Los hombres de la nieve de Canillas del Aceituno

September 27, 2017 | Autor: F. Collado Campaña | Categoría: Industria agropecuaria, Málaga, Industrias Alimentarias
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Descripción

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«Los hombres de la nieves de Canillas del Aceituno» por Francisco Collado Campaña - Gibralfaro - Universidad de Málaga

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LOS HOMBRES DE LA NIEVE DE CANILLAS DEL ACEITUNO Por Francisco Collado Campaña

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ctualmente, abrir el frigorífico es una cosa tan natural para nosotros como respirar o caminar. El acto de abrir la puerta del congelador para sacar un poco de hielo y refrescarnos en época veraniega era hasta hace no mucho tiempo «cosa de magia»,

como dicen los ancianos que vivieron su juventud en la época en la que se vivió con intensidad el relato que a continuación se presenta. Se trata del comercio de la nieve que se dio en todo el Mediterráneo. Ahora veremos con profundidad cómo se vivió este en Canillas de Aceituno, un pueblo situado en la malagueña comarca de la Axarquía.

Canillas de Aceituno pertenece a la prov incia de Málaga, comunidad autónoma de

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Andalucía. Está situado al este de la prov incia y es uno de los municipios que conforman la comarca de la Ax arquía y el partido judicial de

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«Los hombres de la nieves de Canillas del Aceituno» por Francisco Collado Campaña - Gibralfaro - Universidad de Málaga comarca de la Ax arquía y el partido judicial de Vélez-Málaga.

La nieve del Pico de la Maroma Esta historia transcurre ligada a Canillas hasta mediados del s. XX y se remonta dos siglos atrás, y se ubica en torno a una suerte de industria artesana que estaba enclavada en Sierra Tejeda [1], que consistía en el aprovechamiento que los hombres del pueblo hacían de la nieve caída en el pico más alto de la mencionada sierra, el Pico de la Maroma (porque la nieve se sacaba con unas gruesas cuerdas llamadas ‘maromas’). Bien es cierto que este comercio de la nieve no sólo estuvo vinculado a Canillas (Capel, 1997), sino también a aquellos otros lugares en los que las características de su clima y la presencia de cumbres con suficiente elevación podían proporcionar las condiciones adecuadas para albergar suficiente nieve como para ser explotada, tal es el caso de Valencia, la isla de Mallorca, los Pirineos Catalanes, etc. En definitiva, donde se daban las condiciones citadas y además existía una demanda de este producto para ser consumido.

Su preparación Aclarado este aspecto de la cuestión, nos centramos en los hombres de Canillas del Aceituno. El trabajo de estos artesanos consistía en preparar la nieve caída en la cumbre de Sierra Tejeda. Comenzaba su jornada acumulando la nieve en unos hoyos llamados ‘ventisqueros’ [2]. Después, ayudándose de rudimentarios palos de árboles cercanos, elaboraban una especie de palas toscas para poder manipular la nieve almacenada, la cortaban con estos utensilios y la portaban de inmediato a unos pozos. Una vez la nieve se encontraba en el pozo, la compactaban pisándola. Allí esperaba la nieve a que fuese demandada, y, cuando esto ocurría, subían a recoger lo almacenado para su traslado al punto que se indicase (Cruz y Segura, 1996). Lógicamente, la mayor demanda de nieve se producía en épocas estivales. Su finalidad era, además de la conservación de alimentos como el pescado, la fabricación de helados y bebidas refrescantes. Si bien hay que aclarar que los helados en aquella época era una mezcla de la nieve con zumos de frutas o los ingredientes de los que se disponían en época en la que transcurría el comercio de las nieve.

Conservación de la nieve Para lograr la conservación de la nieve (que se llevaba a efecto de manera tosca pero eficaz), se hacía uso del matorral que crece en la cumbre de la sierra, que era depositado sobre la nieve hasta cubrirla por completo como uv verde manto, sobre el cual se echaba a continuación una capa de tierra a modo de aislante. Cuando los «neveros» (hombres de la nieve) tenían lista la nieve y comenzaba su demanda, llegaba el momento de su transporte.

Su comercialización La nieve no quedaba para consumo único del pueblo, sino que se extendía hasta los pueblos limítrofes y hasta donde lo perecedero de la mercancía lo hacía posible. De esta forma, la comercialización de la nieve estaba unida al negocio forestal y también a la explotación ganadera en las zonas montañosas mediterráneas. Al igual que estas dos tareas, la nieve y su explotación era algo más que un trabajo duro, era una odisea aguantar determinados días en las altas cumbres, donde, incluso en días claros, el frío era tan intenso que debían ir cubiertos, pero solo con una vestimenta que les permitiera trabajar con soltura. Los días de condiciones menos favorables, en los que el frío se hacía más sensible y

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Los días de condiciones menos favorables, en los que el frío se hacía más sensible y los altos vientos aumentaban su velocidad, el trabajo se complicaba para estos hombres, obligándoles a llevar más ropa. A veces, cuando el clima empeoraba repentinamente, sin dudarlo un momento tenían que ir corriendo a buscar refugio en las llamadas ‘casas de la nieve’, que ellos construían con los materiales propios de las alturas. Según testimonios de los lugareños, utilizaban grandes rocas y maderos de viejos árboles, en este caso madera de tejo, especie que da nombre a Sierra Tejeda (Jiménez, 1994). Allí, al abrigo encendían un fuego y pasaban lo mejor que podían el mal tiempo, tal vez planeando el anhelado viaje de vuelta al calor del hogar.

