LOZANO RUIZ, C., \"De espacios cotidianos a espacios sagrados. Calles y rogativas en Palencia (siglos XVI y XVII)\", en Los Lugares de la Historia, Salamanca, Hergar Ediciones Antema, 2013, pp. 995-1015.

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Descripción

LOS LUGARES DE LA HISTORIA

José Manuel Aldea Celada Carmen López San Segundo Paula Ortega Martínez Mª de los Reyes de Soto García Francisco José Vicente Santos (Coordinadores) Felipe Criado Boado (Prólogo)

Salamanca, 2013 Colección Temas y Perspectivas de la Historia, núm. 3

Coordinadores: José Manuel Aldea Celada, Carmen López San Segundo, Paula Ortega Martínez, Mª de los Reyes de Soto García, Francisco José Vicente Santos. Comité editorial: David Alegre Lorenz, Álvaro Carvajal Castro, Javier González-Tablas Nieto, Amaia Goñi Zabelegui, Óscar Fernández Delgado, Clara Hernando Álvarez, Iván Pérez Miranda. Consejo científico: Enrique Ariño Gil (Universidad de Salamanca), Javier Baena Preysler (Universidad Autónoma de Madrid), Mª Cruces Blazquez Cerrato (Universidad de Salamanca), Carmen Cacho Quesada (Museo Arqueológico Nacional), Antonella Cagnolati (Università di Bologna), André Carneiro (Universidade de Évora), Julián Casanova Ruiz (Universidad de Zaragoza), Leonor Chocarro Peña (EEHAR-CSIC ), Rosa Cid López (Universidad de Oviedo), Mª Soledad Corchón Rodríguez (Universidad de Salamanca), Pablo de la C. Díaz Martínez (Universidad de Salamanca), Ángel Esparza Arroyo (Universidad de Salamanca), Fábio Faversani (Universidade Federal de Ouro Preto), Raúl González Salinero (Universidad Nacional de Educación a Distancia), Mª José Hidalgo de la Vega (Universidad de Salamanca), José Ignacio Izquierdo Misiego (Universidad de Salamanca), Miguel Ángel Manzano (Universidad de Salamanca), Iñaki Martín Viso (Universidad de Salamanca), Esther Martínez Quinteiro (Universidad de Salamanca), Manuel Redero San Román (Universidad de Salamanca), Manuel Salinas de Frías (Universidad de Salamanca). Los textos publicados en el presente volumen han sido evaluados mediante el sistema de pares ciegos. © Los autores © AJHIS © De la presente edición: Los editores I.S.B.N.: 978-84-616-5755-1 Depósito legal: S. 380-2013 Maquetación y cubierta: José Manuel Aldea Celada, Carmen López San Segundo, Paula Ortega Martínez, Mª de los Reyes de Soto García, Francisco José Vicente Santos. Edita: Hergar Ediciones Antema Realiza: Gráficas LOPE

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37008 Salamanca. España Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de esta publicación pueden reproducirse, registrarse o transmitirse, por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea electrónico, mecánico, fotoquímico, magnético o electroóptico, por fotocopia, grabación o cualquier otro, sin permiso previo por escrito de los titulares del Copyright.

DE ESPACIOS COTIDIANOS A ESPACIOS SAGRADOS. CALLES Y ROGATIVAS EN PALENCIA (SIGLOS XVI Y XVII) From Everyday Spaces to Sacred Ones. Streets and Prayers in Palencia (XVI and XVII Centuries) Carlos Lozano Ruiz Universidad de Valladolid1 [email protected] Resumen: Junto a una serie de espacios reservados y utilizados de forma permanente durante la Edad Moderna para el culto y las prácticas religiosas (parroquias, conventos, etc.) convivieron otros que se caracterizaron por tener un carácter religioso, pero solo de forma transitoria e incluso efímera. Entre ellos encontramos las calles de muchos centros urbanos que llegaron a convertirse, en circunstancias concretas, como la celebración de procesiones, en verdaderas «vías sacras». Estos cortejos, que imbuidos de la mentalidad barroca van a estar configurados con una rigurosa etiqueta, lo que hicieron fue prolongar puntualmente el carácter sagrado de otros lugares y sacralizar los espacios cotidianos y diarios. Una de las expresiones religiosas más extendidas y que sirvieron como instrumento de cohesión e integración social en dicho período fueron las rogativas. Estas, como es bien conocido, tuvieron lugar en momentos críticos y quisieron ser una vía para solicitar al cielo una determinada petición. Sin duda, fueron procesiones donde el pueblo tuvo un gran papel, bien desde las individualidades o bien a través de asociaciones como las cofradías. A través de la realidad que presentó este fenómeno en la ciudad de Palencia, y teniendo en cuenta la importancia del ritual en sí, que convertía la calle en espacio religioso, se analizarán los distintos recorridos que realizaron, para detectar tanto sus características espaciales generales como particulares, y ver así, dentro de la estructura urbana, los puntos más y menos recurrentes y, particularmente, sus causas políticas, sociales y mentales. Palabras clave: sacralización, rogativas, calles, Palencia, Edad Moderna. Abstract: Along with several reserved areas used permanently during the Modern Age by the cult and religious practices (parishes, convents, etc.) others coexisted, defined by 1 Becario del Programa de Formación del Profesorado Universitario (FPU) del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Referencia AP2010/0154. Los Lugares de la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.3

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having that religious nature in a transient way, or even ephemeral. Between them we can find the streets of a lot of downtowns that became in special occasions, like in procession celebrations, real “sacred routes”. These entourages, that infused by baroque mentality were going to be configured with a strict etiquette, extended occasionally the sacred nature of some places and consecrated the everyday areas. Among the most widespread religious expressions, and that served as cohesion instrument and social integration in such period, we can find the rogatives. These ones, as it is well known, took place in critical moments and wanted to be a way to pray to heaven for a specific request. Without a doubt, they were processions in which people had an important role, from individualities, or from associations like brotherhoods. Through the reality that this phenomenon brought to the city of Palencia, and having in mind the importance of the ritual itself that turned the streets into a religious space, different routes are going to be analyzed, to detect their general spatial features as well as the private ones, in order to see, within the urban structure, the most and least recurrent issues, and particularly, the political, social and mental causes that help to explain all of it. Keywords: Consecration, Rogatives, Streets, Palencia, Modern Age.

