Los noruegos y las naranjas de Valencia

June 9, 2017 | Autor: Knut Aukrust | Categoría: Spain (History)
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Descripción

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La publicación es un extracto del libro noruego España y Nosotros. Noruegos antes de nuestra era (Introducción y Capitulo 5). El libro se publicó en Noruega en otoño de 2014. Esperamos que también los lectores españoles disfruten de esta pequeña cata. Un sincero agradecimiento a Carmen Asor por sus muchas contribuciones al libro y el gran trabajo de traducción del texto al español.

© knorte 2015 ISBN: 978-82-999935-0-0 Cubierta: Kirsten Berrum La portada: Mujer con naranja pintado por Henrik Asor Hansen

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Noruegos en España antes de nuestra era España es hoy en día una meta turística para cientos de miles de noruegos tanto de vacaciones, como residencia o estancia prolongada, pero la migración de los habitantes del norte no es reciente. Lo hemos hecho desde la Edad Media y en la era vikinga. La navegación y el comercio de madera y bacalao fueron sin embargo, en el siglo XIX, el inicio de algo nuevo. Se han redactado voluminosos documentos monográficos y una estimable cantidad de libros de ficción sobre la emigración noruega a Estados Unidos, y la vida de los noruegoamericanos en ese nuevo mundo. Los viajes de los noruegos a otros países como por ejemplo Inglaterra, Alemania y Holanda también cuentan con estudios y libros propios. Pero no conocemos ningún relato o informe equivalente sobre los que se asentaron en España. ¿Qué indujo a los noruegos a viajar hacia el sur en el siglo XIX, y a qué se dedicaban allí? De ahí nuestra fascinación, nuestro reto y nuestro deseo de escribir su historia. No la de todos los viajeros a España, sino la de algunas personas, lugares y actividades seleccionados. Siempre hemos sentido fascinación por el país ¿tal vez porque su historia y desarrollo sean tan diferentes de los nuestros? Las narraciones de conflictos surgidos entre cristianos, musulmanes y judíos, de la creación de comunidades conjuntas a lo largo de los siglos y también de las experiencias de los habitantes nórdicos a la luz y sombra de España, son cada una de ellas perfecto ejemplo de la convivencia de diferentes culturas. La presencia de los noruegos en España bajo una perspectiva histórica es el tema de este libro. El énfasis se centra en el siglo 19, a partir de 1850, con algunas regresiones a la Edad Media, llegando hasta nuestros días. La elección del título del libro se basa en la referencia a dos libros anteriores que se publicaron justo tras la segunda guerra mundial. El libro de Lise Lindbæk España y Nosotros está escrito con gran dedicación y otra tanta frustación. Compromiso con la lucha heroica del pueblo español contra Franco y sus partidarios en Alemania e Italia durante la guerra civil española en 1936-39 y frustación a causa de la vacilante postura oficial de Noruega y la falta de decisión política para tomar postura en el conflicto. Noruegos antes 3

de Nosotros es el título del libro del historiador Edvard Bull, libro de texto de historia noruega en la escuela secundaria desde 1948. Triunfó en la enseñanza y se publicaron siete versiones e incontables ediciones hasta 1985. No se puede encontrar mucha información sobre España en el libro, pero sí sobre la importancia de tener conciencia histórica. El autor tuvo un abuelo con su mismo nombre, el médico Edvard Isak Henrik Bull, que, sobre los años 1900, atendió a sus paisanos noruegos al regreso de España tanto en la enfermedad como cultivando su amistad. El hijo del médico, Francis Bull, relata en su ensayo “Mi Padre y Sus Pacientes” como estos hombres de negocios, liberales y acaudalados, se establecieron en Uranienborg y Høvik en Noruega. Invirtieron en nuevas empresas y medidas de bienestar, gracias a las fortunas logradas con su trabajo de “enseñar a los españoles a utilizar suelos de madera”. Tras su estancia en España trajeron consigo un soplo fresco, empuje y nuevas ideas. Uno de los que se establecieron en Høvik en Bærum se llamaba Georg Iversen. Tiene una pequeña carretera con su nombre en la zona y durante mucho tiempo habíamos reflexionado sobre la razón que le había llevado a ser uno de los prósperos benefactores de Høvik. La pregunta se planteó y abrió camino hacia un sinnúmero de personas y líneas de seguimiento entrecruzadas, y de este modo nuestro método nos fue guiando a asociaciones y encuentros entre personas, lugares, hechos y acontecimientos merecedores de ser contados. Hemos seleccionado nueve historias y temas “en abanico”, que pueden desplegarse y replegarse desde un centro común. Iniciamos el viaje en el tiempo y en el espacio lejos del continente, en las Islas Canarias. El archipiélago está situado a unos 200 kilómetros en el Océano Atlántico, en la misma latitud que la disputada frontera entre Marruecos y el Sahara Occidental. Estos países estuvieron “bajo protección” española hasta 1956 y 1976 respectivamente. Actualmente la familia de armadores Olsen, originarios de Hvitsten hacen el servicio de las Islas Canarias, con sus rápidos y modernos transbordadores. La familia ha redactado la historia de como llegaron en 1904 llevando consigo datos, agua y rutas para la población. Sin embargo, no había nadie de la familia Olsen en las Islas Canarias en 1904, sino una empresa de la 4

competencia. Thoresen de Tjøme había establecido la primera ruta marítima directa entre España y Noruega en 1893. En épocas anteriores el tráfico marítimo dependía de los cargamentos de madera, para la construcción de barcos y también como mercancía de gran atractivo. El segundo capítulo trata de la madera y como un grupo de noruegos crearon la empresa maderera “La Compañía de Maderas” con filiales en muchos lugares de España. En ciudades como Santander, Madrid y Bilbao se encontraban las empresas de producción con sus almacenes y espléndidos edificios en el centro del paisaje urbano – hasta el día de hoy. Finalmente tuvieron que dar paso a la modernidad y el progreso. Actualmente la mayoría ha olvidado que fueron noruegos los que estuvieron detrás de todo ello. El bacalao seco y salado de Noruega fue también un producto que llegó a España por vía marítima. La historia única de esta exportación es el tema de nuestro tercer capítulo. Los de Møre y otros, ennoblecieron el bacalao hasta hacer de él un producto deseado, y a España el mercado dominante. La exportación creó enormes valores para Kristiansund y Ålesund. La importación en las ciudades españolas a lo largo de la costa, especialmente en el norte, fue gestionada en gran parte por noruegos y particularmente por emigrantes de Bergen. La clase trabajadora necesitaba comida y pocos productos podían competir con el bacalao noruego. Posteriormente la situación cambió. Mediante el comercio de la madera y el bacalao seco, los inmigrantes noruegos fueron agentes directos en la industrialización del norte de España. En 1892 los noruegos exigieron la renegociación del tratado comercial con España, de modo independiente, sin la intervención de los suecos. Como consecuencia, el comercio contribuyó a la destrucción definitiva de la unión de Noruega con Suecia. Fritz Wedel Jarlsberg, ministro noruego y jefe de la Legación en Madrid se atribuyó posteriormente el honor de las negociaciones, pero no fue así. El hoy en día olvidado ciudadano de Bergen, Hilario Lund, fue el que realizó la gestión en secreto, junto con su amigo español Emilio Castelar. El “caso de los cónsules” es el tema del capítulo cuatro. En los primeros capítulos se hace hincapié geográfico en el norte de España, pero en el capítulo cinco nos trasladamos hacia el sur, 5

Publicidad de bacalao seco de la ciudad noruega de Ålesund 6

hasta la zona a lo largo de la costa mediterránea y el “oro” de Valencia, las naranjas. Para los noruegos fueron éstas en un inicio artículos de lujo y una curiosidad, algo inusitado. Con el tiempo se consideraron símbolo de salud y vitaminas. Las exportaciones desde las costas de Valencia fueron buen negocio para los barcos noruegos y buena parte de los consignatarios y exportadores eran noruegos. Algunos eran cónsules también. En el capítulo sobre la naranja conoceremos a algunos de los agentes noruegos, especialmente al “Rey de la Naranja” Richard Asor de Bergen y a su hija Carmen. Tras los cónsules y la exportación de frutas, llegamos en el capítulo 6 a un punto de descanso en forma de escapada histórica. Una retrospectiva con elementos religiosos, políticos y románticos puede de vez en cuándo ser útil y además necesaria. Los comerciantes del siglo 19 no fueron los primeros noruegos en poner pie en España. Otros habían estado allí mucho antes – vikingos, Olav Haraldsson, peregrinos y cruzados – y para los habitantes de la Península Ibérica, no siempre era fácil distinguir a esta gente de mar escandinava. La más renombrada fue la princesa Kristina que viajó desde Tønsberg en 1257 para esposar al príncipe Felipe, hermano del mismísimo rey Alfonso X de Castilla. El capítulo se compone no sólo de una historia, sino de muchas historias. Consulados, cónsules y vicecónsules nos acompañan a lo largo de los capítulos del libro. En el punto de partida estuvimos estudiando los informes de los consulados en España para encontrar información sobre las actividades de los noruegos en el país. Pero pronto se pudo ver que los propios cónsules eran comerciantes activos y que por esa misma razón habían sido designados para su puesto. Ellos eran mediadores de transacciones económicas y controlaban el tráfico marítimo. Eran enlace en el desarrollo cultural y científico y personas clave en el contacto entre Noruega y España. Al inicio de 1900 la lepra hostigó la región valenciana y el vicecónsul noruego medió para la obtención para España de la experta ayuda de los especialistas en lepra de Bergen, Gerhard Armauer Hansen y sus colegas. La historias de este vicecónsul y el contacto médico entre los dos países es único y sugestivo. Durante la guerra civil española, y este es el tema del capítulo 8, las relaciónes con España destacan en el orden del día en Noruega. Los voluntarios noruegos en las brigadas internacionales defendieron 7

La princesa Kristina en su viaje a España 1257, de Gerhard Munthe

Filial de “La Compañía de Maderas” en Bilbao. Actualmente en este emplazamiento se encuentra el museo Guggenheim

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la democracia y la república ante los franquistas. La Noruega oficial se lavó las manos en un pacto de no intervención, pero el pueblo noruego opinaba de forma diferente. Por medio de la movilización de masas, se ofreció apoyo a España en forma de amplia asistencia humanitaria. Menos conocido es, que esta ayuda contribuyó a la construcción de hospitales y orfanatos en la región de Valencia, en las ciudades de Alcoi y Oliva. Y aquí nos encontramos con un tema serio y un desafío ¿Dónde se encuentra el límite entre no-intervención y el deber de actuar cuando la injusticia afecta a personas ajenas? Tres mujeres noruegas destacan en el capítulo tanto por su labor como reporteras como por su trabajo humanitario: Gerda Grepp, Lise Lindbæk y Nini Haslund Gleditsch.

En el último capítulo nos encontramos de nuevo dónde empezamos, en las Islas Canarias y Tenerife. Los noruegos son un pueblo viajero, impulsado por la sed de conocimiento, el espíritu aventurero, la inquietud descubridora y el sentido del comercio. El más célebre viajero y aventurero fue tal vez Thor Heyerdahl, y su base y última residencia fue Tenerife, donde permaneció los últimos diez años de su vida. Tenía el convencimiento de que allí descubriría varias pirámides y obtuvo apoyo de su buen amigo Fred. Olsen (Fred. - con punto – de Fredrik) para construir un museo y un parque. Heyerdahl 9

combinaba hechos y fábulas de un modo tal vez demasiado creativo, pero sus expediciones y su capacidad narrativa han hechizado a un mundo entero. El museo de la Pirámide en Tenerife se alza hoy como monumento a soñadores y adoradores del sol de todos los tiempos.

