LOS RESTOS ÓSEOS DEL ALERO SENDERO DE INTERPRETACIÓN (PN LOS ALERCES, PROVINCIA DEL CHUBUT): INTEGRIDAD, RESOLUCIÓN Y APROVECHAMIENTO DE LOS RECURSOS FAUNÍSTICOS DEL BOSQUE

September 3, 2017 | Autor: P. Fernandez | Categoría: Zooarchaeology, Patagonia zooarchaeology, Arqueología de Patagonia, Neotropical zooarchaeology
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Descripción

Contra viento y marea. Arqueología de Patagonia

LOS RESTOS ÓSEOS DEL ALERO SENDERO DE INTERPRETACIÓN (PN LOS ALERCES, PROVINCIA DEL CHUBUT): INTEGRIDAD, RESOLUCIÓN Y APROVECHAMIENTO DE LOS RECURSOS FAUNÍSTICOS DEL BOSQUE Gloria I. Arrigoni * Pablo M. Fernández ** Este trabajo tiene por objetivo presentar la información obtenida a partir del análisis de los restos óseos recuperados durante las excavaciones sistemáticas efectuadas en el Alero del Sendero de Interpretación (ASI). El sitio está ubicado en el valle del río Desaguadero, a 2,5 km de la Intendencia del Parque Nacional Los Alerces, en la provincia del Chubut. Dicho trabajo integra el proyecto de investigación denominado “Análisis del Poblamiento Prehistórico e Histórico del Parque Nacional Los Alerces” (Provincia del Chubut). En el marco general de la discusión sobre el aprovechamiento de los recursos que ofrecen los ambientes boscosos, el análisis de los restos óseos de ASI estuvo orientado a establecer el potencial informativo del conjunto arqueofaunístico acerca de las actividades culturales y los procesos naturales involucrados en su formación. La metodología empleada contempló la evaluación de la integridad y resolución del conjunto a partir de la determi*

**

Universidad Nacional de la Patagonia “S J B”. Comodoro Rivadavia; Museo Regional de Rada Tilly. Provincia del Chubut, Argentina. INAPL 3 de Febrero 1370 (1426) Ciudad de Buenos Aires, Argentina.

nación y cuantificación taxonómica y anatómica de los especimenes óseos, las modificaciones que presentan, el grado de meteorización y el estado general de preservación del conjunto. La escasa identificabilidad registrada, sumada al carácter intrusivo de la mayoría de los huesos que sí pudieron determinarse taxonómicamente, sugiere que los principales procesos y agentes relacionados con la formación del conjunto han sido la incorporación natural de huesos, la acción de carnívoros y la incidencia de la acción del agua. No obstante el carácter eminentemente tafonómico de la información que proporcionan los restos óseos de ASI, el hallazgo de huesos de huemul (Hippocamelus bisulcus) con huellas de origen antrópico permite también considerar los resultados en el marco del aprovechamiento de los recursos faunísticos del bosque.

EL AMBIENTE BOSCOSO DEL NOROESTE DE LA PROVINCIA DEL CHUBUT

El noroeste de la provincia del Chubut forma parte de la región de los bosques andino patagónicos (Dimitri 1972). En ella se presen-

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Gloria I. Arrigoni y Pablo M. Fernández

tan dos distritos fitogeográficos: el Distrito del Bosque Caducifolio y el Distrito Valdiviano (Cabrera y Willink 1980). El primero predomina y puede darse a mayor altitud que el Distrito Valdiviano, cuyas especies características sólo se dan en manchones puntuales relacionados con niveles de precipitación superiores a 1500 mm anuales. El Parque Nacional Los Alerces, se halla emplazado en un valle glaciario principal que vincula a otros que convergen en él, constituyendo una red de lagos en rosario: Lago Futalaufquen (510 msnm), Lago Verde (510 msnm), Lago Rivadavia (527 msnm), Lago Menéndez (523 msnm), Lago Cisne (549 msnm), etc. Estos lagos se hallan rodeados por una vegetación predominante de bosque de coihue (Nothofagus dombeyi) puro o asociado a otras especies de acuerdo al régimen de lluvias, que al ser mayor en el sector Oeste del Parque, permiten la aparición de especies como el alerce (Fitzroya cupressoides). El sotobosque predominante está conformado mayoritariamente por caña colihue (Chusquea culeou) que llega frecuentemente hasta la altura máxima del bosque de lenga (Nothofagus pumilio) alto. La caña está acompañada de numerosas especies de arbustos, como maqui (Aristotelia maqui), notro (Embotrium coccineum), sietecamisas (Escallonia rubra), etc. (Bernades 1981; Marchetti y Prudkin 1982; Mendes et al. 1995). El valle del río Desaguadero se halla incluido en el Distrito Valdiviano y presenta un clima de tipo Mediterráneo húmedo, con inviernos suaves y veranos moderadamente cálidos (Arrigoni 1999).

