M. Claveria, Los altares monumentales con pulvini del nordeste peninsular, en: J.M Noguera Celdrán, E. Conde Guerri (Eds.), Escultura romana en Hispania V, Murcia, 2008, 345-396.

September 12, 2017 | Autor: Montserrat Claveria | Categoría: Roman Sculpture
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Descripción

JOSÉ MIGUEL NOGUERA CELDRÁN ELENA CONDE GUERRI Editores científicos

ESCULTURA ROMANA EN HISPANIA V

MURCIA 2008

ESCULTURA ROMANA EN HISPANIA, V Actas de la reunión internacional celebrada en Murcia del 9 al 11 de noviembre de 2005 Fundación Cajamurcia – Centro Cultural Las Claras Universidad de Murcia – Facultad de Letras Organizan

Patrocinan

Editores científicos José Miguel Noguera Celdrán Elena Conde Guerri Comité organizador Presidente: José Miguel Noguera Celdrán Secretaria: Maravillas Pérez Moya Vocales: Elena Conde Guerri y Pascual Martínez Ortiz Comité científico Luis Baena del Alcázar, Universidad de Málaga José Beltrán Fortes, Universidad de Sevilla Elena Conde Guerri, Universidad de Murcia Eva Koppel, Universidad Autónoma de Barcelona Pilar León Alonso, Universidad Pablo de Olavide de Sevilla Trinidad Nogales Basarrate, Museo Nacional de Arte Romano de Mérida Sebastián F. Ramallo Asensio, Universidad de Murcia Isabel Rodà de Llanza, Universidad Autónoma de Barcelona Pedro Rodríguez Oliva, Universidad de Málaga José Miguel Noguera Celdrán, Universidad de Murcia Coordinación general Maravillas Pérez Moya Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales Región de Murcia Coordinación editorial Begoña Soler Huertas, Universidad de Murcia El volumen Escultura Romana en Hispania V se enmarca en el proyecto de investigación BHA 2002-01845, financiado por la Dirección General de Investigación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, cofinanciado con fondos FEDER. Reservados todos los derechos. Queda prohibido reproducir, almacenar en sistemas de recuperación de la información y transmitir alguna parte de esta publicación, cualquiera que sea el medio empleado (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación…) sin el permiso previo de los titulares de la propiedad intelectual. © De los textos y las ilustraciones: sus autores © De esta edición: TABVLARIVM C/ Manfredi, 6, entlo.; 30001 Murcia (España) Tlf.: 868 940 433 / Fax: 868 940 429 [email protected] ISBN: 978-84-95815-14-9 Depósito Legal: MU-2383-2008 Impreso en España / Printed in Spain

Índice PRESENTACIONES PEDRO ALBERTO CRUZ SÁNCHEZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 JOSÉ ANTONIO COBACHO GÓMEZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 CARLOS EGEA KRAUEL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17 INTRODUCCIÓN JOSÉ MIGUEL NOGUERA CELDRÁN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19 CONFERENCIAS INVITADAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27 L’AULA DEL COLOSSO NEL FORO DI AUGUSTO: ARCHITETTURA E DECORAZIONE SCULTOREA . 29 LUCREZIA UNGARO

LA POLICROMIA DELLE STATUE ANTICHE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65 PAOLO LIVERANI

TOMOGRAFÍA DE LA ESCULTURA ANTIGUA SEGÚN EL ERUDITO Y ACADÉMICO FRANCÉS CONDE DE CLARAC (†1847) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87 ELENA CONDE GUERRI

ARGUMENTOS GENERALES Y COLECCIONISMO MODERNO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113 RETRATOS IMPERIALES DE HISPANIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115 JOSÉ ANTONIO GARRIGUET MATA

LAS ESTATUAS FEMENINAS EN HISPANIA: CONSIDERACIONES ACERCA DEL CONCEPTO DE CIUDADANÍA VISTO A TRAVÉS DE LOS SIGNOS EXTERNOS

. . . . . . . . . . . . 149

CARMEN MARCKS

CULTI ORIENTALI IN SPAGNA: ALCUNE OSSERVAZIONI ICONOGRAFICHE. . . . . . . . . . . . . . . 163 BEATRICE CACCIOTTI

LOS RETRATOS IMPERIALES DE TORTOSA (TARRAGONA): ¿COPIAS DEL RENACIMIENTO? . . . . 187 EVA MARÍA KOPPEL

IMITACIONES Y FALSIFICACIONES DE SARCÓFAGOS ROMANOS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA. . . . 209 MARKUS TRUNK

TARRACONENSE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 221 EL PRIMER HORIZONTE DE ESCULTURA CELTÍBERO-ROMANA EN LA MESETA: LAS ESTELAS DE GUERREROS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 223 JOSÉ ANTONIO ABÁSOLO ÁLVAREZ

LOS JULIO-CLAUDIOS EN BILBILIS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 235 MARÍA LUISA CANCELA RAMÍREZ DE ARELLANO Y MANUEL MARTÍN-BUENO

LA ESCULTURA FUNERARIA TARDORROMANA DE LA PROVINCIA DE TOLEDO: NUEVAS APORTACIONES PARA SU ESTUDIO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 247 SERGIO VIDAL ÁLVAREZ

EL PROGRAMA ESCULTÓRICO DEL FORO DE SEGOBRIGA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 283 JOSÉ MIGUEL NOGUERA, JUAN MANUEL ABASCAL Y ROSARIO CEBRIÁN LOS ALTARES MONUMENTALES CON PULVINI DEL NORDESTE PENINSULAR . . . . . . . . . . . . . . 345 MONTSERRAT CLAVERIA

LA DECORACIÓN ESCULTÓRICA EN LOS MONUMENTOS FUNERARIOS ROMANOS DEL ÁREA VALENCIANA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 397 JOSÉ LUIS JIMÉNEZ SALVADOR

LA PEQUEÑA ESCULTURA EN BRONCE DE ÉPOCA IMPERIAL EN EL PAÍS VALENCIANO . . . . . . 425 FERRÁN ARASA I GIL

UN FRAGMENTO DE ESTATUA MONUMENTAL DE BRONCE DE LUCENTUM . . . . . . . . . . . . . 457 MANUEL OLCINA DOMÉNECH

HALLAZGOS ESCULTÓRICOS EN LA COLONIA ROMANA DE LIBISOSA (LEZUZA, ALBACETE) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 481 ANTONIO M. POVEDA NAVARRO, JOSÉ UROZ SÁEZ Y F. JAVIER MUÑOZ BÉTICA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 499 ESCULTURAS ROMANAS DE CONOBARIA (LAS CABEZAS DE SAN JUAN) Y VRSO (OSUNA). LA ADOPCIÓN DEL MÁRMOL EN LOS PROGRAMAS ESTATUARIOS DE DOS CIUDADES DE LA BAETICA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 501 JOSÉ BELTRÁN FORTES

TRABAJOS PREPARATORIOS PARA LA ELABORACIÓN DEL C.S.I.R. DEL SUR DE ESPAÑA . . . . . 545 LUIS BAENA DEL ALCÁZAR

LAS ESCULTURAS ROMANAS DEL MUSEO LORINGIANO DE MÁLAGA. HISTORIA DE LA COLECCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 565 PEDRO RODRÍGUEZ OLIVA

ESCULTURAS DE VRSO (OSUNA, SEVILLA) CONOCIDAS POR REFERENCIAS LITERARIAS Y OTRAS INTERPRETACIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 643 ISABEL LÓPEZ GARCÍA

LUSITANIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 653 PROGRAMAS DECORATIVOS PÚBLICOS DE LUSITANIA: AUGUSTA EMERITA COMO PARADIGMA EN ALGUNOS EJEMPLOS PROVINCIALES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 655 TRINIDAD NOGALES BASARRATE Y LUÍS JORGE GONÇALVES

LA CARIÁTIDE DE SÃO MIGUEL DA MOTA Y SU RELACIÓN CON LAS CARIÁTIDES DE MÉRIDA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 697 THOMAS G. SCHATTNER, CARLOS FABIÃO Y AMÍLCAR GUERRA RESÚMENES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 731 RELACIÓN DE AUTORES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 745

Los altares monumentales con pulvini del nordeste peninsular* Montserrat Claveria Universidad Autónoma de Barcelona

En 1990, el artículo de J. Beltrán Fortes sobre los Mausoleos romanos en forma de altar del sur de la Península Ibérica1, supuso un punto de inflexión en el conocimiento de la difusión de este tipo tumbal en la península Ibérica. Desde entonces se ha ido sucediendo el estudio y publicación de distintas series de ejemplares pertenecientes a esta categoría arquitectónica sepulcral2. Estos nuevos trabajos han ido confirmando la tesis de dicho autor, quién señaló la mayor amplitud del uso de este tipo arquitectónico en la península Ibérica, frente a la anterior opinión sobre la singularidad de los ejemplares de Barcino y, con menor número, de Tarraco, lo que casi restringía su utilización a esta área del nordeste peninsular. A la luz de los significativos avances conseguidos en el conocimiento de estos monumentos, llama la atención que precisamente el conjunto catalán, el que fuera más representativo por su número y pronta publicación, no haya sido objeto de una revisión; en este sentido ya Beltrán Fortes en el citado artículo de 1990 advirtió: A pesar del enorme interés del grupo catalán, único en Hispania por la cantidad de piezas, …, no existe un catálogo puesto al día, exhaustivo y analítico, del conjunto de tales piezas (…)3. Considerando que todavía en la actualidad no se ha ejecutado esta labor, nos propusimos emprenderla4 y presentar los primeros resultados en este foro de la V Reunión sobre Escultura romana en Hispania5. * Estudio realizado en el marco de los proyectos de investigación de la DIGICYT Hum 2005-03791 y Hum 2005-06914. 1 Beltrán Fortes, 1990, p. 183-226. 2 Vid. respecto al sur peninsular: Beltrán Fortes – Baena del Alcázar, 1996a, p. 129-133; Beltrán Fortes, 2002, p. 245; Vaquerizo, 2002a, p. 187-195. Mérida y otros hallazgos en la provincia Lusitana: Beltrán Fortes – Baena del Alcázar, 1996b, p. 105-132; Nogales Basarrate – Márquez Pérez, 2002, p. 124-126; Caetano, 2002, p. 320-322. Interior y norte peninsular: Cancela, 1993, p. 251-252; Hernánez – Ariño – Martínez – Nuñez, 1999, p. 253-254 (identificación errónea); Baena del Alcazar, 1993, p. 147-161. Este peninsular: Martínez Valle, 1995, p. 259-281; Jiménez Salvador , 1995, p. 211-220; Jiménez Salvador, 2002, p. 189 s., fig. 6, p. 197, fig. 12; Abad Casal – Abascal Palazón – Sanz Gamo, 2002, p. 272. Nordeste peninsular: Raya, 1993, p. 99-104; Clariana, 1996, p. 30; Bosch de Doria, 1998, p. 127-141 y los estudios de conjunto de von Hesberg, 1993, p. 166-168, y el reciente de Beltrán Fortes, 2004, p. 101-141. 3 Beltrán Fortes, 1990, p. 184. 4 Queremos agradecer de modo expreso a la Sra. María Raya, conservadora del Museu d’Història de la Ciutat de Barcelona, las facilidades, ayuda e indicaciones que en todo momento nos ha dado con respecto al estudio de estas piezas. Nuestro reconocimiento, también, a los Sres. T. Carreras (conservadora del Museu d’Arqueologia de Catalunya) y J. A. Remolà (conservador del Museu Nacional Arqueològic de Taragona) por la atención que nos han dispensado. 5 Agradecemos a la organización de este foro, y muy especialmente a su director, Dr. J. M. Noguera Celdrán, el habernos invitado a tomar parte en este acontecimiento tan provechoso en lo científico y entrañable en lo humano.

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I. ESTUDIOS ANTERIORES Algunos de los ejemplares integrantes de este conjunto ya fueron recogidos por A. Elías de Molins, en su Catálogo del Museo Provincial de Antigüedades de Barcelona de 18886. Correspondían éstos a frontales de pulvinos de Barcelona, los cuales se citan procedentes de las colecciones de antigüedades de la Academia de Buenas Letras y de la Comisión de Monumentos, constituyentes ambas del, por aquel entonces, Museo Provincial. Más tarde E. Albertini los incluyó de nuevo en su artículo recopilatorio Sculptures antiques du conventus Tarraconensis7, añadiendo una pieza más, recién adquirida por el Museo Municipal de la misma ciudad8. Estos ejemplares vuelven a ser referidos por J. Puig i Cadafalch en sus publicaciones sobre la Arquitectura romana de Catalunya de 1909 y 1934 y por A. García y Bellido en Esculturas romanas de España y Portugal9. Entre 1943 y 1968 J. Serra Ràfols y A. Duran i Sanpere sacaron a la luz otros ejemplares, exhumados todos ellos en la muralla tardoimperial barcinonense. Como las piezas conocidas con anterioridad, tampoco estos fragmentos aportaban datos estratigráficos que sirvieran de indicio para la datación del conjunto, pues si bien aquellas no ofrecían noticias al respecto por haber sido documentadas en relación a colecciones arqueológicas institucionales10, estos nuevos fragmentos se hallaron sirviendo como material de reutilización en el relleno de la muralla tardía11. Estos ejemplares, encontrados en contextos de reutilización, se sumaban a otros asimismo reaprovechados, en este caso, en la Necrópolis Paleocristiana de Tarragona. Éstos fueron enumerados del 54 al 58 en el Inventario de los objetos arqueológicos encontrados en la cimentación de la fábrica, realizado por Cosme Oliva e incluido en la memoria de excavación número 88 de la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades12; su descripción se limitaba al epígrafe Brazo de lectus triclinario, ricamente esculturado, lo que nos induce a identificarles con los cinco pulvini números 30 a 32 y 34-35 de nuestro catálogo. De Tarragona proceden otros dos fragmentos de tallos laterales más sencillos y deteriorados (cat. n.º 36-37), éstos también se

6 Elías de Molins, 1888, cat. 22 n.º 1425 (equivale a nuestro cat. n.º 1a); cat. 22 n.º 1139 (aquí cat. n.º 3a-b); cat. 22 n.º 1140 (aquí cat. n.º 10). 7 Albertini, 1911-1912, cats. 171, fig. 198 (equivale a nuestro cat. n.º 1a); cat. 172a-b, fig. 199-200 (aquí cat. n.º 3a-b); cat. 173, fig. 201 (aquí cat. n.º 10); cat. 174, fig. 202 (aquí cat. n.º 2); cat. 175, fig. 203 (de factura dudosa y hoy perdido, por lo que no hemos podido verificar si se trata de pieza romana); cat. 223, fig. 256 (aquí cat. n.º 1 b). 8 Id., cat. 223, fig. 256 (aquí cat. n.º 1 b). 9 Puig i Cadafalch, 1909; id., 1934, figs. en p. 60 y 112; García y Bellido, 1949, p. 306-307, n.º 306-308 y 312, láms. 246 y 248. 10 Aunque Elías de Molins sitúa el hallazgo de su cat. 22 n.º 1426 (aquí cat. n.º 2) en la iglesia de Santa Eulàlia de Provençana (en Hospitalet de Llobregat, junto a Barcelona) y su cat. 22 n.º 1139 (aquí cat. n.º 3) en los cimientos del Convento de la Enseñanza, no aporta otros datos que nos sirvan al respecto. 11 Serra Ràfols, 1959, p. 129-141; id., 1964, p. 5-64 especialmente p. 16 s., 24-26; id., 1967, p. 129-148; Duran i Sanpere, 1973, fig. entre p. 32 s., p. 36, p. 50 s. En total suman 22 piezas las cuales corresponden a los siguientes números de nuestra catalogación cat. n.º 16 a-b, halladas en las excavaciones de la muralla realizadas por Serra Ràfols entre 1943-1944, el cat. n.º 5b lo fue en la torre n.º 8 el 24 de marzo de 1944, día en que también fue hallado el pulvinus cat. n.º 24 aunque no se especifica dónde, mientras que la cat. n.º 4b. lo había sido en la misma torre n.º 8 el año 1943, durante las excavaciones de Duran i Sanpere. Las piezas cat. n.º 7 y 9 fueron exhumadas en la torre n.º 6 durante las excavaciones de Duran i Sanpere de 1951; los ejemplares cat. n.º 4a, 5a, 6, 15 a-b, 17-19, 21-23 fueron hallándose en excavaciones de la muralla anteriores a 1959, aunque no se concreta en cuales, y los cat. n.º 12 a-b lo fueron por Serra Ràfols durante la campaña 1959-1960. Finalmente, la pieza cat. n.º 20 se halló en la torre de la muralla n.º 16 en 1963 y el cat. n.º 8 lo fue en la torre n.º 33 durante las excavaciones de Serra Ràfols de 1968. 12 Oliva – Tulla – Bertrán, 1927, p. 65, n.º 54-58.

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hallaron en la necrópolis paleocristiana, aunque no los hemos encontrado específicamente documentados ni en el texto ni en las fotografías de las memorias de J. Serra Vilaró13. Llegados a este punto conviene mencionar la referencia a 38 sillares de varias dimensiones, que forman la base de un monumento que se desmontó hecha en el inventario de la memoria 8814, y que J. Puig i Cadafalch interpretó como pertenecientes a un basamento de altar funerario monumental del tipo de los erigidos en la Italia septentrional15. Un decenio después de los últimos hallazgos de pulvinos monumentales en la muralla romana de Barcelona, A. Balil fijó las bases para su estudio. En el artículo Los Gorgoneia de Barcino16, el autor distinguió dos tipos de pulvinos, uno, más temprano, con frente circular, del que planteó su posible relación con frisos dóricos, al compararlo con los altares de la Vía Appia de Roma. El otro tipo, más numeroso, corresponde a los pulvini con apéndices hacia el centro del frontal, al que parangonó con los coronamientos de los altares monumentales de Neumagen. A ambos tipos los entroncó con las corrientes de difusión itinerantes, que desde Italia alcanzaron el valle del Po y los situó cronológicamente entre fines del siglo I d. de J.C. y los comienzos o el primer tercio, del siglo III d. de J.C.17 por las semejanzas entre el segundo tipo y los altares de Neumagen, fechados por von Massow en este período18. Asimismo propuso el uso de estas sepulturas por integrantes de la clase media barcinonense, magistrados, veteranos y libertos ricos19, y subrayó el valor de estas piezas para el análisis del estilo provincial de los talleres de Barcino. Otros trabajos posteriores han contribuido al conocimiento del conjunto; así, en 1989, G. Gamer20 aportó un mayor número de piezas catalogadas: 16 de Bárcino21, el de Mataró22 y uno de Tárraco23. Este último, por el retrato de su frontal, le permitió avanzar la fecha de finales del siglo II d.C. como indicio cronológico, así como situó el principio de la serie tipológica de Barcino, que él mismo estableció según el tipo de gorgoneion, en el período adrianeo24. Por su parte, el sistemático artículo de J. Beltrán Fortes, ya mencionado al inicio de este estudio25, permitió contextualizar los ejemplares de este grupo del nordeste dentro de una corriente de expansión del altar monumental en la península Ibérica, más amplia y próspera, de lo que se había sostenido. Además, tuvo el interés de plantear el avance de la recepción de este tipo sepulcral en Hispania a la época julio-claudia, por analogía a lo advertido

13 Algunas fotografías y referencias en estas memorias indican el hallazgo de muchos restos de ornamentación arquitectónica reutilizados en los rellenos de esta necrópolis a los que Serra Vilaró apenas atiende (cf. por ejemplo Serra Vilaró, 1928, p. 83, láms. IX 2, XXXI; id., 1929, láms. XXII 4, XXV 2; Serra Vilaró, 1931, lám. 12 a-b). 14 Oliva – Tulla – Bertrán, 1927, p. 65, n.º 34, lám. XIII. 15 Puig i Cadafalch, 1934, p. 144, fig. 172 s. (paralelos para su identificación), figs. 174-176 (imágenes de diversas fases de la exhumación del basamento y dibujo en planta y alzado de éste); Puig i Cadafalch – Serra Ràfols, 1921-1926, p. 106, figs. 201-203. 16 Balil, 1979, p. 63-70. 17 Id., p. 63. 18 Id., p. 63 y 69; von Massow, 1932, p. 261-264. 19 Balil, 1979, p. 66 s. 20 Gamer, 1989, p. 124-126. 21 Corresponientes a los n.º 1-3, 4, 6-11 y 15 de nuestro catálogo. 22 Uide infra cat. n.º 38. 23 Uide infra cat. n.º 30. Recuerda la noticia de J. Puig i Cadafalch (1934, p. 144), respecto a la existencia de otros ejemplares en Tarragona, pero no los recoge. 24 Gamer, 1989, p. 125. 25 Uide supra n. 1.

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para otros tipos funerarios monumentales26; este extremo ha sido desde entonces mantenido por otros estudios de conjunto, como los de H. von Hesberg27 o el de P. Gros28. Paralelamente, se publican dos artículos dedicados al análisis de piezas concretas de este material; el de M. Bosch de Doria29, destinado a la revisión de los fragmentos que debieron formar parte del altar monumental de Mataró; analizó el contexto arqueológico, sin poder extraer conclusiones cronológicas sobre bases estratigráficas, propuso una restitución del monumento a partir del material catalogado y planteó su relación con la villa severiana de Torre Llaudé. Por otra parte, M. Portabella30 recogió varios relieves con cabeza de Medusa del Museu d’Arqueologia de Catalunya y los vinculó con el desarrollo iconográfico de la imagen de las Gorgonas en la Antigüedad. Recientemente J. Beltrán Fortes se ha vuelto a referir al grupo catalán en su última revisión de conjunto sobre el uso de este tipo de monumentum en Hispania31. Considerando las aportaciones de estos estudios, creemos necesaria la elaboración de un catálogo exhaustivo de los materiales de esta zona, para poder proceder a su análisis pormenorizado, formal, iconográfica y estilísticamente; atenderemos, también, a aspectos externos a estas piezas, que nos puedan aportar más información. A la luz de los datos obtenidos propondremos algunas respuestas a las cuestiones morfológicas y ornamentales planteadas ya hace tiempo, sobre los monumentos a los que pertenecieron los materiales recogidos, y constataremos que otras preguntas deben permanecer abiertas, por falta, mayormente, de datos referentes a su contexto arqueológico original.

