\"Los grabados medievales del Covacho de Las Pintas (Carrascosa de la Sierra, Cuenca)\", I Congrés Internacional de gravats rupestres i murals. Homenatge a Lluís Díez-Coronel (Lleida, 1992), Institut d\'Estudis Ilerdencs, Lleida, 2003, pp. 695-707

June 24, 2017 | Autor: Javier Jiménez Gadea | Categoría: Popular Culture, Medieval Archaeology, Popular Arts, Medieval Art Religious Engravings
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Descripción

ACTES DEL I CONGRÉS INTERNACIONAL DE GRAVATS RUPESTRES I MURALS Homenatge a Lluís Díez-Coronel (Lleida, 23-27 de novembre de 1992)

Joan-Ramon González Pérez (coord.) 2003

INSTITUT D’ESTUDIS ILERDENCS Fundació Pública de la Diputació de Lleida

Los grabados medievales del Covacho de las Pintas (Carrascosa de la Sierra, Cuenca) JAVIER JIMÉNEZ GADEA, MARGARITA DÍAZ-ANDREU GARCIA, TERESA PÉREZ GÓMEZ

RESUMEN En esta comunicación se estudian los grabados de El Covacho de las Pintas. Se defiende una cronología a partir de época bajomedieval, sobre la base principalmente del análisis de las armas y de las cruces representadas. Se presentan algunas hipótesis sobre la posible funcionalidad del lugar.

ABSTRACT This paper aims to analyse the graffiti from El Covacho de las Pintas. On the basis of the figures of weapons and crosses a chronology from the Low Middle Age is argued for these graffiti. Several hypotheses regarding the funcionality of the site are enumerated.

LOCALIZACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓN El Covacho de las Pintas se localiza en la serranía de Cuenca, en una hoz del río Guadiela. Se sitúa en las coordenadas 5674 y 44905, en el termino municipal de Carrascosa de la Sierra. Se encuentra a unos 80 m por encima del cauce, en un paraje frondoso y bastante inaccesible. Está formado por el derrumbe de una serie de bloques, que dejan un espacio entre ellos y la pared del abrigo de 12 m de largo, que en el sector oeste, donde el covacho tiene techo, mide 1‘80 m de altura por 2 m de profundidad, mientras que en la zona oriental los bloques caídos y la pared del abrigo no forman una cámara (fig. I).

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Los grabados se encuentran dispersos por todo el covacho, aunque se concentran en los bloques más horizontales (Fig 1: 3, 4, 5, 6 y 10), en dos oblícuos (Fig I: 2 y 9) y en las paredes verticales del propio abrigo (Fig. 1: 1, 7 y 8), que hemos considerado como conjuntos en nuestro estudio. Los motivos más representados son cruces (sencillas y reticuladas, y entre estas últimas, simples y de doble travesaño, teniendo ambas los extremos triangulados), geométricos (reticulados, estrellas, lineas en zig-zag, etc.), antropomorfos, zoomorfos, armas, otros (soles, ruedas, inscripciones) y líneas sin orden aparente (fig. 2). La técnica empleada es variada, apreciándose que cruces reticuladas y la mayor parte de los motivos geométricos están realizados con un instrumento fino, mientras que para otros motivos, como el representado con el número 9 en la fig. 2, se ha utilizado un objeto de mayor grosor.

