M. Márquez (2015): \"La Oratio in funere Iohannis Strozzi de Leonardo Bruni y la Oración fúnebre de Pericles recogida por Tucídides: ¿sólo inspiración retórica?\", Humanismo y pervivencia del Mundo Clásico, V3, Alcañiz 2015, pp. 1315-1326

June 26, 2017 | Autor: Manuel Márquez Cruz | Categoría: Oratory, Humanism
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Humanismo y pervivencia del Mundo Clásico, V. 3 (2015), 1315-1326

La Oratio in funere Iohannis Strozzi de Leonardo Bruni y la Oración fúnebre de Pericles recogida por Tucídides: ¿sólo inspiración retórica? Manuel Márquez Cruz Universidad Complutense de Madrid Resumen: El trabajo que se presenta a continuación tiene como principal objetivo el estudio de la oración fúnebre que Leonardo Bruni1 escribió, entre 1427 y 1428, en recuerdo del comandante Nanni Strozzi, muerto en campaña, y el discurso que, según recoge Tucídides, pronunció Pericles para glorificar a los primeros atenienses caídos en la guerra del Peloponeso. Tras dicho estudio, se procede al análisis de los elementos que ambos textos tienen en común, para dilucidar si la obra del historiógrafo griego sirvió únicamente como modelo retórico o si también influyó con sus ideas políticas en el elogio fúnebre escrito por el humanista italiano. Este trabajo se encuadra en un proyecto de traducción al castellano de la Oratio in funere Johannis Strozzi2 de Leonardo Bruni, que incluye el estudio de sus fuentes. Palabras clave: Leonardo Bruni. Florencia. Oración fúnebre. Pericles. Retórica. Abstract: The main aim of this paper is to study the funeral oration written by Leonardo Bruni between 1427 and 1428 in memory of commander Nanni Strozzi, dead in campaign, as well as the speech that, according to Tucídides, Pericles gave in order to glorify the first Athenians fallen in the Peloponnesian war. Afterwards, I will proceed to analyze the common elements in both texts to find out if the Greek oration was only 1

La edición del texto latino utilizado para la traducción proviene de P. Viti, “Oratio in fuñere Iohannis Strozze”, en Opere letterarie e politiche, Turín 1996, pp. 703-749 (pp. 708718). 2 Son varios los títulos por los que se conoce la obra. Para más información al respecto vid. H. Baron, The crisis of the early Italian Renaissance: civic humanism and republican liberty in an age of classicism and tyranny, Princeton, 1966, pp. 554-555. 1 1

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used as a rhetorical model or if the ideas contained in it also influenced the funeral praise by the Italian humanist. This paper is part of a project which consists of the Spanish translation of the Oratio in funere Johannis Strozzi by Leonardo Bruni and the study of its sources. Keywords: Leonardo Bruni. Florence. Funeral speech. Pericles. Rhetorics.

I. Introducción Antes de comenzar con el estudio del texto, es conveniente apuntar algunos datos referentes a las circunstancias que rodearon la composición del mismo. En 1427, tras caer en combate Johannes Strozzi, miembro de una de las familias más influyentes en el panorama social, político, económico y militar de Florencia, sus amigos le encargan a Leonardo Bruni –orador, ya por entonces, de renombrada fama– la elaboración de un discurso en el que se alabasen las virtudes del militar caído en junio de ese mismo año en la defensa de Florencia. El encargo, lejos de suponer una carga para el humanista de Arezzo, sirvió, como apunta Hankins,3 para reforzar lazos de amistad con la familia Strozzi, con quienes ya mantenía alguna relación. No obstante, el nombre de Bruni se ha vinculado a ciertos miembros de esta familia: por ejemplo, a Carlo Strozzi, que era aliado político de Michele Castellani, padrino de la nuera de Bruni; a Palla Strozzi, que era el banquero del propio Leonardo; o a Mateo Strozzi, que presentó un escrito, redactado seguramente por el humanista arentino, en el que se pedía a Niccolo III (Marqués de Ferrara) que velara y protegiera a los huérfanos de Nanni. Como se puede observar, Leonardo no era un extraño para la familia Strozzi. Se deduce, por tanto, que quizás los intereses privados pudieron jugar un papel esencial cuando el de Arezzo acepta escribir el elogio fúnebre por el militar caído. Sin embargo, no fueron sólo intereses privados, sino también públicos, los que le impulsaron a escribir este elogio fúnebre, puesto que Leonardo Bruni ambicionaba convertirse en un personaje influyente de la ciudad de Florencia, proporcionándole este discurso un peldaño más en su ascenso a la cumbre social. Precisamente, a consecuencia de su afán por 3