II. ANÁLISIS DE LOS MATERIALES La labor de catalogación realizada nos ha permitido reunir 69 piezas correspondientes a fragmentos de pulvinos monumentales, así como 17 elementos más, pertenecientes a las molduras y revestimiento del cuerpo del altar hallado en Mataró32. Por tanto, todas ellas atañen con toda seguridad al tipo de monumento funerario que tratamos. Además, hemos tenido en cuenta una quincena de piezas varias, que por sus características y procedencia bien podrían concernir a estos altares. Sin embargo, éstas no constan en nuestro catálogo, por no tratarse de partes estructurales u ornamentales exclusivas de estos monumentos, ni poderse demostrar su pertenencia a este tipo tumbal; éstas más bien han sido tenidas en cuenta en las hipótesis de restitución de los ejemplares que nos ocupan. De entre las 69 piezas de pulvinos, 21 son frentes33, otras 11 son partes dorsales de pulvini34 y las 37 restantes son fragmentos de los tallos laterales de los pulvinos35.

26 Beltrán Fortes, 1990, p. 196. 27 Von Hesberg, 1993, p. 166-168; id. 1994, p. 199. 28 Gros, 2001, p. 395. 29 Bosch de Doria, 1998, p. 127-141. 30 Portabella, 1996-1997, p. 153-163. 31 Beltrán Fortes, 2004, p. 104-106. 32 Cat. n.º 38 c-q. 33 Cat. n.º 1 a-b, 2, 3 a y 3 f, 4 a-b, 5 a-b, 6-11, todos ellos de Barcelona. Cat. n.º 30-33 de Tarragona. Cat. n.º 38 a de Mataró y cat. n.º 39 de Llerona. 34 Cat. n.º 1 e-f, 3 e y 3 j, 12 a-b, 13, 14 a, 28 a y 29 a de Barcelona, y cat. n.º 34 de Tarragona. 35 Cat. n.º 1 c-d, 3 b-d y 3 g-i, 14 b-d, 15 a-b, 16 a-b, 17-27, 28 b-f , 29 b de Barcelona, y cat. n.º 35-37 de Tarragona, 38 b de Mataró y 40 de Llerona.

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II.1. Frentes de pulvini A nivel formal, A. Balil ya distinguió dos tipos de frentes pulvinares en el conjunto de relieves con gorgoneia de Barcino36: uno minoritario caracterizado por su forma circular, y otro mayoritario, con alargamientos laterales hacia el centro del monumento. Los nuevos materiales recopilados no enriquecen esta tipología, por lo que a la variedad se refiere. Éstos más bien documentan la difusión del segundo tipo a Tarragona37, Mataró y Llerona38. Para el primer tipo hay paralelos muy ajustados en altares monumentales itálicos, como los frontales de los pulvini cilíndricos de la llamada “tumba de las guirnaldas” de la Vía Appia de Roma39, el correspondiente a un pulvino conservado en el Museo Nazionale Romano40, el perteneciente al cenotafio de Agripa41 o los de la tumba de los Alleii de la necrópolis de la puerta norte de Pompeya42. En nuestro catálogo, este tipo sigue siendo43 únicamente representado por las piezas barcinonenses cat. n.º 1 a-b (lám. 1) y 2 (lám. 2), las cuales, asimismo, destacan como ejemplos de los escasísimos restos de este tipo documentados por el momento en la península Ibérica. Así, junto a ellos, sólo podemos mencionar el pulvinus previsiblemente circular del mausoleo requenense de la Calerilla de Hortunas (Valencia)44 y, quizá, también una pieza de Villanueva del Rosario (Málaga), cuyo estado de conservación fragmentario no lo permite asegurar45. Parece, por tanto, que este tipo llegó directamente de la península Itálica, fomentado por los arraigados contactos de la vertiente mediterránea hispana con la Italia central y meridional, aunque su difusión se observa muy limitada. A. Balil46 atribuyó esta escasez a la temprana recepción del pulvino circular, la cual precedería la del segundo tipo; sin embargo, la cronología dada por A. Balil a los altares barcinonenses ha sido superada47, aceptándose hoy que ambos se desarrollaron a la par; de hecho, ciertos aspectos estilísticos de estos pulvini cilíndricos – como veremos más adelante – reafirman una difusión coetánea de ambos tipos e incluso, al menos por las piezas conservadas, se observa una introducción algo más tardía del primero48. El segundo tipo formal experimentó una transmisión mucho mayor. La hechura del frente pulvinar con alargamientos hacia el centro del monumento constituye la forma más común y representativa de los grandes altares funerarios con pulvinos del nordeste peninsular. En su mayoría presentan la modalidad del alargamiento lateral con el perfil superior de forma cón-

36 Balil, 1979, p. 68. 37 Cat. n.º 30-33. 38 Cat. n.º 38 y 39, respectivamente. 39 Eisner, 1986, p. 49 s., n.º A16, lám. 14.5. 40 Pettinau, 1984, p. 489, n.º XV, 44. 41 La Rocca, 1984, p. 87 ss., lám. XVIII, 2. 42 Kockel, 1983, p. 164, n.º 37, lám. 59. 43 Desde la publicación de Balil, 1979. 44 Martínez Valle, 1995, p. 272, fig. 16. 45 Cf. Beltrán Fortes, 1990, p. 216, n.º 8; id., 2004, p. 125. 46 Balil, 1979, p. 67 s. 47 Cf. Beltrán Fortes, 1990, p. 196 ss.; id., 2004, p. 127 ss., y además, pensamos que se sitúa a partir de la segunda mitad del siglo I d.C. 48 El frente pulvinar barcelonés cat. n.º 6 (lám. 6), y los fragmentos tarraconenses cat. n.º 32 y 34 (láms. 13 y 14 respectivamente), con alargamientos laterales y fechados hacia el cambio de Era, nos parecen estilísticamente un poco más tempranos que el frente cilíndrico cat. n.º 1 a-b, fechado también en época julio-claudia; el otro frente circular (cat. n.º 2, lám. 2) ya pertenece al siglo II d.C.; cf. infra p. 352 ss., donde se desarrollan los detalles de estas dataciones.

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Lámina 1. Cat. n.º 1 (fot. Gamer, 1989, lám. 137b).

Lámina 2. Cat. n.º 2 (fot. M. Claveria).

cava, tres de ellos (cat. n.º 7, lám. 7 a; cat. n.º 9, lám. 7 b; cat. n.º 10) con reborde saliente bajo el pulvino, otros dos (cat. n.º 8, lám. 8; cat. n.º 31, lám. 12)49con reborde reculado bajo éste, y el resto (cat. n.º 3 a-b, lám. 3; cat. n.º 4 a - 5 b, láms. 4-5; cat. n.º 38, lám. 16 y probablemente cat. n.º 11; cat. n.º 30, lám. 11, y cat. n.º 39, lám. 17)50 sin reborde en toda la longitud inferior del frente, de manera que los pulvini debían apoyar sobre un listel que corría el largo del cuerpo del altar, para quedar realzados y poder ser vistos mejor desde abajo. En cambio, el número de catálogo 32 (lám. 13) muestra un alargamiento triangular, que nos recuerda muy de cerca los frentes de pulvinos del altar de M. Porcivs de Pompeya51. De este segundo tipo también se observa una amplia difusión por el resto de la península Ibérica: sobre todo se halla como forma característica, y muy parecida a la de los ejemplares barceloneses, en los vestigios de altares monumentales del área lusitana, como se comprueba en las piezas emeritenses52 y egitanas (Idanha-a-Velha)53, las de Coria54 y, muy probablemente, la de Trujillo55; hacia el norte, ya en la Tarraconense, sigue documentándose en Varea (Logroño) y, posiblemente, en Navarra, con los ejemplares de Estella, Gallipienzo y Javier56;

49 A los que se puede añadir el dorsal cat. n.º 34 (lám. 14) de Tarragona, por mostrar la misma forma, y muy probablemente el lateral cat. 35, lám. 15, pues aunque está muy deteriorado se reconocen fragmentos salientes en su lado inferior. 50 Los dorsales cat. n.º 12 a-b y 13 también debieron formar parte de altares con frentes de esta modalidad. 51 Kockel, 1983, Sud 3, lám. 8 c y e. 52 Beltrán Fortes – Baena del Alcázar, 1996b, p. 105-132, láms. 18-24; Nogales Basarrate – Márquez Pérez, 2002, p. 124126; Beltrán Fortes, 2004, p. 114 s. 53 Gamer, 1989, n.º BEB 8-16, lám. 141 a-d, p. 126; Beltrán Fortes, 2004, p. 114 con bibliografía anterior. 54 Beltran Fortes, 2004, p. 116 ss. 55 Beltrán Fortes – Baena del Alcázar, 1996b, p. 115-117; ead., p. 115 s. 56 Eslava: Gamer, 1974, n.º 29, lám. 57 b, p. 242; id., 1989, NA 8; Beltrán Fortes, 2004, p. 109. Gallipienzo: Gamer, 1974, p. 243, n.º 41, lám. 57 a; Gamer, 1989, NA 20; Beltrán Fortes, 2004, p. 109. Javier: Gamer, 1974, p. 244, n.º 44, lám. 57 c; id., 1989, NA 23, lám. 140 e-f.; Beltrán Fortes, 2004, p. 109s. En estos tres casos las fotografías publicadas por Gamer, 1974; e id., 1989 no nos permiten verificar su plena pertenencia a este tipo, aunque el mismo autor los relaciona estrechamente a los producidos en el nordeste (Gamer, 199, p. 38 s.).

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Lámina 3. Cat. n.º 3 (fot. Gamer, 1989, lám. 137a).

en la vecina Aragón hay el ejemplar de la Iglesuela del Cid (Teruel)57 y al nordeste los de Cataluña que nos ocupan. Testimonios de este tipo no se documentan en el levante peninsular58 y vuelven a presentarse en el rico panorama que para estos monumenta en forma de altar se está atestiguando en la Bética: destacamos un fragmento reutilizado en el convento medieval de Belalcázar, por su forma cóncava de la cara superior, como en los ejemplares lusitanos y barcinonenses59. Debemos mencionar además el pulvino de Las Cabezas de San Juan (Sevilla)60 y, probablemente, dos fragmentos pulvinares hallados en Córdoba61, aunque sus roturas no permiten conocer la forma de sus alargamientos, además de varios ejemplares gienenses y el de Pinos-Puente (Granada), cuyos apéndices difieren bastante de los del grupo catalán, por su escasa longitud62. A la luz de los materiales publicados, este tipo ya se documenta en la Emilia Romagna a finales del siglo I a.C.63. Su difusión hacia la Germania Inferior ha podido ser situada hacia mediados del siglo I d.C., a partir del epígrafe del altar londinense de Iulius Classicianus y su parecido con las arae monumentales de Neumagen64. Para el norte de África se dispone del testimonio del mausoleo del hijo de un liberto de Augusto C. Julius Felix en Henchir Messauer (Túnez)65, el cual documenta la 57 Cancela Arellanos, 1993, p. 251; Beltrán Fortes, 2004, p. 106 s. 58 Ahí más bien hallamos coronamientos monolíticos en los que se combinan pulvini con frontones (Jiménez Salvador, 1995, 211 ss.; id., 2002, p. 189 ss., fig. 6), solución bien documentada en la Bética (Beltrán Fortes, 1990, 199 ss.; id. 2004, p. 118 ss.) y recientemente también en Albacete, en la necrópolis de las Heras de Ontur (Abad Casal – Abascal Palazón, 2002, p. 272, n.º 10-11, figs. 8-9 y 12). 59 Vaquerizo, 2001, p. 144, n. 28, fig. 10; Beltrán Fortes, 2004, p. 118, sito al norte de la provincia de Córdoba, y por tanto en un lugar muy cercano al territorio lusitano, tan rico en esta clase de piezas. 60 Beltrán Fortes, 2002, p. 254, fig. 17; id., 2004, p. 121, fig. 32. 61 Vaquerizo, 2002a, p. 188 ss., figs. 20-22; Márquez, 2002, p. 224 s., láms. 1-2. 62 Beltrán Fortes, 1990, p. 212-216; id. 2004, p. 121 ss. Pinos-Puente: id., 2004, 125 s., figs. 39-40. 63 Por ejemplo en los fragmentos de pulvini con los frentes decorados con volutas y elementos vegetales, conservado uno en el Museo Civico de Regio Emilia y hallado el otro en Modena: cf. Ortalli, 1997, p. 354, figs. 24-25, respectivamente. 64 Cf. Beltrán Fortes, 1991, p. 177 ss.; von Hesberg, 1994, p. 207. 65 Cf. von Hesberg, 1994, p. 199, fig. 108; Gros, 2001, p. 396 s., fig. 455.

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adopción de este tipo en el África proconsularis por lo menos en época julio-claudia. También está bien atestiguado en Pompeya, en algunos mausoleos – como el de C. Caluentius Quietus66 – con altares sobreelevados por encima de la cámara funeraria y, por tanto, pertenecientes a la modalidad tardía de altar funerario monumental, desarrollada a partir de finales del siglo I d.C.; aunque los pulvini del ara de M. Porcius del siglo I a.C. ya documenta pequeños alargamientos laterales67. No hay documentos de tipo epigráfico o estructural tan contundentes que nos lleven a fijar la cronología de adopción de este tipo de pulvini en el nordeste de Hispania; sin embargo los datos cronológicos que podemos barajar indican que ésta debió ser bastante temprana, por lo menos hacia el cambio de Era68, y por tanto anterior a los ejemplares germanos69. Otra cuestión, todavía confusa, es por donde llegó. Dentro del marco de expansión de las influencias itálicas vía valle del Po y Galia Narbonense, el ejemplar “más cercano” es el pulvinus con alargamientos laterales de Nimes70; faltan, por hoy, ejemplares análogos en el oeste de este último entorno provincial71. En cambio sí hay afinidades entre frisos ornamentales narbonenses y de Bárcino72, estos últimos – como veremos – susceptibles de haber adornado los altares barcinonenses73, e incluso se han detectado conexiones a nivel de trabajo artesanal entre ellos74. Este aspecto es un claro indicativo de la compleja red de circulación de los influjos itálicos hacia la península75, en la que sin duda intervinieron el origen de los nuevos colonos e inmigrantes establecidos en Barcino y Tarraco, la itinerancia de artesanos76, y el afán de los comitentes por emular las tendencias del centro colonizador. De aquí que se observen aspectos formales y también iconográficos – como trataremos seguidamente – de claro origen itálico, tanto en los pulvini barcinonenses como en los tarraconenses, resultando, en cambio, dos producciones distintivas: de carácter más metropolitano la Tarraconense, y de naturaleza más propia la Barcinonense. Iconografía y estilo: Iconográficamente se pueden establecer dos grupos de frentes pulvinares, uno cuya figuración viene protagonizada por gorgoneia, mientras que el segundo grupo se caracteriza por una ornamentación a base de motivos vegetales. El primero incluye todos los frentes de Barcino menos uno, el n.º inv. 9588 del Museu d’Arqueologia de Catalunya (cat. n.º 11), que pertenece al segundo grupo; al primero corresponden también las piezas de Mataró (cat. n.º 38 a., lám. 16) y Llerona (cat. n.º 39, lám. 17). Entre los ejemplares de Barcino con gorgoneia se distinguen dos tendencias iconográfico-estilísticas distintas, las cuales muy probablemente correspondan a producciones de dos talleres diferentes. Una de ellas comprende los ejemplares correspondientes a la “primera variante”

66 Kockel, 1983, p. 90 ss., n.º sud. 20, lám. 23a. 67 Id., p. 55, 14, n.º sud. 3, lám. 8 e. 68 Uide supra n. 48. 69 Uide supra n. 64. Distanciándose así la posible relación de los monumentos barcinonenses con los germanos (Balil, 1979, p. 69). 70 Varène, 1970, p. 109 s. 71 Rodà, 2000, p. 178. 72 Cf. Rodà, 2000, p. 178 y n. 58. 73 Uide infra p. 26 74 Cf. Rodà, 2000, p. 179. 75 Cf. Balil, 1979, p. 64; nos referimos a la famosa frase: La difusión desde los centros itálicos debió ser radical y simultánea, no costera e itinerante. Posiblemente más precoz, o coetánea, en la Citerior que en la Narbonense; vid. también al respecto Beltrán Fortes, 2004, p. 136. 76 Uide supra n. 74; por nuestra parte también hemos detectado la mano de un artesano probablemente itálico; cf. infra p. 358 s. al analizar la pieza cat. n.º 6, lám. 6.

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iconográfica establecida por G. Gamer respecto a los pulvini monumentales barcinonenses, a saber, nuestros cat. n.º 1 a-b (lám. 1), 4 a (lám. 4), 7 (lám. 7 a) y 10, variante que este autor definió caracterizada por la colocación de los pares de alas sobre la coronilla de la Medusa y de las sinuosas cabezas de las serpientes sobre sus cejas77. A estos ejemplares hoy podemos añadir tres piezas más, las cat. n.º 4 b y 5 a-b (lám. 5) de nuestro catálogo, las cuales repiten de modo idéntico la configuración de la pieza cat. n.º 4 a (lám. 4). Éstas, a pesar de estar fragmentadas en la parte superior de sus cabezas, podemos afirmar con toda rotundidad que siguieron el mismo modelo presente en la Gorgona de la pieza cat. n.º 4 a, por cuanto el resto de la ornamentación – el filete de perlas del marco del frente del pulvinus78, el marco liso del alargamiento lateral así como la disposición y tipo de adornos vegetales de su interior –, es exacta a la del íntegramente conservado ejemplar cat. n.º 4 a (lám. 4). Estas cuatro piezas no solamente tienen en común su iconografía, sino también el estilo de su talla. De ésta es característica la labra de la nariz y la frente en un mismo segmento, de superficie plana y corte seco hacia el fondo, formando un profundo surco ciliar y una nariz bien delimitada; simples hendeduras en la barbilla, el iris y las mejillas, los bordes de las hojas y el centro de los pétalos, labios y contornos oculares y tallos vegetales marcados por volúmenes no muy anchos, semicirculares y compactos; es una talla por porciones anchas y superficies salientes y lisas, bien delimitadas por surcos y poco modeladas con el cincel. Sólo el cincelado del pulvino cat. n.º 4 a (lám. 4) se observa algo mejorado. Un trato muy semejante recibe la labra de los pulvini número de cat. n.º 1 a-b (fig. 1), que parecen de las mismas manos que las piezas cat. n.º 4 a-b y 5 a-b; semejantes tendencias de taller muestran los ejemplares cat. n.º 7 (fig. 7 a) y 10, cuyos trabajos, aunque no exactos, son muy parecidos. Éste último también muestra una ornamentación vegetal igual a la de los ejemplares cat. n.º 4 a-b y 5 a-b; ésta es a base de tallos florales nacientes del centro de dos hojas de acanto de perfil, recogidas en un cáliz situado en el arranque superior del alargamiento del pulvinus. A la par, estas piezas no sólo coinciden en los rasgos iconográficos notados por G. Gamer en la figuración de la Medusa, sino también en el modo en que se enrollan los cuerpos de las serpientes por debajo de sus cabezas, hasta formar el simbólico, y aquí vistoso, nudo de Heracles bajo el mentón. Entronca esto con el tipo de Gorgona helenístico, en el que se generaliza la relación de la Medusa con este signo de protección muy presente por aquel entonces en las artes suntuarias79. Sin embargo, nuestras cabezas no contienen el pathos de aquellas representaciones gorgónicas; en este aspecto éstas más bien se acogen al tipo bello más clásico80; de ambos persiste el motivo de las serpientes irguiéndose entre el cabello81, al parecer aquí aludido de

77 Gamer, 1989, p. 125 y corresponden a sus números de catálogo B 21, lám. 139 b, B 27, B 45, B 46, lám. 138 c-f, respectivamente. 78 Éste sólo falta en cat. n.º 5 a, donde el ancho del listel circular – igual que el de los demás – indica que estaba prevista su talla, aunque no se hizo, quizá por cuestiones expeditivas, por descuido, o por la propia colocación de la pieza en un lugar menos señalado o visible de la coronación del altar. La última posibilidad sería más conveniente si, como comentamos más adelante (uide infra p. 370 s.), estos cuatro frentes pulvinares pertenecieran a un solo altar monumental. 79 Krauskopf, 1988, p. 328 ss. 80 Ibid., p. 325 ss. 81 Que a su vez representa una remembranza del gorgoneion arcaico, que substituye una parte importante o todo el pelo por serpientes; los mismos mechones del flequillo de nuestro cat. n.º 7 (lám. 7 a) se asemejan a colas de serpientes y recuerda a estos tipos; cf. Krauskopf, 1988, IV 2, láms. 156, 162, 172 (arcaicos), 173, 177, 184 (clásicos), 135, 138-139, 186, 190, 218, 220, 222-223 (helenísticos).

Lámina 4. Cat. n.º 4 a (fot. Museu d’Història de la Ciutat).

Lámina 5. Cat. n.º 5 b (fot. Museu d’Història de la Ciutat).

