M. Charlotte Arnauld 2014 - El proyecto maya de vida y sociedad.

May 23, 2017 | Autor: M. Arnauld | Categoría: Maya Archaeology, Mayan Studies
Share Embed


Descripción

Fabienne de Pierrebourg Mario Humberto Ruz

•••

•••

•••

•••

•••

•••

NAH, OTOCH

La serie Ixmanic tiene como objetivo dar cuenta, en forma rigurosa pero no por ello menos amena, de los saberes y tecnologías, tanto del pasado como actuales, desarrollados en el ámbito peninsular en general y yucateco en particular. Surge del convencimiento de que la relación con la naturaleza y los modos de su apropiación remiten a una dinámica social en constante adaptación, readaptación y domesticación del entorno. Entender y explicar el conocimiento generado en torno a ello desde las configuraciones socioculturales que les dieron origen, permitirá no sólo plantear posibles vías para su preservación o rescate, sino también su aplicación adaptada a los nuevos esquemas de desarrollo. Entre los primeros temas que abordará esta serie se encuentran el de la vivienda, los saberes y prácticas médicas, las actividades cinegéticas, lo relativo a la obtención artesanal de la sal y los huertos familiares.

NAH, OTOC H

En 1581 el español Alonso Julián, autor de la Relación de Titzal y Tixtual, al describir las viviendas habitadas por los mayas desde la época prehispánica, apuntó: “… son de guano, que son palmas, y ármanlas de varazones antes de poner el guano, y sobre horcones que ponen primero para levantar la casa, de madera gruesa, arman la casa […]. Y con varas cércanla toda y déjanle su puerta […] y embárranla toda alrededor, y para que se tenga el barro en las varas, revuelven mucha yerba que pican con ello”. Hoy, más de cuatro siglos después, la vivienda maya tenida por “tradicional”, nah u otoch, mantiene varias de esas características, al tiempo que exhibe otras que adoptó, adaptándolas, a lo largo de la Colonia y las dos centurias independientes. Este texto, que va de los testimonios epigráficos a los actuales, busca ilustrar, a través de la vivienda, la continua apuesta maya por adecuar sus creaciones culturales al presente y reafirmar así la vigencia de su pluralidad.

1

serie ix manic saberes y tecnologías

concepción, factura y atributos de la morada maya Fabienne de Pierrebourg Mario Humberto Ruz (coordinadores)

1 serie ix manic saberes y tecnologías

secretaria de educación del estado de yucatán universidad nacional autónoma de méxico fondo mixto conacyt-gobierno del estado de yucatán

izamal,

2013

El Centro de Capacitación, Investigación y Difusión Humanística, dependiente de la Secretaría de Educación del Gobierno del Estado de Yucatán, creado por decreto del 31 de octubre de 2013, busca propiciar una inserción más plena de la población del centro de Yucatán en el plan de desarrollo sexenal estatal, en particular en lo concerniente al estudio, preservación, revaloración y difusión de las diversas identidades que convergen en la formación y continua re-creación del patrimonio identitario yucateco, tangible e intangible, desde perspectivas holísticas, diacrónicas e interdisciplinarias.

N A H , OTOCH •••••••••••••••••••••••

concepción , factura y atributos de l a morada maya

Fabienne de Pierrebourg Mario Humberto Ruz (coordinadores)

secretaria de educación del estado de yucatán universidad nacional autónoma de méxico fondo mixto conacyt-gobierno del estado de yucatán

izamal, 2013

Esta publicación contó con el generoso apoyo del conacyt (fomix yucatán 108904)

Nah, otoch. Concepción, factura y atributos de la morada maya Primera edición: 2013 ISBN en trámite D.R. © 2013, Secretaria de Educación del Gobierno del Estado de Yucatán Calle 34 Núm. 101-A por 25, Col. García Ginerés, Mérida, Yucatán

D.R. © 2013, Universidad Nacional Autónoma de México Instituto de Investigaciones Filológicas Circuito Centro Cultural, s.n. Cd. Universitaria, Del. Coyoacán, México, D.F.

© Reservados todos los derechos. Prohibida la reproducción parcial o total por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales. Impreso y hecho en México

íNDICE umbral • • • 7 Fabienne de Pierrebourg

reconocimientos • • • 21 miradas epigráficas sobre la vivienda maya • • • 23 Jean-Michel Hoppan

el proyecto maya de vida y sociedad • • • 37 Marie-Charlotte Arnauld

nombrar para habitar: la morada maya en las grafías coloniales • • • 65 Mario Humberto Ruz

la casa en los testamentos mayas de la época colonial • • • 123 Paola Peniche Moreno

la vivienda en su medio, la vivienda en sus diversidades• • • 141 Fabienne de Pierrebourg

asentamiento, sociedad y vivienda en la candelaria, tekax• • • 197 Julio César Hoil Santos

de la casa y sus moradores• • • 225



Helios Figuerola Pujol

m-charlotte arnauld

EL PROYECTO MAYA DE VIDA Y SOCIEDAD M-Charlotte Arnauld1

Introducción Objetivo primordial de este estudio es mostrar que ciertas peculiaridades de la vivienda maya, tanto del periodo Clásico (500-950 d.C.) como de la era moderna en Yucatán, sugieren algo más que los elementos de una continuidad cultural: la persistencia de una relación global entre medio ambiente, uso de recursos naturales, sociedad local, y familia como unidad de reproducción. Se conceptualiza la vivienda maya como una casa física y material, pero también como una modalidad ontológica de situarse en el mundo determinando varias temporalidades.2 En una primera parte se intenta mostrar de qué manera la casa maya fue (y sigue siendo) parte de un sistema agrario que incluye una relación espacio-temporal con varios ambientes entre los que hay cierta movilidad residencial. En una segunda parte se delinean los componentes de la casa (principalmente prehispánica) que indican el papel relevante que ésta juega en las interacciones sociales de sus habitantes con vecinos y autoridades de la comunidad, de tal modo que la inversión en una vivienda elaborada es (y era) una estrategia social, y hasta política, dependiendo del contexto, o sea de la escala del asentamiento en donde se localiza. En la parte final, la tercera, se esboza un modelo de las limitantes que dicha inversión haya introducido en la organización socioeconómica de las ciudades mayas clásicas, lo cual explicaría su abandono en momentos de crisis al menos desde el Clásico hasta tiempos recientes.

ArchAm, CNRS-Université de Paris 1, Panthéon-Sorbonne. Deseo expresar mi reconocimiento a Aurore Monod-Becquelin por la atención que prestó a nuestras investigaciones sobre la vivienda prehispánica en el laboratorio ArchAm CNRS, UMR8096, Université de Paris 1 PanthéonSorbonne, en el marco del Groupe d’Enseignement et de Recherche Maya (GERM), y a Mario Humberto Ruz el haberme dado la oportunidad de explorar las “series” antiguas y modernas de casas mayas en el estado de Yucatán durante febrero y marzo de 2011 (Cf. Arnauld, 2011), en el marco del Proyecto “Domesticar la biodiversidad” (FOMIX Yucatán 108904).

