Los usos no reglados del espacio público. El barrio del Raval (20016/2010)- David Peña García

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Descripción

1 Introducción La situación se hace para ser vivida por sus constructores. El papel del “público”, pasivo o en todo caso de figurante, debe disminuir siempre a medida que aumente la parte de quienes ya no pueden llamarse actores, sino, en un sentido nuevo del término, “vividores”. I.S., Informe sobre la construcción de situaciones.1 Podemos observar la existencia de los usos no reglados del espacio público en cualquier momento mientras paseamos por la ciudad: skaters en plazas, jóvenes pintando graffiti, indigencia, venta ilegal de cerveza, etc. Muchas de estas prácticas sirven como herramienta para establecer lazos con otros individuos, incluso para crear grupos de afinidad. Los jóvenes graffiteros toman contacto entre sí en lugares donde realizan los primeros graffitis, lo mismo ocurre con el skate o los vecinos del barrio de la Barceloneta que se instalan con sillas a pie de calle. En ocasiones un número significativo de estos usos se encuentran al margen de la legalidad, o en un punto intersticial entre lo legal y lo ilegal, es decir, en el campo de la alegalidad. Los usos susceptibles a ser encuadrados dentro de esta tipología se corresponden con las formas de ocupación temporal del espacio público para diversas actividades correspondientes a diversas disciplinas, como las actividades comerciales, lúdicas, sexuales, deportivas, profesionales, etc. Estas actividades en ocasiones cubren varias de estas disciplinas, formando un palimpsesto de motivaciones personales o colectivas que dan lugar a toda una red de relaciones autónomas a las normas que rigen el espacio público. 1 Prólogo extraído del texto Informe sobre la construcción de situaciones, en el texto I.S., Problemas preliminares a la construcción de una situación, en Internacional Situacionista, vol. I: La realización del arte, Madrid, ed. Literatura Gris, 1999, p. 12

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El periodo al que hace referencia el título de esta tesis doctoral son los cuatro primeros años de aplicación de la Ordenanza de medidas para fomentar y garantizar la convivencia ciudadana en la ciudad de Barcelona. En los últimos tiempos los fenómenos que esta ordenanza abarca han llamado la atención de la opinión pública y han aparecido de manera reiterada en los medios de comunicación en diversas ciudades como problemática común a las ciudades del estado español. Los usos no reglados del espacio público, entendiendo este amplio concepto como las prácticas alegales que ciertos sectores de la población llevan a cabo en el espacio público, tales como graffiti, skate, skate in-line, ocupación de espacios, indigencia, prostitución o ventas ilegales entre otros, han sido objeto de intento de regulación con las nuevas ordenanzas sobre el uso del espacio público, poniendo en riesgo muchas de estas prácticas, dignas de ser valoradas como una suerte de creatividad colectiva, herramientas de relación de la ciudadanía, o modos de hacer, como lo define Michel de Certeau2. Las actividades que se han enmarcado aquí forman un conjunto de usos no reglados que se van a dar durante el desarrollo de la investigación en el barrio del Raval, seleccionados por su idoneidad para poder aplicar de un modo lo menos ambiguo posible las herramientas metodológicas seleccionadas. Estos usos no reglados son prácticas informales, que obedecen a un intento de satisfacción de determinadas necesidades, por lo que el inventario que se haga de estos es inevitablemente variable en el tiempo, apareciendo nuevas tipologías, o reapareciendo las viejas. Detrás de estos usos del espacio público podemos apreciar el contexto social del que son fruto -su momento- así como el momento en el que se encuentran diversos colectivos sociales determinados y la misma sociedad urbana en general. El fenómeno de los usos no reglados del espacio público se manifiesta en el centro de la ciudad de Barcelona de una forma especialmente potente dentro del grupo de grandes ciudades del estado. Aquí comparte 2 de Certeau, M., La invención de lo cotidiano, México D.F., ed. Universidad Iberoamericana, 2007

