Los Pueblos Indígenas en Aislamiento: Su lucha por la sobrevivencia y la libertad (Prólogo)

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Descripción

In: Huertas, B. (2002) Los Pueblos Indígenas en Aislamiento: Su lucha por la sobrevivencia y la libertad. Lima: IWGIA, 11-14.

Prologo Parece cuento. Hoy día, al despertar del tercer milenio, en el auge de la época de la informática, cuando todas las naciones son conectadas por lazos económicos, sistemas de transporte intercontinental y una red de comunicación electrónica instantánea, la Tierra se encuentra rodeada de satélites artificiales y existen planos concretos para enviar hombres al planeta vecino de Marte, sobreviven aún en la remota selva amazónica pequeños grupos nómades que rechazan el contacto con el resto de la humanidad y se mantienen completamente aislados de la llamada civilización. Llamados variadamente como indígenas aislados, indios no-contactados, nómades, grupos en aislamiento voluntario o forzado, pueblos libres o excluidos, así como calatos, bravos, salvajes, mashcos y chunchos, es poco lo que sabe sobre su población, su historia, su territorio, sus idiomas, sus conocimientos y modos de vivir y sus percepciones de la población extraña que les rodea y cada día llega más cerca. Podemos suponer con alguna confianza que son varios grupos étnicos distintos; que no son tan poquitos como algunos madereros, periodistas, estudiosos y religiosos nos quieren hacer creer; que migran por territorios extensos entre diferentes cuencas del Madre de Dios y otras regiones remotas de la Amazonía, cazando, pescando y recolectando los recursos dispersos de la selva exuberante y cruel; que algunos de ellos habrían abandonado la agricultura, quizás huyendo de las correrías de la fiebre del caucho; que no conocen el dinero, ni las cosas que el dinero compra, ni la esclavitud de la deuda, el peonaje y el patrón; que no tienen inmunidad contra enfermedades comunes como el gripe; que no deben tener vergüenza de su proprio

desnudez pues con sus pinturas corporales y otros adornos no son desnudos, por lo menos hasta que llegue alguien para enseñarles que sí son. Son muchas las suposiciones, muchas las teorías, mucha la polémica. Lo único que sabemos con certeza es que, enfáticamente, en repetidas ocasiones, usando diferentes hechos, gestos, y formas de expresión, estos grupos humanos no quieren todavía el contacto con la sociedad mayor. Ni con indios vecinos, ni con madereros, ni misioneros ni “hermanos” indígenas evangélicos, ni antropólogos, equipes de filmación, turistas, aventureros ni con nadie. No sabemos exactamente por qué. Sea por memorias remotas de la sangrienta época del caucho, sea por conflictos más recientes con invasores diversos, sea por miedo al gripe, o simplemente porque se consideran los únicos seres humanos auténticos y que el resto somos unos bárbaros... Tendrán sus razones. ¿Será que resulta tan difícil respetarles esta opción? ¿Quiénes son estos pueblos misteriosos, estos renegados que huyen de la civilización entre comillas? Para las impresas madereras, por lo menos oficialmente, son inexistentes, una invención de los antropólogos, de los ecologistas, de radicales militantes indígenas. Para los madereros, no en sus declaraciones a la prensa y al gobierno sino en el monte, realizando tala depredadora y ilegal de maderas finas, estos seres inexistentes se vuelven enemigos mortales que defienden su territorio con arco y flecha contra escopetas, carabinas y explosivos. Para las impresas petroleras transnacionales, son un costo adicional en su balanza de riesgos y beneficios, que en algunos casos merece contratación de antropólogos, formulación de planes de contingencia y inversión en las relaciones públicas. Para los misioneros de algunas religiones y sectas, son almas para conquistar para el Reino del Señor, cualquier sea el precio en vidas, sufrimiento, trastornos y humillación de los Calatos Salvados. Para algunos científicos, son curiosidades paleolíticas cuyo valor científico diminuye tan

