Los mercados de futuros y su impacto sobre la seguridad alimentaria

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Descripción

Grau en Ciències Polítiques i de l’Administració Treball de fi de Grau (21686) Curs acadèmic 2013-2014

LOS MERCADOS DE FUTUROS Y SU IMPACTO SOBRE LA SEGURIDAD ALIMENTARIA

Ivan Sierra Romera 146222

Tutor/a del treball: Josep Ibañez

DECLARACIÓ D’AUTORIA I ORIGINALITAT Jo, Ivan Sierra Romera, certifico que el present treball no ha estat presentat per a l’avaluació de cap altra assignatura, ja sigui en part o en la seva totalitat. Certifico també que el seu contingut és original i que en sóc l’únic/a autor/a, no incloent cap material anteriorment publicat o escrit per altres persones llevat d’aquells casos indicats al llarg del text. Com a autor/a de la memòria original d’aquest Treball Fi de Grau autoritzo la UPF a dipositar-la i publicar-la a l’eRepositori: Repositori Digital de la UPF, http://repositori.upf.edu, o en qualsevol altra plataforma digital creada per o participada per la Universitat, d’accés obert per Internet. Aquesta autorització té caràcter indefinit, gratuït i no exclusiu, és a dir, sóc lliure de publicar-la en qualsevol altre lloc. Ivan Sierra Romera Sheffield, 11 de Juny de 2014

Abstract La preocupación entorno a los problemas alimentarios y su seguridad ha aflorado con fuerza en los últimos años debido a la irrupción de una de las crisis alimentarias más severas de la historia. Pese a la asiduidad de los problemas relacionados con el hambre en el mundo, parece haberse instalado un consenso tanto a nivel institucional como académico entorno a la existencia de un cambio sin precedentes entorno al trato de las materias primas, especialmente en lo que se refiera a su dimensión financiera. El propósito de este ensayo es determinar y desarrollar en que medida ha existido una relación entre los mercados de futuros financieros y la seguridad alimentaria a nivel global. Para ello, se ofrecerán una serie de motivos vinculados a la globalización y su carácter subjetivo así como pruebas empíricas que respalden estos argumentos. Palabras clave: materias primas, futuros, seguridad alimentaria, globalización, neoliberalismo.

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1.INTRODUCCIÓN

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2.ÁNALISIS DE LOS MERCADOS DE FUTUROS CLÁSICOS

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2.1.Origen y desarrollo de los mercados

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2.2.Funciones principales del mercado de futuros

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2.3.La vinculación entre el mercado a futuro y efectivo

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3.EL PROCESO DE CAMBIO EN EL SECTOR AGROALIMENTARIO: GLOBALIZACIÓN Y DESREGULACIÓN

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3.1.La globalización del sistema agroalimentario

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3.2.La desregulación de los mercados de futuros agrícolas

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3.3.Conceptualizando el cambio: distanciamiento y financialización

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4.IMPLICACIONES DEL PROCESO DE GLOBALIZACIÓN AGRÍCOLA SOBRE LA SEGURIDAD ALIMENTARIA

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4.1.Redefiniendo la seguridad alimentaria

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4.2.Impacto de los de mercados de futuros sobre la seguridad alimentaria

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CONCLUSIONES

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BIBLIOGRAFIA

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ANEXO

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1. INTRODUCCIÓN “We stopped eating lunch, and saved the little we had to eat for supper. We drank tea without sugar and sometimes we also missed breakfast. I had to travel so much to wash clothes to get money for food, but sometimes I was so weak I fell down”. Violet Waithira. Madre soltera. Kenya.

Durante la primavera de 2007 el sistema internacional experimentó el inicio de la “peor crisis alimentaria de la historia moderna”1. La causa de tal declaración fue el aumento de los precios alimentarios en el mercado real y financiero, especialmente los cereales, que sacudieron la economía global con incrementos que alcanzaron el 88% anual entre 2007 y 20082. Los primeros informes de la Organización para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas señalaron un aumento anual de 75 millones de personas en el número de población mundial desnutrida, incrementando la cifra total hasta los 923 millones de personas a finales de ese mismo año (FAO, 2008). De forma paralela, los efectos de esta situación no tardaron en traducirse más allá del mercado a través de manifestaciones, incidentes y brotes de violencia a lo largo de la mayoría de continentes, acarreando incluso la muerte de manifestantes en lugares como Senegal, Camerún o Mozambique. El alcance global de la crisis y su fuerte impacto sobre los objetivos del Milenio y el comercio destacaron este fenómeno, que entraría de lleno en la agenda internacional tras la primera reunión del G-8 sobre agricultura de la historia (Reuters, 2009). Rompiendo el habitual discurso económico, algunas voces empezaron a apuntar la necesidad de regular la dimensión financiera de la alimentación a nivel global, una tendencia en auge desde inicios del milenio y uno de los primeros factores identificados como cruciales en el nuevo alcance de esta crisis. Siguiendo la brecha abierta por este debate, este trabajo pretende explorar la relación entre mercados financieros y seguridad alimentaria como un hecho diferencial de la actual situación respecto a crisis anteriores. De manera concreta, el objetivo principal de esta investigación es conocer y determinar si ha existido una relación entre los mercados de futuros y la seguridad alimentaria a nivel global.

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Alexander Müller, Subdirector General de la FAO, durante la Conferencia mundial sobre la biodiversidad biológica, 2008. V. Anexo: Figuras 1a y 1b.

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Con este propósito, los objetivos de esta investigación serán identificar cuales han sido los principales procesos y dinámicas que han propiciado o permitido dicha influencia y cuales son – si las hubiera – las consecuencias de esta relación sobre la seguridad alimentaria de los diferentes estados del sistema internacional. A través de una aproximación propia de la economía política internacional, este trabajo presentará tanto motivos económicos como políticos para defender la existencia de una relación de impacto entre ambos conceptos. Como refuerzo a su tesis, se expondrán datos y hechos que relacionen dichas consecuencias con el desarrollo de un movimiento de carácter político-económico, la globalización, y una corriente de pensamiento, el neoliberalismo, como principales impulsores y responsables de este cambio. Con dichos fines, este articulo se estructurará entorno a diversas secciones: En el primer tramo, se introducirá el principal elemento financiero relativo a las materias primas: los mercados de futuros, sus principales características y funciones. La parte central desarrollará el papel de la globalización y el neoliberalismo a la hora de cambiar las dinámicas y naturaleza del sistema agroalimentario como conjunto y de los mercados de futuros en concreto. Finalmente, la última sección de este trabajo busca reseñar las consecuencias de esta variación del mercado sobre la seguridad alimentaria en distintos niveles del sistema internacional. 2. ANÁLISIS DE LOS MERCADOS DE FUTUROS DE MATERIAS PRIMAS “Many contemporary [nineteenth century] critics were suspicious of a form of business in which one man sold what he did not own to another who did not want it” Morton Rothstein, 1966.