J. Hankins, “Rhetoric, history, and ideology: The civic panegyrics of Leonardo Bruni”, en J. Hankins, Renaissance Civic Humanism, Cambridge University Press, 2000, pp. 143178: 15 Véase también del mismo autor, “Humanism and the origins of modern political thought”, en J. Kraye (Ed.), The Cambridge Companion to Renaissance Humanism, Cambridge,1996, pp. 118-141, y Repertorium Brunianum: a critical guide to the writings of Leonardo Bruni .Vol. 1, Handlist of manuscripts, Roma, 1997. 1316

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medrar, la redacción del discurso se vio interrumpida en noviembre de ese mismo año, debido a su nombramiento como canciller de Florencia, para ser continuada a mediados del año siguiente, esto es, en 1428, con un Leonardo ya asentado en la cancillería florentina. Dichos cambios en la vida y condición social del humanista dejaron su marca en la Oratio del comandante caído: el discurso pasó de ser un elogio fúnebre a convertirse en una alabanza de la ciudad de Florencia.4 De hecho, este texto suele ser presentado y descrito como un panegírico de Florencia, en el que se exalta el concepto de libertas –en este caso, florentina– de un modo similar al que Pericles, allá por el siglo V a.C., ya lo había hecho en defensa de la libertad ateniense, esto es, como el más excelso de todos los principios morales, un principio irrenunciable por el que ya algunos atenienses habían dado la vida. A pesar de que las realidades no eran comparables, Bruni quiso ver un conflicto paralelo al de la guerra que enfrentó a atenienses y espartanos: el de la defensa de la libertad ciudadana de Florencia frente a la tiranía de la dinastía de los Visconti, quienes pretendían el control de la ciudad situada a las orillas del Arno. El elogio de la figura del noble Nanni Strozzi, comandante de la liga antiviscontea, ocupó a partir de entonces un papel secundario en el discurso. Considerado desde este punto de vista, se observa que el discurso se encuentra estrechamente vinculado a otro escrito suyo cuya única finalidad es la alabanza de Florencia, la Laudatio Florentinae Urbis, una obra de juventud compuesta entre 1403-1404, en la que el arentino demuestra sus dotes como rétor. De hecho, como afirma J. Hankins,5 cuando Bruni escribió la Oratio, el estilo literario del orador se impuso a su intención como historiógrafo, si es que en algún momento la tuvo, puesto que las exageraciones, los adornos, las ficciones y la distorsión de los hechos jalonan el discurso. Sus pretensiones parecían no ir más allá de cargar de heroicidad los acontecimientos históricos, aunque para ello tuviera que faltar a la realidad.6

4 H. Baron, The crisis of the early Italian Renaissance: civic humanism and republican liberty in an age of classicism and tyranny, p. 412. 5 J. Hankins, “Rhetoric, history, and ideology”, p. 161. 6 Por ejemplo, según J. Hankins (“R  history, and ideology”, p. 165), la batalla de Gottolengo no fue una batalla decisiva, como argumenta Bruni, para el desenlace final de la guerra Milanesa (de hecho, la historia no la reconoce como tal). En cuanto a la figura de Nanni Strozzi, hay versiones que apuntan a que Nanni falleció víctima del calor, por la deshidratación y el polvo de la batalla y que su aportación militar a la batalla fue escasa, como recoge el propio J. Hankins (“R  history, and ideology”, p. 166) de Andrea Biglia (“Historiae patriae libri IX”, en A. Muratori, FERUM italicarum scriptores, vol. XIX, Milan 1731, cols. 98-99). 1317

