Los sindicatos mexicanos como obstáculo de la participación ciudadana (1924- 1952)

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Descripción

Licenciatura en Ciencia Política y Administración Pública Sistema Político Mexicano Ana Paula Velázquez Izquierdo

LOS SINDICATOS MEXICANOS COMO OBSTÁCULO DE LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA (1924-1952)

I.

Introducción

Los sindicatos en México sustentaron y representaron la supremacía del PNR, posteriormente del PRM y más adelante del PRI. La trayectoria de las organizaciones obreras va de la mano del contexto y por supuesto del sentimiento nacionalista que se forjó tanto en la etapa posterior a la Revolución Mexicana como durante la Segunda Guerra Mundial, con sustento en el lema de Ávila Camacho: unidad nacional. La ruta del sindicalismo mexicano comenzó su rumbo con base en los derechos del proletariado y la justicia del sector industrial, sin embargo conforme pasarnos los años los líderes sindicales vieron corrompidas tales andanzas y reunieron esfuerzos con el propósito de aventajarse del gremio que lo elevó al poder. Si bien los sindicatos comenzaron como asociaciones encargadas de institucionalizar las bases del proletariado y el sector agrícola de forma autónoma, el contexto los fue manipulando y transformando hasta agruparlos y convertirlos en “las tres patas del partido hegemónico” lo que significó la completa dominación de la población económicamente activa, ergo la concesión del partido para resguardar, asegurar y mantener el poder tanto de forma legítima como legal. A lo largo de este trabajo se expone el cambio y la ruptura sindical que propició su manejo y truncó cualquier otro tipo de participación ciudadana en la supuesta democracia que imperaba en el país. El ensayo está dividido en cuatro partes; la primera justifica el tema a tratar y plantea la pregunta que guió la investigación correspondiente, así como presenta los objetivos de la indagación. La segunda parte expone el antecedente histórico de cómo se forman los gremios obreros, el movimiento de trabajadores posrevolucionario, la absorción de los sindicatos por parte del gobierno y el despunte de sus líderes en la política mexicana. Lo siguiente es un análisis del contexto previamente expuesto en donde se explica la simbiosis entre el Estado y los sindicatos. Para finalizar se encuentran las conclusiones en donde se contesta la pregunta de investigación retomando datos históricos y la exposición de posturas y teorías planteadas en el análisis.

II.

Justificación

Este ensayo está basando en la siguiente pregunta de investigación: ¿Cómo y hasta qué punto los sindicatos truncaron la partición de la sociedad civil en el proceso de democratización en México entre los periodos presidenciales de Plutarco Elías Calles y Miguel Alemán? El objetivo del ensayo es exponer de manera clara la evolución del movimiento sindicalista en México y que se entienda cómo y por qué la Confederación de Trabajadores de México, la Confederación Nacional de

Campesinos y la Confederación Nacional de Organizaciones Populares se convirtieron en los pilares fundamentales del partido hegemónico. Esto para permitir crear propias perspectivas con respecto a la “dictadura perfecta”1 que trató de camuflar la nula participación ciudadana a través de los sindicatos, mismos a los que utilizó para obstaculizar cualquier tipo de intervención política ajena a la establecida.

III.

Antecedentes de la formación de los sindicatos en México, el impacto del movimiento obrero en la Revolución Mexicana y la Constitución de 1917.

