Los pobres y la Iglesia

July 22, 2017 | Autor: Juan Martinez | Categoría: Espiritualidad, Iglesia, Derecho canónico, Concilio Vaticano II
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Descripción

CONCILIUM

CONCILIUM Revista

internacional

de T eolo gía

Año XIII Diez números al año, dedicados cada uno de ellos a un tema teológico estudiado en forma interdisciplinar. Aparece mensualmente, excepto en julio-agosto y septiembre-octubre, en los que el número será doble.

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CONTENIDO DE ESTE NUMERO 1.

PLANTEAMIENTO:

F. Bastos de Avila: La Iglesia y el hambre en el mundo ... ... ... ... ... ... R. Muñoz: La funci6n de los pobres en la Iglesia ... ... ... ... ... ... ... ... Y. Spiegel/K. Winger: Las tareas de la Iglesia ante la miseria psíquica ... ...

II.

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LOS POBRES Y LA IGLESIA

17 27

FUNDAMENTOS:

A. Bockmann: El Nuevo Testamento y la relaci6n de la Iglesia con los pobres. M. Mollat: Movimientos de pobreza y servicio a los pobres en la historia de la Iglesia M.-D. Chenu: «La Iglesia de los pobres» en el Vaticano II ... ... ... ... ... ...

III.

Revista internacional de Teología

REALIZACION

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PRACTICA:

J.

Lukács: La pobreza y los pobres en la doctrina social cat6lica.-I nterrogantes marxistas ... ... ... ... ... ... W. Post: Soluciones marxistas al problema de la pobreza=-Lnterrogantes cristianos . G. Gutiérrez: Los pobres en la Iglesia. H. Lepargneur: El dilema de la pobreza y de la eficacia en la Iglesia . Y. Congar: La pobreza como acto de fe. V. Conzemius: Por un fondo de solidaridad de los sacerdotes europeos ... Trece compromisos de un grupo de obispos anánimos ... .., ... .. . ... .. . A. Müller: Los pobres y la Iglesia .

80 94 103 110 119

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EDICIONES CRISTIANDAD Responsable de la edici6n española:

P. JOSE MU~OZ SENDINO

Madrid 1977

EL NUEVO TESTAMENTO y LA RELACION DE LA IGLESIA CON LOS POBRES El Nuevo Testamento no puede damos instrucciones concretas sobre el problema que aquí nos planteamos: lo impide la gran distancia en el tiempo. Pero sí nos ofrece modelos, orientaciones y referencias generales para el tiempo presente. La cuestión resulta relativamente fácil cuando nos preguntamos: «¿Qué significa esta o aquella recomendación de Jesús en su época?». Las dificultades comienzan cuando queremos saber su importancia para hoy. Habría que prestar más atención al problema de la hermenéutica 1. Habrá que considerar el revestimiento dentro de sus condicionamientos temporales y traducir esas orientaciones en formas también condicionadas por el tiempo, sabiendo que las de hoy serán distintas de las de mañana y las del mundo occidental distintas de las del Tercer Mundo. Nuestros problemas de hoy no son los problemas del Nuevo Testamento. Por tanto, se comete un atentado contra los textos cuando se acude al Nuevo Testamento con problemas concretos de economía mundial, de ayuda al desarrollo, de alienación, de cambios de estructuras, etc. Aquí nos preguntamos en general por las orientaciones del Nuevo Testamento. Por ello no cabe esperar explicaciones puramente exegéticas y renunciamos a desarrollar el tema, por ejemplo, en lo que se refiere a los distintos estratos de la tradición. No obstante, la exégesis nos permitirá formular ciertas reflexiones en torno a varios puntos importantes de los evangelios, del contexto de las comunidades judeocristianas y de las cartas de Pablo.

