Los Kurdos (kurds, kurdes..)

June 22, 2017 | Autor: L. Herrero Perez | Categoría: Cultural Studies, Geography, Geopolitics
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Descripción

Kurdo iraquí con su hija. Ni los cabellos rubios ni los ojos azules deben sorprender entre los kurdos, pueblo de estirpe aria.

LOS KURDOS Un pueblo sin estado

El desafortunado tratamiento de las realidades nacionales, tanto en ÙA frica como en el Oriente Próximo, durante la hegemonía colonial europea, dejó una conflictiva herencia que tuvo su efecto geográfico en el diseño de las fronteras estatales, con países que se estrenan y naciones que quedan marginadas. Este fue el caso, entre otros, de kurdos y armenios. La lucha de estos nacionalismos frustrados y sus aspiraciones históricas se extiende hasta nuestros días y muestra un inequívoco auge, a pesar del proceso actual de integración mundial y la caída de los muros ideológicos. En el Oriente Próximo, siempre en tensión, los enfrentamientos revisten distintas tipologías: etnia-etnia, etnia-estado y estado-estado, pero con un común denominador: las cuestiones nacionales pendientes de resolución y las heridas de unas fronteras impuestas.

El Kurdistán: su ámbito territorial

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El kurdo es uno de esos pueblos maltratados por artificiales demarcaciones políticas tras la descolonización y el fraccionamiento, en este caso, del Imperio otomano. A resultas de esto, y a pesar del prometedor Tratado de Sèvres (1920) que contempló la autonomía tanto para kurdos como para armenios, el Kurdistán se vio privado de alcanzar una unidad política, que los acontecimientos posteriores le negarían una y otra vez. Por contra, su identidad nacional sobrevive bajo entidades estatales superpuestas, fronteras a las que los kurdos se sienten especialmente ajenos dado su modo de vida tradicional, a lo largo de una amplia región montañosa del interior del Oriente Próximo. Cinco son los estados que se reparten alguna porción del territorio de asentamiento kurdo, de forma mayoritaria en Turquía, Irán e Irak, como partes principales; y la antigua URSS (básicamente Azerbaiyán, algo Armenia) y Siria, donde su representación es muy marginal y dispersa. Esta situación geopolítica, unida a la propia imprecisión geográfica del topónimo Kurdistán, dificulta entrar en consideraciones exactas acerca de sus límites territoriales. La sustancial presencia de población kurda, su elemento definitorio, puede ser el criterio, aunque la misma ha podido ser enmascarada a lo largo de décadas por la asimilación étnica de las políticas estatales, que han promovido en unos casos la turquización, en otros la arabización —no siempre con éxito—. De tal manera que la orla periférica del Kurdistán, más sensible a la asimilación, ha podido perder sus señas de identidad lingüística, a pesar de que la población sea de origen kurdo y demográficamente muy dinámica. No obstante, salvadas estas consideraciones del marco físico y la identidad étnica, sí es posible evaluar un territorio nuclear y definir sus principales rasgos geográficos y culturales. Son aproximadamente unos 25 millones de personas (pero no todas kurdas) las que viven en el territorio histórico, de casi medio millón de kilómetros cuadrados, similar a la extensión de España. Siendo un pueblo con fuerte arraigo territorial, al contrario que los diaspóricos (fuera de su tierra originaria), sin embargo también los kurdos tienen una representación en la diáspora: unos 600Ô Ò 000 en Europa occidental, unos 320Ô Ò 000 en la antigua URSS y unos 100Ô Ò 000 en el Líbano.