EL SITIO

El sitio ASI ha sido objeto de investigaciones arqueológicas durante varios años (Arrigoni 1997, 1999, 2000; Arrigoni y Medrano 2001; Arrigoni et al. 1994). En estos trabajos se han detallado las características del sitio, por lo que aquí sólo se hará una breve mención. El ASI presenta dos niveles, el piso actual y una visera que constituye una especie de plataforma a la que se accede por una suerte de “escalones” de roca. Desde ésta se divisa, hacia el norte, el lago Futalaufquen y hacia el sur el valle del río Desaguadero. En ambos niveles

existen manifestaciones rupestres pertenecientes al Estilo de Grecas o tendencia abstracta lineal (Arrigoni 1997). El nivel inferior (Figura 1), donde se realizó la excavación 1 , presenta un sedimento hidromórfico, impregnado de agua, que varía su grado de humedad en relación con las precipitaciones y la fluctuación de la capa freática. Es un sedimento rico en materia orgánica (molisol), con un Ph entre ácido y débilmente ácido -7,5 a 5- (Arrigoni 2000) y que contiene clastos grandes y pequeños producto de la crioclastación de la pared rocosa del alero (Arrigoni 2000). Arrigoni (2000) ha sugerido que la extrema humedad y la acidez de los sedimentos habrían tenido una alta incidencia en la preservación de los vestigios arqueológicos, generando un ambiente poco favorable para la preservación de los restos óseos. Además, la acción del drenaje de agua pluvial o de deshielo habría producido la redepositación de sedimentos y materiales arqueológicos en ciertos sectores del alero. A estos procesos se suma la acción de las raíces de algunas especies arbóreas presentes en el sitio, que pueden penetrar a más de un metro de profundidad y la posible presencia de cuevas de roedor. La acción de estos procesos y agentes, junto con las características de la matriz sedimentaria, no permitieron establecer niveles estratigráficos que pudieran remitirse a pisos de ocupación. Por ello, se decidió tomar como unidad de análisis al “componente” (Politis 1988: 212) teniéndose en cuenta las diferencias cronológicas establecidas mediante los fechados2 de C14 y por la aparición y posición estratigráfica de la cerámica, en aquellas cuadrículas que no evidenciaban perturbaciones sedimentarias (Figura 2). No obstante, no se hallaron diferencias tecnológicas importantes entre uno y otro componente sino que existe una cierta continuidad cultural, siendo la única diferencia entre ellos la presencia de cerámica en las ocupaciones más recientes (Cuadro 1) (Arrigoni y Medrano 2001). Cabe aclarar que, para el análisis arqueofaunístico que aquí presentamos y, sobre 1 2

Se excavaron aproximadamente 25 m2. Los carbones vegetales usados para datación fueron tomados de la base de fogones en cubeta.

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Figura 1. Planta del sitio Alero del Sendero de Interpretación. Grado de perturbación definido a partir de Arrigoni (2000)

Figura 2. Perfil estratigráfico N-S y componentes culturales definidos en el Alero del Sendero de Interpretación Cuadro 1. Cronología de los componentes culturales definidos para el sitio Alero del Sendero de Interpretación Componente

Cronología

II

1670±80 años A P (LP 456)

Ia Acerámico

1450±70 años A P (LP 556)

Ib Cerámico

740±70 años A.P (LP 1118) 400±40 años A P (LP 1119) Moderno (LP 653)

la base de las características de la matriz sedimentaria y las altas probabilidades de incorporación de material óseo moderno al registro, hemos considerado más prudente conformar una única unidad de análisis con ambos componentes.

