LOS VARIADOS ÁMBITOS DE LA CSS EN EL SIGLO XXI. LAS INICIATIVAS DE BRASIL, ARGENTINA Y VENEZUELA HACIA LOS PAÍSES DE ÁFRICA

July 13, 2017 | Autor: Gladys Lechini | Categoría: Africa, CSS, Brasil, América Latina
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LOS VARIADOS ÁMBITOS DE LA CSS EN EL SIGLO XXI. LAS INICIATIVAS DE BRASIL, ARGENTINA Y VENEZUELA HACIA LOS PAÍSES DE ÁFRICA Gladys Lechini, Carla Morasso Abstract En este sistema internacional en transición de principios de siglo, los países de América Latina complementan su relación con los países centrales del Norte desarrollando estrategias Sur-Sur, en un mirarse hacia adentro, hacia el espacio latinoamericano, pero también mirando hacia referentes de otras regiones de la periferia, generando relaciones de variado tipo, caracterizadas como de Cooperación Sur-Sur (CSS). La CSS como un hecho y a su vez como concepto, no es algo nuevo: tiene sus antecedentes en las décadas de 1960 y 1970. Sin embargo, es un término elusivo y multidimensional, que ha sido interpretado por los académicos desde diversos enfoques y utilizado por distintos actores, con similares o diferentes propósitos, en varios momentos históricos. Por ello, este trabajo se propone el análisis de las iniciativas de Brasil, Argentina y recientemente Venezuela, hacia los países del continente africano en un contexto de CSS, entendido en su dimensión política ampliada. Estos tres casos de cooperación bilateral horizontal interregional tienen su propia sintonía con características e intensidades variables y son utilizados como test case. En este estudio también apuntamos a identificar las características diferenciadoras de la CSS respecto a la Norte Sur, sus ventajas y desventajas. Vamos a observar si las estrategias de CSS forman parte de los esquemas y diseños de política exterior de los países bajo estudio, implicando una nueva concepción del orden internacional en transición.

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LOS VARIADOS ÁMBITOS DE LA CSS EN EL SIGLO XXI. LAS INICIATIVAS DE BRASIL, ARGENTINA Y VENEZUELA HACIA LOS PAÍSES DE ÁFRICA Gladys Lechini, Carla Morasso 1. Introducción Durante la última década se observan cambios en el tablero mundial que permiten identificar una tendencia vinculada al mayor protagonismo de las llamadas potencias emergentes y de los Países en Desarrollo (PED) en las cuestiones globales. Este escenario lleva a preguntarse sobre la posible emergencia de un orden mundial de nuevo cuño. ¿Vamos hacia un mundo sin hegemonías?, ¿Hacia un sistema con potencias tradicionales declinantes y otras ascendentes?, ¿Hacia un escenario global descentralizado por regiones? Para Grevi (2010), por ejemplo, el sistema se dirige hacia una novedosa forma de multipolaridad, marcada por la redistribución de las cuotas de poder en las esferas económica, política y militar, y atravesada por una profunda interdependencia, dando lugar a un “orden interpolar”. En este re-ordenamiento, junto a la potencia hegemónica, Estados Unidos, comienza el “ascenso del resto” (Zakaria, 2008), particularmente en la dimensión económica. Las nuevas potencias medias o emergentes están buscando nuevos espacios de poder en el sistema internacional, al tiempo que las economías centrales atraviesan crisis financieras profundas. Como ejemplos de algunos cambios en el sistema pueden señalarse el desplazamiento del G-8 por el G-20 en la discusión sobre las medidas necesarias para salir de la crisis financiera, la conformación de la alianza IBSA (India, Brasil y Sudáfrica) y las reuniones del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), entre otros posibles conjuntos de países emergentes. Respecto a los BRICS, por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) calcula que en 2012 aportarán el 56% del crecimiento del PBI mundial, en tanto ocupan el 26% del área terrestre del planeta, tienen el 41% de la población mundial y detentan el 46% de la fuerza de trabajo mundial1. Estos datos deben considerarse junto a la mayor notoriedad de los países de renta media2 en el crecimiento económico mundial. Se estima que entre 2000 y 2005 estos países generaron alrededor del 30% del crecimiento de la producción mundial, un incremento notable comparado con el 15% del período 1960-1973 o 19% del ciclo 1973-2001 (Lemaresquier, 2009). En este marco de reconfiguraciones, se han multiplicado los debates en torno a la actualidad y vigencia de la Cooperación Sur-Sur (CSS), que había sido relegada como herramienta de política exterior durante los años noventa. El término CSS es usado para referirse a un amplio conjunto de fenómenos relativos a las relaciones entre países en desarrollo –formación de coaliciones de geometrías múltiples, regateo colectivo en las negociaciones internacionales, acuerdos regionales de integración, intercambio de políticas, flujo de comercio y de inversiones privadas (Leite, 2012).

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Ministério das Relações Exteriores do Brasil (2012) “IV Cúpula do BRICS - Nova Delhi, 28 e 29 de março de 2012”, Nota à imprensa nº 76, 27 de marzo. 2 Según la clasificación del Banco Mundial, los países de Renta Media-Baja tienen ingresos per cápita de entre 936 y 3.705 dólares y los de Renta Media-Alta entre 3.706 y 11.455 dólares.

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Como puede observarse es un concepto elusivo y a la vez comodín. Por ello la necesidad de precisarlo, o al menos darle contenido, en función de los contextos en los cuales es empleado. En la actual discusión sobre la naturaleza de la CSS, se utilizan diferentes definiciones, en un arco que va desde visiones restringidas a la cooperación técnica horizontal hasta miradas abarcativas que entienden a la CSS como un espacio de construcción de diálogo político-institucional entre los países del Sur. Por ello el objetivo del presente trabajo es abordar las relaciones de Brasil, Argentina y Venezuela con los países africanos en la última década, en un contexto donde se entiende la CSS con un sentido amplio, como una construcción política. El propósito es ubicar las acciones de cooperación bilaterales en el marco de las grandes líneas de política exterior de los tres países y sus visiones sobre el sistema internacional. A partir de estas consideraciones será posible señalar, por un lado, cuáles son los elementos propios de la CSS y las posibilidades que presenta como herramienta de vinculación entre los PED. Por otra parte, se podrán observar cuáles son los principales motivos que llevan a los gobiernos sudamericanos a revitalizar los vínculos con África, como lo expresan los nuevos espacios de diálogo interregional que conforman las Cumbres América del Sur-África (ASA) 3 y América del Sur-Países Árabes (ASPA) 4. 2. La Cooperación Sur-Sur: significados y dimensiones Las bases científicas de las Relaciones Internacionales se conformaron a partir de la Segunda Guerra Mundial junto a la estructuración de un nuevo orden internacional bajo la preponderancia de los Estados Unidos. El aparato conceptual y teórico de la disciplina se originó en ese contexto, sobre las ideas e intereses de un poder en ascenso, dando lugar a la reflexión de Hoffman (1991) para quien las relaciones internacionales son “una ciencia social (norte)americana”. De este modo, las Relaciones Internacionales tomaron las categorías, conceptos y perspectivas “occidentales” como universales y apropiadas para el análisis de las diferentes realidades de las sociedades y estados del planeta. Esta forma de producción de poder a través del saber imprimió un modo de validación del conocimiento científico y para el caso de las relaciones internacionales en particular, condicionó la manera de entender el mundo, las sociedades y sus problemas. Las perspectivas de modernización y desarrollo subyacentes dividieron al mundo entre un Norte civilizado y avanzado y un Sur subdesarrollado y con bases sociales primitivas que debía transitar diferentes etapas para alcanzar el “desarrollo”5, planteándose de este modo la "falacia desarrollista" de un progreso lineal hacia etapas superiores por medio del avance tecnológico (Dussel, 2000). Frente al “desarrollo” representado por el “Norte”, apareció el “Sur” como un concepto que refería a la periferia del sistema, al otro lado de su centro, del cual se distingue y al cual le es funcional. “(…) el concepto Sur es un continuo permanente en respuesta el Norte; no hay una línea que haga tabula rasa a la historia” (García, 2011, p. 234). De este modo, el Sur se conformó por un grupo de países periféricos o en 3

La primer Cumbre ASA se realizó en Abuja (Nigeria) en 2006, la segunda en Margarita (Venezuela) en 2009 y la tercera se realizará en Malabo (Guinea Ecuatorial) en el segundo semestre de 2012, luego de que se pospusiera la prevista en Libia en 2011. 4 La primer Cumbre ASPA tuvo lugar en Brasilia (Brasil) en 2005, la segunda en Doha (Qatar) en 2009 y la tercera se realizará en Lima (Perú) en octubre de 2012. 5 Dentro del grupo académico que plantea la colonialidad del poder y del saber (eurocentrismo), se destacan Enrique Dussel, Aníbal Quijano, Walter D. Mignolo, Edgardo Lander y Fernando Coronil, entre otros. Ver Lander, E. (2000) (comp.) “La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas Latinoamericanas”, CLACSO, Buenos Aires.