1 2

• • • 37

nah, otoch

La casa maya en el sistema agrario El arquetipo de la casa maya, en tanto que vivienda campesina de cualquier época, corresponde bien al logograma naah/otoot/otooch3 al combinar elementos básicos como el techo de palma, las paredes bajas, la puerta central en la fachada delantera y la plataforma con su escalinata de acceso (Fig.1). Varias casas así construidas se agrupan alrededor de un “patio”,4 formando una unidad en la que se reproduce el grupo social que puede ser de tamaño variable, también unidad de producción y consumo. En tiempos prehispánicos, tal modelo sencillo alcanzaba para ciertos grupos sociales una gran complejidad en un espacio amplio, como era el caso de los conjuntos elitistas de patio en Copán (Fig. 2; Hendon, 2012) y, en general, de las grandes viviendas palaciegas clásicas (entre 600 y 900 d.C.). El Palacio de Palenque es un ejemplo famoso por sus varios patios de edificios abovedados con múltiples puertas, fachadas y techos profusamente decorados con estuco modelado y pintado. También en Petén, Guatemala, y en Yucatán son parecidos los grandes palacios de decenas de cuartos, estrechos —por el peso de la bóveda de saledizo mamposteada— que alcanzan de 10 a 30 m2 cada uno, y en ocasiones hasta más. Algunos edificios tienen la peculiaridad de conformar varios niveles casi superpuestos como en Uaxactún (Petén), en Sayil y en Labná (Fig. 3; región Puuc). De factura elaborada, la decoración de la fachada entre vanos de puerta, en mosaicos de piedra tallada en ciertos casos, llega al extremo de integrar varios motivos que copian la apariencia de las casas campesinas hechas de materiales perecederos, de caña o palo vertical (e.g., estilo “junquillo”; Fig. 4), hasta incluir de modo más explícito entre sus motivos decorativos pequeños el mismo arquetipo de la “choza maya estilizada” (Gendrop, 1983; Fig. 5). Esta sorprendente decoración (fechada en general en el Clásico Tardío, entre 900 y 1000 d.C.) probablemente señale que el edificio de arquitectura elaborada tiene ante todo el estatus de residencia, y alerta al observador sobre la relevancia de la función doméstica entre los mayas bajo su forma más prolongada de casa campesina.

Véase el capítulo precedente, a cargo de Hoppan. Usamos la noción de patio en el sentido arqueológico del área exterior en medio de varias casas de familias emparentadas, reservada para actividades domésticas, de forma “subrectangular”, rodeada de construcciones al menos en tres de sus lados, con piso limpio, sin vegetación (salvo en macetas).

3 4

38 • • •

m-charlotte arnauld

Figura 1: casa absidal tradicional con techo de palma (huano). Foto: M-C. Arnauld

Figura 3: Palacio de Labná de dos pisos, Clásico Terminal (c. 900 d. C., región Puuc, Yucatán). Foto: M-C. Arnauld

Figura 2: conjuntos de unidades residenciales del periodo Clásico (300-950 d.C.) en las cercanías del centro monumental de Copán (“Las Sepulturas”); nótese la “casa principal” más grande del Conjunto 9N-8 hacia el sur (modificado de Hendon, 2012, figura 8.3)

• • • 39

nah, otoch

Figura 4: palacio Sur de Sayil, Clásico Terminal (c. 900 d. C., región Puuc, Yucatán), fachada de estilo “junquillos” con motivo de amarre de bejuco. Fotos: M-C. Arnauld

Figura 5: “choza estilizada” (Gendrop, 1983), Arco de Labná, Clásico Terminal (c. 900 d.C., región Puuc, Yucatán). Foto: M-C. Arnauld

Algo está en juego que merece toda nuestra atención. Los motivos “casa de piedra” y “casa de huano” conforman aparentemente una suerte de paralelismo maya en el orden arquitectónico,5 equivalente quizás al uso de la fórmula retórica del paralelismo, tan común en los idiomas mayas, y con mayor fuerza en los rituales (véase Monod-Becquelin et al., 2010). Tal orden expresaría la relación compleja que guarda la morada maya con sus espacios, de varios ambientes y a diversas escalas (Ruz y Rivero, 2012). Intentemos esbozar esta relación.

5 El paralelismo “casa de cal y canto” /”casa de madera” se repite en la mayoría de las Relaciones Histórico-Geográficas de la Gobernación de Yucatán; la de Sinanché y Egum señala que las casas de madera podían ser muy duraderas (1983: 124); véase Marcus, 2000, para varios términos mayas concernientes a “casas”, como nokak na (“stone house”), kumkab na o k’axbil na (“perishable house”).

40 • • •

m-charlotte arnauld

Los palacios estaban asentados sobre grandes plataformas, altas de varios metros. Las casas campesinas de igual manera tenían su base sobrealzada que se rellenaba con tierra y provista de un retén de piedras, con una sencilla escalera empedrada. Mientras que el palacio deja ruinas de gran visibilidad para el arqueólogo, de la casa humilde apenas restan un leve montículo, algún alineamiento de piedras y, a veces, una o dos piedras de moler abandonadas. Se ha supuesto que la “función” de la plataforma es drenar y secar el piso en épocas de lluvias, y delimitar el espacio doméstico, pero en realidad este rasgo no es en manera alguna generalizable ni en tiempos actuales ni en los pasados, lo cual deja dudas sobre dicha necesidad. Más bien la variación que muestran las centenares de antiguas casas hasta ahora excavadas indica que la altura de la plataforma tenía que ver más que nada con el estatus social de la familia que en ella vivía. El arqueólogo debe de admitir que las casas humildes sin plataforma no dejaron más huellas que las ocasionales piedras de moler (e.g., Pyburn, 1990; Rice, 1988: 230). Afortunadamente, a falta de altura, al menos hay nivelación plana para la vivienda (o en Yucatán un montón de piedritas, chich) lo cual favorece una acumulación sedimentaria; sutil señal de ocupación antigua. Tampoco es aceptable entender la plataforma como delimitación del espacio doméstico, salvo en los casos en que sostiene al conjunto entero de casas y su patio. En esta forma habitacional particular, el volumen del relleno es tan grande que raras veces se daba la posibilidad de hacer una inversión tan grande. Más frecuentes son los muros bajos de piedras, las conocidas “albarradas”, que rodean los espacios exteriores de las casas, como se advierte por ejemplo en los sitios de Chunchucmil (Huston et al., 2006) o de Mayapán (Hare y Masson, 2012), dos ciudades en Yucatán de densidad poblacional elevada, en las que los grupos sociales necesitaban proteger su espacio; aunque hay también albarradas en Cobá, una ciudad de densidad más baja. Sin embargo, la mayoría de los asentamientos estudiados no muestra elemento visible que marque límites. En general, la densidad no rebasa 200 a 500 “estructuras” (montículos marcando casas) por km2, esto es, una a dos unidades domésticas por hectárea. Calcular la población clásica de una ciudad con base en estos conteos plantea múltiples problemas de parámetros que no es pertinente detallar en el presente estudio. Lo que sí importa es observar que la casa maya, de manera generalizada en el tiempo y el espacio, se inserta en un contexto de baja densidad ocupacional, • • • 41

nah, otoch

tanto “rural” como “urbano” (Drennan, 1988; Lemonnier, 2009). Esto significa que, además del patio que separa las casas de una misma unidad, también había espacios en los alrededores. Estos espacios son los que Tomás López Medel, primer visitador enviado por la Audiencia, vio cultivados en maíz hacia 1540-1550, lo que prohibió en los asentamientos mayas de Yucatán (López Cogolludo, 1957, lib. v-xvi: 294).6 El verdadero límite de una unidad a otra lo constituían varios estadios de una vegetación controlada que escondía las áreas de actividades domésticas íntimas. La articulación entre cultivos, áreas en barbecho y vivienda hace que nuestra dicotomía tan fundamental en el mundo occidental entre lo “urbano” y lo “rural” no tenga el mismo sentido en tierras mayas para la época prehispánica, y hasta cierto punto tampoco para tiempos presentes. La dicotomía que realmente determina una infinidad de aspectos de la vida social e incluso política es más bien la que corresponde a dos tipos de agricultura, la de proximidad en relación con la casa (infield), y la de los campos más alejados en el “monte” (outfield). La primera es intensiva y se practica (y practicaba) en un sistema de parcelas delimitadas y acondicionadas en varios grados adentro del asentamiento, mientras que la segunda corresponde a la milpa propiamente dicha, o sea una agricultura extensiva, temporal, con poca inversión de trabajo —unos 70 días en el año—, en marcada asociación con la caza (véanse Alexander, 1998; Hanks, 1990: passim; Killion, 1992 y Zetina y Faust, 2009, entre otros).7 La dicotomía infield/outfield adquiere aún más sentido si se la compara con el par kol/kax en maya yucateco (Dunning et al., 2012: 3656, “parcela cultivada”/”monte”), o más bien kaah (“lugar poblado”) y k’aáš (“bosque”) según Hanks (op. cit.: 306).8 En asociación directa con los conjuntos habitacionales, la arqueología ha detectado un sin número de vestigios en la superficie, algunos muy bien conservados, muchos apenas perceptibles, por ejemplo en Río Bec y en muchos sitios de Belice (terrazas agrícolas, límites entre

