“Los hoteles pensión son la forma moderna del conventillo”

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Sábado 26 de diciembre de 2015 | 1:46 PM

PALABRAS URBANAS

Marcús: “Los hoteles pensión son la forma moderna del conventillo” Estudiosa de la cuestión de la vivienda, Juliana Marcús opina que la regulación del Estado es indispensable para poner límites a la especulación inmobiliaria. Por Juan Pablo Csipka

La cuestión habitacional es tema de estudio de Juliana Marcús, quien desde 2012 dirige un equipo de trabajo en el Instituto Gino Germani sobre la mercantilización del espacio urbano y la incidencia de usos legítimos e ilegítimos en Buenos Aires. “Tratamos de ver cómo impactan esos usos en la vida cotidiana de los habitantes desde los códigos culturales que tenemos incorporados, cómo reaccionamos ante estos fenómenos urbanos y cómo los vemos desde esa perspectiva”, cuenta esta doctora en Ciencias Sociales de la UBA. ¿Qué hitos se pueden mencionar en política habitacional? Hay dos políticas importantes. A nivel nacional, el Procrear. A nivel de la Ciudad, el programa Primera Casa. El Procrear se armó de manera interesante, pero sin cubrir la demanda y la emergencia, porque se destinó a un sector medio o medio bajo, con determinadas características socioculturales y cierto nivel de ingresos, usando terrenos ociosos de la Onabe (Organismo Nacional de Administración de Bienes del Estado), no ligados a la centralidad urbana que buscan los sectores medios. Estos sectores quisieran estar cerca del centro y el Procrear les ofrece tierras fiscales en Liniers, por ejemplo. El plan Primera Casa entregó pocas casas. Es un caso curioso, porque se pensó para sectores populares, pero se usa el scoring, y esos sectores no pueden acceder a créditos a los que sí podrían acceder sectores medios. A su vez, esos sectores medios no cumplen los requisitos socioculturales que plantea el crédito. Hay un doble juego de esa ilusión, ninguno se puede beneficiar con el programa. O sea que no se satisface la demanda. Así es. Hay un agravante. El último censo determinó que hay cerca de un millón de viviendas y 340 mil están deshabitadas. No hay política para eso, desde ningún lado. Debería haber un impuesto que grabe la vivienda ociosa, cosa que salga al mercado. Más si pensamos que la población está estabilizada en tres millones de habitantes hace décadas y el déficit habitacional sigue creciendo. ¿Cómo evalúa el boom inmobiliario? Fue muy fuerte en la última década, pero casi no hubo acceso. Torres, countries, edificios inteligentes con amenities y expensas muy altas. Eso incentivó la especulación, gente invirtiendo en ladrillo, comprando departamentos para alquilar que en muchos casos quedaron vacíos. O sea, hay más vivienda, pero no se ocupa por la especulación. El caso extremo es Puerto Madero, el barrio con más viviendas vacías, muy poca densidad de habitantes y el m2 entre cinco y siete mil dólares.

¿Y cuál sería el caso opuesto, en relación a las viviendas ocupadas por barrio? El contraste podría darse por Caballito y Balvanera, barrios muy poblados, de clase media, donde se hicieron muchas torres, que sí están ocupadas por esa clase media. Claro que eso llevó a situaciones de colapso, como inundaciones o cortes de luz. ¿Hay más inquilinos que propietarios? En este momento, sí. Es un tema de estudio. Hay jóvenes de entre 25 y 35 años que salen a la busca de su primera vivienda, en la encuesta de hogares urbanos del Indec, vemos que un 70 por ciento de esos jóvenes son inquilinos, apenas un 19 por ciento son propietarios. Lo interesante es que dentro de ese 70 por ciento está el alquiler tanto en el sector formal como en el informal, las villas. Es muy alto. ¿Por qué hay déficit habitacional? Por la ausencia de una política de vivienda, porque no hay créditos a baja tasa. Los planes cubren una demanda muy pequeña y los sueldos de los jóvenes no alcanzan para acceder a un crédito con tasas altas. Si a eso le sumás la vivienda vacía y la suba en los precios, el acceso es muy difícil. Es preocupante que no estén en agenda la regulación del suelo y la planificación urbana, que esté todo al arbitrio del mercado, y si el Estado no se mete, el acceso a la vivienda seguirá estando lejos. ¿Cómo ves el tema de las villas? Es complejo. Hubo algunas que crecieron, como las de Barracas y Retiro. La Villa 31 es un caso emblemático, porque está en terrenos de mucho valor y está muy poblada. Se la quiso urbanizar, se la quiso desalojar, mucho manejo de punteros, pero su organización interna impide la expulsión. Crece hacia arriba, al no haber más terreno para la vivienda horizontal, se suman pisos. Termina siendo un mercado paralelo de compra y venta de viviendas. La urbanización sigue siendo un tema pendiente, se precisa voluntad política y presupuesto, y lo que hubo fue subejecución desde el Instituto de la Vivienda. ¿Sería factible hacer un barrio de clase media en donde está la villa de Retiro? Desde la mercantilización, todo es factible. Donde hay un espacio ocioso los inversores pueden ver rentabilidad en alianza con el Estado. En el caso de Retiro lo veo complicado, pero un entendimiento público privado es algo muy visto en los últimos años. ¿Rivadavia sigue siendo la gran divisoria entre un norte próspero y un sur pobre? Aún funciona en los mapas mentales esa idea. El pasaje urbano cambia mucho si se camina por Rivadavia. Lo mismo pasa a lo largo de la avenida Pueyrredón, o por Callao y su continuación Entre Ríos. Al caminar por allí se nota la degradación del paisaje urbano desde lo estético. No creo que haya una ciudad dual, norte y sur se articulan. Pensemos en la línea H de subte. O en los tres millones de trabajadores que ingresan por día desde la provincia. El sur necesita una revitalización, desde ya. Los Juegos Olímpicos de la Juventud en 2018 exigen mucha inversión en la zona más pobre de la ciudad, en lugar de invertir en la calidad de vida de los vecinos. ¿El conventillo sigue siendo una presencia palpable? Los hoteles pensión son la forma moderna del conventillo. El problema habitacional es grande, porque tenés la casa tomada y la villa, formas de hábitat popular urbano para 400 mil personas con problemas de vivienda. El hotel pensión funciona en el imaginario como un lugar de paso, pero termina siendo permanente para quienes no pueden salir del circuito hotelero por inestabilidad laboral. ¿El Estado puede hacer algo? Regular es clave. Quisiera políticas que piensen en el ciudadano, que no haya alianzas con el sector inmobiliario por la especulación en sí. Son alianzas peligrosas para el bienestar ciudadano.

Perfil: Nació en Buenos Aires en 1978. Socióloga y doctora en Ciencias Sociales (UBA). Investigadora en el Conicet y en el Instituto Gino Germani. Dirige un equipo de trabajo focalizado en políticas habitacionales. DZ/ah Fuente Redacción

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