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II. Estructura de la Oratio in funere Johannis Strozzi de Leonardo Bruni El discurso presenta una estructura tripartita: 1. La primera parte comienza con una invocación al famoso legislador griego Solón, quien consideraba que todo ciudadano que hubiera caído en la batalla defendiendo los intereses de su ciudad debía ser glorificado con un elogio fúnebre que alabase sus virtudes y su dedicación a la patria. Del mismo modo, sus huérfanos, en el que caso de que los hubiere, debían pasar a ser tutelados por el Estado, haciéndose cargo del mantenimiento de los mismos. Con estas primeras líneas, queda, por tanto, justificada la composición de la oración fúnebre en honor a Nanni Strozzi y la petición de amparo de los huérfanos que ha dejado en vida a Niccolo III. El discurso prosigue con una alabanza de Florencia, a la par que del propio Nanni, al que considera un hombre afortunado por haber vivido en una ciudad rica y poderosa como lo era Florencia; una ciudad capital de la región de Etruria desde tiempos inmemorables, que conserva la virtus que etruscos y romanos le inculcaron a través de sus leyes sagradas, las cuales, a su vez, han servido como modelo de imitación para otros pueblos. Continúa Bruni con un eleogio de los ciudadanos florentinos, que han sabido estar a la altura de sus antecesores y han extendido el poder que heredaron de sus padres, añadiendo Pisa7 y otras tantas ciudades al imperio florentino. A partir de este momento, el arentino se deshace en halagos del sistema político de Florencia: la república. Para Leonardo, Florencia se ha convertido en una ciudad grande y rica por la libertad y la igualdad de oportunidades que brinda a todos sus ciudadanos, que son conscientes de que sean cuales sean sus orígenes pueden llegar a ascender social y económicamente gracias a sus méritos propios. Precisamente, insiste en que la libertas que proporciona esta urbe consiste otorgar igualdad a todos sus ciudadanos ante la ley y ante el ejercicio de magistraturas y oficios públicos,8 siendo éste es el verdadero valor de un sistema republicano. Para concluir esta primera parte, retoma la alabanza de los ciudadanos de Florencia, de quienes dice que están dotados de una gran habilidad militar, de una brillantez cultural y de una fortuna y riqueza que parece haberles concedido alguna divinidad, con la intención de hacer renacer, quizás, una nueva Atenas. 2. La segunda parte, de menor extensión, sirve como presentación de Nanni Strozzi y de su familia. Leonardo Bruni elogia su antiguo linaje, 7 S. Daub, Leonardo Brunis Rede auf Nanni Strozzi: Einleitung, Edition und Kommentar, Leipzig, 1996, p. 284. 8 De hecho, el propio Leonardo Bruni es un ejemplo vivo de cómo un joven de provincia, ni siquiera nacido en la propia Florencia, puede llegar a ocupar un cargo público de alta relevancia en la ciudad, como fue la cancillería.

