LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA DEL PERÚ Primera parte

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Denis Sulmont: los trabajadores en la historia del Perú 26/09/2015 Denis Sulmont Samain LOS TRABAJADORES EN LA HISTORIA DEL PERÚ Primera parte

Capitulo 1. EL TRABAJO EN EL TAHUANTINSUYO***

Índice

Introducción 1.1

Gestación de las culturas Andinas

1.2

El Tahuantinsuyo

1.3

La sociedad de los incas

1.4

Los trabajadores

1.5

El ayllu

1.6

Reciprocidad y trabajo

1.7

Balance de María Rowstowroski

1.8

Bibliografía

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Denis Sulmont: los trabajadores en la historia del Perú 26/09/2015 Introducción La base del modelo inca es el trabajo agrícola. La categoría laboral principal son los Hatun Runa

1.1.

Gestación de las culturas andinas

Fuente: Museo de Arqueología, Antropología, e Historia del Perú

La gestación de las diferentes culturas en el área andina ha sido larga y compleja. Nos remite a la conformación de pequeños grupos de cazadores y recolectores, luchando por adatarse y aprovechar los recursos de una geografía sumamente diversificada y difícil. Algunos de estos grupos fueron instalándose y conformando aldeas a lo largo de la costa norte y de los valles andinos. Aprovechando la riqueza marina, dieron lugar a una serie de innovaciones tecnológicas y organizativas, tales como la construcción de canales de irrigación, andenes; el cultivo de la papa y del algodón; la domesticación de los auquénidos; la producción textil y la alfarería. Innovaciones que sentaron las bases de un desarrollo agrícola y cultural propio del área andina.

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Denis Sulmont: los trabajadores en la historia del Perú 26/09/2015 Según Peter Klarén: “El catalizador para el desarrollo subsiguiente de las civilizaciones más complejas fue la introducción de un cultivo anual – el maíz – y el desarrollo de la irrigación, logros que datan de los años 3000ª 1800 a.C. Ambos desarrollos sirvieron para estabilizar la provisión alimentaría y producir excedentes, los que a su vez liberaron mano de obra para emprender tareas más especializadas como la construcción de elaborados centros ceremoniales y la manufactura de diversas artesanías” (Klarén 2011 pag.28). El incremento de la capacidad productiva y la habilidad organizativa, dieron paso a la conformación de señoríos y pequeños estados, que se convirtieron en focos de desarrollo cultural, artístico y religioso. Entre los focos más importantes producto de este proceso destacan las culturas Chavin, Moche, Lambayeque, Tiahuanaco, Wari, Chimu y – por último – la denominada Inca o Tahuantisuyo. La cultura Chavin se inició 800 años a.C. extendiéndose en una vasta área que abarcaba la costa, la sierra y la Selva. Propició una serie de innovaciones en la pesca y la agricultura; adquirió conocimientos astronómicos y elaboró una cosmovisión religiosa. Su derrumbe estuvo a un desastre natural probablemente vinculado al fenómeno del “Niño” Respecto a la cultura Moche llamada también Mochica (100 d.C. a 700 d.C.), Klarén señala: “El pueblo de moche construyó una impresionante red de acueductos de riego, y abundantes campos, capaces de sostener a una población mucho más grande que cualquiera entre la llegada de los españoles y comienzos del siglo XX. (…) los moches alcanzaron un notable nivel de desarrollo, como lo muestra su cerámica sumamente sofisticada, sus elevadas pirámides y su ingeniosa metalurgia. Ellos fertilizaron sus campos con güano, pescaron en el océano con sus singulares botes de totora y desarrollaron una elaborada red de intercambio marítimo y terrestre que se extendió a lo largo de la costa y sierra. (…) Los artesanos Moche hicieron representaciones tan realistas y exactas de si mismos y su entorno que contamos con cuadros notablemente autentico de su vida y labores cotidianas” (Klarén, 2011, p 31). A partir del siglo quinto d.C., el centro de gravedad del espacio andino se trasladó a la sierra, donde surgieron dos nuevos estados expansionistas: Tiahuanaco (600 d.C., alrededor del Lago Titicaca), y Wari (600 d.C., alrededor de Ayacucho). Ambos estados constituían una síntesis de las culturas andinas fragmentada tras la desaparición de Chavin, e influyeron en el formación posterior del imperio de Chimú en el norte y él de los Incas en el sur (Puno y Cusco). La cultura Chimu, llamada también reino de Chimor (850-900 d.C.) se asentó en la costa norte en territorios ocupados anteriormente por los mochicas. Destacó en el plano urbanístico con la construcción de la ciudadela de Chan Chan, considerada la ciudad precolombina más grande de sud-américa. Además de sus funciones ceremoniales y administrativas, Chan Chan, fue un importante centro de producción artesanal de bienes metalúrgicos y textiles (Klarén, 2011, p. 35). Se caracterizó por ser un estado centralista y expansionista, marcado por fuertes divisiones de clases.