Hunting high and low – La Incansable Búsqueda La elección de las nueve historias del libro constituye lo que se denomina “una elección estratégica”. Desde luego podríamos haber elegido otros temas, tiempos, lugares y personas. Inicialmente nos guiaron en cierto modo las casualidades, la intuición y el capricho, pero pronto se demostró que existía una relación entre personas y asuntos, entre los diferentes lugares y acontecimientos. El mismo nombre y la misma persona emergían en diversas circunstancias y constantemente nuevas pistas nos guiaban a lo largo del camino. Muchas de las personas se conocían, pese a las considerables distancias geográficas y una buena parte de ellas estaban emparentadas, de forma cercana o lejana. De este modo hemos dado con hilos y líneas conductoras a lo largo de los capítulos del libro. El contenido enlaza las personas, los lugares y los hechos que relatamos, y los capítulos, en su conjunto, constituyen algo más que una colección de historias inconexas y dispersas. Para que el abanico cumpla su función tiene que tener un punto fijo de unión. Nuestra documentación es extensa y variada. El material utilizado va desde colecciones privadas de cartas y otros materiales que la gente tiene en sus casas, en altillos y sótanos, a varios archivos de instituciones, los Archivos Nacionales, colecciones de documentos manuscritos, registros públicos, historias populares y archivos de iglesias. Mucha documentación aparece en internet y aún cuando el contenido esté disponible con unas cuantas pulsaciones, son necesarios paciencia, tiempo y búsqueda creativa para encontrarlo y dar en el blanco. Los periódicos han sido una Jarra de Sarepta, el archivo digital del Aftenposten (El correo de la tarde) desde 1860 y el microfilm de la Biblioteca Nacional de una serie de periódicos, gracias al depósito legal y previsores bibliotecarios. También se han utilizado activamente ediciones digitalizadas de periódicos españoles desde el inicio del siglo 19. 10

Tal vez el material más interesante y abrumador sea seguramente el que hemos obtenido durante nuestros viajes. Durante muchos años hemos deambulado por España, en el último año siguiendo el rastro de los noruegos. Hemos hecho un seguimiento de la gente y de las ciudades desde donde viajaron los noruegos y los lugares a los que se dirigieron. Iniciamos en los lugares de origen, en Høvik en Bærum, pero nuestras investigaciones nos llevaron pronto a Oslo, Tønsberg, Hvitsten y Hølen en el este del país, Østlandet, luego a Bergen y Kristiansund. Además de las expediciones por España a lo largo y ancho del país, hemos alternado viajes a la bahía de Vizcaya en el norte y la costa mediterránea en el sureste, en concreto en el País Vasco, Cantabria y Valencia. Muchos noruegos se fueron con la intención de asentarse en España, pero por diferentes razones retornaron a casa. Algunos hacían estancias cortas, mientras que otros se quedaron en España de por vida. Hemos investigado y viajado, conocido y hablado con gran cantidad de personas en España y Noruega, sobre todo y tal vez lo más divertido, con descendientes directos de los noruegos que emigraron. El privilegio de encontrarse cara a cara con estas personas y hablar de relaciones que tienen un significado profundo para ellas, produce una expectación en nada igualable. Muchos de ellos han nacido en España y son españoles. Nuestras preguntas e investigaciones han despertado también su entusiasmo y curiosidad. Nos han contado, emocionados, de sus viajes a Noruega de niños, cuando aún tenían todavía padres o abuelos noruegos en vida. La conexión con Noruega ha sido desde entonces menos frecuente para muchos, pero también los hay que todavía hablan noruego y que mantienen el contacto con la patria de sus ancestros. Nuestros amables ayudantes aparecen a veces directamente en diferentes partes del libro o están presentes de forma indirecta en el texto. De cualquier modo se encuentran en la lista de las fuentes de cada capítulo y merecen todos ellos sincero agradecimiento por su amabilidad, cooperación y su contribución. Sin ellos no existiría libro alguno sobre “los noruegos antes de nosotros” en España. Gracias también a todos los que nos han prestado fotos para el libro. Se han utilizado nombres de personas y lugares en valenciano, siempre que haya resultado natural para los autores. 11

Nuestra Señora de la Naranja (Verge de la Taronja) del pueblo de Olocau del Rey en Castellón 12

Naranjas de Valencia La importación de bacalao seco y de madera a lo largo de la bahía de Vizcaya proporcionó durante gran parte del siglo XIX sustento a hombres de negocios noruegos y en parte también considerables fortunas. Así mismo, hacia la mitad del siglo, la costa sur del Mediterráneo estaba adentrándose en la era moderna con grandes cambios y crecimiento económico. También allí se dejaron tentar los noruegos por el provechoso desarrollo. La exportación de bacalao a Barcelona se inició tempranamente y le siguió también la de madera. Sin embargo el comercio entre Noruega y España en la zona de la costa mediterránea se realizaba mayormente en sentido contrario. La sal de Torrevieja era ya desde hacía mucho tiempo una mercancía muy cotizadada en el mercado noruego y a lo largo del 1800 fueron muchos los diferentes productos, pasas de Denia, uva y vino de Andalucía, verduras, vino, nueces y corcho. Y lo más importante: ¿Qué sería de las celebraciones de Navidad y de Pascua en Noruega sin naranjas de Valencia? Pequeñas cartas españolas Si paseas una mañana temprana por la pequeña ciudad española te encontrarás con un flujo constante de mujeres, charlando alegremente y con la frescura de la mañana en sus rostros, en movimiento desde los suburbios hasta los almacenes de naranjas para empezar la tarea cotidiana: seleccionar y empaquetar las frutas doradas. Todas hablan, o cantan- porque en España se canta mucho – y la mayor parte de las doncellas jóvenes llevan flores en la mano o en el pelo. El pintor noruego Henrik Asor Hansen (1862-1929) es el autor de este texto en Morgenavisen, (El Periódico de la Mañana), de Bergen en Enero 1927. Con perspectiva de pintor compartía, desde la pequeña ciudad de Carcaixent a 40 kilómetros al suroeste de Valencia, sus impresiones con los lectores en Noruega. Mandó a su país una serie Pequeñas cartas españolas. A la primera la llamó simplemente Las Naranjas. Los hombres habían ya empezado la recogida en los 13

El pintor Henrik Asor Hansen

huertos y se mandaba a los niños al sol, dónde los mayores cuidaban de los pequeños. “De hecho, todo el pueblo vive de las naranjas. Requieren esmerados cuidados – casi más que los niños”. La ciudad se encontraba en medio de un huerto. Donde quiera que en sus calles se abra un portón, el ojo tropieza con los brillantes arbolitos de un verde intenso profusamente adornados con pequeñas esferas doradas desde un tono pálido hasta el henchido naranja, una suntuosidad sin igual. Siente uno que es increíble que de esa tierra aparentemente seca pueda 14

brotar una tal magnitud de perfumadas y jugosas frutas. Se suministra humedad a la tierra con una red de canales ingeniosamente construídos y bombas de agua que datan de la época árabe. Asor Hansen pintó mucho durante sus estancias en España, y fue invitado a exponer su obra en Carcaixent. Allí llamaba la atención, ya que la gente apenas había conocido a pintor alguno con anterioridad. El periódico local C.I.D. citaba al pintor Asor Hansen como el gran pintor que honraba la ciudad. La gente acomodada debía asegurarse de comprar alguno de sus retratos o de sus pinturas de las calles más pintorescas de la ciudad, de tal manera que permanecieran en la comunidad, instaba el periódico. En Agosto de 1926 durante una gran exposición suya en la Academia de Bellas Artes en Bergen (de la que fue durante muchos años presidente) el periódico Morgenavisen citó sus cuadros con el título de “Asor Hansen entre toreros y señoritas”. Además de cuadros de la patria, la exposición incluía algunos cuadros en tonos más suaves, pintados en España donde había pasado “el último invierno y primavera“. El diario anunciaba que tenía intención de volver en otoño. El pintor estaba particularmente interesado en los suburbios con su bulliciosa vida y sus calles primitivas y allí era donde encontraba espléndidos motivos. Le parecía que la vida en España era muy buena, tanto la comida como el vino, pero “el toreo no le gustaba”. Hacia el final de los años 20 el pintor visitó varias veces a su hijo Richard en Carcaixent, que en aquella época era una de las zonas naranjeras más importantes. El hijo estaba empleado en la empresa de uno de los grandes comerciantes de naranjas del lugar. Conoceremos tanto la ciudad como al exportador de naranjas.

El Consulado noruego en Valencia El auge de la actividad naranjera es la más importante revolución económica en la reciente historia de la región de Valencia. Millones de árboles y perfumados huertos de naranjas sin fin transformaron la zona en el mayor centro de producción y exportación de cítricos. Las naranjas eran el “oro” de la población. Cambiaron el paisaje y el modo de vida, se pasó de una agricultura variada basada en el autoconsumo 15

a una monocultura de cítricos destinados a la exportación. Por otra parte el crecimiento de la agricultura resultó ser un impedimento para el desarrollo industrial. Se basó en viejas estructuras feudales, según las cuales unos pocos terratenientes mandaban sobre la base de la producción misma – los huertos. Simultáneamente el comercio creó una burguesía local que estimuló una economía monetaria moderna y llevó a un aumento general del nivel de vida. La población se cuadruplicó y la ciudad de Valencia estaba en constante crecimiento. Los hombres de negocios noruegos que ocupaban la costa mediterránea española estaban principalmente vinculados al transporte marítimo o al comercio de fruta, eventualmente a ambos. Algunos eran también cónsules o vicecónsules de Noruega o de otros países escandinavos. En 1909 el cónsul en Barcelona, Wilhelm Klouman, comunicaba que el tráfico marítimo en el sur de España había aumentado significativamente, esto sobre todo se refería al puerto de Valencia en el que ese año habían hecho escala 183 barcos noruegos. Al cabo de dos años el número había aumentado a 263 barcos de vapor, mientras los barcos de vela iban desapareciendo con sólo dos escalas. Actualmente el puerto de Valencia contaba con un número de escalas anuales que doblaba al de Barcelona. Muchos buques noruegos transportaban carbón de Inglaterra a Barcelona y recalaban posteriormente en Valencia para cargar fruta de retorno a Noruega. Otros llegaban directamente con productos noruegos, bacalao y pescado seco, pulpa de madera y papel, nitrato, aceite de hígado de bacalao y leche condensada. A partir de 1894 y hasta 1923 la naviera de Thoresen tenía salidas fijas, entre otras desde Valencia, hasta puertos noruegos, posteriormente “Spanialinjen” (Línea de España) y “Middelhavslinjen” (Línea del Mediterráneo) tomaron el relevo, siendo “Fred. Olsen & Cia” los propietarios. Las rutas eran las mismas pero los barcos eran cada vez mejores en función de las exigencias de la época. En los tiempos de la unión con Suecia, el cónsul de Barcelona era el responsable de toda la costa de Levante, desde la frontera con Francia en el norte hasta Almería en el sur, pero la joven nación Noruega deseaba cambios. Ya en 1906 creó el país su primer viceconsulado en Valencia nombrando a Finn Roggen (1872-1922) nacido en Bergen. El aumento constante del tráfico marítimo y el comercio a lo largo de la costa mediterránea hicieron necesaria una ampliación de 16

los servicios consulares en la zona. En 1932 el vice-consulado en Valencia cambió de status para pasar a ser consulado, suplementado con un vice-consulado más al sur, en Gandía. En 1950 el número de consulados en el distrito había alcanzado la cifra de siete. La ciudad de Valencia se había convertido en la tercera mayor del país y durante gran parte de la guerra civil española fue sede del electo gobierno democrático. La familia Andersen al timón Finn Roggen fue vicecónsul en Valencia hasta su muerte en 1922. Después siguieron una serie de cónsules y vicecónsules pertenecientes todos a la misma estirpe hasta el titular a día de hoy. “Las naranjas, Valencia y la abuela” escribía en abril de 2011, el entonces embajador de España Torgeir Larsen en la página web del Ministerio de Asuntos Exteriores de Noruega. “Hace más de cien años que la familia de Jørgen Andersen llegó a la ciudad para iniciar el negocio de la naranja. Nuestro nuevo cónsul en Valencia – José Blom Dahl – es la cuarta generación y biznieto de Jørgen Andersen”. Jørgen Hartvik Andersen (1861-1946) fue vicecónsul desde 1922 y posteriormente cónsul desde 1930 hasta su fallecimiento en 1946. Su hijo Ingar Karl (1904-1948) le asistió como vicecónsul desde 1936, pero moría en 1948. Al año siguiente se hizo cargo su cuñado Christen Blom-Dahl (1904-2002), casado con la hermana de Ingar, Mercedes. Ejerció hasta 1977, año en que su hijo Christen Albert (nacido 1936) tomó el relevo. Desde 1965 había sido ya vicecónsul y segundo de a bordo del padre. El consulado fue promocionado a consulado general en 1998, incluyendo en su distrito las provincias de Castellón de la Plana, Cuenca, Teruel, Valencia, Alicante, Murcia y Almería hasta la dimisión de Christen Albert de su puesto como cónsul general el 12 de octubre de 2010. Geográficamente este es probablemente el distrito consular más extenso en la historia de los consulados honorarios de Noruega en España. Por el momento su hijo José representa la última etapa en esta cadena. Es el actual cónsul de Noruega, nombrado en 2011. José es pues el biznieto de Jørgen Hartvig. El linaje Andersen tiene su origen en la ciudad maderera de Sarpsborg. El padre de Jørgen, Hans Andersen, fue durante un tiempo inspector en Borregaard, importante serrería de Noruega, más tarde comerciante en la rama de madera y posteriormente arrendatario. Se 17

