Los mitos nunca mueren: Gernika y Stanley G. Payne (IV)

July 23, 2017 | Autor: Angel Viñas Martin | Categoría: History, Historia, Franquismo, GUERRA CIVIL ESPAÑOLA, Historia Contemporánea de España
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Descripción

Los mitos nunca mueren: Gernika y Stanley G. Payne (IV)



Otra de las evidencias que los historiadores franquistas no han solido
estudiar es la naturaleza y contenido de las comunicaciones entre la Legión
Cóndor y la Jefatura del Aire al mando de Kindelán. Eran constantes.
Debieron de generarse masas enormes. En los archivos españoles se
encuentran muchas pero han sido objeto depredaciones a lo bestia. Hace
muchos años un periodista, Vicente Talón, publicó una referida, ex post
factum, al bombardeo de Gernika. Con ella apuntaló la tesis de que lo
efectuó la Cóndor faltando a sus compromisos y a la palabra dada.



El telegrama de Talón ya lo contextualizamos Southworth y un servidor.
Payne y Palacios no lo mencionan. Prefieren presentar el bombardeo como
algo rutinario, similar a lo que había ocurrido en Durango sin que se
levantara tanta polvareda. Se sorprenden de que se difundiera por todo el
mundo "a modo de bombardeo de terror sobre una población sin objetivo
militar alguno". Reduccionistas, la culpa del escándalo la colocan encima
de los anchos hombros de un periodista británico que trabajaba para The
Times. Afirman que "quiso dramatizar de forma exagerada para que el pueblo
británico sintiera los pavorosos efectos de los bombardeos sobre las
ciudades". Limpiamente, como historiadores "objetivos" que dicen que son,
excluyen todo lo que hubo detrás y para explicar lo cual Southworth utilizó
más de quinientas páginas.

En 2014 Payne y Palacios todavía no se habían enterado de que cuatro años
antes la profesora Schüler-Springorum había identificado un informe de la
Legión Cóndor fechado el 28 de mayo de 1937 con el interesante titulo
"Efectos de los bombardeos sobre las ciudades españolas. Frente de
Vizcaya". ¿Cuántas fueron bombardeadas, se preguntaría el lector? Siguiendo
el orden en el informe de las "visitas" de la aviación al servicio de
Franco el autor señaló tres: Durango, Eibar y... ¡Gernika!. Es un informe
que, vaya por Dios, no estudió Corum. Esto no es una crítica. Incluso un
eminente historiador de la Luftwaffe probablemente no ha podido ver todos
los documentos generados por ésta. Pero en el caso de la guerra civil en
que hubo menos (no fueron muchos los que se salvaron del incendio en Berlín
de los archivos de la Legión Cóndor) la prudencia no debería estar reñida
con la ciencia.

Dicho informe lo firmó von Richthofen. Aclara lo que pasó, cómo pasó y
porqué pasó. ¿Y cual es el resultado? Pues el normal. Al denunciar Steer la
destrucción de Gernika como un bombardeo de terror dio absolutamente en el
clavo. Lamento tener que corregir las fantasías pro-franquistas de Payne y
Palacios. Tampoco las tergiversaciones de Salas o las estupideces de tantos
historiadores "objetivos" al servicio de la memoria de Franco.

La idea que estuvo detrás de los bombardeos de las ciudades vizcaínas fue
muy simple. La de "estudiar" los efectos que se produjeran sobre las casas
e instalaciones porque su naturaleza guardaba una cierta similitud con las
de las ciudades de países vecinos de Alemania. En claro y rotundo
castellano: experimentemos en Vizcaya lo que podríamos hacer en Bélgica,
Francia, Holanda o... Polonia. Y a tal efecto probemos con diferentes
cargas de bombas, por peso y kilogramos, espoletas y demás adminículos.

Así ocurrió. En Durango los italianos experimentaron con proyectiles
rompedores de 50 kilos que también utilizaban los nazis. La técnica de
lanzamiento a mil metros de altura consiguió comparativamente muchos más
blancos. ¡Era mejor que la alemana! El porcentaje de daños fue del 55 por
ciento de los edificios. En Eibar las bombas italianas fueron ya de 100
kilos y se lanzaron entre 600 y 800 metros. Obviamente los daños fueron
mayores, del orden del 60 por ciento. ¡Bravo! Pero no era suficiente.

