Los Músicos ambulantes en las calafias de Tijuana: Ejecución musical en ocasiones no musicales

June 20, 2017 | Autor: Saúl Acosta | Categoría: Performance Studies, Sociology of Music, Etnomusicology
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Descripción

CAMPOS CIENCIAS SOCIALES REVISTA INDEPENDIENTE

Número 1

Los Músicos ambulantes en las calafias de Tijuana: Ejecución musical en ocasiones no musicales.

Acosta García Saúl. Análisis de la vida cotidiana en el proceso de rehabilitación como práctica de normalizar un comportamiento "desviado".

Avilés González América El arte de develar un secreto. Desde una perspectiva Simmeliana.

Flores Fraga Jesús David. El palacio de los condenados" Historia del castigo: Y los orígenes del sistema penitenciario de Tijuana en los años 50´s (1951-1959).

Miranda Paniagua Eduardo Alberto.

Campos

Revista Campos, número 1. Portada: Azucena Jamilethe Coronel García Formación: Jesús Raúl Esmith García Corrección: Alma Maciel Gestión y organización: América Avilés González, Melissa Landín Puentes, Ana Aquino, Saúl Acosta García, Edgar Montes Bernal.

Índice Prólogo ............................................................................................................5 1. Análisis de la vida cotidiana en el proceso de rehabilitación como práctica de normalizar un comportamiento “desviado”...........................................................................6 2. El arte de develar un secreto. Desde una perspectiva Simmeliana...................................................................................13 3. El palacio de los condenados. Historia del castigo Y los orígenes del Sistema Penitenciario de Tijuana en los años 50`s (1951-1959)...........................................................19 4. Los músicos ambulantes en las calafias de Tijuana: Ejecución musical en ocasiones no musicales.................................34

Prólogo A través de esta breve introducción nos damos a la tarea de presentar el primer número de un esfuerzo colectivo que está pensado en todos los estudiantes de las diferentes disciplinas impartidas en la Facultas de Humanidades y Ciencias Sociales. Desde que surgió este proyecto, entre pláticas e ideas vagas, siempre tuvo como fin poder llevar a la práctica una revista estudiantil y académica con un carácter riguroso y formal, por lo que su primer número implica una primera oportunidad para buscar apegarnos a estos fundamentos y corregir algunos errores en el camino. El procso de trabajo no ha resultado fácil, sobre todo en la cuestión económica, sin embargo, gracias al apoyo de egresados y alumnos de varias licenciaturas es como se ha podido llevar a cabo el proceso de trabajo de esta revista. La idea y los objetivos son claros, es decir, se buscará publicar más números y en algún momento poder llegar a una publicación impresa, pero sólo será posible si se cuenta con la participación de los estudiantes que quieran publicar sus textos, ya que la revista Campos busca brindar un espacio de publicación para todos aquellos interesados en dar inicio a una trayectoria dedicada al ámbito de la investigación, por lo que exhortamos a los interesados a publicar sus textos, ya que sin ellos ésta revista no tendría razón de ser. Finalmente, agradecemos a todos aquellos que nos enviaron sus colaboraciones, así como a los docentes que nos ayudaron a preparar la revista. Pero sobre todo, queremos dar las gracias a todos los docentes de esta facultad, ya que de cada uno de ellos hemos aprendido algo. Atentamente el equipo de trabajo de la revista Campos.

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Análisis de la vida cotidiana en el proceso de rehabilitación como práctica de normalizar un comportamiento “desviado” América Avilés González1 Resumen En el presente ensayo se analiza la función de un centro de rehabilitación para mujeres como estructura de poder que ejerce su acción total de rehabilitación, a través de la negación de prácticas individuales. Su función principal, es rehabilitar y brindar herramientas para que las personas desviadas, en dicho proceso, logren una reinserción en la sociedad y sean parte del funcionamiento “adecuado” de la misma. Palabras clave: vida Cotidiana, adicción en mujeres, medios del buen encauzamiento

La sociedad busca someter a una normatividad aquello que es percibido como desviado. Entendemos por desviación, lo que no es funcional dentro de una cotidianidad recibida y normalizada, en la que hay una serie de estructuras que son formadas a través de una intersubjetividad, que a su vez forma estructuras en tanto los sujetos interiorizan y reproducen ciertas prácticas, de ahí que se produzca un choque entre lo normalizado y lo desviado, es decir, todo aquello que no se incluye o acepta por la mayoría de los integrantes de determinada sociedad o cultura. El concepto de vida cotidiana, desarrollado en este trabajo, parte de lo propuesto por la autora Ágnes Heller, planteado como una continuidad absoluta, en la que a pesar de tener una característica heterogénea, podemos desempeñar varios roles en distintos ámbitos y en la que hay una permanencia de aprendizajes que permiten una reproducción social (Heller,

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1987), es decir, que en esa continuidad absoluta hay una habitualidad que normalizamos individualmente a través de la socialización, dentro de ciertas prácticas habituales de carácter funcional donde una cotidianidad sea hasta cierto punto ordenada. Un ejemplo de esto sería el rol que se le ha otorgado a la mujer, reproducido a través del tiempo con ciertas variaciones, dentro de un contexto social patriarcal, como lo es el caso de México. Estas prácticas son reproducidas dadas las jerarquías, que según la autora son una especie de marcos temporales que varían a través de ciertas épocas (Heller, 1987). La reproducción del rol de las mujeres, sería caracterizado como aquella que debe atender a la familia, cuidar los hijos, atender el hogar, entre otras habilidades que distinguen a las mujeres, según una continuidad absoluta, sin embargo, Heller señala que a pesar de estas estructuras normalizadas, dichas percepciones

habituales otorga al sujeto una capacidad de agencia, donde puede romper o traspasar esa universalidad y/o institucionalidad. Cabe señalar que dentro de la normalización percibida e institucionalizada, hay un discurso en el que si bien cabe lo disfuncional, no hay una aceptación hacia las práctica de consumo de sustancias que conlleva una adicción, es por ello que la institución funge como espacio destinado a normalizar dichas prácticas disfuncionales. El principal aporte para el presente trabajo es de M. Foucault (1975) al tener como objeto de estudio principal a los otros, a esas criaturas de la noche como propone R. Reguillo (2008), es decir a lo desviado de la sociedad que sale o no encaja de lo “adecuado”. Un centro de rehabilitación se percibe como el contraespacio destinado a una purificación de individuos, cuya función principal es normalizar las prácticas para aceptarlas socialmente. Para el análisis descriptivo, tomaré como referencia el centro de rehabilitación para mujeres “En busca de una nueva esperanza”, ubicado en la colonia Álamos de la ciudad de Tijuana. Dicho espacio es una estructura de poder, en tanto que ejerce su control como institución a través de prácticas coercitivas legitimadas por el Estado, en las que se ignora las causas individuales de su ingreso, con la finalidad de producir lo que Foucault (1975) llamaría cuerpos dóciles, políticamente sumisos. En las dinámicas de rehabilitación utilizada en los centros, resalta el hecho de la estructura que busca aparatos a través de los cuales imponer su poder y someter a los internos a normalizaciones; que concuerda con lo que describe el autor Foucault en su libro Vigilar y Castigar, donde señala que la cárcel es ese lugar en el que se impone una serie de disciplinas para manipular el comportamiento. No obstante, que el centro de rehabilitación las mujeres fueron ingresadas a la institución dadas sus prácticas individuales de consumo de algún tipo de sustancia ilegal o legal, en el caso del alcohol.

enfocándose en este trabajo serán las representaciones colectivas, tales como las normas de convivencia, valores, entre otros. Los aportes conceptuales que tomo de Foucault son lo que él llama los “medios del buen encausamiento”, es decir aquellos esquemas de disciplina a los que son sometidos los sujetos para normalizar determinadas prácticas y que de algún modo, son esos los que se imponen sobre las mujeres de dicho centro. El fenómeno del cual hago referencia en este trabajo es la adicción de las mujeres internadas en el centro de rehabilitación a las cuales corresponde una condición desviada del individuo al que hay que ejercerle un “castigo moral”, como propondría Durkehim (en Costantini, 2012), el cual tiene como objetivo una coerción social, en cuanto la demás sociedad segrega al adicto, se le castiga y estigmatiza. Por lo que se le consigna a los lugares cuya función, como lo menciono anteriormente, es la de normalizar prácticas desviadas o modificar comportamientos, que los haga permanecer dentro de un orden, como menciona Foucault (1975). Percepciones sociales internalizadas de manera general hacia los individuos con adicción

Las percepciones hacia este tipo de sujetos, con una experiencia que es precisamente concebida como disfuncional, devienen de lo que se menciona anteriormente en base a Heller, la cual también se normaliza. Por su parte, Reguillo bajo su concepto “criaturas de la noche”, sustentaría esa normalización de percepción disfuncional por las lógicas de operación con las que se caracteriza a los sujetos adictos, entre otros personajes. Las criaturas de la noche, hace referencia a las personas que desestabilizan el orden, por las lógicas de acción con las que se les identifica. En este concepto se incluyen los adictos, prostitutas, homeless, entre otros, cuya característica es percibida como los seres nocturnos operadores del mal, delincuentes en potencia y por ende como algo inseguro (Reguillo, 2008). Esta población desviada “sujetos del deterioro Aportes conceptuales social”, debe entonces castigarse –a través del poder imponerle comportamientos adecuados- con la finaEn primera parte para tener una visión más amplia lidad de eliminar prácticas catalogadas como malas o del estudio en cuestión, delimitaremos el concepto disfuncionales de la sociedad. El concepto principal de Estado como estructura de poder, ya que a través es el castigo, las mujeres confinadas en el centro de rede éste se dirigen y/o regulan hechos sociales, que habilitación, están sometidas a una serie de estrategias

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que reprenden sus prácticas de consumo antes de entrar al centro y con la finalidad de cambiar las mismas. Este sector que la sociedad marginalizado por sus prácticas y percepciones sociales, también son estigmatizados por su condición socioterritorial, es decir al no encajan en una sociedad donde sus prácticas de acción las ubica en una centralidad, por lo tanto se les relega a los márgenes con la pretensión de invisibilizarlos y excluirlos del “orden cotidiano y funcional”. Al ser percibidos como personas responsables de la inseguridad, se les concibe como “residuos sociales” según Bauman (2005). Es decir, individuos que están, pero a la vez no, se les crea una especie de invisibilidad en la que quedan excluidos de las dinámicas socialmente aceptadas, rezagándolos de la dinámica perteneciente a una estructura macro-económica. En este caso, podrían de algún modo ser un daño colateral generado por un impulso manipulado –poder del Estado-, derivado del orden y el progreso en la modernidad, como sostiene M. Berman en su texto Todo lo sólido se desvanece en el aire (2001). A la idea de modernidad es todas esas experiencias contradictorias que se experimentan en un determinado tiempo y espacio, la modernidad, pues tiene un carácter paradójico en tanto constantemente elimina elementos y crea otros, en esta dinámica lo marginal no suele tener tanto peso y su condición no cambia. Es preciso puntualizar sobre la intención en la realización del presente trabajo, si bien abordaré a manera de estudio de caso, a la institución mencionada como una representación del proceso de rehabilitación, llámese disciplina y a lo que Foucault denomina como “medios del buen encauzamiento”, que brindan a las mujeres que, debido a su adicción a sustancias ilegales –en su mayoría- , se encuentran internadas en dicho centro con la finalidad de normalizar su comportamiento y frenar el uso de dichas sustancias pero a la vez perpetuar un discurso del ser una mujer “funcional”. La función principal de los centros de rehabilitación es someter al aislamiento a las internas como un método disciplinario para frenar el consumo de sustancias ilegales, además funge como institución destinada a normalizar el comportamiento disfuncional, con la finalidad de reinsertarlas en las dinámicas sociales funcionales. Las prácticas que se perciben como disfuncionales, en una mayoría son prácticas distintas o habitual-

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mente normalizadas, son pues aquellas que no alteran el orden de una funcionalidad cotidiana. Las criaturas de la noche, son percibidas con miedo y/o rechazo por las lógicas que acción que se relacionan con ciertos personajes en algunos contextos. Es por ello que el comportamiento derivado de las prácticas de consumo de sustancias en mujeres en cuestión, genera tal conflicto que deben ser ingresadas a la institución para modificar el comportamiento con la finalidad ser reinsertadas en las dinámicas del resto de la sociedad. Todo esto, a través de una serie de disciplina que cumple con un protocolo desde el momento de ingreso hasta que termina con su proceso que va de tres a nueve meses, aunque fuera de este ya no haya una supervisión por parte de la institución. Es pues cuando se entre peligro, dada que la transición de no formar parte clara de algún u otro lado, de la institución o el proceso de rehabilitación y la reinserción de nuevo en la sociedad (Douglas, 1973). Análisis descriptivo de la vida cotidiana integrada por una disciplina y función del centro de rehabilitación Foucault, propone cuatro conceptos principales llamados medios del buen encauzamiento: castigo, disciplina, suplicio y prisión (Foucault, 1975), los cuales operan como mecanismo de ejercer el poder para cambiar prácticas desviadas. En la estructura de poder –centro de rehabilitación-, ejerce el mismo de modo vertical, es decir se ignoran en su mayoría la conciencia de la mujer en cuestión, las subjetividades que la llevaron a desarrollar una adicción no son consideradas en su proceso de rehabilitación, en tanto que el centro tiene un objetivo social con las mujeres y un compromiso social como institución. Las estrategias de rehabilitación son empleadas de modo general, no hay pues un tratamiento personalizado, dada la naturaleza del papel de la institución de seguir reproduciendo prácticas aceptadas habitualmente y egresar mujeres que se reintegren dicha aceptación social. Al considerar pues tales prácticas individuales como un comportamiento desviado hay una correspondencia en aplicar un castigo: “El castigo es una técnica de coerción de los individuos; pone en acción procedimientos de sometimiento del cuerpo, con los rastros que deja, en forma de hábitos, en el comportamiento: y supone la instalación de un poder espe-