1. Introducción Frente a los lugares habituales y permanentes de culto en la Edad Moderna, entre los que destacan de forma especial las numerosas parroquias, conventos y ermitas que se expandieron a lo largo de dicho período por Castilla, se erigieron, aunque fuese temporalmente, otros de distinta naturaleza. No se debe dejar de señalar como la religiosidad colectiva fue un “componente sustancial de las mentalidades del Antiguo Régimen y de la cultura popular”2. En esta misma línea la sociedad moderna se caracterizó, entre otros aspectos, por ser una sociedad en la que “los comportamientos colectivos de sus integrantes estuvieron, si no mediatizados, sí fuertemente influenciados por ‘lo religioso’”3. Además, fue una sociedad en la que sus miembros dependían especialmente de las condiciones climatológicas, pues unas condiciones adversas traerían como consecuencia unas malas cosechas y, por ende, dificultades en el discurrir cotidiano ya que fue una sociedad dedicada mayoritariamente a las labores relacionadas con el campo. Aun así había otros problemas que podían desarrollarse o influir en los campos como, por ejemplo, el temido problema de la langosta que tantas veces se manifestó en la Modernidad. Si tenemos en cuenta estos factores se puede explicar, aunque sea someramente, la imperiosa necesidad de llevar a cabo, de manera constante, 2 EGIDO LÓPEZ, 1984: 159. 3 CALVO POYATO, 1987: 185. 996

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un tipo determinado de práctica religiosa en la Modernidad: las rogativas. Y es que, como ya se ha señalado, los hombres de las sociedades preindustriales recurrieron a ellas porque “ante la inseguridad de un medio hostil poco podrían ayudar los avances médicos y tecnológicos al uso”4. El objetivo de esta comunicación es analizar cómo mediante estas procesiones extraordinarias la sociedad palentina de los siglos XVI y XVII va a vivir lo sagrado, el contacto entre el hombre y la divinidad, más allá de los lugares de culto permanente. En definitiva, se trata de hacer un esbozo sobre la vivencia de lo sagrado en los espacios cotidianos y habituales de los palentinos en dichos siglos. 2. Las rogativas en la ciudad del Carrión Desde la Edad Media, la ciudad de Palencia presentó una serie de rasgos que van a identificarla e incluso singularizarla. Quizás entre los más sobresalientes se encuentra el hecho de que fuese una ciudad de señorío episcopal, de manera que el obispo de la ciudad se convirtió en el señor al que todos sus vasallos, cristianos y no cristianos, debían mirar e incluso rendir homenaje, tal y como veremos más tarde. Ya en la Modernidad, y en tiempos de Felipe II, asistimos a un cambio significativo desde el momento en que se ponen a la venta los regimientos, si bien, como ha señalado Antonio Cabeza, el poder de lo eclesiástico prosiguió desde el momento en que el cabildo de canónigos de la Catedral intentó hacerse con los restos del señorío5. La conjunción del obispo, el cabildo y el concejo originó la existencia de numerosos conflictos, en los cuales, por motivos de extensión, no es posible entrar en esta comunicación. Sin embargo, resulta necesario indicar cómo el cabildo fue fortaleciendo su poder e influencia sobre la ciudad, hasta el punto de que llegó a convertirse en párroco universal, pasando a ser los curas y capellanes sus vicarios. Mediante este mecanismo, el cabildo consiguió una posición sobresaliente ante determinadas situaciones y colectivos. Esta posición explica por qué las distintas rogativas y procesiones extraordinarias que se realizaron en Palencia durante esos momentos tuvieron que contar con la licencia de dicho cabildo6. 4 CORTÉS PEÑA, 1995: 1030. 5 La explicación del proceso de forma pormenorizada se encuentra en CABEZA RODRÍGUEZ, 1996. 6 En 1589 se recordaba cómo “algunas de las perrochias del cabildo desta cibdad deseauan también Los Lugares de la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.3

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A pesar de todo ello, en ocasiones se obvió la necesidad de tener que solicitar dicha autorización al cabildo de cara a celebrar una rogativa. Esto es lo que sucedió en el mes de mayo de 1617, cuando el guardián del convento de San Francisco optó por llevar a cabo una rogativa a la ermita de Nuestra Señora de Rocamador porque “solo la necesidad que tenía el campo de agua y auerselo pedido algunos vecinos le auia mouido a ello sin reparar que fuese necesaria la licencia del cabildo”7. Ante dicho desacato el provisor, de parte del cabildo, dio su mandamiento de excomunión8. No obstante, ese papel que jugó el cabildo catedralicio no debe llevar a pensar, en ningún caso, que dichas rogativas surgiesen siempre de él o que solamente participasen eclesiásticos en ellas. Si bien la licencia final es otorgada por el cabildo, en no pocas ocasiones, son los labradores, principales afectados por las distintas adversidades meteorológicas, los que reclaman a la ciudad la celebración de las mismas, solicitando esta generalmente también la participación, entre otros colectivos, de las cofradías. Por otra parte, no faltaron tampoco aquellos casos en los que el propio rey solicitó su celebración ante determinadas situaciones. Los miembros de todos los estamentos sociales participaron en estas procesiones con el fin de aplacar la ira de Dios y a la vez de demostrar que toda la ciudad, en su conjunto, quiere pedir perdón al Altísimo por sus pecados y conseguir lo solicitado. A este respecto, las rogativas iban a conectar muy bien con la religiosidad reforzada por Trento, y es que “la ciudad es el marco apropiado para expresar la cultura barroca, y en especial sus manifestaciones contrarreformistas”9. La puesta en escena de todos los estamentos sociales con un mismo fin suponía trasladar lo sagrado más allá de los templos, suponía, en todo caso, sacralizar los lugares cotidianos, las calles de la ciudad, pues “los territorios de gracia se extienden desde los templos que custodian las imágenes al espacio humano y social ordinario (la ciudad) y a la naturaleza (los campos)”10. Quizás sería más correcto señalar que estas rogativas venían a reforzar, aún más, un ámbito, el de la ciudad, que durante los siglos XVI y hacer procesiones por las necesidades del agua y respondían hacerlo sin licencia de sus mercedes como señores que son de las dichas yglesias”. Actas Capitulares (1586-1590). Cabildo 19 de abril de 1589, f.16v. Archivo Catedralicio de Palencia (en adelante ACP). 7 Actas Capitulares (1611-1617). Cabildo 24 de mayo de 1617, f.12r. ACP. 8 “Contra todos los que se hallasen y acompañasen dicha procesión con lo qual en el lugar que se hizo notoria todos la desempararon dejando los pendones e insignias con que se podían tener por castigados”. Idem. 9 SARRÍA MUÑOZ, 1995: 175. 10 BORREGO VELÁZQUEZ y MARCOS ARÉVALO, 2006: 37. 998

