Los trolls y la opinión pública

May 22, 2017 | Autor: Ariel Maidana | Categoría: Social Networks, Political communication, Journalism And Mass communication
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Descripción

Los trolls y la opinión pública Ariel Maidana Durante el siglo XX, la comunicación de masas se desarrolló de manera marcadamente asimétrica: diarios, radio y televisión emitían contenidos, y el público los consumía. Si bien la recepción no era “pasiva, homogénea y masificada” (como creían los primeros teóricos de la Mass Communications Research) (García Beaudoux, D’Adamo y Aruguete, 2014, p. 344), los miembros del público no tenían medios para emitir mensajes más allá de sus interacciones cotidianas con amigos, familiares y conocidos, con excepción de las cartas de lectores o alguna participación ocasional en un programa de radio o televisión. Las decisiones sobre los mensajes que se emitirían estaban en manos de unos pocos gatekeepers (Arrueta, 2010, p. 25). Las teorías que surgieron para explicar a los medios y su papel en la sociedad fueron pensadas para esas condiciones. La aparición de los nuevos medios basados en Internet (en particular los blogs y las redes sociales como Twitter) hicieron que los investigadores comenzaran a cuestionarse en qué medida y de qué maneras se estaba modificando el escenario. Por ejemplo, las tesis de la teoría del establecimiento de agenda comenzaron a ser desafiadas (Aruguete, 2015, p. 163) y se abrió un debate que aún continúa. Los estrategas políticos y los propagandistas, que estaban acostumbrados a jugar con ciertas reglas, también tuvieron que adaptarse a la nueva situación, y comenzaron a utilizar nuevas herramientas. En este trabajo abordaremos una práctica que sólo es posible en el nuevo escenario: la utilización de trolls y bots en las redes sociales. A diferencia de otra innovación reciente, el big data, que busca ayudar a medir la opinión pública (como complemento de técnicas más antiguas como los sondeos de opinión) el uso de bots y trolls intenta influir en ella. Dicha influencia se busca de manera directa, entre los usuarios de las redes, pero más aún de manera indirecta, cuando los medios tradicionales se refieren a lo que ocurre en las redes, en particular en Twitter. El éxito de este tipo de prácticas

depende en parte de hasta qué punto los temas que se vuelven “tendencia” en esta red social se conviertan en temas prioritarios para los grandes medios, pero el impacto directo en los usuarios de la red también resulta valioso para quienes las llevan a cabo. La palabra “troll” se utiliza en los foros de Internet para referirse a aquellos usuarios que publican opiniones polémicas y provocativas con el objetivo de generar discordia, muchas veces sin otro objetivo más que el de entretenerse. Sin embargo, el significado del término ha mutado para incluir a las cuentas falsas que operan de manera coordinada para obtener un objetivo político o comercial. Según el caso, dichas cuentas pueden estar controladas por personas o por programas automatizados (es en esos casos cuando hablamos de “bots”). Recientemente se filtró un informe sobre el comportamiento de las cuentas falsas en Twitter durante un enfrentamiento entre Marcelo Tinelli y el oficialismo. El estudio se realizó sobre el hashtag “#TinelliMercenarioK”, que se convirtió en tendencia. El informe reveló que las cuentas publicaban hora por medio, de manera “mecánica” y que exactamente el mismo contenido se repetía en miles de cuentas: el 88% del contenido correspondía a repetición y retweets. Además, el informe incluyó un grafo que mostraba la desconexión mutua de los iniciadores del hashtag, lo que hacía a los autores descartar una propagación “natural”. Esas cuentas, si bien estaban desconectadas entre sí, estaban vinculadas con nodos del partido Propuesta Republicana (PRO), en particular a Mauricio Macri. Por último, muchas de las cuentas y de los contenidos fueron borrados luego de la operación. El informe concluye: “Hubo un ataque sistemático contra Marcelo Tinelli, proveniente de un grupo de tareas del PRO, que intervino específicamente para operar el tema y luego bajó el perfil” (“#TinelliMercenarioK”, 2016). Este tipo de operaciones tiene un costo económico. ¿Por qué hay grupos dispuestos a invertir en ellas? ¿Qué esperan obtener? Podemos ensayar una respuesta desde la perspectiva del establecimiento de agenda. Bernard Cohen, antecesor del estudio realizado en Chapel