I Cf. H. Schürmann, Haben die pauliniscben Wertungen und Weisungen Modellcharakter?: «Gregorianum» 56 (1975) 237-271; L'impact des normes morales du Nouveau Testament sur la vie cbrétienne: «La Documentation Catholique» 57 (1975) 761-766.

4

El NT Y la relación de la Iglesia con los pobres 1.

]ESUS y LOS DISCIPULOS HACIA

1.1

EN SU ACTITUD

LOS POBRES

El texto de las bienaventuranzas (Lc 6,20-26/ Mt 5,3-12)

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Esta situación corresponde a las comunidades de Lucas 2. Este sabe también que con la llegada del Mesías, el cambio de situaciones sólo se ha hecho perceptible en casos muy contados. La saciedad, el gozo, la recompensa sólo tendrán su plena realidad en el reino escatológico de Dios, no en el tiempo presente. De esta manera, las bienaventuranzas pasan a ser máximas de consuelo para las comunidades cristianas. El presente eón se caracteriza por la pobreza, la opresión y la persecución. Pero llegará un día en que cambien de signo tales situaciones. Lucas añade a las bienaventuranza s cuatro imprecaciones (6, 24-26). También aquí es sorprendente que los ayes no se basen en la mala conducta de los ricos, sino en el hecho de ser rico, de estar saciado, del reír, de ser alabado. Asistimos a una marcada polarización: de un lado, los pobres, hambrientos y perseguidos; de otro, los ricos, saciados y perseguidores. La misma riqueza parece implicar una perdición (d. Le 16,9.11). Lo mismo sucede en las parábolas del rico epulón y el pobre Lázaro (Le 16,19-31) y del agricultor rico (Le 12,16-21). Palabras tan duras sólo aparecen en Lucas, quien probablemente experimentó de manera especial las funestas consecuencias de la riqueza. Los ricos no tienen ningún resquicio por donde pueda penetrar el reino de Dios. Su riqueza los separa de los pobres, a quienes ya no ven; amontonan tesoros en la tierra en vez de acumular tesoros en Dios dando limosna (Le 12,15.21). El Evangelio de Lucas pone particularmente en guardia contra la riqueza (d. 12,33; 14,33; 16,12). Su empleo parece estar justificado únicamente cuando se orienta a hacer buenas obras (Le 16,1-12; 12,33; 11,41: variante de Le) 3.

1.1.1 ¿Cuál es el mensaje original? La primera bienaventuranza de Lucas, que se dirige a los pobres en segunda persona, sin añadir «de espíritu» y con la promesa del reino de Dios en el presente, es probablemente la redacción más primitiva de que disponemos. Cabe suponer que esta llamada a la salvación pertenece al comienzo de la vida pública de Jesús (d. también el anuncio programático de Jesús en Le 4,18). Jesús se dirige directamente a los pobres y les promete el reino de Dios. El reino está destinado de modo especial precisamente a los pobres. En la situación originaria, los oyentes de Jesús son sin duda gentes sencillas de Galilea, gentes necesitadas de salvación, que siguen a un profeta desconocido .porque les falta algo. Estos oyentes se hallan en la tradición del Antiguo Testamento y conocen las promesas de un Mesías de los pobres (véase Is 61,1; 58,6). En el Antiguo Testamento es frecuente la idea de que los pobres y humillados pueden llamar a Dios su auxiliador de manera especial (cf., por ejemplo, Is 25,4; Sal 69,34; 72,4). Al prometer el reino de Dios a los pobres revela Jesús que en él ha llegado el Dios de los pobres. A éstos se les llama bienaventurados, no porque sean pobres, sino porque Jesús viene precisamente a ellos y así transforma su pobreza. Jesús no exige condiciones ni méritos especiales. Por de pronto, el reino de Dios no es una recompensa de virtudes, sino un don. Con esto trastrueca el orden de valores normal entre los hombres. La preferencia corresponde a los pobres y no a los ricos, a los pequeños y no a los poderosos. Las bienaventuranzas son comparables al Magnificat, que canta la inversión de valores que tiene lugar en el momento en que comienza el tiempo de salvación, enlazando así con el esquema veterotestamentario de humillación y ensalzamiento (d. Lc 1,52s).