La Legión Cóndor dio un paso al frente e innovó. Los proyectiles rompedores
fueron ya de 250 kilos. La técnica fue de lanzamientos individuales y
sucesivos. ¿Y qué pasó? Pues lo predecible. El coeficiente de destrucción
fue muchísimo mayor: del 75 por ciento. Además se utilizaron incendiarias.
Convenía, por cierto, emplear espoletas de retardo, como las italianas. Sin
embargo, las bombas de 250 kilos eran demasiado destructoras. Lo mejor,
recomendó von Richthofen, sería desarrollar bombas intermedias, de entre
100 y 150 kilos y adoptar la técnica de lanzamientos acoplados con tres
bombas simultáneas.

¿Cómo se destruyó Gernika? El informe también lo dice: en el primer ataque
se utilizaron ante todo bombas incendiarias que provocaron numerosos
incendios en las cubiertas de los edificios. Esto resquebrajó su
estructura. En los siguientes ataques se emplearon las bombas de 250 kilos
que machacaron las conducciones de agua. Esto impidió las labores de
extinción. ¡Qué alegría! Por ello el fuego pudo desparramarse libremente.
Fenómeno. Si Payne y Palacios no quieren llamar a esto una operación
rutinaria son muy libres de hacerlo pero me da en el magín de que se
equivocan.

También obvian algunas cosillas. En la campaña de Vizcaya la compenetración
entre la Aviación (alemana, italiana y franquista) fue muy estrecha y las
tres se relacionaban íntimamente con la Jefatura del Aire que dirigía
Kindelán. A su vez la Jefatura del Aire y la aviación del Norte estaban en
contacto permanente con las tropas del Ejército de Tierra que mandaba Mola.
Este, hombre retrógrado ya en la época, pretendía reruralizar el País Vasco
porque entendía que la industrialización era un veneno que había corrompido
a los vascos incitándoles a ponerse del lado de la República y, ¡cielos!,
del separatismo. La Cóndor lanzó octavillas (se han conservado algunas)
advirtiendo a los vascos de la inutilidad y perversidad de la resistencia.
En lo que Sperrle y von Richthofen no estuvieron de acuerdo fue en lo de la
reruralización. Sería una estupidez destruir la industria bilbaina. Hasta
Franco se dio cuenta de ello.

¡Ah!, pero nos enseñan Payne y Palacios, "Franco había cancelado los
ataques indiscriminados contra las ciudades, convencido de que los llamados
(sic) "bombardeos del terror" podían ser contraproducentes" (p. 227). ¿Qué
prueba aducen para ello? Ninguna. Se basan en una afirmación de Salas que
reproduce una orden de Franco. Pero ¿qué decía esa orden? Algo que
demuestra que ninguno de los tres historiadores "objetivos" quiere leer.

La orden de Franco, que Kindelán comunicó a Sperrle en enero de 1937,
afirmó taxativamente según el profesor Payne y su coautor que "sin orden
expresa no se bombardeará ninguna ciudad ni centro urbano. Cuando se
bombardeen objetivos militares en las poblaciones o próximos a ellas, se
cuidará de la precisión del tiro con objeto de evitar víctimas en la
población no combatiente". Nos descubrimos ante la extremada solicitud del
Generalísimo. Pero ni Salas, ni Payne ni Palacios han reparado que el
segundo punto de las instrucciones preveía que sufriría "modificaciones
parciales según las circunstancias y su vigencia terminará el 31 de enero".
Es decir, dos meses y pico antes de los bombardeos de Durango, Eibar y
Gernika. ¡Bravo por el análisis "científico"!

Otra cosa muy diferente es que el 10 de mayo, en plena escandalera por lo
de Gernika, Franco comunicara a Sperrle que "no deberá ser bombardeada
ninguna población abierta y sin tropas o industrias similares sin orden
expresa".

(Seguirá)
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