INTERPRETACIÓN

Cronología De los numerosos motivos que se encuentran grabados en el covacho, los únicos que nos pueden ayudar en la búsqueda de una cronología son las cruces y la figura del ballestero representado en el conjunto número 3 (Fig. 2:7). El esquematismo del resto de los antropomorfos, de las representaciones animalísticas y de los motivos geométricos (reticulados, estrellas, Iheas en zig-zag, etc.) hacen difícil una aproximación en ese sentido. No obstante, podemos calificar la mayoria de ellos como medievales, pues son motivos bastante frecuentes en los graffiti de esta época. Así, por ejemplo, de la lista de símbolos ofrecida por Carbonell1 como característicos de estas representaciones medievales, encontramos en nuestro covacho los siguientes: cruciformes y calvarios, ruedas, soles, cuentas. armamento, antropomorfos, zoomorfos e inscripciones. Aparte de estos motivos, se da también una abundante presencia de reticulados, con respecto a los cuales es interesante la referencia de Monreal Jimeno,2 para quien existe un paralelo entre los motivos reticulados que el estudia en la cueva de Gurtupiarana (Urarte, Alava) y las retículas. Rombos, zigzags, estrellas y ciertos tipos de cruces que se pueden ver en las primitivas pinturas de los monasterios rupestres de Capadocia, siempre en las obras consideradas más antiguas. Aunque el paralelo es bajo nuestro punto de vista cierta-

1. E. Carbonell, A. Casanovas & C. Llaras, 1985. 2. LA. Monreal Jimeno, 1989, pag. 274.

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mente lejano, es bien indicativo, por otra parte, de la asociación de este tipo de elementos en lugares sacros cristianos. Otro motivo interesante, aunque de difícil interpretación’, es el representado en la fig. 2:9, correspondiente al conjunto 6. El instrumento utilizado para grabarlo es más grueso que el de las cruces y reticulados, como ya hemos comentado al hablar de las técnicas. No encontramos una explicación satisfactoria a su significado, aunque puede tener cierta similitud con los motivos grabados del Racó Molero (Castelló),3 interpretados como campanas y fechados en la baja edad media —hay una inscripción de 1498— o bien con la máquina de guerra representada en Castellfollit de Riubregos (Lleida),’ considerada un fundíbulo y fechada entre los siglos XIII y XIV. Con respecto a las inscripciones, la mayor parte de ellas son, genéricamente hablando, contemporáneas, tratándose fundamentalmente de firmas y años. Sin embargo. la inscripción de la fig. 2: 8 parecía indudablemente más antigua y nos hizo pensar en su momento que podria tratarse de una inscripción en caracteres ibéricos. No obstante, un análisis más detenido nos ha llevado a rechazar esta hipótesis. Si el tercer signo de la primera línea y el primero de la segunda se interpretan como una "G", la verdad es que la lectura resulta sencilla, pudiendose leer "Miguel García",’ lo que cuadra mejor con el resto de los grabados. A pesar de estos elementos (el fundibulo y las inscripciones), son las armas y las cruces representadas las que a nosotros nos resultan de mayor utilidad a la hora de encuadrar cronológicamente estos grabados. Con respecto a las primeras, podemos ver en el conjunto 3 la representación de una ballesta y una espada, asociadas a un personaje que las porta (Fig.2:7). La espada, aunque fácilmente identificable, debido a su esquematismo resulta poco ilustrativa: sólo se aprecian en ella elementos poco significativos cronológicamente, como la hoja, recta y estrechándose hacia la punta, los gavilanes, también rectos, la empuñadura y el pomo semiesférico que la remata. La ballesta también está representada esquemáticamente, por lo que es difícil precisar a que tipo pertenece.6 Sin embargo, la existencia en sí misma de esta figura es crucial, ya que nos permite, al menos, un primer acercamiento cronológico.

3. R Viñas & E. Sarrià 1981, 4.VV.AA., 1981, pag. 302 5. Teniendo en cuenta, no obstante, que entre la "G’ y la "E" no aparece la "U" que deberia proporcionar el sonido oclusivo a aquella. 6. No obstante, si se aprecia con claridad que en la parte superior tiene el consabido estribo utilizado Para meter el pie con el objeto de hater fuerza en la operación de tensar el arco, elemento que segun Viollet le Duc se generaliza en las ballestas a partir del siglo XII (verViollet le Duc, E., 1980).