Explicar el concepto de sindicato es fundamental para comprender la investigación en torno a la pregunta que plantea y pretende contestar este ensayo; un sindicato es una “asociación de trabajadores cuyo fin es mejorar las condiciones económicas y sociales de sus afiliados. El sindicato representa los intereses de sus miembros, negociando con el empresario los incrementos salariales y las condiciones laborales. Si no es posible llegar a un acuerdo, el sindicato podrá convocar una huelga o llevar a cabo cualquier otro tipo de acción sindical para presionar a que se lleve a cabo el cambio.” (Castell; 1981 p. 441). Para poder entender tanto el funcionamiento, como el empoderamiento de éstos en México es necesario explicar el contexto que permitió su construcción y fortalecimiento, así como conocer el proceso gradual al que estuvieron sometidos y por ende las facultades políticas que se les fueron atribuyendo con el paso del tiempo. A partir de mediados del siglo XIX la economía global dio un giro radical y la revolución industrial abrió paso a que la maquinaria pesada operada por el hombre se convirtiera en el futuro con respecto al ámbito laboral. La presidencia de Porfirio Díaz pretendió justo eso, modernizar y restaurar el país. Durante su mandato se impulsó la producción manufacturera con la construcción de puertos y vías férreas, que tuvieron como consecuencia el nacimiento de las primeras organizaciones de trabajadores y obreros, distinguidas por su carácter mutualista y cooperativista. (Lastra; 2002) En la Constitución de 1857 no se protegía a los trabajadores de la explotación laboral ni se les aseguraba un salario digno. "Estaban prohibidas las huelgas, las jornadas de trabajo llegaban a durar 16 horas, los trabajadores no tenían viviendas propias, comían lo que compraban en tiendas de raya, y estaban sujetos a malos tratos". (Reyna, Miquet; 1976, 26) Debido a que no existía una ley que garantizara los derechos del proletariado industrial, los objetivos que reclamaron

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Así se expresa Vargas Llosa del PRI en su intervención durante la edición televisiva que propiciaba el debate entre intelectuales patrocinado por Televisa en el año de 1990.

las organizaciones obreras eran “la fundación de un banco protector de las clases pobres, la constitución de grandes centros obreros para buscar el mejor servicio en el interior de los talleres y de las fábricas, la reglamentación de un sistema de socorros a los socios enfermos y auxilios a las familias de los fallecidos” (Reyna, Miquet; 1976, 28) Años antes de que estallara la Revolución Mexicana, los hermanos Flores Magón fundaron el Partido Liberal Mexicano bajo el lema capital y trabajo. El partido solidarizó con los obreros mexicanos marginados de la época y exigió reformas constitucionales en materia laboral; demandó una “jornada de trabajo máxima de 8 horas, salario mínimo, prohibición de emplear niños menores de catorce años, establecer adecuadas condiciones de higiene y seguridad en minas, fábricas y talleres, indemnizaciones por accidentes del trabajo, prohibición de otra forma de pago que no fuera dinero, emplear en su mayoría a nacionales y descanso dominical obligatorio”. (Anguiano; 1985, 16) Cuatro años más tarde se detonaron una serie de sucesos que involucraron una amplia gama de variables inestables e inconformes con el régimen porfirista que llevaron a nuestro país a una nueva la lucha por el poder político, la revolución de 1910. La Revolución Mexicana se fundamentó en tres valores principales: la equidad social, el reparto de tierras y la educación. Éstos se vieron reflejados en la Constitución de 1917 que enfatizó su esencia en los artículos 27 y 123 constitucional que abordaron problemas y legalidades con respecto a la tierra y al trabajo respectivamente. A pesar de que el país contaba con una carta magna innovadora y futurista basada en las ideas liberales de Francisco I. Madero, casi diez años de lucha armada lo dejaron inestable debido a una fragmentación política excesiva. (Córdova; 2011) A pesar de que el conflicto armado había llegado a su fin, la duda sobre la legitimidad de la persona al mando del ejecutivo siguió sin ser clara para los miles de mexicanos que lucharon en la revolución y deseaban ver plasmados los resultados de aquello por lo que pelearon. La inexistencia de una institución que formalmente se declarara como oficial durante el periodo de 1917 a 1928 provocó una latente confusión y un perpetuo desorden dentro del conjunto revolucionario. Fue en 1928 que la fundación de Partido Nacional Revolucionario por el General Plutarco Elías Calles puso fin a los cuestionamientos que se contagiaba dentro de las masas del proletariado y la clase media del país. (Garrido; 1986) El PNR unificó el pensamiento revolucionario dentro de una misma corriente que prometió seguir luchando por mantener vivos los valores de la revolución, de esta manera encausó el enorme río que eran las masas revolucionarias y alineó su fuerza para que formaran parte de un organismo de acción que tenía

por objetivo “definir y consolidar cada día más la doctrina y las conquistas de la Revolución llevando a los puestos representativos a elementos que por su afiliación, idoneidad y moralidad, garanticen los postulados de la misma y las aspiraciones generales del país.” (Muñoz; 1981, 70)

IV.