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espacio con un gran número de instituciones, así como con diversos intereses. Esta investigación se interesa por las redes sociales que estas actividades al margen de la legislación pueden generar en zonas en ocasiones degradadas, en proceso de regeneración urbana, y en plena implantación de la ordenanza cívica. Justificación del tema. Dentro del ámbito artístico, especialmente en Francia, se han escrito diversos ensayos acerca de nuevas formas de arte, que tratando de apartarse de las instituciones culturales actuales, plantean una profunda reconfiguración de la labor de diversas instituciones, como pueden ser los museos y las galerías de arte. Dentro de estas nuevas formas, se da especial importancia a la accesibilidad de un público que tradicionalmente se ha mantenido ajeno al arte oficial, como pueden ser las clases populares, al mismo tiempo que trata de buscar nuevas formas de relación entre el espectador y la obra. Michel de Certeau. Michel de Certeau concibe el arte como repertorio de lo que llama mo-

dos de hacer, concepto muy útil para el desarrollo de esta investigación. Dentro del concepto modos de hacer tienen cabida tanto lo que venimos llamando arte, como las prácticas populares, ya que se tratan estos de los dispositivos de apropiación y tergiversación, que son inconfundiblemente artísticos y que al mismo tiempo han constituido siempre un terreno donde se ejerce un tipo de resistencia y enfrentamiento político. Es de este modo que los modos de hacer, consiguen la tan ansiada “disolución del arte en la cotidianidad” de los situacionistas en una práctica. En lugar de las situaciones construidas de los situacionistas, podemos observar verdaderas situaciones construidas en la práctica cotidiana del

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espacio público por parte de la ciudadanía, estas son las diversas práctics populares que ya están y estaban ahí y que muchas de ellas se encuadran detro de lo que aquí denominamos usos no reglados del espacio público. Como indica Jordi Claramonte i Arrufat3, la mayor parte de los planteamientos artísticos se basan en dos postulados diferenciados,

-por un lado un arte autorreferencial, que hace referencia al autor, a otras obras, y al mundo del arte, -por otra parte lo que denomina concepciones agónicas de la obra, que anuncia una y otra vez la muerte del arte.

Estos dos posicionamientos estéticamente opuestos, comparten campo de actuación, ya que los paradigmas de ambos planteamientos acaban siendo escenificados en las altas instituciones del arte, museos y galerías. Frente a estos planteamientos, encontramos el trabajo de Paul Ardenne y Nicolás Bourriaud, y también el trabajo de Certeau. La estructura de esta investigación parte de unos fundamentos teóricos multidisciplinarios, abarcando campos afines al espacio público y la ciudadanía, a los cuales se ha llegado partiendo desde la teoría del arte, específicamente desde la teoría generada por la última vanguardia del siglo XX, la Internacional Situacionista, que va a desarrollar los planteamientos artísticos de las tendencias más políticas de las vanguardias del siglo pasado y que va a finalizar con la defensa de la disolución del arte en la vida cotidiana. Desde el arte. Nicolás Bourriaud en su libro Estética relacional, trata de definir for3 Claramonte, J., Modos de hacer, cap. IV, Modos de hacer. Arte crítico, esfera pública y acción directa, 2001, p. 383

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mas de arte donde se pone especial énfasis en tratar de generar nuevos modelos relacionales entre los individuos. Se puede decir que hace una recapitulación de la herencia de la Internacional Situacionista, rebuscando entre sus restos, reubicando lo recogido, y llevando a cabo una vuelta al orden para acomodarlo al contexto actual del arte y las instituciones museísticas, ya que este sistema relacional configurado teóricamente desde las premisas de la IS, afirma, solo puede darse desde dentro de las instituciones de la alta cultura.4 Bourriaud realiza una búsqueda a lo largo de la historia del arte de las distintas funciones de éste, define la primera función del arte como la de funcionar como un interfaz que conectase la sociedad humana, con las fuerzas invisibles que la rigen,5 teniendo en cuenta que el ser humano, rodeado de naturaleza, que presenta el orden ejemplar de las cosas, trataría de comprender este mecanismo, de forma que su comprensión lo acercase a los diseños divinos. Según Bourriaud, el nuevo orden relacional, en su forma dialéctica, se hace sentir ya en el Renacimiento, donde se sitúa al ser humano como centro del universo, aunque todavía subyugado a lo divino. En la actualidad, después de haber sido un software para conectar a la Humanidad con lo divino y más tarde a la Humanidad con el objeto, estamos en un momento en el que, según Bourriaud, la práctica artística trabaja como herramienta articuladora de las relaciones humanas. Dando por supuesto el carácter relacional inherente a la obra de arte, las figuras de referencia de la esfera de las relaciones humanas, se han convertido desde entonces en formas artísticas plenas; así los meetings, las citas, las manifestaciones, los diferentes 4 Bourriaud, N., Estética (editora), 2006.p. 31