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desarrollo, compartiendo similares situaciones de vulnerabilidad y desafíos. El Sur se presentó en escena, irrumpiendo en los estudios internacionales con la primera ola de descolonización, tras la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, la CSS ha sido entendida desde variados puntos de vista y utilizada con diferentes contenidos y múltiples aristas. Un sintético racconto de la evolución de los “países del Sur” dentro del contexto global, su inserción asimétrica y periférica contribuye a comprender las dos más importantes acepciones de “la Cooperación Sur-Sur”, explicitadas en dos grandes líneas interpretativas, cuyas fronteras son difusas: una acepción restringida, más técnica y otra más política y más amplia. Respecto a la mirada restringida, encontramos sus antecedentes en el Plan Marshall de Estados Unidos para reconstruir a Europa y contribuir al crecimiento de los países en desarrollo. Este plan se basaba en una concepción lineal del desarrollo estableciendo firmemente la idea que el Sur periférico debía alcanzar el desarrollo emulando al Norte, bajo la ayuda de los países centrales. De este modo, se comenzó a hablar de “asistencia al desarrollo”, representada por programas y proyectos que implicaban transferencia de recursos y habilidades. Sin embargo, dado que muchos de los profesionales del área consideraban que la “asistencia” aludía a la desigualdad, se lo cambió por el concepto de “cooperación al desarrollo” (CD) (Lopes, 2005). La CD Norte-Sur se tornó entonces una dimensión clara de estudio y acción. Maduraron los consensos en torno a las definiciones y esquemas de acción y se multiplicaron los trabajos académicos que describían y explicaban una realidad que se institucionalizó en 1961 en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) a través del Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD), un foro que reúne a países donantes y organismos multilaterales. Tiempo después, en 1971, la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) fue definida por la OCDE como los flujos que las agencias oficiales (gobiernos locales o estatales) y/o sus agencias destinan a los Países en Desarrollo (PED) y a las instituciones multilaterales, en tanto promuevan el desarrollo económico y el bienestar de los pueblos, sean de carácter concesionario y contengan un elemento de subvención de al menos el 25%. Como complemento de la Cooperación Norte-Sur surgió la cooperación técnica entre países en desarrollo (CTPD) o cooperación horizontal, la cual refiere a la ejecución de programas y proyectos conjuntos entre países del Sur para afrontar problemáticas comunes de desarrollo a través de la transferencia de capacidades y recursos. El término CTPD fue promovido por la Organización de las Naciones Unidas, cuando se creó en 1974 una unidad especial en el ámbito del Programa de Naciones Unidades para el Desarrollo (PNUD) y se organizó la primera Conferencia de Naciones Unidas sobre Cooperación Técnica entre Países en Desarrollo en 1978, cuyas recomendaciones fueron aprobadas en el Plan de Acción de Buenos Aires. Con el objetivo de monitorear los avances del mencionado Plan, se creó en la ONU el Comité de Alto Nivel sobre CTPD. En el año 2003, la Asamblea General decidió modificar su nombre por el de Comité de Alto Nivel sobre CSS para reflejar una concepción más amplia de los vínculos cooperativos horizontales. Actualmente, el Comité es un órgano subsidiario de la Asamblea General encargado de promover y coordinar la CSS. Es la principal entidad normativa en esta materia dentro del sistema de las Naciones Unidas, es decir, es quien orienta las acciones de CTPD a realizarse por las diversas organizaciones en cada una de sus competencias. Según este Comité, la CSS “se define como la cooperación que ofrecen los países en vías o mediano desarrollo a otros países que se encuentran en un proceso de similar desarrollo. La diversidad entre

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los niveles de desarrollo, exige diferentes métodos para vencer el subdesarrollo, proporcionando un mayor ámbito para la cooperación Sur-Sur”6. También en la agenda de la eficacia de la ayuda del CAD se ha tomado nota del fenómeno de la CSS desde su dimensión técnica. Allí se conformó en 2009 un Grupo de Tarea sobre CSS que se concentra en la cooperación técnica realizada por países de ingreso medio, ya sea como proveedores o como receptores. A través de este Grupo, desde el CAD se pretende contribuir al cumplimiento de las líneas de acción de los Foros de Alto Nivel para la Eficacia de la Ayuda7 con el fin de impulsar asociaciones horizontales, adaptar los programas de acción a la realidad de la CSS, e identificar las complementariedades entre la CSS y la cooperación Norte-Sur. En relación a los Foros y la CSS, cabe señalar que los mismos han sido estructurados en torno a la eficacia de la AOD, pero paulatinamente han incorporado la problemática de la cooperación horizontal ante su crecimiento. En el documento final del IV Foro de Busan se reconoce la importancia de la CSS al señalar que “los aportes al desarrollo sostenible van más allá de la cooperación financiera, extendiéndose al conocimiento y la experiencia de desarrollo de todos los actores y países. La cooperación Sur-Sur y la triangular tienen el potencial de transformar las políticas y los enfoques relativos a la prestación de servicios de los países en desarrollo al aportar soluciones locales, eficaces y adecuadas a los contextos nacionales”8. En tanto, desde una perspectiva más amplia, vale recordar que las relaciones y la llamada solidaridad Sur-Sur irrumpieron en el escenario internacional post colonial con Bandung (1955), tuvieron un desempeño irregular por falta de experiencia y fueron abordadas marginalmente por el estudio de las Relaciones Internacionales. En la década de los setenta, la CSS adquirió relevancia en un contexto sistémico de distensión y frente a la presión numérica de los actores del Sur. No obstante su vigencia fue diluyéndose en paralelo a la desarticulación de las estrategias del Sur por la crisis de la deuda externa y posteriores embates del neoliberalismo. Actualmente, los debates en torno a la CSS se multiplican y profundizan a los efectos de explicar esta fase de la cooperación que también incluye fuertes elementos políticos. De esta forma, se está extendiendo entre los académicos y los “policymakers” esta visión de la CSS desde una óptica más amplia, que supera e incluye a la CTPD. En este sentido, la CSS alude a las acciones entre los países periféricos para profundizar sus relaciones a los efectos de obtener mayores márgenes de autonomía decisional, para afrontar problemas comunes y defender intereses compartidos. Se la concibe como una construcción política, como un espacio de estructuración de alianzas entre los países en desarrollo, para disminuir su vulnerabilidad e influir en el establecimiento de las reglas del sistema internacional (Lechini, 2009). Consecuentemente, desde la CSS se promueve la acción conjunta de estados que se vinculan en múltiples niveles –políticos, institucionales, económicos, técnicos– motivados políticamente para multiplicar sus vínculos, promoviendo la solidaridad SurSur y transmitiendo y adquiriendo experiencias en beneficio mutuo. En su implementación, las CSS muestra diferentes facetas o dimensiones, entre las cuales se puede mencionar: la cooperación técnica –de la cual hablábamos– la 6

Comité de Alto Nivel de Cooperación Sur-Sur, 15° período de sesiones Nueva York, 29 de mayo a 1° de junio de 2007. 7 Hasta el momento se realizaron cuatro Foros de Alto Nivel sobre la Eficacia de la Ayuda: Roma (2003), París (2005) -Declaración de París sobre la Eficacia de la Ayuda al Desarrollo-, Accra (2008) y Busan (2011). En este IV Foro no participaron Argentina, Brasil y Venezuela 8 “Alianza de Busan para la cooperación eficaz para el desarrollo”. Disponible en: http://www.aideffectiveness.org/busanhlf4/images/stories/hlf4/OUTCOME_DOCUMENTFINAL_ES.pdf

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científico-tecnológica, la académica, la cultural y diaspórica, y la de las negociaciones económico-comerciales. La CTPD o cooperación horizontal es la más reconocida y estudiada en cuanto a sus resultados y comparaciones en relación a la AOD. Como ésta, implica la transferencia de capacidades técnicas e institucionales (el know-how o saberhacer) y transferencia de equipamiento entre los propios PED. La asistencia humanitaria, que refiere a la ayuda brindada en situaciones de crisis humanitarias o naturales, también tiene un lugar en la CSS. También se destacan la cooperación científico-tecnológica y la académica, las cuales se orientan a la realización de actividades conjuntas de investigación para promover avances científico-tecnológicos y al intercambio de docentes y estudiantes, para promover el desarrollo integral. En el campo cultural la cooperación abarca diversos ámbitos, como la movilidad de bienes y servicios, el fortalecimiento de la identidad cultural, la promoción de la diversidad cultural y el diálogo intercultural, el apoyo a las artes y la promoción la educación. En esta dimensión, también es posible hablar de cooperación diaspórica, particularmente en el caso de los vínculos entre África y América Latina, dada la fuerte herencia africana en varios países latinoamericanos. La cooperación económica-comercial es un aspecto relevante de la CSS en tanto implica la concertación de estrategias comunes para facilitar el intercambio y negociar en conjunto en el régimen internacional de comercio e inversiones, con la meta de alcanzar un sistema más equitativo. No obstante, debe observarse que si bien el comercio entre PED es un indicador de la densidad de las relaciones y los acuerdos estipulados en esta materia, no es parte de la CSS. Las múltiples dimensiones de la CSS se desarrollan a su vez en diferentes niveles: regional, interregional y multilateral. El nivel regional incluye los mecanismos de cooperación en los esquemas de integración, como por ejemplo el Fondo de Convergencia Estructural del MERCOSUR, en tanto el interregional abarca las relaciones bilaterales, las alianzas inter-continentales, como IBSA, y los foros de concertación como la Cumbre ASA. En el nivel multilateral se incluyen las acciones coordinadas de los países y los grupos de presión en el marco de los organismos internacionales, tales como el G20 agrícola o el G90 en la Organización Mundial de Comercio. En relación a los actores implicados en los esquemas de cooperación, principalmente encontramos a los organismos estatales, siendo crecientemente relevantes las contribuciones realizadas por actores no gubernamentales, en el desarrollo de sus programas y proyectos. Frente a las potencialidades y beneficios que plantea la CSS deben ser tenidos en cuenta también los limitantes que provienen de la propia historia del Sur y que afectan en este caso la relación América Latina-África. A pesar de sus similitudes, el desconocimiento mutuo y la desconexión entre los PED, que transitaron sus historias nacionales mirando hacia el Norte como modelo de desarrollo, es uno de los principales problemas al momento de poner en marcha acciones comunes. En este sentido, Delgado Caicedo (2010) marca que uno de los errores en los que pueden caer los gobiernos es plantear escenarios de diálogo y programas de acción sin que primero se reconozca o se promueva una historia bilateral o multilateral que fomente los vínculos. Asimismo, señala que esta falta de conocimiento entre sí y hasta de reconocimiento del semejante por su naturaleza de origen pobre, que lo alejan de ser una opción válida de desarrollo, conlleva el peligro de aplicar los esquemas de cooperación construidos en el Norte, impidiendo que el Sur se mire a sí mismo como generador de experiencias de desarrollo autónomo sostenible. 6