A lo largo de los años, los mercados de futuros ejercieron un papel central en el mantenimiento de la seguridad alimentaria a través de dos vías principales: el acceso de campesinos y empresarios agrícolas a la financiación, y la estabilidad y control de precios a través de la coordinación de mercado. La intención de esta sección inicial es desarrollar los procesos, mecanismos y funciones que permitieron la utilidad de estos mecanismos financieros y su vinculación con los mercados reales. 2.1. Origen y desarrollo de los mercados El desarrollo de los primeros mercados organizados de intercambio de commodities presentó un patrón similar en los distintos lugares dónde estos se desarrollaron a lo 5

largo de los siglos XVII y XIX: nada más allá que la convergencia de intereses comerciales y el deseo de facilitar los procesos diarios relacionados con la venta de materias primas (Paul, 1976), dando paso a la creación de pequeñas organizaciones de afiliación restringida con dichos propósitos en puntos clave debido a sus grandes flujos comerciales. El primer país en oficializar y regular dichos intercambios fue el Japón de la era Tokugawa; iniciado en 1715, el apoyo y beneplácito a la creación de futuros sobre el arroz buscaba evitar su constante depreciación y la consiguiente pérdida de poder adquisitivo de los samuráis (Moss y Kintgen, 2010). Ya en Europa, se crearon focos de transacción de materias primas que, sin contar en muchas ocasiones con una estructura y emplazamiento oficial ni el beneplácito de los gobiernos3, fueron relevándose en el liderazgo continental desde Antwerp (s.XVI) a Ámsterdam (s.XVII), hasta llegar a la City of London del XVIII. Durante la siguiente décadas el foco pasaría a la ciudad de Chicago, dónde la introducción de regulaciones como la estandarización de contratos y medidas (1859), favorecerían la unificación de mercados y establecería las bases de la actual Chicago Board of Trade. Más allá de intereses comerciales, las propias características de los mercados de materias primas, principalmente su homogeneidad de producto y la volatilidad derivada de los múltiples factores que pueden interferir en su oferta y demanda (Carlton, 1984), fueron los elementos más concluyentes para hacer crecer entre productores y vendedores precio-aceptantes la necesidad de establecer mecanismos que los resguardaran de dichos riesgos. En respuesta a estas necesidades, los futuros transformaron la homogeneidad teórica de los productos en una homogeneidad mercantil a través de la fijación de estándares de calidad y cantidad predeterminados sancionados por un contrato. De igual forma, el establecimiento de ciertos mecanismos y un marco autorregulado, el mercado propiamente dicho, permitió la monitorización y control de los precios, disminuyendo su carácter variable.

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Buena cuenta de ello da la legislación americana: “At the federal level, between 1880 and 1920, there were some 200 bills introduced in the US Congress aimed at regulating derivative security trading, though few bills made it out of committee (Markham 1987, p.6-9).” (Poitras,2009)

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Este hecho, que permitió a los futuros distanciarse de otros contratos como los contratos a plazo o forwards, se fomentó en la creación de una serie de autoridades mercantiles que aseguraron el cumplimiento de los contratos y permitieron coordinar las acciones del mercado. Desde su creación hasta nuestros días, las Cámaras de Compensación (Clearing House) han supervisado y regulado el conjunto de transacciones y posiciones en el mercado, en el que actúan como intermediarias entre las partes, con la intención de mantener las características que definen los intercambios a futuro y su competencia a través de diferentes acciones: i. Registro y restricción de miembros – Existen diversos niveles y requisitos de membresía en función del capital, así como una relación de los diferentes participantes en el mercado. Estas exigencias propician un mercado reducido de actores que ejercen como intermediarios y representantes de grupos de clientes, estableciendo así un doble control y asegurando una cierta estabilidad en el mercado. ii. Garantías o Margins – Se trata del importe que compradores y vendedores deben depositar para acceder y mantener su posición sobre un contrato, que nunca es igual al valor total del activo subyacente. Al final del día, la Cámara liquida las posiciones en base a las variaciones del mercado, por lo que sus participantes deben contar con un margen de mantenimiento dónde se sumen o descuenten las variaciones en el precio de su contrato. iii. Control de captura – Se establecen límites de contratos – posiciones abiertas –, impidiendo situaciones de dominación en el mercado. Con el mismo fin, la reducción se estrecha con el transcurso de los plazos para evitar el control de precios en las fechas de entrega. iv. Límites de fluctuación y precio – Se fijan límites inferiores y superiores a la fluctuación del precio, asegurando la solvencia de los operadores tras su liquidación diaria. Del mismo modo, se prevé un mecanismo de control escalonado que suavice las subidas y bajadas de precios, con el objetivo de evitar una excesiva volatilidad de precios. 2.3. Funciones principales del mercado a futuro Dadas sus características e independientemente de las variaciones contextuales entre los primeros focos de negociación o entre estos y los mercados actuales, los mercados de 7

futuros han venido a cubrir dos necesidades básicas en lo que al intercambio de materias primas se refiere: i.

Reducción del riesgo

ii.

Revelación de precios

Cada una de estas funciones se ha tendido a asociar con uno de los actores clásicos del mercado. En el primer de los casos, la reducción del riesgo ha sido empleada por aquellas partes involucradas en la producción del activo subyacente como productores, acopiadores, procesadores o exportadores, todos ellos conocidos como hedgers. La intención de estos actores es utilizar los futuros para cubrirse del riesgo, protegiendo un precio determinado ante la volatilidad del mercado a fin de evitar potenciales pérdidas. Un agricultor en cobertura corta4 venderá contratos fijando un precio acorde al mercado. Si este precio sube, el agricultor sufrirá pérdidas en el mercado de futuros pero podrá compensarlo vendiendo su producción a mayor precio. Aquellos productores con cobertura larga compraran a un determinado precio, si este sube recibirán un rendimiento en el mercado de futuros, que será invertido en cubrir el aumento del precio de la materia en el mercado real. A lo largo de la historia de los mercados, esta función ha sido básica ya que ha permitido aumentar la certeza de los cálculos de coste y beneficio por parte de estos actores permitiendo, entre otras cosas, asegurar las decisiones de siembra. La segunda función del mercado, de manera contraria, es posible gracias a la existencia de actores que no comparten la aversión al riesgo recientemente descrita. En un mercado históricamente reducido, la existencia de especuladores atraídos por el amplio apalancamiento de los mercados futuros aseguro a los hedgers la existencia constante de una contraparte y la liquidez suficiente para hacer funcionar el mercado. Estos especuladores tienen en cuenta el valor de los activos en su posesión, por lo que están constantemente informados de todos los factores que influyen en su precio con la intención de adelantar cualquier variación en estos que pudiera comportarles beneficios o pérdidas. A través de esta actividad, los especuladores permiten al mercado, de forma indirecta, proyectar un nivel de precios verídico regido de manera completa por la ley de oferta y demanda.

4 Nótese, de ahora en adelante, la equivalencia entre el término cobertura corta y venda de contratos. De forma inversa, la relación entre cobertura larga y compra de futuros.

