Los testamentos de las infantas Elvira y Sancha: monasterios y espacios de poder

June 8, 2017 | Autor: Carlos Reglero | Categoría: Monasticism, Historia De Las Mujeres, Reino De León, Infantas
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LOS TESTAMENTOS DE LAS INFANTAS ELVIRA Y SANCHA: MONASTERIOS Y ESPACIOS DE PODER *

Carlos Manuel REGLERO DE LA FUENTE

Publicado en Homenaje al profesor José Ángel García de Cortázar y Ruiz de Aguirre. Mundos Medievales. Espacios, Sociedades y Poder, Santander: PUbliCan – Ediciones de la Universidad de Cantabria, 2012, vol. I, pp. 835-847.

[835] Resumen Los monasterios y dominios adscritos a la categoría de Infantado no forman un bloque estable, transmitido de generación en generación, sino que a partir de un núcleo central en torno a los monasterios de San Pelayo y San Isidoro de León, San Pelayo de Oviedo y Covarrubias, se fueron incorporando y enajenando cenobios y dominios no eclesiásticos, sobre los que se ejercía un control desigual, entre la propiedad y la encomienda. La capacidad de las infantas de disponer de estos monasterios y sus bienes es vitalicia, por lo que las enajenaciones debían ser confirmadas por el rey para ser plenamente válidas; la frontera entre el realengo y el infantado es fluida. Tampoco hay una separación tajante entre los dominios de los monasterios y los dominios no eclesiásticos, pues las infantas adscriben y segregan bienes con cierta libertad. Los testamentos de Elvira (1099) y Sancha (1140-1144) muestran como la base espacial del infantado cambiaba lentamente: desaparición en Galicia, asentamiento al sur del Duero, incorporación de lugares como Grajal o Villafranca, enajenación de otros en favor de monasterios y particulares... También muestran como Sancha mantenía hacia 1140-1144 la idea del infantado, transmisible a las mujeres solteras de la familia real, a pesar de la enajenación de importantes cenobios en favor de monasterios benedictinos, órdenes militares o catedrales.

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Este trabajo ha sido realizado dentro del proyecto de investigación: “Los espacios del poder regio, ca. 1050-1385. Procesos políticos y representaciones. Subproyecto 1: Espacios, territorios y percepciones del reino. León y Castilla”, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovacion, referencia HAR201021725-C03-01 (subprograma HIST).

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[836] Abstract: The monasteries and domains that fell under the power of the Infantado did not constitute stable properties that were handed down from generation to generation. Instead, and on the basis of a core estate surrounding the monasteries of San Pelayo and San Isidoro in León, San Pelayo in Oviedo and Covarrubias, domains were expanded by incorporating additional monasteries and Church properties which were subject to uneven forms of control, ranging from those used on landed property to those pertaining to the so-called encomienda. The infantas were entitled to such monasteries and their assets on a life-long basis, so that any alienation had to be sanctioned by the king in order to be fully valid. The borders between the royal domain and that of the infantado were indeed porous. Nor was there a clear-cut divide between the monateries’ domains and non eccleasiastical properties, since the princesses both attached and disentailed properties with a certain ease. The testaments of Elvira (1099) and Sancha (1140-1144) show how the spatial scope of the infantado gradually changed as is proven by features like the disappearance of Galicia, the settlements south of River Duero, the annexation of towns like Grajal or Villafranca, the alienation of others on behalf of monasteries and individuals... The testaments moreover confirm that by 1140-1144 Sancha still entertained the idea of the infantado as a domain that could be transmitted to non-married females in the royal family, despite the alienation of major monasteries on behalf of Benedictine establishments, military orders or cathedrals.

Lucas de Tuy y Jiménez de Rada vieron en el Infantado un señorío, ligado a importantes monasterios, que reyes leoneses y condes castellanos crearon para el sostenimiento de las infantas que no pudiesen o quisiesen casarse 1; visión recogida por Pérez Llamazares o Serrano 2. Años después, García Calles distinguía dos tipos de Infantado, uno formado alrededor de un monasterio y otro integrado por dominios no

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Falque, E. (ed.), Lucae Tvdensis. Chronicon Mvndi, Brepols: Turnhout, 2003: 292 (lib. IV, 57). Fernández Valverde, J. (ed.), Roderici Ximenii de Rada: Historia de rebvs Hispanie sive historia gothica, Brepols: Turnhout, 1987: 150 (lib. V, 2). 2 Pérez Llamazares, J., Historia de la Real Colegiata de San Isidoro de León, León, 1927: 7, 38 y 64 Serrano, L., Cartulario del infantado de Covarrubias, Cuesta editor: Valladolid, 1907: XXVII, XXXIIXXXIV.

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eclesiásticos tan solo relacionados por su proximidad geográfica 3. Por su parte Henriet y Martin han resaltado su vinculación con el realengo, y como contribuía a conferir un carácter sacro a la monarquía leonesa, que afirmaba su poder 4 . Este trabajo pretende profundizar en la caracterización del Infantado tomando como punto de partida los testamentos de las infantas Elvira, hija de Fernando I, y Sancha Raimúndez, hija de Urraca.

LOS DOCUMENTOS Y SU DATACIÓN El testamento de Elvira, conservado en una copia en el Archivo de San Isidoro de León, ha sido publicado por Valcarce y Georges Martin, con fecha 1095 (era 1133) y por Martín López, con fecha 1099 (era 1137) 5. Si se acepta que la confirmación de los obispos Pelayo de [837] Astorga (1098-1121) y Alfonso de Tuy (1099-1130) es contemporánea del documento, hay que optar por 1099. En otro documento sin fecha, Elvira dió a la catedral de Orense in ipso mortis articulo, los mismos lugares y por mano del mismo ejecutor (Pedro obispo de León, su magistro) que en el testamento 6. Se trata de un documento que desarrolla el mismo. Así debe interpretarse la donación del monasterio de Piloño a Santiago de Compostela, fechada el 11 de noviembre de 1100, que contiene otra cláusula del testamento ampliada y se redacta in extrema mortis ora 7. Un tercer documento, la confirmación por Alfonso VI de las donaciones realizadas por sus hermanas Urraca y Elvira a San Isidoro de León (6 de mayo de 1103), incluye las mandas del testamento de la segunda 8. El testamento de doña Sancha se conserva en el Archivo de la Catedral de Segovia,