METODOLOGÍA

La metodología empleada se basó en la bibliografía disponible sobre análisis faunístico

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Gloria I. Arrigoni y Pablo M. Fernández

en general (entre otros, Binford 1981 y 1984; Grayson 1984; Lyman 1987a y 1987b; Mengoni Goñalons 1988a y 1988b), considerándose tanto los aspectos tafonómicos como los económicos de los que el conjunto arqueofaunístico resultara informativo. Se realizó la determinación y cuantificación taxonómica y anatómica de los especimenes3. Dadas las características de la muestra, especialmente su alta fragmentación, algunos especimenes sólo pudieron ser asignados a categorías taxonómicas amplias, como Artiodáctilo o Roedor. Como medidas de abundancia taxonómica se utilizó el NISP (número mínimo de especimenes) y para la estimación de partes esqueletarias se calculó el MNE (número mínimo de elementos). El MAU (unidades anatómicas mínimas) y el %MAU (MAU estandarizado en relación con el valor más alto) fueron calculados en los casos en que la muestra era lo suficientemente grande como para emplear un abordaje cuantitativo. El cálculo del MNE contempló las posibilidades de ensamblaje entre especimenes de cada elemento y fue realizado de acuerdo al método empleado por Mengoni Goñalons (1999). Para el cálculo del MAU, la pelvis y la mandíbula se tomaron como huesos pares, dividiéndoselos por dos. Con respecto a las modificaciones óseas y al estado general de preservación del conjunto se relevaron los atributos de las superficies de los huesos indicativos de los diversos procesos o agentes naturales y culturales que podrían haber actuado sobre el conjunto arqueofaunístico. En ese sentido, se consideró el estado general del hueso, su acondicionamiento post-recuperación y el grado de meteori3

4

Por espécimen se entiende a todo fragmento o hueso con asignación taxonómica que corresponde a un determinado elemento óseo del esqueleto mientras que por elemento se entiende a una unidad anatómica completa o un segmento de un hueso (siguiendo a Grayson 1984:16). Se consideran astillas óseas a los fragmentos longitudinales de huesos largos que carecen de epífisis (Binford 1981; Mengoni Goñalons 1988a). La meteorización fue relevada en todos los especimenes identificados a excepción de los huesos que presentan evidencias claras de alteración por el fuego (quemados o calcinados) o que estaban barnizados.

zación4. En este último caso se usó la escala de 0 a 5 propuesta por Behrensmeyer (1978). Además se relevaron y cuantificaron las huellas culturales y las marcas naturales presentes en los huesos, siendo éste uno de los criterios más relevantes para el estudio de la integridad (sensu Binford 1981) de los conjuntos. Estas trazas se determinaron macro y microscópicamente, usándose una lupa de mano de 10x y una lupa binocular de entre 40x y 160x. Como vías analíticas para su identificación se tomaron en cuenta sus características formales macro y microscópicas, la posición de la traza sobre el hueso, frecuencia, distribución y orientación y los atributos asociados (Mengoni Goñalons 1988a). Los atributos y la tipología de marcas de carnívoros se tomaron de Binford (1981) y los de las huellas culturales de varios autores (Binford 1981; Blumenschine 1991; Blumenschine y Selvaggio 1988; Bunn 1981; Lyman 1987b; Mengoni Goñalons 1988b; Potts y Shipman 1981; Shipman y Rose 1983; entre otros).

LA MUESTRA

La muestra se compone de 619 huesos, de los que han podido identificarse taxonómicamente 81 especimenes (13%). El taxón Artiodáctilo refiere a los especimenes que por su grado de fragmentación, estado de las superficies y/o ausencia de zonas diagnósticas no pudieron ser asignados a nivel específico, por lo que podrían corresponder, en este caso, tanto a huemul, guanaco y en menor medida a oveja (Tabla 1). Es importante destacar que los huesos presentan un alto grado de deterioro. Muchos son muy livianos y algunos se deshacen al tacto. Su preservación se debe, en gran medida, a la consolidación de la superficie a partir de la aplicación de un barniz durante el acondicionamiento posterior a su recuperación. Si bien esta acción impidió la desintegración, perjudicó la capacidad informativa de los especimenes, siendo imposible, en muchos casos, registrar la presencia de marcas o huellas o medir el grado de meteorización. Los especimenes barnizados alcanzan el 45% de los huesos identificados taxonómicamente. Con respecto a la composición taxonómica, un estudio previo señala la presencia de

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Tabla 1. Composición taxonómica del conjunto óseo recuperado en el sitio Alero del Sendero de Interpretación Taxón

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ción del conjunto y de los procesos de formación del registro operantes en el sitio. A continuación se expondrán los resultados obtenidos en el análisis de cada taxón.