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sus numerosos cargos públicos y su gloria militar, tres de los aspectos más importantes por lo que un ciudadano se puede sentir orgulloso de sí mismo, de su familia y de su papel cívico. Los Strozzi, según el de Arezzo, han sido un ejemplo a seguir, puesto que, a pesar de que en el pasado una rama de la familia se vio condenada al exilió en Ferrara –precisamente, donde nació Nanni–, volvió luego a Florencia para mostrarse como una de las familias más influyentes de la ciudad. De hecho, el papel que han desempeñado en el desarrollo social, político, económico y militar de la ciudad ha sido relevante en los últimos años, habida cuenta de los cargos públicos y militares que han venido desempeñado en la ciudad. 3. La tercera parte del discurso constituye el elogio de Nanni Strozzi, hombre probo del que se alaban tanto sus virtudes militares como cívicas. Este noble personaje debe ser considerado, según el humanista, como un modelo a seguir, puesto que sus acciones en el campo de batalla le valieron el reconocimiento no solo de sus tropas y mandos, sino también de sus enemigos. Reencarrnó todos los tópicos militares que se suponen en un perfecto hombre de armas: experto en asuntos militares, enemigo de lo ostentoso, hábil estratega, dotado de templanza, modesto, humanitario en el trato a sus enemigos, y haíto de coraje y de devoción por su tierra patria. A continuación, el discurso transcurre con la dramática narración de los sucesos acontecidos durante la última batalla de Nanni, acaecida en Gottolengo, en la que el comandante de los Strozzi perdió la vida. Esta sección del texto le sirve a Leonardo Bruni como reflexión acerca de la importancia de reclutar ciudadanos-soldados frente a mercenarios, cuando se ha de defender la tierra patria, puesto que estos últimos no se mueven por amor a su ciudad, sino al dinero, por lo tanto, solo piensan en su propia salvación. Por el contrario, los primeros, movidos por el afán de salvación de su patria, piensan única y exclusivamente en luchar heroicamente, como le sucedió a Nanni Strozzi, muerto en combate con las tropas milanesas capitaneadas por los Visconti como consecuencia a las muchas y graves heridas que recibió en la defensa del emplazamiento de Gottolengo. De no haber sido por su desinteresado valor, la victoria del enemigo se habría consumado y el avance hacia Florencia de las tropas de los Visconti habría sido una realidad. Se observa, por tanto, el tópico del dulce et decorum est pro patria mori. El discurso termina con unas palabras dedicadas al premio que reciben los virtuosos, esto es, la gloria y la beatitud en el cielo –se unen en este punto los conceptos de civismo y religión, puesto que, se defiende la idea de que quienes caen en el campo de batalla defendiendo la libertad de su ciudad alcanzan, sin duda, el cielo–, recompensa sin parangón para un espíritu noble como fue el de Nanni Strozzi.

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III. Estructura del discurso de Pericles, según el historiógrafo Tucídides El discurso de Pericles,9 según recoge Tucídides, presenta la siguiente estructura: 1. Abre el discurso una introducción, en la que se justifica el por qué del mismo. Pericles comienza argumentando que va a seguir la costumbre impuesta por sus antepasados de elogiar a los caídos por la patria en acción bélica. Sin embargo, advierte de los peligros que supone dejar en labios de un hombre tal responsabilidad, puesto que las palabras, además de admiración pueden despertar también envidia. Otro riesgo al que hace mención es el de la responsabilidad que recae sobre el orador, puesto que puede suceder que no hable con clarividencia en un momento tan emotivo. Aun así, se dispone a cumplir con la ley de los antepasados y espera satisfacer las expectativas de los allí presentes. 2. El discurso en sí se inicia con una mención honorífica a los antepasados de los atenienses, quiénes, gracias a su valor, han dejado a sus descendientes una tierra libre, a la que se han ido incorporando territorios generación tras generación. El elogio llega hasta los ciudadanos del siglo V a. C., puesto que se han preocupado no solo de mantener los territorios sino también de ampliarlos. A continuación, Pericles analiza el sistema político que ha permitido el crecimiento de Atenas, esto es, la Democracia, apoyada en una Constitución que ha servido como modelo para otros pueblos. Este sistema de gobierno busca tratar a todos los ciudadanos por igual y otorgarles las mismas oportunidades. Constituye una forma de gobierno en la que los cargos públicos no se asignan por reputación nominal sino por la valía del ciudadano a la hora de desempeñar tal o cual función en su ciudad. Este sistema liberal del que goza Atenas, beneficia a todos los hombres por igual, ya que permite que sus ciudadanos desempeñen y gestiones libremente sus asuntos privados, siempre y cuando no perjudiquen a la ciudad. Una vez han quedado claras las ideas de que Atenas es una ciudad con raigambre, grande desde sus orígenes, y de que el sistema político instaurado es el más adecuado para garantizar la libertad y la igualdad, continúa Pericles centrando el foco de atención del discurso en los propios atenienses, de los que dice que son ciudadanos comprometidos con su ciudad, puesto que respetan el sistema de gobierno y obedecen tanto a quienes desempeñan cargos públicos como las leyes. Se podría pensar que todo son obligaciones, pero no es así: los atenienses se han procurado también un tiempo dedicado al ocio, como se deduce de los distintos certámenes y celebraciones que tienen lugar a lo largo 9