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un modo sencillo y efectivo82. Estos datos iconográficos no son exponentes de una cronología concreta, más bien se acogen a uno de los modos de proceder típicos y recurrentes en la elaboración de las imágenes romanas de la Gorgona, en el que se escogen, mezclan y varían caracteres básicos de tipos tradicionales anteriores. No obstante, en todos los casos se observa el modelo de faz plenamente redondo, con expresión serena, incluso afable, y con pelo corto, ordenado y contenido en relación con el conjunto de la imagen. Éstas son constantes características de las imágenes de gorgonas romanas tardorrepublicanas y de la primera fase imperial; posteriormente a esta época temprana no se abandona este modelo, pero se observa matizado por las novedades introducidas en las representaciones gorgónicas a principios de época flavia. En nuestras imágenes, en cambio, no se observan ni siquiera visos de las tendencias más expresivas, de porte más desenfrenado y trazos más alargados, que caracterizaran los rostros gorgónicos a principios del siglo II d.C. Si tenemos en cuenta que este tipo de faces más serenas, de corte severo/clásico, fue el más extendido en época julio-claudia83, que el estilo de nuestras piezas, basadas en el trabajo del cincel, relegando el trépano muy superficial al iris ocular, se aviene con la plástica de estas gorgonas imperiales tempranas84, y que el período de utilización del altar funerario monumental en Hispania se estima no haber sobrepasado el siglo II d.C.85, entonces nos inclinamos a considerar muy probable una colocación de estas piezas entre finales del siglo I a.C. y, como máximo, el fin de la dinastía julio-claudia. La segunda tendencia iconográfico-estilística que se distingue entre los ejemplares de Barcino con gorgoneia se halla en las piezas cat. n.º 3 a-b (lám. 3) y 8 (lám. 8). Éstas constituyeron la “segunda variante” de los altares monumentales barceloneses para G. Gamer, quien la definió con las alas dispuestas a ambos lados de la frente y sin las cabezas de las serpientes sobre las cejas86. En este caso, la acusada forma triangular del rostro, acentuada por la proyección hacia el exterior de las alas que arrancan horizontalmente de las sienes (especialmente cat. n.º 8, lám. 8), nos remite a la contextura de la conocida “Medusa Rondanini”87, con la cual nuestros fragmentos también comparten el tipo de alas cortas, cerradas en sí mismas y de bordes redondeados, su posición, los carnosos labios sutilmente entreabiertos, la pronunciada barbilla, los mechones diagonales junto a las mejillas, así como el volumen de la frente, que sube redondeado desde el cabello hasta las cejas, para hundirse levemente entre éstas y el arranque de la nariz. Aunque hay autores que han fijado la cronología de este modelo en el siglo V a.C.88 o en época helenística89, otros han demostrado que el estilo límpido y frío

82 Probablemente no se trata de una creación de taller, sino de una simplificación de esquemas ya existentes, como se deduce a partir del ejemplar helenístico n.º 190 de la recopilación de Krauskopf, 1988, en el que dos de las serpientes enrolladas entre el pelo, sobresalen hacia el nivel de las cejas. 83 Vid. nuestros ejemplares con un gorgoneion augusteo, trabajado en piedra caliza, de Sta. Chiara de Venafro (Paleotti, 1988, IV 1-2, n.º 55), con otro marmóreo del período del Divo Giulio (ibid., n.º 29), o con otra gorgona del siglo I d.C. tallada en el frontón de una estela de caliza del Museo Civico de Bologna (ibid., n.º 57), o con la tallada en un oscillum de mármol del Museo Nazionale Romano n.º inv. 6553 del siglo I d.C. (ibid., n.º 77), o con la cabeza de Medusa de otro frente pulvinar conservado en el mismo museo (Pettinau, 1984, p. 489, XV, 44). 84 Cf. con los ejemplos citados en n. anterior. 85 Cf. Beltrán Fortes, 2004, p. 128. 86 Gamer, 1989, p. 125. 87 Buschor, 1958, láms. 1, 3 y 5.1; Zanker, 1974, p. 116; Belson, 1980, p. 373 ss.; Callaghan, 1981, p. 59 ss.; Paleotti, 1988, IV 1-2, n.º 25. 88 Cf., sobre todo, Buschor, 1958. 89 Cf. Callaghan, 1981, p. 60 ss.

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Lámina 6. Cat. n.º 6 (fot. Museu d’Història de la Ciutat).

de la pieza, así como su híbrida iconografía, son más propios de una creación de época romana90, la cual se ha situado en el período adrianeo91. Dadas las afinidades entre este modelo y, sobre todo, nuestra pieza cat. n.º 8 (lám. 8) creemos plausible considerar esta referencia como indicativo cronológico de estos ejemplares. Precisamente se ha podido observar que en esta misma época – primer tercio del siglo II – la iconografía de las urnas y los altares funerarios producidos en Roma se enriquece mediante la introducción de sintéticas escenas mitológicas relativas al tema de la muerte (rapto de Perséfone, Medea, Adonis, Meleagro…), situadas en campos de representación secundarios92. Este factor podría explicar perfectamente el hecho de que en nuestros ejemplares cat. n.º 3 a y b (lám. 3) los gorgoneia del frente de sus pulvini se combinen con escenas de caza situadas en los frontales de sendos alargamientos laterales, y no con motivos vegetales o utensilios de culto, como era lo habitual. Efectivamente, en los esquemas iconográficos utilizados para la representación de ambas escenas cinegéticas reconocemos a Meleagro enfrentado al jabalí de Calidón; este modo imaginario del cazador a pie (Meleagro o Adonis), y no a caballo (Hipólito93), representado de frente (cat. n.º 3 a) y de espaldas (cat. n.º 3 b), tiene paralelos muy ajustados ya en época clásica griega94. El hecho de que desde el arte 90 Krauskopf, 1988, p. 326, 330. 91 Zanker, 1974, p. 116. 92 Cf. especialmente Koch, 1975, 532 ss.; Sinn, 1982, p. 51 s. y 57; Boschung, 1987, p. 54, donde este enriquecimiento de la iconografía habitual en estos tipos tumbales se atribuye al incipiente desarrollo del arte de los sarcófagos, el cual aporta una temática distinta y más amplia a la tradicionalmente dependiente del campo arquitectónico. 93 Respecto a las escasas imágenes de Hipólito cazando y la dificultad de diferenciarlas de las imágenes cinegéticas de género; vid. Linant des Bellefonds, 1990, p. 447 y 459 ss. 94 Vid. los numerosos ejemplos recogidos en el punto C del LIMC/Meleagros, dedicado a la Caza del jabalí de Calidón, desde el del Vaso François hasta los representados en relieves escultóricos y en objetos suntuarios helenísticos (Woodford – Daltrop, 1992, p. 415 ss., n.º 5-32) y su continuidad en el arte romano (Woodford, 1992, p. 432-435); de entre todas ellas podemos destacar las imágenes – muy semejantes a las nuestras – de una hídria del Museo Arqueológico de Estambul n.º inv. 2922 de hacia mediados del siglo IV a.C., donde aparece en una de sus caras el cazador de frente, y en la otra de espaldas ante la fiera (Woodford – Daltrop, 1992, p. 418, n. 32).

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griego, ambos esquemas se hayan aplicado sobre todo a Meleagro, más que a Adonis95, nos lleva a identificar al cazador de nuestras imágenes con este héroe. Asimismo, la cronología imperial temprana a la que se acoge este tipo de monumentum ya excluye que se trate de una escena de caza de jabalí no mitológica, ya que éstas se desarrollaron más tarde, en el contexto de los relieves sarcofágicos de cronología avanzada96. De manera que, a juzgar por la singularidad de este tipo de escenas mitológicas acortadas (no tanto de los thiasos marinos o dionisíacos más habituales en el contexto de la arquitectura monumental) en los relieves de estos monumentos en forma de altar, y teniendo en cuenta también que, precisamente este tipo de escenas se introducen en los relieves de urnas y altares no monumentales metropolitanos hacia principios del siglo II97, parece lógico situar ambas piezas, por lo menos, a partir de esta fecha, con lo cual se refuerza la cronología propuesta para las tres piezas barcelonesas que tratamos. En esta misma época adrianea, G. Gamer situó la cronología del frente pulvinar cat. n.º 2 (lám. 2), al cual consideró como único integrante de la tercera variante de las gorgonas de Barcino; para el autor ésta se caracteriza por la poderosa cabellera voluminosa y despeinada98. Ciertamente, la Medusa de este ejemplar se aleja de los habituales rostros redondeados y serenos propios de época julio-claudia. En cambio, ya comprende varios rasgos de las faces más alargadas y expresivas, con pelo abundante, largo y agitado, creadas a partir de principios de siglo II. A parte de los paralelos propuestos por Gamer99, nuestro ejemplar muestra varios elementos comunes con gorgoneia fiablemente fechados en época de Adriano, como por ejemplo el gorgoneion vaticano procedente del templo de Venus de Roma100. En este caso no se siguen las tendencias de la tipología de la Medusa Rondanini, si no los prototipos de la decoración arquitectónica oriental, empezando por la Gorgona del orden superior de la biblioteca efesia de Celso101, el ejemplar marmóreo del lado este del templo de Apolo en Didyma102 y, sobre todo, la ménsula de mármol de las termas adrianeas de Afrodisías103. Como en todos ellos destaca el primer plano del rostro, donde se concentran la frente fruncida, cejas, ojos y nariz, boca carnosa, y mejillas y barbilla prominentes; de este primer plano se pasa de modo muy gradual y poco definido al plano del fondo, ensanchándose visiblemente el contorno facial, mucho más amplio en el fondo del relieve; además reafirma esta datación el trabajo a base del uso del trépano – todavía muy moderado – en los canales separadores de los mechones, comisuras bucales y nasales, con leves y alargadas hendiduras en la superficie del cabello, y el tallado voluminoso, cuidado y fino del rostro. 95 Nótese que las imágenes griegas de Adonis suelen referir el aspecto amoroso del mito, mostrando a Adonis junto a Afrodita o entre ésta y Perséfone, faltando una tradición que le figure ante el jabalí, en el acto de su muerte. Ciertamente, su aparición en escenas cinegéticas parece desarrollarse en época imperial avanzada, en el contexto de las representaciones tripartitas del mito , donde se refieren sus amores, la partida hacia la caza y su muerte, las cuales son típicas de los sarcófagos romanos (cf. Servais-Soyez, 1981, p. 228 s.). 96 Cf. Andreae, 1980, cap. 5, p. 108 ss. 97 Nótese además, que, como aquellos altares monumentales, la iconografía dominante hasta entonces en estos tipos tumbales de menor tamaño derivaba de la decoración arquitectónica. Asimismo se debe observar la fuerte dependencia iconográfica de los motivos de estos altares monumentales del nordeste peninsular, respecto a las corrientes metropolitanas, puesto que apenas se observan rasgos provinciales que alteren los modelos difundidos desde el centro del Imperio; otra cosa, que ahora no viene al caso, es como y en qué lugar del monumento, los combinan. 98 Gamer, 1989, p. 125, n.º B 48. 99 Ibid., p. 25, n. 381. 100 Palleoti, 1988, n.º 27. 101 Ibid., n.º 42. 102 Ibid., n.º 45. 103 Ibid., n.º 51, con la que nuestro ejemplar comparte el tipo y modo de disposición de las alas y la elevación de los mechones centrales sobre la frente.

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Lámina 7. Arriba: cat. n.º 7; abajo: cat. n.º 9 (fot. Museu d’Història de la Ciutat).

Otra pieza singular, que no podemos asignar a ninguna de las dos tendencias iconográficoestilísticas barcinonenses señaladas con anterioridad, es un frente de pulvinus con alargamiento lateral, conservado en el Museu d’Història de la Ciutat de Barcelona con el número de inventario 4058 (cat. n.º 6, lám. 6). Sus propiedades representativas coinciden con las tendencias estilísticas más comunes en los modelos gorgónicos tardorrepublicanos y augustales, como queda de manifiesto comparando nuestro ejemplar con las cabezas de Medusa de los frentes pulvinares del altar funerario monumental de las guirnaldas de la Vía Appia de Roma104, los gorgoneia de los fragmentos relivarios procedentes del templo del Divo Giulio de Roma105, la máscara gorgónica de la cubierta de una urna augustea del hipogeo de los Volumni de Perugia106, el gorgoneion de una estela de caliza del Museo Civico de Bolonia107, o el del relieve de Sta. Chiara de Venafro108. Característica principal de éstos es la clara preferencia por la faz redondeada y ancha, con mejillas prominentes en su bulto central, y contorno facial que parte bien delimitado y casi plano desde el fondo del relieve. Lagrimales hundidos, formando un fuerte contraste de claro-oscuro bajo las cejas y alrededor de la nariz y de la boca. Ojos grandes, almendrados, con globo ocular amplio, abultado y limpio. Ceño fruncido y parte soto labial acentuada y, sin embargo, la expresión aparece calmada. Otro rasgo habitual de estos gorgoneia romano-tempranos es el pelo corto y contenido alrededor de la cabeza; en nuestro caso, como en los del altar de la Vía Appia de Roma109, se observan rizos, redondos y cerrados en sí mismos, reminiscencia de algunos tipos gorgónicos del período arcaico110. 104 Fechado en el primer cuarto del siglo I a.C. Eisner, 1986, p. 49 s., n.º A16, lám. 14.5; von Hesberg, 1994, p. 199; Gros, 2001, p. 393, figs. 449 s. 105 Antiquarium Forense n.º inv. 3689, 3691, 3693-3694; Palleoti, 1988, n.º 29. 106 Sinn, 1987, n.º 10, lám. 6 a; Palleoti, 1988, n.º 59. 107 N.º inv. 131; Palleoti, 1988, n.º 57. 108 Ibid., n.º 55. 109 Uide supra n. 104. 110 Vid., por ejemplo, Krauskopf, 1988, n.º 156, 162, 172, 193 (arcaizante) y 197.

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Lámina 8. Cat. n.º 8 (fot. Museu d’Història de la Ciutat).

Alas grandes y angulares coronan el pelo, y la cabeza de una serpiente sale sobre la sien izquierda. La confluencia de los rasgos de nuestro ejemplar con las características de estos gorgoneia tempranos, así como la falta de parangones tan ajustados entre los trabajos pétreos con imágenes de la Gorgona posteriores, nos induce a considerar esta pieza como una de las más antiguas de la serie barcinonense. Por otra parte, esta cronología obtenida por criterios estilísticos aún se puede delimitar; consideramos para ello la misma fecha de fundación propuesta para Barcino, la cual se coloca hacia el inicio del último decenio antes del cambio de Era. Con ello la amplia datación dada para nuestro ejemplar, a partir de la etapa de desarrollo de los gorgoneia tempranos, se limita a una fase avanzada del período augusteo. Finalmente, quisiéramos señalar su elevada calidad – teniendo en cuenta que se trata de una talla en piedra local, que destaca de cualquier otra factura de los talleres autóctonos; este aspecto, junto a su realización en un período no muy alejado del de construcción de la colonia, nos hace pensar en la posibilidad de que sea un trabajo de un artesano foráneo activo en los talleres de la localidad. En cambio, reconocemos la dificultad de datación de la pieza barcelonesa cat. n.º 9 (lám. 7 b) y los dos gorgoneia marmóreos de Mataró (cat. n.º 38 a, lám. 16) y Llerona (cat. n.º 39, lám. 17). Respecto a la primera (cat. n.º 9, lám. 7 b), su talla es demasiado diversa a la de las demás para que éstas nos sirvan de referencia; como ellas, no ofrece contexto arqueológico alguno, sino un marco de reutilización (muralla tardía de Barcino), y su factura muestra un marcado esquematismo en el rostro que impide su comparación con trabajos pétreos fechados y reconocidos del arte romano. Sólo como orientación, no creemos que se trate de un trabajo demasiado tardío (siglo I d.C.?), sino más bien de una simplificación de obrador local. Su respeto a los caracteres habituales, y antes tratados, en los gorgoneia julio-claudios, la falta de elementos indicativos de las nuevas aportaciones flavias, así como el trabajo defi-

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nido de los ornamentos vegetales del alargamiento lateral, y la ausencia de trépano, nos inducen a mantener esta impresión. En cuanto a las piezas de Llerona (cat. n.º 39, lám. 17) y Mataró (cat. n.º 38 a, lám. 16), la primera no admite consideraciones estilístico-iconográficas por su estado de conservación demasiado fragmentario, aunque la profundidad con la que se usa el trépano en su boca y perfil facial más bien indica una datación avanzada. La segunda (cat. n.º 38 a, lám. 16) muestra un trabajo muy sumario, aunque la tendencia a la forma triangular del rostro, la importancia concedida al volumen del cabello y la intención expresiva que se ha querido imprimir en los rasgos faciales, ya nos remiten a las tendencias introducidas en época flavia en los relieves del rostro gorgónico. Incluso la talla de compactas partes henchidas de volumen, organizadas en distintos y separados niveles del relieve, que potencian el juego de claro-oscuro (la frente y el cabello en un saliente primer plano, los ángulos de los ojos hundidos en el fondo), más el profundo agujero de trépano del iris de los ojos, son recursos estilísticos más propios de relieves posteriores, que nos llevan por lo menos a la primera fase severiana111. Lógicamente, para poder ratificar esta datación, sería deseable confrontar estos datos estilísticos con otros de índole arqueológica, por hoy inexistentes112; no obstante, como veremos en el apartado III.2, su factura en mármol resulta otro indicio de su datación tardía. Una última consideración respecto a estos frentes con gorgoneia atañe a las representaciones situadas en la cara delantera de los alargamientos laterales. Éstas, salvo en el caso anteriormente comentado de las escenas venatorias de índole mitológica (cat. n.º 3, lám. 3), y dos pulvini sin ornamentación en ese lugar (cat. n.º 7, lám. 7 a y 38, lám. 16), se caracterizan por una decoración a base de motivos vegetales. Más arriba ya hemos descrito el repetitivo esquema ornamental presente en las piezas cat. n.º 4 a-b (lám. 4) y 5 a-b (lám. 5), el cual parece derivar de la decoración de frisos y sobre todo frontones de altares de formato normal y monumental113. Otro esquema semejante lo muestra la decoración del apéndice lateral del pulvinus cat. n.º 9 (lám. 7 b), aunque en este caso el motivo del centro del tallo vegetal, que parte de la cabeza gorgónica, parece más relacionado con ornamentos vegetales para mobiliario o estatuaria de metal (escudos o torsos toracados), que con los motivos habituales en el relieve pétreo. Finalmente, los alargamientos de las piezas cat. n.º 6 y 8 contienen ornamentos propios de los tallos laterales de los pulvinos, como las hojas acantiformes del cat. n.º 8 (lám. 8)114 y el ornamento de grandes hojas de acanto con los bordes entallados, envolviendo una típica foglie d’acqua y todo ceñido en el centro por dos cuerdas cruzadas diagonalmente del cat. n.º 6 (lám. 6)115. Esta clara asociación entre las máscaras gorgónicas y las manifestaciones vegetales de la naturaleza, ya han sido reconocidas como signos 111 No hay más que comparar nuestra Gorgona con la organización de los volúmenes de los gorgoneia flavios anteriormente citados como ejemplo (uide supra n. 87, 100-103.), para darse cuenta que éste se aviene mejor con la de los mascarones gorgónicos del foro severiano de Leptis Magna (Floriani Squarciapino, 1974, láms. 25-40). 112 Cf. Bosch de Doria, 1998, p. 136, donde hace expresa la falta de una excavación sistemática para el mejor conocimiento de la pieza. Este autor también la fija entre finales del siglo II y principios del III, aunque establece esta colocación por comparación con la fecha, hoy corregida, que fijó A. Balil para el desarrollo y derivaciones del tipo en la península (Balil, 1979, p. 68 ss.). 113 Cf., por ejemplo, nuestros ejemplares con la ornamentación del frontón de la “Tumba de los Rabirii” de la Vía Appia de Roma (Eisner, 1986, n.º A14, lám. 13.3), o la del altar funerario de M. Antonivs Teres del Museo Nazionale Romano (Lombardi, 1981, p. 218 s., n.º III, 23). 114 Cf. esta ornamentación con la de los tallos laterales del altar de las guirnaldas de la Via Appia de Roma (Eisner, 1986, n.º A16, lám. 14.6). 115 Cf. nuestro ejemplar con otros ejemplos recogidos en Sinn, 1987, cat. n.º 31, lám. 13 a; Kockel, 1983, lám. 29 b; en éstos se simplifica el tipo de cuerdas generalmente usadas en la ornamentación del centro de los pulvini monumentales (como ocurre en infra cat. n.º 15 a-b, 17 y 18).

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Lámina 9. Cat. n.º. 18 (fot. Museu d’Història de la Ciutat).

de fecundidad y renovación, así como de protección del sepulcro y del difunto en la vida de ultratumba116. A parte de este grupo de frentes de pulvini protagonizados por gorgoneia, ya hemos indicado con anterioridad que se podía establecer otro, caracterizado por una ornamentación a base de motivos vegetales. Éste está integrado por el pulvinus de Barcino n.º inv. 9588 del Museu d’Arqueologia de Catalunya (cat. n.º 11) y los cuatro frentes pulvinares procedentes de Tarraco (cat. n.º 30-33, láms. 11-13). Entre éstos se encuentra el único pulvino monumental de Tarragona tratado por G. Gamer (cat. n.º 30, lám. 11). El círculo frontal de su pulvinus está enteramente ocupado por una roseta sextapétala, de borde trilobulado y cuyo botón central representa una pequeña cabecita con rasgos de retrato; la semejanza de su peinado con los de las imágenes de Faustina Minor, Lucilla o Crispina llevaron a este autor a situar la pieza tarraconense a finales del siglo II d.C.117 Las tres piezas restantes no poseen elementos cronológicos tan indicativos; no obstante, el trabajo menos saliente de los volúmenes y la falta del juego de claro-oscuro presente en este ejemplar, ya son señales de una datación bastante más temprana, al menos por lo que respecta a los pulvini tarraconenses cat. n.º 31 y 32 de nuestro catálogo. Este último (cat. n.º 32, lám. 13) muestra una flor comprendida en el marco circular del frente del pulvinus. Ésta se conforma de un doble orden de hojas. El del primer plano tiene cuatro pétalos lanceolados, muy semejantes a las comúnmente llamadas foglie d’acqua118, dispuestos en forma de cruz respecto al botón central, el cual no se conserva; el nervio que parte los pétalos a lo largo viene marcado por el corte oblicuo que desde el extremo de la hoja baja hasta su interior, asimismo, y a pesar del mal estado de conservación de la superficie, se adivina el típico borde perfilado de estas hojas. Igualmente, contorneados son los pétalos del orden inferior, los cuales se alternan con los anteriores, pero son más anchos. Un modelo de flor parecido se halla en los pulvini de la anteriormente referida “Tumba de los Rabirii”de la Vía Appia de Roma119, o en el de la tumba Norte 3 de la Puerta de Herculano en Pompeya120. El hecho de que su factura se avenga bien con la de estos ejem116 Palleoti, 1988, p. 361. 117 Gamer, 1989, p. 125 y 278. 118 La Rocca, 1984, p. 91. 119 Uide supra n. 113. 120 Kockel, 1983, p. 117 s., lám. 35 b.