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XVII se encontraba, de por sí, sacralizado. Templos, parroquias, conventos, ermitas e incluso oratorios fueron muy numerosos en la ciudad y tuvieron siempre dos funciones complementarias: servir como un lugar de reunión para llevar a cabo el culto y, a su vez, una función “de carácter simbólico, desarrollada en el plano arquitectónico, artístico, plástico, y que plasma innumerables armonías espirituales y religiosas”11, y que sin duda ayudaba en esa sacralización. No obstante, no toda la ciudad recibía ese beneficio espiritual mediante el ritual señalado. En función del objetivo de la misma, y de otros muchos factores, el itinerario a seguir fue variando. Margarita Ausín, en su tesis doctoral12, marcó la existencia de hasta cuatro sectores que podemos diferenciar en el siglo XVI en la planimetría urbana palentina, y que resultan de gran interés de cara a analizar los lugares que el municipio, junto con el cabildo, decidieron reforzar a la hora de sacralizar las calles de la ciudad. La primera de las zonas correspondería con el sector más al norte que, además de haber sido un lugar de reagrupamiento de etnias a lo largo del tiempo, vino a ser un eje de la configuración urbana, coincidiendo además con la presencia en él de la catedral de San Antolín13 y otros edificios emblemáticos (Alcázar) y de culto (Santa Marina, San Pablo). Durante la Edad Media buena parte de este sector había sido un núcleo económico de la urbe, pero en el siglo XV, este se había empezado a desplazar hacia el sur y sureste14. En segundo lugar se encontraría el llamado por Ausín sector central, en el que se encontraba la iglesia de San Miguel, que daba nombre a su barrio homónimo, así como Barrio Medina, poblado especialmente por artesanos. Otra zona sería el sector sur, que fue incluido en el siglo XV con motivo de la ampliación de la muralla de la ciudad. Y, finalmente, encontraríamos, dos zonas especiales: Allende el Río y la Puebla cuya inclusión como barrio también se produjo en el siglo XV, y que contenía edificios religiosos o asistenciales de gran importancia, como la iglesia de San Lázaro, el hospital de San Juan de Dios, o el convento del Carmen y el de San Francisco. Así, la ciudad del Carrión contaba en esos momentos con un total de cinco parroquias (Santa Marina, San Miguel, San Lázaro, Allende el Río y San Antolín) junto con un total de doce conventos (seis masculinos y seis femeninos). 11 DELAHOUTRE, 1995: 135. 12 AUSÍN ÍÑIGO: 2009. 13 Represa insiste en que “durante el siglo XI Palencia es poco más o menos su Catedral y su configuración urbana gira naturalmente en torno a la misma”. REPRESA, 1980: 388. 14 VALDEÓN BARUQUE y ESTEBAN RECIO, 1985:130. Los Lugares de la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.3

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En todo caso hay que señalar que, junto a esos lugares, donde de forma más o menos permanente el hombre podía entrar en contacto con Dios, se encontraban diseminados dentro y fuera de la ciudad otros edificios religiosos de menor consideración, pero que, como veremos, los palentinos tuvieron en cuenta a la hora de realizar estas rogativas15. Antes de analizar el papel de las rogativas como complemento de la sacralización conviene establecer una tipología sobre los motivos que desencadenaron la celebración de estas prácticas rituales en Palencia. Destacan en primer lugar, por ser las más numerosas, aquellas que pretendían obtener algún beneficio relacionado con la climatología (en el caso palentino sobre todo van a destacar las que se celebran “por necesidad de agua”). A continuación se encontrarían aquellas que pretenden mitigar alguna peste o epidemia, ya bien fuese porque estaba instalada en la ciudad o por temor a ella16. Sin duda las relacionadas con la langosta tendrán un especial respaldo. Finalmente, también se detectan causas políticas que llevan a estos rituales, con un carácter protector ante una expedición, velar ante un infortunio bélico, o el nacimiento de un príncipe o princesa. 3. Hacia rogativas

la sacralización del espacio urbano.

El “por la gran necesidad que ay de agua”

ejemplo de las

Aunque en algunas ocasiones las rogativas transcurrieron por los campos o las zonas aledañas a la ciudad, en la mayoría de los casos la procesión se 15 Estos otros edificios se encontraban diseminados a lo largo y ancho del perímetro urbano y, en algunos casos, incluso extramuros. Dentro del perímetro encontramos numerosas ermitas, destacando, por la relevancia que tendrá en nuestro estudio, la de Nuestra Señora de la Calle, mientras que fuera los palentinos contaban con ermitas como la de Nuestra Señora del Otero, Nuestra Señora de Rocamador, San Esteban, etc. Junto a ello, no faltaban otros edificios que si bien no sirvieron para dar culto como tal, sí que fueron utilizados con fines similares o preparatorios para llevar a cabo procesiones y rituales, como es el caso de los famosos palacios que en Palencia están vinculados a las cofradías. Finalmente, en las numerosas puertas de acceso a la ciudad no faltaron elementos de sacralización, como la presencia de imágenes marianas o de santos en su interior. Por citar un ejemplo, destaca la puerta de Barrio Medina, en la que se encontraba una imagen mariana junto con San Roque que, desde su ubicación, protegía todos los campos cercanos a esta zona de la temida peste. La devoción y, en consecuencia, la sacralización que se produjo alrededor de este enclave, la reflejaron sus propios vecinos cuando, al hablar de la talla mariana, indicaban el gran consuelo que recibían de ella: “de que todos los vecinos de la dicha calle e puerta de Barrio Medina rresçiben gran consuelo cada día de tener allí aquella santa ymagen de la Madre de Dios a quien todos cada día se encomiendan y reçan a las abe marías”. Sobre que no quiten la ymagen de Nuestra Señora de la Puerta de Varrio Medina. Provisorato, leg. 10, 1092, f.2v. ACP. 16 Por ejemplo, el 4 de octubre de 1630 se celebró una rogativa en la ciudad atendiendo la carta que Felipe IV había mandado al Cabildo “en que significa la mucha peste que ay en Milán”. Actas Capitulares (1626-1631). Cabildo 3 de octubre de 1630, f.33v. ACP. 1000