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2.3. La vinculación entre el mercado de futuro y el mercado real Existe un amplio consenso a nivel teórico y empírico sobre la cointegración entre los mercados a futuro y los mercados reales o de efectivo de los activos subyacentes de estos contratos (Molainen, 2012). Este hecho se debe a dos factores principales: i) la determinación del precio en ambos mercados a partir del mismo número de factores, ii) la función del mercado de futuro como un anunciador eficiente e imparcial del mercado efectivo (Kellard, 2002) Según lo descrito por el teorema de la paridad futuro – efectivo, el precio de los contratos futuros tenderá a igualarse con el del mercado real o efectivo a medida que se acerque la fecha de entrega ya que ambos están determinados por los mismos factores exógenos. Cuando no se dé la situación descrita por este teorema, se dará paso al arbitraje en el mercado futuro, esto es, la liquidación de todas las posiciones en el mercado futuro que permiten su aproximación al precio real de la mercancía. En un contexto dónde los precios de futuros sean más altos que los precios reales ante una entrega futura, los actores acortaran – venderán – sus contratos de futuros y utilizarán ese ingreso para comprar el activo subyacente en el mercado real a un precio inferior al beneficio obtenido en los mercados futuros. La generalización de esta tendencia provocará que los precios futuros bajen – debido al exceso de oferta – mientras que los precios reales aumentarán – debido al exceso de demanda –. Debido a este proceso de arbitraje, al llegar al plazo de entrega los precios de ambos mercados convergerán, siempre y cuando estos sean eficientes. Como complemento al arbitraje, la fluida interacción del mercado de futuro, resultado de sus bajos costes de transacción (Tse, 1999) y el uso de nuevas tecnologías en el intercambio financiero, han dotado al mercado de un carácter transparente y accesible en cuanto a datos de oferta y demanda se refiere (Hernández y Torero, 2010). Este hecho ha permitido que las transacciones fuera del mercado de futuros – como los forwards – tomen como referencia el precio del mercado, favoreciendo la interrelación entre precios a futuro y precios efectivos. En síntesis, tras repasar los principales aspectos del mercado de futuros, cabe reseñar el carácter instrumental que éste tiene para los actores que lo integran. Éste aparece como un elemento impulsor de cooperación en la medida en que permite establecer una relación win-to-win entre hedgers y especuladores debido a la confianza forjada a través de los compromisos creíbles que censura la Cámara de Compensación y las normas que 9

esta supervisa. Se establece así una interrelación: el mercado depende de este equilibrio para funcionar mientras que este equilibrio requiere del mercado para mantener sus funciones. Esta sinergia fue el motor que permitió a los mercados de futuros crecer y asegurar sus funciones a lo largo del tiempo. 3. EL PROCESO DE CAMBIO EN EL SECTOR AGROALIMENTARIO: GLOBALIZACIÓN Y DESREGULACIÓN “Commodities had died. We sat there every day and the market wouldn’t move. People left. They couldn’t make a living anymore.” Steven Rothbert, 2010

Dados sus beneficios, los mercados de futuros fueron una pieza fundamental en el desarrollo de los sistemas alimenticios de los países desarrollados, favoreciendo el paso desde sistemas agrícolas tradicionales hasta nuevos engranajes agroalimentarios de alcance estatal que se consolidaron a inicios del siglo XX. Sin embargo, tras su consolidación en los principales polos económicos, tanto los mercados a futuro de commodities como los sistemas agroalimentarios dónde se ubicaban, se vieron envueltos en un proceso – la globalización – y una orientación de la economía internacional – el neoliberalismo – que alteraron las funciones y naturaleza de ambas estructuras y el comportamiento de sus actores de una forma crítica para la seguridad alimentaria. 3.1. La globalización del sistema agroalimentario La globalización del sistema agroalimentario ha sido el principal output del proceso de securitización (Waever, 1999) de las necesidades alimentarias. Como es propio de los procesos de aproximación a conceptos esencialmente controvertidos (Gallie, 1956), el enfoque internacional respecto al acceso al alimento se ha visto condicionado por la percepción y preferencias de los países más avanzados que, en el caso de la seguridad alimentaria, basaron dicho desarrollo en la reproducción de su propia experiencia. Durante la posguerra, estos países se desarrollaron bajo el Segundo Régimen Alimenticio (Friedmann y McMichael, 1989), basado en la intensificación industrial de la agricultura a través de subsidios y la creación de grandes conglomerados empresariales, obteniendo grandes éxitos respecto a la generación de excedentes. Debido a ello, el debate sobre la seguridad alimentaria se instaló entorno a la importancia del tejido agrícola industrial y las cuestiones referentes a la oferta alimentaria (Gross y otros, 2000) dando paso a un conjunto de políticas prominentes del Norte marcadas por dichos términos (Holt-Giménez, 2008).

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La primera de estas herramientas fue la ayuda alimentaria, la US Legislation PL480 de 1954 – más tarde conocida como iniciativa Food for Peace – sentó las bases de las primeras acciones de los países desarrollados, centrándose en la transferencia de excedentes de producción hacía naciones con necesidades alimentarias urgentes. Pese a su mantenimiento, con el transcurso de los años esta iniciativa se ha visto marcada por dos críticas principales: su vinculación a objetivos de política exterior, que ha provocado que entre el 50 y el 90% de la ayuda norteamericana (USAID) se vincule, aún hoy, a acuerdos bilaterales de comercio (Barret y Maxwell, 2005) y, en segundo lugar, la escasa efectividad de estas políticas a largo plazo debido a su yerma incidencia sobre la capacidad productiva de los países afectados. Ante la percepción de esta inefectividad, la política de los países en desarrollo se amplió durante los años 70 hacía políticas enfocadas al aumentó de la oferta en los países menos desarrollados (Anderson y Cook, 1999) a través de diversas políticas centradas en la tecnología agrícola y el comercio. En el primero de estos campos, la Revolución Verde (1960´-90) destacó por su volumen e incidencia. Impulsada por diversas fundaciones privadas5, se basó en la introducción de semillas genéticamente modificadas y nuevos productos químicos orientados a aumentar la productividad agrícola. Pese a su aparente éxito, este proceso no estuvo exento de externalidades como la monopolización de semillas y el consiguiente control de las empresas occidentales sobre estos países. En México y Asia, por ejemplo, el aumentó de la productividad se igualó al incremento del número de personas hambrientas (11%), acompañado por un descenso del 90% en la biodiversidad de cultivos (Lappé y otros, 1998). En paralelo al avance tecnológico planteado por la Revolución Verde y apoyado por el empuje de las instituciones nacidas en el seno de los acuerdos de Bretton Woods, el otro frente de este proceso se situó en la reconversión económica de los países en vías desarrollados a través de Programas de Ajuste Estructural (1980-90). Ofreciendo el mercado como solución, estas instituciones promovieron cambios en las políticas regulativas de los países en vías de desarrollo enfocados a abrir sus mercados internos y su exposición al comercio internacional a través de la eliminación de aranceles, garantías de precios y otras políticas de mismo enfoque. Durante estos años, la ayuda de dichas instituciones se supeditó a estos requisitos, favoreciendo el cambio de los 5

La investigación y promoción fue principalmente encabezada por la Rockefeller Foundation y la Ford Foundation, ambas establecidas en Nueva York y con una gran tradición filantrópica.