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García Calles, L., Doña Sancha, hermana del emperador, Centro de Estudios e investigación San Isidoro: León, 1972: 121. 4 Henriet, P., “Deo votas. L’Infantado et la fonction des infantes dans la Castille et le León des Xee XII siècles”, Au cloître et dans le monde. Femmes, hommes et sociétés (IXe-XVe siècle). Mélanges en l’honneur de Paulette l’Hermitee-Leclerq, París, 2000: 189-203. Id., “Infantes, Infantaticum. Remarques introductives”, e-Spania [en internet], 5, 2008, en línea: 13 marzo 2010. URL : http://espania.revues.org/index12593.html. Martin, G., “Le testament d’Elvire (Tábara, 1099)”, e-Spania [en internet], 5, 2008, URL: http://e-spania.revues.org/12303, en línea: 5 junio 2010, consultados: 30 septiembre 2010. 5 Valcarce, Mª A., El dominio de la Real Colegiata de San Isidoro de León hasta 1189, Institución Fray Bernardino de Sahagún: León, 1985: 92-93, nº 8. Martin, op. cit. Martín López, Mª E., Patrimonio cultural de San Isidoro de León. Documentos de los s. X-XIII, Universidad de León: León, 1995: 34-36, nº 11. Viñayo considera errónea la transcripción de Martín López, sin entrar en el problema de los confirmantes (Viñayo González, A., Reyes de León y Castilla: Fernando I (1035-1065), La Olmeda: Burgos, 1999: 75-76). 6 Castro, M., Documentos del archivo Catedral de Orense, La Popular: Orense 1923, I: 11-12. 7 Lucas Álvarez, M., La documentación del Tumbo A de la catedral de Santiago de Compostela. Estudio y edición, Centro de Estudios e Investigación San Isidoro: León, 1997: 226-227, nº 88. 8 Valcarce, op. cit.: 95-97, nº 12.

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en una copia coetánea carente de fecha. Ha sido publicado por Villar García y Martín López, situándolo el primero entre 1118 y 1159, y la segunda entre 1140 y 1148 9. Por su parte T. Martin lo data ya entre 1140 y 1144 10. En él la infanta confirma varias donaciones ya realizadas: del monasterio de Carracedo al abad Florencio (6 de noviembre de 1138), de la iglesia de San Martín de Grajal al obispo Pedro de Segovia (31 de enero de 1140), y de Santa María de Bamba a la Orden de San Juan del Hospital de Jerusalén (10 de junio de 1140). También dona a la catedral de Toledo sus casas y heredad en dicha ciudad (29 de enero de 1143), pero, al contrario que en otras ocasiones, no se dice que confirme un acto anterior; tampoco se menciona la donación a Carracedo de la villa de Cacabelos (12 de noviembre de 1142) 11. Por otra parte Sancha legaba el Infantado de Asturias a su sobrina Urraca, hija de Alfonso VII, pero con la condición de que cuando tomase marido o marchase a otra tierra dichas posesiones volviesen a poder del monasterio de San Pelayo. Urraca casó con García IV Ramírez de Navarra en junio de 1144, y no regresó a Asturias hasta después de la muerte de su marido en 1150 12. La mención de los obispos Pedro de Segovia (1119-1149) y Pedro de Palencia (1139-1147) hace imposible que sea posterior a 1150, por lo que ha de fecharse entre junio de 1140 y junio de 1144, y probablemente antes de noviembre de 1142. Sancha [838] murió años después, el 28 de febrero de 1159, según consta en su epitafio y en el Necrologio de San Isidoro de León 13. Más problemático es el año del fallecimiento de Elvira. Su tardío epitafio en San Isidoro de León lo sitúa el 15 de noviembre de 1101 14, pero los Anales castellanos II lo adelantan a 1099 o 1100 15. El Obituario de la catedral de León confirma el 15 de

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Villar García, L. M., Documentación medieval de la catedral de Segovia (1115-1300), Universidad de Salamanca: Salamanca, 1990: 107-108, nº 60. Martín López, Mª E., “Colección documental de la infanta doña Sancha (1118-1159). Estudio crítico”, León y su Historia. VIII. Miscelánea histórica de temas leoneses, Centro de estudios e investigación San Isidoro: León 2003: 290-291, nº 50. 10 Martin, T., Queen as King: Politics and Architectural Propaganda in Twelfth-Century Spain, Brill: Leiden, 2006: 157. 11 Martín López, “Doña Sancha”: 257-259, 260-261, 264-266, 268-270 y 267-268, nº 24, 27, 30, 33 y 32. 12 El compromiso matrimonial se realizaría después de mayo de 1141, cuando murió su anterior mujer: Fernández Conde, F. J., “La reina Urraca La Asturiana”, Asturiensia Medievalia, 2, 1975: 73; Reilly, B. F., The kingdom of León-Castilla under King Alfonso VII, 1126-1157, University of Pennsylvania Press: Philadelphia, 1998: 67. 13 Pérez Llamazares, op. cit.: 386-387. Suárez González, A., “¿Del pergamino a la piedra? ¿De la piedra al pergamino? (Entre diplomas, obituarios y epitafios medievales de San Isidoro de León)”, Anuario de Estudios Medievales, 33/1, 2003: 391-394. 14 Suárez González, op. cit.: 403-404. Gambra, A., Alfonso VI: Cancillería, Curia e Imperio. I. Estudio, Centro de Estudios e Investigación San Isidoro: León, 1997: 491. Viñayo, op. cit.: 76. 15 Flórez, E., España Sagrada. XXIII. Continuación de las memorias de la santa iglesia de Tuy y colección de los chronicones pequeños, Antonio Marín: Madrid, 1767: 314. Gómez-Moreno, M,

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noviembre pero sin año 16. La referida donación a Santiago de Compostela, datada el 11 de noviembre de 1100 in extrema mortis ora, confirmaba otra realizada en 1087 con reserva de usufructo. Además Alfonso VI confirmó la donación de su hermana el 16 de enero de 1100, dos meses después del testamento pero diez antes de la donación. Por todo ello creo más probable que falleciese en 1099, y que el documento de Santiago se confeccionase como ejecución del testamento.

