Los límites de la humanidad

September 11, 2017 | Autor: Jacinto Choza | Categoría: Filosofía de la Cultura
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Descripción

Los límites de la humanidad Brenda Paola Treviño Torres A01136933 Tecnológico de Monterrey [email protected]

Resumen En este trabajo se exploran los límites de la humanidad de acuerdo al período paleolítico, neolítico y postneolítico. Hace un recorrido de la distintas maneras en que se definían los límites de la humanidad en estas épocas y busca definir lo que era considerado valioso para cada época y así establecer su relación con el lenguaje y con la economía. Finalmente hace una breve descripción de lo que puede ser considerado como humano en la actualidad, seguida de una pequeña prospectiva sobre la posible redefinición de los límites de la humanidad en el futuro, debido a la constante evolución y progreso que acompaña al crecimiento demográfico.

Palabras clave: humanidad, lenguaje, economía, límites

Introducción La humanidad como concepto no ha estado presente desde inicios de la historia ni desde los primeros habitantes en sus primeros asentamientos. Fue la necesidad de encontrar y definir el lugar del hombre en el mundo lo que llevó a poco a poco tratar de marcar los límites de lo que hacía al ser vivo ser humano. En la búsqueda por hacer notar esta diferencia de lo que no es humano fue que se fueron definiendo las características de lo que sí constituye a la humanidad y a partir de lo cual fue posible decir si algo podía pertenecer a la humanidad y por lo tanto era acreedor a ciertos derechos y a una condición de vida que debe ser respetada.

Definición de la humanidad La idea de definir los límites de lo humano surge como respuesta a las interacciones entre los seres humanos considerados los primeros habitantes del planeta. Conforme van creciendo las poblaciones aumentan los referentes a los que se debe enfrentar cada persona van definiendo su condición de humano y es a partir de esta comparación que se pueden establecer los límites de lo que es semejante y por tanto humano y lo que no lo es. A la par de la necesidad de definirse como algo separado a los demás, surge el proceso de definición personal; el otro es lo que yo no soy, por lo tanto lo que yo soy esta dado en función de mi singularidad. Los límites de lo humano están dados a partir de lo que se considera que está dentro y fuera de la norma. Si algo no va de acuerdo con lo que se es capaz de asimilar como

similar, entonces corresponde a algo que se encuentra fuera de lo humano. Los parámetros con base a los cuales se define lo humano varían dependiendo de la época que se está viviendo. Los límites que eran válidos en un período particular pueden perder su relevancia en el próximo; lo que ahora es considerado importante, posiblemente era tomado como irrelevante o simplemente no existía en épocas anteriores y por lo tanto no podía ser considerado como una fuente de delimitación. De acuerdo con la separación antropológica de las principales épocas de los seres humanos es posible dividir la historia en un periodo paleolítico, uno neolítico y uno post-neolítico. Cada uno está definido por diferentes características, lo que era importante en un periodo no era prioridad en el siguiente. Esta reestructuración de las formas de vida trae consigo una necesidad de redefinir la condición humana y establecer nuevamente los límites de lo que puede ser considerado humano. Surgen o desaparecen recursos para expresar lo humano y lo que es valioso varía a la par por lo que las fronteras que se expanden o se comprimen conducen obligadamente a redefinir a la humanidad.

Paleolítico Este período se ha definido como el que se encuentra previo al establecimiento de la polis y se rastrean sus orígenes hasta el siglo XV a. C.. Tiene como una de sus principales características considerar como máximo bien raíz a la mujer como se muestra en la figura 1; la necesidad prioritaria de este período era asegurar la supervivencia de la raza humana, las

poblaciones eran grupos de 50 personas y su lugar en el mundo no era algo certero. La visión a futuro no era una posibilidad ya que su objetivo era únicamente sobrevivir y certificar que su especie seguiría estando presente; su vida era fugaz, para los estándares de hoy, por lo que sus acciones iban encaminadas más que nada a la preservación de la especie. Paleolítico