casó dos veces y tuvo en total hasta 17 hijos, tres del primer matrimonio y 14 en el segundo. Jørgen Hartvig era el número seis en la prole del segundo matrimonio. Los tiempos y la vida en familia eran turbulentos, pero aún así varios de los hijos de Hans Andersen hicieron buenas carreras como consignatarios y armadores. Los hermanos mayores de Jørgen, Marius Christian (n. 1854) y Karl (n. 1860) crearon ya en 1881 una agencia y una compañía de seguros en Sarpsborg bajo el nombre de “Hermanos Andersen”. Tres años más tarde Karl establecería su propia agencia en Fredrikstad y el hermano menor, Hartvig Albert (n. 1865) entró en la empresa como colaborador en 1897. Pronto la firma “K.Andersen & Co. A/S” pasó a ser una empresa reconocida en la ruta entre Inglaterra y Sarpsborg, Fredrikstad y Halden, en clara competencia, entre otros, con Fred. Olsen de Hvitsten. En 1909 pactaron un acuerdo de colaboración y reparto del tráfico en el Mar del Norte. Actualmente la compañía Andersen existe todavía y realiza transporte de mercancías. De la información obtenida de la escuela secundaria municipal de Sarpsborgs se entiende que Jørgen era notablemente aplicado, con nota media de “excelente”. En 1882 dejó el país y gracias a la actividad de los hermanos como armadores, consiguió trabajo en las oficinas del sector en Inglaterra y Francia. En el censo de 1885 aparece como oficinista y “ausente” en su ciudad natal. Los hermanos, Karl y Hartvig Albert, también residieron durante algunos períodos en Paris y Valencia, y a partir de 1905 Hartvig Albert fue vicecónsul español en Fredrikstad, representando al rey Alfonso XIII. Jørgen llegó a Valencia en 1888 y entró en la firma “Enberg y Cía”. Era co-propietario y más tarde se hizo cargo de la empresa, bajo el nombre de “Sucesor de Enberg y Cía”. En 1895 se casó con Sigrid Wilhelmina Larson de Suecia, diez años más joven. El matrimonio tuvo seis hijos: cuatro hijas, Astrid, Ragnhild, Sigrid e Ingrid Mercedes, y dos chicos: Ingar August Fernando, que moría con tres años de edad, e Ingar Karl August. Estos hijos nacieron en España. Astrid y Ragnhild de niñas pasaron 10 años en Noruega en casa de su tía Albertine Lindal, en la calle Thranesgate de Sarpsborg, para asistir a la escuela. Más tarde ejercieron de profesoras de sus hermanos pequeños. Junto a su actividad como cónsul y sus negocios, Jørgen Andersen tenía también una fuerte inclinación religiosa. Rodeado por 18

la archicatólica sociedad valenciana se propuso traducir al español los textos religiosos y filosóficos del científico naturista, pensador y místico, Emmanuel Swedenborg (1688-1772). Este sueco se veía a sí mismo como renovador de la cristiandad en oposición a la teología establecida, en especial al catolicismo, que según Swedenborg había hecho tambalearse la verdadera religión cristiana. En su obra Arcana Cælestia (Secretos Celestiales) publicado en ocho tomos en 1749, se encuentran los fundamentos de la doctrina svedenborgiana. Fueron estos escritos los que se propuso traducir Jørgen Andersen y editar por medio de un pequeño grupo que se llamó a sí mismo “Sociedad Svedenborg”. Desde 1911 hubo un raudal de traducciones y publicaciones de Jørgen Andersen con una forma que motivó controversias tanto en Valencia como en la familia. El nieto Christian Albert ha proseguido el trabajo sobre Svedenborg con unos escritos de tendencia más filosófica y científica. El vicecónsul Andersen informó diligente y concienzudamente al consulado de Barcelona, hasta el momento en que aValencia se le asignó consulado propio en 1932. Era necesario consultar y de vez en cuando permitirse un hondo suspiro. Después de haber expresado su esperanza de que no hubiera demasiado “trabajo y molestias” en Barcelona, escribía: “Aquí es espantoso, con marinos ruidosos, mayormente de esos que no quieren enrolarse en los barcos mercantes, sino sólo vivir a costa de los demás, emborracharse etc.”. No tenemos constancia de que Jørgen Andersen iniciara “empresa naranjera” alguna en Valencia, tal y como informaba en la red el ministerio, pero el comercio de la naranja sí que sería importante para él. Por medio de la firma “Enberg y Cía” se ocupó, entre otros, de embarques de fruta a Noruega. La compañía tenía delegaciones en Barcelona y Valencia y también era agente de “La subsidiada línea Noruego-Española” en Valencia desde el inicio de 1894. Durante varios años uno de los yernos de Jørgen, Erling Næss, casado con la hija mayor Astrid, se hizo cargo de los negocios en Barcelona, mientras que el hijo Ingar estaba al frente en Valencia. Desde 1939 Jørgen Andersen pasó además a ser copropietario de la firma “Jentoft & Andersen Ltda.” en Valencia. También era esta una empresa consignataria y el socio Juan Fosslie Jentoft era cónsul en Bilbao desde 1935. Con el tiempo se hizo cargo de la empresa otro de los yernos de Jørgen, Christen Blom-Dahl, cónsul desde 1949. 19

En medio la pareja consular Sigrid y Jørgen Andersen. A la derecha de Jørgen: la hija Mercedes Andersen (Sra. de Blom-Dahl), el hijo Ingar Andersen y la hija Raggen Andersen. A la izquierda de Sigrid: la nuera Kirsten Andersen, Richard Asor y su mujer Carlota, el yerno Christen Blom-Dahl con el nieto Christen A. Blom-Dahl

Finn Roggen (1872-1922) el primer vicecónsul en Valencia 20

Nació en Mandal, donde el padre, Fredrik Jacob Nicolay Dahl, regentó durante un tiempo una farmacia. Una de las hermanas del padre, Maren Cathrine Dahl, fue la primera mujer noruega que se licenció en judicaturas en 1891 y su ciudad natal, Kongsberg ha honrado su nombre con una calle. El hermano mayor de Christen Blom-Dahl, Henning, fue el primero de los hermanos que emigró a España e inició el negocio marítimo con la compañía “Barcelona Agencia Marítima”. Allí llegó también Christen y más tarde le llegó el turno a Valencia, donde probablemente conoció a la familia Andersen, en particular a una de las hijas del cónsul. La combinación del rol de hombre de negocios con el de cónsul era conflictiva. La función de representante de Noruega en el extranjero presuponía ingresos expresos para cubrir gastos, particularmente en relación con la representación y eventos sociales, que eran parte del trabajo. Christen Blom-Dahl se dirigió al Ministerio de Asuntos Exteriores para dar cuenta de la situación. El título de cónsul llevaba consigo gran honor, pero la actividad era realmente una empresa deficitaria. En septiembre 1957 escribía: “personalmente calculo que el consulado me cuesta una importante suma anual” a causa de las muchas misiones, tanto de funciones oficiales y eventos sociales privados. Todas estas funciones no eran por supuesto rigurosamente necesarias ni impuestas, pero “yo creo que tiene gran significado frente al exterior, no solamente que el país esté representado, pero primordialmente de qué modo esté representado”. Hacía hincapié en la necesidad de un aumento del subsidio económico. Avenida del Puerto La consignataria “Jentoft & Andersen” continuó en activo durante todavía una generación con Christen A. Blom-Dahl al mando.Y ahí finaliza la historia de la empresa a través de eslabones familiares y generaciones de cónsules. Entretanto cambió de nombre y pasó a ser “Jentoft & Dahl” y con el tiempo se compró la parte Jentoft. Actualmente la vieja firma consignataria está congelada. En otoño del 2013 se nos dijo que no había sido disuelta oficialmente. Los últimos dos cónsules noruegos, padre e hijo Blom-Dahl, nos recibieron en el Consulado Real de Noruega en la Avenida del Puerto. El padre Christen es también el autor del Diccionario Azul Noruego-Español, 21

secuela de la edición 33del anterior Diccionario Español-Noruego del que fue artífice su tía Sigrid Lønnechen. Christen junior creció en Valencia, pero hizo el servicio militar y fue a la Escuela de Empresariales en Noruega. En sus años jóvenes era Christen un entusiasta del cine de animación y sus producciones ganaron primeros premios y alabanzas en Francia, Italia y España. En los últimos años ha retomado esta pasión para alegría de sus nietos, alternándola con sus estudios sobre Swedenborg. En 1961 se casaba Christen con su elegida Asunción y se quedó a vivir en Valencia. La vida de su hijo José ha transcurrido en España, salvo una corta estancia en Noruega para estudiar el idioma. En tanto la “Linea del Mediterráneo” tuvo rutas con escalas fijas en Valencia, la agencia consignataria fue un buen negocio y durante muchos años el sustento de la familia. Sin duda alguna eran las naranjas la carga más importante a Noruega. El ámbito de competencia geográfica de la consignataria eran los puertos de Burriana, Castellón de la Plana, Valencia y Gandía, y a veces también Tarragona, todos ellos en importantes distritos naranjeros en aquella época. Las naranjas eran una carga de riesgo, pero la flota de la compañía Fred. Olsen se modernizaba constantemente y pronto tuvo cámaras de refrigeración y pocas reclamaciones. Además de naranjas y otros cítricos los barcos cargaban con destino a Noruega otros productos de la zona, como cebollas y patatas, pasas, albaricoques e higos. Otra carga general se incluía también en la nave, por ejemplo juguetes de las muchas fábricas de juguetes de la zona de Valencia. Era responsabilidad del consignatario lograr que el barco tuviera una estancia en puerto lo más reducida posible y la mayor cantidad de carga, por lo que un contacto constante con las autoridades portuarias era imprescindible. No existía un horario laboral, y tanto el cónsul como el consignatario tenían que estar a disposición en cuanto fuera necesario. Así había sido para todas las generaciones Blom-Dahl y Andersen en el consulado de Valencia.

Fruta para Noruega El naranjo se conoce desde tiempos remotos, pero fue en Carcaixent, junto al ancho lecho del río Júcar donde inicialmente se plantaron los 22

primeros huertos de naranjos en 1781. Por esta razón se apodó este pueblo de la Comunidad Valenciana “La Cuna de la Naranja”. Anteriormente sólo existían algunos árboles de las llamadas “naranjas amargas” en jardines y avenidas. La agricultura se basaba en viñedos, trigo y verduras y la principal fuente de ingresos era una considerable producción de seda. La expansión de los huertos de naranjos se produjo por etapas, en un inicio de forma lenta hasta mediados de 1800 y posteriormente en rápido crecimiento. El naranjo prosperó en Valencia gracias al clima mediterráneo y la calidad de la tierra, tanto en áreas con riego natural de ríos y agua de lluvia, como en zonas más secas dotadas de canales de riego. Este crecimiento se debe a diversos factores. La crisis de la agricultura en general y la quiebra de la industria del cáñamo, así como la de la producción de seda y de uva debido a enfermedades de las plantas, dejaron el camino franco para el cultivo de la naranja.Mientras tanto también la estructura de la propiedad cambió. Una burguesía culta, dispuesta a experimentar nuevas técnicas y plantas que pudieran aumentar las ganancias, acumuló considerables propiedades. Los humedales a lo largo de la costa se drenaron, mientras que en las zonas secas se construyeron pozos de riego. Así mismo se empezó a utilizar abono. La exportación fue el motor principal en el desarrollo del comercio de la naranja. La rentabilidad aumentó gracias a la creciente demanda de fruta fresca en los países industrializados de Europa, junto con la transición al transporte en buques de vapor y gradualmente también al ferrocarril que facilitó la distribución. Vicente Abad García (nacido en 1940) es quien particularmente ha descrito y analizado el desarrollo de la industria de la naranja en España. Su tesis doctoral en 1984 fue pionera. Desde entonces ha escrito varios libros sobre el tema y también fue él quien tomó la iniciativa de crear el Museo de la Taronja. Una de sus últimas aportaciones es una novela con el título de El Jardín de las Hespérides (2006) en el que combina historias del día a día de los agricultores y terratenientes en Valencia con mitos de la antigüedad sobre Hércules, que cogía los frutos dorados del jardín de las Hespérides.