Estos riesgos son detectables también en los casos de CSS implementados en esta última década por Brasil, Argentina y Venezuela en relación con África, pero junto a ellos se observan beneficios mutuos, actuales y potenciales. Por tanto, se analizarán a continuación las posturas oficiales de los tres gobiernos en torno a la CSS -en su sentido amplio- y al lugar de África en las políticas exteriores, así como también las acciones de cooperación por ellos desarrolladas, considerando en particular la CTPD, cuya ejecución refleja la voluntad política de estrechar relaciones bilaterales. En ese sentido puede observarse que ambas dimensiones, la amplia y la restringida, se superponen y a veces se diluyen en la otra. 3. Brasil y África Desde la asunción de Lula Da Silva en 2003, la política exterior brasileña se direccionó hacia la construcción de un liderazgo regional con inserción global, a través de activas políticas hacia los países del Sur. Por el tamaño de su economía, su potencial demográfico y su extensión territorial, el gobierno considera a Brasil partícipe natural del grupo de potencias emergentes conformado por China, India, Rusia y Sudáfrica, en condiciones de trabajar para cambiar la correlación de fuerzas internacionales existentes. Como todo país en ascenso desarrolla un doble estándar en su comportamiento global y regional. Como si se tratara de un juego en un laberinto de espejos que distorsionan los reflejos, Brasil “agranda” o “minimiza” sus cualidades según las circunstancias así lo exijan (Lechini y Giaccaglia, 2011). De acuerdo con Cervo (2003), a través de su política exterior Brasil prioriza la construcción paralela de alianzas regionales y globales para la consecución de objetivos relacionados a las necesidades del desarrollo socio-económico interno y promueve en el sistema internacional un orden político y económico más democrático, justo y equitativo. En el gobierno de Lula se ha combinado la posición tradicional de la diplomacia brasileña en defensa del multilateralismo con la comprensión de que los procesos de multipolaridad y reacomodación de fuerzas que se están dando en el sistema internacional son una oportunidad favorable para defender y ampliar los márgenes de maniobra del país. Esta nueva lectura del sistema internacional implicó acciones concretas tales como la reivindicación de un asiento permanente en el Consejo de Seguridad o la recuperación de espacios que habían sido sacrificados, como África. A través de la CSS Brasilia apunta a multiplicar las alianzas políticas con países en desarrollo y con los emergentes, así como incrementar sus socios comerciales, sin por ello ir en detrimento de las tradicionales relaciones con el mundo desarrollado. Durante la II Cumbre ASA, el presidente Lula Da Silva expresó: “O século XXI nos encontra cada vez mais unidos. Não há desafio global que não possa ser enfrentado, conjuntamente, pela África e pela América do Sul. E não há desafio global que possa ser enfrentado sem a América do Sul e sem a África. A integração regional, o multilateralismo e a cooperação Sul-Sul são nossas armas na construção de um mundo mais justo”9. Según el Canciller Patriota, la política Sur-Sur es prioritaria en la agenda multilateral de Brasil, donde procura asegurar los mecanismos de cooperación y los 9

Discurso do Presidente da República, Luiz Inácio Lula da Silva, durante a II Cúpula América do Sul África - Isla Margarita-Venezuela, 26 de septiembre de 2009. Disponible en: http://www.itamaraty.gov.br/sala-de-imprensa/discursos-artigos-entrevistas-e-outrascomunicacoes/presidente-da-republica-federativa-do-brasil/233442177142-discurso-do-presidente-darepublica-luiz-inacio/?searchterm=sul-sul

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foros de debate que reflejen la geopolítica contemporánea y no sean clubes que polaricen o excluyan a ciertos países10. Como se mencionara, la revitalización de la agenda africana se constituyó en uno de los ejes centrales del gobierno de Lula. La actividad diplomática se intensificó a nivel bilateral y también multilateral, a la vez que la relación comercial se incrementaba. Durante sus dos mandatos, el presidente realizó 11 giras por el continente, visitando 23 países y cerrando su gestión con un viaje a Mozambique junto a la presidenta electa, Dilma Rousseff. Esta fue una clara señal de continuidad de la política brasileña hacia África, la cual fue confirmada durante la gira africana de Rousseff en el primer año de su gobierno, en octubre de 201111. La activa actuación presidencial tuvo su correlato en el dinamismo diplomático, revirtiendo cierto retraimiento sufrido en los noventas. Actualmente, sobre un total de 53 países africanos Brasil posee 31 misiones diplomáticas permanentes, siendo que 15 fueron abiertas durante las presidencias de Lula12. Del mismo modo, aumentaron la cantidad de actos internacionales firmados con los países africanos, los cuales ascendieron a 346, un 67 % de los 519 firmados en el período 1960-2010. En materia de acción multilateral, es importante rescatar la intensificación de las actividades con los países de la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP) y la promoción de nuevas iniciativas, como el foro IBSA y las cumbres ASA y ASPA. Estas instancias se presentan como plataformas para proyectar los intereses brasileños en el exterior y para atender intereses globales que no serían posibles de alcanzar de manera individual. La diversificación temática y geográfica con los países del Sur se inserta en un proyecto de búsqueda de mayores niveles de autonomía y márgenes de acción con respecto a los actores centrales. Las históricas conexiones culturales y lingüísticas, sumadas a una mayor atención a la población de afrodescendientes, se reflejaron en la profundización de la cooperación cultural con África, principalmente en el ámbito de la CPLP. Allí se facilita el intercambio de profesores, el fortalecimiento de las instituciones de enseñanza media y superior de los países de lengua oficial portuguesa, y la movilidad de estudiantes entre los miembros a través de los programas PEC-G y PEC-PG, destinados a estudiantes de grado y pos-grado, respectivamente. Por otra parte, los Ministerios de Educación, de Cultura y de Relaciones Exteriores brindan subsidios para una red de académicos en universidades africanas donde hay centros dedicados al portugués como lengua y a la literatura y cultura brasileña (Rizzi et. al., 2011). En cuanto a la cooperación técnica, que está gestionada por la Agencia Brasileña de Cooperación (ABC) desde 1987, son datos destacables que el 50% de los gastos de ejecución se destinan a proyectos desarrollados en África13 y que entre 2005 y 2009 el presupuesto de la ABC para los países africanos se incrementó en un 1578%. Las principales áreas temáticas son agricultura, combate contra el hambre, preservación del medio ambiente y salud pública, destacándose por su magnitud los siguientes cuatro proyectos: fortalecimiento de la industria algodonera de los “Cotton 4” (Benin, Burquina Faso, Chad y Mali); apoyo al desarrollo de la ricicultura en Senegal; el 10

“A política Sul-Sul é prioridade”, entrevista a Antônio Patriota por Cynara Menezes, 14 de febrero de 2011. Disponible en: http://www.itamaraty.gov.br/sala-de-imprensa/selecao-diaria-de-noticias/midiasnacionais/brasil/carta-capital/2011/02/14/a-politica-sul-sul-e-prioridade-entrevista/?searchterm=sul-sul 11 Dilma Rousseff visitó Sudáfrica, Angola y Mozambique. 12 Misiones permanentes en: Angola, Argelia, Benin, Botswana, Cabo Verde, Camerún, Costa de Marfil, Egipto, Etiopía, Gabón, Ghana, Guinea, Guinea Bissau, Guinea Ecuatorial, Kenia, Libia, Marruecos, Mozambique, Namibia, Nigeria, República del Congo, República Democrática del Congo, Senegal, Santo Tomé y Príncipe, Sudáfrica, Sudán, Tanzania, Togo, Túnez, Zambia, Zimbabwe. 13 América Latina y el Caribe reciben el 40% y Asia y Medio Oriente 11% (Fuente: IPEA, 2011).