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realizaba dentro de la misma. Un repaso a la documentación generada por algunas cofradías, por el cabildo catedralicio o la ciudad, nos pone claramente de manifiesto la elevada frecuencia con que las rogativas se desarrollaron por dentro de la urbe y, entre todas, especialmente fueron las plegarias por agua las que en un mayor porcentaje discurrieron de dicha manera. Esto, unido a que este tipo de rogativa fue el más frecuente en el Palencia de los siglos XVI y XVII, me ha llevado a que dedique una mayor atención a este fenómeno en concreto. A lo largo y ancho del perímetro urbano, cabildo, parroquias, conventos y cofradías van a desarrollar sus procesiones, bien fuese con un carácter penitencial en Semana Santa, con un trasfondo sacramental en la infraoctava del Corpus Christi, con motivo de la fiesta de algún santo o santa y del patrón de un determinado gremio o, como no, por la celebración de alguna rogativa. Existieron diferencias respecto al área sacralizada de cada una de las procesiones señaladas anteriormente; así, mientras las destinadas a celebrar un santo patrón de una cofradía solían quedar reducidas al área inmediata a la parroquia o convento donde se encontraba erigida, o en su defecto en las calles adyacentes, en otras ocasiones, como las procesiones penitenciales y sacramentales, estas tendieron a desarrollarse por varias zonas de la urbe. Baste recordar el primer itinerario de disciplinantes seguido por la Cofradía de la Santa Vera Cruz para comprobar el deseo de cubrir el mayor recorrido posible. Las causas que podían producir un cambio en este fueron diversas, pero tuvieron importancia de cara a configurar lo que podríamos denominar como espacio ritual urbano. Siguiendo el recorrido trazado por la Vera Cruz para la procesión de Jueves Santo, podemos ver cómo el trazado propuesto tanto en un primer momento, en 1524, como posteriormente, en 1572, pretende recorrer los conventos de los franciscanos y dominicos, las parroquias que se encuentran dentro del recinto amurallado (salvo en 1524 en que no se visita San Antolín) así como otros lugares emblemáticos, como la cruz de la Puerta del Mercado, acceso a la ciudad desde el sur en el caso de 1524, o el Hospital de San Antolín, en 1572, por citar algunos ejemplos. Tanto en un caso como en otro, aparece como estación obligatoria la ermita de Nuestra Señora de la Calle, que por su posición en el plano urbano se convertirá en eje y punto obligado de las distintas rogativas que se celebren en Palencia. Sin embargo, en el siglo XVII se volvió a modificar dicho recorrido, de manera que se dejaría de visitar, respecto a 1572, tanto la parroquia de San Miguel, como los conventos de La Piedad (dominicas) Los Lugares de la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.3

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y San Francisco. No obstante, se mantuvieron otros puntos estratégicos al igual que los templos. ¿Qué llevó a dicha modificación? La argumentación dada por el alcalde de la cofradía en aquel momento se basa en la falta de disciplinantes, en que “pues los tiempos no daban lugar a mas extensiones”17, pero igualmente se reconoce que se toma la decisión a “ynstancia de la çiudad y porque no saliese la proçession desautoriçada sin su acompañamiento”18. Dentro de la configuración urbana de los espacios sacralizados se debe valorar la incidencia que en este proceso tuvieron, además de las procesiones anteriormente señaladas, otras, incluso, en algún caso, de mayor importancia, como la del Corpus Christi y también todas aquellas ceremonias que, aun teniendo un carácter político, tuvieron un trasfondo religioso. Entre estas últimas se encontraba el homenaje que los palentinos otorgaron en la Edad Media al señor de la ciudad, el obispo. Dicha ceremonia constaba de varias partes bien diferenciadas19 y, al final de la misma, entraba en la ciudad por la Puerta del Mercado, recorría las calles de Paniagua y Mejorada (calle Mayor actual) hasta llegar finalmente a la Catedral. Se marcaba, mediante el recorrido por esta calle principal de la ciudad, un espacio que para los palentinos y palentinas iba transformándose lentamente en superior a los demás. Pero también otras ceremonias y procesiones ayudaron, sin duda, a configurar esa ciudad imaginada o ciudad sacralizada antes del siglo XVI y que influirá, como veremos, en el transcurrir de las rogativas por agua. Entre ellas se encuentra la procesión del Corpus Christi, existiendo la preocupación de que esta transcurriese por lugares decentes, no profanos, y adecuados para el fin de la misma. Esto obligó a que desde el cabildo catedralicio se tomasen medidas como, por ejemplo, la tomada en el año 1588, y que no agradó a los vecinos que vivían en la calle por la que dejó de pasar la procesión del Corpus. El 13 de junio de ese año se señalaba cómo era necesario que, visto lo sucedido el año anterior, la procesión del Corpus “no saliese por el campo por las yndecencias y yncombinientes que se auian visto las vezes que auia salido”20. Esta medida se traducía en una reducción del espacio ritual de la ciudad, pero también suponía la contracción de la procesión al interior del perímetro propiamente urbano. Los vecinos de la calle de Pan y Agua 17 Libro de Cabildos (1585-1659). Cabildo 26 de marzo de 1638, s.f. Archivo de la Cofradía de la Santa Vera-Cruz de Palencia (en adelante ACSVP). 18 Idem. 19 ESTEBAN RECIO, 1989: 148-150. 20 Actas Capitulares (1586-1590). Cabildo 13 de junio de 1588, f.28v. ACP. 1002

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reclamaron ante el cabildo debido a que de ese modo el espacio donde ellos vivían perdía categoría o, incluso, disminuía su posición en la jerarquía de la Palencia sacralizada. De cara a las rogativas, esa medida también influyó, como veremos a continuación, pero sobre todo conviene recalcar el hecho de que los diputados “refirieron que vistas todas las calles era lo mejor en la calle de Villauda y salir a la calle Maior frontero de Nuestra Señora haciendo allí estaçion”21, pues era la ermita de Nuestra Señora de la Calle uno de los vértices más importantes del espacio sacralizado y por ello no podía ser suprimido. Una vez analizados, aunque de forma breve, algunos de los desfiles procesionales que fueron configurando el espacio ritual y sacralizado palentino, conviene centrarnos en nuestro objeto principal de estudio: las rogativas “por la gran necesidad que ay de agua”22. Estas fueron organizadas en distintas ocasiones por el cabildo catedralicio, generalmente tras elevar la ciudad la petición, pero también a requerimiento de los conventos y cofradías. No obstante, salvo excepciones, el itinerario seguido siempre tuvo los mismos puntos de referencia obligatorios, bien fuesen edificios religiosos, como la ermita de la Calle o la Catedral, o simplemente vías urbanas, como la calle Mayor, o puntos estratégicos, como los Cuatro Cantones. Por otra parte, en no pocas ocasiones, cuando las que estaban detrás de su organización eran cofradías de penitencia, solían optar por recorrer los mismos trayectos que durante su procesión penitencial en Semana Santa. Era, en este sentido, un recuerdo hacia esta, pero también continuar la vía sacra que se había configurado anteriormente. Estas procesiones, y fiestas religiosas, no eran sino “un gigantesco símbolo de símbolos, y una construcción compleja de importancias, más allá (mucho más allá) de la banalidad, la cotidianidad o la obligación”23. Entre las numerosas rogativas por agua analizaremos una de las que más repercusión tuvieron durante la Edad Moderna en Palencia y en la que el convento de San Pablo (dominicos) y sus cofradías intentaron por todos los medios suplicar al cielo que les enviase agua. La procesión de rogativa salió el 15 de mayo de 1691 a las siete de la mañana. No faltaron numerosas cruces; se señala que fueron 300 cruces en dos coros, un estandarte negro y que todos iban descalzos con sus cordones de soga de esparto, en gran 21 Idem. 22 Actas Capitulares (1611-1617). Cabildo 11 de enero de 1614, f.4r. ACP. 23 ÁLVAREZ SANTALÓ, 1997: 14. Los Lugares de la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.3