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sistemas agrícolas de estas economías en desarrollo hacía modelos basados en la exportación de productos exóticos o tropicales. Tras esta apertura inicial, la globalización del sistema agroalimentario se confirmó a través de la firma de acuerdos de libre comercio y las acciones y tratados desarrollados en el marco de la Organización Mundial del Comercio. Durante los últimos compases del siglo XX, se extendió la firma de acuerdos regionales comúnmente impulsados por países occidentales, tales como el NAFTA o el CAFTA, con resultados dispares para sus miembros6. De la misma forma, los acuerdos de la OMC han signifcado la vía de consolidación de estas tendencias, principalmente a través del Agreement on TradeRelated Aspects of Intellectual Property Rights (TRIPS) y la inclusión de los bienes agrícolas en los GATTS después de la Ronda Uruguay (1986-93). Ambas medidas han servido de guardián de la desregulación de los mercados financieros y reales a través de la supervisión de la disciplina de regulación doméstica por parte de organismos como el Grupo de Trabajo sobre Regulación Doméstica, que han impedido la protección de los sectores agrícolas nacionales, restringiendo el abanico de soluciones políticas de los gobiernos afectados por situaciones de inseguridad alimentaria (Garretón y otros, 2011). En definitiva, el proceso de globalización del sistema agroalimentario fruto de la inadecuada securitización de la seguridad alimentaria, configuró un contexto internacional basado en la desregulación y el lasseiz fair empresarial mientras que redujo la intervención política al nivel humanitario, entregada a la resolución (no siempre adecuada) de las fallas de mercado (Campbell, 2012). Las principales consecuencias de este proceso han sido, por una parte, el establecimiento de una situación de dependencia a la ayuda y comercio procedente de los polos desarrollados, principalmente canalizada a través de empresas privadas, por parte del Sur7. Por otro, la existencia de un sistema regulatorio dual a nivel global (Gónzalez, 2010) que, de manera paradójica, ha propiciado una situación dónde los países impulsores de este proceso han proseguido la protección de sus sectores agrícolas en paralelo al control de la regulación de los países en desarrollo favoreciendo situaciones de dumping en los mercados de estos últimos a favor del Norte. Entre 1995 – año de entrada en vigor de la Ronda Uruguay – y 2005 el soporte total estimado a la

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El número de desplazados en México como consecuencia de la firma del tratado NAFTA se ha cifrado en 2 millones de personas según algunas fuentes (Lyon y Moberg, 2010). 7 V. Anexo: Figuras 2, 3 y 4.

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agricultura como porcentaje de la producción ha pasado en los países de la OCDE del 46.93 al 44.26% (OCDE, 2010)8. 3.2. La desregulación de los mercados de futuros agrícolas Pese a que el empuje de la aproximación neoliberal ha tenido su dimensión más notable en el plano internacional, especialmente en la relación entre los países desarrollados y subdesarrollados (Duffield, 2002), sus efectos también se han dado en el marco regulador interno de los países desarrollados. Con más del 36% del comercio de futuros y opciones a nivel mundial en su territorio (Acworth, 2013) y su liderazgo e importancia a nivel internacional, los EUA representan el caso más significativo para analizar este proceso. Como se ha observado en el inicio de este artículo, el mercado de futuros despertó desconfianza sobre sus resultados desde su creación en el siglo XIX (Ghosh, 2010). En el caso americano, tras amplias campañas en contra de los intercambios a futuro la Grain Futures Act restringió todos los intercambios de futuros hacía los mercados oficiales en 1922. Dicha ley sería seguida de otras medidas encaminadas a aumentar la transparencia y control de estos mecanismos: el establecimiento de límites de posición a actores no vinculados con el producto a intercambiar (entiéndase, actores financieros o no comerciales) en 1936 y la creación de la Commodity Futures Trading Commission como órgano regulador federal en 1974. Sin embargo, esta tendencia restrictiva finalizaría en la era Reagan cuando la deriva neoliberal a nivel nacional e internacional propiciaron un cambio en la aproximación estatal a los mercados entre los años 80 y 90. Durante este periodo, se relajó el control federal así cómo los límites a la inversión no comercial en los mercados a través de la expedición de no action letters, autorizaciones a bancos de inversión para exceder los límites de posición como forma de cobertura ante sus inversiones en los mercados financieros. Muchos autores han señalado el interés de los bancos de inversión tras la decisión de abrir la puerta a estas acciones. En los años 80 estos habían empezado a incentivar de manera activa la venta de derivados basados en materias primas a sus inversores (Clapp, 2012). Entre estos nuevos productos se destacaron los fondos de índices de materias primas – commodity index funds –, derivados financieros que tomaron su valor del 8

La política de la UE es ilustrativa en este caso: en mitad de la Ronda Uruguay se aprobó la Ley de Regorma McSharry (1992) en la que las subvenciones explícitas a los precios se transformaron en subsidios medioambientales con el fin de esquivar la regulación.

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intercambio de materias, dónde los productos agrícolas representaron un tercio del total. Índices como el SP’s Goldman Sachs Index o el Dow Jones AIG Index permitieron a los inversores una exposición a los mercados de materias primas sin necesidad de disponer de la capacidad de capital o conocimiento que estos requieren, a la vez que permitían a bancos ofrecer un producto derivado procedente del regulado mercado de futuros en intercambios en el (no regulado) mercado extrabursátil o over-the-counter. La Commodity Futures Modernisation Act del 2000 codificó y asentó esta dinámica dejando el mercado extrabursátil fuera de la supervisión de la CFTC y consolidando esta situación. Este cambio convertía a un grupo de especuladores en hedgers, abriendo el camino a la diversificación de carteras y la cobertura financiera en los mercados de commodities. Se empezaron a extender las operaciones de replicación a través de las cuales los bancos de inversión y especuladores de índices tomaron posiciones en los mercados a futuro de materias primas para cubrir sus inversiones especulativas relacionadas con este tipo de productos. Gracias a este sistema, estos actores especulativos podrían recuperar las pérdidas de ocasionales subidas de los índices a través de la posesión y posterior venta de futuros de las materias primas que los forman. El cambio en los mercados: los nuevos mercados de futuros En el anterior escenario, los mercados de futuros funcionaban como gestores del riesgo comercial, vinculándose al mercado real a través de la monitorización eficiente de la oferta y la demanda de un determinado producto. A través de estas acciones, los nuevos mercados de futuros se han convertido en un refugio para la especulación financiera y un corredor para la influencia de las dinámicas especulativas sobre el mercado real (Russi, 2013). Ésta tendencia aumentó exponencialmente, especialmente en el segundo lustro del siglo XXI9, alterando la configuración de los actores del mercado y sus principales funcionalidades. En primer lugar, tal y como se ha observado en estas últimas páginas, el proceso de desregulación del mercado alteró la composición de los actores del mercado10. El paso a este nuevo status quo provocó tanto la transformación de los actores dominantes del mercado como la incursión de nuevos jugadores.

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V. Anexo: Figura 5. Los traders vinculados a índices de materias primas aumentaron de los 30.000 contratos diarios en 2004 hasta los 220.000 en el pico especulativo de 2008. Entre 2006 -08 estos traders ostentaron entre el 30 y el 50% de los contratos de compra de futuros de trigo en Chicago. V. Anexo: Figura 6.