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programa de cooperación triangular para el desarrollo agrícola de las sabanas tropicales en Mozambique (ProSAVANA); y fortalecimiento y apoyo técnico a la plataforma de Innovación Agropecuaria de Mozambique (IIAM) (Rizzi et. Al., 2011). De acuerdo con el Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA) del gobierno brasileño, los principales socios africanos que reciben fondos son Mozambique, Guinea Bissau y Cabo Verde, pero los proyectos se extienden a casi toda África: Marruecos, Argelia, Malí, Senegal, Libera, Santo Tomé y Príncipe, Ghana, Camerún, Angola, Kenya, Sierra Leona, Zimbawe, Botswana, Tanzania y República Democrática del Congo. Los mismos están focalizados principalmente en la provisión de tecnología y en la creación de capacidades relacionadas con la agricultura y la salud pública –lucha contra la malaria y el HIV/SIDA, bancos de leche materna y formación profesional– (Macedo Cintra, 2011). Para Brasil, la CSS es una opción estratégica de “parceria”, un instrumento de política externa del cual Brasil se sirve para asegurar su presencia positiva y creciente en países y regiones que considera primordiales. Se prioriza la CSS en las relaciones internacionales teniendo en vistas su capacidad de estrechar lazos, en la esperanza de que sea uno de los caminos más seguros para lograr el desarrollo sustentable y un mejor nivel de vida de las poblaciones involucradas. Según, la ABC, la cooperación técnica horizontal no implica condiciones de contrapartidas comerciales o garantías de acceso a recursos naturales -tal como sucede con la cooperación que brindan algunos otros países emergentes-, ni es asistencialista. Parte de la premisa de que el respeto a la soberanía y el desarrollo de las capacidades locales, que es fundamental para la absorción efectiva de los conocimientos14. La cooperación al desarrollo Sur-Sur dista de la idea de “cooperación enlatada” tan cara a la AOD. Su enfoque está en las demandas recibidas y en la elaboración participativa de proyectos donde los destinatarios tienen tanta voz como el donante. El gobierno brasileño entiende que la CSS es un intercambio entre iguales con beneficios y obligaciones mutuas que presenta un punto de cambio en las estrategias y prácticas de cooperación internacional en el siglo XII. De acuerdo con el director de la ABC, ministro Marco Farani, la cooperación de Brasil se caracteriza por llevar tecnologías y políticas públicas exitosas en el país hacia otros países en desarrollo que lo soliciten, en base siempre a un diseño conjunto de los proyectos que garanticen que sean adecuados a sus necesidades y para que puedan ser sustentables de forma autónoma una vez finalizada la participación brasileña (citado en Biehler Mateos, 2011, p. 50). En este marco, las directrices de la ABC giran en torno a la priorización de programas que intensifican las relaciones de Brasil con socios relevantes, apoya proyectos que tienen base en las prioridades nacionales de los países receptores y que en lo posible tengan contrapartida local y/o participación efectiva de los socios, establece preferentemente relaciones con entidades gubernamentales y canaliza esfuerzos en aquellas iniciativas que prevén un efecto multiplicador15. Esta concepción se refleja en el accionar de los casos más renombrados. Por ejemplo, la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa) envió a África en el año 2006 investigadores para detectar demandas y reunirse con pares para evaluar posibles líneas de acción conjunta. Desde ese momento, la cooperación de Embrapa aumentó y se complejizó, pasando de acciones de capacitación a proyectos de mediano plazo. Entre ellos se destacan los campos experimentales de algodón en Malí y de arroz 14

ABC, 2012, “CGPD - Coordenação Geral de Cooperação Técnica entre Países em Desenvolvimento. Disponible en: http://www.abc.gov.br/abc/coordenacoesCGPDIntroducao.asp 15 ABC, 2012, “CGPD - Coordenação Geral de Cooperação Técnica entre Países em Desenvolvimento. Disponible en: http://www.abc.gov.br/abc/coordenacoesCGPDIntroducao.asp

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en Senegal, donde se observan las condiciones de adaptabilidad de la tecnología brasileña a las condiciones locales, y la Plataforma de Innovación Agropecuaria en Mozambique. Esta plataforma, que cuenta con el apoyo de Estados Unidos, es la primera en su estilo y está orientada a la investigación conjunta con los africanos. El traspaso de experiencias está presente en estas iniciativas donde se ayuda a los pequeños campesinos africanos a trabajar sobre tierras semi-áridas como las del nordeste de Brasil y fomentar la agricultura comercial en las franjas fértiles (Biehler Mateos, 2011). En el gran arco de la dimensión agropecuaria también se sitúa la experiencia brasileña en la producción de biocombustibles, siendo el país el segundo productor de bioetanol del mundo, con 33,2% de participación en el mercado en el año 2009 detrás de Estados Unidos, que produjo el 54,7% por ciento de la producción mundial16. En este área también se está trabajando en proyectos para el desarrollo de plantas de bioetanol en África, con tecnología brasileña. En mayo de 2010 se acordó el Diálogo Brasil-África sobre la Seguridad Alimentaria, Nutrición y Desarrollo Rural, en el marco del cual Brasil está ejecutado diez proyectos pilotos en el continente y brinda cursos de formación en agricultura familiar. Este esquema cuenta con aportes de la Junta de Comercio (CAMEX) por 193 millones de dólares para implementar en Ghana y Zimbabwe el Programa “Más alimentos para África”, que replica el modelo brasileño de modernización de la producción familiar en condiciones financieras favorables (SELA, 2011). Este programa retoma la idea de “condicionalidad” criticada a la cooperación Norte-Sur dado que implica la compra de equipos producidos en Brasil. El área de salud está fuertemente marcada por las actividades de Fiocruz17, las cuales se enfocan en la formación de recursos humanos y el fortalecimiento institucional de áreas relacionadas con la salud, particularmente en los países de habla portuguesa. Cabe resaltar entre las iniciativas un proyecto que ha tenido gran difusión e impacto mediático: la instalación de una fábrica de medicamentos genéricos contra el HIV en Mozambique. La cooperación contra el HIV/SIDA se remonta al gobierno de Fernando Henrique Cardoso y pasó a ser estratégica durante los gobiernos de Lula, quien en 2003 anunció la construcción de la mencionada fábrica, que será la primera unidad de extensión de Fiocruz fuera de Brasil. En 2005 se firmó el acuerdo bilateral para estudiar la viabilidad de la planta y en 2008 se realizó el acto de inauguración, aunque al día de hoy la planta no está funcionando aún. El objetivo es que la fábrica produzca genéricos antirretrovirales no sólo para Mozambique, sino también para otros países de África Subsahariana, convirtiéndose en el primer laboratorio público de la región18. El costo de la iniciativa es de US$ 31 de reales, de los cuales Brasil aportó 21 para la compra de equipos, capacitación y materiales de construcción. En noviembre de 2010, Lula viajó a Maputo junta a la presidenta electa, Dilma Rousseff, con el objetivo de demostrar las acciones de cooperación de Brasil hacia África y fue central para ello la visita a las obras de la fábrica. Además, encabezó las inauguraciones de los cursos a distancia de la Universidad Pedagógica de Mozambique 16

CEPAL (2011) “Brasil, Argentina y Colombia lideran producción de biocombustibles en la región”, Centro de Prensa, 29 de marzo. Disponible en: http://www.cepal.org/cgibin/getProd.asp?xml=/prensa/noticias/comunicados/7/42937/P42937.xml&xsl=/prensa/tpl/p6f.xsl&base=/ prensa/tpl/top-bottom.xsl# 17 La Escuela Nacional de Salud Pública “Fundação Oswaldo Cruz” (Fiocruz), es una institución de salud vinculada al Ministerio de Salud que se dedica a la investigación avanzada médica y farmacéutica y de salud pública, contando además con programas de postgrado, formación en salud, hospitales y producción de vacunas y fármacos. 18 Entrevista realizada a la Profesora Maj-Lis Follér, Gothenburg, 5 de mayo de 2011.

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que se convirtió en la primera institución extranjera que forma parte de la Universidad Abierta de Brasil. La mayor atención prestada a África en la política exterior tiene su correlato en materia de comercio e inversiones, donde las empresas brasileñas que atraviesan procesos de transnacionalización juegan un papel fundamental. Los datos del intercambio comercial muestran la creciente vinculación. Baste señalar que en diez años las exportaciones brasileñas aumentaron de 1.347.098.183 US$, en 2000, a 9.261.599.799, en 2010 y que las importaciones desde África registraron valores de $ 2.907.082.676 dólares en el año 2000 a 11.302.224.181 en el 201019. Estos números tienen lugar en una balanza comercial con una marcada presencia de commodities que han visto incrementados sus precios en la última década. Los principales socios son Egipto, Sudáfrica, Angola, Nigeria, Libia, Ghana, Túnez, Senegal, Kenia y Camerún. Si bien los mismos importan productos primarios desde Brasil20, cabe señalar que han aumentado las ventas de productos con mayor valor agregado y maquinarias para la industria alimenticia. En relación a las importaciones21, las mismas se incrementaron junto con el precio del petróleo y la profundización de las actividades de Petrobrás en Libia, Nigeria y Angola. En 2010, las transnacionales brasileñas continuaron con una fuerte presencia en América del Sur, con un índice de regionalidad de 30,9%, en tanto a Asia le correspondió un 17% y a África un 10%. No obstante, África les ha ofrecido nuevas oportunidades de negocios en los últimos años. De hecho, en 2010 algunas transnacionales brasileras desembarcaron en nuevos países, entre los africanos figuran Egipto, Guinea Conakry, Sudáfrica y Zambia. En África, se observa que las alianzas estratégicas de empresas han contribuido a aumentar la presencia brasileña en la región. Por ejemplo, algunas empresas de construcción han hecho obras de infraestructura en países africanos por invitación de empresas mineras. La estrategia “follow de client” ha impulsado también a empresas del sector de tecnología de la información para atender clientes corporativos brasileños en sus subsidiarias en el exterior (FDC, 2011). Es tambien importante notar que a lo largo de la última década, las inversiones extranjeras directas (IED) brasileñas en África, crecieron de 69 billones de dólares en 2001 a 214 billones en 2009. No obstante, de este total, la región subsahariana recibe una pequeña parte (124 millones de dólares en 2009), siendo Angola y Sudáfrica los principales receptores (IPEA, 2011). De acuerdo con Brun (2008), Petrobrás es la empresa latinoamericana que más proyectos tiene en África en función de que ha aumentado la cantidad de petróleo procesado proveniente de África, pasando del 6,8% en 1997 al 13,63% en 2006, y desplazando a Medio Oriente (6,7%). La empresa se especializa en exploración de aguas profundas y este tipo de producción se lleva adelante en Nigeria, Angola, Egipto y Guinea Ecuatorial, lo cual indica el porqué del interés brasileño en el África Occidental.