Su hábitat engloba en su mayoría las altas, intrincadas y áridas montañas del interior del Oriente Próximo, junto con algunas unidades mesetarias, llanos de pie de monte y cuencas cerradas de altura que dan lugar a lagos como los de Van y Urmia. Región de compleja geomorfología, constituye el nudo orográfico de las eminentes cordilleras montañosas que superan con facilidad los 3000 metros de altitud: el Antitauro oriental, las estribaciones nordoccidentales de los montes Zagros, y el Pequeño Cáucaso y la meseta Armenia que la delimitan al norte. En cuanto a la hidrografía, representa los cursos altos de los históricos ríos Tigris y Éufrates, que drenan hacia el sur, hacia la llanura mesopotámica en Irak. Abarca, pues, un área que es justamente equidistante de los mares que rodean esta región del Asia occidental: el Mediterráneo, el Negro y el Caspio (más el golfo Pérsico o Arábigo), enclavada entre las grandes mesetas Anatólica (Turquía) e Irania (Irán) y delimitándola al sur la mencionada Mesopotamia (Irak), de poblamiento árabe. El clima del Kurdistán está marcado fuertemente por la influencia continental, producto tanto de su ubicación interior, donde no llegan los efectos moderadores que aporta el mar, como por el aislamiento topográfico que impone su relieve. Por todo ello, el clima se manifiesta de forma muy extrema: grandes oscilaciones térmicas, diarias y estacionales; escasas e irregulares precipitaciones para las altas tasas de insolación, que superan las 3000 horas anuales. Un sol abrasador en verano, que hace subir las temperaturas por encima de los 40Ò°C, y un invierno cuyas heladas y nieves lo hacen extremadamente largo y duro. Estas condiciones ecológicas, tan poco atractivas para el desarrollo humano, determinan en gran manera el modo de vida tradicional de su población, basada históricamente en una economía pastoril, de carácter nómada y de aprovechamiento de los pastizales estacionales de sus montañas y altiplanos, donde la vegetación es pobre, de tipo estepario, y sus bosques, de cedros, pinos, robles y arces, han conocido una gran regresión a causa de la fuerte presión ganadera y del secular uso de prácticas deforestadoras. Este carácter cultural le distinguía, por ejemplo, del otro elemento indoeuropeo presente en el área, los armenios, sedentarios, agricultores... y cristianos. Unidos por la condición étnica, pero separados por cultura y religión, sus relaciones fueron difícilmente convivenciales. Ambos son, igualmente, de muy antiguo asentamiento en el área. Los kurdos se consideran descendientes de los medos, hegemónicos en el I milenio antes de Cristo, y tienen su propia lengua, emparentada con las lenguas iranias, de la que hay documentos escritos desde el siglo vii. La configuración física del territorio donde habitan, rodeados por pueblos más poderoso de variado origen étnico: árabes, turcos (incluidos los azeríes), persas y caucásicos, les ha permitido conservar su identidad nacional, que han hecho valer en su lucha por la independencia desde los años veinte. El vínculo principal que los relaciona con sus vecinos (salvo los armenios) es precisamente la religión. En efecto, los kurdos son en su mayoría musulmanes: sunnitas en un 75 por ciento y chiitas en un 20, pero también están presentes otras confesiones, como la cristiana (de rito asirio-caldeo, 2Ô Ò %) y la yezidi (reliquia de un culto ancestral al fuego, 3Ô Ò %).

La cuestión kurda en el siglo XX 1920 Tratado de Sèvres. Desintegración del Imperio otomano y reparto de influencias entre las potencias aliadas. Proyecto frustrado de territorio autónomo kurdo. 1920-22 Guerra de independencia turca. Reconquista turca de la Anatolia oriental. 1923 ÒTratado de Lausana. Reconocimiento de las fronteras turcas, que anula lo contemplado en Sèvres. 1926 Acuerdo de Mosul. Litigio territorial por esta provincia, rica en petróleo, entre Turquía e Irak, resuelto en favor de este por la Sociedad de Naciones. 1923-30 Kurdistán Rojo, dentro de las fronteras de la URSS. Abolido, los kurdos son deportados desde Azerbaiyán al Asia Central Soviética. 1945-46 República Kurda del Mahabad (Irán). 1974 Estatuto de autonomía en el Kurdistán iraquí. 1975 Acuerdo de Argel entre Irán e Irak para sofocar la subversión kurda. 1980 Golpe de estado en Turquía. El Kurdistán turco, bajo la ley marcial. 1980-88 Guerra Irán-Irak. Los kurdos en medio de ambos contendientes. 1991 Posguerra del Golfo. Cruenta represión del levantamiento kurdo en Irak. La ONU impone una zona de seguridad, desmilitarizada, en el norte del país. 1999 El líder kurdo antiturco Öcalan es detenido en Nairobi (Kenya) y enviado a Turquía. A continuación la guerrilla kurda cesa el combate en este país.