Mujer  

Neolítico

Post-neolítico

Tierra  

Dinero  

Figura 1. Evolución del principal bien raíz. Las interacciones entre humanos se daban como respuesta a la necesidad de garantizar su seguridad. Subsistir era la prioridad para los habitantes de la época; ser o existir no eran debates que hubieran aparecido en ese momento. El ser humano en esa época necesitaba identificarse como ser que habitaba la tierra y para lograr esta identificación el humano buscaba “tomar posesión de sí mismo” [1] a través de marcas visuales y sonoras en su cuerpo, tatuajes y expresiones sonoras de identidad eran una expresión común del ser humano. El humano libre de ese momento era aquel que se poseía a sí mismo y que no lo poseía nadie más [2], y se podía definir como libre de acuerdo a como tomara posesión de sí mismo. Nace al mismo tiempo la necesidad de identificarse como parte del grupo, debido sobre todo a que era esta unidad social la que permitía su supervivencia. Este grupo era pequeño y permitía distinguir a quienes eran semejantes de quienes eran diferentes. En este momento no existe separación entre la tribu y el hombre, la figura del individuo no era pensada en este momento, un hombre se reconocía como humano por ser parte de un grupo particular, sin este grupo de origen no había otra manera de identificarse como ser humano. De esta manera se establecen los primeros límites de lo humano: humano es todo aquel que se encuentra dentro de los límites de la tribu, si algo logra existir fuera de el grupo no puede poseer entonces las cualidades que lo han de caracterizar como humano. Eventualmente las tribus se ven obligadas a reunirse entre ellas por lo que ahora se convierte en necesario englobar a varias tribus dentro del concepto de humanidad que antes había sido tan limitado. Ahora

se reconoce a los miembros de otras tribus como humanos a pesar de pertenecer a diferentes grupos sociales. Conforme las poblaciones van aumentando en número de habitantes es necesario redefinir las fronteras de lo que se puede considerar humano o no [2]. Ya no es posible excluir a los miembros de otras tribus de la idea de humano debido a que se encuentra que comparte características que hacen notar sus semejanzas más que sus diferencias. La necesidad de interacción entre las diferentes tribus lleva a ampliar los límites de lo que puede ser considerado humano. Esto conduciría al establecimiento de las primeras polis, los lugares donde coincidían varías tribus que habían encontrado suficientes semejanzas como para considerarse a si mismos y a los otros como humanos bajo los mismos límites.

Neolítico Conforme las poblaciones fueron creciendo en número de habitantes y en el espacio físico que ocupaban aumentó también la necesidad de comunicarse y de interactuar entre estos nuevos cohabitantes que se encontraban coincidiendo. Las cosas ya están formadas en este período, la subsistencia del ser humano está un poco más asegurada por lo que la prioridad pasa a ser lograr crear una forma en que la creciente población sea capaz de llegar a acuerdos y consensos. En este período el bien raíz principal pasa a ser la tierra, como se ilustra en la figura 1. Quien puede poseer más territorios es quien más asegurado tiene su lugar en el futuro y su lugar en la ciudad; la mujer deja de ser considerada como el principal bien raíz a partir de que las condiciones de vida mejoraron, las epidemias fueron controladas y ya no era necesario recurrir a ella como la única alternativa para mantener viva la especie. Estas ciudades definen ahora los límites de la interacción humana. Lo que con base a estos límites se encuentra dentro de los límites de los asentamientos humanos, de las ciudades, debe ser reconocido como humano por poseer características que los hacen semejantes entre sí. El reconocimiento de otras tribus como semejantes pasa a tener una importancia de alcance global conforme se avanza en este periodo, las ciudades son cada vez más grandes pero siguen conservando la característica de encontrarse delimitadas por fronteras que los separan de lo que es diferente. El siglo de las exploraciones confronta a los hombres con seres a los que no puede considerar completamente humanos debido a que se encuentran más diferencias que semejanzas, pero con