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silencio y veneración, como penitentes “cosa que caussó a toda la gente muchos llantos”24. Estuvo presente la insignia de san Vicente Ferrer, con la cual se identificaban todos los penitentes de la procesión al considerarle fundador de la dezeplina. A continuación, los cofrades de Nuestra Señora del Rosario, numerosos estandartes negros de las cofradías que participaron, así como la presencia de la comunidad de San Pablo. Más que la descripción de la planta de dicha rogativa, perfectamente descrita en las fuentes de las citadas cofradías, nos interesa en mayor medida resaltar la reglamentación que se dio en estas procesiones, muchas veces atendiendo a la antigüedad de la cofradía en cuestión. Un mayor interés presenta aun el recorrido que siguió dicha procesión: desde el palacio de la Cofradía de la Cruz, fue por la Cárcel de la Corona a la Iglesia Mayor, Barrio Nuevo, la Compañía de Jesús, Cuatro Cantones, la iglesia de San Lázaro, Nuestra Señora de la Calle, calle Mayor, Puerta de Monzón, calle de la Virreina, Carmelitas Descalzas, casa del señor Deán y palacio de la Cruz. Algunos de estos lugares fueron en bastantes ocasiones frecuentados en estas rogativas; por ejemplo en mayo de 1595 la ciudad pidió al cabildo la celebración de una rogativa en la que Nuestra Señora de la Calle fuese protagonista, el cabildo accedió y convocó finalmente una procesión general. Esta fue desde la Catedral a la calle Gil de Fuentes, Cuatro Cantones, casa de Don Sancho, Juego de la Pelota, ermita de Nuestra Señora de la Calle, calle Mayor, Carnicerías y de nuevo a la Catedral. En mayo de 1636 volvía a realizarse una rogativa por el agua, y su recorrido fue bastante similar a los anteriores pues, saliendo de la Catedral, se dirigió por la calle del Cuervo, Barrio Nuevo, la Compañía de Jesús, casas de Don Sancho de Castilla, Juego de la Pelota, ermita de Nuestra Señora de la Calle, calle Mayor arriba, Carnicerías y Catedral. Estos ejemplos, junto con otros señalados en las fuentes, nos permiten trazar el recorrido habitual de estas procesiones de rogativa (fig. 1) y ponen de manifiesto la configuración de un espacio ritual en Palencia.

24 Libro de Cabildos (1658-1716), f.161r. Archivo de la Cofradía de Jesús Nazareno de Palencia (ACJNP). 1004

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Fig. 1: recorrido habitual de las rogativas por agua en Palencia durante los siglos XVIXVII (Mapa de Juan M. del Olmo siguiendo el de López de Arce de 1837 y reproducido en: LARGO, 1985. Recorrido elaboración propia. Fuentes: Actas Capitulares de Palencia y diversa documentación de cofradías)

En dicho espacio destaca, en primer lugar, la Catedral, junto con su plaza contigua, constituyéndose como uno de los vértices de dicho espacio. Algo que por otra parte no debe sorprendernos, pues era la iglesia más importante y vinculada al poderoso cabildo catedralicio, que aprovechó su papel a la hora de llevar a cabo las rogativas para situar a dicha iglesia como lugar, en muchas ocasiones, de inicio y fin de estas. Además, la Catedral jugaba un papel esencial, en tanto en cuanto era el lugar donde mayoritariamente se celebraban las novenas en honor de Nuestra Señora de la Calle una vez que las dignidades y canónigos la habían trasladado allí. Igualmente, ellos serían los encargados, siguiendo también un riguroso orden, de devolver la talla a su ermita25. Fue la ermita donde se conservaba la venerada imagen de la Virgen el otro punto de referencia fundamental en dicho espacio ritual. A esta imagen, que llegó a convertirse en patrona de la ciudad, como lo es hasta el día 25 Así el 14 de mayo de 1593 se especifica que de vuelta a la ermita de Nuestra Señora de la Calle deberían sacar la imagen desde la Catedral “dos señores dignidades y dos canónigos más antiguos”. Actas Capitulares (1591-1595). Cabildo 6 de mayo de 1593, f. 21v. ACP. Los Lugares de la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.3

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de hoy, se recurrirá continuamente por parte de los palentinos de manera que la ciudad solicitará expresamente su intercesión, algo que también debía contar con la aprobación del cabildo por su condición de párroco universal. Esta imagen, junto con el famoso Ecce Homo de Santa Clara, el cual no siempre sus monjas prestarán para que salga en rogativa, será protagonista en estas celebraciones, junto con otros santos que también los palentinos consideraron especiales. Todo esto en unos momentos en los que desde el catolicismo se había reafirmado el culto a los santos y la importancia de sus imágenes y reliquias. Otro de los elementos fundamentales en este espacio lo configuró la calle Mayor, si bien no en su totalidad, pues como ya vimos la mayoría de rogativas llegaban hasta la altura de la ermita de la Virgen de la Calle y, por el otro extremo, hasta las carnicerías. Podemos así afirmar que esta calle se va a convertir en una verdadera vía sacra por la que, antes o después, ya bien fuese a la ida o a la vuelta, tuvieron que discurrir los distintos desfiles. Los Cuatro Cantones, que vinieron siendo punto de tránsito fundamental desde la Edad Media, siguieron siéndolo ahora, y no hay que olvidar la presencia de una diferente tipología de edificios en sus proximidades, que van desde tiendas a otros como la Casa de Corregimiento, la Audiencia y Cárcel. Este lugar tan emblemático de la ciudad, tanto en aquellos momentos como ahora, se caracterizó por ser un auténtico centro de sociabilidad para los palentinos. Más allá de las tiendas, y de los edificios emblemáticos, era lugar de paso casi obligado por la articulación urbana y, además, en ellos, por ejemplo, se realizaban las almonedas públicas y los numerosos pregones tan propios de aquel momento. Por ello no debe de extrañarnos que el cabildo catedralicio, muy posiblemente influenciados por la propia ciudad y por la propia configuración urbana, decidiese optar por esta confluencia de cara a sacralizar una zona tan importante. Realmente, “el interés por integrar lo sagrado en los escenarios públicos de la vida cotidiana que alienta de modo particular a cada persona, está presente a nivel colectivo”26 y en esta línea una zona neurálgica como esta no podía quedar excluida de este perímetro sagrado. Estos tres puntos (Catedral, Cuatro Cantones-calle Mayor y ermita de Nuestra Señora de la Calle) vinieron, por lo tanto, a convertirse en los pilares del espacio ritual palentino. En torno a ellos, ya bien fuese como punto de arranque, como punto de llegada o intermedio, van a configurarse la mayoría 26 FERNÁNDEZ BASURTE, 1994: 342. 1006

