LOS PRINCIPIOS, LOS VALORES Y LAS VIRTUDES Jorge Yarce

July 4, 2017 | Autor: D. Olvera González | Categoría: Nursing, Medicine, Bioogy
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LOS PRINCIPIOS, LOS VALORES Y LAS VIRTUDES Jorge Yarce Hablar de principios es tocar uno de los temas más sensibles al común de los seres humanos. Como cuando se dice de alguien que “es una persona de principios”; que la educación que se imparte en un centro educativo “está fundamentada en principios”; que una empresa se “guía por una serie de principios” o que “la crisis de la política o la corrupción se deben a la falta de principios”, todo eso nos indica que se está hablando de algo muy importante, que actúa como punto de referencia fundamental o ejerce una labor orientadora: los principios. Qué son los principios “Principio” viene del latín principium y del griego arjé. Significa “aquello de lo cual algo proviene de una determinada manera”, como el punto es principio de la línea o la causa es principio del efecto. Así como en la naturaleza hay principios o leyes universales, el comportamiento humano en sociedad se rige también por algunos principios éticos fundamentales de los que podemos decir que son: “leyes universales, inmutables, válidas para todos, que inspiran la buena conducta personal y social”. Enunciemos un principio que reúna esas características: “La dignidad humana es esencial”. Es universal, vale para todos en todos los tiempos, no cambia, es independiente de lo que yo piense o sienta sobre ella, me guste o no. Además, no me lo inventé yo, ni un grupo ni el Estado. Ese principio esta ahí, fuera de mí, no puedo discutirlo: o respeto el principio o lo quebranto y, al quebrantarlo, hago daño al otro y a mí mismo. Siempre que alguien actúa desconociendo lo que ordena el principio, se va en contra de si mismo.

romper la cabeza. Lo que tengo claro es que no puedo obrar en contra del principio. Puedo rechazar la manera como ha sido formulado, pero no actuar contra él. En el campo ético nos encontramos con esos principios, sobre los que se fundamentan el desarrollo de la persona, la convivencia y el orden social. Su validez no depende de otras ciencias o de que la gente los acepte por elección mayoritaria. Los grupos sociales y el Estado tienen que reconocerlos, descubrirlos, no crearlos, porque son inherentes a la condición humana, de manera parecida a como la ley de la gravedad es inherente a los cuerpos. A veces las leyes que rigen la sociedad están en contra de lo que indican los principios. Por ejemplo en algunos países la ley dice que “el que contamina paga”, lo cual está en contra del principio que nos indica que “debemos respetar la naturaleza”. Aunque el hombre siga aquella ley, de todas maneras actúa en contra de los principios, es decir, cuando no respeta la naturaleza se está haciendo daño a sí mismo a largo plazo. Lo mismo sucede cuando defiende que algo es legal aunque no sea éticamente correcto, porque las leyes no pueden ser inmorales. Los principios éticos

Otro ejemplo: “Los pactos deben ser cumplidos”. Una persona leal es la que cumple aquello a lo que se compromete y con quienes se compromete. La lealtad es un valor y como tal es subjetivo, pero no puede serlo hasta el punto de alejarse de aquél principio del cual se desprende. Una forma de reconocer o vivir un principio es, por ejemplo, cuando veo que va a caer un ladrillo sobre mi cabeza y reacciono, apartándome enseguida. No necesito saber qué es la ley de la gravedad o cómo se formula científicamente. Lo cierto es que si me pongo a pensar en la ley, el ladrillo me puede

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La ética como ciencia práctica o arte regulador de la conducta humana contiene principios universales o normas propias del obrar moral del hombre, independientemente de su cultura, raza, ideología o religión. No se trata de hacer una enumeración detallada o una lista completa de esos principios. Pero sí hay coincidencia de siglos en señalar principios éticos mantenidos a lo largo de la historia en muchas culturas. Citemos algunos, apoyados en la relación que hace Carlos Llano en su libro “Dilemas éticos en la empresa”:

La persona tiende por naturaleza a hacer el bien y evitar el mal. El ser humano está dotado de una dignidad esencial. La vida humana debe ser respetada como un bien inalienable. Hay que decir la verdad y evitar la mentira. El fin no justifica los medios. La persona tiene desarrollo.

derecho a su

pleno

La libertad es esencial para el desarrollo de la persona. El ser humano es capaz de compro-meterse y cumplir lo prometido. El trabajo es ley de vida y derecho básico para la subsistencia personal. El bien común es superior al bien particular en el mismo orden de cosas. La persona tiene derecho a participar en los destinos de la sociedad. La familia es un ámbito indispensable para el crecimiento de la persona. La naturaleza es un ámbito esencial para la vida y como tal debe ser respetada. La persona tiene derecho a vivir en paz.

Los 10 mandamientos pueden ser considerados como principios naturales de orden ético. Igualmente los derechos humanos aceptados en conocidas declaraciones universales (derecho a la vida, al buen nombre, a la libertad de expresión, al trabajo, a la movilización personal, a un juicio justo, etc.). Si una persona, una comunidad o un grupo social deciden desconocer lo que ordena el principio, éste no cambia, porque no depende de la interpretación que le da la sociedad. Si la sociedad decide alejarse del principio, sufre un proceso de transformación que la lleva al deterioro y la destrucción Relación valores-principios Valor viene del latín “valére” (“estar en forma”, “ser fuerte”, “ser capaz de algo”, “valerse por sí mismo”), y del griego “axios”, (“lo que vale”, “lo que tiene precio”, “lo que es digno de estimación”). El valor puede ser considerado como un concepto o ideal