luego que dejan la caza y recolecta nómade para la agricultura sedentaria. Para equipes de filmación y empresas de turismo de aventura, son un llamativo, un exotismo romántico que aumenta el valor de sus producciones y paseos. Para el gobierno peruano, son ciudadanos comunes y corrientes, sin ninguna protección o consideración especial dentro de la legislación actual sobre comunidades nativas. Beatriz Torres, en su importante libro, nos trae una visión al mismo tiempo objetiva y humana sobre la situación actual de los grupos indígenas aislados del Perú. A través de extensivos trabajos de campo y entrevistas con habitantes de las zonas vecinas a los territorios de los aislados, presenta evidencias indudables sobre su existencia, su extensión territorial, su diversidad cultural-lingüística y su considerable población. También presenta una minuciosa revisión de diversas fuentes bibliográficas, juntando en un solo lugar observaciones y detalles relevantes dispersas en documentos históricos, publicaciones científicas y fuentes obscuras o inéditas como por ejemplo informes de campo, observaciones personales de varios especialistas y documentos internos de la Fundación Nacional del Indio (FUNAI) de Brasil, que trabaja sobre el mismo tema al otro lado de una frontera que los indígenas desconocen. Este libro nos ofrece perspectivas históricas y antropológicas para entender la fragilidad de los indígenas aislados frente al contacto con la sociedad mayor. Nos hace apreciar la importancia, tanto para la diversidad cultural como para la diversidad biológica, de resguardar sus territorios para su futuro y el futuro de la humanidad. Con bases científicas, jurídicas, en acuerdos internacionales y principalmente de la perspectiva de derechos humanos, Beatriz hace un argumento apasionado sobre la urgencia de un esfuerzo nacional e internacional para defender los territorios, la integridad cultural y la vida de los indígenas aislados. Propone alianzas estratégicas

entre comunidades locales, federaciones indígenas, el gobierno peruano y actores internacionales para frenar la actual fiebre de la caoba en Madre de Dios que está acabando con los últimos reductos de maderas finas y los últimos refugios de indígenas aislados en el Perú y en el mundo. ¿Cual es el futuro de los indígenas aislados? Infelizmente, no hay necesidad de consultar una bola de cristal para predecir el futuro de estos pueblos desconocidos. Basta observar la historia de las últimas décadas, del último siglo, de los últimos quinientos años. Guerra, colonización, explotación brutal y depredadora de los indios y los recursos natural, diezmación de la población nativa por epidemias, deslocación territorial y finalmente, para los que tienen suerte, los sobrevivientes, asimilación, humillación y marginalización abajo del último escalón de la sociedad nacional. Mencionemos, solo como un ejemplo entre decenas, los Yora, habitantes temidos del Alto Manu que rechazaron los invasores madereros, petroleros, misioneros y hasta la propia Marina de Guerra del Perú, hasta 1985, fecha en que fueron contactados forzadamente como resultado en conjunto de todos los mencionados invasores. Murió mas de la mitad de la población en los primeros años de contacto. Hoy día, los Yora viven a la merced de madereros que trabajan ilegalmente en su territorio, una Reserva del Estado que el estado jamás defendió. Los Yora de hoy se llaman entre si con cariño y nostalgia wero yõshi, “fantasma,” pues son los fantasmagóricos sobrevivientes de una tragedia humana olvidada en la selva peruana. Esto es el futuro que espera los indígenas aislados. Esto es el futuro que esta siendo llevado para la selva de Madre de Dios en este momento, acercándose cada día más. Esto será el futuro trágico y definitivo, que no es futuro ninguno, para los indígenas aislados y la selva de Madre de Dios, si el gobierno peruano no cambia radicalmente y urgentemente sus políticas hacia estas poblaciones y esta región.

Glenn H. Shepard Jr. Manaus 18 de abril de 2002

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