cífico de gestión de la pena” (Foucault, 1975, p.123). Este castigo, si bien es utilizado por Foucault en cuanto a las cárceles, hay una serie de características que se relacionan entre el centro de rehabilitación y la cárcel. En el centro, éste es empleado a través de una marcación de horarios estrictos, ejercicios, trabajo en equipo forzado, obligaciones, comportamiento adecuado y respeto, similar a los la cárcel lleva a cabo. Esta serie de castigos que impone la institución por medio acciones y estrategias en la que hay una continua vigilancia, una serie de prohibiciones; el tiempo está totalmente estructurado para las diferentes dinámicas que se llevan a cabo con la imposición de poder ante la conciencia y subjetividad de la mujer y sus prácticas. Hay todo un esquema de horarios incluso para fumar. Esta actividad se puede realizar solo cuatro veces al día, en cierto tiempo y espacio. La transgresión implica un castigo como tal, el cual consiste en estar de pie por cuatro días sin derecho a entablar conversación con alguna otra interna, del mismo modo es vigilada por las guardias de la institución. En centro de rehabilitación analizado, tienen la mayoría de los días marcados por tiempos con diversas actividades específicas, desde el protocolo de ingreso hasta que finalizan su proceso de rehabilitación. Generalmente el día empieza para una mujer interna a las 5:00am, al despertar deben bañarse, cada tercer día con agua caliente, en caso de manifestar quiere bañar diario, habrán de hacerlo con agua fría, además deben ayudar en las actividades de limpieza, junta matutina llamada “de sentir”, en las que comparte sus primeros pensamientos del día, le sigue el desayuno, las actividades posteriores se alternan entre: zumba, clases de inglés, visita de al psicólogo, taller de belleza, terapias grupales, terapia ocupacional; por la tarde asisten a la junta de NAR-ANON. Todas las actividades de las internas son de carácter obligatorio (ver anexo 1. Esquema de actividades). En cuanto a la disciplina, el cuerpo es “dócil el que puede ser sometido, que puede ser utilizado, que puede ser transformado y perfeccionado” (Foucault, 1975) y en el Arte de las distribuciones (Foucault, 1975), menciona sobre cómo el cuerpo es manipulado para que funcione en determinado espacio, lo que implica el condicionar gestos, posturas entre otros. Aplicado en el centro de rehabilitación, tomando como punto de partida las actividades a las que son sometidas, las mujeres son estrictamente vigiladas, deben estar correctamente sentadas en las activida-

des –con algunas excepciones como el zumba o el taller de belleza– sin los brazos cruzados y mirando al frente, sin permiso de salir, de moverse o de acudir al sanitario, tampoco pueden sentarse cerca de alguna ventana para evitar que observe hacia el exterior. Son acciones que utilizan para mantener un orden en el centro, siendo estos claro ejemplo del poder que se ejerce sobre ellas, dicho poder es ejercido generalmente por las mismas internas del lugar a las que se les ha otorgado cierto status dentro del mismo –guardias–, les es designada la tarea de mantener orden, así como dirigir actividades domésticas y aplicar castigos. La vigilancia que se ejerce sobre ellas, está implícita en la medida de los tiempos y actividades, en el control de las actividades mediante una rutina de las mismas. Foucault (1975), refiere que no solamente se ejerce un poder en las personas con prácticas desviadas, en los niños por ejemplo, se les impone una disciplina y poder a través de la institución conocida como Escuela, con métodos rutinarios del tiempo y de las actividades, exámenes entre otros. Del mismo modo, la vigilancia dentro del centro, está ejercida en la instalación de cámaras en puntos específicos de la institución y son grabados. En otro punto, el autor aborda el tema de las pri-

siones donde propone: “La prisión no ha sido al principio una privación de la libertad a la cual se le confiera una función técnica de corrección; ha sido desde el comienzo “una detención legal” encargada de un suplemento correctivo, o también, una empresa de modificación de los individuos que la privación de la libertad le permite hacer funcionar el sistema legal” (Foucault, 1975, p. 213). Contextualizado al centro de rehabilitación, hay una similitud en cuanto a las prácticas que se ejercen dentro de la institución, en el sentido de lo que refiere el autor, el aislamiento legal con el que se pretende un “cambio de conciencia” de los individuos impuestos por alguien; es un espacio estructurado con la finalidad de que conviva con individuos similares, se evite un contagio moral fuera de este espacio y por medio de la vigilancia y la manipulación de sus actividades, encaminarlas con prácticas habituales funcionales. Así pues, pretenden crearles nuevos hábitos a las mujeres, para que una vez fuera de la institución los sigan reproduciendo y los integren a su vida cotidiana.

Hay en el centro una constante vigilancia para evitar ciertas prácticas individuales e incluso evitar

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el contacto entre mujeres con distintas experiencias de vida dentro de la institución, por ejemplo a una mujer adulta no se le permite permanecer largos periodos de tiempo con una menor. Así mismo, hay una división de dormitorios: mujeres adultas, menores, mujeres homosexuales y las de recién ingreso en desintoxicación, éstas últimas comparten dormitorio con mujeres con alguna patología mental y/o trastorno psicológico. La segregación de las mujeres homosexuales, la justifican con el argumento de la prohibición de entablar algún tipo de relación amorosa con otra interna, la homosexualidad es una especie de práctica desviada en una institución que a su vez pretende eliminar prácticas desviadas como la adicción, una especie de paradoja. Se aborda al centro de rehabilitación, no como equivalente a una cárcel como tal debido a que no implica una infracción de la ley explícitamente, pero si es una institución donde se impone un poder y tiene la función de normalizar los comportamiento de las mujeres con el problema de adicción y frenar el uso, específicamente de drogas a través de una cotidianidad con normas a la que se sujetan durante su proceso de rehabilitación. Se crea pues, una nueva serie de hábitos, que son percibidos y normalizados en un periodo con la finalidad de construir una nueva intersubjetividad para reinsertarse en dinámicas sociales que son aceptadas por una mayoría en el contexto que se desenvuelven. Por ser un análisis de un centro de rehabilitación de mujeres, utilizaré el concepto de género bajo la perspectiva de Barquet quien propone tres usos del género: “como categoría de análisis social, como identificador de relaciones interpersonales y como atributo sexual o condición individual” (Barquet, 2002). Por otra parte, parafraseando a J. Scott en el texto “El Género: una categoría útil para el análisis histórico” (1996), aborda el concepto de género como una organización social en tanto va más allá de determinar a un hombre o mujer por su sexo biológico, es un elemento de organización social debido a los roles que se asignan a través del género (Scott, 1996), es decir, un esquema organizacional aprendida a través de la socialización en que se internalizan ciertas pautas de comportamiento y son reproducidas a través de nuestras relaciones sociales en diferentes escenarios de la vida cotidiana. Esto implica que para ser una especie de mujer funcional en una cotidianidad funcional, debieran en

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primera instancia frenar el consumo de sustancias eliminado el factor adicción, sustituyéndolo con práctica habitual que distinguen los roles característicos de las mujeres como el de madre, esposa, cuidadora de padres, entre otros, que la retorna a la organización tradicional en la sociedad. El papel que juega la institución como brazo del estado, al querer normalizar y erradicar los comportamientos de las mujeres, si bien se asemejan a una prisión no tienen un antecedente penal para privarles de manera “legal” su libertad, sino que hay un contrato social en que se cumple con ciertos aspectos legales. En el centro de rehabilitación no se les priva de la libertad por la violación de algún aspecto legal, hasta cierto punto, sino que se da una cuestión implícita puesto que no hay una ley que prohíba el consumo de drogas, sin embargo son ilegales. Es precisamente una característica intersubjetiva del resto de la sociedad la que institucionaliza una habitualidad que no integra el uso de sustancias por aquellos comportamientos que, como menciona Reguillo, se distingue a las criaturas de la noche. Estos sujetos recurren a prácticas que causan miedo, las cuales junto con el miedo son percibidos y reproducidos (Reguillo, 2008). La estigmatización del adicto involucra la creencia de que este ejecutas prácticas como la prostitución, delincuencia, indigencia, entre otros; que en el caso específico delas mujeres, se marca porque rompe a la vez con roles institucionalizados y su papel organizacional, a la que se le suma la relación negativa con el abuso de sustancias, con una condición económica no estable y/o marginal. Como hace referencia Wacquant (2001), la condición de marginalidad deviene de cierta ausencia de políticas del Estado, una especie de “círculo vicioso” entre el Estado, las instituciones y las condiciones en las que se mantiene ciertos segmentos de determinada sociedad y que de algún u otro modo se llega a ser habitual, los aspectos como la pobreza y rechazo, por ejemplo. A manera de conclusión El centro “En busca de una nueva esperanza”, tiene como objetivo tener un impacto en las mujeres. A través de las dinámicas en la institución, se espera que expresen arrepentimiento y reflexionen sobre su mismo comportamiento. Sin embargo, su funciónes un tanto paradójica ya que los métodos punitivos que

imponen, puede resultar contraproducentes al utilizar coacciones violentas por parte de las guardias. Al tratar un tema de drogas, la institución no toma en cuenta aspectos psicológicos de las internas, pese a que se les atiende aisladamente de manera individual, no existe una atención profesional de la misma, ni seguimiento. La disciplina que se les impone, en consideración al éxito de sus métodos y el cumplimiento de su objetivo principal o finalidad de la institución, me queda en duda. La disciplina y/o actividades, bajo las cuales pretenden normalizar su comportamiento tienen un discurso institucional del deber ser mujer en tanto que debido a la escasa o nula profesionalización del centro, imponen actividades y/o sus juntas de NARANON, las cuales sostienen un discurso de sometimiento hacia las mujeres con prácticas disfuncionales; las encasillan en roles tipificados que debe reproducir fuera del centro. Para que una mujer interna en el centro de rehabilitación sea funcional fuera de éste, debe estar bajo este discurso hegemónico de la mujer como cuidadora de la familia, la mujer que atiende el hogar, protectora, solo por mencionar algunos. Entonces hay un choque, un doble conflicto en primer lugar por el hecho de ser consumidoras y las prácticas que se derivan de éste, como lo menciona Reguillo (2008), por las lógicas de operación que se les asocia a los adictos, así como y el hecho de ser internas de una institución y la carga simbólica que conlleva. Dicha tipificación de roles, puede sustentarse en las actividades que propone como: chocolatería, taller de belleza, poner uñas: “no a todas nos gusta ese tipo de actividades, no me interesan, podrían ocuparme la mente mientras tengo alguna hora libre, pero prefiero no tomarla al cabo sé que una vez afuera no me va servir de nada” me comentaba una mujer al preguntarle sobre su tiempo libre (plática informal, Avilés 2014). Este discurso del que hago referencia anteriormente y que la institución reproduce en las mujeres, se continúe reproduciendo ciertos aspectos de desigualdad de género. Se les plantea esta figura de la mujer, hasta cierto punto ideal, como parte de su recuperación y como parte de la disciplina del centro encausada en actividades generalizadas, en las que no se evaluar opciones que integren, por ejemplo actividades que pudieran ser de interés de una mujer homosexual en este particular caso aludiendo a la

mujer que menciono en el párrafo anterior; generalmente el discurso de la institución no es intencional, sino que es una forma o una percepción de la institución de reinsertarlas funcionalmente a una sociedad. Más allá de está la profesionalización en el proceso de rehabilitación que se les brinde a las mujeres, podría incitar a ser más emprendedoras o con el hecho de forjarles otro carácter sería una especie de transgresión, incitándolas a que tuvieran de algún u otro modo un rol transgresivo en el discurso institucional del deber ser mujer. La disciplina que les imponen, corresponde a un discurso igual institucionalizado, que resulta normativo y destinado a reproducir ese mismo, en tanto se tiene concebido lo funcional con lo institucional. La vida cotidiana en la que se ven inmersas esas criaturas de la noche, correspondería atenderse como lo menciona Wacquant (2001), desde un rediseño en los programas de políticas públicas, integrar a quienes se marginalizan por sus prácticas cotidianas debido a su desviación, que no hemos normalizado y que quedan relegados de las dinámicas sociales funcionales. Es una problemática que integra un sin número de factores, en este caso los aspectos de género, adicción, roles, aspectos psicológicos, políticos y sociales primordialmente corresponderían a una transdisciplinariedad para atender todos los aspectos que implica la normalización de ciertas prácticas cotidianas, que realizan los adictos a sustancias particularmente. Sería una especie de recomposición en la habitualidad percibida por una sociedad creando una intersubjetividad donde las normalizaciones y reproducciones sociales corresponderían a otras prácticas, es decir parafraseando a Ágnes Heller (1987), romper determinada universalidad. Referencias BARQUET, M. (2002). Reflexiones sobre las teorías de género, hoy. Umbrales Revista del Postgrado en Ciencias del Desarrollo, (11), 9-36. BAUMAN, Z. (2005), Al principio fue el deiseño o los residuos de la contrucción del orden. En Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias, (pp. 2150). Barcelona: Paidós.