Encause de los ideales revolucionarios en el Partido Nacional Revolucionario sustentado en la acción recíproca entre el gobierno y los sindicatos.

Para incoar este caudal de ideales los sindicatos jugaron un papel clave y estratégico que permitió el crecimiento y evolución del Partido Nacional Revolucionario, convirtiéndolo más adelante en el Partido de la Revolución Mexicana, seguido del Partido Revolucionario Institucional. En el PNR los ciudadanos vieron realizada su lucha, además de que les brindó la plataforma para consolidar el sentido de pertenencia y de unión nacional que florece después de una guerra duradera y seccionada. (Meyer; 1995) La protección de los ideales revolucionarios pasó a dominar su identidad y formarlos como mexicanos del siglo XX. EL partido hegemónico estuvo sustentado desde sus inicios por el pueblo, que en su mayoría eran miembros de uno de los tres sindicatos que trabajaron a la par de este partido con la esperanza de mantener las ambiciones del nuevo régimen, de luchar por los derechos de la clase trabajadora y aumentar en cantidad y calidad las oportunidades ofrecidas a este sector. Si lo vemos desde un punto de vista obvio, era evidente que para que el PNR sobreviviera y mantuviera su legitimidad frente al poder necesitaba de una alianza forzosa con las organizaciones de trabajadores, pues son ellos quienes al final ponen en funcionamiento la economía del país a través de la mano de obra, los bienes y servicios. En la misión de reconstruir a México y llevarlo al progreso fue necesario este pacto reciproco; empero las situación entre los sindicatos y el estado nunca se realizó de manera equitativa. (Lastra; 2002) La Confederación Regional Obrera Mexicana representó el triunfo del reformismo en México, pues se consolidó bajo el lema de salud y revolución social, cuyos objetivos se vieron plasmados en la Constitución de 1917. Este sindicato gozó de hegemonía y mantuvo el control sobre todos los trabajadores durante la década de los años veinte y hasta 1928 bajo el conducto de su líder Luis N. Morones, quien obtuvo el puesto de dirigente debido a las relaciones que mantuvo con la American Federation of Labor. (Meyer; 1995) Debido a este vínculo con sindicatos en el extranjero Morones consiguió el apoyo del gobierno en turno, quien afrontó la tarea de reconstruir el Estado- Nación. La reciprocidad entre la CROM, el gobierno de Obregón y posteriormente el de Calles nos permite comprender el enorme poderío que aumentó de forma proporcional entre todos

los involucrados. “Los líderes actuaban mediatizando las demandas obreras y las decisiones eran tomadas en función de la alianza entre los dirigentes sindicales con los jefes políticos.” (Lastra; 2002, 42) Algunos ejemplos son la regencia del Distrito Federal por Celestino Gasca y las múltiples funciones como Secretario que desempeñó el mismo Morones. La ruptura entre la CROM y el estado se presentó cuando Obregón decidió reelegirse y Morones se rehusó a apoyarlo. Después del tiroteo en Orizaba, que resultó en la muerte del candidato electo, se le adjudicó a éste el asesinato de Obregón. (Meyer; 1995) Este periodo previo a 1928 marcó la pauta y el desarrollo del sindicalismo mexicano, pues es a partir de éste que se ataron definitivamente los sindicatos al estado. “Con la CROM los trabajadores tuvieron la oportunidad de consolidar sus agrupaciones sindicales y hacerlas extensivas a todas las ramas de las ocupaciones y a gran parte del territorio nacional. Bajo estas circunstancias crecieron y se desarrollaron. Sin embargo, con esta Confederación también enajenaron su autonomía y la de un proyecto sindical independiente del Estado.” (Lastra; 2002, 47) La Confederación General de Trabajadores surgió “como respuesta del movimiento obrero en contra de la legitimación de las organizaciones de trabajadores ante el Estado.” (Guadarrama; 1981, 76) LA CGT sostenía principios apolíticos y un sindicalismo revolucionario de una corriente anarcosindicalista que planteó “una estructura económica basada en el sindicato, el cual a través de organizarse en federaciones y agruparse estas en una confederación general, logrará la reorganización de la sociedad.” (Lastra; 2002, 48) Sus miembros eran comunista y anarquistas provenientes principalmente del sector textil y trasportista inconformes con la CROM. Sus líderes, mejor “conocidos como los cinco lobitos: Fernando Amilpa, Jesús Yurén, Alfonso Sánchez Madariaga, Luis Quintero y Fidel Velázquez.” (Anguiano; 1985, 31) fundaron la Federación Sindical de Trabajadores del Distrito Federal. La Confederación General de Obreros y Campesinos de México bajo el liderazgo de Vicente Lombardo Toledano intentó reorganizar a los trabajadores dispersos que no se encontraban afiliados a ninguna organización sindical; con el propósito de aumentar el número de miembros. En 1932 durante su discurso El camino está a la izquierda, rompió relación con Morones señalando las desviaciones derechistas que estaba poniendo en práctica la CROM, invitando a todos los fieles de la izquierda a unirse a la CGOCM. (Romero; 1985) Para finales del Maximato y comienzos de la etapa cardenista, los sindicatos se encontraban divididos a raíz de las diferencias entre sus líderes, no obstante todos eran libres de cualquier tipo