Tal costumbre perdura todavía en muchas partes de las Tierras Altas Mayas en Chiapas y Guatemala. 7 El concepto fue introducido en Mesoamérica en los años 1960 por E.Z. Vogt, A. Palerm, W.T. Sanders y E. Wolf, y retomado más tarde por R.M. Netting. 8 Véase también Okoshi, 2006, para el término kax, así como Marcus, 2000: 236, kaah y kab, “lugar poblado” y “tierra”. 6

42 • • •

m-charlotte arnauld

parcelas, montones de piedras extraídas del suelo, rasgos asociados con bajos y pantanos…).9 Nuevas metodologías de cartografía de muy alta resolución, como LIDAR, sin duda van a proporcionar una documentación renovada sobre la densidad y la complejidad de lo que llamamos una “agricultura intra-urbana”, la cual en realidad no fue más que una de las dos vertientes del contexto agrario en el que se desarrollaba la sociedad maya y sus unidades habitacionales, siendo la otra la milpa de monte. Al día de hoy esta última queda fuera del alcance de la arqueología por su muy baja visibilidad en el bosque tropical (aunque por medio de prospecciones LIDAR quizá sea posible mejorar nuestra percepción). Sólo el etnógrafo está en condiciones de observar la relación entre las dos agriculturas, en particular en lo que atañe a formas habitacionales (Atran, 1993; Brown, 2002; Hanks, op. cit.; Hernández Álvarez, 2010; Heidelberg y Rissolo, 2006; Zetina y Faust, op. cit.). De ahí la relevancia de los análisis que toman en cuenta las viviendas mayas en su entorno ambiental desde el presente hacia el pasado. Para los tiempos de transición en que ocurrió la visita del oidor López Medel, las Relaciones de Yucatán indican claramente que, en tiempos prehispánicos, la tierra era asignada a entidades colectivas al nivel de la provincia —sin excluir formas de propiedades más limitadas (Bracamonte, 2003)—, lo que permitía la agricultura de milpa de monte en condiciones de relativa libertad individual para el campesino. Desde tiempos coloniales y en la actualidad esta libertad es cada vez más reducida (Alexander, op. cit.), y también ha ido disminuyendo el provecho que sacan los mayas yucatecos hoy en día del complejo “milpa-caza”. Sin embargo, sigue vigente un sistema global espacial y temporal kaah/kaas, como lo muestra Hanks en sus encuestas a partir de varias unidades residenciales de Oxkutzcab: […] The thrust of these observations is that the line between cultivated and residential space is not a fixed one […] the distinction between residential and cultivated land is a matter of focus and contains a hidden diachronic component — they are different

Consúltense, entre otros, Chase y Chase 1998; Fedick, 1996; Harrison y Turner, 1978; Kunen, 2004; LeCount y Yaeger, op. cit.; Lemonnier y Vannière, en prensa; Morrison, 2006; Robin, 2012, Turner y Harrison, 1983 y Zetina y Faust, op. cit.: 101.

9

• • • 43

nah, otoch

phases, not fundamentally distinct kinds of spaces. It is for this reason that we examine the homestead and the milpa in relation to one another, as two embodiements of a single spatiotemporal system (Hanks, op. cit.: 316, énfasis del autor).

Es imprescindible entender que la vivienda maya es parte no sólo del espacio, sino también del tiempo largo de la intensificación agrícola local que se va mejorando año tras año (construcción de terrazas, crecimiento de árboles frutales, implementación de cultivos mecanizados en las afueras del pueblo), así como del tiempo corto marcado por el “temporal” estacional de la milpa de monte (con caza). En esta última se asienta la choza, de construcción sencilla y rápida que no dura más de 10 años (Fig. 6), mientras que la casa asociada con el cultivo intensificado es estable, hecha de materiales más duraderos. Un hombre construye en su vida varias casas de milpa, en tanto que la casa del pueblo la hereda más bien de su padre. La segunda existe en función de la primera, y toma sus formas en contraste con ella, como un lejano eco.10 Esta fuerte relación se inserta en el sistema espacio-temporal, lo cual explicaría quizá que las fachadas de algunos palacios clásicos, o sus entradas, incluyan motivos que remiten a humildes chozas campesinas (véase Gendrop, 1983: 172, 174, 200, Fig. 17, 148, Edificio ii en Chicanná,

Figura 6: “Ranchón” de milpa, Nohbecán (Becanchén, Yucatán), reconstrucción reciente de una choza en la cual Rodolfo vivió varios años con su joven esposa hace algún tiempo. Foto: M-C. Arnauld

10 Véase la noción de “bilocalidad” en Zetina y Faust, op. cit.: 112, también Brown, 2002 y McAnany, 1995: 65.

44 • • •

m-charlotte arnauld

Cuadrángulo de las Monjas en Uxmal, Casa A en Chacmultún). De nuevo, hagamos hincapié en que los palacios son altamente visibles para el arqueólogo, quien con dificultad pueda detectar las casas de milpa de antaño. Midiendo el impacto de la milpa sobre el bosque los paleoambientalistas indirectamente logran señalar la presencia humana lejos de sitios arqueológicos. Así pues, nuestra percepción de la vivienda maya antigua está básicamente truncada. Las casas físicas se insertan en un mosaico estructurado de espacios productivos compartimentados, protegidos de animales domesticados o silvestres, y mantenidos con mayor o menor cuidado según distintos ciclos temporales. Ahora bien, nos toca ver que la casa que atañe al tiempo largo multi-generacional, la vivienda en el pueblo, implica y requiere la posibilidad de unas interacciones sociales diarias y estables en el ámbito del asentamiento.

La casa como agente socio-político Para la época prehispánica al igual que en tiempos coloniales y modernos, el modelo social que se aplica consensualmente a la unidad habitacional del grupo de casas alrededor del patio es el de la familia extensa, compuesta de una, dos, tres o más familias nucleares emparentadas, así como de los miembros sin casar, o viudos (vid infra Pierrebourg). El modelo va acorde con un ciclo dinámico temporal de crecimiento, el de Goody (1958), replanteado por Haviland (1985, 1988) y Tourtellot (1988) para el área maya. El patrón estipula que los hijos casados siguen viviendo en la misma unidad, construyendo su casa aparte de las de sus padres, de tal modo que la unidad se va ampliando de generación en generación con casas nuevas, casas heredadas y casas en ruinas reconstruidas, además de las cocinas que, por lo general, quedan por separado en estructuras auxiliares (Déodat y Arnauld, 2013; Hendon, 1991; Hernández, op. cit.). Dicho modelo y su ciclo de desarrollo se ven confirmados por la arqueología en la medida en que los grupos habitacionales que alcanzan el tamaño más grande (en cantidad de edificios) en el Clásico Tardío-Terminal (hacia 800 d.C.) presentan las secuencias de ocupación más largas en el tiempo (Robin, 2003; Tourtellot, op. cit.). Sin embargo, dicha observación, si bien valida el ciclo de desarrollo para los conjuntos más dinámicos, no demuestra que todas las unidades fundadas en los asentamientos mayas hayan conocido tal evolución. Las pocas investigaciones que han enfocado en prioridad las unidades más pequeñas con una a tres estructuras (como las de • • • 45