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Denis Sulmont: los trabajadores en la historia del Perú 26/09/2015 La cultura Lambayeque (siglos VIII – XIV d.C.) surgió tras la decadencia de la cultura Chimu, y se extendió en el espacio de la costa norte, llegando a extenderse por casi toda la costa peruana. Asimiló gran parte de los conocimientos alcanzados por los Chimu, y sobresalió por su enorme sistema de irrigación, su arquitectura, su orfebrería, su metalurgia; así como sus habilidades como navegantes. Finalmente, ubicamos el proceso formativo y expansivo de los incas centrado primero en asentar su hegemonía el Valle del Cusco (entre 1200 y 1400 d.C,) y segundo, a partir de los años 1400, extender su dominio sobre al conjunto del área andina 1400 y 1500 d.C.; dominio que tuvo una corta duración al ser bruscamente interrumpida tras la captura del Inca Atahualpa por Pizarro en 1532. “Los Incas extendieron su dominio –escribe Klarén- hasta integrar decenas de distintos grupos étnicos, alcanzando hasta doce millones de personas a lo largo de unos cuatro mil kilómetros del espinazo andino de América del Sur, Lograron este apoyo no solo recurriendo a un sofisticado medios militares y diplomáticos, sino un centralismo flexible, que permitió a sus súbditos conservar buena parte de su cultura y tradiciones locales, para controlar y administrar eficazmente un imperio tan extenso, los incas levantaron una formación política compleja, que incluía una vasta burocracia, un sistema tributario, un complicado sistema de reasentamiento e integración, y una “lingua franca” común, en un área lingüísticamente diversa.” (Klarén 2011: 54).

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1.2.

El Tahuantinsuyo

No obstante su corta duración, el incanato es considerado como una de las grandes civilizaciones de la historia humana. Es un fenómeno complejo, fruto del encuentro de varios focos culturales autóctonos, sin nexo con las civilizaciones europeas y orientales. La cultura inca es objeto de una fascinación: su capacidad de organización; el esplendor de su arquitectura y de sus manifestaciones religiosas; el fomento de las relaciones de reciprocidad y cooperación, en el trabajo agrícola, alrededor de la figura del ayllu; la capacidad del sistema productivo de asegurar la subsistencia de una población numerosa. Todo ello sin contar con la escritura, ni el dinero. Esta fascinación alimentó el pensamiento utópico europeo del siglo XVI, así como diferentes corrientes indigenistas después de la colonia. La interpretación de un fenómeno tan complejo se presta a una visión idealizada. Hoy día los historiadores, junto con los arqueólogos y los antropólogos, se preocupan de investigarla de manera más rigurosa en base a un uso crítico de las fuentes. Entre las contribuciones más importantes destacan la de María Rostworowski, condensada en su libro Historia del Tahuantinsuyo (1988). Para referirse a los incas Rostworowski evita el término “imperio”, término que considera demasiado cargado del modelo europeo. Y en su lugar adopta la expresión quechua “Tahuantinsuyo”, que significa “cuatro regiones unidas entre si”. En un primer momento los Incas se afianzaron en el valle del Cuzco, ganándose la lealtad de los caciques y jefes vecinos. Tras derrotar a los Chancas –macro étnia asentada en la sierra central, alrededor de 1438 d.C.- los incas consolidaron su hegemonía en el conjunto del área andina. Se inició así una segunda etapa de expansión e integración que se cristalizo en el Tahuantinsuyo. La expansión de los incas se sustentó en una combinación de conquistas militares y arreglos con las elites y jefes locales y regionales de acuerdo a una estrategia de reciprocidad. Según esta estrategia, el inca convocaba a los señores y autoridades locales, y les ofrecía una serie de prebendas, incluyendo la garantía de la paz. Para tal objetivo debía poseer una cantidad apreciable de regalos y mostrarse “generosos” con sus vecinos. A cambio de ello el Inca ampliaba su poder y ampliaba su acceso a recursos estratégicos, tales como la tierra y la fuerza de trabajo. Este último recurso