relacional, Buenos Aires, Ariadna Hidalgo

5 Ibíd. p. 31

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tipos de colaboración entre dos personas, los juegos, las fiestas, los lugares, en fin, el conjunto de modos de encontrarse y crear relaciones represente hoy objetos estéticos susceptibles de ser estudiados como tales.6 Siendo las formas de arte tradicionales como el cuadro y la escultura casos particulares de una producción de formas que tiene como objetivo mucho más que un simple consumo estético. Desde los planteamientos de Bourriaud, una obra de arte se diferencia del resto de productos de la actividad humana por su transparencia social, de modo que una buena obra de arte se abre al dialogo y a la discusión, es decir, a la negociación humana, lo que Duchamp llamaba el coeficiente del arte. Como declara Bourriaud, estas prácticas artísticas han sido objeto frecuentemente de la misma crítica; al estar limitadas a espacios institucionalizados, como galerías y museos, se encontrarían en serias contradicciones debido a su interés, en origen y esencia por otro lado, hacia la socialización. Según Bourriaud, esta crítica parte de presupuestos tópicos, y defiende que las obras de arte relacional deben ser juzgadas en relación con la historia del arte, teniendo en cuenta el valor político de las formas, ya que sería un análisis poco riguroso ignorar su valor estético, siendo de este modo la exposición un punto de encuentro definido en relación con la alienación que reina en el resto del mundo. Según Bourriaud, una exposición genera un “dominio de intercambio” propio, que debe ser juzgado con criterios estéticos, o sea analizando la coherencia de la forma y luego el valor “simbólico” del mundo que nos propone, de la imagen de las relaciones humanas que refleja.7 Frente a la visión de Bourriaud de recopilación postsituacionista de experiencias previas y su vuelta al orden, de Certeau se fija y recopila experiencias de la vida cotidiana, del saber popular, esos aspectos que 6 Ibíd. p. 31 7 Ibíd. p. 17

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la población ha venido llamando arte, fuera de la dialéctica institucional. Se trata de los modos de hacer que como dispositivos de apropiación y tergiversación son inconfundiblemente artísticos y que al mismo tiempo han constituido siempre un terreno donde se ejerce un cierto tipo de resistencia y enfrentamiento político, que de Certeau califica precisamente como táctico.8 Este es precisamente uno de sus aportes más notorios para el campo de los estudios culturales urbanos, proviene de la novedosa manera en que re-enfocó la conceptualización del poder en una relación dialéctica -aunque no por ello no conflictiva- entre disciplina y anti-disciplina. Para de Certeau, igual que para Foucault, el espacio social o habitado es el resultado de un conflicto permanente entre el poder y resistencia al poder, un producto de las operaciones que lo orientan, temporalizan, sitúan y lo hacen funcionar. En cada una de estas operaciones, actúa una fuerza hegemónica y disciplinaria y otra que se le contrapone. Sin ir más lejos, como ya hemos dicho con anterioridad, estos aspectos los podemos observar en el centro de una ciudad como Barcelona; en el comercio informal del Raval, en una intencionalidad del graffiti, las zonas de skate, como el MACBA, distintas formas de arte urbano que buscan la calle como medio de exposición, y su aceptación parte de algunos casos, con una legitimidad ya más que comprobada dentro de la institución arte. Estas nuevas formas de arte relacional/contextual9, o estas maneras de hacer, quedan generalmente anuladas dentro del contexto artístico cuando los que la realizan por lo general, son ajenos a la legitimación de los museos, no reconociéndose como artistas, o incluso reconociéndose como tales, no sintiendo la necesidad de otro espacio, o pensando 8 Claramonte, J., Modos de hacer, cap. IV, p. 384 9 Arte contextual, concepto de Paul Ardenne que da título a uno de sus libros; Un arte contextual. Creación artística en medio urbano, en situación , de intervención, de participación, CENDEAC, Murcia, 2006

