Los vértices arquitectónicos

Modelar Modular Moldear La pertenencia arquitectónica siempre ha dependido en gran medida de la aceptación de la sociedad a cierto estilo visual compositivo, desde que esta profesión tan académica como artística se denominó de esa manera, tan difícil de definir, pero tan complaciente al observar, los artistas académicos del campo se habían dedicado a crear composiciones visuales con los cuerpos geométricos, bajo la luz natural o artificial, o la luz de la oscuridad. Devienen entonces varias preguntas acerca del futuro de esas composiciones. ¿Desde cuándo se perdió la necesidad de generar gusto visual por alguna obra arquitectónica? ¿El placer de jugar con los cuerpos geométricos, ortogonales o no ortogonales, se consumió por el fuego del dinero? ¿La invasión arquitectónica superó las ansias de crear composiciones directas como las llama el maestro Ghery? El placer de componer una obra de arte debería llevarse y alargarse hasta los límites de la arquitectura, la capacidad de resolver modulaciones extremas y composiciones audaces para que residen solamente en algunos pocos “maestros” de la exploración formal, los años académicos demostraron la poca voluntad que tenemos los jóvenes cuasi arquitectos por explorar esos cuerpos inertes, arte inefable que se debería explorar en estos momentos de estudio, claramente la composición en estas exploraciones se tiene que apreciar debido a la nula facilidad de resolución tanto funcional como formalmente. La invasión de las cajas en el mundo es tan sobrecogedora que la mayoría de los proyectos se define entre sí por qué tipo de celosía usaron, o qué tipo de material cubre las paredes visualmente aburridas y superfluas, es típico el caso de encontrar proyectos visualmente parecidos sin un estudio de composición, con un semi estudio estructural, arquitectura que no propone en lo más mínimo, casi parecería una arquitectura retrógrada que quiere volver a proponer el modulor o que quiere presentar de nuevo los 5 puntos de una arquitectura funcional. Claro está que si Le Corbusier apreciara esos proyectos, los mismos se llevarían sus palmas, sin embargo a casi un siglo de este funcionalismo creo que la composición interna y externa de las obras debe ser explorada hasta más no poder, para crear cosas que realmente deleiten al usuario, que sean dignas de ver y explorar, pasearse dentro de las mismas podría llegar a ser toda una experiencia, tenemos que recordar que esta profesión artística deviene del placer hedonista del ser y que eso se tiene que interpretar en la búsqueda y resolución formal. Los tres principios del título deberían buscarse en cada proyecto hasta sus últimas consecuencias para que se respete el sentido de la composición y la creatividad, el mundo de la arquitectura parece llenarse de reencarnaciones funcionales.