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Denis Sulmont: los trabajadores en la historia del Perú 26/09/2015 era indispensable para la construcción de grandes obras, mantener llenos los depósitos y disponer de grandes contingentes militares. Siguiendo el análisis de Rostworoski, a medida que fue creciendo el Tahuantinsuyo fue creciendo también la cantidad de señores para agasajar. Esta obligación ejerció una presión cada vez mayor sobre el estado que debía responder a la demanda de productos, obligándole constantemente a incrementar sus ingresos; ampliar las tierras del Inca, construir andenes y sistemas hidráulicos, habilitar tierras yermas, y emprender nuevas conquistas. Lo cual creaba a su vez un mayor número de señores étnicos con quienes mantener vínculos de reciprocidad. De esta forma el propio sistema andino de reciprocidad actuó como una “bola de nieve”, exigiendo constantemente el aumento en la producción estatal con fines administrativos y políticos (Rostworowski, 1988: 68-74). Para llevar sus registros los incas recurrieron a los quipus, medio de contabilidad basado en un una serie de cordeles anudados. Los quipucamayoc eran los encargados de llevar a cabo los registros en todo lo relacionado al imperio, desde alimentos y rebaños, hasta el movimiento de tropas y fuerza de trabajo. Para su funcionamiento el Tahuantinsuyo consolidó un vasto sistema de comunicación y administración articulado en torno a una red de caminos, que interconectaba los diferentes núcleos de poder a lo largo y ancho de los Andes.

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1.3.

La sociedad de los Incas

La sociedad inca articulaba un poder estatal fuertemente centralizado en torno al la figura del inca y los curaca (jefes locales), con una economía agraria organizada en ayllus, aldeas y etnias. Lo organización social inca estaba basada en la organización de la producción agrícola, regulado por relaciones de parentesco, a través de la cuales se definía el acceso a los principales recursos, en particular: la tierra, el ganado y el agua. Este tipo de organización se asemeja al “modo de producción tributario” – originalmente denominado por Marx como “modo de producción asiático”; para hacer referencia a sociedades como el antiguo Egipto, Babilonia, China, India, los Aztecas y los Incas-. Este tipo de organización se sustenta en aldeas o comunidades locales regidas por una instancia superior que ejerce su poder a través del cobro de un tributo (en bienes y servicios), a cambio de protección y como garantía de paz1. Este modelo supone una capacidad del Estado de movilizar a grandes contingentes de mano de obra necesaria para la construcción de grandes obras (canales de irrigación, caminos, puentes, centros ceremoniales, tambos, etc.) y el trabajo de las tierras del Estado y del Sol. Este poder político y religioso se articulaba en torno a la figura del Inca, sus familiares, las alianzas con los señores de las macro-etnias, los jefes locales (curaca), los sacerdotes, los jefes militares y los administradores. Un elemento importante de organización en el estado inca, lo constituye la distribución dual del ejercicio del poder. Cada instancia de la estructura políticaadministrativa, estaba a cargo de dos jefes, estableciendo así contrapesos en el ejercicio del poder. Esta dualidad trajo consigo conflictos, que fueron aprovechados por los conquistadores españoles. Una figura importante en el funcionamiento del incario eran los jefes locales, llamados curacas. Los curacas eran las autoridades definidas entorno a uno o varios ayllus. Debido a su autoridad, tenían derecho a poseer tierras y ganado de carácter privado, y acceso a pastos de la comunidad. Disponía del trabajo de mitayos, cuyo

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Samir Amin define el modo de producción tributario de la siguiente manera: “el modo de producción tributario que yuxtapone la persistencia de la comunidad aldeana y la de un aparato social y político de explotación de ésta bajo la forma de cobro de tributos; este modo de producción tributario es la forma más común y la más general que caracteriza a las formaciones de clases precapitalistas” (Samir Amin, Categorías y leyes fundamentales del capitalismo, 1973). La contradicción subyacente a este modelo esta dada por la tensión entre la autonomía de las comunidades y la presión ejercida por el estado para apropiarse de bienes y servicios. Para resolver esta contradicción, señala Houtart, desempeña un papel fundamental el poder político y la religión (Houtart, Religión y modos de producción precapitalistas, 1989).