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Aunque el mecanismo de la ballesta se conoce desde la antigüedad —las ballistae romanas no son más que unas ballestas de gran tamaño, que se apoyaban en el suelo y disparaban grandes venablos—, lo cierto es que la generalización de la ballesta como arma portátil no se produce hasta la Baja Egad Media, para horror de las caballerías feudales, que veían en este arma en manos de la plebe un enemigo mortal para la superioridad que hasta ese momento habían detentado los caballeros, ya que podía derribar a uno de estos desde una distancia muy superior a la de un arco normal, al tener muchísima más potencia. Segun Casariego,7 la ballesta fue ignorada en la Europa altomedieval "hasta finales del siglo XI, que fue cuando empezó a conocerse, traida tal vez por via de Bizancio. En el siglo XII su uso se fue extendiendo, aumentó en el XIII y tuvo su edad de oro en los siglos XIV y XV. Subsistió en competencia con las primeras armas de fuego durante la primera mitad del XVI, pero en la segunda fue decayendo, y a sus finales era ya un arma totalmente anticuada y dejó de cazarse con ella ". Lo cierto es que el primer documento que hace alusión a este arma son las Actas del II Concilio de Letran (año 1139), en las que se prohibe —bajo peligro de excomunión— el uso de la ballesta, por considerarla demasiado mortífera, aunque esta prohibición quedaba levantada en caso de utilizarse contra el infiel. Será sobre todo a partir del siglo siguiente cuando la ballesta se generalize definitivamente y se incorpore a los ejércitos como parte fundamental de éstos. En el ámbito hispano, el uso de la ballesta era igualmente común en el siglo XIII. Por ejemplo, sabemos que en la conquista de Mallorca por Jaime I participaron ballesteros, pues ha quedado su representación en las pinturas murales del salon del Tinell del Palacio Real Viejo de Barcelona, donde se plasma aquel acontecimiento histórico. Interesantes resultan también a este efecto los graffitos de Castellfollit de Riubregós, 8 en los que se puede apreciar ciaramente una escena guerrera donde destacan dos ballesteros, conjunto fechado entre los siglos XIII y XIV. Si bien es cierto que los ballesteros del salon del Tinell son, digamos, realistas, y los de Castellfollit de trazos sencillos y casi esquemáticos, no por eso dejan de ser dos paralelos bastante buenos para el grabado que estamos analizando, pues la similitud del atuendo no deja lugar a dudas. Ninguno lleva armadura sino túnica corta, por encima de los tobillos, ancha y sujeta a la cintura. También en los tres casos de la cintura pende una espada. Con respecto a la cubrición de la cabeza, solo uno de los ballesteros de Castellfollit parece llevar yelmo, mientras que el otro lleva una capucha similar a las claramente representadas en las pinturas góticas del menciónado palacio de Barcelona. Es como capucha, pues, como nosotros entendemos el tocado del ballestero, desechando la idea de que pudiera tratarse de un turbante. 7. I.E. Casarie.w, 1982, pags. 60-61. 8. VVAA.. 1981.