ESPACIOS Un análisis de los documentos desde una perspectiva espacial muestra semejanzas y diferencias. El espacio central de estos infantados se extiende entre la montaña leonesa y el Duero, entre León y Sahagún al norte, y Zamora y Simancas al sur. El monasterio de San Isidoro de León figura en ambos. Elvira afirma que era ya la “cabeza”, es decir, el centro rector de las antiguas posesiones del infantado de San Pelayo de León. Esta infanta menciona otros bienes en la ciudad de León, casi todos ligados a este monasterio o a San Pelayo, aunque temporalmente en manos de vasallos y servidores de la infanta (viñas en Monte Áureo, varias cortes), si bien otra corte era Santa María y un clérigo recibía otras viñas en Monte Áureo; en torno a la ciudad cita heredades en Valdesogo, Villaquilambre, Tendal y Valdevimbre, legadas a sus vasallos, además del importante monasterio de San Miguel de Escalada (presente en el testamento de Sancha); finalmente hay unas cortes en Cea, unidas a San Isidoro. En la ribera zamorana del Esla estaba el monasterio de Tábara, donde Elvira data su testamento. Se lo legaba a su sobrina nieta Sancha, quien se lo donó al priorato cluniacense femenino de Marcigny. Este monasterio también había recibido el de San Miguel, extramuros de la ciudad de Zamora, que Elvira no menciona, tal vez porque era una dependencia de San Miguel de Escalada, del que Sancha lo separó. Al noreste de Tábara, en el valle de Vidriales, se encuentra Rosinos que Elvira mandaba a San Isidoro 17. También confirmaba a Pedro Díaz el lugar de Villamontán de Valduerna, entre Valdevidriales y Astorga, además de Castro (¿Castrotierra de la Valduerna?). En los [839] Montes de Torozos se localiza otro importante monasterio de las infantas: Santa María de Bamba. Elvira lo lega a su sobrina-nieta Sancha, mientras Discursos leídos ante la Real Academia de la Historia en la recepción pública de D. Manuel GómezMoreno Martínez el dia 27 de mayo de 1917, Imprenta San Francisco de Sales: Madrid, 1917: 27. 16 Herrero Jiménez, M., Colección documental del archivo de la Catedral de León. X. Obituarios medievales, Centro de estudios e investigación San Isidoro: León, 1994: 540. 17 Urrusinus, confirmado por Alfonso VI: et in valle de Vidriales medietate de villa Orresinos quae fuit de mea germana domna Geloira (Valcarce, op. cit.: 96, nº 12).

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que esta confirma la donación que había hecho del mismo a la Orden de San Juan. Elvira devolvía a este cenobio los lugares de Villalba (de los Alcores) y Penilla (despoblado en Peñaflor de Hornija, Valladolid) 18, que Sancha se reservó al hacer la donación. El monasterio de San Pedro de Cubillas o Cubillejas, cuya iglesia se conserva hoy como ermita de Nuestra Señora de la Anunciada a los pies de Urueña, aparece también en ambos testamentos 19. En sus proximidades estaban Griegos (despoblado en Tiedra), cuya heredad dejó a Rodrigo Fructuoso, y Villalbín (despoblado en Urueña), que Elvira mandó a San Isidoro con la excepción de dos cortes y una iglesia que había entregado a sus vasallos. Remontando el río Sequillo están Villagarcía de Campos, donde había dado una heredad a García Cítiz, y Villarmildo (Villa Ermegildi, despoblado en Tordehumos), cuya donación a Fernando Fernández confirmó. Hacia el norte menciona Pozuelo de la Orden 20, ofrecido a San Isidoro en compensación de Villaquilambre, Villafrechós, y Santa María de Villa Ferrocinti (despoblado entre Barcial de la Loma y Villamuriel de Campos) que daba a San Isidoro. La villa de Grajal, próxima a Sahagún, con todos sus honores y heredades, era legada por la infanta Sancha a su sobrino mayor. Exceptuaba dos monasterios: San Martín, que había donado al obispo de Segovia (1140), y Santa María, que había dado a San Pedro de las Dueñas (1124-1126). Sus derechos en esta villa procederían de su padre el conde Raimundo, tenente de la misma 21. Al este de este zona central, Elvira menciona algunas posesiones en el antiguo condado de Monzón: una corte de Monzón que devuelve a San Isidoro, que puede identificarse con el San Salvador de Monzón confirmado por Alfonso VI en 1103 22, y el lugar de Villa David (despoblado entre el Valdeginate y el Valderaduey 23). En este 18

Reglero de la Fuente, C. M., Espacio y poder en la Castilla medieval. Los Montes de Torozos (siglos X-XIV), Diputación de Valladolid: Valladolid, 1994: 104, 277. Id., Los señoríos de los Montes de Torozos. De la Repoblación al Becerro de las Behetrías (siglos X-XIV), Universidad de Valladolid: Valladolid, 1993: 46, 48. Puede que la iglesia de San Pelayo de Villalba donada a Aragunti se encontrase también en esta villa. 19 Reglero, Los señoríos...: 155. 20 Alfonso VI sitúa Pozol de Campo en el Campo de Toro, lo que cuadraría con Pozuelo de la Orden frente a otros lugares homónimos (Valcarce, op. cit.: 96, nº 12). 21 El conde Raimundo fue tenente de Grajal al menos desde 1098, donde tenía heredades (Herrero de la Fuente, M., Colección diplomática del monasterio de Sahagún (857-1230). III. (1073-1109), Centro de estudios e investigación San Isidoro: León, 1988, 360, 361, 428 y 437-438, nº 1022, 1024, 1080 y 1089), y donde murió en 1107 (Falque Rey, E. (ed.), Historia Compostellana, Brepols: Turnhout, 1988: 54, lib. I, 26). 22 Valcarce, op. cit.: 96, nº 12. 23 Herrero de la Fuente, M., Colección diplomática del monasterio de Sahagún (857-1230). II. (1000-1073), Centro de estudios e investigación San Isidoro: León, 1988: 189-190, nº 513.