de tutela estatal. Sin embargo esto estaría por cambiar; un año después de que Cárdenas tomara posesión como presidente de la Republica, Calles lo acusó de “sostener una política socializante y de ser incapaz de mantener el control de la clase obrera.” (Durand; 1986, 17) A partir de estas declaraciones el Sindicato Mexicano de Electricistas convocó a un proceso unificador por parte del movimiento obrero del cual se quedaron fuera la CROM y la CGT quienes le eran aun fieles al Jefe Máximo de la Revolución. A pesar de no contar con este apoyo, la CGOCM actuó como la base de unión del proletariado mexicano que constituyó un amplio respaldo que poco después obligó a Calles a abandonar el país. La CGOCM se disolvió con el objetivo de pasar a ser una central única, fusión de todos los aliados del General Cárdenas, convirtiéndose bajo el lema de por una sociedad sin clases, en La Confederación de Trabajadores de México. (Muñoz; 1981) Lombardo Toledano seleccionado como Secretario General de la CTM, se encargó de la formación del estatuto de este sindicato el cual manifestó en su declaración de principios lo siguiente:

El proletariado de México luchara fundamentalmente por la total abolición del régimen capitalista […] que la guerra imperialista y el fascismo significan terror y empeoramiento general de las condiciones de vida del proletariado. Contra ellas luchará con todas sus fuerzas. También por obtener el pleno goce del derecho de huelga, de asociación sindical, de reunión y de manifestación pública y el de propaganda escrita y verbal. Por la reducción de la jornada de trabajo, la desocupación de los trabajadores. Contra el servicio militar obligatorio. Contra todos los credos religiosos. Preconiza como táctica de lucha el empleo de armas del sindicalismo revolucionario, que consiste en la acción directa de los trabajadores en sus disputas económicas con la clase capitalista, etc. (La Constitución de la Confederación de Trabajadores de México; 1936, 190)

V.

La sutil absorción y creación de los sindicatos por parte del Partido de la Revolución Mexicana.

Las circunstancias y la historia de la creación de la CTM estaba respaldada en su totalidad por el régimen de Lázaro Cárdenas, quien en nombre del gobierno autorizó “donativos pecuniarios, otorgó completas garantías para la actividad sindical, permitió la persecución de enemigos de la CTM, etcétera.” (Durand; 1986, 20) Lo mismo hizo con la Confederación Nacional Campesina, la cual creó en 1936 debido a que la CTM era una confederación en su mayoría industrial y el sector agrario se encontraba desprotegido y poco cuidado. (Lastra; 2002) En síntesis, abrió paso a que