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BERMAN, M. (1988). Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la mdoernidad. Buenos Aires: Siglo XXI. COSTANTINI, S. E. (2012). Las funciones sociales del crimen y el castigo. Una comparación entre las perspectivas de Durkheim y Foucault. Sociológica, (77), 109-142. DOUGLAS, M. (1973). Pureza y Peligro un análisis de los conceptos contaminación y tabú. Madrid: Siglo XXI editores S.A. FOUCAULT, M. (1975). Vigilar y Castigar. Argentina: Siglo XXI editores S.A. HELLER, Á. (1987). Sociología de la Vida Cotidiana. Barcelona: Gráficas Hurope. REGUILLO, R. (2008). Una trilogía para pensar la ciudad contemporánea. En Sociabilidad, inseguridad y miedos. Alteridades, 18(36), 63-74. SCOTT, J. W. (1996). El género: una categoría útil para el análisis histórico. En M. Lamas (comp.), El género: la construcción cultural de la diferencia sexual (pp.265-302). México: PUEG. WACQUANT, L. (2001). Marginalidad Urbana en el próximo milenio. En Parias Urbanos (pp.165-187). Buenos Aires: Manantial. Notas al pie Licenciatura en Sociología, Universidad Autónoma de Baja California. 1

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El arte de develar un secreto. Desde una perspectiva Simmeliana David Fraga 1

“La discreción es otra cosa que el sentido de la justicia con respecto a la esfera de los contenidos íntimos de la vida”. Georg Simmel

Resumen Simmel supo ver una realidad con una mentalidad abierta, a pesar de que nunca habló de prácticas homosexuales como tal, si habló del secreto, de la ambigüedad, de la aventura y de diversos temas que desdibujaban las fronteras que rozaban las normas de lo convencional y las buenas costumbres. Las dinámicas a las que recurren aquellos hombres que se asumen como heterosexuales pero que buscan tener prácticas sexuales homosexuales, son complejas, ya que para llevarse a cabo deben transgredir la heteronormalidad. La microsociología simmeliana, nos da pautas para entender ciertas motivaciones y acciones entorno a estas prácticas sociales. Palabras Claves: Georg Simmel, secreto, interacción, socialización

Introducción Este ensayo intentará explorar desde la posición de Georg Simmel (2010), el modo de socialización, que a través del secreto, dos personas del mismo sexo asumidas como heterosexuales, pueden transgredir las barreras de los límites de su interacción y que amparados por la solicitud de discreción, se les permitirá mantener una relación íntima sexual, oculta y paralela a la que viven públicamente. La interacción de dos individuos, fue uno de los grandes temas de interes de Simmel, por lo que desde la microsociología fue capaz de dar cuenta de los códigos más discretos, como la mirada por el rabillo del

ojo, el apartamiento justo en el momento en que se obtiene el interes del otro. Esa posición clandestina de abordar con cierto encanto al otro era su objeto de estudio. George Simmel, era consciente de su época; sabía que estaban muy arraigados los convencionalismos morales y que constantemente la sociedad era atormentada por las rupturas provocadas por la modernidad, en parte por la volátil transformación de las pequeñas ciudades que estaban siendo moldeadas por la industralización. Simmel, supo ver una realidad con la mentalidad abierta: que a pesar de que

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nunca habló de prácticas homosexuales como tal, si habló del secreto, de la ambigüedad, de la aventura y de diversos temas que desdibujaban las fronteras que rozaban las normas de lo convencional y las buenas costumbres. El secreto, una puerta a vivir otra posibilidad La sociedad está compuesta de un cúmulo de acciones recíprocas entre los individuos, los cuales dotan continuamente de significado a las prácticas que en ellas convergen, dando lugar a relaciones de socialización de diversos grados. Para Simmel, todas estas acciones las llamaba “materia de la socialización” (Simmel, 2002, p.78). Pero la cual solo se presentaba cuando: […] la coexistencia aislada de los individuos adopta formas determinadas de cooperación y colaboración que caen bajo el concepto general de la acción recíproca. Por consiguiente, la socialización es la forma, de diversas maneras realizada, en la que los individuos, sobre la base de los intereses sensuales o ideales, momentáneos o duraderos conscientes o inconscientes, que impulsan causalmente o inducen ideológicamente, constituyen una unidad dentro de la cual se realizan aquellos intereses (Simmel, 1939, p.14) Así pues, los individuos solo trascienden al momento de encontrar sus afinidades, compartirlas y expresarlas. Simmel, da a entender que los individuos nos relacionamos por un interés del cual parte de un conocimiento que va más allá del lenguaje corporal, como si fuera un instinto de sobrevivencia que nos lleva a satisfacer necesidades físicas, económicas, biológicas, etcetera: “Toda relación entre personas depende, es evidente, del hecho previo de que saben algo unas de otras” (Simmel, 2010, p.25). En función de lo anterior, resulta interesante esta afirmación ya que Simmel, precisa un previo conocimiento de los individuos, inclusive afirma que de no haber este saber sería imposible la interacción humana. Para nuestra reflexión respecto a los hombres asumidos como heterosexuales y que se relacionan sexualmente con otros hombres, es importante dar cuenta de los mecanismos que estos utilizan para saber unos de otros.

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Primeramente, habrá que saber que la sociedad occidental ha sido atravesada por una cultura hetero-patriarcal, por ejemplo, Weeks, Heaphy y Donovan (2001, p.41), hablan de una “asunción heterosexual”, para referirse al continuo privilegio y reforzamiento de la heterosexualidad como norma y esquema de modelos en nuestra cultura. Por lo que la socializar con una intención sexual de un hombre, es más complejo de lo que pensamos, ya que los individuos que viven y decidieron seguir un estilo de vida normado por los códigos heterosexuales esconden sus intenciones, inclusive buscan tener una pareja estable, casarse, tener hijos, con la finalidad de evitar una marginación provocado por la homofobia e injuria. En nuestra sociedad, estas prácticas estan cargadas de una fuerte estigmatización, discriminación, y exclusión. (Pecheny, 2005). George Simmel, era un hombre que se interesaba por los fenómenos de la cotidianidad, por lo que es importante destacar su contexto. En el que el término heterosexual, no era tan nombrado como hoy en día, este surgió años después del término homosexual. Según Katz (1995), la palabra homosexual fue usada por primera vez en 1869, mientras que la de heterosexual esta registrado en el Oxford English Dictionary Supplement en 1901. En ese entonces, el término heterosexual era utilizado para nombrar a individuos que tenian inclinaciones con ambos sexos, no fue sino hasta finales de 1920 que el término adoptó la connotación que conocemos ahora (Zanotti, 2010). A pesar del encubrimiento del deseo, muchos hombres buscan satisfacer la experiencia, pero para esto es necesario dice Simmel, evidenciar una representación de lo que realmente se interesa. Menciona que es necesario una conversación algo prolongada para que de tal forma pueda revelarse los simbolismo que dé cuenta de las tendencias o cualidades típicas de lo que se busca (Simmel, 2010). Los hombres asumidos como heterosexuales que viven ese estilo de vida, hoy en día encuentran díficil relacionarse sexualmente con los de su mismo sexo, debido a que se encuentran dentro del marco de la heteronormalidad construida como respuesta a la socialización que los padres les proporcionaron. Los individuos adoptaron formas de interiorizar rigurosamente los códigos para evitar los señalamientos. Simmel menciona que nos formamos con una imagen psicológica objetivada por los estereotipos

que se van reforzando en la medida que tengamos relación con el otro, mediante la práctica y la sensibilidad (Simmel, 1939). El hombre asumido como heterosexual pero que tiene deseos hacia su mismo sexo, recurren al secreto como un mecanismo que tiene la función de ocultarlo voluntariamente, si es que buscan relacionarse intimamente, limitados a un conocimiento del otro que se da por satisfecho con solo saber el nombre del individuo. Simmel comenta que en este caso: “solo se conoce del otro lo externo, ya sea su presentación puramente social o lo que el otro quiera mostrarnos” (Simmel, 2010, p.44).

ciación entre las personas. Quizá el hombre moderno tenga demasiado que ocultar, para poder trabar amistades a la manera antigua” (Simmel, 2010, p.51). Para él, el secreto, en cierto modo permitía que surgiera otro mundo de acción a través de la disimulación y enmascaramiento. Simmel, hace una aproximación a las prácticas sexuales fuera de la norma social como lo eran las prácticas homosexuales, al señalar que: […] aunque el secreto no está directamente vinculado al mal, […] lo inmoral suele ocultarse, incluso cuando no ha de temer el castigo social, como ocurre con algunos extravíos sexuales. El secreto es también la expresión sociológica del mal moral […] (Simmel, 2010, p.59).

Por lo tanto en muchas ocasiones, hombres que se asumen como heterosexuales y que tienen deseos por otros hombres quedan situados en este contexto en que su interacción y conocimiento será solamente externo, superficial y limitado. Existe una esfera imaginaria, menciona Simmel, que limita la aproximación en situaciones aceptadas por la norma: Podemos observar pues, que para el sociologo, la moral también era atravesada por el secreto, donde lo […] alrededor de cada hombre hay una esfera bueno o malo se podía ocultar, en la que cierta ambiideal […] en la cual no puede penetrarse sin güedad y cierta provocación, puede tener su encanto. destrozar el valor personal del individuo. El Es por eso que en ocasiones las personas cercanas honor traza una de esas esferas: en este senti- a los hombres que se asumen como heterosexuales do, el lenguaje, con acierto, señala la invasión que tienen practicas sexuales clandestinas en secreto, del honor con la expresión acercarse demasia- resultan encantadores y hasta cierto punto interesando (Simmel, 2010, p.45). tes, pues es esa conducta misteriosa que no es tan evidente, la que los hace fascinantes. La práctica de interacción entre heterosexuales con El secreto sitúa a la persona en una posición prideseos por personas de su mismo sexo, va más allá vilegiada (Simmel, 2010). Se le percibe misterioso, de los convencionalismos socialmente. Intimar se- por lo que quienes le rodean sienten la necesidad xualmente pende de un hilo delgado, que para que de develar lo que oculta. Esa posición, atracción y esta se dé es necesaria la discreción que les permitirá privilegio que posee, se desvanece cuando el secreto actuar, abrir una dimensión paralela, una doble vida, es revelado, reviertiendo la posición extremadamenuna nueva realidad. De no existir la discreción rom- te del sujeto por haber traicionado, la condena es la pería con su barrera y mecanismo de defensa que le marginación y exclusión. permite al sujeto a ser inmune al escrutinio y juicio de Para estos sujetos es muy importante permanecer una sociedad enjuiciadora. adheridos al secreto. El constante sentido de alerta Simmel esta consiente de lo que representa el amor puede generar una tensión, ya que el develarse lo sexual y, referire que es el conductor capaz de abrir oculto, sera visto como traición. Y el reclamo por de par en par las puertas de la personalidad. Parece parte de quienes creían conocerlos puede ser agresique el autor conocía las limitantes del riesgo de inti- vo a causa de la decepción. mar entre dos hombres cuando menciona que: Entre el esconder y el descubrir hay situaciones adversas. Simmel, daba cuenta del riesgo que con“[…] esta intimidad completa se irá haciendo lleva mantener el secreto, más en círculos pequeños, más difícil, a medida que aumenta la diferen- interpretando estos como aquellos que se dan en las

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pequeñas ciudades donde las relaciones son más personales y en los que es difícil esconder particularidades. En un círculo reducido de relaciones estrechas, elaborar y mantener secretos resulta más dificil, por cuanto todos se conocen demasiado y los contactos frecuentes e intimos incitan a la revelación. Pero estos circulos estrechos tampoco hace falta el secreto, porque estas formaciones sociales suelen nivelar a sus miembros, y no dejan que las particularidades del ser, hacer o poseer, esencia del secreto permanezcan ocultas (Simmel, 2010, p.63). Por esta razón, muchos hombres con estas características que nacieron en pequeños pueblos o ciudades, al no poder mantener un secreto frente a sus tendencias, buscan salir a grandes ciudades donde puedan perderse en el anonimato y pasar desapercibidos. ¿Cómo sé que te gusta, lo que me gusta? Pero ahora bien, George Simmel nos dice que para que exista una interacción entre individuos es necesario un conocimiento previo de los intereses mutuos, en el caso particular de dos hombres que actúan como heterosexuales y, que se encuentran fuera de los estereotipos entorno a quienes desean tener relaciones sexuales con hombres ¿Cómo es que estos se identifican, abordan y logran conocer el secreto que les permitirá abordarse e intimar? Para contestar esta pregunta, retomaremos otro concepto abordado por Simmel: la coquetería. La coquetería, para el autor, es una desviación psicológica (2014, p.8), es decir, el coqueto quiere agradar ofreciéndose, pero a la vez negandose. Es así como estos hombres aplican técnicas para dar cuenta de su interés. Unas de las características que Simmel (2014) menciona como propias de la coquetería, son aquellas miradas de reojo o ademanes de galantería, que tienen en estos sujetos una carga de clandestinidad, como elemento central en estas relaciones. Pese a que en sus ejemplos, Simmel (2014) cuando habla de la coquetería se lo atribuye más a la mujer, esto son aplicables a los hombres, en particular a aquellos que coquetean con otros hombres en las que si bien los códigos cambian, las intenciones pueden ser las mismas. Algunos de los códigos, por mencionar algunos, son la forma en que se tocan, si el hombre se toca su pene, pero a la par mira a los ojos al otro sujeto, en

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el argot de la clandestinidad, esto se entiende como una invitación a interactuar sexualmente, pero si ve a los ojos a otro hombre y solamente se moja los labios y pasa su lengua por ellos, esto invita comunmente a una práctica de sexo oral solamente. Es importante mencionar que en este grupo de hombres, la homosexualidad constituye un secreto basado en la identidad. Es un secreto donde los lazos de sociabilidad se estructuran según la función del secreto: el de aquellos que no saben nada, el de aquellos que están al corriente y, el de aquellos que viven en ese estilo de vida. Pero el secreto debe ser preservado. Por lo que siempre se busca discreción. Cuando un hombre pretende dar de sí parte de su secreto, pide y busca discreción. Busca personas discretas, que saben guardar un secreto y no atraen mucho la atención. Aquellos que cuando están juntos, el públicos no encontrarán rasgos de su secreto mutuo, en este caso su práctica sexual. Esta discreción, permite a los sujetos manejar la información acerca de su sexualidad, según el espacio, los momentos y los individuos con los que interactúen (Pecheny, 2005). Así pues, espacios donde puedan encontrar afinidades que les permite develar su secreto, sin hablarlo. Esto es complejo para los sujetos que hemos abordado, ya que sería fácil para ellos asistir a un bar donde se reunen los homosexuales, pero automáticamente quedaría develado su secreto por estar en el lugar. Hay espacios que son clandestinos y les permiten a los heterosexuales sostener prácticas homosexuales sin intercambiar o develar mucha información, tal es su nombre, su profesión, entre otros. Por ejmeplo, las aplicaciones de internet que han surgido recientemente: […] ha comenzado a tomar un auge una nueva serie de aplicaciones para telefonos moviles dirigidas a hombres, que promueven incluso la infidelidad en el matrimonio; ya que en el participan prospectos con una doble vida que pese a estar casados con mujeres buscan sexo casual con otros hombres (Rosales, 2013,s.p). Estos sujetos han buscado espacios, donde su interacción social ha sido basada en la discreción y la hipocresía, formando espacios de sociabilidad donde el secreto juega un papel fundamental y determina sus dinámicas. Ésto porque muchas cosas estan en juego.