NISP

Oveja Oveja Artiodáctilo

37 31

Huemul Roedor

5 3

Dasipódido Liebre

3 2

Total identificados No identificados

81 538

Total de huesos

619

huesos de vaca en la superficie del alero e hipotetiza acerca de la posible incorporación de huesos modernos al registro arqueológico (Arrigoni 2000: 605 y Foto 1). Como puede apreciarse en la Tabla 1, los resultados del análisis faunístico confirman esta predicción. La muestra de huesos identificados está dominada por restos de especies introducidas -oveja (45,7%) y liebre (2,5%), que en conjunto superan el 48% del NISP total del sitio. El resto del conjunto está compuesto mayoritariamente por los especimenes asignados a Artiodáctilo, que quizás en algunos casos podrían también ser de oveja. En consecuencia, probablemente más de la mitad del conjunto óseo identificado no estaría relacionado con las actividades que originaron el resto de las evidencias arqueológicas. Por otra parte, la abundancia de especimenes modernos permite plantear que las malas condiciones de preservación habrían reducido las probabilidades de preservación de los huesos más antiguos. En síntesis, el grado de identificabilidad, la composición taxonómica y las malas condiciones de preservación ósea indican que el conjunto arqueofaunístico del Alero del Sendero de Interpretación posee una baja calidad informativa acerca de algunos aspectos de la subsistencia vinculados con el aprovechamiento del los recursos faunísticos. Sin embargo, no implica que la información ósea deba ser descartada, ya que presenta un importante potencial informativo acerca de diversos procesos y agentes involucrados en la conforma-

Este taxón se halla representado por 37 especimenes. Dieciséis (43%) están barnizados y seis son dientes, por lo que no pudo ser evaluado el grado de meteorización. El resto de los especimenes presentan estadios 0 y 1 de la escala de Behrensmeyer (1978). También se han registrado huesos que, a simple vista, parecen ser más livianos que su respectivo elemento comparativo moderno5 (19 especimenes, 51%). En un caso esta característica se asocia con la pérdida de la primer capa de tejido compacto y en otros dos con la exposición, en algunos sectores, del tejido trabecular. El número mínimo de individuos (MNI) estimado es de 3 animales, calculado a partir de los astrágalos presentes en la muestra, teniendo en cuenta la lateralidad. Los elementos corresponden en su mayoría al esqueleto apendicular, que se encuentra representado por huesos compactos (carpianos y tarsianos) y falanges (Tabla 2). Resulta notable la escasa presencia de huesos largos. El esqueleto axial se halla representado fundamentalmente por las vértebras lumbares. Además, hay una costilla y varios dientes molariformes- fragmentados. Ningún hueso registra huellas de origen antrópico. Los huesos de oveja están dispersos en las siguientes cuadrículas: A6, A7, B4, B5, D4, D7, H3, H4, H5, I3 e I4 (ver Figura 1) y a una profundidad que varía entre la superficie y los 25 cm aunque la mayor parte de los especimenes se concentra en los primeros 6 cm de profundidad.También pudieron observarse varios casos de elementos que articulan entre sí (seis vértebras lumbares localizadas en las cuadrículas H3, I3 e I4 y tres falanges de un 5

Intentó cuantificarse esta apreciación subjetiva, pero comprobamos que una leve variación en el tamaño del hueso producía importantes diferencias en el peso. Dado que nuestros referentes comparativos no eran exactamente iguales a los especimenes arqueológicos, no pudo determinarse la magnitud de la diferencia de peso entre especimenes arqueológicos y su homólogo moderno.

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Gloria I. Arrigoni y Pablo M. Fernández