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Una mercancía delicada En un inicio las exportaciones de naranja iban dirigidas especialmente a Francia, Estados Unidos y Gran Bretaña. Más tarde tomó el relevo Inglaterra como cliente de más importancia, absorbiendo más del 70% de la exportación en 1886. Este cambio se debió a que se llegó a un acuerdo de pago adelantado a un precio pactado. Esto proporcionaba a los españoles dinero en el banco y grandes beneficios a los británicos al vender la fruta en las subastas de su patria. Durante mucho tiempo el comercio dependió del extranjero, particularmente de los británicos, que a finales de 1800 tuvieron también el control del transporte de los cítricos. Se excluyeron los intereses españoles y los extranjeros establecieron además algunos puertos, por ejemplo, en Gandía. Al llegar la primera guerra mundial las exportaciones de naranja se habían duplicado. La mayor parte iba a Inglaterra y Francia, pero también otros nuevos países compraron cantidades cada vez mayores, particularmente Alemania, Bélgica, Holanda y los países escandinavos. En Noruega la importación de naranjas de Valencia se inició pronto, pero pasó un tiempo hasta que tomara auténtico impulso y las condiciones económicas fluctuaran. Entre los años 1906 y 1911 la importación noruega aumentó de 2000 hasta aproximadamente 6500 toneladas anuales. El comercio de la naranja era una actividad de riesgo. En diciembre 1916 el periódico Aftenposten comunicaba que: “justo antes de navidad 7000 cajas de naranjas han sido embargadas por los ingleses. Se indica que el motivo ha sido que el expedidor en España está incluído en la lista negra inglesa”. Los gobiernos en guerra prohibían el comercio con el enemigo y empresas bajo sospecha de comerciar con los alemanes.El resultado fue una escasez de naranjas y precios en auge. A finales de abril, dos años más tarde, comunicaba el Aftenposten que el vapor St. Cruz de “Spanialinjen” (La Línea Española), con la marca distintiva de Thoresen, había atracado en Kristiania con una gran carga de frutas del sur y vino de España. Se descargarían varios cientos de toneladas, pero el viaje había durado más de dos semanas, y se pudo constatar que “una parte importante de las naranjas estaban podridas”. Por fortuna las que estaban intactas eran de “excelente calidad”.

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Cargando las naranjas

Estibadores cargando naranjas de Fesa en el puerto de Gandía 25

La exportación de naranja era un desafío también para los representantes oficiales de Noruega en España. El ministerio de Asuntos Exteriores exigía que se le mantuviera informado de la evolución en la zona de Valencia en general, y en especial sobre la situación de la industria de la naranja. Un flujo constante de escritos circulaba entre España y Noruega. El Encargado de Negocios de la Legación en Madrid, nuestro viejo conocido el barón Fritz Wedel Jarlsberg, envió al Ministerio de Asuntos Exteriores noruego, en septiembre de 1909, un resumen de un arículo referente a “La exportación de naranjas de España”. La noticia era que la Cámara de Comercio de Valencia deseaba nombrar agentes propios para promover la exportación y que unas asociaciones de productores locales determinaran el precio de los diferentes tipos de naranjas. Un año después, su sucesor, Ove Vangenstein, transmitió rumores provenientes de Italia, diciendo que España preveía la creación de almacenes de naranjas propios en Noruega, con agentes que se ocuparían de las transacciones.Los rumores decían así mismo que España deseaba liberarse del compromiso de transporte de la fruta con vapores noruegos, a causa de los altos fletes y escalas irregulares. En 1921 el consejero de la legación en Madrid, O. Skybak hizo referencia a una reunión en Valencia en la que participaron todas las partes involucradas en la exportación de fruta. Exigían que el gobierno modificara la política arancelaria que amenazaba a la agricultura con la ruina y podría ser causante de la pérdida de los mercados de Suecia, Noruega y Alemania. En 1923 la Asociación de Importadores de frutas en Kristiania solicitó también el envío de informes periódicos sobre la cosecha de frutas y hortalizas en España. Era largo el camino desde los campos en Valencia hasta los importadores locales y los conocimientos de los noruegos sobre la situación en España eran mínimos. Por lo tanto, para hacer sus pedidos, los mayoristas noruegos necesitaban información fidedigna. Mantenían que habían sufrido grandes pérdidas a causa de falta de conocimiento y decisiones erróneas. Era decisivo que se les mantuviese al día sobre la situación en los distritos naranjeros en España. La solicitud iba dirigida principalmente al viceconsulado en Valencia. Jørgen Andersen se tomó la petición de los importadores noruegos muy en serio. En 1926 les orientó sobre la helada que había 26

dañado aproximadamente la mitad de la cosecha en los campos, aunque lamentablemente no era posible anular los contratos por este motivo. Los campos emplazados en las zonas altas habían sufrido menos daños. Gracias al viento y al clima seco en estas zonas las naranjas toleraban hasta 5-6 grados bajo cero, mientras que en las zonas húmedas, con poco viento, el daño era mayor. De todos modos la cosecha era muy buena y había pese a todo grandes cantidades de frutas aceptables, escribía el vicecónsul. En su informe de 1927, el mismo año en que Asor Hansen describía las naranjas en Carcaixent, afirmaba Andersen que todo apuntaba a una cosecha abundante en esa temporada, siempre y cuando hubiera suficiente lluvia y un tiempo frío y seco para proporcionar color a la fruta. Una considerable cantidad se había vendido ya a Noruega, a precios razonables, para su expedición en noviembre. Los elevados costes de los fletes, la prohibición de exportación de frutos dañados por heladas y las exigencias de las comisiones de control fueron durante años temas recurrentes en los informes consulares. Para proteger los intereses de la exportación y supervisar la fruta, se debía llevar a cabo la inspección y clasificación de las naranjas tanto en la cosecha, como en el empaquetado y la estiba en los cargueros. A la menor señal de daños, se debía declarar inutilizable la fruta. Las autoridades españolas ponían constantemente en marcha nuevas disposiciones con un claro paralelismo con el control de calidad obligatorio para el bacalao. Las asociaciones locales eran responsables de la inspección y de la selección en los diferentes distritos y puertos. Productores y exportadores se unieron en una organización nacional. La inspección era obligatoria e incluía grado de madurez y aspecto exterior, clasificación y calidad, color, peso y tamaño, empaquetado y marcaje. Se debía velar por la calidad de la mercancía del expedidor para impedir que las naranjas entraran en descrédito y también evitar que partidas en malas condiciones llevaran a una caída de precios. Estaba prohibido enviar fruta al extranjero desde distritos dónde no se llevaran a cabo las inspecciones reglamentarias. Para mejorar las importaciones de España, la Asociación de Mayoristas de Fruta noruegos contrató, durante un período en 1928, su propio informador y hombre de contacto en España, sumado todo esto a las muchas medidas de control españolas. En 1930 un comunicado 27

de Leif Bøgh de la legación en Madrid causó preocupación en Noruega. Las autoridades españolas habían adoptado medidas muy estrictas relacionadas con el embarque de fruta. Se tenía que asegurar la ventilación necesaria a bordo de los buques, no se permitía colocarlas cerca de la chimenena o de las máquinas, ni tampoco cargarlas junto con mercancías que pudieran perjudicar la fruta. Y lo más importante: para mejorar la calidad de la fruta exportada, ya no estaba autorizado transportarla en las cubiertas de los barcos, lo que había sido hasta entonces muy habitual. Estas disposiciones seguramente eran ventajosas para los consumidores, pero levantaron gritos de protesta de diferentes procedencias. Para muchos de los barcos noruegos que tenían cubiertas bien ventiladas, con abundante volumen, las nuevas normas abocarían en un aumento de los fletes y por lo tanto provocaron una gran oposición. Las protestas llegaban de todas partes, tanto de la Asociación de Armadores Noruegos como de fletadores, propietarios de buques, exportadores e importadores de fruta. Todos rogaron a la legación en Madrid que utilizara sus canales e influencias, para que España revisara la normativa. Exigían y esperaban una dispensa. La respuesta de la legación tal vez tranquilizase a los más preocupados. Noruega había argumentado ante el Ministerio de Economía en España sobre la gran experiencia que poseían los noruegos en cuanto al uso de la cubierta para el transporte de naranjas, aún en los meses de calor. “La Linea Española” tenía además excelentes buques y en su mayoría la venta a Noruega era en firme. Por lo tanto el transporte era responsabilidad del comprador. La legación continuaba informando que se había nombrado una comisión para determinar el plan definitivo para la exportación de fruta. Se podía esperar la exención de las disposiciones, siempre y cuando los buques ofrecieran condiciones satisfactorias. En mayo del mismo año Bøgh telegrafió que se había logrado la exención para el barco Segovia de “La línea Española”, pero que no se podían esperar más dispensas. Las naranjas en la guerra Durante 1930, antes de navidad, el periódico Aftenposten alegraba a sus lectores con la noticia de que las golosinas de la mesa navideña se habían salvado a pesar de los árduos tiempos económicos. Pasas, 28

higos, dátiles, almendras, nueces y por supuesto las naranjas habían hecho su aparición con “cálido sol almacenado, justo en el tiempo en que se echa más de menos el sol aquí en casa”. También en 1935 tranquilizaba el periódico a sus lectores. Aquellos que se inquietaban por las naranjas de Navidad a causa de las restricciones, podían quedar tranquilos. Entretanto un año después estallaba la guerra civil en España y tuvo consecuencias para la importación noruega de naranjas. Fue mínima y los precios altos. En mayo de 1937 la guerra asola España y Dick Wesman de la legación de Madrid presentó un extenso informe personal al Ministerio de Asuntos Exteriores de Noruega. El mensaje iba marcado como confidencial. No debía hacerse público, sólo debía informarse a las partes interesadas. La exportación hasta entonces libre, estaba ahora sujeta a asociaciones agrícolas y comisiones obreras, que, según el informe, adolecían de una falta total de organización. Con motivo de la guerra muchos exportadores habían desaparecido y en los diferentes pueblos los comités se habían hecho cargo de las tierras, el dinero y los almacenes. A los exportadores que habían sobrevivido se les despojó del derecho a actuar por cuenta propia y los consignatarios no tenían ya autoridad alguna. Nadie podía garantizar que las partidas notificadas llegasen en el tiempo previsto al puerto, ya que la totalidad de los camiones habían sido incautados para la guerra y las naranjas se tenían que transportar al muelle por tren o con mulos. Los importadores noruegos iban a experimentar nuevos métodos de negocio y tendrían que tomar en consideración la guerra civil, prevenía Wesman. Más adelante, en ese mismo año, llegaba información adicional de Wesman. España había creado una central para llevar la exportación a vías más seguras y aportar al estado las necesarias divisas. Era importante proteger a los productores. Estos tendrían apoyo económico y recibirían el pago antes de cargar la fruta. Se tenía que prestar más atención a los mercados y todas las ventas se deberían realizar en divisas. La cosecha era en cierto modo modesta, sin embargo las naranjas eran de buena calidad y los precios relativamente altos. El problema residía principalmente en el transporte al mercado extranjero. También en Noruega el transporte era fuente de preocupación. “La Linea Noruega del Mediterráneo” era consciente de la difícil situación de los barcos noruegos que transportaban la fruta desde 29

España. La compañía había recibido quejas de exportadores e importadores noruegos por las altas primas de seguros para los barcos noruegos con respecto a, por ejemplo, los barcos ingleses. Por consiguiente la importación en Noruega iba principalmente entre puertos intermediarios, sin embargo los importadores preferían la “Línea del Mediterráneo” que hacía ruta directa y proporcionaba un excelente servicio y mejores condiciones para la fruta. Por lo tanto se tenían que modificar las primas de seguro. La “Linea del Mediterráneo” pidió explicaciones sobre las altas primas de seguros en los barcos noruegos y el ministerio de asuntos exteriores investigó. La respuesta era bien sencilla. Las primas de los seguros bajaban cuanto menor era el riesgo de que la carga fuese confiscada. Existía mayor peligro para los buques que no estaban protegidos por los barcos de guerra de su nación y eran menos los barcos noruegos que iban en convoy que los británicos y holandeses. Franco prohibía el comercio de naranja proveniente de “zonas rojas” y notificó que se dentendrían los barcos y si fuera necesario se confiscaría la carga. Hacia el final de la guerra el tono era más agudo y las advertencias un discurso claro. Cualquier ayuda por parte de empresas extranjeras para negociar con “mercancía robada” excluiría a las mismas de relaciones futuras con la España Nacional. “La exportación se lleva a cabo por los sindicatos de agricultores que, sin más, se han apropiado de los huertos de naranjas y los viñedos y cobran el valor de la fruta”. Este robo, se denomina con un bonito substantivo, tal como explotación colectiva, se decía en los escritos amenazadores de los nacionalistas. Pasó bastante tiempo antes de que los noruegos, hambrientos de naranjas, pudieran deleitarse con fruta española. Tras la guerra los mayoristas noruegos tenían gran interés en restablecer una relación normal con España, su principal proveedor de frutas del sur. Los exportadores noruegos de pescado tenían entregas de pescado pendientes y las autoridades noruegas exhortaban a los importadores de fruta a realizar la mayor parte de sus compras de fruta en España. Esto no era nada sencillo. Parte de los antiguos exportadores habían desaparecido y Noruega no disponía de condiciones de pago concertadas con España. La solución fue la creación de “La Compañía Noruego Española A/S” (Noresco) con participación de exportadores 30