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En el primero de los casos, las grandes empresas del sector, conocidas como ABCD11, no dudaron en adaptarse rápidamente. Su fuerte dominación del mercado – controlaban el 73% del comercio de grano mundial en 2003 (Burch y Lawrence, 2012) – y el mayor margen de acción que poseían dada su condición como actores comerciales, facilitó su conversión y expansión hacía las operaciones y servicios de carácter financiero. Su duplicidad comercial-especulativa se convirtió por tanto en un nuevo riesgo, más teniendo en cuenta el carácter opaco y oligopólico de estas empresas. En segunda instancia, la creación de derivados y la desregulación del mercado permitieron la entrada en el mercado de nuevos actores puramente especulativos atraídos por la cobertura del mercado y los favorables precios de las materias primas provocados por la devaluación del dólar12. Los mayores implicados en los procesos de compra e inversión durante este proceso fueron inversores institucionales como compañías de seguros, fondos de pensiones y fondos de cobertura y deuda soberana entre otros, en definitiva, organismos que gestionan fondos por un valor superior a los 46 mil billones de dólares (BIS, 2007). De acuerdo a las estimaciones, las inversiones de estos actores aumentaron de 6 mil millones de dólares en 2001 a 400 mil millones de dólares en 2011 en los mercados de futuros (UN, 2011b). En el caso específico de los mercados de futuros agrícolas, su inversión aumentó de los 6 mil millones en 2002 a 320 mil millones en 2011 (Buxton y otros, 2012). La segunda de las consecuencias del proceso de desregulación ha sido su impacto sobre las principales funciones y mecanismos del mercado, especialmente: el equilibrio entre hedgers y especuladores, el descubrimiento de precios y la estabilidad del mercado. En el primero de los casos, es evidente que las nuevas dinámicas han quebrado la esencial simbiosis entre cobertura y especulación, decantando la balanza a favor de la segunda y provocando una inundación de capital en el mercado de futuros. Los nuevos actores del mercado se identifican por dos hechos diferenciales: i) escenifican el paso de una especulación informada a una especulación desinformada, en la medida en que estos nuevos inversores no tienen un conocimiento profundo del mercado más allá de sus variaciones (O’Hara, 1995), ii) han provocado un exceso en el número de contratos debido a la cobertura especulativa, creando una inversión de las dinámicas del mercado.

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El acrónimo ABCD define a las empresas Archer Daniels Midland (EEUU), Bunge Ltd. (Bermuda), Cargill (EEUU) y Louis Dreyfus Commodities (Francia). 12 La devaluación de la moneda americana – 22% en los cincos años transcurridos entre 2002 y 2007 – ha sido señalada por muchos como la principal causa del atractivo del mercado, reforzado por el superciclo de materias primas.

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Si bien los coberturistas clásicos ejercían esta cobertura a través de la venda de contratos, los nuevos coberturistas financieros la ejercen a través de la compra de títulos. Por este motivo, cualquier factor que provoque una mayor necesidad de cobertura de estos nuevos actores – como una situación de crisis financiera – conllevará un aumento en la demanda de contratos de futuros y, por tanto, un aumento en los precios de los alimentos. En segundo término, la introducción de estos procesos de compra no comercial ha mermado la capacidad del mercado a la hora de descubrir el precio de las materias primas. La ampliación de las bases13 – diferencia entre el precio del contrato futuro y el precio del mercado efectivo – han sido una constante a lo largo de los últimos años debido al incremento artificial o no comercial de la demanda de contratos basados en materias primas. Al no responder a las dinámicas de oferta y demanda relacionadas con la producción de alimentos, se ha provocado el fallo de todos los teoremas de eficiencia que vinculaban el mercado a futuro con el mercado real, impidiendo la monitorización de precios entre ambos. Por último y como suma de los dos factores anteriores, se ha incrementado la fragilidad del intercambio tanto en su nivel de volatilidad como de imprevisibilidad, debido a la entrada de estos nuevos factores no comerciales en las dinámicas del mercado. Según datos de la FAO, en Marzo de 2008 la volatilidad del mercado de futuro alcanzó un punto un 60% por encima de cualquiera variación que pudiera ser explicada en términos de oferta y demanda comerciales. Esta nueva etapa también se ha destacado por la extrema velocidad de los cambios. Los precios del trigo, por ejemplo, subieron un 46% entre el 10 de Enero y el 26 de Febrero de 2008 tras lo que iniciaron un ligero descenso para volver a repicar otra vez un 21% en Junio. En los últimos 10 años el mecanismo de alarma sobre volatilidad excesiva de los mercados a futuros de materias primas elaborado por el IFPRI14 ha atravesado 15 momentos de alarma, en que la excesiva variación de precios ha superado las expectativas esperadas por los factores de oferta y demanda endógenos al mercado. 3.3. Conceptualizando el cambio: distanciamiento y financialización Diversos autores críticos respecto a los procesos de globalización y desregulación aquí estudiados han teorizado e ilustrado el proceso que nos ocupa con algunos conceptos 13 14

V. Anexo: Figura 7. V. Anexo: Figura 8.

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que pueden ser de gran utilidad para conectar estos eventos con la relación de causas que finalizará este trabajo. Entre todos estos, dada su relevancia, cabe destacar dos características del nuevo sistema resultante: el distanciamiento y la financialización. El distanciamiento entre productores y consumidores de un servicio se puede dar a través de diversas vías como el espacio geográfico o un desigual poder de negociación y agencia (Princen, 1997). La existencia de un mayor distanciamiento entre las diversas partes del sistema limita la información sobre los procesos de producción y las relaciones sociales entre las distintas fases del ciclo productivo. Este hecho permite a los actores dominantes – corporaciones en este caso – externalizar costes a nivel económico y medioambiental sobre los consumidores resguardados en la sombra del consumo (Dauvergne, 2008). Este hecho tiene un impacto notable sobre la capacidad regulatoria de los estados, ya que debilita su capacidad de reconocimiento y análisis ante el problema, así como la toma de decisiones al respecto (Princen y otros, 2002). En nuestro caso este hecho ha permitido que, pese al incremento de precios a nivel mundial, la búsqueda de causas y responsables haya sido difusa y, cuanto menos, compleja. La segunda tendencia experimentada, más identificable si cabe, ha sido el proceso de financialización experimentado por el sistema agroalimentario. Esto es, la creciente importancia los motivos financieros, las instituciones financieras y sus elites en el funcionamiento del mercado y las instituciones que lo rigen a nivel nacional e internacional (Epstein, 2005). Este proceso se ha caracterizado por la abstracción de las materias primas respecto a su forma física a través de diferentes productos como los índices, swaps agrícolas o fondos negociables en el mercado y la introducción de dinámicas propias de lo que en los 90 fue acuñado por Susan Strange como capitalismo de casino (Strange, 1997) con actores caracterizados por su falta de interés real en el producto subyacente con el que están especulando, difuminando el interés comercial y la finalidad del mercado. A lo largo de los años 90 se dio una creciente convergencia entre las acciones de los bancos de inversión y las empresas de comercialización de MP y productos alimenticios en cuanto a servicios y productos (Burch y Lawrence, 2009), hecho que no hizo más que expandirse tras la entrada en vigor de la CMFA en el 2000. Los fondos de índices sobre materias primas incrementaron su valor de 15 mil millones de dólares a 200 mil millones en 2008 (US Senate, 2009), mientras que el número de 17