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la calle como único lugar donde su obra deba ser expuesta. Frente a esta visión, la concepción de estas prácticas como acto delictivo, por parte de los ayuntamientos. Centrar la discusión sobre la problemática de si algo es arte o no, se percibe aquí como un enfoque demasiado parcial y poco provechoso, debido a lo difuso y ambiguo de la misma definición del concepto arte. Por otro lado los fenómenos a estudiar son demasiado heterogéneos como para poder ser catalogados de este modo, siendo más adecuada la aplicación de los conceptos de táctica frente a estrategia, tratando de evitar caer en un debate limitado a si las prácticas no regladas son artísticas o no, mientras que si se ha tratado de abordar un debate sobre si el objeto de estudio es o no compatible con unos criterios de artisticidad desde un enfoque multidisciplinar orientado hacia un análisis y explicación del mismo. Considero que centrar la discusión sobre si estos usos son catalogables como arte sería muy poco riguroso, debido a que partiríamos de una definición, la del objeto artístico, ya de por sí extremadamente difusa, ambigua y contradictoria. Por otro lado, resulta muy interesante su apreciación desde los presupuestos situacionistas sobre la realización del arte y su disolución, así como su observación desde el concepto de situación construida. Desde estos parámetros he considerado más útil su concepción como un evento más cercano al concepto de cultura popular, si bien justificado como ya hemos dicho desde la teoría vanguardista de la IS con respecto a la superación del arte y su disolución, y emparentándolo así con el arte relacional, una derivación teórica paralela a la concebida por Bourriaud, y por tanto, con hitos teóricos tangenciales con esta. Espacio público. La decisión de desarrollar la investigación dentro del barrio del Raval se ha debido a sus particulares características que hacen que sea el barrio dentro del casco histórico de Barcelona que sufre la mayor

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implantación de los usos no reglados del espacio público, por lo que se ha llevado especial atención a atender al contexto social que envuelve al barrio: el efecto de la nueva ordenanza cívica, la regeneracón urbana y la gentrificación, la inmigración y el turismo tienen en el barrio un escenario paradójicamente común. Estos fenómenos marcan diversos aspectos significativos en las relaciones entre la ciudadanía y el medio urbano, así como la relación entre distintos usos no reglados del espacio público que se llevan a cabo por ocio en unas ocasiones y por necesidad en otro, el grueso de estos y la ciudadanía generan destacables tensiones que serán analizadas en esta investigación. El concepto barrio resulta, obviamente de gran interés en este trabajo. La división oficial administrativa coincide con la percepción que tanto la población, como los practicantes de los usos no reglados posee de esos límites, debido a la situación del barrio entre vías de especial importancia en el contexto de Barcelona, como son la rambla, ronda de Sant Pau, ronda de Sant Antoni, ronda de Universitat y la avenida del Paral·lel, lo que por otro lado ayuda a reforzar la identidad común dentro del barrio, si bien podemos apreciar aún la existencia del barrio chino, que se ha utilizado por extensión a todo el Raval, estando al menos en la actualidad relegado a la parte baja de este. El fenómeno de los usos no reglados del espacio público aparece especialmente en zonas donde su desarrollo se facilita por diversos motivos: en primer lugar podemos hablar de la importancia de un elevado porcentaje de población en situación de exclusión como condición facilitadora de la aparición de estos, y por otro lado de la condición de que se permita el desarrollo y la persistencia de las mismas durante cierto tiempo que, a pesar de las evidentes diferencias entre los distintos grupos de practicantes de estos usos, es un rasgo común, por ejemplo de la prostitución y el graffiti; su presencia en el barrio durante periodos de tiempo suficientemente significativos como para generar zonas de práctica tradicional. Mientras existen registros de la existencia de pros-