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plares y la de los pulvini cat. n.º 13 y 14 de la tumba de M. Porcius M. F. de Pompeya121 nos induce a proponer una datación hacia el cambio de Era, que alargamos hasta la primera mitad del siglo I d.C. porque su mal estado de conservación y falta de otros datos coincidentes no nos permiten ajustarla más. Respecto al pulvino cat. n.º 31 (lám. 12), éste se constituye por una roseta de tres órdenes, con botón abultado central. El primer y segundo ordenes se componen por 5 y 10 hojas, respectivamente, con los bordes entallados, parecidas a las que centran las volutas acantiformes de los frisos relivarios; el tercer orden asoma entre las hojas del anterior y muestra la punta lanceolada de las foglie d’acqua. No hemos hallado paralelos ajustados a esta forma floral, pero no cabe duda de que se trata de una de las múltiples variantes de pulvini con rosetas en su frente circular. Su talla elegante, con el borde de los pétalos bien delimitado y finamente separado del orden inferior, así como el modelado de las hojas laterales y el fino trabajo del follaje imbricado del frente del alargamiento lateral, nos inducen a colocar este ejemplar en época JulioClaudia122. Algo más tardía consideramos la datación del pulvinus floral de Barcelona (cat. n.º 11). Nos hallamos de nuevo ante una roseta de tres ordenes sextapétalos, con bulbo nervado central123. Los dos órdenes superiores forman una superposición de pétalos lobulados con nervio central; el tercero muestra la punta de hojas lanceoladas asomando entre los pétalos de los órdenes anteriores. Su trabajo poco definido en el borde de los pétalos, y la talla compacta y profunda de las hojas laureadas de la cara lateral de la pieza, la cual es muy próxima a la de los tallos de los pulvini de las piezas integradas en nuestro cat. n.º 3 (lám. 3) – que hemos fechado en época adrianea –, son indicios de una datación intermedia entre las dos piezas anteriores y el pulvino tarraconense con la cabeza de retrato: quizá de la primera mitad del siglo II (?). Muy similar a la iconografía de este frontal barcinonense (cat. n.º 11) parece ser el frente pulvinar tarraconense restante (cat. n.º 33), a juzgar por las fotografías publicadas por Sánchez Real en el Boletín Arqueológico de 1948. Como los frentes con representaciones gorgónicas anteriores, estos frontales con ornamentación vegetal también muestran una clara dependencia iconográfica de los modelos itálicos, bien sea de la iconografía de piezas similares, bien sea de la imaginería de la arquitectura monumental. II.2. Partes dorsales de pulvini En este apartado se incluyen once ejemplares, diez de Barcelona (cat. n.º 1 e-f, lám. 1; 3 f y 3 j, lám. 3; 12 a-b, 13, 14 a, 28 a y 29 a) y una de Tarragona (cat. n.º 34, lám. 14). La práctica totalidad de estas piezas muestran su lado posterior simplemente desbastado y sin ornamentación. Un extremo de su lateral tiene un borde moldurado, más o menos complejo, como indicativo de la terminación del tallo lateral del pulvino; por tanto, en este mismo lado, y a continuación de este extremo perfilado, se observa el arranque de la ornamentación – habitualmente vegetal – que se extiende por la cara lateral visible del pulvino. Los números de cat. n.º 1 e y f (lám. 1) son los únicos cilíndricos y muestran una elegante terminación como si se tratara de un largo tallo liso, compartimentado horizontalmente por cana121 Kockel, 1983, p. 53 ss., lám. 8 c y e. 122 Cf. La Rocca, 1984, p. 92. 123 Un pulvino con una ornamentación floral muy similar lo hallamos en el Museo de Treveris, procedente de Neumagen, lugar asimismo con una fuerte influencia de los modelos itálicos (Esperandieu, 1907, vol. VI, p. 390, n.º 5199; von Massow, 1932, láms. 1 a 2).

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Lámina 10. Cat. n.º 23. (fot. Museu d’Història de la Ciutat).

les en forma de media caña; concluye con una moldura no muy ancha, saliente y lisa. Las demás corresponden al tipo con alargamiento lateral, y destaca el dorso de Tarragona (cat. n.º 34, lám. 14), por su rica terminación a base de una estrecha moldura lisa, precedida por otra con parte central ancha, limitada por dos perfiles más finos, a modo de imitación de las cintas o taeniae que sujetaban los fajos de hojas lanceoladas que solían constituir la ornamentación de los laterales pulvinares. Las piezas cat. n.º 3 f y j (lam. 3), 14 a y 28 a muestran un similar borde redondeado y liso como simple conclusión de la ornamentación del tallo de los pulvinos, que en cat. n.º 3 f y j y 28 a es a base de la superposición escalonada de hojas de laurel con nervadura central, y en cat. n.º 14 a, una decorativa abstracción de la habitual imbricación de hojas lanceoladas. Las piezas números 12 a y b se caracterizan por el tosco borde saliente que acaba con la acostumbrada decoración de hojas imbricadas. El fragmento cat. n.º 29 a tiene una importante terminación, con doble moldura escalonada en el borde, seguida por largas incisiones paralelas, y finalmente el ejemplar cat. n.º 13 destaca por su ausencia total de ornamentación. Es posible que esta pieza estuviera inacabada, por lo que también podría corresponder a un frontal. Sin embargo, éste procede de la muralla romana, por lo que fue reutilizada después de haber sido usada como pieza tumbal, en una necrópolis próxima al muro defensivo tardío de la ciudad. Puesto que se puede deducir que la pieza hubo servido como parte de un altar monumental, es más lógico que se hubiera dejado sin labrar una parte trasera, que una destinada a un lugar principal. Por ello consideramos más plausible que se trate de una pieza dorsal. II.3. Tallos laterales de pulvinos Conservamos 37 fragmentos de este tipo de piezas, 26 proceden de Barcelona (cat. n.º 1 cd, lám. 1; 3 c-e y 3 g-i, lám. 3; 14 b-d; 15 a-b; 16 a-b; 17-27, 28 b-f y 29 b), tres de Tarragona (cat. n.º 35, lám. 15; 36-37), uno de Mataró (cat. n.º 38 b, lám. 16) y otro de Llerona (cat. n.º 40, lám. 18). Los de Barcino destacan por su forma cilíndrica, menos de la cara a colocar encima del cuerpo del altar, que es plana, para facilitar su montaje y estabilidad. Ello no quiere decir que correspondieran a pulvinos cilíndricos, sino que, por lo general, las piezas laterales se tallaban de esta forma “acortada”, mientas que las frontales y las dorsales conservaban el alargamiento lateral; entonces, todas ellas, menos cat. n.º 1 c y d, debían perte-

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Lámina 11. Cat. n.º 30 (fot. Museu Nacional Arqueológic de Tarragona, neg. 12428).

Lámina 12. Cat. n.º 31 (fot. Museu Nacional Arqueológic de Tarragona, neg. 12426).

necer a altares coronados por pulvini con apéndices hacia el centro. Los de Llerona y Mataró siguen esta misma forma, mientras que los de Tarragona mantienen el alargamiento lateral. Por los fragmentos conservados se deduce que, en los talleres de Barcino, se solía reservar la ornamentación más rica de estos ejemplares, para el centro del pulvinus. Ésta acostumbra a estar protagonizada por las cuerdas que anudan las hojas del tallo del pulvino. Pero, por lo general, las representaciones de estas piezas no son muy fastuosas, no llegando al grado de desarrollo ornamental del pulvinus del Cenotafio de Agripa124, o el del altar de Amelia de Nimes125, ni tampoco de algunos del sur peninsular126. Cabe notar, además, que sus adornos se observan plenamente conformes con la iconografía y organización de los motivos aplicados a las piezas de este tipo en el mundo itálico, aunque para algunos ejemplares no hallemos paralelos ajustados respecto a su ornamentación. Éste es el caso del pulvino compuesto por los dos fragmentos cat. n.º 15 a-b, cuyo centro muestra un haz de foglie d’acqua limitado por una cuerda en cada extremo, y sujetadas por tres cuerdas unidas mediante el signo protector del nudo de Heracles. Este motivo parte en dos el habitual ornamento de las hojas imbricadas con nervio central, las cuales corren simétricamente desde dicho motivo central, el largo restante de pulvinus. Una distribución similar de las hojas traslapadas se observa en las piezas cat. n.º 17 y 18 (lám. 9) de nuestro catálogo, aunque esta vez parten de un balteus conformado a base de tres junquillos en forma de cuerda dispuestos paralelamente, que dejan entre ellos dos anchas bandas sin labrar; este motivo apela al reflejado en dos pulvini conservados en el Museo Nazionale Romano127, donde las dos bandas entre las cuerdas no son lisas sino rellenas de hojas imbricadas más pequeñas y en un sentido perpendicular al de las del resto del pulvinus. Las dos piezas (cat. n.º 17-18) son tan semejantes que creemos que pertenecieron a un mismo altar monumental. Un ornamento similar, pero más rico, lo hallamos en los tallos pulvinares de nuestro cat. n.º 3 (lám. 3); ahí observamos un balteus formado por dos baquetones flanqueados por dos cuartos de bocel tallados con 124 La Rocca, 1984, láms. 17-18. 125 Varène, 1970, p. 109. 126 Vid., por ejemplo, Beltrán Fortes, 1990, n.º 1; id., 2004, fig. 39; id. fig. 41; Beltrán Fortes, 1990, n.º cat. 7, fig. 18. 127 Pettinau, 1984, p. 489, XV 44; Bonanome, 1984, p. 544 s., XXV, 10.

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Lámina 14. Cat. n.º 34 (fot. Museu Nacional Arqueológic de Tarragona, neg. 12429).

Lámina 13. Cat. n.º 32 (fot Museu Nacional Arqueológic de Tarragona neg. 12430).

hendiduras diagonales, imitando el trenzado de una cuerda. Más sencillo es el motivo central del fragmento cat. n.º 19 a base de un cuarto de bocel tallado a modo de cuerda del que parten simétricamente hojas lanceoladas, con nervio central y disposición imbricada128. Finalmente, destaca el fragmento cat. n.º 20 por su calidad e iconografía. Éste muestra una talla profunda y en varios planos de las hojas lanceoladas, dispuestas de modo imbricado. El balteus, por cierto muy deteriorado, parece conformado por dos bandas paralelas, entrecortadas por hendiduras más bien juntas, muy probablemente para simular una cuerda; éstas aprisionan largas hojas, cuya punta lanceolada asoma por el otro lado de una de las bandas. Por debajo de la parte inferior de ésta misma pasa otra banda lisa, sujetando el resto de hojas imbricadas del fragmento en sentido diagonal. La factura de este ejemplar difiere notablemente del resto de laterales conservados. Se advierte el uso del trépano entre las hendiduras que separan las hojas, lo cual junto con el juego de claroscuro y el marcado volumen de las hojas, nos induce a no considerarlo demasiado temprano y a colocarlo, por lo menos, en el período flavio. El resto de las piezas barcinonenses (cat. n.º 21-27, 29 b) tienen la típica imbricación de hojas lanceoladas con nervio central. Una abstracción de este esquema típico para los tallos de pulvini aparece en los fragmentos de cat. n.º 14 c-d, los cuales muestran un entramado vegetal muy geometrizado, destacándose por esto de todos los demás; su forma y medidas muy parecidas, además de su ornamentación, permite asegurar que, junto a la pieza 14 a, pertenecieron a un mismo altar monumental. 128 Parecido a la estructuración del fragmento de pulvinus de Las Eras de Ontur (Abad Casal – Abascal Palazón – Sanz Gamo, 2002, p. 272 n.º 11 y fig. 9), aunque aquí está mejor trabajado.

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Para acabar con el análisis de estos fragmentos, debemos señalar que se pueden distinguir tres tipos principales de talla entre estos laterales pulvinares barceloneses, a parte de los trabajos más puntuales de los fragmentos cat. n.º 20 y 14 a-d., los cuales ya hemos tratado con detalle más arriba. El primer tipo se halla en los fragmentos cat. n.º 19, 23 (lám. 10) y 29 ab, y se caracteriza por las hojas lanceoladas, con borde realzado e interior de la hoja en relieve ascendente hasta el nervio central, que destaca como punta saliente. Una forma muy similar también se encuentra en la cara lateral del frente pulvinar con gorgoneion cat. n.º 6 (lám. 6), que hemos fechado por estilo e iconografía en época augustea. El borde perfilado es recurrente en pulvini itálicos fechados en el período del cambio de Era129, aunque los volúmenes interiores de las hojas son más planos. Así aparece, también, en varios pulvini de la Germania Inferior130, fechados hacia mediados del siglo I d.C.131, los cuales tienen un trato de los volúmenes más parecido al de nuestros ejemplos. Estos indicios por lo menos apuntan hacia una datación más bien temprana para estas piezas con una perduración que, como mucho, no situaríamos más allá de finales del siglo I d.C. El segundo tipo es más difundido y se halla en los ejemplares cat. n.º 15 a-b, 16 a-b, 17-18 (lám. 9), 21-22, 24-27. Éste se distingue por sus hojas de punta más redondeada, sin perfilado saliente en su borde, volumen creciente desde el extremo de estas hasta el puntiagudo nervio central, pero en general las hojas presentan volúmenes más finos132; un ejemplo parecido sería el tallo pulvinar del mausoleo londinense de Iulius Classicianus133, fechado hacia el 61 d.C. El mismo tipo de imbricado vegetal se encuentra también en los frentes gorgónicos barceloneses cat. n.º 4 a-b y 5 a-b (lám. 5), 7 (lám. 7 a) y 10, los cuales hemos reunido bajo una misma tendencia de taller, y colocado en época julio-claudia. El tercer tipo viene representado por los laterales pulvinares de las piezas integradas en el cat. n.º 3 (lám. 3), los fragmentos cat. n.º 28 a-f, así como la cara lateral del frente con ornamentación vegetal cat. n.º 11. Le caracterizan las gruesas, grandes y largas hojas de borde semicircular, con nervio marcadamente inciso, y disposición no imbricada de las hojas, en filas superpuestas y escalonadas. La talla de la hoja es bastante más sumaria que la prototípica de los dos tipos anteriores. Indicios cronológicos para este tercer grupo son los frentes pulvinares del cat. n.º 3 (lám. 3), los cuales, como hemos visto, tienen una Gorgona dependiente de modelos adrianeos, y también el marcado juego de claroscuro, elementos que alejan este tipo de las fases tempranas y medias del período de uso del altar monumental en la Península Ibérica, y que ya le sitúan en la época flavia. Ciertamente, los detalles de los tallos analizados hasta aquí, no son suficientes para establecer cronologías más concretas; más bien las entendemos como indicativos que nos permiten entrever que los dos primeros tipos pertenecen a fases más tempranas que el tercero, dentro del período actualmente aceptado para la introducción y expansión del altar monumental en la península. Muy relacionados con los tallos pulvinares barceloneses, y concretamente con los del tercer tipo, son los dos fragmentos de Mataró (cat. n.º 38 b, lám. 16) y Llerona (cat. n.º 40, lám. 18). Aunque el de Mataró tenga una factura bastante más cuidada que el de Llerona, ambos 129 Los fragmentos pulvinares del cenotafio de Agripa (La Rocca, 1984, p. 92, lám. 17), los pulvini n.º 124734 (Pettinau, 1984, p. 486 s., XV, 42), XV, 44 (ibid., p. 489) y XXV, 18 (ibid., p. 550) del Museo Nazionale Romano, comparados con el pulvinus del Ara Ditis Patris et Proserpinae en el Tarentum, fechado en época augustea. 130 Esperandieu, 1907, vol. VI, p. 372, n.º 5174; p. 378 s., n.º 5177; p. 383, n.º 5183. 131 Uide supra n. 64. 132 Cf. con el pulvinus de Neumagen (Esperandieu, 1907, p. 397, n.º 5216), o el del altar de Amelia de Nimes (Varène, 1970, p. 109). 133 Beltrán Fortes, 1991, p, 177 ss.

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Lámina 15. Cat. n.º 35 (fot. Museu Nacional Arqueológic de Tarragona, neg. 12427).

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Lámina 16. Cat. n.º 38 (fot. M. Claveria).

muestran una clase de hoja de características similares a las del tercer grupo barcelonés, también con marcado claroscuro, lo cual evidencia una cierta dependencia formal e iconográfica (piénsese también que ambos tienen gorgoneia en los frentes de sus pulvinos: cat. n.º 38 a y 39), que no estilística, respecto a los talleres de Barcino; al mismo tiempo ello indica una cronología asimismo tardía. Como sucede con los frentes de pulvinos, también en cuanto a los laterales Tarraco ofrece un tipo de productos distintos respecto a los de Barcino, aunque ambos parten de las directrices itálicas. El cat. n.º 35 (lám. 15) pertenece al tipo de pulvini con alargamiento lateral. El balteus esta conformado a base de cuatro junquillos anudados mediante el símbolo protector del nudo de Heracles. Sus hojas imbricadas son de forma lobulada en sus extremos y con nervio central cincelado, no inciso; el trabajo de las hojas es delicado en el paso a las distintas capas del relieve y las hojas son bastante finas y bien delimitadas. Sin duda se trata de la pieza de más calidad de nuestro catálogo. Hojas lobuladas, aunque no iguales, las hallamos en el pulvinus del cenotafio de Agripa. La cronología de esta pieza no se puede fijar con criterios estilísticos; sin embargo, el escaso saliente de las hojas, su modelado cuidado y austero nos induce a considerarlo temprano, y a situarlo entre finales del siglo I a.C. y, como muy tarde, la primera mitad del siglo I d.C. El fragmento cat. n.º 36 también formó parte de un pulvinus con alargamiento lateral. Su ornamentación a base de hojas imbricadas, pronunciadamente lanceoladas y con nervio central a modo de junquillo, se enriquece con la talla de anchas bandas perfiladas a lo largo, en disposición diagonal. Su trabajo de corte seco y volúmenes finos nos inclina a mantener la pieza en el período julio claudio, y no en su fase más tardía. Lo mismo consideramos del fragmento cat. n.º 37, similar en la forma y disposición de las hojas, pero divergente en el trato más abultado de los volúmenes. Como en el primer tipo de los tallos barcelonenses, también aquí se observa el borde de las hojas perfilado, aunque el nervio central se marca en el centro de dos incisiones y su deficiente estado de conservación le hace parecer más basto.

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Lámina 17. Cat. n.º 39 (fot. Museu de Granollers).

III. OTROS ASPECTOS Y CONSIDERACIONES FINALES III.1. Barcino Como ha quedado de manifiesto, el conjunto más numeroso de las piezas catalogadas procede de Barcino. Considerando su lugar de hallazgo se pueden distinguir dos grupos. El primero lo conforman las piezas conservadas en el Museu d’Arqueologia de Catalunya, que fueron las primeras conocidas y publicadas134; para muchas de ellas no se precisa el lugar de hallazgo, sin embargo, a juzgar por las noticias que A. Elías de Molins, E. Albertini y A. Balil135 nos proporcionan sobre las piezas de escultura arquitectónica de los fondos antiguos de este mismo museo, podríamos deducir su procedencia del desmonte y demolición del tramo de la muralla romana, y algunos edificios colindantes, en su sector meridional, aproximadamente entre la calle del Call y el extremo sudeste de la calle Regomir. Estas piezas nos permiten reconocer por lo menos seis altares funerarios distintos: así, el perfecto encaje de los fragmentos correspondientes a nuestro cat. n.º 3 (lám. 3) permite la reconstrucción de un coronamiento de altar con pulvini, del tipo de alargamientos laterales, prácticamente completo. Estos fragmentos fueron hallados reutilizados formando parte de los cimientos del convento de la orden de la Compañía de María, posiblemente en 1846, al derribar la parte de éste más próxima a la muralla romana, para abrir la actual calle Ferran, que lleva a la plaza de Sant Jaume. Este coronamiento estuvo montado durante mucho tiempo en una de las salas del 134 Uide supra n. 6-9. 135 Elías de Molins, 1888, n.º 22; Albertini, 1911-1912, n.º 172-175 y 223; Balil, 1961, p. 82-89; vid., además, Portabella, 1996-1997, p. 158.