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Denis Sulmont: los trabajadores en la historia del Perú 26/09/2015 servicio lo canalizaba en su propio beneficio. Con el fortalecimiento del estado inca los curacasgos dejaron de ser hereditarios, siendo nombrados por el propio inca. El curaca compartía su poder con un yanapaque o segunda persona, como lo conocieron lo españoles. Éste generalmente era un pariente cercano, o usualmente su hermano, quien lo reemplazaba cuando se enfermaba, envejecía, y estaba incapacitado físicamente. Los administradores estaban encargados del registro y contabilidad de los bienes producidos y de su almacenamiento. No existía mercado de trabajo. La disponibilidad de la fuerza de trabajo estaba directamente asociada al tamaño de la población. La administración del Tahuantinsuyo se sustentaba en un cuidadoso sistema clasificatorio de los trabajadores según sexo y edad. De acuerdo a esta clasificación: los adolescentes cuidaban los rebaños. Los hombres preparaban la tierra. Las mujeres sembraran, hilaban, y prepararan la comida. Otros se dedicaban a la producción de artesanías (cerámica, objetos de plata, tejidos, cordeles, pinturas, etc). El enorme interés inca por la disponibilidad de fuerza de trabajo se desprende de la estricta contabilidad que llevaban de ella.

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1.4. Las categorías de trabajadores Las categorías laborales principales de la sociedad Inca lo constituyen las siguientes: hatun runa, los yanaconas, los mitimaes y los artesanos2. •

El hatun runa designaba al hombre adulto en pleno desarrollo de sus capacidades y miembro de un ayllu, era el personaje central del mundo inca. Comprendían a la mayoría de la población andina dedicadas principalmente a la producción agrícola. El trabajo agrícola o campesino implica cierto dominio de las leyes naturales, trae consigo una visión cíclica de la producción, e implica también la movilización de energías y el uso de herramientas y artefactos.



Los yanaconas eran trabajadores “extraídos” de su comunidad perdiendo todo tipo de lazo con la misma, rompiéndose así la relación de reciprocidad que lo unía a ésta y tenían el “honor” de servir toda su vida al inca o poderoso. Los yanaconas podían ocupar cualquier función en la administración inca, podían ser desde agricultores hasta gobernadores. El soberano usaba a los yanaconas, como regalos a sus súbditos. Los yanaconas no eran contribuyentes, su trabajo pertenecía exclusivamente a su amo.



Las mamaconas: eran la contraparte femenina de los yanaconas. Comprendía a las muchachas “sacadas” de sus lugares de origen y reunidas en las aclla huasi o “Casa de las Escogidas”. Aparte de las hermanas e hijas del Inca, quienes disfrutaban de una situación de privilegio, las demás mujeres significaban para el Estado fuerza de trabajo para la fabricación de textiles, la preparación de bebidas y como ofrendas usadas en las relaciones de reciprocidad.



Los mitmaq o mitimaes eran grupos más o menos numerosos de personas sacadas temporalmente de sus ayllus y enviadas a otras regiones junto con sus familias y sus propios jefes. Cumplían tareas específicas designadas por el Estado o por su mismo grupo étnico. Cuando eran movilizados por el Estado, su traslado tenía como finalidad poblar otras regiones o formar colonias militares dentro de zonas conflictivas o recién anexadas por el imperio. Los mitmaq, a pesar de estar alejados de sus tierras de origen, no perdían los vínculos de parentesco y reciprocidad con su ayllu original.