Tucídides, Historia de la Guerra del Peloponeso, trad. A. Guzmán Guerra, Madrid, 1989, Libro IV, pp. 34-ss. 1320

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del año. Ahora bien, esto no es óbice para que, cuando lleguen tiempos de guerra, el ciudadano ateniense no esté preparado. Aquí reside, precisamente, una de las diferencias con respecto al pueblo lacedemonio, puesto que mientras estos últimos inculcan una educación adusta y bélica a sus hijos, los atenienses viven plácidamente sin que ello sirva para menosprecio de su valía, pues ningún enemigo conocedor de su potencial ha osado hacerles frente. Éste es un motivo más de orgullo para la ciudad, como lo es el hecho de que los atenienses no sólo son buenos defendiendo su territorio con las armas sino también preocupándose por la marcha de la ciudad, puesto que le conceden una importancia pareja tanto a los asuntos privados como a los públicos. De hecho, la deliberación sobre cuestiones de Estado se encuentra a la orden del día en esta ciudad, pues son hombres que saben sobre asuntos públicos y no tienen miedo a la reflexión y al debate abierto, proclamándose ésta como una de las virtudes de estos ciudadanos. Frente a esta cualidad se pone de relieve la ignorancia que muestran otros pueblos que no saben y, al mismo tiempo, temen hacer uso del consenso del pueblo para tomar en común cualquier tipo de decisión que afecte a su ciudad. Como último dato, a todas estas virtudes se añade el concepto que los atenienses tienen de la amistad, una relación que se sustenta en el principio de no recibir favores, sino de hacerlos. 3. Comienza, a partir de este punto, la segunda parte del discurso, esto es, el elogio de quienes cayeron por la defensa de la ciudad, o, lo que es lo mismo, la alabanza de quiénes murieron por defender en el campo de batalla todas esas virtudes a las que antes se ha hecho mención y que han cimentado la construcción de una ciudad sin parangón. Frente a los espartanos, los atenienses tienen suficientes motivos para dar la vida por su ciudad. Por otro lado, la alabanza de estos hombres que se han sacrificado por la comunidad está más que justificada, pues la valentía que han demostrado en la defensa de la ciudad ha borrado todo el daño que le hayan podido acarrear a la ciudad en un pasado con sus acciones particulares. Todos estos ciudadanos, llegado el momento del enfrentamiento, pudieron eludirlo y buscar su salvación con su huida, pero prefirieron defenderse y sufrir antes que ceder y salvarse. Eludieron, con valentía una fama vergonzosa.