estos sindicatos, sus aliados incondicionales adquirieran la total hegemonía sobre el sector obrero, agrario y popular. En 1938 Cárdenas celebró la Convención Constituyente en la cual inauguró el Partido de la Revolución Mexicana, descendiente del PNR fundado por Calles una década atrás. (Meyer: 1995) El PRM se encontraba conformado por cuatro sectores: el popular, el militar, el campesino y el obrero. De este último fueron participes la CTM, la CROM, la CGT y el SME que a pesar de sus diferencias se vieron obligados a trabajar en equipo bajo la premisa de un frente popular. Si bien cada sindicato era autónomo y podía decidir su política gremial, ninguna organización ya fuera sindical o no, podía hacer política fuera del partido. (Lastra; 2002) Esta exigencia absorbió a los miembros del frente popular como subordinados del liderazgo del Estado; no obstante en 1938 Cárdenas responde a las adversidades de las compañías extrajeras, Standard Oil y Royal Duch Shell, las cuales se negaron a cumplir las peticiones del sindicato petrolero y dictaminó que en vista del rechazo de la mejora de la calidad del trabajo obrero mexicano se tomó la decisión de expropiar los bienes de las empresas y nacionalizar la industria del petróleo. (Lasta; 2002) Para 1939, a un año de las elecciones presidenciales, Lombardo Toledano parecía ser el candidato del movimiento obrero, sin embargo la facultad meta constitucional de Cárdenas le permitió inclinar la balanza y simpatizar a favor de Manuel Ávila Camacho, quien de 1940 a 1946 ocupó la silla presidencial. Durante su sexenio creó la Confederación Nacional de Organizaciones Populares, la cual fungió como soporte político del Estado pues neutralizó las acciones de los sindicatos antónimos. En las elecciones de 1943 “la CNOP nomino cincuenta y seis candidatos, la CNC cuarenta y tres y la CTM veinticuatro. De esta manera el presidente logró crear un grupo que comandara en el PRM y en el Congreso de la Unión.” (Durand; 1986, 62) La década de los cuarenta “fue fecunda en acontecimientos tanto internos como externos, que determinaron una serie de cambios de orden económico y social. La Segunda Guerra Mundial y sobre todo las consecuencias de la crisis de posguerra tuvieron influencia a nivel mundial.” (Ruano; 2011, 20) Con el nuevo discurso de unidad nacional que se generó a partir de dicho corte histórico, la CTM reemplazo su lema por otro que representaba mejor su esencia frente a las circunstancias del momento: por la emancipación de México. Este acercamiento con la realidad obrera ocasionó que para finales del intervalo presidencial de Miguel Alemán “el movimiento obrero estuviera domesticado, teniendo como líder a Fidel Velázquez que, junto con su camarilla, sería bien cebado con puestos políticos para mantener sometida a la clase trabajadora.” (Lastra;

2002, 72) Además en 1946 “tuvo lugar la Segunda Gran Convención del Partido de la Revolución Mexicana, que dio lugar a su transformación como Partido Revolucionario Institucional.” (Rodríguez; 1984, 56) Ésta transformación “despareció al sector militar y agrupó en el sector popular a la CNOP integrando a la clase media, se restructuró la CNC que integró a pequeños propietarios; y el sector obrero no modificó el tipo de integrantes que lo componía. Entre las ideas que se conservaron de la anterior estructura del partido se encontraban: la reforma agraria, la intervención del Estado en la economía, el mejoramiento de las capas sociales empobrecidas y la igualdad cívica entre hombres y mujeres.” (Muñoz; 1981)

VI.

Análisis del movimiento obrero en México y su estrecha relación con el Estado

Parece ilógico pensar que el proceso de transición que tuvieron los sindicatos en nuestro país se dio a manera de retroceso, pues fueron los propios líderes sindicales quienes mutilaron el núcleo y los pilares de las organizaciones de obreros que en un principio se caracterizaban por su naturaleza autónoma, ajena a cualquier tipo de control estatal. El origen tanto de los sindicatos como del partido dominante tiene sus raíces en los valores revolucionarios que lucharon en contra del pasado régimen de Porfirio Díaz. Tanto Madero como sus simpatizantes, así como todos aquellos defensores de los derechos laborales y agrarios del siglo XIX contaban con un pensamiento moderno para su época, ya que reclamaban justicia mediante un movimiento organizado que acogía y representaba la legalidad del proletariado pobre y analfabeta. (Meyer; 1995) Después de una ardua lucha no es de sorprenderse que las personas que ascendieron como grandes líderes de las masas populares se encontraran hambrientas de poder y reclamaran lo que les correspondía. Nos explica Romero (1985) que el objetivo primordial del PNR posteriormente PRM y luego PRI nunca fue defender propiamente los ideales fervientes en la revolución, si no buscar la manera de retener el poder supremo de la nación, anulando cualquier tipo de competencia en el ámbito político. El partido hegemónico utilizó para proteger su poder y legitimidad lo que yo he llamado “la estrategia del disfraz.” Con esto me refiero a una táctica a la que recurre este partido para presentar como verdadero una pantalla que no es nada más que eso, una manta que aparenta una realidad ideal basada en lo que los ciudadanos esperamos ver, pero que en la realidad no es más que una acción ilegal, inmoral o incluso contradictoria a los mismos valores que el régimen asegura proteger y fomentar. Por poner un ejemplo muy vago y cruel tenemos el caso de Santa Claus, los padres crean todo un mito alrededor de éste en donde prometen a sus hijos que si se