1.1.3 En Mateo, el círculo de los oyentes se extiende a todos los que son y quieren ser cristianos. Los pobres son los humildes, los misericordiosos, los justos, etc. De este modo Mateo se sitúa en la línea veterotestamentaria de la pobreza como piedad y expresa en sus máximas el contenido de la nueva justicia del Sermón de la Montaña 4. De acuerdo con el pensamiento hebreo, la pobreza y la humil-

1.1.2 Si nos fijamos en el texto de Lucas, advertimos que para é110s oyentes son los discípulos (6,20), es decir, los cristianos de su tiempo. El evangelista habla sin aludir a las cualidades morales de los pobres, los hambrientos, los que lloran y los perseguidos.

2 Cf. J. Dupont, Introduction aux Béatitudes: «Nouv, Rev. Th.» 108 (1976) 107. 3 Cf. H.-J. Degenhardt, Lukas - Evangelist der Armen (Stuttgart 1965). 4 Cf. J. Dupont, Les Béatitudes III (París 1973) 304ss.

A. Biicemann

El NT Y la relación de la Iglesia con los pobres

dad son una única actitud 5, de modo que difícilmente puede concebirse una pobreza puramente espiritual sin ninguna base material. Estos pobres de espíritu son los que necesitan ayuda, pero aceptan su situación ante Dios, están dispuestos a sufrir persecución, tienen hambre de la justicia divina, confían en Dios, practican la misericordia y siembran la paz. La pobreza de espíritu es un ideal al que deben aspirar todos los cristianos. El discurso apocalíptico (Mt 25,31-46) describe a estos hombres misericordiosos y justos que dan de comer a los hambrientos y de beber a los sedientos, que acogen a los extranjeros, visten a los desnudos, visitan a los enfermos y encarcelados. Si se compara con las bienaventuranzas, aparece con toda claridad que sólo los hombres que son absolutamente pobres pueden prestar esta ayuda. Y hacer esto es hacérselo a Cristo.

la visita de Nicodemo (Jn 3,1-21) y tiene a Lázaro por amigo (Jn 11,3). Jesús deja que los niños se acerquen a él y les pone como modelo (Mc 10,13-16 par.), y llama bienaventurados a los pequeños y humildes (Le 10,21 par.; Mt 11,25). A esto mismo se refiere la paradoja de que los últimos serán los primeros (Me 10,31 par.; Mt 20,16; Le 13,30). Jesús se dirige incluso a los paganos (Mt 8, 5-13; 21,31s; 15,21-28 par.), habla con la samaritana (Jn 4,1-42) y pone como modelo al samaritano (Le 10,30-37). Se deja ungir por una pecadora con un ungüento caro (Le 7,36-50), muestra compasión por la adúltera (Jn 8,1-11), presenta a sus discípulos el modelo de una pobre viuda (Le 21,1-4 par.) y le sirven muchas mujeres (Lc 8,1-3). Muchos pretenden ver en estas acciones de Jesús una lección de subversión 6. J. Moltmann dice: «El amor de Dios y la humanidad de Cristo toman partido por los miserables y oprimidos, por los humillados y ofendidos ... Sin una dialéctica partidista no llega al mundo el universalismo del Crucificado» 7. Jesús toma partido por los pobres. A este respecto escribe J. Rollet: «Si se dice que se toma partido por los pobres sin cambiar las circunstancias que producen la pobreza, es decir, la explotación en el terreno económico, político y cultural, se comete una estafa y una hipocresía» 8. Y G. Gutiérrez define toda esta actuación de Jesús como liberadora y política 9. En cambio hay muchas pruebas de que Jesús no fue un revolucionario social. Prueba de ello es su apertura a todos los campos políticos y económicos. Frente a ciertos indicios, de los que podría concluirse una adhesión al partido de los zelotas (por ejemplo, el anuncio del reino de Dios, el mandato de predicar, la actitud crítica frente a Herodes, la ironía de Le 22,25, el portar espada en Le 22,