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antiguo condado, integrado en el de Castilla a inicios del siglo XI, la implantación de las infantas era escasa. Ambos testamentos mencionan el monasterio de Covarrubias, cabeza del infantado fundado por el conde García Fernández (978) para su hija Urraca y centro de un gran dominio. Elvira le legaba Mamblas (despoblado en Covarrubias). Otros espacios de implantación del infantado de Elvira y Sancha son Asturias y el Bierzo. En Asturias estaba centrado en torno al monasterio de San Pelayo de Oviedo, al que se adscribe lo que Sancha denomina genéricamente “infantadgo”, y al que Elvira dona [840] otro monasterio: Santa Cruz con su heredad. En el Bierzo ambas mencionan el monasterio de Carracedo: Elvira le devuelve San Juan de Valle Sacre, y Sancha confirma su entrega al abad Florencio. Unos 10 kilómetros al norte de este monasterio se encuentra Corteguera, cuya iglesia bajo la advocación de San Martín podría ser la heredad de San Martin de Cortegeira, donada por Elvira a uno de sus vasallos. También en el Bierzo estaba el monasterio de San Miguel de Almázcara, o de las Dueñas, legado por Elvira al obispo de León en sus días, y que reaparece en manos de Sancha, aunque no lo mencione en su testamento 24. Esta última percibía rentas en Villafranca del Bierzo, villa poblada en el siglo XII sobre la antiguo Burbia, de la que fue tenente 25. Junto a estos espacios comunes, dos grandes regiones figuran en uno pero no en otro testamento: Galicia en el de Elvira y la Extremadura y Toledo en el de Sancha. En Galicia destaca el monasterio de Celanova (Orense), al que Elvira devolvía todas las heredades que del mismo podía tener. Otro cenobio cercano, San Esteban de Ribas de Sil, recibía el de San Benito en Compostela y Juncaria de Limia (Xunqueira de Ambía, prov. Orense) con su mandación. También en el valle del Limia, al sur de Orense, cerca de la frontera con Portugal, se encuentran los lugares donados a San Martín de Orense, advocación de la sede episcopal: Porqueira (Porcaria) y Manín 26. Aguas abajo, cerca de Ponte de Lima (Portugal), Labruja fue donada a la sede de Tuy. Otra catedral beneficiada fue Santiago de Compostela, a la que dio el monasterio de Santa María y San Martín de Piloño (Vila de Cruces, Pontevedra), junto al río Ulla, al sur de su diócesis; de Piloño dependía San Martino de Arias o Arilis. En general, las heredades donadas por Elvira se encuentran en la Galicia meridional, al igual que el monasterio sobre el que tiene influencia: Celanova. 24

Yáñez Neira, M. D., “El monasterio cisterciense berciano de San Miguel de las Dueñas”, Archivos Leoneses, 83-84, 1988: 12-13. 25 Durany Castrillo, Mercedes, La región del Bierzo en los siglos centrales de la Edad Media 10701250, Universidad de Santiago de Compostela -Universidad de León: Santiago de Compostela, 1989: 4142. 26 La tercera parte de Porquera y la mitad de Manín (Castro, op. cit., I: 11-12).

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La ausencia de esta región en el testamento de Sancha no es casual. La Historia Compostellana se refiere a como acudió a Galicia a reclamar ciertos honores (1127), pero no debió de tener éxito, pues en ningún documento posterior figura disponiendo allí de bienes, e incluso sus donaciones a Santiago de Compostela se hacen con propiedades en el Bierzo 27. Por contra, disfrutaba de importantes honores y heredades en la Extremadura castellana: los de Olmedo y Arévalo se los legaba a su sobrino mayor, el futuro Sancho III, mientras la mitad de Coca era para la sede de Santa María de Segovia y su obispo. Son tres alfoces contiguos relacionados, como Grajal, con el conde Raimundo, padre de doña Sancha 28. Otros bienes heredados de sus padres fueron las casas en Toledo, legadas a la catedral de dicha ciudad para sostener un canónigo que cantese misa por su alma. Esta donación figura también en un privilegio otorgado por Sancha, con consentimiento de su hermano Alfonso VII, el 29 de enero de 1143 29. Los lugares citados en el testamento de Elvira se concentran en el primer reino de León de Alfonso VI, el surgido a la muerte de Fernando I; su núcleo se encuentra en las [841] tierras entre el Camino de Santiago y el río Duero, pero se prolonga hacia el Bierzo y Asturias. A este espacio se añaden las zonas meridionales de los otros dos reinos: Castilla y Galicia. Esta visión espacial de las posesiones de Elvira es evidentemente parcial. Una docena de documentos expedidos por la infanta se refieren a otros monasterios o heredades. Así en Castilla, donó a San Salvador de Oña la mitad de la iglesia de Santa María de Anadines en las Asturias de Santillana, y la mitad de San Felices de Burgos (1088) 30; al obispo Jimeno de Oca la iglesia de Santa María de Gamonal, junto a Burgos, para que instalase allí su sede, unos molinos en el Arlanzón y el monasterio de Santa María del Valle (1074), además de los monasterios de Hérmedes de Cerrato (antes de 1077) 31. Salvo el primero están en la Castilla meridional. En Galicia, Elvira donó en 1066 a la sede compostelana varias villas que había comprado en los territorios de Lemos y Triacastela, y otras en Valcárcel en la región del 27

