trate de un contexto diferente, el cementerio de época visigoda de Góquez de Arriba (San Martín de la Vega, Madrid) en el que también se localizan algunas tumbas diferenciadas que en este caso parecen corresponder a un ritual judío, para su excavador, Alfonso Vigil-Escalera, en la necrópolis colectiva “el rasgo que prevalece no es la reli-

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Figura 9. Imagen tomada durante la excavación del año 1971 en la que se observa que la tumba antropomorfa cortada por la islámica número 2 conserva el esqueleto en su interior (Foto Armando Llanos).

gión ni el origen étnico de los residentes, sino la estricta pertenencia al grupo local, cuya base es esencialmente territorial” (Vigil-Escalera, 2015: 266), opinión que se podría aplicar al caso que nos atañe. Y más si tenemos en cuenta que el estudio de patologías óseas determinó relaciones de parentesco remarcables entre los individuos enterrados en Santa Eulalia (Etxeberria, 1984: 192) Pero la otra pregunta que surge es ¿cuándo y por qué un pequeño grupo de aquella comunidad cristiana de Remelluri decidió convertirse al Islam? Posiblemente fueron solamente dos individuos pero “arrastraron” a sus respectivas familias, mujeres e hijos. Tal vez haya que poner este hecho en relación con la presencia, siquiera fuese pasajera, de tropas procedentes de al-Ándalus por aquella zona en la segunda mitad del siglo X, a las que ya hemos hecho referencia. Desconocemos el posible contacto que pudieron haber tenido con los habitantes de la aldea de Remelluri, y las circunstancias en las que esos individuos, si por presión o por convicción, optaron por la

conversión y hasta tal punto se islamizaron (lo más normal es que no les hubiese dado tiempo a arabizarse) que cuando se enterraron lo hicieron con un ritual absolutamente islámico. Lo que parece evidente es que no sufrieron un rechazo por parte de la comunidad a la que pertenecían puesto que todo parece indicar que siguieron utilizando el mismo cementerio, aunque, y también es significativo, no se enterraron en el entorno de la pequeña iglesia, gesto con el que sí marcaban una diferencia de concepción religiosa en la utilización del espacio sagrado. Lo más probable es que tras la conversión, y al no haberse producido aparentemente un rechazo, hubiesen seguido residiendo en la misma aldea. Aunque la muestra de Remelluri es mucho menor que el conjunto de tumbas excavadas en Pamplona, también se podría aplicar el principio señalado por Mª Paz de Miguel referente a que la presencia de hombres, mujeres e infantiles, debe ser interpretada como el reflejo funerario de una población estable (de Miguel, 2007:193). Tal vez, una de

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las motivaciones que también pudo haber influido en seguir utilizando el mismo cementerio, tuviese relación con una prescripción que indica que en el mundo islámico el traslado de un muerto a otra ciudad está prohibido, ya que se entiende que cuando un fiel fallece en un lugar lo ha hecho por designio divino, con lo que se le debe rendir sepultura en las inmediaciones de dicha ciudad o del núcleo próximo al lugar donde ha muerto (Pérez-Aguilar, 2015:103). Aunque bien es verdad que en el caso que nos atañe lo podían haber hecho en un cementerio propio. También, no deja de ser sorprendente que, cuando se excavaron estas tumbas, se comprobó que, a diferencia de las cristianas, ninguna conservaba restos óseos. Todo parecería indicar que fueron exhumados intencionadamente, no sabemos si por los propios miembros musulmanes de esa comunidad para enterrarlos en otro lugar o si fueron los

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propios cristianos que, en un momento determinado y por causas que se nos escapan, y a modo de una “damnatio memoriae”, decidieron excluir de su cementerio a aquellos que, aun perteneciendo tal vez en origen a su mismo grupo familiar, ya no consideraban adecuado que siguiesen reposando en aquel lugar. En cualquier caso, ¿dónde fueron a parar esos restos? En definitiva, como puede deducirse son muchas las hipótesis que se pueden plantear a la hora de buscar una explicación a la presencia de esos 13 enterramientos, con toda probabilidad islámicos, que se localizan en la necrópolis cristiana de Santa Eulalia en Remelluri (Labastida). Un elemento más para añadir al debate sobre la utilización del mismo cementerio por religiones diferentes y también sobre la presencia de musulmanes en territorio vascón en los siglos medievales.

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