contratos de futuros se dobló entre 2005 y 2008 hasta los 400 mil millones de dólares. Esta tendencia en los mercados a futuro de materias primas podría ser entendida como una metáfora del cuco. Podemos hablar de un secuestro del mercado en la medida en que éste se ha adulterado y se han desviado sus mecánicas y objetivos hacía la acumulación de capital. Al igual que las crías del cuco, estas instituciones financieras tomaron una estructura ya creada y sus dinámicas como vía de alimento para sus beneficios a la vez que expulsaban a los habitantes habituales del mercado. Aunque pueda parecer paradójico, en un contexto frágil e interconectado como el que caracteriza al sistema agroalimentario post-globalización, el principal mecanismo de control y estabilización del sistema se ha tornado volátil y un factor más de inestabilidad. 4. IMPLICACIONES DEL PROCESO DE GLOBALIZACIÓN AGRÍCOLA SOBRE LA SEGURIDAD ALIMENTARIA “We have never seen anything like this before. This isn’t just any commodity. It is food, and people need to eat.”Jeff Voge , 2012.

Las diferentes variaciones analizadas han llevado a la aceptación del inicio de una nueva etapa en cuanto a la evolución de los sistemas agroalimentarios. Pese a la variante de conceptos empleados, el régimen alimentario corporativo (McMichael, 1992), régimen alimentario corporativo-medioambiental (Friedmann, 2005) o régimen neoliberal (Pechlaner y Otero, 2010) se ha caracterizado, como ya se ha observado, por dos tendencias básicas: el intento de construir un sistema agroalimentario de carácter global y la disminución del rol del Estado, principalmente en su faceta regulativa. Como se ha podido observar, los mercados de futuros han jugado un papel determinante en este proceso. Por una parte, han supuesto la puerta de entrada para los nuevos actores que, a través de sus acciones, han sentado las bases de esta nueva fase. Por otra, el uso indebido de los mecanismos del mercado ha permitido la acumulación de capital necesaria para la reproducción y mantenimiento del actual sistema. Tras conocer las causas y características de este nuevo sistema y el rol ejercido por los mercados, disponemos ya de información suficiente para identificar qué factores han existido y cómo han influido en la seguridad alimentaria.

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4.1. Redefiniendo la seguridad alimentaria Tras la ineficacia mostrada por las definiciones basadas en factores de oferta y autosuficiencia alimentaria surgidas a raíz del proceso de securitización, durante los años 80 se produjo un cisma entre las instituciones defensoras de este enfoque – principalmente aquellas vinculadas a los acuerdos de Bretton Woods – y las organizaciones vinculadas a las Naciones Unidas. Desde entonces el concepto de seguridad ha vivido diversos cambios (Maxwell, 1996) enfocados a resaltar la figura del individuo y su percepción como actor principal, priorizando los factores sociales y culturales que se han sumado a aquellos de corte económico (Løvendal y otros, 2004). En los últimos años se ha definido un marco de consenso (Hunt y Mooney, 2009) entorno a la seguridad alimentaria que ha asentado una definición mayoritaria descrita como “el acceso físico, social y económico a alimentos suficientes, seguros y nutritivos que cumplan sus necesidades dietéticas y preferencias para una vida activa y saludable” (World Food Summit, 1999)aunque con diversas aproximaciones respecto a su trato. De manera generalizada se ha aceptado la existencia de seguridad alimentaria en aquellos casos dónde existe disponibilidad física de alimento, acceso económico y físico a los productos deseados, una utilización adecuada de éstos y un nivel de estabilidad que permita el mantenimiento de todos estos factores. El cumplimiento de estos requisitos se puede observar a través de una aproximación sistémica al sector agroalimentario (Malassis y Ghersi 1992). En el siguiente apartado se diferenciarán dos grandes tipos de sistemas agroalimentarios en el sistema internacional construidos a partir de los modelos rurales propuestos por la OCDE (Thompson y otros, 2007): por una parte los sistemas agroalimentarios desarrollados, característicos de los países más avanzados, formados por un complejo de grandes compañías y productores de menor tamaño con un acceso fluido a la financiación y los mercados de futuros. Su producción se destina mayormente al comercio y, en el caso de los mayores actores, juegan un papel importante en el desarrollo de políticas. En el otro extremo, los sistemas agroalimentarios subdesarrollados, propios de los países en vías de desarrollo, se caracterizan por su falta de acceso a la financiación y su enfoque hacia la subsistencia. Los individuos que forman parte de estos sistemas suelen trabajar la tierra de manera comunal o a cuenta de terceros, por lo que a penas cubren sus

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necesidades y están altamente expuestos a la capacidad estatal y el tejido social para obtener un sustento económico. 4.2. Impacto de los mercados de futuros sobre la seguridad alimentaria El impacto principal de los efectos derivados del mercado de futuro y el nuevo sistema agroalimentario global incidirán en estos sistemas en la medida en que estos estén conectados a la transmisión de precios internacional así como a su nivel de desarrollo interno, el nivel de seguridad del que dispongan sus hogares y las diferencias de estos impactos a nivel individual. Como observaremos, pese al intento de crear un sistema de carácter global ninguna de las políticas estudiadas a lo largo de este artículo, no sólo no han conseguido reducir estas diferencias, sino que las han agravado. Impacto sobre los sistemas desarrollados El primer efecto que cabe destacar en estos sistemas es el aumento de la desigualdad entre grandes corporaciones y agricultores. Tal y como se ha ilustrado a través de la metáfora del cuco, los agricultores de estos países han visto como sus posibilidades de participación en el mercado disminuían a medida que avanzaba el proceso de financialización del sistema agroalimentario. Los pequeños y medianos productores han visto, por un lado, como un mecanismo usado a lo largo de tres siglos se tornaba gradualmente más complejo hasta el punto de exigir un conocimiento técnico avanzado debido al número de dinámicas y actores involucrados. Por otro, el volumen de compra de contratos ostentado por los actores especulativos a través de la replicación y el consiguiente aumento de precios15 ha conllevado un incremento de los márgenes diarios exigidos por las Clearing House16para mantener posiciones abiertas en el mercado, aumentando de manera notable el coste de financiación de estos agricultores, su endeudamiento, y su dependencia del estado debido a esta exclusión (Breger Bush, 2012). En segundo lugar, la existencia de nuevos operadores ruido (FAO, 2010) ha provocado una distorsión en la toma de decisiones básicas de los actores clásicos del mercado 15

V. Anexo: Figura 9

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En el período de dos años comprendido entre 2006 y 2008 el coste de cobertura para un comerciante de grano aumentó entorno al 300% en Estados Unidos (NGFA, 2008).