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Los principios, los valores y las virtudes-2 deseable (civismo, generosidad...), sin referirlo a nadie en concreto, pero también como algo realizado, incorporado a la vida, que no se queda en la aspiración, en el deseo, en el concepto, en el ideal general. Escojamos una definición (Derisi): “El valor es un bien descubierto y elegido en forma libre y consciente, que busca ser realizado por la persona” “y – añadimos- reconocido por los demás”. El valor no es una cosa, ni una realidad sólo subjetiva. Los valores son subjetivos porque los vive el sujeto humano (los animales no tienen valores) libre y conscientemente y, al mismo tiempo, son objetivos en cuanto están conectados con los principios (leyes universales) externos a la persona. Los valores presentan siempre dos lados o caras: la cara afirmativa, -la propia de los valores, a secas-, o la cara negativa, que podemos llamar antivalor o contravalor: generosidad versus egoísmo, amor versus odio, lealtad versus traición... Se puede decir que cuando muchas personas viven los mismos valores, esos valores compartidos se practican corporativa o socialmente. Pero su raíz más íntima sigue siendo la práctica individual. Hay valores que antes no eran reconocidos como tales, por ejemplo el respeto al medio ambiente, pero su principio básico (el respeto a la naturaleza como ámbito esencial del hombre), ha existido siempre. Lo que necesita es ser reconocido. Los valores son dinámicos, no estáticos o inamovibles. Por ejemplo el cambio, la flexibilidad y la negociación que se oponen al inmovilismo, a la resistencia o al enfrentamiento o ruptura. Los principios son objetivos (distintos del sujeto), universales y válidos para todos. Los valores se desprenden de los principios y son subjetivos, más concretos, particulares y específicos que los principios. La virtud es la encarnación operativa habitual del valor. Por ejemplo, del principio de la dignidad esencial de la persona pueden deducirse valores como el respeto a sus

Los principios, los valores y las virtudes-3 ideas y opiniones, la tolerancia en la relación entre personas, la equidad y otros. Cuando necesito comprobar, por razones de la duda, si un valor está siendo interpretado o aplicado de una manera correcta, invoco el principio del cual éste se desprende, para verificar si el valor está de acuerdo con él. En los valores que no representan un compromiso espiritual tan fuerte como los éticos (los naturales, económicos, sociales, culturales, estéticos), podemos decir que la noción misma de valor posee una intensidad diferente a la de los valores éticos, porque éstos son trascendentales, es decir, están inspirados en principios que trascienden a la persona concreta y afectan a todos. Los valores son muy diversos (materiales, económicos, cívicos, culturales, estéticos, éticos, sociales, religiosos, políticos, etc.) Son cualitativamente diferentes. A los valores éticos, la dependencia de los principios les da fuerza y validez general como concepto o ideal de valor inspirado en un principio general y, por consecuencia como tal valor vivido por un sujeto concreto. Por ejemplo, la persona respetuosa (valor vivido) encarna el valor “respeto” (ideal deseable, concepto de valor), que está conectado al principio que afirma la “dignidad esencial de la persona humana”. La virtud y su relación con el valor Del latín “vis” y del griego (perfección) y “ethos” (hábito).

“areté”

La virtud es la encarnación operativa habitual del valor. Las virtudes son hábitos estables de obrar el bien en un campo determinado. Los valores pueden permanecer en un plano más impersonal, como ideales o conceptos no incorporados a la vida o incorporados sólo a través de acciones aisladas. A veces, en el lenguaje común se toman valor y virtud como términos sinónimos. La persona necesita de ambos: no se reduce a aceptar los valores sino que requiere la virtud, que implica un proceso psicológico de conformación del habito. Se puede afirmar

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que toda virtud es un valor pero que no todo valor es una virtud. Por ejemplo, la calidad es un valor pero no propiamente una virtud como la responsabilidad o la lealtad. Cuando hablamos de una persona generosa nos referimos a su modo habitual de vivir el valor de la generosidad, a su disposición de dar y darse a los demás, a lo que ya está acostumbrada sin necesidad de hacerlo consciente en cada ocasión porque ya lo hace inconscientemente, espontáneamente. La virtud permite obrar con mayor facilidad, buscar más eficientemente la excelencia en la vida personal y la operatividad de los valores a nivel corporativo o social. La virtud ayuda a vencer resistencias instintivas, emocionales o ambientales, a romper la indiferencia frente a los valores. No basta con respetar los principios o las normas ante las cuales nos sentimos obligados y que en cierta manera se nos imponen desde fuera o los valores que aceptamos. Hay que enraizarlos psicológicamente en cada uno. El campo de los valores es más amplio que el de las virtudes. No todos los valores se convierten en virtudes. Muchos valores llevan el mismo nombre de las virtudes (sinceridad, prudencia, fidelidad, etc.). El amor y el trabajo son realidades que abarcan una serie de valores y virtudes Podríamos decir que el amor es un valor que, a su vez, incluye varios valores (disponibilidad, entrega, fidelidad). Y cuando se da, sirve de motor para los demás valores. Por eso no es propiamente una virtud, sino fruto de varios valores y virtudes. Algo parecido ocurre, en un plano diferente, con el trabajo. El valor o la virtud referida a él directamente es la laboriosidad. Pero si lo examinamos bien, el trabajo implica también otros valores: responsabilidad, orden, servicio, colaboración, etc. En la vida de trabajo de una persona se ponen a prueba los valores y las virtudes alcanzadas con la práctica constante, que no se cultivan para tener algo que mostrar a los demás sino como el camino concreto para que exista una conducta recta, conforme con la razón humana y con las aspiraciones de felicidad y de bien que hay en cada persona.

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