Tabla 2. Medidas de abundancia anatómica del taxón Oveja Elemento

NISP

MNE

MAU

% MAU

Lumbares

9

8

1,14

76,19

Costillas Carpianos

1 1

1 1

0,08 0,17

Astrágalo Calcáneo

3 1

3 1

Tibia Tarsianos

5 3

1° falange 2° falange

Tabla 3. Medidas de abundancia anatómica del taxón Artiodáctilo NISP

MNE

Lumbares

1

1

5,13 11,11

Vértebras Costillas

8 5

5 5

1,5 0,5

100,00 33,33

Radio Carpianos

1 1

1 1

1 3

0,5 0,6

33,33 40,00

Fémur Tibia

3 1

1 1

5 2

5 2

0,63 0,25

41,67 16,67

Astrágalo Calcáneo

1 1

1 1

3° falange Dientes

1 6

1 -

0,13 -

8,33 -

Tarsianos Metapodio

2 2

2 1

Total

37

26

Sesamoideos 2º falange

4 1

4 1

Total

31

25

dedo -primera, segunda y tercera- recuperadas en D7), indicando que podrían haber pertenecido a uno o dos individuos. Con respecto a las marcas naturales, un espécimen presenta marcas de raíces. Esto concuerda con lo esperado a partir de la acción de diversas plantas que crecen en el alero, tal como ha sido documentado y discutido en trabajos anteriores (Arrigoni 2000). También hay marcas de roedor en dos especimenes. Artiodáctilo

Corresponden a esta categoría taxonómica 31 especimenes (Tabla 3), principalmente elementos del esqueleto apendicular: huesos largos (radio, fémur, tibia, metapodio y falange) y huesos compactos (carpianos, astrágalo, calcáneo, tarsianos y sesamoideos).También se registran vértebras y costillas. La meteorización sólo fue medida en la mitad de los especimenes ya que el resto está barnizado. El perfil de meteorización es similar al registrado en los especimenes de oveja, con la mayoría de los huesos en estadios 0 y 1. Al igual que en ese taxón, se observó la presencia de huesos muy livianos (40% del total). Su distribución espacial y estratigráfica es similar a los especimenes de oveja. Se localizan en las cuadrículas A6, D6, D7, H4, I3 e I4 (ver Figura 1) y entre la superficie y los 32 cm de profundidad aunque la mayor parte se halla en los primeros 15 cm.

Elemento

Con respecto a las trazas presentes en la superficie de los huesos, un fragmento diafisiario de costilla (profundidad, 1 cm) exhibe una huella de corte nítida y otras marcas indeterminadas más leves. Un fragmento de diáfisis anterior de metapodio (profundidad, 10 cm) presenta huellas de percusión y un fragmento de diáfisis de tibia (profundidad, 5 cm) está quemado y presenta cuatro huellas de corte paralelas al eje del hueso. Tal como se sugirió, probablemente algunos de los especimenes agrupados en esta categoría taxonómica podrían ser de oveja, aunque otros podrían corresponder a huemul o guanaco (por ejemplo, las diáfisis de tibia y metapodio con huellas mencionadas en el párrafo anterior). En algunos casos, la distribución espacial (Figura 1) y estratigráfica de los especimenes sugiere ciertas relaciones. Tal es el caso de las vértebras de artiodáctilo localizadas en H4 e I4 que podrían estar relacionadas con las vértebras lumbares de oveja recuperadas en las cuadrículas H3, I3 e I4. Huemul

Se recuperaron 5 especimenes en las cuadrículas D5, D6 y D7 (ver Figura 1). Todos corresponden al esqueleto apendicular: una tuberosidad deltoidea de húmero derecho, una diáfisis de cúbito izquierdo, una diáfisis distal de radio derecho, un astrágalo y un sesamoideo,

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ubicados entre 11 y 40 cm de profundidad.Tres especimenes presentan la característica ya señalada de ser muy frágiles y livianos. Además, las diáfisis de húmero, cúbito y radio están barnizadas, por lo que sólo pudo comprobarse el grado de meteorización en el astrágalo, que está en estadio 0. Pudo constatarse la presencia de negativos de lascado en el húmero y dos huellas de origen antrópico en la cara posterior de la diáfisis distal de radio. Su identificación requirió evaluar en detalle cada uno de los atributos mencionados en la metodología, ya que la presencia de barniz, sumado al estado extremadamente frágil del hueso, tornaron difícil su identificación. Se trata de líneas finas, de lados paralelos, de entre 15 y 25 mm de longitud, con una clara sección en V. Corren paralelas al eje del hueso y se ubican en una zona donde se localizan principalmente tendones. Dado el valor diagnóstico que tienen, para las huellas de corte, las estriaciones paralelas (Shipman 1981; Shipman y Rose 1983) la observación con la lupa binocular se orientó a constatar la presencia de este atributo. Pudo comprobarse que el barniz aplicado sobre la superficie del hueso rellenó el fondo de la huella, lo que imposibilitó constatar la presencia de estrías. Es por esto que en la identificación de estas huellas existe cierto grado de ambigüedad. A pesar de ello y, sobre la base de los otros atributos presentes, hemos decido considerarlas igualmente como huellas de corte. Estas trazas permiten, entonces, vincular el conjunto de huesos de huemul con la acción de los seres humanos. Roedor, Dasipódido y Liebre