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IV. Puntos en común entre la Oratio de Bruni y el discurso de Pericles10 - La originalidad de las instituciones políticas: la organización institucional de Atenas y de Florencia sirve como modelo para otros pueblos, que ven cómo estas ciudades se han fortalecido internamente y cómo han prosperado. - La fama de Florencia y Atenas, que destacan como sedes de la cultura de sus respectivos tiempos. Son hogar y patria de numerosos artistas y centros culturales en los que se aglutina el saber de las diferentes artes. - El concepto de Libertad: uno de los puntos clave de estos textos propagandísticos es el de la Libertad del pueblo, entendida no solo como liberación del yugo militar impuesto por pueblos extranjeros, sino también como facilidad para acceder libremente a todos los oficios públicos. Entendida así, cualquier persona, indiferentemente de cuales sean sus orígenes, podría llegar a ocupar la más alta magistratura dentro de la ciudad. Sin embargo, hay que decir que en este punto se observan ciertos matices que diferencian el discurso de Pericles de la Oratio de Bruni. En el relato de Tucídides, Pericles argumenta que cualquier hombre, con independencia de sus orígenes, puede conseguir un reconocimiento social, reconocimiento que alcanza su máxima expresión en el desempeño de un cargo público. Este mérito, entre los atenienses, es otorgado única y exclusivamente teniendo en cuenta la valía del ciudadano o, lo que es lo mismo, sus virtudes. Bruni está de acuerdo con esta idea, pero apostilla que, si bien es cierto que todos los hombres pueden llegar a desempeñar un cargo público, sólo aquellos que tienen la esperanza de hacerlo benefician al Estado con su aportación personal, con su virtud, puesto que son los únicos que están en posición de conseguir al final dicho cargo público.11 Dicho con otras palabras: en Florencia, los cargos públicos, aun siendo abiertos, son desempeñados únicamente por aquellas personas que tienen la esperanza de lograrlo. - La igualdad en cuanto a los derechos civiles y ante la ley. En todo momento, los ciudadanos, ricos y pobres, pueden consultar sus derechos para saber si están siendo víctimas de un abuso legislativo. La ley es entendida como imparcial, acabando con la opresión de las clases altas hacia las bajas. - El ciudadano se entiende no sólo como un miembro más de la polis, que vive dentro de ella, que progresa económica y socialmente según sus méritos y que participa de forma activa en las decisiones políticas que se han de adoptar en beneficio de la ciudad. El compromiso del ciudadano 10

Sobre este tema, cf. F. Murari Pires, “Leonardo Bruni e Tucídides: história e retórica”, en Politéia (Vitória da Conquista), 6.1 (2007), pp. 57-84.  Baron, !   , pp.423-424. 1322

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debe ir más allá. No se trata sólo de tomar decisiones o de servir a la ciudad ejerciendo cargos públicos, sino que, en caso de guerra, debe ser un soldado más. Se promueve, así, la idea del ciudadano-soldado, del que se espera un comportamiento ejemplar en el campo de batalla. De hecho, la máxima por la que debe regirse es morir antes que ceder para salvarse. Al fin y al cabo, la salvación de la comunidad está por encima de la salvación individual. - La ciudad del presente se concibe como la herencia que han dejado los antepasados: los ciudadanos actuales han recibido la ciudad como herencia terrenal de los antepasados, y no sólo la han de mantener, sino que han de ampliar también su territorio y hacerla más grande y poderosa. - El buen funcionamiento de la ciudad incidirá en su autosuficiencia en tiempos de paz y de guerra: si las instituciones funcionan perfectamente y los ciudadanos cumplen su papel, velando por sus intereses privados, pero también por los de la comunidad, la ciudad puede valerse por sí misma sin necesidad de recurrir a otras ciudades o Estados tanto para su administración como para su defensa. - El buen hacer de quienes desempeñan cargos públicos y la igualdad ante las leyes entraña obediencia y lealtad a éstas y a los líderes de la ciudad por parte de los ciudadanos, que deben facilitar la labor a quienes velan por ellos. - La ciudad y el ciudadano deben regirse por la virtud, uno de cuyos principios consiste, en el caso del ciudadano, en obrar bien en beneficio de la comunidad y, en el caso de la ciudad, en conceder libertad e igualdad de oportunidades a los miembros que la habitan y hacen de ella un lugar idílico. - El premio más alto que puede alcanzar un ciudadano es la gloria, obtenida por la defensa de la ciudad. Dicha gloria se convertirá en un recuerdo eterno e imperecedero y en la mejor alabanza que cualquier ciudadano pueda recibir. La fama perdurará más allá de su tiempo y rebasará las fronteras. La noticia del sacrificio de quienes pierden la vida por defender su ciudad viajará de boca en boca y llegará a tierras extranjeras, donde estos hombres serán considerados un ejemplo de virtud y valentía. - El Estado se concibe como el protector de los huérfanos que han dejado quiénes han dado la vida por la ciudad. Si es justo que los ciudadanos defiendan su patria, no lo es menos el que el Estado, en caso de fallecimiento de éstos, se haga cargo de los hijos que dejan, al menos hasta su juventud, supliendo de este modo a la figura paterna. En el caso de la Oratio, Bruni trae a colación la ley de Solón en la que se menciona al Estado como benefactor de los huérfanos de guerra. En el discurso que recoge Tucídides, es el propio Pericles quien afirma que la ciudad se hará cargo, con fondos públicos, de criar a los huérfanos que han dejado los atenienses muertos en la guerra contra los espartanos. 1323