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de las rogativas durante los siglos XVI y XVII. Este espacio que tendió a sacralizarse coincidiendo con el paso de las rogativas se constituyó, al igual que en otras ciudades castellanas, como “uno de los principales referentes en la construcción de la identidad de la cultural local”27. Pero sin duda llama la atención el hecho de que, en los itinerarios seguidos por las rogativas, no figure un lugar destacado de la ciudad como fue la plaza del Azafranal, posteriormente conocida como plaza Mayor. En el caso palentino fueron los franciscanos quienes, en 1529, vendieron al municipio el Campo del Azafranal, que se encontraba delante de su convento y que se erigió como mercado hasta finales del siglo XIX28. Igualmente se desarrollaron en dicha plaza numerosos actos que congregaron a numerosos palentinos, ya fuesen ferias, fiestas, juegos de cañas o incluso corridas de toros, algo que por otra parte fue habitual en otras plazas mayores castellanas29. Sin embargo, durante los siglos XVI y XVII todavía no podemos hablar de una plaza Mayor totalmente regularizada. Pero lo que más nos interesa es que dicho lugar, en cierta medida, había sido sacralizado, en tanto en cuanto formaba parte del convento de San Francisco. Pero no obstante, el 1 de mayo de 1545, Pablo III, mediante un breve “confirmó y autorizó la profanación y enajenación del lugar permitiendo que fuera plaza pública donde hubiera mercado, juego de cañas y corridas de toros”30. A priori se puede pensar que, posiblemente, esta es la razón por la que en la documentación consultada no figura el nombre de la plaza ni alusiones a ella, aunque algunas lleguen hasta San Francisco. Un lugar del que el Papa había confirmado su profanación no debía ser entendido como lugar idóneo para el transcurso de las rogativas. El discurrir por lugares profanos fue, por norma general, algo a evitar en toda procesión, y prueba de ello fue lo acontecido en 1596 a raíz del palacio de la Cofradía de San Francisco y el discurrir de la procesión de la Vera-Cruz. En el cabildo de 7 de abril de 1596, esta última cofradía señaló que, en el palacio de San Francisco, se venían realizando comedias, “y pareçe ques lugar profano y que no conviene entrar por allí”31. Finalmente, los cofrades decidieron que por ese año entrarían por él pero, que si seguían realizándose estas representaciones, entonces “que jamás se entre por allí”32. 27 ÚBEDA DE MINGO, 1993: 82. 28 SÁNCHEZ, 1997: 123-143. 29 Para Salamanca destaca el análisis de CARABIAS TORRES, LORENZO PINAR, MÖLLER RECONDO, 2005. 30 MARTÍNEZ GONZÁLEZ, 1994: 28. 31 Libro de Cabildos (1585-1659). Cabildo 7 de abril de 1596, f.116v. ACSVP. 32 Idem. Los Lugares de la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.3

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En estas rogativas se percibe una función aglutinadora que también se aprecia en otras procesiones pero que, en este caso, es una norma general, pues no siempre, como se ha indicado, siguieron el mismo recorrido, y el desfile tiende a discurrir, en mayor o menor medida, por los distintos sectores o barrios de la ciudad. Sin embargo, no llega a cubrirlos en su totalidad, pues si bien sí que alcanza los barrios de San Antolín, San Miguel y San Lázaro, no sucede así respecto a los barrios de Santa Marina y Allende el Río, explicable este último caso por encontrarse situada extramuros. Esto hará que las rogativas se conviertan en Palencia, como en otras ciudades castellanas, en aglutinadoras de la población, de manera que se traspasaban las numerosas fronteras existentes en aquella sociedad de Antiguo Régimen, pues en su trascurso se pasaba por lugares en los que habitaban canónigos, artesanos de todo tipo, mercaderes, etc. La rogativa se convertía así en aglutinante de las distintas solidaridades urbanas. Los palentinos y palentinas, aun no pasando cerca de sus casas, acudirían a ellas, pues mediante este mecanismo se purificaban y sacralizaban las calles que formaban parte del discurrir cotidiano de todos ellos y, no lo olvidemos, era todo el pueblo el que debía solicitar el favor divino en la rogativa. Es de suponer que Palencia se convirtió, incluso, en aglutinante de la población rural circundante en estas ocasiones pues “las ciudades eran centros devocionales para toda la zona rural de su entorno”33. Junto con esa función aglutinadora, se puede percibir un deseo de reforzamiento de la identidad social por parte de distintos colectivos. Donde con más claridad puede observarse es en las rogativas organizadas por órdenes religiosas o por las cofradías. En esos casos, se llega a romper en buena medida con el denominado espacio ritual por la propia situación de los conventos que, por su parte, van a reforzar la sacralización de los espacios existentes en sus alrededores, en detrimento de otros34. Pero, a su vez, ese reforzamiento de la identidad se aprecia mediante la utilización de aquellas imágenes que más devoción suscitaban y, frente a Nuestra Señora de la Calle, el Santo Ecce Homo de la Claras y San Isidro, que fueron considerados 33 CHRISTIAN, 1991: 186. 34 En junio de 1614, coincidiendo con una procesión por necesidad de agua, el protagonismo correspondió a los conventos de San Francisco y San Pablo, sacralizándose por tanto sus espacios; y ordenaron fuese dicha procesión “a San Francisco y de allí a las monjas de San Agustín y de allí al combento de San Pablo y envoluiendo a la yglesia se pongan dichas reliquias en el altar de la cueba donde al presente esta nuestra Señora de la Calle”. Actas Capitulares (1611-1617). Cabildo 17 de junio de 1614, f.19r. ACP. 1008