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Con todos estos datos, creemos que la cronología de esta figura y la de algunas aves que aparecen asociadas a ella —probablemente se trate de una escena de caza— no debe de ser anterior al siglo XIII. El otro elemento que como deciamos anteriormente nos puede permitir un acercamiento cronológico es la representación de cruces. Hay varios tipos de éstas. Unas son simples, realizadas mediante dos incisiones perpendiculares, más o menos anchas segun el instrumento utilizado para grabarlas. Estas son a todas luces modernas, a juzgar por las inscripciones que las acompañan, escritas en castellano y con nombres y fechas actuales. Pero las cruces que a nosotros nos interesan son las que tienen una anchura entre algo menos de un centímetro y dos y medio, reticuladas totalmente en su interior, con los extremos triangulados, resaltando casi siempre más el inferior, a modo de peana (fig. 2: I , 2 y 3), y entre las cuales se encuentran varias de dos travesaños (fig. 2: 2) e, incluso, una mixta de dos travesaños y cruz de San Andrés (fig. 2: 3). Estas cruces se concentran en el conjunto 2 y se hallan asimismo bien representadas en el 9. El paralelo más directo que hemos encontrado, las cruces de Gurtupiarana (Urarte, Álava), lo publica Monreal Jimeno,9 quien parece inclinarse por una cronología bastante alta, pues aduce paralelos con cruces reticuladas que aparecen en cerámicas paleocristianas. 10 Sin embargo, hay un hecho importante que nos llama la atención y que hace que no nos sintamos atraidos por esta hipótesis: en ese eremitorio de la provincia de Álava no aparece ni una cola cruz de doble travesaño. Además, retículas en el interior de cruces se encuentran también en momentos bastante posteriores, coma demuestra la publicada por P Cressier pertenecience a la fortaleza de Villa Vieja de Berja,’ que puede datarse en el siglo XVIII. Tampoco nos puede servir de guía la triangulación de los extremos de los brazos, pues cruces con los extremos ensanchados de esta manera se encuentran desde el siglo VI hasta prácticamente nuestros días, pues aun hoy es frecuente ver en iglesias y casas de los siglos XVIII y XIX inscripciones pías presididas por una cruz de este tipo. En consecuencia, ni el interior reticulado ni las extremos triangulados nos sirven de argumento para acercarnos cronológicamente a las cruces aquí tratadas.12 Sin embargo,

9.

L A. Monreal Jimeno. 1989. pág. 375. lam. 63.

10. LA. Monreal Jimeno, 1989, pág. 111 11. P. Cressier. 1985.

12. Una cruz que reune estas dos caracteristicas. rrechada en 510 d. C., se encuentra en una lápida sepulcral de Talavera de la Reina.Aunque en un principio la tuvimos por un posible referente cronológico hoy por hoy la desechamos, ya que se trata de un crismón en el que la letra "ro" no esta reticulada y ademas aparece acompañada de una alfa y una omega, elementos ambos (crismón y letras) que nunca aparecen en los grabados del covacho de las Pintas. La referenda a esta inscripción de Talavera se encuentra en J.Vives. 1969. pag. 24.

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el hecho de que aparezcan varias de doble travesaño es lo que puede ayudar a la hora de aproximarnos a una dataccón. La cruz de doble travesaño, conocida con los nombres de patriarcal y de Caravaca, en España, y de Lorena, en Francia, parece tener un origen oriental, vinculandose casi siempre con reliquias del Lignum Crucis. A pesar de que en Oriente se encuentra desde una época bastante antigua,13 en España no se generaliza hasta bien entrada la Edad Media, pues ninguna cruz visigoda, asturienese ni altomedieval, en general es de ese tipo. 14 La más antigua, no obstante, sí es altomedieval, aunque parece un ejemplo aislado. Nos habla de ella Vicente de la Fuente15 en un trabajo dedicado precisamente al origen de este tipo de cruces. Se trata de la cruz del conde de Castilla Ferrán González guardada antaño en el monasterio de Arlanza. Su fábrica es bizantina, de oro y plata sobredorada y afiligranada. Se trata de una estauroteca, ya que en el centro de cada uno de los travesaños tiene un óvalo guarnecido de cristales, dentro de los cuales se ve un fragmento de la Vera Cruz. Pero, en este momento, el siglo X, no se puede decir que este tipo de cruces estuviera generalizado en la Península, ya que la cruz citada fue un regalo del Papa Juan XI a este conde castellano. Otra cruz bizantina de esta época, aunque en este caso de un solo travesaño, es la cruz de Bagà (Lleida): 16 que por sus inscripciones, estilo, adornos y paleografía ha sido fechada en el siglo X. También contiene reliquias del Lignum Crucis. Se ve, pues, que en esta época existían una serie de cruces de lujo, relicarios de la cruz de Cristo, venidas de Oriente, entre las que se encuentra el primer ejemplo de cruz de doble travesaño en la Península lbérica. Pero habrá que esperar a las cruzadas para que este tipo de cruces se difundan, ya que se convirtieron en el emblema de la Orden del Santo Sepulcro. La introducción de esta orden en España se debió a Alfonso I de Aragón, quien por disposición testamentaria dejó en heredad su reino a esta congregación junto con las otras existentes en Palestina.17 A partir de este momento encontramos estas cruces en muchas partes, destacando la del monasterio de Carboeiro (Pontevedra), la de la catedral de Astorga, la del Museu