Hill, decía que si bien los medios no suelen tener éxito en decirle a la gente qué pensar, sí lo tienen en decirle sobre qué hacerlo. Así, el primer nivel del agenda setting trabajó sobre la idea de que los medios podían “destacar ciertos temas y omitir otros y, mediante ese mecanismo, instalar lo que sería percibido como importante por la opinión pública” (García Beaudoux, et al., 2014, pp. 365-366). En los nuevos medios sociales, y en particular Twitter, este poder está más difuso que en los medios tradicionales. Sin caer en la ilusión de que todos los participantes están en igualdad de condiciones, ya que existen “actores oligopólicos (los medios, los partidos, los candidatos a cargos ejecutivos, etc)” (Fraticelli y Slimovich, 2016, p. 192), reconocemos que la capacidad de emitir mensajes está menos concentrada. Es cierto que muchos trending topics surgen de propuestas de medios tradicionales, en particular programas de televisión (que sugieren el uso de un hashtag para acompañar opiniones y comentarios sobre los temas tratados) y también por el interés de los usuarios sobre notas publicadas por periódicos digitales y en papel. Pero estas tendencias resultan de las publicaciones de miles de usuarios, y se propagan a través de las redes de contactos, de un modo que ha sido llamado “viral”. Este proceso difumina en muchas manos la capacidad de poner a un tema en la lista de tendencias. Está claro que esto no equivale a instalar un tema en la agenda pública, pero puede ayudar a hacerlo, de más de una manera. Por un lado, de manera indirecta, porque Twitter se ha convertido en una fuente de noticias para los medios tradicionales. Y por otro, porque un sector creciente de la población, en particular el segmento más joven, pasa más tiempo en Internet que mirando televisión (Calvo, 2015, p. 12). Las operaciones de bots y trolls buscarían, así, el poder de instalar tendencias salteando la selección del público. Una vez instalado un tending topic, se convierte en tema de conversación para muchos usuarios de por el solo hecho de figurar en esta lista, y así se logra el objetivo. Los medios tradicionales también suelen hacerse eco de estos temas, aunque también puede ocurrir (como en el caso del ataque a Tinelli) que en ellos se hable sobre el “troll center” que los originó.

La concepción estratégica del framing también nos resulta útil para interpretar este fenómeno, tal como afirman Sadaba, Virgili y Castro (2012, p. 115): Liderar el modo en que se encuadran dichos asuntos es de vital importancia para establecer los términos en los que se desarrollará el debate público. (…) La concepción estratégica del framing se asienta sobre la premisa de que definir la realidad con unas u otras palabras lleva a diferentes universos de discurso que promueven diferentes juicios, actitudes y conductas entre los receptores.

Así, una operación con cuentas falsas podría ayudar a imponer una expresión para llamar a un determinado fenómeno o situación, y definir un marco que favorezca a una de las posiciones. El descubrimiento y denuncia de una operación de este tipo no le resta efectividad, al menos no más que de un modo marginal. Ahora bien, estas operaciones también podrían servir para traspasar los límites de la cámara de eco de una parte de los usuarios. Calvo (2012, p. 14) llama “cámara de eco” al efecto por el cual los algoritmos de las redes sociales nos exponen a visiones consistentes con las nuestras. Sin embargo, todos aquellos usuarios que no hayan configurado trending topics personalizados verán tendencias basadas en su ubicación geográfica, no en sus preferencias ideológicas. Así, esta pequeña lista puede convertirse en una ventana hacia el mundo exterior de la “burbuja de filtro” (Bozdag, 2013, p. 209) de cada usuario. Rápidos cambios ocurren en el mundo de los nuevos medios, que incluyen modificaciones secretas a los algoritmos que determinan lo que vemos, y el ascenso y descenso de redes (los grandes diarios tienen reinados de décadas, pero diez años suena una eternidad para el predominio de una red). Debido a esto, cualquier conclusión debe tomarse con cautela. No podemos estar seguros de qué aspectos del funcionamiento de las redes se consolidarán y cuáles serán efímeros. Pero creemos que los que hemos mencionado en este trabajo serán relativamente estables, ya sea en las redes actuales, o en otras emergentes o por crearse, y que

ningún actor político podrá darse el lujo de ignorar la existencia y la potencia de estas herramientas, o correrá con una seria desventaja. Bibliografía “#TinelliMercenarioK. Análisis de manipulación e implantación del tema” (julio de 2016) Recuperado de https://es.scribd.com/document/319163524/Informe-sobre-el-ataquedigital-contra-Tinelli Arrueta, C. (2010). ¿Qué realidad construyen los diarios?: Una mirada desde el periodismo en contextos de periferia. Buenos Aires: La Crujía. Aruguete, N. (2015). El poder de la agenda: política, medios y público. Buenos Aires: Biblos. Bozdag, Engin (23 June 2013). "Bias in algorithmic filtering and personalization". Ethics and Information Technology. 15 (3): 209–227. Calvo, E. (2015). Anatomía política de Twitter en Argentina. Buenos Aires: Capital Intelectual. Fraticelli, D., y Slimovich, A. (2016). Anatomía política de Twitter. Entrevista a Ernesto Calvo. Letra. Imagen. Sonido: Ciudad Mediatizada, (15), 191-198. García Beaudoux, V., D’Adamo, O. y Aruguete, N. (2014), Opinión Pública y Medios de comunicación de masas, En E. Zubieta, J. Valencia y G. Delfino, Psicología Social y política: procesos, teorías y estudios aplicados (pp. 339-390). Buenos Aires: Eudeba.

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