Para un hombre heterosexual que vive en la norma, casado y con hijos, que además asiste a círculos sociales donde los estandares morales son conservadores y prejuiciosos, el secreto es muy necesario. Simmel (2010), menciona que el honor puede estar en juego. En relación a esta doble vida compleja, retomamos a Pecheny:

algunas ocasiones, sin embargo, también puede estar cargado de una sensación de aventura. Todo lo desconocido, peligroso y sujeto a riesgo, dan al evento una sensación dual entre lo prohibido y lo atractivo (Malishev, 2002). En esta interacción, el mismo sujeto se obliga a romper los constreñimientos sociales, como si se tratara de un tabú, le provocan una lucha contra una […] el secreto, en tanto forma de relación so- atracción prohibida. Así, la aventura atraviesa el miecial, esta cargado de tensión y manifiesta cier- do y el deseo para finalmente acceder ante ella. ta tendencia incoercible a abrirse paso. Es un proceso que se da en tres formas típicas: la re- Conclusión velación, la comunicación y la secreción (Pecheny, 2005, p.138). A pesar de que Georg Simmel, no abordó las prácticas sexuales entre dos hombres, nos da elementos El hombre casado, debe de cuidar que su secreto no que nos permiten conocer la microsociología de sea revelado, a pesar de que en muchas ocasiones, las prácticas que socializan a los individuos en estas es sujeto de rumores, chantajes. El sujeto debe de circuntancias. ser capaz de afrontar dichas situaciones, ya que de El secreto, es una pieza central en este ensayo, que lo contrario sería catastrófico para su estilo de vida como nos dimos cuenta, concentra toda una función construido, al ser probable que se desmorone su es- social estabilizadora, que en caso de develarse, cautructura social, basada en una realidad falsa. La co- saría caos, afectaría la interacción y prácticas sociales municación al contrario implica una opción de elegir de quienes les rodean. La discreción, es el dispositivo a quien le develas el secreto, quien se transforma en que les permite seguir en clandestinidad, que al misun soporte, muy parecido a un complice en este ocul- mo tiempo se comparte con el sujeto que se relaciotamiento. Finalmente la secreción tiene como función na. Es solo a través de una decodificacion de símboel mantener y regular la tensión que provoca el secreto los, lo que nos permite conocer los intereses ocultos. (Pecheny, 2005). Esto representa un esfuerzo, un senPor medio de la coquetería, podemos dar cuenta de tido de alerta en donde el heterosexual se convierte en quién está interesado en dichas prácticas, encontrando un sujeto amenazado por la develación de su secreto. significaciones a intenciones sutilmente resguardadas. En función de lo anterior, también podemos penY finalmente la ruptura constante con la vida elesar en otro concepto de Simmel: la aventura. Enten- gida de estos sujetos que dotan a la cotidianidad de dida como un fenómeno extraordinario, que rompe otro concepto: la aventura. Donde Simmel, nos hace con la cotidianidad, es decir una intensificación de la ver lo que se pone en juego y de lo que el hombre es vida. El heterosexual que no reconoce ante el mun- capaz con tal de experimientar un nuevo estilo de do y guarda el secreto por el gusto del mismo sexo, vida al conocido, apegado a la discreción del secreto. contienen una carga de lujuria y pasión por los encuentros furtivos, clandestinos, mismos que se dan Referencias en lugares de ligue, como en parques, plazas, baños públicos, entre otros. MALISHEV, M. (2002). Georg Simmel, Vladimir Podemos correlacionar estas prácticas de hom- Jankelevitch: fenomenología de la aventura. Revista bres heterosexuales, con la mirada que Simmel da a Ciencia Ergo Sum, 9 (3), 313-318. la aventura. Los hombres buscan cierta adrenalina en sus encuentros “[…] la aventura representa una in- PECHENY, M. (2005). Identidades Secretas. Buecursión de los acontecimientos extraños al conjunto nos Aires: Prometeo. de nuestra vida cotidiana” (Malishev, 2002, p.313). Cuando los hombres tienen por primera vez prác- ROSALES, J. (2013). App para hombres bisexuales ticas homosexual, puede ser bastante transgresor en promueve la infidelidad Unimedios Periodismo Di-

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gital. Recuperado de http://www.unimediosagencia. com/app-para-hombres-bisexuales-promueve-la-infidelidad-2/ SIMMEL, G. (1939). Sociología. Estudios sobre las formas de Socialización. Buenos Aires: Espasa Calpe. SIMMEL, G. (2002). Cuestiones fundamentales de sociología, Barcelona: Gedisa. SIMMEL, G. (2010). El secreto y las sociedades sectretas. Madrid: Sequitur. SIMMEL, G. (2014). Filosofía de la Coquetería y otros ensayos. México D.F: Ediciones Coyoacán. WEEKS, J., Heaphy, B., & Donovan, C. (2001). Same Sex Intimacies. Families of Choice and Other Life Experiments. Londres: Routledge. ZANOTTI, P. (2010). La palabra gay. Ciudad de México: Fondo de Cultura Economica. Notas al pie Estudiante de Sociología, Universidad Autónoma de Baja California. 1

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El palacio de los condenados. Historia del castigo Y los orígenes del Sistema Penitenciario de Tijuana en los años 50`s (1951-1959) Eduardo Miranda 1

“La prisión es, en la práctica, el mayor poder que el estado democrático ejerce sobre un ciudadano […] Norval, Morris, El futuro de las prisiones: Estudios sobre crimen y justicia, 1974.

Resumen La apertura de la Penitenciaria de Tijuana inició sus operaciones el 20 de noviembre de 1956, no sólo fue necesaria dadas las precarias condiciones carcelarias en la frontera, sino debido a la reciente anexión de Baja California como Estado de la República, lo que significó la implementación, en la ciudad, de un método capaz de ejercer justicia y por lo tanto de vigilar y castigar el crimen. A su vez, la historia de la Penitenciaria de Tijuana está inmersa en un flujo que nos habla acerca de cómo la naturaleza del castigo se ha ido transformando. También se incorpora el análisis de dos personajes centrales en el desarrollo de la historia de los prisioneros: Jeremías Bentham y Benjamín Rush, dada su importancia para entender la diferenciación existente entre una cárcel y una penitenciaria como tal–. Otro eje analítico utilizado para la comprensión de la prisión es el género y las masculinidades, principalmente se trata de incursionar en la realidad de los prisioneros a través de su identidad dentro del penal. Palabras clave: castigo, control social, cohesión social, omnidisciplina, penología. ultramasculinidad.

La historia de los prisioneros también es Historia “Émile Durkheim –consideró el castigo como un indicador de los vínculos morales invisibles de una sociedad y, por consiguiente, un objeto privilegiado de la investigación social”. David, Garland, “La sociología del castigo y el castigo en nuestros días”, 1990. “Un prisionero es un hombre enterrado en la lenta vuelta de los años”. Eduardo Miranda, 2015

Realizar una investigación acerca del Sistema Penitenciario de Tijuana en la década de los años cincuenta, parece pertinente ya que podría ayudar a entender el proceso de un aspecto histórico muy relevante para cualquier sociedad, y en este caso particular: la ley y

el castigo en el Estado de Baja California –ambas, me parece, que son herramientas que significan la impartición de la democracia y suponen cierta cohesión social–, es decir, un orden en las sociedades modernas.

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El castigo, al igual que los demás fenómenos morales –incluyendo a los propios seres humanos–, tiene un carácter dual. Es a la vez un asunto de emoción sicológica individual y de moralidad social colectiva. Ambos aspectos coexisten dentro de una espiral funcional que ayuda a crear y recrear la cohesión social. Para Durkheim, éste es el carácter del castigo en todas las sociedades, modernas o primitivas (Garland, 1990, p.51). Tal como lo señala George Herbert Mead en su ensayo “The psychology of punitive justice”, en el que afirma que probablemente, sin la presencia del criminal, la cohesión de la sociedad desaparecería (1918). Y es precisamente, el origen del orden social en la sociedad tijuanense, lo que se planea rastrear por medio de una historicidad del castigo, la cual focalizo dentro de un contexto tempo-espacial en la década de los años cincuenta, específicamente entre (19511959), ya que para mí, el día 1º. de septiembre de 1951, representa una fecha importante como punto de partida para mi argumento, puesto que en aquel entonces, el presidente Miguel Alemán anunció en su informe presidencial que el Territorio de Baja California cumplía con las condiciones exigidas por el artículo 73 de la Constitución General de la República para consolidarse como estado libre y soberano, por lo tanto, fue necesario establecer una Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Baja California, que finalmente fue publicada en el Periódico Oficial No. 23, con fecha del 16 de agosto de 1953. Desde mi perspectiva, propongo que: la necesidad de constituirnos como ciudadanos de un territorio estable y continuo, fue lo que llevó a esta ciudad a tener la obligación de construir un sistema que permitiera defender la sociedad establecida, es decir, vigilar y castigar –utilizando los conceptos foucaultianos–, “la sociedad moderna se basa en la vigilancia constante, por consiguiente, el castigo es hoy una cuestión de regímenes privatizados” (Foucault, 1968, en Garland, 1990, p.92). Es decir, se utiliza la prisión como medio o dispositivo del Estado a través del cual se ejecuta y se disciplina el poder de la ley; tal es el caso de California que en 1852, dos años después de convertirse en Estado (9 de septiembre de 1850), estableció su primera prisión permanente: San Quintín (Davidson, 1974,p.7). Por lo tanto, la Peni-

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tenciaria de Tijuana, que inició operaciones el día -20 de noviembre de 1956, representa mi problema de investigación, es decir, mi objeto de estudio. ¿Qué es el castigo? El castigo para qué “El castigo tenderá, pues, a convertirse en la parte más oculta del proceso penal. Lo cual lleva consigo varias consecuencias: la de abandonar el dominio de la percepción casi cotidiana, para entrar en el de la conciencia abstracta”. Michel Foucault, “El cuerpo de los condenados”, 1986. “Es necesario saber qué es el castigo para determinar qué puede y qué debería ser”. David, Garland, “La sociología del castigo y el castigo en nuestros días”, 1990. ¿Por qué castigamos? ¿Por qué no usamos otros tipos de castigo? En este capítulo se abordará el fundamento racional para la existencia de la prisión. Qué significado tiene el castigo como respuesta al crimen, y porque la prisión es nuestra mejor y más favorita forma de castigar. “Punishment is a pain or other unpleasant consequence that results from an offense against a rule and that is administered by others, who represent legal authority, to the offender who broke the rule” (Pollock, 2005, p.6-7). En esencia, el castigo es un medio de transmitir un mensaje moral y de indicar la fuerza del sentimiento que lo sustenta –por ende–, “el papel del castigo es demostrar la realidad y la fuerza de los mandamientos morales” (Garland, 1990, p.61). Por lo tanto, castigar consiste en tratar a una persona menos igual que a nosotros mismos y quizá menos que a un ser humano; se comprende que es debido a la naturaleza de la ley que una sociedad tiene el derecho a castigar y el criminal a ser castigado. “A lo cual las postrimerías de la Edad Media se caracterizaron por duros castigos físicos que iban desde la flagelación y la marca de hierro hasta formulas brutales de mutilación, ejecución y la exhibición de cadáveres” (Garland, 1990, p.121). El castigo a lo largo de la historia y el tiempo se ha inflingido de manera directa al cuerpo, es decir,

el castigo corporal –mismo que consistía en someter al individuo a un teatro abominable de penas y dolores sobre el cuerpo del delincuente, convirtiendo al castigo en un carnaval de la agonía. Puesto que el acto criminal no sólo viola sentimientos y emociones profundamente arraigados en la mayoría de los miembros de una sociedad –sino que moralmente escandaliza sus conciencias sanas; esta violación provoca una fuerte reacción psicológica incluso en los que no están directamente involucrados: produce una sensación de violencia, furia, indignación, y un deseo intenso de venganza, Damiens fue condenado, el 2 de marzo de 1757, a pública retractación ante la puerta principal de la iglesia de París, adonde debía ser llevado y conducido en una carreta, desnudo, en camisa, con un hacha de cera encendida de dos libras de peso en la mano: después, en dicha carretera, a la plaza de Gréve, y sobre un cadalso que allí habría sido levantado deberían serle atenazadas las tetillas, brazos, muslos y pantorrillas, y su mano derecha, asido en ésta el cuchillo con que cometió dicho parricidio, quemada con fuego de azufre, y sobre las partes atenazadas se le verterá plomo derretido, aceite hirviendo, resina ardiente, cera y azufre fundidos juntamente, y a continuación, su cuerpo estirado y desmembrado por cuatro caballos y sus miembros y tronco consumidos por el fuego, reducidos a cenizas y sus cenizas arrojadas al viento (Foucault, 1989, p.11). Esta muestra del castigo nos revela cómo posteriormente, en épocas modernas, la cuestión de la desaparición de los suplicios, es decir, la reducción de este “espectáculo de la muerte”, definió toda una nueva moral propia del acto de castigar. En este nuevo sistema de castigo, el sufrimiento físico, el dolor del cuerpo mismo, no son ya los elementos constitutivos de la pena, desaparece, pues, en los comienzos del siglo XIX, el gran espectáculo de la pena física, excluyendo del castigo la teatralidad del sufrimiento, esto quiere decir que en algún punto del siglo XIX, la filosofía detrás del encarcelamiento, cambió. “En la antigüedad salvo casos excepcionales, los delincuentes convictos no quedaban confinados en prisiones, sino que eran sometidos con penas corporales, así, de

esta manera, las penas privativas de la libertad, son un concepto relativamente moderno” (Rodríguez-Magariños, 2011, p.2). Ésta veta moderna de la que se habla, es la de suponer que el valor más importante para el hombre es la libertad, por lo que quitar esa libertad implica un castigo más acorde a los nuevos tiempos. El encarcelamiento se volvió entonces en un sistema racional, dejó de verse a la crueldad como una práctica del castigo intolerable, puesto que su naturaleza reflejaba la tiranía y el exceso de venganza característica de una época. En este sentido “el cruel placer de castigar” (Foucault, 1989), históricamente se convierte entonces en una cuestión del poder –en este sentido, el poder tiene dos vertientes, por una parte involucra la obediencia de aquellos sobre los que se ejerce pero también implica una “humanización” por parte de quien lo ejerce, en esta nueva visión de la justicia, no se trata de castigar menos, sino castigar mejor, con menos severidad pero con más universalidad (p. 86), en esencia, se trata de constituir una nueva tecnología del poder de castigar. Por debajo de esta humanización de las penas, lo que se encuentra son todas esas reglas que autorizan, mejor dicho, que exigen la “suavidad”, como una economía calculada del poder de castigar. Pero piden también un desplazamiento en el punto de aplicación de este poder: que no sea ya el cuerpo, con el juego ritual de los sufrimientos extremados, de las marcas manifiestas en el ritual de los suplicios (Foucault, 1989, p.105). Foucault, menciona que aunque el encarcelamiento se presenta como la “privación de la libertad”, en el discurso legal, su realidad va mucho más lejos, ya que se podría considerar a la cárcel como el receptáculo de las fuerzas antagónicas económicas, políticas, históricas, sociales y culturales –podría decirse que en la prisión residen los antagonistas de la lucha de clases. “La cárcel en épocas anteriores al siglo XX, servía como un medio de exclusión para toda clase de personas consideradas marginales (delincuentes, locos, enfermos, huérfanos, vagabundos, prostitutas, homosexuales, viejos, etc.)” (Cucchi, 2007, p. 9). Entonces no se trata de hacer la historia de las diferentes instituciones disciplinarias, sino de señalar en una serie de ejemplos algunas de las técnicas esenciales del castigo que de una manera u otra han desembocado,

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ya sea en el correcto o incorrecto funcionamiento de las penitenciarias. Estas técnicas del castigo, tal como lo señala Michel Foucault, “siempre o con frecuencia definen cierto modo de adscripción política y detallada del cuerpo, es decir, una nueva “microfísica del poder” (1989, p.142). Esto se refiere a una constante búsqueda de los parámetros de la verdad dentro de la objetividad y la subjetividad que puede ser la Historia, se trata entonces de desencadenarnos de los lastres tradicionalistas del proceso histórico, con la finalidad de consumar una investigación de los hechos criminales tanto pasados como presentes, bajo una pluralidad de formas entre sí, por medio de un contacto interdisciplinario. Dicho de otro modo, debería de haber una correspondencia histórica más compleja entre lo que constituye la sociedad moderna con la actividad propia de la investigación; en este sentido, me parece que el castigo debe considerarse como un fenómeno histórico especifico que aparece en formas particulares y en situaciones concretas, es decir, el castigo por sí mismo no existe, sin embargo son los sistemas de castigo y las practicas criminales los fenómenos que acentúan la dinámica del poder en una sociedad y muestran las características de sus procesos básicos, mismos que pueden ser estudiados a través de esta especificidad histórica del castigo “la

Fuente. Bentham, J. 1791, Panopticon Penitentiary, en Alcántara, 2007.