Al primer taxón corresponden 3 especimenes provenientes de las cuadrículas B5 y D7: una hemi mandíbula sin dientes -salvo por el incisivo, una diáfisis de tibia y un hueso largo no determinado, posiblemente del miembro delantero. La segunda categoría taxonómica corresponde a piche o peludo y presenta 3 especimenes, una hemi mandíbula izquierda, un diente y un fragmento de placa, los dos primero en la cuadrícula A5 y el último en la D6. Por último, los restos de liebre corresponden a 2 tibias derechas halladas en la superficie de la visera o plataforma que está por encima del sector excavado. Una presenta marcas de roedor y de carnívoro y la otra sólo de roedor.

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No identificados

Los huesos no identificados constituyen el 87% de la muestra ósea recuperada. El 95% tiene una longitud entre 0,1 y 3 cm. El 21% presenta las características ya señaladas de ser frágiles y livianos y el 55% está barnizado. Un solo hueso tiene marcas de carnívoro y 41 (7,6%) presentan huellas de corte y/o percusión. No se identificaron lascas óseas. Como puede apreciarse, el conjunto exhibe las mismas características y tipos de modificaciones óseas presentes en los huesos determinados taxonómicamente, resultando informativos de los procesos y agentes que acumularon y modificaron el conjunto óseo recuperado en el sitio.

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

El conjunto arqueofaunístico del ASI indica una importante variedad de procesos y agentes involucrados en su formación y/o acumulación. Pueden mencionarse, en orden de importancia, la influencia de la matriz sedimentaria (su acidez y las fluctuaciones de humedad que presenta), la incorporación natural de huesos, la acción de carnívoros y la actividad humana (Cuadro 2). El estado de algunos especimenes permite postular la incidencia de procesos diagenéticos en la conformación del conjunto óseo. Estos huesos se caracterizan por ser más livianos que su respectivo elemento comparativo moderno y en unos pocos casos presentan también pérdida de la primer capa de tejido compacto y/o la exposición del tejido trabecular. Es altamente probable, dadas las condiciones de la matriz sedimentaria (Ph ácido y saturación de agua), que los huesos hayan estado sometidos a un proceso de disolución (sensu Hedges y Millard 1995) de la fracción inorgánica. Los sedimentos con Ph ácidos tienden a disolver el contenido mineral de los huesos y la velocidad de disolución depende de la cantidad de agua de percolación y de la porosidad del hueso (Chaplin 1971:16-18; Hedges y Millard 1995). Soluciones de tipo ácido producen modelos de morfología similar al hueso original pero formados exclusivamente por la matriz orgánica (Hare 1980, en Lyman 1994:422). Ciertos especimenes recuperados presentan esta característica, especial-

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Gloria I. Arrigoni y Pablo M. Fernández Cuadro 2. Procesos y agentes involucrados en la formación del conjunto óseo del sitio ASI

Procesos y agentes

Subconjunto

Huesos con evidencias macroscópicas de disolución de la fracción mineral

Oveja Artiodáctilo Huemul No identificados

65 42 60 21,4

Acción de radículas

Oveja

5,4

Acción de roedores

Liebre

100

Acción de carnívoros

Liebre No identificados

50 0,2

Acción antrópica

Artiodáctilo Huemul No identificados

9,7 40 7,6

mente un fragmento de diáfisis distal de radio de huemul, que debe su preservación al barniz aplicado sobre su superficie. En los bordes de fractura, donde esta protección no existe o se ha perdido, el hueso se deshace al tacto. Sin embargo, conserva la forma original del elemento, lo que permitió su determinación anatómica y taxonómica. Al considerar tanto la conformación anatómica y taxonómica del conjunto óseo recuperado como los procesos diagenéticos mencionados anteriormente, es posible postular que dichos procesos habrían destruido la mayoría de las evidencias óseas vinculadas con el uso antrópico del alero. Tomando como referencia los conjuntos de huemul y oveja, cuya acumulación sería producto –principalmentede procesos culturales y naturales, respectivamente, puede postularse que la disparidad entre ambos se debe al tiempo de exposición a las condiciones de la matriz. Los huesos de huemul se habrían depositado en el lapso de 1700-400 años A. P. (Cuadro 1) mientras que los de oveja no tendrían más de 100 años de antigüedad. En otras palabras, a mayor tiempo de exposición, mayor destrucción. Posiblemente, de haber continuado la exposición a la matriz sedimentaria los huesos de oveja también habrían desaparecido, tal como puede deducirse a partir del estado de las vértebras

