Los gauchos. . . no leen a Borges-ver fragmento mas extenso

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Descripción

Introducción a ensayo que aparecerá en Bolaño en sus cuentos. Editado por Teresa Basile y Paula Aguilar Los gauchos de verdad no leen a Borges:1 Masculinidades antinómicas y economía política en El gaucho insufrible Dianna C. Niebylski University of Illinois at Chicago “Dentro de un archivo de modelos masculinos al que los hombres decimonónicos recurrieron para crear su identidad (dandies, flaneurs, casseurs, hombres sentimentales, self-made men), el gaucho fue el que más se acercó a la idea de la masculinidad hiperviril que se fue considerando como hegemónica en América Latina a lo largo del siglo XX.” Ana Peluffo, “Gauchos que lloran: masculinidades sentimentales en el imaginario criollista”.

Nada menos gauchesco que el protagonista de “El gaucho insufrible” al comienzo del ya famoso cuento de Roberto Bolaño. Héctor Pereda, “cuidadoso y tierno padre de familia” (15), cómodamente instalado en un departamento de un barrio bonaerense de alto standing y tan complaciente que termina aceptando los exagerados juicios estéticos de sus sirvientas para no contradecirlas, no se acerca ni remotamente a las canónicas virtudes del gaucho que pueblan el imaginario argentino a partir del modelo martínfierresco: el coraje desmedido, la destreza física, la propensión a la violencia o el culto a la libertad incondicional.2 A primera vista el protagonista de la primera parte del cuento encarna, en cambio, al paradigma de urbanidad cívica decimonónica imaginado por Echeverría y descrito por Sarmiento como el contrapeso necesario

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La frase “de verdad” en mi título alude a la paródica novela Real Men Don’t Eat Quiche (“Los hombres de verdad no comen quiche”) de 1982, la popular sátira de Bruce Feirstein sobre estereotipos masculinos en los Estados Unidos de comienzos de la década de 1980. 2 Trabajo aquí, como lo hace Bolaño, con imágenes telegráficas y reductivas del “gaucho”. Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano, entre otros, nos alertan sobre el hecho de que “las variaciones, deslizamientos y determinaciones semánticas de ‘gaucho’ son producto de extensos procesos de semantización y resemantización” (20-21).

para combatir al centauro de las pampas.3 Las primeras imágenes que tenemos de Pereda son las de un padre ejemplar, un “abogado intachable, de probada honradez” (15) y un hombre que no sale de su casa sin corbata ni para leer el diario.4 Al observarlo más a fondo, sin embargo, es evidente que Pereda es una versión decididamente paródica del modelo urbano propuesto por el autor de Facundo. Lejos de velar por el progreso y el orden de la república, dicho Pereda, habiendo amasado pronto una pequeña fortuna como abogado, abandona toda responsabilidad cívica al jubilarse con menos de cuarenta años y retirarse de la vida pública justo en un momento en que el país necesita a ciudadanos con ideales “civilizados” que se opongan a la tercera presidencia de Perón.5 Igualmente irónico será el tratamiento de Pereda una vez que decida personificar la figura de un gaucho sólo un poco más anacrónico que su contrapartida citadina. La ironía que atañe a la representación de los tipos oximorónicos de hombría nacional no pasa, sin embargo, por el narrador, o pasa por encima de este, que es lo mismo. Al escoger como portavoz de la historia de Héctor Pereda a un narrador cuyos valores coinciden mayormente con los del personaje, Bolaño deja que la ironía paródica opere casi estrictamente a nivel extra diegético y requiera un conocimiento no solo de las fuentes literarias de las que se sirve el autor sino de la historia política nacional que las sustenta. “El gaucho insufrible” repasa telegráfica pero selectivamente varias versiones del consabido modelo de virilidad y valentía más popular y más polémico del imaginario argentino.. ..

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Los dos modelos de hombría que Sarmiento convertirá en famosa antinomia se dramatizan por primera vez en las letras argentinas en “El matadero” de Esteban Echeverría, obra escrita a comienzos de 1830 con el fervor propio de un exiliado político y con la exageración propia del naturalismo. Pero es Sarmiento quien, diez años más tarde, plasma esta visión dicotómica de la hombría argentina en su célebre ensayo-biografía Civilización y barbarie: Vida de Facundo Quiroga. 4 Conviene recordar la insistencia con que Sarmiento asocia el ‘frac’ y la levita con la masculinidad civilizada. 5 Según mis cálculos esta parte de la vida del personaje corresponde casi necesariamente a la tercera presidencia de Perón o a la breve y desastrosa presidencia de su viuda, Isabel Martínez de Perón.

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