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El conflicto geopolítico ha enmarcado la inestabilidad regional y la tensión que se desarrolla de forma endémica en el Oriente Próximo. Para los kurdos, los últimos episodios han elevado aún más su cuota de desgracias: el golpe de estado militar en Turquía (1980) y la instauración posterior de la ley marcial en las provincias de población kurda; la caída del Sha en Irán, seguida de la larga guerra entre Irán e Irak (1980-88); y por último, la Guerra del Golfo de 1991, con la particular posguerra en el Kurdistán iraquí, todo ello los ha convertido siempre en víctimas. Durante todos estos años, en efecto, los kurdos han conocido, desde distintos frentes estatales, el sometimiento y la represión de su expresión nacional, la persecución física, el desplazamiento forzado en su territorio, el bombardeo químico (como ocurrió en Halabja, Irak, en 1987) y hasta verdaderas prácticas genocidas. Con todo, la actual cuestión kurda tiene su raíz en los acontecimientos que siguieron a la desintegración del Imperio otomano, involucrado en la I Guerra Mundial junto a Alemania. En la década de los veinte, las potencias aliadas toman el relevo del dominio en la zona en forma de repartos de influencia y bajo el mandato de la SDN (Sociedad de Naciones, precursora de la ONU). Con el Tratado de Sèvres (1920) se crean nuevas fronteras políticas en las cuales se contempla la existencia de una autonomía territorial kurda y la creación de un estado independiente armenio. Esta situación será efímera: el Tratado de Lausana, de 1923, modifica nuevamente las fronteras e incorpora estos dos territorios del este de Anatolia en la Turquía moderna de Kemal Atatürk, fundada ese mismo año. Los armenios que quedaban en Anatolia fueron barridos del mapa, y, en cuanto a los kurdos, se abandona su consideración territorial, dividiendo el Kurdistán en las tres partes principales: el norte, turco, y el sur, entre Irán e Irak.

Esta parte meridional será nuevo motivo de conflicto y el Tratado de Mosul (1926) se ve obligado a solucionar el litigio territorial con respecto al área de Mosul y Kirkuk, todavía bajo hegemonía inglesa, puesto que Irak no es entonces independiente; Turquía reclama estas provincias, ricas en petróleo, y antiguamente otomanas, sobre las que cree tener derechos, pero la SDN las atribuye a Irak mediante una compensación económica a Turquía. La postura de Inglaterra, que en un principio preconizaba la independencia del territorio kurdo, pasará a apoyar la incorporación definitiva de estas provincias al Irak independiente y a sofocar las primeras revueltas kurdas en Irak (1930-33). La prueba del interés que tienen las potencias occidentales por preservar el control del gran recurso estratégico de Mosul, el petróleo, es el establecimiento de un consorcio para su explotación entre Francia, Inglaterra, Estados Unidos e Irak, más el armenio Gulbenkian —a título personal— con un cinco por ciento en calidad de mediador. No terminarían aquí las vicisitudes del Kurdistán meridional, porque, aprovechando la coyuntura del final de la II Guerra Mundial, en el territorio iraní, amenazado por la expansión soviética al norte y la presión de la hegemonía inglesa en pos del petróleo, tuvo lugar un hecho sin precedentes en el Kurdistán: la formación de la República Kurda de Mahabad, de muy corta vida (diciembre 1945-diciembre 1946), que acabó al ser ocupada por el ejército de Irán.

Rompecabezas geopolítico y conflicto nacional El Kurdistán septentrional. La porción del Kurdistán en Turquía representa una extensión del orden de un 35 por ciento del total, unos 280ÔÒ000 km2. En ella viven entre doce y catorce millones de kurdos, asentados sobre todo en su ángulo sudoriental, delimitado por el río Éufrates, y que se identifica, no casualmente, con la región más pobre, militarizada y con peores accesos del país. Kemal no cumplió las promesas de autonomía hechas a los kurdos, que lucharon junto a los turcos en la guerra de independencia nacional (1920-22), ni, por consiguiente, tampoco la formación de un estado binacional junto a ellos, pues eran la minoría nacional más importante del país. Al contrario, fueron incluso eliminados derechos específicos de los kurdos, con la prohibición de emplear su lengua, decretada en 1924, y la negación de otros signos de su identidad. Solo tienen el derecho de reconocerse turcos y como tales son denominados, de forma eufemística, los turcos montañeses. El reconocimiento de la lengua kurda, aunque todavía no en la enseñanza, fue una promesa del nuevo gobierno democrático turco de S. Demirel en 1991. Pero la conciencia de su identidad se ha desarrollado a la par del exilio económico y político, y la evidencia de una situación de subdesarrollo que les lleva a percibir el gobierno de Ankara como la encarnación actual de su pasado colonial: sus recursos naturales, especialmente estratégicos, como el agua de los ríos Tigris y Éufrates, el petróleo y otros minerales, no son explotados en su beneficio, sino en el del centro turco. El macroproyecto conocido por GAP, por el que se están construyendo importantes embalses para el aprovechamiento hidráulico y energético, plantea enormes expectativas económicas al poner en regadío extensas superficies, cuya producción, fundamentalmente cerealística, estaba limitada a causa de la aridez de la región. Con este objetivo, Ankara pretende convertir la región en un granero y, de paso, lograr la asimilación de los montañeses disidentes. Sin embargo, las repercusiones por la construcción de 21

