Los meteoritos en la obra de Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos

Share Embed


Descripción

El Astrolabio Fotografía: http://hdwallpaper.blog.ir, Santiago patron de España de Gregorio Vázques de Arce y Ceballos Diseño: Gimnasio Campestre

6

Fotografía: http://hdwallpaper.blog.ir, Santiago patron de España de Gregorio Vázques de Arce y Ceballos Diseño: Gimnasio Campestre

7

ARTÍCULO

oRIGINAL

LOS METEORITOS EN LA OBRA DE GREGORIO VÁSQUEZ DE ARCE Y CEBALLOS Freddy Moreno1, Sandra Barrera2, Werner Zitzmann y José María Silva3 1. Director Centro Estudios en Astrofísica, Gimnasio Campestre, 2. Directora Centro de Estudios Artísticos, Gimnasio Campestre, 3. Estudiantes de 7º, Gimnasio Campestre Correspondencia para los autores: [email protected], [email protected] Recibido: 30 de enero de 2016 Aprobado: 11 de marzo de 2016

RESUMEN

SUMMARY

El tiempo del ruido es uno de los hechos más sobresalientes de la historia de Bogotá. Los cronistas de la colonia describieron de forma adecuada los fenómenos que se sintieron con el paso de un meteoroide sobre los cielos del centro de Colombia, cuyo fenómeno sónico se mantuvo en la memoria colectiva por varios medios: tradición oral, celebración de ceremonias conmemorativas y crónicas de la época. Se encontró una pintura de Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos llamada Santiago Patrón de España, que contiene una escena en la que aparece un grupo de ángeles lanzando piedras a la tierra, interpretación muy creativa de la caída de meteoritos según la Cosmología que se enseñaba en la época.

The Time of Noise is one of the most outstanding events in the history of Bogota. The colony chroniclers adequately described the phenomena felt with the pass of a meteoroid over the skies of central Colombia. The sonic phenomenon remained in the collective memory by several means: oral tradition, commemorative ceremonies and chronicles of that time. A painting by Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos, titled “Santiago Patron Saint of Spain”, shows a scene in which a group of angels are throwing stones to the earth. This results to be a very creative interpretation of the fall of meteorites according to the cosmology taught at the time.

Palabras clave: Tiempo del ruido, meteoritos, explosiones, arte colonial, Vásquez de Arce y Ceballos.



Key words: Time of Noise, mete- orites, explosions, Colonial art, Vásquez de Arce y Ceballos

Investigación y Ciencia del Gimnasio Campestre

8

INTRODUCCIÓN El tiempo del ruido es uno de los tres hechos más sobresalientes de la historia Bogotá a través de sus 478 años de fundada, junto al terremoto de 1785 y el trágico bogotazo en 1948. El fenómeno sónico se mantuvo en la memoria colectiva por varios medios. Primero por la tradición oral, como lo recuerda Groot (1889): “No hay persona en esta ciudad, ni entre la clase más ínfima, que no haya oído nombrar el tiempo del ruido; y segundo, por la celebración de una Eucaristía en la iglesia de San Francisco el 9 de marzo de cada año (Moreno, 2008) en agradecimiento a Dios por no haber sucedido desgracia alguna a pesar del estruendo escuchado (figura 1). El registro que se tuvo del fenómeno durante 266 años fue la narración publicada en la Historia de la Provincia de la Compañía de Jesús del Nuevo Reino de Granada (Cassani, 1741) que se basó en un manuscrito del padre Juan Ribero (1728) (figura 2). La explicación a este evento causaba intriga en algunos intelectuales de finales del siglo

Figura 1. Efemérides religiosas celebradas en la iglesia de San Francisco de Bogotá hacia 1793. Entre ellas se recuerdan el ruido de 1687. Tomado de la Guia de Forasteros de Santafé de 1794. (Durán y Diaz, 1794)

El Astrolabio

XIX; como prueba de ello, Manuel del Socorro Ramírez publicó varios artículos en el “Papel periódico de la ciudad de Santafé” donde se analizaban las diversas hipótesis ofrecidas para dar respuesta a las causas que lo generaron (figura 3). Se expuso la posibilidad de que “una legión de demonios hechos de materias sulfúreas, crasas y pestíferas haya generado el ruido horroroso que se desplazó por la atmósfera de la ciudad, conmoviendo los corpúsculos sulfúreos que habían en ella y produciendo el hedor que contaminó la ciudad por varias horas” (Ramírez, 1795, p.8). Este intelectual de la época rechazó la hipótesis del Padre Cassani, profesor de matemáticas del Colegio Real de Madrid, quien había propuesto una primera explicación de tipo atmosférico con base en el pensamiento científico de la época: “...las historias por curiosidades cuentan diferentes meteoros, y que se hayan en los libros algunos casos, que han parecido milagros por lo raros, y se lee, que se han oído truenos en tiempos sumamente serenos...” (Ramírez, 1795, p.9).