Venta de naranjas en la guerra civil

noruegos de pescado y celulosa e importadores de fruta y productos ultramarinos. El noruego Richard Asor, que ahora había pasado a ser un hombre de negocios con firma exportadora de frutas propia, era el representante de la compañía en Valencia. En Barcelona el responsable era Einar Lütken y en Madrid el sueco Folke Pehrzon. El año posterior a la victoria de los franquistas en la guerra civil española, entró también Noruega en guerra y se mantuvieron las dificultades para la importación. No obstante la unión de importadores de fruta era optimista. A pesar de la guerra la población noruega podía 31

contar en 1941 con recibir 20.000 cajas de naranjas, como resultado del así llamado comercio de compensación con España. “El hombre que nos ha conseguido las naranjas ha estado seis veces en España desde el inicio de la guerra” citaban los titulares en un artículo de Aftenposten el 16 de Enero de 1941. Se trataba de Finn Henriksen, secretario de la Asociación de Mayoristas de Frutas Noruegos. Llamó la atención “que realmente fuera posible conseguir traer a casa mercancía en estos tiempos” escribía el periódico e informaba de los muchos y peligrosos viajes de Henriksen a España ¿Cómo había logrado traer sin peligro al país esta difícil carga? La explicación era el excelente contacto de los mayoristas de fruta con la gente de “Noresco”, que colaboraba con autoridades y exportadores en España. Ellos enviaban las naranjas via marítima a Italia y de allí seguían por tren, y eran los importadores noruegos los que corrían el riesgo, pagando tanto mercancía como flete en España antes del embarque. Ellos “mostraron de este modo que no había riesgo demasiado grande cuando se trataba de asegurar las valiosas vitaminas para el país”, opinaba Henriksen. “En todas partes los españoles están contentos de reanudar la relación con Noruega”. El problema era, ante todo, que el transporte tenía que ser por ferrocarril via Italia, Alemania y la ocupada Dinamarca. Política y vitaminas En 1945, con la paz, todo debía de ser de nuevo como antes, con las tiendas repletas de lo que los noruegos habían añorado durante tanto tiempo. No fue sin embargo así, al menos no inmediatamente. El abastecimiento de alimentos estaba restringido incluso tras la guerra, y, “la puesta en marcha de la exportación se demora” escribía la prensa en el verano de 1945. Sin embargo se esperaban cosas buenas aunque tal vez tardasen un poco en llegar. Se había comprado una partida de naranjas que llegaría a tiempo antes de Navidad. Un barco noruego zarparía en un futuro próximo hacia España. Después de la guerra siguieron unos años dramáticos para la asociación de mayoristas de fruta, que durante mucho tiempo había desempeñado un papel primordial en el suministro de fruta en Noruega. Pasaron del rol de asociación del sector a ser importador mayoritario. El ministerio decidió que, en tanto el abastecimiento de fruta estuviese restringido, las compras se efectuarían como importación conjunta bajo la 32

dirección de la Unión de Mayoristas de Frutas. Nadie imaginaba que este arreglo duraría un sinnúmero de años. Basándose en las importaciones de fruta antes de la guerra, los mayoristas determinaron la adjudicación de la fruta en su totalidad, y la distribución por todo el país se caculó según la densidad de la población. La federación actuó como entidad central, el número de asociados aumentó y una serie de asociaciones locales vió la luz. El comercio con el régimen de Franco y la normalización de las relaciones con España crearon controversias políticas en Noruega. Para España y para los empresarios noruegos se trataba de poner las ruedas en marcha y gestionar los negocios como mejor pudieran. Por otra parte la gente en Noruega languidecía por las naranjas y las vitaminas. Al mismo tiempo el nombramiento de un agente comercial noruego para España en noviembre de 1938 despertó resentimiento y la creación de Noresco fue también problemática.Cuando Noruega en 1951 restableció las relaciones con España a nivel de embajadores y firmó un acuerdo comercial existían todavía controversias políticas. La gente de izquierdas y de entre las filas del partido laborista protestó ruidosamente. Las escasas divisas del país se debían invertir en productos más importantes que la fruta. La contradicción estribaba entre, por un lado, la solidaridad y la lucha continuada contra el régimen de Franco y por el otro, la necesidad de vitaminas y el comercio. La insatisfacción por la escasa importación era grande, y el Ministerio de Comercio intentó encontrar soluciones. Por supuesto que los cítricos eran hasta cierto punto prioritarios, considerando la necesidad de vitaminas, pero la importación noruega dependía del comercio de trueque con productos noruegos. Una cotización artificialmente alta de las pesetas españolas llevó a que la mercancía de España saliera muy cara y la importación flaqueó. Los exportadores de productos noruegos a España estaban preocupados y crearon en 1951 un así llamado S-Secretariado que subvencionaba la compra de productos españoles, entre otros las naranjas. La Asociación de Mayoristas de Frutas, con el ministro Erik Brofoss y el director general de expediciones Knut Getz Wold, tenía en 1952 un papel central en las negociaciones. La postura fundamental de la Asociación era que la importación de fruta fresca del extranjero no podría ser satisfactoria hasta que las autoridades no pusieran la fruta 33

en la lista de comercio libre. Los habitantes del norte necesitaban de frutas del sur y la asociación exigíó que los organismos sanitarios se involucraran en un diálogo con las autoridades monetarias. Sólo en 1953 pudieron los noruegos disfrutar de una importación de naranjas un tanto más libre. Las autoridades pusieron a disposición, durante un cierto tiempo, las cuotas del tratado de compensación que no se habían utilizado, para la compra de cítricos, y asignó adicionalmente unas cuotas extra. Durante tres meses o más, se introdujeron en el país más de un millón de cajas de naranjas. Esto demostraba con creces las necesidades, y las cuotas se suavizaron aún más. El Banco de Noruega señalaba que la fruta todavía no se encontraba en la lista de mercancías libres, y que era necesaria licencia de importación “para cada una de las importaciones de esta mercancía”. En octubre de 1956 el Ministro de Comercio, Arne Skaug, retiró todas las restricciones y los mayoristas pudieron, por primera vez desde el 9 de abril 1940, comprar cuantas naranjas quisieran. Para muchos noruegos fue inmensa alegría el volver a ver las dulces naranjas de Valencia, pero era todavía largo el camino desde España, y a menudo la mercancía se tenía que descargar en el frío del invierno. El envío era arriesgado. Olav Angell retrata en su novela de 1997 Oslo a medianoche la llegada del barco mercante Vigo desde Valencia en 1947 con una carga de 7 toneladas de naranjas, 14 días antes de Navidad. Todavía era noche y nevaba cuando los estibadores subieron a bordo en Bjørvika a las siete y media de la mañana. “Me balanceo sobre mil cajas de naranjas y desprenden un perfume que me hace sentir aturdido. No mareado, sino aturdido. Nunca vi tantas naranjas juntas, nunca pude oler tantas naranjas juntas”. El narrador no siente la nieve que cae, lo que ve ante sí es Valencia “huertos de naranja bajo el sol español, llanuras valencianas sin fin, he cogido una naranja y tengo en la mano un pequeño sol, un fruto de oro”. El cabrestante se pone en marcha e interrumpe sus ensoñaciones españolas. “Lentamente levanta el cabrestante las cajas de naranjas por el aire. Arriba, a través de la escotilla, altas en el aire, bajando a tierra, y descendiendo sobre la plataforma de un camión”. Deben mantener el ritmo “se trata de hacer llegar las naranjas a tierra antes de que las dañe la helada”.

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El Rey de la Naranja Durante nuestra visita al consulado de Valencia los dos cónsules nos enseñaron un protocolo que abarcaba desde el año 1950 hasta el 1954: “Censo de los ciudadanos noruegos con residencia permanente en el distrito de Valencia, registro del Real Consulado de Noruega en Valencia”. El sumario muestra que siete familias noruegas, en total aproximadamente 25 personas, residían permanentemente, además de algunas personas aisladas. La mayoría estaba ligada al tráfico marítimo y al comercio de la naranja. Ya estamos familiarizados con los nombres Roggen, Andersen y Blom-Dahl. Johan Hammer y Richard Asor eran exportadores de naranja. Artur Eknes y Finn Friis Olsen eran consignatarios de buques y respectivamente cónsul y vicecónsul de Suecia en la ciudad. Ya habíamos tropezado con el nombre Richard Asor (19031997) en Noruega, en nuestra revisión de documentos en el Archivo Nacional. Habíamos intuído que debía de tratarse de un personaje central en el comercio noruego de fruta con España, pero no habíamos logrado averiguar quién era exactamente, de dónde venía, cuándo llegó al país, ni cuál era en realidad su papel en el negocio de la naranja. Noruega es un país pequeño, también en la gran España, así que durante nuestra visita al consulado se reveló el hecho de que la familia Blom-Dahl y la familia Asor eran viejos conocidos. Cuando además supimos que el exportador de nacionalidad noruega tenía una hija que vivía en las afueras de la ciudad de Denia, se abrió el camino para futuras investigaciones. Una familia noruego-danesa Acompañada por sus afables perros nos recibe Carmen Asor Coma un día de otoño de 2013 en su propiedad de la playa a las afueras de Denia. El terreno de 14 acres, en plena naturaleza, tiene viejos árboles y vistas sobre una montaña hacia el sur. Hacia el norte se llega al mar por una senda. Las playas y los alrededores de la zona se cotizan mucho por los turistas, pero sólo en los últimos años ha hecho Carmen de la casa de verano su vivienda permanente. Los padres compraron la propiedad en el pequeño poblado de Les Rotes cuando ella era pequeña. Inicialmente la casa pertenecía a un pescador y en la época 35

Carmen de viaje a Noruega 1950

Richard Asor y Carlota Coma

Carmen Asor en Les Rotes 2014, en la casa que heredó de sus padres 36

no disponía de agua corriente. Se lavaban en un barreño cuando venían de visita desde Valencia, recuerda ella. Carmen nacía en Valencia en 1943. Allí creció y ha vivido la mayor parte de su vida, salvo unos años de estudios pasados en Inglaterra y Suiza para aprender idiomas. El hermano Richard, llamado así por su padre, murió a los 19 años. Carmen tenía cinco años, y desde entonces fue hija única. A pesar de haber pasado la mayor parte de su vida en España, Carmen habla un excelente noruego. En casa se hablaba preferentemente noruego, ya que su madre española, Carlota, había aprendido el idioma durante la guerra civil española, ocasión en que la familia residió en Noruega. Durante la infancia, la niña noruego-española había estado varias veces de visita en la patria del padre. Con diez años residió algunos meses en Oslo, asistiendo a la escuela Uranienborg. Nos enseñó una fotografía de su viaje en barco desde Valencia a Oslo con el séptimo barco Bayard de la Fred. Olsen, recién construido en 1951. Una niña llena de expectativas con un gran lazo en el pelo. En la barandilla, a su espalda, colgaba un salvavidas con el nombre del barco. A partir de que Richard Asor se estableciera en España en 1925, su padre y su hermano de Noruega le visitaron en varias ocasiones. En la casa de Carmen en Les Rotes son muchas las huellas de sus familiares noruegos: las novelas de su tío, el escritor Axel Krogh, y los cuadros pintados por el abuelo, Henrik Asor Hansen. Entre otros, en el salón, hay un cuadro de una bella mujer con una naranja dorada en la mano, un retrato de la abuela danesa de Carmen y otros de su padre y de su tío. Su abuelo nació en Mandal en 1862 de dónde era su madre originaria, aunque el padre era danés. El pintor se casaría en 1886 con una joven danesa, Anne Kristine Jensen von Krogh, y la pareja tuvo tres hijos, Sigfred, Axel y Richard. El mayor falleció a bordo de un buque escuela. El abuelo moría en 1929, mucho antes del nacimiento de Carmen, pero el tío vivió sus últimos años en Valencia y allí permaneció hasta su muerte en 1982. De alguna manera estos dos parientes noruegos pertenecieron a la colonia noruega en España, aunque ninguno de ellos tuviera que ver con los barcos ni comerciara con bacalao y naranjas. El padre de Carmen nació en Bergen en 1903, y en el censo de 1910 está inscrito como Richard Hanssen. Documentos posteriores 37