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reconstrucción de la realidad histórica a partir de la delincuencia, es decir, la criminalidad como fuente histórica ya que la delincuencia es reflejo de la sociedad en la que actúa” (Ramírez, 2006, p.18). Jeremías Bentham: El creador de las prisiones “Fue en los últimos años del siglo XVIII y con las ideas disciplinaristas de Jeremías Bentham, que la prisión se comenzó a utilizar como pena por la comisión de delitos”. Romina Cucchi, El Sistema Penitenciario como instrumento de control social, 2007. ¿Quién fue Jermias Bentham? ¿Qué es el Panóptico? Para Jeremías Bentham, “el individuo es la medida de la organización social” (en Rivera-Sotelo, 2011, p.59). Fue un pensador inglés, nacido en Houndsditch, Inglaterra (1748 – 1832). Empezó a ejercer la abogacía a los diez y nueve años, tras haber ingresado a Oxford, a los trece. Bentham se alejó muy pronto de su profesión de abogado para dedicarse a la investigación científica de la jurisprudencia –de la cual emanó su primer texto Fragmento sobre el gobierno, publicado en 1777, en dicha obra se criticaba el sistema legal y judicial inglés; cuestión que le llevó a la formulación de su doctrina utilitarista, plasmada en la obra Introducción a los principios de la moral y la legislación (1781), en la cual, el filósofo nos habla acerca de la importancia del comportamiento como medio para alcanzar la felicidad social. Para Bentham, “la mayor felicidad individual es el objetivo real del comportamiento individual y el medio para el logro de la felicidad social” (en Rivera-Sotelo, 2011, p.59). En cambio su obra fundamental: El Panóptico (1780), es la vertiente del cual se extraen los fundamentos para un prototipo de arquitectura carcelaria, que serviría de pionera cómo modelo para la construcción de la mayoría de las prisiones en los siglos posteriores. “Jeremías Bentham, plasmó un modelo de vigilancia social que permitía un tipo de poder del espíritu sobre el espíritu, una especie de institución que se aplicó tanto en escuelas como hospitales, reformatorios, y fábricas” (Cucchi, 2007:10). El efecto del Panóptico es inducir en el detenido un estado permanente de visibilidad dentro de la prisión, cuestión que garantiza una vigilancia total sobre el delincuen-

te, expresa en una palabra su mayor ventaja social: la facultad de ver, con tan sólo una ojeada, todo lo que allí ocurre. Para Bentham, una prisión debe ser un sitio donde se priva de la libertad a individuos que han abusado de la misma, para prevenir nuevos crímenes de su parte y para disuadir mediante el rigor y la omni-disciplina. El Panóptico de Bentham, representa una parodia secular de la omnisciencia divina, en la que el observador era como Dios, invisible. Más allá de la metáfora, en el concepto de panóptico reside también un modelo de poder, de sometimiento al ser humano frente a un sistema. El Panóptico como modelo de organización está basado en la disciplina normalizadora, y en la exagerada visibilidad del sujeto (Rodríguez-Magariños, 2011, p.16-17). A través de la verificabilidad de la observación, dándole al hombre una especie de presencia universal en el recinto de su dominio, una especie de jaula del poder. Benjamín Rush: El padre de la penitenciaria “Benjamín Rush será por siempre inmortalizado en la historia norteamericana como uno de los cincuenta y seis individuos que firmaron nuestro certificado de nacimiento como nación: la Declaración de Independencia” David Barton, Benjamin Rush (1746 - 1813). Signer of the Declaration of Independence, 1999.

así como en las demás cárceles, reside precisamente en la utilización e implementación del término bíblico para penitencia. Este método consistía en aislar a los presos en lugar de sólo castigarlos en base a la tortura y el dolor para que pudieran estar solos con Dios y en comunión con sus actos, en el silencio de los pensamientos y espíritu de la purificación. La cárcel de la calle Walnut, fundada en Filadelfia en 1790, fue la primera institución que siguió los ideales penitenciarios; es decir, celdas individuales, el trabajo manual, aislamiento, la clasificación de los presos, una misión de reforma en lugar del simple castigo. Fueron los cuáqueros quienes jugaron un papel decisivo en el diseño y la aplicación de este modelo de castigo. “This penitentiary was the first truly modern prison. In a sense, it was the template or model from which most, if not all, subsequent prisons were cast” (Pollock, 2005, pp.24-25). En 1786, el Benjamín Rush, escribió un panfleto que condenaba el uso excesivo de los presos en trabajos de obras públicas en Filadelfia y a la vez que cuestionaba sus derechos. Esto propició una de las primeras investigaciones sobre los efectos del castigo sobre los reclusos; varios meses después, algunos hombres en la ciudad se congregaron y formaron un grupo de cuáqueros preocupados por las condiciones de la prisión en Filadelfia y el uso de mano de obra pública de los presos como forma de castigo, se llamaron “La Sociedad de Filadelfia para Aliviar las Miserias de las Prisiones Públicas”. Dicha sociedad consideraba que el sufrimiento ilegal de los presos era la responsabilidad de toda la sociedad, puesto que para los cuáqueros existe un vínculo que une a toda la familia de la humanidad en un conjunto (Rothchild, 2009), por lo que era necesario restaurar estas criaturas a la virtud a través de diversas actividades en las que los miembros de la sociedad se involucraban a sí mismos con los prisioneros. La Sociedad de Filadelfia, fueron pioneros en darse cuenta de las condiciones en la prisión en el caso de Walnut Street; las cuales eran deplorables. La pobreza, la desnudez, la inmoralidad, la enfermedad y la ociosidad que corría rampante en la prisión hizo a los miembros cuestionar el entonces actual sistema penal de la ciudad.

¿Por qué es importante el Sistema Pensilvania? ¿De dónde viene el término Penitenciaria? ¿Quién fue Benjamín Rush? A finales del siglo XVIII, alrededor del año de 1787, un grupo de cuáqueros con ideas benevolentes y el afán de mejorar las condiciones de la Cárcel de la Calle Wallnut, en Filadelfia, decidieron formar lo que se conoció entonces como: The Philadelphia Society for Alleviating the Miseries of Public Prisons, quienes tenían como miembro de la misma al Físico el Dr. Benjamín Rush. La finalidad de esta sociedad era concluir con el dolor excesivo y las penas infligidas a los prisioneros, así como contrarrestar la brutalidad del sistema de castigo mediante el confi- La necesidad social del castigo ¿Es el castigo doctrina del Estado? namiento, es decir, la importancia de la implementación de la ideas cuáqueras en el Sistema Pensilvania, “Tal vez el castigo sea una institución legal adminis-

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trada por funcionarios del Estado, pero necesariamente está cimentada en patrones más amplios de conocimiento”.

poder mal dirigido, por ende, el sistema penal es un mecanismo de la clase gobernante, puesto que “la verdadera fuente del castigo es una elite dominante (Garland, 1990:82).

David Garland, Castigo y sociedad moderna. Un estudio de teoría social, 1990. Es decir, el derecho de castigar o el “martillo de la justicia”, quedan en manos de un grupo selecto y ¿Cuál es el origen de las penas? ¿Sobre qué está fun- particular de individuos dentro del aparato del poder. dado el derecho de castigar? “El castigo nunca es sólo Sin embargo, “el derecho de hacer castigar no es de una reacción ante ciertos delitos y el perjuicio directo uno solo sino de todos los ciudadanos” (Bonesana, que causan porque, además de su función inmediata 1993, p.136). Por lo que esta investigación intenta ser como medio para controlar el crimen, también tiene una revisión histórica a los mecanismos y las funciola de preservar el sistema, función que, en términos nes subyacentes del castigo que permanecen conssociológicos, resulta esencial” (Garland, 1990:79). En tantes, y se manifiestan en forma corpórea dentro de términos concretos, la función del castigo es mante- una prisión, cómo institución que castiga los delitos ner el orden moral dominante e impedir el colapso con el emprisionamiento. Puesto que son las formas social. Durkheim, parece estar en lo cierto al suponer institucionales las que sufren un cambio histórico, que, el proceso social de castigar a los transgresores dado que, los delitos no son categorías “naturales” es una cuestión de ejercicio del poder, y considera la a las que las sociedades den una respuesta sencilla, conservación moral cómo el contexto para el orden su contenido conforme al lugar y a la época, es procívico. Sugiere que el Estado, la clase dominante o la ducto de las normas, la moralidad y las convenciones maquinaria disciplinaria son el sujeto que castiga. Sin sociales; ya que “quien ofende la humanidad merece embargo, para Friedrich Nietzsche, en Genealogía tener toda la humanidad por enemiga, y el aborrecide la moral (1995), presenta una visión más sinies- miento universal” (Bonesana, 1993, p.136). tra acerca de los sentimientos que motivan la justicia. Para Nietzsche, el castigo implica algo más que un ¿Qué es la cárcel? Un mundo olvidado en la penumbra sentimiento moral, castigar a un semejante es satisfacer los impulsos de sadismo y crueldad que produce “Sobre las dimensiones físicas de la incoen la psique humana el poder sobre otros. “Ver sufrir modidad se ciernen la soledad y la extrañeza, produce bienestar, hacer sufrir es bienestar, ésta es intensificadas por la constatación de que lo una tesis dura, pero es un axioma antiguo, poderoso, que se vive es, ante todo, la realidad. Realidad humano -demasiado humano” (Nietzsche, 1995:76). que conduce a la extrañeza y que adquiere viDurkheim, no llegaría tan lejos como Nietzsche, gor en los límites del sueño y la vigilia. Orden quien afirmaba que sólo una sociedad con confianonírico de la realidad y el encierro”. za en sí misma, “con conciencia de poder” (1995), podría permitirse dejar a sus infractores sin castigo. Rodrigo Parrini Roses, “El encierro y la extrañeza: Por otro lado, Durkheim reconoce que, la determiUn proceso de adaptación”, en Panópticos y labenación y el uso preciso de las sanciones personales rintos: Subjetivación, deseo y corporalidad en una siempre deben ser una cuestión política que dependa cárcel de hombres, 2007. de los niveles de autoridad, legitimidad y tolerancia, así como de sentimientos y del deseo de reformar; Se puede definir a una prisión o cárcel como el lugar sin embargo, en la mayoría de los casos lo que sucede donde son confinadas las personas detenidas por el es que la sociedad sistema de seguridad y penal del Estado, ya sea por el incumplimiento de la Ley, para el cumplimiento de […] simplemente está de acuerdo” con las me- un proceso o una condena. Es una institución que didas que toma el Estado, apartándose y de- recluye y alberga a quienes han sido acusados o conjando de lado este proceso de igualdad social, denados por el sistema judicial por transgredir norpor lo tanto, se crea una falsa conciencia y un mas legales cometiendo un delito. La cárcel puede ser