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por toda la ciudad como los grandes intercesores en momentos críticos, los conventos y cofradías no dudaron en utilizar otras imágenes que aglutinaban numerosos fieles en torno a ellas. Es el caso, por ejemplo, en el convento de San Pablo y sus cofradías de las imágenes de Nuestra Señora del Rosario, San Vicente Ferrer, Santa Elena, la Piedad, San Pedro Mártir… que en más de una ocasión acapararon la atención en dichas procesiones. Siguiendo las directrices de Trento, se daba así un culto importante a los santos a través de sus imágenes y reliquias, en unos momentos en los que, en buena parte del territorio europeo, la realidad tendía a ser la contraria. 4. Más allá del recinto urbano. Ejemplos de rogativas extramuros en Palencia Si bien las rogativas estudiadas hasta aquí tuvieron como característica fundamental el espacio donde se llevaron a cabo, el interior de la urbe, hubo otras que tuvieron por escenario sus aledaños, las afueras, o que incluso combinaron el perímetro urbano con estas, y que merecen ser analizadas, aunque sea muy someramente, a través de algún ejemplo concreto. Un ejemplo de rogativa en el que se combinó el ámbito estrictamente urbano con sus aledaños fue la celebrada en Palencia en 1588 y que tuvo como uno de los puntos centrales la ermita de Nuestra Señora del Otero, situada extramuros de la ciudad. El objetivo, en este caso, era que, mediante la disciplina pública, Dios protegiese a la Armada que se dirigía a Inglaterra. Esta procesión tuvo como protagonista principal a la Cofradía de la Santa Vera-Cruz, que aportó sus disciplinantes, “para que los venciese y destruyese como enemigo de la iglesia y de nuestra sancta fe católica, atento que por todo el Rreyno se acian grandes procesiones”35. El 16 de julio, festividad del Triunfo de la Cruz, se produjo la primera procesión de rogativa con este fin, de manera que los capellanes del número y del coro, varias dignidades y algunos canónigos, acompañaron a los cofrades de la Vera Cruz que, siguiendo lo estipulado en su Regla de 152436, asistieron a ella y portaban dos pendones y una cruz verde. No faltó 35 Libro de Cabildos (1585-1659). Cabildo 10 de julio 1588, f. 54r. ACSVP. 36 “Capítulo XLIII de la disciplina que se deue hazer en otras nezesidades. Iten hordenamos que si lo que dios no permita por su misericordia por nuestros peccados y méritos en esta ciudad huuiere pestilencia o hambre o el Rrey nuestro Sennor o la Rreyna o Príncipe heredero tuuieren nezesidad grande de salud o de otra cosa licita en guerra de infieles por lo qual por parte de la ciudad o de los sennores del regimiento fuere pedido y rogado y por los sennores del cabildo desta yglesia mayor que salgamos con nuestra procession Los Lugares de la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.3

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tampoco cera que acompañase este solemne acto. Más allá del valor, quizá interesado, que aportan las fuentes documentales de la Vera Cruz a este respecto, lo cierto es que acudió un número importante de personas y no faltó la dramatización propia de algunas celebraciones barrocas de ese momento; por ejemplo, los 400 niños que acudieron portaban crucifijos y soltaban lastimosos llantos pidiendo misericordia y victoria para la Armada. Una de las mayores preocupaciones que se produjeron en torno a este desfile tuvo relación con el trayecto entre el palacio de la Cruz y la subida a la ermita de Nuestra Señora del Otero que, como ya se ha señalado, se encontraba fuera de las murallas e, incluso, era necesario recorrer lugares no habitados hasta llegar allí con el consiguiente peligro que conllevaba el romper el orden de la procesión. Para que el rito lo fuese realmente, debía mantener la regulación indicada desde el comienzo hasta el final, de ahí que, posiblemente, quisieran dejar constancia escrita de que fueron “fuera de la çiudad con toda orden asta la hermita de Nuestra Señora del Otero”37. No en todas las ocasiones se dio ese orden y desde la jerarquía eclesiástica se veló para que todas aquellas procesiones, rogativas, que saliesen de la ciudad, no lo hiciesen más de media legua por los inconvenientes morales que eso podía suponer. Tras regresar con la imagen, en la puerta de entrada, conocida como Puerta de Monzón, esperaba una comitiva en la que, como no podía ser de otra manera, se encontraban el cabildo y el obispo «en forma de cabildo» y el corregidor y regidores en forma de çiudad junto a clérigos, órdenes religiosas, cofradías y otros muchos palentinos, especialmente niños. En este caso concreto, la sacralización no se obtuvo solamente a través de la procesión y las imágenes que iban en su interior sino también por la presencia de numerosos disciplinantes. La sangre derramada por estos pretendía la remisión de los pecados y culpas del conjunto de la población y, en consecuencia, la protección de Dios para dar la victoria a la flota española. Otro de los motivos recurrentes por los que los palentinos acudirán al mecanismo de las rogativas fueron las plagas de langosta. Estas plagas, que tuvieron en algunos momentos efectos devastadores en el campo, hicieron que, en no pocas ocasiones, se decidiese recurrir a procesiones o conjuros fuera de las murallas de la cuidad. En este caso, “la culpa es compartida y de disçiplina a rogar a nuestro sennor aplaque su yra que los nuestros alcaldes manden juntar a cabildo y propongan lo susodicho y si en cabildo fuere acordado o por la mayor parte del que la dicha procesión salga e siendo ansi concertado si algún cofrade lo contra dixere pague dos libras de zera o su valor para gastos de nuestra cofradía”. Libro de Regla. 1572, ff. 32v-33r. ACSVP. 37 Libro de Cabildos (1585-1659). Cabildo 10 de julio de 1588, f. 57r. ACSVP. 1010