Los artesanos; estaban formados por grupos principalmente costeros, los mas solicitados por los incas fueron los plateros, orfebres y tejedores; muchos de los cuales fueron trasladados al Cusco para estar directamente al servicio de la elite inca. La actividad artesanal es una actividad de fabricación de objetos, de forma principalmente manual fruto del aprendizaje y la experiencia.

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Véase Rostowrowski 2004: 214.

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Los Pescadores: constituían un grupo a parte, no poseían tierras de cultivo. Sus embarcaciones podían ser de juncos, troncos, o pieles de lobo marino. Secaban los pescados que constituían la base del trueque con los pueblos andinos; desarrollando una complementariedad entre los trabajadores agrícolas y pescadores a lo largo de la costa.



Los Piñas: lo conformaban prisioneros de guerra enviados a trabajar en condiciones muy duras, como por ejemplo, en los cocales de la Ceja de Selva.



Los soldados o auca camayoc (hombres valientes) estaban conformados por hombres entre 25 y 50 años. Al parecer no eran permanentes; se reclutaban a partir de una leva obligatoria.

La división del trabajo tiene su fundamento en las capacidades de cada individuo de acuerdo a su edad y sexo.

1.5. El ayllu El ayllu hace referencia a una institución con diversidad de manifestaciones y de profundas raíces históricas. Esta asociado al concepto de “comunidad originaria”. Remite a grupos de familias emparentadas, vinculados a un territorio y que asigna a sus miembros derechos relativos al uso de la tierra, el agua y otros recursos necesarios para la producción agrícola y ganadera. En torno al ayllu se forja una identidad y un poder que regula el intercambio a través de relaciones de lealtad y reciprocidad3, a cambio de determinadas obligaciones para el Inca y el mismo ayllu. Los ayllus también se encontraban agrupados entre si formando macro etnias. El ayllu regulaba la propiedad colectiva de la tierra cultivable, asignado lotes individuales a las familias, según la edad, el número de hijos y las calidades de las tierras. Así mismo aseguraba la propiedad colectiva de las aguas, de las tierras de pasto, y los bosques. Dentro de la comunidad las tareas se llevaban a cabo en forma colectiva y por turnos. La división del trabajo descansaba fundamentalmente en la edad y el género. Los comuneros se reunían para atender los cultivos de cada uno de ellos, construir una casa o reparar el sistema de riego. A cambio de ello recibían alimentos, herramientas y otros bienes de su anfitrión. Este sistema de trabajo colectivo de base comunal aun se mantiene en los andes. El ayllu estaba obligado a asignar una parte de sus tierras, de sus rebaños y pastos para el mantenimiento del estado, y la religión estatal. Asegurando la asignación de recursos entre el estado, la religión y la comunidad. 3

Véase Alberti y Mayer Reciprocidad e intercambio en los andes peruanos (1973).

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Denis Sulmont: los trabajadores en la historia del Perú 26/09/2015 “El inca era dueño de todos los campos, minas y rebaños del imperio, las comunidades estaban obligadas a asignar una parte de sus campos y pastos para el mantenimiento del estado y la religión estatal. Este sistema significaba la división comunal en tres partes: estado, religión y comunidad”. (Klaren 2011:47)

1.6.

Trabajo y reciprocidad

El reto principal que enfrentaron las culturas andinas y que sigue vigente en la actualidad, lo constituye la dificultad de la geografía de los andes. Como escribe Fernando Rosas: “El área andina está entre las más accidentadas y escarpadas del mundo: si no se logra conocerla, es prácticamente imposible comprender lo que significó para el hombre adaptarse a ella y ‘domesticar’ su geografía, transformándola e interviniendo en ella de acuerdo a sus necesidades de supervivencia”. (2009, p. 18) El historiador Franklin Pease subraya esta capacidad de adaptación a la diversidad de las culturas andinas: “Quizás el logro más espectacular de las sociedad andinas fue el desarrollo de su capacidad de adaptación, no sólo a la geografía, sino a las experiencias de distintas sociedades que precedieron a lo Incas y coexistieron con ellos.” (1978). Las culturas andinas, encontraron en la reciprocidad un instrumento fundamental para emprender el reto de su adaptación. Para hacer frente a estos retos, los pueblos andinos desarrollaron una organización escalonada de la producción agrícola, a la que el antropólogo historiador John Murra denominó “archipiélagos verticales”. Esta organización consiste en la repartición de los cultivos en diferentes pisos ecológicos de acuerdo a la altura y los microclimas, aprovechando la diversidad y buscando disminuir los riesgos. Para aprovechar positivamente la fragmentación de las unidades agrícolas los Incas propiciaron un modo de intercambio y de cooperación basado en la reciprocidad. Como escribe María Rostrorowski: “La reciprocidad era un sistema organizativo socioeconómico que regulaba las prestaciones de servicios a diversos niveles y servía de engranaje en la producción y distribución de bienes. Era un ordenamiento de las relaciones entre los miembros de una sociedad cuya economía desconocía el uso del dinero. Existió en todo el ámbito andino y actuó como eslabón entre los diversos modelos de organizaciones económicas presentes en el amplio territorio.” (María Rostrorowski, 1988, p. 61). La fragmentación de las unidades agrícolas exigía mecanismos de regulación de los intercambios de productos y servicios. Esta regulación se desarrolló sobre la base de lazos personales, familiares y étnicos.