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fruto del descenso en la eficiencia del mercado. La interferencia de estos actores ha llegado también al mercado real, dónde el uso de contratos forward basados en precios de futuros – el elemento más usado por los agricultores no participantes en los mercados – se ha visto afectado por las distorsiones de precio y el distanciamiento entre los mercados a futuro y reales (Spratt, 2013) impidiendo que pequeños y medianos productores pudieran beneficiarse del aumento de precios. De la misma forma, las variaciones de precios exógenas al sector agrícola, han dificultado la decisión de siembra en manos de pequeños productores que han conllevado situaciones de desajuste productivo con exceso de oferta en etapas de precios artificialmente altos y escasez durante las dinámicas inversas (Ghosh, 2010). En tercer lugar, la acumulación de capital por parte de grandes corporaciones y actores financieros ha favorecido la extensión del proceso de financialización a lo largo del sistemas, desde el comercio de semillas hasta la venta al por menor de productos. Debido a este proceso, se ha generalizado la priorización de dinámicas económicas como la rentabilidad y la eficiencia que están convirtiendo los sistemas desarrollados en territorio de gigantes corporativos con todos los riesgos que esto comporta, como la marginalización de pequeños y medianos agricultores, la monopolización a lo largo de las fases del sistema y el aumento de la inseguridad de los trabajadores que lo integran. Por último, a nivel familiar e individual, la inestabilidad del mercado y su tendencia alcista ha agravado y comportado la creación de bolsas de pobreza en los sistemas desarrollados. Pese a no ser un fenómeno originado a raíz del alimento, la inestabilidad de precios ha incidido también sobre la desigualdad en las sociedades económicamente avanzadas aumentando el número de nuevos pobres. En los Estados Unidos, sin ir más lejos, el número de familias de bajo ingreso que han visto alterados sus dietas y hábitos alimentarios aumentó desde los 36,2 millones de personas en 2007 hasta los 49,1 en 2008 (Nord y otros, 2009). De manera general, podemos ver que pese a contar con una disponibilidad de alimentos constante que acerca estos sistemas más a términos como el mal uso que a la escasez, los sistemas agroalimentarios desarrollados han enfrentado en los últimos años problemas de acceso así como una desigual vulnerabilidad de algunos colectivos ante las fluctuaciones de precios, especialmente los granjeros de bajo o medio poder adquisitivo y las poblaciones urbanas con bajos ingresos. Esta situación deriva de un proceso que es progresivamente menos plural y que ha favorecido el establecimiento de 21

grandes encadenamientos industriales que han marginalizado a los productores de menor tamaño. Impacto sobre los sistemas subdesarrollados En el contexto de estos sistemas, el mayor efecto de la volatilidad de precios ha sido la reducción del poder adquisitivo de las familias. El presupuesto destinado a alimentación supone entre el 20 y el 30% del presupuesto familiar de los países de renta media mientras que en los países en desarrollo éste aumenta hasta una orquilla comprendida entre el 30 y el 80%. Por este motivo las variaciones extremas de los precios tienen efectos mayores en estos países que, además, cuentan con una menor cantidad absoluta de poder adquisitivo que se ve agravado por la falta de ajuste entre los sueldos, principalmente bajos, y las subidas eventuales de precios. La falta de recursos, especialmente en las poblaciones urbanas, comporta una disminución en la medida de las porciones y la frecuencia de las ingestas que, en períodos de tiempo sostenidos, puede acarrear un incremento notable tanto en el número de personas bajo el umbral de la pobreza como en la mortalidad de la población. El segundo factor a tener en cuenta es el elevado valor calórico de las materias primas de origen cereal en estos países. Pese al aumento de la ingesta de proteína animal, el principal sustento calórico de los países en desarrollo siguen siendo los cereales, que forman entre el 50 y el 60% de la cantidad de alimento ingerido en estas comunidades (FAO, 2003). Este hecho, unido a la exposición de estos países a la importación de materias primas fruto del proceso globalizador, convierte la volatilidad de precios en un factor de riesgo extremo17. Por todos estos factores, la variabilidad e imprevisibilidad de los precios agrícolas a conllevado el agravamiento de la pobreza familiar tanto en focos urbanos como rurales. Los primeros han recibido el impacto directo del aumento de precios dada su condición como compradores netos de alimentos. Los segundos, aunque parezca contradictorio dado el carácter de subsistencia de la agricultura en estos países, han visto disminuida su seguridad debido a su situación en el mercado laboral o la posesión de minifundios que les han impedido beneficiarse del alza de precios de una manera equivalente a las corporaciones e inversores del Norte. Esto se debe principalmente a la escasez de infraestructuras de comercialización tales como vías de comunicación o mercados organizados para los pequeños productores de los países en desarrollo. 17

V. Anexo: Figura 10

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Pese a que los precios agrícolas han aumentado en estos países de igual forma que en los países desarrollados18, estas condiciones han limitado la capacidad de estos pequeños actores para fijar el precio de sus productos, dejando a los medianos y grandes agricultores del sistema como únicos beneficiados netos de esta situación. Además de estos factores directos, los agricultores de estos sistemas han sufrido el principal impacto de los efectos de la acumulación de capital corporativo y especulativo en el sistema agroalimentario. Tal y como se ha apuntado, los mercados de futuros y su captación por agentes especulativos han permitido una acumulación de beneficios que se ha enfocado a nuevos campos del sistema como la compra y adquisición de tierra agrícola. Por ejemplo en 2009, un año después del máximo en los precios agrícolas, alrededor de 60 millones de hectáreas fueron adquiridas en África, una superficie igual a la de Francia (Shepard y Mitta, 2009). Estos procesos de compra han sido respaldados y facilitados por organismos como el Banco Mundial como una etapa más en la apertura comercial de estos países, causando daños importantes sobre el volumen de tierras cultivables, el acceso al alimento en poblaciones rurales y la erosión medioambiental, en paralelo al refuerzo de la dependencia de estos países respecto a los polos económicos del Norte. Como resultado de todo lo anterior, los sistemas agroalimentarios subdesarrollados presentan una ecuación de factores altamente volátil formada por la unión de sueldos bajos, escasas fuentes de ingreso y altos costes de servicios. Si se une a este continuo la existencia de precios volátiles o sostenidamente altos, se arroga a la población a una serie de trade-offs dramáticos para la situación individual de algunos grupos sociales. Los colectivos más afectados por estas decisiones han sido la población más joven, obligada a abandonar la escuela para entrar a formar parte del sistema productivo en busca de nuevos ingresos

así cómo las mujeres, debido a la composición y

estructuración social de muchos de estos países (Mi Young Park y otros, 2013). Cabe destacar también que, más allá de la evidente falta de energía física derivada de la falta de alimento, existen otros efectos como las bajas tasas de escolarización, situaciones de estrés, violencia doméstica, prostitución y largas jornadas laborales que afectan a los colectivos más desfavorecidos (Heltberg y otros, 2013). A nivel nacional, este conjunto de situaciones han evidenciado las consecuencias del proceso de globalización sobre los Estados en vías de desarrollo. Estos países han 18