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Fuente: Ministério do Desenvolvimento, Indústria e Comércio Exterior, 2011. Entre los principales productos se encuentran: azúcar, trigo, harinas, carnes bovinas deshuesadas, pollos, gallinas y menudencias congelados, gelatinas, jugos, chocolates y derivados, café soluble y en grano, pimienta, arroz, golosinas y aceite de soja refinado; a los que se suman las maderas y muebles, papeles, aviones, tractores y motores y grupos electrógenos. 21 Brasil importa combustibles minerales, fertilizantes con nitrógeno, cemento portland, polietilenos, aceites de petróleo en bruto, naftas para petroquímica, goma vulcanizada, elastómeros, insecticidas y gas natural. También algodón no cardado y en fibras, alfombras y revestimientos; sulfato de níquel y cromo y láminas de hierro; propanos y residuos ferrosos; cueros y pieles caprinos y ovinos y tejidos de algodón; pieles ovinas y goma arábiga, cueros ovinos y té. 20

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Junto con la empresa petrolera estatal, pueden señalarse otras empresas brasileñas que desembarcaron en África con inversiones. Según Covre Vilas-Bôas (2011), hay empresas brasileñas presentes en 22 países africanos, las cuales se dedican principalmente a los sectores minerales y a la construcción civil. La constructora Odebrecht, también competitiva en el sector petroquímico y gasífero, comenzó sus operaciones en África en 1984, con la Estación Hidroeléctrica de Capanda, en Angola. En ese país ya ha realizado más de 16 proyectos que van desde la construcción de centros comerciales y casas hasta obras de saneamiento e irrigación agrícola. En Libia, ha trabajado en la construcción de autovías y el aeropuerto de Trípoli. Las empresas constructoras Mendes Júnior y el Grupo Camargo Correia, dedicadas a la construcción, también tienen importantes actividades en África. Vale do Rio Doce, multinacional líder en la producción de mineral de hierro y de níquel, está presente en siete países africanos, siendo Sudáfrica el socio más relevante. En Gabón se interesa por el manganeso y en Mozambique por el carbón. También en la industria cultural hay presencia de empresas brasileñas en Angola y Mozambique que están aprovechando la lengua compartida, tales como las televisoras O Globo y Record. Para consolidarse en África, el sector privado brasileño ha recibido un gran apoyo de instituciones nacionales, principalmente del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES). El mismo estimuló las exportaciones a través de préstamos. En el marco del Programa de Integración con África, el BNDES concedió préstamos por 477 millones de reales, los cuales ascendieron a 649 millones en 2009, lo cual lo situó como un interlocutor privilegiado entre los empresarios brasileños y el mercado africano. Esta política crediticia ha beneficiado tanto a las grandes empresas, que desde la década del ochenta están presentes en África, como a las pequeñas y medianas que están comenzando a interactuar al otro lado del Atlántico (IPEA, 2011). El ambiente de negocios también fue promovido por la Agencia Brasileña de Exportación (APEX), que fomenta la expansión de pequeñas y medianas empresas, a través de eventos como ferias comerciales y misiones de negocios, y la Caja Económica Federal (CEF), que en Angola y Mozambique ofrece cooperación técnica para el desarrollo de proyectos habitacionales. La presencia creciente de empresas brasileñas en África se enmarca en impulso que a las relaciones les ha brindado el gobierno brasileño y de un componente privado que ha sido motivado por las oportunidades de mercado y la marca país que es reconocida en África. De acuerdo con una investigación Instituto de Estudos Estratégicos Internacionais del año 2010 sobre las percepciones de los extranjeros en Angola y Mozambique, países que reciben la mayor cantidad de inversiones brasileñas, muestra que Brasil figura entre los tres primeros en importancia e influencia en Angola y en el puesto número 11 en Mozambique (Covre Vilas-Bôas, 2011). Cuando Lula expresó “(…) no queremos saquear a África. Queremos comprar materia prima, pero también impulsar una transformación que permita que África genere riqueza y empleo. La gente simplemente no comprende que tenemos que crear más consumidores en el mundo”22, señaló claramente el lugar de África en la estrategia de inserción internacional brasileña que busca diversificar sus socios y aliados para influir en el sistema capitalista mundial y promover el desarrollo nacional. En este sentido, la CSS es un mecanismo que contribuye a lograr los objetivos brasileños en el mundo.

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“Entrevista Luiz Inacio Lula da Silva Presidente de Brasil: No figura en los planes de Brasil convertirse en potencia hegemónica”, en diario Clarín, 06/12/09, Buenos Aires.

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4. Argentina y África A partir de la asunción de Néstor Kirchner (2003-2007), los ejes de la política exterior argentina comenzaron a girar hacia el Sur. Se dejó atrás el alineamiento automático con Estados Unidos de la década de los noventa y el cumplimiento de los mandatos de los organismos internacionales de crédito, esbozándose políticas de perfil latinoamericanista con base en el interés nacional en términos de desarrollo. Estos lineamientos continúan durante las presidencias de Cristina Fernández de Kirchner (2007-) con un discurso que aboga por un lugar de los PED en el mundo, con voz y voto. En un contexto de crisis económica-financiera, con epicentro en el mundo desarrollado, el gobierno argentino promueve un mayor espacio para los países de la periferia, los cuales considera que sostuvieron el crecimiento económico mundial de la última década y que con sus experiencias pueden proveer herramientas para sortear la crisis. En esta década, se revalorizó el multilateralismo como mecanismo de inserción en el mundo, en contraposición al bilateralismo predominante en la década anterior. Tal accionar multilateral se observa tanto en los vínculos con América Latina como en las relaciones con los países en desarrollo extra-regionales y también en la postura argentina en las instituciones internacionales económico-comerciales, donde se aboga por una reforma del sistema económico-financiero internacional. Las relaciones Sur-Sur tienen un lugar destacado en una línea que busca mejorar el posicionamiento del país a través de la participación en proyectos de integración y concertación regional (UNASUR, Mercosur) y el fortalecimiento de la cooperación con países con intereses y visiones compartidas. Este esquema de relacionamiento horizontal también comprende las relaciones económico-comerciales, a través de la diversificación de socios y la llegada a mercados emergentes, como los africanos y asiáticos. Esta renovada mirada hacia el Sur colocó algunos países de África en el radar argentino en la última década. Dentro del patrón de la política por impulsos23, comenzaron a tener lugar iniciativas para facilitar la relación bilateral, tales como la apertura o reapertura de embajadas y la firma de acuerdos. Aquí es importante subrayar que mientras que en el período 1960-2003 se firmaron 88 actos internacionales, entre 2003 y 2011 se suscribieron 70 acuerdos24, lo cual es un indicador de la mayor institucionalización de los vínculos y de los intereses. A pesar de los acuerdos y de la visita de los ministros de Relaciones Exteriores y funcionarios de nivel en el continente, entre 2003 y 2012 solamente hubo 2 viajes presidenciales por África. En 2008 la presidenta visitó África Nordsahariana25 en una misión comercial multisectorial en el marco de la cual se organizaron reuniones políticas bilaterales y se firmaron acuerdos de cooperación en agricultura, tecnología, comercio e inversiones, desarrollo social, ganadería y pesca entre otras temáticas. En 2012, la primera mandataria llegó a Luanda, Angola, acompañada de una nutrida comitiva de empresarios, para participar de la Feria Empresaria Argentina. Por otra 23

El “impulso” caracteriza las acciones discontinuas y espasmódicas que responden a necesidades u oportunidades contingentes, tanto políticas como ideológicas o económicas (Lechini, 2006). 24 Los estados con los cuales se firmaron acuerdos fueron Argelia, Angola, Egipto, Guinea Ecuatorial, Libia, Marruecos, Mozambique, Namibia, Nigeria, Sudáfrica, Túnez y Zambia.Es de destacar que en esta lista están incluidos también los MOU (Memorandum of Understanding) o cartas de intención, que expresan una convergencia de deseo entre las partes y son más informales que un acuerdo 25 Los países visitados fueron Argelia, Túnez, Libia y Egipto.

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parte, se recibieron en Buenos Aires presidentes africanos (Angola y Guinea Ecuatorial) y autoridades de alto rango como ministros y cancilleres. En cada uno de estos encuentros bilaterales al igual que en los ámbitos multilaterales se destacó en el discurso la adscripción a la CSS. En las cumbres ASA y ASPA Argentina enfatizó que la coyuntura sistémica requiere estrechar el diálogo SurSur, recuperando las coincidencias en las agendas regionales. En línea, se encuentran el ingreso de Argentina como observador en la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (ECOWAS) en 2010 y en la Unión Africana (UA) en 2009. El canciller Jorge Taiana supo sintetizar la forma en que las administraciones de los Kirchner han entendido la CSS: “Indudablemente los países desarrollados son muy importantes pero nosotros ponemos acento en la cooperación Sur-Sur. Hay una voluntad política de buscar más acercamiento (...) Profundizar la cooperación Sur-Sur fue siempre una prioridad de nuestro Gobierno y más aún el momento que enfrenta la economía mundial”26. Si bien estas iniciativas pueden marcar un cambio de rumbo, no son suficientes para instalar una política africana en el marco de las acciones externas y el discurso es solo para las coyunturas específicas donde se hace necesario. Prueba de esta afirmación es el escaso rol otorgado a la Dirección del África Subsahariana y a las relaciones político-diplomáticas con los países al otro lado del Atlántico. Sin embargo, es de resaltar el crecimiento de la CSS técnica y científico tecnológica con África. La misma es concebida como un proceso de coordinación y asociación donde se respetan las particularidades de los socios. Según la Cancillería, esta perspectiva presenta beneficios singulares, dado que al mismo tiempo que se apunta al desarrollo de las capacidades internas de los países que solicitan la asistencia técnica, se incrementan las capacidades del oferente al incentivar el desarrollo de sus recursos humanos y al fortalecer sus instituciones vinculando sus propias prioridades de crecimiento (MRECIC, 2010a). Una herramienta principal de la cooperación técnica horizontal es el Fondo Argentino de Cooperación Horizontal (FO-AR)27, creado en 1992, que desarrolla sus acciones principalmente sobre tres temas: administración y gobernabilidad; derechos humanos; y desarrollo sustentable. Las acciones del FO-AR se incrementaron de 60 en el año 2000 a 389 en el año 2009. En ese período, el 26% de las mismas se centraron en el desarrollo rural, el 25% en administración del desarrollo, el 10% en temas educativos y el 7% en salud. El resto de las iniciativas fueron sobre justicia, derechos humanos, medio ambiente, energía e industria, entre otras, en un promedio del 4% cada una (Levy, 2011). Con África, las acciones giraron en torno al desarrollo sustentable, a través del apoyo al desarrollo productivo de los sectores agrícolas y de servicios que promuevan la preservación de los recursos naturales28. Esta actividad pudo desenvolverse gracias a las fortalezas argentinas29, a la expansión de la frontera agrícola africana30 y a la 26