Figura 2. Historia de la Provincia de la Compañía de Jesús del Nuevo Reino de Granada de Josep Cassani, 1741

9 El tiempo del ruido es una frase que, aunque desconocida por la mayoría de los bogotanos de hoy, se extendió a diferentes regiones del país y, tal vez, prueba de ello es que García Márquez la incluye en alguna de sus obras, entre ellas Cien años de soledad (1967) y El otoño del patriarca (1975). A través de los años, varios científicos han propuesto diversas hipótesis explicando este enigma de la historia bogotana. El padre Jesús Emilio Ramírez, importante geofísico colombiano, clasifica el ruido de 1687 como un “fenómeno atmosférico” sin explicación y basado en los cronistas concluye que no hubo temblor de tierra, ni víctimas, ni daños materiales (Ramírez, 1975). Las causas anteriores también hacen descartar la posibilidad de una erupción de un volcán cercano, que hasta el día de hoy no se ha

Figura 3.“Papel periódico de la ciudad de Santafé” donde se analizaban las diversas hipótesis ofrecidas para dar respuesta a las causas que lo generaron. Ramírez (1795)

descubierto. Otra hipótesis es la de una creciente de un río cercano a la capital (Espinosa, 1994) según la cual el río San Cristóbal, llamado Fucha en su cauce bajo, fue el causante de tal tremor. Sin embargo, como lo dice el mismo autor, no se han encontrado documentos probatorios que describan tal fenómeno. Por otro lado, Ocampo (2001), con base en los manuscritos de Ribero (1728) y en el trabajo de Espinosa (1994), propone que el ruido fue solo una leyenda colonial envuelta en el misterio y en lo inexplicable. La hipótesis astronómica fue presentada por Moreno y Portilla (2006), con base en la comparación con otros fenómenos similares reportados en la literatura científica (Lewis, 1996) y en los análisis hechos por Cassani en 1741(Figura 4) y Ramírez (1975) quienes plantean que el ruido se originó en la atmósfera. En ella se expone que en la noche del 9 de marzo de 1687 un pequeño meteoroide entró en la atmósfera terrestre y se fragmentó sobre los cielos del centro de Colombia. Una dificultad que se tenía para explicar este fenómeno radicaba en que el manuscrito de Ribero fue elaborado cuarenta años después de los eventos que relata. Afortunadamente, una búsqueda en el Archivo Juan Manuel Pacheco de la Universidad Javeriana permitió encontrar el reporte original realizado por Pedro de Mercado S.J. y Juan Martínez S.J. en 1691, fuente para los documentos posteriores. El escrito se encontró dentro de los documentos del Archivo Romanum Societatis lesu NR et Quit, se tradujo del Latín y fue publicado en El Astrolabio (Moreno, 2008). Recientemente, Fajardo y Gutiérrez (2014) publicaron otra traducción dentro de la obra Cartas de la Provincia del Nuevo Reino de Granada años 1684 a 1698 (figura 4). Investigación y Ciencia del Gimnasio Campestre

10 continuo en nuestro planeta que genera un estallido sónico y explosiones subsecuentes, que cuando alcanzan cierta intensidad pueden transmitirse al suelo y producir movimientos sísmicos. Una consecuencia de la velocidad del meteoroide es la onda sónica producida que, según Sears (1978), ha sido clasificada en tres tipos que se escuchan una tras otra después de que el bólido ha pasado:

Figura 4. Titulo del reporte sobre el Ruido sucedido en Santafé de Joseph Cassani (1741).

FENÓMENOS PRODUCIDOS POR LA ENTRADA DE UN METEOROIDE Los fenómenos que suceden durante el paso de un bólido o la caída de un meteorito pueden ser: observaciones lumínicas, explosiones (y ruidos), nubes de polvo, olores y, por supuesto, el meteorito si éste no se desgasta durante su travesía por la atmósfera (figura 5). A continuación se describe con más detalle cada fenómeno. El fenómeno lumínico: La luz producida por un meteoro o un bólido que, según Sears (1978), se debe a: • La emisión de línea de algunos de los elementos químicos del meteoroide como el sodio. • Aire ionizado altamente calentado que rodea el cuerpo y que ocupa un gran volumen. Los colores que se observan son el rojo, naranja oscuro, verde y amarillo. Las explosiones: La entrada de material extraterrestre es un fenómeno natural y El Astrolabio

• La explosión inicial, generada por la onda sónica de la masa entrante desplazándose a velocidades hipersónicas. El cuerpo sideral poco a poco sufre desgaste y puede fragmentarse. Una sucesión de explosiones puede resultar si hay varios meteroides de gran tamaño. • A continuación se escuchan una serie de explosiones menores que resuenan llamadas redobles. Se atribuyen al estampido sónico de los objetos originados por la fragmentación de la masa principal. Una sucesióncompleja de ondas de choque puede resultar en el sonido retumbante que sigue a la primera gran fragmentación. • Los sonidos electrofónicos que son escuchados simultáneamente con el fenómeno visual (Keay, 1980), cuya explicación más viable es que la cola de plasma de los bólidos muy brillantes interactúa con el campo magnético de la Tierra atrapando el campo y distorsionándolo. Debido a que los iones se recombinan con los electrones libres el campo magnético emite señales de radio entre 1 y 10 kHz (ELF y VLF) (Norton, 2002). Estas ondas electromagnéticas pueden ser escuchadas si en los alrededores del observador hay elementos transductores que son