13. se ve este tipo de cruz, por ejemplo, en monedas bizantinas de Justiniano dcl siglo VIII. 14. Vease G. Menendez-Pidal. 1955: H. Schlunk. 1985: Casa Martinez. C. de la M. Domenech Esteban. s/f A.

Olaizola Albéniz. 1991. 13. Fuente.V. de la. 1886. 16. F. Fita. 1877. 17. Aunque la orden en origen era de caballeria, en nuestra Peninsula parece ser que nunca tuvo carácter y

solo se compuso de clérigos freires, que profesaban la regla de San Agustín.

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Diocesà de Barcelona —procedente de Riells del Fay—18, la cruz de Caravaca —cuya leyenda data su aparición en 1232— y, sobre todo las monedas de Jaime I, Jaime II y Pedro IV de Aragón (siglos XIII-XIV), que las muestran en su reverso. En resumen, aunque la cruz de doble travesaño en la Peninsula cuenta con un representante de siglo X, objeto lujoso y regalo pontificio, no se va a generalizar hasta la época de las cruzadas, en el siglo XII, con la llegada de los canónigos agustinianos del Santo Sepulcro y sobre todo, en el XIII y el XIV, con las monedas de la monarquía aragonesa.19 Por todo lo dicho, los referentes más seguros para los grabados del Covacho de las Pintas son de época bajomedieval. En definitiva, creemos que es a este momento al que pertenecen los motivos más antiguos, las armas y las cruces de doble travesaño, pues no encontramos nada que claramente pueda fecharse en momentos anteriores. Ya hemos adelantado la supuesta inscripción iberica que no nos parece tal y solamente algunos zoomorfos podrían quiza pertenecer a etapas precedences. Sin embargo, de ser las no deja de resultar extraño que entre ese hipotético anterior momento y la Baja Edad Media nadie conociera el covacho ni dejara algún tipo de grabado en él, como prueba la ausencia de graffiti atribuibles a época romana, tardorromana o islámica. Concretamente esto último llama la atención, pues esta zona de la provincia de Cuenca, aunque nunca estuvo muy poblada, fue sin embargo el territorio patrimonial de los Banu DiI-Nun, la familia beréber que llegó a hacerse con el poder en el reino de Toledo durante el siglo XI y, en consecuencia, esta fue una zona bastante berberizada. Concretamente Santaver, que fue capital del distrito del mismo nombre y ciudad importante del territono junto con Cuenca, Uclés y Huete, se localiza en un cerro situado poco antes de la confluencia del Guadiela con el Tajo.20 El abrigo del Covacho de las Pintas se hallaba en consecuencia centro del área de influencia de Santaver. Extrañaría que, de ser anteriores a esta época algunos grabados, nadie hubiese aprovechado el lugar en estos momentos altomedievales ni hubiera dejado ningun resto de su presencia en él. Sin embargo, sí que se han documentado otros lugares similares donde hay graffiti desde momentos protohistóricos hasta hoy en día sin solución de continuidad, aunque cambiando, eso sí el significado del lugar.21 Quizá, aunque parezca más improbable, esto se deba a que el covacho tal y como hoy lo conocemos no existía todavía, habiendose producido el derrumbe en un momento

18.