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museo junto a la reconstrucción, asimismo ficticia, de otro altar con el coronamiento original de pulvini en forma de plutei exentos, correspondientes a nuestro cat. n.º 1 a-f (lám. 1). De un tercer altar da cuenta el pulvinus cat. n.º 10, y de un cuarto, el pulvino cat. n.º 11, al cual muy probablemente también pertenezcan los tallos pulvinares recogidos bajo el cat. n.º 28 a-f. de este catálogo. La peculiar ornamentación de los tallos cat. n.º 14 a-d136, no presente en las piezas barcinonenses restantes, revela un nuevo altar, y un sexto monumento de este tipo viene indicado por los dos tallos, asimismo únicos en estilo, recogidos bajo el cat. n.º 29 a-b137. De este mismo sector proceden otros restos pertenecientes a escultura arquitectónica funeraria, a saber, los frisos con roleos vegetales y motivos antropomorfos n.º inv. 19015 y 19009 de este mismo museo, asimismo hallados reaprovechados en la muralla romana, junto a la calle Avinyó138, y los cuatro fragmentos relivarios con roleos acantiformes, encontrados en el mismo lugar, junto a capiteles y fustes de columnas139. Aunque los frisos de este tipo se hayan documentado utilizados en monumentos funerarios en forma de altar140, no creemos que estos fragmentos del Museu d’Arqueologia de Catalunya formaran parte de éstos, ya que por los restos de fustes, capiteles, grandes sillares de base moldurada o de arquitrabe y de alerones con dentículos y ovas, más bien parece que hubieron pertenecido a un monumento tipo edícula como el de Rufus en Sardina, o el de la Porta de Nocera en Pompeya, por citar algún ejemplo orientativo141. El segundo grupo de piezas barcelonesas lo constituyen aquellas que proceden del sector de la muralla romana del otro extremo, partiendo de la puerta decumana del noroeste hasta la del cardo máximo del nordeste, con algunos hallazgos en las torres del lado este de la muralla entre las calles de Sotstinent Navarro y Baixada Viladecols. En su mayoría, éstas se hallan conservadas en el Museu d’Història de la Ciutat, y fueron excavadas entre 1943 y 1968 por J. Serra Ràfols y A. Duran i Sanpere142; su notable número indica una zona cementerial rica en esta clase de monumentos por las inmediaciones extramuros de este sector septentrional de la muralla. De los cimientos de la torre n.º 6, la poligonal del inicio de la calle Tapineria que marca el punto de inflexión entre el lado noroeste y norte, proceden los frentes pulvinares cat. n.º 7 y 9 (lám. 7 a-b.)143, los cuales son tan diferentes uno del otro que dan cuenta de dos altares distintos. De este mismo lugar también procede un pulvinus sin ornamentación, que por los dibujos de M. Ribas144 parece corresponder al dorsal cat. n.º 13, y cuyas medidas son bastante parecidas al anteriormente citado cat. n.º 7 (lám. 7 a), aunque faltan datos para corroborar esta relación. Muchos de los bloques pétreos reutilizados en los cimientos de esta torre son fragmentos de muros de cierre de recintos funerarios de sección semicircular145, y entre el relleno de la misma torre se han recuperado varias inscripciones 136 Para el anàlisis estilístico e iconográfico de estas piezas uide supra p. 362 s., 365 s. 137 Uide supra p. 365. 138 Museu d’Arqueologia de Catalunya n.º inv. 19015: Albertini, 1911-1912, p. 415-417, n.º 161 a, fig. 181; Puig i Cadafalch, 1934, p. 202, fig. 256; Balil, 1958, p. 297 ss. lám. I.1; id., 1961, p. 84 s. Museu d’Arqueologia de Catalunya n.º inv. 19009 (anteriormente 723): Albertini, 1911-1912, p. 415-417, n.º 161 e, fig. 185; Puig i Cadafalch, 1934, p. 202, fig. 259; Balil, 1958, p. 297 ss. lám. I, 2; id., 1961, p. 84 s., fig. 59. 139 Museu d’Arqueologia de Catalunya n.º inv. 19009 (anteriormente n.º 719-722): Albertini, 1911-1912, p. 415-417, n.º 161 b-d, figs. 182, 184 y 186; Puig i Cadafalch, 1934, p. 202, fig. 258 s. 140 Gros, 2001, p. 396 ss. 141 Ortalli, 2000, p. 209 ss.; Gros, 2001, p. 399 ss.; von Hesberg, 1994, p. 144 ss. 142 Uide supra n. 11. 143 Duran Sanpere, 1969, p. 51 ss. 144 Cf. Duran i Sanpere, 1969, figs. 10-11. 145 Ibid., fig. 11, n.º 1, 2, 3?, 6,7, 11, 14, 19 y 20.

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Lámina 18. Cat. n.º 40 (fot. M. Claveria).

funerarias de entre los siglos I y III d.C.146, así como un friso esculturado con una máscara teatral, de cuyo tocado arranca una guirnalda de frutos y hojas, con una roseta en su luneta; en el lado lateral de esta pieza se conserva el cuerpo retorcido de un monstruo marino147. La diversidad de tipos y fechas de este material reutilizado poco ayuda respecto a la restitución y conocimiento de la cronología de los altares barcinonenses; no obstante, la comparación de estos materiales con otros monumenta del tipo mejor conservados148, y el hecho de que precisamente en esta torre se hallen tres piezas correspondientes de modo seguro a altares monumentales, nos inducen a considerar el friso y los fragmentos de cierre de recinto funerario como posibles piezas pertenecientes a este tipo tumbal. De hecho, el número de fragmentos de muros de borde redondeado, es decir de cierto lujo, limitadores de recintos funerarios es elevado, del mismo modo que lo es también la nómina de piezas pertenecientes a altares monumentales en esta área. En la torre n.º 8 de este mismo sector de la muralla romana fue exhumado el frente de pulvinus cat. n.º 4 b por A. Duran Sanpere, en 1943; el 24 de marzo del año siguiente J. Serra Ràfols hallaba en la misma torre el frente cat. n.º 5 b (lám. 5), así como el fragmento de tallo 146 IRC, IV Barcino, n.º 216, 239, 247-8, 267, 269, 275, 289, 295 y 300. 147 N.º inv. 2991 del Museu d’Història de la Ciutat. Duran i Sanpere, 1969, p. 55 s., fig. 7; Balil, 1961, p. 90; Serra Ràfols, 1964, p. 16 s.; id., 1967, p. 133; Balil, 1981, p. 12, lám. IV, 1; Raya, 1993, p. 99, fig. 1a. 148 Uide, por ejemplo, el friso de “la tumba de las guirnaldas” de la Vía Appia de Roma (uide supra n. 114), o los de algunas piezas de altar monumental de Neumagen (Esperandieu, 1907, n.º 5174; von Massow, 1932, p. 112-117, n.º 167168, figs. 61 y 67, lám. 19 s.).

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de pulvino cat. n.º 24; es muy probable que las dos últimas piezas correspondan al mismo altar, e incluso se han publicado juntas, al parecer montadas149, aunque por el momento no hemos podido corroborar su relación personalmente. Las correspondientes parejas de estos frentes pulvinares, cat. n.º 4 a (lám. 4) y 5 a, se documentan en sendas fichas del Museu d’Història de la Ciutat como asimismo halladas en la muralla romana, pero anteriormente a las excavaciones de 1959, sin concretar dónde. Sin embargo, es posible que todos procedieran de la misma torre, a juzgar por la referencia que les hace J. Serra Ràfols, en su publicación de 1964, al tratar el material de esta torre: …”Después aparecieron restos correspondientes por lo menos a dos sepulcros monumentales en forma de torre de planta cuadrangular, rematados por piezas cilíndricas colocadas horizontalmente, decoradas con escamas u hojas imbricadas y terminadas por sus extremos con cabezas de Medusa en relieve. (…) estos restos (entre los que figuran cuatro faciales de Medusa)”…150. Esto nos ha llevado a considerar dos posibilidades: que los cuatro frentes pulvinares correspondan a dos altares distintos: cat. n.º 4 a y 4 b a uno, y cat. n.º 5 a y 5 b a otro, como podría pensarse a simple vista teniendo en cuenta los ejemplos de altares con cuerpo en forma de “dado” mejor conservados151, o que los cuatro pertenezcan a un solo altar. Contemplamos esta última posibilidad por el hecho de que los cuatro pulvini responden a un mismo modelo iconográfico, medidas parecidas e idéntico estilo como hemos tratado anteriormente152, mientras que se observa que la tónica dominante es que los ornamentos de los frentes de los altares monumentales, aún siendo parecidos, se distinguen entre sí, repitiéndose solo en los pulvini de un mismo altar, como si dentro de una cierta homogeneidad del tipo se buscara un toque de distinción; por ello es posible que en este caso, por el lugar que ocupara este presunto altar (bien visible de diversos lados) o para hacerlo más monumental, se hubieran decorado las cuatro caras de su coronamiento, como sucedería habitualmente con el tipo más tardío de altares monumentales monolíticos que coronaban la cámara sepulcral153. De hecho pocos altares de tipo a dado, es decir con la cámara sepulcral constituyendo el mismo cuerpo cuadrangular del altar, como sería el caso de nuestros ejemplares, se han conservado completos, por lo que no se puede comprobar si este caso fue normal. En esta torre también se hallaron cuatro aras inscritas, fechadas entre la segunda mitad del siglo II y principios del siglo III154, dos epígrafes en piedra de Montjuïc – como la mayoría de piezas funerarias de Barcino, incluidas las aras anteriores y nuestros pulvini –, pertenecientes a la época augustea y al siglo I d.C.155, y un tercero del mismo material dedicado al centurión 149 Duran i Sanpere, 1973, tercera fig. entre p. 32 y 33. Otros dos fragmentos de tallos pulvinares que encajan perfectamente entre ellos (cat. n.º 16 a-b) fueron hallados por el mismo arqueólogo entre 1943-1944 en la muralla romana, aunque no se determina dónde; el estrecho parecido con el fragmento anterior, así como la coincidencia de fechas y arqueólogo, nos ha llevado a pensar que todas ellas pertenecieran a un mismo altar, sin embargo las medidas de cat. 24 y cat. 16 a-b no coinciden lo suficiente para defender este extremo; vid. Serra Ràfols, 1967, figs. en p. 134. 150 Cf. Serra Ràfols 1964, p. 18-23 y, especialmente, p. 20 donde figura esta cita textual; cf. también Serra Ràfols, 1959, p. 133. 151 Por lo que respecta a este tipo de altares monumentales, que fue el primero en desarrollarse en Italia en las postrimerías del siglo II a.C., vid. La Rocca, 1984, p. 92 s.; von Hesberg, 1994, p. 197-202, y, sobre todo, Gros, 2001, p. 388 s. y 392-399. 152 Uide supra p. 353 y n. 78. 153 Respecto a este segundo tipo de altares monumentales coronados por pulvini documentado a partir de finales del siglo I d.C. vid. La Rocca, 1984, p. 93 s.; von Hesberg, 1994, p. 203-205, y, especialmente, la síntesis de Gros, 2001, p. 440443. 154 Serra Ràfols, 1964, p. 22 s.; IRC, IV Barcino, n.º 201, 257. 155 IRC, IV Barcino, n.º 223 y 59, respectivamente.

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Publius Audifius156; esta última inscripción fechada en el segundo cuarto, o mediados del siglo II, fue atribuida por J. Serra Ràfols a los restos de altares monumentales anteriormente indicados (cat. n.º 4 a-b, 5 a-b). Esta asimilación es sugerente, si tenemos en cuenta que varios monumentos de esta índole, sobre todo los más tempranos, han sido relacionados con la colonización militar157. Sin embargo, esta asociación no es exclusiva y además fue diluyéndose con el paso del tiempo (esta inscripción ya es bastante tardía para la difusión y uso de este tipo de monumentos), y Serra Ràfols no aporta las pruebas suficientes para sostener esta correspondencia; ya hemos visto en la torre anterior que materiales de distintos monumentos se hallaban reutilizados como sillares casi contiguos y que de otras piezas que debieron pertenecerles no queda rastro alguno. También en esta misma torre hay otras inscripciones funerarias158 que por fecha se avienen mejor con el estilo de estos pulvini, aunque por las incertidumbres que por lo general conllevan los materiales reutilizados, lógicamente, no podemos proponer esta posibilidad. Otros ejemplares de este mismo sector de la muralla son el fragmento de tallo lateral cat. n.º 20, hallado en 1963 en la torre n.º 16, y, más al este se exhumó otra parte de un lateral de pulvino distinto (cat. n.º 25), en las excavaciones de la calle Sotstinent Navarro. En la torre de planta semicircular que marca el punto de inflexión entre los lados este y sudeste de la muralla J. Serra Ràfols desenterró el frente de pulvinus cat. 8, en las excavaciones de 1968, así como una inscripción muy deteriorada159 que poco aporta a nuestro material. Finalmente, se tiene constancia de que varias piezas de nuestro catálogo fueron exhumadas en este sector septentrional de la muralla, en excavaciones realizadas anteriormente a 1959, pero se desconoce el lugar concreto de su hallazgo; estas piezas son el frente pulvinar cat. n.º 6 (lám. 6), los dorsales cat. n.º 12 a-b, y los tallos laterales cat. n.º 15 a-b, 17, 18 (lám. 9), 19, 21, 22, 23 (lám. 10) y 26. En este mismo sector se han encontrado otros materiales que por su pertenencia a la escultura arquitectónica deberíamos mencionar. A parte del friso con guirnalda y máscaras teatrales citado más arriba al tratar los hallazgos de la torre número 6, dos fragmentos de otro friso fueron descubiertos en 1872 en el lado este de la muralla, junto a la calle de la Baixada de Viladecols. Se trata de dos piezas de un friso dórico de piedra de las canteras de Montjuïc, con máscaras en las metopas, n.º inv. 19012 y 19013 del Museu d’Arqueologia de Catalunya160. El uso de frisos dóricos en monumenta de la clase que tratamos está bien documentado, precisamente en los de tipo a dado más tempranos161, por lo que se avendría con los frentes pulvinares más antiguos de Barcino; no obstante, debemos tener muy presente que estos dos fragmentos de friso se exhumaron junto a capiteles y otros restos escultóricos, como un torso y el borde de la túnica y los pies de esculturas en bulto redondo, con la iconografía típica de los retratos funerarios162. Ciertamente, estos vestigios son más propios de un monumento sepulcral en forma de edícula, que de un altar. Los restos de altares monumentales más cercanos son el frente de pulvinus cat. n.º 8 (lám. 8), procedente de la torre n.º 33 y cuya datación nos lleva a época adrianea, 156 Serra Ràfols, 1964, p. 20-22; IRC, IV Barcino, n.º 44. 157 Cf. Gros, 2004, p. 395; Beltrán Fortes, 2004, p. 136 s. 158 Uide supra n. 155. 159 IRC, IV Barcino, n.º 265. 160 Puig i Cadafalch, 1909, p. 99, 221-222, fig. 98; Albertini, 1911-1912, p. 417, n.º 162, fig. 187; Puig i Cadafalch, 1934, p. 202 s., fig. 258. 161 Cf. Torelli, 1968, p. 32 ss.; Gros, 2001, p. 394 s. 162 Albertini,1911-1912, p. 413 s., n.º 156-157, fig. 176 s.

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cuando el friso dórico ya no se usaba en este tipo de altares, y el lateral de pulvinus cat. n.º 25 de la calle Sotstinent Navarro. Aunque en contextos arqueológicos constituidos por materiales de reutilización no es posible sacar conclusiones, sí debemos tener en cuenta que se ofrece un panorama más propicio para la relación de este friso con un edificio de tipo edícula, que para un monumento en forma de altar. En este sector, además, se han exhumado una cantidad importante de fragmentos de muros de cierre de recintos funerarios163. Éstos son bajos (unos 37 cm de alto de media), de sección semicircular, con bases salientes de perfil a modo de listel estrecho y plano, y en su mayoría de gres de Montjuïc. Asimismo, se han hallado otras piezas del mismo material y forma parecida, pero de mayor altura y a veces ornamentadas con gorgoneia, correspondientes a las esquinas, tipo cipo, de estos muretes de cierre164. Esta clase de muros limitantes con cipos angulares, ornamentales, no muy altos y enriquecedores del monumento funerario central, los hallamos documentados, bajo multiplicidad de variantes, en la primera época imperial, en Italia central, e incluso más decorados, en recintos sepulcrales julio-claudios de la Italia Septentrional165. Tenemos en cuenta estas piezas barcelonesas porque su estructura y material apelan a recintos propios de sepulcros monumentales. Su número, nada despreciable, hace pensar que fue un tipo de recinto bastante utilizado para la delimitación de sus monumentos funerarios. Además, su estructura indica una cronología temprana, que en otros lugares no debió sobrepasar el siglo II d.C., que es cuando se generalizan los recintos de muros altos, favorecedores de una mayor intimidad en la creciente celebración de los ritos funerarios familiares166. El conjunto de estos datos nos lleva a pensar que algunos de los altares barcinonenses pudieron estar delimitados por estos recintos, por cuanto el altar es un tipo monumental, asimismo bien documentado en Barcino, en este mismo sector de la muralla, y durante el mismo período de difusión de estos muretes; además, su forma a dado entra dentro del tipo de monumentos, que estos recintos tempranos tenían la función de realzar167. Obviamente, otro tipo de monumenta, como los de edícula – de los que asimismo tenemos restos – también pudieron ser delimitados por estos recintos168. 163 Aparte de los mencionados en n. 145, procedentes de la torre n.º 6, contamos hasta 14 fragmentos en la torre n.º 23 (Serra Ràfols, 1964, p. 47, fig. de la p. 46) y suponemos que se pudieron haber encontrado más en el relleno de otras torres, ya que parece que Serra Ràfols se refiere a éstos en caso de hallarlos en cantidad, sin embargo, la manera como los cita denota que no otorgó demasiado interés a esta clase de material. 164 De éstas hemos visto por lo menos seis piezas en el Museu d’Història de la Ciutat de Barcelona (depósito de la Zona Franca, de las que conocemos los n.º inv. 13219, 226 y 4044), más las dos esquinas ornamentadas con gorgoneia y conservadas en el mismo museo (n.º inv. 211 y 220), excavadas por Duran i Sanpere en 1943, en la plaza de Ramón Berenguer (Duran i Sanpere, 1973, p. 35 s. y fig. superior en la lám. junto a p. 32). 165 Von Hesberg, 1994, p. 73-75; Gros, 2001, p. 443; Vaquerizo, 2002b, p. 170. 166 Cf. von Hesberg, 1994, p. 76; Gros, 2001, p. 440-442. 167 Cf. von Hesberg, 1994, ap. 4.1.1. 168 En este sector también se hallaron dos cráteras de gres de Montjuïc, procedentes, una del lienzo de la muralla entre las torres n.º 11-12, y la otra de esta última torre (Serra Ráfols, 1964, p. 32 ss.; Balil, 1981, p. 12, n.º 68 s., láms. VII-VIII). Piezas parecidas se usaron como remate ornamental de los cipos angulares de recintos sepulcrales; ejemplos bien documentados se hallan en altares monumentales de Aquileia y el Valle del Po, como el de la tumba de los Concordii en Reggio Emilia (Toynbee, 1982, fig. 20). No obstante, sin haber procedido a un análisis detallado, estimamos que sus medidas de 52 cm de alto se adecuan mejor al coronamiento de un monumento no muy grande, tipo edícula con naïskos (Gros, 2001, p. 404 s., figs. 470-471, 473-474). Los restos de un fuste y varios fragmentos de cornisas, en la torre n.º 11, y de sillares bien tallados en la n.º 12, así como la mención a otros elementos de escultura arquitectónica sin determinar en este mismo lugar, más bien reforzarían esta última opción (Serra Ràfols, 1959, p. 132 s.; id., 1964, p. 32-33 y 35).

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Finalmente, debemos referirnos al frente de pulvinus cat. n.º 2 (lám. 2) de nuestro catálogo. Sobre su lugar de hallazgo tenemos las noticias recogidas por A. Elías de Molins en su Catálogo del Museo Provincial de Antigüedades de Barcelona, de 1888169. Éste lo cita “procedente de la iglesia de Santa Eulàlia de Provensana, sita en las inmediaciones de Sants”, y por tanto en un lugar alejado de las cercanías más próximas al pomerium que nos han ocupado hasta aquí. Por estas escuetas noticias nada sabemos sobre el contexto arqueológico en el que se exhumó la pieza; sin embargo, por la naturaleza del lugar de hallazgo, es posible que ésta perteneciera a un altar situado en el sector suburbano occidental cercano a Barcino170. Conclusiones sobre las piezas de Barcino: De las consideraciones anteriores y los resultados del análisis estilístico del material barcelonés, podemos deducir que se conservan restos de, por lo menos, 16 altares monumentales diferentes (cat. n.º 1 a-f; 2; 3 a-j; 4 a-b + 5 a-b; 6; 7; 8; 9; 10; 11 + 28 a-f (?); 12 a-b; 14 a-d; 15 a-b; 23 a-b; 17 + 18 (?); 29 a-b), suponiendo que los pulvini cat. n.º 4 a-b y 5 a-b pertenecieran a un mismo altar, si no, sumarían 17; quedan además, un dorsal (cat. n.º 13) y nueve laterales de pulvinos (cat. n.º 19-27), de los que no podemos determinar si formaron parte de las piezas calculadas o no. Estos ejemplares ya han sido asignados hace tiempo al tipo de altar funerario monumental romano primeramente desarrollado171, es decir el que contiene la cámara sepulcral en su mismo cuerpo, el cual parte sobre un zócalo no muy alto desde el nivel del suelo, y por ello es conocido por su forma a dado. Las considerables medidas de los pulvinos barceloneses así lo indican, pues éstas, como por ejemplo las de los pulvini del altar de Aemilia de Nimes172, oscilan entre los 80 y 90 cm de largo, llegando hasta los 120 cm en algunos de ellos, como sucede con los cat. n.º 3 a, 3 b (lám. 3) y 6 (lám. 6). Además, estas medidas nos permiten obtener una idea, siempre aproximada, de las dimensiones que pudieron alcanzar estos altares barcinonenses. A este respecto conocemos la profundidad total del coronamiento de dos altares, precisamente de los que fueron reconstruidos en el Museu d’Arqueología de Catalunya (cat. n.º 1, lám. 1, y 3, lám. 3), siendo de 2,15 m de máxima la del primero y de 3,43 m la del segundo. También conocemos la longitud total del tallo lateral cat. n.º 15 a-b, que mide 2,54 m; a esta medida le debemos sumar aproximadamente un metro más, resultante de la longitud que suelen tener las caras laterales del frente y del dorsal del pulvinus completo. Según estos datos, estos altares oscilarían entre los 2,10 m y los 3,50 m de profundidad. La longitud de las caras frontal y dorsal de estos altares no la podemos determinar, por cuanto no sabemos qué distancia (si la había) separaba los dos pulvini desde el eje central del edificio. A pesar de ello, podemos considerar, como punto de partida, la medida resultante de la suma de las dos longitudes de los pulvini frontales y dorsales, la cual alcanza las medidas siguientes: 1,60 m (cat. n.º 10), 1,74 m (cat. n.º 12 a-b), 1,78 m (cat. n.º 8), 1,80 m (cat. n.º 9), 1,82 m (cat. n.º 7), 2,28 m (cat. n.º 5 a-b), 2,34 m (cat. n.º 3 a-b), 2,345 m (cat. n.º 4 a-b), 2,48 m (cat. n.º 6). Por lo 169 Elías de Molins, 1888, p. 20, n.º 19025. 170 Uide infra cap. III.2. 171 Ya las dos restituciones (varias veces publicadas en fotografía) que proyectaran J. Ripoll y J. de C. Serra Ràfols en el Museo Arqueológico de Barcelona (hoy Museu d’Arqueologia de Catalunya) probablemente entre 1940-1960 se hicieron en este sentido; Gamer, 1979, p. 125; Beltrán Fortes, 1990, p. 195 ss.; von Hesberg, 1993, p. 167; id., 1994, p. 199; Rodà, 2000, p. 178.; Gros, 2001, p. 395. 172 Varène, 1970, p. 109.