11 comunes tales como láminas de aluminio, agujas de pino o el pelo seco y rizado (Ocaña, 2005). El fenómeno más estudiado y famoso de la historia reciente sucedió el 15 de febrero de 2013 y es conocido como el bólido de Cheliábinsk. En él se observaron todos los fenómenos explicados anteriormente y mostró toda la energía que puede generar la entrada de un pequeño meteoroide. Se calcula que el bólido tenía un diámetro de 17 a 20 metros (Yeomans & Chodas, 2013), que entró a una velocidad de 19.16 ± 0.15 Km/s y cuya primera onda de choque se generó a 90 km de altura. Su paso por la atmósfera produjo una cola de polvo y una fragmentación que empezó a los de 83 Km y se incrementó a los 54 km de altura. El punto de mayor radiación lumínica ocurrió a una altura de 23 Kilómetros alcanzando una magnitud aproximada de –27. La energía total de impacto, medida a partir de las ondas de infrasonido que dieron la vuelta al planeta, fue de 570 ± 150 kilotones (Popova, et al., 2013). La onda expansiva producida provocó el destrozo de cristales y daños materiales en más de 7000 edificios, lo

que resultó en cerca de 1500 personas heridas por vidrios. La radiación de choque contribuyó al calentamiento y ablación superficial del meteoriode, pero no se evaporó completamente, como sucedió con Tunguska en 1908, siendo un cuerpo de unos 50 metros de diámetro. Del meteorito de Cheliábinsk se recuperó una masa de cuatro toneladas y se evaporó el 65 % de la masa inicial; la mayoría se volvió polvo. Los testigos del bólido reportaron olores a azufre y a quemado sobre una amplia región de la trayectoria principal, empezando una hora después del fenómeno y manteniéndose la mayor parte del día (Popova et al., 2013). Más conocido es el caso de Tunguska ocurrido el 30 de junio de 1908 en Siberia Central. En esta oportunidad un meteoroide de cerca de 50 metros explotó a 5 kilómetros de altura, con una energía liberada equivalente a 15 megatones que alcanzó a arrasar un bosque de un área de 2.100 km2 y generar un leve sismo (Vasilyev, 1998).

EL BÓLIDO DE BOGOTÁ Dentro de la narración de lo que se ha llamado el tiempo del ruido se tienen descripciones de fenómenos que corresponden a los que normalmente se observan en otros bólidos que, por lo inmediatos e intensos, generaron desconcierto, pánico y extrañas hipótesis para explicarlos que incluyen la del mismo juicio final:

Figura 5. Entrada de un meteoroide a la atmósfera obra de Dorothy Sigler Norton (Norton, 2002)

…el día domingo que era el séptimo antes de las Idus de Marzo (9 de marzo) del 87, horas antes de la media noche (noche en la que no había ni siquiera una nubecilla, y que el cielo ofrecía un Investigación y Ciencia del Gimnasio Campestre

12 espectáculo maravilloso con todas sus estrellas, noche que invitaba a un gran descanso y tranquilidad) de repente se escuchó en la ciudad de Santa Fe y en las ciudades circunvecinas por muchas leguas un estruendo tan horrible y aterrador, que quienes lo escucharon declaran nunca haber oído cosa semejante y nunca lo oirían…Unos y otros compañeros del temor chocaban entre sí en medio de la fuga sin poder socorrerse mutuamente, allí donde creían encontrar ayuda el temor era mayor, más fuerte, más vigoroso. Uno preguntaba a otro si la causa del estruendo era la cacería, sin embargo no había nadie que pudiera satisfacer la pregunta… (Mercado y Martínez, 1691, p.90)

El evento sónico experimentado en el centro de Colombia se caracterizó por generar explosiones y olores que son los fenómenos más evidentes durante el paso de un bólido (Sears, 1978). Según Mercado y Martínez (1691) el ruido se escuchó alrededor de quince minutos. La versión de Cassani (1741) nos aporta un dato diferente en cuanto a la duración, ya que dice que se sintió por más de un cuarto de hora, cerca de media hora, y nos cuenta que se sintieron tres explosiones: “No hubo persona que no se espantase, y que no lo oyese: al primer golpe dudaron, todos al segundo temieron: al tercero se aterraron, y con la perseverancia salieron de sí, y aún de sus casas, y aún de la ciudad...” Si bien es cierto que Joseph Cassani nunca estuvo en Bogotá, es posible que haya verificado el suceso a través de otros documentos y testigos diferentes a los que se han revisado. El ruido se sintió principalmente en el barrio de Santa Bárbara al sur de la ciudad, hacia donde salió el Presidente Gil de Cabrera y un grupo de personas El Astrolabio

que lo acompañaron creyendo que había ocurrido una invasión extranjera: Finalmente, otros decían escuchar como si se tratase de ejércitos formados en línea de combate prestos a pelear, oír el sonido de las trompetas llamando a combate, que los arcabuceros de cerca se disparaban y que con bolas incendiarias se hacían cruel daño, o bien afirmaban haber escuchado el estrépito que hacen los soldados al sacar los sables para el combate, o que ambas partes con toda clase de proyectiles incendiarios mutuamente se atacaban… (Mercado y Martínez, 1691, p.90)

Si bien el fenómeno que más se resalta en la narración es el sónico, la expresión “bolas y proyectiles incendiarios” puede dar a entender que algunos testigos pudieron haber observado el fenómeno visual de la caída del meteoroide. Es muy difícil observar el fenómeno lumínico debido a que la trayectoria visible del bólido suele durar 4 segundos y sólo en algunos casos puede alargarse hasta 20 segundos (Norton, 2002). Debido a la gran cantidad de explosiones que se oyeron los habitantes las interpretaron como si fueran carretas impulsadas: No faltan quienes aseguran que el ruido les parecía ser como el que producen las carretas por los empedrados, jaladas por caballos desbocados. Otros imaginaban que el estruendo era como el que suelen producir descomunales troncos al ser arrastrados por las plazas de las calles pavimentadas con piedras desiguales… (Mercado y Martínez, 1691, p.90).