V. Anexo: Figura 11.

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afrontado, por una parte, el aumento del precio sobre sus balanzas comerciales deficitarias debido a su exposición al mercado internacional. De la misma forma, han observado como el precio de las materias primas influía sobre las transferencias de ayuda humanitaria recibida por parte de terceros países debido a los diseños erróneos o ineficientes de estas políticas. En el caso de las UN por ejemplo, el Programa Mundial de Alimentos está determinado por una cantidad asignada anualmente y distribuida entre los más de 2000 proyectos aprobados que cubren aproximadamente a 73 millones de personas– (US Senate, 2009). Un aumentó inesperado de los alimentos, por tanto, tiene efectos fatales para el alcance de los objetivos de esta red de proyectos ya de disminuye el presupuesto relativo para cada proyecto. Por otra parte, debido al interés comercial existente detrás de la ayuda humanitaria, esta ha acusado descensos en contextos de precios altos ya que los proveedores privados de dicha ayuda preferien venderla en el mercado antes que transferirla a sus estados a precios inferiores. La evidencia más impactante de la ineficiencia de este sistema de ayudas se reflejó en el año 2011, cuando la inversión especulativa en las materias primas agrícolas sumó un valor 20 veces superior al de la ayuda agrícola internacional del total de países del mundo (The Independent, 2012) En resumen, podemos observar en primer lugar como la exposición y dependencia de estos países respecto al mercado internacional ha favorecido un transmisión de precios que, pese a no ser igual en todos los países (Yang y otros, 2003), se ha generalizado entre todos los sistemas agrícolas menos desarrollados. Por otra parte, estos mismos países han acusado en mayor medida estas variaciones debido tanto a sus condiciones internas como a la falta de políticas regulativas efectivas o correctas con las que hacer frente a las consecuencias internas de las dinámicas internacionales debido a la falta de información, conocimiento y recursos. 5. CONCLUSIONES Los motivos expuestos a lo largo de este trabajo, especialmente en su último tramo, confirman la existencia de una relación entre el mercado de futuros de materias primas y la seguridad alimentaria global. Sin intención de ahondar en motivos indirectos como los derivados del aumento de la pobreza, se han expuesto en estas páginas las diferentes vías por las que se ha manifestado esta relación. A través de la distinción entre sistemas desarrollados y subdesarrollados, se ha observado cómo estos primeros se han visto más expuestos a las dinámicas propias de la financialización del mercado debido a su 24

proximidad y uso de los mercados de futuro mientras que los segundos se han visto más influidos por las dinámicas del distanciamiento y los efectos de la globalización (fallida) de los sistemas agroalimentarios. Más allá de la hipótesis principal, este artículo ha querido destacar algunos aspectos reseñables. En primer lugar, el carácter neutral y eficiente de los mercados a futuro de materias primas que, a diferencia de otros instrumentos o productos financieros, posee (o poseyó) un carácter instrumental para los intereses comerciales del mercado agrícola, siendo una pieza clave en su desarrollo. Por tanto, los mercados de futuros no son una amenaza para la seguridad alimentaria per se sino el uso indebido que de estos se ha hecho. En segundo lugar, independientemente del debate existente sobre el peso que ha jugado en la creación de las recientes crisis alimentarias, la desregulación de los mercados financieros y la consecuente metáfora del cuco aquí descrita han alterado de manera evidente la naturaleza de los mercados convirtiéndolos en un foco de volatilidad y transmisión de inestabilidad procedente de otros sectores de la economía. Sin embargo, el efecto de los mercados sobre la seguridad no puede aislarse del contexto de fragilidad estatal que ha caracterizado la situación posterior a la globalización del mercado agrícola. Los efectos nocivos del cambio en las dinámicas del mercado son causa y consecuencia de dicho cambio y podrán ser contrarestados en la medida en que se avance en una devolución de los procesos de apertura extrema y control mercantil de los países más afectados. Por último, pese a la crítica implícita que se ha desarrollado en estas páginas, este artículo ni quiere ni debe significar una aproximación de carácter ideológico a ningún planteamiento sino una exposición de hechos que muestra las consecuencias de un determinado pensamiento – el neoliberalismo – sobre un determinado campo – la seguridad alimentaria –. Sin embargo, quien suscribe estas palabras no puede desaprovechar esta ocasión para exponer la investigación desarrollada en estas páginas como un ejemplo en la lucha contra la reificación acuñada por Berger y Luckmann. Nuestra ciencia es social, y por tanto, del hombre. No debemos caer en el error de obviar la causalidad más básica: la que conecta nuestros actos con los fenómenos sociales, especialmente en lo referente a la economía y la pobreza, campos clave en este trabajo.

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Tomar conciencia de ello es el primer paso hacía un análisis de la situación sincero y eficiente que permita diseñar e implementar políticas, tanto a nivel nacional como internacional, enfocadas a una protección eficaz de la alimentación y su seguridad. El futuro del sistema alimenticio, que debe sustentar a 9 mil millones de personas en 2050, parece un incentivo suficiente para avanzar en este sentido.

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32

ANEXO Figura 1a. Evolución del índice de precios de alimentos y cereales (2002-2004=100).

Fuente: Elaboración propia a partir de FAOSTAT. Figura 1b. Evolución del precio de los contratos de futuros de trigo (1998-2014).

Fuente: Elaboración propia a partir de IFPRI. Disponible en: http://goo.gl/YQIP6S {Último acceso 11 Jun. 2014]

33

Figura 2. Evolución del ratio de dependencia respecto a importaciones para regiones y grupos de países seleccionados.

Fuente: Elaboración propia a partir de FAOSTAT. Disponible en: http://goo.gl/uWvOTO [Último acceso 11 Jun. 2014]

Figura 3. Evolución del balance comercial de los países menos desarrollados (19612006)

Fuente: Clapp, 2012.

34

Figura 4. Balance comercial de las zonas seleccionadas respecto a Trigo (1), Maíz (2) y Soja (3) (en miles de toneladas).

Fuente: Elaboración propia a partir de FAOSTAT Disponible en: http://goo.gl/uWvOTO [Último acceso 11 Jun. 2014]

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Figura 5. Evolución del tamaño del mercado de futuros de materías primas

Fuente: Masters y White en Lilliston y Ranallo, 2011.

Figura 6. Distribución de actores con posiciones largas en el mercado a futuros de trigo KBOT (izq.) y CBOT.

Fuente: Elaboración propia a partir de Sanders et.al. 2010.

36

Figura 7. Evolución de la diferencia entre el precio de futuros y el precio de mercado (bases) en el trigo de Chicago (2000-2009).

Fuente: US Senate, 2009 Figura 8. Retorno de los contratos de futuro para Hard Wheat (CBOT), las franjas rojas marcan los periodos de alarma por volatilidad excesiva.

Fuente: IFPRI. Disponible en: http://goo.gl/hD7M2M [Último acceso 11 Jun. 2014] 37

Figura 9. Correlación entre valor de los contratos no regulados (OTC) y el índice de precios de materías primas

Fuente: Ghosh en Lilliston y Ranallo, 2011.

Figura 10. Evolución en el valor de las importaciones para grupos de países seleccionados (en miles de dólares)

Fuente: Elaboración propia a partir de FAOSTAT. Disponible en: http://goo.gl/uWvOTO [Último acceso 11 Jun. 2014]

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Figura 11. Evolución de los índices de precios al productor de trigo de principales países exportadores (1) y selección de países importadores netos de trigo (2) (20042006=100).

Fuente: Elaboración propia a partir de FAOSTAT. Disponible en: http://goo.gl/uWvOTO [Último acceso 11 Jun. 2014]

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