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- El fallecido se presenta como modelo de vida a seguir. Tanto Nanni Strozzi como los atenienses fallecidos son presentados como el espejo en el que se deben mirar las sucesivas generaciones. Estos hombres ejemplares, caídos por su ciudad, han demostrado con sus actos la virtud propia de un buen ciudadano, es deicr, la defensa a ultranza de la patria, razón por la que los jóvenes han de tomarlos como modelos a imitar, pues gracias a ellos la ciudad se hace fuerte frente al enemigo y queda engrandecida su historia. Es, pues, una forma más de honrar a quienes lo dieron todo por los demás. - Ambos discursos comienzan con una alabanza de la ciudad, para pasar después a elogiar la figura de quienes dieron la vida por la misma. Tenemos aquí una prueba más de, al menos en el caso de la Oratio de Bruni, la intencionalidad propagandística del texto: la ciudad o, lo que es lo mismo, el conjunto, es más importante que el elemento individual. Se ensalza, en primer lugar, aquello por lo que se lucha, para, a continuación, centrarse en la figura del o de los “homenajeados”. Con esta estructura, ambos autores cumplen con su cometido, puesto que están glorificando la figura de los caídos en la defensa de la ciudad, pero a la vez están exaltando por encima de todo los valores cívicos propios de la polis.

V. Conclusiones A la hora de redactar el discurso, Leonardo Bruni utilizó no solo la obra de Tucídides como modelo literario, sino que también bebió de otras fuentes clásicas como Aristóteles o Platón, de quienes tomó, por ejemplo, su alabanza por el sistema gubernamental de la república en detrimento de otros sistemas, como la monarquía (cuyo objetivo no es satisfacer los intereses de la mayor parte de los ciudadanos, sino sólo los de una parte), o sus teorías sobre la práctica de la virtud y su principal beneficio, es decir, la obtención de la gloria inmortal de quienes la practican. Pero no fueron éstas las únicas fuentes clásicas utilizadas por el italiano, puesto que se observan también reminiscencias de Plutarco (Vida de Sertorio, donde un hombre se convierte en un modelo de virtud militar y de amor a la patria)12 y de Cicerón (De Republica, obra que defiende una forma de gobierno en la que el bienestar del Estado está por encima de los intereses particulares, esto es, la República), entre otros.13 En cuanto a la intencionalidad de la obra, la Oratio, lejos de limitarse a ser un discurso de alabanza de Nanni Strozzi, miembro de una de las familias más representativas, poderosas e influyentes de la Florencia del siglo XV, resulta ser un escrito propagandístico que ensalza la ciudad que el humanista de Arezzo Plutarco, Vida de Sertorio y de Pompeyo, trad. R.Mª Aguilar y L. Pérez Vilatela, Madrid, 2004. 13 Cicerón, De republica, trad. J. Mª Núñez González, Torrejón de Ardoz, 1989. 12