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1.2

Jesús y los pobres

Del conjunto de testimonios de los evangelios se desprende que Jesús da siempre preferencia a los necesitados. Y éstos son, en primer lugar, los que necesitan la ayuda en el sentido de curación. Según Lucas, Jesús dirige las bienaventuranza s a los pobres rodeado de una gran muchedumbre «que había venido para ser curada de sus enfermedades» (Le 6,18). Y la conexión de las curaciones con el anuncio de la buena nueva es también la señal de reconocimiento para Juan Bautista (Le 7,21s par.; Mt 11,4s). Como se ve, no se trata tan sólo de una nueva promesa verbal de salud, sino también de una actividad que proporciona esa salud. «Los sanos no necesitan médico, sino los enfermos» (Mc 2,17 par.). Jesús busca la salud del hombre entero. Al dirigirse a ellos y buscar su compañía, los rehabilita también externamente. Jesús mismo procede del pueblo sencillo y, particularmente en Galilea, suele tratar con él. Pero no estima a los hombres por su pertenencia a una clase social determinada o a un estamento concreto. Mira a la persona y se fija en la necesidad que esa persona tiene de él. Acepta que lo inviten a comer tanto los fariseos como los publicanos (cf. Le 7,36-50; 19,1-10), recibe

s

Cf. ibid., 469-471.

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6 Cf. F. Be1o, Lecture matérialiste de l'éuangile de Marc (París 1974; traducción española: Lectura materialista del Evangelio de Marcos, Estella 1975) 262. 7 Der gekreuzigte Gott (Munich 1972; trad. española: El Dios crucificado, Salamanca 1975) 76s. • Libération sociale et salut chrétien (París 1974) 178: «Decir que se toma partido por los pobres sin querer cambiar las condiciones que originan la pobreza, es decir, la explotación en las esferas económicas, políticas y culturales, es una impostura y una hipocresía». Cf. pp. 179, 184. • Teología de la liberación (Sa1amanca 1972) 239, d. 308.

A. Biickmann

El NT Y la relación de la Iglesia con los pobres

36, la entrada en Jerusalén, la motivación de la muerte) 10, tenemos toda una serie de hechos que prueban que Jesús no perteneció a ningún partido; así, por ejemplo, el encarecimiento de la mansedumbre y del amor a los enemigos, la alabanza de los pacíficos, la orden de ir sin armas en los viajes de misión, la fidelidad a la ley, el rechazo de toda actividad política 11. Repudia la injusticia social de su tiempo, el enfrentamiento entre pobres y ricos, contrario a la voluntad de Dios; pero no incita a la revolución ni establece un programa revolucionario. Dios es quien ha de juzgar. Jesús invita a todos a una reflexión autocrítica, a una conversión real y al amor al prójimo 12. El mismo quiere servir, no dominar, y está dispuesto a aceptar la muerte.

pobres (Le 14,12s.21). Les enseña, conforme a la piedad del Antiguo Testamento, a estimar la limosna (Le 12,33; 6,30-34). Hubo un tiempo en que se aceptaba la pobreza como algo inherente a este mundo: «Pobres tendréis siempre con vosotros» (Mc 14,7; Mt 26, 11; Jn 12,8). Todavía no se podía pensar en eliminar las causas de esta pobreza.