portan bien entonces en la navidad recibirán muchos regalos. A la llegada de los juguetes los niños están felices, pero una vez que crecen se dan cuenta que Santa Claus no era más que una mentira utilizada como herramienta de manipulación para que se comportaran; detrás de la pantalla del hombre gordo y vestido de rojo no hay nada más que la ambición de un padre por ser obedecido. Una vez entendido este concepto podemos comprender por qué Lombardo Toledano (1974, 74) se expresa como lo hace en su escrito Teoría y práctica del movimiento sindical mexicano en donde escribe que “el movimiento obrero atravesaba una crisis de divisionismo, cuyo verdadero motivo no estaba en la ideología sino en el interés personal de los dirigentes que a toda costa querían conservar las posiciones políticas obtenidas”. Es decir, los intereses y motivos que movieron a las masas a formar este tipo de organizaciones, los corrompió la avaricia y voracidad de los propios líderes quienes estando parados frente al poder no se resistieron a ver primero por ellos, antes de representar al gremio que los había llevado a la cima. Si bien es importante conocer el pasado para poder explicar las acciones que se realizaron más adelante en la historia, la postura que tomaron los líderes sindicales, sopeso es la herencia comprendida por actitudes arrastradas de manera generacional que marcan de manera contundente la identidad de los mexicanos incluso previo a tiempos de Porfirio Díaz. Esta actitud subconsciente remolcada con el paso del tiempo tiene sus fundamentos en volcar todas las expectativas de un grupo hacia una sola persona con la esperanza de que como autoridad dotada de fuerza y de poder pueda socorrer las exigencias de sus protectorados frente a las injusticias del sistema. El siglo XIX mexicano estuvo marcado por un fuerte caudillismo y presidencialismo que se retomó en el siglo XX (Meyer; 1995) precisamente porque la historia tiende a seguir patrones que se repiten constantemente. Si bien tendemos a acarrear predisposiciones históricas, también tendemos a cosechar y germinar “basura psicológica.”2 En México yo considero que ésta despunta cuando se está por perder el control o el poder, entonces la imposición de cualquier precepto es correcto con tal de mantener el mando; incluso es aceptable recurrir a medidas contradictorias a lo que originalmente se defendía con pretextos que no tienen un respaldo lógico. Tal es el caso de la no reelección y los treinta y un años de Díaz en el poder, el Maximato en sí mismo, el de la CNC y la CNOP creados por el gobierno de Obregón y Ávila Camacho respectivamente y la incoherencia de Fidel Velázquez al transitar de un sindicato a otra sin ninguna ideología decisiva más que la de mantenerse a la cabeza como máximo representante sindical. 2

Ann Laura Stoler plantea este concepto en su libro Tensions of the Empire (1997).

Por este afán de poder perpetuo, me atrevería a decir que nunca existió una reciprocidad entre el sindicato mismo y el Estado, si bien la correspondencia era obvia, ésta era entre el líder sindical y el presidente, ambos con atribuciones que los convertían de forma jerárquica en líderes autoritarios. Ante la revisión histórica presentada con anterioridad es evidente que si bien la CTM representó un ala rebelde, ésta fue creada como una organización de apoyo al presidente Cárdenas. Más adelante la CNC y la CNOP fueron creaciones del mismo gobierno como requisito de custodia y mantenimiento de la clase popular cobijada por una pantalla que aparentemente vela por el proletariado y sector agrícola mexicano. Si desde su creación los sindicatos estuvieron cimentados en el partido hegemónico, es clara la estadía del PRI en el poder por más de setenta años. Durante todo este tiempo se recargo sobre el apoyo de las masas sindicalizadas en donde tenía una presencia omnipotente pero de aguda entrañes. La “estrategia del disfraz” tiene una clara presencia en este aspecto, pues se disfrazan las razones para crear sindicatos, se disfrazan sus demandas y exigencias, el líder disfraza su discurso solidarizando con las clases bajas cuando en realidad lo que busca es poder para beneficio propio, se disfrazan las elecciones democráticas sustentando los votos en los militantes sindicales justificando el famosísimo “carro lleno” en donde gana absolutamente todos los puestos a elección popular.