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que respecta a su altura no poseemos dato alguno que nos permita un cálculo aproximativo173. En verdad, no es fácil hallar paralelos orientativos por lo que a estas dimensiones totales respecta, puesto que hay muy pocos monumenta de este tipo completos, siendo la mayoría de ellos restituciones parciales174. Aún y así, partiendo de los datos obtenidos, y teniendo muy en cuenta los condicionantes aducidos, podemos suponer que nuestros ejemplares alcanzaron unas dimensiones más parecidas a los altares de las guirnaldas o de los Rabirii de Roma175, que a los más monumentales, tipo M. Porcio de Pompeya176. Como hemos indicado mas arriba, otro de los aspectos que no hemos podido esclarecer es la estructura exacta del coronamiento de estos altares en sus caras frontal y dorsal, lo cual no permite una restitución certera de estos monumentos. A pesar de nuestra búsqueda expresa en los fondos del Museu d’Arqueologia de Catalunya y del Museu d’Història de la Ciutat de Barcelona, no hemos hallado pieza alguna que por forma, medidas y paralelos pudiera encajar en este lugar. Sólo cabría considerar dos fragmentos triangulares embutidos en el relleno que todavía hoy queda in situ en la torre n.º 17, bajo la calle de la Tapineria, y que forma parte del recorrido de los restos romanos del Museu d’Història de la Ciutat de Barcelona. La posibilidad de que éstas pertenecieran al eje central de coronamientos de altares monumentales con pulvini de Barcino, ya fue advertida por J. Beltrán Fortes en su publicación de 2004177; las medidas de la cara triangular, que podrían ser de aproximadamente 40-45 cm de lado178, se avendrían bien con la altura de los pulvini frontales, que oscilan entre los 40 y 47 cm179; además, con esta pieza triangular entre los frentes pulvinares, el desarrollo de estos coronamientos se asemejaría al de los altares no monumentales barcinonenses, posibilidad que ya había defendido G. Gamer para la restitución de estos monumentos180. Sin embargo, hay varios aspectos que no acaban de encajar: el saliente de una de estas piezas indica una longitud excesiva para haber tenido esta colocación; en una de estas piezas hay una muesca de unión difícil de explicar en el centro de los pulvinos, pareciendo más propia de la juntura por ánima entre dos piezas de superficies iguales. Por estas razones, más bien pudieran pertenecer al coronamiento de una estructura frontonal181, aunque por el momento no hemos hallado ningún paralelo adecuado para determinar su verdadera función. Por esta última razón, así como por el escaso número de coronamientos de altares monumentales con pulvinos conservados completos, y por el hecho de no haber podido analizar estas piezas trian173 Cierto es que algunos autores han aplicado distintas modulaciones para calcular las medidas totales de estos monumenta a partir de algunas de sus partes (vid. Varène, 1970, p. 110-112; Vaquerizo, 2001, p. 131 ss.); sin embargo, por los resultados obtenidos y los datos que se pueden extraer de los altares monumentales conservados o restituidos, más bien parece que no hubo una norma determinada e invariable para la construcción de estos altares en las distintas partes del Imperio, por lo que aplicar cualquiera de ellas nos parece poco definitivo (cf. Vaquerizo, 2002 a, p. 189, n. 90). 174 Nótese que, por ejemplo, los conocidos altares llamados “La tumba dórica”, la de los Rabirii” y la “de las guirnaldas” (Eisner, 1983 n.º A13, A14 y A16, lám. 13 s., respectivamente) de la Via Appia de Roma son restituciones que no contemplan la profundidad total de los edificios. 175 Uide supra n. 113-114, respectivamente, de 3,8 m de longitud de frente la primera, y 4,5 m de altura por 3,3 m de longitud la segunda. 176 Kockel, 1983, cat. Sur 3, p. 53, con un volumen de 5,4 m2. 177 Beltrán Fortes, 2004, p. 133, n. 68. 178 No nos ha sido posible proceder al examen y medición directos de ambas piezas, dada su situación en el relleno de la torre, fuera del alcance de la pasarela de acceso a ésta, por lo cual se precisaría de un complejo sistema de andamiaje. 179 Para la relación entre la altura de los pulvini y la de su frontón intermedio también en aras y cupas de Barcino cf. Beltrán Fortes, 1990, p. 197; id., 2004, p. 133, n. 67. 180 Gamer, 1989, p. 125; sobre esta relación cf. también Beltrán Fortes, 1990, 197 s.; id., 2004, p. 133. 181 Agradezco a la conservadora del museo M. Raya las indicaciones que nos hizo al respecto.

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gulares más de cerca debido a su complicada situación, no desechamos definitivamente la posibilidad de su pertenencia a estos altares, aún que ésta nos parece poco probable. Otra posibilidad sería aplicar la propuesta que T. Nogales defendió respecto a los pulvini emeritenses182, a los de Barcino. Según ésta, los pulvinos se juntarían en el centro del edificio por el ancho de sus alargamientos. Sin embargo, en el caso de las piezas barcinonenses, en las que abundan largos tallos laterales indicativos de edificios de notable profundidad, quedarían unas medidas de las caras frontal y dorsal demasiado estrechas respeto a las laterales183, cuando la tendencia más generalizada es que los cuatro lados sean de dimensiones semejantes184, o que estas caras sean mayores que las laterales185. Por todo ello, más bien nos inclinamos por la solución más habitual, a saber, sin frontón intermedio y con los pulvini separados entre sí. Otro aspecto poco claro para la restitución de los altares barcinonenses es su ornamentación. Las reconstrucciones erigidas en el Museu d’Arqueologia de Catalunya y en el Museu d´Història de la Ciutat hasta su remodelación de finales del pasado siglo, favorecieron su consideración como una estructura austera, con una ornamentación limitada a sus pulvinos. No obstante, algunos autores han indicado la posibilidad de que esta decoración estuviera enriquecida con frisos esculturados, destacando entre ellos los que defienden que dichos frisos fueron de tipo dórico186. En efecto, los estudios de M. Torelli187 acerca del friso dórico, y de M. A. Gutiérrez Behemerid188 respecto al desarrollo de éste en Hispania, han demostrado la relación de éste con monumentos funerarios tempranos con edículas sobre podia o del tipo de altar de forma a dado, así como la difusión de esta combinación a las provincias occidentales precozmente colonizadas. Partiendo de estos supuestos y del creciente conocimiento de los monumenta en forma de altar itálicos e hispanos, H. von Hesberg y P. Gros han sostenido la relación de estos altares barcinonenses con frisos dóricos, sin concretar cuales189. En verdad, la comprobación de este extremo se ve ensombrecida por la falta de datos sobre el contexto arqueológico original de estas piezas, sin embargo, como ya observó J. Beltrán Fortes190, llama la atención que en un lugar como Barcino, en el que se documenta una importante nomina de altares monumentales en forma de dado, ésta no se corresponda con el número de frisos dóricos llegados a nuestros días. En realidad sólo contamos con los restos de tres frisos distintos de este tipo, conservados todos ellos en el Museu d’Arqueologia de Catalunya: uno lo conforman los dos fragmentos número de inventario 19016191, los cuales muestran sus metopas adornadas a base de cabezas bovinas y rosetas de hojas acantiformes con botón central, o de pétalos espiraliformes; otro es el pequeño fragmento número de inventario 182 Nogales Basarrate – Márquez Pérez, 2002, p. 125 s.; Beltrán Fortes, 2004, p. 135. 183 Así, por ejemplo, las dimensiones del edificio al que pertenecieron las piezas de cat. n.º 3 a-j. serían de 2,34 m de largo las caras frontal y dorsal por 3,43 m de longitud de las caras laterales. 184 Cf. por ejemplo, los altares de Porcius y de los Alleii de Pompeya (Kockel, 1983, cat. Sur-3, p. 53, lám. 6 b-7 a, y Norte37, p. 164, lám. 59 s., respectivamente), o la llamada “torretta” junto a la Porta Maggiore de Roma (Gros, 2001, p. 393, fig. 447). 185 Como el sepulcro de la Gens Rusticelia del Monte Testacio (Gros, 2001, p. 389, fig. 443). 186 Ya Balil (1963, p. 68; id. 1988, p. 31, n.º 169) relacionó los frisos barcinonenses de tipo dórico con los pulvini de plutei exentos. 187 Cf. Torelli, 1968, p. 32 ss. 188 Gutierrez Behemerid, 1990, p. 205 ss. 189 Von Hesberg, 1993, p. 167; Gros, 2001, p. 395. 190 Beltrán Fortes, 2004, p.131; cf. también al respecto Balil, 1979, p. 68. 191 Puig i Cadafalch, 1909, p. 181, fig. 185; Albertini, 1911-1912, p. 418 s., n.º163, fig. 188; Puig i Cadafalch, p. 202, fig. 259; Rodà, 2000, p. 178 s., lám. 17.

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19014, que presenta una sola metopa, con una cabeza de res más cercana a un bucraneo que a un bóvido sin descarnar y restos de los triglifos que la limitan por cada lado; y el tercero consiste en los dos fragmentos con máscaras en las metopas n.º inv. 19012-13 hallados en la Baixada de Viladecols, y al que ya nos hemos referido al analizar el material exhumado en el sector este de la muralla192. De los dos primeros se desconoce el lugar de hallazgo, aunque no se duda de su procedencia barcelonesa, pero respecto al tercero ya hemos visto que es más probable su relación con un edificio tipo edícula, que con un monumento en forma de altar193, de manera que las posibilidades de relación “friso dórico-altares monumentales” que venimos comentando quedan reducidas sólo a dos casos. Esto nos lleva a considerar la probabilidad de que estos pulvini no sólo se conjugaran con frisos dóricos, sino también con otros de tipo distinto. J. Beltrán Fortes, al observar una circunstancia parecida en la arquitectura romana del Alto Guadalquivir, propuso que el friso dórico podría haber sido sustituido por otros tipos de frisos como los de roleos acantifomes y los de “metopas alternas” para decorar la parte alta del cuerpo de algunos de los monumentos en forma de altar”, aunque también los reconoce apropiados para otros tipos de mausoleos turriformes194. En el caso de Barcino, donde los altares representan una parte importante de la arquitectura funeraria monumental, podría defenderse una situación semejante. En este sentido sería pertinente recuperar aquí una serie de frisos, sobre los cuales M. Raya195 e I. Rodà196 ya habían propuesto como posibles ornamentos de estos monumenta. Nos referimos a los ejemplares n.º inv. 11458197, 11459198 y 4035199 del Museu d’Història de la Ciutat, cuyo lugar de hallazgo es desconocido, aunque no se duda de su procedencia entre el material reutilizado en la muralla. Éstos muestran una decoración dispuesta a modo de friso corrido, con tallos de parra repletos de sarmientos y racimos de uva picoteados por pájaros, el primero, sencillos roleos vegetales, el segundo, y una sucesión de tondos formados por cálices acantiformes ocupados por gorgoneia y rosetas, el tercero. A ellos se les sumaría el fragmento de friso n.º inv. 2991200 del mismo museo, al que nos hemos referido más arriba al tratar del material hallado en la torre n.º 6 de la muralla201, y cuya representación muestra máscaras teatrales como guirlandophoros y una figura marina en su lateral. Excluimos de esta serie los frisos acantiformes n.º inv. 19015 y 19009 del Museu d’Arqueologia de Catalunya202, los cuales ya hemos tratado al analizar el material del sector meridional de la muralla, y para los que ya hemos justificado la mayor probabilidad de que pertenecieran a un monumento tipo edícula203. La iconografía, así como la disposición a modo de friso corrido del relieve de estos fragmentos, nos lleva a vincular estas producciones locales con una de las tendencias clave, 192 Uide supra p. 372 y n. 160. 193 Uide supra p. 372. 194 Beltrán Fortes, 2004, p. 132. 195 Raya, 1993, p. 99 ss., quien propone la posible relación de los frisos corridos con motivos vegetales barceloneses con monumenta funerarios en forma de altar o tipo edícula. 196 I. Rodà (2000, p. 178) contempla la relación de los frisos barcinonenses de tipo dórico y de composición corrida con motivos vegetales con los pulvini gorgónicos. 197 Balil, 1981, p. 16, n.º 73, lám. X.1; Raya, 1993, p. 99, fig. 1 b. 198 Balil, 1981, p. 16, n.º 74, lám. X.2; Raya, 1993, p. 99 s., fig. 2 b. 199 Raya, 1993, p. 99, fig. 2 a. 200 Uide supra n. 147. 201 Uide supra p. 369 s. 202 Uide supra n. 138 s. 203 Cf. supra p. 368.

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que marcaron el proceso de evolución de estos sepulcros en forma de altar, a partir de la época de Augusto. Ésta consiste en la progresiva predilección de los frisos corridos con roleos y tallos vegetales, sobre los de friso dórico, y se observa vehiculada por la difusión de la iconografía más propia de la ideología gubernamental204; no obstante, ésta debía ser adaptada a la capacidad técnica y los gustos de los talleres y comitentes locales, como parece desprenderse de los ornamentos, poco sujetos a la iconografía oficial, de estos frisos provinciales. Por todo lo dicho hasta aquí consideramos que el cuerpo de estos altares barcinonenses debió ser ornamentado, en su parte superior, por frisos dóricos y de tipo corrido, con variantes locales de los frisos acantiformes de la iconografía oficial; sin embargo, la desproporción numérica entre los pulvini y los frisos conservados, nos lleva a suponer que también los habría de más sencillos, con el cuerpo igualmente construido en opus quadratum, pero sin decorar (fig. 1). En cuanto a la cronología de estos altares, en el apartado de análisis de los materiales, el atento examen del desarrollo estilístico en la imagen del Gorgoneion romano, junto a la consideración del período por hoy reconocido como el de uso y expansión del altar monumental en Hispania, nos ha llevado a determinar como pieza conservada más antigua el frontal de pulvinus cat. n.º 6 (lám. 6), fechado en el período augusteo, en una fase no alejada a la de fundación de Barcino. Tras éste podrían colocarse los frentes pulvinares cat. n.º 1 a-f (lám. 1), 4 a- b, 5 a-b (láms. 4-5), 7 y 9 (lám. 7) y 10 y probablemente también los tallos laterales cat. n.º 19, 23 (lám. 10), 29 a-b, 15 a-b, 16 a-b, 17,18 (lám. 9), 21, 22, 24-27, considerados todos ellos de la época julio-claudia. Los fragmentos conservados más tardíos corresponden a los cat. n.º 2 (lám. 2), 3 a-j (lám. 3), 8 (lám. 8) y 11 y los tallos pulvinares cat. n.º 28 a-f, 11 y 29, los cuales siguen modelos iconográficos y estilísticos de la época adrianea, y por tanto se colocan – por lo menos – en la primera mitad del siglo II. Entonces, el pulvinus cilíndrico cat. n.º 2 (lám. 2) deja de ser el punto de partida de la serie barcelonesa, como lo definió G. Gamer205, para pasar a ser una de las piezas tardías de esta producción. También se avanzan las cronologías dadas por García y Bellido (siglo III), y A. Balil (finales del siglo I-primer tercio del siglo III), e incluso la de M. Blech, quien concentró dos modos de talla de épocas distintas en la segunda mitad del siglo I d.C.206. De ello resulta, por tanto, un período inicial situado – como indicaran I. Rodà207 y J. Beltrán Fortes208 – en época augustea, con una expansión de su uso en el resto del mandato julio-claudio y su prolongación, aunque visiblemente minorante, en el siglo II. III.2. Mataró y Llerona Para las piezas de Llerona (cat. n.º 39-40, láms. 17-18) y Mataró (cat. n.º 38 a-q, lám. 16), nos sirve de indicativo su talla en mármol, así como su lugar de hallazgo próximo a las rutas de comunicación con Barcino. Los ejemplares barcinonenses son en su mayoría de gres de Montjuïc. Su cronología, como acabamos de ver, es temprana, abarcando desde época augustea hasta mediados del siglo II. 204 Cf. Gros, 2001, p. 396. 205 Gamer, 1989, p. 125. 206 García y Bellido, 1949, p. 307; Balil, 1964, p. 153 s.; id., 1979, p. 63; Trillmich et alii, 1993, p. 334 s., láms. 218-219 a, respectivamente. cf. también para un estado de la cuestión hasta el momento Beltrán Fortes, 2004, p. 127 s. 207 Rodà, 2000, p. 178 s. 208 Beltrán Fortes, 1990, p. 196; id., 2004, 127 s.; cf. también von Hesberg, 1993, p. 166; Gros, 2001, p. 395, donde refieren la misma fecha de inicio.

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Figura 1. Hipótesis de reconstrucción de un altar monumental barcinonense. El pulvino dibujado corresponde a la pieza cat. n.º 6, y el fragmento de friso al conservado en el Museu d’Història de la Ciutat n.º inv. 2991, hallado en la torre n.º 6 de la muralla de Barcino y mencionado más arriba (dib. M. Claveria).

De entre las piezas de Barcino, sólo una (cat. n.º 2, lám. 2) es un trabajo en mármol, y precisamente se trata de uno de los ejemplares barcinonenses más tardíos, puesto que su estilo e iconografía son propios de época adrianea209. Este frente pulvinar, tampoco fue reutilizado como los demás en la muralla tardía, sino que procede de un contexto extramuros, alejado del núcleo urbano y, en cambio, mejor relacionado con el territorio suburbano jalonado por las vías de comunicación que llevaban hacia Ad Fines (Martorell)210. Como esta pieza, los ejemplares de Llerona y Mataró son de mármol. El fragmento de frente (cat. n.º 39, lám. 17) y el de lateral de pulvino (cat. n.º 40, lám. 18) de Llerona se conservan en lugares distintos: en la parroquia medieval de Santa María, el primero, donde hoy sostiene una pila bautismal moderna en la entrada de la nave, pero donde está documentado su propio uso como pica bautismal por lo menos desde 1508211. La segunda (cat. n.º 39, lám. 17) pertenece a una colección particular, situada a unos 2 km de la iglesia en sentido suroeste. Ambos lugares contienen vestigios romanos212, entre ellos restos relativos a villae de época imperial, enterramientos y claros indicios de una vía romana posiblemente importante, por la probable presencia de un miliario en las cercanías de la parroquia de Santa María de Llerona213. Su estrecho parecido estilístico – sobre todo parangonable en la talla y profundidad de las hojas imbricadas del lateral del frente y la cara visible del tallo –, así como la semejanza visual de ambos mármoles, nos llevan a pensar que pertenecieron a un mismo altar, erigido por los dueños de una villa, en las proximidades de la vía romana. Relacionado con un entorno parecido se documenta el altar de Mataró (cat. n.º 38 a-q, lám. 16), hallado al pie de la Vía Augusta, a 1,3 km del núcleo urbano de la antigua Iluro (Mataró)214. Al igual que la de Barcino, 209 210 211 212 213 214

Uide supra p. 359, 366. Menéndez, Solías, p. 157 ss., especialmente p. 160 s. Martí Bonet, 1981, p. 418, n. 34. Ibid., p. 411; Vallicrosa, 1990, p. 20-27. Vallicrosa, 1990, p. 20. Cf. Bosch de Doria, 1998, p. 127 ss., especialmente p. 128-130.