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Denis Sulmont: los trabajadores en la historia del Perú 26/09/2015 La reciprocidad ocupó un papel central en la regulación de las diferentes actividades sociales, especialmente en la producción y distribución de bienes. Convirtiéndose en un mecanismo clave de regulación del uso de la fuerza de trabajo. El funcionamiento de este sistema se plasmó en instituciones como el ayni y la minga y la mita. Instituciones que desempeñan todavía un rol importante en el mundo campesino. La reciprocidad contribuyó a establecer lasos personales de cooperación. No pretende establecer relaciones plenamente equivalentes en términos materiales, sino afirmar un compromiso entre las partes. Constituye así un elemento fundamental de cohesión social al interior de las sociedades andinas. La reciprocidad se despliega en tres niveles; un primer nivel se refiere a las relaciones que se establecen entre individuos de un mismo estatus social. Un segundo nivel esta dado por las relaciones Inter-étnicas o familiares, o las relaciones entre la familia y la comunidad. En un tercer nivel se pueden apreciar las relaciones entre la comunidad y su entorno; ya sean forasteros, parientes lejanos, amigos. En cada nivel la reciprocidad podía ser de carácter simétrico y asimétrico.

Fuente: Giorgio Alberti y Enrique Mayer, Reciprocidad e intercambio en los andes peruanos; 1974

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Denis Sulmont: los trabajadores en la historia del Perú 26/09/2015 Para la construcción de las obras estatales y comunales, así como para la acumulación de bienes destinados al intercambios de favores era necesaria abundante fuerza de trabajo. “En el ámbito andino el equivalente del tributo fue la fuerza de trabajo organizada por mita o turno, ya sea para el ayllu, el curaca local, el señor de la macro etnia, las huacas y durante el incario para el estado.” (Rowstorowski, Historia del Tahuantinsuyo, pagina 237). Como señala Rowe: “En el imperio todos los impuestos eran pagados en trabajo, nunca en especie. La mano de obra era aplicada al cultivo de campos especiales pertenecientes al inca y al culto oficial, pero el producto de los campos era dispuesto según el sistema de graneros. Considerables cantidades de trabajo tributario eran aplicadas a las obras públicas. Secundariamente, debía prestarse servicio personal al emperador y a la nobleza, también participar en minería, talleres y milicia.” (Rowe 1946: 265, citado por Fuenzalida 1970). La mita era un sistema de trabajo obligatorio a favor del Estado y del Inca. Los ayllus debían proporcionar un determinado número de hombres casados entre los 18 y los 50 años, para trabajos de construcción de caminos, puentes, fortalezas, centros administrativos, templos, acueductos, explotación de minas, etc. Existían también una mita militar y una mita para servicios especiales como las labores de cargadores, músicos, chasquis. Entre otros. La minca, minka, o minga era una obligación de trabajo por turnos a favor de la comunidad. Estaba destinado a obras de construcción, de tierras estatales y del sol, así como forma de ayuda de las personas incapacitadas huérfanos y ancianos. Las personas que no asistían al trabajo de minca eran expulsados del ayllu y perdían su derecho a la tierra. El ayni se refiere a un sistema de servicio mutuo, y una forma de colaboración por turnos entre miembros del mismo ayllu, destinado a faenas agrícolas y a la construcción de casas y otras tareas. A cambio de esta colaboración en trabajo, la familia beneficiada aportaba, comida y bebida durante los días que duraran estas actividades. La mita se convertirá en una de las principales formas de uso de fuerza laboral durante la colonia. Estas modalidades de intercambio basado en el trabajo personal y colectivo, siguen vigentes en las comunidades campesinas actuales y constituyen parte de prácticas de apoyo mutuo y cooperación de los migrantes andinos en las zonas urbanas.