muestran que utilizó diferentes nombres, Richard Krogh Hansen, Richard K. Asor, Ricardo Asor y Richard Asor Krogh. El más habitual era Richard Asor, que es el que figura en su certificado de defunción de 1997. Posiblemente estos diferentes nombres se deban a que en Noruega, durante mucho tiempo, fue usual escribir el nombre propio de diversas maneras.Tras finalizar su educación en la escuela superior de comercio, el padre hizo el servicio militar como sargento de aviación y realizó varias sustituciones como profesor en las escuelas de su ciudad natal. Con 22 años viajó a España para trabajar y aprender el idioma. Seguramente intuía que la región valenciana, con una importante exportación y muchos contactos con el extranjero, sería un lugar con posibilidades de trabajo para un noruego que dominase varios idiomas. La primera parada fue en Barcelona, donde tuvo un breve contrato con la firma consignataria de los noruegos Halfdan Enberg de Bergen y Jørgen Andersen ¿Posiblemente conociera ya a estos últimos desde Noruega? Después de esto, su viaje le llevó a Valencia y de nuevo un breve contrato con la naviera española “Lamaignière”. En las referencias escritas de la misma consta que fue responsable de la correspondencia en inglés, francés y alemán, y que por añadidura tuvo diversas funciones relacionadas con el tráfico marítimo. El joven noruego obtuvo buenas referencias y recomendaciones de ambas firmas. Era digno de confianza, trabajador y correcto. Bien pronto consiguió trabajo en el ramo de la naranja, en la empresa exportadora de Pedro Masip de Carcaixent. Allí estuvo empleado durante 11 años. La empresa tenía despacho y almacén en la ciudad. Dado que hablaba varios idiomas, el joven fue responsable del contacto con los muchos clientes de la empresa en el extranjero. A lo largo de los años en casa de Pedro Masip en Carcaixent Richard adquirió experiencia y un sólido conocimiento del negocio de la naranja. En la carta de recomendación extendida por el jefe al que fue su colaborador noruego durante muchos años, leemos que Richard Asor había contribuído en gran medida a que la empresa se desarrollase año tras año hasta llegar a ser una “perfecta organización”. Había actuado en muchos asuntos representando a Masip de modo irreprochable. En la ciudad vivía también la española Carlota Coma Ferrando con la que Richard se casó. Carlota fue la madre de Carmen. 38

Tiempo de cambios La coyuntura en el negocio de la naranja fue cambiando en el transcurso de los años 1900, con diversos altibajos. Cuando Richard Asor se estableció con Masip a finales de 1925 la situación era favorable y la actividad floreciente, pero en los diez años precedentes la guerra mundial había provocado una crisis en la exportación. La agricultura carecía de materias primas, el transporte tenía problemas y se perdían mercados. La exportación se redujo en un 40%. Pese a todo, un grupo exclusivo de influyentes exportadores, con estrechos vínculos con importadores y transportistas, sacaron ventaja de la crisis, gracias al alza de precios tanto en los fletes como en la fruta. Los pequeños exportadores pagaron cara esta circunstancia y los grandes perdedores fueron sobre todo los trabajadores de la naranja y los propietarios de los huertos. La escasez de fertilizantes e insecticidas se traducía en cosechas modestas y precios bajos. El desempleo y la reducción de los salarios llevaron a la huelga general y a un clima revolucionario en las zonas más duramente castigadas. La única posibilidad para muchos era la emigración. Al final de la guerra mundial la actividad del comercio de citrícos se recuperó, gracias sobre todo a la libre circulación de mercancías y al aumento de la demanda en los países europeos. Durante la guerra se habían construido nuevos barcos y la situación del transporte marítimo era prometedora. Se mejoró el control de calidad y como resultado de la construcción de redes ferroviarias se abrieron los mercados centroeuropeos. Se pudieron también prolongar las temporadas de cultivo gracias a la ampliación de canales de riego en las zonas más secas y también por vía de la experimentación con nuevas variedades de naranjas. El resultado fue que en 1930 la exportación alcanzó su punto más alto hasta entonces, sobrepasando el millón de toneladas. Las perspectivas de futuro eran doradas como las frutas y sobre esta ola se montaron Masip y su colaborador. Los difíciles años treinta crearon también dificultades en España y Masip lamentaba, en su carta de recomendación para el joven noruego en 1936, “verse privado, a causa de las circunstancias anormales por las que atraviesa nuestro país actualmente, de la placentera colaboración con tan competente experto, en cuya persona había puesto plena confianza”. Las autoridades devaluaron la peseta y 39

las ganancias sobre las exportaciónes disminuyeron. Fríos inviernos dañaron la naranja y se introdujeron medidas todavía más severas en los controles de calidad. En la segunda parte de la década de 1930 toda la sociedad estaba marcada por la guerra civil, que asoló el país y creó también problemas en el transporte y el comercio de la naranja. Vieron la luz nuevas disposiciones en el comercio y la agricultura, nuevas organizaciones y cooperativas. Como muchos otros inmigrantes noruegos en España, durante la guerra civil el matrimonio Asor decidió abandonar el país. Con su hijo pequeño y la familia Friis Olsen viajaron desde Cádiz a Noruega. Permanecieron en Noruega hasta el final de la guerra. Carmen nos enseñó una fotografía invernal de sus padres, que había encontrado durante una limpieza. Ella no tenía idea de que su madre, incluso había esquiado en Noruega. En 1939 la familia Asor regresaba a España y se estableció de nuevo en Carcaixent por un tiempo. El padre era ahora empleado de Ramón Flor, otro de los comerciantes de naranja punteros de la ciudad. Los tiempos eran todavía difíciles en el país y la familia se trasladó a Valencia, donde en 1943 vino Carmen al mundo. Su padre y Ramón Flor se asociaron con un tercer comerciante, Vicente Miró y juntos crearon la firma de exportación “Frutas del Sur S.A.”. El noruego fue director de exportación de la firma. Durante la década de 1950 varias heladas dañaron de nuevo los naranjos, pero posteriormente la situación cambió para mejorar. La demanda aumentó, había disponibilidad de abonos e insecticidas y la posibilidad de utilizar camiones facilitó el transporte desde los campos y almacenes a los puertos de embarque. “Frutas del Sur” tenía las oficinas en la calle Salamanca de Valencia y se desarrolló hasta ser, a finales de 1950, el segundo mayor exportador de naranjas a Noruega. La empresa tenía sus propias marcas para los envíos de fruta a los diferentes países. Una de ellas era la marca Saga para la firma L.K. Haaland en Stavanger. La visita de los importadores de fruta En 1951 la Asociación de Mayoristas de Frutas noruegos organizó para sus miembros un viaje informativo a la región valenciana. Esto aconteció el mismo año en que Noruega dio pleno reconocimiento diplomático al régimen franquista. La decisión provocó una gran 40

insatisfacción en el movimiento obrero noruego, que deseaba un boicot a España y no una relación comercial. Los importadores noruegos tenían no obstante otra forma de ver la cuestión. Fueron invitados del grupo Fesa. Actuaba de guía del viaje el secretario de la Asociación de Mayoristas, Finn Henriksen. El cónsul Christen BlomDahl, que también era el agente local de la “Línea del Mediterráneo” en la zona, fue responsable del progama local junto con Richard Asor. “Ambos habían realizado un excelente trabajo previo preparando la visita” citaba la Asociación en su informe del viaje. Los mayoristas salieron de Noruega en un vuelo charter, con una máquina Douglas DC-3, perteneciente a la “Compañía Aérea Fred. Olsen”. Tenía cabida para 25 personas. La compañía Fred.Olsen puso también a disposición un autobús para los desplazamientos en España. El Douglas llegó con mucho retraso a Valencia, cuando ya la oscuridad caía sobre la ciudad. El aeropuerto no disponía de iluminación para aterrizaje nocturno. Rápidamente el cónsul encontró remedio. Hizo que los coches se colocaran en puntos estratégicos con las luces encendidas. Durante su estancia la delegación noruega tuvo buena ocasión de estudiar los campos de naranjas y observar el trabajo en los almacenes de fruta. Los noruegos intercambiaron impresiones con los productores locales, exportadores y organizaciones, y fueron huéspedes durante un día en la casa de verano de un exportador en su inmenso huerto. El viaje a España estaba programado en marzo, coincidiendo con las fiestas regionales de Valencia, Las Fallas, en honor al carpintero de Nazaret, San José. Figuras fantásticas de cartón, caricaturas de personajes conocidos e instituciones, se exponían en la ciudad y se quemaban en épico final. Los organizadores nombraron a los mayoristas noruegos miembros de honor de la fiesta, con entrada gratuita a bares y restaurantes. Sin duda alguna, momento estelar para los participantes noruegos. Se trataba de cuidar bien a sus contactos comerciales noruegos. No sólo el cónsul de Noruega en Valencia, sino también los importadores noruegos colaboraban estrechamente con “Fred.Olsen y Cía” y cerraron un acuerdo privado con la naviera en cuanto a los fletes. La “Línea del Mediterráneo” se había comprometido a mantener rutas regulares con cierto descuento en el flete a cambio de tener la exclusiva del transporte en el área del Mediterráneo. 41

Los comerciantes de fruta noruegos participan en Las Fallas de Valencia

Mayoristas de frutas noruegos de visita en Valencia 42

Naturalmente este acuerdo no fue igualmente popular en todos los círculos. Los opositores llevaron en 1960 a la Asociación de Importadores de Frutas ante el Tribunal de defensa de la competividad y demandaron también a la “Línea Mediterránea” por acuerdo ilegal de fletes. El tribunal absolvió a los mayoristas, pero a partir de entonces fue obligatorio informar al Organismo Regulador de la Libre Competencia de cualquier acuerdo sobre fletes. Asor, director de “Frutas del Sur”, viajaba todos los años a Noruega para visitar a los clientes, entre otros a “Fruktforbundet”, “Chr.Kaurin”, “Chr. Mathiesen” y “L.K.Haaland” en Stavanger. En uno de estos viajes en 1955, visitó Trondheim, dónde el periódico Adresseavisa le entrevistó el 15 de octubre. Los titulares rezaban “Naranjas españolas de excelente calidad llegaran este año a buen tiempo antes de Navidad. Noruega importa igual cantidad que el año pasado.” El exportador noruego declaró que las plantaciones de naranjas españolas totalizaban 750 kilómetros cuadrados con un total de 24-30 millones de árboles y que España producía 1,7 millones de toneladas de naranja al año. Afirmó además que Noruega era un mercado de “good will”, de “extrema buena voluntad” para las naranjas españolas con una impresionante importación en relación con el número de habitantes. En la última temporada el país había importado un total de aproximadamente 33.000 toneladas de España, mientras que la importación en Suecia, para una población considerablemente mayor, había sido de unas 32.000 toneladas. Y este año 1955, aunque las autoridades noruegas habían recortado la cuota de importación, el volumen sería aproximadamente el mismo que el año anterior, debido a unos precios más favorables. En octubre, tres años más tarde, el periódico de la mañana Stavangeren presentaba un artículo a página entera: “El Rey de la Naranja Richard Asor en amena conversación con Einar Hallstein Haaland”. El rey hispano-noruego, de visita en casa de su buen amigo y cliente, prometía que ahora las naranjas bajarían de precio. No había estado en su patria en los tres últimos años a causa de las malas cosechas que habían asolado el cultivo en España. La helada en febrero de 1956 había destruido la temporada y dañado un sinnúmero de árboles. La producción bajó de 1,4 millones de toneladas en 1955 a 400.000 toneladas en el año siguiente. Gracias a la replantación, el exportador se sentía optimista en cuanto a la producción, que iría en 43

aumento en los próximos años. Se podía también esperar que los precios bajaran, pese a que los gastos en materiales y mano de obra aumentaban en España al igual que en la mayor parte de países. Nos comentaba Asor que, antes de las desastrosas cosechas, su empresa había sido la número dos en las exportaciones a Escandinavia. En el pasado año “Frutas del Sur” había bajado al puesto número ocho, ya que la firma había restringido deliberadamente las exportaciones debido a la mala calidad de la naranja. No quería que los noruegos recibieran fruta en malas condiciones. Afortunadamente la cosecha de ese año prometía ser buena tanto en calidad como en cantidad, opinaba el exportador de nacionalidad noruega. El título honorífico “Rey de la Naranja” se repite en varias de las reseñas en los periódicos. Richard Asor destaca como exportador experto y hombre respetado, en el que se confía tanto en Noruega como en España. Su padre nunca quiso oir hablar de cualquier forma de sobornos ni de beneficios extraoficiales, y sin embargo vivían bien, nos comenta Carmen. Los mismos españoles le consideraban una autoridad en el comercio de la naranja. Él representó los intereses noruegos en la importación de fruta, y siempre estuvo a disposición de los compatriotas que necesitaran consejo o asistencia. Tras la guerra civil se le encomendó la negociación con el gobierno español del así llamado “comercio de compensación” en nombre de los exportadores. Realizó muchos viajes a Madrid para negociar la venta de naranjas españolas a cambio de bacalao noruego y nitrato. A su regreso a Valencia, Richard se reunía con los exportadores para llegar a un acuerdo sobre las ofertas. Estrechos lazos La cifra total de exportación de naranjas españolas alcanzó un récord en la década de 1980 con 2,3 millones de toneladas, pero en ese tiempo Richard Asor ya había cesado su actividad como exportador. En sus últimos años en activo ejerció de agente para diversos exportadores de naranjas, de concentrados de frutas, conservas y un producto que tuvo gran éxito en Noruega y en Escandinavia en general: albaricoques secos. Asor había conocido a un productor en Jumilla, en las cercanías de Murcia. Este hombre secaba los albaricoques al aire libre y posteriormente en recámaras con azufre. El resultado era de tan alta calidad que casi llegó a tener el monopolio, 44