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también estas piezas se fechan en el siglo II, como ya hemos visto en el segundo apartado, pareciendo la de Mataró la más tardía de nuestro catálogo215. En el apartado de iconografía hemos notado que las piezas de Llerona y Mataró se avenían perfectamente con el carácter de los pulvinos producidos en los talleres barcinonenses216, siendo diferente el estilo, lo que atribuimos a su factura en puntos de elaboración distintos217. Semejante afinidad y, sobre todo, lo que hemos observado en el párrafo anterior, nos induce a pensar que el uso del altar monumental en esta zona llegó inicialmente a Barcino, introducido por los primeros habitantes foráneos de esta colonia de nueva fundación; su aspecto formal debió ser perfilado por los artesanos – probablemente itinerantes y locales – que trabajaron en los talleres de la localidad. De aquí, ya definido el tipo y, al parecer, en un período avanzado de su uso, se difundió hacia el norte (Llerona – Vallès Oriental) y el nordeste (Mataró – Maresme)218, donde se prefirió el mármol, para remarcar su aspecto monumental219. III.3. Tarraco Tárraco nos ofrece un panorama distinto. Ya hemos notado anteriormente que en esta producción local se observa una mayor atención a los modelos itálicos. Por otra parte, el número de piezas conservadas es bastante menor, y los datos que se puedan relacionar con la estructura original de estos altares son todavía más dispersos e inciertos que en el caso de Barcino. Los siete ejemplares conservados (cat. n.º 30-37, láms. 11-15) son lo suficientemente diversos entre ellos como para afirmar que corresponden a siete altares distintos. La documentación de cinco de ellos en la primera memoria de excavación de la necrópolis paleocristiana220 es indicio claro de su reutilización en las sepulturas de este recinto funerario tardío. Este espacio perteneció al suburbio occidental de la ciudad, donde se ha ido documentando una extensa zona cementerial desarrollada desde época altoimperial, alrededor de la recientemente definida red viaria221, que partía de Tarraco por este lugar. Entonces, nos parece muy probable que los altares de los que formaron parte estos fragmentos de pulvini estuvieran originariamente erigidos en este sector222. Sin embargo, ninguno de los restos funerarios monumentales descubiertos en esta zona puede relacionarse de manera más o menos clara con 215 Uide supra p. 359. 216 Uide supra p. 359. 217 La producción de tallas y relieves en las cercanías de la localidad lleronense la indican la existencia de otros fragmentos escultóricos, como las máscaras de Can Santa Digna del mismo municipio (vid. Vallicrosa, 1990 figs. en p. 27) quizás pertenecientes a otros monumentos funerarios, o a muros de cierre monumentales de recintos funerarios. Estas piezas, que vuelven a mostrar un estrecho parecido iconográfico y estructural con alguna de las piezas con máscaras procedentes de Barcino y conservadas en el Museu d’Arqueologia de Catalunya, seguramente ratificarán en estudios próximos las influencias de los talleres barcinonenses sobre otros puntos de producción local bien conectados con esta colonia por la red viaria. 218 Y previsiblemente hacia otras zonas bien conectadas con este centro colonial por la red viaria, como indica estas mismas piezas y la localización del pulvinus del barrio barcelonés de Sants (cat. n.º 2, lám. 2). 219 La tendencia a monumentalizar mediante el material marmóreo un tipo funerario tradicionalmente usado en piedra en Barcino podría deberse al afán de remarcar el prestigio de algunas familias de esta rica zona agrícola mediante la marmorización de un tipo monumental bien reconocido en el territorio. 220 Uide supra p. 346 s., n. 12. 221 Cf. López Vilar, 2006, vol. I, aps. 4.2-4.3, p. 229-238 y fig. 273. 222 Cf. Puig i Cadafalch, 1934, p. 144.

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estos fragmentos, en algunos casos por la ambigüedad de su misma estructura, en otros por la imprecisa información publicada hasta ahora sobre ellos. Recuperemos aquí el basamento monumental citado al principio de este artículo, al referirnos a la relación que J. Puig i Cadafalch indicó entre éste, la estructura de los altares de la Italia septentrional y estos fragmentos pulvinares reutilizados223. Su forma se asemeja mucho a otra base monumental exhumada en 1972 en la esquina que une las calles de Pere Martell y Eivissa, el cual fue asimismo interpretado como un ara sepulcral, por comparación con el anterior y por la presencia de estos restos pulvinares en la necrópolis paleocristiana224. A nuestro parecer, ambas son estructuras más acordes con la tectónica habitual de los monumentos tipo edícula más tempranos, como determinó H. von Hersberg para con la interpretación del primer basamento225. También juegan a favor de este supuesto las tantas veces citadas esculturas tardorrepublicanas226 halladas en la misma excavación inicial de esta necrópolis tardía, y posiblemente algunos de los numerosos restos de columnas, capiteles e inscripciones referidos en la misma memoria de excavación227. Somos conscientes de que varios de los pulvinos tarraconenses conservados, a diferencia de los barcinonenses, son relativamente cortos228, ¿una tendencia local?, lo cual permitiría su colocación en el coronamiento del cuerpo de estos monumentos ocupando tan sólo una tercera parte de la longitud de su frente229; esto, que entra dentro de lo corriente en coronamientos de altares, no permite desechar justificadamente la propuesta de Puig i Cadafalch. Pero aún y así son basamentos que no acaban de responder a las categorías más comunes de los altares monumentales, más masivo el tipo a dado, y más elevado y suntuoso el que erige el altar sobre la cámara funeraria o el tipo estructural de la Italia septentrional. Por ello no acabamos de reconocer en estos restos la posible relación esgrimida. Otros hallazgos monumentales se han ido produciendo más recientemente en las excavaciones de urgencia del llamado PERI 2230 y en las de la avenida del Cardenal Vidal i Barraquer231, todas pertenecientes a esta misma zona suburbial, como uno de planta cuadrangular construido con masivos sillares bien escuadrados, u otras tumbas turriformes de época julio-claudia, algunas de las cuales tenien un coronament de carácter monumental que únicament podem intuir a partir de les malmeses restes conservades232. Estos hallazgos vienen a 223 Uide supra p. 347, n. 15. 224 Uide Del Amo – Barriach, 1975, p. 111 s., fig. 1. 225 Von Hesberg, 1993, p. 159 y 164, fig. 78 a. 226 Koppel, 1985, n.º 98-100, 115-16. 227 Oliva – Tulla – Bertrán, 1927, n.º 43-53 entre otros; Ruiz de Arbulo et alii, 2004, p. 120. 228 Cat. n.º 30, lám. 11: 56 cm de longitud; cat. n.º 31, lám. 12: 44 cm de longitud; cat n.º 32, lám. 13: 49 cm de longitud; cat. n.º 34, lám. 14: 45 cm de longitud. La forma corta de los pulvini se nota por el corte seco (cat. n.º 30-1, 345) del alargamiento lateral, y por el listel de acabado en el extremo vertical del alargamiento (cat. n.º 31, lám. 12), a diferencia de cat. n.º 34, lám. 14 que conserva un largo de 92 cm y por ello más próximo al formato de los grandes pulvini barcinonenses. Para los anteriores se aviene una colocación separada de los frentes pulvinares, con un espacio vacío considerable en el centro; como cat. n.º 31, los cat. n.º 35 y 36 (lám. 15) montan sobre listel liso incorporado sin reborde saliente, el cual debía seguir a lo largo del coronamiento frontal para unirse con el del otro frente, y elevar para hacer más visibles los pulvinos. 229 Basamento Necrópolis Paleocristiana: 380 cm de longitud (zócalo) y 2,40 cm de longitud (cuerpo); Base Pere MartellEivissa: 4 m de longitud (zócalo) y 260 cm de longitud (cuerpo). 230 Adserias – Pociña – Remolà, 2000, p. 139-140. 231 Remolà, 2004, p. 83 ss.; no olvidamos la estructura funeraria monumental hallada en la calle Roviri y Virgili a finales de la década de los ochenta (Terré, 1989-1990, p. 49 s.); pero su estructura y situación bastante más al norte nos lleva a no considerarlo de momento. 232 Adserias – Pociña – Remolà, 2000, p. 139.

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ampliar la visión elaborada por el TED’A en 1987233 sobre el entorno funerario de Tarraco, y de entrada ya indican un rico panorama en el ambiente funerario altoimperial de la zona, en el que cabría perfectamente el desarrollo del altar monumental; no obstante deberemos esperar a la publicación de estudios más detallados sobre estos nuevos materiales para valorar hasta qué punto se pueden obtener más datos respecto a los monumenta coronados por estos fragmentos de pulvini. Finalmente, queda por mencionar un sillar relativo a un friso ornamentado con roleos acantiformes, el cual fue hallado reutilizado en 1996 en la parte alta de la ciudad, en uno de los muros del foro provincial Flavio234. En este caso se debe ahondar en el estudio de la escultura arquitectónica temprana local, para poder determinar su factura en época tardorepublicana-augustea temprana, como se ha propuesto, porque en este caso, por el desarrollo al parecer más tardío del friso vegetal en los altares monumentales235, sería más plausible relacionarle con sepulcros ediculares sobre podio, tipo el de Bibulus en Roma236 o el “de las guirnaldas” en Pompeya237. IV. CATÁLOGO I. BARCELONA I.1. PULVINOS CILÍNDRICOS 1 a-f. Pulvinos de un altar monumental con gorgoneia en el frente (lám. 1) Publicados cuando ya formaban parte del Museo de Santa Àgueda de Barcelona; Albertini (1911-12) dio noticia de que cat. n.º 1 b había sido adquirido por el entonces Museo Municipal. Localización actual (Loc.): Museu d’Arqueologia de Catalunya. N.º inv. 1a: MACBarcelona 9531; 1b: MAC-Barcelona 9532. Material (Mat.): Piedra de Montjuïc. Dimensiones (Dim.): Frentes: 1a: 33 cm Ø (frente), 21 cm Ø (en su parte posterior), 33 cm prof. 1b: 36 cm Ø (frente) y 22 cm Ø (parte posterior), 36 cm prof. - Tallos laterales: 1c: 23 cm Ø, 82 cm long. 1d: 23 cm Ø, 85 cm long. Extremos dorsales: 1e: 23 cm Ø, 95 cm long. 1f: 23 cm Ø, 85 cm long. Bibliografía(Bib.): Elías de Molins, 1888, p. 22, n.º 1425; Albertini, 1911-12, n.º 171, fig. 198 (cat. 1 a), n.º 223, fig. 256 (cat. n.º 1 b.); Cat. Monumental. Barcelona, 14, fig. 38; Puig i Cadafalch, 1934, p. 143 s., figs. 170 s.; García y Bellido, 1949, p. 307, n.º 307, lám. 246; Gamer, 1989, n.º B 45, p. 188, lám. 137b; 138d-e; Beltrán Fortes, 1990, fig. 2; Portabella, 1996-1997, p. 160; Beltrán Fortes, 2004, fig. 4. Pulvini cilíndricos completos de un altar monumental, con gorgoneia en el frente, pequeñas hojas de laurel imbricadas en los laterales, y largos y anchos canales en su parte dorsal. Las gorgonas tienen alas sobe la frente, serpientes junto a los lagrimales y nudo de Heracles bajo la barbilla. Propuesta de cronología (Prop. cronol.): finales del siglo I a.C.-período julio-claudio avanzado. 233 TED’A, 1987, p. 163-186. 234 Ruiz de Arbulo et alii, 2004, p. 121, fig. 6. 235 Uide supra n.º 203. 236 Eisner, 1986, n. R 1, p.17 s., lám. 1; Gros, 2001, p. 401 s., fig. 464 s. 237 Gros, 2001, p. 402 s, figs. 466-469.

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2. Frente de pulvino cilíndrico con cabeza de Medusa (lám. 2) Procedente de las inmediaciones de la iglesia románica de Santa Eulàlia de Provençana (Hospitalet de Llobregat, Barcelona). Estuvo en el Museo de Santa Àgueda como depósito de don Francisco de P. Villas. Luego pasó al Museo Arqueológico (n.º inv. 1296). Loc.: Museu d’Arqueologia de Catalunya. N.º inv. MAC-Barcelona 19025. Mat.: mármol blanco. Dim.: 52 cm alt., 55 cm long., 31 cm prof. Bib.: Elías de Molins, 1888, p. 20, n.º 1296; Albertini, 1911-1912, p. 425, n.º 174, fig. 202; García y Bellido, 1949, p. 308, n.º 312, lám. 248; Balil, 1979, p. 63, n. 3; Gamer, 1989, n.º B 48, p. 189, lám. 138 h.; Portabella, 1996-1997, p. 15; Menéndez, Solias, 1997, p. 160 s.; Bosch de Dòria, 1998, p. 134. Frente de un pulvinus de altar monumental con el relieve muy deteriorado y pátina de polvo gruesa y muy incrustada. Su frente está ocupado por la cabeza de Medusa, con abundante pelo despeinado, levantado y ensortijado sobre la frente, alada y restos del nudo de Heracles bajo la barbilla. Prop. cronol.: adrianeo. I.2. PULVINOS CON ALARGAMIENTOS HACIA EL INTERIOR 3 a-j. Pulvinos de un altar monumental con gorgoeia y escenas de caza (lám. 3) Hallados a mediados del siglo XIX en la zanja de cimentación del convento de la Enseñanza de Barcelona. Luego pasaron a formar parte de la colección de la Real Academia de Buenas Letras, para ser trasladados más tarde al Museu de Santa Águeda. Loc.: Museu d’Arqueologia de Catalunya. N.º inv. pulvinus der.: 3a: 9577.5 (frente), 3c: 9577.4 (lateral junto a frente), 3d: 9577.3 (lat. central), 3e: 9577.2 (lat. junto a dorsal), 3f: 9577.1 (dorsal); N.º inv. pulvinus izq.: 3b: 9579.6 (frente), 3g: 9579.7 (lat. junto a frente), 3h: 9579.8 (lat. central), 3i: 9579.9 (lat. junto a dorsal), 3j: 9579.10 (dorsal). Mat.: piedra arenisca gris de Montjuïc. Dim.: pulvinus der.: 3a: 48 cm alt., 119 long., 41 cm prof. 3c: 46 cm alt., 118 cm long., 47 cm prof. 3d: 46 cm alt., 53 cm long., 47 cm prof. 3e: 45 cm alt., 74 cm long., 42 cm prof. 3f: 45 cm alt., 57 cm long., 42 cm prof.; pulvinus izq.: 3b: 46 cm alt., 115 cm long., 44-47 cm prof. 3g: 45 cm alt., 89 cm long. 43,5, cm prof. 3h: 45 cm alt., 48 cm long., 48 cm prof. 3i: 45 cm alt., 88 cm long., 44 cm prof. 3j: 45 cm alt., 58 cm long., 44 cm prof. Bib.: Elías de Molins, 1888, 22, n.º 1138-1140; Puig i Cadafalch, ARC, 1909, fig. en p. 112; Albertini, 1911-1912, cat. n.º 172, figs. 199-200; CIL II n.º 4595; Puig i Cadafalch, ARC, 1934, p. 143, figs. 167-168; García y Bellido, 1949, p. 306 s., n.º 306, lám. 246; Mariner, Inscripciones de Barcelona, n.º 227; Gamer, 1989, n.º B 44, p. 188, lám. 137a; Beltrán Fortes, 1990, fig. 1; id., 2004, fig. 5. Pulvini completos de un altar monumental con gorgoneia en sendos frentes; ambas presentan pelo corto recogido en redondeados rizos compactos y alas salientes horizontalmente desde la sien. Dos escenas de caza mitológica ocupan el frente de los alargamientos laterales de ambos pulvinos. En el derecho aparece el cazador de frente atacando a un jabalí perseguido por un perro. La del izquierdo es muy parecida, pero dispuesta simétricamente a la anterior y el cazador aparece de espaldas. La parte visible de los tallos laterales se cubre de grandes hojas con marcada ranura central escalonadamente superpuestas, recogidas por baltei bocelados en el centro de ambas piezas. Prop. cronol.: primera mitad del siglo II.

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4 a-b. Frentes de pulvini de un altar monumental con gorgoneia y motivos vegetales (lám. 4) El frente cat. n.º 4b procede de la torre n.º 8 de la muralla tardía (excavaciones de Duran i Sanpere, 1943); cat. n.º 4a. también fue hallado en la muralla romana, en excavaciones anteriores a 1959, pero se desconoce el lugar y la fecha concretos. Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. N.º inv. 4a: MHC 4102; 4b: MHC 4107. Mat.: piedra de las canteras de Montjuïc. Dim.: 4a: 53 cm alt., 118,5 cm long., 38,5 cm prof. 4b 50 cm alt., 116 cm long., 46 cm prof. Bib.: Serra Ràfols, 1959, p. 133, 137; id., 1964, p. 20 s.; Duran i Sanpere, 1973, fig. entre p. 32 s.; Gamer, 1989, cat. n.º B 21, p. 186, lám. 139 b-c (4a). Frentes de pulvinos con cabezas de Gorgona marcadamente redondeadas; éstas tienen el pelo corto y ordenado, alas sobre el centro de la frente (en 4b perdidas por una profunda rotura en su parte superior), serpientes salientes hacia los ojos y nudo de Heracles bajo la barbilla. Una cenefa de perlas ornamenta el marco circular de ambos pulvini. El frente de los alargamientos laterales se rellena con ornamentos vegetales de tipo acantiforme combinados con una roseta pentapétala que cierra la composición. Prop. cronol.: finales del siglo I a.C.-período julio-claudio avanzado. 5 a-b. Frentes de pulvini de un altar monumental con gorgoneia y motivos vegetales (lám. 5) Como los ejemplares anteriores (cat. n.º 4a-b), cat. n.º 5b se exhumó en la torre n.º 8 de la muralla tardía de Barcino, el 24 de marzo de 1944 en las excavaciones de J. Serra Ràfols; mientras que de cat. n.º 5a se sabe que también apareció en la muralla romana antes de 1959, pero se desconoce la fecha y el lugar exactos de su descubrimiento. Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. N.º inv. 5a: MHC 4104; 5b: MHC 2997. Mat.: piedra de las canteras de Montjuïc. Dim.: 5a: 53 cm alt., 109 cm long., 38,5 cm prof. 5b: 45 cm alt., 119 cm long., 47 prof. Bib.: Serra Ràfols, 1959, p. 133, 137; id., 1964, p. 20 s. Ambos pulvini son iconográficamente iguales a los dos anteriores (cat. n.º 4a-b), en cambio éstos muestran una factura algo más descuidada, sobre todo el fragmento 5a. Ambos tienen una importante rotura en la parte superior del círculo pulvinar. Prop. cronol.: finales siglo I a.C.-período julio-claudio avanzado. 6. Frente de pulvinus derecho con gorgoneion y motivos vegetales (lám. 6) Procede de la muralla romana de Barcelona, constando que fue exhumado en las excavaciones anteriores a 1959, aunque no se conoce el momento ni el lugar concretos de su hallazgo. Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. N.º inv. MHC 4058. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 44 cm alt., 124 cm long., 39 cm prof. Bib.: Gamer, 1989, n.º B 20, p. 186, lám. 139a. Frente de un pulvinus derecho con cabeza gorgónica alada de perfil claramente redondeado; pelo corto y distribuido en rizos compactos y ordenados. Serpiente saliente desde la sien izquierda y pequeño nudo de Heracles bajo la barbilla. Enmarcan la cabeza un primer filete perlado, junto a otro de doble cuenta y un tercero que hace de límite externo a modo de soga retorcida, y que se extiende también por el contorno frontal del largo apéndice lateral. El frente de éste se ornamenta con dos largos follajes de bordes acantiformes que cubren hojas aquiformes, todas ceñidas en su centro por dos boceles cordados entrecruzados. Prop. cronol.: augusteo.