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Reflexiones de María Rostworowski Sobre el Tahuantinsuyo

La Historia del Tahuantinsuyo narra la gesta de un pequeño curacazgo perdido en la Inmensidad de la cordillera andina que se convirtió luego en un gran Estado. Es la narración mítica de sus inicios y de la legendaria guerra contra peligrosos y numerosos enemigos. Es la epopeya de un pueblo ágrafo que supo beneficiarse de las experiencias de remotas culturas que le precedieron en el tiempo, conocimientos logrados por los habitantes de los Andes a través de milenios. Los incas asumieron aquel pasado y lo transformaron hasta alcanzar una hegemonía continental en la región occidental de América del Sur. Los naturales estructuraron modelos organizativos que asombraron al mundo europeo y sirvieron para que se creara la utopía de un Estado donde el hambre, la necesidad y la miseria estaban proscritas. La originalidad de las culturas andinas radica en su aislamiento y en el ingenio de sus habitantes para superar las monstruosas dificultades del medio ambiente. Sin embargo este Estado sucumbió ante un grupo de forasteros arribados a sus costas. Sucumbió por la debilidad de su propia formación y por los mismos motivos que intervinieron en el origen de su expansión. A medida que creció el Tahuantinsuyu y se alargaron extraordinariamente sus fronteras, sucedieron cambios en el objeto y métodos de sus conquistas. En los inicios, las luchas tenían por objeto conseguir los despojos de los vencidos y obtener un botín que enriqueciera al curaca vencedor; las guerras se efectuaban en lugares más o menos cercanos al Cusco, y los enemigos eran los mismos a través de varias generaciones de gobernantes. El deseo de acciones de rapiña acompañó a los ejércitos de todos los bandos. Después de los enfrentamientos entre chancas e incas, de los cuales salieron victoriosos los cusqueños, el objetivo de las guerras incaicas cambió, y la meta principal fue adueñarse de fuerza de trabajo ajena a través de la expansión territorial. El sistema de la reciprocidad evitó en la mayoría de casos los enfrentamientos militares. Sin embargo este método trajo consigo consecuencias no previstas. La necesidad de tener acumuladas enormes cantidades de productos agrícolas de subsistencia y de objetos manufacturados para hacer frente a las constantes demandas de la reciprocidad, obligó a los soberanos no sólo a acelerar la producción agrícola con distintas tecnologías y métodos, sino al empleo masivo de mitmaq y yana que prestaban servicios en las tierras estatales y cuyos frutos iban a colmar los depósitos gubernamentales. El Estado se veía presionado a dar continuas dádivas a los señores de diversas categorías y a los innumerables jefes militares (…). A estas exigencias se añadía el costo del sostenimiento de los ejércitos permanentemente en campaña; las pretensiones de los sacerdotes de los santuarios y huacas poderosas que debían ser aplacadas con dones para conservar su protección y neutralizar sus posibles descontentos, que serían funestos para el Inca.

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Denis Sulmont: los trabajadores en la historia del Perú 26/09/2015 Tantas y tan tremendas demandas de productos estatales exigían una inflexible e ininterrumpida compensación. Para la economía inca, la reciprocidad fue como una vorágine perpetua cuyo paliativo de nuevas conquistas y anexiones territoriales traían como resultado una creciente necesidad de aumentar los “ruegos” y “dones”. El Sapa Inca se veía invariablemente apremiado a hallar mayores fuentes de productos y de riquezas para cubrir las demandas incontrolables, y forzado a buscar la solución en nuevas conquistas. Fueron las mismas instituciones que en los inicios permitieron el desarrollo del Estado inca las que le dieron una gran fragilidad y lo hicieron vulnerable en muchos aspectos. Además, la falta de una ley adecuada para las sucesiones dejaba el campo libre al “más hábil” de los pretendientes. SI bien esta costumbre había permitido la sucesión de tres personajes de gran capacidad, como lo fueron Pachacutec, Tupac Yupanqui y Huayna Capac, ese mismo hábito desató la guerra civil, una guerra que por las proporciones del Estado adquirió un carácter continental y facilitó la conquista española.