nah, otoch

Arnauld et al., 2013; Lemonnier, 2009; Gonlin, 1993; LeCount y Yaeger, 2010; Robin, 2012; Tourtellot, op. cit.) más bien sugieren que éstas tuvieron poco, o ningún crecimiento, incluso en casos de ocupación multisecular. Si bien el ciclo evolutivo de Goody-Haviland no se les puede aplicar, pongamos atención al patrón de residencia que menciona Hanks (op. cit.: 96, para Oxkutzcab, en la actualidad), en el que los hijos en realidad se dispersan en el momento de casarse y uno de ellos queda sustituyendo a los padres fallecidos en la unidad residencial. De tal modo que, como lo apunta la arqueología, la unidad no crece y más bien se mantiene estable durante periodos que pueden ser largos. A pesar de la regla de virilocalidad,11 siempre fue difícil lograr la estabilidad del grupo social en el espacio y el tiempo, generación tras generación, elaborando formas habitacionales que respondiesen a las ambiciones de los hijos y sus esposas, es decir viviendas separadas, más exigentes en materiales, concepción y mano de obra. Es más, la producción de una unidad residencial poderosa (es decir amplia y atractiva) va más allá de la estabilidad espacial: se trata de constituir nada menos que una “casa social” duradera.12 En el sistema maya espacio-temporal de la vivienda ligada a los cultivos, cualquier casa particular es siempre parte de una serie de casas más o menos contemporáneas, no sólo las de la familia extensa que comparte el patio, sino también las chozas de milpas cultivadas por el mismo grupo, las casas de los hijos que se fueron años atrás y quizá vuelvan, ruinas recientes en el patio o en las milpas, sin excluir las casas en construcción o por construir, tal como las señalan pilas de “blocks” y montones de arena en más de un patio moderno, como hay también montones de material de construcción en sitios arqueológicos.13 En dicha “serie”, una sola casa siempre es el foco del grupo, la del padre o del abuelo, o sea la vivienda ocupada por quien tiene autoridad en asuntos agrarios, económicos y sociales. Esta casa es la que se construye y reconstruye con materiales duraderos en cierto lugar estable del asentamiento. Es la casa quien mantiene la estabilidad agraria y social del grupo familiar, y como tal se localiza en un asentamiento donde frecuentes interacciones sociales, económicas y políticas

Cf. Figuerola en esta misma obra. Para una discusión etnográfica y arqueológica, véase Wilk, 1988. 13 Consúltese, como un ejemplo, lo reportado para Río Bec por Lemonnier y Vannière, en prensa. 11

12

46 • • •

m-charlotte arnauld

Figura 7: a) acceso axial a la residencia principal del Grupo D monumental en Río Bec, Clásico Tardío; b) acceso axial al Palacio de Palenque (desde el oeste) con bajo-relieve de cautivos en las alfardas y el frente de la plataforma, Clásico Tardío. Fotos: M-C. Arnauld

aseguran al grupo múltiples oportunidades de promoción, sea el pueblo moderno, sea la cabecera colonial, sea la ciudad prehispánica. Su equivalente arqueológico es la “casa principal” del conjunto (Hendon, 1991, véase Fig. 2), residencia más grande que se identifica fácilmente en cada unidad. El sistema habitacional maya se focaliza en este edificio particular, la casa del jefe de grupo y su esposa quienes, desde este mismo ámbito doméstico, intentan estabilizar el grupo social y contrarrestar sus tendencias centrífugas, favoreciendo toda clase de interacciones sociales, económicas y políticas para el mejor provecho del grupo. De alguna manera, la casa es tan “el agente” como los padres que residen en ella. Por lo tanto conviene prestar atención a una peculiaridad de las casas tanto modernas como prehispánicas: la visibilidad—o casi “exhibición”— de la fachada delantera hacia la esfera exterior, así como la centralidad del acceso marcada por la posición de la puerta de entrada en medio de la fachada delantera en su eje pequeño. Este esquema se encontraba muy generalizado en el área maya durante las épocas Clásica y Posclásica14 (Fig. 7; Arnauld y Michelet, 2010; Arnauld et al., en prensa) y se observa en la gran mayoría de las viviendas modernas, aún las más recientes (Fig. 8; Arnauld, 2011; Pierrebourg, en esta misma obra). En las antiguas residencias abovedadas de múltiples cuartos, cada uno de ellos tiene su respectiva puerta central en el eje del cuarto mismo hacia el exterior.

14

Si bien se presentan excepciones, en particular en Yaxchilán. • • • 47

nah, otoch

Figura 8: Viviendas modernas con acceso axial (Yucatán, ejidos del sur y del norte). Fotos: M-C. Arnauld

Para conservar el efecto de centralidad —más que de simetría (Christie, 2003)—, de modo general el número de los cuartos es impar, de tal modo que el central queda enmarcado por otros dos o tres, respetando quizás el esquema ideal de la unidad residencial de patio, es decir la casa del padre rodeada por las de sus hijos casados. El cuarto central, así como cualquier casa principal (paterna) de la unidad, controla visualmente las entradas y salidas de miembros del grupo y visitantes gracias a su posición frente al acceso a la unidad (Arnauld y Michelet, 2010; Hanks, op. cit.: 98-100). En los conjuntos residenciales abovedados de la época Clásica, el recorrido de acceso era formalizado para dar la visión de la fachada al visitante, quien caminaba bajo la mirada de su anfitrión sentado en su banqueta interior, subía la estrecha escalera que conducía a la plataforma y, parado en el umbral de la residencia, saludaba al dueño de la casa. Sería interesante averiguar si en las estructuras interpretadas como viviendas, una persona de altura mediana subiendo la escalinata permanece siempre bajo el campo visual del anfitrión sentado en la banqueta (al menos su rostro), a diferencia de lo que ocurre en los templos, donde la plataforma es demasiado alta para permitir tal perspectiva visual (véase Fig. 7a, Río Bec). Dicho recorrido de acceso estructura básicamente muchos palacios clásicos (como los de Uxmal, Tikal

48 • • •

m-charlotte arnauld

o Palenque, véase Fig. 7b). Sin embargo, cualquier vivienda con piso interior realzado y un vano de puerta central ofrecía al visitante la misma visión del jefe de la residencia sentado en el interior y enmarcado por la fachada de su casa. Infinitas variaciones se daban a partir de este patrón básico, desde sencillas fachadas pintadas con techos de palma más o menos altos, hasta las extraordinarias fachadas zoomorfas de la arquitectura Río Bec o Chenes (Gendrop, 1983; Arnauld y Michelet, 2010). Es así como la imagen resultante se situaba en el marco de un “escenario de recepción” casi teatral, en el frente del edificio, para los visitantes. Mientras más adornado parezca el escenario, más prestigio conferiría esta visión al propietario, fundamentando, de alguna manera, su rango social. No es fortuito que la visita sea la temática más frecuente de la cerámica polícroma de figuras del Clásico Tardío (véase Kerr, s. f., categoría “Palace scenes”), en especial sobre vasijas cilíndricas a través de las cuales el anfitrión sin duda se complacía en presentar a sus visitantes (véase abajo la cita de Landa sobre fiestas), exhibiendo de esta manera el estatus de su casa, de modo equivalente a nuestras vajillas blasonadas. No es tampoco casual que las sepulturas de antepasados se encuentren precisamente debajo de las banquetas centrales en el eje pequeño del cuarto, realzando la situación particular — en relación con la ascendencia— del jefe de familia en su sede (Pereira, en prensa). Estos entierros sacralizan el centro del edificio en donde el huésped recibía al visitante encima del ancestro enterrado, dando todo su significado al glifo wi’-te-naah, traducido por la “casa del árbol-raíz”.15 En esta capacidad del edificio de conferir rango social a sus moradores se fundamentaba la dimensión pública o semi-pública, del frente de la vivienda (conceptualizada por Blanton, 1994). Algunas residencias mayas monumentales del periodo Clásico Terminal no sólo consisten en recámaras que abrigan la vida cotidiana íntima, sino que incluyen un salón de 10 a 20 m de longitud colocado en la parte central del edificio, un poco aislado de los demás ambientes más privados (Arnauld et al., en prensa). Dicho salón servía sin duda para reuniones y convites como los que describe Diego de Landa:

15

Véase Hoppan en el capítulo previo. • • • 49

nah, otoch

[…] y que tienen dos maneras de hacer estas fiestas. La primera, que es de los señores y gente principal, obliga a cada uno de los convidados a que hagan otro tal convite y que den a cada uno de los convidados una ave asada, pan y bebida de cacao en abundancia, y al fin el convite suelen dar a cada uno una manta para cubrirse y un banquillo y el vaso más galano que puede, y si muere alguno de ellos es obligada la casa o sus parientes a pagar el convite. La otra manera es entre parentelas cuando casan a sus hijos, o hacen memoria de las cosas de sus antepasados, y ésta no obliga a restitución…. (op. cit., cap. xxii)

Landa contrasta dos rasgos de la fiesta, el carácter político (“señores”) o más bien familiar (“entre parentelas”), con el criterio de la obligación de “restitución” en el primero, mas no en el segundo: de los convites políticos resultaba una verdadera competencia entre señores regalando bienes. Nótese que la obligación heredada por “la casa” social y física sugiere que dichos convites ocurrían adentro de las residencias. Dicho sea esto, lo descrito por Landa en el siglo xvi no se aplica forzosamente a la sociedad del Clásico. El desarrollo de los grandes salones de reunión y el carácter público de la parte delantera de las residencias mamposteadas caracteriza más que nada la arquitectura Posclásica. El mismo Landa describe el frente de la casa así: […] echan una pared de por medio y a lo largo, que divide toda la casa y en esta pared dejan algunas puertas para la mitad que llaman las espaldas de la casa, donde tienen sus camas y la otra mitad blanquean de muy gentil encalado y los señores la tienen pintadas de muchas galanterías, y esta mitad es el recibimiento y aposento de los huéspedes y no tiene puerta sino toda es abierta conforme al largo de la casa (op. cit., cap. xx).

Este tipo de casa dividida en su longitud con frente abierta es conocida por la arqueología Posclásica de Mayapán (Smith, 1962) y el Petén central (Rice, 1988). Posiblemente tenga antecedentes en Ceibal (Tourtellot, op. cit., casas de tipo K) y en Chichén Itzá (casas con galerías) en el Clásico Terminal. También aparecen salones en viviendas monumentales de Río Bec al inicio del Clásico Terminal (Nondédéo et al., en prensa) y múltiples arreglos de ámbitos públicos y privados se inventaron en asociación con los estilos arquitectónicos Chenes

50 • • •

m-charlotte arnauld

y Puuc del centro y norte de la península. No hay duda que, en los palacios, la función pública cobró más y más importancia en la parte delantera, tánkàabal, la cual, como ha mostrado Restall (2001) daba directamente a un patio frontal abierto hacia la plaza pública (Pierrebourg et al., 2012: Fig. 5), un arreglo conocido también en los palacios aztecas cuyo patio delantero era el lugar desde donde hablaba el tlatoani a sus súbditos (Evans y Pillsbury, 2004).16 Llama la atención la capacidad de la casa maya de asumir a la vez la expresión del rango social de sus habitantes, así como la responsabilidad (hasta formalmente heredada, como lo indica Landa) de varias formas de interacciones políticas y sociales (Pierrebourg et al., op. cit.). La casa principal prehispánica era mamposteada, hoy en día es “de block” para durar más que la vida de un hombre. Aunque en el ejido de Blanca Flor, en el municipio de Tzucacab, sur de Yucatán, pudimos ver una casa de bajareque y huano bien construida y encalada que, por su visibilidad frontal y tamaño desmesurado, expresa la ambición del jefe de familia (quien lo confirma orgullosamente) de hacer fiestas cuando “vuelven a casa” sus hijos y nietos (Fig. 9).

Figura 9: Ejido mecanizado de Blanca Flor (Tzucacab, Yucatán), casa grande apenas terminada (marzo 2011). Foto: M-C. Arnauld

16 Véase también la noción de taan, frente, a que aludió Hoppan en el capítulo precedente.

• • • 51

nah, otoch

La casa principal, como construcción física y social opera(ba) a doble nivel: hacia “el exterior”, desarrollando interacciones con autoridades y otros grupos, y hacia “el interior” manteniendo la cohesión de la parentela. Esta doble capacidad de agencia que un grupo social se construye a través de la serie de sus casas ordenadas (en el sistema espacio-temporal de Hanks ya citado) fundamenta la noción de maison en el sentido que le dio Lévi-Strauss, o “casa social” (1979). Una “casa” es tanto una construcción arquitectónica dotada de una fuerte carga ritual, simbólica y memorial, y de específica eficiencia socio-económica, como un grupo social que solía ser, en tiempos prehispánicos, más amplio y heterogéneo que un linaje (Anaya, 1996; Arnauld et al., en prensa; Beck, 2007; Carsten y Hugh-Jones, 1995; Gillespie y Joyce, 2000). La casa principal era (y sigue siendo) el foco de familiares a quienes aseguraba el arraigo en lugares de poder, manteniendo el vínculo ancestral con las tierras cultivadas aun cuando muchos de ellos conocían cierta movilidad residencial periódica (por la milpa, el matrimonio, o la guerra) o continua. A menudo, hoy en día, es a esta casa del pueblo a la que acuden los que quieren escolarizar a sus hijos, o los que vuelven de Estados Unidos. Por su profundo significado social, la casa “de cal y canto”, estable y duradera, sigue siendo una inversión privilegiada por los mayas, marcando una estrategia social eficiente (Hanks, op. cit.), como lo fue en Tikal o en Mayapán.

Limitantes a la inversión en casas elaboradas La inversión de recursos en la vivienda era (y todavía es) proporcional a la capacidad de quien construye, a la calidad del edificio deseado y al nivel socio-económico del asentamiento en donde se ubica. Las encuestas de Hanks en Oxkutzcab (op. cit.) indican que la inversión en dinero, recursos, horas de trabajo y capacidad de movilizar mano de obra entre familiares y co-residentes (a cambio quizás de convites17) para la construcción de una vivienda duradera y de buen

17 En Chiapas en la actualidad, es norma que la “mano-vuelta” que ofrecen familiares y amigos cuando ayudan a construir la vivienda se pague, en parte, invitándolos a comer, e incluso la costumbre en México marca que, aun cuando no sean sus parientes, sino empleados pagados, el propietario debe pagar la comida a sus albañiles cuando se “cuela” el techo de una casa, una de las últimas partes de la obra (M. H. Ruz, com. pers.).