En general, un observador casual primero escuchará las detonaciones de la parte inferior de la trayectoria y después oirá el retumbar de las zonas más distantes

13 de la misma. Los testigos que no pudieron ver el bólido siempre concluyen que el meteorito pasó por la dirección opuesta a la real debido a este confuso desplazamiento de los sonidos. Por lo tanto, el bólido que se escuchó en Bogotá debió pasar al norte de ella y como prueba de ello está el hecho que en Tunja también se celebraba misa en memoria del evento (Moreno, 2008). Durante la caída de un meteorito se han reportado olores característicos del azufre. Sears (1978) explica su origen debido al calentamiento de los sulfuros presentes en los meteoritos o por la reacción del aire ionizado, el cual recubre el bólido para producir ozono. Esta es una propiedad que se observa en reportes de diferentes épocas. El olor es usualmente descrito como azufrado o como el de la cebolla y permanece en el meteorito por horas o incluso días después de la caída, siendo poco probable que sean imaginados. Cassani (1741) describió lo experimentado en Bogotá así: Lo más singular fue, que todo el tiempo que duró este rumor, se esparció por el aire un pestilencial hedor de azufre, que ofendía al sentido: de esto fueron testigos todos aquellos a quienes bastó el ánimo para estar sobre sí, i muchísimos, que en un primer principio, antes que se turbase la fantasía, salían a las ventanas i al movimiento del aire les apestaba el olor, este quizás se les subiría a la cabeza, para no poder advertir luego su permanencia (p.90)

Otras caídas de meteoritos observadas se han registrado en la misma fecha o muy cercanas a la del ruido. La más importante es la lluvia de meteoritos de

Jilin (Kirin, China) sucedida el 8 de marzo de 1976, la cual es considerada como la segunda lluvia de meteoritos rocosos más grande, con más de dos toneladas recuperadas. Su paso por la atmósfera produjo una gran explosión que fue escuchada a 80 kilómetros de la ciudad de Jilin seguida de miles de sonidos semejantes a artillería; la masa principal tenía 1770 kilogramos y unos 200 meteoritos pequeños cayeron dentro de una estrecha cinta de 100 kilómetros cuadrados. El cuerpo fue catalogado como una condrita (Meteorite Research Group of Changchun College of Geology and Kirin Institute of Geological Sciences, 1976). El 9 de marzo de 1822 se vio un bólido tan brillante como la luna llena en Quebec, Montreal, Boston, Rhode Island, Pennsylvania, Vermont y Maine. Se escucharon dos fuertes explosiones, las ondas de choque afectaron varias casas y se sintió un fuerte olor a azufre (Lewis, 1997). Otra caída ocurrió en Nyland, Finlandia el 12 de marzo de 1899 cuya masa principal pesó 429.9 kilogramos (Muñoz, 2002). Si bien es claro que no se puede demostrar que el meteoroide que pasó sobre Bogotá está relacionado con los otros, lo que sí es posible es que el meteoroide no fuera muy grande, ya que los cuerpos pequeños sufren una gran fragmentación y, por lo tanto, generan numerosas explosiones debido a que alcanzan la atmósfera baja que tiene mayor densidad, tal y como sucedió en 1687 (Artimieva y Shuvalov, 2013). Es posible que sí hubieran sobrevivido meteoritos, pero debido a la amplia trayectoria que sobrevoló aunado a la escasa densidad poblacional de la región, estos pasaron desapercibidos por completo. Investigación y Ciencia del Gimnasio Campestre

14

Figura 6. La Melancolia de Alberto Durero.Tomado de https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/1/18/ Dürer_Melancholia_I.jpg?uselang=es

OBRAS DE ARTE Y FENÓMENOS NATURALES La hipótesis que generó esta investigación propone que el fenómeno sentido en 1687 en la parte central de Colombia, que debió ser de tal magnitud que llevó a los habitantes de Santafé de Bogotá a sufrir un caso de pánico colectivo, pudo quedar registrado en alguna obra de arte de la época. Así como en la historia del arte aparecen obras que muestran el paso de cometas como el Halley, visto en 1301 y representado por Giotto di Bondone como la estrella de Belén en su famoso cuadro de La adoración de los magos (Olson & Pasachoff, 2002) o la caída de un meteorito presente en la obra de Durero La Melancolía (Lewis, 1996) (figura 6). Los meteoritos han estado cayendo a la Tierra prácticamente desde que se formó El Astrolabio

el sistema solar. Sobre esto existen reportes muy antiguos como el de Sumeria alrededor del año 1900 a.C., o la descripción de dos fenómenos independientes cerca del año 650 a.C. en China y Grecia. Pero la historia reciente de los meteoritos comienza el 7 de noviembre de 1492 cuando una roca triangular cayó en un campo de labranza en la ciudad de Ensisheim Alsacia (Francia). Los campesinos la sacaron del agujero que había producido y la llevaron frente a la iglesia de la comunidad. Semanas después el emperador Maximiliano ordenó conservarlo en el templo ya que consideraba que la roca era un símbolo de protección divina. Al parecer, Alberto Durero observó el brillante bólido desde la población de Basel (Lewis, 1997). Este fenómeno también fue fuente de inspiración para el poeta suizo Sebastian Brandt, quien escribió un verso conmemorativo del fenómeno que fue muy difundido y causó un gran impacto en la opinión pública gracias a la reciente invención de la imprenta. Una de las tormentas más grandes de meteoritos observada por el ser humano tuvo lugar hace 182 años, el 13 de noviembre del año 1833, entre las 12:00 y 4:00 de la madrugada, en el este de los Estados Unidos de América. Esta tormenta fue observada por muchos, entre ellos Walt Whitman quien dejó un manuscrito sobre el evento. Otra obra de Whitman titulada Year of Meteors (1859-60) fue relacionada con el paso de un gran meteoroide fragmentado que entró rasante a la atmósfera de la Tierra, creando una procesión de meteoros el 20 de julio de 1860. Este fenómeno fue la referencia para varias pinturas, entre ellas The meteor of 1860 del artista Frederic Edwin Church, perteneciente a la “Escuela del