cubriendo el 80% de la venta, en Escandinavia. El rey de la naranja noruego murió en 1997 a la edad de 94 años. Para entonces había vivido ya unos años en casa de la hija y su familia en Valencia, ya que su mujer murió mucho más joven. En esos años Carmen hablaba mucho con su padre sobre la vida en Noruega y en España. Era un hombre viejo y había vivido fuera de su país durante 72 años, pero mantuvo toda su vida el dialecto de Bergen y durante mucho tiempo también estuvo abonado a Bergens Tidende, el periódico de Bergen. Le gustaba dar largas caminatas, y cuando estaba en Noruega disfrutaba de los colores del otoño noruego y de la naturaleza. Pese a su larga vida en España, donde se había sentido tan bien, estaba estrechamente vinculado a su viejo país. Desde luego, en los primeros años en España, las diferencias culturales pudieron causarle algunos problemas. Para poder casarse con Carlota, tuvo que ir a catequesis con el párroco local y convertirse al catolicismo, nos contaba Carmen. El cura era muy amable e invitó un día a Richard a comer con él. “Mi padre sintió que debía citar de algún modo el nombre de Dios en su respuesta, pero su español no era todavía demasiado bueno. Así que respondió amablemente: No, gracias, ¡Dios me libre! No obstante, con el tiempo se hicieron buenos amigos.” En 1961 Carmen había finalizado su educación en Suiza y regresaba a su ciudad natal. Tenía 18 años, dominaba varios idiomas y estaba bien cualificada para trabajar en el departamento de exportación de “Frutas del Sur”. Y allí se quedó durante cinco años. Desde su infancia había aprendido mucho sobre producción y exportación de naranjas. La familia poseía así mismo un par de pequeños huertos, a unos 13 kms de Valencia. De vez en cuando iban a los campos de naranjos para que también los niños pudieran aprender algo sobre el cultivo. Mientras los naranjos eran jóvenes, era costumbre plantar cacahuetes entre las hileras de árboles y esto era motivo de regocijo para los chicos. A alguien que, como Carmen, había crecido entre naranjos se le hacía extraño constatar la emoción de las compañeras de clase en el colegio de Uranienborg de Oslo cuando a los 10 años, llevaba naranjas a la escuela. Mediante las fotografías y relatos de Carmen también pudimos hacernos una idea sobre la colonia de inmigrantes noruegos en la zona de Valencia. No eran muchos y se conocían todos. Algunos de ellos tenían casa de verano en Les Rotes, se reunían y se divertían, tanto en 45

la ciudad como en su tiempo de ocio en la costa, a menudo también con otros noruegos de visita desde su patria. También en aquella época a los familiares y clientes les parecía apasionante un viaje a España. Con el tiempo algunas de aquellas relaciones comerciales se transformaron en amistades, por ejemplo con la familia Haaland de Stavanger. Los padres y Richard se hicieron buenos amigos y el hijo Einar viajó de muy joven a España para formarse en el comercio y aprender español. Trabajó en el despacho de Ricardo y vivió un tiempo con la familia, fue un hermano mayor para Carmen y la llamaba mi hermana. Los padres de Einar visitaron también posteriormente a su hijo en Valencia. Carmen sigue teniendo buen contacto con la familia Haaland y éstos la visitaron recientemente. El periódico local de Valencia Las Provincias publicó en febero de 1958 un artículo que retrataba a los noruegos residentes en la zona. “Denia siempre ha sido un lugar atractivo para los extranjeros”, escribía Francisco Alcayde Vilar, catedrático de filosofía y una personalidad en el círculo cultural de la ciudad. “Estos extranjeros eran antes sobre todo ingleses involucrados en la exportación de la pasa. Otra cosa muy distinta ha ocurrido con los noruegos que están en íntima relación con Denia. No vinieron en plan comercial para hacer negocio, sino en plan diferente; vinieron aquí buscando la salud y se instalaron para gozar del sosiego, paz y reposo de esta ciudad privilegiada”. Según Alcayde el primero en llegar a Les Rotes fue un señor muy distinguido, de nombre Jørgen Andersen, en la época vicecónsul honorario en Valencia. Padecía reumatismo, sufría fuertes dolores y se estableció en Les Rotes. Allí vivió una vida tranquila y sosegada, libre de dolores hasta su vejez. La hija Mercedes era pintora de paisajes de Noruega y de Denia. Se casó con el entonces cónsul honorario de Valencia, Christen Blom-Dahl. El hijo de ambos, “Tino”, que podría haber sido un excelente pianista, se sacrificó por el comercio. La segunda hija de los Andersen, Ragnhild, heredó la casa de los padres y vivió el resto de sus años en Les Rotes, donde también tenían casa las familias del vicecónsul de Suecia, Finn Friis Olsen y la del hombre de negocios Richard Asor. Los noruegos se habían ganado gran respeto y simpatía en Denia gracias a su amabilidad y buena educación, concluía Francisco Alcayde Vilar. No eran malas referencias. 46

Trabamos conocimiento con varias de las personas, cuyos nombres estaban referenciados en el protocolo del consulado sobre los ciudadanos residentes en la Región Valenciana. Éramos una gran familia y los noruegos eran mis tíos y tías, nos explica Carmen. Muchos de los hombres tenían formación comercial y venían a España para aprender el idioma y tal vez buscar trabajo. Su padre y Friis Olsen se casaron con mujeres españolas y por lo tanto se quedaron a vivir en el país y Christen Blom-Dahl se casó en el clan Andersen que ya estaban afincados en España. Los noruego-españoles se ayudaban unos a otros siempre que era necesario. Cuando el hermano de Carmen enfermó y murió, ella estuvo viviendo un tiempo con la familia Friis Olsen, que fueron en adelante la tía Consuelito y el tío Finn. Las estirpes se han prolongado durante generaciones y algunos de ellos tienen todavía descendientes en España. Además de ella misma y los Blom-Dahl, también un nieto de la familia Friis Olsen tiene casa en Les Rotes, y la hija de la familia Eknes, Elin, de 85 años, vive en Valencia. Ella es ciudadana española, pero visita Noruega todos los años con su hija.

Los Tres Mosqueteros La madre de Carmen y sus abuelos maternos eran originarios de Carcaixent y ya vimos que su abuelo noruego había destacado en el lugar como el pintor Hansen de Noruega. El pueblo tuvo en la década de 1700 un gran desarrollo tanto económico como demográfico y era un centro importante en la región por su producción de seda. Sin embargo a lo largo del 1800 predominaron areas cada vez más grandes de naranjos y para el final del siglo era éste el cultivo dominante. En 1916 se le concedió a Carcaixent la categoría de ciudad, ya que, gracias al comercio de la naranja, había aumentado la cifra de habitantes. Ruta de la Naranja Durante el otoño y el invierno de 2013 fuimos varias veces a Carcaixent con Carmen Asor. Juntos deambulamos tras las huellas de sus antepasados y tomamos parte en una visita guiada de un día, un “aprendizaje para adultos” sobre el A-B-C de la naranja, antes y ahora. 47

Vicente Ibañez, gran conocedor de la localidad, nos acompañó por el centro de la ciudad y los huertos de los alrededores. Visitamos el museo de agricultura y los locales de un almacén exportador moderno. Habíamos pensado que “una naranja es una naranja”, pero después de un día entero en “La ruta de la naranja” comprendimos algo mejor el sentido de la expresión “Todas y cada una de las naranjas son diferentes”. Las naranjas requieren extensos terrenos y considerable trabajo. Para obtener un óptimo resultado los árboles han de cuidarse con esmero y son muchas las actuaciones necesarias para mejorar la calidad de la fruta. Las plantas necesitan abundante agua y abono y se deben de podar con regularidad. En los calurosos meses de verano hay que controlar las plagas, durante años la fumigación fue obligatoria por ley. El color dorado aparece a lo largo del otoño, cuando la temperatura baja de los 13 grados, pero la fruta mantiene el tono verde si hay días con temperaturas altas. Si permanecen demasiado tiempo en el árbol y maduran en exceso, desaparece la acidez y son demasiado dulces. Los árboles adultos se injertaban para cambiar la variedad de naranja que tenían. El injerto en plantones (árboles jóvenes que todavía no producen fruto) se realiza para, a partir de pies más resistentes, obtener variedades concretas. De este modo se mejoraban calidades, por ejemplo especies sin hueso. Hoy en día esto resulta trabajoso y tiene un alto coste, de modo que se reemplazan los viejos árboles por nuevos. Mucho tiempo atrás eran sobre todo los hombres los que recogían la naranja, como retrataba el pintor Asor Hansen en sus Pequeñas Cartas Españolas. Cuando su hijo Richard se inició en el sector, la fruta tenía que recogerse lo más cerca posible de la fecha de embarque, porque podían pasar casi 14 días desde la cosecha hasta que estuviera en las tiendas. Para poder descubrir posibles defectos en la fruta, ésta debía estar en el almacén dos o tres días antes de la selección y el empaquetado, que bien podía demorarse otros 4-5 días. Por añadidura estaba el transporte de aproximadamente ocho días en barco a Noruega. Las mulas transportaban las naranjas en capazos cubiertos de mantas de vivos colores desde los huertos hasta los almacenes, pero con el tiempo los camiones se hicieron cargo de esta etapa del transporte. En aquella época existían cerca de 90 almacenes en Carcaixent. Allí manipulaban los trabajadores la naranja después de 48

la cosecha. Visitamos el impresionante, gran almacén que había pertenecido a la adinerada familia Ribera. Hoy en día se usa como casa de cultura. El edificio, bien conservado, se construyó en 1903 en estilo modernista. Los lugareños lo llaman “la Catedral de la Naranja”. Algunas de las principales empresas exportadoras tenían almacenes propios, pero lo habitual era que los exportadores utilizaran diversos almacenes para la confección de las cajas con sus marcas. En los almacenes se llevaba a cabo la confección, la preparación de la fruta en cajas para el embarque. Las primeras naves eran muy básicas, pero edificios cada vez mayores y mejor equipados fueron sustituyendo a los viejos. Las normas relativas a la manipulación de la fruta eran cada vez más estrictas, en particular los requisitos de las condiciones sanitarias y del control de calidad. Un cambio importante fue la creación, en 1934, del organismo público Soivre que inspeccionaba la mercancía antes del embarque. En los almacenes eran las mujeres las que se encargaban de la labor, ayudadas por algunos hombres que se ocupaban de los trabajos más pesados. La fruta pasaba por muchos canales y las mujeres hacián una selección exhaustiva. Al menor fallo, por ejemplo si una naranja tenía una picada de mosca o tenía marca de granizo, la rechazaban. Como continuamente señalaban los cónsules noruegos, el daño por helada era fatal y la fruta se secaba quedando el interior sin zumo. De igual modo una sola naranja podrida en una caja estropeaba enseguida el resto. Las mujeres colocaban las naranjas a mano en las cajas, recubiertas de papel de seda de colores para que presentaran un aspecto decorativo en la tienda. Las de mejor presencia se colocaban arriba. Durante mucho tiempo era habitual empaquetar cada naranja individualmente en papel de seda con vistosas marcas impresas. Los motivos variaban: animales, flores, hermosas mujeres, figuras de fantasía y temas exóticos de inspiración oriental y africana. Algunos, con vikingos, estaban pensados específicamente para los mercados nórdicos. El embalaje protegía las naranjas de la putrefacción y simultáneamente llevaba la publicidad directamente al consumidor. Durante mucho tiempo la cosecha y la exportación se iniciaron en la primera mitad de noviembre y duraban hasta pascua, en función de las diferentes variedades. La temporada empezaba con las 49