“En Qatar, Cristina asistirá hoy al inicio de la cumbre con países árabes”, en Ámbito Financiero, 30 de marzo de 2009. Disponible en: http://www.ambito.com/noticia.asp?id=452448&seccion=Pol%EDtica&fecha=30/03/2009 27 Promueve el envío de expertos públicos y privados a terceros países, se reciben funcionarios y especialistas de otros países para ser capacitados en Argentina y se organizan seminarios sobre las temáticas demandadas. 28 Cabe señalar que en muchas de las iniciativas de CSS intervienen también otros organismos nacionales especializados, tales como el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), o el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. 29 Según el Banco Mundial, la actividad agrícola en Argentina ha crecido en la última década como consecuencia de una mayor producción y rentabilidad del sector primario, representando un 9% del PBI

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revaluación de los precios de los alimentos. Con el propósito de expandir mercados y fortalecer la presencia argentina en África, desde el gobierno se plantea la prestación de asistencias técnicas, especialmente desde el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), para que se conozca e incorpore la experiencia y técnicas argentinas, para luego poder llegar con maquinarias y fortalecer la presencia productiva argentina en la región, es decir, exportar bienes con valor agregado en origen. Durante su visita a Angola y Mozambique en marzo de 2012, el Canciller Héctor Timerman explicitó esta línea de acción al sostener que “la industria de maquinarias e implementos agrícolas es un área donde nuestro país es altamente competitivo y puede ayudar a la producción de alimentos mediante la transferencia de tecnología”, impulsando el proceso de globalización de las pequeñas y medianas empresas argentinas, y que “la política de cooperación exterior es una de las herramientas más importantes para lograr que los pueblos aumenten su nivel de vida y vivan mejor en un mundo donde se respete la paz y exista el desarrollo con equidad”, siendo la seguridad alimentaria “una prioridad que la Argentina promueve en la cooperación Sur-Sur”31. La organización por parte del Ministerio de Agricultura de la visita de ministros de agricultura africanos32 en 2011 dejó de manifiesto el interés argentino por estrechar vínculos con África en materia de agricultura y agroindustria que impliquen el traspaso de tecnología para incrementar la producción y la apertura de mercados para las empresas de maquinaria argentinas. El encuentro fue un hecho poco común en las relaciones entre Argentina y la región33 y se enmarcó en la necesidad de establecer las líneas de cooperación estratégicas para el sector agroalimentario en vistas del futuro rol de África como proveedor de alimentos. A partir de 2008 se observa un incremento de las actividades cooperativas. Junto al envío de expertos para colaborar en la mejora de la producción alimentaria africana, se avanzó en el diseño y la implementación de proyectos. Entre los mismos se destacan

en 2010. El valor de la producción creció 169% y alcanzó los USD 685 millones en 2010 y el empleo del sector pasó de 7900 puestos de trabajo en 2003 a 11800 en 2010, siendo las producciones de implementos y agropartes los que mayormente explican la generación de puestos de trabajo (Ministerio de Producción de Argentina, 2011). 30 El potencial productor de África es destacado por algunos expertos que señalan que solamente en Egipto, Etiopía, Kenia, Sudán y Uganda existen más de 50 millones de hectáreas que pueden ser destinadas a la producción eficiente (Freites, 2011). 31 Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de la Nación Argentina (2012) “Información para la prensa Nº 061/12”, Dirección de Prensa, Buenos Aires, 7 de marzo. Disponible en: http://www.mrecic.gov.ar/portal/ver_adjunto.php?id=3997 32 Participaron responsables de las carteras de agricultura de Nigeria, Ghana, Uganda, Kenya, Tanzania, República del Congo, Angola, Zimbabwe y Mozambique junto con representantes de la Nueva ASOCIACIÓN para el Desarrollo de África (NEPAD, por sus siglas en inglés); del Mercado Común de África Oriental y Meridional (COMESA); de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (ECOWAS); de la Comunidad para el Desarrollo de África Austral (SADC); de la Comunidad Económica de los Estados de África Central (CEEAC); del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (IFAD); de la FAO e instituciones financieras como el Banco Africano de Desarrollo y el Banco Mundial. 33 Durante la presidencia de Alfonsín la Cancillería argentina envió y recibió misiones de cooperación científica y tecnológica, en el marco de un convenio firmado con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. En 1986 dos misiones de cooperación se dirigieron a los estados africanos; cinco en 1987 y dos en 1988. Además, entre 1987 y 1988 se realizaron en Argentina –con eje en Buenos Aires, pero incluyendo diversas regiones del país- cuatro Seminarios argentino-africanos para incentivar la cooperación técnica en áreas específicas, contando con el apoyo de organismos nacionales altamente capacitados como el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI). Para mayores detalles consultar Lechini, 2010:72

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la idea de llevar a Mozambique el Programa Pro-Huerta34, el cual fue sumamente exitoso en Argentina y Haití, y los proyectos para instalar campos experimentales con tecnología argentina para la siembra directa. En 2011 se puso en marcha una iniciativa de este tipo en Sudáfrica, donde participan el INTA, la Cancillería, la Cámara Argentina de Fabricantes de Maquinas Agrícolas y el Centro de Investigación y Desarrollo Regional. En ese año también se firmó un acuerdo entre el South African Business Centre y el INTA, para llevar adelante un proceso de instalación de la Tecnología Argentina en territorio Sudafricano, con el auspicio de las dos embajadas y de ministerios sudafricanos. En el transcurso de 2012 también se proyecta realizar pruebas piloto con tecnología argentina en Angola y en Kenya. De acuerdo con el Secretario de Agricultura kenyano, Wilson Songa, en su visita a Buenos Aires en marzo de 2012, “el principal tema del que queremos aprender es la mecanización” dado que “la maquinaria argentina se utiliza para las áreas grandes, pero también se puede aplicar en establecimientos pequeños o medianos”35. Por otra parte, entre los años 2009-2010 se ejecutó un proyecto en Angola sobre planificación, monitoreo y evaluación de proyectos, dos en Mozambique para ingeniería minera e ingeniería ambiental, otro en Argelia sobre producción agrícola y uno en Sudáfrica para el mejoramiento genético de la soja. Asimismo, se está trabajando en nuevas líneas de cooperación, como la nanotecnología. En julio de 2011, Argentina y Sudáfrica firmaron un acuerdo para crear un Centro Argentino Sudafricano de Nanotecnología (CASN) que trabajará en la formación de recursos humanos en nanotecnología a partir de una plataforma virtual. No es un dato menor la satisfactoria balanza comercial para Argentina que se mantiene a lo largo de los años. Si bien los flujos de intercambio representan una baja porción del comercio de Argentina con el mundo, en promedio un 6% en la última década, lo importante es el salto que el mismo tuvo: de u$d 1.275.566 en 2001 a u$d 4.022.152 en 2010. En el período 2005-2010 el intercambio comercial se duplicó, reportándose en 2010 un fuerte superávit: se exportaron al continente en 4.022.152 millones de dólares y se importaron 336.99436. Los principales socios son Angola, Egipto, Marruecos, Libia, Túnez, Sudáfrica, Argelia, Nigeria, Kenya y Mozambique, donde se exportan principalmente materias primas, pero cada vez con un mayor componente de productos con valor agregado, tanto en productos de consumo terminados como maquinarias y equipos de transporte. En este sentido, los analistas destacan que es interesante el caso argentino porque a pesar de la supremacía de los productos oleaginosos, agropecuarios, cereales y lácteos, los productos industriales y los combustibles también están presentes, lo cual implica un cierto potencial para insertarse en el mercado africano (Brun, 2008). En cuanto a las importaciones desde África, se centran en combustibles minerales y productos químicos. Además de los beneficios comerciales, el gobierno argentino encuentra en África el apoyo histórico sobre el reclamo descolonizador en el tema Malvinas, de suma prioridad en la actual agenda exterior. Tanto en las reuniones multilaterales de la Zona de Paz y Cooperación en el Atlántico Sur (ZPCAS)37, la ASPA y la ASA, como en cada 34

El programa tiene el objetivo de aumentar la seguridad alimentaria de las poblaciones vulnerables y en condiciones de pobreza a través del apoyo técnico y la provisión de insumos a la producción orgánica de alimentos frescos a huertas de uso familiar o comunitario. 35 “Argentina cooperará con Kenya para el desarrollo de tecnología agraria de punta”, Prensa Argentina, 14 de marzo. Disponible en: http://www.prensa.argentina.ar/2012/03/14/28909-argentina-cooperara-conkenia-para-el-desarrollo-de-tecnologia-agraria-de-punta.php 36 Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas y Censos de Argentina (INDEC). 37 Desde 2007 presidida por Angola.