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definida según los objetivos que se le han impuesto: Guarda: A quienes han transgredido normas y esperan la resolución del castigo a cumplir. Protege: A la sociedad de los que han cometido un delito. Custodia: A personas consideradas peligrosas para la vida en libertad. Condena: A quienes han sido objeto de una decisión judicial. Castiga: Por haber cometido un delito. Corrige: Como lugar donde el delincuente debe redimirse de sus delitos. Reinserta: A quienes han transgredido las normas mediante un apto comportamiento social (Cucchi, R. 2007, pp. 7-8). Los internos describen la cárcel como un infierno por las condiciones de vida que ahí existen, los sucesos que ocurren, el tipo de relaciones que ahí se establecen, por lo que es considerada como un espacio del sufrimiento, “es un infierno porque es un lugar de expulsión: quienes allí habitan y los que se encuentran en ese otro lugar, en el más allá, están, unos y otros, condenados” (Parrini, 2007, p.83). Este espacio social al que los prisioneros denominan “infierno” por su lógica de aversión y caos, puede ser considerado como un no lugar, tal como lo señala el antropólogo francés, Marc Augé (2000), quien utiliza este término para referirse a los espacios urbanos en donde predomina el anonimato y no es posible interceptar la historia y la identidad, ni el vínculo entre ellos. En este sentido, nadie habita la cárcel, nadie se la apropia como un lugar personal, quienes están presos, están sin estar, habitan sin habitar en este lugar semejante al infierno. Si la cárcel como infierno es un espacio abyecto e impuro, para confrontar esta dimensión los internos salen de ella discursivamente, creando una doble distancia: de ellos respecto a la cárcel, transformándola en un no lugar, pero a la vez habitándola según sus propios modos e intereses: construyendo un espacio propio que los distancia del espacio mismo en que moran (Parrini, 2007, pp.100). Augé (2000), sugiere que las características de un lu-

gar, se consideran o las consideran como identificatorios, relacionales e históricos, es decir, las personas que habitan un lugar tienden a sentirse identificados con el espacio que habitan, en contraste a un no lugar donde desde el principio se instituye un sistema de diferencias que comienza por la división de los sexos pero que es definido también en términos familiares, políticos, económicos, por ejemplo: el manicomio, el prostíbulo, un puente, una habitación de hotel, etcétera (Augé, 2000, p.67), se refiere a lugares de transitoriedad que no tienen suficiente importancia para ser considerados como “lugares”, y que carecen de una configuración de los espacios, de esta manera, no se personaliza ni se aporta nada a la identidad. Estos espacios urbanos son a su vez límites físicos entre el caos y el orden, es y no es, entre las personas que respetan la justicia y las que no, es por decirlo “normal” y lo “anormal”, peligroso e inofensivo. La cárcel como “lugar” segmenta el espacio entre lo público y lo privado, lo ordena de tal modo que ciertos lugares y ciertas personas permanezcan bajo vigilancia creando una atmosfera de inseguridad que lleva al ciudadano a vivir en una situación de constante desconfianza y miedo. Como un “no lugar” demuestra la obsesión humana por la tranquilidad y el empeño constante en construir un espacio “normal”, esta cuestión es fundamental para la adaptación de cada ciudadano al orden social, el cual se realiza no sólo a través de una vigilancia constante o mediante la universalidad de los controles disciplinarios o la manipulación de los individuos, sino creando todo un conjunto de técnicas e instituciones capaces de medir, controlar y corregir a aquellos quienes no se integran a la “normalidad”, “norma”, “normatividad”, donde se homogenizan los valores dominantes y se pretende conservar las tradiciones. Tal como lo señala José Miguel Cortés en su libro La ciudad cautiva: control y vigilancia en el espacio urbano (2010) “la ciudad como espacio libre está siendo dividida, estructurada y controlada por las fuerzas del orden (públicas y privadas), con el único objetivo que hoy parece prioritario: garantizar la seguridad siempre y en cualquier momento” (p.8). De esta misma manera, la arquitectura penitenciaria simultáneamente representa sus asociaciones con el poder, que a su vez “necesita de una sociedad que se sienta temerosa, insegura y vulnerable; mantenerla así hace a la gente sumisa y consolida la eficacia del

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poder” (Cortés, 2010:9). La función principal es mostrar de manera fehaciente el medio a través del cual se ejerce el poder mediante la vigilancia, el control y la identificación de los individuos. En este sentido, Michel Foucault (1989) piensa la arquitectura carcelaria en términos de planificación espacial e institucionalización de las tecnologías de poder, también nos habla de una arquitectura que observa, espía y vigila –todos ellos, procesos basados en técnicas de control. Se entiende así que son las formas arquitectónicas las que con sus planteamientos espaciales tienen responsabilidad en la observación y el espionaje; una arquitectura vigilante que tiene objetivos disciplinarios y que institucionaliza la tecnología del poder con el fin de reprimir a los individuos, fabricar cuerpos sometidos y ejercitados e imponer el silencio (Cortés, 2010:17). De este modo la disciplina y la autoridad son los ejes básicos utilizados en la articulación de algunos no lugares creados para la ceremonia simbólica del miedo y el espacio de la tortura tal como lo es la prisión, y por tales o cuales circunstancias, el enemigo al que hay que perseguir es el individuo “anormal”. Ésta disciplina procede de la distribución y el control de los individuos en dos aspectos fundamentales: el espacio y el tiempo; por ende, una cultura del miedo potencia y favorece el temor urbano a las personas diferentes, así como la creación de espacios de exclusión. La dominación masculina y el sometimiento del género “Here only the strong survive. Here the faces are the same. The rest is empty”… BBC Documentary, Russia’s Toughest Prison: The Condemned, 2014. “Prison is an ultramasculine world where nobody talks about masculinity”. Don Sabo, Terry Kupers, James London, “Gender and the politics of punishment”, en Prison Masculinities, 2001. “La cárcel es una solución en un espacio, el cuerpo y el tiempo. Distribuye los cuerpos en un espacio determinado, de modo específico y durante cierto tiempo” (Parrini, 2007, p.57). Para la comprensión de la

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masculinidad como un espacio de orden y obediencia dentro de una prisión, desde la perspectiva del género se recurrirán a dos estrategias: 1) La primera corresponde en analizar la visión de los prisioneros respecto a la masculinidad, es decir, a partir de los significados que los internos construyen sobre el ser hombre y la hombría. 2) La otra se centra en el ejercicio de dicha masculinidad, en otros términos, en las prácticas y relaciones sociales de los internos. La masculinidad, leída como una forma específica de dominación que sucede en una institución disciplinaria particular tal como lo es: la cárcel –lugar donde se elaboran e imponen los principios de dominación que se practican en el interior del más privado de los universos. Pierre Bourdieu, explica que la dominación masculina, la manera como se ha impuesto y soportado, es el mejor ejemplo de aquella sumisión paradójica consecuencia de lo que él llamó: la violencia simbólica, una violencia que es “insensible para sus propias víctimas, y que se ejerce esencialmente a través de los caminos puramente simbólicos de la comunicación y del conocimiento” (Bourdieu, 1998, p.11-12). Y que mejor ejemplo de violencia simbólica que la que nos ofrece la violencia fronteriza, “en la prisión de Tijuana abundan las mujeres a las que llaman “burras” porque se han prestado a trasladar un pequeño paquete de droga que intentan hacer llegar al otro lado de la frontera. Generalmente los narcotraficantes logran engancharlas gracias a la situación de pobreza que éstas viven” (Azaola, 1996, p.73). Estas mujeres que se encuentran por delitos contra la salud, representan 50 por ciento de las internas; 26 por ciento están por robo o fraude; 11 por ciento por homicidio; 2 por ciento por riña o lesiones y 11 por ciento por diversos delitos como violación, encubrimiento, secuestro, etcétera (Azaola, 1996). En numerosos casos, estas mujeres adquieren la adicción al relacionarse con internos que las inducen a consumirla, dicha situación se complica aún más, una vez que son abandonadas por sus parejas, ya que, las mujeres que se han vuelto adictas tienen que ingresar a la prostitución para poder costear la droga, esto se convierte en un problema prácticamente inevitable cuando mujeres y hombres conviven en una situación en la que estos últimos ejercen un poder económico y emocional sobre las primeras. Algunas especialistas en el tema de las mujeres presas, sugieren que: “[…] la pista de todo esto está en los perfiles de las mujeres

encarceladas, en su mayoría transportadoras de drogas ilícitas, aunque la cuestión del trabajo sexual, la criminalización de las prostitutas a pie de calle y el tráfico de mujeres con fines de explotación sexual también puede darnos una idea de la ambivalencia entre víctimas y delincuentes” (Miranda, Martin y Vega, 2005, p.4). Por lo tanto, la cárcel se convierte en un universo ambivalente donde el orden de la sexualidad no está conformado como tal y la subordinación organiza todo el cosmos, comportamiento y los actos sexuales. Utilizando conceptos de Pierre Bourdieu y refiriéndonos al sentido de la cosmología sexualizada del cuerpo socializado: “el movimiento hacia arriba está asociado, por ejemplo, a lo masculino, por la erección, o la posición superior en el acto sexual” (Bourdieu, 1998:11-12). En este sentido, dentro de la prisión quien tiene más tiempo acumulado, es decir, el que tiene más antigüedad, es el jerarca quien se encuentra “arriba”, es el dominador, mientras que el dominado es el que tiene menos tiempo, ese, se encuentra en la dimensión de “abajo”. “Este espacio se organiza según dos coordenadas fundamentales: los camarotes –arriba- y el suelo –abajo-. Uno y otro son los espacios relevantes para definir el estatus dentro de una celda, vinculado con la novedad o antigüedad de un interno o con su poder económico” (Parrini, 2007, pp.98-99). En este sentido, el suelo y las literas o camarotes. Ambos lugares para dormir, implican un espacio de dominación, un arriba y un abajo, un espacio inferior y otro superior. ¿Qué tipo de poder se ejerce en la prisión? El poder que se ejerce dentro de la prisión, cuya organización social está basada en condiciones permanentes de violencia, organiza las subjetividades sexuales entorno a un orden invisible y genera una atmosfera de ultraviolencia constante en la prisión, dando paso a una ultramasculinidad. Dicha hegemonía masculina acentúa la dominación y la violencia desde una visión falonarcisista, lugar donde la “triada del prestigio” hombre-masculinidad-heterosexual, son el cetro y la corona que dirige el poder. En este sentido, las jerarquías de la cárcel son puestas a prueba de manera enfática en un orden ascendente y totalitario, dado el uso de la agresión y la violencia que les permite a los hombres mantener un status en su grupo masculino; sin más ni menos, la identidad, en

un ambiente exclusivo de hombres se traduce en la pérdida de tres elementos simbólicos que dejan de ser propios al entrar a la cárcel, esto como modelo de control cultural: el cuerpo, la libertad y su historia. El concepto de una hegemonía masculina fue propuesto por primera vez en los años ochenta, en informes de un estudio de campo acerca de la desigualdad social en las escuelas secundarias de Australia, cuestión que propició una discusión conceptual relacionada con las masculinidades, la experiencia del cuerpo de los hombres y el papel de los hombres en la política laboral de Australia. The concept of hegemonic masculinity, formulated in these terms, found prompt use. In the late 1980s and early 1990s, research on men and masculinity was being consolidated as an academic field, supported by a string of conferences, the publication of textbooks and several journals, and a rapidly expanding research agenda across the social sciences and humanities (Connell y Messerschmidt, 2005, p. 833). El concepto de masculinidad hegemónica fue utilizado por primera vez en estudios educacionales para entender la dinámica del salón de clases y el acoso escolar entre jóvenes y niños. Puesto que el poder que se utiliza en la prisión sirve para dominar y abusar de los grupos minoritarios, la masculinidad hegemónica a su vez sirve como vía para comprender el crimen y la violencia ejercida por los reos para resolver sus conflictos interpersonales, estas diferencias en los roles de género son altamente importantes en la comprensión de la identidad masculina. Tanto el problema de la masculinidad, como su conexión con el comportamiento criminal, son identificados como discusiones del pensamiento criminológico. Desde mi perspectiva comprendo al concepto de género como una identidad a la que se le va dando significado a partir de la rutina que se crea y se mantiene a través de la interacción cotidiana con la realidad exterior, pero este tipo de masculinidad representa un problema puesto que los presos no tienen contacto con el afuera, por esta razón en lugar de ver a la masculinidad como algo que sólo les pasa a los hombres o algo que hace a los hombres, la masculinidad dentro de la prisión debe ser vista como algo que hacen los hombres en un ambiente determinado.

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Por ejemplo, los hombres pueden ser considerados masculinos si saben pelear, mantener un trabajo, están casados, heterosexuales, etcétera, pero es cuando estos medios tradicionales de demostrar la masculinidad se reprimen que el comportamiento violento es más probable de ocurrir. Tanto los hombres que están afuera, como los presos dependen constantemente de una validación de la masculinidad, por lo que el comportamiento criminal es una alternativa para lograr legitimar la masculinidad. La prisión acentúa esta masculinidad hegemónica. El existente sistema de prisión sirve para reproducir estas formas destructivas de masculinidad en las que prevalecen las formas más idealizadas y valoradas de “ser hombre” en un contexto histórico. Acentuando, la dominación, el heterosexismo, el color de piel, la raza, etcétera, por ejemplo “quienes son identificados como indígenas, ya sea por su aspecto o por su lengua, son abiertamente discriminados por los internos y experimentan dificultades en su relación con la institución y la justicia en general” (Parrini, 2007, p.81). Principalmente, existen dos estructuras de género dentro de la prisión: la primera consiste en un sistema jerárquico donde los hombres “simplemente” dominan a los demás (aquellos que no son hombres), y existe el otro proceso de inter-dominación donde unos grupos de elite masculinos subyugan y dominan a otros grupos de hombres de menos estatus -ambos procesos jerárquicos se reflejan y retroalimentan el uno al otro. Por ende, dentro de estos muros del secretismo y el silencio, la realidad es estructurada heterosexualmente y en donde la violencia ejercida sobre otros hombres, mujeres, homosexuales, lesbianas, indígenas, locos, enfermos, etcétera, son una parte de los ritos y rituales de la dimensión masculina que configuran las líneas o fronteras culturales que se cruzan entre raza, etnicidad, clase u orientación sexual. Un ejemplo de ello es la violencia ejercida sobre las mujeres en la Penitenciaria de Tijuana, una muestra de la agresividad y severidad que se vive en el interior, cotidianamente…Tal es el caso de una mujer mayor de 50 años, a quien mediante tortura le desprendieron los pezones: “A mí sí me golpearon mucho, me pegaron en mi pecho al grado de que no tengo pezones. Los pezones me están drenando mucho, sigo enferma […]” (Azaola y Yacamán, 1996, p.75). La prisión masculina, constituye en esencia la ex-