Refugiados kurdos en Zajo. La sublevación de los kurdos iraquíes tras la derrota de Saddam Hussein en la Guerra del Golfo de 1991 desencadenó una violenta represión.

2267 embalses en los ríos mesopotámicos trascienden las fronteras estatales de Turquía, al afectar directamente tanto a Siria como a Irak, que ven muy mermado el caudal que reciben de estos ríos. Por tanto, el agua —una arma política— se convierte en un instrumento de la lucha contra el movimiento independentista kurdo en Turquía, organizado desde finales de los años setenta. Las revueltas en esta región, en efecto, han sido numerosas a lo largo de la joven historia turca. La reivindicación del reconocimiento de derechos nacionales se ha radicalizado hasta exigir la independencia, por la vía armada incluso, por parte de los más extremistas: el PKK, Partido de los Trabajadores del Kurdistán, que crea un brazo militar en el 1984, y era apoyado política y logísticamente por Siria. El gobierno de Ankara, que mantiene la región bajo un estricto control militar, tenía dificultades para sofocar estos levantamientos, favorecidos por la permeabilidad de la frontera montañosa y el dominio que sobre el medio físico ejercen los peshmergas, o guerrilleros kurdos. La postura oficial turca sigue enfocando el problema como un simple conflicto entre tribalismo y nacionalismo estatal, colocados en estadios de desarrollo diferente, porque, como muchos turcos piensan, en un estado centralista como este, los kurdos son más explotados por los aghas (caciques terratenientes rurales, kurdos a menudo), que por el propio poder central. En los años noventa, el ejército turco desarrollaba una operatividad bélica a gran escala contra el PKK, hasta la captura del líder de éste, A. Öcalan, efectuada en Kenya en febrero de 1999. Trasladado de inmediato a Turquía, donde sería juzgado y condenado a muerte (suspendida la ejecución), el PKK ordenó ese mismo año el cese unilateral de las hostilidades.

El Kurdistán meridional. Comprende dos partes políticas, la región nordoriental de Irak y la vecina y alargada franja fronteriza, al oeste del lago Urmia, en la parte iraní. El poblamiento kurdo en esta área se extiende desde Zahko hasta Janagin, siguiendo una línea noroeste-sudeste que comprende, grosso modo, el antepaís occidental de los montes Zagros, muy accidentados en esta vertiente, que envía sus aguas hacia el valle del Tigris. En los alrededor de 70Ô Ò 000 km 2 del Kurdistán iraquí se considera que vivían más de cuatro millones de kurdos, lo que representaba más de la cuarta parte de la población de Irak; y en la parte iraní, alcanzaba la cifra de unos siete u ocho millones en una extensión algo superior, alrededor de 85Ô Ò 000 km 2. Entre los numerosos pasos fronterizos siempre ha habido numerosos intercambios de población, que se han agudizado con el movimiento de los refugiados, las acciones bélicas en la zona fronteriza entre los dos países y la persecución de los levantamientos kurdos que con una complicidad u otra surgían. Nacieron organizaciones como el PDK, Partido Democrático de Kurdistán, liderado por M. Barzani, que había gobernado en Mahabad y después hubo de exiliarse en Moscú. Con la Revolución en Irak, en 1958, se instauró la República y se inauguró el acercamiento a la URSS. El PDK es autorizado y Barzani vuelve del exilio, pero el poder central, esta vez de Bagdad, da nuevamente marcha atrás. Resultado: se desencadena una fuerte sublevación en 1962 que exige la autonomía prometida por Irak. Esta situación dura hasta mediados de los setenta, cuando en principio se llega a un acuerdo con el movimiento kurdo y se reconocen la existencia de la lengua kurda y otros derechos esenciales. En 1974 se establece un estatuto de autonomía para el Kurdistán iraquí, que comprende las provincias de la

Taller de sastrería en la ciudad de Arbil, ciudad del Kurdistán iraquí cuya antigüedad remontan algunos al año 2200 antes de Cristo.