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saldada de forma obligatoria, sin cuestionar en ningún momento la justicia de Dios”38. De nuevo aquí fue el cabildo catedralicio el encargado de regular y ordenar cómo y quiénes deberían participar en dichos conjuros, que tenían lugar cerca de la ciudad y en lugares estratégicos, pero fuera del perímetro amurallado. A título de ejemplo, en 1670 los campos palentinos sufrieron un grave deterioro por la langosta, decidiéndose, entre otras medidas, más allá de las materiales, que el convento de San Pablo hiciese dos rogativas, una a Nuestra Señora del Otero y la otra a Nuestra Señora de la Calle. Sin embargo, la gran procesión y súplicas se produjeron el domingo 22 de junio de ese mismo año. Ese día se dio una misa de pontifical en el campo, después de cruzar el río Carrión, llevándose para tal efecto la reliquia del Lignum Crucis, una espina de la corona de Cristo y también las reliquias del patrón San Antolín. El altar, tras un debate entre los canónigos, permaneció con las reliquias todo el día y se dijeron varias misas pues “sería grande el concurso de el pueblo que iría a pedir misericordia a Nuestro Señor por medio de tan preçiosas reliquias y que sería mal se perdiessen oraçiones de tantos”39. En ocasiones se nombraban prebendados para que conjurasen dicho mal desde Puentecillas, lugar inmediato al lienzo junto al río Carrión, o bien en pleno campo, quedando de forma excepcional aquellas procesiones y conjuros que persiguieron este fin y discurrieron por el centro urbano. La importancia de los lugares elegidos para los conjuros de langosta en Palencia no es un tema que carezca de importancia, pues se correspondía con zonas alejadas del perímetro amurallado y su posición estratégica permitía que prácticamente todos los alrededores de la ciudad quedaran protegidos. Así, los lugares donde solían producirse los conjuros variaron en el tiempo, pero fue habitual que existiese cierta distancia entre unos y otros lugares; así las referencias fueron parroquias y ermitas de la ciudad, como Santa María de Allende el Río, Nuestra Señora del Otero, Nuestra Señora de Rocamador y la ermita de San Sebastián. De nuevo el campo, es decir, la periferia, y las parroquias y ermitas, volvieron a ser protagonistas en las conjuras que se realizaron en julio de 1645: cuatro prebendados saldrían así a las afueras tras la celebración de la misa para el mismo fin40. 38 GARCÍA HERRERO y TORREBLANCA GASPAR, 1993: 286. 39 Actas Capitulares (1669-1671). Cabildo 21 de junio de 1671, f.129v. ACP. 40 “Para conjurar la langosta quatro señores preuendados que saliessen al campo por diferentes partes que fueron el señor canónigo Balthasar de Rossales para que auiendo dicho missa en Nuestra Señora de la Los Lugares de la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.3

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El conjuro, a diferencia de las procesiones, permitía que el ámbito de acción fuese mayor y, si bien el transcurso de la procesión por los campos implicaba la sacralización de los mismos, el conjuro pretendía ayudar a paliar los efectos devastadores de la langosta en un espacio más amplio. No obstante, existieron además otros mecanismos con halo de sacralidad que pretendían un mismo efecto, como fue la utilización del agua de San Gregorio Ostiense, a la que se recurrió en Palencia en varias ocasiones. 5. Epílogo Los palentinos, como hemos podido comprobar, recurrieron de forma continua, a lo largo del período estudiado, a las procesiones de rogativa con el fin de obtener un determinado favor del cielo. Ya bien fuese agua, tan necesaria para el campo, el fin de una plaga como la de la langosta o, por ejemplo, desear la victoria a la Armada española, o que las pérdidas ante una situación bélica, como el ataque inglés a Cádiz en 1596, fuesen lo menos traumáticas posibles, las rogativas pretendieron ser un mecanismo eficaz para su consecución. Estos desfiles procesionales, asociados a la celebración de misas, conjuros, novenas y otras fórmulas, eran producto de unas circunstancias favorables que confluyeron en esos momentos y en los que la ciudad de Palencia se erigió como marco propicio para su ejecución. A lo largo de estas procesiones de rogativa, muchos de los espacios cotidianos de los palentinos reforzaron su carácter sacralizado. A través de las rogativas que discurrieron por el interior del perímetro urbano, podemos detectar un espacio ritual que si bien varía en algunos puntos, suele permanecer prácticamente inalterado. La Catedral de San Antolín, su plaza contigua, la calle Mayor, los Cuatro Cantones y, en numerosas ocasiones también la ermita de Nuestra Señora de la Calle, serán puntos de referencia y, si bien la llegada a ellos, o el paso por ellos pudo ir variando, fueron lugares por los que transcurrieron numerosas rogativas. Por otra parte, el perímetro urbano y sus murallas no fueron impedimento para que algunas de ellas saliesen fuera de dicha área con el fin de que el ritual llegase a aquella zona donde se encontraba el problema; es el caso, como hemos visto, de la Calle salga açia las / heras de San Lázaro, al señor canónigo Laurencio Rodríguez para que diga missa en Nuestra Señora del Otero y conjure por aquella parte, al señor canónigo Martín Cassado para que la diga en Nuestra Señora de Allende el Río y conjure por aquella parte, al señor canónigo Don Manuel de Acagra para que la diga en sancta Marina y salga haçia las Heras de Santa Marina”. Actas Capitulares (1639-1645). Cabildo 16 de junio de 1645, ff. 22r-22v. ACP. 1012

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langosta, donde desde el cabildo catedralicio se cuidará mucho de que los principales espacios afectados, es decir, los campos aledaños a la ciudad, pudiesen beneficiarse de todas estas prácticas religiosas. Aun siendo conscientes de la necesidad de estudiar en profundidad otro tipo de procesiones, atendiendo a las singularidades que presentó Palencia, el trazado sacro de la ciudad se fue fijando, en primer lugar, por una serie de ceremonias y procesiones que, desde la Edad Media, se vinieron desarrollando, para, a continuación, ser el cabildo catedralicio el que, mediante la concesión de licencias y su visto bueno para el desarrollo de procesiones, acabó de fijar sus puntos esenciales. No obstante, quizás se deba remarcar que mediante el estudio en concreto de las rogativas en este período, no se constata la existencia a priori de un único espacio sacralizado sino, más bien, de varios espacios. El paso de estas y otras procesiones consigue reforzar su sacralización, convirtiéndoles en lugares de contacto y unión entre la divinidad y los hombres, a la vez que se pretende reforzar la cohesión e identidad social de determinados colectivos mediante la utilización de las imágenes más veneradas por estos o la elección de uno u otro recorrido. Bibliografía ÁLVAREZ SANTALÓ, León Carlos, “La fiesta religiosa barroca y la ciudad mental”, en SÁNCHEZ RAMOS, Valeriano y RUIZ FERNÁNDEZ, José Ruiz (coords.), Actas de las primeras jornadas de Religiosidad Popular, Almería, Instituto de Estudios Almerienses, 1997; 13-28. AUSIN ÍÑIGO, Margarita, Urbanismo en Palencia: siglos XV y XVI, Tesis doctoral dirigida por María José Redondo Cantera, Universidad de Valladolid, 2009. BORREGO VELÁZQUEZ, Enrique y MARCOS ARÉVALO, Javier, “La religiosidad popular en la ciudad de Badajoz entre los siglos XVI y XVIII a partir de tres fuentes documentales: iconos religiosos, rituales de aflicción y ciclos de rogativas”, Revista de antropología experimental, 6 (2006): 20-42. CABEZA RODRÍGUEZ, Antonio, Clérigos y señores: política y religión en Palencia en el Siglo de Oro, Palencia, Diputación Provincial, 1996.

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