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1.3

Los discípulos y los pobres

Jesús elige a la mayoría de sus discípulos entre la gente sencilla; entre ellos figura también un publicano. No puede decirse, como Belo 13, que todos ellos pertenecían a la clase proletaria. Es posible que Judas fuera zelota; pero también es posible que traicionara a Jesús precisamente porque no encajaba en la mentalidad de este grupo político. Jesús pide a sus discípulos de una manera general que renuncien a sus bienes y le sigan, viviendo al día de limosnas y de la eventual hospitalidad. En el círculo de los discípulos no significan nada los bienes que antes poseía cada uno, sino que tienen una caja común, la que sirve al parecer no sólo para cubrir los gastos de subsistencia, sino también para dar limosnas (cf. Jn 13,29; 12,6). Al margen de toda mentalidad económica, Jesús envía a sus discípulos sin medios, y cabe suponer que no son recibidos por personas ricas y acomodadas, sino sólo por gentes humildes, sin relieve social, por aquellos que realmente esperan la salvación. Jesús manda a los discípulos que acojan en su comunidad a los 10 Cf. o. Cullmann, [ésus et les révolutionnaires de son temps (Neuchátel 1970) 17. JJ Cf. ibíd., 17, 36. 12 Cf. ibíd., 39-43, 20; M. Hengel, Was Jesus a Revolutionist? (Filadelfia 1971) 28. J3 Op. cit., 343.

Resumiendo,

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podemos destacar las siguientes orientaciones:

- La prioridad corresponde a los más necesitados. Entre éstos se puede comprobar la predilección de Jesús por los realmente pobres, los enfermos, los marginados, los que se ven perjudicados, etc. - Lo decisivo no es la pertenencia a un grupo, sino la necesidad de ayuda que tiene la persona. Jesús no es un fanático, sino que está abierto a todos. - Los evangelios atacan la injusticia social y previenen insistentemente contra los peligros de la riqueza. La mejor aplicación de las posesiones es emplearlas en hacer el bien. - Para ser realmente misericordioso es preciso mantener una actitud de pobreza tal como la describe Mateo en las bienaventuranzas. Lo que se hace con el más pequeño de los hermanos es decisivo para entrar en el reino eterno de Dios. - Según los sinópticos, la pobreza, la necesidad y la persecución forman parte del tiempo presente y no serán eliminadas definitivamente hasta el fin de los tiempos. A diferencia de lo que hoy ocurre, no se debatía entonces la cuestión de suprimir las causas de esta pobreza.

2. 2.1

LAS COMUNIDADES

]UDEOCRISTIANAS

La comunidad de Jerusalén según los Hechos de los Apóstoles

En uno de los dos sumarios que describen idealmente la vida de los primeros cristianos se dice que, «entre ellos, ninguno pasaba necesidad» (Hch 4,34). Así se verifica en esta comunidad la promesa veterotestamentaria de Dt 15,4. En el pueblo de Dios todos deben

El NT Y la relación de la Iglesia con los pobres

A. Bbckmann

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tener 10 necesario y ayudarse unos a otros, de modo que no haya necesitados. La comunidad primitiva representa al nuevo pueblo mesiánico de Dios en su forma acabada. Los cristianos reparten todo entre sí o ponen sus posesiones a disposición de los demás. (Los relatos se contradicen: d. 2,44; 4,32bc con 2,45; 4,34s). Y este comportamiento práctico en la vida diaria es consecuencia de la celebración de la fracción del pan. Algunos códices han añadido en Hch 4,32: «Entre ellos no había diferencias que los separasen». La fraternidad en Cristo relativiza el derecho de poseer bienes, y éstos se convierten en lazos de hermandad y unidad. En Hch 6,1-6 se lee que los apóstoles unían la predicación de la palabra con el servicio diario a la mesa. Más tarde se destinan para este servicio hombres «llenos de Espíritu Santo y sabiduría» (Hch 6,3), orando e imponiéndo1es las manos (6,6), circunstancia que revela la importancia de este servicio concebido probablemente como asistencia a los miembros pobres de la comunidad 14 en la Iglesia primitiva. 2.2

La carta de Santiago

El autor reprende ásperamente a su
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