52 • • •

m-charlotte arnauld

parecer en alguna cabecera, es el proyecto de vida de muchos mayas (Hanks, op. cit.: 314). Posiblemente esto sea más notorio en Yucatán donde el grado de urbanización sigue siendo equivalente al de los tiempos prehispánicos, en contraste con el Petén (Guatemala) y Belice. Pero el estudio de varias crisis que conoció la península (Alexander, 2012) sugiere que el balance entre patrón habitacional y patrón de subsistencia tradicional (basado en la producción de alimentos) era vulnerable, dando lugar a episodios de migración. Emigración que, en muchos casos, pudo resultar directamente de la ordinaria movilidad residencial, la cual se habría generalizado y acelerado al grado de provocar el abandono de ciudades y la desintegración de grandes casas sociales. En contraste con el cultivo tipo “milpa de monte”, el intensivo cercano a la casa no incluía quema ni roza. Los suelos en parcelas cercanas a áreas de actividad doméstica fácilmente se mejoraban y se trabajaban de tal modo que posibilitasen varias cosechas al año, de maíz, frijol, calabaza, y un sinnúmero de cultivos comestibles y útiles, en una diversidad superior a la del “jardín”, “huerto” o “vergel” de nuestras concepciones occidentales (Barrera, 1980), efectivamente impuestas a los vecinos mayas de las congregaciones después de las ordenanzas de López Medel. Más allá de las acostumbradas referencias a la fertilidad de la casa como lugar de la reproducción familiar, las decoraciones de casas nobles modeladas en la piedra caliza o el estuco remiten a representaciones de la Tierra productora de cosechas (véase Figura 7; Patrois, en prensa). No por eso la producción local del infield lograba satisfacer todas las necesidades; se completaba con las milpas outfield en la mayoría de las regiones, en asociación con la caza. Ahora bien, el sistema infield/outfield requería condiciones específicas en recursos de agua adentro de la ciudad (Scarborough et al., 2012), y cierto grado de paz en los sectores entre ciudades (Demarest et al., 2004). Sin agua no se podía intensificar la producción de alimentos adentro de los asentamientos; sometidos a guerras frecuentes, los hombres no disponían del tiempo ni de la seguridad que les permitieran cultivar y cazar en el bosque. En estos dos parámetros, que variaron mucho en la historia al menos del último milenio, yacen dos grandes factores de desequilibrio crítico para los asentamientos urbanos mayas. Hemos visto que la casa principal arraigaba la totalidad del sistema agrario de un grupo social, estabilizándolo en un punto clave a distancia media de las múltiples milpas hechas y por hacer en el bosque • • • 53

nah, otoch

(Zetina y Faust, op. cit.). La milpa es temporal y flexible, mientras que los cultivos intensivos quedan fijados de modo inter-generacional adentro del grupo de co-residencia, por la densidad del asentamiento y por la tenencia de la tierra (para el Posclásico véase Roys, 1943: 28). Cuando exige nuevas construcciones, el crecimiento del grupo social en familia extensa disminuye la superficie cultivable que se pueda intensificar localmente, lo mismo que, recíprocamente, la división del grupo tiene sus consecuencias a nivel de la subsistencia por la cantidad de milpas que los hombres restantes logran limpiar, quemar y sembrar juntos, sin olvidar el costoso transporte del maíz cosechado. La acostumbrada movilidad residencial de los grupos sociales mayas, por un lado favorecía la formación de grandes casas sociales en la ciudad regida por el ajaw y la nobleza, al estimular la atracción que dichas casas lograban ejercer sobre campesinos pobres que vivían aislados en aldeas del bosque; pero por otro lado, recíprocamente dichos campesinos parecen haber conservado la libertad de abandonar la ciudad cuando el provecho que sacaban de las interacciones sociales y económicas no compensaba la dificultad de producir en tiempos de sequía y guerra (Inomata, 2004). En sociedades donde el campesino no era ni esclavo ni siervo, la partida siempre era de doble vía. Permanecen dos incógnitas: ¿En qué circunstancia exacta la inversión en “la casa principal” del pueblo dejó de ser provechosa para muchas casas sociales, o para familias de campesinos? ¿En qué grado el proceso de competición entre “señores y gente principal” (al que, como vimos, alude Landa) y de desequilibrios provocados por sequías y guerras se desarrolló hasta llevar al abandono de las viviendas de cal y canto? La arqueología y la etnografía documentan ampliamente que los mayas tenían y siguen teniendo una marcada tendencia a la movilidad residencial en tiempos ordinarios; desde una perspectiva histórica, Farriss (1978, 1984) ha mostrado la misma tendencia en tiempos de crisis (véanse también Alexander, op. cit. y Peniche, 2010). Lo que queda por investigar es el mecanismo que operó entre los parámetros involucrados en el abandono de ciudades de Yucatán tan poderosas como Uxmal, Chichén Itzá y Mayapán entre 1050 y 1450 d.C.

Consideración final Hace casi más de una generación, Alfredo Barrera expresó su admiración por el papel que el espacio doméstico maya yucatanense tiene en la ecología humana regional.

54 • • •

m-charlotte arnauld

La huerta familiar es un muestrario de los buenos éxitos logrados, a través de la historia, en el afán de domesticar especies y seleccionar variedades; [...] es un laboratorio en el que, sin prisa y con perseverancia, se experimentan nuevas posibilidades de selección y adaptación; es por último un rico reservorio de germoplasma que ha servido, sirve y servirá para enriquecer la diversidad biológica en un mundo de agroecosistemas empobrecidos por la práctica in extenso de monocultivos… (op. cit.: 118)

De modo paradójico esta visión algo ideal — aun en el pasado reciente de los años 1970 — es la que nos ofrece un acercamiento más realista (aunque un tanto utópico) a la vivienda maya prehispánica. La casa de cal y canto y la casa de huano juntas permitían sistematizar el aprovechamiento del bosque a un nivel que posiblemente todavía no sospechamos (Ruz y Rivero, op. cit.). La piedra de las fachadas es visible y sigue exhibiendo su espectacular escenario para el visitante —ahora turista—, mientras que la vegetación de sus entornos no dejó huella, al menos para las tecnologías de registro de las que disponemos hoy en día. Quizá tanto como la arquitectura, las plantas cultivadas alrededor de las bellas viviendas mamposteadas mostraban la nobleza y la sabiduría del grupo social que ahí moraba, así como su capacidad económica. Acaso parte del patrimonio ancestral de la casa, ciertas variedades de maíz rodeaban los palacios, fruto de un cultivo tan esmerado como la educación de los hijos de la familia ¿Quién sabe si entre los regalos que el señor principal entregaba a sus visitantes, y recibía de ellos en los convites de boda que menciona Landa no había semillas o especímenes de variedades escasas, que de esta manera circulaban entre ambientes sociales y agrícolas?

• • • 55

nah, otoch

BIBLIOGRAFÍA Alexander, Rani T. 1998 “Community Organization in the Parroquia de Yaxcabá, Yucatán, 1750-1847. Implications for household adaptation within a changing colonial economy” Ancient Mesoamerica 9: 39-54. 2012 “Maya Collapse or Resilience? Lessons from the Spanish Conquest and Yucatan‘s Caste War”, The Ancient Maya of Mexico: Reinterpreting the Past of the Northern Maya Lowlands, pp. 319-340, Geoffrey Braswell (ed.). London, Equinox Publishing. Anaya Hernández, Armando 1996 “La noción de casa como modelo explicativo del sistema de parentesco del Clásico maya”, Cultura y comunicacion: Edmund Leach in Memoriam, pp. 129-154, Jesús Jáuregui, María Eugenia Olavarría y Víctor Franco Pellotier (coords.). México, Universidad Autónoma Metropolitana y CIESAS. Arnauld, M-Charlotte 2011 Proyecto “Domesticar la biodiversidad”. Informe de los trabajos de campo realizados del 21 de febrero al 7 de marzo 2011. Ms. Mérida, UNAM, CEPHCIS. Arnauld, M-Charlotte y Dominique Michelet 2010 “Casas monumentales de Río Bec, raíz del particularismo regional: variantes y variaciones”, Figuras mayas de la diversidad, pp. 409-431, A. Monod-Becquelin, A. Breton y M. H. Ruz (eds.). Mérida, UNAM, Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales. Arnauld, M-Charlotte, et al. 2013 Early to Late Classic Population Mobility in La Joyanca, Northwestern Petén, Guatemala. Symposium “Population mobility in the hinterland of Mesoamerican cities”, 78th Society for American Archaeology Annual Meeting, 3-7 April, 2013, Honolulu. Arnauld, M. Charlotte, Dominique Michelet and Philippe Nondédéo En prensa “Living together in Río Bec Houses: Co-Residence, Rank and Alliance”, Ancient Mesoamerica.