Falque, Historia Compostellana, lib. II, 88: 409. García Calles, op. cit.: 120-121. Las villas de Arévalo y Olmedo habían sido donadas por el conde Raimundo a la sede episcopal de Palencia, donación confirmada por Alfonso VII en 1130 (Abajo Martín, T., Documentación de la Catedral de Palencia (1035-1247), Ediciones J. M. Garrido: Palencia, 1986: 75-76, nº 32). 29 Martín López, “Doña Sancha”: 268-270, nº 33. 30 Oceja Gonzalo, I., Documentación del monasterio de San Salvador de Oña (1032-1284), Ediciones J. M. Garrido: Burgos, 1983: 22-24, nº 27-28. 31 El documento de 1074 también incluye como donativo el monasterio de San Pedro del Campo en Treviño, pero en el de 1077 Alfonso VI dice que daba a Burgos ese monasterio a cambio del de Hérmedes, por lo que o bien las infantas sólo cedieron una parte del mismo, o bien el documento original incluía el monasterio de Hérmedes en lugar de San Pedro del Campo, siendo sustituido en la copia tras la permuta con el rey: Garrido Garrido, J. M., Documentación de la catedral de Burgos (804-1183), Ediciones J. M. Garrido: Burgos, 1983: 58-60 y 80-82, nº 24 y 32-33. 28

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Bierzo 32. En 1071 participó en la restauración de la sede de Orense realizada por su hermano Sancho II 33, y tal vez para compensar a la sede de Lugo por la enorme amputación territorial le dio su parte en el monasterio de Santa Eulalia de Fingoy (Santalla de Cuiña, Lugo) y otras villas en los territorios de Pallares (Orense) y Bergantiños (Coruña) ese mismo año 34. También recibió de uno de sus administradores unas casas en Compostela, que donó a Celanova (1097) 35. Ello muestra que había heredado o adquirido posesiones en espacios más septentrionales de Galicia, pero los había enajenado antes de hacer testamento. En otro documento, ya de tierra leonesa, Elvira entregaba a la catedral de León su mitad en el monasterio de San Vicente de Cea, junto con sus propiedades (una corte en Grajal...); a cambio recuperaba la villa de San Julián en Oteros del Rey, que ella misma le había donado anteriormente 36.

MONASTERIOS Son numerosos los monasterios mencionados en ambos testamentos, pero las relaciones mantenidas con ellos son diferentes. El modelo tradicional de monasterio asociado a las infantas es el de San Salvador de Palat de Rey en León o San Cosme y San Damián de Covarrubias, es decir, un cenobio fundado o refundado por la familia real o condal, generosamente dotado, entregado a una de sus hijas, que ingresa como abadesa; a su muerte el monasterio queda bajo el gobierno de otras mujeres de la familia real, solteras o viudas, [842] que ejercen como dominae del mismo, a veces también consagradas a la vida religiosa. En el caso leonés, la destrucción de Palat de Rey al ser saqueada la ciudad de León por Almanzor, supone el traslado de su modelo a Oviedo, con San Pelayo de Oviedo, y su recreación en el siglo XI en otro monasterio leonés: primero San Pelayo, luego San Isidoro. En estos monasterios la infanta Elvira ejercía su dominio de varias formas. En primer lugar legándoselos a su hermana Urraca, que ya poseía una “ración” en ellos, como especifica para Covarrubias. En segundo lugar, disponiendo durante su vida de las heredades del monasterio de San Pelayo de León, que a su muerte manda devolver a 32

Lucas Álvarez, op. cit.: 219-221, nº 85. Flórez, E., España Sagrada, XVII, De la santa iglesia de Orense, Antonio Marín: Madrid 1763: 247-250, apendice II. 34 Risco, M, España Sagrada, XL, Antigüedades de la ciudad y santa iglesia de Lugo, Viuda e hijo de Marín: Madrid 1796, apéndice XXVII: 414-417. 35 Andrade, J. M., O Tombo de Celanova: estudio introductorio, edición e índices, Consello da Cultura Galega: Santiago de Compostela, 1995: I, 154-155, nº 96. 36 Ruiz Asencio, J. M., Colección documental del archivo de la Catedral de León (775-1230). IV. (1032-1109), Centro de estudios e investigación San Isidoro: León, 1990: 474-476, nº 1207. 33

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San Isidoro, junto con las cortes de San Miguel de León, Cea y Monzón. En tercer lugar, enajenando parte de sus bienes en favor de sus vasallos, aunque luego compense al monasterio con otra heredad: así había dado su ración en Villaquilambre a Diego Alvítiz, compensando en su testamento a San Isidoro con su ración en Pozuelo de la Orden. Los tres monasterios reciben además algunas mandas de la infanta, ya se trate de otros monasterios o iglesias, de villas o heredades; en cualquier caso son bienes que no pertenecían a estos monasterios, sino que la infanta tenía por otras vías. En otro documento (11 de marzo de 1099) Elvira y su hermana Urraca dieron al conde don Martín Fláinez el monasterio de San Pedro, sito cerca de la iglesia catedral de León, con todas sus propiedades intramuros de León; dicho monasterio había sido donado por doña Justa Fernández, tía del conde, a San Isidoro; para compensar a este último Urraca le entregaba su mitad de la villa de San Julián de los Oteros 37. La presencia de Elvira, que no dona nada al conde, se debe a su papel como domina de San Isidoro, una de cuyas propiedades se enajena. Por lo que respecta al testamento de Sancha, la infanta lega también su dominio sobre el monasterio de Covarrubias a una sobrina que ha criado: Urraca hija del conde Rodrigo González de Lara y la infanta Sancha, la hija de Alfonso VI. También dispone de los bienes del “infantado” en Asturias, que reconoce pertenecen al monasterio de San Pelayo de Oviedo, legándoselos a otra sobrina, Urraca, hija de Alfonso VII y la noble asturiana Gontrodo Pérez. En ambos casos el legado es temporal, extinguiéndose cuando contraigan matrimonio. Con respecto a San Isidoro de León, se ratifican las medidas tomadas para sufragar las obras de construcción que en el mismo se estaban realizando; la infanta aparece así como protectora del cenobio. Un segundo grupo de monasterios está formado por aquellos que están sujetos al dominium de las infantas, pero que no fueron fundados como “infantados”, aunque sí por los reyes. Es el caso del monasterio de Carracedo, en el Bierzo, fundando y dotado por Vermudo II de León en el 992 para servir de refugio a los monjes que huían de los ataques de Almanzor y para convertirse en su lugar de sepultura 38. La infanta Elvira también había dispuesto de una iglesia de este monasterio (San Juan de Valle Sacre), que de nuevo devolvía. Por su parte, Sancha había entregado el monasterio al abad Florencio, para que allí rigiese una comunidad bajo la regla de san Benito, que 37

Valcarce, op. cit.: 93-95, nº 11. Alfonso VI confirma esta donación a San Isidoro en 1103 (Ibid..: 95-97, nº 12). 38 Martínez Martínez, M., Cartulario de Santa María de Carracedo, 992-1500. Vol. I: 992-1274, Instituto de Estudios Bercianos: s.l., 1997: 21-25, nº 1.