los que poco a poco se va creando un proceso de unificación en las áreas más importantes del desarrollo humano lo que les da cabida dentro de los límites de la humanidad. Se busca la unificación ideológica, religiosa, jurídica y política. Los seres humanos entonces son considerados como tales en función de la semejanza de sus procesos de pensamiento. Las creencias iguales fungen como diferenciadores de los humanos y los que no son humanos. El consenso, por lo tanto, es un aspecto muy importante en esta época, es necesario lograr uniformidad en el pensamiento para asegurar la cualidad humana como algo común de los seres vivos. La gente habla para llegar a acuerdos, y es aquí donde radica la esencia de la humanidad. La unificación religiosa se manifiesta a través de la creación de un solo Dios para todos, ya no era necesaria la existencia de diferentes deidades para cada tribu o para cada ocasión o fenómeno. Un solo Dios que vigilaba sobre todos los que podían ser considerados humanos y que era capaz de abarcar todos los problemas a los que se enfrentaba la humanidad ayuda a marcar nuevamente los alcances de lo humano. Lo humano está dado en función de los límites otorgados por las capacidades reservadas a los dioses por lo que lo sobrehumano y lo infrahumano representaba la demarcación al ser humano con el que ser era capaz de encontrar semejanzas y con quien se compartían capacidades, haciendo posible convivir con ellos como iguales.

Post-neolítico Este es el período que se encuentra vigente actualmente, sin embargo, no es considerado por todos los expertos como un período por sí solo sino más bien una etapa de transición del neolítico a algo más. Esta etapa se encuentra caracterizada por un cuestionamiento constante: “¿La superación de la polis es alteración real de la esencia humana?” [1]. La ciudad ya no corresponde con el lugar de encuentro de los seres humanos, por lo que los límites ya no pueden estar dados por las fronteras y los límites territoriales. Ahora los lugares de encuentro de los humanos se han extendido tanto que el mundo pasó a conocerse como una aldea global. La escritura se superó en un sentido en el que la información ahora puede ser transmitida por medios no alfabéticos y ya no es necesario transmitir a través del lenguaje para definir la idea del hombre. Los límites de lo humano en el neolítico pierden poco a poco su validez en este periodo de transición. Una

ampliación de los lugares de encuentro de los humanos va acompañado de un desdibujamiento de los límites considerados válidos en el neolítico. El principal bien raíz de esta época es el dinero, evidenciado en la figura 1, ya no es rico quien tiene más tierras sino quien tiene más valores y es capaz de transformarlos para su beneficio. La unificación de ideas ya no es posible durante el post-neolítico, “los hombres se reconocen como iguales en el reconocimiento de la libertad subjetiva” [2]. Cada quien es capaz de elegir la ideología que mejor se ajuste a sus necesidades, o que mejor satisfaga sus inquietudes intelectuales o de entendimiento. Esta libertad hace cada vez más difícil ubicar y unificar los límites de lo humano, el término cada vez es más abarcante y por lo tanto los seres humanos son cada vez más. El objetivo ahora es existir y garantizar que todos aquellos que poseen la calidad de humano sean capaces de satisfacer sus necesidades y mantener un mínimo de derechos que garanticen esta igualdad. La dignidad aparece como un nuevo concepto a raíz de que el hombre tiene una renovada conciencia de lo que es característico del ser humano, pero sobre todo a raíz de que las diferencias y que la libertad son lo que dotan a alguien de la cualidad de humano. Se reconoce al humano un valor infinito y se busca proteger su igualdad y dignidad tomando como principio la libertad que tienen para ejercer sus diferencias. La singularidad del hombre se definió con base al yo de una manera tal que se destruyó la idea del otro como referente, como sucedía en al paleolítico o en el neolítico. Lo único que sirve para definir los límites de lo humano radica dentro de cada ser humano y lo que lo diferencia de los otros seres humanos. Podría decirse que la exageración en el tamaño virtual de las ciudades, el hecho de que ahora los lugares de encuentro entre humanos estén en todas partes ha hecho que sea más difícil establecer límites claros entre lo que se considera diferente y por lo tanto no humano. Las diferencias son lo que sustenta el derecho de libertad de cada individuo y por lo tanto son defendidas como origen de la esencia de cada ser humano.