Almacén en Carcaixent aprox. 1900

El almacén de la Cooperativa de Lliria, socia de Anecoop 2014 50

mandarinas y las tempranas Navel que se cosechaban hasta navidad. En diciembre llegaban las de sin hueso y posteriormente las blancas desde mediados de enero. La cosecha de sanguinas se prolongaba hasta febrero-marzo y en abril llegaban las naranjas del verano, Verna, y casi simultáneamente las Valencia Late. Cultivando diferentes variedades se podía prolongar la cosecha y exportación a lo largo de casi todo el año. A día de hoy sólo existen dos almacenes en activo en Carcaixent. En contrapartida son grandes. Visitamos el de nueva instalación, moderno y automatizado, que pertenece a la familia Ripoll. Allí pudimos seguir el trayecto de las naranjas desde que entraban de los campos en enormes camiones, a través de la selección automática por tamaño y calidad, en varias fases, con el posterior lavado, pulido y empaquetado. Pese a la automatización y la tecnología moderna que examina por radioscopía y fotografía cada naranja individualmente, se controla también manualmente por mujeres que durante ocho horas diarias están de pie hombro con hombro a lo largo de la cinta transportadora. Nosotros tal vez estemos familiarizados con naranjas empaquetadas en redes, pero en la empresa de Ripoll cada fruto lleva una pegatina con la marca mostrando su identidad y las cajas, decoradas con la marca de la firma Papillon, se confeccionan a mano. Para algunos clientes, especialmente los belgas, Ripoll suministra todavía hoy en día naranjas encajadas y envueltas con papel de seda. El almacén de Ripoll tiene alrededor de 200 empleados y la misma cantidad de recogedores en los campos. La cadena “ICA” es el único cliente escandinavo de la firma. Richard Asor no era el único en Carcaixent que mandara naranjas a Noruega. Uno de los primeros en iniciar la exportación a Escandinavia fue Antonio Escandell. Empezó su trayectoria recogiendo naranjas a la edad de 10 años hacia el final del siglo XIX. La ganancia era escasa, y justo antes de que estallara la primera guerra mundial marchó a París, donde trabajó con frutas y verduras en casa de un comerciante francés en el antiguo mercado “Les Halles”. En la postguerra llegaron a París los primeros trenes con naranjas de Carcaixent y el joven Antonio compró 500 kgs que revendió a su patrono francés. Pero un médico le recomendó regresar al clima mediterráneo a causa del asma que padecía y esto marcó, a partir del año 1925 el inicio del negocio propio en su ciudad natal. En la década 51

de 1950 Escandell exportó tres mil toneladas de naranja a Noruega y Suecia, comercializadas con la marca Los Tres Mosqueteros. El hijo, que dio continuidad al nombre y a la empresa del padre, es ahora un hombre de edad avanzada. Dirigió personalmente el negocio hasta el inicio de la década de 1990. “Los Mosqueteros han existido durante 60 años” nos contaba María Cruz Trujillo Panadero, del Archivo Municipal de Carcaixent. María Cruz programó para nosotros, en enero de 2014, una entrevista en casa del exportador que actualmente tiene 93 años. Era evidente que fue alguien importante en el sector, y la prensa local también se personó para compartir el evento con los lectores del periódico. El elegante caballero, segunda generación de Antonio Escandell, había heredado la clientela del padre en Bergen y Stavanger, Haugesund y Trondheim, y había estado en Noruega en incontables ocasiones. “Una de las hijas de un cliente de Bergen vivió con nosotros durante más de un año y todavía la considero mi hija”. Escandell nos enseñó fotografías de numerosos viajes de negocio y recortes de periódico de sus muchos años en el sector. En un registro cuidadosamente escrito a mano, relacionando todos los embarques, aparecían también muchos de los barcos noruegos de la compañía “Fred. Olsen & Co”, con los archiconocidos nombres con B: Balzac, Bonnard, Balkis, Bergamo. El oro de Valencia en crisis Un claro objetivo de nuestras investigaciones en la primavera de 2014 era conocer al gran experto en naranjas Vicente Abad y visitar su museo en Burriana, al norte de Valencia. La ciudad fue una vez, además de Carcaixent, la más importante para la naranja. Nunca tuvimos respuestas a nuestra consulta por e-mail a la municipalidad, pero gracias a la hija del “rey de la naranja”, Carmen Asor, logramos, a pesar de todo, alcanzar nuestra meta. También ella iba a la caza de información sobre el comercio de la naranja, del cual formaron parte los inmigrantes noruegos, con su padre a la cabeza. Nos habían informado que el museo estaba cerrado, ya que ni la municipalidad ni la región disponían de dinero para esos menesteres, una de las repercusiones de la crisis en el país. Vicente Abad, ahora con 74 años, acusando un reciente infarto, estaba claramente decepcionado de que España descuidase la obra de su vida y aún más, la individualidad de la zona, el patrimonio cultural 52

El Museo de la Taronja en Burriana

Vicente Abad con sus libros

De visita en el Museo de la Taronja. De izquierda a derecha: Joanma Calpe, Carmen Asor Coma, María Cruz Trujillo Panadero, Dorte Skulstad y Vicente Ibañez Ripoll

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y fuente de prosperidad de Valencia. Nos confesaba que siempre quiso vivir la experiencia de los fiordos noruegos y nos obsequió con el primer tomo de su tesis doctoral sobre la historia de la naranja. Tras la solicitud de Vicente Abad, el secretario del museo, Juanma Calpe nos abrió las puertas del edificio, que carecía de corriente eléctrica. Durante la visita el señor Calpe nos fue relatando interesantes detalles sobre el contenido del museo. Además de nuestro interés por visitar la renombrada exposición, nos llevaba el secreto deseo de encontrar el segundo tomo del trabajo de Vicente Abad en algún lugar del museo. Habíamos imaginado un museo en decadencia, pero la villa patricia, renovada en 1995 con el objetivo de la creación del museo y la exposición, se encontraba sorprendentemente en perfecto estado. El edificio estaba en el centro, en la calle principal, muy cerca del ayuntamiento y de la iglesia. Había permanecido cerrado con llave casi dos años. La luz diurna entraba a raudales por los ventanales de la sala e iluminaba la instructiva exposición. Una vez en el sótano, que albergaba un amplio archivo, la situación empeoró. Pero nos habían avisado y llevábamos linternas frontales. Nos abrimos camino a tientas y entre las estanterías encontramos la continuación de la tesis doctoral de Vicente Abad, Historia de la Naranja II 1940-1962. El consumo de naranjas y otros cítricos en Noruega ha pasado por muchos cambios. Las estadísticas del IVEX (Instituto Valenciano de la Exportación) refieren que en 1990 cada noruego consumía de media 8,7 kgs. de naranjas y 4,4 kgs. de mandarinas/clementinas. La Central de Estadísticas Noruega indica que el país en el primer cuatrimestre de 2011 importó casi 20.000 toneladas y alrededor del 80% venían de España. Un año después la provincia de Valencia exportó cítricos a Noruega por valor de 27 millones de euros. En el pasado, en el norte, únicamente teníamos naranjas desde navidad hasta algo después de pascua, en la temporada de la fruta del Mediterráneo. Las variedades que llegaban por pascua eran frecuentemente las más dulces y han sido durante generaciones símbolo de una feliz excursión de esquí o del deleite al sol de pascua contra la pared de la cabaña. Para muchos la tradición sigue viva aunque hoy en día las naranjas están incluidas en la dieta diaria durante la mayor parte del año. También en Noruega el zumo forma parte del desayuno diario. Muchas nuevas variedades se han introducido en el mercado y las clementinas se han adueñado de gran parte del volumen de ventas. La 54

temporada de cítricos en España se prolonga actualmente de septiembre a junio. Durante mucho tiempo los camiones transportaron las cajas confeccionadas al puerto de Valencia, donde enormes grúas las cargaban a bordo de los barcos. Los acuerdos referentes al transporte corrían por cuenta de los consignatarios y las compañías navieras, muchas de ellas noruegas, pero al inicio del año 1970 la “Fred. Olsen & Co.” decidió poner fin a las escalas regulares de la “Linea del Mediterráneo” en la región valenciana. La ruta ya no era rentable y en 1989 se le puso fin, 95 años después de que el armador Otto Thoresen hubiera puesto en marcha “La línea subvencionada hispano-noruega”. Desde entonces trenes y camiones se encargan del transporte. El desarrollo de los modernos medios de transporte y de almacenamiento, técnicas de enfriamiento y medidas para prolongar la conservación de la fruta han determinado condiciones totalmente diferentes en el comercio de la naranja. Hoy en día vehículos refrigerados de construcción moderna hacen en pocos días ruta directa desde los almacenes en España hasta el país de recepción. Ya no existen familias noruegas que se hagan cargo de la exportación en Valencia. Todo acontece en comunicación directa entre poderosos exportadores o cooperativas frutícolas.

José Planells, anterior presidente de Anecoop en Valencia 2014 55

El cambio más significativo del negocio de la naranja en España actualmente se ha producido sin duda alguna con la adhesión a la UE en 1985. No hay duda para la gente del sector. El país iba a tener que anexionarse a un mercado que consumía más del 80% de la exportación de naranja. La competencia del exterior representa hoy en día un gran desafío. Se importan concentrados, zumo congelado de Brasil y las naranjas del Norte de Africa se venden a bajos precios – también en España. El ahora fallecido José Planells, ex presidente de la cooperativa más importante de España de frutas y hortalizas, “Anecoop”, se mostró, no obstante, optimista durante nuestra visita en la primavera de 2014. Le saludamos en la sede de Valencia, dónde nos recibían Planells y Jose Adolfo Balaguer, ejecutivo de relaciones cooperativas, compras y coordinaciones de “Anecoop”. “Son bien conocidos los problemas cíclicos del comercio de la naranja en España y los actuales problemas estructurales se parecen a los desafíos que sufríamos en los años 1930” opinaba el ex presidente. “Las coyunturas económicas, heladas y enfermedades de los árboles, siempre nos han creado de un tiempo a otro, dificultades que, no obstante, hemos logrado superar”. La producción de España se encuentra actualmente sobre los siete millones de toneladas, mientras que en la década de 1970 estaba por aproximadamente la mitad. La producción va en aumento, especialmente en la región de Andalucía y Murcia, y la exportación es estable. Según Planells, la naranja es una mercancía que sólo se ve en menor grado directamente afectada por la actual crisis. La gente, en cualquier caso, necesita comida, el precio de la naranja es relativamente bajo, y gran parte de la producción está dirigida a la exportación. Para ser rentables los huertos tienen que ser enormes, con posibilidades de cultivo racional. Los pequeños productores se desgastan, y muchos renuncian a sus huertos y liquidan su negocio de exportación. Antonio Escandell de 93 años, en Carcaixent, es uno de ellos. Recomendó a sus hijos que se dedicaran a otros asuntos que no fueran las naranjas. Cuando fue demasiado mayor para continuar, cerró la empresa y vendió la marca. El futuro era demasiado incierto para el comercio de la naranja. Ignora cual fue el destino de Los Tres Mosqueteros.

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El exportador de naranja Antonio Escandell de Carcaixent 2014

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Índice del libro

España y Nosotros. Noruegos antes de nuestra era Capítulo 1: Dónde el barco pueda navegar La Armada Española de Thoresen, La fuente en La Gomera, La dinastía Olsen, Padres e hijos Capítulo 2: La Compañía Iversen Sorensen, Yakhelln y Cía, Los compañeros se hacen cargo, Gerencia desde Høvik, Retorno a España Capítulo 3: Las bendiciones del bacalao Mira el bacalao, fino, seco y noruego, Comerciantes de Bergen, Gente de Møre por doquier, Una cuestión de gusto, La lucha por los mercados Capítulo 4: El caso de los cónsules noruegos 100 Bilbao en el parlamento, Todo por Noruega y el bacalao, Se honra a quién se debiera honrar Capítulo 5: Naranjas de Valencia El Consulado en Valencia, Fruta para Noruega, El Rey de la Naranja, Los Tres Mosqueteros Capítulo 6: Digresión histórica Los piratas normandos del norte, San Olav en Norvasund, Peregrinos y cruzadas, La Princesa Cristina en Castilla Capítulo 7: La enfermedad de Hansen Los leprosos, El mensajero de Bergen, La colonia de Fontilles, Un mundo sin lepra Capítulo 8: ¡Ayuda a España! El Pacto del Olvido, Las colonias infantiles, Hospital sin fronteras, Brigadistas legendarios, Mujeres en la lucha Capítulo 9: Las pirámides de Tenerife El eslabón perdido de Heyerdahl, El amontonamiento de piedras en el valle, Aventura y ciencia Conclusión: La huella de los noruegos Fuentes y bibliografía para los capítulos Archivos, documentación y bibliografía Índice de personas 58

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