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trasladaba desde el monasterio de [843] Santa Marina (1138), donación ratificada por su hermano Alfonso VII 39, y confirmada en el testamento. El dominium de las infantas se extendía también a otros monasterios que no habían sido fundados por los reyes o condes de Castilla, ni otros miembros de la familia real. Una parte de ellos eran antiguos monasterios familiares de la nobleza, confiscados tras una rebelión o entregados al rey por otro motivo (profiliación...). Así Vermudo II confiscó San Miguel de Almázcara al magnate Gonzalo Vermúdez por rebelarse y se lo entregó a su clérigo Sampiro (998), donación ratificada por Alfonso V (1020) 40. El monasterio volvió al realengo, probablemente a la muerte de Sampiro, y acabó en manos de Elvira, quien lo legaba al obispo de León Pedro, meo abbate, durante su vida, mandándole que lo diese por su alma cuando muriese. A pesar de ello, doña Sancha aparece disponiendo del mismo en 1152, cuando lo refunda como un monasterio de monjas benedictinas bajo el gobierno del abad de Carracedo, dando origen a San Miguel de las Dueñas 41. También se incluiría en esta categoría el monasterio de Santa Eulalia de Fingoy, donado por su propietario a Vermudo II (995) 42, y que Elvira dió a la catedral de Lugo (1071). Otros monasterios habían estado regidos en el siglo X por abades sujetos al obispo correspondiente, pudiendo haber sido beneficiados con privilegios regios, pero sin ser monasterios propios de la monarquía. Es el caso de San Salvador de Tábara, tal vez el fundado por san Froilán a fines del siglo IX antes de ser elegido obispo de León 43; de San Miguel de Escalada, edificado por el abad Alfonso y sus monjes, llegados de Córdoba en tiempos de Alfonso III 44; de Santa María de Bamba, donde residió el obispo Frunimio de León tras ser expulsado de su sede; y tal vez de San Pedro y San Pablo de Cubillas, que en el siglo X había estado vinculado al monasterio de Valdepueblo 45. La infanta Elvira disponía de Tábara, Bamba y Escalada en su testamento, al igual que había hecho con San Isidoro, Covarrubias o San Pelayo, pero en este caso se los legaba a su sobrina-nieta Sancha. A diferencia de aquellos, no se menciona que comparta su 39

Ibid..: I, 34-38, nº 15-16. Ruiz Asencio, J. M., Colección documental del archivo de la Catedral de León (775-1230). III. (986-1031), Centro de estudios e investigación San Isidoro: León, 1987: 97-101, nº 581. 41 Yáñez Neira, op. cit.: 12-13. 42 Freire Camaniel, J., El monacato gallego en la Alta Edad Media, Fundación Pedro Barrié de la Maza: A Coruña, 1998, II: 723-724. 43 Risco, M., España Sagrada. XXXIV. Estado antiguo de la santa iglesia de León, Pedro Marín: Madrid 1784: 424. 44 Risco, M., España Sagrada. XXXV. Memorias de la santa iglesia esenta de León concernientes a los siglos XI, XII y XIII, Pedro Marín: Madrid 1786: 311. 45 Reglero, Los señorios: 153-155. 40

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dominio con su hermana. Por otro lado también había dispuesto de las heredades adscritas a estos cenobios, devolviendo dos lugares al de Bamba. Sancha, por su parte, segregó el de San Miguel, extramuros de Zamora, de San Miguel de Escalada, y los lugares de Olmedo, Villalba de los Alcores y Penilla de Santa María de Bamba. En su testamento, confirmaba las donaciones previamente realizadas: San Miguel de Zamora y Tábara fueron entregadados al priorato cluniacense femenino de Marcigny, en Borgoña (1131), tal vez como compensación por revocar la previa donación de Escalada a Cluny (1124) 46; Santa María de Bamba a la Orden de San Juan del Hospital (1140); San [844] Miguel de Escalada se destinaba a la iglesia en que fuese enterrada la infanta, sin precisar cual; finalmente, San Pedro de Cubillas, al que Elvira había donado una heredad, era legado por Sancha al obispo Pedro de Segovia, su magister, pero solo durante su vida. En 1163 Fernando II donó este último al obispo de Palencia, para recompensar los servicios prestados por el padre de un clérigo palentino, que lo recibía como prebenda 47. Elvira mandaba en su testamento a la catedral de Santiago su mitad en Santa María y San Martín de Piloño, junto con San Martín de Arias. Ya la había donado en 1087, pero con reserva de usufructo, señalando que lo había heredado de sus padres Fernando I y Sancha, habiéndola correspondido la mitad en el reparto con sus hermanos 48. La otra parte del monasterio fue donada a Santiago por Alfonso VI el 16 de enero de 1100, quien lo califica de mee hereditatis monasterium, en un privilegio en que también confirmaba la donación (oblationem) de la otra mitad por su hermana Elvira, que no figura entre los confirmantes. Un tercer documento relativo al monasterio es la ratificación de la donación por la infanta Elvira, datada el 13 de noviembre de 1100 (probablemente 1099), estando ad extremam mortis oram 49. En cualquier caso la infanta declaraba que lo entregaba según sus padres se lo habían dejado per scripturam, como ella lo había tenido y constaba en las antiguas escrituras. La relación entre el monasterio gallego de Celanova y la infanta Elvira resulta muy ilustrativa para entender la complejidad de estos monasterios de “infantado”. En su testamento se limita a devolver al cenobio todas las heredades que habían sido suyas. Ello supone que la infanta había dispuesto de algunas de ellas durante su vida, al igual 46

Reglero de la Fuente, C. M., Cluny en España. Los prioratos de la provincia y sus redes sociales, Centro de Estudios e investigación San Isidoro: León, 2008: 167-168. 47 Abajo, op. cit.: 134-137, nº 64-65. 48 medietatem ex eo quam michi euenit inter fratres meos per sucessionem genitoris mei Fredernandi et genitricis mee regine domne Sancie... (Lucas Álvarez, op. cit.: 223-226, nº 87). 49 Ibid..: 194-196 y 226-227, nº 70 y 88.