15 Rio Hudson” (Olson, Olson, Doescher & Pope, 2010). El Grito, del pintor Noruego Edward Munch, es una obra icónica en la historia del arte, perteneciente al expresionismo, donde aparece un color rojizo en la atmósfera y azul en las montañas, además de un personaje aterrorizado, lo que puede vincularse con un fenómeno natural sucedido en esa época a pesar que la teoría del arte establezca que dicho movimiento no busca, de ningún modo, registrar la manera como se ve la realidad. El expresionismo se dio a finales del siglo XIX y principios del siglo XX en Europa, como un movimiento que manifestaba la visión interior del artista, lo sentimental y emocional y no una interpretación objetiva sobre la apariencia de lo real, como era la intención del impresionismo con respecto a la luz. Thomas M. Messer, quien fue director de la Fundación Guggenheim, afirma que la experiencia vivida por Munch es totalmente interna y psicológica, ya que para él un cielo con la descripción de Munch es muy poco probable. Messer respalda lo que dice la teoría sobre el expresionismo como búsqueda de una realidad subjetiva donde los colores no corresponden a la realidad (figura 7). Una de las hipótesis sobre la fecha de elaboración de la pintura la plantea Reinold Heller, profesor de la Universidad de Chicago, quien afirma en su monografía de 1972 que el atardecer descrito por Munch solo pudo ser observado a finales del otoño de 1891, aunque Munch relató que el suceso ocurrió el 22 de Enero de 1892. Monica Bohm-Duchen (2001), señala que “nubes rojas y amarillas en forma de onda son una peculiaridad

climática del norte de Europa que con frecuencia fueron pintadas por artistas del norte” (p.164) y está de acuerdo en que se produjo por un evento sucedido probablemente en 1891. Por otro lado, Doescher, Olson, y Olson (2004) hicieron una investigación sobre eventos metereológicos sucedidos en enero de 1892 y que hayan podido afectar dramáticamente los cielos del norte de Europa. Esta búsqueda no tuvo éxito y propusieron la hipótesis según la cual el cuadro pudo haberse pintado muncho antes. Su investigación los llevó a encontrar que en los últimos meses de 1883 y los primeros de 1884 sucedieron los crepúsculos más espectaculares de los últimos 150 años. La explicación de este fenómeno tiene que ver con factores externos a Noruega y su causa pudo ser

Figura 7. El grito de Edward Munch. Tomado de http:// www.bloomberg.com/news/articles/2012-05-03/munch-s-thescream-sets-record-fetching-120-million

Investigación y Ciencia del Gimnasio Campestre

16 el volcán Krakatoa, ubicado entre las islas de Java y Sumatra. Este volcán hizo erupción el 27 de Agosto de 1883 y lanzó a la atmósfera inmensas cantidades de lo que se conoce como aerosol volcánico. Estos atardeceres se vieron primero en el hemisferio sur, después en el ecuador y eventualmente en el hemisferio norte a medida que los aerosoles se expandían alrededor del planeta en los meses siguientes. Los aerosoles volcánicos constan de partículas realmente densas y difíciles de remover de la atmósfera tales como agua, H2S, N2, CH4, H, He, CO, SO2, entre otros (Oppenheimer, Pyler & Barclay, 2003). La luz se compone de diferentes colores que al combinarse se percibe como un amarillo pálido. Lo que pasó en el atardecer de la obra de Munch pudo ser que los rayos solares, en su proceso

Figura 8. Santiago patrón de España de Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos (Pizano, 1985).

El Astrolabio

de entrada a la tierra, chocaron contra las grandes emisiones de aerosoles y estos sólo dejaron pasar la emisión roja de la luz; cuando la luz iluminó el cielo lo hizo de un color rojo intenso. Otro elemento extraño del cuadro es el color de las montañas. En el relato, Munch las describe de color azul lo cual tampoco es normal, pero este color corresponde a la teoría de óptica atmosférica. Gracias a esta calidad de luz y la influencia de la atmósfera las montañas obtuvieron un color azul profundo.