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una de las instancias bilaterales, la reivindicación de la soberanía argentina sobre las islas y el reiterado llamado a negociación a Gran Bretaña de acuerdo a las resoluciones de Naciones Unidas son plasmados en los documentos conjuntos emitidos. A la ZPCAS, cuya próxima reunión será en 2012 en Uruguay, Argentina ha trasladado la preocupación de que sea Gran Bretaña, un país extra-regional, el que se encuentre militarizando las aguas que africanos y sudamericanos resolvieron que sean una zona de paz. Con grandes distancias aún por recorrer, el camino Sur-Sur entre Argentina y África se retoma en una política exterior que intenta mirar también a sus pares, tal como lo planteó el canciller Taiana al referirse a la creciente interacción entre África y América del Sur durante la II Reunión de Jefes de Estado de la ASPA: “(…) muchos gobiernos de la región tenían una visión sur-norte, más de mirar sólo a los países desarrollados, que son muy importantes, pero nosotros siempre ponemos mucho énfasis en la relación Sur-Sur, así que en buena medida es cierto que esta voluntad política de la América del Sur de buscar más integración entre sí y con otros países del sur es algo que está en proceso”38. En este marco, si bien desde Argentina no se ha implementado una estrategia contundente para fortalecer las relaciones con el continente africano, las acciones de CTPD desarrolladas denotan que se procura continuar con los compromisos con la región. Las reiteradas alusiones a la cooperación Sur-Sur en los discursos oficiales argentinos indican que la temática se ha convertido en un tópico de agenda que ha ganado fuerza en los últimos años en el acercamiento a los países africanos. 5. Venezuela y África La “revolución bolivariana” del presidente Hugo Chávez Frías marcó un quiebre con la tradicional política exterior que desde la década del sesenta tenía como eje rector las estrechas relaciones con Estados Unidos y los vínculos comerciales Norte-Sur. Desde sus inicios, el gobierno chavista propuso una política exterior que fortalezca la soberanía nacional y promueva un mundo “pluripolar”. Según la caracterización de Lorenzini (2011), el accionar externo del gobierno chavista se define por un alto perfil, la búsqueda del integracionismo latinoamericano y una política de contra-hegemonía, que se manifiesta en la confrontación con Estados Unidos y los organismos financieros internacionales. En el esquema pluripolar constituido por Europa, Asia, África, Norteamérica y Sudamérica que se propone en el “Nuevo Mapa Estratégico” del año 2004, los objetivos de Venezuela se centraron en diversificar las relaciones internacionales y fortalecer las redes de cooperación. En este marco, Chávez aboga por una solidaridad renovada con África, donde observa que los rasgos colonialistas persisten como en América Latina, planteando una fuerte relación con países estratégicos: Libia, Argelia, Nigeria – exportadores de petróleo– y Sudáfrica. Más específicamente, las líneas de acción hacia el continente se expresan anualmente desde el 2005 en la “Agenda África”. Desde su primer publicación se destacan como temas prioritarios la consolidación de los acuerdos de cooperación, la práctica de proyectos de cooperación triangular con Cuba y Brasil, la profundización del conocimiento geográfico, económico y social de África, la difusión en África de los 38

Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de la Nación Argentina (2009) “Información para la prensa Nº 082/09”, Dirección de Prensa, Buenos Aires, 30 de marzo. Disponible en: http://www.mrecic.gov.ar/portal/prensa/comunicado.php?buscar=3763

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logros alcanzados por la Revolución Bolivariana, el cumplimiento de los compromisos de ASA y el encuentro de movimientos sociales y culturales. Sobre la base de “la petro-diplomacia” y haciendo uso, al igual que Brasil, del componente africano de la población venezolana, el presidente Chávez lanzó su estrategia africana. La inclusión y revalorización de África en la agenda implicó un activismo diplomático y presidencial, así como un cambio institucional relevante, con la creación del cargo de viceministro para África en el año 2005. Uno de los datos más significativos es el establecimiento de relaciones diplomáticas con la totalidad de los 54 países del continente y la apertura de 10 nuevas embajadas39, que suman 18 en total. En la misma sintonía se suscribieron acuerdos para darle sustento jurídico a los vínculos incipientes. Según Reinaldo Bolívar, viceministro para África, entre 1957 y 2004 el país firmó escasamente treinta acuerdos de cooperación con África, en tanto que para el 2010 se habían superado los 200 convenios firmados40. Por otra parte, Venezuela ingresó como observador a la UA, a la ECOWAS y a la SADC. En cuanto a las giras presidenciales, la primera tuvo lugar en 2006, año en el cual Chávez viajó tres veces a África41. Luego continuaron en 2008, cuando viajó a Sudáfrica, en 2009, cuando asistió a la Cumbre de la UA en Libia y visitó nuevamente Argelia y en 2010, que regresó a Libia. En cada viaje se suscribieron acuerdos de cooperación y comercio y se realizaron declaraciones políticas a favor del estrechamiento de los lazos Sur-Sur. Como correlato de las visitas del presidente venezolano, arribaron a Caracas los mandatarios de Nigeria, Olusegun Obasanjo (2005); de Gambia, Yahya Jammeh (2007) y el presidente de la Unión Africana (UA), Alpha Oumar, en cuatro oportunidades. Pero fue la llegada de 25 jefes de Estado a la Isla Margarita para la II Cumbre ASA lo que muchos califican como el mayor logro diplomático de Chávez. En el encuentro se consensuó la creación de la Secretaría de la ASA en Isla Margarita, lo cual le permite al gobierno venezolano un monitoreo cercano del trabajo del foro y la ganancia de un capital simbólico que deviene de la consideración de Venezuela como sede de la relación birregional42. En el marco de las acciones de CSS, se destacan las contribuciones de Venezuela a los organismos internacionales para el desarrollo africano, así como el aporte financiero al Programa Mundial de Alimentos (PMA) para paliar el hambre en Burkina Fasso, Kenya, Mali, Mauritania, Níger, Somalía y Zimbabwe y a la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), destinados a apoyar proyectos de intensificación agrícola para el control del agua en Burkina Faso y Mali. Cabe destacar que en el año 2010 Venezuela aprobó la Ley del acuerdo de cooperación entre Venezuela y la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO), para brindar asistencia técnica, desarrollar proyectos productivos en países africanos y ofrecer becas de estudio para la capacitación de personal africano en los diferentes centros de estudio e institutos de investigación de Venezuela (SELA, 2011). En materia cultural y educativa, el gobierno de Chávez ha realizado esfuerzos para revalorizar la herencia africana en la población venezolana y desplegar una “Diplomacia de los Pueblos”. En el año 2005 se incorporó al calendario el día de la 39

Se encuentran en Etiopia, Senegal, Mali, Gambia, Benín, Guinea Ecuatorial, Angola, Mozambique, Congo y Sudan. 40 En “Viceministro Reinaldo Bolívar presentó agenda África 2009”, Aporrea, 8 de abril de 2009. Disponible en: http://www.aporrea.org/venezuelaexterior/n132491.html 41 Visitó Benin, Malí, Angola, Guinea Bissau, Cabe Verde, Senegal, Argelia y Libia. 42 Para un análisis detallado de las relaciones entre Venezuela y África ver Giachi (2011).

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afrovenezolanidad y en 2011 se incorporó al censo de ese año la variable étnica-racial para afrodescendientes. Asimismo, se han organizado festivales culturales con los pueblos africanos, la Semana Mundial de África y las cátedras libres sobre África en el ámbito de las Universidades. Por otra parte, se crearon espacios institucionales tales como la Subcomisión de Derechos y Deberes de la Población Afrodescendiente de la Asamblea Nacional, el viceministerio para la Igualdad y Equidad de Género, Afrodescendencia y Etnicidad, la Oficina de Enlace con las Comunidades Afrodescendientes en el Ministerio del Poder Popular para la Cultura y la Coordinación de Mujeres Afrodescendientes del Instituto Nacional de la Mujer. La revalorización de la herencia africana es parte del proceso que impulsa al gobierno para aumentar los lazos de cooperación con el continente. En ese marco se lleva adelante desde 2007 el programa “Apadrina una Escuela en África”, con el objeto de asistir a escuelas con carencias con la entrega de material didáctico y arreglos edilicios, a través del Banco de Desarrollo Económico y Social (BANDES) de Venezuela, dependiente del Ministerio del Poder Popular de Planificación y Finanzas. De acuerdo con los datos del Despacho del Viceministro para África, el programa se ha desarrollado en 16 países africanos beneficiando a más de 70 mil niños. Asimismo, está en ejecución el programa de becas internacionales, promovido por la Alternativa Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA) y coordinado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología de Venezuela, a través de la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho (Fundayacucho) que ofrece capacitación en carreras como Medicina Integral Comunitaria, Gestión Tecnológica del Deporte, Turismo, Agroalimentación, Ingeniería y Arquitectura. En 2010 el mismo benefició a casi 200 estudiantes africanos de 15 países, que principalmente iniciaron carreras de medicina en la Escuela Latinoamericana de Medicina Alejandro Próspero Réveren con la idea de que vuelvan a practicar la profesión en sus países de origen. Un caso a resaltar es el programa “Operación Milagro” con especialistas cubanos, financiamiento del gobierno venezolano y apoyo del ALBA, un ejemplo de cooperación trilateral Sur-Sur. El programa tiene como objetivo intervenir quirúrgicamente a personas de bajos recursos con problemas de visión. Entre 2004 y 2008 benefició a más de 2 mil angoleños y 6 mil malienses. Otro proyecto del ALBA con impulso venezolano ha sido la atención de niños africanos con patologías cardíacas en el Hospital Cardiológico Infantil Latinoamericano “Doctor Gilberto Rodríguez Ochoa”, creado en el año 2006 (Giacchi, 2011). En consonancia con la fuerte impronta petrolera de la política exterior, dado que el petróleo le brinda al gobierno los recursos necesarios para llevar adelante sus iniciativas externas de cooperación horizontal, entre 2004 y 2010 Venezuela firmó convenios en materia energética con 16 países africanos43, principalmente a través del Ministerio del Poder Popular para la Energía y Petróleo de Venezuela. En ellos se plasma la intención de intercambiar información y expertos, cooperar en la explotación, producción, almacenamiento, transporte, refinación y distribución de petróleo y gas y emprender inversiones conjuntas. Durante el encuentro presidencial en 2008, Chávez y Mbeki firmaron un acuerdo energético que propone a la empresa petrolera de Sudáfrica (PetroSA) trabajar conjuntamente con Petróleos de Venezuela S. A. (PDVSA) en la exploración de la Faja Petrolífera del Orinoco. Esta oportunidad es más que interesante para Venezuela si se considera que Sudáfrica es un importador neto de petróleo. Por otra parte, en una política de defensa soberana de los recursos naturales, Venezuela apoya el ingreso de Sudán, Congo, Santo Tomé y Príncipe y Guinea 43

Angola, Argelia, Benín, Cabo Verde, Gambia, Guinea Bissau, Guinea Ecuatorial, Kenia, Libia, Mali, Mauritania, Níger, Republica Centroafricana, Sudáfrica, Sudan y Zimbabwe.