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montaña, periféricas, pero excluye las del llano, precisamente Mosul y Kirkuk, esto es, las que son ricas en petróleo. Pero la política de decretos que minimiza esta autonomía, las reivindicaciones territoriales sobre las provincias no incluidas, y la intensificación de las campañas de arabización emprendidas por el Baas (partido nacionalista panárabe que accedió al poder en Irak en 1963), provocarán que resurjan de nuevo los enfrentamientos. La guerrilla kurda se amplía con la UPK, Unión Patriótica del Kurdistán, mayoritaria en la zona sur y liderada por Talabani. En Irán, dos principales organizaciones kurdas actúan en el noroeste, el PDK (de Irán) y el KOMALA, que se han enfrentado a los distintos regímenes de Teherán. Especialmente desde la Revolución Islámica de Jomeini (1979) se abre una etapa bélica poco conocida, con acciones de hostigamiento contra las tropas gubernamentales que controlan las ciudades y las principales carreteras del Kurdistán. Así como los kurdos iraquíes recibían apoyo logístico desde Irán, estos lo reciben desde Irak. Con la Guerra del Golfo (1991) y la consiguiente derrota del ejército iraquí, se produce un gran levantamiento kurdo en el país, que será sofocado en los meses siguientes. La ONU obliga a Irak a retirar su ejército de una extensa zona del norte, refugio autónomo kurdo. Con ello, la incertidumbre geopolítica se plantea de nuevo, ya que Turquía pide a Washington que no permita un estado kurdo a sus pies. El Kurdistán en Siria y la antigua URSS. En Siria viven del orden de 1-1,5 millones de kurdos, principalmente asentados en áreas montañosas y semidesérticas del norte, al borde de Turquía, y en el ángulo nordoriental en la cruceta fronteriza con Irak y Turquía. El partido Baas sirio, con su firme política de arabización, tampoco ha logrado resultados asimiladores. Sin embargo,

no por ello deja de acoger en Damasco a representantes de organizaciones kurdas del exilio, sobre todo a los líderes kurdo-iraquíes y a los kurdo-turcos del PKK. En cuanto a la antigua URSS la característica del asentamiento kurdo es la dispersión, en una situación de minoría allí donde se encuentran. Su cuantía global era de unos 153Ô Ò 000 oficialmente, aunque fuentes kurdas los cifran en más de 700ÔÒ000; podrían incluso alcanzar una cifra superior al millón, debido al elevado número de criptokurdos que han sido asimilados en los censos como azeríes o de otras nacionalidades. Hay que considerar que la mayor parte de los kurdos ex-soviéticos se hallan lejos de su tierra matriz, y solo una minoría radica en la Transcaucasia. Estos, agrupados en distintos núcleos, se pueden considerar vinculados de forma directa al Kurdistán del Oriente Próximo; son los descendientes de la expansión hacia el norte, llegando incluso al Pequeño Cáucaso, de sus seculares prácticas de nomadeo y trashumancia. La dispersión en lo que fuera la URSS, en cambio, puede considerarse reciente, ya que fueron precisamente los kurdos uno de los primeros pueblos en sufrir deportación al Asia central, en la década de los treinta; el objetivo era marchitar sus aspiraciones irredentistas tras serles abolido un Kurdistán Rojo, que existió con estatuto propio de autonomía (1923-30), alrededor de Lachin, en Azerbaiyán. Sin embargo, desde 1989 se ha permitido el regreso a su tierra de grupos individuales y familias sin asistencia gubernamental. Los que hoy viven en el territorio del antiguo Kurdistán Rojo, en la zona de Azerbaiyán interpuesta entre Armenia y Nagorno-Karabaj, proponen que el área les sea restituida como territorio autónomo kurdo. En estos núcleos de asentamiento hay publicaciones en lengua kurda, emisiones de radio, facilidades educacionales y centros culturales. José Carlos Herrero Pérez

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