LOS METEORITOS DE GREGORIO VÁSQUEZ DE ARCE Y CEBALLOS Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos nació y vivió en Bogotá entre 1638 y 1711, por lo tanto posiblemente presenció la noche del ruido (Pizano, 1985). Este artista fue el más notable pintor del denominado estilo barroco hispano-americano en la Nueva Granada que se desarrolló entre 1650 y 1750. Vásquez realizó más de 500 pinturas, la mayoría de carácter religioso. Una revisión de la obra de este importante artista permitió identificar, en el excelente libro de Pizano (1985), una pintura en la que aparecen figuras de ángeles lanzando rocas, situación que podría considerarse una alegoría al fenómeno sentido en Bogotá si se acepta la hipótesis astronómica del paso de un bólido sobre los cielos de Santafé. El título de la obra es Santiago patrón de España y es uno de tres cuadros que hizo Vásquez sobre la presencia del apóstol Santiago apoyando a los españoles en la batalla de Clavijo contra los árabes en el año 844 (figura 8). Esta representación fue muy común durante la época colonial

17 en la América española y se les conoce como “Santiago Matamoros”. En la obra mencionada aparecen dos ángeles con las rocas en sus manos en actitud de lanzamiento, llevando sobre sus espaldas dos rocas oscuras más grandes. Un tercer ángel aparentemente ha lanzado otra piedra sobre el ejército moro. La fecha en que se hizo esta obra es desconocida pero se registra que fue robada en 1985. Las dimensiones de la obra eran 165 centímetros por 126 centímetros y es considerada, por Pizano (1985), como una de las mejores pinturas de Vásquez. Desafortunadamente la única imagen a color que se encontró, se encuentra cortada en la parte superior y no permite ver las figuras de los ángeles completamente. Vásquez fue de los pocos pintores que se dieron en lo que hoy es el territorio colombiano durante la época de la colonia, puesto que la influencia artística europea llegó tardíamente a Bogotá siendo epicentro artístico de la región la ciudad de Cuzco. Como es característico de este tipo de arte su intención era evangelizadora y llegó a nuestro territorio a través de algunas obras de maestros, de trabajos hechos en sus talleres y de algunos pintores menores de España, principalmente de la escuela sevillana. Esto llevó a una apropiación de la iconografía de la Iglesia Católica en los habitantes del nuevo continente que generó una gran demanda de obras de arte religioso a los pintores criollos, quienes utilizaban como referencia indispensable para respetar la iconografía imágenes impresas que llegaban de Europa (Londoño Vélez, 2013). La presencia de los ángeles lanzando piedras es bastante singular en el arte religioso colonial, ya que los

ángeles solían pintarse como adultos vestidos con ropajes propios de los soldados de la época y armados con un arcabuz (ángeles arcabuceros, invención de los pintores coloniales) en cuadros donde su figura era el elemento principal, o como infantes flotantes alrededor de algún santo como un elemento del fondo de la composición. Sin embargo, la singularidad de los ángeles pintados en el cuadro de Vásquez de Arce y Ceballos tuvo una posible intensión para explicar el movimiento de los astros y proviene de la filosofía aristotélica. Aristóteles planteó que una sola sustancia inmaterial presidía todos los cuerpos de la Tierra, a la que llamó Inteligencia agente, y también los cuerpos celestes que son movidos por sustancias espirituales, cuyo número intentó determinar por el número de movimientos que observó en dichos cuerpos. Sin embargo, no colocó ninguna sustancia espiritual que dominara directamente sobre los cuerpos de aquí abajo, a no ser tal vez el alma humana. Por su parte, Santo Tomás habló del dominio de los ángeles sobre las criaturas corporales y en el siguiente párrafo da una idea sobre el origen del movimiento de los cuerpos celestes. De todo lo cual se sigue que es naturalmente conforme a la naturaleza corporal ser movida directamente por la naturaleza espiritual con movimiento local. Tanto es así que los mismos filósofos afirmaron que, de hecho, los cuerpos supremos son movidos localmente por las sustancias espirituales; y vemos también que el movimiento con que el alma primero y principalmente mueve el cuerpo es el movimiento local (Santo Tomás, Suma Teológica - Parte I a - Cuestión 110) Investigación y Ciencia del Gimnasio Campestre

18 Más adelante Santo Tomás dice: “Pero los santos doctores afirmaron, coincidiendo en esto con ellos los platónicos, que a cada una de las diversas cosas corpóreas las presiden diversas sustancias espirituales”, y citando a Agustín de Hipona dice: “Cada una de las cosas visibles de este mundo tiene al frente de sí un poder angélico” (Suma teológica - Parte Ia - Cuestión 110) (figura 9). A finales del siglo XVI se aceptaban dos formas para explicar el movimiento de los cuerpos celestes: por inteligencias o ángeles y por una fuerza adicional que es causada por una inteligencia y que de algún modo imprimía una órbita celeste. Los Jesuitas de Coimbra y Giovanni Riccioli expresaron su opinión sobre la

Figura 9. Diagrama que muestra distancias dentro de la esfera sublunar, con los ángeles girando las asas de los polos. Tomado de http://www.bl.uk/catalogues/ illuminatedmanuscripts/ILLUMIN.ASP?Size=mid&IllID=8006