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titución en el barrio desde hace más de un siglo, el graffiti aparece en el Raval en los años 80, lo que para un fenómeno cultural tan joven lo convierte en un espacio emblemático. Este rasgo las muestra como prácticas autorreflexivas, debido a que la presión social y policial las afianza en su carácter móvil e intermitente, teniendo siempre como referencia su propia historia reciente ante la desaparición de su historia pasada. Es importante la influencia de la ordenanza cívica que entró en vigor a finales de enero del 2006 en la utilización del espacio público por parte de la ciudadanía, ya que presta atención y penaliza diversas acciones en el espacio urbano que tienen cabida dentro del concepto de usos no reglados del espacio público, siendo esta una norma jurídica dictada por el ayuntamiento y orientada hacia la ordenación del espacio público. Además es destacable el proceso de gentrificación que está afectando a la zona a estudiar, de modo que muchos habitantes se ven forzados a mudarse a otras zonas de la ciudad. Exclusión. El proceso por el que diversos elementos se someten a una regularización provoca la exclusión de otros. Este proceso, referido al ámbito de esta investigación, es especialmente destacable en el contexto occidental, donde la regularización y reglamentación alcanza su carácter más extenso, ampliando la malla del poder foucaultiana un paso más allá. Los elementos que quedan fuera del proceso de organización quedan sin remedio en una situación entrópica marginal, de modo que paradójicamente, la organización de la sociedad en estructuras sociales progresivamente más complejas y reguladas, provoca un residuo considerable de elementos excluidos. Estos grupos, como Richard Adams10

va a plantear, representarían un ámbito de entropía y caos en lo social, producto de un pensamiento institucional desarrollado bajo el amparo y la influencia del desarrollo tecnológico. Por lo general los grupos que

10 Adams, R., Harnessing technological development, en Poggie, J.S., Rethinking modernization. Antropological perspectives, Green wood Presss, Westport, 1975

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quedan fuera del entramado social legitimado y del amparo del sistema institucional, tratan de generar algún tipo de autoorganización o autoregulación, evolucionando posteriormente a la selección de grupos autoorganizados y/o autoregulados que prevalecen generando así la aparición de un nuevo nivel coordinativo con el que presentarse frente al resto de grupos sociales urbanos. Parafraseando a Jordi Borja, diremos que el espacio público es un espacio de representación11, es el espacio en el que la sociedad se hace visible, por lo que en él las relaciones entre el poder y la ciudadanía se hacen visibles de una forma colectiva, dando lugar a un entramado de redes de relación mediado por diversos agentes provenientes de los más variados campos, desde los institucionales, a los vivenciales, cuyo encuentro provoca frecuentemente diversas tensiones acerca del uso del mismo. Los usos no reglados pueden ser entendidos así como prácticas antagonistas en la forma de comprender y/o utilizar el espacio público por parte de los colectivos practicantes, convirtiéndose así en un objeto sensible de ser analizado en su dimensión política, parte activa y visible de una subjetividad militante y rebelde: Por otro lado, el proceso de regeneración urbana de los centros históricos y el fomento del sector terciario como generador de riqueza y fuerza productiva de las ciudades occidentales, ha llevado a un incremento de las dinámicas de exclusión, resaltando las diferencias sociales en las zonas inmersas en los procesos de regeneración y en la mutación de las funciones de dichas zonas dentro del contexto de la ciudad. En este caso, la ocupación del espacio público de manera temporal se convierte en una herramienta para la mera supervivencia, convirtiéndose así en signos explícitos de una precariedad social y desarrollando cuando el contexto es favorable, auténticas herramientas empoderativas para diferentes colectivos sociales que por diversos motivos se encuentran en una situación de exclusión de la que a menudo es imposible evadirse. En el caso de la población sin hogar, no se puede hablar de herramienta empoderativa, pero sí como una herramienta de apoyo mutuo. 11 Borja, J., Muxí, Z., El espacio público, ciudad y ciudadanía, Barcelona, Diputació de Barcelona, 2001, p.30

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