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considera como capital del arte europeo, además de cuna y residencia de los más grandes artistas del momento. Florencia representa un modelo a seguir desde el punto de vista social, político, militar y económico. Y Leonardo Bruni es su canciller. El pueblo florentino, a su vez, es descrito como un ejemplo de firmeza de ideales y de lealtad a la patria, como lo fue el ateniense, dispuesto a repeler cualquier tipo de agresión o ataque a sus libertades, puesto que, por encima de todos los valores, defiende el principio supremo de la libertad, que es lo que hace grande a un pueblo. Por contra, los Visconti representan la tiranía, la opresión, el ocaso, en definitiva, de la libertad. Nanni Strozzi, que pertenece a una de las familias nobles de la ciudad, ha dado su vida por la libertad, por Florencia, como lo habría hecho cualquiera de sus ciudadanos, independientemente de su estatus social. Visto desde esta perspectiva, el humanista de Arezzo observa un claro parangón entre la situación de Florencia y la vivida por Atenas en su conflicto con Esparta allá por el siglo V a.C.: la arenga de Pericles a los atenienses era un alegato a favor de la libertad del pueblo ateniense en la misma medida en que el discurso de Bruni lo es de la del pueblo florentino. A este respecto, Baron14 afirma que lo que Bruni adoptó del discurso de Tucídides fue el esquema literario y el espíritu de la oración fúnebre pública ateniense, en la que el elogio de los ciudadanos caídos como soldados en el enfrentamiento contra los espartanos fue recogido a modo de panegírico dedicado a la ciudad por la que los primeros sacrificaron sus vidas. De este modo, se destaca por encima de otros valores el origen de la ciudad, su supremacía política y cultural, su libertad cívica y la virtud de sus ciudadanos en la batalla. El discurso que reproduce Tucídides no es, por tanto, una mera reminiscencia literaria para Bruni, sino que su influencia va más allá: si bien es cierto que la estructura literaria del discurso es similar en ambas obras (el comienzo del discurso con la alabanza de la ciudad –que ocupa una parte verdaderamente importante en el conjunto de la obra–, la referencia a la herencia terrenal que los ciudadanos han recibido de sus antepasados, el elogio de los ciudadanos-soldados que dieron su vida por la defensa de la comunidad, la alusión a los hijos de los caídos), como también lo es el hecho de que se repitan ciertos tópicos literarios (sirva como ejemplo la alabanza del ciudadano-soldado que da su vida por la defensa de la comunidad, la enumeración de las virtudes cívicas, la obtención de la gloria como premio final, el ejemplo de quienes murieron por la patria, etc.), no lo es menos que la influencia política que ejerció el historiador griego en la Oratio del humanista italiano es también notable. Tal es así, cuando habla de la originalidad de las instituciones florentinas, de la autarquía de la ciudad, tanto en tiempos de paz como de guerra, de la libertas, entendida en su más amplio sentido de igualdad de los ciudadanos ante la ley, de los derechos cívicos, de la virtud ciudadana, 14

H. Baron, The crisis of…, Princeton, 1966, p. 413. 1325

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o cuando hace alusión a la protección que el Estado ha de dispensar a los huérfanos que han dejado quienes dieron su vida por la ciudad. Concluimos, por tanto, afirmando que, salvando las distancias, Bruni pretendió que la ciudad de Florencia se viera reflejada en la Atenas del siglo V a.C., una polis que representaba los más altos ideales de grandeza política, histórica y artística. Un Estado que se caracterizaba por una forma de gobierno, la democracia, en la que el pueblo desempeñaba un papel importante y que ofrecía, teóricamente, las mismas oportunidades a todos los miembros de su comunidad. Y por último, un pueblo que acataba y obedecía las leyes de la ciudad, puesto que, al fin y al cabo, eran las leyes que ellos mismos, o sus antepasados, habían establecido como normas de conducta para el buen funcionamiento de la ciudad. Así pues, tanto la figura de Nanni Strozzi como la de los atenienses fallecidos en la guerra contra Esparta quedan relegadas a un segundo plano en la Oratio de Bruni y en el discurso de Pericles, a pesar de que, en apariencia, deberían constituir el núcleo argumentativo de los textos. Ésta es, pues, una técnica literaria más que el rétor italiano toma del historiógrafo griego en la redacción de su discurso. Una diestra estrategia cargada de intencionalidad política con la que el humanista italiano pretendía ensalzar tanto a la ciudad de Florencia como a sus dirigentes, en su afán por estrechar aún más sus lazos de amistad con estos últimos.

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