56 • • •

m-charlotte arnauld

Atran, Scott 1993 Itza Maya Tropical Agro-Forestry, Current Anthropology, Vol. 34 (5): 633-700. Barrera, Alfredo 1980 “Sobre la unidad de habitación tradicional campesina y el manejo de recursos bióticos en el área maya yucatanense”, Biótica 5 (3): 115-129 Beck, Robin A. Jr. 2007 The Durable House: Material, Metaphor and Structure. En The Durable House: House Society Models in Archaeology, pp. 3-24, Robin A. Beck (ed.). Carbondale, Center for Archaeological Investigations, Southern Illinois University (Occasional Paper N° 35.) Blanton, R.E. 1994 Houses and Households: A Comparative Study. New York, Plenum. Bracamonte y Sosa, Pedro 2003 Los mayas y la tierra. La propiedad indígena en el Yucatán colonial. Mérida, CIESAS, Instituto de Cultura de Yucatán y M.A. Porrúa (Colecc. Peninsular). Brown, Denise F. 2002 La organización social y espacial de ciudades mayas; aportaciones de la antropología social, Tercer Congreso Internacional de Mayistas. Memoria, vol. 1, pp. 280–290. México, UNAM, IIFL, Centro de Estudios Mayas. Carsten, Janet y Stephen Hugh-Jones (eds.) 1995 About the House: Lévi-Strauss and Beyond. Cambridge, Cambridge University Press. Chase, Arlen F. y Diane Z. Chase 1998 “Scale and intensity in Classic period Maya Agriculture: Terracing and Settlement at the ‘Garden City’’ of Caracol, Belize”, Culture and Agriculture 20: 60–77. Christie, Jessica Joyce 2003 “The tripartite layout of rooms in Maya elite residences: symbolic centering, ritual mediating and historical governing”, Maya Palaces and Elite Residences. An Interdisciplinary Approach, pp. 291-314, Jessica Joyce Christie (ed.). Austin, University of Texas Press. • • • 57

nah, otoch

Demarest, Arthur A., Prudence M. Rice y Don S. Rice (eds.) 2004 The Terminal Classic in the Maya Lowlands: Collapse, Transition, and Transformation. Boulder, The University Press of Colorado. Déodat, Laure y Marie-Charlotte Arnauld 2013 “Cocinas, comidas y convites en Río Bec, Campeche, México”, Maya daily lives. Proceedings of the 13th European Maya conference, Paris, December 1-8, 2008, pp. 53-64, P. Nondédéo y A. Breton (eds.), Acta MesoAmericana. Verlag Anton Saurwein, Markt Schwaben. Drennan, Robert D. 1988 “Household Location and Compact versus Dispersed Settlement in Prehispanic Mesoamerica”, Household and community in the Mesoamerican past, pp. 273-293, R. R. Wilk y W. Ashmore (eds.). Albuquerque, University of New Mexico Press. Dunning, Nicholas P., Timothy P. Beach y Sheryl Luzzadder-Beach 2012 “Kax and kol: Collapse and resilience in Lowland Maya civilization”, PNAS vol. 109 N° 10: 3652–3657. Evans, Susan T. y Joanne Pillsbury 2004 Palaces of the Ancient New World. Washington, Dumbarton Oaks. Farriss, Nancy M. 1978 “Nucleation versus Dispersal: The Dynamics of Population Movement in Colonial Yucatan”, Hispanic American Historical Review, 58 (1978): 187-216. 1984 Maya society under colonial rule. The collective enterprise of survival. Princeton, Princeton University Press. Fedick, Scott L. (ed.) 1996 The Managed Mosaic: Ancient Maya Agriculture and Resource Use. Salt Lake City, University of Utah Press. Gendrop, Paul 1983 Los estilos Río Bec, Chenes y Puuc. México, UNAM. Gillespie, Susan D. y R.A. Joyce (eds.) 2000 Beyond kinship: social and material reproduction in house societies”. Philadelphia, University of Pennsylvania Press.

58 • • •

m-charlotte arnauld

Gonlin, Nancy 1993 Rural Household Archaeology at Copán, Honduras. Ph.D. dissertation, The Pennsylvania State University, Department of Anthropology. Goody, Jack (ed.) 1958 The Development Cycle in Domestic Groups. New York, Cambridge University Press (Cambridge Papers in Social Anthropology, N° 1). Hanks, William 1990 Referential Practice: Language and Lived Space among the Maya. Chicago, University of Chicago Press. Hare, Timothy S. y Marilyn A. Masson 2012 “Intermediate-Scale Patterns in the Urban Environment of Postclassic Mayapan”, The Neighborhood as a Social and Spatial Unit in Mesoamerican Cities, pp. 229-260, M-C. Arnauld, L. R. Manzanilla and M. E. Smith (eds.). Tucson, University of Arizona Press. Harrison, Peter D. y Bill l. Turner II (eds.) 1978 Pre-Hispanic Maya Agriculture. Albuquerque, University of New Mexico Press. Haviland, William A. 1985 Excavations in Small Residential Groups of Tikal: Groups 4F-1 And 4F-2.Philadelphia University of Pennsylvania, University Museum (Tikal Report N° 19. University Museum Monographs 58). 1988 “Musical Hammocks at Tikal: Problems with Reconstructing Household Composition”, Household and Community in the Mesoamerican Past, pp. 121-135, R. R. Wilk y W. Ashmore (eds.). Albuquerque, University of New Mexico Press. Hendon, Julia A. 1991 “Status and power in Classic Maya Society”, American Anthropologist 93: 894-918. 2012 “Neighborhoods in Prehispanic Honduras: Settlement Patterns and Social Groupings within Sites or Regions”, The Neighborhood as a Social and Spatial Unit in Mesoamerican Cities, pp. 159-180, M-C.Arnauld, L. R. Manzanilla and M. E. Smith (eds.). Tucson, University of Arizona Press. • • • 59

nah, otoch

Hernández Álvarez, Héctor 2010 “Los arqueólogos en el patio”, En los antiguos reinos del jaguar, pp. 161-174, L. Fernández Souza (ed.). Mérida, Gobierno del Estado de Yucatán (Biblioteca Básica de Yucatán). Heidelberg, Kurt R. y Dominique Rissolo 2006 “Ethnoarchaeology in the Northern Maya Lowlands: A case study at Naranjal, Quintana Roo”, Lifeways in the Northern Maya Lowlands, pp. 187-197, J. P. Mathews y B. A. Morrison (eds.). Tucson, University of Arizona Press. Huston, Scott R., Aline Magnoni, Daniel E. Mazeau y Travis W. Stanton, 2006 “The archaeology of urban houselots at Chunchucmil, Yucatan”, Lifeways in the Northern Maya Lowlands, pp. 77-92, J. P. Mathews y B. A. Morrison (eds.). Tucson, University of Arizona Press. Inomata, Takeshi 2004 “The Spatial Mobility of Non-Elite Populations in Classic Maya Society and Its Political Implications”, Ancient Maya Commoners, pp. 175-196, J. C. Lohse and F. Valdez Jr. (eds.). Austin, University of Texas Press. Kerr, Justin s. f. The Kerr Collections. Maya Vase Data Base. An Archive of Rollout Photographs. http://www.famsi.org/research/kerr/palace.html Killion, Thomas W. (ed.) 1992 Gardens of Prehistory: The Archaeology of Settlement Agriculture in Greater Mesoamerica. Tuscaloosa, University of Alabama Press. Killion, Thomas W., Jeremy A. Sabloff, Gair Tourtellot y Nicholas P. Dunning 1989 “Intensive Surface Collection of Residential Clusters at Terminal Classic Sayil, Yucatán, Mexico”, Journal of Field Archaeology 16 (3): 273–294. Kunen, Julie L. 2004 Ancient Maya Life in the Far West Bajo: Social and Environmental Change in the Wetlands of Belize. Tucson, University of Arizona Press (Anthropological Papers of the University of Arizona, 69).