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presión y reproducción de la hegemonía masculina que sirve como pauta para la comprensión de la vida de los internos, la segregación sexual, y las relaciones entre hombres. Mismos quienes a través de este comportamiento tipificado y criminal reafirman su estatus e identidad como hombres. Sin embargo, el crimen o delito por los hombres no es simplemente una extensión del rol sexual masculino, el delito por parte de los hombres es una forma de práctica social invocada como recurso, cuando otros recursos no están disponibles, para el cumplimiento de la masculinidad (Messerschmidt, 2005, p.835). Las prisiones de mujeres desde una perspectiva de género La prisión como pena autónoma no apareció hasta el siglo XVIII con la llegada de la Ilustración, durante los siglos XVI y XVII existen beaterios, casas de arrepentidas y galeras conducidas por órdenes religiosas para las mujeres impuras (jóvenes descarriadas o que cometieran actos impuros) debido, entre otros factores, a los movimientos migratorios de mujeres desposeídas por la caída del feudalismo y a la expansión del moralismo (Cervelló, 2006, 131). En esa época los delitos graves se castigaban con la muerta a pesar de ser hombre o mujer, y en los casos menos graves a las mujeres se les imponía sólo azotes, vergüenza pública y destierro; esa diferenciación de trato justificó que se pidiera para ellas casas de trabajo. A partir del siglo XVII, en muchas ciudades europeas se crearon instituciones de corrección, consideradas precedentes de la prisión femenina actual – cuyos principios básicos eran la vigilancia y la disciplina para transformar a las “malas mujeres” en mujeres virtuosas, lo que demuestra el carácter moralizante y represivo de las primeras cárceles de mujeres. Durante el siglo XVIII, al parecer, la prisión tenía un sentido diferente para hombres y mujeres, ya que si bien en los primeros fue un lugar de tortura en las segundas fue un lugar de adiestramiento moral. Sin embargo, no sería hasta finales del siglo XVIII y principios del XIX, cuando se abandona esta orientación moralista dando pauta a una notable distinción del modelo masculino de emprisionamiento: fue el Reformatorio para mujeres que se empezó a utilizar aproximadamente entre 1860 y 1930. Los Reforma-

torios, a diferencia del modelo penitenciario, fueron creados en entornos domésticos que a su vez eran un rechazo explícito a la custodia masculina, quienes a pesar de considerar a la penitenciaria como un noble experimento en la reformación humana, las mujeres y las minorías eran vistos apenas como personas; esta visión paternalista de la justicia fue la filosofía que guió a los reformatorios femeninos, ya que se basaron en una formación doméstica, haciendo énfasis en la cocina y la limpieza, es decir, en roles domésticos serviles, ciertamente, todo su régimen fue diseñado para inducir una sumisión. En resumen, existe una diferenciación entre los modelos de prisión para hombres y mujeres, puesto que originalmente la arquitectura carcelaria fue pensada para la mayor violencia de los hombres: vigilancia, control, y la de las mujeres se basó en un carácter más moralista y doméstico. Las cárceles de Tijuana en los años 50`s. El origen de la Penitenciaria “Las prisiones en el siglo XX subsisten sencillamente porque han asumido una vida propia casi independiente que les permite sobrevivir a la abrumadora evidencia de su disfunción social”. David Garland, Castigo y sociedad moderna. Un estudio de teoría social, 1990. El Heraldo de Baja California Jueves 11 de mayo de 1950 “El desastre de la Cárcel Pública” La localización de la Cárcel Pública de Tijuana en el centro de una zona habitada por numerosas familias contigua a una escuela y a las oficinas de Iglesias Católicas más concurridas de la ciudad, ha constituido por muchos años un verdadero problema para el Gobierno del Territorio que a través del tiempo se ha venido agravando sin que se le dé una solución satisfactoria. El vetusto edificio construido en los primeros días de Tijuana sin acondicionamientos técnicos, ni atender la satisfacción de las necesidades más ingentes de los reos ahí alojados y mucho menos considerando el desarrollo de la población que lógicamente traería la multiplicación de los delincuentes, sólo merece el calificativo de “asqueroso tugurio” que reúne todas las deficiencias imaginables, aumenta las penalidades de los presos, facilita toda clase de desmanes; amenaza

la salud de cuantos tienen que permanecer bajo su ruinoso techo; entorpece toda iniciativa de los encargados de su vigilancia y con su absoluta falta de seguridad, amenaza constantemente a la sociedad que sabe por experiencia la facilidad con que se repiten las evasiones de los penados. Las condiciones de higiene que privan en el interior de la Cárcel; las extremadas privaciones a que se ven sometidos los reos; la impreparación, falta de criterio, de honestidad y rectitud de los encargados de su administración y vigilancia: la falta de sistemas adecuados, el hambre y las injusticias a que se ven sometidos los prisioneros, confundidos en los alojamientos llamados “tanques”, grandes y pequeños delincuentes, haciendo un verdadero infierno de su reclusión, han sido las causas principales de que los presos realicen desesperados esfuerzos para fugarse, prefiriendo de seguro el riesgo de que una bala ponga trágico fin a su existencia, a las innumerables penalidades a que se ven sometidos mientras purgan las ofensas a la sociedad de que se les hace responsables. La historia de la Cárcel Pública registra incontables evasiones, y en alguna ocasión se hicieron evidentes los graves inconvenientes y peligros de tener ese albergue de delincuentes pared de por medio con una escuela. Los serios inconvenientes que ofrece la persecución de fugitivos en una zona residencial, la incapacidad manifiesta para dar alojamiento dentro de las exigencias meramente humanas en el viejo edificio; la imposibilidad de establecer sistemas adecuados de trabajo, alimentación, entre otros, de los reclusos y como consecuencia de todo esto, la urgentísima necesidad de construir una nueva cárcel debidamente acondicionada para hombres y mujeres, destinando el sitio que actualmente ocupa al ensanchamiento de la escuela “Lázaro Cárdenas” o a cualquier otro fin, aun el de procurar su venta que rendiría una magnifica suma que tendría aplicación en el nuevo edificio erigido en un lugar apropiado. Las más recientes evasiones de reos hablan de la pésima situación en que se encuentra este penal y la incompetencia de los guardias e irresponsabilidad de los carceleros. Los juicios del público en relación con la falta de seguridad de la cárcel fueron tan duros como acertados al considerar que cualquier día pueda quedar completamente vacío el penal sin que los carceleros se percaten de ello, y naturalmente esta falta de seguridades y garantías, inquieta y provoca justos sobresaltos.

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Las ansias de libertad de los reclusos que aceptan todos los riesgos de una fuga, se extreman debido a las condiciones inhumanas que privan en este establecimiento. Desde las columnas de este diario nos hemos hecho eco de las quejas de los prisioneros aguijoneados por la falta de disciplina y orden; las intemperancias del Alcaide; la falta de medicinas para atender sus males; la ración miserable para su alimentación; la falta de agua, de excusados y demás servicios sanitarios; el asqueroso hacimiento en que se ven obligados a pasar sus noches y como si todo que en su tiempo a labores que a más de proporcionarles algún dinero, les harían la vida menos dura y tediosa. Si esto no fuera suficiente para provocar su desesperación, el verse reducidos al inferno del ocio, al prohibirse que dedi… (nota inconclusa) El Heraldo de Baja California Viernes 19 de mayo de 1950 “Varios ceses en la Cárcel Pública” Como resultado de la limpia de malos elementos que se ha emprendido en la Cárcel Publica local, hoy fueron cesados los cabos Agustín Norberto Ortega Nolasco y José García Duran, así como el llavero Antonio V. Ramírez Duran. Para sustituir a los anteriores fueron designados Javier Morgan Argüello, Donato González Hernández y Adolfo Ceniceros Armijo. El Heraldo de Baja California Jueves 25 de mayo de 1950 “Registros en la Cárcel Pública para evitar más fugas” Para evitar que los reclusos en el penal de la avenida C, continúen sus prácticas de huida, se han estado efectuando periódicos registros en las crujías, recogiendo los diversos instrumentos punzo-cortantes, que puedan servir a los penados para hacer alguna excavación. La última de estas requisas, se llevó a efecto ayer por la mañana, bajo la dirección del sargento Alfredo Esparza Silva, a quien acompañaron varios agentes, durando en su revisión dos horas, al cabo de las cuales la dieron por terminada, sin haber encontrado objeto alguno sospechoso. El Heraldo de Baja California Lunes 3 de julio de 1950 “Se preparaba nueva evasión en la Cárcel Pública”

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Los reclusos hicieron una horadación. Por un verdadero azar se descubrió el sábado pasado, un nuevo intento de fuga de los presos de la Cárcel Pública, cuando un aviso misterioso llegó a oídos del alcaide Pedro Martínez Gallegos. Inmediatamente dio aviso a la comandancia de Policía para que se enviaran un grupo de agentes que hicieran una revisión del penal para descubrir los medios de que se querían valer los reclusos para escapar. No obstante que periódicamente se hacen los registros en la cárcel, no se había descubierto ninguna cosa sospechosa que hiciera pensar en que se gestaba un nuevo intento de fuga, por ello no obstante al recibirse el aviso fueron comisionados, el oficial Sergio Marín, capitán Roberto Valle Miller, el cabo Enrique Pacheco Preciado, David Roque Uribe y Juan Hernández Rodríguez. No se descubrió nada al principio El registro se inició a las siete horas de la noche y empezó en los diversos tanques que se encuentran en ambos lados de la entrada. Pese a la cuidadosa revisión hecha, no se logró descubrir absolutamente ningún signo sospechoso. Los agentes recorrieron uno por uno los catres de los reclusos levantando las cobijas, revisando debajo de cada mueble, pero sin éxito. Cuando ya se pensaba que el aviso había sido una falsa alarma o que tendría algún fin inconfesable, o para servir posteriormente para algo, el agente Juan Hernández Rodríguez empezó a obtener resultados. Un túnel de trece metros de largo Habían llegado al tanque número cinco, cuando el agente Hernández, vio sobre una cama al recluso Eulalio González Juárez que en 1942 le disparó siete balazos con una automática, matando después de eso a su esposa y a un primo de ella, en la colonia Independencia. Al darse cuenta de que el recluso lo vigilaba con los ojos entrecerrados se puso a observarlo disimuladamente y entonces notó que al acercarse al espacio entre dos catres, el penado se sobresaltaba ligeramente. Eso bastó para que concentrara su vigilancia sobre ese lugar, viendo que debajo de un cajón vacío que hace las veces de buro o mesa de noche, se encontraba un saco de arpillera como tapete. Al removerlo

se dio cuenta inmediatamente de que estaba ante un cuadro excavado en el cemento, como de pie y medio de ancho que dejaba paso para un túnel, que al ser recorrido en toda su extensión, se vio que tenía más de trece metros de largo. Malas condiciones del edificio penal La construcción del túnel fue posible, debido principalmente a que la capa de cemento que cubre ese tanque es sumamente delgada ya que la tierra sobre la cual se asienta la edificación es fácil de remover, por lo que para los reclusos fue sencillo llevar adelante la excavación. La tierra sobrante se echaba en las tuberías de desagüe del tanque, haciendo correr el agua sobre ella, para que desapareciera el cuerpo del delito. Urge pues que se construya una nueva cárcel. El Heraldo de Baja California Miércoles 21 de noviembre de 1956 “Ayer fue inaugurada la Nueva Cárcel en la Mesa de Tijuana”

Vista, Gral. Del Toro Morán y otras personas. El propio Sr. Quirós y el Sr. Salcido Salazar, presidente de la junta Federal de Mejoras Materiales ayudaron al Dr. Aubanel a izar el pabellón nacional en el asta bandera, mientras la banda de guerra de la Policía Municipal hacia los honores de ordenanza. La enseñanza patria fue arriada inmediatamente después debido al fuerte viento que soplaba. El Sr. Tiburcio Patiño pronunció un discurso en que se refirió a las personas e instituciones que unieron sus esfuerzos para construir la primera parte del edificio, unidad que consiste en cinco talleres, cocina, por Ingeniería Especializada, S. A. a cargo del arquitecto Homero Martínez Hoyos, la alcaldía y garitones construidos por el Depto. de Obras y Servicios Públicos Municipales del cual es titular el arquitecto Oskar Beckmann Gallardo y el terreno donde se levanta fue donado por el Sr. Roberto Estudillo. Esta arte inicial del edificio fue construida con fondos proporcionados por el Ayuntamiento y por la Junta Federal de Mejoras Materiales que preside el Sr. Jesús Salcido Salazar, Administrador de la Aduana fronteriza. La construcción de la cárcel será continuada por el nuevo Ayuntamiento que presidirá el Sr. Manuel Quirós Labastida así como por la Junta Federal de Mejoras Materiales. El Heraldo de Baja California Jueves 22 de noviembre de 1956 “Nueva horadación descubierta en un “tanque” de la Cárcel Municipal”

Fuente: Fotografía de Eduardo Miranda.2

Cerca de la una de la tarde y no obstante el malísimo tiempo que había, fue inaugurada la Cárcel Municipal, en la Mesa de Tijuana, por el Presidente Municipal Dr. Gustavo Aubanel Vallejo, acompañado por el Sr. Manuel Quirós Labastida quien le ayudó a descorrer la cortina de la placa conmemorativa. Asistieron al acto los diputados José Rubio y Lic. Guillermo Caballero, Glen Ward, gerente de la Ciudad de Chula

La Policía Municipal efectuó ayer el registro mensual de la Cárcel Pública local, encontrando en el “tanque” número cinco una horadación de aproximadamente 25 centímetros de diámetro, por la que preparaban los reos una evasión. El alcaide de la prisión. Manuel Domínguez Ojeda, informó que la horadación fue descubierta hace ocho días por el personal de la cárcel, pero se estaba esperando a que Obras Publicas la tapara. El registro como es costumbre, se efectuó a las ocho de la mañana, bajo la dirección de sub-comandante Francisco Zazueta Santos y diez agentes. Con excepción de la horadación no se encontró nada anormal en el registro. Esto se debe posiblemente, a que se espera que los reos sean trasladados de un momento a otro a la nueva prisión construida

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en terrenos de la Mesa de Tijuana, según informó la alcaldía del propio penal. A manera de conclusión “Jiménez de Asúa, afirma con toda la razón, que la historia de las prisiones es la historia de una gran crítica y meditación”. Faustino Gudín, Rodríguez-Magariños, Introducción: Historia de las prisiones, 2011.