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que había hecho con las de otros monasterios (San Isidoro, Bamba). Sin embargo, Elvira no lega este monasterio a su hermana o sobrina, sin duda porque carece de poder para hacerlo. El testamento no contiene donativos para Celanova, aunque ya le había dado unas casas en Compostela que fueron de uno de sus administradores (1097) 50. Otros dos documentos del “Tumbo de Celanova” se refieren a la infanta. En 1075, en un pleito por una heredad, el monasterio alegó que la misma ya la había ganado el abad Alvito (1011-1045), y que recientemente la había recibido el abad Pelayo (1073-1080) de manos del rey Alfonso VI y la infanta Elvira 51. También se cuenta como el abad consultó la realización de una permuta con la infanta Elvira 52. Estas noticias permiten comprender uno de los milagros atribuidos a san Rosendo de Celanova 53. Se cuenta como en tiempos de Alfonso VI, la infanta Elvira, que moraba en esta provincia, afligía de muchos modos al abad Pelayo y causaba grave daño en la heredad [845] del monasterio. Ante ello el abad huyó con unos pocos. La infanta puso al frente del monasterio a Pedro González, al que se califica de apóstata y se acusa de llevar una vida secular. Durante una visita de Elvira, Pedro expulsó a los monjes del claustro, recluyéndolos en unas celdas próximas a la iglesia de San Miguel, mientras alojaba a la infanta, con sus caballeros, damas y acompañantes en el claustro, refectorio y dormitorio de los monjes. Los monjes se quejaron de ello a san Rosendo, quien ejecutó su venganza sobre el referido Pedro González, que cayó muerto. La infanta, despavorida, restituyó al abad Pelayo la abadía 54. El abadologio de Celanova de la segunda mitad del siglo XI menciona dos abades llamados Pelayo entre los años 1073-1080 y 1083-1090, y entre ambos a un tal Gonzalo. El único documento de Celanova de este último es de 1081, y está dirigido a Gonzalo como abad, a Pedro González y a los monjes de Celanova 55. Es entonces cuando se debe situar este episodio, considerando que el protagonista del milagro, Pedro, no llegó a ser abad, y que ambos Pelayos serían una única persona. Más allá de la historicidad del relato, este transmite la visión negativa que se tenía, tras el triunfo de 50

Andrade, J. M., op. cit.: I, 154-155 y 135-136, nº 96 y 89. Ibid..: 497-501, nº 348. Zaragoza i Pascual, E., “Abadologio del monasterio de San Salvador de Celanova (siglos X-XIX)”, Compostellanum, 45/1-2, 2000: 84. 52 Andrade, op. cit.: I, 157-158, nº 98. 53 Se conservan en su redacción de hacia 1172, que en este caso parte de un texto anterior a 1150, basado en la tradición oral de los monjes del monasterio: Díaz y Díaz, M., Pardo Gómez, M. V. y Vilariños Pintos, D., Ordoño de Celanova. Vida y milagros de San Rosendo, Fundación Pedro Barrié de la Maza: La Coruña, 1990: 46-47, 54. 54 Ibid.: p. 160-163. Flórez, E., España Sagrada. XVIII. De las iglesias Britoniense y Dumiense, Antonio Marín: Madrid 1764: 388-389. 55 Andrade, op. cit.: I, 72, nº 42. 51

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la reforma “gregoriana”, de la intervención de las infantas en estos monasterios. El monasterio de Celanova había sido fundando en el siglo X por san Rosendo, miembro de una importante familia de magnates gallegos emparentada con la familia real leonesa. Durante los siglos X y XI prosperó convirtiéndose en cabeza de un importante dominio 56. Aunque su archivo cuenta con varios privilegios reales, nunca fue un monasterio de la familia real como San Isidoro de León, San María de Bamba o San Miguel de Almázcara. El poder ejercido por las infantas es más bien una emanación de la tuitio regia sobre los monasterios del reino, una especie de mampuesta, encomienda o avouerie. Esta tutela tiene su parte más beneficiosa en la donación de heredades. Se expresa además en la participación del rey o la infanta en la elección del abad o al menos en la entrega al mismo de los dominios del monasterio. También comporta una serie de exigencias, entre ellas el derecho de alojamiento en los edificios monásticos, como consta en el milagro. La tutela conlleva por último la supervisión o participación puntual en la administración del dominio, en la enajenación de heredades. Otros monasterios mencionados en los testamentos aparecen bien como pequeños monasterios propios de la familia real o bien como destinatarios de un donativo. Así Elvira donaba a San Esteban de Ribas de Sil el de San Benito en Compostela. El testamento de Sancha ratifica las donaciones de Santa María de Grajal a San Pedro de las Dueñas (1124-1126) 57, de Tábara y San Miguel de Zamora a Marcigny (1131) 58, de Carracedo al abad Florencio (1138), de San Martín de Grajal al obispo de Segovia (1140), de Santa María de Bamba a la Orden del Hospital de Jerusalén (1140) 59. Ello muestra la progresiva renuncia [846] de Sancha a controlarlos, y su entrega a monasterios benedictinos (San Pedro de las Dueñas, Carracedo, Marcigny), catedrales (Segovia) u órdenes militares. Esta línea se había iniciado un siglo antes, y ya está presente en el testamento de Elvira, con donaciones en favor de las sede episcopal de Santiago y San Esteban de Ribas de Sil (no incluyo las realizadas a San Pelayo de Oviedo o Carracedo por tratarse de monasterios que siguen sujetos a las infantas). Culminará en las dos últimas décadas de vida de doña Sancha con la fundación de Carbajal, el nuevo estatus de San Isidoro de León, la donación de Escalada a San Rufo 56

Carzolio de Rossi, Mª I., “La constitución y organización de un dominio monástico benedictino: Celanova (siglos X-XII)”, Cuadernos de Historia de España, 72, 1990: 5- 61, y 73, 1991: 5-75. 57 Domínguez Sánchez, S., Colección documental medieval de los monasterios de San Claudio de Léon, Monasterio de Vega y San Pedro de las Dueñas, Centro de estudios e investigación San Isidoro: León, 2001: 428 y 431-433, nº 9 y 12-13. 58 Reglero, Cluny en España: 713-716, nº 15-16. 59 Martín López, “Doña Sancha”: 257-259, 260-261 y 264-266, nº 24, 27 y 30.