60 • • •

m-charlotte arnauld

Landa, fray Diego de 1994 Relación de las cosas de Yucatán (1566). México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. LeCount, L. J. y J. Yaeger (eds.) 2010 Classic Maya Provincial Politics: Xunantunich and its Hinterlands. Tucson, University of Arizona Press. Lemonnier, Eva 2009 La structure de l’habitat du site maya classique de La Joyanca (Petén Nord-Ouest, Guatemala) dans son environnement local. BAR International series 2016. Oxford, Archaeopress (Paris Monographs in American Archaeology, 23). Lemonnier, Eva y Boris Vannière En prensa “Agrarian features, farmsteads and homesteads in the Río Bec nuclear zone”, Ancient Mesoamerica. Lévi-Strauss, Claude 1979 La voie des masques. Paris, Plon. López Cogolludo, Diego 1957 Historia de Yucatán. México, Academia Literaria (Colección de grandes obras mexicanas, 3). Marcus, Joyce 2000 “Toward an archaeology of communities”, The archaeology of communities: A New World perspective, pp. 231-242, M. A. Canuto y J. Yaeger (eds.). Londres, Routledge. Monod-Becquelin, Aurore (coord.) 2012 “Frontières épaisses. Altérité et continuité en pays maya et en Mésoamérique”. Ateliers d’Anthropologie 37. http://ateliers.revues.org/9169 Monod-Becquelin, Aurore, Alain Breton y Mario Humberto Ruz (eds.) 2010 Figuras mayas de la diversidad. Mérida, UNAM, Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales. Morrison, Bethany A. 2006 “From Swidden to Swamps. The Study of Ancient Maya Agriculture”, Lifeways in the Northern Maya Lowlands, pp. 41-55, J. P. Mathews y B. A. Morrison (eds.). Tucson, University of Arizona Press.

• • • 61

nah, otoch

McAnany, Patricia 1995 Living with the Ancestors: Kinship and Kingship in Ancient Maya Society. Austin, University of Texas Press. Nondédéo, Philippe, M. Charlotte Arnauld and Dominique Michelet En prensa “Río Bec Settlement Patterns and Local Socio-Political Organization”, Ancient Mesoamerica. Okoshi Harada, Tsubasa 2006 “Kax (monte) y luum (tierra): la transformación de los espacios mayas en el siglo xvi”, Miradas japonesas, pp. 85-102, K. Ochiai (ed.). Mérida, UNAM, Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales. Patrois, Julie en prensa ”Public and private art at Río Bec: Outside and inside the residences”, Ancient Mesoamerica. Peniche Moreno, Paola 2010 Tiempos aciagos. Las calamidades y el cambio social del siglo XVIII entre los mayas de Yucatán. Mérida, CIESAS y M. A. Porrúa (Colecc. Peninsular) Pereira, Grégory en prensa “Dead and alive within the household at Río Bec”, Ancient Mesoamerica. Pierrebourg, Fabienne et al. 2012 “L’habitation maya. Espaces, frontières et quelques lieux de passage“, Frontières épaisses. Altérité et continuité en pays maya et en Mésoamérique, A. Monod-Becquelin (ed.). Ateliers d’Anthropologie 37. http://ateliers.revues.org/9169 Pyburn, K. Anne 1990 Settlement Patterns at Nohmul: Preliminary Results of Four Excavation Seasons, Precolumbian Population History in the Maya Lowlands, pp. 183–197, T. P. Culbert y D. S. Rice (eds.). Albuquerque, University of New Mexico Press. Relaciones Histórico-Geográficas de la Gobernación de Yucatán 1983 Ed. de M. de la Garza et al., paleografía de Ma. C. León. México, UNAM, IIFl, Centro de Estudios Mayas (Fuentes para el estudio de la cultura maya, 1 y 2).

62 • • •

m-charlotte arnauld

Restall, Matthew 2001 “The People of the Patio: Ethnohistorical Evidence of Yucatec Maya Royal Courts”, Royal courts of the Ancient Maya, vol. 2, Data and case studies, pp. 335-390,T. Inomata y S. D. Houston (eds.). Boulder et Oxford, Westview Press. Rice, Don S. 1988 “Classic to Postclassic Household Transitions in the Central Petén, Guatemala”, Household and Community in the Mesoamerican Past, pp. 227-248, R. R. Wilk and W. Ashmore (eds.). Albuquerque, University of New Mexico Press. Robin, Cynthia 2003 “New Directions in Classic Maya Household Archaeology”, Journal of Archaeological Research 11(4): 307-356. 2012 “A Changing Cultural Landscape. Settlement Survey and GIS at Chan”, Chan. An Ancient Maya Farming Community, pp. 1941, C. Robin (ed.). Gainesville, University of Florida Press. Roys, Ralph L. 1943 The Indian Background of Colonial Yucatán. Washington, Carnegie Institution of Washington (Publication 548). Ruz, Mario Humberto y Pablo Rivero Vallado 2012 “Herederos de Vucub-Caquix. Recolección y vivienda en tres grupos mayas coloniales”, Maya daily lives. Proceedings of the 13th European Maya conference, Paris, December 1-8, 2008), pp. 53-64, P. Nondédéo et A. Breton (eds.).Verlag Anton Saurwein, Markt Schwaben (Acta MesoAmericana). Scarborough, Vernon L. et al. 2012 Water and sustainable land use at the ancient tropical city of Tikal, Guatemala. PNAS vol. 109 no. 31:12408-12413 Smith, A. Ledyard 1962 “Residencial and Asociated Structures at Mayapan”, Mayapan, Yucatan, Mexico, pp. 165-320, H. E. D. Pollock, R. L. Roys, T. Proskouriakoff and A. L. Smith (eds). Washington, Carnegie Institution of Washington (Publication 619).

• • • 63

nah, otoch

Tourtellot, Gail 1988 “Developmental Cycles of Households and Houses at Seibal”, Household and Community in the Mesoamerican Past, pp. 97120. R. R. Wilk and W. Ashmore (eds.). Albuquerque, University of New Mexico Press. Turner, B.L. y Peter D. Harrison (eds.) 1983 Pulltrouser Swamp. Ancient Maya Habitat, Agriculture, and Settlement in Northern Belize. Austin, University of Texas Press. Wilk, Richard R. 1988 “Maya Household Organization: Evidence and Analogies”, Household and Community in the Mesoamerican Past, pp. 135152, R. R. Wilk and W. Ashmore (eds.). Albuquerque, University of New Mexico Press. Zetina Gutiérrez, María de Guadalupe y Betty B. Faust 2009 “De la agroecología maya a la arqueología demográfica: ¿cuántas casas por familia?”, Estudios de Cultura Maya xxxviii: 99-120.

64 • • •

n a h , oto c h Concepción, factura y atributos de la morada maya se imprimió en el mes de octubre de 2013 en los talleres de XXXXXXXX. Se imprimieron 500 ejemplares sobre papel cultural de 90 gramos. Se utilizaron tipos de la familia Slimbach y la Rotis Semi Sans. La corrección de estilo y la edición estuvieron al cuidado de Mario Humberto Ruz. El diseño editorial y de portada, a cargo de Ana Bretón.

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.