Humanidad en el lenguaje El lenguaje es otro espacio en donde se puede apreciar la evolución los límites del humanismo desde el origen de los seres humanos. En un inicio el lenguaje cumplía solamente con la función de ser efectivo. Buscaba ser el medio a través del cual se pudieran transmitir los medios que se encontraban eficaces para

la subsistencia de los seres humanos; comunicarse no era una prioridad, compartir ideas no era una preocupación real de la época, lo único relevante era compartir el conocimiento técnico de lo que aseguraría la supervivencia de la especie humana. Con la llegada del neolítico, el lenguaje pasó de ser una herramienta para proteger y preservar a la humanidad a ser un medio a través del cual se podía llegar al consenso, que era lo que finalmente permitía la unificación dentro de la cual se podía definir lo que era humano y lo que no era humano. Esta comunicación buscaba puntos de encuentro y trataba de establecer similitudes entre los habitantes de las poblaciones, no necesariamente obedecía un idioma en particular sino que se trata más bien de un lenguaje de signos, que no son particularmente efectivos, sino que se definen como verdaderos y buscan corresponder con una sola realidad. Estos signos tienen su fundamento en la libertad y en la igualdad ya que son utilizados para llegar a pactar a través del discurso. Se buscaba englobar a todos los habitantes de una ciudad y estos signos con referente en lo idea lograban hacerlo de manera efectiva. En el post-neolítico, se dice que se ha trascendido al lenguaje. En esta época ya no es necesario seguir utilizando los mismos signos para transmitir información, nuevos signos que no corresponden con un lenguaje común son utilizados para buscar puntos de encuentro entre los habitantes de esta aldea global. La alfabetización, considerada como la manera de transmitir el concepto de humanidad entre las personas, ya no es el medio a través del cual se transmite la información, los medios de transmisión se encuentran virtualmente en cualquier espacio y no se reducen a un lenguaje escrito o hablado común. El lenguaje sigue siendo ampliamente utilizado pero ya no es necesario para definir la idea del hombre.

Humanidad en la economía Los medios de subsistencia fueron también evolucionando a la par de los cambios en los límites de la humanidad, o posiblemente estos cambios en los límites fueron los causantes de la evolución de los medios de subsistencia, y es probable también que se trate de una relación de causalidad mutua. En un comienzo, en el periodo paleolítico, el capital más valioso para los que se consideraban humanos era la mujer, por ser ese el medio a través del cual aseguraban su existencia, la reproducción era un método para subsistir y la fertilidad de la mujer era un bien valioso por representar la capacidad de preservar a la especie humana. La idea de pobre no era

concebida como tal, principalmente porque había un límite muy claro en la cantidad posible que se podía acumular de este bien. Posteriormente, en el neolítico, la tierra pasó a ser la herramienta utilizada para definir quien podía pertenecer a la humanidad. Los límites de lo humano estaban dados, entre otras cosas, por las fronteras territoriales por lo que el dominio sobre este espacio representaba un poder sobre los demás que no lo tenían. Se entiende entonces que ya fuera por trabajarla o por poseerla, la calidad de humano estaba dada en función de la tierra. Los ricos eran quienes tenían injerencia en estos espacios que ayudaban a delimitar lo humano, quienes no tenían poder en el tema pasaban a ser considerados como pobres. En el periodo post-neolítico, los límites de lo humano están dados en función de las condiciones de vida. Si alguien cuenta o no con servicios básicos, si alguien tiene o no acceso a condiciones consideradas dignas, si se tiene respeto de los mínimos necesarios para tener una vida de calidad humana, si se es capaz de acceder a las dinámicas de inclusión a la sociedad son ahora los principios con base a los cuales se define la riqueza de un ser humano. En la medida en que estas condiciones no se cumplan, entonces se considera que se vive en condiciones “infrahumanas”, condiciones de pobreza.

Humanidad en el futuro Los límites de lo humano continuarán en constante redefinición ya que la evolución del sistema mundial a la par del progreso que se logra entre los seres humanos no puede, por definición, permanecer estática. Los espacios que servían para definir lo humano, ya fuera dentro de un espacio físico de interacción o espacios ideológicos en donde las ideas comunes lograban una suerte de unificación entre los seres humanos ya no son vigentes. Es necesario encontrar o generar nuevos puntos de encuentro donde se redefinan estos límites cada vez más difusos por la expansión tan exagerada del alcance de la convivencia del ser humano que se puede dar en virtualmente cualquier espacio. La intención de siempre encontrar en las diferencias con el otro los elementos necesarios para definir al yo, pueden conducir a una alienación de la realidad de convivencia en la que se vive. El otro ya no sirve más que para ayudar a definir los límites de lo que yo no soy, y una vez que hayan cumplido con esta función ya no tienen lugar en la realidad de cada individuo. Se