% NISP ó % de No Identificados

(livianas, frágiles y con el tejido trabecular expuesto). Lo propuesto en los párrafos precedentes debe ser considerado a modo de hipótesis de trabajo, cuya contrastación dependerá del desarrollo de análisis específicos -porosidad, histología, contenido total de proteínas y cristalinidad, etc.- (Hedges et al. 1995), que permitirán establecer de manera fehaciente la forma y el tipo de procesos diagenéticos involucrados en la conformación del conjunto óseo. La información disponible señala que, a pesar de que la presencia de artefactos líticos (desechos de talla, puntas de proyectil, raspadores, cuchillos, perforadores), cerámica y pinturas rupestres documentan la utilización de este espacio por los antiguos cazadores recolectores, los restos óseos asociados a tales actividades prácticamente no se han preservado. Esta situación concuerda con los resultados de los estudios de los procesos de formación del registro realizados por Arrigoni (2000) que señalaban que la humedad y acidez del sedimento, junto con las variaciones estacionales de la humedad habrían constituido un ambiente poco favorable para la preservación de los restos óseos. El resultado es que la acción de los procesos tafonómicos afectó la capacidad de recrear ciertos aspectos de la

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subsistencia vinculados con el aprovechamiento de los recursos faunísticos. Existen evidencias de aprovechamiento de huemul, pero la escasez de restos impide ir más allá de este punto. Por otra parte, la distribución estratigráfica de todos los restos óseos tampoco permite determinar eventos discretos de uso antrópico. Junto con la evidencia sedimentaria (ver sección El Sitio) evidencian la baja resolución del sitio. Otro conjunto arqueofaunístico proveniente del bosque del noroeste de la provincia del Chubut también presenta una baja integridad y resolución (Bellelli et al. 2003). La arqueofauna recuperada en el sitio Cerro Pintado6 se halla afectada por la acción del fuego -probablemente producto de incendios forestales- combinada con el pisoteo (Bellelli et al. 2003). Es interesante comprobar que en ambos sitios -a pesar de estar mediando procesos tafonómicos distintos- las consecuencias de estos procesos son similares: más del 85% de los huesos recuperados no pudieron ser identificados anatómica y/o taxonómicamente (Bellelli et al. 2003). A diferencia de la estepa, la localización en aleros de los conjuntos óseos no garantizó una buena preservación. Las características del ambiente boscoso, entre ellas la acidez del sedimento, la ocurrencia de incendios, el desarrollo moderado de suelos y el crecimiento de la vegetación y los altos niveles de humedad en los aleros podrían estar neutralizando el efecto reparador de las viseras rocosas. Un interrogante que puede plantearse es hasta qué punto la situación observada en estos dos aleros del noroeste de Chubut puede convertirse en una expectativa generalizable a otros sitios emplazados en el bosque andino patagónico. Diversos elementos, como la heterogeneidad que presenta el bosque en Patagonia y la particularidad de las historias tafonómicas de cada conjunto, relacionadas tanto con la matriz sedimentaria, las características del emplazamiento, la causa de muerte del o los organismos, los procesos operantes antes y después de su sepultamiento y las características morfológicas y estructurales de los huesos, permiten esperar cierta variabilidad. Por ejemplo, los sitios Alero Los Cipreses y 6

En la localidad de Cholila, aproximadamente a unos 70 km lineales al norte del ASI.