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Los músicos ambulantes en las calafias de Tijuana: Ejecución musical en ocasiones no musicales Saúl Acosta García 1

Resumen A diferencia de otro tipo de músicos, los músicos ambulantes realizan su ejecución musical en espacios y tiempos no premeditados al mismo tiempo que no se rigen por un itinerario fijo, por lo que el éxito de su ejecución –remunerado económicamente- radica en poder realizar una actuación que vaya más allá de lo musical para convertir al usuario del transporte público en una audiencia activa. Se analizan los diferentes momentos que atraviesa este proceso y las técnicas empleadas por los músicos para lograr una actuación exitosa. Palabras clave: Ocasión no musical, músicos ambulantes, transporte público, musicar

Introducción 2 El estudio de las músicas desde las ciencias sociales posee diversos tipos de acercamiento y enfoques para indagar acerca de las relaciones sociales implícitas entorno de la producción, recepción y ejecución de éstas. Desde dicha diversidad de enfoques se han estudiado la música en contextos que van desde las industrias culturales, comunidades estéticas, hasta acercamientos a las músicas de diferentes comunidades indígenas y étnicas. Sin embargo, gran parte de estos enfoques enfatizan en contextos bien definidos en cuanto a su temporalidad y espacio, es decir –por ejemplo en el caso de diferentes rituales, como los religiosos o bien en algunos conciertos-, centran su mirada en ocasiones evidentemente musicales. Al pensar en tales ocasiones musicales bien definidas pensamos en situaciones concretas. Sin embargo,

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existe una presencia musical, que en primera instancia, no son musicales, es decir, cuyo carácter resulta ajeno a una situación específica o concreta. En el caso de las ocasiones musicales en que se ejecuta música en vivo le es posible a la audiencia/público saber de antemano que asistirá a una ocasión evidentemente musical, más aún, puede decidir entre asistir a ésta o no hacerlo. Sin embargo, existen músicos cuya ejecución se realiza en un contexto que no se acerca a una ocasión musical, la cual –dependiendo su ingreso económico- está dirigida hacia un público que no ha elegido asistir en primera instancia a una ocasión musical, público al que el músico debe llevar de pasajero a audiencia activa, convirtiendo el viaje a casa por parte de los pasajeros en una ocasión musical.

El texto que aquí se presenta tiene por objetivo indagar acerca de las diferencias que existente entre la ejecución musical en ocasiones evidentemente musicales y las no musicales en primera instancia, así como conocer algunos de los factores que contribuyen al éxito del músico ambulantes en las calafias de la ciudad de Tijuana. Con lo anterior se busca realizar un primer intento de sistematización de programa de investigación más amplio y mejor fundamentado. 1.- El músico ambulante En primera instancia resulta necesario mencionar las particularidades que diferencian al músico ambulantes de otros. La condición de ambulante supone no estar en un lugar fijo, es decir, hace referencia a encontrarse en movimiento y no estar siempre en un lugar definido (RAE, 2014). En esta condición pudieran encontrarse gran cantidad de músicos que están de gira presentándose en distintos lugares, al estar en constante movimiento para poder llegar a distintos espacios. Sin embargo, para poder diferenciar entre éstos y los músicos ambulantes a los que nos referimos en nuestro caso, debemos observar una diferencia sutil, pero que en gran medida marca la diferencia entre las ocasiones evidentemente musicales y las que no lo son, en primera instancia. Es decir, hablamos de la existencia de un itinerario como guía para la ejecución musical en diferentes tiempos y espacios.3 Los músicos ambulantes son aquellos que no se rigen por un itinerario previamente establecido, sobre la marcha van abordando las calafias en que se les permite el acceso por parte de los choferes ([Casanova; Recio, comunicación personal] Acosta, 2014). A este tipo de músicos se les ha relacionado con una imagen de artista bohemio cuya satisfacción radica en un aprecio emocional hacia la música que interpretan en las calles (Álvarez, 2014), sin negar dicha posibilidad, no debemos olvidar que la ejecución musical que es llevada por éstos es su principal forma de ingreso económico. Por lo tanto, debemos tener en cuenta que para lograr tal resultado, los músicos ambulantes deben realizar su ejecución musical en un espacio no condicionado y en un tiempo no definido, interactuando con un público que no asume en primera instancia el papel de potencial auditorio, más aun este público, en primera instancia, al abordar al transporte público no se asume como quien habrá de

objetivar, a través de su remuneración económica, el éxito del músico ambulante. Como ya se ha mencionado, se aclara que la situación que nos resulta de interés para su análisis, es decir, el músico ambulante de las calafias sólo puede realizar su ejecución musical en una ocasión no musical en primera instancia, lo que lo diferencia de otros músicos. Por lo que, a diferencia de ocasiones musicales premeditadas en las que el éxito de la ejecución se puede manifestar a través del baile o la danza, de aplausos y aclamaciones, del éxtasis ritual –situaciones en las cuales la audiencia sabe que será parte de una ocasión musical-, entre otros, el músico ambulante debe hacer uso de habilidades específicas que vayan más allá de una correcta ejecución términos musicológicos, ya que habrá de realizar un ejecución ante un público que no eligió asistir a una ocasión musical, esto al mismo tiempo que busca ganar su sustento. Para tales efectos primero abordaremos el concepto de ocasión musical, para pasar después al análisis de la ejecución musical desde el concepto de musicar y el de actuación. 2.- Ocasiones musicales y no musicales ¿Qué entendemos por ocasión musical? Cuando se hace mención de que una ocasión musical tiene un tiempo y un espacio bien definidos de lo que se habla es de la posibilidad de pensar en ésta como algo concreto, es decir, como una situación definida. Esta concreción ligada a una presencia musical –por ejemplo, la presencia de música en vivo-, nos lleva a suponer que habrá ocasiones en las que inevitablemente existirá dicha presencia musical. Estas ocasiones en que la presencia musical es premeditada aparece bien definida al ser éstas formas ritualizadas en que existe tal presencia musical. Si comprendemos la capacidad del ritual como orden y repetición, podemos percibir ejemplos concretos de ocasiones musicales, como los que ya se han mencionado aquí. John Blacking (2003) describe la musicalidad del hombre siguiendo dicha postura, es decir, el vínculo del ritual con el orden a través de la música, entendiendo entonces que el orden musical depende de la sociedad que hace cada música. Es decir, es nuestro caso observamos que una ocasión musical bien definida radica en rituales específicos que son identificables en su espacio y temporalidad. En nuestro

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caso de estudio, las calafias no ofrecen una ocasión musical en primera instancia, sino hasta que aparece el músico, es decir, al no ser premeditada ésta, lo que hace el músico ambulante mientras busca ganar sustento es llevar a cabo un intento de conversión de una ocasión no musical hacia una musical. 3.- El público, la ejecución y el éxito Las calafias como espacio para la ejecución En la ciudad de Tijuana el transporte público colectivo de uso común son la calafias. Estos vehículos son distintos de los taxis, sin embargo, tienen en común en poseer un ruta bien definida.4 Son vehículos tipo van que han sido adaptados para el transporte de personas cuya capacidad es cercana a la de 30 pasajeros sentados. Los asientos de las calafias suelen estar divididos en dos líneas paralelas de asientos, es decir, dos líneas de aproximadamente 14 asientos, divididos a su vez en bancas de con capacidad de para dos personas. La calafia es un espacio que se configura como escenario a la vez que en un contexto completo en el que hacen su aparición tanto el músico ambulante, como el posible público. Primeramente, los músicos esperan en cualquier esquina, como cualquier otro potencial pasajero levantan su mano a la altura de sus hombros para que el chofer se detenga, subiendo así éstos. Los músicos suelen colocarse hasta el fondo del vehículo, situación que les permite recoger dinero de forma lineal al momento de bajar del vehículo, al mismo tiempo que facilita cualquier movimiento por parte de los pasajeros. Después de subir a la calafia se ponen en marcha una serie de procesos que buscan hacer de esta ocasión no musical en primera instancia una efectivamente musical, esto será analizado a continuación. 3.1 La ejecución musical: El musicar Las ejecuciones musicales están relacionadas a un contexto en el cual se llevan a cabo y que da sentido a tal ejecución. No será lo mismo ejecutar una pieza musical en un templete, que interpretarla aislado en casa, o en su defecto, en el transporte público. Entendemos entonces que los contextos son distintos y por ende debemos pensar en la ejecución musical

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como una acción que vinculada a su contexto: “la música no es sino acción, entonces la palabra ‘música’ no debe ser sustantivo sino verbo. El verbo ‘musicar’. No sólo para expresar la idea de actuar, tocar o cantar; ya tenemos palabras para eso; sino expresar la idea de tomar parte en una actuación musical” (Small, 1999:5). En este caso esta ejecución musical, es decir, este musicar, posee rasgos propios. A diferencia de otras ocasiones musicales, los músicos se encuentran musicando de pie en un vehículo en movimiento, además, ante un público que no ha buscado asistir en primera instancia a una ocasión musical por sí misma. Por lo que en este musicar los músicos deben apelar a una actuación que logre generar el éxito deseado o pretendido como parte de del musicar mismo. Entendemos al musicar como todo el conjunto de situaciones y procesos implícitos en la ejecución musical. 3.2 Más allá de las habilidades musicales: La actuación Una de las hipótesis aquí manejadas es que el éxito no sólo se encuentra en un buena ejecución musical en términos técnicos, sino que dicho éxito se encuentra en la actuación del músico, uno de los principales factores que contribuyen para su alcance. Al emplear el concepto de musicar hacemos referencia, además del contexto en que se ejecuta la música, a otras habilidades empleadas a manera de actuación o como parte de la misma que son utilizadas por los músicos ambulantes de las calafias al realizar su labor. A la luz de algunos conceptos desarrollados por Erving Goffman (1981) trataremos de sacar a la luz dichos habilidades y recursos empleados por los músicos ambulantes al musicar. 3.2.1 En presencia del acto Tras presenciar en diversas ocasiones la ejecución musical de estos músicos, aparece como una constante un patrón empleado para conducir su actuación. En primer lugar, tras subir al vehículo, procuran realizar una suerte de introducción al saludar y señalar la causa o motivo de su presencia. Posteriormente se ejecutan una o dos piezas músicales,5 para finalizar con un nuevo saludo, un agradecimiento y algún comentario cuyo fin está vinculado con despertar alguna simpatía con el público.

Señala Goffman (1981) que por lo menos en una actuación hay dos partes involucradas,6 es decir, el actor y ante quienes se encuentra. Al momento de la ejecución musical, el músico se encuentra frente a un público que en primera instancia cumple el papel de pasajero o usuario del transporte público. El objetivo del músico es romper con la ocasión no musical para pueda así existir la interacción entre las dos partes señaladas. La forma de hacerlo es recurrir a la actuación para lograr la interacción. La transición hacia una ocasión musical es previa a la ejecución musical, dicha transición se empieza a conseguir con el discurso de entrada, con el cual busca también ganar la simpatía del público. Cuando señalan frases como “más vale un músico de quinta que un ladrón de primera”, busca sobreponerse a una posible mala ejecución musical, actuando sobre la misma para causar una impresión distinta en el público. Una actuación que se traslade a algo redituable es una bien preparada, y ésta no sólo cumple con los tres puntos del proceso básico previamente mencionado –introducción, ejecución y despedida-, ya que pega más un músico en botas y pantaloncillos cortos con algunos chistes que uno que sólo ejecute la pieza, salude y se vaya. Incluso, la forma en que se toca de pie puede mostrar la seguridad que él mismo intenta reflejar acerca de su ejecución. Asumimos entonces que el músico ambulante cuando sube a las calafias pretende mostrarnos una fachada7 que logre hacer activo al público, y como señala Goffman (1981), la mejor forma de poder, como actuante, lograr dominar la fachada en siendo consciente del rol que se está jugando, e ir más allá de la fachada y de las habilidades cotidianas, en este caso, ir más allá de una buena ejecución técnica. Conclusiones

performance. Más aún, se requeriría un acercamiento debidamente sistematizado. Por otra parte, sería recomendable poder abordar el desarrollo histórico en lo referente a este tipo de músicos en la ciudad de Tijuana. Sin embargo, en este intento se ha logrado obtener algunas conclusiones preliminares acerca de los objetivos que previamente se habían mencionado en este texto. Se hace presente que los músicos ambulantes además de apelar a sus habilidades musicales también, recurren a una actuación que viene marcada por una secuencia bien definida de procesos que en su conjunto dan lugar a lo que se ha definido como musicar. Tal actuación abarca desde comentarios graciosos, solicitudes de apoyo para diferentes causas, movimientos corporales que resaltan su ejecución musical, entre otros. A manera de conclusión señalamos que tal actuación busca entre sus fines hacer del público una audiencia activa, ya que dicho público no busca serlo al no asistir a una ocasión musical, y cuando tal público se convierte en uno activo es cuando se puede dar el éxito que beneficie al músico ambulante. Referencias ÁLVAREZ, M. P. (2014). La construcción identitaria en los músicos del metro de Valparaíso, Revista Eltopo, (3), 56-87. BLACKING, J. (2003). ¿Qué tan musical es el hombre? Desacatos, (12). 149-162. CASANOVA GUZMÁN, I. [comunicación personal], 2014, conversación con el músico ambulante en Tijuana, 5 de octubre del 2014.

GOFFMAN, E. (1981). La representación de la perExtraer conclusiones de un ejercicio tan limitado sona en la vida cotidiana, Buenos Aires: Amorrotu. como este puede llevarnos a inferencias un poco apresuradas. Previo a la mención de algunas conclu- GONZÁLEZ SÁNCHEZ, I. (2010), Las perradas siones, primero tendríamos que señalar que resultaría de Nogales: una aproximación sociocultural a la múnecesario ampliar el alcance de este trabajo a la mayor sica de banda sinaloense en los rituales festivos de la cantidad de las rutas asignadas para la circulación de frontera Sonora-Arizona,(Tesis para la obtención de las calafias en Tijuana, así mismo, resultaría necesario grado maestría). El Colef/UABC.Tijuana, México, ir más allá de la observación y análisis de la ejecución musical, entendida desde de los conceptos de musi- REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, 2014, Dicciocar y de actuación para acercarnos a las teorías del nario de la lengua española, Recuperado de http://

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éstos no definen o trazan una guía para seguir a lo largo del día, en todo caso suben a las calafias que perciben como concurridas o bien, a las que el chofer les permite subir. 5 Cabe señalar que aunque los géneros musicales interpretados, en términos estrictos, no resultaron de fácil apreciación en muchos casos, podemos señalar que por lo menos destacan las baladas pop más sonadas en la radio –guitarra y voz-, rap con base en la improvisación –voz y beat-box-, una fusión entre corridos y música de banda norteña –acordeón y guitarra-, y finalmente algo similar, o por lo menos asimilando un estilo de una suerte de ritmo afrocaribeño en que resaltaba en uso de percusiones –las percusiones empleada fueron garrafones para agua completamente vacíos-. 6 Como ya se señaló, asumimos que éstas están insertan dentro como parte del musicar, es decir, en un contexto amplio. 7 “Será conveniente dar el nombre de «fachada» (front) a la parte de la actuación del individuo que funciona regularmente de un modo general y prefijado, a fin de definir la situación con respecto a aquellos que observan dicha actuación. La fachada, entonces, es la dotación expresiva de tipo corriente empleada intencional o inconscientemente por el individuo durante su actuación”. (Goffman, 1981:32)

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