apartó poco a poco al ser humano de la necesidad de convivencia más que para un propósito individual. La ciudad ya no es el punto de encuentro para la sociedad, el lenguaje ya no es el centro de la comunicación humana, y las ideas ya no cumplen con la función de unificar el pensamiento humano. Esta redefinición de los límites de la humanidad conduce a preguntarse si se debe dotar de la cualidad de humano a aquellos que están fuera del espacio de las ciudades, que son cada vez más amplios y a la vez más difusos y complicados de definir. Al mismo tiempo, si alguien no es capaz de comunicarse a través del lenguaje comúnmente utilizado ¿debe ser considerado igualmente parte de la humanidad, a pesar de que no puede coincidir de la misma manera? La participación en la aldea global de estos nuevos actores que salen de la norma es innegable, fuera de las ciudades y más allá del lenguaje, su función en el mundo sigue siendo útil para establecer las diferencias entre lo humano y lo que no es humano, pero si se exaltan las diferencias como base de lo que define a la humanidad entonces esto da cabida a que todos sean considerados como humanos. Cuál es entonces el objetivo de buscar definir lo humano a partir de los otros si se llega al punto en que todos son humanos por el simple hecho de ser diferentes a lo que es concebido como el yo. El yo ya no es un espacio que permita unificación y el otro es lo único que permite la convivencia; la “otredad” se convierte entonces en el espacio en dónde coinciden todos los humanos que se construyen y definen a partir del yo. Como parte de la superación de la polis se habla ahora de los “no lugares” como espacios donde la interacción se da desde el anonimato [3]. Coincidir en un espacio físico ya no es necesario para conformar una realidad común. Nuevas formas de soledad y de incomunicación se sobreponen a las formas anteriores de convivencia y de comunicación que estaban alcance de todos y eran incluso perseguidas con el fin de proteger la calidad de humano de los demás. Pero al mismo tiempo, estos nuevos espacios son los que se encuentran conformando la realidad física de la interacción, por esto es posible que poco a poco se vayan constituyendo como el único punto de encuentro entre los humanos. Este mundo de los “no lugares” por otra parte está destinado a lo fugaz y a lo efímero. No crear lugares de convivencia o formas de comunicación capaces de perdurar en el tiempo resulta contraproducente para tratar de reproducir este modelo con estos límites de lo humano. No hay manera de asegurar que lo que

hoy es considerado humano por obedecer estos parámetros mañana siga siendo visto igual. Lo que esto representa para el futuro de la humanidad es incierto, ¿quiere decir que se vuelve a la necesidad de tener como prioridad la subsistencia del ser humano? Aunque ya no sea por cuestiones de reproducción y de supervivencia, los espacios intangibles de encuentro entre los humanos y por lo tanto de los límites de lo humano no tienen manera de asegurar que son capaces de perdurar en el tiempo. Al mismo tiempo ¿la superación del lenguaje indica que se regresará a una forma de comunicación meramente efectiva? Es probable que esto sólo sea una época de transición que conducirá a una comunicación que al mismo tiempo que carece de límites claros logre delimitar a la condición humana. Sin duda, los límites de la humanidad seguirán evolucionando. Así como se pasó de una época previa a las ciudades al establecimiento de éstas como centro de toda interacción, el siguiente paso lógico es asumir que la ciudad será nuevamente relegada y que en su lugar surgirá algo que logre incluir a todos dentro de está dinámica. La necesidad de definirse sigue estando en función de las diferencias por lo que nuevas formas de exclusión dentro de estos espacios perfectamente integrados continuarán siendo la norma en el futuro más próximo.

Referencias [1] Choza, J. (2009). Historia cultural del humanismo. España: Plaza y Valdés S.L.. [2] Choza, J. (Director) (24 de septiembre de 2014). La Historia cultural del humanismo. Seminario La historia cultural del humanismo. Conferencia llevada a cabo desde Cátedra Alfonso Reyes, Monterrey. [3]

Rocca, A.V. (2007). El vértigo de la sobremodernidad: “No lugares”, espacios públicos y figuras del anonimato. Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas, 16. Obtenido el 1 de octubre de 2014, de http://pendientedemigracion.ucm.es/info/no madas/16/avrocca_sobremodernidad.pdf

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