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7. Frente de pulvino izquierdo con gorgoneion (lám. 7a) Procede de la torre n.º 6 de la muralla romana (excavaciones Duran i Sanpere, 1951). Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. N.º inv. 11571. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 46,5 cm alt., 85 cm long., 62 cm prof. Bib.: Duran i Sanpere, 1969, p. 66, figs. 9-11, n.º 17 y fig. 12; Gamer, 1989, n.º B 27, p. 186, lám. 138c. Frente de pulvino con gorgoneia de perfil circular; flequillo formado por mechones serpentifomes, gruesas serpientes salientes hacia las sienes y gran nudo de Heracles bajo la barbilla. Frente del apéndice lateral liso. Prop. cronol.: finales siglo I a.C-período julio-claudio avanzado. 8. Frente de pulvino izquierdo con gorgoneion (lám. 8) Procedente de las excavaciones llevadas a cabo en 1968 en la torre n.º 33 por J. Serra Ràfols. Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. N.º inv. MHC 11550. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 45 cm alt., 89 cm long., 46 cm prof. Bib.: Verrié, 1971 (1973), p. 774, fig; 5; Gamer, 1989, cat. n.º B 24, p. 186, lám. 138. Frente de pulvino izquierdo de un altar monumental, ornamentado por una cabeza de Medusa de perfil triangular, alas salientes desde las sienes y pelo contenido. El frente del alargamiento lateral se cubre de una ornamentación vegetal entrelazada. Prop. cronol.: Primera mitad del siglo II. 9. Frente de pulvino derecho con gorgoneion y motivo vegetal (lám. 7b) Exhumado en la torre n.º 6 de la muralla tardía de Barcino, durante las excavaciones de Duran i Sanpere de 1951. Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. N.º inv. 11570. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 46,5 cm alt., 90 cm long., 37 cm prof. Bib.: Duran i Sanpere, 1969, p. 66, figs. 9-11, n.º 18, fig. 13; Gamer, 1989, n.º B 25, p. 186, lám. 138b. Frente de pulvinus monumental con máscara gorgónica, enmarcada por el cuerpo de dos serpientes, cuyas colas se anudan bajo la barbilla, y cuyas cabezas se afrontan sobre la frente, encima de éstas caen dos largas alas. El frente del alargamiento lateral muestra un sencillo tallo vegetal acabado en espiral. Prop. cronol.: siglo I d.C.? 10. Frente de pulvino derecho con cabeza de gorgona y motivos vegetales Procedente de Barcelona. Estuvo en la colección de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, pasando luego al Museo de Santa Àgueda, y finalmente al Museo Arqueológico. Loc.: Museu d’Arqueologia de Catalunya. N.º inv. MAC-Barcelona 9574. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 46 cm alt., 79 cm anch., 58 cm prof. Bib.: Elías de Molins, 1888, 22 n.º 1140; Albertini, n.º 173, fig. 201; Puig i Cadafalch, ARC 1934, p. 143, fig. 169; García y Bellido, 1949, p. 307, n.º 308, lám. 246; Gamer, 1989, n.º B 46, p. 188, lám. 138 f. Fragmento de pulvinus perteneciente al frente derecho de un altar monumental. Se ornamenta con una cabeza de Gorgona redondeada, con grandes alas muy deterioradas en su

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superficie sobre su frente. Decoración vegetal acantiforme en el verso del alargamiento lateral. En general muestra su superficie muy desgastada, habiéndose perdido muchos detalles de su relieve. Prop. cronol.: finales siglo I a.C.-período julio-claudio avanzado. 11. Frente de pulvino izquierdo con roseta sextapétala Procedente de Barcelona, aunque no se tienen documentados más detalles. Loc.: Museu d’Arqueologia de Catalunya. N.º inv. 9588. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 45 cm alt., 59 cm prof. Bib.: García y Bellido, 1949, n.º 308; Gamer, 1989, n.º B 47, p. 189, lám. 138g. Frente de pulvinus izquierdo de un altar monumental, con una roseta de seis pétalos dispuestos en doble piso, alrededor de un bulbo central con seis hojitas cerradas y botón central. Prop. cronol.: siglo II. 12 a-b. Dorsos de pulvini de un altar monumental Ambos fueron hallados en la muralla romana en las excavaciones efectuadas durante 1959-1960 por J. Serra Ràfols. Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. N.º inv. 12a: 4078. 12b: 4079. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 12a: 52 cm alt., 88 cm long., 45 cm prof. 12b: 52 cm alt., 86 cm long., 54 cm prof. Fragmentos de pulvini en su parte posterior, con el alargamiento lateral de perfil superior en forma pronunciadamente cóncava, y sin reborde bajo el pulvino. En sus caras dorsales no se conserva ornamentación alguna, mientras que en sus laterales cilíndricos se disponen de forma imbricada hojas de laurel con nervadura central trabajada en relieve; Listel saliente finalizando el tallo pulvinar. 13. Dorso de pulvinus Documentado como integrante del fondo antiguo procedente del sector Pl. Nova – calle de la Tapineria del Museu d’Història de la Ciutat de Barcelona. Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. N.º inv. 20122. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 42 cm alt., 93,5 cm long., 47,5 prof. Bib.: Gamer, 1989, n.º B 26, p. 186, lám. 140b. Fragmento dorsal de un pulvinus monumental, con alargamiento de perfil superior cóncavo y sin reborde bajo el pulvino. No presenta ornamentación alguna. 14 a-d. Dorso y fragmentos de los laterales de pulvini con retícula vegetal Prodecencia desconocida. Loc.: Museu d’Arqueologia de Catalunya. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 14a (fragmento dorsal): 42 cm alt., 43 cm long., 60 cm prof. 14b: 41 cm alt., 61 cm long., 38 cm prof. 14c: 39 cm alt., 84 cm long., 45 cm prof. 14d: 40 cm alt., 90 cm long., 44 cm prof. Parte posterior y tres piezas más de tallos de uno o dos pulvini monumentales. Su decoración no reproduce el motivo de las hojas de laurel habitual. Más bien parece un entramado vegetal muy geometrizado.

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I.3. FRAGMENTOS DE LATERALES DE PULVINI 15 a-b. Dos fragmentos de un lateral de pulvinus Procedentes de la muralla romana, ambos hallados en excavaciones anteriores a 1959, aunque se desconoce el lugar y la fecha concretos de su hallazgo. Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. N.º inv. 15a: 4031; 15 b: 4029. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 15a: 43 cm alt., 126 cm long., 45 cm prof. 15b: 43 cm alt., 128 cm long., 46 cm prof. Bib.: Gamer, 1989, n.º B 22, p. 186, lám. 140a. Lateral de un pulvinus monumental trabajado en dos piezas. Su cara visible muestra un imbricado de hojas de laurel con nervadura central, recogidas en el centro por un fajo de foglie d’acqua anudado. 16 a-b. Dos fragmentos de un tallo de pulvinus. Hallados durante las excavaciones de J. Serra Ràfols en la muralla romana de Barcelona entre 1943-1944. Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. N.º inv. 16a y b: 2995. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 16a: 43 cm alt., 62 cm long., 42 cm prof. 16b: 43 cm alt., 74 cm long., 42 cm prof. Dos fragmentos del tallo de un pulvinus con la representación de hojas de laurel con nervadura frontal y disposición imbricada. 17. Fragmento del centro de un lateral de pulvinus Hallado en la muralla romana anteriormente a 1959. Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. N.º inv. 4019. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 45 cm alt., 81 cm long. Fragmento de tallo de un pulvinus con la representación de hojas de laurel con nervadura central y disposición imbricada entre ellas. En uno de sus extremos se conserva el balteus central formado por tres boceles cordiformes separados entre sí. 18. Fragmento de la parte central de un lateral de pulvinus (lám. 9) Exhumado antes de 1959 en la muralla romana. Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. N.º inv. 4020. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 46 cm alt., 74 cm long., 44 cm prof. Fragmento perteneciente a la parte central del tallo de un pulvinus monumental con un estilo e iconografía iguales al fragmento anterior. 19. Fragmento de la parte central de un lateral de pulvinus Procedente de la muralla romana de Barcelona (excavaciones anteriores a 1959). Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. N.º inv. 20132. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 50 cm alt., 110 cm long., 44 cm prof. Fragmento posiblemente perteneciente a la parte central del tallo de un pulvinus, con la representación de hojas de laurel con nervadura central; su disposición es imbricada y parte de una cuerda delimitada simétricamente por las primeras hojas de laurel de ambos lados.

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20. Fragmento del centro de un lateral de pulvinus Procede de la torre 16 de la muralla romana de Barcelona, donde fue hallado en 1963. Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. N.º inv. 7729. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 45 cm alt., 72 cm long., 47 cm prof. Fragmento de tallo de un pulvinus con la representación de hojas de laurel con nervadura central y disposición imbricada. En su mitad derecha se conserva una ancha tenia que sujeta las hoja de laurel diagonalmente, a su derecha se observan dos fajas más, talladas con otra ornamentación distinta a las de las hojas de laurel, sin embargo esta parte del relieve ha sufrido profundas roturas, previsiblemente a causa de su reutilización en la muralla tardía. Prop. cronol.: periodo flavio? 21. Fragmento de lateral de pulvinus Hallado en la muralla romana anteriormente a 1959. Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. N.º inv. 4105. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 44 cm alt., 86 cm long., 44 cm prof. Fragmento de tallo de un pulvinus con la representación de hojas de laurel con nervadura central y disposición imbricada. 22. Fragmento de lateral de pulvinus Hallado en la muralla romana anteriormente a 1959. Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. N.º inv. 4103. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 37 cm alt., 118 cm long., 37-44 cm prof. Fragmento de tallo de un pulvinus con la representación de hojas de laurel con nervadura central y disposición imbricada. 23. Fragmento de lateral de pulvinus (lám. 10) Procedente de la muralla romana, en excavaciones anteriores a 1959. Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. N.º inv. 20140. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 45 cm alt., 86 cm long., 45 cm prof. Fragmento de tallo de un pulvinus con la representación de hojas lanceoladas con nervadura central y disposición imbricada. 24. Fragmento de lateral de pulvinus Hallado por J. Serra Ràfols el 24 de marzo de 1944 en la muralla romana. Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. N.º inv. 2996. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 41 cm alt., 86 cm long., 46 cm prof. Fragmento de tallo de pulvinus con la representación de hojas de laurel con nervadura central y disposición imbricada. 25. Fragmento de lateral de pulvinus Procedente de las excavaciones llevadas a cabo en la muralla a la altura de la calle Sotstinent Navarro. Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. N.º inv. 4067. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 41 cm alt., 76 cm long., 44 cm prof.

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Fragmento de tallo de un pulvinus con la representación de hojas de laurel con nervadura central y disposición imbricada. 26. Fragmento de lateral de pulvinus Procede de les excavaciones de la calle de la Tapineria. Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. N.º inv. 4068. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 39 cm alt., 77 cm long, 42 cm prof. Fragmento de tallo de un pulvinus con la representación de hojas de laurel con nervadura central y disposición imbricada. 27. Fragmento de lateral de pulvinus Procedencia desconocida. Loc.: Museu d’Història de la Ciutat. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 30 cm alt., 41 cm long. Pequeño fragmento de tallo de un pulvinus en el que sólo se conservan ocho hojas de laurel con nervadura central y disposición imbricada entre ellas. 28 a-f. Fragmentos de lateral de pulvinus Procede de Barcelona. Loc.: Museu d’Arqueologia de Cataluña. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 28a: 49 cm alt., 68 cm long. 49 cm prof. (dorsal) 28b: 44 cm alt., 63 cm long. 39 cm prof. 28c: 47 cm alt., 130 cm long. 44 cm prof. 28d: 42 cm alt., 55 cm long. 38 cm prof. 28e: 44,5 cm alt., 61 cm long. 46 cm prof. 28f: 44,5 cm alt., 88 cm long. 46 cm prof; Todos los fragmentos tienen un zócalo de 8 cm alt. Seis fragmentos de tallo de un pulvinus con largas hojas de punta redondeada y nervio central inciso. La disposición entre ella es en bandas escalonadas y superpuestas, no imbricadas. 29 a-b. Fragmentos de lateral de pulvinus Procede de Barcelona. Loc.: Museu d’Arqueologia de Cataluña. Mat.: piedra de Montjuïc. Dim.: 29a: 45 cm alt., 91 cm long. 37 prof. cm (dorsal) 29b: 45 cm alt., 39 cm long., 37 cm prof. Dos fragmentos de tallo de un pulvinus con hojas lanceoladas y perfiladas. Nervio central modelado en volumen creciente con el cincel. La disposición entre ellas es imbricada. II. TARRAGONA II.1. PULVINI CON ALARGAMIENTOS HACIA EL INTERIOR 30. Frente de pulvino izquierdo con roseta sextapétala y retrato (lám. 11) Hallado entre 1923 y 1926 en la necrópolis paleocristiana de Tarragona (campaña de la Mem. 88). Loc.: Museu i Necrópolis Paleocristians de Tarragona. N.º inv. MNAT(P) 2684. Mat.: piedra caliza (Santa Tecla?). Dim.: 29 cm alt., 56 cm long., 48 cm prof. Bib.: Oliva – Tulla – Bertrán, 1927, p. 65, n.º 54-58; Del Amo, 1979, p. 14; TED’A, 1987, n. 197; Gamer, 1989, n.º T 80, p. 278, lám. 140c-d.

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Fragmento de un pulvino izquierdo de un altar monumental. Su frente está ornamentado con una roseta de seis pétalos de perfil superior trilobulados, cuyo bulbo central está ocupado por la cabeza de un retrato femenino. Motivos vegetales se adivinan también llenando el frente del alargamiento hacia el interior (muy fragmentado). Largas foglie d’acqua en disposición imbricada adornan la superficie visible del tallo lateral del fragmento. Prop. cronol.: finales siglo II d.C. 31. Frente de un pulvinus izquierdo con roseta y hojas de laurel (lám. 12) Procedente de la necrópolis paleocristiana de Tarragona, donde fue hallado entre 1923 y 1926. Loc.: Museu i Necrópolis Paleocristians de Tarragona. Mat.: piedra local (Santa Tecla?). Dim.: 39 cm alt., 44 cm long., 54 cm prof. Bib.: Oliva – Tulla – Bertrán, 1927, p. 65, n.º 54-58; Del Amo, 1979, p. 14; TED’A, 1987, n. 197. Fragmento de pulvinus izquierdo con alargamiento lateral. Alta base lisa bajo el pulvino, roseta en el frontal de éste. Ésta tiene botón cóncavo central y tres corolas de pétalos superpuestas, de bordes lobulados la central, ondulados y más puntiagudos, la segunda, y lanciformes la parte visible de las de la tercera. Listel circular de cuarto de caña hendido enmarcando la roseta y limitando el frontal de pulvino. Pequeñas hojas de laurel imbricadas llenan el frontal del apéndice, limitado en su borde vertical derecho con un listel liso. El mismo motivo decora la superficie de lo conservado del lateral del pulvinus, aunque las hojas son de tamaño bastante mayor. Prop. cronol.: julio-claudio? 32. Frente de pulvino derecho con motivos vegetales (lám. 13) Hallado entre 1923 y 1926 en la necrópolis paleocristiana de Tarragona (campaña de la Mem. 88). Loc.: Museu i Necrópolis Paleocristians de Tarragona. Mat.: piedra local (Santa Tecla?). Dim.: 45 cm alt., 49 cm long., 120 cm prof. Bib.: Oliva – Tulla – Bertrán, 1927, p. 65, n.º 54-58; Del Amo, 1979, p. 14; TED’A, 1987, n. 197. Fragmento de un pulvinus derecho con apéndice lateral de forma triangular fragmentado. El frontal del pulvino muestra una roseta con botón central y cuatro pétalos alargados en forma de cruz, los cuales se superponen a otros cuatro pétalos redondeados dispuestos en el fondo. Limita la roseta y el pulvinus frontal un listel circular ancho y plano. Un listel parecido debía perfilar los extremos del frontal del frente del apéndice, el cual conserva todavía algunas de las hojas de laurel que debían llenarlo. Semejantes hojas de laurel, imbricadas y con nervio central se observan decorando la superficie del lateral del pulvinus. Prop. cronol.: finales del siglo I a.C.-primera mitad del siglo I d.C. 33. Frente de pulvino derecho con motivos vegetales Hallado en 1945 durante unas obras de excavación de una casa de la calle Jaume I de Tarragona. Loc.: por el momento desconocemos su lugar de conservación actual. Mat.: según su editor tallado en mármol blanco. Dim.: 31 cm alt., 76 cm long. ,1,42 cm prof. (según Sánchez Real). Bib.: Sánchez Real, 1948, p. 108, Lám. 1; TED’A, 1987, p. 183, n. 200.

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Fragmento de pulvino derecho de un altar monumental. Su frontal se ornamenta con una roseta pentapétala con hojas acorazonadas y distribuidas en dos ordenes, el interior de menor dimensiones y situado alrededor del bulbo central saliente, el mayor ocupando la totalidad del círculo pulvinar y enmarcado por el listel liso del extremo de éste. El alargamiento hacia el interior del monumento es de perfil superior recto y notablemente largo, no dispone de ornamentación en su frontal. La superficie del lateral del pulvinus muestra un imbricado de hojas de laurel con nervadura central; quedan restos del balteus central, compuesto por motivos ovales entre dos listeles. 34. Dorso de un pulvinus derecho (lám. 14) Hallado entre 1923 y 1926 en la necrópolis paleocristiana de Tarragona. Loc.: Museu i Necrópolis Paleocristians de Tarragona. Mat.: caliza amarillenta (Santa Tela?). Dim.: 44 cm alt., 92 cm long., 54 cm prof. Bib.: Oliva – Tulla – Bertrán, 1927, p. 65, n.º 54-58; Del Amo, 1979, p. 14; TED’A, 1987, n. 197. Fragmento posterior de un pulvinus derecho con apéndice lateral de perfil superior cóncavo. Cara posterior lisa. Se conservan las dos últimas y la punta de la tercera filas de las hojas lanceoladas e imbricadas que decoraran la superficie del lateral del pulvinus. El extremo posterior del pulvino acaba con ancho listel de 14 cm compuesto por banda ancha en el centro canal y cinta en los extremos. 35. Fragmento de la parte central de un lateral de pulvinus (lám. 15) Procedente de la necrópolis paleocristiana de Tarragona, donde fue hallado entre 1923 y 1926. Loc.: Museu i Necrópolis Paleocristians de Tarragona. Mat.: caliza (Santa Tecla?). Dim.: 32 cm alt., 45 cm long., 60 cm prof. Bib.: Oliva – Tulla – Bertrán, 1927, p. 65, n.º 54-58; Del Amo, 1979, p. 14; TED’A, 1987, n. 197. Fragmento de pulvinus con apéndice lateral, en cuya superficie del perfil del pulvino se conserva parte de la imbricación de hojas lobuladas muy bien labradas, con bordes ondulados y nervio saliente central. En uno de sus extremos se conserva buena parte de un ceñidor de cuatro cintas entrelazadas en su parte superior central formando un nudo de Heracles. Restos de otras cintas similares se conservan en el extremo opuesto del fragmento. Prop. cronol.: finales del siglo I a.C.-primera mitad siglo I d.C. 36. Fragmento de lateral de pulvinus Procedente de la necrópolis paleocristiana de Tarragona. Loc.: Museu i Necrópolis Paleocristians de Tarragona. Mat.: piedra caliza (Santa Tecla?). Dim.: 44 cm alt., 100 cm long., 45 cm prof. Fragmento de tallo de un pulvinus con apéndice lateral. Su parte superior redondeada se halla ornamentada con hojas de laurel imbricadas, con nervio central y punta lanciforme. Dos anchas cintas, paralelas entre ellas, cortan en diagonal esta decoración vegetal, a modo de sogas sujetadoras del fajo de hojas. Éstas se componen de tira ancha y lisa central rematada, en cada extremo largo, por un canal y borde estrecho y saliente. Se puede observar el acabado liso del lado menor e interno del apéndice lateral. Prop. cronol.: julio-claudio?

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37. Fragmento de lateral de pulvinus Necrópolis paleocristiana de Tarragona. Loc.: Museu i Necrópolis Paleocristians de Tarragona. Mat.: piedra caliza (Santa Tecla?). Dim.: 38 cm alt., 55 cm long., 143 cm prof. Fragmento de tallo de un pulvinus ornamentado con largas hojas lanceoladas imbricadas en su superficie; incisiones profundas y biseladas, y nervio central amplio. Prop. cronol.: julio-claudio? III. MATARÓ 38 a-q. Fragmentos de un altar monumental con pulvini alargados (lám. 16) Hallado en el “Camí del Mig”, vía romana Baetulo-Iluro, en 1976. Loc.: Museu de Mataró. N.º inv. 38a: MM 6501 (frente); 38b: MM 6502 (lateral pulvino); 38c-h: MM 6503-6508 (placas cuerpo altar); 38i-q: MM 6510-6524. Mat.: mármol de Luni-Carrara. Dim.: 38a: 36 cm alt., 46 cm long. ,17 cm prof. 38b: 34,5 cm alt., 60 cm long., 33,5 cm prof. Bib.: Bonamusa,1977, p. 1 ss.; Clariana,1978, n.º 5-6, p. 167 ss.; Balil, 1988, p. 31, n.º 169, lám. XIII, 2; Gamer, 1989, n.º B 57, p. 190, lám. 138 i.; Clariana, 1996, p. 30; Bosch de Doria, 1998, p. 127 ss. Frontal de pulvino izquierdo con gorgoneion y alargamiento liso. De los pulvinos de este mismo altar también se conserva el centro de uno de los dos tallos laterales, reconocible por el balteus de tres fasciae que sujeta el fajo de hojas de laurel que suele constituir la ornamentación de los laterales de los pulvini. Las hojas presentan estría central y bifurcación de ésta en el extremo inferior. Además también se han conservado 11 fragmentos de las molduras del zócalo y el coronamiento del altar, así como seis placas de mármol lisas, correspondientes al revestimiento del cuerpo central. Prop. cronol.: primera fase severiana. IV. LLERONA 39. Fragmento inferior de frente de pulvinus con alargamiento hacia el interior (lám. 17) Hallado en 1972 formando parte del relleno de una rampa construida pocos años antes. Probablemente provenía de los campos de cultivo cercanos, donde también se han exhumado vestigios de una villa imperial, del paso de la vía romana por el lugar, y en las proximidades los enterramientos “de cal Forcaire”. Loc.: Can Rof, Llerona (Vallès Oriental). Mat.: mármol de Luni-Carrara. Dim.: 15 cm alt., 41 cm long., 31 cm prof. Bib.: Vallicrosa y Maynou, 1990, p. 27, lám. en p. 28; ficha técnica en tríptico exposición “Paraula de Medusa” Museu de Granollers, 15 diciembre 2006-11 febrero 2007. Fragmento del frente de un pulvinus izquierdo perteneciente a un altar monumental. Quedan restos suficientes para observar que se trata de un pulvino con alargamiento hacia el interior. Se conserva el tercio inferior izquierdo del frente, con los restos del mentón, la boca y las mejillas de un gorgoneion, enmarcado por un grueso listel liso que limitaba los extremos de la cara frontal de la pieza. En su parte lateral se aprecia el arranque del imbricado de hojas de laurel que debía llenar la superficie del tallo del pulvino. Éstas presentan el mismo aspecto y talla que las del fragmento siguiente.

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40. Fragmento de lateral de pulvinus (lám. 18) Se documenta ya a principios del siglo XVI sirviendo como pila bautismal de la parroquia de Santa Maria de Llerona, erigida sobre restos de una villa romana, y en lugar no alejado de la finca en la que se conservó el fragmento anterior. Loc.: Sirve de sostén de la pica bautismal (moderna) en la parroquia de Santa Maria de Llerona. Mat.: mármol blanco. Dim.: 28 cm alt., 66 cm long., 39 cm prof. Bib.: Martí Bonet, 1981, 418 s.; Vallicrosa – Maynou, 1990, p. 27, lám. en p. 28; Clariana, 1996, p. 30; Bosch de Doria, 1998, p. 134. Fragmento de lateral de pulvinus con grandes hojas de laurel imbricadas; éstas, como en el fragmento anterior, están talladas en relieve notablemente saliente y compacto, sin una talla gradual desde el fondo hasta la superficie del relieve. Una incisión central bifurcada en los extremos marca el carácter vegetal de cada hoja de laurel. Su reutilización como pila bautismal, sin duda, motivó el rebaje de su parte inferior.

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