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Ecuatorial a la OPEP y el reingreso de Gabón a esta organización internacional. Asimismo, ha materializado proyectos conjuntos con Libia y Mauritania para la construcción de refinerías híbridas (Delgado Caicedo, 2010). El petróleo marca la agenda comercial venezolana y determina su inserción. El 85% de las exportaciones hacia África en 2008 fueron petróleo y sus derivados, por lo cual un incremento de los intercambios requiere un esfuerzo extra de diversificación. No hay que perder de vista que la duplicación entre 2004 y 2008 de las exportaciones venezolanas al continente (que pasaron de u$d 97 millones a u$d 910 millones, frente a importaciones que pasaron de u$d 39 millones a u$d 56 millones44) se debió a las exportaciones de petróleo. Asimismo, hay que tener en cuenta que la venta de petróleo a África representa el 0,79% del total mundial exportado, frente a un 52% que se destina a Estados Unidos. Ante la dependencia de las ventas a Estados Unidos, Chávez busca diversificar sus destinos en el Sur y ampliar sus márgenes de acción. La mayor presencia venezolana en África ha llamado la atención de analistas y actores del sistema de cooperación internacional para el desarrollo. Un ejemplo de color son las expresiones de analistas españoles que observan un avance de la presencia venezolana que compite con la influencia de España en el continente ante los profundos recortes que han sufrido los montos para la AOD45. Considerando la cooperación como una herramienta para controlar los flujos de inmigrantes mediante acuerdos con los países del Magreb y del África Subsahariana tanto como una carta de presentación en el sistema internacional, estos analistas consideran que si no se revierte la situación “el vacío español será llenado por Venezuela, algo que no deberíamos tolerar”46. La decidida presencia venezolana en África es parte de una política activa de inserción internacional basada en los valores de revolución bolivariana que procura mayores márgenes de maniobra en un mundo multipolar. Para ello el gobierno de Chávez dispone de capital político interno (dadas las sucesivas reivindicaciones democráticas) y económico (gracias a los recursos petroleros) para impulsar sus proyectos en el exterior. En el caso de África, la solidaridad internacional venezolana ha llevado los vínculos a un nuevo nivel valiéndose de mecanismos de la CSS aplicados tanto a proyectos como al diálogo político interregional. 6. Reflexiones finales A partir de la llegada de gobiernos con improntas progresistas (Da Silva, Kirchner y Chávez), los países sudamericanos han incorporado en sus políticas exteriores acciones de CSS de variado tipo, tanto regionales como extra-regionales. Con diferentes intensidades, los tres gobiernos comenzaron a desplegar nuevas agendas de cooperación con los países africanos. En los tres casos analizados se observa con diferente intensidad una tríada de objetivos: fortalecer la proyección internacional y los márgenes de maniobra para influir en el sistema internacional, incrementar la presencia en los mercados africanos y obtener acceso a materias primas. 44

Fuente: Banco de Comercio Exterior (BANCOEX) de la Republica Bolivariana de Venezuela. De acuerdo a estimaciones de enero de 2012, la AOD española retrocederá a los niveles de 2004 con recortes de 1.000 millones de euros en el presupuesto anual sumados a los 800 millones que fueron recortados en 2010 y 2011. González M. (2012) “El ajuste presupuestario de Exteriores hunde la ayuda española al desarrollo”, en El País, 7 de enero. Disponible en: http://elpais.com/diario/2012/01/07/espana/1325890810_850215.html 46 Papell, A (2012) “Recorte a la Cooperación Española”, Diario de Mallorca, 7 de enero. Disponible en: http://www.diariodemallorca.es/opinion/2012/01/07/recorte-cooperacion-espanola/733969.html 45

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Desde los gobiernos, se realiza una lectura del sistema internacional que indica que la coyuntura actual presenta un escenario propicio para impulsar a los países del Sur como actores con capacidad de incidir en las reglas sistémicas y avanzar en la generación de bienes públicos globales, tales como la promoción de la estabilidad económica y el fortalecimiento de redes interregionales de cooperación y concertación entre PED. De este modo, la CSS forma parte de una estrategia más amplia que procura cambiar la correlación de fuerzas internacionales en respuesta a sus intereses. En los casos de Brasil y Venezuela, es claro que las relaciones con África son parte de las estrategias de inserción internacional a través de las cuales pretenden ser reconocidos como líderes del Sur. Diferente es la situación argentina, donde si bien se observan acciones tendientes a consolidar una política hacia el continente, son los impulsos provenientes de distintas instancias de gobierno los que rigen la lógica de las vinculaciones. En relación a los proyectos de cooperación técnica y tecnológica argentinos y brasileños, se desprende que tienen como meta a largo plazo mejorar las relaciones económicas, a través de la promoción de la siembra directa y la venta de maquinaria agrícola argentina y la propuestas de salud y producción de medicamentos brasileñas. Es aquí donde puede presentarse la posibilidad de replicar algunos comportamientos negativos de la cooperación Norte-Sur considerando a África un lugar donde solamente satisfacer intereses internos sin tener en cuenta las necesidades de desarrollo africano. En la misma línea se presenta el riesgo de que se tenga en vistas solamente el comercio dados los saldos favorables en la balanza para los países latinoamericanos, los cuales no procuran remplazar a sus socios tradicionales, sino ampliar sus destinos exportadores en beneficio de sus sectores productivos más dinámicos. África cuenta con los recursos naturales y mercados potenciales que el resto del Sur requiere para continuar creciendo y América del Sur puede proveerle del conocimiento técnico y las experiencias que necesitan para poner en marcha los dormidos músculos del desarrollo. Es por ello que debe procurar evitarse la repetición en este nuevo capítulo de la historia de lo que Mbuyi (2011) denomina “la maldición de las materias primas”. Para ello, una línea a seguir que diferencia fuertemente la CSS de la Norte-Sur es la adaptación de programas y políticas probadas exitosas en PED a las realidades de sus pares y la insistencia en la “no condicionalidad” de la las ejecuciones. En función de la promoción de la CSS, un dato que hay que tener en cuenta es que no hay información sobre los montos que circulan entre los PED en forma de CSS, porque la misma incluye acciones de colaboración que no son cuantificadas monetariamente por los actores involucrados. De acuerdo con el Yiping Zhou, la Unidad Especial Cooperación Sur-Sur del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, este tipo de cooperación “(…) no se mide por el monto de recursos financieros que circula de un país a otro. Las debilidades de algunos países son las fortalezas de otros. Los países proveedores, como Argentina, por ejemplo, ayudan a Burkina Faso en el entrenamiento de médicos de hospitales públicos. No se necesita la inversión de fondos si se cuenta con la solidaridad de los gobiernos. Cooperación SurSur no se mide por los fondos ocupados, sino por la calidad y los efectos que provoca lo compartido y la utilidad para el que recibe”47. Concebir desde la solidaridad a la CSS es diferenciarla de la AOD y sus mecanismos de monitoreo, los cuales fueron implementados por la CAD y se basan en los flujos financieros entre donantes y receptores. Ante acuerdos con metas ideales como destinar el 0,7% del PBI a la cooperación al desarrollo- y registros contables 47

“La relación Sur-Sur maduró”, Página 12, Buenos Aires, 14 de mayo de 2011. Disponible en: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-168114-2011-05-14.html

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funcionales a los países dadores -como considerar AOD a los fondos entregados a los organismos multilaterales de crédito qué luego prestan a bajas tasas a los PED-, el proceso de construir una forma sui generis de “contabilizar” los flujos de CSS es una oportunidad para innovar en parámetros que superen la simple mirada economicista y consideren los intereses de todos los involucrados. La CSS superó la etapa meramente técnica, en donde solamente se concebían proyectos de transferencia de conocimientos y recursos, y está atravesando un momento político donde maduran los vínculos multidimensionalmente, abarcando la concertación de posturas ante problemas de gobernanza mundial. Las relaciones entre América del Sur y África son un ejemplo de que hay voluntad entre los países del Sur de mirar hacia los costados, a pesar de la historia de desconexión entre ambas regiones. En este sentido, aunque muchas veces suenen escuetos, los logros obtenidos hasta el momento tienen que ver con el sostenimiento institucionalizado de espacios multilaterales comunes (ASA y ASPA) y el incremento de las relaciones bilaterales cuyos principales indicadores son los encuentros de alto nivel de funcionarios, el sostenimiento de las acciones cooperativas y los aumentos de los flujos comerciales.

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