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Alero Cicuta, emplazados en zonas boscosas y ecotonales, respectivamente, de la cuenca del lago Traful, registran un grado de identificabilidad mayor (alrededor del 40 % del conjunto recuperado) y presentan un mejor estado de preservación (Silveira 1996, 1999). En consecuencia, no parece ser aconsejable generalizar a priori la situación observada en los conjuntos del noroeste boscoso del Chubut para todos los sitios emplazados en el bosque andino patagónico. Finalmente, no puede dejar de destacarse que, a pesar de los problemas de integridad y resolución señalados, la presencia de al menos dos huesos de huemul con huellas de acción antrópica constituye otra de las características que presentan las arqueofaunas del noroeste boscoso de la provincia del Chubut. Tomando en cuenta la fauna nativa, tanto en Cerro Pintado como en el Alero del Sendero de Interpretación los restos de este taxón predominan por sobre los de guanaco (especie que registra un solo espécimen en Cerro Pintado y ninguno en ASI). Esta situación, hasta hace poco inédita en Argentina y extremadamente rara en el resto de Patagonia (Belardi y Gómez Otero 1998; Borrero y Muñoz 1999; Mena 1992) permite reconsiderar la afirmación de que los sitios de bosque no presentan evidencias para hablar de una explotación boscosa, esto es, de recursos de distribución exclusiva en este ambiente (Borrero y Muñoz 1999). A medida que se incorporan nuevos sitios y sus arqueofaunas a esta discusión, se hace evidente que el bosque de Patagonia no puede ser considerado como un ambiente homogéneo -salvo para efectuar comparaciones de grano grueso, por ejemplo, versus la estepa o el litoral marítimo. El clima y la topografía, a lo largo de la estrecha franja -de 2000 km de largo y en promedio 120 km de ancho- ocupada por los bosques templados del sur de Sudamérica, determinan la existencia de una enorme heterogeneidad de tipos de bosques, suelos y regímenes de perturbación (Armesto et al. 1995). Los patrones regionales de vegetación del sur de Chile y Argentina reflejan gradientes climáticos con orientación OesteEste y Norte-Sur (Veblen et al. 1995), que se traducen, a grandes rasgos, en una disminución de la riqueza de especies vegetales a lo largo de esos ejes (Arroyo et al. 1995). En el

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caso de los mamíferos, estudios realizados en la vertiente occidental de los Andes indican que la diversidad y densidad disminuyen significativamente con la latitud (Murúa 1995). Entre otras cosas, resta explorar cómo estos gradientes podrían llegar a incidir en la composición taxonómica de los conjuntos arqueofaunísticos recuperados en ambientes boscosos y ecotonales de Argentina. Por ejemplo, en general puede verse que en ambientes ecotonales o de bosque abierto el huemul se caracteriza por representar una fracción muy pequeña del NISP total, dentro de conjuntos dominados taxonómicamente por guanaco (Aschero 1981-1982; Casiodoro et al. 2000; De Nigris 2000; Hajduk y Albornoz 1999; Mena 1983; Mena y Jackson 1991; Perrota y Pereda 1987; Silveira 1982, 1987, 1996, 1999; Velásquez 2000). Cuando consideramos sitios emplazados dentro de bosque más cerrado, como es el caso de los conjuntos del noroeste de la provincia del Chubut, la situación se invierte. Es posible que dicha inversión refleje la disponibilidad exclusiva del huemul7 en estos ambientes, sumado a una forma de caza oportunista o por encuentro. Posiblemente, la composición taxonómica de estas arqueofaunas refleje no sólo las elecciones que efectuaron los antiguos cazadores sino también el marco ecológico en el cual fueron tomadas estas decisiones. Por último, y a pesar de que no es el tema central de este trabajo, debemos destacar que los resultados alcanzados también contribuyen a la discusión general acerca del poblamiento de los diversos ambientes boscosos de Patagonia y, en particular, acerca del papel que podría haber tenido la oferta diferencial de ungulados en relación con este poblamiento (Bellelli et al. 2003; Borrero 1999; Borrero y Muñoz 1999; Fernández 2002).

AGRADECIMIENTOS

Queremos agradecer a Laura Caruso, Ana Forlano, Daniela Maluf y Elena Tropea por su colaboración en el análisis de los restos óseos. 7

Aunque existen avistajes históricos de guanaco en el PN Los Alerces, estos están vinculados con la ocurrencia de inviernos sumamente fríos y secos, en los que estos ungulados merodean la zona de ecotono y bosque abierto (Arrigoni 1999).

Juan Bautista Belardi, Mariana Carballido Calatayud, Isabel Cruz y Rafael Goñi realizaron útiles comentarios y valiosos aportes a este trabajo. Con Daniel Olivera, Alejandro Acosta y Daniel Loponte discutimos algunos aspectos de la identificación de huellas de corte. Guillermo Mengoni Goñalons nos ayudó gentilmente facilitándonos bibliografía. Finalmente, las evaluaciones de Florencia Borella y María Gutiérrez enriquecieron el manuscrito. A todos ellos les estamos profundamente agradecidos. No obstante, los conceptos aquí vertidos son de nuestra responsabilidad.

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