VII.

Conclusión

Si bien no había forma de llegar a ser parte de la política si no era por medio del partido hegemónico, menos era posible poder hacer valer ideales modernos y adecuados a la época, ajenos o desvinculados totalmente a aquellos que había planteado la revolución y la ideología madre bajo la cual se institucionalizó el partido. Regresamos a la estrategia del disfraz, el partido dominante camufló con frecuencia sus mecanismos de decisión y elección porque los líderes eran conscientes del rechazo que esto provocaba, y la incongruencia que sería hacerse llamar revolucionarios. Después de realizar el análisis, es pertinente mencionar que si una idea no se planteaba, cosechaba y germinaba dentro de las fronteras delimitadas por el partido no era más que mera oposición. Bajo esta misma premisa, si una petición no venía de parte de un sindicato o una organización filial al partido no contaba con los requisitos para transformarse en acciones o política misma. Retomando la pregunta de investigación: ¿Cómo y hasta qué punto los sindicatos truncaron la partición de la sociedad civil en el proceso de democratización en México entre los periodos presidenciales de Plutarco Elías Calles y Miguel Alemán?

Responder al cómo no es sencillo, sin embargo podemos mencionar que fue la absorción de los sindicatos por parte del PRI lo que fracturó y cortó de tajo la relación de este partido con lo ajeno a él. Esto debido a que el sistema creció de manera tal que incluso se llegó a arraigar a la vida privada de los mexicanos. Hasta qué punto se puede abordar en dos perspectivas, una con respecto al proceso de democratización que nunca se alcanzó y la segunda y complementaria que tiene que ver con la unión sindical. En realidad los sindicatos fueron el pretexto para disfrazar la dependencia de libertad; el pretexto para tener control sobre la fuente de economía nacional y para disfrazar la autocracia del régimen en participación ciudadana.

VIII. Bibliografía Anguiano Rodríguez, Guillermo. (1985). Las relaciones industriales ante la insurgencia sindical. México: Trillas. Castell, Hachette. (1981). Diccionario Enciclopédico. España: Tomo 10, Ediciones Castell. Córdova, Arnaldo. (2011). La ideología de la Revolución Mexicana. México: Ediciones Era. Capitulo II. Durand, Víctor Manuel. (1986). La ruptura de la nación, México. México: Ediciones UNAM. Garrido, Luis Javier. (1986). El partido de la revolución institucionalizada, medio siglo del poder político en México. México: Siglo XXI Ediciones. Guadarrama, Rocío. (1981). Los sindicatos y la política en México, la CROM. México: Ediciones Era. p. 187 Lastra Lastra, José Manuel. (2002). El sindicalismo en México. México: Ediciones UNAM. Reyna, José Luis y Miquet, Marcelo. (1976). Introducción a la historia de las organizaciones obreras en México 1912- 1916. México; El Colegio de México. Rodríguez Araujo, Octavio. (1984). Binomio perfecto: Gobierno y partido, el sistema de partidos en México. México: Ediciones UNAM. pp. 50- 58. Romero, Javier. (1985). La unidad de la izquierda entre deseo y realidad. México: Nueva Antropología, Volumen VII, No. 27. Ruano, Lorena. (2011). La relación entre México y Europa: del fin de la Segunda Guerra Mundial a la actualidad (1945- 2010). México: Revista Mexicana de Política Exterior, Volumen V, No. 14. Meyer, Lorenzo. (1995). La segunda muerte de la Revolución Mexicana. México: Cal y arena. pp. 13- 41.

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