Preparación de la carga Debemos contar que el modo de preparar la carga era bastante meticuloso, pues así lo requería el hecho. Casi como si se tratara de un bebé, los bloques de hielo eran liados por las hierbas que crecían en esos parajes y que los neveros recolectaban, y el tamo, que consistía en una «mezcla de polvo y paja que provenía de las eras» (Jiménez, 1994). Posteriormente, se depositaban en los serones que las bestias llevaban situados a lado y lado. Estos serones estaban elaborados de esparto, que crecía en toda la sierra, y de cera, haciendo impermeables a estos útiles de transporte. Además, para más seguridad de la carga, estos podían cerrarse por la parte superior.

El término municipal de Canillas del Aceituno se halla al pie mismo de la Sierra de T ejeda, cuy o punto más elev ado es el Pico de la Marom a, de 2 068 m snm , el más alto de la prov incia.

El transporte El transporte de la nieve suponía un más duro que cualquier proceso anterior, ya que los neveros incluso pernoctaban en las casas de la nieve, para así no perder tiempo en subir desde el pueblo. Para disminuir el tiempo de transporte, sobrecargaban las mulas de carga (Cruz y Segura, 1996). Las bestias eran cargadas al límite de sus fuerzas: el único aliciente que podría hacerles más llevadero el viaje a estos sufridos animales es el hecho de que la nieve podía perder un pequeño volumen en el camino por ser verano si la noche era excesivamente calurosa; también podría añadirse el hecho que la travesía fuese montaña abajo, lo que no quita que muchos animales sufriesen caídas, roturas o desfallecimientos por la excesiva carga. Claro que cualquier incidencia repercutía de inmediato sobre los dueños: si se caían los mulos, la carga se perdía y debían volver a cargar a la cumbre o aprovechar lo que quedaba de ella si ya se encontraban cerca de su destino, a esto había que añadir la eventual desgracia de que se perdiese un animal [3], porque se cayese y se fracturase una pata.

Una dura tarea Así transcurría buena parte del www.gibralfaro.uma.es/conomalaga/pag_1875.htm

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Así transcurría buena parte del

verano de

un nevero para garantizar el

abastecimiento, hasta que quedaba nieve, subiendo y bajando el camino del pueblo hasta el almacén de las nieves. En las noches, desde las cercanías, se podían ver los destellos de las antorchas en un zigzagueo continuo desde la cumbre al pueblo, en un ir y venir constante. El último paso al que se enfrenta la nieve transportada por los neveros se concretaba en una serie de arreglos para su posterior distribución en Málaga y en los pueblos cercanos a Canillas de Aceituno. En conclusión, el trabajo que realizaban estos hombres es una muestra importante de la dureza de los trabajos en tiempos pasados, que suplían la falta de tecnología con una impresionante inventiva, que les hacía al menos sopesar el duro trabajo diario. Tal era la dureza de este trabajo que todavía se conserva un dicho popular en Murcia que dice así: «¡Ojalá te veas como burro con carga de nieve!». ■

NOTAS 1. En su falda está situado el término municipal de Canillas 2. Los “ventisqueros” recibían dicho nombre gracias a los fuertes vientos que soplan en las alturas del Pico de la Maroma, donde quedaba enterrada la nieve 3. Esto les hacía retirarse del comercio durante un buen tiempo hasta la recuperación del animal, lo que acarreaba una pérdida de dinero importante.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS CAPEL, Horacio (1997): “El comercio de la nieve y el hielo”, en Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, 16. CRUZ, Jorge y José María SEGURA (1996): El comercio de la nieve en las tierras valencianas.

Valencia:

Generalitat

Valenciana,

Consellería

de

Cultura,

Educación y Ciencia. JIMÉNEZ, José Luis (1994): Leyendas y tradiciones de Canillas de Azeytuno. Barcelona: Plaza & Janés.

FRANCISCO COLLADO CAMPAÑA (Málaga, 1984). Licenciado en Periodismo por la Universidad de Málaga y Máster en la Unión Europea por el Instituto Europeo ‘Campus Stellae’. Actualmente, cursa los estudios de la licenciatura en Ciencias Políticas y de la Administración en la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla). Desde finales de 2002, ha ejercido como periodista para Onda Puerto Radio, Canal Sur Radio, diario SUR y Punto Radio. Además de trabajar como técnico de comunicación para la Diputación Provincial de Málaga e Ingeniería Sin Fronteras, es investigador en politología y colabora en la publicación El Avisador Malagueño, de la Academia de las Artes y las Letras Santa María de la Victoria. Ha publicado los poemarios Si al mirar las estrellas hacia el cielo (2003), la colección Ars Poética (2004) en ‘Nómadas’ y Tú no sabes de amor (2005) en ‘El Robador de Europa’ y resultó Primer Accésit en el concurso de poesía de la Feria del Libro Antiguo de 2006.

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«Los hombres de la nieves de Canillas del Aceituno» por Francisco Collado Campaña - Gibralfaro - Universidad de Málaga GIBRALFARO. Revista de Creación Literaria y Humanidades. Publicación Trimestral de Cultura. Año XII. II Época. Número 80. Abril-Junio 2013. ISSN 1696-9294. Director: José Antonio Molero Benavides. Copyright © 2013 Francisco Collado Campaña. © Las imágenes, extraídas a través del buscador Google de diferentes sitios o digitalizadas expresamente por el autor, se usan exclusivamente como ilustraciones del texto, y los derechos pertenecen a su(s) creador(es). Edición en CD: Diseño Gráfico y Maquetación: Antonio M. Flores Niebla. Depósito Legal MA-265-2010. © 2002-2013 Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Málaga.

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