El Astrolabio

posibilidad de que un ángel podía transmitir un empuje o ímpetu a su órbita celeste. Los ángeles no eran asumidos como seres vivientes completos porque no se alimentaban y carecían de niveles de sensibilidad. Esto llevó a que los pensadores escolásticos tuvieran un poco de dificultad en asignar vida a lo inmaterial, a lo adimensional, a entidades espirituales como ángeles e inteligencias (Grant, 1994). Ahora bien, es conveniente saber qué era lo que se enseñaba al respecto en Bogotá a finales del siglo XVII. El padre Mateo Mimbela era un ilustre jesuita español que sirvió a la Academia y a la Compañía en la Nueva Granada durante la transición entre los siglos XVII y XVIII. Dictó la cátedra de filosofía en Santafé entre 1692 -1695 y 1698-1702, dentro de la cual incluyó un curso de cosmología en 1693. De esa docencia se conoce el libro Phisices tractatus, en el cual se encuentra el manuscrito Brevis tractatus de caelo et astros (Breve tratado del cielos y los astros). En este manuscrito Mimbela muestra un amplio conocimiento de las ideas modernas siendo un maestro con personalidad, contradiciendo en ocasiones a la cabeza de la escuela jesuítica, Francisco Suárez (Fajardo y Marquínez, 2004). Sobre los movimientos celestes en el apartado 68 de su obra se lee: Pese a todo, esta opinión no es satisfactoria, porque Dios nunca suele producir efectos naturales por sí solo, cuando hay una criatura a la que puede confiarle algo. Por tanto, hay que decir que el cielo y los astros son movidos por ángeles designados por Dios para tal oficio. La conclusión consta por lo anterior dicho, ya que si los cuerpos celestes no se mueven intrínsecamente y tampoco por

19 solo Dios, entonces se mueven por medio de ángeles. Esto se desprende de Job 9, 13: Bajo él se encorvan los que llevan el orbe. ¿Quiénes son estos portadores del orbe, sino los ángeles que pueden fácilmente, dada su eximia fortaleza y su eficacia, conducir continuamente en sus órbitas a los cuerpos celestes? (p.90)

De acuerdo con lo anterior, es posible que alguna persona, o el mismo pintor, hubiera sentido o visto caer los meteoritos. Aun así en el reporte de Mercado (1691) no hay indicio de ello, solo la frase “bolas y proyectiles incendiarios”, por lo que bien pudo haber representado en el cuadro Santiago Patrón de España a los ángeles lanzando rocas desde el cielo, según lo establecido en la cosmología de la época. De otro lado, también se sabe de la cercanía de Vásquez con los jesuitas; como lo manifiesta Pizano (1985) el pintor realizó varias obras para esta orden hasta 1693 y, por lo tanto, puede haber tenido un contacto con Mimbela u otro jesuita que pudo haberle explicado el fenómeno. Quizás el motivo de la batalla en este cuadro dio la oportunidad a Vásquez para expresar la hipótesis inicial de una invasión extranjera sobre Bogotá, debido al sonido semejante a artillería escuchado durante el fenómeno. Muchas caídas fueron reportadas en el mundo; sin embargo el hecho de que los meteoritos existieran fue tardíamente aceptado por la ciencia. Aun así, para finales del siglo XVIII muchos científicos se negaban a creer que podían caer rocas del cielo y su escepticismo se debía a que el mismo Newton afirmó que en el espacio interplanetario no podían existir cuerpos pequeños (McSween, 1987). En 1794 el físico alemán Ernst Chlandi publicó un libro, que se considera el

primero en estudiar científicamente a los meteoritos. El argüía que los meteoritos, o por lo menos aquellos compuestos por hierro metálico, ciertamente caían desde el espacio y por lo tanto su origen era extraterrestre. La respuesta de la comunidad científica de la época fue bastante fría, pero al año siguiente una lluvia de meteoritos cayó sobre Wold Cottage, Inglaterra, lo que permitió el análisis químico de una muestra que dio como resultado la presencia de Níquel en ella y llevó a que por primera vez se hiciera la descripción de un meteorito rocoso. Sin embargo, la actitud de la comunidad científica solo cambió en 1803, cuando cerca de tres mil rocas cayeron sobre la población de L’Aigle, Francia. El ministro del interior francés comisionó a Jean-Baptiste Biot, un joven miembro de la Academia Francesa de Ciencias, quien hizo un dramático y motivador reporte reconociendo a los meteoritos como un auténtico fenómeno de origen extraterrestre.

CONCLUSIÓN La narración del fenómeno sónico sentido el 9 de marzo de 1687 en Bogotá, durante el período colonial, contiene una descripción de fenómenos característicos del paso de un meteoroide, tales como ondas sónicas, explosiones y olores a azufre. El evento no fue ficticio o insignificante; tampoco es una historia para asustar incautos, sino que constituye un fenómeno natural que han vivido numerosas culturas y que se repetirá en el futuro. El arte es un herramienta valiosa para la ciencia en diferentes aspectos, uno de ellos es el de proveer información presente en imágenes o palabras que Investigación y Ciencia del Gimnasio Campestre

20 pueden funcionar como un registro visual o escrito de fenómenos naturales.

Grant, E. (1994). Planets, Stars, and Orbs. The Medieval Cosmos, 1200-1687. New York: Cambridge University Press.

Gregorio Vásquez Arce y Ceballos vivió en la época del fenómeno llamado el tiempo del ruido y fue testigo de la situación de pánico colectivo que se vivió en Bogotá; una de sus obras podría aportar pruebas para el esclarecimiento de este fenómeno. En su Santiago Patrón de España, aparecen figuras de ángeles lanzando piedras, imagen que constituye una representación alegórica y muy creativa de acuerdo a la Cosmología de la época ante la caída de meteoritos.

Groot, J. M. (1889). Historia Eclesiástica y Civil de la Nueva Granada: Editorial ABC. Bogotá.