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de Aviñón, la de San Pedro de Espina a los cistercienses, la de San Miguel de Almázcara para fundar un monasterio de benedictinas bajo la tutela de Carracedo… 60.

FAMILIA Los legados a monasterios, vasallos y servidores son numerosos en ambos testamentos, pero otros se dirigen a miembros de la familia real. Elvira mandaba a su hermana Urraca su parte en San Isidoro de León, San Pelayo de Oviedo y Covarrubias, y a su sobrina-nieta Sancha Tábara, Bamba y San Miguel de Escalada. Sancha continuaba esta tradición de transmisión de monasterios dentro de la familia regia, aunque en menor medida, al legar el de Covarrubias a su prima Urraca Rodríguez, hija de la infanta Sancha Alfonso, a quien había criado, y el Infantado de San Pelayo de Oviedo a su sobrina Urraca, hija de Alfonso VII. Además, Sancha legaba las villas de Olmedo, Arévalo y Grajal a su sobrino mayor, el futuro Sancho III, y el resto de sus heredades, de las que no disponía en su testamento, a su hermano el emperador. Los legados de Sancha muestran la estrecha vinculación entre infantado y realengo, que justifica las confirmaciones por Alfonso VI de los legados de Elvira y Urraca a San Isidoro de León o Santiago de Compostela 61. En varias ocasiones Elvira lega su “parte” (mea ratione) en un monasterio (Covarrubias, Piloño) o heredad (Villaquilambre, Pozuelo de Campos, Valdesogo, Tendal, Griegos). La expresión no es exclusiva del testamento, sino que aparece en otros documentos de Elvira y Urraca. El origen de estas rationes se encuentra en la división de la herencia paterna. Así lo declara Urraca en la donación de la mitad del monasterio de Santa Marina de Cavia, cerca de Burgos a la catedral de Pamplona (1100): sicut parentes mei michi reliquerunt cum suis pertinentiis, sicut diuisi cum mea germana infante domina Geloyra quando diuisimus nostras hereditates 62. Lo mismo decía a propósito de Villarmildo (1074): diuisit illam cum iermana mea domna Geluira. Et fuit ipsa uilla ex ganantia de genitores meos, rex domnus Fredenandus et regina domna Sanctia 63 o Villalbín (1087): et uenit michi in partitione cum ipsa sorore mea

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García Calles, op. cit.: 76-102. Valcarce, op. cit.: 96, nº 12. Lucas Álvarez, op. cit.: 104-196, nº 70. 62 Goñi Gaztambide, J., Colección diplomática de la Catedral de Pamplona, 829-1243, Pamplona, 1997: 103, nº 85. 63 Fernández Flórez, J. A. y Herrero de la Fuente, M., Colección documental del monasterio de Santa María de Otero de las Dueñas, I, (854-1108), Centro de estudios e investigación San Isidoro: León, 1999: 386, nº 276. 61

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domna Geluira … et diuidimus eam inter nos 64. En otras ocasiones aparecen ambas hermanas en posesión de sendas mitades de monasterios, como San Vicente de Cea, que donaron por separado a la catedral de León (1076, 1077) 65, o San Felices de Burgos, que Elvira donó a [847] Oña (1088) y Urraca a Covarrubias 66. Lo mismo sucede con los lugares: Urraca dio su ración en Villarmildo a María Fróilaz (1074), Elvira a Fernando Fernández, como consta en su testamento; Urraca donó su mitad de Villabín a la catedral de Santiago (1087), Elvira a San Isidoro de León (1099). Esta división afecta también a heredades recibidas conjuntamente, como San Julián de los Oteros, que les legó una hija de Gutierre Ovéquiz 67. La división no se realizó solo entre Urraca y Elvira. El monasterio de Piloño lo estaba entre Elvira y Alfonso VI, quienes donaron su parte a Santiago por separado (1087 y 1100). Cuando en 1071 Alfonso VI concedió a su fiel Armentario su heredad en Otero, junto a Valdespino, exceptuó lo que allí tenía su hermana Urraca 68; ambos donaron a Cluny San Salvador de Palat de Rey (1075-1076), sin mencionar a Elvira, que ni siquiera confirma 69. Cabe preguntarse si la participación de ambas infantas en las dotaciones fundacionales de las sedes episcopales de Tuy y Orense no estaría relacionada con la posesión de bienes en común con sus hermanos 70. Ello no supone que todo fuese dividido por mitades o se mantuviese en común.

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Lucas Álvarez, op. cit.: 221-223, nº 86. Ruiz Asencio, Catedral de León, IV: 465-467 y 474-476, nº 1200 y 1207. 66 Oceja Gonzalo, op. cit.: 23-24, nº 28. Serrano, op. cit.: 50-51, nº 20. 67 Valcarce, op. cit.: 93-95, nº 11. 68 Herrero, Colección de Sahagún, II: 430-432, n º 707. 69 Gambra, op. cit., II: 94-95, nº 39. 70 Flórez, E., España Sagrada. XXII, De la iglesia de Tuy desde su origen hasta el siglo decimo sexto, Viuda e hijo de Marín: Madrid 1798 (2ª ed): 245-250. Id., España Sagrada, XVII: 247-250, apéndice nº II. 65

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