(Maria Rostworowski, Historia del Tahuantinsuyo,1988, páginas 283-285)

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Vocabulario Quechua Auca port: hombres de 25 a 40 años Ayni: mutualidad, sistema de servicios mutuos Callpa: fuerza o poder del alma o del cuerpo: augur Capac: persona rica o poderosa Capullana: voz del idioma tallan, designa la mujer que ejerce mando y el poder Coca pallar: jóvenes de 12 a 16 años Corotasque mozuelas de 12 a 18 años, hilaban y vigilaban los cultivos Coya: reina, mujer principal Cumbi camayoc: tejedor de prendas finas Curaca: señor principal de un pueblo Chaqui taclla:; arado indígena a pie Chasqui, el mensajero Chaupi yunga: piso ecológico, tierra templada. Chaupi loco: medio viejo, de 50 años a más Guaranga: numero 1000 en el sistema organizativo Guranga curaca: señor de mil hogares. Llampa: pala: Peruanismo: Lampa Lloca: edades de uno a dos años. Mactacona: de 12 a 18 años, guardas de ganado, cazadores de aves. Micho guayna: 16 a 20. Minka: sistema de trabajo o cumplimiento obligatorio por substitución Mitmaq: persona enviada a lugar extraño a cumplir una tarea estatal. Mita, vez, turno, tiempo, periodo. Paco Aclla: Jóvenes menos favorecidas o de categoría menor Pachaca: numero cien en el sistema organizativo Payacona: mujer mayor de 50 años Pauau Pallac: niños de 9 a 12, hacían trabajos ligeros Poño loco: viejo mayor de 60 años Puailla guamara: niños de 8 a 12 años Punoc paya: vieja que duerme y come mayor de 80 años Puric Macho. Viejo mayor de 60 a 65 años Quipu:cuerdas de distintos colores con nudos. Que se usaba para contabilizar Runa: varón hombre. Rocto macho: viejo sordo de 80 a 100 años. Sayapayac varones de 18 a 20 años: manderos y guardianes. Suyu: parcialidad Tacllacoc uamracuna niñas de 9 a 12 Tataraqueci: niños de 6 a 12 Tucuyricco: administrador inca o gobernador. Unu: numero diez mil. Waru waru: camellones Yana: el criado que sirve. Zumac sipacona. Muchachas más hermosas y buenas. Extraído de Historia del Tahuantinsuyu, Maria Rostworowski, (1988: 293-302)

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Denis Sulmont: los trabajadores en la historia del Perú 26/09/2015 BIBLIOGRAFÍA ALBERTI, Giorgio y Enrique MAYER (1974) Reciprocidad e intercambio en los andes peruanos. Perú Problema 12, Instituto de Estudios peruanos; Lima, Perú. BAUDIN, Luis Baudin (1943) El imperio socialista de los incas, 1943. Editora Zig-Zag; Santiago de Chile. BURGA, Manuel, COTLER, Julio (2009) Clases estado y nación en el Perú. Instituto de Estudios peruanos; Lima, Perú. FLORES GALINDO, Alberto (1988), Historia del Tahuantinsuyo (reseña). En Posible número 10; Lima, Perú. HOUTART, Francois (1989) Religión y modos de producción precapitalistas. Iepala; Madrid, España. KLARÉN Peter (Nación y sociedad en la historia del Perú, 2004, cap.1: “La geografía y la era prehispánica”). Instituto de Estudios Peruanos; Lima, Perú LUMBRERAS, Guillermo (1974) Los pueblos y culturas del antiguo Perú, (1978) El imperio inca: ¿sociedad en transición o estado de tipo asiatico? En Análisis número 5; Lima, Perú. MURRA, JOHN, -

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