LISTA DE REFERENCIAS Artimieva N. & Shuvalov V.(2013). Let the sky fall. Meteorite. Vol 19 No 2.2013 Bohm-Duchen M.(2001). The private life of a master piece. University of California Pres. Berkley and Los Angeles. BBC. Cassani, Joseph. (1741). Historia de la Provincia dc la Compañía de Jesús del Nuevo Reino de Granada. Imprenta y Librería de Manuel Fernández. Madrid. Doescher, R., Olson, D. & Olson M. (2004).When the sky ran red: the story behind The Scream. Sky & Telescope Feb. 2004: 28+. Academic OneFile. Web. 20 Aug. 20. Durán y Diaz, J. (1794). Guía de forasteros del Nuevo Reyno de Granada según el estado actual en el presente año de 1793. Bogotá. D. Antonio Espinosa de los Monteros. Libros raros y manuscritos. Biblioteca Luis Ángel Arango Fajardo J. y Gutiérrez A. (2014). Cartas de la Provincia del Nuevo Reino de Granada. Carta No 10. Archivo Histórico Juan Manuel Pacheco. Fajardo y Gutiérrez. Editores. Pontificia Universidad Javeriana. Fajardo, J. y Marquínez, G. (2004). Breve tratado del cielo y los astros del Maestro Javeriano Mateo Mimbela. Archivo Histórico Javeriano. Pontificia Universidad Javeriana. García Márquez, G. (1980). Cien años de soledad. Santafé de Bogotá. Círculo de Lectores. El Astrolabio

Lewis, J. (1997). Rain of Iron and Ice. Addison Wesley Publishing Company, Inc. Keay, C. (1980). Anomalous sounds from the entry of meteors fireballs. Science 210: 11-15. Londoño Vélez, S. (2013). Panorama de la pintura en la colonia. Credencial Historia Nº 309, septiembre de 2013. McSween H. (1999). Meteorites and their Parent Planets. Cambridge University Press. Mercado, P. y Martinez J. (1691). Portentosus quidam stridor Sancta Fide exauditus, quo expergefacti multi ad meliorem revocati sunt frugem recensetur. Comentaris eorum quae gesta sunt a Patrib, Socie-tais Iesu Provinciae Novi Regni Granatensis ad anno millesimo sexcentesimo octogésimo quarto ad annum millesimum sexcentesimum nonagesimum. Archivun Romanun Societatis Iesu NR et Quit 15-2, páginas 90-94. Archivo Histórico Javeriano Muñoz-Espadas, J. (2002). The meteorite collection of the National Museum of Natural Sciences, Madrid, Spain: An updated catalog. Meteoritics & Planetary Science 37 (Supplement), B89–B95. Meteorite Research Group of Changchun College of Geology and Kirin Institute of Geological Sciences. (1976). A shower of stone meteorite in Kirin Provice, China. Moreno, F. y Portilla G.(2006). Hipótesis astronómica al misterioso ruido escuchado en Santafé de Bogotá el domingo 9 de marzo de 1687. Rev. de la Acad. Col. de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.Vol. XXX. 116. Bogotá: 321-330 Moreno, F. (2008). Nuevos aportes para la explicación del misterioso y portentoso Ruido Escuchado en Santafé de Bogotá el 9 de Marzo de 1687. Revista El Astrolabio, Vol 6 No. 2 ________ (2008). Traducción del reporte original del ruido escuchado en Santafé de Bogotá el domingo 9 de Marzo de 1687. Revista El Astrolabio, Vol 7 No. 2 Norton R. (2002). The Cambridge Encyclopedia of Meteorites. Cambridge University Press. Ocampo, J. (2001). Mitos y leyendas bogotanas. Plaza & Janés.Editores Colombia S.A., Bogotá. Oppenheimer, C., Pyler D. M., & Barclay, J. (2003). Volcanic degassing. Geological Society Special pub-

21

lication number 213. Geological Society London. Olson,D., Olson, M., Doescher, R. & Pope. (2010). Walt Whitman’s Year of Meteors. Sky & Telescope. July 2010. Pizano R. (1985). Gregorio Vásquez de Arce y Caballos. Editorial Siglo Dieciseis. Popova, O. et al. (2013). Chelyabinsk Airburst, Damage Assessment, Meteorite Recovery and Characterization. Science, 342 (2013). Ramírez M. de S. (1795). Raro suceso que debe excitar las reflexiones filosóficas de la ilustrada juventud de nuestro tiempo, y aún despertar la reflexión de algunos espíritus piadosos. Papel Periódico de Santa Fe de Bogotá. Números: 179 a 184. Recuperado el 10 de marzo de 2016 de http://www. banrepcultural.org/blaavirtual/historia/papelperiodico-de-santa-fe-de-bogota/v5/Papel%20 periodico_no179_baja.pdf Ramírez, Jesús Emilio. (1975). Historia de los terremotos en Colombia. Instituto Geográfico Agustín Codazzi. Segunda edición Ribero, J. (1728). Historia de las misiones de los llanos de Casanare i los ríos Orinoco y Meta. Empresa Nacional de Publicaciones. Bogotá. 1956. Santo Tomás de Aquino. Suma Teológica - Parte Ia Cuestión 110 Sobre el dominio de los ángeles sobre la criatura corporal. Recuperado el 10 de marzo de 2016 de http://hjg.com.ar/sumat/a/c110.html Última actualización: septiembre 2/2015 Sears D. (1978). The nature and origin of meteorites. Monographs on Astronomical Subjects: 5. Adam Hilger Ltd. Bristol: 24 – 37 Yeomans, D. & Chodas, P. (2013). Additional Details on the Large Fireball Event over Russia on Feb. 15, 2013. NASA/JPL Near-Earth Object Program Office.

Investigación y Ciencia del Gimnasio Campestre

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.