Estos tres últimos ejemplos son todos cruces relicario de la Vera Cruz. Chapadas en oro, plata orada y plata respectivamente, fechadas entre los siglos XII y XIII (S. Alcolea. l958, pig. 123 y figs. 121, 122 y 123).

19.

Fuente,V. de la, 1886, pag. 187.

20.

Torres Balbás. 1957.

21.

Véase por ejempio V.V.AA.. 1983.

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posterior a la conquista y repoblación cristiana de la zona, hechos acaecidos en las postrimerías del siglo XII y comienzos de la centuria siguiente.22 Y ello explicaría que a partir de los primeros grabados que se documentan —los que consideramos bajomedievales— la sucesión de graffiti sea ininterrumpida hasta la actualidad, destacando entre estos motivos modernos, por encima del resto, dos soldados decimonónicos, con uniforme de la época y portando bayoneta, quiza relaciónados con la primera guerra carlista, que por estos lares adquirió especial intensidad.23

Funcionalidad El amplio margen cronológico del covacho de las Pintas. desde época bajomedieval hasta nuestros días, hace que su funcionalidad no pueda ser única, por que vamos a barajar distintas hipótesis, aunque centrándonos en el periodo más antiguo sobre el que esta comunicación se ha basado. En la bibliografía manejada se consideran diferentes posibilidades en la interpretación de lugares con grabados semejantes: eremitorios, refugios, sitios donde se manifiestan cultos populares, etc. Aunque por la cantidad de elementos de tipo religioso pudiera parecer que estamos ante un eremitorio, sin embargo, hay determinados elementos que se contradicen con esta hipótesis, fundamentalmente el que la planta del abrigo no cumple las condiciones de habitabilidad necesarias (por lo que rechazamos igualmente su uso como refugio). Sin embargo, a unos 20 m del covacho hacia el Este, se localiza otro abrigo de mucho mayor tamaño, en el que se conservan las ruinas de una antigua construcción, empleada fundamentalmente coma redil, pero donde sabemos que habitaron algunos obreros de la construcción del canal que enlaza la presa del Chincha con la central eléctrica de Santa Cristina, situado en la otra orilla enfrente de ambos abrigos. En consecuencia, cabe la posibilidad de que también éste fuese habitado en la época en la que se realizaron los grabados, aunque en el no hayamos observados restos en superficie de estos momentos. Parece más probable que los grabados sean una manifestación de culto popular. El conocimiento de las cruces de doble travesario podría haber llegado desde Aragón. A este respecto hay que recordar los restos de via romana que existen paralelos a la margen del río Guadiela, río arriba en dirección a Santa Cristina. Por la toponimia, parece probable que ésta continuara en dirección norte hacia Aragón. También debido a la enorme difusión del culto a la cruz de Caravaca, podría pensarse que a ello se debe la presencia de estas cruces. En cuanto a quien pudo ser el autor, la presencia habitual de pastores por estos parajes hace que consideremos esta hipótesis coma la más signifi-

22.Ver mapa con las distintas etapas de repoblación de la zona en González, 1975, vol. I, pag. 80. 23. El cercano castillo de Beteta fue cuartel general de Cabrera, y los vecinos de la cercana aldea de Santa Cnstina o la Herrería todavia mantienen el recuerdo de dichos acontecimientos bélicos.

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cativa. Por otra parte, no hay que olvidar el uso de este río para el transporte de madera realizado por los llamados madereros, con lo que éstos podrían haber participado en la elaboración de los grabados. Véase la similitud de éstos con motivos decorativos propios del arte popular pastoril en Pastor Muñoz (1996) y García Medina (1987). Una última posible funcionalidad que contemplamos es la de puesto de vigilancia de la hoz que podría explicar la presencia de los soldados decimonónicos. En todo caso no podemos explicar el Covacho de las Pintas en función de un único autor, época o funcionalidad, pues estos serían multiples a lo largo de su historia.

Fig. 1. El Covacho de las_Pintas

Figura 2. Grabados de El Covacho de las Pintas.

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